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Barro itinerante

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Academic year: 2020

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(1)Universid ad de los Ande s Dep artamento de Arte s y Hum anidade s Facultad de Arte. Trabajo de gr ado par a optar por el tí tulo de: Maestro en Artes Plástic as. barro itinerante. Presen tado por : André s Sp ath Bo tero. Dirigido por : Mari a Cl ara Bern al Jaime Iregui. Universid ad de los Ande s Bogotá, Enero de 2005.

(2) barro itinerante contenido Presentación. 3. Así metimos las m ano s en ba rro. 7. barro en acción. 11. Materiales y sus procedim ientos. 17. Que me llevó a ba rro. 20. barro h acia el f uturo. 25. Prim era jornada de ba rro itinerante. 28. Apendice1: Memorias de barro. 33. Bibliograf ía. 47 2.

(3) Presentación. Un año atr ás m is herm anos y algunos amigos nos asociam os y reunim os fuerzas par a conseguir los recursos necesarios y m ontar nuestro taller de cerám ica. ba rro es el producto de esta asoci ación, un taller que com enzó con el proceso de nuestr a investigación sobre las herr am ientas. El tr abajo en conjunto con el apor te que c ad a uno ha podido brindar desde su disciplin a nos h a perm itido revitalizar un esp acio propicio par a tr abaj ar l a cer ám ica. Recuper am os una con strucción casi terminada que fue concebida en un com ienzo para unas pesebreras; esta ya con p aredes y techo , representab a un e sp acio ideal par a el taller considerando sus c aracterísticas arquitectónicas (proceso que ser á n arr ado detall adamente más adelante).. Este te xto busc a ilustr ar de algun a maner a el proceso que se ha llevado a c abo, par a com enzar voy a e xplicar el surgim iento de barro como proyec to c olectivo de 3.

(4) infraestruc tura situánd olo en el c onte xto en que se desarrolla p ar a luego entrar a explicar en que consiste barro itin erant e, una activid ad que con sti tuye mi apor te en l a investigación que re alizamos como grupo.. El objeto de barro itinerant e es perm itir al público el acercamiento con los materiales y procesos de la cerámica, invitando a las personas a p articipar en l a experimentación . Más adelan te en el te xto quiero introducir al lector a los m ateriales b ásico s y su s procedimientos en la cerám ica, par a facilitar la comprensión de las reflexiones que le siguen sobre l a experienci a del proceso que hemos llevado, finalizando con un a mirada h acia el futuro, l a proyección de barro.. Acercándonos a un mundo labor al liderado por el in terc ambio monetario, el m otor que no s ha impulsado a h acer n acer el taller, ha sido l a necesid ad de reflexion ar y redondear un proyecto de vid a; el arte debe fund am entarse e n l as b ases mismas de nuestra proyección haci a el futuro , pues de su huella seremos resp onsables y sobre esta se construirá. De la necesidad de crear una plataform a desde la cual se pued a seguir experimentando y d ando forma a las ideas, nace l a idea de hacer un taller, un proyecto de infr aestructura. Un ar quitec to, dos an tropólogo s, dos ar tistas y un diseñador comp artimos el taller pero nuestros in tereses no siem pre coinciden; por esta razón organiz amos un equipo de inve stigación y com par tim os nuestros avance s con el fin de enriquecer nuestr as m aner as individu ales de ver el proyec to.. Uno de los propósitos de ba rro es convertirse en un centro de inve stigación sobre algunos proceso s relacionados con el fuego: cerám ica, joyería y vidrio. El espacio se 4.

(5) está diseñando con el ánim o de poder prestar algunos ser vicios a quienes desarrollen estos temas y p ar a quienes quieren aprender so bre estos proce sos; en ese sen tido barro itinerante bu sca ser un acercam iento inicial que fije la atención en el materi al. Se están adelan tando algunas investigacione s con el grupo de tr abajo: los diferente s hornos que se h an estudiad o y fabric ado, las técnicas de dec oración tradicionale s en Colombia con el fin de apro vechar los materiales que la n atur alez a m isma no s ofrece , y los diferentes usos que tiene l a cer ám ica en l a jardinería y en el desarrollo del p aisaje urbano .. Com o últim o tr ab ajo en la etapa universi tari a, e ste está ligado al futuro, pues su proyección va m ás allá del ámbito académico, este taller es par te de un pl an de vida, el inicio de una b ase firm e par a que las ideas se pued an producir . La universid ad le brinda al estudi ante las herram ientas par a desarrollar sus ide as mientras este realiz a sus estudios, pero esta etap a es tam bién para conocer y fam iliarizar se con los procesos y materiales, con el fin de tener l a maner a de elegir y de sempeñarse e n uno u otro campo. ba rro es fruto de la proyección haci a el futuro de los in tegr ante s del equipo de tr abajo y es reflejo de nuestr a búsqueda por desarroll ar un lengu aje.. Todas las implicaciones que tiene el m ontaje de un taller solo se hacen visibles en l a práctic a, y es la e xperim entación la que consolida el conocimiento duran te el aprendiz aje, la experienci a h ace tangible lo que hem os aprendido. El proceso educati vo al cu al somos sometidos desde un a tempran a edad, tiende a volver se a través de su s e tap as c ada ve z m ás i n vesti gati vo . La en señ anz a gir a e n tor no a l a 5.

(6) apropi ación de un m étodo , hacer las diferente s lectur as de l a información y llegar a un resultado . Hasta aquí el carácter obje tivo juega un papel importante , pero en l a apropi ación de la lectura que se ha hecho , la subjetividad e s l a fuerza cre ati va potencial que percute en el entorno. La interpretación de la inform ación es el momento en que se acum ula ésta fuerz a potencial cre ativa; la e xpresión de esta subjetividad es el hacer de este pensamiento y es éste h acer el que realm ente incide sobre las cosas.. La manera de aprender éste proceso de in vesti gación par a llegar a un resultado , es a través de l a repe tición rutin aria del procedimiento con un tema u o tro, que r ar a vez llegan a m adurar debido a los cortos periodo s de tiempo en los que se realizan . La tesis por el con trario sí presenta una opor tunidad p ar a emprender un proyecto con mayor profundidad , un proyecto en l a últim a e tapa que sirva de tr an sición a l a siguiente, enfrentar se nue vam ente al arte busc ando un sen tido proyectado h aci a afuer a de la institución y de la ac ademia, poner un a bol a a rod ar e ir abriendo cam ino.. 6.

(7) Así metimos las manos en barro. La transformación de un lugar a p artir de una ide a im plica que el lugar tr ansform e así mismo la idea. En el libro La Caverna, del escri tor José Saram ago relata l a vida de unos person ajes que se dedican a la alfarerí a en un m undo donde el trab ajo artesan al cad a vez es m enos apreciado, el comprador es un gigante centro comercial y la alfarerí a en las afuer as de la ciudad lucha por mantener su producto, el libro muestra un panoram a de l a situación de e ste oficio en la tendenci a comercial e industrial del mundo actual.. El autor expresa una si tuación con respec to a l as ideas y los procesos que llevam os a cabo en nue str as vidas: “Empezar por el principio, com o si ese principio fuese l a punta siempre visible de un hilo m al enroll ado del que basta tir ar y se guir tirando par a llegar a l a otr a punta, la del final , y com o si, entre l a primera y l a segunda, hubiésemos tenido en las m ano s un hilo liso y continuo del que no ha sido preciso deshacer nudo s ni desenredar m ar añas, co sa imposible en la vid a de los o villos y, si o tra frase de 7.

(8) efecto es perm itida, en los ovillos de l a vida.¨ 1. Par a el alf arero de l a histori a, el com ienzo de una nueva etap a de cre ación que ocasion aron un as figurillas, er a tan confuso como lo er a el re sultado que estas tendrían e n el cen tro donde las com prarían ; a pesar de la poco afortun ada rece pción de los cliente s, el cam ino and ado , las figuras cocinad as y las que faltab a por cocinar fueron elem entos clave s par a que don Cipri ano Algor, el alfarero, aclarar a su destino cuando decidió abandon ar de nuevo la ciudad par a volver a su hogar , con su nuevo amor, su nuevo destino. ba rro que tiene com o uno de sus pr opósitos re vivir un esp acio , debe estar a su vez abierto a que el esp acio mismo enriquezca tam bién l a ide a, es la mism a búsqued a la que va abriendo c amino, a medida que hemos arregl ado el esp acio hemos encontr ado materi ales que nos han tr aído nue vas ideas. Las cosas que confrontamos son las que nos brindan soluciones.. Par a c o m p re n de r e l im pac to qu e p u ed e te ne r e l pr o ye c to en la r egi ón , ne c esi t am os ve r m as all á de la experienci a person al o grupal de construir un espacio -herr am ienta. Por f alta de presupuesto y d ado el interés de aventur ar se en l a más profunda inve stigación de l a cer ám ica, fue necesario construir con nuestr as propias manos un horn o; núcleo b ásico de un taller de cer ámica. La ayud a de alguno s vecinos fue indispe nsable, con ellos iniciam os un reconocimiento tan to cultur al como geográfico de su tr adición e n l a alfarerí a c on el fin de conocer un poco sus relacione s con la cer ámica y las expectati vas de la c om unidad hacia esta técnica. Como no s expresa Manuel de Oliveira en su texto Proy ectos cu lturales y sus cont extos: “entendem os l a. 1. Saramago, José. La Caverna . 2000 Santillana Ediciones G enerales S,L. Madrid .pg.87.. 8.

(9) creatividad y el arte como hechos soci ales que se desarroll an en el seno de una com unidad, tal vez te ndríamos que repensar el/los contexto/s que le/s es/son propio/s al arte y la cultura.”2 El contexto es insepar able del proyecto puesto que las limítrofes y m otivaciones así com o el impacto de un proyecto está directam ente relacionado con el ámbito en el que se desarrolla.. La región de Guatavita hasta h ace tres déc ad as c onstituía un o de los merc ados más importante s de l a región , el valle que fue inund ado por la represa de Tom iné era fértil y contaba con una tr adición artesan al m uy fuerte especialmente en el tejido. La cerámica no tan po pular como los textiles se producí a en al gunos talleres de fam ilia. Los textiles sobrevivieron d ado que las ovejas podían se guir pastando en las laderas, pero la inundación c atastrófic a par a el mercado (esta vez provoc ado a concienci a por el estado), inundó los pocos hornos y l as m ás grandes minas de gred a que había en l a región; aun cerc a de Guasc a qued an algunos de los talleres de aquella é poc a. En el pueblo nuevo de Guatavita se construyó un taller que inicialm ente lo administró una cooperativa, esta quebr ó y posteriorm ente fue alquilado sin dar mejores resultados. Hoy en dí a el taller no está totalmente en funcion amiento y debido a esta crisis, algunas f am ilias com enzaron indepe ndientemente a organiz ar sus talleres en c asa.. El surgimiento del taller ha estado estrech amente ligado a la po blación de l a vered a de Ch aleche, a unos ocho kilómetros al norte de Guatavita, sin em bargo por el largo proceso que conlleva el montaje de la infraestructura p ar a el mínimo funcionam iento 2. Oliveira, Manuel . Proyectos Culturales y sus Contextos. Debat e por intern et en Es fera Publica el 22 de abril, 2002 . www.geo cities.com/laes ferapublica . Manuel Olivei ra es el director de El. 9.

(10) del espacio, hasta este momento la particip ación de la comunidad no había llegado a ser directa. Los prim eros acerc amientos con los vecinos fueron de manera espon táne a con algunos individuos: Do n José el mae stro de obr a que nos ayudó a construir el lavadero y que se com prometió a explicarnos algunas bases de construcción , Efraín dueño de las l ader as do nde se h a extr aído l a arcilla de las prim eras prueb as re aliz adas, Cecilia la se ñor a de la tienda de postres que quiere aprender cerám ica par a incluir dentro de su surtido de postres alguno s tiestos de barro , y por ultimo la asociación de señoras arte san as de Ch aleche que nos han orientado sobre las tende ncias y dinám icas de trab ajo que m anejan en l a cooper ati va.. Debido a que el taller se encuen tr a en su primera etapa, los esfuerzos se han concentr ado en l a con strucción de las herr amientas y l a e xperimentación con lo s materiales. La red de pruebas e s uno de los objetivos en el m om ento así como el de com enzar a con struir lo s l azos con la com unidad. Así pensam os e n un a ac tividad que se preste par a l a socializ ación del taller en las veredas y otros con textos, que a su vez sea acerc am iento con el m ateri al y sus proceso s. Las pruebas como evidencia de lo s procesos y materiale s pueden ser el lugar en que convergen los dos objetivo s, por un lado la particip ación en l a experimentación puede ser una experienci a significati va par a el público y a su vez el aporte que esta inici ativa pública ofrece e s l a variedad de resultado s e interpre taciones que son significativas tam bién par a el taller.. Hangar, centro de producción d e artes visuales y el ectrónicas d e Barcelona, España.. 10.

(11) barro en acción. Par a ponerle nombre propio, he llamado a esta actividad “ba rro itinerante” , pensando que su alcance no se limite a Gu atavi ta u otro contexto , sino que pued a circular y adaptar se a diferen tes lugare s y gente. Acomodando un e spacio se gún el lugar d onde se realice la ac tividad, se en tregará al par ticipante un pl ato pe queño cocin ado anteriormente p ar a que en el se acom oden los m ateri ales con lo s que el par ticipante quiera experim entar. En l a siguiente m esa estarán dispuesto s varios m ateri ales sugeridos: fundente s, vidrios, pun tillas y otro s objetos m etálicos, tierras y óxidos de algunos metales; considerando la posibilidad de que el participan te tam bién sugiera algún m ateri al. Junto a esto s ingredientes que se proponen se com entarán algunos de sus patrone s b ásico s de comportamiento en la com bustión. A medida que se van prepar ando los platos, estos se c olocan den tro del horno en forma de torre h asta llenar el horno o completar el dí a y som eter los experimentos a la cocción final .. 11.

(12) Com o cuerpo p ar a experim entar se di señó una unidad form al a p ar tir de módulos que sir va como recipiente vacío par a l a particip ación. Cad a uno de esto s m ódulos ser á expresión tanto del taller como de los particip ante s, y la unidad de estos fr agmento s es fruto de la colectividad. Inspirado en los recipientes pe queños con forma de plato usado en los lab oratorios quím icos par a re aliz ar e xperimentos, se han el abor ado uno s plato s pequeños en barro de unos 8 centímetros de di ám etro aproximad amente, que servirán par a colocar e n ellos los m ateri ales o lo que se de see someter a un a cocción.. El horno de prueb as o mufla que barro con struyó con los materiales que sobr aro n del horno m ás grande, estará en servicio en l as ac tividades de ba rro itinerante. Cu ando l a mufla haya enfri ado lo suficiente, se coloc an los experimentos en una mesa gr ande de manera que se puedan obser var todos los re sultados. A los par ticipan tes les qued ar a l a experiencia y el fruto de esta quedará en c alidad de donación par a el taller, el apor te de los visitante s es brindar su iniciativa y curiosidad p ara enri quecer l a investigación y experim entación de barro. La m esa con los resultados de los experimentos ser á parte 12.

(13) del registro de l as diferente s relacione s con los materi ales y concepcione s de lo que e s la experimentación y el materi al. Dur ante la acti vidad se realizar á regi stro s en m edio fotográfico. ba rro itinerante e s una opor tunidad para el taller de establecer un dialogo con el público a partir de la experienci a con los materiales y sus proce sos.. La p articip ación debe ser accesible para l a gente sin im portar si conocen o no las técnicas de la cerám ica. El acab ado de la piez a puede ser sencillo par a todo s, solo es necesario iniciativa y creati vidad; sin embargo ésta es la etap a que finalmente da el car ácter a l a pieza. Así mismo en las pruebas la función del so porte se lim ita a ser recipiente de lo inesper ado ; la creativid ad e iniciativa re siden en lo que se e xperim ente en el sopor te, de pendiendo de l a lectur a y apropiación que re alice cad a per son a de lo s materiales. De nue vo teniendo un a ap arente individu alidad en cad a pieza, la unión de todas puede cobrar un sentido más am plio par a l a com unidad o grupo de person as así com o para el taller .. Par a formular una din ámica que se preste par a é sta experienci a, el artista Sol LeWitt apor ta su concepto de una idea inicial indi vidual , a su vez ide a in terpretable por alguien más. En los últimos año s el ar te h a volcad o su mirada más h acia el proceso y menos al resultado y quizás uno de los artistas contemporáneos cuya obr a h ace más énfasis en el proce so es Sol LeWitt, muchos de sus tr abajos se relacionan con l a posibilidad de representar y de concebir de diferentes m aner as un a misma idea de form a. Me refiero a ide a de form a, porque l as po sibilidades múltiples p arten de un concepto inicial “cubo ” o idea form al muy precisa. Lle vad o h asta sus ultim as 13.

(14) consecuencias LeWitt en sus dibujos m urales el abora uno s pl anes iniciale s de dibujo o instrucciones para el dibujante y algunos ayud ante s el aborab an é sto s en las parede s según un a idea form al concebid a por LeWitt pero interpre tad a por el dibujan te. “El dibujan te y la pared entabl an un dialogo . El dibujante se aburre pero m ás tarde a través de e sa acti vidad sin sentido halla p az o aflicción. Las líneas sobre la pared son el residuo de e se proceso. Cad a línea es i gual de im portan te que l as dem ás. Tod as l as líneas pasan a ser una sola co sa. El espec tad or de las líneas no ve mas que líneas sobre la pared. No tienen sentido. Eso es arte.” 3. El sen tido reside en la e xperiencia del par ticipan te y la cap acid ad de este de tran sformar y e xpresar a su m aner a un a idea plantead a por otro , ser á diferente par a cad a dibujan te, l a importanci a de la líneas es de igual valor d ado que es par te de un todo como experiencia. Dice en otro texto sobre los dibujos murales que “El artista debe admitir diversas interpretacione s de su pl an. El dibuj ante percibe el plan del arti sta, y luego lo redonde a de acuerdo a su experiencia y comprensión.” 4 Todas las parte s igualmente importan tes, provienen de la m isma idea, pero las diferencias entre nosotro s son las que enriquecen estas líneas en su sentido más amplio. En la medida en que nuestras ide as se sometan a l a libre interpre tación de o tros pen sam ientos, estas logran expre sar sus verdaderas cap acidade s de albergar diferentes sentidos. En esta dirección la ac tivid ad que barro quiere ofrecer al público debe e star abierta a l a. 3. L eWitt, Sol. El dibujante y la pared..., catalogo de exposición , Pasad ena Art Museu m 17 de noviembre d e 1970 . 4 L eWitt, Sol. Hacer dibujos murales. Publicado en Art Now (Clinton), Vol . 3, núm. 2, junio de 1971.. 14.

(15) interpretación de los p articipan tes, precisamente este e s el factor inesper ado , aquello que ya el conocim iento previo del m edio no me permite a mi hacer. Es ofrecer el soporte y algun os m ateriales sugeridos par a experimentar en este sopor te , así tod as las parte s igualmente importan tes provienen de un a m ism a idea; en un m ism o sopor te l a idea se manifiesta cad a vez de m aner a diferente. Los experim entos solo serán el residuo de ese proceso, estos tienen más sentido par a quien se atre vió a p articipar porque los percibe desde su propi a experienci a.. Es e n la experienci a y su asim ilación en donde e stá l a verdadera im portanci a de lo s experim entos re alizado s en barro itinerant e, es en el lap so de tiem po en que ocurre el contacto en tre los par ticipantes y el proceso donde ocurre la transform ación, pues el plato c on el resultado en su interior es solamente l a evidencia físic a del proceso que se vivió y se pensó ; Lao Tse h ace l a siguiente reflexión: “Treinta r ayos conver gen en el circulo de la rueda y en el espacio que h ay entre ellos radica el uso de la rued a La arcilla se trabaj a en forma de vaso s Y en el vacío r adic a el uso de ellos. Se abren puertas y ven tan as en l as parede s de una casa Y por los e sp acios vacíos la p odemos usar . Así de la no-existenci a viene el uso y l a exi stenci a de la posesión .” 5. 5. Pasaje de Lao Tse, Tao Te King.. 15.

(16) Ya no se trata de cómo se f abrican lo s pequeños platos que son soporte, ni de lo s variado s resultados de los experim entos de la gente; lo que p uede realm ente ser significativo tanto para el taller como para la per sona ocurre en el lapso de tiempo en que se toman las decisiones, el momento en que se reflexiona so bre lo que está ocurrien do y so bre la incidencia directa de sus decisiones so bre los r esultados.. 16.

(17) Materiales y sus procedimientos. Aun conociendo l a téc nica de la elaboración de l as piez as, todo taller de cerámica que esté comenzando se enfrenta a dos principales mundos exten sos y necesarios de explorar : el horno y el combustible accesible, así como las tierras y m inerales que ofrecen las car acterístic as geográficas de la región donde se ubica el taller. Esto s elem entos son los que finalmente proporcionar án l a autonom ía y auto suficiencia de l a producción posterior.. Por un lado todos los hornos son diferentes y tienen su c ar ácter propio . El com portam iento del horno en altas tem peraturas es resultado de dos tipos de variables. Las variables constan tes que tienen que ver con la estructur a del horno: las proporciones y forma de l a c avidad, los án gulos de entr ada de la llama y l a rel ación entre l a cavidad y l a altura de la chimenea. Las variable s que en cada quema tienden a cam biar: la presión del gas (en c aso de utilizar éste com bustible), el tipo de piezas que se van a co cin ar (e smal tado o bizc och o) y l a can tid ad y di sposición de las pie z as. 17.

(18) dentro de la c avid ad. La estructur a intern a del horno cambia c ada vez que éste se carga, por lo tanto el flujo de las corrientes de c alor dentro de éste, es siem pre una nueva e xperienci a. Se aprenden a en tender estas diferencias con l a pr áctic a.. Por otro lado las arcillas son diferen tes dependiendo el lugar de donde so n extraídas y tienen infinidad de colores y propiedades graci as a que se encuentran en la superficie de la tierra en gr andes cantidades. Par a efecto s técnicos e stas se h an cl asificad o se gún su estado de pureza con re specto a un a formula básic a del compuesto de las arcillas. En l as l ader as de Montecillo (una l adera cercana a Guatavita), l a erosión por agua y viento así como la sedimentación h an agre gado un a gr an c antidad de impurezas como óxidos de ciertos m etales, sale s y algo de m ateria orgánic a en descom posición; gr acias a esta generosid ad de la n atur alez a encon tram os arcillas de color terr aco ta, ocre y de unos preciosos tonos de violeta. El comportam iento de l a gred a en m oldeado , sec ado y cocción dependen en gr an m edida de la com posición de l a arcilla; resultado de las car acterísticas geológic as de la región. Estas gred as de colores necesitaban de otros com puestos par a que tuvieran un buen com portamiento al trab ajarl as, así que no s aventur amos en la experimentación necesaria para lograr l a gred a adecu ada par a com enzar a trab ajar .. Par a h acer lo s primeros en sayos fue necesario poner en march a todos lo s procedimientos: conse guir el barro, molerlo, eliminar impurezas y mezclarla par a luego darle forma y sentido; sec ar las piezas teniendo cuid ado que esto ocurr a de manera hom ogéne a y finalm ente cocinarl a una o dos veces si se quiere esm altar. Para 18.

(19) aprender a utilizar el horno hay que llenarlo y esto im plica hacer bastantes piez as; de manera que se necesitó procesar un a gr an cantidad de barro; la repetición consciente de éste proceso, e s lo que brinda el conocimiento que el propio taller como sistem a orgánico tiene que desarrollar.. Jun to con l a urgencia de poner a rod ar un a dinám ica, sur gió la nece sidad de d ar un sentido en conjunto a todo aquello que es f abricado y horneado en el taller. Las piezas que se el aboraron e n un principio, fueron plac as rectangulares c on diferentes p astas utilizando l as tres arcillas diferentes recogidas y m ezcladas en diferente s proporcione s con algunos compuestos, estas prueb as no s sirven p ara com par ar entre las mezclas cual presen ta los m ejores resultado s. Con éstas pastas tam bién se hornearon piez as de diferentes tamaños y form as básic as, así como tipos de uniones para pro bar su s com portam ientos en la atmósfera creada por el horno. Estas piezas por sep ar ado carecen de contenido, su potencial está en la rel ación con tod as l as demás pruebas y su contexto . El valor está e n el registro , en el an álisis posterior de los resul tad os.. 19.

(20) Que me llevó a barro. La cer ámica fue m i primer encuentro grato c on la ac ademia en el ar te. En cl ase s de cerámica en el prim er semestre me acer que a este material y m e sorprendió que fuer a un medio a través del cual encontr aba un lengu aje fluido par a expresarme, además de lo terapéutico que me resultó el manejo de la tierra, el agua y el fuego. Contacto esencial con la naturaleza, tr ansformación de l a materi a, diez hor as de pro gresivo calentam iento, 1100 C. El proce so a través del cual se transforma l a m ateria y a su vez com o esta transform ación ejerce una influencia sobre el que desem peña el oficio; tiene un car ácter de retro alim entación entre la materi a y la person a. Hoy en día finalizando e sta etapa de e studio , debo adm itir que la cerám ica sigue siendo el materi al en el que l as ide as que trato de m aterializ ar, encuentr an l a m ás inagotable fuen te de posibilidades p ara solucionar se; p or m i afinidad con el medio, mi proyección a l a siguiente etapa de mi vida adm ite de nuevo la cer ámica como detonante. La alfarerí a com o oficio m e brinda la po sibilidad de hacer fluir las ideas en el material , l a disciplina y la constanci a que re quieren los oficios permite llegar a ad quirir una cierta 20.

(21) confianz a co n este. Un manejo co nsciente de la materia sum ado al proceso lento e intermitente que requiere la cerámica m e permite el tiempo para l a reflexión del proceso artístico que se lleva a cabo. De e sta maner a en un a misma person a, arte y oficio logran convivir y enri quecerse m utuamente .. Así mismo la teorí a solo h alla sentido y se con solida como conocimiento cuando esta se lleva a l a prác tica, las ideas cobr an vida en el m om ento en que nos apropiamos de ellas. Para term inar una etapa en el transcur so del aprendiz aje, veo la nece sidad de proyectar h acia el futuro un pl an de acción. El pensamiento se h a form ado dur ante años en la universidad , pero ahor a un a plataforma firme para la experimentación con un material o co n ciertos tipos de proceso s con el fuego , es nece saria p ara dec antar todo el pensam iento por m edio de la acción directa con la m ateri a. En Documenta 5 en 1972, el artista Josep h Beuys decide llevar a c abo unas conversacione s abiertas al público en lugar de exponer un obje to, el objeto no interesa por que cree que estas conversaciones son al go m ás amplio. Uno de los que p articip aba le pre guntó : “¿O se a que encuen tra usted lo s objetos algo p assé? “ Beuys conte sta lo siguiente sin referirse exclusivamente a los objeto s: “No, no es passé, ni l as acciones son passé tampoco . Pero yo voy por esos do s caminos a l a vez . Es decir , a efectos pr ácticos, uno teórico o conceptual, y otr o más efectivo, como modelo.”6 Así Beuys resalta la im portanci a d e apoy ar un m arco te órico con un m odelo llevado a l a pr áctica y hace énf asis en que este llevar l a teorí a y los conceptos a la acción, es en cierto sentido más efectivo . Es en la acción en donde lo s diferentes fac tores que se h allan en el conte xto com ienz an a. 6. Bod en mann-Ritter, Clara. Joseph Beu ys. Cada hombre un artista. 1995 Visor Distribuciones , S.A . Madrid. pg. 33.. 21.

(22) relacionarse, en este proceso es donde se e videncian los problem as que intentan expresar estas teorías con p alabr as. La e xperim entación con los proce sos involucrado s en la fabricación de los objetos que nos brindan su utilidad, nos hace más conciente s del valor que tienen estos materi ales en nuestr a vida, en el c aso de barro itinerante, el objeto se limita a ser el soporte de algo m ás amplio, el objeto está en función de lo que pueda suceder en él.. Com o el alfarero y su taller en la novel a de José Sar amago, la cer ám ica se encuentr a en este momento en un a e ncrucijad a: por un lado, intensamente ligad a a los proceso s industriales de producción en masa en donde el diseño hom ogenizador en busc a de un mercado global, deja poco espacio par a la expresión de lo local. Por otro l ado los núcleos ar tesan ales que por f alta de or ganiz ación, son e xplotado s por lo s com erciantes que dej an apen as suficiente m argen de gan ancia como par a poder continuar trabajando , m enor incentivo para los m as jó venes p ar a seguir desempeñando e ste oficio. Así mismo la experimentación con el material tiende h aci a estas dos necesidades, la búsqued a de m ateriales adecu ados p ara esta producción industrial y la explor ación individual del artesano par a que su producto sobresalga de los otros. En l as uni versidades y pl anteles educativo s, la cer ám ica p arece h aber pasado a un plano secund ario en los casos en que el tem a aún persiste, pue s la enseñanza o investigación de este oficio ha desap arecido en l a m ayoría de los c aso s.. Frente a la aparente rigidez de los usos de l a cerám ica bajo los regímenes económ icos actu ales, sur ge también la ap arente desaparición de las otr as po sibilidades que tiene el 22.

(23) material gastado en sus formas recurren tes. En estas m ism as form as de vaso en que se ha tr ab ajado el m aterial tanto en el oficio artesanal como en la industria, está el potencial de contenido que enc arn a l a cer ámica. Un ejemplo adm irable de l a utilización del m aterial en las ultim as décad as e s el caso del cer amista Jim Melchert, en una de sus obr as p articipa junto con unos amigos en un performance que consistía en sum ergir la cara en el barro par a logr ar una m asc arilla y esper ar a que el barro secar a sobre la piel y com enzar a a resquebr ajar se y caerse ; dur ante el pr oceso in vitaba a sentir esta experienci a de sde adentro , tr atando de escuchar desde el interior de l a person a lo que ocurría con este barro , buscando una conciencia de si mismo a partir de esta interioriz ación. En con tr aste a el uso en el contexto de un a acción, sus obr as a partir de fragm entos de baldosas y azulejos industri ales apel an a significaciones del material mas ligados a nuestro uso dom estico de l a cer ámica y de su s formas de producción. El barro resulta ser un m aterial bastante flexible y expresivo; desde l a utilización del barro en su estado liquido para una acción que no se expresa de manera visu al sino a tr avés de o tros sen tidos, h asta la u tilización de los fr agm entos de un producto de la industri a alf arera, ap arentemente vació de con tenido , formulando un lenguaje con estos trozo s de m aterial del cual están hechos nuestr as tazas y plato s y nuestros pisos y baños; fragmento s de sólidas co nstruccione s dentro de nuestr a realidad . En estos c asos el m ateri al se e xploró m ás all á de sus cualidades p ar a fabric ar objetos, se reflexionó e n el m aterial de sde el pun to de vi sta de las si gnificaciones y valores que el ser humano le atribuye.. El oficio es el que encierra los conocimientos pr áctico s tr adicion ales sobre el uso de los m ate ri ales, l a pr ac tica de e sto s oficios permite con el tiempo que l as so cied ade s 23.

(24) desarrollen nue vos lenguajes. Es l a iniciati va p ara ensay ar c osas nuevas l a que renueva constan tem ente las técnic as y lenguajes en un oficio. A pesar de tener milenios de historia, las técnic as de l a alf arería se renue van constantem ente , l as cu alidade s del material , su pl asticidad y sus m últiples formas de manej arlo h acen de este oficio un medio sensible a los c ambios por fenóm enos socioculturale s. Por e sta razón barro busca c on su actividad, encontrar en la iniciati va de l as per son as una m ás am plia posibilidad de renovación de lo que hoy entendem os como cerámica. Un a sensibilización que nos ayude a relacionarnos con todo un universo conceptual que es la cer ámica, con el que co tidianamente inter actuamos sin asign arle sentido.. 24.

(25) barro hacia el futuro. Esta experimentación y adecuación del taller p ara que sea una herr am ienta completa y cóm oda, re quiere de un a c onstante in versión . Lo s co sto s que demand a el taller no son muy altos si consideramos que éstos se dividen en tre los seis inte gr ante s, sin embargo el objetivo del taller es alc anz ar una estabilidad y autosuficiencia económica par a permitir que se siga desarrollando este esp acio -herram ienta.. barro tiene varios proyectos que entrel az ados h acen par te de un pl an a lar go pl azo par a estabilizar el taller en su auto suficiencia y posterior producción. Por un lado l a proyección que tiene el taller en l a región, su e nto rno inm ediato , en lo cual e stamo s 25.

(26) trab ajando par a establecer vínculos de mutuo apre ndizaje y posteriorm ente de acuerdo a l as posibilidades, ofrecer una posibilidad labor al y un apoyo par a lo s proyectos que. even tu alm ente se estén autogestion ando. Por o tro lado está l a. necesidad de establecer relacione s en otro s con textos con el animo de am pliar las oportunidades de m ercado y m antener l as inve stigaciones.. El siguiente proyecto de barro está ancl ado a l a nece sidad del taller de m ejorar el entorno de trab ajo co n las pl antas. si embra en barro e s un a ac tivid ad proyec tada par a generar una dinámica de tr abajo en tre los in tegr an tes del taller par a diseñar y producir las m ateras que albergaran l as plantas que darán vid a y color al lugar de tr ab ajo . Querem os acudir al conocimiento local sobre la flora de la región y p ara esto hemos pensad o en el trueque como m ecanism o. siembra en barro ofrece a sus vecino s cam biarles una matera por una pl anta. Un a vez el abor ados varios ejem plos de mater as y de haber apre ndido algun as cosas sobre algunas pl antas de la región , el espacio del taller estar á listo p ara recibir anfitriones, fac tor cl ave p ar a el siguiente proyec to de barro.. Luego de h aberse presentado en la com unidad, ba rro estará prepar ado par a pre star su s servicios. El taller quiere tener la opor tunidad de ofrecer cap acitación básica sobre el oficio enfocado a los h abitantes de l a región, c on el fin de abrir nuevas expectativas labor ales. Así m ism o con el animo de gener ar un ingreso al taller, se quiere ofrecer cursos de cerámica y posteriormente servicio de taller que involucren acti vidade s recreati vas a l a pobl ación flotante pro veniente de la ciudad que los fines de sem an a visitan sus fincas de recreo y los clubes náutico s que hay e n la repre sa. 26.

(27) barro itinerante surge como el primer paso de barro haci a otro s contextos y esper amos que sometiendo un procedim iento a la iniciativa pública po tencialm ente podrí a generar más ide as con m ayores alcance s. El siguiente paso par a barro itinerant e es buscar otros contextos donde el im pacto pued a ser de mayor utilid ad par a l a población. De acuerdo a lo s resultado s de las primeras acti vidade s, barro itinerante se propone concur sar en la alcaldía de Usm e, p ara desarroll ar e stas activid ades dentro del marco de Bogotá sin in diferencia. El obje tivo es ampliar las expectativas lab orales e impulsar la autogestión de un medio productivo, en uno de los sectores de la ciudad en donde el desem pleo ha causado mayore s impacto s. Eventu alm ente ser á necesario cam biar algunas din ám icas de l a activid ad con el fin de proporcionar la c ap acitación durante un tiempo prolongad o y la posible implem entación de talleres en ciertas escuelas en los b arrios.. Un esp acio independiente, un esp acio -herr am ienta, una estación de experimentación . Un horno, el núcleo de la estación, puede tender a reproducirse, el m ism o horno puede fabric ar su propio m ateri al p ar a construir otro, c om o las células. Un lugar par a el proceso más que par a un re sultado desprovisto de su estel a. Así com o un horno puede tender a reproducirse, puede resultar el brote de un taller en una vered a cerc an a o en alguna casa o b arrio de Bogotá.. 27.

(28) Primera jornada de barro itinerante. La falta de experiencia fue el com ún denom inador en la ac tivid ad, par a algunos l a cerámica er a algo de lo que tenían noción pero con lo que no habí an tenido con tacto ; par a Carolin a (l a integr ante de barro que m e ha acompañ ado en barro itinerante) y par a mí, era tam bién una si tuación de sconocid a. A su ve z ba rro tam bién era apenas un rum or en la vereda y y a com enz ab a a gener ar e xpectativas.. En el últim o fin de sem ana de octubre del 2004, dur an te los tres días en que Gu atavita y Sesquilé celebraban sus fiestas, se organizó también la primera celebración de barro itinerante, el Gran Experimento como se anunció el sáb ado en todas las tiend as de la vereda, y el domingo con uno s car teles. 28.

(29) El Restaurante Los Pinos es un punto de encuentro tanto par a los turistas como par a los habitan tes de l a vereda de Ch aleche, a cien m etros del taller y a medio camino entre Gu atavita y Sesquilé. Hablé con anticip ación con l as señoras que administr an el restaur ante y m e permitieron utilizar una de las m esas par a re alizar el experim ento y la m uestra; el sitio e s am plio y tiene varias mesas afuera, un p arque p ara que los niño s jueguen y un terreno que llega hasta la represa. Graci as a un dí a de spej ado y sin l a amenaz a de lluvia, instalam os ba rro itinerante afuera en d onde no m olestarí amos el funcionamiento del restaur ante ; la mesa que e scogimos era f ácilm ente visible por las otras m esas y lo s letreros llamativo s a nuestro alrededor ayudaban a c aptar la atención de la gen te.. Sobre la m esa en unos recipientes de cerámica que habí amos hecho an teriorm ente colocam os algunos óxidos de metales com o hierro, cobre , m angane so y cromo; este ultimo que es de m ucho cuidado yo mism o lo suministraba; algunos m ateri ales que hacen p arte de nuestr a vid a co tidiana com o el alambre de cobre de l a bovin a de un motor, alam bre dulce, p apel aluminio y puntillas; tierr as y piedras arcillosas reco gidas de las l ader as erosionad as en lo s alrededores; vidrios de fr ascos roto s y bo tellas así com o retazos de vidrios de colores utilizados p ar a vitr ales y por ultim o bórax que ayud a a fundir los otro s m ateri ales. Par a que l as personas no estu vieran en c ontacto directo con algunas sub stanci as, utilizamos cucharas en cada uno de los recipientes y una cantidad suficiente de guan tes de l átex par a tod os los p ar ticipantes.. 29.

(30) Com o apoyo a la comprensión de los materi ales y los proceso s, se coloc aron en un a de las banc as algun as m uestras de experim entos y resultados que se h abí an hecho en el taller así com o los últim os veinte platos pe queños de prueba que hice algunos días ante s p ara definir los m ateri ales; estos ejem plos resultaro n de gr an ayuda en el momento de contestar a la gente l as dudas sobre los m ateri ales.. Un a de las señoras que administran el restauran te no s sugirió que tam bién ofreciéramos gred a a l a ge nte par a que hicieran algunas figur as, así que sobre l a hierba al l ado de la m esa colocamos un plástico y un a pl aca de yeso par a poder trab ajar el b arro. Coloc am os en una bolsa suficiente greda am asad a previ amente y lista par a m oldear, algun as herr amientas b ásic as y un b alde pe queño con agua.. No había ningún letrero que gui ar a el proceso así que l as e xplicacione s e instruccione s se resol vían de manera oral . Cu ando l a iniciativa no sur gía del particip ante , Carolina y yo invitábamos a l a gente a que se acercar a. Prim ero explicábam os bre vem ente quienes éramos y en que consistía barro itinerante, h ací amos luego una introducción del material y sus procesos rel acion ándol a con los ejemplos que te níamos par a m ostr ar, y finalmente se marc ab a el pl ato con un numero y se le entre gaba a la per son a consign ando su nom bre en un a lista.. Al medio día ap arecieron los prim eros p articip ante s, se acercó un niño de apro xim adamente diez año s de ed ad que comenzó a preguntar y tras el su m adre que con desconfian za preguntó que si tení a costo alguno. Al saber que no tení a precio se 30.

(31) acercó delegando la re sponsabilidad de preguntar a su hijo que lo hacía m uy bien. Explicamos lo básico del proceso , al gunos acab ados de l a cer ámica y los experim entos que h abíamos hecho . Un a vez in troducidos los materiale s, entregam os a cad a uno un pl ato par a que p articiparan. Hicieron sus e xperimentos y se sen tar on a com er lo que habían pedido, pero tan pronto el niño habí a ac ab ado, estaba de vuelta pidiendo un poco de barro para hacer un m uñeco. La madre sintiéndo se c ada vez más en confianz a, comenzó tam bién a m oldear un a flor.. Aun que los niños p ar ticiparon co n más entusiasm o, al gunos adultos jóvenes y sobre todo las m ujeres, se prestaban p ara com par tir la e xperiencia; aun que los adulto s com prendían m ás lo s procesos que explicábam os, los niño s er an más inquietos c on el material y tenían m ás imaginación a l a hora de utilizar los m ateriales. Los que más utilizaron l a gred a fueron los niños que hací an muñecos, casas, animales y carros entre otras cosas. A medida que se fue desarrollando la tarde , más gente se acercaba; en total se recogieron 36 plato s de 33 par ticipan tes (uno s niños insistentes repitieron su experiencia). Los e xperimentos se cocinaron esa misma noche, no contábamos con pirómetro para medir la tem per atur a así que tu vim os que c alcular según el color e n el interior de la c ámar a del horn o. A la mañana siguiente cu ando ya el h orno h abí a baj ado de temperatura, expusimos los resultados nuevam ente en la mesa donde se habí a desarrollad o la ac tivid ad.. Las person as de l a región que par ticip ar on tu vieron l a opor tunid ad de o bservar lo s resu ltados; el c ambio d e c olor de los óxi dos despué s d e la quem a f ue l o que m ás 31.

(32) llam ó la atención de l a gente, los resultado s que llegaron a vitrific arse m ejor eran los que preferí a la gente a simple vista. Los vidrios de colores quedar on m uy visto sos con colores más lim pios. Entre los óxidos de metales, el óxido de hierro y el sulfato de cobre dieron m ejores re sultados pues fundieron de m anera m ás hom ogénea, el ó xido de crom o y el óxido de manganeso no fundieron tan fácilm ente, el manganeso alcanzab a a dar al gunos tonos de café en lo s punto s donde tenía m as bór ax. Lo s alam bres, l as puntillas y el papel alum inio generaron formas y te xtur as produciendo tam bién un a color ación a su alrededor debido a su oxidación . Al gunos de los vecino s se quisieron quedar con su plato así que tom e registro fotogr áfico de estos y se lo s entregué h aciendo un a e xcepción. Al gunos de ellos pregun tar on cuando serí a l a siguiente vez .. Esta acti vidad nos permitió concebir a barro itinerant e de una m aner a mas libre, más informal permitiendo que l a idea se desarroll ar a de acuerdo a lo que l a situ ación exigía, con las primeras experiencias querem os mejorar el funcionam iento de l a acti vidad y acerc arnos c ada vez más a los p articipante s y sus in quietude s.. 32.

(33) Apéndice I. Memorias de barro. El ofrecim iento de un horno ap areció como la chisp a del proyec to, me hizo vislumbrar lugares y hechos que confluían en el mom ento, y el hor no p arecía ser l a ficha que encaj aba perfec to p ar a d ar significad o y forma a esta intersección . Pablus Gallinasus, el padre de una amiga que tengo h ace muchos años, heredó de algún amigo un horno de cerám ica cuyo destino fue convertirse en insípido mueble. Un mantel y la necesidad de una mesa convirtieron al horno en la solución de este problem a. Muchos años sin utilizarse, Pablus decide bu scarle alguien que le diera vid a nuevam ente al hor no. En un principio lo aceptamos con gr andes esperanz as par a luego descar tarlo por r azones de economía (horno eléctrico trifásico), dej ando así el vacío de haber visto tierr a firme y volverla a perder. Sobre el vacío surgió un a investigación en función de de term inar las posibilidades de construir nuestro propio horno.. 33.

(34) “La Juanita” es una finca que m i padre habí a comprado en 1993 pensando en que su s nietos tuvier an un terreno y sus hijos pudieran criar a sus hijos en el cam po. Era un a casa cam pesina hecha a pedazos, rode ada de una fane gada y media de tierra fértil y vista so bre la represa de Tom iné. Por la época en que llegamos a “La Ju anita”, l a fam ilia estab a aficionad a a montar a c ab allo e íbamos a cab algar por la re gión los miércoles por las tarde s y los fines de sem ana. De ésta maner a resultamos p asand o l a mitad de nuestros días en Gu atavita a m edida que íbam os entablando una relación más estrech a con los h abitante s de las veredas. En medio de l a afición , Luis mi p adre quiso construir un as pesebrer as y un pic adero p ara los viejos c ab allos que un dí a serían rem plazados por esbeltos animales de tro te y p aso fino que iríamos consiguiendo en la región. Se contr ato ar quitecto, maestro y se c omenzó la obra. Seis pesebreras con ventan as p ara que los anim ales sac ar an l a cabez a y un se gundo piso , un altillo que servirí a p ara que los hijos y nietos hicieran su s reuniones.. Dur ante la obra que duro aproximad am ente un año , Luis se fue em ocionando y decidió rem odelar la vieja c asa cam pesina cuyo techo de paj a se estab a ya pudriendo , apro vechar par a h acer un altillo en l a casa cuya función en el futuro sería un taller par a sus hijos que e studi arían arquitectur a. La f amilia atr avesó por una fuerte crisis económ ica y las pesebrer as qued aron en obr a negr a, sin vidrios en las ven tan as ni puertas, y así m ism o se ahogo el sueño de Luis de remodelar la c asa, el taller y todo este mar avilloso lugar que h arí a para sus hijos. 34.

(35) Cuando llegam os a “La Ju anita” nos encontr amos con que no er a solo un lote con una vista hermosa y un a humilde casa; los vecinos eran campesinos c on buen as tierras y bien trab ajad as. Vecino s ser viciale s y unido s que aun labr ab an las tierras como tradicion alm ente lo hicieron sus an tep asados. El proyec to del em balse h abí a desar ticulado por completo el mercado de Gu atavita, principal eje económico con el que la región contaba; a cambio de una represa y un pueblo im personal que solo atr ajo al turismo. Los lazos con la c om unidad fueron creciendo. Mi p adre comenzó a ser p arte de las juntas com unales de l a vereda y así se fue involucrand o. Tras años de esfuerzos l a comunidad logro impulsar el proyec to del acueducto y la in stal ación de una red telefónica desde el pueblo de Gu atavita hasta la vereda de Ch aleche. Muy involucrado mi padre en estos proyectos con la comunidad, “La Juanita” fue visitad a por casi todos los vecinos con stan tem ente por un periodo de dos o tres años, en los que con ocí e hice amigos de mi edad, hijos de los c ampesinos entre tejiéndonos así dentro de la red social de la región. Esta época influyó en mi juventud felizm ente, pues par a m í la finca er a el refugio que me desconectaba y prote gía de los m onstruo s académ icos que me perseguí an y no dej ab an en paz mi conciencia.. Luis fue con struyendo poco a poco l as bases par a un lugar cuyo p otencial está aun por aprovec har . Construyó las bases de su sueño, las bases ahor a de este proyecto : tan to el lugar físico com o los lazos que tiene “La Ju anita” con l a comunidad.. Con el deterioro de la c asa y la necesid ad de tr abaj ar los fines de sem ana en Bogo tá a cau sa d e l a cri sis, m i p adre paró l a obr a y pro gre sivamen te dejó de ir por completo 35.

(36) por un largo periodo. Par a nosotr os sus hijos, ” La Ju anita” fue plaza p ar a todo tipo de eventos, casi todos de car ácter celebr ativo y muchas veces cre ativo . A falta de cuidado de la c asa, la decor ación y disposición del esp acio se comenzó a con struir a partir de aporte s creativos que hací an sus visitantes (nuestros am igos). Esta es quizás una car acterístic a que debe prevalecer com o uno de los principios del proyecto, pues el m ayor apor te que “La Ju anita” puede h acer al artista es el de brindar un esp acio , mas allá de lo que puede facilitar otr as herr amientas como un horno o un buen mesón, el esp acio es el lugar físico en el que la rel ación materi a h ombre va a desarroll arse . A su vez es el esp acio en el que deben qued ar im presas luego las huellas de un andar, de un proceso , de un a idea afectad a sobre todo, p or el tiempo.. El florecim iento, de spués de años de goteras y de un techo tapado con plásticos par a evitar el diluvio en la sal a, se inauguró techo nuevo de eternit l a ultim a semana de Febrero del 2004. En enero cu ando comenzó l a obra del techo fue l a prim era vez que Luis visitab a la finc a desde haci a un año. Cuando la vio ya con techo quiso de nuevo sem brar árboles y arre glar la cocina; un a nue va chispa que desbordó de nue vo l a ilusión. El terreno sigue igual excepto por l a maleza y los p asto s altos, los muebles siguen siendo esos viejos sof ás y repisas estilo simplificado Luis XIV hechos en la región, pero la tem peratur a habí a cam biado, un ambiente totalm ente renovado que suscitó al brillo de un sueño en los ojos de Luis. Las pesebrer as por o tro l ado a salvo del decaimiento por la intemperie pero cada vez m as envejecidas por desuso , seguí an en obra negr a y sin ac ab ado s, con teniendo e se pote ncial que mi padre h abí a presentido a “La Ju anita”. 36.

(37) Ba r ro busc a re avi var las brasas de “La Ju ani ta” como un espacio cre ati vo y a su vez com o una pl az a en la que se enriquezc an las ideas, comenz ando c on una técnica cuy a base es l a tierr a, el agu a, el fuego y par a el manejo de este ultimo, el control del aire; los cuatr o elem entos. Así com o el artista Janis Kounellis habla de l a importanci a del material como tal consider ado com o un c amino de in vestigación, la cer ámica a pesar de ser un m aterial tr adicional aun no agota sus posibilidades, cad a vez se encuen tran mas aplicacione s de e ste m ateri al tan to en la indu stri a y l a m edicina como en otro s saberes. Así co n tierra y b arro se com ienza e n un nuevo camino de in vesti gación y creación, a p ar tir de un lugar y un m aterial.. Así chocó el espacio con la idea, el pensamiento de un horno como revitalizador del espacio pec a en ingenuidad y encontré que un taller lo hace en prim er lugar un ambiente. Un ambiente de tr abajo, que facilite la e xperim entación , que tenga las mínimas facilidade s y com odidade s p ar a tr ab ajar y desarrollar las ideas. El horno e s apen as un pedazo; el fuego que aun que es importante, tam bién necesita del agua y de unas mesas, los esp acios necesi tan sus puer tas y p ar a l a alegría un as plantas. Este lugar herramienta debe ser adem ás de pr áctico, cóm odo; ser c apaz no solo de c ontener las herramientas sino de ab arc ar l as ide as. Así que se inicio por despej ar el esp acio.. En el terreno se encontrab an los vestigios de lo que fue la obra, montículos de pasto en l a e xplan ad a del atab an que habí an sid o cubier tos po r el p asto un sin numero de mate ri ales y escom bro s. Se en con traron c asi un a docen a de tabl as y unos cuar enta ladri llo s de ad obe co n los cu ale s se pue den ref orz ar l as puer tas y el ab or ar unas 37.

(38) repisas. De senterr amos tre s barriles m etálicos en los que se pueden h acer b arriles de reciclaje del barro y alm acenam iento de agu a. A su vez las vac as de un vecino que las alim entaba en e ste terreno se encar garon por m uchos años de fer tilizar la tierr a, por lo que alc anz amos a recoger un montículo considerablem ente gr ande de boñiga que sirve de com bustible y a su vez de aisl an te térm ico.. Reacción e n caden a, el montículo de boñiga y dos árboles muerto s que estab an caído s dieron pie para com enz ar l a experimentación con los orígene s mismos de la cerám ica, la cocción con leñ a, un a experiencia mucho mas directa con el fuego que con las nuevas tecnologí as (electricidad , gas, e tc .) . Este nuevo hilo de situ aciones nos lle varon a o tro de los puntos donde se origin a el oficio; piez as, barro e inse par able s, l as manos; tierra y detritos sedimentados a tr avés de los año s, agu a que adem ás de ser fuente de nuestra vida e s tam bién la que le da pl asticidad a e ste barro y las manos quienes habl an directam ente c on este. La cuidado sa mezcla de los elem entos, elim inar las piedras e impurezas que pueda contener l a greda y las m anos que am asan rítm icam ente homogeneizando la pasta h asta obte ner la hum edad y dureza necesari a par a el trab ajo que se dese a realiz ar . Con gred a rojiza anar anj ada, el agua y las m ano s se hicieron las prim eras piezas p ar a ser cocidas.. Par alelamente continuab an l as dudas con re specto a lo s diseño s de los hor nos, así que buscam os la asesoría de los profesores de la Uni versid ad Nacion al , Marta Combariz a y Cristóbal Schlenker quienes no s mostr aron tod a la variedad de horno s que h ay en la Nacional, horno s de gas de diferentes tam años, de dos c ám aras hecho por el taller 38.

(39) mismo, hornos eléctricos y de Raku . Cristó bal nos hizo reflexion ar acerc a de nuestr as necesidades, pue s depende de e sto el tipo de h orno que se necesita. Caím os en cuenta que un gran tam año de horno no solo es más difícil de m anejar su temperatura sino que es muy demorado de llenar , mientras que un horno más m oderado en su s dim ensiones nos proporciona una mayor constancia de quem as; al llenarse el horno más rápido se experim enta más en el manejo de éste y se logra más amplitud en los resultado s.. Se tom ó la decisión de h acer un hor no de Raku , es un m odelo sencillo con un a estructur a de hierro livian a forrad a por den tro con un material aisl an te y piso de ladrillos refractarios. Tiene un a tap a superior p ara cargarlo y una más pequeñ a arrib a par a control ar la salida del aire caliente. Un horno m uy versátil por su facilidad de abrir, peso livi ano lo cu al lo h ace tr an spor table, y sirve no solo p ar a tr ab aj ar cer ámica sino tam bién m etal y vidrio dad a su c ap acidad par a acceder a su interior por la tapa o por la chim enea. Adem ás de su car ácter pr áctico, es tal vez el diseño más económico dentro de nuestras posibilidade s.. Mientras se averigu ab an los m ateriales y se decidía la m anera de solucionar otro s problem as com plem entarios, se fue con struyendo el horno de leñ a que le darí am os el nom bre de “Brujo”; se buscó un lugar que tuviera una constante entr ada de corriente s de viento p ara f acilitar el tir aje continuo y se procedió a echar pica y p ala par a abrir el hueco y nivelar el piso . Ladrillo por l adrillo lo fuimos acom odando sin pe garlo aun hasta que se llegó a un diseño óptim o con salid a y entr ada de aire vari ables par a poder. 39.

(40) experim entar con el tir aje. Al día siguiente se procedió a echar cemento a los l adrillos logrando el diseño que se acom odó la noc he anterior. Un a vez estab a lista la cámar a del horno improvisamos una c him enea con una l ata vieja encon trada dentr o de lo s escombros y rematamos rellenando por fuera los esp acios de aire con la tierra que habí amos sacado del hueco mezclada con l a boñiga recogida, con el motivo de aisl ar la cám ara del horn o prote giendo el calor p ar a su mayor provecho ; construcción que duro todo un fin de sem an a.. Par a el propósito de l a quema se elaboraron unas copas para la inaugur ación de un proceso colecti vo de autogestión , un cam ino que girando en torno a un lugar se apropi a un espacio par a hacer de él un canal , un medio a través del cual tengan lugar nuestras ideas. Así ocurrió tam bién con la primera puntad a que fue el horno de leña, la construcción duró todo un fin de seman a y la quem a duró otro ; el h orno que fue el centro mism o que motivó el trabajo de dos fines de semana pedí a un lugar donde se pudieran desarroll ar l as l abores cotidi anas. Un espacio independien te par a l a exploración de un materi al y sus posibilidades se forma bajo esas mism as leyes de experim entación , así alrededor del horn o se formó un a barrer a de leñ a que además de ser destinad a a la quema, durante esta sir vió de pro tección con tra el vien to en l a noche; una mesa junto a un árbol y un fogón en el piso en el cual se cocinab a y nos calentáb amos durante l as hor as de la cocción . Aun que en el fondo nos esper áb amos la tr agedia que anunció la explosión de las piezas,. los resultad os fueron más. alentadores que solo tr asto s rotos, cuando sentimos los primeros estallidos dentro del hor no, l o abrim os e in tr oducimo s un a bote lla de vidrio c on el ob jeti vo d e no 40.

(41) desperdiciar la quem a y pr obar la temperatura a la que llegarí a este intento. El pico de la botell a se alc anzó a dobl ar lo cu al demuestra que en ese pun to especifico del horno , la temperatura alc anzó hasta uno s 800¨C siendo suficiente p ara una cocción de baj a tem peratur a, así tam bién los ped azos de copas que restaron , golpe ándolo s suavem ente tení an un timbre de estar satisf actoriam ente cocin ados.. Las nece sidade s se han ido abriendo p aso y nos h an llevado a busc ar soluciones en otros saberes pr áctico s como la albañilería y la plom ería. Con gran e sfuerzo d ado nuestros m ínim os conocim ientos en plom ería logram os h abilitar do s ll aves de agu a par a poder com enzar a lim piar el piso. El agu a es de gran im portanci a para una gran cantidad de procesos no solam ente la cer ámica, la cocin ada y la lim pieza pedían el agu a a gritos en el lugar. El involucrarn os con la alb añilería, no s hizo com prender que par a hacer un l avadero de concreto necesi tarí amos ayuda de un albañil, por lo m enos si querí amo s garan tizar su buen funcio namiento y resistenci a al pe so de bal des de 41.

(42) agu a y b arr o qu e d ebe sop or tar. Así que con tratamo s a un m ae str o de obr a de l a región par a que hiciera el lavadero y su desagüe, para lo que fue necesario limpiar las zanj as alrededor del taller p ar a que circulara el agua. Este c ambio le brindo un aire más acogedor al lugar , lo hizo algo m ás habitable, el lugar se ha con vertido en un a esponja que absorbe todo el cariño y el esfuerzo que se le h a d ado .. Finalmente se c om enzó a elaborar la e structur a m etálica del horno en lo s talleres de diseño de la universidad. Com pram os las varillas y los electrodos par a la soldadura y com enzamos a cor tar los segm entos y a doblar los cinco anillos de tal manera que qued ar an iguales. Todo s los segmento s fue necesario medirlos dos y hasta tres vece s par a logr ar l a e xactitud en las parte s; cual quier irregularid ad en l a forma interior del horno podrí a ge nerar problemas en la fluidez del c alor den tro de l a c ámar a. Luego de aprender a soldar c ada uno de los pedazo s de varilla, soldamos también unas lám inas de hierro en la base inferior par a que luego resista el peso del piso de ladrillos refractarios, fabricamos y soldamos las m anijas p ara levantar el horno y la tap a así com o los empates para ajustar con tornillos las dos partes del horno. Toda esta estructur a l a forram os con m alla de con strucción co siéndola a l as varillas. El piso com o un rompecabezas fue com pletándose con ped azos de ladrillos previ am ente cortados desde afuera h acia el cen tro p ara dej ar solam ente un a cuña para m eter a lo último. Ni velam os los ladrillos de manera exacta sobre un piso de m an ta refractari a (materi al refractario) y procedim os a forrar las paredes de e ste con el materi al refractario. En l a tapa dejamos una abertura central par a l a chimenea y por ultim o hicimos la chim enea con m ateri al sobr ante . A este horno se le bautizo co n el nom bre de “Olga”. 42.

(43) Ya estando el horno, el agua y la limpieza necesari a para com enzar a hacer funcionar el taller par a que las ideas corran limpias y tranquilas, nos qued a la verd ader a apropi ación del lugar; l as pl antas que han de germ inar y alegr ar, y l as in tervencione s de com pañeros par a que con l a ayuda de m ás personas logrem os darle c ar ácter al lugar .. De spués de haber adecu ado el taller p ar a tr ab ajar nos seguí a l a necesid ad de llenar lo s hornos p ar a comenzar a comprender su funcionam iento. Aun que ya habíamos hecho varias piezas duran te el resto del proceso , fue necesario h acer bastantes mas par a no llenar una ni dos sino vari as veces el horno de maner a que pudiér am os practic ar bastante el funcionamiento de estos. Las quemas comenzaron a ser la oportunidad par a dedic arle tiempo a l as l abores que f altan por h acer , las ocho hor as apro xim adamente que duran estas sesione s es tiem po suficiente para realizar trabajo s pendientes.. Las arcill as que dejamos remojando en baldes y que h abí amos recogido en l as lader as ya estab an en estado liquido y se h abí an sedim entado, así que par a tr ab aj arlas tuvimos 43.

(44) que fabricar un as plac as de yeso que sirven p ar a am asar y sec ar la arcilla antes de trab ajarl a. Aquí se consolidó otro espacio dentr o de la construcción, éstas placas qued aron sobre un mesón grande de tr ab ajo que recuperamos y en este cuarto de las pesebreras ya fue necesario h acer unas repisas con unas rejas y cabuy a par a poner algunas herr amientas y tarr os con arcillas y materi as primas.. La organiz ación de l as escasas per tenencias del taller en un esp acio nos hizo reflexionar en las siguiente s necesid ades y a su ve z en los residuos de m ateri ales que aun se p odían utilizar . El excedente de m anta cerám ica nos permitió construir un horno par a pruebas; “Titina” la mufla. que se fabricó com prando 5 ladrillos, un a. caneca y un poco de c abuy a (p ar a el engalle de las m anijas), se puede utiliz ar con el mismo quemador pero debido a su tam año permite ahorr ar energía y tiempo en prototipos pequeño s y en prueb as de esmaltes. Este ultim o horno e s el que h a cocinado a barro itinerante.. Por el practico tam año y peso del horno , se llevó fuera de la finca p or prim era vez una tarde a donde un vecino que h abí a estado interesad o en conocer el horno . Fue en casa de José mi vecino, que surgió l a idea de perm itir que otr as person as p ar ticiparan . Con Titina y en su casa, ba rro itinerante com enzó a suceder.. José quien se dedica a la co nstrucción, quien edificó hace muchos años l as pe sebreras, colocó el techo de la casa hace alguno s m eses y nos ayudó a con struir el lavadero de conc re to p ara el taller ; qui so apre nd er c omo se constru í a u n h orn o . Ll evamos l as 44.

(45) fotos y boceto s de diferentes hornos que habí amos conocido y así le comenzam os a explicar sus diferenci as y sus materiales de construcción , pero los temas se fueron enredando. Las pregun tas de José ya n o eran sol amente de los hornos, quiso saber com o trabaj ar un poc o de gred a que teni a atr ás de l a casa co n la que ac ostumbra a imperm eabilizar las zanjas, per o esto no era tan sencillo, le explicamos que a este barro h abí a que agregarle otros ingredien tes y que antes de darle form a habí a que realizar algunas pruebas par a conocer el comportamiento de esta gred a al cocinar se.. Par a contestar estas nuevas in quietudes de maner a sati sfac tori a hubo la necesid ad de llevar a su c asa también algun as materi as primas como caolín, ch amote y alguno s óxidos. Par a don Jo sé no fue suficiente la teorí a y quiso de inmediato hacer su primer intento . Mezcló y aprendió a am asar y así f abrico su primera vasija pequeñ a hecha con rollos. Cuidadosam ente la puso en la repisa de su alcoba junto al radio, siempre prendido, p ara esperar a que esta secar a y poder verl a cocinar . El fin de sem an a siguiente invitamos a José a La Ju ani ta p ara que tr ajer a su vasija y la cocin ár amos juntos. Lle vó queso cam pesino de sus propias vac as y m azorc as de su s propi as pl antas par a compar tir con nosotros, cargamos el horno y varias hor as después la esposa de Don José er a la feliz beneficiari a de la prim era vasija de su esposo .. A p artir de esta experiencia com prendimos lo importan te que era intercam biar ideas y conocim ientos con la dem ás gen te y en especial con aquellos que m ás cerc ano s habí an estado dur ante el proce so. Se prep aro lo necesario y un m es despué s estáb am os llevando a cab o la prim era jornad a de barro itinerant e en el asadero de la vereda. 45.

(46) Así com o José quiso llevar a la pr áctica lo que le explicáb am os de la gred a, nosotro s necesitábam os llevar esta herramienta que estábam os construyendo a la práctica. Lo s tres hornos se h abí an utilizado , unos m as que otro s, los resultado s de cad a horne ad a eran cad a vez m ás acorde con lo que esperáb amos y los hornos, las pl ac as de yeso , baldes, materiales, utensilios, mesas, re pisas, puertas, pruebas y piez as ya iban encontr ando su lugar en el espacio ; pero este espacio aún no se com unicab a con su entorno . Este esp acio -herr am ienta que h abí a sido nuestro objetivo com ún ya pedí a su uso, no a nivel personal ni solamente p ara los integrantes del taller sino realm ente prestarse como la herr amienta par a que el taller m ism o se relacionar a con l a gen te y las dinámicas de su entorno .. En un asadero de l a vered a, en l a Universidad de lo s Ande s y en La Ju anita barro itinerante nos brindó e xperiencias; las circunstancias y lo s p articipan tes diferí an bastante , pero cad a uno que se prestó a particip ar, no solo tenían pregun tas sino tam bién aportab a ideas. Cada uno tenia una form a diferente de relacionar se con la cerámica o el b arro o los tiestos, como alguno s los llam an, pero de alguna maner a esta experiencia directa que tuvimos con la gente y sus inquietudes, y a su vez el contacto que los p ar ticipantes tuvieron con l as m aterias mismas de l a alfarería fue enri quecedor par a am bas partes. barro itinerante fue el hilo conductor, si se quiere una disculpa par a entablar un a comunicación en el m om ento en que lo necesitábamos, par a llevar a l a practic a l a m ism a experimentación que no s motivó a comenzar .. 46.

(47) Bibliografía. Bodenm ann -Ritter , Cl ar a, Joseph Beuys. Ca da Hombre, un Artista. 1975 M adrid.. Oliveira,. Manuel,. Proy ectos. Cultu rales. y. sus. Contextos.. 2002. Barcelon a.. www.geocities.com /laesfer apublic a. Kr auss,Rosalind, Arte en t ransito. La lógica cultu ral del mu seo ta rdoca pitalista. A&V: Monogr afías de Arqui tectur a y Viviend a 1993 (enero-febrero), 39;117-120.. Lab at, R.P., Viajes a las islas de la América. París 1722. Editori al Casa de las Américas La Hab ana 1979.. Moure, Gloria, Kounelli s, 1990 Barcelon a. Ediciones Polígr afa S.A.. Murcia Florián, Jorge, Investigar para Ca mbia: Un enfoque sobre investigación-acciónparticipante. 1991 Editorial M agi sterio, Bogotá.. Sar amago, José , La Caverna , 2000 Santillana Ediciones Gener ales S,L. Madrid.. Skibo y Feinm an, Pott ery and People, A Dyna mic Interaccion .1999, Uni versity of Utah Press, Salt Lake City .. 47.

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