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Imaginación en la Crítica de la razón pura

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Academic year: 2020

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(1)MONOGRAFÍA DE GRADO. IMAGINACIÓN EN LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. Presentada por: Dahian Salazar Fonseca Código Número: 199921763 Dirigida por: Andrés Páez. UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. Bogotá, julio de 2004.

(2) 1 CONTENIDO 0. Introducción. 2. 1. Kant y el Conocimiento Científico. 8. 2. La Deducción Trascendental de las Categorías. 14. 2.1 Según la Edición A. 14. 2.1.1 Síntesis de Aprehensión de las Representaciones. 15. 2.1.2 Síntesis de la Reproducción en la Imaginación. 17. 2.1.3 Síntesis de Reconocimiento en el Concepto. 20. 2.1.4 Necesidad de las Categorías y la Imaginación como Facultad Integradora. 25. 2.1.5 Función de la Imaginación en la Edición A. 30. 2.2 Según la Edición B. 31. 2.2.1 Todos las Intuiciones Sensibles se Hallan bajo las Categorías. 39. 2.2.2 Síntesis Figurada. 40. 2.2.3 Esquematismo. 45. 3. Confrontación con Comentaristas. 49. 3.1 Deducción Subjetiva y Objetiva en las Ediciones A y B. 49. 3.2 Entendimiento e Imaginación. 54. 3.3 Desarrollo del Concepto de Imaginación. 57. 4. Conclusiones. 59. 5. Bibliografía. 62.

(3) 2 Introducción Siempre he considerado que si se logra hacer un estudio a fondo del concepto de imaginación podremos concluir que es una de las facultades humanas más importantes, es más, la facultad que podría marcar la diferencia entre los seres humanos y los demás animales superiores. Creo en la fundamental importancia de la imaginación y mi deseo es exaltarla y demostrarla. Es claro que llegar a una conclusión definitiva dependería de un vasto estudio tanto filosófico, como científico, pero ha sido esta observación la que me ha impulsado a iniciar aquí esta labor. Existen múltiples definiciones acerca de la imaginación y es necesario delimitar el área de estudio. Siendo Emmanuel Kant uno de los pocos filósofos que analiza esta facultad y que la reconoce como una parte esencial en el proceso cognoscitivo del hombre, en este trabajo me propongo analizar la función de la imaginación en la Crítica de la razón pura. Es en esta obra donde Kant propone la idea de que el fundamento de la ciencia está en el sujeto y no en los objetos, y para demostrarlo ve necesario encontrar las condiciones de posibilidad de la experiencia. Así Kant lleva a cabo un análisis de las facultades del conocimiento, siendo la imaginación una facultad fundamental en toda su argumentación. Con esto reconozco las limitaciones con las que me enfrento al tener como objeto de análisis sólo la obra de Kant, pero veo en ella los fundamentos necesarios para un primer análisis, un primer paso para mi objetivo personal de exaltar esta facultad.. Al mismo tiempo, estoy convencida de que el examen del papel que juega la imaginación debe ser un camino del mayor interés para examinar la propuesta kantiana y buscar comprender no solamente la originalidad de la misma, sino igualmente sus límites. Si se piensa en el lugar tan importante que ocupa la filosofía de Kant dentro del contexto de la filosofía moderna, creo que el interés de esta investigación queda plenamente justificado..

(4) 3 Dentro de la compleja estructura que configura el proceso del conocimiento en la obra de Kant, la imaginación de alguna manera es una facultad que se sitúa o es un puente entre la facultad de la sensibilidad y el entendimiento. Para poder entender este papel mediador de la imaginación, debemos comenzar por examinar a grandes rasgos el proceso de conocimiento en la Crítica de la razón pura. Para Kant el conocimiento es posible gracias a dos facultades: la intuición, o la facultad de recibir representaciones, y el entendimiento, o la facultad de conocer un objeto a través de esas representaciones. La primera, hace referencia al modo en que somos afectados por los objetos, es decir a la sensibilidad; mientras que la segunda hace referencia a la posibilidad de pensar ese objeto de la intuición, en otras palabras, a los conceptos. Cada una de estas facultades, sensibilidad y entendimiento, por separado no permiten llegar a ningún conocimiento pero para el examen netamente analítico que pretende hacer Kant sobre nuestra manera de conocer, es necesario estudiar cada una independientemente. En la “Estética Trascendental” Kant examina la percepción sensible, el elemento pasivo del proceso de conocimiento. Esta es la única facultad por la cual podemos referirnos de manera inmediata a los objetos. Esto es posible gracias a dos condiciones cognitivas del sujeto que conoce: el espacio y el tiempo, por medio de las cuales podemos saber el aquí y el ahora de los objetos que se nos presentan. De esta manera, las cosas son espacio-temporales para nosotros y no en sí mismas. Ahora, esta facultad es necesaria para que haya conocimiento pero no es suficiente para el conocimiento científico ya que con ella solo podemos identificar objetos diversos - múltiples gracias al carácter infinito del espacio y el tiempo, de manera que tenemos sólo una intuición caótica. En la “Lógica Trascendental”, Kant analiza la parte activa del conocimiento: el entendimiento, la facultad que permitirá ordenar el caos presentado por la sensibilidad. Es decir, la facultad que hace posible que lo múltiple y diverso de la sensibilidad sea representado de manera sintética por medio de los conceptos, y por lo tanto sea posible pensar los objetos. Así es cómo, para Kant, el origen del conocimiento es la síntesis, el acto realizado por nuestro entendimiento en el cual.

(5) 4 se reúnen las diferentes representaciones que nos son dadas a través de la intuición, permitiendo entender su variedad en un único conocimiento. Según Kant esta síntesis es posible gracias a la imaginación: “...la síntesis es un mero efecto de la imaginación, una función anímica ciega, pero indispensable, sin la cual no tendríamos conocimiento alguno y de la cual, sin embargo, raras veces somos conscientes”1. Es aquí donde por primera vez podemos intuir el papel de la imaginación en la Crítica de la Razón Pura, pues parece que la imaginación es la facultad que sirve para realizar esa integración estrictamente necesaria entre la sensibilidad y el entendimiento para que haya conocimiento. Para objeto de esta investigación sobre la imaginación será necesario, como se ha visto, centrar la atención en la investigación que hace Kant sobre cuáles son los fundamentos a priori del entendimiento que posibilitan la experiencia, identificando los núcleos en los que Kant habla de la imaginación. Es en la “Deducción de los conceptos puros del entendimiento” donde Kant introduce el concepto de imaginación más claramente en su doctrina de conocimiento, de manera que será éste el capitulo central a analizar. Ahora bien se debe tener en cuenta que Kant realizó una segunda edición de la Crítica de la Razón Pura, y la “Deducción de los conceptos puros del entendimiento” es el único capitulo que cambió en su totalidad de una edición a otra, de modo que será necesario entonces examinar por separado las dos versiones de la “Deducción de los conceptos puros del entendimiento” para así detectar relaciones y problemas que llevarán a aclarar propiamente cuál es la función de la imaginación en la Crítica de la Razón Pura y a la vez concluir si existe o no realmente una diferencia entre la concepción de imaginación entre las dos ediciones. En el prólogo de la segunda edición, Kant afirma que en la Edición B ha realizado correcciones que aclaran la estética, la interpretación de los paralogismos de la. 1. Kant, Immanuel, Crítica de la Razón Pura, Madrid, Alfaguara, 1995, A 78. En adelante citado como “KrV” seguido de la edición y el número de página..

(6) 5 psicología racional, las pruebas de los principios del entendimiento y el tema que nos concierne en este trabajo: la deducción de los conceptos puros del entendimiento, aceptando la oscuridad de este capitulo en la Edición A. Su objetivo es aclarar y hacer más inteligible el texto sólo cambiando el método de la argumentación mas no cambiando o rechazando las proposiciones y pruebas desarrolladas en la primera edición2. Ahora bien, en lo que tiene que ver con el capítulo de la “Deducción Trascendental de las Categorías”, cada uno de los comentaristas de la Crítica de la Razón Pura, tiene diferentes opiniones acerca de estos cambios, a veces rechazando la afirmación del propio Kant. En el desarrollo de este trabajo será mi propósito seguir la argumentación kantiana de este capítulo en las dos ediciones, siendo lo más fiel posible al texto y haciendo el mayor énfasis en las conclusiones sobre el papel de la imaginación en el proceso cognoscitivo, para así confrontar mis conclusiones con las de algunos de los comentaristas, en particular, H. J. Paton, Jonathan Bennett y Norman Kemp Smith, y con las del propio Kant. Es claro que el método cambia de una edición a otra. Norman Kemp Smith, por ejemplo, en Commentary to Kant’s Critique of Pure Reason, afirma que en la Edición A Kant realiza una deducción subjetiva y una deducción objetiva, mientras que en la Edición B, la deducción sólo es objetiva. Sobre esta distinción entre los dos tipos de deducciones Kant afirma lo siguiente en el prólogo a la Edición A. Para examinar a fondo la facultad que llamamos entendimiento y para determinar, a la vez, las reglas y limites de su uso no conozco investigaciones más importantes que las presentadas por mi en el segundo capitulo de la analítica trascendental bajo el titulo de Deducción. de. lo. conceptos. puros. del. entendimiento.. Esas. investigaciones son las que mas trabajo me han costado, aunque, según espero, no ha sido en vano. Esta indagación, que está planteada con alguna profundidad, posee dos vertientes distintas. La primera se 2. KrV B XXXVIII.

(7) 6 refiere a los objetos del entendimiento puro y debe exponer y hacer inteligible la validez objetiva de sus conceptos a priori(...) La segunda trata de considerar el entendimiento puro mismo, según sus posibilidades y según las facultades cognoscitivas sobre las que descansa, y, por consiguiente, de estudiar su aspecto subjetivo3. La deducción subjetiva se encarga de identificar las facultades o condiciones subjetivas necesarias para el conocimiento. Esta tiene un carácter puramente psicológico e hipotético. La deducción objetiva se encarga de determinar la validez objetiva de conceptos que no han sido abstraídos de la experiencia. Para Kemp Smith, la Edición B no presenta una deducción subjetiva porque no están determinadas, como sí se hacía en A mostrando la triple síntesis, las distinciones entre los diferentes procesos mentales. Ahora bien, aunque esto no haya sido retomado por Kant en B, para Norman Kemp Smith es claro que estas condiciones subjetivas no son rechazadas ni olvidadas por Kant al rescribir el capítulo de la Deducción Trascendental de las Categorías sino que son presupuestas. Para él, si la deducción objetiva demuestra que conceptos a priori que tienen origen subjetivo pueden ser validos objetivamente, la deducción subjetiva es tan o mucho más importante de lo que el propio Kant afirma en el prólogo a la Edición A. Según Kant, Esta discusión [sobre las condiciones subjetivas, la deducción subjetiva], a pesar de su gran importancia en relación con mi objetivo principal, no forma parte esencial del mismo, ya que la pregunta fundamental continua siendo ésta: ¿qué y cuánto pueden conocer el entendimiento y la razón con independencia de toda experiencia?, y no esta otra: ¿cómo es posible la facultad del pensar misma? Dado que esto último es, en cierto modo, buscar una causa de un efecto dado y posee, en este sentido, cierto parecido con una hipótesis4.. 3 4. KrV A XVI-XVII KrV A XVII.

(8) 7 Al momento de analizar cuál es el papel de la imaginación en el proceso cognoscitivo es importante tener en cuenta este cambio de método pues la perspectiva desde la que se sitúa Kant cambia y puede crear confusiones, como efectivamente sucede. Se puede llegar a pensar que la concepción de la imaginación de una edición a otra cambia, y precisamente uno de los propósitos de este trabajo será determinar si la concepción que se tiene en la Edición A sobre la imaginación es diferente a la de la Edición B. Las conclusiones a las que han llegado Norman Kemp Smith, H. J. Paton y Jonathan Bennett serán motivo de análisis y confrontación con las conclusiones propias que obtendré del análisis de la Deducción de los Conceptos Puros del Entendimiento en las dos ediciones, para aclarar así el papel de la imaginación. Para desarrollar esta cuestión el trabajo se dividirá en tres capítulos. En el capítulo primero intentaré hacer una presentación general de lo que es el conocimiento científico para Kant, mostrando cómo llega la argumentación kantiana a identificarlo con un conocimiento claramente conceptual o discursivo, idea que finalmente lleva a la necesidad de la demostración que pretende realizar Kant en el capítulo de la deducción trascendental de las categorías o conceptos puros del entendimiento. En el segundo capítulo presentaré, siguiendo lo más fielmente posible el texto, el desarrollo de la Deducción Trascendental en las ediciones A y B. El capítulo final estará dedicado a confrontar las conclusiones de varios comentaristas con lo observado en el desarrollo de los capítulos precedentes, para intentar finalmente tener una conclusión concreta sobre la función de la imaginación..

(9) 8 1. Kant y el Conocimiento Científico.. En la Critica de la Razón Pura, Kant intenta responder la pregunta: ¿cómo es posible adquirir conocimientos válidos universalmente y necesarios si nosotros podemos conocer sólo en la medida en que nos basamos en la experiencia?. Kant parte de la idea de que conocer es juzgar y que la ciencia debe estar basada en juicios universalmente válidos y necesarios que nos ofrezcan nueva información sobre la naturaleza. En la introducción a la Crítica de la Razón Pura, Kant responde a preguntas tales como: qué es un juicio científico y qué clase de juicios existen. Para Kant, tradicionalmente sólo se distinguen dos clases de juicios dependiendo de la relación lógica que exista entre el sujeto y el predicado: juicios analíticos y juicios sintéticos. En la primera clase de juicios el predicado está contenido en el concepto del sujeto, de manera que no aumentan nada al conocimiento del objeto. Un ejemplo de este tipo de juicios es “todos los cuerpos son extensos”. Aquí, según Kant, no se está diciendo nada nuevo sobre los cuerpos ya que el hecho de “ser extensos” es algo que hace parte del concepto de cuerpo. Este tipo de juicio es universal y necesario al ser, en pocas palabras, tautológico. De esta manera los juicios analíticos cumplen con una de las características propias de los juicios científicos: el ser universales y necesarios, pero no cumple con otra característica propia de los mismos, el añadir nueva información sobre los objetos. Ahora bien, tales juicios que proporcionan nueva información sobre los objetos o el mundo, son la segunda clase de juicios: los juicios sintéticos, pues estos son juicios en los que el predicado no está contenido en el sujeto. Ahora, los juicios sintéticos se basan en la experiencia sensible pues es ésta la que nos brinda nueva información sobre el mundo. Kant presenta el juicio “todos los cuerpos son pesados” como ejemplo de un juicio sintético pues el “ser pesado” no está contenido ya en el concepto de cuerpo y sólo podemos saber que el cuerpo es pesado a través de la experiencia sensible. Al igual que los juicios analíticos, los sintéticos cumplen con una característica propia de los juicios científicos, el aumentar el conocimiento, pero al depender estos de la experiencia,.

(10) 9 no podrán ser universales ni necesarios ya que, por un lado, estos juicios al ser fácticos nunca permitirían hablar de todos los objetos, sino sólo de los objetos observados hasta el momento, y por otro, nada impide que el mundo nos muestre en cualquier momento un hecho que contradiga un juicio ya emitido, de manera que la relación entre sujeto y predicado no va a ser necesaria. De aquí que, ninguno de estos dos tipos de juicios puedan ser juicios científicos y que la validez de la ciencia empírica se vea amenazada.. Filósofos anteriores a Kant, y el ejemplo más contundente es David Hume, minaron la posibilidad de fundamentar la ciencia empírica, afirmando que el paso que hace la ciencia al postular leyes de la naturaleza no tiene justificación racional. Para Hume, para justificar la creencia de que 2 + 2 = 4 no se necesita de la experiencia; esto se puede determinar a priori considerando la relación entre las ideas correspondientes. Pero al hablar de cuestiones de hecho, la pregunta es: ¿Cómo hacemos para verificar una creencia sobre el mundo? Esta verificación sólo es posible a posteriori, después de la experiencia, pero la ciencia no trabaja únicamente con estas cuestiones de hecho sino con cuestiones de hecho que no podemos experimentar, por ejemplo, eventos del futuro. Así Hume cuestiona la posibilidad de tener un conocimiento general, universal. Analizando la vida diaria sabemos que todo el tiempo tomamos decisiones acerca de las cosas que no hemos experimentado, esto es respuesta por ejemplo, a la idea de la causalidad, la relación causa-efecto. El hecho de pensar que B es efecto de A, no quiere decir que el mundo esté necesariamente dividido en causa-efecto. Cualquier consecuencia de esa experiencia no tiene una validez lógica, racional, pues esa división no sabemos si se va a mantener cuando hagamos referencia a hechos que van más allá de la experiencia. Por eso, según Hume, hay que limitar las afirmaciones a la experiencia que se tiene pues no existe ninguna razón lógica para decir que esa relación A es causa de B, se va a mantener en el tiempo. Este es llamado el problema de la inducción de Hume, que consiste en que nunca habrá certeza en una ley científica pues nada impide que el mundo nos muestre en cualquier momento un hecho que contradiga una ley. Con todo, entonces, la.

(11) 10 posibilidad de que las afirmaciones de la ciencia sobre las leyes de la naturaleza tengan una justificación racional, dependería de probar la premisa del principio de uniformidad de la naturaleza; que la naturaleza nunca cambia.. Para responder a este escepticismo, Kant intenta salvar la racionalidad del pensamiento científico. Este propósito lleva a que Kant concluya la existencia de un nuevo tipo de juicios, un tipo de juicios que cumple con las características necesarias para ser un juicio científico: que sean universales y necesarios al no depender de la experiencia y que aumenten nuestro conocimiento sobre el mundo. Este tipo de juicios son, para Kant, los juicios sintéticos a priori, entendiendo por a priori, lo que es anterior a la experiencia, universal y necesario. Pero ¿cómo es esto posible si nosotros podemos conocer sólo en la medida en que nos basamos en la experiencia? El punto central de la argumentación kantiana que da validez a este tipo de juicios consiste en que el hombre posee ciertas condiciones de observación anteriores a la experiencia que determinan qué podemos conocer. El objetivo entonces, es reflexionar sobre nuestra forma de conocer el mundo identificando así estas condiciones y demostrar que ésas son las únicas condiciones de modo que toda experiencia termina por depender de ellas.. Así, en la Crítica de la Razón Pura, es necesario que Kant analice cuáles son estas condiciones. Para Kant, el conocimiento es posible gracias a dos facultades: la sensibilidad, o la facultad de recibir representaciones, y el entendimiento, o la facultad de conocer un objeto a través de esas representaciones. La primera hace referencia al modo en que somos afectados por los objetos, es decir a la intuición; mientras que la segunda hace referencia a la posibilidad de pensar ese objeto de la intuición, en otras palabras, a los conceptos. Cada una de estas facultades, sensibilidad y entendimiento, por separado no permiten llegar a ningún conocimiento, pues la sensibilidad por si sola nos presenta intuiciones caóticas pues se presentan como una multiplicidad instantánea, sin continuidad, sin un orden que nos permita identificar lo que intentamos conocer. Según esto hace falta ordenar esa multiplicidad; es necesario que las intuiciones puedan ser ordenadas.

(12) 11 de alguna manera en la intuición pura. Este ordenamiento consiste en poder captar las intuiciones organizadas en una continuidad temporal. Al existir un carácter sucesivo en toda intuición es necesario que nosotros podamos retener esa sucesión para poder comprender lo que es nuestra percepción del mundo. Esto es a lo que Kant llama la “primera síntesis”. Si yo no distinguiera cómo las intuiciones se van desplazando en el tiempo, yo no podría representarme el objeto. De esta manera tenemos representaciones, pero aún no hay experiencia. Así tenemos que la intuición por si sola no nos permite conocer, pero ella misma nos permite captar los objetos siendo así un componente necesario del conocimiento pero no el único. Después de que las intuiciones son ordenadas temporalmente en la intuición pura, el entendimiento debe intervenir para que lo múltiple de la sensibilidad sea representado como unitario en conceptos y sea posible un conocimiento científico. Ahora bien, nada impide que sea posible que el entendimiento por sí sólo actúe construyendo conceptos que no se refieren a objetos sensibles. Para Kant efectivamente existen conocimientos independientes de toda experiencia pero solo hay conocimiento científico si esos conocimientos pueden referirse a objetos, o lo que es lo mismo, puedan probarse en la experiencia. Con todo, es claro que para que sea posible el conocimiento científico es necesario que actúen simultáneamente las facultades del entendimiento y la sensibilidad. El entendimiento nos presenta los objetos de manera mediata, al sintetizar la multiplicidad de las intuiciones por medio de los conceptos utilizados para formular juicios, no de manera inmediata como lo hace la sensibilidad al presentar los objetos como intuiciones. Para Kant, la sensibilidad presenta al objeto simplemente como una impresión o como algo que nos afecta sin más. Ella no nos aporta la idea de objeto, mientras que el entendimiento sí lo hace, presentando el objeto con relación a las intuiciones. El entendimiento forma conceptos que se refieren a representaciones de los objetos, es decir, no a los objetos mismos individuales y concretos sino a una síntesis de la multiplicidad de estos. Así, “todos.

(13) 12 los conceptos son funciones de unidad entre nuestras representaciones”5. Kant nos presenta un ejemplo de lo anterior: Por ejemplo, en el juicio “Todos los cuerpos son divisibles” el concepto de lo divisible se refiere a otros conceptos; de entre éstos se refiere aquí, de modo especial, al concepto de cuerpo y éste último, a su vez, a determinadas intuiciones que se nos ofrecen. En consecuencia, tales objetos se hallan mediatamente representados por el concepto de divisibilidad6. La actividad del entendimiento es unificar y ordenar la multiplicidad de intuiciones, que presentan los sentidos, mediante conceptos. Para Kant, existen doce tipos de funciones de unidad básicas para el entendimiento, es decir, existen doce formas posibles de conocer o doce formas de hacer juicios. A estas funciones de unidad, Kant las denomina categorías o conceptos puros del entendimiento. Que sean doce las categorías o conceptos puros del entendimiento responde a que Kant acudió al “inventario” ya realizado por la lógica sobre los juicios posibles, de ahí que si son doce los posibles juicios, las formas de hacerlos también sean doce. Son así doce clases de conceptos puros que nos permiten ordenar los datos de la sensibilidad determinando las maneras de predicar.. Las categorías, entonces, son conceptos que condicionan lo que podemos conocer, de manera que son ellas mismas las que posibilitan que seamos afectados por los objetos. El problema surge al intentar justificar estos conceptos, pues al ser independientes de la experiencia no hay base inmediata que legitime su existencia, como sí ocurre con los conceptos empíricos, conceptos que podemos referir a representaciones de intuiciones empíricas. Al ser estos conceptos los que posibilitan la experiencia, no pueden depender ellos mismos de la experiencia, de manera que son conceptos puros o a priori, independientes de la experiencia y la justificación de su existencia también debe serlo. 5 6. KrV B94. KrV B94.

(14) 13. Así, los conceptos puros del entendimiento necesitan de una deducción trascendental, título que Kant le otorga al capítulo más importante de la Critica de la Razón Pura. Deducción, porque es la justificación racional de la existencia y necesidad de estos conceptos puros del entendimiento, y trascendental porque se trata de las condiciones de posibilidad del conocimiento científico y de la experiencia en general; la necesidad misma para justificarlos viene de que, como se decía anteriormente, todos los conceptos posibles están basados en las categorías, de manera que sin ellas el conocimiento no sería posible, es decir, los propios objetos posibles de mi experiencia dependen de las categorías, no estos últimos de la experiencia.. Tenemos que los conceptos puros del entendimiento condicionan lo que podemos conocer, pero a su vez, éstos por sí solos no nos llevan a conocer. O lo que es lo mismo, el entendimiento por sí solo no conoce; es necesaria la intervención de la sensibilidad. Así, si Kant pretende mostrar la necesidad de los conceptos puros del entendimiento como condiciones de posibilidad de toda experiencia, y toda experiencia depende tanto de la intervención del entendimiento como de la sensibilidad, es necesario que muestre cómo se unifican estas facultades para que el conocimiento científico sea posible. En otras palabras, Kant debe explicar cómo es posible que estos conceptos se refieran a los objetos..

(15) 14 2. La Deducción Trascendental de las Categorías 2.1 Según la Edición A Kant, en la Edición A de la Deducción Trascendental, nos muestra cómo es posible la referencia de los conceptos a los objetos analizando cuáles son las bases subjetivas que posibilitan la experiencia, es decir, la unificación en un concepto de la multiplicidad de las intuiciones presentadas por la sensibilidad. Ahora bien, en las categorías encontramos esos conceptos que contienen a priori el pensamiento puro de toda experiencia. Si somos capaces de demostrar que sólo por su medio podemos pensar un objeto, ello constituye ya una suficiente deducción de los mismos y una justificación de su validez objetiva. Sin embargo, dado que en tal pensamiento no sólo interviene la única facultad de pensar, es decir, el entendimiento. y dado que éste mismo, en cuanto capacidad. cognoscitiva que debe referirse a los objetos, necesita igualmente una explicación en lo que toca a la posibilidad de tal referencia, tenemos que examinar primero las fuentes subjetivas que constituyen la base a priori de la posibilidad de la experiencia y ello no de acuerdo con la naturaleza empírica de esas fuentes, sino de acuerdo con su naturaleza trascendental7. Para Kant esas fuentes subjetivas son actos espontáneos del entendimiento que sintetizan y pueden ser diferenciados al desarrollarse en tres niveles diferentes: en el nivel de la sensibilidad, el de la imaginación y el del entendimiento. Estas tres síntesis, que se producen simultáneamente para poder conocer un objeto, son: la síntesis de la aprehensión de las representaciones, síntesis de la reproducción de las representaciones en la imaginación y síntesis del reconocimiento de las mismas en el concepto. Esta triple síntesis conforma la síntesis que finalmente permite que lo presentado en la sensibilidad puede ser ordenado y por ende, objeto de conocimiento. 7. KrV A 97.

(16) 15. Son tres las fuentes subjetivas de conocimiento en las que se basa la posibilidad de la experiencia en general y del conocimiento de los objetos de esa misma experiencia: el sentido, la imaginación y la apercepción. (...) El sentido representa empíricamente los fenómenos en la percepción; la imaginación en la asociación (y en la reproducción); la apercepción en (...) el reconocimiento8.. 2.1.1 Síntesis de Aprehensión de las Representaciones La síntesis de aprehensión de las representaciones es el acto de recorrer la multiplicidad de las intuiciones para luego reunirlas. Ésta se presenta en el nivel de la sensibilidad o la facultad de ser afectados por los objetos espacio-temporales. Kant ya ha expuesto todo lo referente al análisis de esta facultad en la “Estética Trascendental”, capítulo en el cual Kant presenta al espacio y al tiempo como intuiciones puras a priori las cuales son condiciones cognitivas del sujeto, es decir, condiciones subjetivas formales que hacen posible que seamos afectados por las cosas. El espacio es condición a priori de la posibilidad de referirnos a fenómenos externos, mientras que el tiempo es igualmente condición a priori que se refiere a fenómenos externos, pero también a los estados internos. Al presentársenos un fenómeno, inmediatamente lo intuimos pero de una manera múltiple, gracias al tiempo y al espacio, intuyendo múltiples sucesiones de tiempo y múltiples espacios. La síntesis de aprehensión posibilita que la multiplicidad de la intuición sea representada como una sucesión de momentos, gracias a la condición formal de nuestro sentido interno, es decir, al tiempo. Como el sentido interno está determinado por la intuición pura del tiempo, es posible que sea reconocida la multiplicidad de las intuiciones, tanto externas como internas, al realizarse la síntesis de la aprehensión. Para que exista una síntesis es necesario que anteriormente exista una multiplicidad. Aquí la multiplicidad, para todo tipo de representaciones, está dada por el tiempo, pues como éste es condición de posibilidad de las intuiciones, todas ellas aparecen en el tiempo. Este aparecerse 8. KrV A 116.

(17) 16 en el tiempo es una continuidad de sucesiones, es decir, de múltiples momentos. Ahora, tenemos la multiplicidad la cual recorremos reconociendo cada momento como. distinto. al. otro,. pues. de. lo. contrario. seríamos. invadidos. por. representaciones de intuiciones caóticas, indistintas, irreconocibles y por lo tanto incognoscibles. De esta manera es necesario poder darle a esa multiplicidad una unidad, y esto se hace precisamente recorriendo los momentos e identificándolos como distintos entre sí al ordenarlos temporalmente, es decir, por medio de la síntesis de aprehensión. Así la síntesis de la aprehensión permite reconocer las múltiples representaciones, como tal, como una multiplicidad y al mismo tiempo como unidad, o en otras palabras, permite reconocer una serie de momentos y no una multiplicidad indiferenciada. Cualquiera que sea la procedencia de nuestras representaciones, bien sean producidas por el influjo de las cosas exteriores, bien sean resultado de causas internas, lo mismo si han surgido a priori que si lo han hecho como fenómenos empíricos, pertenecen, en cuanto modificaciones del psiquismo, al sentido interno y, desde este punto de vista, todos nuestros conocimientos se hallan, en definitiva, sometidos a la condición formal de tal sentido, es decir, al tiempo. En él han de ser todos ordenados, ligados y relacionados. Esto es una observación general que debe tomarse como base imprescindible de lo que sigue. (...) En efecto, en cuanto contenida en un instante del tiempo, ninguna representación puede ser otra cosa que unidad absoluta. Para que surja, pues, una unidad intuitiva de esa diversidad (como, por ejemplo, en la representación del espacio) hace falta primero recorrer toda esa diversidad y reunirla después. Este acto lo llamo síntesis de aprehensión por referirse precisamente a una intuición que ofrece, efectivamente, una variedad, pero una variedad contenida, como tal, en una representación y que jamás puede producirse sin la intervención de una síntesis9.. 9. KrV A 99.

(18) 17. 2.1.2 Síntesis de Reproducción en la Imaginación Para Kant toda experiencia presupone necesariamente la reproducción de los fenómenos, es decir, que sea posible a priori que tengamos la capacidad de asociar representaciones unas con otras de manera que ante una representación podamos llevar al pensamiento otra representación sin que sea necesaria la presencia ante nosotros del objeto al que se refiere esta última. Esto es posible gracias a la facultad de la imaginación empírica. La imaginación empírica se encarga de reproducir representaciones aisladas de manera que sea posible organizarlas en forma de una representación con continuidad en el tiempo. Ahora, la imaginación trae a la conciencia cualquier representación, pero lo que hace que la imaginación lleve a la conciencia determinada representación es el hecho de que, según Kant, los fenómenos están sometidos a la “ley de la reproducción”. Sin esta ley de reproducción, (...)nuestra imaginación empírica nunca obtendría una tarea adecuada a su capacidad, es decir, permanecería oculta en nuestro psiquismo como una facultad muerta y desconocida para nosotros mismos. Si el cinabrio fuera unas veces rojo y otras negro, una veces ligero y otras pesado; si un hombre tomara unas veces esta forma animal y otras otra; si en el día mas largo el campo estuviera cubierto de frutos unas veces y otras de hielo y de nieve, entonces mi imaginación no tendría oportunidad de llevar al pensamiento el cinabrio pesado ante la representación de color rojo10. Según lo anterior, da la impresión de que Kant presupone una especie de orden y regularidad, una afirmación problemática, ya sea que esa especie de orden sea un orden en el noúmeno, lo cual sería una contradicción evidente de la teoría kantiana, o se refiera a un orden que impone la imaginación reproductora, imposición que resulta arbitraria. En este punto de la argumentación, Kant no. 10. KrV A 101.

(19) 18 expone claramente en qué consiste esa ley de reproducción. Habla de una ley que es “simplemente empírica(...) según la cual las representaciones que suelen sucederse o acompañarse unas a otras terminan por asociarse y por ligarse entre sí”11. Esta es la regla de asociación según la cual: “una representación se combina mejor con ésta que con otra dentro de la imaginación”12.. Kant habla de la imaginación empírica como una facultad que nos permite reconocer la continuidad de las intuiciones al hacer posible que consideremos, simultáneamente, todos los elementos que hacen parte de una representación. Ahora bien, esto es posible sólo si existe algo a priori que pueda otorgar una regla a la que deben estar sometidos los fenómenos para que la asociación sea posible. (...)sin que hubiese en esta esfera cierta regla a la cual estuviesen sometidos los fenómenos en sí mismos, entonces no habría síntesis empírica de reproducción. Tiene, pues, que haber algo que, por ser fundamento a priori de su unidad sintética indispensable, haga posible esa reproducción de los fenómenos. Se llega pronto a ese resultado cuando se recuerda que los fenómenos no son cosas en sí mismas, sino el mero juego de nuestras representaciones, las cuales se reducen, en último término, a determinaciones del sentido interno13. Aquello que hace posible la síntesis de reproducción, que proporcione esas reglas a las que está sometido todo fenómeno, tiene que pertenecer al sujeto cognoscente y esto es, para Kant, el sentido interno. Con “sentido interno” Kant se refiere a la posibilidad de intuirnos a nosotros mismos en la medida que somos consientes de que cada representación en sí misma, es un estado de la mente. Este sentido está condicionado por la forma del tiempo, de tal forma que permite unificar los datos que le presenta la sensibilidad como secuencias temporales. Así, porque tenemos la conciencia del tiempo como posibilidad dentro de la cual se dan las experiencias, es que podemos conocer. Con todo, aún no hay claridad en 11 12. KrV A 101 KrV A 122.

(20) 19 cuanto a esa regla de asociación que determina qué representación se combina mejor con la otra. Es evidente que, si intento trazar una línea en mi pensamiento o pensar el tiempo que transcurre desde un mediodía al siguiente o simplemente representarme un número, mi pensamiento tiene que comenzar necesariamente por asumir esas varias representaciones una tras otra. Si mi pensamiento dejara escapar siempre las representaciones precedentes (las primeras partes de la línea, las partes antecedentes del tiempo o las unidades representadas sucesivamente) y no las reprodujera al pasar a las siguientes, jamás podría surgir una representación completa, ni ninguno de los pensamientos mencionados14. Así, al trazar una línea, es necesario que yo vaya reproduciendo cada una de las representaciones de las demás partes de la línea, pero esta reproducción no sería suficiente si no pudiera reconocer que la representación actual está en estrecha relación con todas las representaciones precedentes, y a esto, Kant lo presenta como un recuerdo que permite finalmente reconocer la unidad propia de esa multiplicidad de representaciones que se me presentan en una sucesión de momentos.. Sin la síntesis de reproducción sería imposible tener representaciones completas, sería imposible percibir la coherencia de esas intuiciones, que en la síntesis de aprehensión se me presentaron sólo como una multiplicidad ordenada en el tiempo. Aquí hay que tener presente que si bien Kant hace un estudio netamente analítico, en el cual separa y distingue momentos del proceso de conocimiento, lo hace como un ejercicio para entenderlo detalladamente, por lo cual por ejemplo con la afirmación anterior entenderíamos a la síntesis de la aprehensión como temporalmente anterior a la síntesis de la reproducción en la imaginación, lo cual no es así; las tres síntesis de las que nos habla Kant son simultáneas. Sin 13 14. KrV A 102 KrV A 102.

(21) 20 embargo, la síntesis de aprehensión es la que permite que se realice la síntesis de reproducción, ya que si no tenemos conciencia de la multiplicidad como una unidad de momentos distintos, la capacidad de reproducir algo que ya no existe y existió en un momento atrás, sería imposible. La síntesis de aprehensión se halla, pues, inseparablemente ligada a la reproducción. Teniendo en cuenta que la primera constituye el fundamento trascendental de la posibilidad de todo conocimiento (no sólo empírico, sino también del puro a priori), la síntesis reproductiva de la imaginación forma parte de los actos trascendentales del psiquismo y por ello llamaremos a esta facultad la facultad trascendental de la imaginación15.. 2.1.3 Síntesis de Reconocimiento en el Concepto Hasta aquí, tenemos que gracias a la síntesis de aprehensión de las representaciones y la síntesis de reproducción en la imaginación podemos intuir la multiplicidad de lo que se nos presenta de forma ordenada y coherente. Estas síntesis, podría afirmarse, han sido realizadas en dos niveles: en la intuición pura y en la imaginación; aún falta la intervención del entendimiento para que sea posible el conocimiento. La tercera y última síntesis de la que habla Kant es realizada por el entendimiento y consiste en unificar esas representaciones que ya han sido ordenadas de manera que sea posible pensarlas (intelectualizarlas). Decimos, pues, que conocemos el objeto cuando hemos producido la unidad sintética de lo diverso de la intuición. Ahora bien, no es posible tal unidad si la intuición no ha podido ser originada, según una regla, por una función tal de síntesis, que, por una parte, haga posible un concepto en el que la diversidad se unifique y, por otra, haga necesaria a priori la reproducción de esa misma diversidad16.. 15 16. KrV A 102 KrV A 105.

(22) 21 Tenemos intuiciones claras, distintas, que nos ofrece la aprehensión de la intuición, que luego podemos reproducir, por medio de la imaginación reproductora para que exista una continuidad coherente, pero aún falta realizar una síntesis de todas estas representaciones que permita determinar lo que llamamos la realidad objetiva de lo que conocemos. Ahora bien, la síntesis de reconocimiento en el concepto, hace posible reconocer que lo pensado en un momento es lo mismo que se piensa en otro momento. Sin esta última síntesis que realiza el entendimiento, (...)lo ahora pensado sería, en su forma. actual, una nueva. representación, una representación que de ningún modo pertenecería al acto que debía ir produciéndola gradualmente. Lo vario de tal representación jamás formaría un todo, ya que carecería de una unidad que sólo la conciencia puede suministrar(...)17. La síntesis de reconocimiento en el concepto consiste en la posibilidad de tener conciencia de la unidad a la que corresponde la pluralidad de representaciones ya aprehendida y reproducida. El concepto otorga de esta forma una verdadera unidad que permite tener conciencia de la identidad de lo pensado en diversos momentos. La palabra “concepto” podría dar pie, por sí misma, a esta observación. En efecto, es esa conciencia única la que combina en una representación la diversidad, que es gradualmente intuida y luego también reproducida18. Es claro aquí que sin tal síntesis de reconocimiento en un concepto sería imposible pensar las representaciones, pues no podríamos captar que la representación anterior es la misma que la siguiente, en el sentido en el que captamos el objeto de las representaciones como el mismo en los diferentes momentos, y así mismo que la representación que estamos reproduciendo no es 17. KrV A 103.

(23) 22 la misma que aquélla que nos está ofreciendo la sensibilidad en determinado momento. En este último momento es claro que nos estamos refiriendo ya a una distinción entre el sujeto o el acto de conocer y las intuiciones; si no somos conscientes de nuestro acto no podemos distinguir lo reproducido y lo intuido. Así la síntesis supone la autoconciencia, la conciencia de la identidad del sujeto a lo largo de todo el proceso cognoscitivo. Ahora bien, con el sentido interno hay conciencia de que las representaciones pertenecen a un yo, que son estados mentales, pero aún no hay consciencia de mi yo, en otras palabras, aún no existe una autoconciencia. En virtud de nuestro estado, la conciencia del yo en la percepción interna es meramente empírica, siempre mudable, sin poder suministrar un yo fijo y permanente en medio de esa corriente de fenómenos internos. Dicha consciencia suele llamarse sentido interno o apercepción empírica19. Ahora, sabemos que para conocer un objeto es necesario que exista la síntesis de las representaciones en un concepto. Esa unidad debe provenir de algo que no sea diverso ni contingente, que sea anterior a toda experiencia y esto es a lo que Kant denomina, apercepción trascendental o conciencia pura, original e inmutable. Anteriormente a toda experiencia ha de haber una condición que haga posible esa misma experiencia y que dé validez a tal suposición trascendental. (...) No pueden darse en nosotros conocimientos, como tampoco vinculación ni unidad entre los mismos, sin una unidad de consciencia que preceda a todos los datos de las intuiciones. Sólo en relación con tal unidad son posibles las representaciones de objetos. Esa consciencia pura, originaria e inmutable, la llamaré apercepción trascendental20. 18. KrV A104 KrV A 107 20 KrV A 104 19.

(24) 23. La posición Kantiana está directamente relacionada con la visión de algunos de sus antecesores, como Hume y Berkeley. Berkeley partía desde la teoría representativa de la percepción, en la cual se afirma que lo único cuya existencia podemos afirmar es aquello que es percibido. Afirmar que algo está siendo percibido no puede dar pié a concluir que ese algo es un objeto distinto a mí; en otras palabras, afirmar que el origen de las ideas es un mundo externo es imposible ya que si la mente sólo percibe ideas, entonces no se puede establecer a partir de la percepción la existencia de ningún objeto. Sin embargo, para que haya percepciones es necesario que algo diferente a ellas las piense, las perciba, y esto es la mente, el espíritu, el alma o el yo. Así, se logra captar una gran similitud entre la visión kantiana y la de Berkeley y es en este punto de la argumentación en el que encontramos la apercepción pura, aunque con otras palabras. La visión no cambia aún: para Berkeley uno no puede percibir la mente directamente sino que se perciben solo las ideas; éstas son pasivas pues son sólo contenido, mientras que la mente es algo activo que permite integrar, darle sucesión a estas ideas. El problema que surge es que únicamente podemos ser conscientes de las ideas desde esta perspectiva, de modo que no hay forma de tener conciencia de un elemento activo como la mente. Ahora bien, solo podemos concebir las ideas, una serie de ideas, como elementos inactivos que vienen dados uno tras otro, de ahí que no puedan ser ellas mismas causa de nada. La razón por la que nosotros tenemos ideas es porque existe algo que nos produce en cada instante del tiempo las ideas. Ese algo es Dios, un espíritu que impone cierto orden a la sucesión de las percepciones, o lo que es lo mismo, las leyes de la Naturaleza, solución que no ofrece la visión kantiana en la cual todo es condicionado por el sujeto cognoscente21.. Para Berkeley la existencia de la mente se puede establecer gracias a los efectos de mi voluntad sobre las ideas, pues es posible “excitar ideas en la mente siempre que yo quiera, y variar y cambiar la escena siempre que me parezca oportuno. (...).

(25) 24 Este hacer y deshacer ideas da ocasión a que muy apropiadamente podamos decir que la mente es activa”22. Algo similar sucede en Kant, al advertir que sólo llegamos a conocer la unidad de apercepción realizando la síntesis; que es a través del análisis de la síntesis como llegamos a la unidad de apercepción, descubriendo que la condición de la síntesis es la unidad de apercepción. Así, tanto para Kant como para Berkeley, somos conscientes de nuestra identidad gracias a los efectos del acto del entendimiento.. Por otro lado, David Hume es otro empirista que hace uso de la teoría representativa de la percepción, pero quien a diferencia de Berkeley, va a interesarse sólo por mostrar por qué los seres humanos piensan como piensan, por qué actúan y juzgan como lo hacen. Es decir, Hume intenta describir cómo opera el proceso de conocimiento abandonando el intento de justificarlo. Al igual que Berkeley y Kant, Hume cree que hay una mente que percibe, pero esta creencia no puede ser justificada, como sí lo pretenden Berkeley y Kant. Para Hume la mente asocia las ideas basándose en tres principios: semejanza, contigüidad y causalidad. Esta asociación de ideas es realizada por la facultad de la imaginación. El por qué sea ésta facultad y no otra no es tarea de análisis para Hume; para él esto hace parte de la naturaleza humana23. Ahora bien, siguiendo con la teoría de las ideas, para Hume sólo podemos afirmar que existen las ideas; la existencia del mundo externo como causa de nuestras ideas es sólo una creencia que no podemos justificar pero que podemos imaginar. Por otro lado, si vamos a hablar de la existencia de un yo, de una identidad, ésta también va a ser sólo una creencia producto de la imaginación; la autoconciencia no existe para este filósofo pues nunca podremos tener una impresión del yo como algo continuo durante. el. proceso. cognoscitivo,. pues. toda. impresión. es. variable. y. constantemente nos vemos afectados con nuevas impresiones. “Si hay alguna 21. Como se mencionó anteriormente, la forma en que Kant describe las leyes de asociación les dan cierto parecido a las leyes de la naturaleza de Berkeley. 22 Berkeley, George. Tratado sobre los principios del conocimiento humano. Barcelona, Editorial Altaya, 1994, § 28, p 71.

(26) 25 impresión que origine la idea del yo, esa impresión deberá seguir siendo invariablemente idéntica. (...) Pero no existe ninguna impresión que sea constante e invariable”24. Así, para Hume, el “yo” solo es el conjunto de múltiples impresiones que se suceden una tras otra y nunca existirá la autoconciencia. Para Kant por el contrario, la idea de una autoconciencia es necesaria para poder hablar de objetos pues sólo al ser conscientes de nosotros mismos es posible reconocer la diferenciación entre sujeto cognoscente y objeto.. Esta apercepción es la propia percepción de mí mismo que acompaña a toda percepción del objeto haciendo posible que captemos tales objetos como distintos de mí, convirtiéndose así la apercepción pura en un factor unificador en el proceso de conocimiento. La misma unidad trascendental de la apercepción hace, a partir de todos los fenómenos que puedan aparecer reunidos en una experiencia, un conjunto—regulado por leyes—de todas esas representaciones. En efecto, tal unidad de conciencia sería imposible si, al conocer la diversidad, el psiquismo no pudiera adquirir conciencia de la identidad de la función mediante la cual combina. sintéticamente esa misma. diversidad en un conocimiento25. Así, la síntesis supone la autoconciencia, la consciencia de la identidad del sujeto a lo largo de toda experiencia. La apercepción trascendental es condición de la síntesis.. 2.1.4 Necesidad de las Categorías y la Imaginación como la Facultad Integradora. 23. Más adelante se observará una gran similitud entre Kant y Hume al otorgarle a la facultad de la imaginación una tarea tan importante como es la asociación de ideas, en el caso de Hume y representaciones e intuiciones, en el caso de Kant. 24 Hume, David. Tratado de la Naturaleza Humana. Madrid, Orbis, 1981, Libro I, IV, vi. 25 KrV A 108.

(27) 26 Con lo anterior, Kant ya nos ha mostrado cómo es posible la referencia de nuestros conceptos a objetos, el primer paso a seguir en la deducción trascendental de las categorías. Ahora bien, el siguiente paso será probar la necesidad de estos conceptos, los cuales son condiciones del pensar en una experiencia posible. Sin estos conceptos puros del entendimiento, la experiencia no sería más que la afección de las intuiciones sin conciencia, sin pensamiento. Con los conceptos, la experiencia sería una afección de intuiciones captada por el entendimiento. Así Kant afirma que: “(...) la posibilidad, es más, la necesidad de tales categorías, se basa en la relación que sostiene la sensibilidad –y, consiguientemente,. todos. los. fenómenos. posibles-. con. la. apercepción. 26. originaria” .. Ahora bien, la unidad de síntesis de los conceptos está determinada por la apercepción trascendental de manera que las categorías son a priori, no pueden provenir de la experiencia. Kant nos acercaba claramente a esta afirmación cuando nos hablaba de la espontaneidad del entendimiento; esta espontaneidad implica que las categorías no son “extraídas” de la experiencia. Por ejemplo una de las categorías que encontramos al analizar todos los tipos de juicios posibles con los que pensamos, es el concepto de causa. Este concepto no puede provenir de la experiencia, pues ésta es contingente de manera que, basándose en ella, no podemos afirmar la necesidad de la causalidad. Esta [la experiencia] nos enseña que a un fenómeno suele seguir otra cosa, pero no que esta otra cosa tenga que seguirle forzosamente, ni que deba inferirse tal secuencia a priori y de modo enteramente universal, como si partiera de una condición27. La apercepción trascendental es el factor unificador ya que ofrece un orden o unidad a la síntesis realizada por la imaginación sometiendo a los fenómenos a unas reglas necesarias y universales de síntesis, a las categorías a priori. De esta 26 27. KrV A 112 KrV A 113.

(28) 27 manera la síntesis que ofrece la conceptualización no es algo accidental donde “...un torrente de fenómenos invadiera nuestra alma sin que jamás surgiera de este hecho experiencia alguna”28, sino que está determinada por la unidad de apercepción. Kant afirma la necesidad de las categorías basándose en la existencia de una afinidad trascendental. Es en este punto donde regresamos al problema de la falta de claridad en el momento en el que Kant habla de una regla de asociación, que se presentó anteriormente al exponer la síntesis de reproducción de la imaginación. Esta regla de asociación de carácter subjetivo ha de tener un fundamento objetivo y éste es la afinidad de los fenómenos. Tiene que haber, pues, un fundamento objetivo anterior a todas las leyes empíricas de la imaginación, es decir, reconocible a priori, que sirva de base a la posibilidad, más todavía, a la necesidad, de una ley que se extienda a todos los fenómenos y que nos lo haga entender todos como datos sensibles, asociables en sí mismos y sometidos a reglas generales de una completa conexión en la reproducción. Llamo a este fundamento objetivo de toda asociación de los fenómenos afinidad de los mismos29 Ahora, aquí Kant habla de una síntesis pura de la imaginación. Esta síntesis no es realizada gracias a la imaginación reproductiva, sino en la imaginación pura o productiva ya que ha de ser anterior a cualquier experiencia. A diferencia de la imaginación reproductiva que permite llevar al pensamiento intuiciones que no se están presentando a la sensibilidad, la productiva asocia o liga de manera a priori series completas de intuiciones. Empíricamente el conocimiento se da gracias a que nuestros sentidos, por medio de la intuición, nos aportan los objetos. Éstos aparecen de forma caótica en nuestra percepción, como una multiplicidad. En este punto, la imaginación reproductiva permite sintetizar las intuiciones de tal forma que por medio del entendimiento las podamos pensar y conocer. Así el ordenamiento al que contribuye la imaginación reproductiva es una condición para que la imaginación productiva pueda sintetizar, asociando las representaciones. 28 29. KrV A 111 KrV A 122.

(29) 28 Esa determinación no es ni puede ser accidental, de ahí a que necesariamente esté determinada por un fundamento objetivo reconocible a priori, y esto es la afinidad de los fenómenos. “(...) la afinidad (próxima o remota) de todos los fenómenos constituye la consecuencia necesaria de una síntesis con base a priori en unas reglas con sede en la imaginación”30. Aquí Kant está hablado de la imaginación productiva, aquella facultad que nos hacía falta para obtener unas reglas a las que deben estar sometidos los fenómenos para poderlos conocer. Esas reglas de afinidad, que permiten que las percepciones sean combinables, son precisamente las categorías o los conceptos puros del entendimiento. Las categorías son las reglas que hacen posible que las percepciones se integren en un todo coherente. En el entendimiento hay, pues, conocimientos puros a priori que contienen la necesaria unidad de la síntesis pura de la imaginación, con respecto a todos los fenómenos posibles: son las categorías, es decir, los conceptos puros del entendimiento31. Así, el conocimiento empírico se halla determinado por el conocimiento a priori o categorías, pues éstas conforman una unidad que permite pensar un objeto en general. La imaginación productiva permite que las representaciones empíricas puedan ser concebidas como objetos de experiencia al sintetizarlas conforme a estas reglas, las categorías. (...)la unidad trascendental de la síntesis de la imaginación constituye la forma pura de todo conocimiento posible y, consiguientemente, la forma mediante la cual tiene forzosamente que representarse a priori todo objeto de experiencia32.. 30. KrV A 123 KrV A 119 32 KrV A 119 31.

(30) 29 Ahora bien, la imaginación, por un lado, no deja de ser sensible, porque, al actuar como imaginación reproductiva “se limita a combinar la diversidad tal como se manifiesta en la intuición”33; por otro lado, tampoco deja de ser una facultad intelectual porque acompaña necesariamente a la apercepción pura al aplicarles a mis percepciones las categorías o las reglas a las cuales deben someterse los objetos de la percepción para poder ser acompañados de la conciencia del yo. Así el verdadero conocimiento científico es darle un sentido a los objetos de mi experiencia, esto es, darles un orden coherente, situarlas en un todo ordenado. Esa organización es posible gracias a que se tiene conciencia de la propia identidad que acompaña toda percepción permitiendo elaborar un concepto de mundo.. Con lo anterior, se pone de manifiesto la función de la facultad de la imaginación, la cual consiste en relacionar la intuición sensible con los conceptos del entendimiento, primero, reproduciendo las intuiciones de tal forma que podamos captar una representación completa, y segundo, aplicando a estas representaciones los conceptos puros del entendimiento para que puedan tener sentido para nosotros, para que los conceptos pueden referirse a las intuiciones. Tenemos, pues, una imaginación pura como facultad del alma humana, como facultad que sirve de base a todo conocimiento a priori. Por medio de ella combinamos lo diverso de la intuición, por una parte, y, por otra, lo enlazamos con la condición de unidad necesaria de la apercepción pura. Ambos extremos, es decir, sensibilidad y entendimiento, tienen forzosamente que interrelacionarse a través de esta función trascendental de la imaginación, ya que, en caso contrario, dichos extremos suministrarían fenómenos, pero no objetos de conocimiento empírico, ni, por tanto, experiencia alguna.34. 33 34. KrV A 124 KrV A 124.

(31) 30 La imaginación es entonces la facultad que mediante su función integradora, termina por permitirnos hablar del mundo de la experiencia y no de lo meramente sensorial, un mundo caótico sin sentido.. 2.1.5 Función de la Imaginación en la Edición A La presentación de la argumentación presentada por Kant en la Edición A de la Deducción Trascendental de las categorías pone de manifiesto la existencia de dos funciones de la imaginación. La imaginación reproductiva se encarga de reproducir las representaciones de las intuiciones sensibles en imágenes que permitirían “recordar” las impresiones ya recibidas, realizando de esta forma la retención de los momentos y gracias a esto, permitiéndonos tener conciencia del carácter múltiple y continuo de nuestra experiencia. La imaginación productiva permite aplicar las categorías a las intuiciones para que éstas tengan sentido como objetos de experiencia, esto es, una asociación, pero ya no exclusivamente empírica como lo hacía la reproductora, sino intelectual, asociando series de representaciones conforme a una afinidad trascendental. De esta manera la facultad de la imaginación es un intermediario indispensable entre la sensibilidad y el entendimiento para que el conocimiento sea posible, actuando en el nivel sensible como imaginación reproductora, y en el nivel a priori con referencia a las condiciones de lo sensible.. De aquí que sea la síntesis pura de la imaginación la base o el fundamento de la triple síntesis. Sin ella, ni la síntesis realizada en el momento de recibir las intuiciones, ni aquella que se da en la apercepción pura es posible, impidiendo que lo percibido logre tener un sentido para nosotros al lograr la unidad sintética de todos estos elementos. De aquí que Kant en el capítulo anterior a la Deducción Trascendental de los Conceptos Puros del Entendimiento, que se titula Guía Para el Descubrimiento de todos los Conceptos Puros del Entendimiento, haya afirmado lo siguiente:.

(32) 31 Como veremos después, la síntesis es un mero efecto de la imaginación, una función anímica ciega, pero indispensable, sin la cual no tendríamos conocimiento alguno y de la cual, sin embargo, raras veces somos conscientes35.. 2.2 Según la Edición B Terminado el análisis de la argumentación kantiana de la Edición A, el propósito de este capítulo será el análisis de la Edición B, mostrando diferencias y similitudes tanto en el desarrollo de las ediciones como en las conclusiones sobre el papel de la imaginación que se pueden inferir de ellas. Primero, llevaré a cabo una síntesis del argumento para después exponerlo en detalle Al igual que en la Edición A, el objetivo de la “Deducción Trascendental” en la Edición B es mostrar cómo es posible la referencia de los conceptos a los objetos, pero esta vez tomando como punto de partida el análisis de lo que se puede entender por unidad sintética, unidad que al permitir que la multiplicidad de las intuiciones presentadas por la sensibilidad se reduzcan a un concepto, da lugar al conocimiento. Es considerable el cambio que se puede percibir cuando se lee en cada edición el capítulo dedicado a la deducción de los conceptos puros del entendimiento. En primera instancia, existe un cambio en el método que se utiliza para la propia deducción. En la primera edición se presentan tres síntesis como tres momentos simultáneos pertenecientes a un proceso que hay que realizar para poder tener conocimiento o experiencia. Analizando cada uno de estos momentos, Kant pretende demostrar cómo es posible que las categorías tengan una referencia a los objetos de nuestro conocimiento. Esto lo hace por capítulos, cada uno dedicado a cada síntesis, otro dedicado a retomar el proceso haciendo un doble recorrido, primero desde el entendimiento hasta la sensibilidad o de arriba hacia abajo, y después desde la sensibilidad al entendimiento, es decir, de abajo hacia arriba, para demostrar la conexión necesaria entre las tres síntesis para el cumplimiento del objetivo. 35. KrV A 78.

(33) 32. Mediante éste análisis del proceso cognoscitivo Kant pretende mostrar la relación entre entendimiento y sensibilidad: que nuestra capacidad de intuir está necesariamente determinada por las categorías demostrando así la validez objetiva de estos conceptos. Como vimos en el capítulo anterior, la imaginación en la Edición A aparece como la facultad intermediaria entre la sensibilidad y el entendimiento, actuando en el nivel de lo sensible como imaginación reproductora, y en el nivel a priori, con referencia a las condiciones de lo sensible, como imaginación productiva. En la Edición B, Kant parte de la idea de que la sensibilidad es una facultad pasiva que nos ofrece algo ante lo cual se debe actuar. En la Edición A, Kant mostraba claramente a ese algo como una multiplicidad de intuiciones; por el contrario, en esta edición Kant cree que no es necesario hacer referencia a ella. Da por hecho que existe una síntesis de la multiplicidad siendo suficiente para la deducción basarse en el carácter pasivo de la percepción: “La variedad contenida en las representaciones puede darse en una intuición meramente sensible, en una intuición que es sólo receptividad”36. Aquí Kant retoma el camino que podríamos llamar, “de arriba hacia abajo”, partiendo de la unidad sintética de apercepción. Lo que Kant pretende señalar es que hay un principio de unidad alrededor del cual nosotros sintetizamos la multiplicidad que nos presenta la sensibilidad, una facultad pasiva que me presenta una multiplicidad frente a la cual el entendimiento reacciona sintetizando para que se pueda dar el conocimiento. Este principio de unidad al que se refiere Kant es la unidad sintética de la conciencia, o apercepción trascendental, convirtiéndose ésta en condición objetiva de todo conocimiento, bajo la cual cualquier intuición tiene que hallarse para volverse objeto para mí. Este va a ser el punto central de toda la argumentación, a diferencia de la Edición A, donde el punto central es el carácter temporal de. 36. KrV B 130.

(34) 33 las percepciones, lo cual le otorga a las percepciones una multiplicidad que debe ser unificada por el entendimiento Así toda síntesis posible se convierte en la facultad de ligar cualquier intuición conforme a la propia apercepción trascendental. Ahora bien, la imaginación es la facultad que permite sintetizar la multiplicidad que nos presenta la intuición sensible. Ésta es la encargada de realizar una síntesis llamada figurada, distinguiéndola de la síntesis intelectual. Esta última, como su nombre lo indica, es meramente intelectual, es decir, sin intervención de la sensibilidad; es una síntesis realizada exclusivamente por el entendimiento, es decir, independiente de la imaginación y la sensibilidad, sobre una intuición en general. La síntesis figurada es la síntesis de la multiplicidad dada en la sensibilidad conforme a las categorías, en otras palabras, es la misma imaginación que en la Edición A Kant presentaba como imaginación productiva. De esta forma la síntesis figurada “depende del entendimiento en lo que se refiere a la unidad de su síntesis intelectual, mientras que depende de la sensibilidad en lo que se refiere a la diversidad de la aprehensión”37. Aquí Kant presenta la imaginación como una facultad, que al igual que sucede en la Edición A se ubica como un puente entre sensibilidad y entendimiento. Pero en la Edición B podría afirmarse que se aclara la situación de la imaginación, pues en la primera se daba la idea de que era una facultad con dos funciones ejercidas por un lado en la sensibilidad (síntesis reproductiva), y por el otro, en el entendimiento (síntesis productiva). Ahora, en la edición B, Kant afirma que la síntesis reproductiva es algo que no compete en el análisis que está realizando pues es una síntesis que depende de leyes empíricas o de asociación, dato que no aporta a la deducción trascendental que intenta dar validez a un conocimiento a priori, a las categorías. En esta edición Kant le da relevancia a la síntesis productiva pues es una acción espontánea, es decir, proveniente del entendimiento que se ejerce sobre la sensibilidad y le da el nombre de síntesis figurada. Al provenir del 37. KrV B 164.

(35) 34 entendimiento no se niega su relación con la sensibilidad, es propiamente su función el proporcionar sentido a lo sensible haciendo posible que las categorías determinen las intuiciones, y en tal sentido la imaginación también pertenece a la sensibilidad. Ahora bien, teniendo en cuenta que toda intuición nuestra es sensible, la imaginación (…) pertenece a la sensibilidad: No obstante, en la medida en que su síntesis es una actividad de la espontaneidad, la imaginación es una facultad que determina a priori la sensibilidad; la síntesis de las intuiciones efectuada por esa facultad tiene que ser una síntesis trascendental de la imaginación de acuerdo con las categorías. Tal síntesis constituye una acción del entendimiento sobre la sensibilidad y la primera aplicación del mismo (fundamento, a la vez, de todas las demás) a objetos de una intuición posible para nosotros38. La síntesis de la imaginación se realiza afectando el sentido interno. Éste por sí mismo contiene sólo la forma de la intuición sensible, esto es, el espacio y el tiempo, pero nunca una intuición determinada. La imaginación permite captar el espacio y el tiempo como intuiciones, lo cual es una condición necesaria para que sea posible la síntesis de aprehensión, es decir, la síntesis de la multiplicidad de una intuición sensible. La imaginación entonces es la que estructura el espacio y el tiempo de acuerdo con las categorías, permitiendo que aquello que tiene carácter temporal y/o espacial pueda ser conocido como tal. De esta forma, en la Edición B queda aclarada la pregunta: ¿Cómo actúa exactamente la imaginación en el proceso cognoscitivo?, que deja inconclusa la Edición A. Es decir, gracias a la imaginación es posible determinar el objeto dentro de un ordenamiento espaciotemporal y categorial ofreciéndole un sentido a lo que aparece caótico e indeterminado en sí mismo. La idea presentada en la Edición A sobre la aparición ante nosotros de múltiples intuiciones que deben ser sintetizadas por el entendimiento, es aclarada. Aclarada 38. KrV B 125.

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