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La puerta del alma: el color de ojos y de cabello como forma discursiva de dominación

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Academic year: 2020

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LA PUERTA DEL ALMA: EL COLOR DE OJOS Y DE

CABELLO COMO FORMA DISCURSIVA

DE DOMINACIÓN

THE DOORS OF SOUL. THE COLOR HAIRS AND EYES

AS A DISCURSIVE INSTRUMENT

OF DOMINATION

Maximiliano Korstanje

Universidad de Palermo, Departamento de Ciencias Económicas.

maxikorstanje@hotmail.com

Recibido: 4/10/2009 Aceptado: 13/4/2010

Resumen

El nacimiento de un hijo es un evento único e irremplazable para todos aque-llos que han tenido la experiencia. Para otros, es una oportunidad de asenso social sobre todo sí por ese juego de los genes la criatura se asemeja al este-reotipo indoeuropeo nórdico. Por ese motivo, los padres parecen interesados en que sus hijos tengan ojos claros y cabellos rubios tomando esa caracterís-tica como cualitativamente positiva. Por ese motivo, no resulta extraño que las diferentes imágenes en publicidades de artículos para bebes enfatice en los “ojos azules y los cabellos rubios” como tipos ideales a seguir. La presen-te investigación ha demostrado que no sólo que los espresen-tereotipos dominanpresen-tes se multiplican sino también se interiorizan generando un diálogo que tiende a reforzar la hegemonía. Por lo demás, se ha observado que discursivamente la claridad es simbolizada como sinónimo de felicidad, armonía, afecto, bon-dad y seguribon-dad entre otros mientras la oscuribon-dad adquiere categorías semán-ticas opuestas. Para los padres, que sus hijos tengan ojos “claros” o cabellos “rubios” significa un verdadero asenso social abstracto. Por lo pronto, no cobrarán un canon adicional por traer a la vida a un hijo rubio, pero los acer-ca notablemente más a las acer-característiacer-cas de los grupos dominantes reforzan-do así el auto-desprecio por sí mismos.

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Abstract

Even a memorable moment as the birth of a son can be subject to a much broader pervasive experience. For some people, this event become in an opportunity to social upward wherein convergence genetic and eugenicist thoughts with concentration in Norse phenotype. For that reason, parents are concerned in their sons have bight eyes and blondes hairs. This is based on the postmodern advertising and marketing efforts to emphasize on these features. Under this context, this present research showed not only that dominant phenotypes are divulged thanks to the advertising but also create a bridge between the hegemony and sentiment of inferiority. Discursively, parents who had children with bright eyes will be paid of an additional Fee, this represents a sociological and psychological need for social upward. This issue reflects that they are hermeneutically close-up to dominant elites.

Key Words: Hegemony, Clarity, Discourse, Stereotype, Color eyes.

INTRODUCCIÓN

Una de las particularidades que marcaron (de cierta forma) mi vida fueron los nacimientos de mis dos hijos Benjamín y Olivia. Más Aún, fue la segunda quien inspiró la escritura del presente artículo. Decían las abuelas que los ojos son la puerta del alma, sin embargo, para muchos padres, el color de los ojos representa un código de discursividad política que condiciona la perte-nencia a determinado grupo. Tras el nacimiento de Olivia, que por esa casua-lidad genética nació con ojos grises, una de las cosas que más llamaron mi atención fue la insistencia de familiares y conocidos sobre este tema bajo la exclamación “tiene los ojos claros!”. Siguiendo mi instinto social, me pregun-té ¿Por qué existe cierta fascinación por el color del iris de las criaturas recién nacidas?, ¿Qué representa como código la frase precedente?. Evidentemente, por una cuestión de pigmentación existe cierta diversidad en cuanto al color del iris que portan los seres humanos, y sobre todo los bebés quienes duran-te unos meses carecen de melanina. Empero, en esduran-te caso la cuestión se pre-senta como ideológica y política.

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IDEOLOGÍA Y CÓDIGO

El código y el poder parecen dos fenómenos que deben estudiarse conjunta-mente. Como sugiere el sociólogo alemán N. Luhmann, el poder se constitu-ye como un instrumento de la comunicación, un código cuya función es hacer inteligible las opciones entre alter y ego. En la vida diaria existen códi-gos generalizados que permiten la comprensión inter-subjetiva por medio del lenguaje. La comunicación intentará, por todos los medios, resolver la con-tingencia. Al respecto, nuestro autor sugiere que “el poder funciona como un medio de comunicación. Ordena las situaciones sociales con una selectividad doble. Por lo tanto, la selectividad del alter debe diferenciarse de la del ego, por-que en la relación de estos dos factores surgen problemas muy diferentes, especial-mente en el caso del poder. De acuerdo con esto, una suposición fundamental de todo poder es que la inseguridad existe en relación con la selección del alter que tiene poder. Por las razones que sean, alter tiene a que disposición más de una alternativa. Puede producir y quitar inseguridad en su compañero cuando ejerce su elección” (Luhmann, 1995: 13).

A diferencia de otros autores que vieron en este fenómeno algo acumula-ble en una sola persona, Luhmann enfatiza en el carácter relacional y comu-nicacional del poder, dirigida por un código el cual moviliza las relaciones entre las personas. La posibilidad del subordinado de elegir como comportar-se comportar-se encuentra vinculada a la expectativa que alter ejerza alguna acción. Existe, en consecuencia, una dicotomía (un binomio) entre las acciones posi-bles que una persona puede seguir. A bueno se le opone malo, a blanco se le opone negro, a alto, bajo y sucesivamente. Siguiendo las contribuciones estruc-turalistas, el autor afirma que se dan sustitutos que permiten una compren-sión del mensaje de poder y su relación con la ideología.

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Sin embargo, “la ideología no tiene nada que ver con la ilusión”, como supu-so Marx y los neo-marxianos quienes señalaban a la ideología como una falsa representación de una estructura económica basada en el antagonismo de clase; entre otras cuestiones esta hipótesis de trabajo debe ser puesta bajo la lupa crítica del debate y en consecuencia reformulada (ibid: 13). Las contri-buciones de Zizek en cuanto al estudio crítico de la ideología versan en tres puntos principales que se mencionan brevemente a continuación. En primer lugar, Zizek vincula la razón instrumental con la construcción deificada de hegemonía; segundo, las acciones en determinada dirección generan resulta-dos contrarios (el espectro ideológico y su antagónico) y por último, la solu-ción al problema del populismo-organicismo. Conviene aclara en palabras del propio autor que “quizás una comparación con la teoría de los sueños de Freud podría ser útil aquí. Freud señala que dentro de un sueño encontramos el núcleo duro de lo Real precisamente bajo la forma de un sueño dentro de un sueño: es decir, donde la distancia respecto de la realidad parece duplicada. De un modo parecido, encontramos el límite inherente de la realidad social, lo que debe ser excluido para que emerja el campo coherente e la realidad, precisamente bajo el aspecto de la problemática de la ideología, de una superestructura, de algo que parece ser un mero epifenómeno, un reflejo, de la vida social verdadera. Aquí nos enfrentamos a la topología paradójica en la que la superficie (la mera ideología) se vincula directamente a –ocupa el lugar de, representa– lo que es más profundo que la profundidad misma, más real que la realidad misma (ibid: 42).

Para Zizek la ideología como tal no es una imagen, sino un instrumento mismo de la praxis humana, la que a su vez se aloja en las diversas institucio-nes que los hombres utilizan para satisfacer sus necesidades como por ejem-plo el lenguaje. La ideología no es una tergiversación de la realidad sino la realidad misma sublimada. En tal que comunicador y articulador de las accio-nes, el lenguaje es un instrumento necesario para construir el tejido social pero en determinadas circunstancias puede ser utilizado como mecanismo ideológico de subordinación o para manifestar “determinado sentimiento de superioridad de un grupo con respecto a otro”. En este contexto, la hegemo-nía se construye con criterios jerárquico basados en el mérito. En resumen, no son las instituciones sociales o las estructuras las que en su naturaleza son ideológicas, sino el uso instrumental que los hombres hacen de ellas. Por ejemplo, la dificultad de tener hijo rubio cuando la característica de la media en la población es morena, puede conducir a un rasgo meritocrático que se constituye asimismo en hegemónico.

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afir-me así misma por afir-medio de su demarcación respecto de otra afir-mera ideología. Un individuo sometido a la ideología nunca puede decir por sí mismo, estoy en la ide-ología, siempre necesita otro corpus de Doxa para poder distinguir de ella su pro-pia posición verdadera” (Zizek, 2008: 29). El grupo elite que domina la estruc-tura material impone la marca a sus grupos subordinándolos semánticamen-te; y en ese acto, los privilegiados se desmarcan asumiéndose como los “ele-gidos”. La ideología se presenta, entonces, como construcción propia de la realidad objetivada naturalmente según criterios culturales y/o socio-político preestablecido. Lo que de ella se oculta no es la realidad misma, sino los ver-daderos intereses de los grupos dominantes con respecto a los “otros” inter-vinientes. En efecto, la función del aparato ideológico es subordinar y legiti-mar cierta estructura y línea jerárquica entre grupos humanos. Para ello, toma características verdaderas de la realidad como puede llegar a ser la con-flictividad de ciertos grupos en los Balcanes o en África y los presenta como causa-consecuencia de su propia imposibilidad cultural. Lo que no se dice en esta elaboración, es que la conflictividad en estos países ha sido producto del etnocentrismo y la colonización europea del siglo XIX.

La otra contribución importante al tema en estudio de Zizek versa en la habilidad de la ideología para invertir la relación entre el núcleo duro del ensueño y la realidad tal cual es dada por los hechos en el sentido idealista-kantiano. Construidas bajo formas idénticas: ideología y realidad se manifies-tan en la vida del sujeto confluyendo en sus expectativas, pero en algún punto la ideología se transforma en la realidad misma del sujeto cuando éste se subsume al deseo de dominación. Este es el sentido mismo del lenguaje cuando, al igual que el ejemplo puesto en párrafo anterior, es utilizado no como un instrumento de comunicación sino de exclusión y elusión o cuan-do es utilizacuan-do con criterios políticos disidentes por motivos de diferencia o enemistad con el poder central, como en el caso de algunos dialectos. Este punto va a ser explicado como mayor profundidad en las siguientes líneas argumentativas.

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lla-mado a los descendientes de poblaciones pre-existentes” (Briones, 1998: 146). Esta posición semántica deja a lo “indígena” en una posición fija frente al “otro europeo” –el cual también es una conglomeración étnica multifacética de varios pueblos y culturas– en cuanto diferente pero unificado en un mismo “grupo étnico”. En este contexto, tanto Zizek como Briones nos ayudan a comprender que la ideología no sólo simplifica realidades complejas sino que además en su imposición crea realidades y afiliaciones homogéneas desdibu-jando las fronteras reales de la diferencia.

LA BESTIA RUBIA

Dos de los intelectuales que se han ocupado de estudiar las conceptualizacio-nes del bien y el mal (y su simbolización visual) desde la perspectiva socio-económica han sido el alemán Frederich Nietzsche y el estadounidense de origen noruego Thorstein Veblen. Es precisamente éste último quien advier-te que las sociedades se dividen irreparablemenadvier-te en clases. Si bien exisadvier-ten varias de ellas dentro de un grupo extenso, por lo general adquieren una ten-dencia bipolar a constituirse en dos principales: la productiva-técnica y la ociosa. Además, existe una vinculación directa de la producción económica con el paso de la historia; en los orígenes de la vida social nómada y sedenta-ria podemos observar una carencia de la emulación pecuniaria. A la clase ocio-sa pertenecen guerreros, ocio-sacerdotes, militares, deportistas e intelectuales entre otros. Su mentalidad puramente honorífica-estamental los lleva a valo-rar el mundo que los rodea en conceptos binomiales antagónicos como bueno y malo, alto y bajo, superior e inferior. Lo que subyace a ésta lógica nominal es un deseo agazapado de dominación subordinación con respecto al hombre técnico (Veblen, 1974).

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Italia. Desde ese entonces, la claridad pigmetocrática se ha convertido junto con las valoraciones morales en herramientas eficaces legitimadoras de la humillación y la expropiación impuesta por los invasores indo-arios. Fue el caso de los celtas y el vocablo fin-gal comúnmente asignado a la aristocracia estamental que significa “cabeza rubia” o latino Malus asignado por los Italiotas (ancestros de los romanos) con respecto a los habitantes antiguos de la Península Itálica, término que significa “negro”. Siguiendo esta misma explica-ción, en alemán la palabra schlecht (malo) simboliza “simple” o “vulgar” un vocablo originalmente utilizado peyorativamente para referirse al vulgo o pue-blo llano sin distinción de nobleza (Nietzsche, 2007: 24).

En concordancia con el argumento de Nietzsche, A. Giddens (1999: 285) afirma que el racismo y la discriminación hacia los “negros” tienen su origen en el génesis bíblico el cual establece que Dios crea el mundo relegando las “tinieblas” y trayendo la claridad de la vida de los hombres. Por ese motivo, no parece ser extraño que los europeos al llegar a África, por vez primera, vie-ran en “la oscuridad de sus pieles” un criterio negativo. Desde tiempos inme-moriales, los hombres parecen verse atraídos por la “claridad”. El euro-cen-trismo basado en un criterio estético-pigmentocrático pronto se expandió por todo el planeta generando verdaderos lazos de subordinación entre los países centrales industrializados y los periféricos.

Recordemos por un instante, las frases de I. Kant con respecto al papel que juega la belleza en la vida estética del hombre “la figura de las personas que agradan por aspecto externo reviste, ya uno, ya el otro género de sentimien-to. Una elevada estatura conquista prestigio y respeto; una pequeña confianza. El cabello oscuro y los ojos negros tienen más afinidad con lo sublime, los ojos azu-les y el tono rubio, más con lo bello” (Kant, sobre las propiedades, apart. II). El criterio anteriormente descrito fue ampliamente diseminado con motivos ide-ológico-políticos en América Latina. Hoy día cuando se vistan catedrales y los turistas pasan inspección a las imágenes angélicas, frecuentemente se corres-ponden con características antropomórficas “indoeuropeas rubias” de gran porte y excelsas. En pocas de estas figuras se encuentran visibles rasgos esté-ticos vinculados a la pequeñez y lo oscuro.

DISCRIMINACIÓN, RAZA Y DISCURSO

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pensamiento colectivo de la época la idea de “biologización cultural”. Este término surge en analogía con los procesos de meztización observados en América y otras partes del mundo. Se partía de la base de que si “las razas puras” comienzan a desaparecer producto de la interacción entre los hom-bres, en forma similar también las “culturas” correrían tal suerte. En la raza, la inteligencia y la cultura, se legitima la jerarquización o diferencia entre los hombres; en palabras de la autora “en este sentido, lo que este sumario rastreo histórico no puede dejar de señalar es que se inician hacia fines del siglo XIX replanteos que buscan desenmarañar nexos causales simples entre lo biológico y lo cultural, como forma de contrarrestar las posiciones políticas fuertemente segregacionistas” (Briones, 1988:28).

Esta tesis va a ser fuertemente criticada por la corriente “culturalista boa-siana”, rechazando de plano las ideas de jerarquías raciales, cognitivas entre los pueblos como así también la “hipotética” relación entre cultura y biolo-gía. Para 1945, el antropólogo Ashley Montagu sugiere a las Naciones Unidas suprimir el concepto de “Raza” y reemplazarlo por la “etnía” para demarcar las diferencias o similitudes entre exo y endo-grupales. Obviamente, este hecho es resultado directo de los “crímenes” cometidos durante la segunda Gran Guerra en nombre de “la pureza racial”. Sin embargo, este cambio semántico no evitó, precisamente aquello que quería evitar: la estigmatiza-ción del diferente; surge entonces un segundo concepto hegemónico y legiti-mante “la etnización de lo racial”.

En Eric Wolf, la cuestión de la ideología y la dominación son diferentes a las de Briones. Puntualmente, Wolf se propone explorar las relaciones entre el mundo de las ideas y del poder. La distinción entre ideas e ideología se basa en las primeras necesitan de las representaciones públicas, mientras que las segundas necesita usarse de manera instrumental como modo de ejercer poder. El poder posee tres funciones o dimensiones que Wolf rescata, a) el poder inherente en el individuo, b) la capacidad de un ego para imponerse a un alter, c) el poder como centralizador táctico de las acciones individuales (Wolf, 2004:3). Sin embargo, existe una cuarta forma, que es la que estudia el autor, y que consiste en la relación de las estructuras y las “clases” o grupos que sirven como mano de obra en la construcción de ese poder. De esta forma, el conjunto de ideas toman forma y se articulan conformando ideología.

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ana-lizado, el autor considera que existen dos grupos antagónicos que se margi-naban mutuamente: “las viejas familias y las nuevas”. Entre ambos grupos se establecía una especie de apatía que “los más nuevos” a lo largo del tiempo parecían aceptar con resignación. De esta forma, el grupo establecido se asig-naba asimismo atribuciones superiores y prohibía el contacto con los exter-nos al grupo. La legitimidad de su hegemonía se basaba en mecanismos socia-les como el chisme cuya función era regular el tabú establecido de acuerdo a ciertos valores merito-cráticos. En otros términos, pertenecer a un grupo pri-vilegiado invoca a una solidaridad de clase basada en el sacrificio mientras ser excluido denota la falta de interés por todo lo que la sociedad considera que “en esta vida es importante” (Elías, 1998:83). De esta manera, se establece un diálogo entre dominador y dominado. El primero con miras a realzar su supe-rioridad mientras el segundo tenderá a defenderse. Elías sostiene brillante-mente que parte de las conductas, consideradas anómicas de los grupos dis-criminados obedece a la propia internalización del discurso hegemónico.

En contraposición a Elías, Riccoeur está orientado al estudio de la ideo-logía y utopía como partes componentes del imaginario social. De por sí la ideología no debe ser comprendida como un aspecto alienante o negativo de la sociedad. De esta manera, el autor define ideología como “un proceso de dis-torsiones y de disimulos mediante los cuales nos ocultamos de nosotros mismos… la ideología es entonces asimilada pura y simplemente a un engaño social o, lo que es más grave, a una ilusión protectora de nuestro estatuto social”(Riccoeur, 2000:349). Por otro lado, el autor entiende a la utopía como la contra-cara de la ideología; si ésta última es considerada una protección, entonces la utopía es “una suerte de escape o ciencia ficción” aplicada al la dinámica política. El problema que plantea Riccoeur es interesante si comprendemos primeramen-te que: la utopía es una forma de soñar la acción, y que ésta está unida a la ideología en forma inexorable.

En esta línea de análisis, el filósofo francés propone un modelo para el estudio de la ideología que puede dividirse en tres: a) la ideología como dis-torsión / estímulo, cuya función es presentar una imagen cambiada del mundo real; éste sentido de ideología es aquel que usa Marx en sus trabajos, b) la ide-ología como dominación (legitimidad), siguiendo al mismo Marx el problema se presenta en esta dimensión unidas a un grupos de intereses particulares que son impuestos de un grupo a otro a través de la retórica, y finalmente c)

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este modelo analítico, el autor establece una hipótesis por lo demás interesan-te: la ideología tiene como función última servir de enlace para la memoria colectiva, reviviendo y remodelando el acto fundador o mito de origen. En otras palabras, la ideología constituye y construye la imagen del sí mismo del pro-pio grupo.

En una de sus investigaciones de campo, Teun Van Dijk descubrió que en la mayoría de los discursos narrados por quienes eran prejuiciosos existían dos patrones que se daban en casi todas las historias: la primera era la exis-tencia de un malentendido, conflicto o discusión que exagerado llevaba al narrador a ponerse en el papel de víctima, la segunda era que en la mitad de los relatos carecían de una solución al problema. El discurso racista o discri-minatorio, en este sentido, sugiere un recurso ideológico meta-pragmático y jerárquico que legitima ciertos grupos en detrimento de otros; por el otro, presupone que el grupo privilegiado forma parte de una cosmología sagrada basada en el sacrificio y el orgullo (Van Dijk, 1997:187). A medida que un grupo forja una imagen negativa de otro, mayores son las incapacidades para definir claramente los motivos que lo llevan a esa construcción.

Según Robert Miles, por un lado, el racismo y la discriminación deben ser consideradas “ideologías” ajenas e independientes de las prácticas capitalis-tas y sus modos de producción; por el otro, como un fenómeno “contradic-torio” donde lo que es funcional para un grupo (aquel que discrimina) es pro-porcionalmente disfuncional para el otro (aquel que es discriminado). En este punto, la efectividad del estudio del problema no radica en la abstracción teó-rica sino en el análisis histórico de las dinámicas y las relaciones de produc-ción entre los grupos involucrados (Miles, 1999:100). En línea similar, Rigby demostró como los estereotipos colonialistas continúan presentes no sólo en la literatura en general sino también en el discurso científico que miran a África como lugar plagado de violencia y sufrimiento. Más en ello, los cientí-ficos sociales no examinan la intervención europea del siglo XIX sino que lo presentan como una categoría natural o cultural dada por el mismo-ser-afri-cano (Rigby, 1996).

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com-paración con el resto del mundo. Esa relación invertida intenta naturalizar por medio de la imposición hegemónica cuestiones coyunturales que hacen a lo social y político. La imagen construida de la alteridad es aceptada por los grupos “minoritarios” creando un lazo de subordinación discursivo. La cues-tión central en este autor, es cuan cerca ha estado históricamente y continúa estando “la Ciencia” de contribuir y legitimar esa supuesta “superioridad occidental” (Rigby, 1996).

RACIALIZACIÓN DE CLASE

Hace ya varios años, el fallecido J. L de Imaz llamó la atención sobre la influencia que históricamente han tenido el mestizaje étnico español y la pig-mentocracia como forma de poder en América Latina. Derribando el mito de la tolerancia española, Imaz sugiere que el militar español engendró hijos con las nativas no como una forma de aceptación, sino para generar una solidari-dad de grupo y un orden estamental subordinado al europeo cuya caracterís-tica principal de distinción era su color de piel. A diferencia de la coloniza-ción anglosajona que no demostró miscegenacoloniza-ción y a la vez exclusión étnica, o si lo hizo fue en grado menor, América Latina configuró su orden político basado en la riqueza acumulada de los grupos más claros, fenómeno que el autor (acertadamente) denomina “pigmentocracia” (Imaz, 1984). Para otros autores, el mismo vocablo se traduce como “racialización de clase”

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En contraposición, para el caso de los inmigrantes peruanos y bolivianos, Margulis y Urresti entienden que se explica por su teoría de la racialización clasista, ésta última transmitida culturalmente a través del sistema educativo. Este mensaje reivindica la cultura Europea, preferentemente angloparlante, en detrimento de lo autóctono. Para ello y como fuente histórica, se analizan las obras que escribieran en el siglo XIX pensadores como Sarmiento, Alberdi e Ingenieros. Los discursos de la generación del 37 contenían cierta admira-ción hacia lo europeo, mayoritariamente nórdico y una denostativa mirada hacia lo autóctono cuya figura máxima ha sido el mestizo o indígena. Mientras el inmigrante europeo era considerado un paladín de la civilización, laborioso, racional, ordenado e industrioso, el trabajador nativo tomaba carac-terísticas totalmente opuestas, holgazán, irracional, incivilizado, y predis-puesto al conflicto.

Utilizando la fenomenología de Schutz y Luckmann, Carlos Belvedere señala que en muchas ocasiones la discriminación no reconoce la familiari-dad con las personas que pertenecen a grupos excluidos. En toda relación social existe una “orientación ellos” abstracta e impersonal y una “orienta-ción tú” ligada a la interac“orienta-ción personal y concreta. Muchas veces, el prejui-cio puede alojarse en la orientación ellos sin ser modificado por el contacto personal que se desarrolla en la “orientación tú”. De esta forma, el contacto y la cercanía exacerban los mecanismos discriminatorios. (Belvedere, 2003:85). Las contribuciones de Belvedere al estudio del problema radican en comprender como las ideologías y los discursos se mantienen intactos duran-te un largo tiempo y son reaplicados a lo largo de todo el duran-tejido social. En localidades del sur de Argentina se han hecho estudios comparativos sobre la integración chileno-argentina. En concordancia con Mirtha Lischetti (2005), la antropóloga Verónica Trpin encontró que en el barrio Perón en Río Negro, los hombres chilenos reclamaban ser objetos de discriminación apelando a la construcción étnico-nacional mientras que las mujeres reivindicaban su per-tenencia nacional a través del contacto y la interacción con otras mujeres argentinas del mismo barrio. En este punto, la integración, señala el autor, está también sujeta a una cuestión de género y de contexto social. (Lischetti, 2005) (Trpin, 2006:349).

LA IMPORTANCIA DE LO VISUAL

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sujeto-objeto de la persona consigo misma y con el mundo social, pero la reflexibilidad estética y hermenéutica presupone una persona que es al propio tiempo ser-en-el-mundo” (Lash y Urry, 1998: 18). Según esta perspectiva, existe una sobreex-posición del signo sobre el espacio y el tiempo cronológico que desterritoria-liza las relaciones sociales.

El mismo argumento es respaldado por Paul Virilio quien sostiene que el mundo social se encuentra subsumido por la hegemonía de lo visual. En con-secuencia, en El Arte del motor, Virilio sostiene que los medios masivos de comunicación industriales ejercen un poder sobre la población en general que raramente puede ser controlado. Cualquier intento por censurar la información transmitida por estos medios es vano, como así también las omisiones en las cuales estas grandes cadenas comerciales caen para modelar la opinión pública acorde a sus intereses. En uno de sus párrafos el autor dice “cuando la cuestión no consiste tanto en saber a qué distancia se encuentra la realidad transmitida, sino a qué velocidad viene a mostrarse su imagen sobre nuestras pantallas, es posible preguntarse, en efecto, si los medios industriales no alcanzaron un umbral de tole-rancia que sería menos deontológico que etológico“ (Virilio, 1996: 17).

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sujetas a experimentar excesos en comparación con las nómades. Los medios masivos de locomoción han aumentado el tiempo ocioso de los hombres modernos, lo han inmovilizado en su estar; éste tiempo se ocupa por una vir-tualidad localizada en un espacio físico (Virilio, 1996: 167).

Por el contrario, para H. Belting la imagen debe comprenderse dentro del contexto en el cual está inserta. Si bien este autor reconoce que la imagen puede ser producida por el cuerpo, o simplemente por la imagen misma, de ninguna manera se puede afirmar que la virtualidad ha de reemplazar a la cor-poreidad visual. De hecho, ambas coexisten simultáneamente en nuestra vida social (Belting, 2007). Podemos asistir a ver un largometraje el cual proyecta una imagen producida por un medio virtual pero también como cuerpos vivientes emitimos nuestra propia imagen que el otro capta de nosotros. Por lo tanto, parece algo innegable que los medios de comunicación masiva trans-miten cierta iconografía que puede condicionar su conducta, empero de nin-guna manera se puede afirmar que la imagen subvierta la realidad.

EL COLOR DE OJOS

Como ha sido mencionado en la introducción, existe una tendencia en cier-tos padres a desear que sus hijos tengan ojos de color con preguntas clásicas como ¿a que edad le cambian de color los ojos?, o ¿tendrá mi hijo ojos cla-ros?. Al respecto, Clau, en el Foro de Yahoo escribe: “Hola les cuento q tengo mi beba de 6 meses nació con ojos color azul su papa tiene ojos color azul y yo marrones ahora con 6 meses ella tiene ojos claros color gris cual es el color defi-nitivo”. A este pedido, otro usuario Karysaen responde “Mi hija nació con los ojitos grises, después a los 3 meses se le veian un poco azules, desde los 6 meses y hasta ahora con 9 meses los tiene de un tono verde aceituna y cuando llora se le ven mas claros, como grises”.

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En el Foro de Yahoo, Paola enfatiza “mi bebé tiene 3 meses y en este momen-to sin luz sus ojos se ven grises verduzcos, a la luz del sol se ven completamente verdes con rayos color miel al rededor del iris, saben de que color le quedaran los ojos, alguno con un hijo que tuvo los ojos así? mi papa tiene los ojos verdes azu-lados y al rededor del iris amarillo, y mi mama y mi suegro tienen los ojos al rede-dor del iris café y en la parte externa verdes, creo que son ojos pardo... pero mi suegra, mi esposo y yo los tenemos marrones.... alguno con un caso similar? como les quedaron los ojos al final? gracias por su ayuda!”. La preocupación de Paola no parece estar vinculada a ninguna enfermedad ocular congénita sino sim-plemente al color de iris de su bebé. Más aún, incluso utiliza el vocablo ayuda en su angustia de no saber el color definitivo de ojos del lactante. Recurriendo a los antepasados, se observa un deseo manifiesto a que su hijo/hija conserve los ojos claros. La claridad en su bebé reivindica la clari-dad en su línea genética (linaje).

Mensajes como estos pueden encontrarse en cualquier sitio en la Web o salas de Chat. Por una cuestión de tiempo y espacio no se expondrán todos. No obstante, en todos ellos se vislumbra una necesidad imperiosa por saber el color de ojos de sus hijos, un deseo inmediato a que ese color sea verde, azul o gris, y por último una búsqueda en los familiares que explique genéti-camente el color de ojos del bebé. No basta con llevar ojos de color sino que este signo debe estar fundamentado por una tradición genética de familiares o antepasados (padres, abuelos y tíos) configurando así algo más que una racializaciòn de clase como sugerían Margulis y Urresti, sino “una genealogía pigmetocrática”. En Argentina como en el resto de Latinoamérica el color de ojos mayoritario de la población es el café o marrón. Al margen de la “pseu-do europeidad” que reclaman algunos intelectuales, “los ojos claros” son minoría. Particularmente, esto los predispone a ser más deseados por todos los grupos sociales como una forma de asenso social. Los estereotipos fijados por la creación meta discursiva de un orden político basado en el pigmento se refuerza por medio de las campañas publicitarias de pañales, leches y pro-ductos para bebés que enfatizan pictóricamente la superioridad de lo claro sobre lo oscuro. De ello me ocuparé en la siguiente sección.

LA PUBLICIDAD Y LOS ESTEREOTIPOS

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prejuicio. Si una persona es capaz de rectificar sus juicios erróneos a la luz de nuevos datos, no alienta prejuicios. Los prejuicios se hacen prejuicios solamente cuando no son reversibles bajo la acción de conocimientos nuevos” (Allport, 1977:24).Los estereotipos son comúnmente transmitidos por varios canales que hacen a la socialización del niño como ser la televisión, la publicidad, la escuela e incluso la propia familia. El estereotipo como categoría cognitiva tiene la función de hacer nuestro entorno entendible. No obstante, bajos cier-tas circunstancias es proclive a generar discursos específicos con respecto a determinado tema.

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En la fotografía segunda puede notarse un niño jugando al aire libre inocentemente con un perro y dos pollitos. Bajo el eslogan “un pañal especial para cada fase de su desarro-llo”, su cara sonriente esboza cierta ternura. De piel blanca, cabello rubio y ojos azules esta criatura sintetiza todo lo ex -pues to en el presente artículo. La ingenuidad propia de quie-nes se consideran a ellos mis-mos “buenos” se ve asociada a la “alegría” de quienes están en esta etapa del crecimiento; to -do esto envuelto bajo el este-reotipo de la “claridad” la cual conlleva un código específico de visualización bipolar; se es claro o no se es. Asimismo, los actores parecen encontrarse en un lugar segu-ro, el cual evidentemente contrasta con la inseguridad propia de la oscuridad. No es extraño ver en otras campañas vinculadas a la delincuencia o a la segu-ridad personal personajes morenos que intenta violar la paz y la armonía del hogar. Discursivamente hablando, la claridad amerita ser protegida (como el niño mismo) a la vez que la maldad atenta contra la ingenuidad y la alegría. En un contenido transversal, asociamos (entonces) claridad, alegría e inge-nuidad a un mismo grupo étnico (Blanco Europeo dominante) y lo contrapo-nemos a oscuridad, tristeza y maldad, atributos que inconscientemente asig-namos a otro grupo (Mestizo dominado). La contraposición binaria de ambos códigos obedece a la comunicación misma en el sentido de N. Luhmann, ya expuesto en otras secciones.

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en raras ocasiones un grupo intentará eliminar al otro. Ambos se necesitan para retroalimentar la relación simbólica entre dominador y dominado.

Siguiendo este argumento, la violencia, anomia y el crimen son aspectos atribuidos por los grupos centrales que hacen a la identidad de los grupos periféricos. El cariño entre padres e hijos, parece no ser necesariamente una realidad de las clases privilegiadas, pero si se presenta en la publicidad como un pre-requisito a la felicidad y a la humanidad. Sobre aquellos que no forman parte del grupo elite cae el estigma de la culpabilidad. En otros términos, un sentimiento que es forjado en las clases altas y señala con el dedo a quienes “por la voluminosa cantidad de hijos que tienen” se ven privados de la felici-dad material que promueve el sistema económico. El discurso de “son pobres porque tienen muchos hijos” legitima las propias prácticas de exclusión del colectivo que mantiene el poder. Trastoca no sólo los valores culturales sino además cambia el eje de la responsabilidad y los hace en el sentido de Zizek ideológicamente culpables de su propia situación. Podemos seguir

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do fotografías hasta el hartazgo mas en todas ellas veremos características similares a las expuestas hasta el momento. Lamentablemente, un tema del calibre y la importancia de la discriminación y los estereotipos aplicados a la publicidad infantil continúa poco explorado en la literatura especializada.

A. Jauretche, denostado injustamente por los círculos intelectuales argenti-nos, varios años atrás había confirmado el auto-desprecio de ciertas clases argen-tinas sienten con respecto a lo autóctono, lo mestizo y lo oscuro a favor de una europeidad alienante. En este esfuerzo, los diferentes regimenes que gobernaron el país desde la generación del 37 han hecho todo lo posible para borrar la ima-gen del indíima-gena del imaginario colectivo. Enfatizando en las raíces europeas y en la migración masiva del siglo XIX y principios del XX, se ha creado una falsa imagen de la identidad nacional. Este hecho explica según el autor, “el atraso económico argentino” y la configuración de un orden que desprecia su propio ser (Jauretche, 1968). Con una historiografía que combina serios problemas metodológicos con una interesante sensibilidad social, Jauretche busca una explicación para el comportamiento de la aristocracia argentina.

CONCLUSIONES

En la antigüedad clásica, si bien las mujeres romanas aristócratas recurrían a las pelucas germanas como signo de vanidad y estética, la realidad es que por carentes de escritura los germanos (mote acuñado por César y que compren-día varias tribus) ocupaban un papel secundario en la conformación política de Roma (Robert, 1992) (Paoli, 2007). Considerados “salvajes” por sus cos-tumbres, las tribus nórdicas se constituían a sí mismas como un grupo excluido de la civilidad romana. Toda la maquinaria iconográfica romana expresaba en imágenes, obras arte, esculturas, monedas los estereotipos de aquella socie-dad con sus prejuicios y sus límites de clase la propia constitución antropo-mórfica del ser-romano y del vestir-romano. No obstante, en la actualidad las cosas han cambiado un poco. Son precisamente, los germanos aquellos que ocupan la cima de la sociedad industrial y condicionan por medio de la importación cultural las prácticas e ideas de los llamados países periféricos.

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y seguridad entre otros mientras la oscuridad adquiere categorías semánticas opuestas. Para los padres, que sus hijos tengan ojos “claros” o cabellos “rubios” re-significa una necesidad de asenso social abstracta. Por lo pronto, no cobra-rán un canon adicional por traer a la vida a un hijo rubio, pero los acerca más a las características de los grupos dominantes reforzando (de esta manera) el auto-desprecio por sí mismos.

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Foro Femenino. URL. http://foro.enfemenino.com/forum/matern2/__f93545_matern2-Cuando-se-define-el-color-ojos-bebe.html. TITULO: CUANDO SE DEFINE EL COLOR OJOS BEBE?

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Referencias

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