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Efectos del acueducto independencia en la configuración de los actores en la gestión del agua del río Yaqui

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Academic year: 2020

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Efectos del acueducto Independencia en la configuración de los actores en la gestión del agua del río Yaqui.

Argelia Tiburcio Sánchez1

1 Instituto Tecnológico Superior de Cajeme.

Resumen

En este trabajo se busca explicar como la construcción del acueducto Independencia ha creado una región artificial que implica una nueva configuración del ciclo hidrosocial en el que se profundizan las relaciones desiguales ya existentes entre los diferentes usuarios del agua que compiten por el agua con diferentes fines.

Introducción.

El presente trabajo aborda el trasvase de aguas entre la cuenca del río Yaqui y la cuenca del río Sonora a través del acueducto Independencia, en la que se trasvasan 75 millones de metros cúbicos de agua de la presa El Novillo (o Plutarco Elías Calles), en el río Yaqui, a la presa Abelardo L. Rodríguez, en el río Sonora, para su uso en la ciudad de Hermosillo. Las investigaciones realizadas hasta la fecha se han centrado en explicar el proceso de apropiación y despojo a la comunidad Yaqui principalmente, siendo relativamente escasa la documentación de los impactos que tiene la operación del acueducto, el cual ya se encuentra en operación. En este trabajo se busca explicar como el trasvase de cuencas ha creado una región artificial que ha dado lugar a una nueva configuración en una compleja red de actores e intereses involucrados en la gestión del agua de la cuenca del río Yaqui, viniendo a profundizar las relaciones desiguales ya existentes entre las principales comunidades usuarias del agua, el pueblo indígena Yaqui distribuido en sus ocho pueblos, las poblaciones de Ciudad Obregón y la Ciudad Hermosillo.

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vez que una ruptura de las geometrías de poder e-n relación al acceso y control del suelo irrigado en los que se generan conflictos por el acceso desigual al recurso.

El ciclo hidro social del agua

En últimas décadas la cuestión del agua se ha convertido en una de las preocupaciones de estudiosos ambientales y sociales. En el ámbito académico han surgido diferentes perspectivas críticas en torno al abordaje conceptual y teórico de las diversas problemáticas que involucran al agua, de su papel en la compleja relación sociedad-naturaleza y de las relaciones de poder que atraviesan su gestión (Larsimont y Grosso, 2014). Dentro del abanico de estudios la ecología política sobresale por poner énfaisis en considerar el papel del agua en la producción y reproducción del poder donde se originan conflictos (Loftus, 2009). Estos conflictos inducen a nuevas perspectivas de análisis, entre ellos, los estudios en el campo de la ecología política, que se caracteriza por su interdisciplinariedad, siendo los referentes Swyngedouw (2009), Linton (2010), Boelens (2015).

La originalidad de este abordaje reside en el intento de visibilizar los múltiples y heterogéneos actores y las escalas de análisis que involucran los procesos de acceso al agua y su control. En esta línea, Swyngedouw (2004 y 2009) fue pionero en reconsiderar teóricamente las dimensiones materiales, simbólicas y discursivas de la circulación del agua. Según este autor, dicha circulación es un proceso híbrido, socio-natural, que encarna aspectos políticos, económicos, sociales y ecológicos a diferentes escalas, y su estudio refleja cómo los flujos de agua, de capital y de poder están materialmente unidos (Swyngedouw, 2004).

En relación con las tensiones y conflicto, Larsimont (2014) agrega al análisis del ciclo hidro-social las estrategias por medio de las cuales el agua es manipulada, no solo por medio de infraestructura hídrica, sino por la elaboración de marcos legales, la influencia de las instituciones y las prácticas culturales “la circulación del agua pone en evidencia procesos políticos, económicos, sociales y ecológicos a diferentes escalas” (Larsimont, 2014). un territorio hidro-social debe ser entendido como el espacio revalorizado por la presencia de agua que resulta esencial para las actividades productivas, pero que también tiene un papel importante a nivel cultural. El agua pasa a ser un lazo de relación con el territorio y, en torno a su existencia, se articulan las demás actividades y representaciones.

La región hidropolitana.

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de la ciudad sin contemplar si se afecta la calidad de las aguas de comunidades río abajo. De esta manera funciona como un sistema asimétrico entre zonas de captación y zonas de consumo en el que los arreglos formales se construyen sobre bases autoritarias y no sobre la base del consenso, lo que genera conflictos por el acceso al recurso, observándose posiciones con intereses encontrados: por un lado, quienes necesitan y reclaman el agua para vivir y, por otro lado, quienes consideran el agua como un bien de valor económico para generar riqueza desde un posicionamiento capitalista y productivista.

El agua en el Valle del Yaqui

La cuenca del río Yaqui, es la más grande del noroeste de México, tanto en términos de su extensión de alrededor de 72,000 km2 como por el volumen de sus escurrimientos. La cuenca alberga la región que le da su nombre el Valle del Yaqui, donde hoy todavía persiste la comunidad Yaqui así como ciudad Obregón, esta región tiene una importancia tanto económica como ecológica (Matson y Falcon, 2012) por poseer un mega ambiente, en la que la producción agrícola data desde centenares de años así como ser el lugar de nacimiento de la revolución verde que actualmente sustenta una de las agriculturas más intensivas alrededor del mundo, en el año 1992 el Valle del Yaqui aportaba el 43% de la producción total de trigo en el mundo (Meisner et al 1992).

Para comprender los cambios en la circulación del agua en el Valle del Yaqui es imprescindible revisar la relación histórica entre su manejo y la consolidación de un complejo agroindustrial orientado a los granos principalmente. Esta agrociudad, como la describe Cerutti (2009) se constituyó principalmente desde fines del siglo XIX bajo el paradigma de la dominación de la naturaleza.

Desde épocas muy remotas, esta extensa región es habitada por miembros de la tribu yaqui. Con la llegada de Diego de Guzmán en 1553, se inicia la labor evangelizadora de los nativos, llegándose a fundar en 1623 los ocho Pueblos Yaquis originales, sobre las márgenes del río Yaqui, los cuales se denominaron: Vícam, Tórim, Pótam, Huíviris, Ráhum, Belem, Bácum y Cócorit. La tribu Yaqui mantuvo su autonomía rigíendose por sus propias leyes y códigos, permitiéndoles conservar sus tradiciones y costumbres (Dabdoud, 1964).

Con el paso del tiempo cuenta Dabdoud (1964), el territorio Yaqui se fue reduciendo debido a la presión ejercida por la llegada de colonizadores y mestizos apoyados con el uso de armas de fuego, conservándose su estado natural hasta mediados del siglo pasado.

Desde 1893, con la llegada de un mayor número de emigrantes al poblado de Cócorit hasta 1911, con la fundación de la Villa de Esperanza, el predominio de los Yaquis inicia su declinación y al mismo tiempo se inicia la explotación de las aguas del río Yaqui y la apertura de tierras de cultivo bajo riego.

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en Sinaloa, y Yaqui y Mayo en Sonora, constituyendo para tal efecto la compañía "Sonora and Sinaloa Irrigation Company ", misma que logró construir en el valle del Yaqui 40 km del canal principal bajo, así como una presa derivadora en la bocatoma del canal, en el punto denominado "Los Hornos", del cual tomó su nombre; beneficiándose un total de 15,000 hectáreas. En 1902 esta compañía se declaró en quiebra, liquidando a sus acreedores con terrenos.

Desde 1905 a 1928 la concesión fue autorizada a la "Compañía Constructora Richardson, S.A.", la cual logró poner bajo riego 40,000 hectáreas. En ese último año el Gobierno Federal, a través del Banco Nacional de Crédito Agrícola, S.A., adquiere la totalidad de las acciones, el cual para la administración de este organismo la denomina "Compañía Constructora Richardson en Liquidación ".

Durante el periodo que va de 1936 a 1952 se construyen las presas La Angostura y Oviachic, cuyos beneficios hidráulicos fueron canalizados para el desarrollo exclusivo del Valle del Yaqui, lo que significó un periodo de expansión agrícola y crecimiento de la población de Ciudad Obregón, debido al aumento constante de tierras cultivadas (Velasco del Toro, 1978) . Según Spicer (1994) en 1944 el área cultivada pasó de 72,000 hectáreas a 102,000 en 1947 mientras que la Tribu Yaqui solo contaba con el beneficio de 6530 hectáreas. Por otra parte, el volumen de ambas presas no fue suficiente para satisfacer las necesidades de la población Yaqui quienes se encontraban en la margen norte del río, quedando definitivamente excluidos de la agricultura de riego y quedando a expensas de las lluvias.

En 1955 se funda el Distrito de Riego 041 Valle del Yaqui y se refrendan los derechos de agua de 1940 de la tribu Yaqui, formándose el Distrito de Riego 018 como un apéndice del 041 que paulatinamente fue incorporando superficies de riego, así transcurrieron casi 30 años para que pasara de tres mil hectáreas para llegar a 23 mil en 1980.

En resumen, la construcción de los tres embalses, Angostura, Novillo y Oviachic, abrieron la puerta a una rápida expansión en el área total cultivada. La abundante disponibilidad de una fuente confiable de agua de riego, combinada con la investigación del trigo y el desarrollo de alto rendimiento cultivares de trigo, transformaron el valle en el centro de la revolución verde del trigo en México. El Distrito de Riego 041, que comprende el área al sur del rio Yaqui, pasó a convertirse desde los sesenta en uno de los más grandes del norte de México. Su desenvolvimiento fue paralelo a un creciente protagonismo tanto del Estado federal como de quienes regían Sonora: esfuerzo institucional destinado sobre todo a impulsar un tipo de agricultura comercial capaz de proveer y competir tanto en el mercado interno como en materia de exportaciones (Cerutti, 2006). No sucedió lo mismo con la tribu Yaqui, que ha quedado relegada, sin posibilidad de explotar su capacidad agrícola y viéndose limitada a la agricultura de subsistencia y la renta de tierras.

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al grado que en un año no se asignó agua de la presa y se dejaron de sembrar 180,000 ha, por lo que fue necesario utilizar el agua del acuífero. A partir de entonces se han rehabilitado pozos y ha sido necesaria la introducción de un sistema de permisos de siembra en los que se programa la superficie sembrada con base en el volumen de agua de la presa de tal forma que no se puede exceder de un tercio del volumen (Ortiz, 2009).

A pesar de que la administración local en el valle ha sido descentralizada, la operación del sistema de yacimientos del río Yaqui sigue siendo la única responsabilidad de la Comisión Nacional del Agua. En coordinación con representantes locales del distrito de riego, la CNA decide los volúmenes de agua a usar cada año para irrigar los valles de los cultivos. Estas negociaciones anuales de asignación tienen lugar en septiembre al inicio de la temporada principal de crecimiento (Ortiz, 2009).

Conformación de la Región Hidropolitana del Valle del Yaqui.

La construcción del acueducto Independencia movilizó a la sociedad por la manera en que de manera autoritaria se decidió realizar esta obra que desvía un volumen considerable de agua de la cuenca del río yaqui, este no ha sido el primer trasvase que ocurre en la cuenca. El primer trasvase de aguas entre cuencas ha tenido lugar en los años noventa mediante la construcción del acueducto Rio Yaqui-Guaymas para abastecer a la población de Guaymas.

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Figura 1.Esquema de la Región Hidropolitana del Valle del Yaqui. Elaboración propia.

El acueducto Independencia.

Paralelo al crecimiento y expansión del Valle del Yaqui, se encuentra la costa de Hermosillo con la ciudad de Hermosillo como centro de población.

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la región, se considera la posibilidad de encontrar nuevas fuentes de suministro (Pineda, 2007). La primera fue la presa El Molinito que se construyó para atender las necesidades de Hermosillo, luego en 1994 se impulsaron nuevas obras que incluían la privatización del organismo operador de agua potable del estado y la construcción de un acueducto desde la presa El Novillo, ideas que no fructificaron por la inconformidad de los usuarios de agua de Hermosillo.

En 1998 se plantea la construcción de una planta desaladora, pero esta idea tampoco fructificó porque nuevamente se veían afectados los intereses de los agricultores de Hermosillo (Armenta, 2010). En el año 2010 después de otro periodo de sequia la ciudad se vio en la necesidad de implementar el tandeo de agua por lo que el gobierno de Sonora presentó el proyecto para la construcción del Acueducto Independencia, que transportaría desde el río Yaqui y la presa Plutarco Elías Calles (El Novillo) el trasvase 75 millones de metros cúbicos de agua anuales. El proyecto se planteó sin el consenso de las comunidades afectadas argumentando que la construcción del acueducto no tendría un impacto ambiental ni social.

A partir de ese momento la comunidad Yaqui iniciaría una nueva batalla por el recurso, en esta batalla las luchas de la tribu por el reconocimiento como dueños legítimos del recurso se han intensificado. La tribu ha implementado diversas estrategias adoptadas en el pasado como son el cierre de carreteras, las alianzas con grupos opositores y las demandas ante la corte (Padilla, 2015). Paradójicamente, el despojo se justifica por medio de un discurso de derechos humanos internacionales y el cuestionamiento de la autenticidad indígena con el propósito de deslegitimar los reclamos yaquis (Redonic, 2015).

Pese a que la Suprema Corte de Justicia anuló el estudio de impacto ambiental y ordenó la consulta al pueblo yaqui conforme a estándares internacionales de reconocimiento de los derechos indígenas, la obra se construyó y entró en operación en el año 2013 bajo la administración de la Conagua. A la fecha continúa en operación y de acuerdo con datos de la misma institución

Implicaciones del trasvase de aguas

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Retomando la idea del ciclo hidrosocial se observa que el desplazamiento de la frontera hídrica mediante el trasvase de aguas implica cambios y rupturas en el ciclo social anterior, que sí bien estaba basado en un acceso desigual basado en una regulación ingenieril de diques y presas, una estrecha dependencia de fluctuaciones hidroclimáticas, en ese ciclo los usuarios de agua se encontraban bien definidos.

En este nuevo ciclo nuevos actores se involucran y agregan presión a una comunidad que ha venido luchando por el reconocimiento pleno de sus derechos territoriales entre los que se encuentra el acceso al agua. Dentro de los nuevos actores está la ciudad de Guaymas, los usuarios de agua del distrito de riego Costa de Hermosillo, el sector industrial de Hermosillo, la población de Hermosillo que se ven beneficiados directa o indirectamente de los trasvases de agua. En el ámbito institucional se añaden responsabilidades a la Comisión Nacional del agua que debe operar el acueducto, la Comisión Estatal de Agua encargada de la operación del Acueducto Rio Yaqui- Guaymas.

La gestión del agua es fragmentada y sin una visión que aborde en conjunto las problemáticas, mucho menos que tome en cuenta a la población más vulnerable.

El trasvase de aguas tiene un impacto diferenciado entre los actores afectados, mientras que el Distrito de Riego 41 ha desarrollado cuenta con recursos técnicos, financieros para afrontar los efectos de una disminución en el flujo de agua, la comunidad Yaqui no. Por el contrario, durante los últimos años ha visto disminuida su capacidad de actuación, su población se encuentra cada vez más empobrecida y por lo tanto es más vulnerable a la reducción del caudal de agua por lo que ve en peligro su supervivencia.

Conclusiones

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9 Bibliografía.

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Referencias

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