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¿Raúl Zurita en el centro del canon de la poesía chilena del siglo XXI? = Raúl Zurita in center of the Chilean poetry canon of the 21th century?

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Academic year: 2020

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(1)Taller de Letras N° 41: 121-129, 2007. issn 0716-0798. ¿Raúl Zurita en el centro del canon de la poesía chilena del siglo XXI?. Raúl Zurita in Center of the Chilean Poetry Canon of 21th Century? Por Carlos Cuevas Guerrero Chile ccarlos22@mixmail.com. Este trabajo analiza cómo la obra de Raúl Zurita puede ser recepcionada en un contexto literario específico y cómo la tradición poética chilena patente puede responder y albergar un arte de ruptura sin quedar en el desconcierto. Además se estudia cómo esta propuesta se posiciona, posteriormente, como voz legitimadora de nuevos programas poéticos nacionales, situándose el sujet Raúl Zurita como centro del canon de la poesía chilena vigente. Palabras clave: Raúl Zurita, tradición poética chilena, canon, Cantares. This work analyzes how the work of Raúl Zurita is received in a specific literary context and how the Chilean poetic tradition can respond and lodge an art of rupture without being in the disagreement. In addition this article studies how this proposal is positioned, later, like a voice of the new national poetic programs, locating sujet Raúl Zurita, like center of the canon of the Chilean poetry. Keywords: Raúl Zurita, Chilean poetic tradition, canon, Cantares.. Fecha de recepción: 30 de marzo de 2007 Fecha de aceptación: 3 de julio de 2007. 121 ■.

(2) Taller de Letras N° 41: 121-129, 2007. Introducción. En el canto IV del “Infierno” de La Divina Commedia Virgilio conduce a Dante por el Limbo y lo presenta a los grandes poetas del canon grecolatino: Homero, Ovidio, Horacio y Lucano. Dante, más amistoso que ufano, se enorgullece y reflexiona pacíficamente diciendo: “fui el sexto entre aquellos grandes genios”. Aunque no podemos decir que Ignacio Valente sea el Virgilio de Raúl Zurita ni existan referentes que correspondan a la imagen de Beatriz, podemos considerar a Zurita como el poeta más asimilable a Dante Alighieri en la poesía chilena del siglo XX. Ya sea en la ambición de los alcances, en la soltura de la imaginación, en la preocupación de una escritura que aborde férreamente el contexto de producción y en la proyección del poema como un texto que escinda los límites del lenguaje literario con otros discursos (matemáticos, fotográficos, bíblicos). Pero también debemos considerar que la preocupación de Zurita de apropiarse de ciertos elementos superficiales del discurso de Dante es una coartada para separarse del enorme peso nerudiano y parriano que constituye su obra. Una desvinculación programada que trata de articular una diferenciación de las poéticas fundamentales, realizando un guiño al poeta florentino, pero no haciéndose cargo rigurosamente con los potenciales culturales arraigados en esa operación. Este trabajo vislumbra la reflexión de cómo un escritor del nivel de ruptura de Raúl Zurita puede instalarse en un canon de la poesía chilena y cuáles son los procedimientos que permiten justificar, afianzar y aferrar a este poeta a una tradición tan dinámica en lo que se refiere a instaurar “grandes epígonos”. Además se estudia cómo esta propuesta se posiciona, posteriormente, como voz legitimadora de nuevos programas poéticos nacionales, situándose el sujet Raúl Zurita como centro del canon de la poesía chilena vigente * Los primeros poemas publicados de Zurita propusieron la discusión sobre el lugar que tenía esta nueva poesía en el canon de la poesía chilena de todos los tiempos. La intensidad de este nuevo proyecto escritural alteró la crítica, la cual trató de asimilar este programa a otros ejes referenciales de singular potencia parangonable. Ignacio Valente, luego de la aparición de “Áreas Verdes” en la revista Manuscritos, aplaudió de forma inaugural este poeta novísimo e inmediatamente lo consagró por los alcances que tenían estos versos para la lírica nacional. Valente lo instala desde su observatorio explicitando que sus versos: “consagran ya a Raúl Zurita entre los poetas de la primera fila nacional, como un digno descendiente de los grandes de nuestra lírica y de aquellos otros –Arteche, Lihn, Barquero, Uribe, Teillier” (1975). La actitud, como vemos en este ejemplo, es anclar esta nueva poesía, presentarla como heredera de una tradición y comunicarla vigorosamente. ■ 122.

(3) Carlos Cuevas Guerrero. ¿Raúl Zurita en el centro del canon de la poesía…. con las grandes poéticas chilenas del siglo XX y con los antecesores más inmediatos. Pero también Valente manifiesta su singularidad en el canon de la poesía chilena para justamente validar su posición en él gracias a una voz poética “enteramente personal y ajena a las influencias convencionales: ni dejo nerudiano ni antipoesía ni poesía de los lares ni acento alguno de escuela o parentesco se percibe esta voz original, que parece haberse forjado a solas” (1975). Purgatorio, posteriormente, ubica a Raúl Zurita en la escena literaria nacional como un suceso, quizás no tan comprensible ni decodificable, pero como un foco de atención crítica evidente. Los análisis pretenden cercar una poética, la cual se descentra de la genealogía nacional, realizando conexiones con epígonos de la poesía chilena como Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Nicanor Parra. Pero sin duda que la irrupción de su obra se percibe como una constelación aislada y excéntrica. Waldo Rojas sitúa, justamente, el descentramiento de la poética de Zurita: “pienso que la obra de Zurita en la poesía chilena es bastante anómala y bastante excéntrica, en el sentido literal, no peyorativo, de esta última palabra” (2001). No hay que olvidar que José Miguel Oviedo rotula su artículo “Zurita, un ‘raro’ en la poesía chilena”. Purgatorio es tanto la opresión de un individuo por parte de una sociedad militarizada, como también es la presión desoladora que exige escribir poesía después de Neruda y Parra. Por lo que este poemario es una propuesta que perfila su diferenciación con la anterior tradición, volcando una escritura límite (herencia parriana), pero con elementos propios del objeto nerudiano como es el caso de la sección “El desierto de Atacama”. A su vez objetaliza el corpus textual (Zurita 1979), fortaleciendo la materialidad del libro con fotografías y componentes externos al discurso poético, a la manera de Juan Luis Martínez, quien por antonomasia sería el exponente de esta actitud frente a la corporeidad del texto. Purgatorio, entonces, requiere de atenciones especiales para acceder a los diferentes niveles que propone la textualidad, pues la lectura no solo se somete al aspecto verbal, sino que opera con elementos diversos que permiten descentrar el libro y abrir nuevos canales de percepción. El caso de la portada, por ejemplo, representa una fotografía de la mejilla del autor, la cual fue quemada con un fierro hirviendo. La intención es, desde ya, ofrecer niveles de significación de una poética, de una coherencia en donde la escritura pueda realizarse en diversos soportes materiales. Esta fotografía conecta, semánticamente, lecturas potenciales de tópicos recurrentes en la obra de Zurita: la tortura, la autoflagelación, la laceración de los cuerpos, la mutilación; por lo que la portada se sitúa como un primer nivel de avance en la decodificación textual. Desde el ethos del autor no se podría clasificar la acción con el fierro hirviendo como body art, ya que sus significaciones son vitales y extraliterarias, no como un intento de premeditación artística. Pero la lectura desde esa. 123 ■.

(4) Taller de Letras N° 41: 121-129, 2007. apertura logra conectarla con el sujeto de la enunciación en la poesía de Zurita desde Purgatorio hasta el poema “Zurita” de Los países muertos. Esta continuidad temática conforma una poética coherente y sólida en la evolución de sus fundamentos y reconstitución de los mismos. El excelente artículo de Óscar Galindo: “Autoritarismo, enajenación y locura en la poesía chilena de fines del siglo XX. Zurita, Maquieira, Cuevas” alude al proyecto unitario de la obra de Zurita insistiendo en que su obra está en el proceso de “resemantizar ciertos tópicos de la cultura chilena” (Galindo 2002), lo que permite “re(imaginar) la historia nacional” como una propuesta de re(utilización) de valores arcaicos, desde la percepción postmoderna, como la utopía y la esperanza, como también valores religiosos: la salvación, la redención y la resurrección metafórica de un cuerpo que es Chile que, para el autor, son todos los muertos y los sobrevivientes de la dictadura.. La vida nueva o la intención canónica. Si Purgatorio es una singularidad en la poética nacional, Anteparaíso es un acercamiento más apropiado a la herencia del canon. Específicamente podemos apreciar la importancia que tiene Canto general para este proyecto. Aunque se apreciase más a un Neruda negativo, en donde el objeto señalado poéticamente en Zurita se distorsiona, invirtiendo el estado de cosas del mundo. Condición refleja de la violencia y represión de la dictadura militar que es una macroestructura que afecta el momento de escritura de todo universo poetizable. En Zurita notamos la dislocación de la poética nerudiana del canto y la loa épica a la naturaleza, por cordilleras invertidas como si fuesen hoyos del cielo (Zurita 1982), témpanos de hielo que cuelgan, paisajes que se dan vuelta, evidenciando la precariedad y dolor que se manifiesta en el mundo. Pero es en La vida nueva donde Zurita mayor refleja la influencia de la tradición. La vida nueva más que los poemarios anteriores, es el intento consciente por escribir una obra canónica. Es la concepción de un proyecto desmesurado, miguelangelesco, para escribir e inscribir el proyecto poético más ambicioso de la poesía chilena del último tiempo. Por asumir el riesgo se puede plantear como un nuevo Canto general o un nuevo Poema de Chile mistraliano, pero de diferentes magnitudes y características minimalistas que se desprenden, especialmente del nexo nerudiano. Ya no es un sujeto de la enunciación de la entereza de “Alturas de Macchu Picchu” o el camarada y compañero de “La Tierra se llama Juan”, sino que un hablante disminuido, tal vez inseguro, que reitera constante los versos como si estuviese declamando un mantra o un conjuro de purificación. El sujeto poético de La vida nueva es tal vez un chamán que con el canto de los ríos trata de “limpiar” y de volcar con significados positivos el cuerpo de la patria. El ritmo de algunas secciones de La vida nueva son como. ■ 124.

(5) Carlos Cuevas Guerrero. ¿Raúl Zurita en el centro del canon de la poesía…. repeticiones de secuencias o palabras mágicas o versos circulares, con matices levemente distintos, de forma que se crea un ambiente hipnótico. Como si fuesen fases minimalistas al estilo de Violin phase de Steve Reich o Vejaciones de Erik Satie. Si atendemos al análisis diacrónico nos enfrentamos a las potenciales metodologías a seguir, ya sea el ejercicio de antropología poética del comienzo del libro, con la transcripción creativa de los sueños de los pobladores del campamento Raúl Silva Henríquez, la fotografía del geoglifo Ni Pena Ni Miedo escrito a la manera de las líneas de Nazca, el relieve del trazado para la Piazza del Campidoglio de Miguel Ángel en la contraportada. Al igual que la misma cromática del libro ofrece una lectura necesaria, el blanco como potencial de pureza, de limpieza moral, resurrección, frescura e inocencia, color de connotación positiva y sinonimia equivalente con los títulos en negrita de La vida nueva, justamente una “nueva vida”, en donde la asociación de sintagmas semiotizan un paradigma de un porvenir esperanzador. Todos estos elementos conforman una obra ambiciosa que hace homenaje a los grandes proyectos poéticos chilenos, específicamente Canto general, del cual cita algunos versos, pero que nuevamente propone desvíos con citas de libros canónicos de la literatura universal: el Génesis, los Salmos, La Ilíada y La Odisea, el Popol Vuh, el Ramayana y el Mahabaratta, las Geórgicas y la Teodicea, las Odas de Horacio, Píndaro, Pound. Según nuestra hipótesis, esta operación, más que relación intertextual con los autores citados, es un doble discurso que nos remite el desligue del autor por escaparse de la aplastante influencia nerudiana. Es decir, cuando Zurita cita el Ramayana o el Popol Vuh, el poeta nos hace más presente la deuda con el universalismo de la poesía de Pablo Neruda. Podemos notar su guiño, la presencia implícita que habita en La vida nueva es la de un sujeto nerudiano (del Canto general) resucitado, pero no es una paráfrasis, sino un intertexto profundo de donde se alimenta y potencia su propia poesía. Pablo Neruda además de ser el autor de Canto general y Residencia en la tierra, desde el punto de vista del canon, es la poesía chilena del siglo XX. Y Zurita lo sabe y el reconocimiento de la poesía de Neruda es explícito, además de la influencia en sus poemas, como lo expone en otros epitextos significativos. Por ejemplo, en la entrevista que le realiza María Eugenia Brito en 1980 nuestro poeta responde: “No se puede imitar a Neruda, para hacerlo habría que escribir mejor que él y yo no conozco a nadie que escriba mejor que Neruda. El diálogo con Neruda se establece en otro ámbito y ese es el de su comprensión de la historia. Para mí será siempre un diálogo en la emoción”.. Zurita y el canon de la poesía chilena. La entrada de Raúl Zurita en el canon chileno es factible por la capacidad intrínseca que posee la comunicación de su poesía. Básicamente por. 125 ■.

(6) Taller de Letras N° 41: 121-129, 2007. soportar la magnitud de los grandes programas nacionales (digamos enseguida: Neruda, Parra, Mistral, Huidobro, De Rokha) y por asimilarlos y recrear sus potencialidades en una poética original. Zurita se enfrenta con un hecho ineludible en la poesía nacional que es, justamente, Neruda y Parra, porque ellos son el lenguaje de la poesía chilena. Lenguajes que se sitúan más allá y se conforman ideología del límite poético. Si Neruda es la poesía chilena, Nicanor Parra representa los límites a los que puede acceder la poesía. Poéticas que son las condiciones de posibilidad de cualquier poesía del porvenir. Por lo que se deben considerar estos vates como dos esfinges irremediables. Zurita se obsesiona con los logros del Canto general de manera que le sirve como plataforma de expresión. En niveles explícitos en la sección “La tierra se llama Juan” como mecanismo formal para recoger los sueños de los pobladores en el comienzo de La vida nueva, las descripciones fluviales de “Lámpara en la Tierra” en Canto de los ríos que se aman. De Parra asimila la concentración del lenguaje. La economía parriana es un vehículo de pulcritud en contra del exceso retórico que llega a su máxima significación con los artefactos. Zurita, consciente de la importancia canónica de Parra, escribe: “Nicanor Parra representa la crítica más extrema y demoledora a ese orden yuxtapuesto a la vida. Su obra adelanta una emancipación que aún no ha sido cancelada” (2005). Quizás Zurita sea uno de los mejores lectores que haya tenido Neruda y Parra, ejercicio de lecto/escritura creativa que posteriormente fundamenta su trabajo. Una lectura que tiene como objeto heroico el proteico trabajo de Neruda. Pero si Parra, en la poesía chilena, puede salir airoso de la atmósfera nerudiana creando otro aire poético, Zurita se queda entrampado en el Neruda de “Alturas de Macchu Picchu”, fuente de donde se nutre y se perfila sin cortar el cordón umbilical. Este poema, además de representar un habla poética mayor, es representación de la ambición de un proyecto desmesurado, como las esculturas o El juicio final en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, la Commedia de Dante, las Sinfonías de Beethoven, en donde el espíritu artístico enfrenta el límite. Zurita ve en Neruda el último artista de una raza ya muerta y la admiración es, precisamente, a esa categoría de artista, como un hombre que emplea sus fuerzas por alcanzar el infinito. Pero también Neruda trabaja su imagen y su postura de demiurgo que se enfrenta con lo inabarcable que estaba desplazándose hacia regiones más cotidianas con las Odas elementales y con Estravagario, en donde la figura de artista emulaba más al hombre corriente. Pose o imagen que después retoma Nicanor Parra, fusionada con otros estereotipos culturales como el físico tipo Einstein, el monje taoísta o un profesor cotidiano, muy especial, fatigado por las 500 horas semanales. Con lo anterior no digo que la poesía de Zurita esté disminuida en base al contraste nerudiano, sino, al contrario,. ■ 126.

(7) Carlos Cuevas Guerrero. ¿Raúl Zurita en el centro del canon de la poesía…. muy fortalecida; pero también notar que la poesía de Zurita no pudo calibrar todo lo que significa el universo nerudiano, demasiado ingente, que terminó por absorberlo. Aunque la expresión poética de Raúl Zurita es más débil que sus predecesores mencionados, fue capaz de demostrar su “singularidad” o “autenticidad” en el canon de la poesía chilena. La voz de Zurita convive en los contextos de producción literaria con excelentes poetas como Gonzalo Rojas y Nicanor Parra, quienes, más que Jorge Teillier, Enrique Lihn o Eduardo Anguita, poseen poéticas arrolladoras en lo que se refiere a una simpatía canónica. Aun así la poesía de Zurita es capaz de crear un rumbo exitoso y expandir su propia influencia sobre los novísimos poetas que le suceden.. Zurita como centro del canon del siglo XXI. Es así como Raúl Zurita se ha encargado de conformar una constelación de poetas en la antología Cantares, de la cual es compilador. Además ha promovido a poetas novísimos, configurándose como una voz legitimadora y creadora de nuevos focos de atención. Esta actitud recopiladora surge en momentos en que no existe una nueva poética emergente con la amplitud de otros poetas canónicos. La recepción polémica de esta selección en la crítica se refiere a la forma en que son presentados los antologados, a priori catalogados en forma conjunta: “Es la reiteración colectiva de los Cantares de Pound” (Zurita 2004) y el momento epocal, según el antologador, es imprescindible en la literatura de nuestro país: “en el último tiempo ha irrumpido en Chile un impresionante número de poetas cuya fuerza y originalidad nos remiten… a la fuerza y originalidad de los poetas inaugurales” (Zurita 2004). Creo que en Cantares hay muy buenos poetas, quizás dos excelentes como Germán Carrasco y Javier Bello. Este último ha creado un universo poético personal de fuerza extraordinaria, no vista desde los poemarios de Diego Maquieira. Se encuentran otros poetas muy reconocidos como Alejandro Zambra, escritor de la notable novela Bonsái, Leonardo Sanhueza, Gabriel Silva (de quien Zurita elogia su libro Números del Reo), Damsi Figueroa, Paula Ilabaca, Héctor Hernández Montecinos, Andrés Anwandter, Alejandra del Río, Kurt Folch. Pero también esta conglomeración cerrada remueve sensibilidades en el ámbito local. Los circuitos de recepción censuraron las justificaciones que se entregaron para validar esta antología. En ciertas ocasiones se enfatiza una conciencia desmesurada que desplaza el papel del poeta hacia el oficio de un antologador enemigo, que perora las omisiones en las que pudo haber incurrido el compilador. Todo lector de antología es un compilador en potencia (Manuel 1993), por lo que este tipo de lectura impele a los lectores la ejecución virtual de una selección antológica paralela, en donde los criterios de. 127 ■.

(8) Taller de Letras N° 41: 121-129, 2007. exclusión/inclusión se sobredimensionan y se abren los canales de aceptación. También una antología funciona como lógica negativa, en donde los escritores ignorados por la selección se iluminan con mayor intensidad. Parte de la crítica alumbró las ausencias que podrían participar en la antología. Como señala José Ignacio Silva, algunos poetas como Rodrigo Olavaría, Jaime Pinos, Marcela Saldaño, Antonia Torres, Max del Solar y Cristóbal Joannon, por ejemplo, constituyen una muestra necesaria del panorama actual (Silva 2004). A veces el carácter antológico y canónico se presenta más con un afán turístico, tratando de representar el estado de cosas de la poesía contingente, como una presentación del presente de escritura. Pero la tradición canónica elige un elenco de textos que una generación de pensamiento trata de ordenar para proponer una noción de cultura. Es una autoconciencia del espacio interno de la poesía chilena como una categoría delimitada por la trayectoria virtual de una tradición del pasado. Por lo que el canon exige a los textos una extensión en el tiempo. La longevidad de una obra aunada a la frescura constante de lecturas instauran la obra canónica. Más que una valoración axiológica de Cantares se podría pensar en el “mecanismo que crea un conjunto de textos y pone énfasis en la capacidad autoorganizativa y en el grado de autoconciencia como indispensables para definir la cultura” (Pozuelo 2004). Así, esta antología es un ajuste de cuentas para repensar la tradición poética chilena desde el siglo XXI. Es una plataforma de revisión de las poéticas del porvenir, en una visión de presente que atisba y acopia pasado/futuro. Cantares es, como la constante de Zurita, un diálogo con la historia (Galindo 2002). Para esto cito a José María Pozuelo (basado en Iuri Lotman): “Todo canon se resuelve como estructura histórica, lo que lo convierte en cambiante, movedizo y sujeto a los principios reguladores de la actividad cognoscitiva y del sujeto ideológico, individual o colectivo, que lo postula” (2004). También la postulación de cánones virtuales del presente como es la antología surge como una estrategia de salvación de los cimientos mismos de la literatura. Más que un ánimo de promover nuevos autores, la antología trata de mantener la esperanza de la continuación de los valores de la poesía fundadora. El intento de Zurita, entonces, es la autoorganización de la poesía chilena en vista de una improbable extinción. Pero también es el autoposicionamiento del sujet Zurita como un antes y después de la poesía chilena, resultando Cantares una operación que ubica a Raúl Zurita como el poeta que cierra un siglo de poesía chilena y quiere hacerse presente en un canon del porvenir.. ■ 128.

(9) Carlos Cuevas Guerrero. ¿Raúl Zurita en el centro del canon de la poesía…. Bibliografía. Brito, María Eugenia. “Conversación con Raúl Zurita”. APSI <Santiago de Chile> (1980). Galindo, Óscar. “Autoritarismo, enajenación y locura en la poesía chilena de fines del siglo XX. Zurita, Maquieira, Cuevas”. América Latina Hoy <Universidad de Salamanca> (30 abr. 2002). Manuel, Alberto. “Dulces son los usos de la antología”. Quimera 120 <Madrid> (1993). Pozuelo, José María. “Lotman y el canon literario”. El canon en la teoría literaria contemporánea. Valencia: Episteme, 1995. Rojas, Waldo. “Raúl Zurita: ¿A las puertas de la esquizopóiesis?”. Poesía y cultura poética en Chile: aportes críticos. Santiago de Chile: Universidad de Santiago, 2001. Silva, José Ignacio. “Los Cantares de Zurita”. Revista Plagio. http:// www.plagio.cl/?go=articulo&code=1481 Valente, Ignacio. “El poeta Zurita”. El Mercurio <Santiago de Chile> (7 sep. 1975). Zurita, Raúl. Purgatorio. Santiago de Chile: Universitaria, 1979. . Anteparaíso. Santiago de Chile: Editores Asociados, 1982. . La vida nueva. Santiago de Chile: Universitaria, 1994. . Cantares. Nuevas voces de la poesía chilena. Selección de Raúl Zurita. Santiago de Chile: Lom, 2004. . “Nicanor Parra, príncipe y mendigo”. Artes y Letras, El Mercurio <Santiago de Chile> (5 dic. 2004).. 129 ■.

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