• No se han encontrado resultados

ESTUDIO DE GALATAS Por: Rubén Álvarez Justificación por la fe

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2022

Share "ESTUDIO DE GALATAS Por: Rubén Álvarez Justificación por la fe"

Copied!
6
0
0

Texto completo

(1)

ESTUDIO DE GALATAS

Por: Rubén Álvarez

“Justificación por la fe”

Introducción

Gálatas 2: 11 “11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”

El apóstol Pablo ha narrado como recibió el evangelio de Jesucristo a través de revelación del Espíritu y no porque alguien más se lo hubiera compartido; y además también describió como desde su primer viaje misionero tuvo grandes problemas con los judios ya convertidos a Jesús, quienes, de buena fe, querían enseñar a los gentiles sobre la ley de Moisés y les querían obligar a circuncidarse para poder ser salvos.

Una gran discusión que avanzó hasta contienda sucedió en la iglesia de Antioquía entre el apóstol Pablo y Bernabe por una parte y los judios cristianos que habían llegado a aquella ciudad y habían enseñado a judaizar a los gentiles. Este gran conflicto motivó que el apóstol Pablo fuera a Jerusalén, donde estaban los apóstoles de Jesús para dirimir el conflicto delante de ellos.

Durante aquella reunión, llamada el Concilio de Jerusalén, los fariseos que se habían convertido al cristianismo discutían fuertemente defendiendo que todos los gentiles conversos a Cristo debían ser enseñados en la ley de Moisés y ser circuncidados; mientras que el apóstol Pablo mantenía la defensa de la gracia por la fe en Cristo Jesús. La discusión avanzaba como había sucedido en Antioquía, hasta que el apóstol Pedro se levantó y habló de lo que había sucedido cuando él fue a ver un hombre gentil por instrucción del Espíritu Santo, este hombre se llamaba Cornelio quien había juntado a su familia y amigos en su casa para escuchar a Pedro, y este cuando apenas estaba predicando a Cristo en su casa, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que estaban en la casa de la misma forma que había sucedido en aquel apostento alto el día de Pentecostés.

(2)

Cornelio, su familia y sus amigos recibieron al Espíritu Santo y hablaron en lenguas, dándo Dios un testimonio perfecto de que no era necesario estar circuncidado, ni conocer la ley de Moisés para ser salvos y recibir el testimonio del Espíritu Santo.

Dijo Pedro:

ninguna diferencia hizo (Dios) entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones

Así que podemos comprender que el único requisito para ser llenos del Espíritu Santo es un corazón puro, y esto solo se consigue a través de la fe en Cristo Jesús.

Por lo cual no es necesario hacer ningún acto ritual, ni seguir ninguna ley para ser salvo.

Con estas palabras, la discusión terminó en el Concilio de Jerusalén, determinando los apóstoles que de ninguna manera se molestara a los gentiles obligándoles a circuncidarse, ni enseñarles la ley de Moisés. Gran victoria para la gracia de Dios en Cristo Jesús aquel día.

Pero la esencia del problema continuaria.

DESARROLLO

1. Pedro en Antioquía / Agradando a los hombre o a Dios.

Entonces el apóstol Pablo narra que Pedro mismo fue a la ciudad de Antioquía para visitar a la incipiente iglesia que se desarrollaba en aquella ciudad, y como convivía y comía con todos los gentiles sin mayor preocupación, hasta que llegaron visitantes judios a la iglesia y entonces Pedro cambió su forma de ser y empezó a apartarse de los gentiles y ya no comía con ellos.

El apóstol Pablo se dio cuenta de ello y lo llama de esta forma: “Simulación e Hipocrecía”. Dice que era de “condenar” lo que estaba haciendo, además arrastraba con su actitud a otros a la misma simulación.

Con esta condenable actitud, Pedro estaba contribuyendo a una división dentro de la iglesia: Por una parte los judios circuncidados, que observaban las leyes de Moisés y por la otra los gentiles creyentes, ignorantes de la ley, que comían comida prohibida por la ley de Moisés y que no guardaban sus reglamentos ni sus leyes.

Esta división tácita dentro de la iglesia motivaba a los gentiles a judaizar si acaso querían entrar en el círculo de los “rectos”. Así que, ya no de palabra, sino de hecho, los gentiles nuevamente estaban siendo presionados a judaizar. Lo que resulta irónico es que la misma persona que dio fin a la discusión en el Concilio de Jerusalén con su testimonio y con ello defendiera a la gracia de Jesús, fuera la misma persona que ahora con su simulación presionara a los gentiles a judaizar.

Así que el apóstol Pablo, no cabe duda que dirigido por el Espíritu Santo, públicamente le llamó la anteción al apóstol Pedro, dejando ver que antes de que llegaran los visitantes judíos comía y bebía junto con todos los gentiles y se comportaba como uno de ellos, pero una vez llegados los visitantes se retraía de todas esas cosas. ¡Puff!, puedo imaginar la tensión de aquel momento. Nada menos que un

(3)

apóstol de Jesucristo que no conoció fisicamente a Jesús ni convivió con él, regañaba públicamente a uno de los apóstoles considerados como columnas de la iglesia.

Y es que de repente, agradar a la gente resulta conveniente para ser respetado y gozar de cierta reputación y popularidad. Pero el apóstol Pablo ha declarado claramente:

Galatas 1: 10 “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”

Escucha bien lo que el Espíritu Santo inspiró a Pablo a escribir: Si yo agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. No puedes intentar servir al Señor agradando a los hombres.

Si tu estás preocupado por agradar a tus amigos de la escuela para ser incluido en su círculo social y entonces partipas con ellos en sus formas, sus dichos y sus intereses jamás podrás ser un siervo de Jesús. Si quieres agradar a tu familia para que te acepten y seas respetado y querido por ellos y entonces participas de su manera de ser y creencias, entonces no podrás ser un siervo de Cristo. Si quieres agradar a los religiosos que siempre juzgan a todo mundo dentro de la iglesia y participas en sus pláticas de juicio y aprendes sus formas y quieres hacerte muy escrupuloso como ellos lo son, entonces jamás serás un siervo de Cristo.

¿Quiéres ser un siervo de Cristo? Entonces busca agradarle a Él y nada más.

Represántolo correctamente, hablando lo que Él dijo y no tus opiniones personales;

levánta Su nombre con tu ejemplo a todos los demás, aunque no les agrades.

2. Justificados por la fe.

15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado

Entonces el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribe en su carta a los Gálatas lo que sería uno de los pilares más importantes de la fe en Cristo Jesús.

Si nosotros siendo judíos, dice Pablo, y no pecadores como los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley sino por la fe en Jesucristo, también hemos tenido que creer en Él para ser justificados, entonces no hay lugar para divisiones.

Veamos a detalle esta declaración del Espíritu Santo:

a) Es necesario creer en Jesucristo para ser justificados.

La primera afirmación que podemos encontrar en esta declaración es que solo por la fe en Cristo es que podemos ser justificados. Pero, ¿qué significa ser justificados? Bueno, la justificación es como lo que hacemos en una escuela cuando faltamos por causa de enfermedad. Llevamos la receta médica como un justificante

(4)

para que la falta no cuente. En realidad si existió la falta, sin embargo no contará para lo que estipule el reglamento vigente de la escuela.

La justificación es pasar de un estado de injusto a justo. Dice la Palabra de Dios que no hay justo ni siquiera uno

. Romanos 3. 9 “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. 10 Como está escrito:

No hay justo, ni aun uno;

11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.

12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Por lo tanto todos entramos en el estatus de “injustos”, pues todos hemos pecado. Este espantoso estatus de “injusto” nos deja fuera de la vida eterna, de la comunión con Dios y de la bendición. La paga del pecado es muerte, por lo cual, si no hay justo, ni aún uno, entonces todos, bajo el estatus de “injustos” solo tienen una expectación de muerte.

Pero la justificación es pasar de ese estatus de “injusto” al de “justo”

presentando nuestro justificante: El sacrificio de Jesús en la cruz. La fe en ese sacrificio, nos justifica delante de Dios para que no seamos más vistos como “injustos”.

Por lo cual, si el estatus ha sido cambiado por la fe, entonces ahora tenemos un estatus de “justos”, de forma tal que recuperamos el derecho a la vida eterna, a la comunión con Dios y a la bendición.

Así lo dice la Palabra de Dios:

Romanos 5: 1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Esta justificación nos pone en una posición de “justos” delante de Dios, no hay ninguna reclamación de Dios para nosotros, hay paz para con Dios. Es la justificación por la fe, nuestra entrada a la gracia de Dios.

b) Nadie es justificado por las obras de la ley

La siguiente contundente afirmación que podemos hacer a partir del texto escrito por el apóstol Pablo es que ninguna persona podrá hacerse pasar por justa delante de Dios a través de la ley de Moisés.

Nada en la ley de Moisés es capaz de cambiar el estatus de una persona de

“injusto” al estatus de “justo”.

Llevar en sus propios cuerpos la señal del pacto de la circuncisión jamás pudo hacerlos pasar como “justos”, el sacrificio de los corderos para redención de los pecados era solo una medida temporal que apuntaba a Jesús, pero nunca los pudo

(5)

hacer “justos”. Seguir todas las tradiciones de fiestas solemnes tampoco pudo transferir a nadie de un estatus de “injusto” al de “justo”.

Mucho menos el intentar seguir cada una de las leyes a pie juntillas podría hacer que una persona fuera catalogada como “justa”, ya que la misma Palabra de Dios ha declarado que no hay nadie bueno que jamás haya violado alguna ley, que jamás haya hecho algo contrario a la Voluntad de Dios.

Muchas personas confían en que haciendo las obras de la religión que profesan será suficiente para estar bien con Dios. Hoy día la gente bautiza a sus niños para que les saquen al demonio, toman una ostia pensando en que eso es la comunión con Dios, rezan oraciones repetidamente creyendo que con eso serán escuchados, participan en largas peregrinaciones intentando con ello agradar a Dios, rezan delante de diferentes estatuas pensando que serán confiables intermediarios delante de Dios. Todas estas obras contemporáneas tampoco tienen ningún poder para justificar a alguien delante de Dios.

Es por eso que Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie puede venir al Padre si no es por mí”. Jesús es la única opción, el único camino de salvación para el hombre; quien lo rechaza queda a merced de su suerte en este mundo, sin esperanza de vida, con una horrenda expectación de muerte.

3. Purificados por la fe.

Gálatas 2: 17 “Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”

¿Cómo es que entonces alguien que ha creído en Cristo Jesús pueda ser hallado pecador? Una pregunta muy importante para todo cristiano.

La respuesta es sencilla: Si las cosas que destruí en mi vida a causa del evangelio, como las costumbres que hablé hace unos momentos de rezar a los santos, de buscar agradar a Dios a través de mi propio sacrificio, de intentar ser bueno por seguir reglas establecidas por hombres, etc.; las vuelvo a edificar, si regreso a esas cosas, entonces me hago transgresor.

Quien ha tenido fe en el sacrificio de Jesús y por ella ha sido justificado y ha entrado en la gracia de Dios, es una persona que ha muerto a su pasado de pecado juntamente con Cristo, pero que juntamente con Él ha resucitado; para que ya no sea la misma persona sino que Cristo sea formado en él o ella. Lo que ahora vivimos en la carne, es necesario vivirlo en la fe de Cristo.

(6)

Termino diciéndote: “No deseches la gracia de Dios”. Cualquiera que busca un camino alternativo para “ser justo” esta desechando la gracia de Dios en Cristo Jesús.

4. Ministración.

De “injusto” a “justo”

Entrada en la gracia Desechar obras religiosas

Referencias

Documento similar

La metodología de investigación empleada fue del tipo experimental. población en proceso de evaluación judicial). Los sujetos de la muestra en evaluación de custodias

[r]

Junto con el conocimiento de la Palabra de Dios que da forma a nuestra fe en Jesús, también se necesita el poder del Espíritu Santo que da vida a nuestra fe, para cambiar la

Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el Espíritu de Dios, reci- bido en el corazón por la fe, es el principio de la vida eterna” (¡Maranata: El Señor viene!, p.

Gastos derivados de la recaudación de los derechos económicos de la entidad local o de sus organis- mos autónomos cuando aquélla se efectúe por otras enti- dades locales o

1. LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES.—2. C) La reforma constitucional de 1994. D) Las tres etapas del amparo argentino. F) Las vías previas al amparo. H) La acción es judicial en

16 Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, 17 para que por fe Cristo habite en

Volviendo a la jurisprudencia del Tribunal de Justicia, conviene recor- dar que, con el tiempo, este órgano se vio en la necesidad de determinar si los actos de los Estados