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LO GRUPAL 6

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Academic year: 2021

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Colección: "PROPUESTAS"

Directores de la colección:

Eduardo Pavlovsky (Coordinación General) Hernán Kesselman, Gregorio Baremblitt y Juan Carlos De Brasi

Primera edición: mayo de 1988

© AYLLU S. R. L.

Sede: México 355, Capital Federal Postal: Casilla 227, Sucursal 1 1401 Buenos Aires

Todos los derechos reservados Impreso en la Argentina

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

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Eduardo Pavlovsky - Gregorio Baremblitt

Hernán Kesselman - Campos Avillar

Nicolás Caparros - Juan Carlos De Brasi

Ana María Fernández - Armando Bauleo

Horacio Raúl Marín

LO GRUPAL 6

EDICIONES BUSQUEDA

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LO GRUPAL 6, una amplia mirada sobre entrecru-zamíentos (Grupo Psicoanálisis) e interrogantes abiertos desde prácticas que juegan en múltiples senderos teóri-cos, diversos entre sí.

Diversidad sin clausura.

Preguntas disparadas hacia un lector que fabula, que desea y fabrica sus propios modos de desciframiento, de provocación a que cualquier cierre sea un imposible. ¿Por qué? Porque toda respuesta cierta, sacral, entraña la muerte del asombro y la curiosidad.

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I N D I C E

I. PSICOANALISIS Y GRUPOS

Psicodrama analítico. Su historia. Reflexiones so-bre los movimientos francés y argentino,

Eduar-do Pavlovsky H Notas acerca de un posible programa de

investiga-ción sobre el psicoanálisis y lo grupal en

Ar-gentina 1988, Gregorio Baremblitt 55 Bel psicoanálisis a la psicología social: El Grupo

Análisis Operativo, Hernán Kesselman y Juan

Campos Avillar 71 Contratransferencia y grupos, Andrés Caparros ... 81

II. INCIDENCIAS

Crítica y transformación de los fetiches, Juan

Car-los De Brasi 97 ¿Legitimar lo grupal? (Hegemonía y contrato

pú-blico), Ana María Fernández 123 III. CO-INCIDENCIAS

El área de lo grupal, Armando Bauleo 139 Una reflexión sobre el sufrimiento psíquico y los

destinos posibles de la pulsión de muerte,

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I.

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PSfCODRAMA ANALITICO. SU HISTORIA.

REFLEXIONES SOBRE LOS MOVIMIENTOS

FRANCES Y ARGENTINO

EDUARDO PAVLOVSKY

El movimiento del psicodrama psicoanalitico se ini-cia en Franini-cia y está indisolublemente ligado a la psico-terapia infantil y a la práctica de los psicoanalistas de

niños en instituciones1.

En 1946 se inician en Francia dos nuevas experien-cias en el campo de la psicoterapia, una en el Hospital des enfants Malades, servicio del profesor Heuyer y la otra en el Centre Psico Pedagogique de l'Academie de Páris (Centre Claude Bernard), a cargo de la doctora Juliette Boutonier.

Estas experiencias incluían ambas las consultas de niños y la tentativa de psicoterapias grupales.

En 1947 se publicó en la revista Sauvegarde, dedi-cad^ a la psicoterapia de niños, un primer balance de un año de trabajo.

; Uno de los artículos está firmado por J.

Moreau-Dreyfut y S. Lebovici. Estos autores se orientaban en principio en la teoría de Slavson acerca de los grupos te-rapéuticos de niños.

i Por razones de espacio no desarrollaremos en este capítulo las ideas de Moreno, creador del psicodrama. Una buena síntesis del desarrollo de Moreno se podrá encontrar en Lo grupal 3,

"Con-tribuciones del psicodrama a la psicoterapia de grupos", Olga Albi-za»ri, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, y en Psicodrama comuni-tario con psicóticos, Cap. 1, Ed. Amorrortu, 1986, de Bernardo

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En esa época se utilizaba en Francia la técnica de Madeleine Rambert, donde se instaba al niño a imaginar historias que luego se representaban con marionetas, téc-nica difícil de utilizar en grupo y con niños mayores de diez años, por lo cual se la abandonó y se la reemplazó por la expresión dramática tal como la preconizaba Mo-reno.

Ambos autores eran psicoanalistas y observaron la importancia de la pareja coterapéutica en los grupos de niños como sustitutos de la pareja parental y sostenían que la relación transferencial era uno de los factores esenciales de la cura.

El segundo artículo lo escribe Mireille Monod sobre su experiencia en el Centro Pedagógico "Claude Ber-nard"2.

La autora había asistido al Teatro Terapéutico de Moreno en Estados Unidos e intentó seguir la línea mo-reniana en su trabajo con niños y adolescentes con difi-cultades escolares.

Los grupos eran integrados por cuatro o cinco niños "y los encargados de dirigir los grupos debieran ser dos, tal vez tres, pero nunca más". Uno de los terapeutas ac-tuaba como director y no participaba en la dramatiza-ron. Los otros dos actuaban —las improvisaciones dé las historias que los niños inventaban— y las ponían en escena junto con los niños.

En ese momento Mireille Monod y sus primeros co-laboradores comenzaban su formación psicoanalítica y luego de un tiempo de trabajo grupal con psicodrama "comprobaron" la necesidad del entrenamiento psicoana-lítico para aquellos que practicasen psicodrama. De está manera los dos equipos (Monod, Lebovici) después de dieciocho meses de investigaciones en forma paralela, lle-garon por separado a la conclusión de que el juego dra-mático espontáneo y la dinámica de grupo constituían

2 B. Kononovich en su libro Psicodrama comunitario con

psi-eóticos desarrolla un capítulo excelente de psicodrama analítico y relaciona las experiencias de la escuela francesa y la argentina. (Ed. Amorrortu.)

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para los psicoanalistas de niños un nuevo enfoque tera-péutico.

Serge Lebovici buscó un término aproximado a la técnica utilizada: "Psicoanálisis dramático de grupo" pa-ra los tpa-ratamientos grupales de niños y adolescentes con técnicas dramáticas y "Psicodrama analítico" a los tra-tamientos individuales (reservados a estructuras prepsi-cóticas, border-line o esquizofrénicos).

Luego, el equipo del Centro Psicopedagógico se des-dobló, quedando en un grupo Gravel y Bourreau, y Tés-temele, Monod y Anzieu en el otro.

Mientras tanto, en el Hospital "Henri Rouselle", gra-cias a Diatkine, Socarrás y Kestenberg, el psicodrama

analítico se desarrollaba en el tratamiento de neuróticos y Kestenberg y Pariente lo utilizaban en psicóticos.

En esa misma época S. Lebovici reúne a los repre-sentantes de los diferentes grupos que trabajaban en psi-codrama y se funda la Societé Frangaise de

Psychothera-pie de Groupe, en 19623.

Allí se reunieron los principales actores del desarro-llo del incipiente movimiento: Lebovici, Diatkine, Kes-tenberg, por la línea del psicodrama analítico; J. Favez, Boutonier y A. Schutzenberger, del Grupo Francés de Sociometría; S. Blajan Marcus, de lo que sería el SEPT; Didie Anzieu y G. Testemale, del Centro "Claude Ber-nard"; los equipos del Servicio del profesor Michaux, en la Salpetierre, estaban representados por D. Whidlocher. En Ja misma época, P. Gravel escribió una tesis que sintetizaba toda esta primera etapa, tanto al nivel técni-co técni-como teóritécni-co. El técni-coordinador del grupo participa-bá en la representación dramática, igual que los cotera-péutas. Había un elevado número de coterapeutas que tenían una doble función: la de ayudar con su experien-cia en el desarrollo de las escenas dramáticas y el de for-mar, al mismo tiempo, en psicodrama. No se ponía tan-to él acentan-to en la relación transferencial, sino en la abre-acción de las pulsiones agresivas expresadas en la repre-3 En Argentina, Rojas, Martínez, Glasserman y yo fundamos la Asociación Argentina ,de Psicodrama y Psicoterapia de Grupo, -en 1963.

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sentación y en la desculpabilización ligada a la actitud permisiva de los terapeutas. Sin lugar a dudas, las dos publicaciones más importantes que se conocieron fueron las de D. Anzieu, El psicodrama analítico en el niño y el adolescente, en 1956 (Editorial Paidós, 1961) y la de S. Lebovici, R. Diatkine-E. Kestenberg, Metodología y técnicas. Balance de 10 años de práctica psicodramática en el niño y el adolescente, en 1958 (E. Genitor, Cua-dernos de Psicoterapia, Buenos Aires, 1966).

Tal vez estos dos escritos fueron los que tuvieron más influencia en el movimiento del psicodrama analítico ar-gentino, iniciado en 1962 por Martínez Bouquet, Moccio y yo. El primer trabajo de orientación psicoanalítica, que incluía la práctica psicodramática en niños y ado-lescentes en instituciones hospitalarias, lo escribí en co-laboración con M. Rosa Glasserman y se titulaba "Las técnicas psicodramáticas en grupos de niños y adolescen-tes", publicado en la Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo, tomo IV, n9 1, en 1965. Volveremos a él más

adelante. En 1961 la Sociedad Francesa de Psicoterapia de Grupo dedicó su jornada anual al tema del rol asumi-do en psicodrama y en psicoanálisis verbal de grupo.

Toda la experiencia de D. Widlocher se sintetiza en su libro Psicodrama en el niño, publicado en Francia en 1962 y en español por Ed. Luis Miracle, en 1969, Barce-lona, y de C. Simatos: "Contribución al estudio de la no-ción del rol en el psicodrama infantil".

Los problemas de la transferencia y contratransfe-rencia en psicodrama infantil parecen ser el centro de la problemática de todos los autores franceses en ese pe-ríodo, quienes deciden dedicar la jornada anual de la So-ciedad de Psicoterapia de Grupo, en 1969, al tema de "La transferencia y contratransferencia en psicodrama

ana-lítico". ! ítjjilü

En esa ocasión parecía que los temas referidos a la transferencia eran menos problemáticos que los que en-globaba el tema de la contratransferencia.

Se produjeron algunas modificaciones técnicas en algunos de ellos (Barquín, Monod) quienes renunciaron a trabajar con más de dos terapeutas "debido a que

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al-gunos de nosotros nos sentíamos molestos en el seno de un grupo terapéutico más amplio debido a que se produ-cían proyecciones recíprocas y elementos de rivalidad en la contratransferencia difíciles de superar"4.

También los mismos autores decidieron ocuparse de los niños en forma individual y en la misma época sur-gieron los primeros problemas de la formación de psico-dramatistas.

"En la actualidad no distinguimos la manera en que conducimos los grupos terapéuticos y los de formación, salvo por el hecho de que desde el comienzo limitamos a estos últimos (un año) el tiempo de duración. La de-manda de los participantes, explicitada como una deman-da en ¡a formación, es comprendida en términos de cues-tionamiento personal" (la posición del psicodrama analí-tico argentino es radicalmente diferente). Hemos inten-tado sintetizar hasta ahora el origen del movimiento psi-codramático francés y las vicisitudes de sus orígenes.

Nos ocuparemos ahora del desarrollo de las princi-pales ideas de algunos de estos pioneros, principalmente las de Lebovici, Anzieu, Widlocher y también algunas de Monod y su grupo intentando establecer las analogías y diferencias con las del movimiento psicodramático analí-tico argentino y su pensamiento actual.

El fallecimiento de Luis Frydlewsky (1980) y de L. Stane (1987) ha privado al psicodrama argentino de dos de sus más importantes teóricos. Hay una primer analo-gía entre la experiencia francesa y la argentina que va-le la pena estabva-lecer. Tanto el movimiento francés como el nuestro tienen una experiencia en común: es iniciado por psicoanalistas de niños que, trabajando en institu-ciones, descubren el psicodrama como técnica apropiada para la infancia y adolescencia e introducen las técnicas grupales en los tratamientos psicoterapéuticos, a partir de la experiencia clínica5.

4 Psicodrama, un acercamiento psicoanalítico, Basquin, Monod y colab., Siglo X X I , 1977, Buenos Aires.

5 Los movimientos psicodramáticos .más importantes de orien-tación analítica son el francés y el argentino, en cuanto a experien-cia, desarrollo y publicaciones.

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En Francia, Lebovici, Anzieu, Widlocher, Diatkine, Kestenberg y Monod eran psicoanalistas o estaban en for-mación psicoanalítica cuando comenzaron las prácticas psicodramáticas con niños y adolescentes.

En Buenos Aires, Rojas, Martínez y yo éramos, en el año 1958, candidatos de la Asociación Psicoanalítica

Argentina y trabajábamos en el Hospital de Niños (en la sala XVIII) con psicodrama en niños y adolescentes y es probable que el desarrollo del psicodrama en la

Ar-gentina se sistematizara con el aporte de esa experiencia y la del Servicio de Psicoprofiláxis de la Sala VI del Hos-pital de Clínicas hasta 1966. También M. Glasserman y Fidel Moccio tenían sólida formación analítica cuando iniciaron su práctica psicodramática. Luego del viaje a Estados Unidos (1963) realizado por Rojas, Glasserman y yo, para conocer personalmente a Moreno, Rojas sigue la línea moreniana y nosotros la línea de orientación psi-coanalítica (Martínez, Moccio y yo)6.

Entre las diferentes corrientes morenianas con dis-tintas orientaciones cabe mencionar, siguiendo a Olga Al-bizuri y B. Kononovich (Historia del desarrollo y de las prácticas del psicodrama en la Argentina, 1988) a:

"Car-6 Cuando conocimos a Moreno, en Beacon (Nueva Yqrk), nos impresionó que además de una cultura humanista excepcional hubiera leído en profundidad a Freud y Klein. Era visible que Mo-reno vislumbró al conocernos a Rojas y a mí, la posibilidad del de-sarrollo del psicodrama en Latinoamérica. Ya en 1964 en el Primer Congreso Internacional de Psicodrama realizado en París fuimos invitados a dirigir una sesión de psicodrama público. En 1969 vino a Buenos Aires al Tercer Congreso de Psicodrama, que contó con más de 2.000 participantes, en la Facultad de Medicina. Un estudio ac-tual del sociólogo francés R. Castel sobre el desarrollo de la psi-quiatría americana, no incluye al psicodrama dentro de las técnicas psicoterapéuticas más importantes de hoy en U S A {La sociedad psiquiátrica avanzada. El modelo norteamericano, Ed. Anagrama, Barcelona, 1980). Incluye las terapias conductales, familiares, se-xuales, bioenergéticas, gestálticas, grito primario y análisis transac-cional. Pero no incluye ipsicodrama. Por iun lado pienso que las ca-racterísticas personales marginales de Moreno hicieron difícil insti-tucionalizarlo, tal vez éste haya sido su mayor mérito. Digo que tal vez es un mérito no haberse institucionalizado a ese nivel orga-nizativo porque, según Castel, las técnicas del postpsicoanálisis en USA tienen una magnífica función de control social. La CLA en-trena con técnicas guestálticas y transaccionales. Sin comentarios.

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los Menegazzo, técnicamente moreniano y con una inte-gración teórica moreniana-jungiana. Mónica Zuretti, que si bien cuenta con una formación psicoanalítica es estric-tamente moreniana en su tarea psicodramática. Dalmi-ro Bustos, a su vez integra psicodrama y psicoanálisis, aunque su apego moreniano resulta más riguroso".

En 1964, en París, tuve la fortuna de ver trabajar -a Lebovici en una sesión de psicodrama analítico con un adolescente esquizofrénico. Permitía que observáramos la sesión sin intervenir. Fue una sesión intensa, donde Lebovici y el paciente "discutían acaloradamente dentro de un colectivo". La proposición de la idea del viaje en colectivo la aportó el paciente tomando el rol de chofer y Lebovici se limitaba a hacer de pasajero, hasta que por un "vuelto mal dado" discutían fervorosamente. Cuando el climax de la discusión alcanzó su punto más alto, Le-bovici suspendió la representación a los 25' y luego de

un breve comentario se despidieron ambos.

Levobici comentó, después de la sesión, que lo im-portante en la dramatización había sido la posibilidad del paciente de poder expresar la agresión que culminó en el enfrentamiento verbal entre ambos, sin que este

en-frentamiento pasara al acto. Dentro de la evolución del tratamiento psicodramático era una manera saludable de enfrentar al padre sin que las cosas "pasaran a mayores". Según Lebovici, no era necesario explicarle todo este proceso edípico al paciente, porque ya lo había "actua-do" en la sesión.

Sus ideas fundamentales sobre psicodrama psicoana-lítico son las siguientes:

1) Uno de los aspectos que más remarcaba en sus inicios del trabajo psicodramático era la percepción de que desde las primeras experiencias con adultos (enfer-mos deprimidos, hipocondríacos) la riqueza expresiva a la que se entregaban los pacientes y el comportamiento durante las dramatizaciones "nos ha parecido rigurosa-mente determinado por una serie de factores semejantes a los que rigen el discurso de los pacientes durante su tratamiento psicoanalítico".

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Le-bovici fue la de su trabajo individual: psicodrama ana-lítico y, en segundo lugar, el psicoanálisis dramático de grupo (tratamiento grupal con neuróticos).

2) Esboza la concepción dramática de los mecanis-mos de defensa, objetivación de la organización de las defensas, en su contenido inconciente. Percibe que a tra-vés de las dramatizaciones los mecanismos defensivos frente a determinados contenidos angustiosos se hacen visibles durante la escena dramática. Un ejemplo de Le-bovici nos parece más esclarecedor: "Enrique, un joven borderline, relató en una sesión que a su padre lo habían sometido a una operación quirúrgica importante y que su madre le pidió que se quedara quince días más de vaca-ciones antes de regresar a su hogar. Había sentido unos deseos muy intensos de estar con el padre y regresó a su casa no obstante la opinión contraria de su madre. Le preguntamos cómo lo recibió su madre. «Muy bien», nos contestó. Le pedimos entonces que dramatizara esa esce-na; al principio hace su propio rol. La psicoterapeuta que toma el rol de la madre lo recibe reprochándole se-veramente su desobediencia y Enrique respondió con na-turalidad. Cuando se lo interrogó sobre lo que pensaba de la escena aseguró que eso no había pasado en la reali-dad, que su madre lo había recibido muy bien. Le pedi-mos entonces que representara el rol de la madre. La mostró en la escena aún más agresiva y distante que en la escena anterior, diciendo desde el rol de su madre que su llegada al hogar ocasionaría graves inconvenientes pa-ra la enfermedad del padre. Le señalamos que la dpa-ra- dra-matización confirma la escena anterior. Enrique se eno-ja y dice que se equivocó. Vuelve a dramatizar la esce-na con los mismos roles. Ahora Enrique en el rol de su madre dice que a pesar de los inconvenientes de su tem-prano regreso de las vacaciones es igualmente bienveni-do al hogar. Con esto el muchacho quiere decirnos que su madre es la mejor madre del mundo y que desea pen-sarlo así. Por eso necesita toda una organización que no es sino una elaboración de sus mecanismos defensivos contra la angustia que el comportamiento de su madre le inspira.

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La psicosis de Enrique se circunscribe casi ínte-gramente en esta forma de defensa.

"En efecto, la interpretación de Enrique, en el rol de la madre, ha sido un desmentido no sólo de lo que de-cía, sino de lo que pensaba. Enrique creyó lo que conta-ba, pero al dramatizar percibió la contradicción de su relato y la necesidad de crear otra escena con la mejor madre del mundo, negando la evidencia de la madre que había interpretado durante la escena anterior."

Enrique nos muestra en la escena una madre que lo frustra con su actitud de rechazo, pero también nos mues-tra en la omues-tra escena la forma que tiene de defenderse de esa madre. La reorganización de sus actitudes defen-sivas adquiere carácter dramático. Se visualiza la reor-ganización defensiva. La metamorfosis que se produce en el pasaje de la madre que Enrique nos muestra en su primera interpretación a la que nos muestra en la se-gunda, es característico del proceso de psicodrama analí-tico. El enojo es el comienzo de la metamorfosis. No hay liberación de una madre frustrante por otra mejor madre. Hay visualización a través de la escena dramática de la forma singular específica de cómo y por qué se defiende Enrique frente a la imago-materna-abandonan-te. Estos pocos conceptos tal vez sintetizan la diferencia fundamental del psicodrama analítico a otros psicodra-mas. Un proceso lento, gradual de dramatizaciones e in-terpretaciones podrá llevar a Enrique a un insight de es-ta dinámica.

En Psicodrama: Cuándo y por qué dramatizar noso-tros nos referimos al tema en un capítulo que denomina-mos "Las defensas en psicodrama: Estructura dramática de las defensas", en: a) la defensa en la dramatización (que sería el caso de Lebovici) y b) la dramatización co-mo defensa, donde analizaco-mos la forma en que una dra-matización puede a veces responder a la necesidad nar-cicística-exhibicionista de un paciente. El recurrir a dramatizaciones, en este caso sobre el tema específico de la seducción es un intento de buscar la expresión dra-mática del mecanismo defensivo de la seducción. El pa-ciente, a través de la dramatización, intenta siempre

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se-ducir al grupo, pero no es un proceso conciente. El su-gerirle dramatizar escenas de "seducción" es ponerlo en contacto vivencial con su más común estructura defen-siva.

Las publicaciones de las nuevas generaciones sobre psicodrama analítico han sido las referentes a la dinámi-ca del grupo y los medinámi-canismos de identifidinámi-cación en la se-sión. Creo que se ha dejado de lado la forma específica de "cómo" y de "qué forma" en la "escena dramática" se percibe una nueva posibilidad de objetivar el tema de los contenidos y defensas en psicoanálisis.

En ese sentido el aporte de Lebovici me parece más específico y creativo que el de Anzieu, aunque de menor rigor teórico.

Con el afán de teorizar, el psicodramatista ha aleja-do, a veces, demasiado su cuerpo de la escena dramática y sus vivencias contratransferenciales y se ha quedado mirando la sesión desde afuera. Ha trabajado más en la Escena 1 que en la Escena 2 cuando ésta precisamente es la específica del psicodrama ("La crisis del terapeuta", Cuestionamos, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1987). Veamos cómo expresaba Lebovici este mismo punto en 1958: "Hemos visto con frecuencia, a una teoría muy estricta de lo imaginario y del simbolismo, enmascarar la incapacidad del psicoanalista de comprometerse en la escena, debido a su estructura narcisística. En el psico-drama, más aún, este problema debe ser estudiado ex-tensamente, pues las reacciones narcisísticas corren el riesgo de ser exacerbadas por la dinámica grupal. La an-gustia de algunas situaciones pueden arrastrar al psico-analista a desarrollar mecanismos defensivos a través de ciertas ideas sobre el simbolismo o a la idea tranquiliza-dora de que «todo es imaginario»" (Metodología. Balan-ce de 10 años de práctica psicodramática, Ed. Genitor, Cuadernos de Psicoterapia, Buenos Aires, 1966).

En ese sentido, decimos nosotros que el paciente no sólo reacciona de acuerdo a su transferencia sino tam-bién de acuerdo a la actitud más o menos sensible y comprometida del psicodramatista. Hay una ficción dra-mática, un "como si" donde la escena dramática se

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cons-truye. Pero los afectos que ocurren en la escena son "reales"; las emociones vivenciadas por los psicodrama-tistas y pacientes no son "ficción". Son hormonales. Si esto no se entiende, es mejor no utilizar el psicodrama en ninguna de sus diferentes corrientes.

3) El concepto de rol asumido es otro de los apor-tes importanapor-tes de Lebovici y de gran utilidad para com-prender ciertos dinamismos de la dinámica grupal en psicodrama analítico (psicoanálisis dramátco de grupo para Lebovici) : "Se trata de la posición asumida por un individuo en determinado grupo. Esta posición está de-terminada, por una parte, por la estructura personal del individuo y, por otra parte, por la reacción del grupo a esta estructura y por la reacción final del individuo a la reacción del grupo." Muchos pacientes que son movili-zados intensamente en una primera sesión se los puede comprender a través de esta dialéctica potenciadora del rol asumido.

4) Sobre la formación del psicodramatista, Lebovi-ci sugiere una sólida formaLebovi-ción analítica y un training dramático como auxiliar én sesiones de psicodrama. Pe-ro no sistematiza demasiado la formación.

Creo entender que Lebovici sugiere que para ser psi-codramatista es suficiente estar en formación analítica e incluirse, además, en algún equipo terapéutico psico-dramático (como yo auxiliar) y poseer algunas condicio-nes básicas de buen nivel de expresividad.

Anzieu sugiere que no se puede practicar el psico-drama analítico individual o colectivo, formativo o tera-péutico, sin haber sido formado en: a) el psicodrama y por el psicodrama; b) dinámica de grupo; c) con ante-rioridad o paralelamente haber realizado el tratamiento psicoanalítico. Agrega además la importancia de las su-pervisiones, donde se intercambiarían experiencias en las conducciones de los grupos de psicodrama y discusión de los problemas teóricos, técnicos y clínicos, representando argumentos psicodramáticos relacionados con esas expe-riencias.

Anzieu requiere un análisis individual más una ex-periencia psicodramática de dos años.

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rea-lizaban la formación a través de grupos de psicodrama analítico: "En la actualidad, prácticamente no constitui-mos grupos de psicodrama con objetivos terapéuticos si-no sólo con el objetivo formativo."

Establecen tres categorías de reclutamiento o con-vocatoria (médicos, psicólogos, trabajadores sociales).

1) Postulantes que han concluido un análisis perso-nal. En estos casos el training dramático les brinda una buena experiencia de dinámica de grupo y una nueva forma "dramática" de visualizar sus conflictos, modali-dad de las defensas y dinámica de la transferencia. El psicoanálisis previo no constituye necesariamente una experiencia que facilite el ser un buen psicodramatista. A veces la experiencia psicoanalítica puede constituirse en "coraza caracterológica" en la experiencia dramática grupal. Una vez finalizada la experiencia dramática, de un año de duración, rara vez respondemos a la demanda del sujeto de practicar el psicodrama como psicoterapia: "Consideramos que la etapa indispensable que debe en-carar es la coordinación de un grupo o el tratamiento de pacientes con un copsicodramatista experimentado."

2) La segunda categoría es la de los postulantes que están en análisis. Les preocupa, en estos casos, el diag-nóstico situacional de ambas terapias, intentando escla-recer cuándo la búsqueda de formación psicodramática se puede constituir en un acting out frente al análisis personal.

3) La mayor parte de las demandas provienen de sujetos que no tienen experiencia previa en análisis. A veces el pedido oculta una demanda terapéutica, otras veces el psicodrama aparece como una etapa necesaria para un psicoanálisis personal y pocas veces como un training específico.

Widlocher, citando conceptos de Lebovici, afirma que la práctica del psicodrama no basta para la formación de un psicodramatista. Sugiere que la práctica en psico-drama es, además, una de las mejores vías de aproxima-ción para los que quieren formarse en psicopatología di-námica del niño y didi-námica de grupos.

En relación a las tareas del futuro psicodramatista sugiere que si la tarea psicodramática va a encarar un

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proyecto estrictamente clínico-terapéutico (tratamientos psicodramáticos de neurosis o psicosis) necesitará im-prescindiblemente comprender los mecanismos inconcien-tes y las relaciones de transferencia y contratransferen-cia y para este último caso entonces sugiere el análisis personal del psicodramatista.

Se refiere también al número de psicodramatistas auxiliares, limitando su número, los cuales actúan como terapeutas auxiliares al lado de una pareja de terapeutas principales. Cuando el número de auxiliares es excesivo hay que proceder a la división en dos grupos: uno per-manente de psicodramatistas auxiliares y otro de "espec-tadores". Este último no debe exceder de ocho o diez, co-mo cifra tope7.

Se supone que estos "espectadores" pasarán, poco a poco, a un grado cada vez más complejo de actividad.

La mayoría de los psicodramatistas analíticos fran-ceses refieren su experiencia clínica al tratamiento de ni-ños y adolescentes en tratamientos individuales o grupa-Ies. Casi toda la experiencia es referida a estas edades

(Lebovici, Anzieu, Widlocher, etc.) y los grupos de adul-tos son siempre de formación, para aquellos interesados

en el psicodrama. Los conducen como grupos de psico-drama analítico terapéutico de tiempo limitado.

Pueden existir sesiones breves de psicodrama en ex-periencia de fin de semana (Kaes, Anzieu), pero no gru-pos regulares.

Concretamente, no hay grupos terapéuticos para adultos. No existe en Francia el paciente común que es derivado a grupos terapéuticos de acuerdo a su

psicopa-tología. Los pacientes de los grupos de psicodrama ana-lítico son siempre técnicos que acuden con la demanda de formarse en psicodrama. El psicodrama es didáctico siempre.

Nuestro camino ha sido casi inverso. Todos noso-tros comenzamos trabajando en grupos de psicodrama

7 Lebovici trabajaba con 10 ó 12 "espectadores" que sólo ob-servaban la sesión sin intervenir, luego paulatinamente los hacía intervenir en las sesiones de psicodrama como auxiliares.

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de niños en instituciones, para luego dedicarnos casi ex-clusivamente a terapias grupales de adultos.

En 1982, en Rio de Janeiro, me preguntó Mendel cuántos grupos terapéuticos tenía yo y le respondí doce No me creyó. Sería impensable esto en Francia8.

Con dos grupos terapéuticos ellos escriben cuatro li-bros teóricos. Un ejemplo de esto lo constituye Safouan

(1963), quien escribió un libro sobre psicodrama sin ha-berlo practicado nunca y que tiene gran prestigio en Francia. Dice Safouan, en relación a la formación en psi-codrama : "Si es psicoanalista ya ha realizado análisis de adultos o de niños y si por su temperamento no es re-ticente al método dramático el psicodramatista podrá prescindir perfectamente de un entrenamiento o de una formación psicodramática especial. Puede de todos modos no serle del todo inútil la formación dramática pero por el contrario ningún entrenamiento para la representación puede reemplazar la condición de ser analista."

También, digo yo, la condición de analista podría ha-bilitarlo para el violín o la física nuclear. No es así. En mi experiencia he visto entrar en pánico a psicoanalistas no entrenados en psicodrama, en sesiones grupales con ninos, corriendo de un lado al otro de la sesión, sin en-contrar lugar. O, por el en-contrario, refugiarse en un rcón, no participar e invadir la sesión con todo tipo de in-terpretaciones fuera de lugar y de contexto. "Coraza ca-racterológica psicoanalítica". Los niños son los primeros en denunciar esta falta de criterio clínico y de sentido común (falso self).

Si hablamos de psicodrama clínico lo menos que po-demos exigirle al que habla es que haya vivido la expe-riencia psicodramática, de lo contrario teoriza sobre un modelo y no sobre una experiencia clínica.

Una persona tiene diez años de experiencia clínica y escribe un libro sobre su experiencia. Viene otro y es-cribe otro libro sobre la teoría de la experiencia del pri-mero. Pero, ojo, el que realizó la experiencia es el prime-8 Gerard Mendel, creador del sociopsicoanálisis institucional en Franc.a.

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ro. Pero ocurre que hay dos libros sobre el mismo tema. Un autor hizo clínica. El otro solo leyó un libro sobre una experiencia. En cuanto al encuadre francés, sean grupos de psicodrama analítico de niños y adolescentes o grupos de formación, la dramatización es el casi único recurso de la sesión. O se inventan historias (en los gru-pos de niños) o se traen escenas de la realidad cotidiana

(grupos de adolescentes y de formación).

La sesión comienza generalmente con: "¿Quién tie-ne una historia para dramatizar o quién quiere dramati-zar hoy?"

En ese sentido son morenianos por la estructura de la sesión. La historia nuestra en la clínica psicodramá-tica sufrió una evolución a través del tiempo.

"En un principio (1968) algunos de nosotros alter-nábamos sesiones de psicoterapia verbal de grupo y se-siones de psicodrama. Es decir, que los integrantes del grupo sabían que de cada tres sesiones de psicoterapia verbal realizaban una sesión de psicodrama. A medida que nuestra experiencia y conocimiento teórico fueron en aumento fuimos incorporando de manera espontánea las técnicas dramáticas en las sesiones verbales, hasta llegar a nuestra técnica actual, donde la «dramatización» y la «verbalización» se integran en una concepción dramáti-ca del grupo. La dramatización pasa a ser así un elemen-to posible de ser introducido en cualquier momenelemen-to de la sesión grupal. Creemos que esta concepción dramática de la psicoterapia de grupo incluye una modificación de la técnica tradicional [ . . . ] a veces se percibe que sin utilizar las técnicas dramáticas en alguna sesión de gru-po, estábamos incorporando una modalidad dramática en el equipo terapéutico." 9

"El psicodrama no representa entonces para noso-tros solo un medio auxiliar de la dinámica de grupos, pues logró modificar nuestro enfoque habitual de la psi-coterapia grupal. El equipo terapéutico se incluye en las escenas grupales con una actitud más activa y creadora^

9 Psicodrama, cuándo y por qué dramatizar, Martinez-Mocció-Pavlovsky, Editorial Proteo, 1971, Fundamentos, 1980 (Madrid) y Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1984.

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con la disponibilidad natural para jugar roles sobre la base de los sentimientos contratransferenciales de la pa-reja coterapéutica.

"A un primer paso estrictamente sensorial, pero comprometidamente vivido y explicitado, le sigue una conceptuaüzación de la dinámica del proceso que nos abarca a todos, pacientes y terapeutas (Escena 2).

"En una nueva vuelta de la espiral dialéctica, psico-drama y psicoanálisis sintetizaron así esta nueva con-cepción dramática de la psicoterapia de grupo."

Podríamos decir hoy que la inclusión de las técnicas dramáticas a nuestro arsenal terapéutico nos introdujo en una nueva forma de concebir la psicoterapia. A esto llamaríamos concepción dramática de la psicoterapia.

Reproduzco un comentario de Rodrigué en el prólo-.go de nuestro libro Psicodrama psicoanalitico en grupos

(Ed. Kargieman, Bs. As., 1970; Ed. Fundamentos, Ma-drid, 1980), que es un buen ejemplo de la concepción dramática de la psicoterapia 10:

"Ponerse en el grupo, en una escena, interpretando dramáticamente (es decir, desde las posibilidades de dra-ma de los roles dados, representa quizás la nueva vuelta a la manija dialéctica. Decimos esto porque la actitud actual de muchos grupoterapeutas de interpretar, a ve-ces, «al grupo» y, a veve-ces, «en el grupo» (es decir, al in-dividuo en el grupo) aunque razonable, no representa un adelanto conceptual en la comprensión del fenómeno .grupal.

Si se toma la situación dramática como foro tera-péutico la distinción entre «al» y «en el» grupo deja de tener sentido: se tiene en cuenta otra cosa, la escena, que no es el individuo y no es el grupo, pero que abarca a todos: terapeuta incluido."

Otro de los aspectos importantes de diferenciación en relación al psicodrama analítico francés y el nuestro, 10 E. Rodrigué fue uno de los iniciadores del movimiento de la psicoterapia grupal en la Argentina, allá por 1950.

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es el problema de la edipización (por utilizar un feliz tér-mino de Deleuze) en la dinámica del grupo.

En casi todos los escritos sobre psicodrama analíti-co franops desde Lebovici hasta Lemoine hoy lo edípianalíti-co parece ser el eje central de la transferencia en la diná-mica grupal. Hemos pensado que la experiencia france-sa en psicodrama individual con pacientes prepsicóticos, borderline o psicóticos, hubiera dado un material muy li-gado siempre a lo transferencial edípico en función de la importancia del cuerpo de la pareja coterapéutica, co-mo pantalla proyectiva de estos pacientes. En efecto, pa-ra estos pacientes tan regresivos, el "cuerpo" de la pareja coterapéutica se constituye en todo su único mundo posi-ble de soporte emocional concreto.

Pero, al mismo tiempo, la constitución del equipo con una pareja heterosexual "como representantes de la pareja parental" también es un intento de anticipar las proyecciones transferenciales edípicas y entonces todo ti-po de material es leído en los términos propuestos.

Si busco una pareja coterapéutica heterosexual pa-ra que los pacientes revivan en las sesiones la proble-mática edípica, todo el material lo voy a leer en esos tér-minos (edípicos).

Para nosotros, en psicodrama, la lectura del mate-rial grupal está no solamente atravesado por la proble-mática edípica, sino por otro tipo de determinaciones que configuran otro tipo de formaciones imaginarias gru-pales.

Solamente el trabajo de Anzieu y Kaes sobre un grupo de formación titulado: "El grupo, proyección del inconciente sociai: observaciones psicoanalíticas sobre los acontecimientos de mayo de 1968, desedipiza el ^frupo. Según Anzieu, el equipo terapéutico parecía "poseído por

una fantasmática social combatida (el autoritarismo) y sugería la relación entre la dinámica del seminario y la evolución del inconciente social en Francia en 1968 11 y

agregaba:

"Tal seminario, por razón de su metodología y del 11 El grupo y el inconciente, D. Anzieu, Madrid, 1978.

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contexto social, había podido constituir una miniauturi-zación de lo que es la circulación fantasmática en los mo-vimientos sociales."

Daría la impresión que la escuela francesa jnientras realiza terapia solo vislumbra lo edípico y en algún gru-po de formación sugiere otro tigru-po de lecturas como esta de Anzieu que parece más ligado a la concepción de trans-versalidad de Guatari12. Ana Fernández y Ana del Cueto,

entre nosotros, realizan una pormenorizada descripción de las formaciones imaginarias grupales incluyendo: "a) la red de identificaciones cruzadas ( y la red transferen-cial) ; b) las ilusiones grupales, los mitos del grupo y la institución (como disparador del imaginario grupal)". Estas formaciones grupales, en permanente atravesamien. to, darán a cada grupo su perfil, su identidad, único y exclusivo, de este grupo. En un trabajo titulado "Lo fantasmático social, lo imaginario grupal" 13 yo revelaba

la formación inconciente del "sospechoso" en las sesio-nes de terapia grupal durante la dictadura.

Dice Lebovici: "La complejidad de los factores que intervienen en la terapia psicodramática se pueden re-sumir en juegos, fenómenos transferenciales y dinámica del grupo".

En cuanto a la transferencia:

Lebovici distingue tres tipos de manifestaciones trans-ferenciales :

1) En el psicodrama individual. Se trabaja con di-rector de escena y/o auxiliares, que son los que drama-tizan ;

a) Sobre el director de escena: bastante semejante a la que observa en psicoanálisis, la presencia de tera-peutas auxiliares hace que éstos se revivan como "pare-ja rival" de los cuales el paciente tiende a sentirse ex-cluido, frente al director de escena;

b) Transferencia sobre los terapeutas auxiliares: es-tá determinada no solo por la actitud proyectiva del pa-12 " E l dispositivo grupal", Lo grupal 2, A. Fernández-A. del Cueto, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1985.

lJ Lo grupal 1, Lo fantasmático social y lo imaginario gru-pal, E. Pavlovsky, Ediciones Búsqueda, 1982.

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cíente sino también por el modo de participación de los terapeutas (su modo singular de reaccionar en los roles adjudicados durante la dramatización).

2) Transferencia en los tratamientos psicodramáti-cos de grupo. Distingue las transferencias entre los pa-cientes del grupo y las dirigidas al equipo terapéutico.

En un trabajo titulado "La dinámica del diagnóstico en la psicoterapia grupal del adolescente. Las técnicas dramáticas y su aporte" 14 señalábamos con Luis

Fryd-lewsky la evolución y destino de las transferencias múl-tiples (transferencias con los compañeros de grupo) ^ y transferencia con la pareja co-terapéutica como diagnós-tico y pronósdiagnós-tico de los adolescentes. Decíamos que la plasticidad de transferir a los compañeros del grupo di-ferentes tipos de vínculos transferenciales durante el pro-ceso terapéutico es un elemento de diagnóstico y pronós-tico favorable importante (transferencias móviles) en oposición a otro tipo de vínculos rígidos transferenciales donde no existe modificación durante el proceso terapéu-tico (transferencias rígidas).

Anzieu dice que la relación transferencial en psico-drama analítico (de grupo de niños) presenta particu-laridades que surgen de la multiplicidad de los psicodra-matistas y los niños. El despliegue de la transferencia se transforma de temporal en más espacial.

Sugiere que la presencia de psicodramatistas de los dos sexos "evoca" la pareja parental y los temas traídos por los niños a sesión muchas veces reproducen simbóli-camente la vida familiar, así como también funcionan como proyección de objetos parciales sobre cada terapeu-ta (bueno-malo, viejo-joven, etc.).

"La transferencia es indiscutible y toma formas par-ticulares, pero no es el recurso central de la psicoterapia

dramática; otros fenómenos, como la asunción de roles, la catarsis, tienen igual importancia."

Nosotros sugeríamos en nuestros comienzos de codrama de niños (1962) que en todos los grupos de psi-codrama la presencia de un líder transferencial (que no

14 Clínica grupal 2, L. Frydlewsky-E. Pavlovsky, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1980.

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es siempre el director) reabsorbe la mayor cantidad de afectos (cariñosos u hostiles) y en quien se canalizarán las fuerzas emocionales del grupo. Es importante obser-var que los demás terapeutas, sean uno o obser-varios, confi-guran siempre la pareja del líder, es decir que el equipo terapéutico siempre es sentido como una pareja, inde-pendiente del número de terapeutas que lo integran.

Arensburg propone, para detectar una fantasía bá-sica común del grupo, que se refiere al aquí y ahora de la situación grupal, dos preguntas a formularse: a) ¿qué roles intentan llevarnos a representar?; b) ¿qué clase de relaciones intentan establecer inconcientemente entre ellos y nosotros?

Recordemos que a Moreno el hecho de que los tera-peutas se presenten personalmente, en su misma reali-dad, corporalmente y actuando frente a los pacientes, le sugiere un nuevo tipo de relación entre el terapeuta y el paciente. Dice Moreno que el desarrollo de visiones pro-yectadas sobre la persona del terapeuta es sustituido por un nuevo proceso en el que predominan los sentimientos actuales y reales que el paciente experimenta con respec-to al hombre o mujer que tiene ante sí.

Este proceso Moreno lo define como tele; se trata"de un sentimiento recíproco de una relación de doble senti-do entre el dramatista y el paciente y su idea es que esta "específica relación" actual entre dos personas reales cons-tituye el fundamento de la relación terapéutica en el psi-codrama.

Yo creo que este tipo de vínculo existe siempre, lo cual no impide que ciertas características personales de un terapeuta faciliten determinado tipo de proyeccio-nes transferenciales y no otras.

Las características de la personalidad del terapeuta en terapia de niños fue tratada en un artículo que se titula: "Algunas consideraciones sobre la personalidad del terapeuta" (1966), donde se abordaba el tema del "efecto" sobre determinadas estructuras de personalidad de los terapeutas en los grupos de niños con psicodrama, donde dábamos ejemplos de las dificultades que había-mos observado en estructuras melancólicas y obsesivas,

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en relación al tema de las falsas reparaciones y del or-den, en las sesiones 15.

Creo que la coincidencia de Moreno y la nuestra en ese sentido es que pensamos que la pantalla proyectiva neutral del terapeuta no existe en el psicodrama. Exis-ten determinadas personalidades de psicodramatistas que se recortan en siluetas fácilmente identificables a través del proceso terapéutico y es sobre esas características personales donde se proyectan determinadas imagos.

Estas primeras impresiones nos llevaron, después a pensar en la existencia de las Escena 1 y Escena 2.

Escena 1, terapeuta como pantalla de las proyeccio-nes de los pacientes; Escena 2, abarca al terapeuta in-cluido como persona total en la escena (personalidad, ideología, contexto socio-político actual, etc.).

"Plataforma" y "Documento" fueron escisiones por conflictos en la Escena 2 de los psicoanalistas. El "Ma-nifiesto del Grupo Experimental Psicodramático Latino-americano", leído por Moccio, Martínez y Dinello en eL VI Congreso Internacional de Psicodrama, en Amster-dam, en 1971 (anterior a la escisión de la A.P.A.) fue otro ejemplo de Escena 2 de los terapeutas.

Para Widlocher, la presencia de varios terapeutas en el equipo psicodramático y la multiplicidad de los ni-ños atenúa y diluye el efecto de la transferencia. Los efectos propios de la dinámica del grupo sustituyen en parte los efectos de la transferencia. En el grupo, las relaciones entre los participantes, además, no dependen solo de sus experiencias pasadas, sino también del lugar que ocupan en el grupo (rol asumido) y "estos fenóme-nos no solamente vienen a disimular los efectos de la transferencia, sino también a sustituirlos parcialmente.'^

Anzieu describe tres modalidades de contratransfe-rencia en psicodrama analítico:

a) Contratransferencia neurótica o narcisista que la relaciona con el hecho de que la situación grupal evoca la situación familiar del terapeuta; 15 Psicoterapia de grupo de niños y adolescentes, cap. IV, E. Pavlovsky, CE AL, Buenos Aires, 1968; Fundamentos, Madrid, 1980 y Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1987.

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b) La segunda forma está igualmente modelada por la situación grupal. El terapeuta se halla frente a una galería de espejos que le devuelven su ima-gen deformada en todos los sentidos (Grotjahn, 1953). Dice Anzieu que cierta tendencia al ex-hibicionismo es hasta cierto punto necesaria pa-ra el psicodpa-ramatista. En cierta medida es ne-cesario que sea visto por los otros, circunstancia que, lejos de angustiarlo, produce un cierto nivel de satisfacción o placer.

c) Otra forma de contratransferencia concierne a las reacciones personales entre los psicodrama-tistas. R. Kaes la denomina intertransferencia y debe ser trabajada en el equipo terapéutico. Respecto al tema de la intertransferencia nosotros decíamos en nuestros primeros trabajos con psicodrama en niños (1962) : "También deben ser explicitadas las tensiones existentes entre los miembros del equipo tera-péutico. Las situaciones de rivalidad entre los miembros del equipo deben ser analizadas, ya que a veces los flictos dentro del equipo terapéutico corresponden a con-flictos que se producen entre los pacientes del grupo y que no han sido suficientemente analizados (de la con-traidentificación proyectiva a la contratransferencia)".

Debemos decir al respecto que es importante una tele positiva para trabajar en coterapia. Al respecto de-cíamos con Abadi en "Una experiencia de psicoterapia grupal, la coterapia" (1966) (Clínica grupal I, Edicio-nes Búsqueda) : "Pensamos que detrás de toda psicote-rapia está la ecuación personal del psicoterapeuta y que el ingrediente esencial de esa ecuación (más allá de teo-ría y técnica) está dado por lo que llamaremos con un término quizás gastado por el abuso, ideología. Vale de-cir, la concepción que ambos terapeutas tienen acerca del ser humano, de la salud mental y del destino de la con-vivencia."

Widlocher distingue en los grupos de niños la im-provisación lúdica de la improvisación dramática, seña-lando que en los grupos de niños de 5 a 10 años se juega

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a imitar personajes (improvisación lúdica) pero la imi-tación en este caso se satisface a sí misma, sin más pro-gresión y propuesta dramática, mientras que en él juego psicodramático la finalidad no es la imitación, sino la fidelidad al tema elegido y la realización de ciertas se-cuencias dramáticas, donde hay progresión en la acción dramática y complemento de los roles asignados.

En este último caso la asunción de roles definidos o designados obliga a una creatividad desde el rol, res-petando la secuencia y evitando la anarquía, diferente de la espontaneidad creadora.

Nuestra experiencia en relación a la calidad de los psicodramatistas es muy variada, pero pareciera que las mejores condiciones psicodramáticas (teniendo en cuen-ta la sensibilidad, empatia, capacidad de identificación, insight y plasticidad dramática) generalmente las hemos encontrado entre los integrantes de los grupos, más co-múnmente que entre los miembros del equipo terapéuti-co, seguramente estos últimos más ligados a la forma-ción psicoanalítica ortodoxa. Incluso muchos actores,

que supuestamente tendrían que tener más plasticidad para dramatizar, también se han visto "perturbados" por su "rol profesional" y demasiado exigidos a "dramatizar bien".

En los grupos terapéuticos nuestros, donde por ca-racterísticas de la técnica de la multiplicación dramáti-ca, generalmente todos los integrantes tienen oportuni-dad en la sesión de realizar alguna escena, nos hemos visto sorprendidos por la alta capacidad creativa expre-siva de algunos pacientes. Son aquellos que pueden "ha-blar desde los diferentes lugares de la escena".

Según Anzieu, la eficacia del psicodrama es simbó-lica : "El simbolismo del psicodrama es de naturaleza es-pecial, las relaciones de los seres humanos se organizan en estructuras particulares análogas a la de los mitos. La función de los psicodramatistas es actualizar esos mi-tos privados y otorgarles, a través de la representación,

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existencia concreta encarnada en varios personajes, pa-x-a que puedan tomar conciencia (mito familiar) de ellos de modo reflexivo. El grupo psicodramático permite la exploración de nuevos mitos y ensayarlos le permite re-visar el mito personal o familiar al tomar el lugar de las personas que lo encarnan en la escena."

Moreno inventó las intervenciones de los yo auxilia-res para evitar que el paciente se instale en la satisfac-ción narcisística y megalomaníaca de una representasatisfac-ción en la que el universo se plegaría a sus deseos. Ese diá-logo entre los sujetos y los yo auxiliares, diádiá-logo de ac-ciones y de situación tanto como de palabras, asume aquí la función simbólica asignada a la palabra plena en el psicodrama individual.

En relación al tema de la descentralización de los mitos, decíamos con Luis Frydlewsky (1980), que una de las ventajas de los grupos psicodramáticos en adoles-centes era que el espacio grupal se convertía en un lugar de cotejo y encuentro de nuevas ideologías familiares; en ese sentido por lo intermedio, el grupo tiene a veces el valor de matriz de ensayo de nuevas conductas y es, a la vez, un lugar de cotejo y encuentro de nuevas ideologías familiares, donde los argumentos y/o mitos se descentran a través del cotejo con otros múltiples mitos familiares. A menudo, dice Anzieu, el espacio psicodramático puede particularizarse de diferentes maneras. Está pró-ximo a lo que Winicott llamó espacio transicional. La actividad psicodramática apunta, entre otras cosas, a re-construir el área transicional (al hacer entrar al sujeto en la representación y al entrar en su juego los psico-dramatistas favorecen en él procesos de desidentifica-ción y de reidentificadesidentifica-ción) y a restaurar la capacidad de simbolización y de creatividad, a devolver al sujeto la confianza en la vida y en sí mismo.

Lebovici, Diatkine y Kestenberg describen los fenó-menos de interferencia y resonancia en los grupos de psi-codrama. Sobre la interferencia: "La exteriorización por

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un sujeto de una actitud perturbadora moviliza en los otros sus mecanismos de defensa específicos contra esa actitud."

La resonancia se refiere al hecho de que un mismo afecto sentido al mismo tiempo por todo el grupo corres-ponde en cada uno de sus miembros a contenidos laten-tes distintos, es decir a problemas ligados con momentos distintos de su historia.

"De todos los efectos del grupo estudiado, la reso-nancia es en el psicodrama analítico el más importante, sobre todo si se lo considera ya no desde los afectos sino del simbolismo. Una de las ventajas de la representación dramática es que el simbolismo de la acción puede tener para cada participante un significado personal particular. "Así, no es indispensable constituir un grupo de ni-ños con los mismos problemas; el arte de la composición de los grupos consiste más bien en reunir sujetos que puedan entrar en resonancia fantasmática entre ellos y cooperar en el trabajo mutuo de simbolización.

Nosotros en nuestros comienzos formamos grupos de niños de diagnóstico clínico semejante (asmáticos, epi-lépticos, enuréticos) pero después intentábamos incluir cada uno de estos niños en otros grupos donde los diag-nósticos fueran diferentes, teniendo la misma experien-cia que lo que Lebovici relata como fenómeno en la reso-nancia 16.

Un fenómeno especial en la dinámica de grupo con psicodrama que observamos fue el que definimos como impregnación.

Llamo impregnación al efecto que una dramatiza-ción inicial en un grupo produce entre los demás inte-grantes y siempre es posterior a la dramatización. En general hemos observado que los primeros comentarios que surgen después de una dramatización son todavía realizados "desde la escena" y desde alguno de los

per-ló R. Bermudez-C. Martínez-E. Pavlovsky, "Evaluación de las diferentes técnicas terapéuticas, con psicodrama y psicoterapia de grupo a través de ocho años de labor institucional", 6th Interria-tional Congress of Psychotherapy, Londres, 1964. Selected lectures, Nueva York, Basilea.

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sonajes de la escena dramatizada, fenómeno que Grim-berg definía como contraidentificación proyectiva. Lo interesante, desde este punto de vista, es que por más personal que sea el comentario realizado por los inte-grantes después de la dramatización, siempre está ha-blando "desde la escena", desde los afectos de alguno de los personajes presentes o ausentes. La escena lo impli-ca. Lo que convoca al grupo es la escena. Cada uno con su historia tendrá diferentes puntos de vista (Martínez) sobre la escena. Esto es lo que Rodrigué define como eje del psicodrama. Se tiene en cuenta la escena, que no es ni el individuo ni el grupo.

En la escena dramatizada estaban inscriptas como posibilidades esas lecturas o nuevas dramatizaciones (mul-tiplicación dramática). Del texto escrito al texto

dra-mático. ¡ Lo que convoca la fantasmática individual es la

es-cena en el grupo. Comprender la escena y la implicación en la escena de cada integrante es la especificidad de la terapia dramática grupal.

Esto es lo que definimos como concepción dramática de la psicoterapia, que va más allá del individuo o del grupo. Esta es la concepción del psicodrama analítico de la escuela argentina, nuestra más clara especificidad, que va más allá de la polémica psicodrama-psicoanálisis. En este sentido nosotros hemos estado menos dependien-tes del psicoanálisis que los psicodramatistas franceses, lo que en un nivel nos ha permitido ver fenómenos que van más allá del psicoanálisis. La creatividad, por ejem-plo, desde Moreno hasta nosotros, no entra en ninguna concepción psicoanalítica habitual y ha sido un instru-mento dramático específico desde donde nosotros hemos inferido muchas de nuestras conclusiones. En ese senti-do nos hemos enriquecisenti-do más con otras vertientes, co-mo las de Umberto Ecco y R. Barthes, que tal vez con cualquier teoría psicoanalítica previa en nuestras últimas conclusiones.

Yo creo que la escena dramática es un campo in-creíblemente atractivo para investigar en psicología. Mo-reno y sus seguidores aportaron su genialidad, algunos

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analistas aportaron también, pero falta mucho más que no es Moreno ni el psicoanálisis y que va más alia de los dos. .. _ ¡ - i

Sobre los mitos en los grupos de niños, Widlocher afirma que a través del tema recreado en el juego escé-nico, cada niño descubre su historia, pero elevada a la categoría de mito, con los diferentes papeles que impli-ca la situación mítiimpli-ca; los niños penetran su sentido sim-bólico, aprendiendo tal o cual papel, invirtiendo los mis-mos repitiendo un tema bajo formas diversas, se libe-ran" de su "posición" de la que se creían "poseedores o "poseídos" y pueden transformar lúdicamente una histo-ria de actores repetidores de una letra invahisto-riable ^ ser sujetos capaces de variar o modificar su "destino .

Sobre el ejercicio de los papeles el mismo autor su-giere algo importante para tener en cuenta en la clínica y es en relación a la técnica de la inversión d e r o l e s :

"Puede que ocurra que a través de tomar la posición del otro se liberan nuestros conocimientos del projimo, de las proyecciones de que los revestimos, pero algunas ve-ees el protagonista al realizar la inversión de roles no se libera de la proyección con que carga o inviste el pa-pel del otro, sino que lejos de tener una rectificación de su proyección al asumir el lugar del otro el psicodrama nos demuestra hasta qué punto podemos modelar al oteo con nuestras imágenes. Lo importante no es describir cómo puede sentir o pensar el otro, en ese caso, sino percibir la dificultad de ponerse en su lugar debido a la proyección con que se lo carga.

Sobre la capacidad lúdica y dramática (Pavlovsky-Frydlewsky)

En nuestro trabajo en grupos terapéuticos de ado-lescentes damos mucha importancia a la capacidad ima-ginativa del adolescente y hemos llegado incluso a

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suge-rir una fórmula clínica dinámica de carácter pronóstico. Después de los primeros meses de tratamiento el adolescente, incapaz de dramatizar, nos sugiere una idea de mal pronóstico terapéutico, independientemente del diagnóstico previo, e inversamente el adolescente capaz de dramatizar (dramatizar, no actuar) nos sugiere un buen pronóstico terapéutico independientemente del diag-nóstico previo clínico asignado en entrevistas individua-les o familiares.

Sobre coterapia dramática, dice Basquin que la pa-reja debe respetar la regla de abstinencia debido a que debe mantenerse en el campo analítico y limitar sus vi-vencias al registro imaginario, no solo frente a los pa-cientes, sino también en las relaciones que se entablan entre ambos.

"Extraña pareja la terapéutica cuyas satisfacciones son marcadas por el sello de una carencia."

Para Anzieu, en cambio, no tiene ninguna impor-tancia el tipo de vínculo real que existe entre los cotera-péutas (pueden ser incluso marido y mujer). Lo impor-tante es un nivel de buena complementariedad, común ideología terapéutica y mutua confianza.

La mayoría de los autores franceses han insistido en ¡a pareja coterapéutica hombre-mujer.

Hoy podemos pensar que una pareja coterapéutica no necesita ser de sexo diferente.

Pensamos que, a veces, el postular la necesidad de dos sexos diferentes supone subestimar la gravitación de la fantasía inconciente en la determinación del compor-tamiento grupal.

Muchas veces, coterapias integradas con terapeutas del mismo sexo, no impide para nada la explicitación de la fantasía de la pareja de los padres. Si no que, al con-trario, permitía complementarla con los parámetros de otras fantasías alusivas, por ejemplo conflictos genera-cionales o a la disociación entre lo bueno y lo malo, etc.

(Abadi, Pavlovsky, Kesselman).

Nosotros, en terapia grupal adolescente, trabajamos con 3, 4 ó 5 terapeutas, sobre un grupo de 10 ó 12

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inte-grantes. En nuestras coterapias no hay director y yo au-xiliares, como en el psicodrama de Moreno, sino "fun-ciones" de dirección y yo auxiliar, que deben ser jugadas por cada terapeuta alternativamente.

Sobre el cómo pensar lo grupal

Del prólogo que escribí al libro de Carlos Martínez Fundamentos para una teoría del psicodrama *

"Si bien en los libros anteriores es posible percibir la interiorización de un pensamiento común entre Mar-tínez Bouquet, Moccio y yo, aquí diría que Carlos se «sin-gulariza específicamente» contorneando y delineando su silueta más nítida: la de su vocación teórica y éste ha sido precisamente el mayor mérito de nuestro grupo: el haber podido desarrollar un pensamiento común entre los tres y el haber podido simultáneamente desarrollar nues-tras máximas singularidades individuales.

"Un grupo desarrolla su máximo potencial creativo cuando cada individuo ha interiorizado el pensamiento común del grupo y además la singularidad de cada miem-bro individual (la antiburocracia).

"No hay pensamiento más valioso que el que los in-dividuos producen en grupo."

Hoy creo que este pensamiento sigue vigente en dos aspectos: a) El grupo tiene que ser facilitador del po-tencial creativo individual de cada uno de sus miembros. Cuando el grupo "oprime" la creatividad individual es un síntoma institucional de "burocratización"; b) Los procesos dinámicos que ocurren en un grupo humano, so-lo pueden ser comprendidos y metabolizados por otro grupo.

Anzieu define esto como psicoterapia por el grwpo (por varios terapeutas, psicoterapia múltiple), en el gru-po (cuando se trata de más de un paciente), y del grupo

(cuando un grupo preformado es el tratado: sociodrama). Más allá de nuestro primer grupo fundador (Moc-cio, Martínez, Pavlovsky) el Grupo Experimental

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dramático Latinoamericano 17 fue el continuador más

im-portante de nuestras ideas científicas y posiciones ideo-lógicas. Autor del "Manifiesto" leído en el VI Congreso Internacional de Psicodrama y Sociodrama (Amsterdam, 1971)18.

Actualmente el Centro de Psicodrama Psicoanalí-tico Grupal sintetiza toda la evolución de nuestras ideas l9.

Nosotros hemos utilizado cuatro procedimientos dra-máticos en nuestra larga experiencia: "psicodrama", "so-ciodrama", "role playing" y "juegos dramáticos".

"Psicodrama" y "sociodrama" son procedimientos dramáticos terapéuticos. El "role playing" y los "juegos dramáticos" han sido utilizados en general, entre noso-tros, para la enseñanza, del psicodrama y de la psicotera-pia de grupo.

El "psicodrama" es un procedimiento terapéutico dra-mático, individual o grupal (preferentemente hemos tra-bajado en grupos con psicodrama) donde el grupo está formado por pacientes que generalmente se desconocen entre sí. Son demandas individuales donde se resuelve incluirlos en un grupo de psicoterapia con técnicas dra-máticas de orientación analítica para su tratamiento.

Dice Martínez: "Puede conducir a error el hecho de que el psicodrama sea casi siempre un procedimiento grupal, pero su finalidad terapéutica manifiesta es indi-vidual. Se orienta la cura hacia los individuos que com-ponen el grupo. No viene un grupo a tratarse. Viene un

iT Historia del desarrollo y de las prácticas del psicodrama en la Argentina, O. Albizuri de García y B. Kononovich (1988). 18 Grupo Experimental psicodramático Latinoamericano: Ba-rrera, Bei;lin, Frydlewsky, Albizuri de García, Kononovich, Losso, Martínez, Moccio, Pavlovsky, Satne. Dictó la cátedra de Concep-ción Dramática de la Psicoterapia en el Centro de Docecnia e In-vestigación de la Federación Argentina de Psiquiatras y el Primer Seminario para el Doctorado en Psicología ( U B A ) 72-73 (M. Ber-lín).

19 Grupo de Psicodrama Psicoanalítico Grupal: Norberto Re-villa, Alejandro Altaraz, Susana Evans, Eduardo Pavlovsky, Nés-tor Malajovich, Renée Smolovich y Jorge Solanas son docentes invitados para los grupos de formación, Marcelo Persia, Luis He-rrera y Hernán Kesselman. El Centro realiza entrenamiento en tres noches para 120 alumnos.

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paciente que demanda terapia y se lo incluye en un gru-po terapéutico. Se dirige al tratamiento de los individuos que componen el grupo."

En general, las técnicas dramáticas requieren la for-mación de un equipo terapéutico para el tratamiento de los pacientes (psicoterapia múltiple, psicoterapia por el grupo) en grupo o en individual.

El sociodrama es un procedimiento dramático tera-péutico orientado a tratar grupos preformados. La con-sulta es una demanda realizada por un grupo (no un in-dividuo) .

Por ejemplo: a) Un grupo de terapeutas de una ins-titución que tiene problemas entre sí y quieren compren-der las fuentes de sus conflictos; 6) Un grupo de maes-tras jardineras en conflicto en una escuela; c) Trabajos institucionales más amplios (análisis institucional)20.

El tratamiento está orientado hacia el grupo y su dinámica de funcionamiento y no hacia las personas in-dividuales que lo componen.

En estos dos procedimientos terapéuticos hemos po-dido describir diferentes tipos de dramatizaciones para ser incluidas en distintos momentos del proceso terapéu-tico^. Dramatizaciones: o) explorativas; 6) descriptivas; c) expresivas; d) elaborativas; e) defensivas; f) demostrativas.

El "role playing", en general, lo hemos utilizado pa-ra el entrenamiento del rol del coordinador de las tepa-ra- tera-pias grupales en instituciones asistenciales.

20 Utilización de técnicas dramáticas en el diagnóstico institu-cional, C. Martínez. Psicodrama psicoanalítico en grupos, Ed. Kar-giemian y Fundamentos, 1980, Madrid.

21 psicodrama. Cuándo y por qué dramatizar, Martmez-Moc-cio-Pavlovsky, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1984.

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Por ejemplo: Un equipo de un servicio de psicopa-tología quiere comenzar su training en psicoterapia de grupo. El adiestramiento consiste en adjudicar el rol de "terapeuta" a uno de ellos y el de "paciente" a varios de los demás. Un tercer sector actúa de público observador. Se recrea de este modo un encuadre terapéutico grupal donde lo que se va a intentar hacer es que todos los in-tegrantes circulen por los roles de "terapeutas" y "pa-cientes". El objetivo es el adiestramiento en el rol de la

"coordinación". Se adiestra el lugar del coordinador. Ge-neralmente los roles de los "pacientes" (realizados por los terapeutas) integraban historias de pacientes "rea-les", conocidos por los terapeutas.

El Centro de Psicodrama Psicoanalítico Grupal tie-ne un espacio de Supervisiotie-nes grupales, dirigido por Norberto Revilla, que utiliza el "role playing" como pro-cedimiento dramático. Néstor Malajovich y Nelly Etala lo utilizan en las supervisiones del Centro de Salud N« 1 y N? 2 y en los Consultorios Externos del Servicio de

Psi-copatología del Hospital "Borda" y Hospital "Israelita". Es un magnífico instrumento para cotejar viven-cialmente teorías grupales, teoría de la técnica, transfe-rencia y contratransfetransfe-rencia, timing interpretativo, etc.

El coordinador de un grupo donde se utilice el "role playing" debe saber que éste no es un procedimiento te-rapéutico y es necesario recordarlo siempre, para no in-terpretar. Se estudia el rol y no la persona. Como dice Martínez: "Lo que se debe hacer es señalar la adecuación o no al rol propuesto y las inadecuaciones referidas al rol y a los personajes."

En todo "role playing" con un grupo de entrena-miento hay tres dimensiones que se entrecruzan:

a) Personal; b) La grupal; c) La del rol a investi-gar. La habilidad del coordinador de "role playing" de-be consistir en no quedar atrapado en las dos primeras dimensiones (a y b) sino llevar siempre la lectura a los problemas de la tarea del rol de coordinador grupal y su problemática específica.

Este tipo de tarea no es realizada por los psicodra-matistas franceses donde lo personal se incluye de una

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