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Doc 3 La Imagen en el antiguo Egipto

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Función de la imagen en el antiguo Egipto  El artista-artesano era un ser anónimo al servició de las castas

privilegiadas (faraón-sacerdotes)

 Función religiosa del arte, de exaltación del poder de los reyes y faraones en una sociedad teocéntrica.

En Egipto la organización política surgió de la necesidad de administrar, eficazmente, la construcción de canales de riego para el cultivo. El primer rey fue a su vez el primer constructor de diques y embalses. Tras las inundaciones

periódicas se debían trazar de nuevo los límites de las tierras. Era el rey quien personalmente

marcaba las líneas y cavaba la tierra, tal como se advierte en la escritura de los

monumentos más

antiguos. 

El mayor rango social lo ostentaba el rey, quien estaba dotado de los poderes que garantizaban la prosperidad del territorio. Tras la unificación de las Dos

Tierras y la

concentración de autoridad monárquica, fue necesaria la

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articulaba todas las actividades del estado. No quedó práctica alguna que no estuviese bajo una fórmula de control administrativo. 

La vida del rey (faraón) estaba regida por un ceremonial fastuoso. Era la encarnación suprema del dios. La idea cosmogónica de la creación, mediante la intervención de un espíritu que ordenaba la materia, fue transferida al faraón, quien personificaba el orden del cosmos frente al caos. El mantenimiento del ciclo vital, entendido como una sucesión temporal repetida hasta el infinito, quedaba garantizado por el rey. Con cada nuevo reinado empezaba el «año uno», un nuevo período que restauraba tres acontecimientos fundamentales: el restablecimiento del orden, el triunfo de Horus sobre el enemigo y la unificación de los dos Egiptos.

La sociedad estaba organizada de forma jerárquica y compuesta por diversos grupos. La nobleza, altos funcionarios de la administración y sumos sacerdotes percibían rentas en especies y gozaban de los favores de una vida cortesana. Además, eran los dueños de las tierras. Constituían la oligarquía gobernante y podían garantizarse una resurrección, gracias a la construcción de lujosos sepulcros. Ocupaban un rango inferior los funcionarios subalternos, los técnicos, los escribas, los sacerdotes, los superintendentes, los obreros especializados y los artesanos. El nivel social más bajo estaba compuesto por los campesinos. Existían, por último, diferentes formas de servidumbre, que limitaban la libertad individual. Una práctica normal, realizada bajo contrato, era la servidumbre de una familia completa comprada para el servicio de una casa noble. 

La esclavitud, entendida como la posesión de personas, se practicó con los prisioneros de guerra, en especial durante el Imperio Nuevo.

 

La religión en el antiguo Egipto  

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definitivo era la liturgia en torno al panteón, cuyos dioses eran los propietarios absolutos de la tierra de Egipto. También tenía un carácter práctico-mágico que satisfacía la necesidad de emplear los

poderes superiores al hombre en beneficio de unos fines temporales concretos. 

A lo largo de la historia de Egipto, la elaboración del pensamiento teológico y mitológico adquirió una gran complejidad, ya que unas ideas se sobreponían a otras, sin que una nueva argumentación invalidase las precedentes. 

Los sacerdotes

Los sacerdotes eran quienes organizaban la práctica de los ritos, los oficiantes del culto diario y los intermediarios en la relación con lo sagrado. Formaban parte de la jerarquía estatal como funcionarios. Dentro de sus obligaciones no se incluía la asistencia espiritual a los creyentes, pero sí las actuaciones de carácter mágico, pues eran depositarios de los secretos de la vida y la muerte.

Los templos dedicados a las divinidades formaban parte de la religión oficial del Estado. El culto era dirigido por el faraón y tenía, en realidad, carácter privado, ya que solamente el monarca tenía acceso a la cella en la que estaba la estatua divina. Como no podía presidir el culto en todos los templos, un sumo sacerdote le representaba y realizaba el oficio en su nombre. 

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partícipe del cortejo, aunque no podía ver las estatuas, que permanecían ocultas durante todo el recorrido. Las fiestas reafirmaban la desigualdad social y el rango de los faraones. No obstante, el pueblo participaba de la religión oficial venerando a los mismos dioses en capillas familiares, donde podían establecer un contacto más cercano. 

Los dioses egipcios

Los dioses surgen de un espíritu ordenador que les

da la vida y esta idea se aplica a todas las manifestaciones de la naturaleza. Este dios a quien se atribuye la fuente de toda vida es Ra, el Sol, quien controla el ciclo del río Nilo.

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sin rango divino. Éstos podían disfrutar de un más allá similar al del rey a través de la figura de Osiris. Su leyenda se evocó con múltiples variantes por todo Egipto. Los sucesivos cultos -en función de los cambios políticos- se fueron yuxtaponiendo. La supremacía de un dios sobre los otros dependía de las dinastías reinantes, quienes daban prioridad al dios de su ciudad. 

Muerte y vida de ultratumba

La muerte en el Egipto antiguo estaba considerada como un pasaje hacia una segunda vida y esto le daba un sentido positivo. Tras ella, el espíritu entraba en el mundo cósmico, un más allá eterno e inmutable. El ser humano estaba compuesto por un soporte material, el cuerpo, al que están ligados elementos inmateriales: el ba, que corresponde al alma o a la personalidad, y el ka, o doble de la persona, idéntico a su cuerpo pero sin forma material. Para representar a un dios o a un faraón con su ka, se reproducían dos figuras idénticas cogidas de la mano. 

El espíritu tomaba la forma del cuerpo difunto y convivía con él hasta volver a integrarse en el universo una vez el cuerpo había desaparecido. Con una imagen o doble del difunto y a

través de la celebración de un ritual, el ka pasaba a la imagen.

La muerte significaba la separación de estos

elementos y, si el ser humano

quería

comenzar su

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de los lugares de enterramiento como moradas imperecederas. Los rituales de momificación e inhumación eran más importantes, incluso, que la propia existencia, dado que el otro mundo se imaginaba como un lugar de renovación de la vida terrenal, adquiriendo así una importancia primordial. 

Para garantizar la continuidad en la otra vida se debían construir tumbas seguras en las que habitaría el espíritu de los difuntos, a quienes había que asegurar el mismo bienestar que habían disfrutado en la vida terrenal. Para ello se depositaba un rico ajuar y se realizaban ofrendas de alimentos, de las que se ocupaban los vivos. Los alimentos eran indispensables, pues si faltaban el alma tenía que vagar en su búsqueda.

El reino de los muertos se situaba en el oeste del valle del Nilo, en el Sol poniente, donde se encuentran las más importantes tumbas funerarias. Osiris era el dios tutelar de la vida de los muertos, a quienes acogía a cambio de ciertos trabajos. Los espíritus vagaban recorriendo el cosmos al igual que Ra, el dios solar, quien con su barca surcaba el firmamento durante el día, atravesando por la noche las doce regiones del mundo subterráneo de Osiris. 

El Libro de los Muertos

Durante la época del Imperio Nuevo se impuso la costumbre de depositar en el sarcófago de los difuntos

el Libro de los Muertos, recopilación de fórmulas mágicas

para ayudar a superar los peligros que acechaban a los difuntos en su viaje hacia el mundo de Osiris. Al comenzar su segunda vida, el difunto debía pasar la prueba del juicio ante un tribunal de cuarenta y dos representantes del otro mundo, presididos por Osiris. Dicho juicio se celebraba en la sala de Maat, diosa de la verdad y la justicia, y empezaba con el peso del corazón. 

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mundo inferior; podría sentarse en la barca de Ra y disfrutar de la conversación con todos los dioses. 

Por estas razones, desde los primeros tiempos, los egipcios procuraron mantener los cuerpos de los difuntos en buenas condiciones pues, guardando el cuerpo, prolongaban la vida del alma indefinidamente. Los alimentos del ajuar funerario estaban destinados al ka. Entre los rituales diarios ejecutados por los sacerdotes, uno de los más importantes era el de la transmisión del espíritu de los alimentos al alma del difunto. Estas ideas se aplicaban a todo lo vivo, ya que la materia se animaba con el espíritu.

 

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