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La experiencia de terapeutas mujeres en el proceso psicoterapéutico con pacientes con trastorno de la conducta alimentaria

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Academic year: 2020

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(1)PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA DE PSICOLOGIA. La Experiencia de Terapeutas Mujeres en el Proceso Psicoterapéutico con Pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria.. CATALINA BARRIGA MARTINEZ. Profesor Guía: Mariela Carmona S.. Trabajo de Grado presentado a la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado académico de Magíster en Psicoterapia Psicoanalítica Intersubjetiva.. Diciembre, 2017 Santiago, Chile.

(2) PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA DE PSICOLOGIA. La Experiencia de Terapeutas Mujeres en el Proceso Psicoterapéutico con Pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria.. CATALINA BARRIGA MARTINEZ. Profesor Guía: Mariela Carmona S.. Trabajo de Grado presentado a la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado académico de Magíster en Psicoterapia Psicoanalítica Intersubjetiva.. II.

(3) AGRADECIMIENTOS. Quisiera comenzar agradeciendo a mi familia, por la educación, los valores y el amor incondicional que me dio, siendo un gran pilar en mi formación como persona. Específicamente a mis padres, que me apoyaron en este camino de formación que emprendí, a pesar de no haber sido fácil. Quisiera agradecer a mi gran amiga y colega Natalia, por creer en mí, por ayudarme a levantarme y a recuperar la confianza cuando la perdí. A cada uno de mis compañeros y profesores de magíster, que ayudaron en mi formación y crecimiento tanto personal como clínico, dándome nuevas herramientas y conocimientos con los que aprehender la experiencia y el trabajo con mis pacientes. Agradecer a Mariela, por ser mi paciente e irremplazable guía en este proyecto, por su apoyo, su conocimiento e iluminación. Y por último, y no menos importante, le agradezco a Francesca, por ser una gran profesional y una excelente supervisora, como también una experiencia reparadora.. III.

(4) INDICE. RESUMEN……………………………………………………………………………. 6 ABSTRACT…………………………………………………………………………… 7 INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………... 8 ANTECEDENTES…………………………………………………………………….. 10 MÉTODO…………………………………………………………………………........ 14 RESULTADOS………………………………………………………………………... 16 DISCUSIÓN………………………………………………………………………........ 26 CONCLUSIONES………………………………………………………………………31 REFERENCIAS……………………………………………………………………....... 33 ANEXO 1: CARTA CONSENTIMIENTO INFORMADO………..…………………. 41. IV.

(5) La Experiencia de Terapeutas Mujeres en el Proceso Psicoterapéutico con Pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria.. The Experience of Female Therapists in the Psychotherapeutic Process With Eating Disorder Patients. Catalina Barriga Martínez, Pontificia Universidad Católica Santiago de Chile, 2017. RESUMEN. Los Trastornos de la Conducta Alimentaria han aumentado su prevalencia de forma progresiva dentro de la cultura occidental, afectando principalmente a la población femenina. El siguiente artículo presenta los resultados de un estudio que buscó conocer, desde una perspectiva psicoanalítica relacional, la experiencia de terapeutas chilenas mujeres en el trabajo con pacientes mujeres diagnosticadas con estos trastornos. El objetivo fue dar cuenta de las particularidades contratransferenciales que emergen en la relación, y en la concepción de corporalidad en sesión por parte de las terapeutas. Este estudio tomó en consideración el posible rol que juegan los mandatos culturales asociados al rol de género femenino en el proceso. Para esto se realizaron tres entrevistas en profundidad y se hizo un análisis de contenido. Los resultados obtenidos dieron cuenta de tensiones en la relación terapéutica y particularidades contratransferenciales que estaban estrechamente ligadas al cuerpo del terapeuta. Surgen sentimientos ambivalentes en las terapeutas en cuanto a la presencia y uso. 6.

(6) de la propia corporalidad en la terapia, asociados en parte a los mandatos culturales compartidos, que despiertan culpa en ellas.. Palabras Clave: Trastornos de la Conducta Alimentaria, Psicoanálisis Relacional, Género femenino, Cultura, Contratransferencia, Corporalidad, Psicoterapia.. ABSTRACT Eating Disorders have increased their prevalence progressively within Western culture, affecting mainly the female population. The following article seeks to know, from a relational psychoanalytic perspective, the experience of Chilean female therapists in working with female patients diagnosed with these disorders. The objective is to account the countertransference peculiarities that emerge in the relationship and the conception of corporality in session by the therapists. The role played by the cultural mandates associated with the role of women in the process was taken into consideration. For this, three in-depth interviews were carried out and a content analysis was made. The results obtained accounted for tensions in the therapeutic relationship concerning the presence of the therapist’s body. Ambivalent feelings arise in the therapists regarding the presence and use of one's own corporality, associated in part with shared cultural impositions, which arouse guilt on them. Keywords: Eating Disorder, Relational Psychoanalysis, Feminine Gender, Culture, Countertransference, Corporality, Psychotherapy.. 7.

(7) Introducción Los Trastornos de la conducta Alimentaria (TCA) han tenido un fuerte desarrollo en la historia de Occidente en el siglo XX (Figueroa, 2010a), siendo un problema relevante en términos de salud mental. Afectan principalmente a la población adolescente y jóven-adulta (Behar, 2010a; Behar, Gramegna & Arancibia, 2014; Daly, 2014; Gaete, López & Matamala, 2012) existiendo una fuerte relación con el rol genérico femenino (Behar, de la Barrera & Michelotti, 2001). Según los constructos de belleza de la sociedad actual, la delgadez es una representación figurada de la felicidad, el bienestar y el éxito (Behar, 2010a; Behar, 2010b; Espina Eizaguirre, 2007; Gorman-Ezell, 2009; Kadish, 2012). Los profesionales tratantes de estos trastornos, al igual que sus pacientes, viven insertos en esta cultura, recibiendo los mismos mensajes respecto a la belleza, al cuerpo, a la comida y lo que es atrayente o deseable (Gorman-Ezell, 2009). Un estudio en la Universidad de Nevada, Estados Unidos, mostró que un alto porcentaje de clínicos que trabajan con estos trastornos, reporta a su vez preocupación por la imagen corporal, atracones y una alimentación restrictiva (Warren, Schafer, Crowley, & Olivardia, 2013). Si bien la figura corporal del terapeuta ha sido históricamente relegada en psicoanálisis a un nivel secundario (Forget, Marussi & Le Corff, 2011; Gorman-Ezell, 2009), hoy el giro relacional lo trae a un primer plano. De esta manera, en el tratamiento de TCA, al igual que en cualquier otro proceso psicoterapéutico, es necesario considerar la experiencia subjetiva del terapeuta, ya que los posibles impasses nunca surgen tan solo en el paciente, sino que tienen que ser vistos dentro del sistema paciente-terapeuta (Stolorow, Atwood & Brandchaft, 1997), el que involucra tanto lo psíquico como lo corporal (Daly, 2014; Lowell & Meader, 2005; Petrucelli, 2007). En el momento en que el terapeuta interpreta o interviene, está siempre influido por factores personales (Aron, 1996; Renik, 1993) que surgen de 8.

(8) manera tanto explícita como implícita en la relación terapéutica (Sassenfeld, 2014). Existe un registro no verbal y no simbólico enraizado en el cuerpo, que emerge en el modo de relacionarnos (Bucci, 2001), y esto es especialmente incisivo y focalizado en el trabajo con pacientes con TCA, ya que comparar cuerpos y apariencias en la transferencia es el lenguaje que utilizan estos pacientes (Petrucelli, 2007). En Chile son escasas las investigaciones especializadas en TCA que han sido publicadas, siendo en su mayoría screenings de prevalencia y riesgo (Correa, Zubarew, Silva & Romero, 2006). Si bien esta revisión bibliográfica se basa en varias investigaciones internacionales anglosajonas– los principales hallazgos en la literatura nacional chilena confirman sus resultados (Behar, 2010c). Son pocos los clínicos o investigadores que se han centrado en estudiar el impacto contratransferencial que tienen estos pacientes en los profesionales que los tratan, los posibles desajustes emocionales y las posibles anomalías conductuales (Figueroa, 2010a). Mientras el cuerpo del paciente es el principal foco de trabajo (Rodríguez, Gempeler, Pérez, Solano, Meluk, Guerrero & Liemann, 2007), el rol que juega la imagen corporal o el cuerpo mismo del terapeuta ha recibido una atención limitada en el proceso (Daly, 2014; Petrucelli, 2007). Al ser la población femenina la principal afectada y en riesgo de desarrollar un TCA, debido en parte a los constructos contemporáneos vinculados a la identidad de género femenino (Behar, de la Barrera & Michelotti, 2001; Behar, 2010a; Daly, 2014; Behar, Gramegna & Arancibia, 2014; Zunino, Agoos & Davis, 1991), es relevante preguntarse respecto a las posibles particularidades contratransferenciales en el trabajo de terapeutas mujeres con pacientes del mismo género. El objetivo de este artículo es poder conocer y comprender la experiencia subjetiva de terapeutas chilenas en el proceso psicoterapéutico con estas pacientes. Específicamente, interesa conocer las particularidades contratransferenciales, y la concepción del lugar que 9.

(9) ocupa la corporalidad del terapeuta en el proceso. Esto, teniendo en cuenta el rol del contexto cultural y el género. La pregunta que guió esta investigación fue: ¿Cómo es la experiencia de terapeutas mujeres en el trabajo con pacientes mujeres con trastornos de la conducta alimentaria?. Antecedentes Cultura y rol genérico femenino en el cuerpo Se ha estudiado que en las diferentes culturas la experiencia social es a su vez una experiencia corporal (Behar, 2010b). El cuerpo no es una entidad aislada que pueda ser comprendida fuera de su contexto (Daly, 2014), y la cultura occidental se ha caracterizado por un culto absoluto a éste (Behar, 2010b). Los valores que nuestra sociedad predica respecto a la apariencia, se ha visto contribuyen significativamente al desarrollo de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) (Espina Eizaguirre, 2007; Gorman-Ezell, 2009; Behar, 2010a; Behar, 2010b; Daly, 2014; Kadish, 2012). Los medios de comunicación definen los cánones de belleza femeninos y masculinos, ejerciendo un mayor énfasis en la realización de dietas y control de peso en las mujeres, en comparación con los hombres (Behar, 2010b; Losada, Leonardelli & Magliola, 2015). Este ideal cultural internalizado se constituye en algo normativo en las mujeres, promoviendo la insatisfacción corporal (Daly, 2014). En el trabajo psicoterapéutico, la imagen corporal del terapeuta influye considerablemente y de diferente manera en la relación y el tratamiento mismo (Petrucelli, 2007). Las diferentes contexturas corporales tienen asignadas diferentes atribuciones 10.

(10) personales y morales (Kadish, 2012), por lo que no es lo mismo, transferencialmente hablando, ser un terapeuta de contextura delgada, media o gruesa. Asimismo, el género del terapeuta también tiene importantes y diferentes efectos en el tratamiento de estos trastornos. Se ha descrito que las terapeutas mujeres con pacientes con TCA del mismo género tenderían a tener mayor facilidad que los terapeutas hombres en el proceso de vinculación (Besser & Moncada, 2013; Forget, Marussi & Le Corff, 2011; Zunino, Agoos & Davis, 1991). Según Daly (2014) esto sucede debido a que las terapeutas, en su condición de mujeres, luchan respecto a conflictivas parecidas a las de sus pacientes. Si bien esto tiene ventajas, estos imperativos sociales compartidos pueden llevar también a particulares situaciones de impasse terapéutico (Kadish, 2012). Kadish (2012) relata una experiencia particular de un proceso con una paciente bulímica que sufre por sobrepeso, la cual en una sesión le recrimina a la terapeuta que para ella todo es más fácil debido a su delgadez. La paciente dudaba de la ayuda que ella podía ofrecerle como terapeuta delgada, y que la situación no llevaba a ninguna parte. Frente a esto, la terapeuta refiere haberse sentido “disminuida, incluso tonta y haber sentido sus palabras como vacías e inútiles” (Kadish, 2012, p.449). Los contemporáneos imperativos culturales respecto al cuerpo ideal estaban encarnados en la figura de la terapeuta, e incluso en la lucha interna de la terapeuta se encontraba el hecho de que el orden de las cosas -pese a su indignación- era que para ser deseada por un hombre hay que ser delgada. Esto último lo decía la paciente, y la terapeuta no lo podía negar, ya que al igual que la paciente, el ideal de delgadez estaba internalizado en ambas. “No podía negar que inicialmente un hombre pudiera no hallar su cuerpo atractivo” (Kadish, 2012, p.450). La lucha interna y culpa de la terapeuta y la indignación de la paciente llevaron a un momento de impasse debido a que la paciente sentía que jamás una terapeuta delgada entendería lo que se sentía al ser gorda. 11.

(11) Contratransferencia, enactments y el registro implícito Maroda (2004) define la contratransferencia como las respuestas afectivas y cognitivas, conscientes e inconscientes, del terapeuta hacia el paciente. Los terapeutas que trabajan con estos trastornos, reportan sentirse sobre identificados y sobre involucrados, experimentando fuertes sentimientos negativos, como frustración, miedo, rabia, impotencia, inutilidad y ansiedad (Figueroa, 2010b; Forget, Marussi & Le Corff, 2011; Franko & Rolfe, 1996; Kadish, 2012). Algunos de ellos reportan alteración de las propias actitudes alimenticias y de la imagen corporal (Gorman-Ezell, 2009). Estos sentimientos contratransferenciales, que Maroda (2004) describe como un intrincado baile psicológico entre paciente y terapeuta, cuando son negativos muchas veces llevan a impasses terapéuticos. Sobreponerse a estos impasses, o comprender lo que se está sintiendo o enactuando, es un desafío que incluye a ambos participantes, y que involucra traer al discurso tanto lo psíquico como lo corporal de ambos (Daly, 2014; Petrucelli, 2007). Aron (1996) dice que “aquello que se habla es enacted, y aquello que es enacted debe ser hablado” (p.300). Este constante diálogo entre lo implícito y lo explicito, este baile intersubjetivo, es el que permite desactivar viejos esquemas emocionales implícitos, creando nuevos más flexibles y adaptativos (Coderch & Codosero, 2014). Petrucelli (2007) refiere que muchas veces, si bien se les puede preguntar a los pacientes acerca de cómo se sienten respecto al cuerpo del terapeuta, no refieren notar nada, pero surgen escenificados en el registro implícito. Lo ejemplifica muy bien en un caso clínico en que a través del “uso” del cuerpo del terapeuta y de las fantasías al respecto, una paciente con sobrepeso logra bajar de peso tan solo cuando la terapeuta aumenta de peso.. 12.

(12) Yo, sin embargo, tenía 7 meses de embarazo antes de que mi paciente inconscientemente aludiera a los cambios en nuestros cuerpos. Yo había estado esperando una oportunidad para decirle que estaba embarazada y le di muchas oportunidades para comentarlo, pero ella parecía ajena. Cuando finalmente ya no pude retener revelar mi embarazo, jadeó incrédula y dijo que se sentía horrible por no notarlo. En ese punto, E pudo reconocer sus sentimientos secretos de superioridad y envidia, que ahora podían salir a la superficie y entrar en la habitación. En su fantasía, yo era ahora la desordenada, la glotona, y esta fantasía la motivó a comer más sano. (Petrucelli, 2007, p. 245).. La dimensión corporal en la terapia La experiencia psicológica del cuerpo es fundamental en el trabajo psicoanalítico (Aron, 1998; Legrand & Briend, 2014). Si bien los terapeutas se han enfocado en las palabras, sus cuerpos también hablan (Petrucelli, 2007; Wallin, 2007a), por lo que toda psicoterapia es inevitablemente una inter-acción (Sassenfeld, 2007) entre el paciente y el terapeuta, con sus respectivos valores, supuestos e idiosincrasias psicológicas (Renik, 1993). No es tan solo la cura hablada, sino que también la cura actuada (Aron, 1996). Los pacientes activan en las terapeutas resonancias de sus propias experiencias, y es necesario que éstos aprendan a reconocerlas en su interior, sintonizando con la propia experiencia subjetiva (Wallin, 2007a). Daly (2014) hace un paralelo entre el concepto winnicottiano de madre suficientemente buena con el de cuerpo del terapeuta suficientemente bueno. Con esto quiere decir que el terapeuta debe ser capaz de permitir que su propio cuerpo sea utilizado como un objeto transferencial (Daly, 2014). Si esto es llevado a cabo exitosamente, fortalecería la relación y 13.

(13) el trabajo psicoterapéutico (Petrucelli, 2007). Bromberg (2001) propone que el problema central en los pacientes con trastornos de la conducta alimentaria es que ellos están a merced de sus propios estados fisiológicos y afectivos por un déficit en la experiencia de relacionamiento (relatedness) humano, y con ello en su autorregulación emocional. Espina Eizaguirre (2007) refiere que “el terapeuta se sentirá muchas veces tironeado y rechazado, como teniendo en brazos a un bebé hambriento que no puede aceptar lo que se le da porque no es suficiente o es percibido como algo malo” (p.126). Si bien tienden a ser considerados por los profesionales como pacientes difíciles, lo que ellos necesitan de sus terapeutas es un ambiente seguro y afectivamente honesto, y es a los terapeutas a quienes muchas veces se les hace difícil brindarlo (Bromberg, 2001). Daly (2014) refiere que para desarrollar este entorno contenedor y seguro –tan necesario en estos pacientes – una pieza crucial es la propia capacidad del terapeuta en modelar un vínculo seguro respecto a su propio cuerpo. Esto último no es una tarea fácil de lograr en una cultura que ocasiona inseguridad corporal. Así, el terapeuta debe trabajar respecto a cómo se siente respecto a su propio cuerpo, y con ello permitir que sea utilizado en el proceso. A veces incluso es a través del uso del cuerpo del terapeuta en la terapia, y de las fantasías sobre éste, que los pacientes pueden empezar a expresarse respecto a su propia corporalidad (Petrucelli, 2007). Sólo así, terapeuta y paciente pueden comenzar a explorar libre y completamente los temas que emergen entre ellos (Lowell & Meader, 2005).. 14.

(14) Método. Diseño Este estudio buscó conocer y comprender un fenómeno relacional complejo, explorando la subjetividad de los participantes, es por ello que se utilizó una lógica cualitativa de investigación (Cornejo, Besoaín, Carmona, Faúndez, Mendoza, Carvallo, Rojas & Manosalva, 2012). Se utilizó un diseño descriptivo analítico-relacional de tipo transversal, orientado hacia una comprensión de las experiencias contratransferenciales de terapeutas mujeres que trabajan con pacientes del mismo género con trastornos alimenticios.. Participantes La selección de los participantes de este estudio se realizó a través de un muestreo intencionado (Patton, 1990). Se entrevistó a tres psicoterapeutas chilenas con experiencia en Trastorno de la Conducta Alimentaria, es decir, que hubiesen atendido y/o estuvieran atendiendo en la actualidad- a pacientes con TCA. El enfoque teórico-práctico con ellas trabajan no fue un criterio de inclusión/exclusión, ya que el objetivo fue el de estudiar la experiencia subjetiva de las terapeutas. La decisión de seleccionar tan solo terapeutas mujeres se explica por lo expuesto tras la revisión bibliográfica, en tanto se trata de un trastorno que afecta principalmente a la población femenina (Behar, 2010a; Behar, 2010b; Behar, Gramegna & Arancibia, 2014; Daly, 2014; Gaete, Lopez & Matamala, 2012; Leonardelli & Magliola, 2015), por lo que se buscó conocer la experiencia subjetiva acerca de la imagen corporal de terapeutas pertenecientes a este mismo género, bajo el supuesto de que ésta diferirá de la experiencia de terapeutas hombres. 15.

(15) Procedimiento y consideraciones éticas Las entrevistas fueron realizadas en Santiago entre los meses de enero y mayo de este año 2017 por la misma investigadora. El contacto con las participantes del estudio se llevó a cabo vía correo electrónico. Se les envió una invitación explicando las características de la investigación, y las condiciones de su participación en ella, con el consentimiento informado adjunto para ser leído previamente. Se les invitó a participar de una entrevista de aproximadamente una hora de duración, insistiendo en la voluntariedad de esta instancia. Previo al comienzo de la entrevista, se volvió a explicar los objetivos del estudio, dando espacio para posibles dudas y comentarios, para luego firmar el consentimiento informado. Este estudio contó con la aprobación del Comité de Ética de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde fueron consideradas tanto la voluntariedad del proceso, como la confidencialidad y protección de la información. Todo el material recolectado fue utilizado únicamente para fines de esta investigación y será destruido.. Técnica de producción de datos Se realizaron entrevistas en profundidad semi-estructuradas (Canales, 2006), utilizando preguntas abiertas para dar paso a respuestas libres que buscaban captar y acceder a las maneras de pensar y sentir de las terapeutas entrevistadas (Canales, 2006). Estas preguntas se fueron elaborando según la información que el entrevistado fue articulando en el contexto mismo de la entrevista (Canales, 2006).. 16.

(16) Técnica de análisis de datos Con la información obtenida mediante las entrevistas transcritas, se realizó un análisis de contenido cualitativo (Bardin, 1996). Método interpretativo centrado en la comunicación humana registrada y su contexto (Kohlbacher, 2005), que buscó articular lo descriptivo con lo analítico relacional. Para ello, se extrajeron categorías descriptivas de las entrevistas que fueron relacionadas entre sí y articuladas con la teoría.. Resultados. Los resultados obtenidos tras el análisis de las entrevistas de las tres terapeutas Claudia, Amanda y Sofía, incluyen múltiples temáticas emergentes interrelacionadas que fueron organizadas en tres apartados, uno referido a los sentimientos contratransferenciales, otro a la corporalidad en el proceso terapéutico y por último, la percepción de las terapeutas respecto a la vivencia común de ser mujer.. Sentimientos Contratransferenciales En las entrevistas las terapeutas hablaron de una amplia diversidad de sentimientos contratransferenciales que entran en juego. Hay una experiencia subjetiva común de que es un trabajo demandante y difícil, que requiere una preocupación constante y multidisciplinaria. Lo describen como un trabajo sacrificado, exigente y agotador, en el cual se hace difícil muchas veces poder tomar distancia y en que surgen fantasías de rescate y protección.. 17.

(17) “te conecta más con la angustia, te conecta con esta ira, esta cosa de que sobre todo con pacientes muy graves, como te… a mí me pasa que se me genera esta rabia… de cómo saco a esta persona de acá… pero saber que tú no puedes sacar a nadie de nada… y es mucho eso, mucha tolerancia a la frustración” (Claudia).. “Me costó como poder trabajar el hecho de que yo soy la tratante, que puedo ayudar, pero una, yo no tengo el control, dos, ya no tengo esa omnipotencia de poder salvarla, que es lo típico que uno en algunos casos piensa… yo creo que por la supervisión y como por la ayuda de mis colegas yo logré ir soltando ese tema, porque de verdad que yo lo pasé pésimo” (Sofía).. Es un proceso terapéutico en que las terapeutas se ven enfrentadas a temáticas que según describen producen molestia y cansancio, que en estas pacientes están directamente ligadas con la figura corporal, el peso y la comida. Refieren en diferente medida sentir pena, miedo, frustración, rabia, angustia e incluso inseguridad respecto a su propia efectividad como terapeuta.. “Estamos bombardeados del tema comida, comida, comida… entonces cansa. Por eso yo digo que yo no podría… me agrada cuando entre tema alimentario, tengo otros temas más livianos, donde el tema comida y apariencia no es tema” (Sofía).. Si bien las terapeutas comienzan su discurso aludiendo a los sentimientos contratransferenciales negativos, también rescatan la experiencia del trabajo con estas pacientes. Y señalan que, pese a lo demandante, es un trabajo muchas veces satisfactorio y 18.

(18) una gran experiencia de aprendizaje y superación. Concuerdan en que lo que viven y sienten, si bien puede ser percibido como negativo, puede ser utilizado eventualmente como un instrumento de trabajo. Amanda y Sofía refieren utilizar la develación como una herramienta de vinculación y como instrumento de mentalización para las pacientes. En casos menos graves la propia experiencia respecto a conflictivas relacionadas con la alimentación y el peso, es sentida como una herramienta, de empatía y vinculación.. “Yo les digo, sabes que, en mi propia experiencia, lo he podido vivir. Yo se los digo así. Que yo he peleado con los kilos y que a veces se me pasa la mano para arriba un poquito. Y me he dado cuenta de que lo mejor es comer de todo…” (Amanda).. “yo le dije, y ahí aparecía la persona del terapeuta y no el profesional. Que uno también vive cosas en la vida, que uno también va fluctuando anímica, física, corporal, emocional, psicológica, espiritualmente” (Sofía).. Las tres terapeutas, refieren ser conscientes de que la propia persona del terapeuta esta irreductiblemente presente. Se co-construye la relación terapéutica desde las respectivas subjetividades, que están involucradas e interactúan desde el primer encuentro. Dado esto, refieren la importancia de la instancia de la supervisión. Saben que hay sentimientos que emergen que refieren a aspectos personales, que necesitan estar elaborados y despejados para así ver y sentir mejor a las pacientes.. “es sano y bueno conversar no solo del caso clínico, sino de lo que a uno le va pasando como tratante, como persona” (Sofía). 19.

(19) “bueno, seguramente por cosas mías po, o sea, yo creo, por algo a mí eso me da rabia y no me dan rabia otras que a otras amigas mías les dan rabia. Seguramente por mis propios temas” (Amanda).. La Corporalidad en el Proceso Psicoterapéutico Cuerpo presente en la sesión Existe una presencia muy concreta del cuerpo en la sesión, incluso una de las terapeutas lo describe como invasor del espacio. Al ser una demanda muchas veces visual, el cuerpo de la paciente remueve y despierta exigencia en las terapeutas, principalmente en los casos más graves. Sofía dice que tiene que estar atenta y preparada para situaciones fuera de lo común, como por ejemplo desmayos porque la paciente no ha comido o que llegue a sesión con olor a vómito. “uno igual se involucra bastante en los temas alimentarios, sobre todo cuando son más severos. Porque físicamente se nota el daño (…) como físicamente se puede notar, uno se sobre involucra más, porque es algo que llama la atención” (Sofía).. Y así como el cuerpo de la paciente está presente, y es donde se pone principalmente el foco, las terapeutas saben que su propio cuerpo también está ahí. Si bien las entrevistadas describen permitir que el cuerpo sea parte del discurso, en el plano físico lo viven de manera más amenazante, volviéndose algo más dificultoso y defensivo. Es algo que incomoda.. “Yo me cuido mucho de usar ropa suelta, como de… no sé si ropa tan suelta, pero como de no hacer demasiado énfasis en el cuerpo con las pacientes (…) quizás es lo 20.

(20) mismo como si fuera como con cualquier paciente en realidad… porque por esto mismo, es un tema tan importante que cualquier cosa puede despertar algo incómodo para la persona en relación, y no te lo van a decir” (Claudia). El trabajo terapéutico, si bien tiene un énfasis corporal, este está enfocado en el cuerpo del paciente. Cuando la propia presencia física del terapeuta pasa a primer plano, la describen como una vivencia incómoda para ellas. Con esto no aludo a la comparación de las pacientes o sus comentarios respecto al físico de la terapeuta, sino que me refiero a la vivencia de la terapeuta de la propia experiencia corporal en lo contratransferencial. Se pudo observar temor de no estar en control de lo que el cuerpo transmite, y de que este transmita algo indeseado por la terapeuta. Que el cuerpo traicionara a la terapeuta, revelando sentimientos y creencias celosamente guardados.. “Pero derrepente me digo, ¿mi cara estará notándose? Tengo a alguien con sobre peso en frente mío y me preguntan eso, mi cara estará diciendo “hm… si estay un poquito pasada” y ahí es donde me complico un poco más” (Sofía).. “Que se me note mucho (la delgadez) me da nervio. Porque no quiero que ellas, porque siento que es como, transmitir exigencia. Transmitir que es importante, que yo me exijo también ahí. Y eso, no quiero transmitir eso. Prefiero mil veces verme más gordita” (Amanda). 21.

(21) Cambios Conductuales Tanto Claudia, Amanda como Sofía, aluden que el trabajo con estas pacientes causa un efecto y una mayor consciencia respecto a la propia relación con la alimentación y el cuerpo. Se pudo notar una exigencia, consciente e inconsciente, de ser ejemplos saludables para las pacientes. Es decir, ser personas en armonía con el tema alimenticio. Cuando esto no es así, describían sentirse incongruentes, avergonzadas o incluso cínicas.. “Al trabajar con trastornos alimentarios, estás pendiente… a ver tengo que comer bien, y tengo que ser ordenada (…) tienes que preocuparte de hacerlo porque si no es como el que predica y no practica (…) Estar con alguien, siempre es verte a ti también” (Claudia).. “yo soy la mujer más sedentaria del mundo. Cachai, entonces yo igual me encuentro cínica de fomentar al resto, porque tiene una patología alimentaria (…) es cuando piensas, yo no tengo el cuidado conmigo misma” (Sofía). Amanda relata que hay periodos en los que ha sentido un mayor descontrol ansioso respecto a la comida. Lo atribuye al trabajo con ciertas pacientes que transmiten una potente ansiedad contenida, sumado a la constante temática en torno a la comida.. “yo salía de esas sesiones y me compraba un paquete de papas fritas. Y me lo comía. Y yo creo que eso, que no era para nada una conducta muy típica mía, me pasó más” (Amanda).. 22.

(22) Amanda también describe que la percepción y exigencias en relación a su cuerpo no son algo fijo. Hay épocas en que se vuelve exigente respecto a su cuerpo y otros en que le da menos importancia. No lo percibe como algo problemático, sino más bien lo utiliza en favor de la empatía y de mostrarle a sus pacientes que el peso, dentro de parámetros normales, es algo móvil.. “Hay épocas en que me pongo perfeccionista, y digo tengo que estar más flaca y verme super bien, y vestirme más arreglada para la consulta. Y hay épocas en que estoy, me da lo mismo, me pongo blue jeans, no me importa y como todo lo que quiero, y estoy más gordita y bueno… ya voy a bajar. Yo no estoy resuelta, no tengo una línea en eso. No sé si hay que ser de una manera. Y eso igual lo comparto.” (Amanda).. Cambio en el Peso Trabajar con el cuerpo en sesión no es tarea fácil y evidente para las terapeutas, específicamente con el tema del peso, temática que crea resistencia e incomodidad tanto en pacientes como en las terapeutas. Sofía describe que es en la comparación con el físico de la terapeuta en que surge muchas veces la agresión o la envidia de las pacientes, y donde se muestran más afectadas. Muchos de los impasses que se producen tienen que ver con cambios físicos notorios. En el caso de las pacientes, ocurre principalmente con la gordura, ya que es “el tabú” de las pacientes.. “me complico sobre si les digo o no les digo… no les puedo decir! no les quiero decir… ¿se estarán dando cuenta de este cambio? ¿Cómo se lo estarán tomando ellas?” (Sofía). 23.

(23) Tal como los cambios de peso de la paciente tiene efectos contratransferenciales, el peso del terapeuta también está involucrado y marca una diferencia en la relación. Las tres terapeutas concuerdan de que una terapeuta muy delgada, o una terapeuta con notorio sobrepeso, impacta de diferente manera en las pacientes, y puede ser difícil de manejar. Amanda explica que una terapeuta muy delgada transmite exigencia, mientras que una con sobrepeso tiende a quitar credibilidad, y consecuentemente, una menor o más difícil vinculación empática. Cuando se trata de adelgazar es donde se vivencia un mayor sentimiento de culpabilidad e intento de que pase desapercibido por temor a transmitir que se tiene la misma preocupación y sobre exigencia respecto al peso.. “yo me sentía cínica, como de exigirles cosas, cuando yo estaba bajando de peso” (Sofía).. “Yo les decía “si es que estoy comiendo ordenado”, como que me acuerdo que sentía que tenía que dar explicaciones, em… y las daba. Me complicaba un poco. Yo no quería que ellas sintieran que yo andaba haciendo dieta. Lo habría escondido (…) llena de culpa, llena de miedo a que lo supieran, porque yo creo que lo saludable es lo otro” (Amanda). Concepción de género como punto de encuentro Las terapeutas conciben el género femenino compartido como un facilitador del trabajo terapéutico, en tanto hay una mayor capacidad empática con la vivencia. Pueden identificarse con las problemáticas, ya que muchas veces aluden a vivencias similares. Suelen 24.

(24) haber muchas resonancias, conflictivas y vivencias comunes que influyen en las terapeutas. Si bien es un promovedor del vínculo, puede ser también fuente de dificultades e incomodidad.. “facilita en la medida que somos mujeres, tenemos una sociedad que como mujer te quieren exigir ciertas cosas y en ese sentido hay una empatía. Muchas veces muchas de sus preocupaciones, pueden ser tus preocupaciones. También puede que sea más incómodo para la terapeuta que quizás si fuera hombre” (Claudia).. “El tema del rol de la mujer es algo que siempre lo pienso (…) y a veces incluso les puedo hablar de mis propios rollos al respecto. Les puedo decir, pucha es que es tan difícil, que estamos en un mundo donde queremos ser buenas dueñas de casa, además de ser profesionales, queremos también estar bien físicamente (…) Me encanta eso. Porque ellas incluso saben que yo también vivo con eso. E incluso pueden saber que yo en periodos he tenido que bajar de peso porque he engordado con los embarazos, y ahí yo me pegué engordadas grandes y como que fui más gorda de lo que nunca había sido y también me costó, y también lo viví” (Amanda).. Las temáticas de insatisfacción por la propia imagen corporal de las pacientes activan en mayor o menor grado conflictos propios de las terapeutas al respecto. La sobre identificación que emerge, en opinión de Sofía, hace que surja la necesidad de querer ayudar a la paciente desde verse a sí misma, por lo que es necesario poder hacer la distinción y tener claridad de los propios conflictos. Cuando esto no se hace, se deja de ver a la paciente y en vez de ser un momento de encuentro, se vuelve uno de desencuentro o invisibilización. 25.

(25) “yo creo que todos, hay algo que nos gustaría cambiar, de nosotros físicamente. Y puede ser que cuando los pacientes te dicen esas cosas, quizás active entre comillas esa más baja autoestima que uno puede tener, o ese talón de Aquiles que uno puede tener en relación a su propio físico. Pero ahí también está el trabajo de poder decir, oka, ella es la paciente, yo soy la tratante, estamos trabajando también en ella. Quizás mis cosas, o lo que ella me dice, lo podemos poner al servicio del trabajo, pero el foco no soy yo” (Sofía).. Discusión. Tras los resultados obtenidos acerca de la experiencia subjetiva de terapeutas en el trabajo con pacientes con TCA, se pudo observar que surgen sentimientos ambivalentes respecto a la exploración, validación y uso de la propia experiencia contratransferencial en sesión. Si bien las terapeutas aluden a una presencia de si tanto psíquica como corporal en sesión, muchas veces esta experiencia queda apartada del espacio intersubjetivo, tanto consciente como inconscientemente, el ser vivida como algo incómodo, de difícil manejo y amenazante del espacio.. Los resultados mostraron que no se da suficiente importancia a la subjetividad del terapeuta en tanto ser social. Se pudo ver que la figura de la terapeuta también comunica una historia y una vivencia social adscrita a los mismos impuestos sociales y culturales de sus pacientes. Como plantea Rodríguez et al. (2007), el síntoma no solo alude al paciente que lo. 26.

(26) presenta, sino que también responde al contexto en el cual se desarrolla, y del que el terapeuta es parte. Estos resultados son concordantes con lo descrito por Castaño (2014):. La sociedad en la que vivimos nos constituye a nivel individual, a nivel de experiencia del self, tanto si nos percatamos de ello como si no lo hacemos; por tanto, ni siquiera como terapeutas nos podemos quedar al margen, ya que ir construyendo una mirada relacional, pensar junto al paciente, dialogar con él, co-construir juntos nuevos significados, supone un ejercicio de reflexión que ha de tener en cuenta también las propias confusiones, preconceptos y pre-juicios (Orange 2012, p. 423).. Este ejercicio de reflexión lo podemos entender como un equivalente al proceso de mentalización presente en las terapias, en tanto alude a la natural capacidad de entenderse a sí mismo y a los otros. Coderch y Codosero (2014) dicen que “La mentalización en la práctica clínica se dirige, fundamentalmente, a hacer explícitos los sentimientos, pensamientos y pautas de procedimiento implícitos a través de este pensar reflexivamente en los pensamientos, sentimientos y comportamientos.” (p.202). En referencia a esto, Martínez (2010) agrega que en toda psicoterapia llevamos “nuestras propias competencias mentalizadoras, nuestra propia sensación de seguridad, nuestra historia de apego y la actual representación que tenemos de ella” (p.102). En sintonía con lo anterior, podemos decir que el principal desafío de las terapeutas, es el de lograr reflexionar respecto a lo que está siendo escenificado, y poder llevarlo al plano verbal (Aron, 1996). La investigación empírica ha mostrado que un proceso psicoterapéutico es más eficiente si los niveles explícitos, ligados al lenguaje, e implícitos, ligados a los procesos no verbales e intuitivos, se integran (Martínez, 2010). En los resultados se observa que es en este proceso reflexivo dónde presentan algunas dificultades y resistencias. 27.

(27) Tanto Amanda, Sofía como Claudia, dieron cuenta de una función reflexiva o mentalizadora presente en las terapias, respecto a las pacientes como a sí mismas, pero esta tendía a estar más enfocada en las emociones que en el plano corporal. La vivencia contratransferencial corporal de las terapeutas quedaba en un segundo plano y muchas veces había una resistencia a que la experiencia corporal emergiera en el plano explícito, percibiéndolo como una presencia dañina para la terapia. Podríamos pensar que esto es parte de una resistencia a ser utilizadas como objeto transferencial, como también por conflictivas resonantes respecto a estar adscritas en los mismos modelos patogénicos de ideales de belleza (Kadish, 2012). Como dice Maroda (2004) se desatiende lo contratransferencial por un temor de los terapeutas a su propia patología o a sus afectos más primitivos. En otras palabras, se podría decir que las temáticas conflictivas en relación al cuerpo mermaban la capacidad mentalizadora. Inclusive tras la realización de las entrevistas, todas las terapeutas comentaron que las preguntas les hicieron reflexionar respecto a múltiples aspectos de la relación terapéutica y de la figura del terapeuta que no habían hecho conscientes. Principalmente en la presencia de la propia corporalidad y las dificultades que se presentaban. En relación a esto, Wallin (2007b) defiende que todos experimentamos el mundo a través del cuerpo, y para que este se pueda volver un recurso terapéutico, requiere que el terapeuta tenga una atención plena, manteniendo una actitud de aceptación y curiosidad sin juicio sobre lo observado, principalmente enfocada en la experiencia interna en el aquí y el ahora (Wallin 2007b). En esta misma línea, Bucci (2011) creativamente hace una analogía de la relación analista-paciente, con la de una pareja que está bailando tango. “Debemos sentir a la otra persona, pero tenemos que sentir primero nuestros propios cuerpos, y luego sentir al otro en nuestros cuerpos” (Bucci, 2011, p.45). Podríamos decir que hay una tendencia de las. 28.

(28) terapeutas a fijarse en las emociones más que en el cuerpo mismo, pero para poder bailar es necesario ir más allá; cuerpo y mente deben estar en sintonía.. Una temática que aparece recurrente tanto en la teoría como en los resultados de las entrevistas refiere a las particularidades contratransferenciales que se dan en relación a la contextura corporal y el cambio de peso del terapeuta (Daly, 2014; Lowell & Meader, 2005; Petrucelli, 2007). Los resultados mostraron que hay consenso en que la contextura corporal afecta de diferentes modos la relación terapéutica, y es algo a lo que las terapeutas tendieron a mostrarse más recelosas al momento de trabajarlo en sesión. Situación terapéutica en que la presencia del cuerpo se volvía innegablemente consciente para una o ambas, pero que no era necesariamente explicitado, sino que se mantenía en un plano secundario.. Las. experiencias de adelgazamiento de Sofía y Amanda fueron fuente de incomodidad, ansiedades y temor a dañar a las pacientes, al sentir que transmitían corporalmente una exigencia respecto al peso. La presencia del cuerpo se volvió un elemento persecutorio, traicionero y algo a ser ocultado del espacio terapéutico.. Como fue anteriormente dicho, vivimos en una sociedad que promueve la insatisfacción corporal (Daly, 2014). Si bien, el terapeuta es percibido como una figura de ayuda y de contención, esto no quiere decir que seamos necesariamente más sanos que nuestros pacientes (Maroda, 2004). Existen múltiples investigaciones respecto a terapeutas u otros profesionales de la salud con una historia de TCA que trabajan con estos pacientes (De Vos, Netten & Noordenbos, 2016; Warren, Schafer, Crowley, & Olivardia, 2013; Williams & Haverkamp, 2015). Refieren que influenciaba positivamente el tratamiento con los pacientes debido a una mayor comprensión y capacidad empática, pero que era requisito que ya estuviesen recuperados, mantener monitorizada la contratransferencia y las posibles auto29.

(29) develaciones (Warren, Schafer, Crowley, & Olivardia, 2013; Williams & Haverkamp, 2015). Esta creencia o exigencia por parte de los terapeutas de mostrarse como ejemplos saludables, lleva en parte a que las propias conflictivas o inseguridades respecto al cuerpo -que pueden ser resonantes con las propias conflictivas de las pacientes- se vivan como amenazantes para el proceso terapéutico y queden disociadas de la experiencia de trabajo con estas pacientes contribuyendo a la formación y desarrollo del impasse.. Es la responsabilidad del terapeuta trabajar en conocer cómo se siente respecto a su propio cuerpo, y con ello invitar a los sentimientos y pensamientos del paciente, no solo de su cuerpo, sino también del propio terapeuta a ser parte del trabajo (Lowell & Meader, 2005, p.256).. Para finalizar, se vuelve importante preguntarse respecto al uso de la auto-revelación como una herramienta de intervención terapéutica que pudiese estar indicada en este tipo de tratamientos.. Si bien aludo a la necesidad de hacer presentes los sentimientos. contratransferenciales, no está claro en qué medida o cuan explícitamente se debe incluir o restringir en la interacción la problemática respecto a la corporalidad -tanto de paciente como terapeuta- en este tipo de tratamientos. Cuando por ejemplo existe por parte del terapeuta una conflictiva corporal resonante con la del paciente o hay una insistente alusión a la corporalidad del terapeuta, sería interesante evaluar si una auto-revelación sería algo que beneficiaría el proceso terapéutico y en qué casos sería contraproducente. A grandes rasgos pareciera que eso siempre dependerá de cada paciente en particular como también de la propia relación y proceso de elaboración del terapeuta con respecto a su corporalidad.. 30.

(30) Conclusiones. Los resultados de esta investigación contribuyeron a una comprensión interpretativadescriptiva del proceso psicoterapéutico, respecto a cómo las terapeutas mujeres experimentan el trabajo con estas pacientes. Desde la mirada relacional, entra en juego en la interacción la historia social de ambos participantes, y a partir de ahí es co-creada la relación terapéutica. En esta misma línea Petrucelli (2007) agrega que el encuentro psicoterapéutico siempre involucra cuatro cuerpos, cada participante tiene un cuerpo físico y un cuerpo psíquico que interactúa explicita e implícitamente. En la apertura de nuevos horizontes de trabajo y comprensión de los pacientes con TCA, se vuelve necesaria esta constante función reflexiva del terapeuta respecto al cuerpo, buscando integrar lo explícito y lo implícito. En otras palabras, se debe incluir y hacer consciente el encuentro de cuerpos y sus respectivos esquemas o patrones relacionales en la relación psicoterapéutica. Como dicen Coderch & Codosero (2014), “la interacción entre paciente-analista, es el verdadero motor del efecto terapéutico (p.199). Esta investigación fue una introducción a un fenómeno que no puede ser obviado en el trabajo con las pacientes con TCA, y es que toda relación de comunicación tiene dos registros, y de que estos registros están socialmente constituidos. Además de un mundo psíquico, tenemos un mundo corporal. Y el modo de sentirnos o sentir a otros, tiene que ver con patrones relacionales internalizados que vienen de experiencias relacionales, que a su vez están adscritas a un ambiente cultural. La patología se entiende desde su origen relacional. Es necesario que las terapeutas desarrollen un sentir consciente y reflexivo respecto de sus cuerpos, además del de las pacientes, para tener procesos psicoterapéuticos efectivos, y colaborar en el cambio de los patrones desadaptativos y patológizantes. Si bien 31.

(31) hoy en día, hay una mayor consciencia de la presencia del terapeuta en sesión, la utilización de la experiencia corporal en el momento presente tiende a ser esquivada. Bucci (2011) lo atribuye a que no es una experiencia libre de cierta activación dolorosa, en tanto conecta con sentimientos que pueden provocar incomodidad en ambos participantes. Por ello, si bien es necesaria y de gran efecto terapéutico según la literatura e investigaciones, es una herramienta de intervención que debe ser utilizada correctamente.. Son pocas las terapeutas que han referido al efecto que tiene en los procesos su contextura corporal, ya sea delgada o con sobre peso (Lowell & Meader, 2005). Si bien hay consciencia en las profesionales especializadas de que marca una diferencia en la relación y en las fantasías asociadas, tanto de la paciente como de la terapeuta (Lowell & Meader, 2005; Daly, 2014; Petrucelli, 2007), tiende a ser dejado fuera del discurso. La teoría y los resultados de este estudio, muestran la importancia de volverlo un foco de atención y una posible herramienta de intervención beneficiosa. En este sentido, para futuros lineamientos se vuelve necesario, a la vez que interesante seguir indagando respecto a si la auto-develación podría ser una herramienta especialmente sugerida en este tipo de trastornos y cuales serían sus posibles restricciones. También queda el desafío de investigar qué tanta conciencia hay en el resto de las terapias del lugar que ocupa el cuerpo por parte del terapeuta.. 32.

(32) REFERENCIAS. Aron, L. (1996). A Meeting of Minds. Mutuality in Psychoanalysis. NJ: The Analytic Press.. Aron, L. (1998). Introduction: The body in drive and relational models. En L. Aron & F. Sommer (Eds.), Relational Perspectives on the Body (pp. xix-xxviii). New Jersey: The Analytic Press.. Bardin, L. (1996) Análisis de contenido. Madrid: Akal Ediciones.. Behar, R. (2010a). El cuerpo femenino y la belleza en la historia: Desde la antigüedad a la contemporaneidad. En R. Behar & G. Figueroa (Eds.), Trastornos de la conducta alimentaria, (2a ed., pp.19-38). Santiago de Chile: Editorial Mediterráneo.. Behar, R. (2010b). Corporalidad, sociedad y cultura en la etiopatogenia de las patologías alimentarias. En R. Behar & G. Figueroa (Eds.) Trastornos de la conducta alimentaria, (2a ed., pp.75-94). Santiago de Chile: Editorial Mediterráneo.. Behar A, Rosa. (2010c). Quince años de investigación en trastornos de la conducta alimentaria.. Revista. chilena. de. neuro-psiquiatría,. 48. (2),. 135-146.. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272010000300006. Behar A, Rosa, de la Barrera C, Mónica, & Michelotti C, Julio. (2001). Identidad de género 33.

(33) y trastornos de la conducta alimentaria. Revista médica de Chile, 129 (9), 10031011. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872001000900005. Behar A, Rosa, Vargas F, Carolina, & Cabrera V, Enrique. (2011). Insatisfacción corporal en los trastornos de la conducta alimentaria: un estudio comparativo. En Revista chilena de neuro-psiquiatría, 49(1), 26-36.. Behar A, Rosa, Gramegna S, Gloria, & Arancibia M, Marcelo. (2014). Perfeccionismo e insatisfacción corporal en los trastornos de la conducta alimentaria. En Revista chilena de neuro-psiquiatría, 52(2), 103-114.. Besser, María Cecilia & Moncada, Laura. (2013). Proceso Psicoterapéutico Desde la Perspectiva de Terapeutas que Tratan Trastornos Alimentarios: Un Estudio Cualitativo.. Psykhe. (Santiago),. 22(1),. 69-82.. https://dx.doi.org/10.7764/psykhe.22.1.633. Bucci, W. (2001). Pathways of emotional communication, Psychoanal. Inq. 21: 40-70.. Bucci, W. (2011). The interplay of subsymbolic processes in psychoanalytic treatment: It takes two to tango-But who knows the steps, who's the leader? The choreography of the psychoanalytic interchange. In Psychoanalytic Dialogues, 21 (1), 45-54.. Bromberg (2001) Treating Patients with Symptoms- and Symptoms with Patience: Reflection on Shame, Dissociation and Eating Disorders. In Psychoanalytic 34.

(34) Dialogues, 11 (6), 891-912. DOI 10.1080/10481881109348650. Castaño R. (2014). La psicoterapia como un espacio de juego y una experiencia de intimidad. En Coderch, J. (Ed.) Avances en psicoanálisis relacional: nuevos campos de exploración para el psicoanálisis. Ágora Relacional.. Coderch, J. y Codosero, A. (2014). Puntos de únión y diálogo entre lo explícito y lo implícito en el pensamiento psicoanalítico. En Coderch, J. (Ed.) Avances en psicoanálisis relacional: nuevos campos de exploración para el psicoanálisis. Ágora Relacional.. Cornejo, M., Besoaín, C., Carmona, M., Faúndez, X., Mendoza, F., Carvallo, M., Rojas, F., & Manosalva, A. (2012) Trayectorias, discursos y prácticas en la Investigación Social Cualitativa en Chile.. FQS 13(2).. Disponible en: http://www.qualitative-. research.net/index.php/fqs/article/view/1745/3365. Correa V, María Loreto, Zubarew G, Tamara, Silva M, Patricia, & Romero S, María Inés. (2006). Prevalencia de riesgo de trastornos alimentarios en adolescentes mujeres escolares de la Región Metropolitana. Revista chilena de pediatría, 77(2), 153-160. https://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062006000200005. Daly, S. B. (2014) The Intersubjective Experience of the Physical Body in the Clinical Setting of Eating Disorders. Clinical Social Work Journal, 1-10.. De Vos, J. A., Netten, C., & Noordenbos, G. (2016). Recovered eating disorder therapists 35.

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(38) Sassenfeld, A. (2014). El concepto de lo implícito en la teoría del apego, en la investigación de infantes y en el psicoanálisis contemporáneo. Gaceta de Psiquiatría Universitaria, en prensa.. Stolorow, R., Atwood, G.& Brandchaft (1997). The Difficult Patient. In The Intersubjective Perspective, 93-111.. Wallin, D. (2007a). La experiencia no verbal y lo “sabido impensado”. En El Apego en Psicoterapia (pp. 179-203). Bilbao: Desclée de Brouwer.. Wallin, D. (2007b). Trabajar con el cuerpo. En El Apego en Psicoterapia (pp. 179-203). Bilbao: Desclée de Brouwer.. Warren, C. S., Schafer, K. J., Crowley, M. E. J., & Olivardia, R. (2013). Treatment providers with a personal history of eating pathology: a qualitative examination of common experiences. Eating disorders, 21(4), 295-309.. Williams, M., & Haverkamp, B. E. (2015). Eating Disorder Therapists’ Personal Eating Disorder History and Professional Ethics: An Interpretive Description. Eating disorders, 23(5), 393-410.. Zunino, N, Agoos, E. & Davis, W.N. (1991). The impact of therapist gender on the treatment of bulimic women. In International Journal of Eating Disorders, Vol. 10, No. 3, 39.

(39) 253-263. 40.

(40) ANEXO 1. CARTA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO La Experiencia de Terapeutas Mujeres en el Proceso Psicoterapéutico con Pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria. Catalina Barriga Martínez. Pontificia Universidad Católica.. Usted ha sido invitado a participar en el estudio “La Experiencia de Terapeutas Mujeres en el Proceso Psicoterapéutico con Pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria” a cargo de la investigadora Catalina Barriga Martínez, estudiante de Magíster en la Pontificia Universidad Católica. El objeto de esta carta es ayudarlo a tomar la decisión de participar en la presente investigación.. ¿Cuál es el propósito de esta investigación? Conocer la experiencia subjetiva de terapeutas mujeres en el proceso psicoterapéutico con pacientes con trastorno de la conducta alimentaria.. ¿En qué consiste su participación? Participará en una entrevista cuyo objetivo es referir a su experiencia como terapeuta con pacientes con un Trastorno de la Conducta Alimentaria. La entrevista será grabada en audio con un tablet. 41.

(41) personal manteniendo la confidencialidad del entrevistado y utilizada tan solo en el marco de esta investigación.. ¿Cuánto durará su participación? Una entrevista de aproximadamente 45 minutos.. ¿Qué pasa con la información y datos que usted entregue? Se mantendrá la CONFIDENCIALIDAD con respecto a cualquier información obtenida en este estudio. Se mantendrá el ANONIMATO del terapeuta y de los pacientes en caso ser mencionados. Los datos obtenidos del estudio serán utilizados de manera anonimizada y confidencial, únicamente en esta investigación, con fines de publicación de un paper para revista científica. El material, grabación de audio y transcripciones serán destruidos por el mismo investigador una vez terminada la investigación, en un plazo no mayor a un año.. ¿Es obligación participar? ¿Puede arrepentirse después de participar? Usted NO está obligado de ninguna manera a participar en este estudio. Si accede a participar, puede dejar de hacerlo en cualquier momento sin repercusión alguna.. ¿A quién puede contactar para saber más de este estudio o si le surgen dudas? Si tiene cualquier pregunta acerca de esta investigación, puede contactar a Catalina Barriga Martínez, PUC. Su teléfono es el +56 9 976697002 y su email es cbarrig1@uc.cl. Si usted tiene alguna consulta o preocupación respecto a sus derechos como participante de este estudio, puede contactar al Comité Ético Científico de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades. Presidenta: María Elena Gronemeyer. Contacto: eticadeinvestigacion@uc.cl 42.

(42) HE TENIDO LA OPORTUNIDAD DE LEER ESTA DECLARACIÓN DE CONSENTIMIENTO INFORMADO, HACER PREGUNTAS ACERCA DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN, Y ACEPTO PARTICIPAR EN ESTE PROYECTO.. _______________________________. _____________________________. Firma del/la Participante. Fecha. ________________________________ Nombre del/la Participante. _____________________________ Firma del Investigador. (Firmas en duplicado: una copia para el participante y otra para el investigador). 43.

(43)

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