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Smith, Alfredo C. - Cuando Los Gigantes Caen. Los Riesgos Del Liderazgo

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Academic year: 2021

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CUANDO LOS

CUANDO LOS

GIGANTES

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Los riesgos del Liderazgo

Los riesgos del Liderazgo

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-CUANDO LOS GIGANTES CAEN CUANDO LOS GIGANTES CAEN O

O Alfredo Alfredo C. SmithC. Smith

©Copyright: Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L ©Copyright: Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L Primera Edición.

Primera Edición. Perú-Agos

Perú-Agosto 2007to 2007 ..

Obra inscrita en la Oficina de Derechos de Autor de INDECOPI Obra inscrita en la Oficina de Derechos de Autor de INDECOPI Partida Regis

Partida Registral tral N° 004N° 004 07-2007-20 0808 Hec

Hec ho el Depósito Legal ho el Depósito Legal en en la Biblioteca la Biblioteca Nacional del FtNacional del Ftererú: N°2ú: N°2 007007 -074-074 7272 ISBN: 978-9972-849-13-8

ISBN: 978-9972-849-13-8 Cuidado de edición:

Cuidado de edición: PatriciaPatricia Adrianzén de Vergara.Adrianzén de Vergara. Diseño de Carátula: Erika Arenas Adrianzén Diseño de Carátula: Erika Arenas Adrianzén

Derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o Derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin autorización de la Editorial.

total de esta obra sin autorización de la Editorial. Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L

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Dirección: Avda. Brasil 1864. Pueblo Libre. Lima-Perú Dirección: Avda. Brasil 1864. Pueblo Libre. Lima-Perú Impreso en Perú

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Telf,lf,: : 427-427- 0918 0918 NexteNextel: 835*32l: 835*32 3838 Tiraje: 2,000 ejemplares Tiraje: 2,000 ejemplares

INDICE

INDICE

Prólogo ...7 Prólogo ...7 In

In trotro dudu cccc iónión ...11...11

Capítulo 1. Balaam: El líder frente a la Capítulo 1. Balaam: El líder frente a la

cc oo dd icic iaia ...19...19

1.

1. El El profeta profeta que que se se engaenga ñó ñó a a sí sí mismomismo

...

...

1919

2.

2. La La caída caída de de BalaamBalaam

...

...

2121

3.

3. Consecuencias Consecuencias del del pecapeca do do de de BalaamBalaam

...

...

2323

4.

4. Una Una advertencia advertencia parpar a a los los lídelíderes res de de hoyhoy. . ... ... 2626

Capítulo 2. Sansón: El líder, el sexo Capítulo 2. Sansón: El líder, el sexo

y

yla sensualidadla sensualidad...27...27 1.

1. El El fuerfuer te, te, dd éé bb ii l...l... 2727 2.

2. La La caída caída de de SansSans ónón

...

...

2929

3.

3. Consecuencias Consecuencias del del pecapeca do do de de SaSa nsónsó n...n...3131 4.

4. Una Una advertencadvertenc ia ia para para los los lídelíderes res de de hoy. hoy. ... . 3434

Capítulo

Capítulo 3. 3. Saúl: ESaúl: El lídl líder er y la desobedienciay la desobediencia ... 37... 37 1.

(6)

2, La ca íd a de Saú l...40

3, Consecuencias del pecado de Saúl...44

4, Una adve rtencia para los líderes de hoy. ...48

Capítulo 4. David: el líder y el de sc u id o...51

1. Un ho mb re conform e al corazón de Dios .. 51

2. La caída de David. ...54

3. Consecuencias del pecad o de David ...57

4. La bú sq ue da de la resta urac ión...60

5. Una adve rtencia para los líderes de hoy. ...62

Capítulo

5.

Salomón: el líder y las alianz as.... 65 1. El am ad o de Dios... 65

2. La caída de Salomón... 69

3. Consecuencias del peca do de Salomón. ... 71

4. Una adve rtencia par a los líderes de hoy. ...72

Capítulo 6. Pedro: el líder y la impetu osida d.... 75

1 Un pescad or que aprendió a ser discípulo. ...75

2. La caída de Pedro...78

3. La búsq ueda de la restauración...80

4. Una advertenc ia de Pedro a los líderes de

ho y ...82 Mensaje final a los líderes...85 Conclusión... 91

Prólogo

El obrero cristiano está permanentemente en riesgo. El liderazgo presenta dilemas peligrosos que deben ser resueltos con sabiduría espiritual y depen dencia del S e-ñor porque de lo contrario el ministerio se derrumba estrepitosamente y los efectos son imprevisibles. El ene-migo tienes sus baterías apuntadas especialmente en aquellos que están sirviendo eficazmente al Señor por-que su caída produce una conmoción por-que afecta todo el desarrollo de la obra. Y nadie debe considerarse in-vulnerable.

El Pastor Alfredo Smith, un hombre aferrado a la Palabra de Dios, pinta en estas páginas con brevedad, concisión y profundidad, un fresco en el que s e pued en observar críticamente seis casos emblemáticos, extraí-dos de las Sagradas Escrituras, ilustrativos de los peli-gros que acechan a todo siervo del Señor amenazando

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su integridad. Basado en el firme fundamento de la Re velación de Dios va desgranando las causas que moti varon la caída de estos gigantes de Dios y sus conse cuencias.

La fragilidad humana del siervo - el tesoro en vasos de barro - se hace evidente en cada uno de los protago nistas de estas historias que, lamentablemente, no siem  pre tienen final feliz. El auto r h ace un catálogo de vasos

quebrados que por diferentes motivos hicieron resisten cia a las expertas manos del alfarero, cedieron a la ten tación y sufrieron las consecuencias. La descripción de las caídas obliga al lector a temblar considerando su  pro pia fragilidad y lo lleva a ver la imperio sa nece sidad que tiene del auxilio del Espíritu Santo para recibir la claridad y fortaleza espiritual que le permitan mantener se firme.

En un tiempo confuso en que los énfasis se colocan en lo instrumental y programático, y los líderes parecen más interesados en desarrollar su ministerio recurriendo a técnicas humanas antes que a la búsqueda de recur sos espirituales, este libro hace un valiosísimo aporte  porqu e vuelve a po ner el énfasis e n el lugar correcto.

El Apóstol Pablo recomendaba a Timoteo, su hijo en la fe, “ten cuidado de ti mi smo y de la doctrina” (1 Timoteo 4.16). No es casual el orden de los términos  porqu e muchos siervos de Dios qu e predica ron con én 

fasis la sana doctrina con meridiana claridad fueron de rribados po r no ser .vigilantes en su vid a personal. Aten to a esta realidad es que el Pastor Smith apunta a la

vida espiritual del siervo y cierra cada capítulo con una reflexión de advertencia aplicada a la realidad presente aportando una visión descarnada de los problemas que aquejan a los ministros de hoy y haciendo sonar una campanada de alarma sobre quienes, encandilados por las luces engañosas del enemigo, desatienden su vida espiritual descuidando su relación íntima con el Señor.

Estas páginas además de ser un ajustado análisis  bíblico reflejan la exper iencia reco gida por el a uto r du 

rante sus largos y fecundos años de ministerio en los cuales tuvo que contemplar con tristeza no pocos fraca sos de sus consiervos. Sin embargo la nota q ue p rima es esperanzada y en el mensaje final señala “cada u no d e los personajes abordados nos deja una clara impresión acerca de la gracia de Dios por un lado y la responsabi lidad personal por el otro”

Estamos ante un aporte valioso para el crecimiento espiritual de los obreros en América Latina. Su autor no es un indocumentado neófito o un “pastor de escrito rio”, sino un obrero aguerrid o que luchó y sigue luchan do en la trinchera. Estas páginas son desafiantes, mere cen ser leídas con mucha atención, y deben mover a la reflexión y el análisis de la propia vida. Esperamos que sean apreciadas en su justo valor y tengan la acogida que merecen.

Salvador Dellutrí 

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INTRODUCCION

Las siguientes páginas están dirigidas a los líderes de la iglesia o a quienes aspiran a serlo.

Ciertamente es una honra ser llamado por Dios. Cuan-do somos concíentes de este privilegio y obedecemos el llamado a liderar en la iglesia, es necesario tomar en cuenta que “ninguno toma para si esta honr a sino aquél que es llamado por Dios”  (Hebreos 5:4). También es indispensable tomar conciencia de las implicaciones es- pirituales que tal responsa bilidad conlleva.

Para aquellos que asumen tan honrosa responsabilidad dentro de la iglesia, las cargas y advertencias que pro-vienen del Señor Jesús, distan mucho de ser compla-cientes y permisivas. Son má s bien severas y hasta a veces inquietantes.

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Las palabras “a quienes much o se  tes ha confiado mu  cho se les demandará” (Lucas 12:48), constituyen una llamada de atención, y la advertencia de no “hacerse muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor con denación” (Santiago 3:1) , confirma que no será nada fácil la tarea para quienes presumen cumplir esta res  ponsabilidad, la cual, repetím os, es em inenteme nte es  piritual en cu alqu iera d e los campee en que este liderazgo

se lleve a cabo: sea com o predicador, maestros d e ni ños, de juventudes, de células caseras, directores de ala  banza, encar gad os de administración, o integrando las

diversas comisiones de apoyo a los diferentes ministe rios.

Los tres primeros capítulos del Apocalipsis nos d an c uen ta de nuestro Bendito Señor Glorificado como “el Todo  pod eroso qu e es, era, y que ha de venir ” (Apocalipsis

1:8) y al mismo tiem po el que tiene todos los poder es sobre la vida y la muerte. Con este poder también se revela su invariable amo r puesto que es quien “nos amó y nos lavó de nuestro pecados con su sangre, haciéndo nos reyes y sacerdotes (o líderes), par a Dios su Padre”. (Apocalipsis. 1:5-6)

La imagen del Buen Pastor y su mansedumbre de sapa rece ante la visión postuma de nuestro Señor. Vestido de flamígera gloria y con aspectos tales como “ojos de fuego”, “una espada aguda que sale de su boca”, “su voz como el estruendo de muchas aguas” y “pies de  bron ce refulgente com o de un ho mo”1, nos hac e sentir 

1Visión d el H ijo del Hombre de Juan en el libro de Apoc alipsis 1 :9-17 .

cierta pavura como la que sobrecogió al apóstol Juan cuando cae como muerto a los pies del Señor Jesús, aun cu ando er a un apóstol escogido y el discípulo am a do.

Es de “éste Cristo” que vienen los mensajes finales. Y estos van dirigidos a los líderes de las iglesias teniendo vigencia para todos los tiempos.

Su firmeza y severidad se hace palpable al dirigir sus mensajes a los “siete líderes” de las iglesias. Mensajes directos, escrutad ores y con serias llamada s a la reflexión y al mismo tiempo con promesas preciosas cuyo alcan ce nos es difícil descifrar en toda su amplitud, pero que conjugan una sola realidad, la de observar temor reve rente y cuidadosa responsabilidad.

Sus advertencias a las iglesias van desde Efeso que debe recobrar su primer amor para no p erder su testimonio, p a sando por Pérgamo y luego a Tiatira que con sus  permisividades que d eben ser corregidas par a no ser enjui

ciadas, llegando a Laodicea que tendrá que reaccionar  para salir de su “tibieza” y no ser vomitada de la boca del Señor. Todo se encuadra en lo que podemos denominar como un llamado “del severo amor del Señor”.

Deberemos insistir quizá hasta el cansancio, que los lí deres de nuestro tiempo tal vez más que en otros tiem  pos, tienen que ser concientizados sobr e lo q ue ent rañ a

“pisar tierra santa” como lo es el de ministrar al cuerpo de Jesucristo.

Campbell Morgan, reconocido predicador galés del siglo  pas ado , se ña lab a que es mejo r no incorporarse a los

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ministerios espirituales, qu e hacerlo en forma impen sa da. Martín Lutero afirmaba, palabras más, palabras menos, que quien es atad o al carro del ministerio es digno de compasión, implicando que las responsabili dades qu e pesan sobre quien sirve en la iglesia hará de ma nda s costosas sobre la naturaleza carnal.

Un campo de guerra

Hay leyes espirituales que operan tanto en el mundo como dentro de la iglesia. Estas leyes marcan el co mienzo, el desarrollo y el final de los liderazgos. También determin an sus vulnerabilidades, fracasos así como lo gros efectivos y victorias.

El líder cristiano debe entender que se interna en una guerra cuando se introduce al ministerio en medio de las gentes. Un sociólogo advierte que si hemos de com  prender la naturaleza de los conflictos hum anos, y esta

es una responsabilidad de todo líder, debem os com  pre nde r la form a en qu e se desarrollan las guerras.

Hay tres factores a tomar en cuenta en la guerra: la  prim era es disc ernir las fuerzas con que contam os, la segunda es conocer el campo de batalla en que nos moveremos, y la tercera, conocer las fuerzas del enemi go contra el cual batallamos.

En otras palabras esto requiere las tres facetas mencio nadas, un serio auto-examen personal, un conocimien to realista del medio en qu e batallar, y sab er medir las fuerzas de la oposición que se tendrán que enfrentar.

En este tiempo saturado de cursos para líderes, donde se  brindan técnicas e información que no hemos de desde

ñar, aflora una asom brosa ausencia de conciencia de la necesidad de la “formación”. Parecería ser que todo se reduce a recibir un cartón o un título procedente de algu nos bien intencionados establecimientos del tipo conoci do como “expertos de escritorio”, pero que en muchos casos carecen del conocimiento práctico que viene de las trincherasen  el frente de batalla. Tal situación ha produ

cido graves anomalías y gran cantidad de víctimas que se han h echo dañ o a sí mismos y a la vida espiritual de congregaciones enteras. ¡La “información sin formación deforma” y es sencillamente una tragedia!

El gran dilema para quienes desean con sinceridad ser vir a Dios, radica en evaluar lo que venimos diciendo. Recordemos que la palabra “dilema” implica la obliga ción de elegir una posición en contraposición a otra. Es tener que decir “sí” a una cosa y “no” a otra asumi endo luego las consecuencias de la elección.

Por otra parte al hablar de liderazgo cristiano aclaramos que usamos un término un tanto desafortunado. La  pala bra “líder” vi ene del inglés y significa “uno que va

delan te” y en la que otros seguirán detrás.

Aclaramos que esta afirmación de ser un término des afortunado, tiene sus bases en la letra y el espíritu de la Biblia.

Veamos: Un líder secular es una persona con carácter autónomo y espíritu dominante. El líder cristiano como siervo de Cristo debe ser “pobre en espíritu” y depen diente de Dios.

(11)

Un líder secular debe irradiar suficiencia e inspirar con-fianza en su misma persona. Un líder u hombre de Dios irradiará santidad e inspirará a una vida espiritual que  pondrá su confia nza en Cristo más que en el hombre.

Un líder secular puede ser carnal (u hombre natural) sin dejar de ser líder. El siervo del Señor no debe ni puede dejar de ser espiritual si es que retendrá su liderazgo. Un líder secular debe poseer conocimiento y sabiduría del mundo con capacidad didáctica. El líder cristiano debe estar en posesión de la revelación de Dios, contar con la unción para comunicarla sin necesariamente te-ner todas las cualidades de liderazgo que el mu ndo exi-ge.

El líder natural llevará gente tras sí, en tanto que el líder cristiano deberá llevar a las gentes a los pies de Cristo. Un líder secular puede y debe conducir a logros, prospe-ridad y éxito en el marco del bienestar temporal. Un líder espiritual tendrá que conducir a las almas a la ver-dad, a renunciaciones, fidelidad y quizá señalar el cami-no del martirio por causa del Cristo del Calvario.

Es de recordar que Lucifer fue un líder angélico en rebe-lión, en tanto que Jesús fue un siervo del Señor que no vino para ser servido sino para servir.

Identifiquemos ahora algunos tipos de liderazgo que re-quiere la iglesia: el ministerio de la predicación en el  pulpito, la ens eñanza y la consejería, la liturgia, la

con-ducción de los departamentos o ministerios de niños,  juve ntudes, dam as, matrimonios, varones, etc. Estudios celulares, el presidir y la dirección pública de alabanza y

canto con su instrumentación, así como quienes están detrás de bambalinas en la elaboración de ios progra-mas y cronograprogra-mas de las actividades de la iglesia, la tesorería, y las comisiones de gobierno y normas que  pu edan regir a la congregación en sus asambleas.

Estas funciones pueden ser ambicionadas por muchos como un recurso para su realización personal. Esta  bú sque da explica el por qué un curso de liderazgo atrae

a más gente que un estudio “bíblico serio” destinado a la formación del carácter moral y espiritual.

El desear el liderazgo es buen o en tanto proced a de una convicción de servir al Señor, pero con un corazón de “siervo”. Para estos, la santificación y la eficiencia se-rán dos factores que se entrelazase-rán. Tener “bue n testi-monio y ser lleno del Espíritu Santo” va de la mano con la sabiduría y habilidad como lo fue en la iglesia primi-tiva. (Hechos 6:3)

Los líderes bíblicos que hemos de ver en las siguientes  páginas tuvieron que luchar con sus debilid ades y

tenta-ciones revelando en ellas su formación o deformación y la resultante de su carácter. Los personajes elegidos y abordad os en este libro, son solamente algunos de entre muchos más que pud iéram os considerar. El análisis que nos ocupa no será exhaustivo. Sólo son extractos a to-mar en cuenta dad o que fueron escritos para nuestra

(12)

CAPITULO 1

BALAAM. El líder frente a la codicia

1. El profeta que se engañó a sí mismo

Balaam era un poderoso vidente de oriente, oriundo aparentemente de la Mesopotamia corriendo los años 1400 a.C. Su historia pue de hallarse en el libro de los  Números 22 al 24 y 31 :6-8. Su epílog o está en 2da.Ped ro

2:15; Judas 11; Apocalipsis 2:14.

Este era un hombre de dimensiones gigantescas. Con sultaba a Dios y obtenía respuestas (Números 22:7-12). Procla maba qu e “Jeho vá er a su Dios” (Números 22:18), tal como cualquier creyente.

En sus profecías se declara co mo el “varón de ojos abier tos”, pudiendo ver lo que el resto de los hombres no veía, algo similar a Elíseo (Números 24:3,15; 2 Reyes 6:16-17).

Su pa labra tenía peso y autoridad gozando d e reconoci miento internacional parecido a Jonás (Números 22:6; Jon ás 3:4-6). Había oído los dichos de Jehová, cosa

(13)

que lo ubicaba a un nivel superior, como los de Job e Isaías (Números 24:4,15; Job.42 :2-6; Isaías 6:8). Se afirma que poseía la ciencia del Altísimo, tal posición le fue reconocida a Daniel (Números 24:14; Daniel 5:11) Al ver sus cuatro profecías en los capítulos menciona dos, descubrim os que se hallan entre las más bellas del Antiguo Testamento. En ellas no sólo hay grandes ben diciones para el pueblo de Dios sino que ap arece la pre dicción de la famosa “estrella que saldrá de Jacob” (Nú meros 24:17), estrella que otros orientales siglos más tarde reconocerían en el cielo para acudir a adorar al Rey de Israel que había nacido en Belén. (Mateo 2:1-2). Su dilema lo veremos en Números 22:12-20. Habiendo sido llamado a maldecir al pueblo de Dios por parte del rey de Moab a cambio de tentadoras riquezas, se en frenta a tener que tomar decisiones entre su conciencia como profeta y la ambición por las riquezas ofrecidas  por el rey de Moab.

El Señor instruyó a Balaam en que “no debía maldecir al pueblo, ya que era bendito”.

Ante este dilema quiso regatear con Dios. La codicia estaba escondida en su corazón, desconociendo que “la codicia mata a sus poseedores”. (Proverbios 1:19). Víctima de su mal, no supo comprender que pretender "ne gociar” con Dios siempre es peligroso. Las negociaciones (o “contrataciones”), como en el caso de Lucifer dan lugar al desquicio en todos los órdenes. (Ezequiel 28:15-16).

Balaam, en su “error” quiso lucrar con las cosas espiri tuales (Judas 11). No sabemos como pensó justificar su

accionar, pero el hecho es que lo racionalizó de tal ma nera que se tomó una libertad que finalmente lo arrui nó.

2, La caída de Balaam

En su proceso descendente no supo reconocer diversas advertencias.

Es curioso que en sus propias profecías menciona su condición personal de “caído”, cosa que hubiera recla mad o detenerse y examinarse a si mismo. (Números 24:4,16)

La atención a su propia prédica debiera haberle movido a corregir su maldad, rogando que Dios examinara su corazón y le guiara por la senda correcta. No supo “cui dar de sí mismo” y acudir a la misericordia de Dios.

(Salmo 139:23-24; ITimoteo 4:16).

Su pasión po r las cosas y las ambicio nes materiales le nublaron su poder de reflexión. (Números 24:4,16). Las tragedias de Balaam se desenvuelven como en una no vela.

Primeramente, enseñó sin prestar atención a sus propias enseñanzas. Había señalado las glorias de Israel y su desti

no glorioso en el plan de Dios y aún, expresó su deseo de estar incluido en este destino (Números23:10). En su fun ción espiritual estaba predicando, sie ndo heraldo p ara otros, aunque descalificándose a si mismo. (1 Corintios 9:27).  Ninguna función espiritual es inmune a las consecuencias

(14)

En segundo lugar, no supo discernir sus circunstancias en su extravío donde se  ganó la enemistad de Dios y también del rey de Moab (1 Samuel 22 :22; 24:10) . Quien  bus ca servir a Dios y agr ada rse a sí mismo, defrauda a

Dios, a los dem ás y finalmente a sí mismo.

Es ilustrativo que en su viaje de desobediencia, el asno que m onta asum e un rol protagónico al no quererlo trans  portar (Números 22:23-27). Goberna do po r su enfermi za pasión castiga airadamente a la bestia, quien para dójicamente obtiene la visión que perdió el profeta al discernir al Angel de Jehová que esta ba por terminar con la vida de este “líder”. (Números 22:28-33).

Es necesario entender que Dios es Dios de circunstan cias y que las cosas que suceden en la vida no son ca sualidades. Mas aún, éstas pueden servir como indicadores de la voluntad de Dios, puesto q ue Dios es quien abre y cierra puertas sin que éstas pu edan revertirse. ( Salm o 37:23; Jerem ías 10:23; Apocalipsis 3:7) Balaam al escoger el beneficio material anula sus fa cultades espirituales arruinando su liderazgo. Esto mues tra que hay líderes que habiend o cumplido una gran labor en otros tiempos, luego caen creando gran decep ción no sólo en las iglesias sino en la comunida d. Balaam “dejó el camino recto, amando el premio de maldad”. Es de recordar que el pecado siempre ofrece  premios y beneficios atractivos y lo hace a expe nsas de

la vida y del destino de las almas. (2 Pedro 2:15)

El proceso de caída de este hombre tan singular consti tuye toda una enciclopedia de las desgracias que pue

den sobrevenir a un líder que se vuelve víctima del amor al dinero.

En su ambición de lucro se encaminó hacia la locura. (2 Pedro 2:16),

Se ha dicho que el pecado siempre enloquece a los más cuerdos. No decimos que los vuelve tontos, sino que los vuelve locos. Com o veremo s esta demencia espiritual se irá agrandando como una bola de nieve.

En su desarrollo desembocará en maquinaciones diabó licas. En franca apostasía elabora una herejía o “doctri na de dem onios”. Más tarde se la llamará “doctrina de Balaam”.

Una herejía que se mencionará en páginas del Nuevo Testamento y que llegará hasta nuestros tiempos. (Apocalipsis 2:14; 1 Timoteo 4:1).

Aclaramos que toda herejía comienza con un desvío sutil de la Palabra de Dios, reemplazando o exagerando una doctrina verdadera por encima de otra que también  pu ede ser ver dad era per o que por su aplicación indebi

da, desembocará en el error.

3. Consecuencias del pecado de Balaam

La doctrina de Balaam cobrará una profunda perver sión espiritual. Veamos su contenido:

En primer lugar asesora al rey de Moab para organizar una gran fiesta. Estas celebraciones incluían bailes con  bebidas embr iagantes y un culto de adoración a las dio

(15)

sas de la fecundidad que implicaban prácticas sexuales

a la sombra de los ídolos. La primera parte del plan

estaba en invitar a los hijos de Israel a la gran fiesta.

Argumentativamente, esto pudiera haberse visto como

“un noble esfuerzo de conciliación fraterna" entre dos

 pueblos en aras de la amistad entre naciones. Tal cosa

contrariaba leyes de separación da das p or Dios con toda

claridad. (Éxodo 34:12-16)

En segundo lugar sembraba las semillas de una falsa

confianza en Israel.

Esta “falsa confianza” radicaba en el vaticinio que se

dio a Israel de ser “pueblo bendito de Jehová”. Tal ver

dad la utilizó indebidamente, como una absoluta ga

rantía de la incondicionalidad de la gracia de Dios.

El argumento era que al haber sido pueblo bendito del

Señor podían gozar libremente de las cosas de la vida.

Balaam mostró que la generosa oferta del rey de Moab

era una buena oportunidad de acercamiento fraterno

con el pueblo de Moab. Las cosas debían tomarse con

amplitud de criterio. Había que superar diferencias cul

turales y aceptar jas prácticas de otras gentes con espí

ritu ecuménico. En el fondo era aceptar que Dios siem

 pre perdona los pecados de su pueblo q ue ha b endecido

en forma ilimitada.

Esta perversión toma visos terribles cuando entendemos

que este profeta poseía la “ciencia del Altísimo” y la

estaba usando p ara su propia ruina.

Sabía que consintiendo al pecado el pueblo quedaría

abierto a juicios divinos y debilitado quedaría en impo

tencia, cosa que favorecería las intenciones del rey de

Moab. Tras esto buscaba algún reconocimiento favora

 ble por parte del rey d e Moab.

Hoy día el manoseo irresponsable de la “justificación

 por la fe” está resultando en algo similar a esta pernicio

sa doctrina de Balaam. Al pretender unificar la fe

salvadora de Cristo con la continuidad de una vida de

liberalidad con el pecado y las cosas del mundo caemos

en la misma situación. Tenemos aquí “la doctrina” que

induce al creyente a tomar livianamente la gracia de

Dios, y

el llamado

 a una vida de santidad “sin la cual

nadie verá al Señor”. (Hebreos 12:14).

Esta doctrina postula una “justificación por fe”, sin en

tender que la fe verdadera o bedece y lo hace por amor.

La justicia que viene por la fe, tiene su propia dinámica

en

 el amor d e Dios que ha sido derram ado en el corazón

del justificado y le lleva a rechazar al pecado. Es menes

ter ponderar textos como Juan. l4:1 5; Romanos 5:1-5;

6:1-2,15-16; Gálatas 5:6; 1 Juan 3:3-10.

En esta historia, la herejía de Balaam costó la vida de

24.000 Israelitas en Baal-Beor. Y este evento queda re

gistrado como enseñanza para nosotros. (Números 25:9)

El desgraciado final de Balaam

se

  narra en Números

31:6-8, donde muere acuchillado en la matanza de los

hijos de Moab identificado como un apóstata con los

enemigos del Señor.

(16)

La conclusión a la que arribamos es la necesidad de cuidar nuestras ambicio nes secretas. Hay propens io nes que pueden estar escondidas en el corazón y como sucedió con Balaam, al no ser reconocidas y traídas a la luz guardan el germen de la destrucción.

En su final lo encontramos en comunión con los mis mos que él había condenado en su profecía. Las  banalidades de la vida, el am or al m undo y sus cosas, y

aún el querer los beneficios de un liderazgo pervertido,

denuncian la ausencia del amor del Padre. (1 Juan 2:15).

Jesucristo advierte: “Ninguno puede servir a do s seño res, porque am ará a uno y aborrecerá al otro o estimará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24)

Hay remedio para este mal si es que existe la voluntad sincera de buscar a Dios quien es clemente y misericor dioso. Nuestro Señor sigue siendo amplio en perdonar y cuenta con los recursos para sanar al corazón enfermo de la codicia o de cualquier otra pasión pecaminosa (Isaías 55:7; Jeremía s 30:17). El siervo del Seño r cuen ta con la protección de Dios sobre los enemigos de su alma, pero no se lo ha desligado de su libre aibedrío ni de su responsabilidad en el cuidado personal. Cab e aquí la enseñanza de Pablo a su discípulo Timoteo: “ten cui dado de ti mismo y de la doctrina”. (1 Timoteo 4:16)

4. Una advertencia para los líderes de hoy

CAPITULO 2

SANSON. El Líder, el sexo y la

sensualidad.

1. El 

 fuerte, débil

Sansón fue levantado como un poderoso libertador de Israel naciendo por intervención divina y en forma so  brenatural de padres estériles. (Jueces 13:1-5)

Desde su concepción fue “separado” como  Nazareo al

Señor (Juecesl3:5). Sansón sabía estas cosas y tal co nocimiento del destino que le esperaba fue un privilegio reservado a profetas y apóstoles (Jeremías 1:5; Gálatasl.15). Podemos hablar de un hombre nacido  po r el po de r del Espíritu p ara cumplir u na clara función

de liderazgo en medio del pueblo de Dios.

Como Nazareo debía observar algunos principios bási cos. (Números 6:1-21). No debía tom ar vino o uvas y ciertos granos que se prestaran a la fermentación. No debía cortar su cabello a la usanza de sacerdotes paga nos. Debía observar una vida de “separación” o su equi valente de “santidad”.

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En este marco, el Espíritu de Dios comenzó a manifes tarse en Sansón en formas sobrenaturales: Primera mente lo vemos andando por un camino con sus pa dres, donde mata a un leonciilo con sus propias ma nos. (Jueces 14:5-6}

Luego ante la pérd ida de una a puesta con los filisteos y  buscand o cumplir con las deu das del juego, m ata a trein ta filisteos tomando sus vestiduras y saldando así sus cuentas (Jueces 14:19)

Buscado precisamente por los filisteos por este aconte cimiento y aprisionado por los Israelitas, es amanado con fuertes sogas a las que hará pedazos como si fuesen de lino quemado (Jueces 15:13-14)

Rodeado por tropas enemigas y con una quijada de asno en la mano por única arma, mata a mil filisteos (Jueces 15:15). Hallándose en una ciudad filistea, sale de ella a medianoche arrancan do los pesados portales con sus pilares y cerrojos y cargándolos a cuestas los lleva a la cima de un m onte, ¡Toda una acción sobre natural! (Jueces 16:3)

¡La presencia de Dios se evidenciaba en la vida de Sansón! Es sabido que Dios “puede bendecir circunstancialmente sin aprobar necesariamente”. Aquí radica una grave ad vertencia par a todos los líderes cristianos. Hay ministe rios que pu ede n oste ntar cierto tipo de “éxito o bendición visible” sin que cuente con la aprobación de Dios. Recor demos qu e Dios bendice “haciendo salir su sol sobre malos y buenos y da su lluvia sobre justos e injustos”, sin que ello apruebe a los malos e injustos (Mateo 5:45)

Para los siervos del Señor sigue vigente el consejo de  bus car má s la “apro bación ” de Dios que un a “bend i

ción” circunstancial ( 2 Tim. 2:15).

2. La caída de Sansón

Desde los mismos comienzos Sansón m uestra una gran debilidad en controlar sus ojos. La “codicia de los ojos” como diría el apóstol Juan, lo dominaba (1 Juan 2: 16) En Jueces 14:1-2 se dice “que vio a una mujer de las hijas de los filisteos”. Al fijar sus ojos en una mujer ex traña ya estaba deso yendo las disposiciones dadas en la ley de Moisés que restringía las relaciones con mujeres de otras naciones (Deuteronomio 7:3-4). Si bien es cier

to que esta situación provenía de Dios según Juece s 14:4, las Escrituras enseñ an que Dios utiliza las debilidades humanas no para aprobarlas sino con el fin de cumplir con sus propósitos a través de ellas. El uso que El hace de las falencias y aún de algunas maldades humanas, no contradicen sus demandas de santidad y rectitud,  pue sto que El ha hech o aú n al impío para el d ía malo,

sea Faraón o los babilonios (Proverbios 16:4; Haba cuc 1:10 al 2:5; Romanos 9:17).

Ante los impulsos de la carne Sansón d ebiera haber usado el dominio propio que se espera de todo líder. En el más ele

mental de los casos pudiera haber canalizado sus impulsos sexuales en las disposiciones de un matrimonio dentro del  pueblo de Dios. Sin embargo sus pasiones no controladas

convertidas en concupiscencia, le habrían de gobernar por encima del sentido común y de toda conciencia espiritual.

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En Jueces 14:10 le encontramos celebrando un ban quete “conforme a la costumbre de los jóven es” . Estos  ban quete s se cele braban en el estilo filisteo con l as bebi

das embriagantes que a Sansón como Nazareo le esta  ba proh ibido participar.

Habiendo planificado un casamiento en contradicción a las estipulaciones divinas, sufre desencuentros propios de las turbulencias de una alianza con los infieles.  N un ca la me zcla in di sc rim in ad a de cr ey en te s con

inconversos sale bien, si bien ha habido unas pocas ex cepciones que só lo confirman la regla (2 Corintios 6:14). Su casamiento queda frustrado por asuntos que aquí no consideramos, y acto seguido en su desenfado, lo vemos acudiendo a una ramera filistea {Jueces 16:1) Que esto desagradaba a Dios lo sabemos por las escri turas “fosa profu nda es la mujer extrañ a, y aquel con tra el cual Jehová esté airado caerá en ella” (Proverbios 22:14).

La impotencia en la cual estaba cayendo confirma su estado de reprobación.

Haciendo pecado era esclavo del pecado y la misma esclavitud a los vicios que lo dominaban, eran parte de la pag a y el castigo que se recibe por el pecado (Juan 8:34; Romanos 1:28; 6:23).

Sansón ha hipotecado su liderazgo. Un hombre dotado de un poder sin igual y llamado para servir como liberta dor nos dejará una triste historia de lo que implica la falta de sobriedad y del dominio propio.

Siguiendo con su pasión, Sansón ahora se enamora de Dalila, cuyo nombre se nos informa que significa “lan guidez” o “debilidad" y “deseo”. (Jueces 16:4).

Jugueteando con la sensualidad se deja dormir sobre el regazo de esta mujer.

Es en esta situación y bajo el sopor de su indolencia que  pierd e el signo de su nazareato y el consiguiente pod er  pa ra llevar a del ant e su ministerio com o líder.

Ignorando lo que sucedió en su dormidera y creyendo que nada había pasado, desconoce que “Jeho vá se había apartado de él”. La insensibilidad que produce el peca do lo ha sorprendido (Jueces 16:20). El abandono de Dios al que llegó a través de desobedie ncias reiteradas distorsionó su conciencia.

La gravedad de esta situación se muestra en el Nuevo Testamento cuando se habla del “naufragio de la fe” como consecuencia de no mantener una buena con ciencia. (lra.Timoteo 1:19).

3. Consecu encias del pecado de Sansón

El ser líder, pastor, evangelista, misionero, sacerdote, o como lo queramos llamar, no inhibe de las debilidades que demandarán disciplina personal. La auto-censura frente a cualquier impulso indebido común a toda per sona sensata y mayormente a quienes están en respon sabilidad de liderazgo estaba ausente en Sansón.  No imp orta con cuánto s dones Dios nos hay a honrado,

los dilemas que diversas opciones nos present en perm a necerán intactos en el uso de nuestro libre albedrío.

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En Sansón vemos que él seguía en control de to das sus facultades de alma utilizando los poderes recibidos en su nazareato en forma irresponsable. En su declinación y desobediencia, y quizá bajo efecto del vino (ya que estaban en Sorec, zona de uvas y viñedos), dar á rienda suelta a su lengua haciendo confidencias indebidas cul minando en su aprisionamiento, humillación y vergüen za. (Jueces 16:15-20).

La advertencia que brota de esta situación cobra reno vada vigencia en tiempos como el nuestro donde la ob sesión con el sexo y la laxitud imperante en algunas iglesias se hace evidente. Varios desvíos morales se es tán aceptando com o parte de una ‘hu eva cultura”, cosa que está destruyendo a líderes cristianos y haciendo es tragos en mucha s congregaciones.

Sansón creyendo que podía seguir usando los recursos de Dios “alegremente”, descubre que ha perdido el po der de Dios. Despierta cayendo en ma nos de sus enem i gos. Arrastrado al cautiverio, se le arra nca n sus ojos, los mismos que no supo controlar cuando los tenía, y va a servir finalmente como payaso ante sus enemigos. (Jueces 16:21-25). Tal situación da rá lugar a la humi llación del pueblo del S eñor y a la blasfemia con tra Dios. A esta altura no sabemos que pasó por la mente y el corazón de Sansón.

Lo que sí sabemos es qu e sumido en la oscuridad de su ceguera y en la impotencia más desgarrante, se halla  bajo el yugo de un molino com o un a bestia de carga.

Como si fuera una nota aleccionadora de la forma en que se mueven los poderes espirituales, se nos dice

lacónicamente que su cabello comenzó a crecer. Pare cería ser que aquí se habla de la misericordia de Dios, siempre activa, espe rando un rebrote a fin de tener opor tunidad para obrar restauración a pesar de las desgra cias sufridas. (Jueces 16:22). Llegamos a esta conclu sión, ya que miles de años después vemos a Sansón insertado en la lista de los “héroes de la fe” de Hebreos 11. Podemos deducir que hay tiempos que no pueden ace lerarse, como la crecida de su cabello, y tod a acción restaura dora de Dios llevará su tiempo. No obstante las dolorosas consecuencias contraídas por la desobedien cia seguirán su curso. Es en esta angustiosa situación que clama a Dios pidiendo reivindicación. Con el cora zón devastado y en la profunda angustia de alma, cla ma y eleva su oración busc ando la gracia de Dios. Esto es lo que debería haber hecho cuando estaba go zando de toda s sus facultades y vivía en abierta contra dicción a la razón de su vida aún sabiéndolo.

Si bien Dios le otorga lo que pide en esta hora final, vemos que aún en sus ultimas instancias revela un espí ritu vengativo, pon iend o de relieve un carácter con de  formidades con la que habría de entrar a la eternidad (Jueces 16:28-30).

Las pasiones carnales batallaron contra su alma, como más tarde nos diría Pedro, ponie ndo en evidencia que había perdido el conflicto consigo mismo (IPedro 2:11). Lo rescatadle aquí es que aún en medio del fracaso, clamó a Dios, y su clamor entró en las cortes celestiales. En esta situación, recibe fuerzas renovadas y derriba el templo idolátrico, muriendo él mismo con los idólatras.

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La conclusión de la historia de Sansón es comprender que la gracia y la misericordia de Dios son muy grandes. Su paciencia y longanimidad parecen no tener fin, sin embargo las leyes que operan c on sus causas y efectos, determinan el destino del liderazgo.

Los dones y las capacidades recibidas y su aparente ejercicio exitoso no significan que las cosas andan bien. Un ministerio exitoso nunca es absoluta gara ntía de apro  bación divina. La vid a en el temor d e Dios que obse rva

santidad, humildad y obediencia a la Palabra de Dios son los factores finales y determinantes.

Agregamos aquí una note marginal y tiene que ver con el desgaste que ciertos liderazgos pueden producir. El estar rodeado de gente y bajo presiones de demand as de una labor intensa puede llevar a cierto debilitamiento de conciencia. Tal situación es peligrosa, d adas las de clinaciones de fuerzas que toman al líder en  presa fácil de las diversas tentaciones que existen en la función  pública y la exposición a las gentes.

Hay quienes piensan que el sentido común y la pruden  cia servirán de freno a las locuras pasionales. L o que se ignora es qu e las inclinaciones e impulsos naturales no controlados se convierten en concupiscencia, y ésta a su vez, se constituye en el medio que trae la corrupción en todos los órdenes de la vida. La seducción cobra una fuerza imparable y produce víctimas desde los tiempos del Edén y a lo largo de la historia. San Pablo hizo notar esta preocupación hablando del poder de la se ducción a los Corintios: “Pero temo que como la

ser-4. Una advertencia para lo s líderes d e hoy

 píente con su astucia en ga ñó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fideli dad a Cristo”. (2 Corin tiosll:3).

El dilema de seguir “los dictados del corazón” como h oy se  proclama, es seguir los dictados equívocos d e un corazón engañoso, conduciendo a la corrupción y finalmente a la muerte (Jeremías 17:9; Romanos 8:6,13; Gáiatas.6:7-8).  Nuestra generación se ha ven dido en cue rpo  y alma a

las gratificaciones sensuales.

La “industria del placer" en la difusión de discotecas, centros de juegos de azar, los espectáculos de tipo sen sual, los medios masivos plagados de un sexualismo exagerado, y la pasividad con que esta propagación es contemplada, son algunos indicios de la declinación y colapso que aguarda a la presente generación.

Estas mismas cosas han sepultado civilizaciones anti guas como las de Grecia y Roma.

Y ya van preparan do el camino para sepultar a la nues tra. Como entonces, ahora se busca gratificar las de man das del cuerpo. Esto con un agravante a saber, el de una “ciencia” llamada psicología, secular y atea que ha dado seudos argumentos para la liberación de las pasiones que se convierten en instintos sin freno y llevan a la degradación.

Con los medios masivos de comunicación, de la cine matografía, televisión, y el Internet, como herramientas con sus altos contenidos de sexualidad y violencia se está sepultando a lo que en otro tiempo fue conocido como la civilización occidental y cristiana. La  difusión

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de leyes que van legitimando uniones homosexuales y las “alegres” exposiciones públicas de estas uniones se han convertido en canales de una diseminación patógena que está destruyendo al mundo que hemos conocido. Hombres honorables, deportistas privilegiados, profesio nales de fama, catedráticos, militares, religiosos, al igual que la gente común del diario vivir, se hallan ligados a las fuerzas naturales del alma que reclaman la presen cia del Señor Jesucristo para ser controlados verdade ramente. (Juan 8:32,36)

Los líderes tienen la solemne responsabilidad de alzar la voz y hacer patente las alternativas que Dios pone de lante de hombres y mujeres de todos los tiempos, entre la vida y el bien y la muerte y el mal. (Deuteronomio 30:15,19)

El verdadero líder al servicio del Señor por una parte tendrá que cuidarse a sí mismo y por otra n o contempo rizar con la deca denc ia social que le rodea. Su solemne responsabilidad será la de ser un testigo fiel del amor de Cristo y su pod er liberador de toda corrupción. La fe obediente y el enamoramiento del Señor es clave en toda vida de servicio a nuestro Dios y particularmente  par a los siervos del S eñor. (Romanos 8:13).

CAPITULO 3

SAUL. El líder y la desobediencia

1. El rey que se descalificó a sí mismo

Saúl proviene de un trasfondo conflictivo como lo era la conflictiva tribu de Benjamín (Jueces 20-21). Paradóji camente San Pablo proviene del mismo origen siendo un hombre aprobado por Dios (Filipenses 3:5). Esto des dice la idea fatalista de que no podemos escapar de nuestro trasfondo hereditario.

Su padre era hombre de influencia y valeroso en tanto que Saúl era un joven que gozaba de una privilegiada estatura física, y una muy buena presencia. (1 Samuel 9:1-2). Puede deducirse que su carácter inicialmente era el de un hijo sumiso y humilde.

Así lo vemos cuando se lanza a buscar un par de asnas  per didas qu e era n de su pad re. Esto lo lleva po r un vasto territorio, mostrándose obediente, sensible y aun abierto a las sugerencias de un sirviente (ISa mue l 9:3-8). A esta altura creemos que contaría con una edad 

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razonable para gozar de un a libertad personal con ma yor autonomía.

En estas andanzas tendrá una experiencia crucial que cambiará el curso de su vida.

Se encontrará con el profeta Samuel, quien lo ungirá como el primer rey de Israel (IS am uel 10:1). En la ceremonia de unción se le asegura que contará con se ñales sobrenaturales que confirmarán su designación real como algo que no provenía de los hombres sino de Dios (ISamuel 10:2-7). Es así, que gozará de experiencias espirituales que lo “mudarán en otro hombre” (1 Samuel 10:6-10). Parece ser, que gozó de claras experiencias de

tipo carismático, propias de algunos person ajes que se iniciaron en grandes responsabilidades. No es fácil des cribir esta faceta de su vida, pero es evidente que expe rimentó manifestaciones del poder de Dios a nivel per sonal. Las experiencias espirituales que tuvo al inicio de su liderazgo fueron de carácter genuino sin dar lugar a dudas de su andar con Dios.

Por otra parte contaba con la prudencia de no hacer grandes alardes de estas preciosas experiencias en el Espíritu, cosa digna de ponderar, cuando entendemos que por naturaleza humana caemos fácilmente en ha cer de esto un asunto de publicidad, de propaganda, “proselitismos” y aún divisiones denom inacion ales eva luando categorías de espiritualidad entre los hermanos según manifestaciones carismáticas (ISamuel 10:16). Al ser designado rey, se vuelve a mostrar humilde; diría mos hasta tímido y huidizo como lo hace al esconderse entre el bagaje tratando de evadir ser presentado

pú- biscamente (IS am uel 9:21; 10:20-22; 15:17). También  par ece que irradiaba ciertos perfiles de inexperiencia o inseguridad que llevó a algunos a menospreciarlo.

(ISamuel 10:27)

Comprenderemos mejor el carácter de este hombre al entender que debía asumir una tremenda responsabili dad en la transición de la teocracia que le precedió en la  per son a de Sam uel, al de un gob iern o monárquico, lo

cual implicaba toda una revolución religiosa y política (ISamuel 8).

Si bien esta transición no era del agrado d e Dios ni de Samuel, se promete al rey y al pueblo la bendición y la asistencia del Espíritu de Dios. El nuevo tipo de liderazgo no quedaría huérfano (1 Samuel 9:15-16). Por otra par te, Samuel se muestra como verdadero líder, y aunque ahora desplazado se compromete a “no pecar contra Dios cesand o de rogar y enseña r a este pueblo” (1 Samuel 12:23). Su desplazamiento no apagó su capacidad de líder genuino ante la aparición de otro líder.

Las grandezas de Saúl se declaran en las endechas finales que David eleva en la hor a de la muerte de Saúl y Joñ atá n. Allí se dice que “eran m ás ligeros que las águilas y más fuertes que los leones”, y son “valientes que han caído” en la batalla. Estas cosas que quedaron registradas para la historia futura de Israel y para la iglesia en 2 Samuel 1:22-27,

La primera gestión de Saúl tiene lugar ante una abierta ofensa nacional que proviene del rey de Amón, contra los habitantes de Jabes de Galaad, una región ocupada  po r las tribus de Manasés, Ga d y Rubén al nor-oriente

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 Nahas rey de Am én, bus ca injuriar al pue blo con un a  pro pos ici ón de bru tal inhu ma nid ad . Am enaza con arrancar el ojo derecho de estos habitantes como marca de humillación sobre todo Israel, cosa que atemoriza al  pueblo y bajo un sentido de impotencia les lleva a “alzar

sus voces y llorar”. (1 Samuel. 11:4)

Saúl cobra conocimiento de tal situación reaccionando con ira, y bajo la unción del Espíritu convoca al pueblo en un despliegue de gran autoridad (ISamuel 11:7-9). El ejército que logra reunir es de 330.000 hombres, con los que inflinge una formidable derrota a los habitantes de Amón. (1 Samuel 11:12).

Reafirmada su autoridad en esta proeza, destila noble za de carácter no permitiendo que sus detractores, los mismos que antes lo menospreciaran, sean destruidos, salvándoles la vida. (1 Samuel 11:12-13).

Hasta aquí vemos a un hombre de capacidades espe ciales, llamado por Dios, ungido con el poder del Espíri tu y asumiendo su responsabilidad con humildad, no  bleza y firme determinación.

2. La caída de Saúl

Sus problemas comienzan un tiempo más tarde, cuando crea un ejército personal de tres mil soldados que divide en d os cuerpos, el primero de dos mil para acompañarle a él personalmente y a otros mil que seguirían a su hijo Jonatán, ahora principe en Israel. (ISamuel 13:1-2).

Sin pode r captar los pormenores del incidente, sabemos que Jonatán ataca una guarnición filistea creando un conflicto internacional (ISamuel 13:3).

Los sucesos se siguen en forma acelera da y los Filisteos se alistan con un formidable ejército para atacar a Israel. Es de tener en cuenta que Samuel había instruido a Saúl sobre un sacrificio ritual que se debería realizar (ISam uel 10:8). No tenemos toda la información cronológica que quisiéramos tener sobre este particular. El hecho es que en la confrontación que se avecinaba con los Filisteos, este ritual no se había efectuado. Esta era una práctica común que precedía a los conflictos, y en el que se debería invocar la presencia de Dios en una ceremonial especial.

Este aspecto había quedado pendiente y debía efectuar se tras una espera de siete días. Samuel se demoraba y las presiones ante el avance de los Filisteos aumentaban de tal manera que el pueblo atemorizado comenzaba a desertar.

Apremiado por las circunstancias y en un arranque de temor e incredulidad Saúl se ad elanta a ofrecer el sacri ficio usurpando funciones que solamente Samuel esta  ba aut ori zado a realizar. Tal p recipitación Sa mu el lo definirá como un acto de “locura” (ISamuel 13:12-13). De este modo infringe el mandato de Dios en su apresu ramiento carnal ofreciendo un sacrificio espiritual para el cual no fue designado.

La incredulidad, la desobediencia y luego la rebelión,  pa re cen ah or a en he brar se en un a maléfica com bin a

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ción que llevará a Saúl a la apostasía y al consecuente

abando no de Dios. No dudamos de la lógica desespe

ración ante la amenaza de los Filisteos. Era razonable.

Sin embargo el dilema para Saúl se hallaba en saber

“esperar sin desesperar”, saber descansar en fe a pesar

de las presiones existentes. Todo líder espiritual tiene

que aprender a confiar en Dios por encima de las cir

cunstancias sin precipitaciones.

Saúl ha dado el primer paso en falso en su descenso.

Ha abierto la puerta a la pérdida de su liderazgo por

temor en incredulidad. Esto lo ha llevado a la desobe

diencia y a usurpar funciones ajenas. {ISamuel 13:8-14).

La seriedad de este pecado tiene serias implicaciones es

 pirituales. Es el mismo tipo de pecado en el que cayeron

los hijos de Eli al profanar los sacrificios del Señor. Es el

mismo tipo de pecado en el que cayó el rey Uzías tiempo

más tarde al pretender ofrecer incienso en el templo de

Dios. {ISamuel 2:12-17; 27-34; 2 Crónicas. 26:16-20).

Saúl comete un pecado religioso, los cuales suelen ser

los peores. Estos son de consecuencias más graves,

 puesto que en este desorden espiritual derivará a otra

distorsión de tipo espiritualista al ir a consultar a una

 pitonisa en Endor.

Como nota latera! es de señalar que aún hoy día los

espiritistas desean legitimar sus prácticas de adivinación

y hechicería aludiendo a este evento sin ver la tragedia y

locura que yace detrás de todo ello. (ISamuel 28:6-7).

En su incredulidad y desobediencia su personalidad se

distorsiona paulatinamente.

En medio de un conflicto bélico, im pone u na desubicada

ley de ayu nos que privaba a sus soldados de las fuerzas

necesarias para librar la guerra. Decreta disposiciones

que llevarían aún a su hijo Jon atán a ser condenado a

muerte. La oportuna mediación del pueblo impidió se

mejante locura {1 Samuel 14:24-2, 43-45.)

Más tarde en su lucha contra Amalee lo vemos tomán

dose libertades en una nueva desobediencia al mandato

de Dios. Este mandato consistía en erradicar totalmente

a Amalee. (ISamuel 15:1-3, 18). Quizá sea necesario

dar un breve antecedente histórico en cuanto a Amalee.

Este era un pueblo nómada y esparcido en una muy vas

ta región. Diríamos que estaban en todas partes como la

hierba mala (Deuteronomio 25:17-19). Eran primitivos

con total desafecto al sentido humanitario. Eran descen

dientes de Esaú, el mismo que vendió sus derechos espiri

tuales po r un plato de lentejas (Génesis 25:30-34).

La perversión parecía correr en la sangre de este pueblo

que llevó a la sentencia divina de erradicación. Siem

 pre los pec ado s de inhumanidad y barbarie aparejan

tarde o temprano la ruina de los pueblos. Amalee en

carna proféticamente a las gentes con las cuales el Se

ñor se encuentra en guerra de generación en generación

(Éxodo 17:16).

Saúl era el encargado de llevar adelante esta sentencia

de extirpación. Fbra ello reúne

210.000

hombres. Lo

grada la victoria no procede a la ordenada “erradica

ción”. Adopta la simpática y amigable postura de un

magnánimo vencedor, que en la victoria se mostrará

“más misericordioso y más práctico que el mismo Dios”.

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Es de resaltar que también hoy tenemos líderes que eva den la confrontación que la Fhlabra de Dios reclama con la maldad, la injusticia y la responsabilidad profética, queriendo suavizar el choque de e sta Fblabra con las con ciencias que deben ser despertadas para ser salvas. Inconcientemente quizá, se busca una amigable postura  para “quitar el escándalo de la cruz” e n aras de las b ue

nas relaciones. Relaciones que quizá condone n cosas que son aborrecibles al corazón del Señ or (Gálatas. 1:10; 5:11)

3. Consecu encias del pecado de Saúl

Así, Saúl perd ona la vida de Agag rey de los amalecitas, guarda lo engordad o y lo mejor de todo el ganado b ajo el argumento de utilizarlo en los rituales de sacrificio al Se ñor. Fhsó por alto que las cosas condenadas por el Señor llevan en sí la maldición y pretender guardarlas u ofrecer las a Dios es ofrecer cosas maldecidas. Tal acción puso  punto final a su reinado. Su liderazgo legítimo est aba ter

minado (1 Samuel 15:18-23; Deuteronomio 7:24-26). En estas circunstancias Saúl quiso “guar dar las ap a riencias” de un liderazgo que ya había perdido. Hacien do un a confesión “obligada” de su pecad o que y a era cosa inevitable, ruega a Samuel que le acompañ e en las ceremonias de estado.

Esto fue algo que Samuel se negaba a hacer (ISamuel 15:24-30). Saúl quiso mantener las apariencias de un liderazgo que ya no gozaba de la aprobación de Dios. Igual que con la iglesia de S ardis del Nuevo T estamento, se puede tener “apariencia de estar vivo cuando en ver dad se está muerto.” (Apocalipsis 3:1).

Bajo la presión que ejerció Saúl, Samuel accede a acompañarle pero con corazón quebrantado, y lo hará  por última vez. Ya que inmediatam ente desp ués, Sam uel

será guiado a buscar a un nuevo líder para el pueblo de Dios y Saúl no volverá a verlo más.

Paradójicamente parece ser que Saúl pierde toda no ción de su verdadera condición. La Biblia registra que se erige un monumento en una extraña actitud buscan do reivindicar algún mérito que ya no tenía vigencia.

(ISamuel 15:12).

En esta coyuntura Samuel establece una doctrina para las generaciones futuras cuando dice: “¿Se complace tanto el Señor en holocaustos y metimos como el que se le obedezca a sus palabras; ciertamente el obedecer es mejor qu e sacrificios y el prestar atención mejor que la grosura de carneros..."  (ISamuel 15:22-23).

Saúl en su carrera descendente sigue experimentando cambios de personalidad que como un campo abierto se va cubriendo de malezas silvestres. Entrará a perío dos de hipocondría, sentimentalismos enfermizos, y esquizofrenias paranoicas con impulsos asesinos. Estos males lo asediarán constantemente. En 1 Samuel 16:14 se declara que “el Espíritu de Jehová se apartó de é l”y este vacío de Dios fue rápidamente llenado por un emi sario del enemigo de las almas.

En un a narración entrelazada vemos que David, el próxi mo rey que sucedería en el trono, aparece en escena como un asistente que debía servir para aliviar los deli rios que sufría Saúl. (ISamuel 16:21-23). Las cosas se desarrollan de tal manera que entre Saúl y David surgen

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tensiones por envidias y perturbaciones propias del en loquecido corazón de Saúl.

Por otra parte el pueblo comienza a ver en David un  pers onaje más apto pa ra el go biern o q ue Saúl y la p ro 

clama de este favoritismo descontrola totalmente a Saúl. (ISamuel 18:6-9). En adelante, Saúl intentará matar a David varias veces y en diversas formas mostrando la demencia que acompaña a un líder cuando se deja ex traviar por sus impulsos naturales y ya sin el control del Espíritu. (1 Sam uel 18:10-11)

El espíritu homicida de Saúl se acentuará constantemen te al punto que estos intentos se repetirían aún contra su  propio hijo Jonatán. (ISam uel 19:10, 15; 20: 32-34).

Un líder que había comenzado bien y con grandes pers  pectivas de estab lecer un a dinastía perd urable, cae por

desobediencia anulando su propio liderazgo e hipote cando el futuro de su familia y de su pueblo. Su triste ocaso sobreviene cuand o ased iado por los Filisteos des cubre que ha sido abando nado por Dios. Sobre los montes de Gilboa, en su soledad física y espiritual y sin sus tropas se suicida, culminand o con su triste carrera en este mundo. (ISamuel 31:2-1)

 No pod em os me nos que especul ar con un cuadr o de semejante desgracia.

 Nuestro buen Dios y Padre, qu e es clem ente y miseri cordioso, lento para la ira y grande en misericordia, ¿abandona a uno de aquellos que había servido como líder entre su pueblo? Según 1 Crónicas 10:13-14, en  tendemos que su final hubiera sido otro con un sincero

arrepentimiento y consultando a Dios en lugar de acudir a un a médium, espiritista. El deterior o de su carácter le privó esta capacidad de arrepentimiento. Salomón tiempo más tarde y probablemente sabiendo de estas cosas pudo decir: “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él fluye la vida.” (Proverbios 4:23) En su hora final al recurrir a una pitonisa cayó en la postu ra de multitudes que al no tener respuesta de Dios buscan respuestas vengan de donde venga. (ISamuel 28:5-19). Hoy día, son multitudes que acuden a los cementerios  par a consultar con los muertos lo qu e debiera n apr en

der a consultar con Dios. (Isaías 8:19).

Saúl protagoniza u na experiencia de neto corte espiritis ta al consultar a un a adivina, ignoró deliberadamente que Dios no contradice las leyes que ha dad o a su  pueblo. (Deu teron omio 18:9-14). C urio samente en tiem  pos más sobrios él mismo había pers eguido y dest erra  dos a estos adivinos (Proverbios 28:9). Sumergido en su engaño es víctima de una respuesta con un men saje verdadero, pero procedente de un espíritu de error (1 Samuel 28:11-19).

La Biblia muestra que espíritus de error pueden decir la verdad o algo muy cercano a la verdad sin dejar de ser un espíritu de error. (De utero nom iol3: 1 -3; Marcos 1:23-24; Hechos 16:17-18)

La desobediencia puso a Saúl en el camino de la rebe lión y en abierta apostasía.

¿Será este el tipo de pecado descrito por Juan

cuando habla de pecados por los cuales no se deben orar? (1 Juan 5:16-17).

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4, Una advertencia para los líderes de hoy

La conclusión a la que arribamos con Saúl es que se  pu ede come nzar muy bien y term inar muy mal. Vemos

que lo importante no es cómo se comienza la carrera sino cómo se termina, (Hechos 20:24). Su desobedien-cia inidesobedien-cial, llevó a la rebelión y en ello abrigó un espíritu de odio al que no supo poner freno. Nutrió rivalidades en su corazón envenenando su alma hasta quedar des-figurado en su ser interior.

Los problemas y los apremios de cualquier naturaleza que sean, nunca justifican una elección tomada en apu -ros y desobediencia conciente. La gran batalla entre la fe y las presiones de las circunstancias siempre plantean decisiones que son difíciles de tomar. Pero es precisa-mente a través de ellas que se diferencia al cristiano del mundano y al líder auténtico de aquellos que no lo son. En segundo lugar, el pretender mantener las apariencias a expensas de la verdad como lo hiciera Saúl, cuando ya no tenía autor idad espiritual, revela la ambición de  po de r que quería reten er a tod a costa. Esta ambición selló su triste fin al perder el sentido de humillación y arrepentimiento que debiera haber observado.

Es claro comprender el desvío de Saúl cuando vemos que habiendo cumplido “a medias” el manda to de Dios, se atreve a decir “yo he cumplido la palabra d e Jeh ová ” (lSamuell5:13). La torcedura que la desobediencia pro-duce en el corazón lleva inevitablemente al autoengaño •y a creer en el error aceptándolo como acertado.

El cuidar el corazón y mantenerse sensibles en la con-ciencia es indispensable al desarrollo y a la culminación feliz de todo liderazgo.

Jeremía s insta a “buscar a Dios de todo corazón" pro -metiend o que EL será hallado. Jesucris to dice que el que “a El viene, no será ech ado fuera”. (Jeremías 29:13; Juan 6:37).

Saúl muestra el proceso que lleva la desobediencia y el  pau latino deterior o del cará cter que sepa ra al alma del am or de Dios. El sienta un preceden te para las futuras generaciones: esto es, ser obedientes a pes ar de las pre-siones existentes.

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CAPITULO 4

DAVID. El líder y el descuido

1. Un hombre conforme al corazón de Dios

 Nadie com o él, el “dulce cantor de Israel” que en sus salmos no sólo cantaba sino que profetizaba. Nadie como él, que fue llamado “patriarca, profeta, y rey”, y sobre todo “un hombr e según el corazón de Dios”. (He chos 1:16; 2:29-31; 13:22).

 Nadie como él, que pu do constituirse en “padre d el Mesías  prom etido” y de qu ien Je su cristo es lla ma do “hijo” (Mateo 1:1). Su rica trayectoria dem and aría mucho más espacio que el que aquí le dedicamos.

Lo que nos interesa es aprend er de David que a pesar de ser un hom bre “según el corazón de Dios”, siguió siendo falible, y como tal falló, par a luego tener qu e ser restau rado por la gracia de Dios.

Varón de fe en su temprana juventud, enfrenta al gigan te Goliat cuya estatura se estimaba cercana a los 3 mts., equipado entre otras cosas con una coraza de más de

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60 kgs., y una lanza, cuya punta metálica pesaba unos 8 kgs. (1 Samuel 17:42-50).

Tan formidable enemigo no lo amedr entó com o lo hicie ra con el resto del pueblo, sino que lo enfrentó con resolución al amparo de la fe y en el nombre de su Dios. (1 Samuel 17:45).

Sus características de hombre de nobleza pueden constatarse en muchas instancias.

Fue leal al rey Saúl a pesar de que éste lo persiguió hasta la muerte, perdonándole la vida en dos oportunidades cuan do pudiera haberlo matado {ISamuel 24:3-7; 26:7-12). En otra oportunidad expresando un vivo deseo por las frescas aguas de Belén, su pueb lo natal, mueve involuntariamente y sin darse c uenta a tres de sus valien tes soldados a exponer sus vidas adentrándose en las filas enemigas para obtener el agua. Habiéndola recibido se niega a bebería declarando que hacerlo equivaldría a be  ber la sangr e de sus soldados. (2 Samuel 23:15-17)

En una de las tantas batallas que debe encarar, asume un papel sabio y responsable ante un a divergencia peli grosa que se suscitó entre sus soldados. Lucha ndo con tra los amalecitas, unos doscientos hombre s de sus tro  pas, estaba n exh aus tos al punto de no po der ir al frente

de batalla. Cuan do los que fueron al frente regresaron del combate, hu bo qu ienes querían negar los beneficios del botín que habían conquistado a los que no habían ido al frente habiendo quedad o rezagados.

Con sabiduría y nobleza, David instaurará un principio que habría de respetarse en siglos futuros: “Conforme a

la parte del que desciende a la batalla, así será la parte de los que queda n cuidando del equipaje” (ISamue l 30:20-25). Así otorgará el mismo valor a quienes están en el frente del camp o de batalla como aquellos que los apoyan logísticamente.

Quizá una faceta sobresaliente en la vida de David fue el de su función profética.

Sus salmos penitenciales de arrepentimiento son de al cance universal.

Estas han llegado a ser parte clásica de la fe y tradición  judeo -cristiana a lo largo de los siglos como lo son los

Salmos 32 y 51.

Sus cantos de espe ranza en Dios ante las diversas injus ticias de la vida han estimulado a generaciones enteras. Presenta los enigmas de la prosperidad del malo y los  padecim ientos de los b ueno s con pasmo sa claridad en

los Salmos 36 y 37.

Sus salmos mesiánicos son piezas únicas en las profe cías bíblicas. La descripción minuciosa de la vida del Señor Jesús en su venida a este mundo y la descripción detallada de sus padecimientos con una asombrosa anticipación de mil años es todo un alegato a favor de la inspiración con que Dios le dotó Salmo 22; 24; 69. También sus altibajos están reflejados en sus escritos y lo muestran como un ser humano común y corriente, tan vulnerable como todos los demás.

En un momento de su carrera sintió que su corazón era honesto y que era limpio de conciencia al punto de decir 

Referencias

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