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La moneda de los íberos

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Academic year: 2022

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La moneda de los íberos

Ilturo y los talleres layetanos

Alejandro G. Sinner (ed.)

Alicia Arévalo González Marta Campo Díaz Joan Ferrer i Jané Pepita Padrós Martí Carles Martí Garcia

Del 22 de abril al 30 de junio de 2012

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Universitat de Barcelona

Programa FPU del Ministerio de Educación Patrocinador

Josep Barceló García Autores

Alicia Arévalao González Marta Campo Díaz Joan Ferrer i Jané Pepita Padrós Martí Carles Martí Garcia Alejandro G. Sinner Corrección

Jordi Ciuró i Moreno Diseño

MHA, estudi gràfic SLL Impresión

Norprint S.A.

CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS

© Museu Nacional d´Art de Catalunya, Gabinet Numismàtic de Catalunya (MNAC/GNC)

© Ajuntament de Cabrera de Mar, Dipòsit Municipal de Can Bartomeu (DMCB)

© Museo Arqueológico Nacional (MAN)

© Colección Montañes (CM)

© Colección Barceló (CB)

© Archivo Villaronga (AV)

© Museu de Badalona (MB)

© Albert Martín Menéndez (AM)

© Juan Bárez (JB)

Universitat de Barcelona

Programa FPU del Ministerio de Educación Coordinación

Marta Prevosti

Directora del Museu de l’Estampació de Premià de Mar Documentación

Alejandro G. Sinner Universitat de Barcelona

Programa FPU del Ministerio de Educación Restauración

Núria Fernández Llobet

Técnica en conservación, restauración y difusión del Mu- seu de l’Estampació de Premià de Mar

AGRADECIMIENTOS

Ajuntament de Cabrera de Mar

Museu de l’Estampació de Premià de Mar Gabinet Numismàtic de Catalunya del MNAC Museu de Badalona

Marta Campo Díaz Pere Pau Ripollès Alegre Albert Martín Menéndez Anton Torrents

©Textos de los autores Primera edición: abril 2012 DL L-478-2012

ISBN 84-615-7847-3

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4 Presentación

Marta Prevosti

5 Prólogo

Toni Ñaco del Hoyo

La moneda de los íberos: un breve contexto general

7 Las acuñaciones con escritura ibérica de la Hispania Ulterior

Alicia Arévalo González

17 La moneda ibérica en el nordeste de la Citerior

Marta Campo Díaz

La lengua de los íberos: las leyendas monetales 28 La lengua de las leyendas monetales ibéricas

Joan Ferrer i Jané

La Layetania: talleres y circulación de moneda 44 Las cecas layetanas. La ceca de Baitolo

Pepita Padrós Martí

55 La circulación monetaria en el valle de Cabrera de Mar (El Maresme, Barcelona)

Alejandro G. Sinner, Carles Martí Garcia

72 La ceca de Ilturo. Estado de la cuestión

Alejandro G. Sinner

84 Bibliografía

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LA CECA DE ILTURO.

ESTADO DE LA CUESTIÓN

Alejandro G. Sinner Universitat de Barcelona

Programa FPU del Ministerio de Educación

No es el objetivo de este trabajo realizar un estudio monográfico sobre la ceca de Ilturo. Su finalidad, menos ambiciosa, es llevar a cabo un texto que ofrezca al lector un estado actual de la cuestión. Como en todo trabajo de síntesis, corremos el riesgo de simplificar en demasía la argumentación de los distintos apartados. Aun así y teniendo presente la temática de este volumen, pensamos que resultará más atractiva y de mayor interés una aportación en esta línea que no un estudio centrado en un aspecto más parcial o tangencial del taller.

Ubicación

Actualmente la mayoría de los investigadores parecen aceptar que el ta- ller que acuñó moneda con la leyenda ibé- rica Ilturo debe ubicarse en el actual valle de Cabrera de Mar. Más concretamente en algún punto indeterminado del yacimiento de época tardo-republicana que desde 1997 y hasta hoy se viene excavando en el cen- tro de dicho municipio (García et al., 2000;

Martín y García, 2002; Martín, 2004) y que ha sido recientemente identificado como Il- turo1 (López y Martín, 2010). Sin embargo es importante matizar que su emisión final parece que se acuñó desde la ciudad de Ilu- ro (Pérez, 1996: 43; Martí, 2004; 2009: 383;

Figura 1 Ubicación de la ceca de Ilturo, mapa según M. Campo, A. Arévalo, A. Domínguez, P.

Otero y P.P. Ripollès

1 | Entendemos Ilturo como el asentamiento de época tardo-republicana donde se ubica la ceca que emitió moneda utilizando ese mismo topónimo. Localizado en el valle de Cabrera de Mar a pies del oppidum ibérico de Burriac, con el que podría estar vinculado, presenta evidencias de arquitectura privada y pública de carácter itálico. Es ocupado desde mediados del siglo II a.C. hasta aproximadamente el primer cuarto del siglo I a.C., momento en que es abandonado.

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Campo 2005: 77-79), una vez la población del valle ya había abandonado el lugar en bene- ficio del nuevo asentamiento.

No obstante, esta cuestión no ha sido siempre tan clara y desde el siglo XVIII se han propuesto diferentes ubicaciones para este taller. Sin ánimo de hacer un estudio exhaustivo del tema, para el cual remitimos al lector al texto de Carles Martí (2008: 44- 56), sí que parece oportuno hacer mención a aquellas propuestas que tuvieron una mayor repercusión. La primera vez que se vinculó la ceca de Ilturo a un asentamiento de época antigua fue gracias al trabajo de Domenico Sestini (1818: 157), quien la atribuyó a la ciu- dad romana de Ildum (Alcalá de Chisvert). Dicha hipótesis gozó de una buena aceptación durante prácticamente todo el siglo XIX (Saulcy, 1840:118; Boudard, 1859: 208-209; Zó- bel, 1880: 57), llegando su influencia hasta el punto de hacer cambiar sus planteamientos a otros autores quienes, como Delgado, ya habían atribuido el taller con anterioridad a la ciudad de Iluro (Mataró) (Delgado, 1876: 274-275).

Habrá que esperar hasta Pujol y Camps (1887: 199-209) para que, en lo que posi- blemente deba de ser considerado como el primer estudio exclusivamente dedicado a la mo- neda acuñada por este taller layetano, se superasen de manera perfectamente argumentada los problemas que anteriormente parecían insalvables. Partiendo de una excelente lectura de la leyenda, no solamente ubicó la ceca en Iluro, sino que además ofreció una primera clasi- ficación de sus emisiones (Pujol y Camps, 1887: 204-208). Dicha localización no dudaron en recogerla y confirmarla, ya en el siglo XX, tanto Botet (1908: LIX) como el propio George F. Hill (1931: 52-53), quien ese mismo año acababa de ser nombrado director del British Museum.

Con el descubrimiento del poblado ibérico de Burriac durante la segunda década del siglo XX, los hermanos Joan y Marià Ribas propusieron una nueva localización de la ceca. Parecía más propicio situar la fabricación de unas monedas acuñadas utilizando el alfabeto ibérico en un oppidum, asentamiento característico de dicha cultura, que no en una fundación tardo-republicana con un esquema urbanístico de tipo romano (Iluro). Esta nueva vinculación del taller por primera vez con un yacimiento no citado en los textos clásicos y basada estrictamente en los hallazgos arqueológicos, fue rápidamente aceptada por numismáticos y filólogos de prestigio nacional e internacional (Villaronga, 1974: 23;

Untermann, 1975: 190). Posteriormente Pérez Almoguera (1996: 43) matizó la localización de la misma proponiendo que la última de sus emisiones, aquella que se caracteriza por presentar en sus anversos el símbolo oreja, se debió de emitir desde Iluro una vez los habi- tantes de Ilturo habían abandonado el lugar en beneficio del nuevo asentamiento.

Finalmente, y tras el descubrimiento en el yacimiento tardo-republicano del valle de Cabrera de Mar de piezas discoidales a las que se les habían practicado extracciones regu- lares y cuya aleación resultó ser -según sus excavadores- una mezcla de plomo y estaño, se barajó la posibilidad de ubicar la ceca en dicho asentamiento (García et al., 2000: 41; Martín y García, 2002: 203; Martí, 2004: 360). En base a esa nueva aportación y a la reciente aso- ciación de otras cecas ibéricas del área catalana con fundaciones de época tardo-republicana (Padrós, 2001: 69; Pera, 2001: 60), parece lógico hipotetizar que las monedas que se identifi- can por presentar en su reverso la leyenda Ilturo debieron ser acuñadas en el yacimiento que actualmente se encuentra bajo el centro histórico del actual municipio de Cabrera de Mar, siendo la excepción la emisión que con símbolo oreja debió de emitirse una vez el valle ha- bía quedado prácticamente despoblado. Sus habitantes, y con ellos la ceca, se encontraban ahora en Iluro (Pérez, 1996: 43; Martí, 2004; 2009: 383; Campo 2005: 77-79).

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Layendas monetales: lecturas y variantes

Las diferentes variantes documentadas a la hora de representar la leyenda en las emisiones de la ceca de Ilturo, al igual que ocurre en las demás cecas ibéricas con las que comparte territorio, corresponden a las variantes epigráficas modernas de la escritura ibérica del nordeste peninsular. Es decir, al denominado por los entendidos en la mate- ria como alfabeto nororiental o levantino, que se caracteriza, como el resto de escrituras paleohispánicas, por presentar al mismo tiempo signos de valor silábico para las conso- nantes oclusivas, y signos de valor alfabético para el resto de las consonantes y las vocales (Velaza, 1998: 70).

Si bien a día de hoy parece haber un cierto entendimiento entre los investigado- res en lo que respecta a las bases de la llamada epigrafía monetal y a las características de las lenguas ibéricas, en el pasado, y hasta que se descifró el alfabeto ibérico, la lectura de las leyendas acuñadas en los distintos talleres ibéricos y celtibéricos resultó ser uno de los temas más controvertidos dentro de la numismática de este país. Durante más de un siglo diversos estudiosos trataron de leer y transcribir las diferentes leyendas. La ceca de Ilturo no fue la excepción, y ya en el siglo XVIII tenemos constancia de una primera transcrip- ción de su leyenda realizada por J. Velázquez de Velasco, quien leyó en el reverso de las monedas de la ceca layetana el topónimo NERDRA (Velázquez, 1752: 106).

Habría que esperar hasta principios del siglo XIX para disponer de una nueva lectura. En esta ocasión su autor, Juan Bautista Erro, no solo transcribió la leyenda como ARARAN, cuyo significado tradujo literalmente como “pueblo situado en una llanura muy grande”, sino que además especificó que dicha lectura se debía realizar de derecha a iz- quierda (Erro, 1806: 200). Tan solo una década más tarde Domenico Sestini (1818: 157) ofrecería una lectura totalmente nueva: ILDRE. Reconociendo la leyenda como celtibérica, la tradujo al latín en la forma ILDVRI, dando así un salto cualitativo hacia la correcta lectura de la misma. Dicha transcripción gozaría de buena aceptación entre los autores posteriores (Saulcy, 1840: 115; Akerman, 1846: 91).

Ya en la segunda mitad del siglo XIX encontramos dos nuevos intentos de trans- cribir la leyenda. En esta ocasión, y alejándose de las transcripciones anteriores, Boudard (1859: 209) leyó ILADHE, y una década más tarde el eminente numismático francés Aloïss Heiss (1870: 212) haría lo propio obteniendo la lectura de ILOVRE. Sería Delgado quien finalmente, y pese a haber realizado una primera lectura de la leyenda como HILVRE, la transcribiría como ILDERA, volviendo de nuevo sobre los pasos de Sestini que los autores anteriores parecían haber abandonado (Delgado, 1876: 274-275).

Finalmente, dos trabajos publicados durante los años ochenta del siglo XIX acabaron con más de cien años de especulación y dieron con la lectura correcta para la leyenda de la ceca de Ilturo, o al menos con la que actualmente aceptamos como tal. El primero de estos trabajos fue obra de Zóbel de Zangroniz (1880: 57), quien leyó ILDUROH y describió como Iluronenses estas emisiones, aunque como ya hemos visto las acabaría ubicando en el litoral valenciano. Sería de nuevo Pujol y Camps (1887: 201) quien en su trabajo El dinero ibérico de Iluro, obra de gran interés para quienes estudiamos este taller, dio finalmente con la lectura definitiva de la leyenda apoyándose en el sólido trabajo de Zobel y leyendo ILDURE o ILDURO. Si bien Ilturo es la referencia tradicional a esta ceca

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en artículos de epigrafía ibérica y numismática, puesto que en los textos ibéricos donde no se distinguen las oclusivas velares y dentales sordas de las sonoras (como por ejemplo las leyendas monetales), se suele representar la sorda de forma arbitraria, es decir Ilturo.

Algunos autores prefieren identificar esta ceca como Ilduro, puesto que el topónimo Ilduro está formado sobre la base del elemento ildu, que aparece en textos donde sí se distinguen las sordas de las sonoras y donde se certifica que la transcripción correcta de este elemento era la forma sonora (Ferrer, 2005: 958 nota 4). Por tanto, la transcripción de Pujol y Camps puede considerarse como correcta y con ella se puede cerrar el capítulo concerniente al desciframiento de la leyenda de este taller.

Durante este largo proceso de lectura y transcripción de la leyenda, y gracias a la observación y clasificación que estos autores, entre muchos otros, hicieron de las piezas de Ilturo que conocían, se han ido identificando diferentes formas de representar esa mis- ma leyenda. Actualmente tenemos documentadas cuatro variantes distintas utilizadas para escribir el topónimo layetano Ilturo (Figura 2), variantes que junto a otros criterios que veremos más adelante, como por ejemplo la metrología o el estilo de las acuñaciones, nos han aportado una valiosa información a la hora de identificar y clasificar las diferen- tes emisiones de la ceca (Tabla 1).

Emisión/es Leyenda Signo l Signo tu/du Ref. bibliográfica

Iniciales ílÜRo Clásico Variante sorda tu CNH 1-7

Intermedias ílÙRo Clásico Variante sonora du CNH 8-12

íhÙRo Innovado Variante sonora du CNH 13

Final íhÜRo Innovado Variante sorda tu CNH 13-16

Tabla 1 Leyendas conocidas para la ceca de Ilturo

En 1878 Zobel de Zangroniz se percató de que algunas cecas ibéricas no solo modificaban a lo largo de sus acuñaciones el texto de su leyenda, sino que además, en otras, como por ejemplo la de Ilturo, ciertos signos sufrían variaciones entre sus distintas series (Zóbel, 1878: Tomo IV, 4). Posteriormente Leandre Villaronga matizó y perfeccionó las ideas fundamentales de Zobel (Villaronga, 1958: 9-27; 1979: 69-71), plasmando el resultado final de este proceso en el Corpvs Nvmmvm Hispaniae Ante Avgvsti Aetatem (CNH),

Figura 2 Variantes conocidas para la leyenda del taller de Ilturo

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donde se utilizan las diferentes leyendas como uno de los principales criterios de clasifica- ción y ordenación de la moneda ibérica (Villaronga, 1994).

Estudios epigráficos recientes sobre diferentes soportes tales como cerámicas, plo- mos, bronces o materiales lapídeos, parecen confirmar que efectivamente estas diversas formas de escribir un signo pueden en ocasiones responder a una evolución del mismo a nivel lingüístico, más allá del ámbito meramente numismático. Este parece ser el caso del signo l, que presenta según Rodríguez Ramos dos variantes, una primera conocida como forma clásica (l-1/l), y otra que podríamos llamar, citando a dicho autor, innovada (l-2/h) (Rodríguez Ramos, 1997: 70). El signo tu/du también puede ser representado de dos formas distintas (sorda/sonora), pero en esta ocasión ello se debe a que la variante más antigua de la escritura ibérica, el signario dual, permitía diferenciar las oclusivas velares y dentales sordas de las sonoras mediante la adición de un trazo a la forma del signo base. La forma simple representa la sonora (Ù/du), y la forma con el trazo adicional representa la sorda (Ü/tu). Este sistema cae en desuso a principios del siglo II a.C., por lo que su uso ya no se detecta en las leyendas monetales de los siglos II-I a.C., donde mayoritariamente se utilizan las variantes simples, aunque en algunas cecas, como Ilturo, se usan alternativamente las variantes simples y complejas pero ya desposeidas de su significado original (Ferrer, 2005).

Gracias a esta cronología relativa basada en las diferentes formas de represen- tar un signo a lo largo de su vida, y a la identificación de las cuatro variantes epigráficas de la leyenda que actualmente conocemos para la ceca de Ilturo, podemos hipotetizar que aquellas emisiones de Ilturo que presentan el signo l clásico deberían ser más antiguas que las que presentan el signo l innovado. Por contra, la representación del signo tu/du en su forma sorda o sonora parece que es aleatoria, por lo que no deberá tenerse en cuenta como criterio de clasificación.

Metrología

El peso de las monedas es un elemento fundamental para determinar su naturale- za y su función. Debido al campo tan amplio de estudio que estamos abarcando en este tex- to, solo entraremos a valorar en detalle la metrología de las denominaciones más elevadas (as uncial reducido/unidad) que acuñó la ceca en cada momento.

Es imprescindible remarcar que entre las diferentes emisiones que la ceca de Iltu- ro puso en circulación a lo largo de su vida, y como se documenta en otros talleres ibéricos, son reconocibles dos sistemas de valoración de las monedas. El primero, solamente válido para las emisiones iniciales de la ceca (CNH 1-7), parece seguir el estándar de peso roma- no, por lo que siguiendo el criterio de autores como Villaronga (1994) o Ripollès (2007:

69) denominaremos sus ejemplares como ases, semises, trientes, cuadrantes y sextantes unciales reducidos respectivamente. El segundo sistema de valoración, que engloba las emisiones intermedias y la final del taller (CNH 8-16), es el que tradicionalmente se ha denominado como patrón ibérico de 10-12 g, por lo que denominaremos a sus monedas como unidades, mitades, tercios y cuartos respectivamente. Ambos sistemas parece que fueron perfectamente compatibles entre sí, ya que el sistema romano es el doble del que

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podemos considerar como de patrón ibérico o local, siendo el peso de la unidad ibérica equivalente al del semis uncial reducido (Ripollès, 2007: 70).

Parece evidente cuando trabajamos con las emisiones de la ceca de Ilturo, así como ocurre con casi todas las emisiones ibéricas layetanas, que la mayoría de sus acu- ñaciones van perdiendo peso gradualmente a medida que son más modernas. Empezará siguiendo el estándar romano para cambiar en algún momento indeterminado del último cuarto del siglo II a.C. al patrón ibérico, en el que emitirá la práctica totalidad de su pro- ducción. Esta constante pérdida de peso llega hasta la primera década del siglo I a.C., mo- mento en el que parece que hay una notoria recuperación. Gracias a estas modificaciones en el peso de las acuñaciones a lo largo de la vida del taller podemos llegar a diferenciar distintos grupos de emisiones (iniciales, intermedias y final) en base a sus respectivas ca- racterísticas metrológicas.

El primero de estos grupos, minoritario en los hallazgos, es el más antiguo y pesa- do. Sigue el estándar de las monedas de bronce romanas acuñadas según el sistema uncial reducido (Figura 3). En torno al 170 a.C. Roma estaba acuñando con un peso estándar próxi- mo a los 27 g, que hacia el 158 a.C. ya se situó sobre los 22,5 g, llegando posiblemente en la década de los años 130 a.C. a bajar hasta cifras cercanas a los 18 g (Crawford, 1974: 52-54;

Ripollès, 2007: 69), pesos que concuerdan bien con los valores conocidos para las emisiones iniciales de Ilturo, cuyos valores oscilan habitualmente entre los 18 y los 22 g para los ases unciales reducidos, con las correspondientes equivalencias métricas para sus divisores.

El segundo grupo, mucho más numeroso en los hallazgos y dominante en las monedas recuperadas procedentes del yacimiento tardo-republicano del valle de Cabrera de Mar, lo conforman las que hemos denominado en trabajos anteriores como emisiones intermedias del taller de Ilturo (Sinner, e.p. (a)). Dichas monedas (CNH 8-13) sufren una importante reducción de peso –a la mitad–, oscilando los valores de sus unidades entre los 9 y los 11/12 g propios del patrón de acuñación ibérico (Figura 4). Estas piezas debie- ron de ser consideradas desde la óptica romana como equivalentes a los semises unciales reducidos debido a la relación de peso que presentaban para con la moneda republicana (Llorens y Ripollès, 1998: 92). En el taller de Ilturo la variación en el estándar metrológico llevada a cabo por la ceca no se ha podido vincular todavía a un suceso concreto, pero posiblemente tuvo lugar durante el último cuarto del siglo II a.C.

Figura 3 Histograma de los pesos de los ases unciales reducidos de bronce. Emisiones iniciales 2

1

0 16 17 18 19 20 21 22 23 24 Gramos

Número de monedas

(10)

Para concluir este breve repaso a los aspectos básicos de la metrología del taller, el tercer y último grupo engloba aquellas piezas que parecen ser mayoritarias en los estra- tos de la primera mitad del siglo I a.C. del oppidum ibérico de Burriac y en los de la ciudad de Iluro. Se corresponde con la emisión final de la ceca de Ilturo (Sinner, e.p. (a)), caracte- rística por presentar el símbolo oreja en sus anversos (CNH 14-16). Sus pesos aumentan de forma considerable con respecto a los del grupo anterior, aunque estas monedas se siguen incluyendo dentro del estándar o patrón ibérico. Los valores más frecuentes oscilan en torno a los 14-15 g para el valor unidad (Figura 5) con la correspondiente equivalencia de peso para su única denominación, el cuarto.

Tipos y denominaciones

Aunque hubo excepciones, los diseños que los pueblos ibéricos y celtibéricos de la Hispania Citerior eligieron (Almagro, 1995a: 53-58) o bien les impusieron (García- Bellido 1992: 242) a la hora de acuñar sus denarios, ases unciales reducidos y unidades, fueron tremendamente homogéneos y genéricos. Se representó una cabeza masculina en ocasiones diademada o laureada, imberbe o barbuda en el anverso, y un jinete a caballo con el nombre de la autoridad emisora en lengua ibérica en el reverso. Esta iconografía de estética aparentemente helenística y ambigua interpretación, se suele relacionar en última instancia con las series de Hieron II de Siracusa (Almagro, 1995b: 237; Ripollès y Figura 4 Histograma de pesos de las unidades de Ilturo. Emisiones intermedias

Figura 5 Histograma de pesos de las unidades de Ilturo. Emisión final 35

25 15 5

6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Gramos

Número de monedas

50 40 30 20 10

0 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 Gramos

Número de monedas

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Llorens, 2002: 101). Dichos tipos solo presentaron pequeñas diferencias entre sí que parecen ir asociadas a áreas geográ- ficas concretas, como por ejemplo la representación de fíbu- las (Contestania y Edetania) o torques (Cataluña, Aragón y Meseta norte) en los anversos, y distinto armamento para el jinete en los reversos, grabándose una lanza en los cuños celtibéricos y de la zona pirenaica o armamento ligero entre berones y vascones (García-Bellido y Blázquez, 2001: 63-68;

Beltrán, 2004: 133). En el área catalana lo habitual es que el jinete porte una palma, con la excepción del taller de Ilturo, que acuñará en todas sus series un jinete con lanza en sus unidades. Del mismo modo es perceptible que muchos de los talleres que acuñaron divisores dentro de la Citerior, si bien mantuvieron inamovible la iconografía de sus anversos, pa- rece que vincularon, en algunos casos, tipos específicos con denominaciones concretas en sus reversos, siendo los más habituales entre los divisores el caballo para simbolizar las mitades y el Pegaso (mitad superior) para los cuartos (Gar- cía-Bellido y Blázquez, 2001: 66; Arévalo, 2002-2003: 246).

La ceca de Ilturo no fue la excepción, y acuñó a lo largo de sus diferentes emisiones toda una serie de ases uncia- les reducidos y divisores (emisiones iniciales) o unidades y di- visores (emisiones intermedias y final) que, además de por sus pesos, eran fácilmente identificables gracias a la utilización de una misma iconografía en sus anversos (cabeza masculi- na diademada o laureada bien a derecha o izquierda) y más variada en los reversos, donde los tipos parecen ir asociados al valor de la pieza (Villaronga, 1994, 192-194). Así, en los ases unciales reducidos y en las unidades de la ceca, se representó siempre en el reverso un jinete portando una lanza, que en la última emisión del taller además portaba una clámide (Figura 6); los valores semis uncial reducido y mitad se representaron invariablemente mediante un caballo galopando en solitario (Figura 7). El divisor con valor triente parece que se caracte- rizó por presentar en sus reversos dos delfines superpuestos mirando hacia la derecha (Figura 8), mientras que en las de- nominaciones que siguen el patrón ibérico los tipos utilizados para representar los tercios y cuartos, aún poco claros, siguen siendo actualmente objeto de estudio (Sinner, e.p. (a)). Final- mente, el sextante parece que se caracterizó por utilizar un delfín en su reverso: en los ejemplares de la serie que abre la producción del taller el delfín mira a la izquierda, mientras que en los posteriores lo hace a derecha (Figura 9).

Estos diseños, aunque con excepciones, no fue- ron innovadores, pero parece que permitieron asociar cada

Figura 6 Reverso de un as uncial reducido de Ilturo. 150-100 a.C. (CM)

Figura 7 Reverso de un semis uncial reducido de Ilturo. 150-100 a.C. (DMCB)

Figura 8 Reverso de un triente uncial reducido de Ilturo. 150-100 a.C. (DMCB)

Figura 9 Reversos de un sextante uncial reducido de Ilturo. 150-100 a.C.

(MNAC/GNC)

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iconografía de reverso con su correspondiente denominación. Primero en el sistema de valores que sigue el estándar de peso romano (ases, semises, etc.), y posteriormente ha- ciendo lo propio en aquellas emisiones que siguieron el patrón de tipo ibérico (unidades, mitades, etc.).

Emisiones y cronología

Gracias al estudio de los atesoramientos de Balsareny (Villaronga, 1961:

9-102), Cànoves (Estrada y Villaronga, 1967: 135-194), Azaila (Villaronga, 1977: 45;

Beltrán, 1995: 102-107) y del hallado en la calle Lladó de Badalona (Padrós, 2001, 71- 73), y junto con el estudio de los hallazgos numismáticos aislados procedentes de las excavaciones realizadas tanto en el oppidum ibérico de Burriac como en el yacimiento de época tardo-republicana del valle de Cabrera de Mar (Martí, 2004: 355-365; 2009:

369-385; Martí y Sinner, e.p.), creemos que es posible ofrecer una cronología en ocasio- nes aproximada y en otras mucho más específica para las diferentes emisiones de este taller2.

Emisión/es Signo l Cronología Ref. bibliográfica

Iniciales Clásico 150 – 100 a.C. CNH 1-7

Intermedias Clásico 125 – 100 a.C. CNH 8-12

Innovado 100 – 90 a.C. CNH 13

Final Innovado 90/80 – 80/72 a.C. CNH 14-16

Tabla 3 Cronología emisiones de la ceca de Ilturo

Emisiones iniciales

Los ejemplares actualmente documentados para las primeras emisiones de la ceca de Ilturo siguen siendo realmente escasos, lo que convierte a estas emisiones ini- ciales en las más interesantes y a la vez desconocidas del taller. No obstante, gracias a los hallazgos en la U.E. 1021 del sector conocido como Can Masriera y perteneciente al yacimiento de época tardo-republicana del valle de Cabrera de Mar, hemos podido precisar una cronología para la acuñación de las mismas en algún momento indeter- minado entre el 150-100 a.C., siempre en base al estudio de los materiales cerámicos asociados a dichas monedas y al hecho de que las piezas no habían circulado (Figura 10). Por otro lado, la aparición de una unidad perteneciente a estas emisiones iniciales

2 | Para evitar extendernos en demasía y reincidir en argumentos expuestos en trabajos anteriores (Sinner, e.p. (b)), aquí solo se resumirán los resultados de dicho estudio.

(13)

de la ceca (CNH 4) en el atesoramiento de Balsareny, fechado en base al estudio de las piezas que lo formaban en torno del año 100 a.C., y cuya ocultación se ha relacionado con las invasiones cimbrias del 104 a.C. (Villaronga, 1961: 33), nos da la certeza de que estas acuñaciones ya circulaban con anterioridad a ese horizonte cronológico. Ello nos permite proponer una cronología de 150-100 a.C. para las emisiones iniciales de la ceca (Sinner, e.p. (b)), que son aquellas que se caracterizan por utilizar un estándar que sigue el sistema uncial reducido romano y la forma más antigua conocida de representar la leyenda propia de este taller.

Emisiones intermedias

Las emisiones intermedias son, con diferencia, las mejor conocidas a día de hoy y de las que disponemos de un mayor número de ejemplares procedentes de contextos estratigráficos fiables. Estos ejemplares son dominantes en los hallazgos numismáticos del yacimiento tardo-republicano del valle de Cabrera de Mar, lo que significa que cuando dicho asentamiento presenta los primeros síntomas de abandono (alrededor del 90-80 a.C.), estas monedas ya circulaban abundantemente.

La presencia de un importante número de ejemplares (CNH 8) en el hallazgo de Balsareny y con escaso desgaste, podría ser un indicio de que esta serie posiblemente fue acuñada poco antes de que dichas ocultaciones tuviesen lugar, lo que nos proporciona un término ante quem hacia el 100 a.C. para las monedas pertenecientes a las emisiones intermedias de la ceca y que presentan el signo l clásico (l-1/l) en su leyenda (Figura 11).

Desafortunadamente la ausencia de un término post quem fiable más allá del desgaste de las piezas nos obliga a llevar estos ejemplares a una cronología del 125-100 a.C. basa- da en la datación, mediante contextos cerámicos, de las unidades estratigráficas en que aparecieron las monedas y apoyada en el hecho de que no se ha documentado moneda ibérica en el valle de Cabrera de Mar en estratos anteriores al 125 a.C.

Figura 11 Unidad de Ilturo con signo clásico (l-1). 125-100 a.C. (CB)

Figura 10 As uncial re- ducido de Ilturo, 150-100 a.C. (DMCB)

(14)

La ausencia en Balsareny y Cànoves de ejemplares que presenten el signo l innovado (l-2/h) (Figura 12) nos indica que muy posiblemente estas acuñaciones aún no habían sido producidas, o quizás no habían tenido tiempo de entrar en circulación en el momento en que se ocultaron estos atesoramientos, lo que nos facilita un posible término post quem para las mismas alrededor del año 100 a.C. Gracias a los hallazgos arqueológi- cos sabemos que estas piezas circulaban en el asentamiento de época tardo-republicana del valle de Cabrera de Mar hacia el 100-90 a.C., lo que nos facilita un término ante quem.

En base a lo anteriormente descrito, la cronología propuesta para estos ejemplares sería 100-90 a.C. (Sinner, e.p. (b)).

Emisión final

La última emisión que acuñó la ceca de Ilturo se corresponde, como ya hemos puntualizado con anterioridad, con aquellos ejemplares caracterizados por presentar en el anverso el símbolo oreja (Figura 13). Partiendo de lo que sabemos sobre este taller, y en base a la ausencia de ejemplares en el yacimiento de época tardo-republicana del valle de Cabrera de Mar (Martí, 2004: 360; Martí 2009: 383; Martí y Sinner, e.p.), presumimos que esta última emisión se acuñó desde la nueva ubicación de la ceca en la ciudad de Iluro una vez Ilturo ya estaba siendo abandonado (90/80 a.C.). Proponemos, por tanto, dicha fecha como término post quem para las mismas.

Los múltiples hallazgos de ejemplares pertenecientes a estas series efectuados tanto en el oppidum ibérico de Burriac como en las nuevas fundaciones de Iluro y Baetulo, siempre en estratos posteriores a dicha fecha, parecen ratificar la validez de esta propues- ta. A su vez, la presencia de estas monedas en los atesoramientos de Azaila (Villaronga, 1977: 45; Beltrán, 1995: 102-107) y de la calle Lladó de Badalona (Padrós, 2001: 71-73), fechado el primero hacia el 80/72 a.C. y el segundo en el 67 a.C., nos indican que esta emisión final del taller ya circulaba con anterioridad al 80/72 a.C., fecha que debemos de estimar, por tanto, como término ante quem, quedando establecida la cronología final para tales acuñaciones en el 90/80-80/72 a.C. (Sinner, e.p. (b)).

Figura 13 Unidad de Ilturo con simbolo oreja.

90/80-80/72 a.C.

Figura 12 Unidad de Ilturo con signo innovado (l-2). 100-90 a.C. (DMCB)

(15)

Conclusiones

Actualmente poseemos indicios suficientes para situar el taller que acuñó mo- neda ibérica bajo el epígrafe Ilturo en el valle de Cabrera de Mar, concretamente en el asentamiento conocido en la bibliografía científica bajo los nombres de Ca l’Arnau-Can Mateu/Can Benet/Can Rodon de l’Hort/Can Masriera, y recientemente identificado como Ilturo (López y Martín, 2010).

Diferenciamos en base a criterios metrológicos, epigráficos y tipológicos, tres grupos de emisiones (iniciales, intermedias y final) y cuatro variantes de la leyenda a lo largo de la vida de este taller (Sinner, e.p. (a)).

Las emisiones iniciales, acuñadas según el estándar romano uncial reducido, son las más pesadas y desconocidas. Su cronología (150-100 a.C.) parece difícil que a día de hoy se pueda acotar más, ya que son muy pocos los ejemplares que poseemos para su datación. Por el contrario, las emisiones intermedias, emitidas siguiendo ya el patrón ibérico o local, son las que mejor conocemos. Los ejemplares que presentan el signo l clásico (CNH 8-12) debieron de acuñarse en algún momento indeterminado entre el 125- 100 a.C., mientras que los que se caracterizan por presentar el signo l innovado (CNH 13) tienen una cronología que parece ser algo más tardía y estar mejor definida (100-90 a.C.).

La emisión final del taller de Ilturo, algo más pesada y con la que acaba la producción del mismo, creemos que puede fecharse entre 90/80-80/72 a.C.

En base a los datos procedentes del registro arqueológico y del estudio del mate- rial numismático, podemos precisar que no parece posible que la ceca de Ilturo tuviese una vida superior a tres cuartos de siglo, siendo probablemente la más longeva y productiva de las cecas layetanas. Su estudio, que esperamos verá la luz en un futuro ya no muy lejano, creemos que será importante para entender las acuñaciones de este territorio, así como para ayudar a una mejor comprensión del proceso de romanización de esta área conocida ya desde época antigua como los Laeetani o layetanos.

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