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La Princesa y La Reina

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Academic year: 2021

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(2) La siguiente es una traducción no oficial. No intenta reemplazar a ningún otra y (demás está decirlo) no tiene fines de lucro. Es para su libre circulación entre aquellos que gustan de la obra de Martin y no tienen acceso a ella (por los costos, por el idioma u otras causas). Se han mantenido en el idioma original los nombres propios y de lugares (ciudades, pueblos, castillos) que no tienen traducción oficial, aunque muchos de ellos puedan ser traducidos.. Para reclamos, dudas, sugerencias, errores, modificaciones, etc. pueden enviar un correo a luistraduce@hotmail.com.

(3) LA PRINCESA Y LA REINA O, LOS NEGROS Y LOS VERDES Una historia de las causas, orígenes, batallas y traiciones del más trágico derramamiento de sangre, conocido como la Danza de los Dragones, según lo establecido por el Archimaestre Gyldayn de la Ciudadela de Antigua. (aquí transcrito por GEORGE R. R. MARTIN) La Danza de los Dragones es el colorido nombre otorgado a la salvaje lucha interna por el Trono de Hierro de Poniente, librado entre dos ramas rivales de la Casa Targaryen durante los años 129 y 131 DC. Caracterizar los sangrientos, oscuros y turbulentos hechos de este período como una "Danza", nos parece grotescamente inadecuado. Sin duda, la frase fue creada por algún bardo. "La Muerte de los Dragones" sería del todo más apropiada, pero el tiempo y la tradición han hecho que la frase más poética apareciera en las páginas de la historia, por lo que debemos danzar con el resto. Había dos pretendientes principales al Trono de Hierro tras la muerte del Rey Viserys I Targaryen: su hija Rhaenyra, la única sobreviviente de su primer matrimonio, y Aegon, su hijo mayor con su segunda esposa. En medio del caos y la carnicería provocados por su rivalidad, otros aspirantes a reyes aparecerían, pavoneándose por una luna como mimos en un escenario, sólo para caer tan rápidamente como se habían alzado. La Danza dividió en dos a los Siete Reinos, cuando señores, caballeros y pueblo llano se decantaron por uno u otro bando y se levantaron en armas contra el otro. Incluso la propia Casa Targaryen se dividió, cuando parientes del pueblo, familiares y niños de cada uno de los pretendientes se vieron involucrados en los combates. Durante los dos años de lucha, los grandes señores de Poniente pagaron un precio terrible, junto con sus vasallos, caballeros y el pueblo llano. Aunque la dinastía sobrevivió al finalizar la guerra, el poder de los Targaryen disminuyó considerablemente, y se redujo drásticamente el número de los últimos dragones del mundo. La Danza fue una guerra diferente a cualquier otra jamás librada en la larga historia de los Siete Reinos. Aunque los ejércitos marcharon y se encontraron en una batalla salvaje, gran parte de la masacre tuvo lugar en el agua, y...en especial... en el aire, cuando el dragón luchó contra el dragón con dientes, garras y llamas. Fue una guerra caracterizada por el sigilo, el asesinato y la traición, una guerra librada en las sombras y huecos de escalera, en la Sala del Consejo y patios del castillo, con cuchillos, mentiras y veneno. Despacio, a fuego lento, el conflicto estalló a la luz pública en el tercer día de la tercera luna del 129 DC, cuando, enfermo y postrado en la cama, el Rey Viserys I Targaryen cerró los ojos durante una siesta en la Fortaleza Roja del Rey, y murió sin volverlos a abrir. Su cuerpo fue descubierto por un sirviente en la hora del murciélago, cuando era costumbre del Rey tomarse una copa de vino dulce. El criado corrió a informar a la Reina Alicent, cuyas habitaciones estaban en el piso de abajo de las del Rey. El criado dio la nefasta noticia directamente a la Reina, y solo a ella, sin dar la alarma general; la muerte del Rey había sido anticipada tiempo atrás, y la Reina Alicent y su partido, los llamados verdes1, se habían encargado de instruir a todos los guardias y sirvientes de Viserys sobre qué hacer cuando llegara el día. 1. En 111 DC, un gran torneo se celebró en Desembarco del Rey, en el quinto aniversario del matrimonio del Rey con la Reina Alicent. En la apertura de la fiesta, la Reina llevaba un vestido de color verde, mientras que la Princesa se vistió de manera espectacular con el rojo y negro de los Targaryen. Se tomó nota de esto, y a partir de entonces se convirtió en costumbre referirse a los "verdes" y "negros" cuando se hablaba del partido de la Reina y el partido de la Princesa, respectivamente. En el torneo, los.

(4) La Reina Alicent se dirigió inmediatamente a la alcoba del Rey, acompañada por Ser Criston Cole, Lord Comandante de la Guardia Real. Una vez que confirmaron que Viserys estaba muerto, Su Alteza ordenó cerrar la habitación y y ponerla bajo vigilancia. El hombre de servicio que había encontrado el cuerpo del Rey fue puesto bajo custodia, para asegurarse de que no esparciera la noticia. Ser Criston regresó a la Torre de la Espada y envió a sus hermanos de la Guardia Real a convocar a los miembros del Consejo Privado del Rey. Fue a la hora de la lechuza. Entonces, como ahora, los Hermanos Juramentados de la Guardia Real eran siete caballeros, hombres de probada lealtad e indudable valor, que habían hecho juramentos solemnes de dedicar su vida a la defensa de la persona y los parientes del Rey. Sólo cinco de los Mantos Blancos estaban en Desembarco del Rey al momento de la muerte de Viserys; el propio Ser Criston, Ser Arryk Cargyll, Ser Rickard Thorne, Ser Steffon Darklyn y Ser Willis Fell. Ser Erryk Cargyll (gemelo de Ser Arryk) y Ser Lorent Marbrand estaban con la Princesa Rhaenyra en Rocadragón, e ignoraron que sus hermanos de armas se habían adelantado a levantar de sus camas, en mitad de la noche, a los miembros del Consejo Privado. Reunidos en las cámaras de la Reina mientras, más arriba, el cuerpo de su señor esposo aún se enfriaba, se encontraban la Reina Alicent, su padre Ser Otto Hightower, Mano del Rey; Ser Criston Cole, Lord Comandante de la Guardia Real, el Gran Maestre Orwyle, Lord Lyman Beesbury, Consejero de la Moneda, un hombre de ochenta años; Ser Tyland Lannister, Comandante de la Flota y hermano del Lord de Roca Casterly; Larys Strong, llamado Larys el Patizambo, Lord de Harrenhal y Maestro de los Rumores, y Lord Jasper Wylde, llamado Barra de Hierro, Maestro de las Leyes. El Gran Maestre Orwyle abrió la reunión mediante la supervisión de las tareas y procedimientos habituales requeridos a la muerte de un Rey. Dijo --"El Septon Eustace debe ser convocado para realizar los últimos ritos y rezar por el alma del Rey. Es necesario que se envíe un cuervo a Rocadragón para informar a la Princesa Rhaenyra de la muerte de su padre. ¿Quizás a Su Alteza la Reina no le importaría escribir el mensaje para suavizar estas tristes noticias con palabras de condolencia? Las campanas siempre suenan para anunciar la muerte de un Rey, alguien debe velar por que esto se haga, y por supuesto, tienen que comenzar los preparativos para la coronación de la Reina Rhaenyra"--. Ser Otto Hightower lo interrumpió. --"Es necesario esperar para todo esto"-- declaró -- "hasta que la cuestión de la sucesión se resuelva"-- Como Mano del Rey, estaba facultado para hablar con la voz del Rey, aún para sentarse en el Trono de Hierro durante la ausencia del Rey. Viserys le había otorgado la autoridad para gobernar sobre los Siete Reinos, y esa norma continuaría. – "Hasta el momento en que se corone al nuevo Rey"--. --"Hasta que se corone a nuestra nueva Reina" -- dijo Lord Beesbury, en tono mordaz. --"Rey"-- insistió la Reina Alicent. --"El Trono de Hierro, por derecho, debe pasar a su hijo varón más grande"--. El debate que siguió se prolongó casi hasta el amanecer. Lord Beesbury habló en nombre de la Princesa Rhaenyra. El antiguo Consejero de la Moneda, que había servido al Rey Viserys durante todo su reinado, y a su abuelo Jaehaerys el Viejo Rey antes de él, recordó al Consejo que Rhaenyra era mayor que sus hermanos y tenía más sangre Targaryen, que el difunto Rey la había elegido como heredera, que en varias ocasiones se había negado a alterar la sucesión a pesar de las súplicas de la Reina Alicent y sus verdes, y que cientos de señores y caballeros habían jurado obediencia a la Princesa en el 105 DC, y habían hecho el solemne juramento de defender sus derechos. Pero esas palabras cayeron en oídos de piedra. Ser Tyland señaló que muchos de los señores que habían jurado defender la sucesión de la Princesa Rhaenyra estaban ya muertos.. negros tomaban ventaja cuando Ser Criston Cole, que contaba con el favor de la Princesa Rhaenyra, desmontó a todos los campeones de la Reina, incluyendo a dos de sus primos y a su hermano más joven, Ser Gwayne Hightower..

(5) --"Han pasado veinticuatro años"-- dijo --"Yo mismo hice hay tal juramento. Era un niño en ese momento"--. Barra de Hierro, el Maestro de las Leyes, citó el Gran Consejo de 101 y la decisión del Viejo Rey, eligiendo a Baelon en lugar de Rhaenys en el 92, y luego discutieron largo y tendido sobre Aegon el Conquistador y sus hermanas, y la santa tradición ándala, en la que los derechos del hijo mayor siempre estaban antes que los derechos de una hija. Ser Otto les recordó que el esposo de Rhaenyra no era otro que el Príncipe Daemon, y -- "Todos conocemos su naturaleza. No os equivoquéis, Rhaenyra no debe sentarse nunca en el Trono de Hierro, sería Daemon quien nos gobernara entonces, un Rey consorte tan cruel e implacable como Maegor lo fue una vez. Mi cabeza será la primera en rodar, no lo dudo, pero vuestra Reina, mi hija, será la siguiente"--. La Reina Alicent se hizo eco. --"Tampoco perdonará a mis hijos"-- declaró. --"Aegon y sus hermanos son hijos legítimos del Rey, con más derecho al trono que su camada de bastardos. Daemon encontrará un pretexto para matarlos a todos. Incluso a Helaena y sus pequeños. Uno de esos Strong arrancó el ojo de Aemond, nunca lo olvido. Era un niño, sí, pero el niño es el hijo de su padre, y los bastardos son monstruosos por naturaleza"--. Ser Criston Cole habló. --"En caso de que reine la Princesa"-- les recordó --"Jacaerys Velaryon gobernaría después de ella. Los Siete salven este Reino si sentamos a un bastardo en el Trono de Hierro"-- Habló de las extravagancias y caprichos de Rhaenyra y de la infamia de su marido. --"Van a convertir la Fortaleza Roja en un burdel. Ninguna hija estará a salvo, ni la esposa de cualquier hombre. Incluso los chicos... sabemos lo que era Laenor"--. No se registra que Lord Larys haya dicho una palabra durante este debate, pero eso no era inusual. Aunque era un hombre elocuente cuando era necesario, el Maestro de los Rumores atesoraba sus palabras como un avaro sus monedas, prefiriendo escuchar en vez de hablar. --"Si hacemos esto"-- advirtió al consejo el Gran Maestre Orwyle --"sin duda terminará en una guerra. La Princesa no se hará a un lado amablemente, y ella tiene dragones"--. --"Y amigos"-- declaró Lord Beesbury. --"Hombres de honor, que no van a olvidar los votos que juraron a ella y a su padre. Yo soy un anciano, pero no tan viejo como para sentarme aquí mansamente mientras la gente como vosotros complota para robar su corona"-- Y diciendo esto, se levantó para marcharse. Pero Ser Criston Cole obligó a Lord Beesbury a sentarse nuevamente y rajó su garganta con una daga. Y la primera sangre derramada en La Danza de los Dragones perteneció a Lord Lyman Beesbury, Maestro de la Moneda y Lord Tesorero de los Siete Reinos. No existió más disenso después de la muerte de Lord Beesbury. El resto de la noche transcurrió mientras se hacían planes para la coronación del nuevo Rey (todos estuvieron de acuerdo en que había que hacerlo rápidamente), y la elaboración de listas de posibles aliados y potenciales enemigos, en caso de que la Princesa Rhaenyra se negase a aceptar la coronación del Rey Aegon. Con la Princesa en Rocadragón, a punto de dar a luz, los verdes de la Reina Alicent disfrutarían de una ventaja; cuanto más tardara Rhaenyra en conocer la muerte del Rey, más tarde reaccionaría. --"Quizás la puta muera en el parto"-- dijo la Reina Alicent. Los cuervos no volaron esa noche. Tampoco sonaron las campanas. Todos los sirvientes que sabían de la muerte del Rey fueron enviados a las mazmorras. A Ser Criston Cole se le dio la orden de poner bajo custodia a los posibles "negros" que estaban en la corte, señores y caballeros que podrían inclinarse a favor de la Princesa Rhaenyra. --"Sin violencia, a menos que se resistan"-- ordenó Ser Otto Hightower --"Los hombres que doblen la rodilla y juren lealtad al Rey Aegon no sufrirán daño alguno"--. --"¿Y los que no lo hagan?"-- preguntó el Gran Maestre Orwyle. --"Son traidores"-- dijo Barra de Hierro --"y deben morir como traidores"--..

(6) Lord Larys Strong, Maestro de los Rumores, habló entonces por primera y única vez. --"Seremos los primeros en jurar"-- dijo -- "para que no haya traidores aquí entre nosotros"-Sacando su daga, el Patizambo cortó a través de su palma. --"Un pacto de sangre"-- instó. --"Todos unidos, hermanos hasta la muerte"--. Y así, cada uno de los conspiradores cortó sus palmas y entrelazó sus manos con las otras, jurando hermandad. Solo la Reina Alicent fue excusada del juramento, por su condición de mujer. Amanecía sobre la ciudad mientras la Reina Alicent enviaba a la Guardia Real para traer a sus hijos al Consejo. El Príncipe Daeron, el más gentil de sus hijos, lloró por la muerte de su abuelo. El Príncipe Aemond Un-Ojo, de diecinueve años, fue encontrado en la sala de armas, a punto de ponerse la malla y el peto para la práctica matutina en el patio del castillo. --"¿Es Aegon Rey?"-- preguntó a Ser Willis Fell --"¿O debemos arrodillarnos y besar a la puta vieja?"-La Princesa Helaena estaba desayunando con sus hijos cuando la Guardia Real se acercó a ella, pero cuando se le preguntó sobre el paradero del Príncipe Aegon, su hermano y marido, se limitó a decir --"No está en mi cama, podéis estar seguros. Sed libres de buscar entre las mantas"--. El Príncipe Aegon estaba con su amante cuando lo encontraron. Al principio, se negó a ser parte de los planes de su madre. --"Mi hermana es la heredera, no yo"-- dijo -- "¿Qué clase de hermano le roba a su hermana el derecho de nacimiento?"--. Sólo cuando Ser Criston le dijo que la Princesa seguramente lo ejecutaría a él y a sus hermanos cuando fuera coronada, Aegon vaciló. --"Mientras un legítimo Targaryen esté vivo, ningún Strong puede esperar sentarse en el Trono de Hierro"-- dijo Cole. --"Rhaenyra no tendrá más remedio que cortar vuestras cabezas si desea que sus bastardos gobiernen tras ella"--. Fue esto, y sólo esto, lo que persuadió a Aegon para aceptar la corona que el pequeño consejo le ofreció. Ser Tyland Lannister fue nombrado Consejero de la Moneda en lugar del difunto Lord Beesbury, y actuó de inmediato haciendo uso del tesoro real. El oro de la corona se dividió en cuatro partes. Una parte se confió a la protección del Banco de Hierro de Braavos, otra se envió bajo una fuerte custodia a Casterly Roca, y un tercio hacia Antigua. La riqueza restante se utilizaría para sobornos y regalos, y la contratación de mercenarios si era necesario. Para ocupar el lugar de Ser Tyland como Comandante de la Flota, Ser Otto envió un cuervo hacia las Islas de Hierro, dirigido a Dalton Greyjoy, el Kraken Rojo, audaz y sanguinario, de dieciséis años y Lord Segador de Pyke, ofreciéndole el ministerio de marina y un asiento en el Consejo a cambio de su lealtad. Pasó un día, y otro más. Ni Septones ni Hermanas Silenciosas fueron convocados a la alcoba donde el Rey Viserys yacía, hinchado y en descomposición. No sonaron las campanas. Los cuervos si volaron, pero no a Rocadragón. Fueron a Antigua, a Roca Casterly, a Aguasdulces, a Altojardín, y hacia muchos otros señores y caballeros que, según la Reina Alicent, tenían motivos para simpatizar con su hijo. Los Anales del Gran Consejo del 101 fueron leídos y examinados, y se tomó nota de cuales eran los señores que habían hablado por Viserys, y cuales por Rhaenys, Laena o Laenor. Los señores reunidos habían elegido al pretendiente varón por sobre la mujer, en veinte a uno, pero había habido disidentes, y esas Casas seguramente podrían prestar a la Princesa Rhaenyra su apoyo en caso de que se llegara a la guerra. La Princesa tendría a la Serpiente Marina y sus flotas, pensó Ser Otto, al igual que el apoyo de otros señores de la costa oriental: Lord Bar Emmon, Massey, Celtigar y Crabb seguramente, quizás incluso la Estrella de la Tarde de Tarth. Todos eran potencias menores, con excepción de los Velaryon. Los hombres del norte eran una mayor preocupación: Invernalia había hablado por Rhaenys en Harrenhal, al igual que los vasallos de Lord Stark, los Dustin de Fuerte Túmulo y los Manderly de Puerto Blanco. Tampoco se podía.

(7) confiar en la Casa Arryn, el Nido de Águilas era actualmente gobernado por una mujer, Lady Jeyne, la Doncella del Valle, cuyos derechos para gobernar, siempre en tela de juicio, podrían ser obviados por la Princesa Rhaenyra, si le prestaba su apoyo. El mayor peligro era Bastión de Tormentas, ya que la Casa Baratheon había sido siempre fiel a la hora de apoyar las pretensiones de la Princesa Rhaenys y sus hijos. Aunque el viejo Lord Boremund había muerto, su hijo Borros era aún más beligerante que su padre, y los señores menores de la Tormenta seguramente lo seguirían hacia donde él los llevara. --"Entonces tenemos que ver qué los lleva hacia nuestro Rey"-- declaró la Reina Alicent. Con lo cual mandó llamar a su segundo hijo. No fue un cuervo lo que partió hacia Bastión de Tormentas ese día, sino Vhagar, el más viejo y más grande de los dragones de Poniente. En su espalda cabalgó el Príncipe Aemond Targaryen, con un zafiro en el lugar de su ojo faltante. --"Tú propósito es ganarte la mano de una de las hijas de Lord Baratheon"-- le dijo su abuelo Ser Otto, antes de volar. --"Cualquiera de las cuatro. Cortéjala y cásate con ella, y Lord Borros entregará Bastión de Tormentas a tu hermano. Si fallas…"--. -- "No voy a fallar"-- bramó el Príncipe Aemond. --"Aegon tendrá Bastión de Tormentas, y voy a tener a esa chica"--. En el momento en que el Príncipe Aemond se despedía, el hedor que despedía la habitación del Rey muerto había sobrevolado a través del Torreón de Maegor, con lo que muchos cuentos locos y rumores se extendieron a través de la corte y castillo. Las mazmorras bajo la Fortaleza Roja habían tragado tantos hombres sospechosos de deslealtad que incluso el Septon Supremo había comenzado a preguntarse sobre estas desapariciones, y envió un mensaje hacia el Septo de Antigua preguntando por algunos de los desaparecidos. Ser Otto Hightower, como hombre metódico que siempre había servido de Mano, quería más tiempo para hacer los preparativos, pero la Reina Alicent sabía que no podían retrasarlos por más tiempo. El Príncipe Aegon se había cansado de tanto secreto. --"¿Soy el Rey, o no?"-- le preguntó a su madre --"Si soy el Rey, corónenme"--. Las campanas comenzaron a sonar en el décimo día de la tercera luna del 129 DC, anunciando el fin de un reinado. Al Gran Maestre Orwyle por fin se le permitió enviar a sus cuervos, y los pájaros negros se elevaron por el aire de a cientos, difundiendo las noticias de la ascensión de Aegon por cada rincón del Reino. Las Hermanas Silenciosas fueron enviadas para preparar el cadáver para la incineración, y jinetes salieron en pálidos caballos para llevar la noticia a los habitantes de Desembarco del Rey, llorando, -- "El Rey Viserys ha muerto, larga vida al Rey Aegon"--. Al escuchar los gritos, algunos lloraban, mientras otros se consolaban, pero la mayor parte del pueblo miraba en silencio, confuso y cauteloso, y de vez en cuando una voz gritaba: --"¡Larga vida a nuestra Reina!"--. Mientras tanto, se hicieron los apresurados preparativos para la coronación. Pozo Dragón fue el sitio elegido. Bajo su poderosa cúpula se situaban bancos de piedra suficientes para acomodar a ochenta mil personas, y el grueso de la fosa, paredes, techos, y las fuertes y altas puertas de bronce lo harían defendible, en caso de que los traidores intentaran interrumpir la ceremonia. En el día señalado, Ser Criston Cole colocó la corona de hierro y rubí de Aegon el Conquistador sobre la frente del hijo mayor del Rey Viserys y la Reina Alicent, proclamándolo como Aegon de Casa Targaryen, Segundo de su Nombre, Rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino. Su madre, la Reina Alicent, amada por el pueblo, puso su propia corona sobre la cabeza de su hija Helaena, esposa y hermana de Aegon. Después de besar sus mejillas, la madre se arrodilló ante su hija, inclinó la cabeza, y dijo --"Mi Reina"--. Con el Septon Supremo en Antigua, demasiado viejo y débil para viajar a Desembarco del Rey, recayó en el Septon Eustace la tarea de ungir la frente del Rey Aegon con los santos óleos, y.

(8) bendecirlo en nombre de Los Siete Dioses. Algunos de los asistentes, con vista más aguda que el resto, notaron que no había más que cuatro Mantos Blancos presentes con el nuevo Rey, no cinco como hasta ahora. Aegon II había sufrido las primeras deserciones la noche anterior, cuando Ser Steffon Darklyn de la Guardia Real escapó de la ciudad con su escudero, dos mayordomos, y cuatro guardias. Bajo el amparo de la oscuridad, se dirigieron por una poterna a donde un bote de pescador los esperaba para llevarlos a Rocadragón. Llevaban con ellos una corona robada: una banda de oro amarillo adornada con siete gemas de diferentes colores. Esta era la corona que el Rey Viserys se había puesto, y el Viejo Rey Jaehaerys antes que él. Cuando el Príncipe Aegon decidió llevar la corona de hierro y rubí de su tocayo el Conquistador, la Reina Alicent ordenó que la corona de Viserys fuera guardada bajo llave, pero en vez de obedecer, el administrador encargado de la tarea se había hecho con ella. Después de la coronación, el resto de la Guardia Real escoltó a Aegon hasta su montura, una espléndida bestia con relucientes escamas de oro y las membranas de las alas de color rosa pálido. Sunfyre El Dorado era el nombre dado a este dragón. Munkun nos cuenta que el Rey voló tres veces alrededor de la ciudad antes de aterrizar en el interior de los muros de la Fortaleza Roja. Ser Arryk Cargyll llevó a Su Alteza hasta la Sala del Trono iluminada por antorchas, donde Aegon II ascendió por la escalinata hasta el Trono de Hierro ante un millar de señores y caballeros. Los aplausos resonaron en el pasillo. En Rocadragón, no se escucharon aplausos. En cambio, los gritos resonaban en los pasillos y las escaleras de la Torre del Dragón Marino, frente a las habitaciones de la Reina, donde Rhaenyra Targaryen se agitaba en su tercer día de labor de parto. Faltaba una luna para el nacimiento, pero las noticias de Desembarco del Rey habían envuelto a la Princesa en una furia negra, y su furia parecía provocar el nacimiento, como si el bebé dentro de ella estuviera furioso también, luchando por salir. La Princesa maldijo durante todo el parto, rogando que la ira de los Dioses cayera sobre sus medios hermanos y su madre la Reina, y enumerando los tormentos que les infringiría antes de dejarlos morir. También maldecía al bebe dentro de ella. --"¡Sal!"-- gritaba, arañando su vientre hinchado mientras su Maestre y la partera trataban de contenerla. --"Monstruo, monstruo, ¡Fuera, fuera, FUERA!"--. Cuando el bebe llegó por fin, resultó de hecho ser un monstruo: una niña que nació muerta, torcida y malformada, con un agujero en su pecho, donde su corazón debería haber estado y una gruesa y escamosa cola. La niña muerta había sido nombrada Visenya, y la Princesa Rhaenyra anunció al día siguiente, cuando la leche de la amapola había embotado su dolor. --"Ella era mi única hija, y la mataron. Robaron mi corona y asesinaron a mi hija, y responderán por ello"--. Y así comenzó la Danza, cuando la Princesa convocó a su propio Consejo. "El Consejo Negro", establecido contra el "Consejo Verde" de Desembarco del Rey. Rhaenyra misma lo presidió, con su tío y marido el Príncipe Daemon. Sus tres hijos estaban presentes también, aunque ninguno había alcanzado la edad de la madurez (Jace tenía quince años, Luke catorce, Joffrey doce). Dos Guardias Reales se quedaron con ellos: Ser Erryk Cargyll, gemelo de Ser Arryk y el hombre del oeste, Ser Lorent Marbrand. Treinta caballeros, cien ballesteros, y trescientos hombres de armas formaban el resto de la guarnición de Rocadragón. Fuerza que siempre había sido suficiente para una fortaleza como esa. -- "Como arma de conquista, sin embargo, nuestro ejército deja mucho que desear"-- observó el Príncipe Daemon con amargura. Una docena de señores menores, banderizos y vasallos de Rocadragón, se sentaron en el Consejo Negro, así : los Celtigar de Isla Zarpa, Staunton de Grajal, Massey de Piedratormenta, Bar Emmon de Punta Aguda, y los Darklyn de Valle Oscuro. Pero el señor más importante que juró lealtad a la Princesa fue Corlys Velaryon de Marcaderiva. Aunque la Serpiente de Mar había envejecido, le gustaba decir que se aferraba a la vida --"como un marinero a punto de ahogarse,.

(9) que se aferra a los restos de un barco hundido. Quizás Los Siete me han resguardado para ésta última pelea"--. Con Lord Corlys llegó su esposa, la Princesa Rhaenys, de cincuenta y cinco años, rostro enjuto y arrugado, el cabello plateado con hebras blancas, pero feroz y valiente como si tuviera veintidós años, y alguna vez conocida en el pueblo como "La Reina Que Nunca Fue". Los que estaban en el Consejo Negro se llamaban a sí mismo los leales a la corona, pero sabían muy bien que el Rey Aegon II los llamaba traidores. Cada uno había recibido ya una citación de Desembarco del Rey, exigiendo se presentaran en la Fortaleza Roja para jurar lealtad al nuevo Rey. Todas sus fuerzas combinadas no podían igualar el poder de los Hightower. Los verdes de Aegon disfrutaban de otras ventajas también. Antigua, Desembarco del Rey, y Lannisport eran las ciudades más grandes y más ricas del reino; las tres formaban parte de los verdes. Cada símbolo visible de legitimidad pertenecía a Aegon. Se sentaba en el Trono de Hierro. Vivía en la Fortaleza Roja. Llevaba la corona del Conquistador, esgrimía la espada del Conquistador, y había sido ungido por un Septon de la Fe ante los ojos de decenas de miles de personas. El Gran Maestre Orwyle se sentaba en su Consejo, y el Lord Comandante de la Guardia Real había colocado la corona sobre su principesca cabeza. Y era hombre, cosa que a ojos de muchos lo hacía el legítimo Rey, y a su media hermana la usurpadora. Contra todo eso, las ventajas de Rhaenyra eran pocas. Algunos viejos señores aún podían recordar los juramentos que habían hecho cuando se le nombró Princesa de Rocadragón y heredera de su padre. Hubo un tiempo en el que había sido muy querida por señores nobles y pueblo llano por igual, cuando la habían vitoreado como la Delicia del Reino. Jóvenes de la nobleza y nobles caballeros habían buscado su favor... aunque cuantos lucharían todavía por ella, ahora que era una mujer casada, con el cuerpo envejecido y engrosado por seis partos, era una pregunta que nadie podía contestar. Aunque su medio hermano había saqueado el tesoro de su padre, la Princesa tenía a su disposición la riqueza de la Casa Velaryon, y la flota de la Serpiente de Mar le daba superioridad en el mar. Y su consorte, el Príncipe Daemon, probado y templado en Los Peldaños de Piedra, tenía más experiencia en la guerra que todos sus enemigos juntos. Por último, pero no menos importante, Rhaenyra tenía dragones. --"Como los tiene Aegon"-- señaló Lord Staunton. --"Nosotros tenemos más"-- dijo la Princesa Rhaenys, la Reina que Nunca Fue, que había sido Jinete de Dragón tanto tiempo como el resto. --"Y los nuestros son más grandes y fuertes, excepto por Vhagar. Los dragones se crían mejor aquí en Rocadragón"--. Los nombró para el Consejo. El Rey Aegon tenía a Sunfyre. Una espléndida bestia, aunque joven. Aemond Un-Ojo montaba a Vhagar, y el peligro que representaba la montura de la Reina Visenya no podía ser negado. La montura de la Reina Helaena era Dreamfyre, un dragón hembra que una vez había llevado a la hermana del Viejo Rey, Rhaena, a través de las nubes. El dragón del Príncipe Daeron era Tessarion, con alas oscuras como el cobalto y con garras, cresta y escamas del vientre tan brillantes como cobre batido. --"Son cuatro dragones con tamaño suficiente para combatir"-- dijo Rhaenys. Los gemelos de la Reina Helaena tenían sus propios dragones también, pero no eran más que crías; el hijo menor del usurpador, Maelor, solo poseía un huevo. Contra eso, el Príncipe Daemon tenía a Caraxes y la Princesa Rhaenyra a Syrax, dos bestias enormes y formidables. Sobre todo Caraxes, era terrible, y no era ajeno a la sangre y el fuego después de los Peldaños de Piedra. Los tres hijos de Rhaenyra con Laenor Velaryon eran Jinetes de Dragón; Vermax, Arrax y Tyraxes se hacían más grandes cada año. El Joven Aegon, el mayor de los dos hijos de Rhaenyra con el Prince Daemon, estaba al mando del joven dragón Stormcloud, aunque todavía no lo había montado; su hermano pequeño Viserys iba a todas partes con su huevo. El dragón hembra de Rhaenys, Meleys la Reina Roja, había crecido lentamente, pero se volvió temible cuando se desarrolló completamente. Las gemelas del Príncipe Daemon con Laena Velaryon.

(10) todavía podían ser Jinetes de Dragón. El dragón de Baela era una hembra esbelta, verde pálido, llamada Moondancer, y no tardaría en ser lo suficientemente grande como para llevar a la niña en su espalda... y aunque del huevo de su hermana Rhaena había salido una cosa deshecha que murió pocas horas después, Syrax había incubado recientemente. Uno de sus huevos se le había entregado a Rhaena, y se decía que la niña dormía con él todas las noches, rezando por un dragón como el de su hermana. Por otra parte, otros seis dragones tenían sus guaridas en las cavernas humeantes de Montedragón, por encima del castillo. Estaba Ala de Plata, la vieja montura de la Bondadosa Reina Alysanne; Seasmoke, la bestia gris pálido que había sido el orgullo y la pasión de Ser Laenor Velaryon; y el viejo Vermithor, sin jinete desde la muerte del Rey Jaehaerys. Y en la parte posterior de la montaña moraban tres dragones salvajes, nunca reclamados ni montados por hombre, vivo o muerto. El pueblo los había llamado Sheepstealer, Fantasma Gris, y El Caníbal. --"Encontraremos jinetes para domar a Ala de Plata, Vermithor y Seasmoke, y tendremos nueve dragones contra los cuatro de Aegon. Montaremos y volaremos a sus parientes salvajes, y tendremos doce, incluso sin Stormcloud"-- señalo la Princesa Rhaenys. --"Así es como vamos a ganar esta guerra"-- convinieron Lord Celtigar y Lord Staunton. Aegon el Conquistador y sus hermanas habían demostrado que los caballeros y los ejércitos no podían hacer frente al fuegodragón. Celtigar instó a la Princesa a volar inmediatamente hacia Desembarco del Rey, y reducir la ciudad a cenizas y huesos. --"¿Y de que nos serviría eso, mi señor?"-- exigió saber la Serpiente de Mar. --"Queremos gobernar la ciudad, no quemarla hasta los cimientos"--. -- "Nunca se llegaría a eso"-- insistió Celtigar --"El usurpador no tendrá más remedio que enfrentarnos con sus propios dragones. Nuestros nueve seguramente aplastarán a sus cuatro"--. --"¿A qué precio?"-- preguntó la Princesa Rhaenyra. -- "Mis hijos estarán montando tres de esos dragones, os recuerdo. Y no serían nueve contra cuatro. No estaré lo suficientemente fuerte como para volar durante algún tiempo todavía. ¿Y quién puede montar a Ala de Plata, Vermithor y Seasmoke? ¿Vos, mi señor? No lo creo. Será de cinco contra cuatro, y uno de sus cuatro será Vhagar. Eso no es ventaja"--. Inesperadamente, el Príncipe Daemon estuvo de acuerdo con su esposa. --"En los Peldaños de Piedra, mis enemigos aprendieron a correr y esconderse cuando veían las alas de Caraxes o escuchaban su rugido... pero no tenían dragones propios. No es cosa fácil para un hombre convertirse en un matadragones. Pero los dragones pueden matar dragones, y ha sucedido. Cualquier Maestre que ha estudiado alguna vez la historia de Valyria os puede contar eso. No voy a lanzar nuestros dragones contra el usurpador a menos que no tengamos otra opción. Hay otras formas de utilizarlos, mejores formas"--. Entonces el Príncipe expuso su estrategia ante el Consejo Negro. Rhaenyra tendría su propia coronación, para responder a la de Aegon. Después se enviarían cuervos, llamando a los señores de los Siete Reinos para que presten juramento a su verdadera Reina. -- "Debemos luchar esta guerra con palabras antes de ir a la batalla"-- declaró el Príncipe. Daemon insistía en que los señores de la grandes Casas eran la clave para la victoria. Sus banderizos y vasallos los seguirían. Aegon el Usurpador había ganado la lealtad de los Lannister de Roca Casterly, y Lord Tyrell de Altojardín era un niño lloriqueando en pañales cuya madre, actuando como su regente, preferiría aliarse con sus vasallos, los todopoderosos Hightower... pero el resto de los grandes señores del reino todavía tenían que declararse por un bando u otro. --"Bastión de Tormentas estará con nosotros"-- declaró la Princesa Rhaenys. Ella misma compartía su sangre por parte de madre, y el difunto Lord Boremund había sido el más leal de los amigos. El Príncipe Daemon tenía buenas razones para esperar que la Doncella del Valle pusiera al Nido de Águilas de su lado. Aegon seguramente buscaría el apoyo de Pyke, juzgó; sólo las Islas de.

(11) Hierro podían hacer frente a la fuerza de la Casa Velaryon en el mar. Pero los Hombres de Hierro eran muy inconstantes, y Dalton Greyjoy amaba la sangre y la batalla; podría fácilmente ser persuadido para apoyar a la Princesa. El Consejo consideró que el Norte estaba demasiado lejos para ser de gran importancia en la guerra; para el momento en que los Stark reunieran sus vasallos y marchasen hacia el sur, la guerra bien podría haber terminado. Con lo cual sólo quedaban los señores de Los Ríos, muchos notoriamente pendencieros, gobernados, al menos de nombre, por la Casa Tully de Aguasdulces. --"Tenemos amigos en las Tierras de los Ríos"-- dijo el Príncipe --"Si bien no todos ellos se atreven a mostrar sus colores todavía. Necesitamos un lugar donde puedan reunirse, un punto de apoyo en el continente lo suficientemente grande como para albergar un ejército de tamaño considerable, y lo suficientemente fuerte como para soportar todo lo que el Usurpador pueda enviar contra nosotros"-- Les enseñó a los señores un mapa. --"Aquí. Harrenhal"-Y así se decidió. El Príncipe Daemon llevaría el asalto a Harrenhal, montando a Caraxes. La Princesa Rhaenyra permanecería en Rocadragón hasta que recuperara sus fuerzas. La flota Velaryon cerraría El Gaznate, y haría salidas desde Rocadragón y Marcaderiva para bloquear el paso a todo barco que quisiera entrar o salir de la Bahía Aguasnegras. --"No tenemos la fuerza para tomar Desembarco del Rey a través de las Tierras de la Tormenta"-- dijo el Príncipe Daemon --"No más que la que poseen nuestros enemigos para capturar Rocadragón. Pero Aegon es un niño verde, y los niños verdes son fáciles de provocar. Quizás podamos provocarlo para que ataque imprudentemente"--. La Serpiente de Mar comandaría la flota, mientras que la Princesa Rhaenys sobrevolaría la zona para evitar que los enemigos ataquen a los barcos con dragones. Mientras tanto, los cuervos volarían hacia Aguasdulces, el Nido de Águilas, Pyke y Bastión de Tormentas, para conseguir la lealtad de sus señores. Entonces habló el hijo mayor de la Reina, Jacaerys. --"Nosotros debemos entregar esos mensajes"-- dijo --"Los dragones ganarán la lealtad de los señores más rápido que los cuervos"-Su hermano Lucerys estuvo de acuerdo, insistiendo en que él y Jace eran hombres, o casi, no había diferencia. --"Nuestro tío nos llama Strong, y afirma que somos bastardos, pero cuando los señores nos vean sobre el lomo de un dragón, sabrán que es mentira. Solamente los Targaryen montan dragones"--. Incluso el joven Joffrey intervino, ofreciéndose para montar su propio dragón Tyraxes y unirse a sus hermanos. La Princesa Rhaenyra lo prohibió; Joff no tenía más que doce. Pero Jacaerys tenía quince años y Lucerys catorce; eran muchachos fuertes y fornidos, expertos en el manejo de armas, ya que durante mucho tiempo habían servido como escuderos. --"Si van, irán como mensajeros, y no como caballeros"-- les dijo --"No deben tomar parte en ninguna lucha"--. Solo cuando los jóvenes juraron solemnemente sobre una imagen de la Estrella de Siete Puntas, Su Alteza dio su consentimiento para enviarlos como embajadores. Se decidió que Jace, siendo el mayor de los dos, tendría la tarea más larga y peligrosa, volando primero hasta el Nido de Águilas para tratar con la Doncella del Valle, luego iría a Puerto Blanco para ganar a Lord Manderly, y por último a Invernalia para reunirse con Lord Stark. La misión de Luke sería más corta y segura; iba a volar a Bastión de Tormentas, donde se esperaba que Borros Baratheon le diera una cálida bienvenida. Una precipitada coronación se celebró al día siguiente. La llegada de Ser Steffon Darklyn, antiguo Guardia Real de Aegon, fue motivo de gran alegría en Rocadragón, sobre todo cuando se supo que él y sus leales compañeros (Ser Otto los había calificado como "cambiacapas", al ofrecer una recompensa por su captura) habían traído la corona robada del Rey Jaehaerys El Conciliador. Trescientos pares de ojos observaron cómo el Príncipe Daemon Targaryen colocó.

(12) la corona del Viejo Rey en la cabeza de su esposa, proclamándola Rhaenyra de la Casa Targaryen, Primera de su Nombre, Reina de las Ándalos, Los Rhoynar, y los Primeros Hombres. El Príncipe reclamó para sí el título de Protector del Reino, y Rhaenyra nombró a su hijo mayor, Jacaerys, Príncipe de Rocadragón y heredero al Trono de Hierro. Su primer acto como Reina fue declarar Ser Otto Hightower y a la Reina Alicent traidores y rebeldes. --"En cuanto a mis medios hermanos, y mi dulce hermana Helaena"-- anunció --"han sido engañados por los consejos de viles personajes. Que vengan a Rocadragón, doblen la rodilla y soliciten perdón, y perdonaré gustosamente sus vidas y los traeré de vuelta a mi corazón, porque ellos son de mi propia sangre, y no hay hombre más maldito que el que mata a otro de su sangre"--. Las palabras de la coronación de Rhaenyra llegaron a la Fortaleza Roja al día siguiente, para disgusto de Aegon II. --"Mi hermana y mi tío son culpables de alta traición"-- declaró el joven Rey. --"Los condeno, quiero que los arresten, y los quiero muertos"-Las mentes más frías del Consejo Verde deseaban parlamentar. --"Se debe hacer ver a la Princesa que su causa no es posible"-- dijo el Gran Maestre Orwyle --"El hermano no debe guerrear contra la hermana. Enviadme a ella, para dialogar y llegar a un acuerdo amistoso"--. Aegon ni quería oír hablar de eso. El Septon Eustace nos cuenta que Su Alteza acusó al Gran Maestre de deslealtad y habló de arrojarlo a una celda negra "con sus amigos negros". Pero cuando las dos Reinas -su madre la Reina Alicent y su esposa la Reina Helaena- se pronunciaron a favor de la propuesta de Orwyle, el Rey cedió a regañadientes. Así que el Gran Maestre Orwyle fue enviado a través de la Bahía del Aguasnegras bajo una bandera de paz, encabezando un séquito que incluía Ser Arryk Cargyll de la Guardia Real y Ser Gwayne Hightower de los Capas Doradas, junto con una veintena de escribas y septones. Las condiciones ofrecidas por el Rey eran generosas. Si la Princesa lo reconocía como Rey y se arrodillaba ante el Trono de Hierro, Aegon II la ratificaría en su posesión de Rocadragón, y permitiría que la isla y el castillo pasaran a su hijo Jacaerys después de su muerte. Su segundo hijo, Lucerys, sería reconocido como el legítimo heredero de Marcaderiva y las tierras y posesiones de la Casa Velaryon; sus hijos con el Príncipe Daemon, el Joven Aegon y Viserys, tendrían lugares de honor en la corte, el primero como escudero del Rey, el último como su copero. Se concederían indultos a los señores y caballeros que habían conspirado traicioneramente con ella en contra de su verdadero Rey. Rhaenyra escuchó estos términos en un silencio sepulcral, y luego le preguntó a Orwyle si recordaba a su padre, el Rey Viserys. --"Por supuesto, Alteza"-- respondió el Maestre. --"Tal vez vos podáis decirnos a quién nombró como su heredero y sucesor"-- dijo la Reina, con la corona sobre su cabeza. --"A vos, Excelencia"-- respondió Orwyle. Rhaenyra asintió y dijo --"Con vuestra lengua admitís que soy vuestra legítima Reina. ¿Por qué entonces servís a mi medio hermano, el pretendiente? Decidle a mi medio hermano que voy a tener mi trono, o su cabeza"-- y envió a los emisarios por donde habían venido. Aegon II tenía veintidós años, era rápido para la ira y lento para perdonar. La negativa de Rhaenyra a su oferta lo enfureció. --"Le ofrecí una paz honorable y la puta me la escupió en mi cara"-- declaró. --"Lo que ocurra ahora pesará sobre ella"--. Mientras hablaba, la Danza comenzaba. En Marcaderiva, los barcos de la Serpiente de Mar zarparon de Hull y Spicetown para cerrar El Gaznate, obstruyendo el comercio desde y hacia Desembarco del Rey. Poco después, Jacaerys Velaryon volaba hacia el Norte en su dragón Vermax, y su hermano Lucerys hacia el Sur en Arrax, mientras que el Príncipe Daemon montaba en Caraxes hacia El Tridente..

(13) Harrenhal ya había demostrado una vez ser vulnerable desde el cielo, cuando Aegon el Dragón lo había derrumbado. Su anciano Castellano Ser Simon Strong se apresuraba a llamar a sus banderizos, cuando Caraxes embistió desde lo alto de la Torre de la Pira Real. Además del castillo, el Príncipe Daemon capturó de un plumazo la riqueza nada despreciable de la Casa Strong y una docena de rehenes valiosos, entre ellos Ser Simon y sus nietos. Mientras tanto, el Príncipe Jacaerys voló hacia el Norte en su dragón, para convencer a la Doncella del Valle de Arryn, Lord Manderly de Puerto Blanco, Lord Borrell y Lord Sunderland de Las Hermanas y Cregan Stark de Invernalia. Tan encantador era el Príncipe, y tan temible su dragón, que cada uno de los señores que visitó prometió apoyar a su madre. El vuelo de su hermano -más corto, más seguro-, habría ido bien, si se hubiera evitado tanto derramamiento de sangre y dolor. La tragedia que le ocurrió a Lucerys Velaryon en Bastión de Tormentas nunca fue planeada, en esto todas las fuentes coinciden. Las primeras batallas en la Danza de los Dragones se libraron con cartas y cuervos, con amenazas y promesas, decretos y halagos. El asesinato de Lord Beesbury en el Consejo Verde aún no era muy conocido; la mayoría creía que su señoría languidecía en algún calabozo. Pese a que diversas caras familiares habían dejado de verse en la corte, ni habían aparecido por encima de las puertas del castillo, muchos aún confiaban en que la cuestión de la sucesión pudiera resolverse pacíficamente. El Desconocido tenía otros planes. Porque ciertamente estuvo su temible mano detrás de la desgracia que hizo que dos Príncipes se encontraran en Bastión de Tormentas, cuando el dragón Arrax volaba raudamente en alas de una tormenta para llevar a Lucerys Velaryon a la seguridad del patio del castillo, sólo para descubrir que Aemond Targaryen había llegado antes allí. Vhagar, el poderoso dragón del Príncipe Aemond, fue el primero en sentirlos. Los guardias que hacían la ronda en las almenas de los poderosos muros del castillo empuñaron sus lanzas con un terror súbito cuando ella despertó, con un rugido que hizo temblar los cimientos mismos del Desafío de Durran. Incluso Arrax se acobardó ante el bramido, se nos cuenta, y Luke tuvo que usar su látigo para obligarlo a descender. Relámpagos parpadeaban al este y una fuerte lluvia caía mientras Lucerys saltaba de su dragón, con el mensaje de su madre aferrado en su mano. Sabía lo que significaba la presencia de Vhagar, por tanto no se sorprendió cuando Aemond Targaryen se enfrentó a él en el Salón Redondo, ante la mirada de Lord Borros, sus cuatro hijas, el Septon y el Maestre, dos caballeros, guardias, y sirvientes. --"Mirad a esta triste criatura, mi señor"-- dijo el Príncipe Aemond. --"El pequeño bastardo Luke Strong"--. A Luke le dijo --"Estáis mojado, bastardo. ¿Está lloviendo, o te habéis meado de miedo?"--. Lucerys Velaryon se dirigió solo a Lord Baratheon. --"Lord Borros, os he traído un mensaje de mi madre, la Reina"--. --"La puta de Rocadragón, quiere decir"-- El Prince Aemond se adelantó e intentó arrebatarle la carta de la mano a Lucerys, pero Lord Borros rugió una orden y sus caballeros intervinieron, separando a los pequeños Príncipes. Uno de ellos llevó la carta de Rhaenyra al estrado, donde su señor estaba sentado, en el trono de los viejos Reyes de la Tormenta. Ningún hombre puede realmente saber qué sentía Borros Baratheon en ese momento. Las historias de los que allí se encontraban difieren notablemente unas de otras. Algunos dicen que su señoría estaba con la cara roja y avergonzada, como lo estaría un hombre si su legítima esposa lo encontrara en la cama con otra mujer. Otros declaran que Borros parecía estar saboreando el momento, ya su orgullo iba en aumento ante la idea de que tanto el Rey como la Reina buscaran su apoyo. Sin embargo, todos los testigos están de acuerdo en lo que dijo e hizo Lord Borros. Nunca un hombre de letras, le entregó la carta de la Reina a su Maestre, quien rompió el sello y le susurró.

(14) el mensaje al oído. Lord Borros frunció el ceño. Se acarició la barba, miró amenazante a Lucerys Velaryon, y dijo --"Si acepto la oferta de vuestra madre, ¿con cuál de mis hijas os casareis, muchacho?"-- Hizo un gesto hacia las cuatro niñas. --" Elegid una”--. El Príncipe Lucerys sólo pudo sonrojarse. --"Mi señor, no soy libre para casarme"-- respondió. --"Estoy comprometido con mi prima Rhaena"--. --"Me lo imaginaba "-- dijo Lord Borros --"Vete a casa, mocoso, y dile a la puta de tu madre que el señor de Bastión de Tormentas no es un perro al que pueda silbar para mandarlo a atacar a sus enemigos"--. El Príncipe Lucerys dio la vuelta para dejar el Salón Redondo. Pero el Príncipe Aemond desenvainó su espada y le dijo --"¡Alto, Strong!"--. El Príncipe Lucerys recordó la promesa a su madre. --"No voy a pelear. Vine aquí como mensajero, no como caballero"--. --"Vinisteis aquí como un cobarde y un traidor"-- respondió el Príncipe Aemond. --"Tendré que quitaros la vida, Strong"--. Lord Borros se inquietó. --"Aquí no"-- se quejó --"Vino como mensajero. No quiero un derramamiento de sangre bajo mi techo"--. Así que sus guardias se colocaron entre los Príncipes y escoltaron a Lucerys Velaryon desde el Salón Redondo de nuevo al patio del castillo donde su dragón Arrax estaba inclinado bajo la lluvia, esperando su regreso. La boca de Aemond Targaryen se retorció en una mueca de rabia, y se volvió una vez más hacia Lord Borros, solicitando retirarse. El señor de Bastión de Tormentas se encogió de hombros y respondió --"No me corresponde a mi deciros que hacer cuando no estáis bajo mi techo"--. Sus caballeros se apartaron cuando el Príncipe Aemond corrió hacia las puertas. Afuera, la tormenta era furiosa. Un trueno retumbó en el castillo, mientras la lluvia que caía no dejaba ver nada, y de vez en cuando grandes relámpagos de un blanco azulado iluminaban el mundo y parecía de día. Mal tiempo para volar, aún con un dragón, y Arrax estaba luchando para mantenerse en el aire cuando el Príncipe Aemond montó a Vhagar y fue tras él. De haber estado calmo el cielo, el Príncipe Lucerys podría haber sido capaz de volar lejos de su perseguidor, ya que Arrax era más joven y más rápido... pero el día era negro, y así sucedió que los dragones se encontraron en la Bahía de los Naufragios. Los guardias de los muros del castillo vieron explosiones de llamas a la distancia, y oyeron un rugido que cortó el trueno. A continuación, las dos bestias estaban trabadas en lucha, con relámpagos rompiendo a su alrededor. Vhagar era cinco veces del tamaño de su enemigo, y una sobreviviente curtida en cien batallas. Si puede llamarse pelea, no pudo haber durado mucho. Arrax cayó, quebrado, para ser tragado por las aguas de la tormenta que azotaban la bahía. La cabeza y el cuello fueron arrastrados por las aguas tres días después hasta los acantilados de Bastión de Tormentas, para festín de los cangrejos y gaviotas. El cadáver del Príncipe Lucerys, también. Y con su muerte, la guerra de los cuervos, los mensajeros y los pactos matrimoniales llegó a su fin, y comenzó la guerra de fuego y sangre. En Rocadragón, la Reina Rhaenyra se desmayó cuando se enteró de la muerte de Luke. El hermano menor de Luke, Joffrey (Jace estaba todavía lejos en su misión al Norte) realizó un terrible juramento de venganza contra el Príncipe Aemond y Lord Borros. Sólo la intervención de la Serpiente de Mar y la Princesa Rhaenys evitaron que el niño montara su dragón inmediatamente. Mientras el Consejo de Negro se sentaba a estudiar la forma de devolver el golpe, un cuervo llegó de Harrenhal. --"Ojo por ojo, hijo por hijo"-- escribía el Príncipe Daemon -- "Lucerys será vengado"--. En su juventud, el rostro y la risa de Daemon Targaryen eran conocidos por cada ratero, puta y jugador en el Lecho de Pulgas. El Príncipe aún tenía amigos en los lugares bajos de Desembarco.

(15) del Rey, y seguidores entre los Capas Doradas. Sin que estuvieran al corriente el Rey Aegon, la Mano o la Reina Viuda, tenía aliados en la corte, incluso en el Consejo Verde... y otro alcahuete, un amigo especial en el que confiaba totalmente, que conocía los sumideros de vino y pozos de ratas, que se movía entre las sombras de la Fortaleza Roja, como el mismo Daemon alguna vez lo hizo. Hacia este desconocido alargó la mano ahora, por caminos secretos, para establecer una terrible venganza. En el Lecho de Pulgas, el Príncipe Daemon consiguió los instrumentos adecuados. Uno había sido un sargento de la Guardia de la Ciudad; grande y brutal, había perdido su capa dorada por asesinar a una puta mientras estaba borracho. Otro era el exterminador de ratas de la Fortaleza Roja. Sus verdaderos nombres se han perdido para la historia. Ellos son recordados como Sangre y Queso. Las puertas ocultas y túneles secretos que Maegor el Cruel había construido eran tan familiares para el exterminador de ratas como para las ratas que cazaba. Usando un pasaje olvidado, Queso llevó a Sangre hacia el corazón del castillo, sin ser visto por ninguno de los guardias. Algunos dicen que su presa era el mismísimo Rey, pero Aegon estaba acompañado por la Guardia Real donde quiera que fuera, e incluso Queso sabía que no había manera de entrar o salir del Torreón de Maegor excepto por donde estaba el puente levadizo que cruzaba el foso seco, con sus formidables picas de hierro. La Torre de la Mano era menos segura. Los dos hombres entraron a través de los muros, sin pasar por donde estaban los lanceros apostados en las puertas de la torre. Las habitaciones de Ser Otto no eran de interés para ellos. En su lugar, se deslizaron hacia las cámaras de su hija, un piso más abajo. La Reina Alicent había fijado su residencia allí después de la muerte del Rey Viserys, cuando su hijo Aegon se trasladó al Torreón de Maegor con su propia Reina. Una vez dentro, Queso ató y amordazó a la Reina Viuda, mientras Sangre estrangulaba a su doncella. Luego se sentaron a esperar, porque sabían que era costumbre de la Reina Helaena traer a sus hijos a ver su abuela todas las noches antes de acostarse. Sin conocimiento del peligro, la Reina apareció cuando el crepúsculo caía sobre el castillo, acompañada por su tres hijos. Jaehaerys y Jaehaera tenían seis años, Maelor dos. Al entrar en la habitación, Helaena se detuvo mientras llamaba a su madre. Sangre atrancó la puerta y mató al guardia de la Reina, mientras Queso le arrebata a Maelor. --"Si gritan, todos mueren"-- le dijo Sangre a Su Alteza. La Reina Helaena mantuvo la calma --"¿Quiénes sois?"-- pregunto a ambos. --"Cobradores de deudas"-- dijo Queso. --"Ojo por ojo, hijo por hijo. Sólo queremos uno, y estaremos a mano"--. --"No tocaremos al resto de ustedes, buena gente, ni un pelito. ¿Cuál prefiere perder, Excelencia?"--. Una vez que se dio cuenta a que se referían, la Reina Helaena suplicó a los hombres que la mataran ella en su lugar. --"A la esposa no, a un hijo"-- dijo Sangre. --"Tiene que ser un niño"--. Queso le advirtió a la Reina que tomara pronto una decisión, antes de que Sangre se aburriera y violara a su niña. --"Elige"-- dijo --"o matamos a todos"--. De rodillas, llorando, Helaena nombró al más joven, Maelor. Tal vez pensó que el niño era demasiado joven para entender, o tal vez fue porque el mayor, Jaehaerys, era el primogénito y heredero del Rey Aegon, el próximo en la sucesión para el Trono de Hierro. --"¿Has oído eso, hijo?"-- le susurró Queso a Maelor. -- "Tu mamá te quiere muerto"--. Luego le dirigió una sonrisa a Sangre, y el descomunal espadachín se volvió hacia el Príncipe Jaehaerys, cortándole la cabeza al niño de un solo golpe. La Reina empezó a gritar..

(16) Por extraño que parezca, el exterminador de ratas y el carnicero fueron fieles a su palabra. No le hicieron daño a la Reina Helaena o a sus hijos sobrevivientes, sino que huyeron con la cabeza del Príncipe en la mano. A pesar de que Sangre y Queso habían perdonado su vida, no se puede afirmar que la Reina Helaena haya sobrevivido a ese fatídico atardecer. Después del episodio, no quiso comer, ni bañarse, ni abandonar sus habitaciones, y ya no podía mirar a su hijo Maelor, sabiendo que lo había condenado a muerte. El Rey no sabía qué hacer, excepto llevar al niño a su madre, la Reina Viuda Alicent, para que lo criara como si fuera su propio hijo. Aegon y su esposa durmieron por separado a partir de entonces, y la Reina Helaena se hundió más y más en la locura, mientras que el Rey se enfurecía, bebía, y se enfurecía más. A partir de esto, el derramamiento de sangre comenzó en serio. La caída de Harrenhal a manos del Príncipe Daemon fue una gran sorpresa para Su Alteza. Hasta ese momento, Aegon II había creído que no había esperanzas para la causa de su media hermana. Harrenhal lo hizo sentir vulnerable por primera vez. Otros golpes que tuvo que acusar fueron las posteriores y rápidas derrotas en Burning Mill y Seto de Piedra, e hicieron que el Rey se diera cuenta de que su situación era más peligrosa de lo que parecía. Estos temores se profundizaron cuando los cuervos regresaron de El Dominio, donde los verdes se creían fuertes. La Casa Hightower y Antigua eran firmes partidarios del Rey Aegon, y Su Alteza contaba también con El Rejo... pero en otros lugares del Sur, los demás señores se estaban declarando por Rhaenyra, entre ellos, Lord Costayne de Tres Torres, Lord Mullendore de Tierras Altas, Lord Tarly de Colina Cuerno, Lord Rowan de Sotodeoro, y Lord Grimm de Escudo Gris. Los golpes siguieron: el Valle, Puerto Blanco, Invernalia. Los Blackwood y otros señores de Los Ríos avanzaban hacia Harrenhal para unirse al Príncipe Daemon. Las flotas de la Serpiente de Mar cerraban la Bahía del Aguasnegras, y cada mañana el Rey Aegon tenía que soportar los gimoteos de los comerciantes. Su Alteza respondía a las quejas bebiéndose otra copa de vino fuerte. --"Haced algo"-- le exigió a Ser Otto. La Mano le aseguró que se estaba haciendo algo; había ideado un plan para romper el bloqueo de los Velaryon. Uno de los principales pilares de apoyo a la reclamación de Rhaenyra era su esposo, el Príncipe Daemon, sin embargo, representaba también una de sus mayores debilidades. El Príncipe había hecho más enemigos que amigos durante el curso de sus aventuras. Ser Otto Hightower, que estaba entre los primeros de esos enemigos, se había contactado a través del Mar Angosto con otro de los enemigos del Príncipe, el Reino de las Tres Hijas, con la esperanza de persuadirlos a moverse contra la Serpiente de Mar. Sin embargo, la lentitud del plan no iba con el joven Rey. Se había agotado la paciencia de Aegon II ante el accionar de su abuelo. Aunque su madre, la Reina Viuda Alicent, habló en defensa de Ser Otto, Su Alteza hizo oídos sordos a sus súplicas. Convocando a Ser Otto a la Sala del Trono, rasgó la cadena del cargo de su cuello y se la arrojó a Ser Criston Cole. --"Mi nueva Mano es un puño de acero"-- se jactó --"Hemos terminado con la redacción de cartas"--. Ser Criston no perdió tiempo en demostrar su posición. --"Un Rey no implora el apoyo de sus señores, como un mendigo pide limosna"-- dijo a Aegon. -- "Sois el legítimo Rey de Poniente, y aquellos que lo nieguen son traidores. Ya es hora de que aprendan el precio de la traición"--. El Maestro de los Rumores del Rey Aegon, Larys Strong el Patizambo, había elaborado una lista con todos aquellos señores que se reunieron en Rocadragón para asistir a la coronación de la Reina Rhaenyra y sentarse en su Consejo Negro. Lord Celtigar y Lord Velaryon tenían sus asentamientos en islas; pero Aegon II no tenía poderío en el mar, por lo que estaban fuera de su alcance. Los señores "negros”, cuyas tierras estaban en el continente no tenían tal protección, sin embargo. Valle Oscuro cayó fácilmente, tomada por sorpresa por las fuerzas del Rey, la ciudad fue saqueada, los barcos en los puertos fueron incendiados, y Lord Darklyn decapitado. El.

(17) Grajal fue el próximo objetivo de Ser Criston. Sabiendo del ataque, Lord Staunton cerró sus puertas, y desafió a los atacantes. Detrás de sus muros, su señoría sólo pudo observar como sus campos, bosques y aldeas eran quemados, sus ovejas, vacas y pueblo pasados por la espada. Cuando las reservas del castillo comenzaron a agotarse, envió un cuervo a Rocadragón, pidiendo ayuda. Nueve días después de que Lord Staunton enviara su pedido de ayuda, se escuchó el sonido de unas alas de cuero a través del mar, y el dragón Meleys apareció ante Grajal. La Reina Roja, la llamaban, por las escamas de color escarlata que la cubrían. Las membranas de sus alas eran de color rosa, su cresta, cuernos y garras claras como cobalto. Sobre su espalda, con armadura de acero y cobre que resplandecía al sol, montaba Rhaenys Targaryen, la Reina que Nunca Fue. Ser Criston Cole no se espantó. La Mano de Aegon se lo esperaba, contaba con eso. Tambores resonaron dando órdenes, y los soldados se precipitaron hacia adelante, arqueros y ballesteros llenaron el aire con flechas y virotes. Los escorpiones apuntaron hacia arriba, lanzando saetas de hierro como las que una vez habían derribado a Meraxes en Dorne. Meleys sufrió una veintena de golpes, pero las flechas sólo sirvieron para enfurecerla. Se precipitó hacia abajo, escupiendo fuego a derecha e izquierda. Los caballeros se calcinaban en sus sillas mientras las crines, la piel y los arneses de sus caballos eran pasto de las llamas. Los hombres de armas arrojaron sus lanzas y se desbandaron. Algunos trataron de esconderse detrás de sus escudos, pero ni roble ni hierro podían soportar el aliento del dragón. Ser Criston montó en su caballo blanco gritando --"¡Apunten al jinete!"-- a través del humo y las llamas. Meleys rugió, expulsando humo por sus fosas nasales, a la vez que un semental coceaba contra sus mandíbulas pero era devorado por lenguas de fuego. Entonces se escuchó otro rugido en respuesta. Otras dos formas aladas aparecieron: el Rey montando a Sunfyre El Dorado, y su hermano Aemond sobre Vhagar. Criston Cole había tendido el cebo, y Rhaenys había caído en la trampa. Los dientes se cerraron sobre ella. Pero la Princesa Rhaenys no intentó huir. Con un grito de satisfacción y un latigazo, se volvió con Meleys para enfrentar al enemigo. Sola contra Vhagar podría haber tenido alguna posibilidad, porque la Reina Roja era vieja y astuta, y conocía la batalla. Contra Vhagar y Sunfyre juntos, su destino estaba sellado. Los dragones se encontraron violentamente a mil pies de altura sobre el campo de batalla, con bolas de fuego y explosiones tan brillantes, que los hombres juraron después que el cielo se llenó de soles. Las mandíbulas color carmesí de Meleys se cerraron alrededor del cuello dorado de Sunfyre, hasta que, desde arriba, Vhagar cayó sobre ellos. Las tres bestias se desplomaron dando volteretas hasta golpear contra el suelo. Golpearon tan duro que las rocas volaron media legua desde las almenas de Grajal. Aquellos que estaban cerca de los dragones no vivieron para contarlo. Aquellos que estaban más lejos no pudieron ver nada a causa de las llamas y el humo. Pasaron horas antes de que los fuegos se consumieran. De las cenizas, sólo la rosada Vhagar emergió ilesa. Meleys estaba muerta, rota por la caída y destrozada en pedazos sobre la tierra. Y Sunfyre, esa espléndida bestia dorada, tenía un ala media arrancada de su cuerpo, mientras su real jinete tenía las costillas rotas, la cadera fracturada y quemaduras que cubrían la mitad de su cuerpo. Su brazo izquierdo era lo peor. El fuegodragón lo había quemado tanto, que la armadura del Rey se había derretido contra la carne. Un cuerpo que se cree era el de Rhaenys Targaryen fue encontrado más tarde junto al cadáver de su dragón, pero estaba tan calcinado que nadie pudo asegurarlo. La amada hija de Lady Jocelyn Baratheon y el Príncipe Aemon Targaryen, fiel esposa de Lord Corlys Velaryon, madre y abuela, la Reina Que Nunca Fue, vivió sin miedo, y murió en medio de sangre y fuego. Tenía cincuenta y cinco años..

(18) Ochocientos caballeros, escuderos y hombres del pueblo también perdieron la vida ese día. Otros cientos perecieron no mucho después, cuando el Príncipe Aemond y Ser Criston Cole tomaron Grajal y pasaron su guarnición por la espada. La cabeza de Lord Staunton fue llevada a Desembarco del Rey y clavada sobre la Puerta Vieja... pero fue la cabeza del dragón Meleys, llevada a la ciudad en una carreta, la que asombró a la multitud del pueblo y los sumió en el silencio. Miles huyeron de Desembarco del Rey después de esto, hasta que la Reina Viuda Alicent ordenó cerrar las puertas de la ciudad a cal y canto. El Rey Aegon II no murió, a pesar de que sus quemaduras le producían tanto dolor que algunos dicen que imploró por la muerte. Llevado de nuevo a Desembarco del Rey en una litera cerrada para ocultar la gravedad de sus heridas, Su Alteza no pudo levantarse de la cama por el resto del año. Septones oraron por él, Maestres lo asistieron con pociones y leche de amapola, con lo que Aegon dormía nueve horas de cada diez, despertando sólo el tiempo suficiente para tomar un magro alimento antes de volver a dormir. Nadie osó perturbar su descanso, salvo su madre, la Reina Viuda y su Mano, Ser Criston Cole. Su esposa nunca apareció, tan perdida estaba Helaena en su propio dolor y locura. El dragón del Rey, Sunfyre, demasiado grande y pesado para ser movido, e incapaz de volar con un ala rota, permaneció en los campos más allá de los restos de Grajal, arrastrándose a través de las cenizas como una gran serpiente dorada. En los primeros días, se alimentaba de los cadáveres chamuscados. Cuando se acabaron, los hombres que Ser Criston había dejado para protegerlo lo alimentaron con terneros y ovejas. --"Tenéis que gobernar el reino ahora, hasta que vuestro hermano esté lo suficientemente fuerte para ponerse la corona de nuevo"-- dijo la Mano del Rey al Príncipe Aemond. Ni decir que Ser Criston no necesitó expresarlo dos veces. Y así, Aemond Un-Ojo, el Asesino de Sangre, tomó la corona de hierro y rubíes de Aegon el Conquistador. --"Me queda mejor a mí de lo que alguna vez le quedó a él"-- proclamó el Príncipe. Sin embargo, Aemond no se adjudicó los títulos del Rey, sólo el de Protector del Reino y Príncipe Regente. Ser Criston Cole permaneció como Mano del Rey. Mientras tanto, las semillas que Jacaerys Velaryon había plantado en su vuelo al Norte comenzaban a dar sus frutos, y los hombres se reunían en Puerto Blanco, Invernalia, Los Túmulos, Las Hermanas, Puerto Gaviota y las Puertas del Luna. Ser Criston advirtió al nuevo Príncipe Regente que si unían sus fuerzas a las de los señores de Los Ríos reunidas en Harrenhal con el Príncipe Daemon, ni siquiera los fuertes muros de Desembarco del Rey serían capaces de resistirlos. Muy confiado en su propia destreza como guerrero y en el poder de su dragón Vhagar, Aemond estaba ansioso por presentarle batalla al enemigo. --"La puta de Rocadragón no es una amenaza"-- dijo --"No más que Rowan y esos traidores de El Dominio. El peligro es mi tío. Una vez que Daemon haya muerto, todos esos tontos reunidos bajo el estandarte de nuestra hermana correrán de nuevo a sus castillos y se acabaran los problemas"--. Al este de la Bahía del Aguasnegras, la Reina Rhaenyra también la pasaba mal. La muerte de su hijo Lucerys había sido un duro golpe para una mujer ya deprimida por el embarazo, el parto y el nacimiento sin vida de su hija. Cuando la noticia de la caída de la Princesa Rhaenys llegó a Rocadragón, hubo un intercambio de palabras airadas entre la Reina y Lord Velaryon, que la culpaba por la muerte de su esposa. --"Deberíais haber muerto vos"-- le gritó la Serpiente de Mar a Su Alteza. --"¡Staunton pidió por vos, en cambio dejasteis que fuera mi esposa la que lo socorra, y prohibisteis a vuestros hijos acompañarla!"-- Porque, como todo el castillo sabía, los Príncipes Jace y Joff habían estado ansiosos por volar con sus propios dragones hacia Grajal con la Princesa Rhaenys. Fue Jace quién tomo las riendas de la situación, a finales del año 129 DC. Primero logró nuevamente el apoyo del Señor de las Mareas nombrándolo Mano de la Reina. Junto a Lord.

Referencias

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