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La sociedad civil internacional y global: ¿unitarias o antinómicas?

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Academic year: 2021

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Profesora de Mérito y Titular Consultante de la Unversidad de la Habana. THALÍA FUNG

A MODODEINTRODUCCIÓN

En el panorama complejo de la filosofía y las ciencias sociales en el siglo XXI, la necesidad de conceptualizar los términos y de establecer puentes de comunicación que permitan el intercambio de lenguajes científicos y ,a la vez, acercarnos a lo empírico cotidiano favorecen la tendencia a la integración sin minusvalorar el crecimiento de lo específico. En esa dirección, las metas, como la metapolitologia, la metalingüística y otras similares nos dan la posibilidad de que los préstamos metódicos y los conceptos que tienden a hacerse comunes posibiliten una visión más cercana y unitaria de la realidad social. En ese sentido creemos que una temática de elevada importancia actual es la relativa a la sociedad civil internacional y a su marco referencial externo e interno, la sociedad civil global. Ambas poseen su independencia; pero ella es relativa, por lo cual nos preguntamos ¿se manifiestan como unitarias o antinómicas?

¿GLOBALYGLOBALIZADO?

Como hemos planteado en textos anteriores (Ciencia Política: Indagaciones desde Cuba,, Reflexiones y metarreflexiones, La ciencia política en tránsito al siglo XXI, Una ciencia política desde el Sur, La Nueva Ciencia Política, El estudio de la nueva ciencia política, La Red Política: nuevas pistas, Pistas) una primera cuestión a abordar es la distinción entre lo global y lo globalizado. El desentrañamiento de dichos términos y su connotación apro-ximada para hacerlos devenir conceptos siempre es metodológicamente

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lioso; pero en este caso, el asunto adquiere una especial relevancia, del propio modo que la asunción de los elementos permanentes y cambiantes que integran la sociedad civil, de niveles imbricados y coincidentes.

Para mí lo global es el concepto-marco que sirve de referencia a otros que poseen un grado de cuasi máxima generalidad y que se encuentra en el ámbito de la metapolitología. La distinción u oposición de franceses y anglosajones respecto a mundialización y globalización es cuestión de matices, en los cuales no se descarta la traducción lingüística que lleva ínsita una tradición de pensamiento. Utilizaré pues el término de globalización que parece haber adquirido un cierto consenso respecto a su no novedad a fines del siglo XX, al considerar justamente, la colonización como la primera gran globalización, mientras que la constitución de clases cuasi-universales constituye la segunda. En la primera, sirvió no de causa; pero sí de ulterior condicionante la ampliación del mundo conocido con el descubrimiento para Europa del hemisferio occidental, y el papel decisorio y multicondicionante de la voluntad política de la Corona española y portuguesa.

La segunda globalización poseyó la reconocida, aunque quizás pretenciosa objetividad de las relaciones económicas. La actual ha logrado reunir en sí la globalización económica, aceptada al principio consensuadamente, aunque se encontraba causada realmente por la voluntad de política económica, auxiliada esta vez, a diferencia de la épica de Colón, por instrumentos tecnológicos resultado de las revoluciones tecnológicas. La actual y la que pareció dar aires de eternidad al capitalismo en la especial fase de especulación financiera se basaba en las revoluciones que habían cambia-do inclusive las relaciones entre la sociedad y la naturaleza y atacacambia-do las bases metodológicas de la ciencia de la primera mitad del siglo XX.

Para que la voluntad política hegemónica de la élite imperialista alcanzara un creciente papel globalizador, tendría que combatir en varios frentes, aunque la propia inteligencia política eligió el decisorio: el paso del bipolarismo al unipolarismo, y no la libertad simbólicamente considerada por gran número de especialistas como el acontecimiento de mayor trascendencia del siglo XX con la caída del Muro de Berlín.

En realidad, un elemento que distinguió el surgimiento del capitalismo y la nación, el mercado, alcanza su momento cumbre: aparece en la teoría política occidental como el gran y mejor dispensador de valores, aunque no es el mercado interno el que da la tónica como sucedió en el surgimiento de

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la nación, sino el mercado internacional, el mercado de las grandes corporaciones, para el que los estados deben actuar como sus instrumentos de conservación del sistema. Nunca se pareció más el estado a su esencia descubierta por Marx.

Al parecer, las relaciones económicas mercantiles mantenían insitos los valores políticos de libertad, equidad, justicia y ello es cierto de algún modo, sólo que dichos valores responden a sus determinaciones objetivas. El mer-cado ofrece la presunta libertad del consumo, una justicia que privilegia a propietarios y la equidad desigual correspondiente a las diferencias de la relación mercantil. En el mercado se cotizan mercancías de todo tipo, desde bienes tradicionales de consumo hasta sexo, e incluso hoy el mercado sancio-na la apropiación y comercialización de los espacios interiores de la sancio-naturaleza humana con la admisión por algunos estados de la patente de genes y de tejidos ajenos tratados con determinados medicamentos.

Ahora bien, detrás de las relaciones económicas dominantes se encontraba la victoria política del marco global al expulsar de sí, un sistema que, por su número y población se consideraba mundial y que logró diseminar, en gran medida, quizá no sus valores enteramente reales sino las perspectivas, esperanzas e ilusiones de la mayoría de la población mundial. No obstante, el bipolarismo obligó al cambio de lenguaje y de comportamientos políticos en las relaciones internacionales, e incluso causó cambios en el estado capitalista al transformarse en muchos países en estado de bienestar social o tomar a este como paradigma.

Al leer el artículo de Díaz Palacios1 conocemos que intenta develar el contenido del bipolarismo no sólo a nivel de sistema mundial, sino en aspec-tos diferentes, con énfasis en el estado, al distinguir en la esfera militar la paridad aproximada alcanzada entre la URSS y EEUU hacia la década de los 70as, que se pierde con la autodisolución de la Unión Soviética, lo cual no sólo competió a los sistema políticos, sino también a la sociedad civil global. Insiste el cientista político que determinadas señales muestran escenarios recién estrenados como la proyección global de China y Rusia, y el cuestionamiento de la hegemonía alcanzada por Estados Unidos de América, así como la proyección regional de países emergentes como Brasil, India y Sudáfrica y, de modo más reciente, la crisis financiera devenida crisis económica, donde ge-neraliza elementos concernientes al estado y a la sociedad civil.

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Y ahora vuelvo al asunto de lo mundial, valoro lo mundial y lo global como grados diferentes de generalidad, en los cuales la interiorización en costumbres, tradiciones, modos de vida, historias, y, en particular, apropiaciones de un modo de pensar político, asentado en varios siglos, otorga a lo global el papel de referente. En ese marco global se desarrolló el sistema obviamen-te mundial del proyecto del socialismo soviético y europeo, de ahí su sisobviamen-temá- sistemá-tica comparación con lo que parecía y se socializaba como un paradigma de crecimiento, de desarrollo, de diversidad, de libertad, de belleza.

Con la desaparición del bipolarismo y la guerra fría, se diseminó la imagen que las naciones, nacionalidades, etnias y grupos podrían hacer valer sus identidades y que se multiplicarían los centros económicos y políticos. El multicentrismo económico, político, social y cultural parecía un hecho y aunque ciertamente, en el antiguo campo socialista las diferencias nacionales se elevaron e inclusive, se enconaron a límites insospechados lo que favoreció su fragmentación, no sucedió lo mismo en el seno del sistema capitalista mundi-al y no se debilitaron los centros económicos de poder. La remundi-alidad es otra como se constata hoy, y lo prueba su evidencia en el breve período de dos décadas después.

Las propias revoluciones tecnológicas se encargan de difundir de for-ma for-masiva una cultura, un pensamiento y un sistefor-ma políticos como modelos y posiblemente, únicos, al que conminan a los demás países y nacionalidades a acercarse. Buscan la globalidad de su modelo económico-político.

Lo global, y ello parece consensuado hoy, se refiere a aquellos proble-mas que por su envergadura conciernen a toda la humanidad: la relación desigual y agresiva de ambas partes, sociedad-naturaleza, que implica la supervivencia o no de la especie humana y del planeta, los problemas de la población mundial, el hambre, las pandemias, el desempleo, el analfabetismo, la guerra y las guerras y otros de similar tenor. Pero también el enfrentamiento interno de una cultura propagandizada como paradigma universal y las cul-turas representativas de la universalidad constituida por la pluralidad y lo diverso, que a su vez, son muestras de una unidad, la del ser humano y su compleja diversidad. En dicho enfrentamiento, la política desempeña un pa-pel primordial.

Ahora bien, lo globalizado también es un elemento político que se ha hecho global. La mercancía como se ha repetido, a partir de Marx, derrumbó las murallas de China. Ahora no es propiamente la mercancía, la cual también

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en su objetividad se ha distanciado del capital ficticio que parecía producir plusvalía, cuando lo cierto es que origina ganancias sin sustrato real. A la postre, dicha contradicción entre el capital especulativo y la producción real también ofrece efectos metodológicos, al recuperar la valía del condicionamiento de lo objetivo.

La transición hacia el hegemonismo político y financiero impregna toda la época que deviene ella, transicional, aunque con una característica nueva, la primacía del surgimiento de lo emergente en diferentes esferas, entre ellos, el protagonismo de grupos que habían sido marginados de la actividad en las sociedades civiles internas e internacional y que paulatinamente comienzan a pesar en la política global.

El capital ficticio adquiere una inusitada expansión, se hace presente preeminente en todas las bolsas de valores, no obstante, su papel omnipresente ha producido, de modo inesperado, una reversión que ha devenido en la propia negación de sus fundamentos teórico-políticos, al requerir la intervención del titulado ineficiente gobierno para su rescate. La especulación ha encontrado su negación en el capital productivo del cual se había distanci-ado por haber adquirido, aparentemente, la independencia de dicha sustantividad; inclusive en la trama global parecía ser capaz de producir ganancia, sin plusvalía.2

Por su capacidad de movimiento y volatilidad, la política del capital ficticio ha adquirido un peso decisorio, hasta el grado que junto a la ficción del capital, los sistemas de contabilidad han seguido los meandros especulativos progresivamente incrementados al extremo de que se han creado nuevas figuras delictivas al elevarse sistemáticamente sus falsos estados de cuenta. Y aún sin tomar en cuenta la apropiación indebida de parte de las ganancias por accionistas de las Juntas Directivas de las corporaciones, los controladores internos han tomado como real, no la producción de bienes y servicios, sino los cálculos informatizados.

La globalización del capital ficticio es un hecho global que recorre con velocidad supersónica las rutas transitadas por Colón, y por la burguesía y el proletariado en el siglo XIX. Todo ello implica que se necesitan nuevos ins-trumentos de medida para conceptos que tienen su historia epistemológica propia como sociedad civil, historia que resumiré en su nacimiento en Occidente con la separación de la Iglesia y el Estado, y posteriormente, en el análisis que permitió a Marx establecer los fundamentos de la concepción

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materialista de la historia, en la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, donde expone de forma clara, el papel decisorio y creador de la sociedad civil respecto del estado.

LASOCIEDADCIVILINTERNACIONAL

La sociedad civil actual, interna a cada estado, difiere, por supuesto de la que marcó el surgimiento del capitalismo, de la que examinó Marx al plantear que condicionaba al estado y que este no era más que su superestructura política y que aquel, el estado, tendría que regresarle las funciones que le había usurpado. También se distancia de la que refiere Antonio Gramsci en los Cuadernos de la Cárcel. Si el estado, por su condición fundamentalmente política, es más uniforme y abstracto, la sociedad civil es, por esencia, diversa, histórica, viva, real, concreta.

Ahora la sociedad civil interna, que siempre, desde su surgimiento, ha sido influida por las sociedades civiles de otros países y por las relaciones económicas internacionales, en estos momentos, se determina de forma cuasi-decisiva por la sociedad civil internacional. Esta posee un peso decisivo no sólo sobre las sociedades civiles internas sino también sobre sus respectivos estados. Posee la capacidad de una doble determinación, la entrelazada y muchas veces imbricada, con las sociedades civiles internas y, a la vez, con los estados respectivos que ejercen su voluntad política a favor de las relaciones de la sociedad civil internacional.

No hay que olvidar que cada sociedad civil y su estado forman parte de un mismo sistema político. Estamos conscientes de que ello no es comparti-do por multiplicidad de especialistas que contraen el sistema político al esta-do y los partiesta-dos; pero para mí no es posible separar al estaesta-do de su base, de su elemento verdaderamente legitimador, la sociedad civil, y no sólo porque los sujetos, en última instancia son los mismos aunque desempeñen diferentes roles; sino porque el sistema político es el marco donde se desenvuelven el estado y la sociedad civil, o mejor aún, son sus elementos sine qua non, cuyas funciones, extensión, modos de condicionamiento interactúan.

La temática de la sociedad civil internacional ha adquirido, en lo que va de siglo, un papel creciente y condicionante de forma coyuntural y con el sentido de tendencia, en particular, en algunos de sus elementos. De su seno

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han surgido protestas que devienen cada vez más relevantes y de entre las cuales destacan, por su extensión y calidad, la II Cumbre de la Tierra en Johannesburgo donde se reunieron miles de activistas de Organizaciones No Gubernamentales en demanda de la solución de los acuciantes problemas globales, en especial, de medidas urgentes para la salvación del planeta; pero asimismo los Foros mundiales, las manifestaciones contra la guerra y la consensuación de las actividades de migrantes en Estados Unidos. Dichas acciones se vinculan a problemas que han devenido de dimensión global y que comienzan a establecer hipervínculos entre las relaciones intersubjetivas y con el hasta ahora considerado otro, el planeta.

Otras, también de importancia, han nucleado a elementos progresistas de la sociedad civil internacional en contra de la globalización neoliberal, de entre las cuales, Porto Alegre y Davos son buenas muestras. Parece que se extiende una conciencia civil y bioética entre la mayoría de los integrantes de la sociedad civil internacional.

No obstante, también como parte de la sociedad civil internacional y los que consideramos sus factores de mayor grado de status de poder y decisión en la actualidad, encontramos a las megacorporaciones que con gran volatilidad cambian sus asientos financieros y físico-jurídicos, y que ahora, se han integrado a la ONU en tanto representantes de la sociedad civil interna-cional.

Ello nos trae, de nuevo, al concepto de sociedad civil internacional, si hasta hace unos años, se cuestionaba el término de sociedad civil, o se le retrotraía a las menciones de los códigos civiles, hoy no sólo ha recuperado su ubicación cognitiva entre las categorías esenciales de la ciencia política, sino que se ha alzado con una dimensión nueva, de gran peso en la sociedad mundial, y no sólo como contrapartida de un estado, sino como la legitimación también de organizaciones políticas internacionales.

Por ello, el concepto de sociedad civil internacional posee su anteceden-te en la sociedad civil de cada país, pero trasciende dichos límianteceden-tes anteceden-territoriales, poblacionales y conceptuales. Aparece en la filosofía política y en las ciencias con un lugar propio que requerirá de nuevas determinaciones acorde con su situación y contrapartida. De ese modo, la sociedad civil internacional puede corresponder a un grupo de estados que hayan constituido una unión o gru-po pluriestatal que gru-posee algunas características de megaestado. Factores comunes trascendentes a un determinado país se hacen presentes y se produce

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una conectividad que tiende a darles una entidad propia. La esencia de estas ideas trabajadas y presentadas por la autora en el 2002 ha recibido confirmación inesperadamente acelerada en los sucesos de un período que no alcanza un decenio.

La sociedad civil internacional en su más amplio y propio sentido corresponde a una comunidad estatal internacional. Una visión de esta vinculación, además de los argumentos prioritarios de necesidades de tipo financiero, quizá han llevado a Naciones Unidas a otorgarle un status a enti-dades privadas en su estructura y funcionamiento y aunque, en sus inicios, las corporaciones pretendían acreditarse en tanto ONGs, quizá, las urgencias para el sostenimiento económico de la ONU, y el no cumplir el requerimiento de las instituciones no gubernamentales tradicionales de no poseer carácter lucrativo, la ONU las incluye en un acápite que se denomina precisamente, sociedad civil.

De todos modos, este espacio en ECOSOC no parece corresponder a las intenciones de las megacorporaciones y ello tiene que ver con la proyección política de incrementar el peso de la sociedad civil internacional para domi-nar los organismos políticos internacionales, del propio modo que hoy los estados nacionales reciben la doble influencia a sus niveles y desde su base y ellos mismos han visto reducido su número a un 10 % de los estados existen-tes3, y sus espacios de decisión ante el empuje de la sociedad civil interna.

En nuestra opinión, la práctica política internacional ha operacionalizado lo que aún no aparece debidamente conceptualizado en la teoría política, el tér mino de sociedad civil internacional, pero, a partir de dicha operacionalización, podemos reivindicar el hecho de que el factor más dinámico y, por supuesto, para nosotros, parte integrante sine qua non de la sociedad civil, lo constituye el mercado internacional e interno, en los cuales, las megacorporaciones ocupan un papel cada vez más decisorio y dual, a través de su lugar natural, fuera de la dominación legal de los estados y, no obstante, con un grado de legitimidad por su propia existencia y con la utilización de las organizaciones estatales y los organismos políticos internacionales para validar su status y acciones.

El dinamismo de la sociedad civil, tanto para bien como para mal, se encuentra condicionando el quehacer estatal hasta grados que fueron hasta hace poco casi insospechados, un ejemplo de ello, es el rescate de grandes megacorporaciones por sus gobiernos respectivos, en particular, por el de

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los Estados Unidos de América, y el Consejo de la Unión Europea en función de intentar resguardar la actividad financiera, amenazada por la especulación ficticia y su extensión a otras esferas del capital por una macrocrisis ya en curso. Aunque con un sentido diferente por los beneficiarios; pero también con el objetivo de sostener la actividad económica en Asia, China ha invertido fuertes sumas en la rehabilitación del crédito y la iniciativa económica. La sociedad civil internacional, dominada por el capital financiero pre-eminente, condiciona a la cúspide hobbesiana de la ONU, más que la absolu-ta mayoría de los 192 esabsolu-tados que la componen. Un ejemplo caabsolu-tastrófico en lo moral, legal, legitimidad es la guerra de Estados Unidos e Inglaterra contra el pueblo irakí por su petróleo y su agresiva permanencia en Afganistán.. Por citar, además, sólo otras dos cuestiones, la criminalización que se internacio-naliza a niveles hasta ahora desconocidos y con delitos nuevos, y el aumento de la pobreza lo cual trastrueca inclusive, como nunca antes, las relaciones familiares.

LASOCIEDADCIVILYLAFAMILIA

La tendencia a la extensión de la familia nuclear reconocida por los sociólogos, posee como aspecto especialmente, negativo, la desresponsabilidad de los mayores en relación con parientes colaterales menores, por causas varias y primordialmente, en las familias de escasos recursos por no poder solventar las necesidades de sus descendientes directos. La familia en la sociedad global entra, también, en una época transicional, en la cual, inclusive reproduce elementos refeudalizantes en las familias privilegiadas de la sociedad civil in-ternacional, al vincularse en la unión, conjunción o disyunción de las élites de las megacorporaciones.

En la relación sociedad civil-familia, la primera desempeña el papel condicionante, es decir, internamente la sociedad civil ejerce su dominio so-bre la entidad familiar, lo cual no impide que esta refleje en una microdimensión al estadío de desarrollo de la sociedad en su conjunto, e incluso, a la época. Por ello, la familia actual, en tanto grupo social, se encuentra en un proceso transicional, pierde progresivamente la huella de los macrogrupos a los que pertenecía en la sociedad capitalista tipo, y el capital especulativo influye sobre ella en el sentido de incrementarse la constitución

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de familias que más que instituciones con un sentido afectivo-ético parecen fusiones corporativas y, por otra parte, los parámetros de medición del comportamiento familiar, asumido paradigmáticamente de las clases medias, pierde sentido al disminuirse estas en número y valores y en capacidad de actuación y elevarse progresivamente la marginalización en la sociedad, lo cual por supuesto no puede tratarse aquí por demandar un tratamiento espe-cial dada su importancia y el carácter espinoso de tal asunto.

Aunque fue Engels quien trató in extenso la familia, correspondió a Marx su ubicación en las relaciones materiales sociales, como relaciones reproductivas de la sociedad desde su concepción filosófica en La Ideología Alemana. Las sucesiones históricas han corroborado su aserto. En el campo de la Ciencia Política, se hace evidente la relación sociedad civil-familia, aún para los que no acepten que la familia forma parte de la sociedad civil, y ello es debido al papel condicionante de las relaciones económicas y el contenido progresivamente económico, tanto positiva como negativamente –a la manera de Weber- de la familia. En otros términos, aún sin aceptar la filosofía polí-tica de Marx, la ciencia polípolí-tica occidental no puede soslayar que el estadío de la socialidad familiar depende de la situación económica, de lo cual no escapa el período de transición hacia la realización del proyecto socialista.

LASOCIEDADCIVILYELMERCADO

El otro elemento conflictual es el mercado, al que ya nos hemos referi-do; pero en otro tipo de escenario. ¿Forma parte de la sociedad civil o es independiente? Si la familia es una célula social multiplicada, el mercado es su factor dinamizador, y ahora más que nunca antes, porque ese mercado inter-no se encuentra penetrado por las megacorporaciones que poseen como política abrirse paso abiertamente en los antesdichos mercados internos, y con ello, en las sociedades civiles, a la vez que actúan sobre los estados respec-tivos.4

Ahora bien, en la concepción neoliberal, el mercado es el regulador social, el legitimador real de la sociedad política, recordemos que no por casualidad Marx relacionó las relaciones de producción y reproducción de la vida con la superestructura política, aunque las vinculaciones de intercambio eran elementos de las mismas; pero no las verdaderamente condicionantes en

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una instancia última. En la crisis actual se ha hecho evidente, el papel subordi-nado de los estados con relación a las relaciones económicas capitalistas, que para buscar su reproducción, no han dudado de remplazar provisoriamente su pensamiento neoliberal con su actividad de rescate de las grandes corporaciones de los centros económicos mundiales por los diversos esta-dos.

Se ha comportado como evidente el hecho de que si las relaciones de intercambio traspasan el posible límite del capital financiero especulativo y se distancian progresivamente del capital productivo y mercantil hasta que lo ficticio adquiere un papel preeminente de riesgo, aparece el fenómeno de un grado de conexión de lo subjetivo con lo subjetivo, lo cual puede mantenerse un cierto tiempo, no obstante, la burbuja, como ciertamente se la califica, tenderá a desvanecerse.

El mercado posee su propia ética y política. Pero además, surge al amparo de una determinada política internacional, e inclusive, global. No obstante, su credibilidad como factor eficiente y eficaz se encuentra seria-mente dañada y será bien difícil su recuperación en los marcos del grado actual del capital ficticio. No es nueva la demanda al estado del rescate como se hizo en otras crisis, aunque esta vez, su magnitud es incomparablemente superior, conforme a los instrumentos que favorecieron el crecimiento del capital ficticio y a su distanciamiento mayúsculo de la economía real y a nuevos factores subjetivos como el incremento cognitivo de grupos cada vez mayores y la imprescindibilidad de que la naturaleza no pueda ser considerada absolu-tamente como recurso.

La política megacorporativa ha favorecido la creación de mercados regionales y de carácter internacional con sus características actuales, lo que se ha reflejado en las alianzas económicas, varias de las cuales, promovidas por el gobierno de los Estados Unidos de América aún en proceso de objetivación han evidenciado su deslave.

La existencia y reproducción de las megacorporaciones cuyo número no se amplía, sino como un proceso contrario a la teoría del bing bang se implosiona, tampoco es extensiva a muchos países. Son pocos los países subdesarrollados cuyas corporaciones superan el nivel medio. Los grandes centros de poder económico concentran el número absolutamente mayoritario de las megacorporaciones, las cuales aunque posean sedes en diversos esta-dos, por su naturaleza no son sólo internacionales, sino que desarrollan una

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tendencia hacia lo global y, contrario sensu, la internacionalización mundial del capitalismo, hizo que la sociedad global, escindida con el surgimiento del socialismo, preexistiera a las relaciones de la sociedad civil internacional.

Volviendo a las bases legitimatorias de uniones estatales regionales, e incluso, como en el caso de la ONU, mundiales, nos obligamos a analizar la formación de sociedades civiles internacionales, las que suponen una estructura y sentido político en relación con los nuevos contenidos de una sociedad civil global, de la cual la primera avanza determinados elementos siempre en cam-bio.

En la formación de la sociedad civil internacional, que posee un dina-mismo propio en el cual hoy el capital financiero especulativo ficticio ha desempeñado un papel principal, existen también otros elementos y factores generalizadores, a través de las ONGs e instituciones que se vinculan ante problemas y objetivos comunes así como el peso de la voluntad política de estados o grupos de estados posee, en coyunturas determinadas, un valor decisivo. Las uniones regionales, la Unión Europea, las uniones de países de Africa (Ej. Kenya, Tanzania y Uganda como la Unión del Sureste africano), la naciente y promisoria UNASUR y la profundamente progresiva ALBA (Alianza bolivariana para las Américas) y otras similares que parecen tender a extenderse han poseído la iniciativa estatal, aunque asimismo han tomado en cuenta, en grados diversos, las relaciones societales de variado tipo existente como for-ma de asentamiento aceptable para la población de dichos países.

La objetividad de lo global y el grado de mayor subjetividad de lo globalizado. Ahora, el grado de objetividad de lo global con relación a lo internacional propiamente dicho, es, en nuestro criterio, superior, trasciende las voluntades políticas, aunque ellas estén materializadas en sus relaciones. Lo globalizado también es global, pero mientras en el primero, la subjetividad política posee un valor condicionante, no sucede lo mismo con lo global, inclusive en el caso de que haya sido causado por una actividad globalizante como es el perjuicio ocasionado al medio ambiente por las políticas expansionistas de determinados estados y su menosprecio a la probable respuesta de la hasta ahora considerado otro, la naturaleza.

En la tendencia a una sociedad global en una época que caracterizamos como transicional por el cambio del bipolarismo al unipolarismo y de la emergencia del multicentrismo, del valor primario de la estatalidad a la preeminencia de la civilidad no estatal, existen problemas que portan dichas

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características, como los medioambientales cuyas soluciones no pueden ser parciales. Aunque los humedales de Tabasco corresponden a México y es posible que en una sociedad civil centroamericana y caribeña formen parte de una política pública determinada para la cual se concierten los estados de dicha región, su condición de pulmón del planeta, los trascienden y forman parte de un problema de la sociedad global, no obstante su consideración como tal y la actividad positiva consecuente, correspondería, en primer tér-mino, a la actividad generada por la sociedad civil internacional. También esas condicionantes de políticas globales lleva el sello de la transicionalidad. De todos modos, los problemas medioambientales globales pasan necesariamente por la voluntad política, en primer lugar, de los grandes depredadores que no son precisamente los pueblos subdesarrollados o en emergente desarrollo. En otros términos, la sociedad global que según algunos especialistas, puede identificarse con la sociedad planetaria, se encuentra condicionada por la dinámica de factores objetivos, aunque en ellos haya pesado y pese la dimensión de lo subjetivo; pero la política como expresión subjetiva conductual de mayor entidad, rango y capacidad decisoria se encuentra acumulada en el problema planteado que exige soluciones también globales. La sociedad glo-bal valida epistemológicamente, el surgimiento de categorías mediatorias en-tre la filosofía y la disciplina en cuestión constitutiva de su base, como pueden ser la ciencia política, la bioética, el derecho, y a las que denominamos metapolitología y metajurídica, términos aceptados por la comunidad cientí-fica y el de metabioética que hemos introducido progresivamente a través del resultado de nuestras investigaciones en ese campo.

Pareciera que el planteamiento de Marx de que los estados son los administradores de la burguesía, se hace realidad con un matiz distinto, no es a la burguesía en general –si esa aún existe como clase universal, o habría que redenominarla, cuestión que sería objeto de una investigación teórica posteri-or de gran alcance- pposteri-orque del propio modo que el proletariado industrial presenta signos de su reducción, la burguesía clásica, con sus valores propios, y aún la burguesía financiera de tiempos de Lenin tiende a remplazarse por elites del capital financiero especulativo preeminentemente ficticio que pretenden la nueva globalización, con lo cual aparece una contradicción que nunca tuvo la dimensión actual: las elites financieras y un portador antinómico que las hace global, las masas marginadas, excluidas de la producción, que, por otra parte, aparece para dichas elites, como una actividad secundaria por

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su producción de una limitada ganancia; pero además se sienten limitadas por los valores burgueses tradicionales, por los cuales son progresivamente sustituidos.

En estos acelerados cambios, los estados se someten al diktat de esas elites, cuyos designios parecen ser paradigmáticos. Ello también pesa en las elecciones de los diferentes gobiernos, se pensaría que habían alcanzado el conocimiento que Marx expuso en “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte” referido a que los obreros eligen cada cierto período cuál repre-sentante de la burguesía los dirigirá en el próximo período, por lo cual, la abstención fue un proceso progresivamente creciente hasta la afectación para las grandes masas de la crisis y su percepción de que tendrían que actuar en el pequeño espacio decisional que les otorgaban las sociedades políticas, con lo que mostraron que aunque el proceso electoral les era ajeno, se imponía que lo utilizaran para alcanzar algunos cambios gubernamentales y, en algunos países, lucharán por cambios constitucionales como única forma de legalizar su emergencia de participación política.

El mejor candidato, con mayores posibilidades en los procesos electorales de los países desarrollados, no es el que presenta mejores salidas a las deman-das de la población en su agenda de gobierno, sino el que reproduce de modo más fiel los intereses de los grupos megacorporativos aunque no los refleje en la percepción de su convocatoria. En caso que se incrementen situaciones conflictuales con las masas trabajadoras y marginales, siempre hay la opción de variar temporal y transicionalmente las cabezas dirigentes de los gobiernos para buscar estabilidad y gobernabilidad. El logro de la gobernabilidad se resuelve, aunque sea transitoriamente, con el cambio de orientación, porque la esencia del sistema permanece incambiada, y en ello pesa la sociedad civil internacional que, de hecho, a través del poder financiero tiene la opción de elegir el candidato que pueda buscar y mantener la estabilidad y la reproducción del sistema.

Como es conocido, las megacorporaciones se encuentran en condiciones de cambiar sus asientos financieros y físico-jurídicos con gran celeridad, lograron asimismo su propósito de formar parte de la ONU, y, en consecuencia, favorecer aún más la dirección de las funciones principales de los estados.

No es innecesario reiterar aquí, aunque posee el consenso que da la evidencia aún en la Ciencia Política Occidental, el creciente problema mundial

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del hambre, los retos de la salvación del planeta y de la especie humana, la pobreza, el desempleo, las pandemias, las migraciones, el papel del capital financiero especulativo, en particular, del capital ficticio, a lo cual nos hemos referido en varios párrafos del presente ensayo, las nuevas dimensiones de las revoluciones científicas y su influjo creciente sobre sujetos y actores-objetos, el desarrollo de megacorporaciones y de la ampliación planetaria de los gru-pos sociales marginales así como, el estrechamiento en número e incremento del poderío de las elites, la multiplicación de guerras convencionales por va-riados motivos, entre ellos, el exacerbado por la política terrorista de confrontación étnica, incluso en la culta y avanzada Europa donde se puso en práctica el terrorismo a nivel de estado, a pesar de que existen estados miembros que si fueran consecuentes con los pretensos principios que informó la política de desmembramiento y separación se verían altamente perjudicados.

LAAXIOLOGÍACONTRADICTORIAGLOBAL

La unipolaridad y la diseminación de una axiología hedonista que trasciende a sus portadores naturales son problemas que no pueden sino recibir la calificación de globales por su extensión e implicación interna y externa y que envejecen la epistemología disciplinaria, al propio tiempo que buscan otros vasos comunicantes al nivel de las metadisciplinas.

La sociedad civil global existía ya, desde la segunda globalización. Cuando irrumpe el proyecto socialista con la Revolución soviética, las relaci-ones políticas dominantes informaban una cultura política global y una visión del mundo que implicaba una comparación con el naciente estado que antagonizaba con los parámetros presuntamente universales del capitalismo en su nueva fase. Es mi criterio –avanzado anteriormente- que preexistió al desarrollo de la sociedad civil internacional, por la preeminencia de los ele-mentos objetivos que habían sido cambiados, reevaluados, antagonizados por una sociedad que se pretendía diferente, en busca de otro proyecto social y que, de modo inmediato la sociedad capitalista global intentó asfixiar, anu-lar, avasalanu-lar, vencer y eliminar, por lo cual el nuevo proyecto, la nueva cultura social y estadual tiene que luchar en el frente interno y en el frente internacio-nal europeo y estadounidense y en las elites de los países altamente industria-lizados, aunque halló eco en millones de explotados de todo el mundo.

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La sociedad civil global y la sociedad civil internacional no se oponen necesariamente, sus problemas, esperanzas y logros pueden coincidir parcial-mente, ahora bien, la sociedad internacional no podrá resolver sus cuestionamientos cuando estos atañen a la sociedad global, aunque puede paliarlos. La Unión Europea puede disminuir la pobreza de su sociedad in-ternacional, constituida por las dimensiones comunes de las sociedades inter-nas de todos sus hoy múltiples estados miembros; pero no puede incontaminarse con lo que existe a nivel global, como las migraciones dictadas por la pobreza y el hambre, el desempleo ante la volatilidad del capital hacia zonas de mayores ganancias, las carencias que progresivamente son dictadas por la afectación del medio ambiente, así como los desastres naturales pro-vocados por las agresiones de la sociedad humana a su aneriormente consi-derada otredad o no-yo.

En el seno de la sociedad civil internacional han surgido protestas que devienen cada vez más relevantes, entre las cuales destaca la Cumbre de la Tierra celebrada en Johannesburgo, donde se reunieron miles de activistas de Organizaciones no Gubernamentales en demanda de la solución de acuciantes problemas globales, en especial, los referidos a la salvación del planeta, lo cual también se plantea ahora en la cumbre sobre el cambio climático. Otras, también de importancia han convocado a elementos progresistas de la sociedad civil internacional en contra de la globalización de signo neoliberal, de entre las cuales las conocidas Porto alegre y Davos son buenas muestras. En la Cumbre de Johannesburgo, los grupos progresistas otorgaban una legitimidad no sólo a la defensa del sistema-tierra sino a sus representantes menos favorecidos, masas trabajadoras y marginales.

Para mí, la práctica política internacional ha operacionalizado lo que aún no aparece debidamente conceptualizado en la teoría política que, como ha sucedido con la tecnología en relación con la ciencia, los procederes han antecedido a la reflexión teórica.

El dinamismo de la sociedad civil, tanto para bien como para mal, se encuentra condicionando el quehacer estatal hasta grados insospechados.

Las políticas públicas para la sociedad civil internacional tendrán que acomodar sus alcances a la existencia de una sociedad civil global, y ello implica que como sigue siendo válido el tratamiento de las coyunturas en las redes internacionales actuales que nuclea el pensamiento de la mayoría de los especialistas, hay que abordar también la tendencia y el futuro aún cuando se

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traten como parte de una macrocoyuntura global actual, esta vez no sólo intersubjetiva.

La sociedad global y las sociedades civiles internacionales no se oponen necesariamente, sus sujetos, sus problemas, carencias, dificultades, esperanzas y logros pueden inclusive coincidir de modo parcial, ahora bien, es nuestro criterio que la sociedad internacional no podrá resolver sus cuestionamientos por lo que atañen a la sociedad global, aunque pueden paliarse.

Los Estados Unidos de América pueden continuar intentando erigirse en paradigma de la riqueza y de las oportunidades para científicos y técnicos en la era llamada del conocimiento; pero no sale incontaminada de las pandemias, del hedonismo feroz, de la criminalización, del terrorismo, además de su propio quehacer financiero ficticio, y ni la Unión Europea ni los Esta-dos UniEsta-dos de América pueden librarse de las migraciones dictadas por el hambre, la pobreza y el desempleo del resto del mundo ni de la repercusión en sus territorios de las agresiones de la sociedad humana, en particular, de las suyas propias a la otredad o al no-yo de la naturaleza no humana.

Las políticas públicas de estados y grupos de estados dirigidas a la sociedad civil internacional tendrán que acomodar sus alcances a la existencia de una sociedad civil global, y ello implica que como sigue siendo válido y además, prioritario, el tratamiento de las coyunturas en las redes internacionales actuales que nuclea el pensamiento de la mayoría de los especialistas, habrá que abordar necesariamente, por los cientistas políticos también la tendencia y el futuro aún cuando se traten como parte de una macrocoyuntura global actual y esta vez no sólo intersubjetiva.

CONCLUSIÓN

¿Son unitarias o antinómicas las sociedades civiles internacionales y la sociedad civil global? Este cuestionamiento continúa en pie, no obstante avanzamos que mientras respondan predominantemente al sistema económico y político global, sus sociedades civiles internacionales serán a la vez unitarias y antinómicas, y entre ambos polos habrá mediaciones siempre en cambio. Su dirección se encontrará condicionada por las relaciones económicas y políticas; pero no hay que minusvalorar la dimensión creciente de la naturaleza y su determinación global.

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1 In extenso trata Alejandro Díaz Palacios en su artículo titulado “La crisis de la economía

capitalista mundial y su impacto en la sociedad civil internacional”,en El Mundo contemporáneo en Crisis, Editorial Universidad Autónoma del Estado de México, 2009, en el que evalúa como primer antecedente de dicha sociedad, la colonización de América Latina por España y Portugal que proporcionó una base para un desarrollo exponencial para las fuerzas productivas de Inglaterra, Francia y otros estados euroccidentales.

2 En el citado artículo, Díaz Palacios plantea al referirse al factor económico en la sociedad

civil internacional que esta conoció dos grandes crisis que por su dimensión fueron globales al capitalismo, en diciembre de 1720 como resultado de la quiebra de la Compañía marítima del Sur y del Banco Law, y más tarde, en 1882, con el crack del banco católico francés Union Générale. Concuerdo con el ensayista aunque me pregunto, dado el papel de Inglaterra y de Francia en esos períodos, sino fue una crisis de la sociedad global. En el propio sentido interpreto su referencia al denominado jueves negro de Wall Street.

3 Ver ensayos de Armando Cristóbal sobre el estado-nación, desde su tesis de doctor en

Ciencias Políticas hasta sus recientes intervenciones en los eventos de la Sociedad Cuba-na de Investigaciones Filosóficas y en la Revista Marx, Ahora, en especial en el número 27 en proceso de edición.

4 Díaz Palacios también otorga un papel decisorio al mercado en la sociedad civil

interna-cional, en el sentido que condiciona los diversos escenarios del sistema económico internacional y determina el comportamiento de los grupos elitiarios que la dirigen.

REFERÊNCIAS

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Colectivo de autores. Una Ciencia Política desde el Sur. Coordinadora Thalía Fung, Editorial Félix Varela, La Habana, 2004.

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Colectivo de autores. El mundo contemporáneo en crisis. Coordinadoras: Thalía Fung, Maura Salabarría, Universidad del Estado de México, México, 2009.

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FUNG, Talía. Reflexiones y Metarreflexiones. Editorial Félix Varela, La Habana, 1998. _____. La ciencia política en tránsito al siglo XXI. Editorial Félix Varela, La Habana, 2002. _____. Pistas. Editorial Félix Varela, La Habana, 2007.

GOODIN y Hans-Dieter Klingemann (eds.) Nuevo Manual de Ciencia Política, tomo I, Oxford University Press, 1996, Ediciones Istmo, S. A., España, 2001..

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LENIN, Vladimir, El imperialismo: fase superior del capitalismo, Obras Escogidas, Mosú, s/ f..

Revistas Marx, Ahora. Nros. 1/1996; 4/5 de 1997-1998. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.

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RESUMO: En su artículo, la autora explicita su criterio acerca de los conceptos de sociedad civil internacional y sociedad civil global, sobre la base de los cambios mundiales ocurridos a partir de las revoluciones tecnológicas. Reite-ra su opinión acerca del condicionamiento legitimador de la sociedad civil en relación con el estado, y de la sociedad civil internacional en relación con las uniones pluriestatales, no obstante, en esta época que denomina transicional y que transita del bipolarismo al unipolarismo y prospectivamente de este al multicentrismo, la voluntad política de los megaestados deviene determinante en la iniciativa de construcción de sociedades civiles internacionales, sobre la base de algunos elementos legitimadores comunes. El dinamismo de la sociedad civil deja atrás las normas jurídicas y son las acciones de los elementos que considera decisorios como los sujetos constituidos por las megacorporaciones, los que llevan la dirección del cambio. Ello no significa que se minusvalore el importante papel de movimientos sociales, ONGs y de otros elementos progresistas; pero insiste en que la legalización de los estados nacionales y del estado hobbesiano constituido por miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se otorgan por los poseedores y manipuladores del capital financiero, sin tomar en cuenta la legitimación democratizadora propugnada inclusive por el pensamiento occidental. La sociedad civil internacional y la sociedad global no son opuestas, son grados de generalización diferentes, que la autora distingue no por su ubicación geográfica, sino por sus contenidos político-sociales. Considera que la sociedad civil internacional, base de las uniones pluriestatales no puede resolver sus problemas, sin tomar en cuenta, los cuestionamientos de la sociedad civil global, a la que otorga un mayor grado de objetividad.

PALABRAS-CLAVE: Sociedad civil internacional, sociedad global,

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ABSTRACT: In this article, the author explicits criterion about concepts of international civil society and global civil society on basis of world changes happened with technological revolutions. She reinforces the opinion about conditioned and legitimized relation between civil society and State, as well as international civil society and “uniones pluriestatales” (unions of different states), in spite of being developed in a transitional period from bipolarism to unipolarism and prospectively from unipolarism to multicentrism, the political will of megaestates becomes decisive in the effort of international civil societies construction, considering some common legitimate elements. Civil society dynamics leave behind legal norms and actions of decisive elements, as those constituted by megacorporations, the ones that lead to transformation. It does not mean that it is diminished the important role of social organizations, ONGs and other progressive spheres; but she insists on the legalization of national states and the hobbesian state, constituted by members of the United Nations Security Council, is conferred by those that have and manipulate financial capital, without considering the democratic legitimacy recognized even by occidental thought. International civil society and global society are not in opposition, but are different levels of generalization the author distinguishes not because of their geographic position, but related to their political-social substances. As well, she reckons international civil society, basis of the “uniones pluriestatales”, can not sort its problems out if it’s not considered the global civil society questions, which deals with significant amount of objectiveness.

KEY-WORDS: International civil society, global society, technological

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