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01 - Verdad o Reto - Serie Mujeres de CA - Jenna Byrnes[1]

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Academic year: 2021

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Capítulo 1

—La única mujer que ella había amado alguna vez acababa de salir por la puerta.

La autora cerró el libro y levantó la mirada, recorriendo con su mirada la gran cantidad de personas que se encontraban en el lugar. —Gracias a todos por estar aquí.

Naomi Ríos comenzó a aplaudir cuando limpió una lágrima de la esquina de su ojo. Había leído Destiny's Rule poco después de haber confirmado el evento de firma de libros en su tienda. Era mucho más conmovedor escuchar la historia desde la misma sexy voz de la autora. A su alrededor estaban sus amigos y lugareños, quienes se empujaban para tomar de los estantes el libro.

—Ahí, hay una mesa afuera por este lado. —Habló en voz alta lo suficiente para hacerse escuchar—. Tan pronto como la Señorita Cross llegue empezará a firmar sus libros. También hay refrescos si desean.

Atravesando el grupo, llegó al frente donde estaba Courtney Cross hablando con la empleada de la librería, Melissa Danes. — ¡Eso fue genial! —Naomi sonrió a la escritora magnífica y bien conocida —. A todo el mundo le encantó. Parece que los vamos a vender todos.

—He traído algunas copias extras, por si acaso. —Courtney se apartó el flequillo rubio de la cara—. Estoy sorprendida por la participación. Oí que Cattle Valley era un pueblo pequeño.

—Así es. Menos de tres mil personas, en realidad. Pero mucha gente tiene lo que les gusta llamar "estilos de vida alternativos". El tema de su novela lesbiana ha sido un tema de amplio debate ya que todo el mundo se enteró que iba a venir. La gente estaba muy emocionada.

Courtney negó con la cabeza. —No puedo creer que sea por eso. Un pueblo gay. Es inaudito.

—No todo el mundo es gay, —dijo Melissa—. Algunas personas se trasladaron aquí para estar con miembros de la familia que son gay. Algunos sólo querían un lugar tranquilo, sin prejuicios para vivir. —Hablando de paz... —Naomi escaneaba la multitud, algunos empezaban a estar cada vez más inquietos—. Será mejor que la firma comience. Me la llevo, Mel. ¿Quieres asegurarte de que la exhibición de sus libros esté surtida? Hay otro tanto de su primer título, Destiny's Rule, atrás si llegáramos a necesitarla.

—Sí. —Melissa fue al lado izquierdo de la autora de mala gana, haciendo una cara detrás de la espalda de Naomi.

Naomi sonrió dulcemente a la joven morena luego tomó el brazo de Courtney. La suavidad de su piel, a Naomi le sacudió por un momento, e hizo una pausa para controlar su respiración. ¡Contrólate! se reprendió. Con una tienda llena de clientes, no tenía tiempo para fundirse en un charco de lujuria. — Por este camino, Señorita Cross. Espero que sus dedos estén listos para hacer algunas firmas.

—Mi parte favorita. —Courtney se acomodó en una silla acolchada detrás de la mesa—. El segundo paso para un escritor, es esto. Recogió un bolígrafo, le sonrió a la primera persona en línea y la charla comenzó.

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Dando un paso atrás, Naomi miraba con interés. Siempre había sido una ávida lectora, pero podría sólo admirar a alguien por el simple hecho de plasmar algunas palabras en papel como Courtney lo hizo. Y dando la cara a una multitud de extraños, Naomi se estremeció. Ella prefería pasar su tiempo en una habitación llena de libros que en una con gente.

—Esa es una mujer preparada. —El Sheriff Ryan Blackfeather dio un paso detrás de ella—. Ser agradable con una persona tras otra, sonriendo como si no hubiera otro lugar en el que preferiría estar. Naomi miró por encima del hombro y vio al alto hombre. —Ella dijo que es su parte favorita, en un segundo lugar a hacer, después de escribir.

Ryan escaneaba a la multitud. —Puedo pensar en varias cosas que son mis favoritas, y ninguno de ellas están en los libros.

Naomi lo vio haciendo ojos a uno de sus compañeros, al guapo Nate Gills, que esperaba en la fila para un autógrafo. Heterosexuales y homosexuales, la mayoría de la gente en Cattle Valley estaba de acuerdo en que Nate era lo más preciado en el oeste del río Mississippi. Naomi estuvo de acuerdo, pero también sabía que era un gran amigo.

Golpeó con fuerza el brazo de Ryan. —No estaba hablando de eso. Todos sabemos lo bueno que tienes en casa. Hablando de cuales, ¿dónde está el tercer compañero en tu sándwich de hombres? No he visto a Río aquí.

Él soltó un bufido. —Río esta en el gimnasio. Dijo que no le interesa la lectura de libros de lesbianas, pero me pidió que le guardara una galleta.

—Dile que lo olvide —bromeó—. Solo hay galletas de lesbianas.

—Sí, bueno, nos toca obtenerlas en la panadería Brynn. Kyle Brynn puede ser muchas cosas, pero no es lesbiana.

—Culo inteligente. Las compré, por lo tanto son mías ahora. Galletas Lesbianas, ¿entiendes? Ryan sonrió. —Nate le llevará alguna. Nate cuida de Río. —Vio a su amante hablar con la autora. —Sé que lo hace.

Miró de un hombre a otro, pensativamente. Eran un trío inusual. Ryan: alto, moreno y guapo, con infinidad de tatuajes y cabello largo, hizo un maravilloso, pero atípico, Sheriff de la ciudad. Vivía con dos compañeros, Río Adega, también tatuado, con muchas perforaciones y el pelo a morir, y el metro-sexual Nate, quien junto a Río habían abierto un centro de fitness y lo llamó, pensando como hombre: The Gym. Nate y Río pasaban todo el tiempo ahí, y donde ellos estuvieran, usualmente Ryan no estaba lejos.

Mirando de Ryan a Nate, Naomi se preguntó cómo lo hacían. No en lo físico, se ruborizó pensando en eso, pero la mentalidad de poder amar a dos personas. ¿No tienen celos entre ellos? ¿Qué pasa si uno de ellos no está de humor? Aunque a juzgar por las apariencias, ese no era el caso. Cuando no estaban trabajando, los hombres se encontraban unos sobre otros.

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Nate terminó con Courtney y se dirigió hacia Naomi y Ryan. Después de plantar un beso en los labios de su alto amante, le sonrió a Naomi. —Courtney es una mujer agradable. Deberías de conseguir a alguien así.

— ¿Perdón? —Parpadeó—. Sólo porque escribió un libro con temática lésbica no la hace una. —Lo es. —Nate asintió con autoridad.

— ¿Cómo sabes eso? —Naomi se burlaba. Nate se encogió de hombros. —Le pregunté. — ¡No te atreviste!

Ryan se echó a reír. —Estoy seguro de que lo hizo. ¿Por qué te sorprende? Lo conoces lo suficientemente bien, ¿no?

— ¡Oh, Dios mío! —Ella negó con la cabeza.

—Necesitamos irnos. —Ryan deslizó un brazo alrededor de su amante. ¿Está pagado el libro? —No, lo estoy robando. —Dio unas palmaditas en la cara de Naomi.

Ella sonrió, empujando su mano. —Lo compraste hace unas semanas, imbécil. Puse la etiqueta personalmente en el libro aquella noche. Adelante, salid de aquí. Hacer espacio para los clientes que pagan.

—Necesito una galleta. —Nate la miró ofendido. Ella negó con el dedo. —No tomes ninguna para Río.

—Cruz a mi corazón. —Se giró mostrándole la espalda, donde se podía ver los dedos en forma de una 'X', el símbolo universal de la anulación de una promesa.

Riendo, ella miró a Ryan. — ¿Cómo puedes vivir con él?

Se inclinó, besando su mejilla. —Hace la vida mucho más interesante, si sabes lo que quiero decir. Buenas noches, Naomi.

—Buenas noches. —Los miraba con nostalgia cuando pasaban por la mesa de los aperitivos. Sabía exactamente lo que Ryan quería decir. Las cosas estaban sucediendo en el hogar de ellos y en el de ella no había sucedido durante mucho tiempo. Décadas. No podía recordar la última vez que había tenido sexo que no implicaran su propia mano y dos pilas "D".

Mirando de nuevo a la mesa de la autora, se dio cuenta que ya casi terminaba. Pocas firmas más y la sexy rubia habría terminado. Por un momento dejó que su mente divagase. ¿Era realmente una lesbiana? A Nate le gustaba bromear, pero sería una broma cruel si no fuera cierto. Courtney era delgada, con buen tamaño de pechos y piernas largas. Definitivamente la más caliente de lo que había visto en la pequeña ciudad de Wyoming ese verano. De piel ligeramente bronceada, ante lo cual

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Naomi se preguntaba si tendría marcada una línea del bikini en los redondos pechos o si la mujer tomaba el sol en topless. Su imaginación tomó el escenario mejor.

Ella removía la blusa de Courtney, llegando por detrás, dejando solo el encaje de color blanco. Dejándola caer al suelo, observando lo que la prenda blanca había estado protegiendo. Naomi complacida de que Courtney no estuviera aun desnuda, quería ser la única en observar todo de ella, deliciosa. Y quería hacer más que solo mirar. Sentirlos en sus manos, inclinarse para tomarlos en sus labios y saborear un pezón. Endureciéndose inmediatamente a su contacto y Courtney se retorcería del placer obtenido.

La humedad se filtraba entre los muslos de Naomi. Cerró los ojos y gimió. — ¡Hey!

Asustada, abrió los ojos y miró a su alrededor, en busca de la voz. Nate se dirigía hacia la puerta, las galletas en una mano, el brazo de Ryan en la otra. Con una sonrisa maliciosa, asintió con la cabeza hacia la mesa de firma. —Ve por ello— le artículo.

— ¡Lárgate! —Frunció el ceño. Era casi como si supiera lo que había estado pensando, lo cual daba miedo. Naomi no se consideraba un libro abierto, era una persona reservada. Nate Gills tenía alguna manera de ver a través de su cuerpo que le sorprendía a veces.

—Nos vemos. —Ryan se despidió con el libro de Nate de Destiny's Choice, sonriendo mientras se iban.

Ella los despidió al final y se volvió hacia la multitud. Melissa registró la última compra, y cuando la gente se retiraba, Naomi limpiaba.

—Le dije a Courtney que tú reservaste una habitación en el Apple Valley Inn hospedaje y desayuno incluidos, —dijo Melissa, volviéndose hacia la autora—. Es un lugar hermoso. Te gustará el propietario. Tía es genial.

—Suena perfecto. —Courtney se puso de pie, hizo algunos estiramientos, moviendo la mano que había utilizado—. Estoy agotada.

Quiero disfrutar de la bañera y tal vez obtener algo de comer. Ha sido un día largo. —Me encantaría mostrarle el camino —agregó Melissa—. Está cerca de mi casa.

—Llevaré a la Señorita Cross a la posada —anunció Naomi—. De hecho, sería mejor comer algo en el Bar and Grill de Brewster en primer lugar. Tienen bocadillos grandes, y podemos tomar una copa de algún vino. Si no estás muy cansada, que es...

—Suena perfecto. Me encantaría una copa de vino. Pero, por favor, llámame Courtney—. Estudió a Naomi por unos momentos antes de recoger sus cosas y a empujones los guardó en su bolsa de lona. —Bien— Naomi sentía la cara caliente y desvió la mirada rápidamente. —Probablemente no tuviste la oportunidad de probar las galletas. Son fabulosas.

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—El panadero es un chico guapo en una silla de ruedas. Realmente de ensueño. —Melissa levantó las cejas hacia arriba y hacia abajo.

Courtney tomó una galleta con chispas de chocolate. —Oh, un hombre sexy que hornea. Suena tentador.

Naomi se preguntó de nuevo si Nate sólo había tirado de su cadena. La mayoría de lesbianas no hablan de hombres sexy siendo tentadores. Ahora no estaba tan segura de sí misma. Tendría que averiguar si Courtney era gay. —Vamos a colocarlas en una caja—. Ella puso las galletas restantes en dos paquetes. —Llévate estas a tu casa, Mel. Voy a dejar estas con Courtney en la posada.

—Gracias—. Courtney empujó la última en su boca. — ¡Son maravillosas! Podría comerlas todas, pero ciertamente no es necesario.

Naomi no pudo dejar de tomar nota del trasero bien formado de la mujer. —No, no tienes nada de qué preocuparte. Ella agarró su bolso y lo colocó sobre su hombro.

Courtney sonrió, y con esto su corazón se derritió. Ella tiene que ser gay. Casi puedo sentirlo.

—También, gracias. —Melissa tomó la segunda caja de galletas, obviamente decepcionada por la separación de su huésped.

— ¿Ya cerraste el registro? —Naomi le preguntó a Mel. —Todavía no.

—Voy a dejarte eso, entonces. Courtney, déjame ayudarte.

Courtney entregó una bolsa a Naomi e izó la otra para ella. —El resto de mis cosas están en mi coche de alquiler. —Miró a Melissa—. Fue un placer conocerte. Gracias por tu ayuda esta noche.

—Ya lo creo. Fue genial. Gracias.

—Buenas noches, Mel. —Naomi sonrió, dejando a su empleada de pie ante la caja registradora cuando ella y Courtney salieron del edificio.

—Tienes una tienda maravillosa. —Courtney miró el pequeño letrero en la ventana que decía Booklover—. Es muy hogareño y confortable. ¿Lo compraste o lo abriste tú misma?

—Lo hice todo sola, —admitió Naomi—. Cuando encontré el lugar me enamoré, era justo en el centro de la ciudad. Tuve la oportunidad de alquilar el edificio y luego me puse a hacer mi tienda de ensueño, un lugar acogedor donde la gente puede echar una ojeada y simplemente relajarse.

—Lo has conseguido. —Courtney presionó el botón de la llave del auto, y el maletero de un Mazda azul se abrió. Depositó sus cosas y luego tomó el resto de Naomi. Cerró el auto, mirando a su alrededor. — ¿Quieres que te siga, o…?

—Podemos caminar. —Naomi señaló unas puertas más abajo en el mismo lado de la calle. El letrero de neón brillante decía Brewster.

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— ¡Excelente! He estado encerrada en el avión, librerías y habitaciones de hotel durante semanas. Me encantaría la oportunidad de estirar las piernas.

Se dirigieron por la acera. — ¿Cuánto tiempo has estado en las carreteras? —Seis semanas.

— ¿Y cuántas paradas te faltan?

—Ninguna. —Courtney se detuvo en la puerta de entrada del lugar—. Cattle Valley fue la última. Ya he terminado.

— ¡Wow! —Naomi abrió la puerta, y entraron—. Eso tiene que sentirse bien. —Eligió una mesa vacía en una esquina, y ambas mujeres se acomodaron—. ¿Realizaste todo lo que habías esperado?

—Más o menos. Hubo algunos momentos difíciles. Algunos revoltosos como un reverendo y sus fanáticos, escuché que ellos me siguieron a Omaha, pero finalmente se rindieron cuando me dirigí al oeste.

—He escuchado de ese grupo. Tienes suerte de que se dieran por vencido. Son los mismos tontos que acudían a Laramie en donde el pobre chico Matthew Shepard fue asesinado. Protestaron cuando sus asesinos fueron llevados a juicio, apoyando a esos asesinos, puedes creer eso.

—Increíble. La gente de mente pequeña me hace enojar.

Naomi vio la oportunidad y estaba a punto de decir algo cuando la camarera apareció. —Buenas noches, señoras. ¿Qué puedo hacer por ustedes?

—Si, Kitty. Creo que nos gustaría empezar con un poco de vino. Está bien blanco, ¿Courtney?

—Bien. —Echó un vistazo sobre el menú rápidamente—. Quiero algo ligero para comer como ¿nachos o quesadillas?

—Eso suena bien. ¿Qué tal una orden de cada uno? Podemos compartir. —Levantó la vista hacia la regordeta, camarera morena.

—Lo tengo. Vuelvo con el vino. No estamos muy ocupados esta noche, por lo que la comida saldrá en poco tiempo. —Kitty asintió con la cabeza y se marchó.

Courtney la vio irse. —Esa es una bebida grande de agua.

Eso sería acomodarse. Ningún hombre hetero o lesbiana que entraban a Brewster, dejarían de notar a Kitty. —Es un bombón, ¿no? Buena chica también. —Para estar segura, añadió una pequeña mentira piadosa—. Bastante segura de que ella está ocupada.

Volviendo a la mesa, Courtney negó con la cabeza. —Supuestos. Por supuesto, creo que es peligroso asumir que todos en la ciudad son gay. Melissa dice que hay gente heterosexual aquí también.

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—Hay. —Naomi vio su oportunidad y se lanzó sobre ella—. Pero yo no lo soy hetero, claro está. U ocupada. — ¿Qué? Esa última parte salió sin poder pararlo. Naomi se sentía como una idiota.

— ¿En serio? —Los ojos de Courtney se ampliaron con su amplia sonrisa—. Estoy sorprendida. Alguien tan bonita como tú no duraría mucho tiempo en la ciudad. Las niñas estarían sobre ti, como moscas a la miel.

El estómago de Naomi se estremeció de placer ante el cumplido. Miró a los ojos de la otra mujer con cautela. —No, no hay moscas.

Kitty volvió con su vino, colocando los vasos delante de ellas. —Aquí están señoritas. La comida estará en breve.

—Gracias. —Courtney no vio a la bella mujer irse esta vez. Mantuvo su atención en Naomi. —Gracias, Kitty, — Naomi murmuró, con los ojos fijos en la rubia delante de ella.

Finalmente desviaron la mirada, Courtney levantó su copa y bebió un sorbo. —El buen vino. Ah, se siente maravilloso. Sentada, descansando, sabiendo que no hay que ir a otro lugar mañana.

— ¿Cuándo es tu vuelo? —Naomi odiaba haber preguntado. Nunca había sido para una sola noche, pero algo acerca de esta sensual extraña hacía volver a considerar esa política.

—Mi vuelo sale en Sheridan pasado mañana. Sin embargo, podría posponerlo.

— ¿En serio? —La emoción se formaba como burbujas en su interior. Obligándose a respirar. Cuando levantó su copa, su mano temblaba. La regresó a su lugar rápidamente.

—Sí. He estado yendo sin parar y estoy cansada. Me he ganado un descanso, y cuanto más tiempo estoy aquí, cuanto más conozco de Cattle Valley creo que podría ajustarse a lo que necesito.

¡Sí! Naomi luchaba para sofocar la construcción de su entusiasmo en su interior. Trató de hablar con calma. —Tenemos una ciudad hermosa. Es tranquila y relajante, pero hay mucho que hacer si estás interesada.

—Lo estoy. —La mirada de Courtney se volvió más intensa, y ambas finalmente rompieron contacto —. Quiero decir, creo que lo estoy.

—Eso espero —murmuró Naomi cuando Kitty llegó con su comida.

Puso los nachos y quesadillas en el centro de la mesa, colocó un plato vacío delante de cada mujer. — ¿Cualquier otra cosa que necesiten? ¿Más vino?

—Estamos bien. —Naomi miró a Courtney, quien asintió con la cabeza. —Grita si me necesitas. —Kitty caminó hacia la otra mesa.

—Así que. —Courtney recogió algunos de cada plato a su plato—. ¿Qué tipo de cosas hay que hacer en Cattle Valley?

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—Lo que quieras. —Naomi hizo lo mismo, mordisqueando una quesadilla—. Hay un hermoso parque. Los días para el Rodeo después de lo sucedido en el Cuatro de Julio, se canceló. Pero hay un rancho a las afueras del pueblo donde se puede montar a caballo, si eso es lo tuyo.

La otra mujer crujía un nacho. —Esto es realmente bueno. Me alegro de que sugirieras comer aquí. Naomi dudó, pero habló. —Tenemos otro maravilloso restaurante en la ciudad, La Canoe. Es un poco más lujoso. Si quieres…

—Me encantaría. —Los ojos de Courtney resplandecieron—. ¿Qué tal mañana por la noche?

El corazón de Naomi revoloteaba. —Suena perfecto. Voy a llamar y hacer la reserva. Eso por lo general es el viernes por la noche.

— ¿Y qué hay de ti? ¿Qué te gusta hacer, por ejemplo, en tus días libres?

Se encogió de hombros. —No soy un verdadero lio. Me voy a pasear por el parque, tal vez ver una película. A veces me quedo y leo un libro.

—Me gusta permanecer adentro —Courtney lamió la salsa de su dedo—. Ver películas viejas en la televisión o juegos de mesa.

— ¿Juegos? —Naomi repitió, para después sonrojarse al darse cuenta de su doble sentido—. Los juegos de mesa o juegos de cartas, quiero decir.

Courtney sonrió. —Puedo jugar muchos juegos. Tablero, tarjetas... y mucho más.

El calor se propagó por el cuello de Naomi hacia su pecho. Un cosquilleo por la emoción se estableció en su estómago.

—Me encanta ver a una hermosa piel, ruborizada y pelirroja. Su rostro coincide con su pelo. Pecas diminutas aparecen en las mejillas. Y el resplandor rosado va todo el camino a su... —ella recorría a Naomi, siguiendo más allá de su cuello, bajando su mirada a sus pechos. Courtney miró fijamente, lamiendo otro dedo.

Los pezones de Naomi reaccionaron con anticipación. Las protuberancias se endurecieron, no se atrevía a mirar hacia abajo. Su entusiasmo sería bastante evidente a la provocativa mujer que se burlaba de ella. —La maldición de las pelirrojas.

—No una maldición. Lo adoro. El color de tu pelo y la expresión de tu rostro. Es muy bienvenido. Estuvieron en silencio con la cena, mirando una a la otra. Finalmente Courtney empujó el plato hacia el borde de la mesa. —Estoy satisfecha. Eso fue genial.

— ¿Quieres algo más? —Una cuestión peligrosa, Naomi se dio cuenta, una vez que estaba fuera de su boca. Podía pensar en un par de cosas que ella quería, pero no podía ser que Courtney pensara lo mismo.

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alguien más para compartir. Supongamos que podemos conseguir ¿una botella para llevar? —Creo que puedo conseguirla. Ambos puntos. —Sonrió cálidamente.

Courtney se lamió los dedos seductoramente, una última vez. Mantuvo sus ojos en ella hasta que Naomi se movió en su asiento.

Estamos en la misma página. Naomi inhalaba ligeramente. Reconoció el deseo evidente en los ojos de la otra mujer. Era la misma sensación recorriendo por sus venas, puesta en marcha en su esencia misma. Lista para el siguiente nivel, llamó la atención de Kitty.

La camarera se acercó. — ¿Les apetece algo más?

—Nos gustaría una botella de ese vino para llevar, Kitty. Y la cuenta, por favor. —Naomi cogió su bolso.

—Claro. Ya vuelvo. —Se dirigió a la barra. —Permíteme. —Courtney recogió su bolso. — ¡De ninguna manera! Eres mi invitada.

—Mira. Organizaste una maravillosa firma de libros oportunamente para mí, y realmente lo aprecio. He vendido un montón de libros esta noche. Lo menos que puedo hacer es invitar a la cena para expresar mi agradecimiento.

—Está bien. —Naomi cerró su bolso, su mente acelerada. Si eso era lo único que Courtney planeaba hacer o había más. Una pequeña sonrisa estampada en su rostro, añadió, —esta noche es tu turno. Pero mañana por la noche es el mío.

—Si tú lo dices. Sólo recuerda, esta noche no ha terminado todavía. —Courtney sonrió mientras Kitty entregaba la cuenta con una botella en una bolsa de papel marrón.

—Asegúrese de poner la botella en el maletero del auto cuando lo lleve a casa. —La camarera aconsejó—. Aunque han tomado medio vaso de vino cada una, pero no deben ser descuidadas.

—Buena idea, gracias. —Naomi asintió con la cabeza. Courtney dejó algo de dinero sobre la mesa, y se pararon.

Kitty le guiñó un ojo mientras recogía el dinero. —Tengan una buena noche, ¿Escucharon? No creen problemas.

—No lo haremos. —Courtney presionó la botella en su pecho, dirigiéndose a Naomi—. ¿Lista? —Sí. —Caminaron juntas.

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—Eh, que está tratando de iniciar un chisme creo. Las ciudades pequeñas, ya sabes. La gente quiere saber de todos los asuntos personales de los demás.

Caminaron de regreso por la calle, deteniéndose al llegar al coche de alquiler. —Así que. —Courtney guardó la botella en el maletero—. ¿La gente buena de la ciudad puede ser que note que te quedaste conmigo en lugar de irte?

— ¿Es eso lo que tienes en mente? —Naomi dio un paso más cerca.

— ¿La verdad? Sí. Entiende por favor, no suelo hacer una propuesta a una mujer que acabo de conocer, pero hay algo en ti... —Courtney se movió más cerca, sus cuerpos casi se tocaban—. No puedo poner la mano en el fuego por esto. Pero se siente como que tenemos algún tipo de conexión. —Yo también lo siento, —admitió Naomi—. Para ser dos desconocidas, podríamos tener mucho en común.

—Exactamente. —Courtney asintió con la cabeza—. Entonces la pregunta es, ¿te importa lo que la gente de la ciudad piense?

—La mayoría de las veces. —Naomi respiró profundo—. Esta noche, no estoy tan segura. ¿Te importa?

—No. Pero no vivo aquí. No quiero hacer nada que pueda causarte algún inconveniente.

Naomi la miró por un momento y luego decidió ser valiente. Cogió la cara de Courtney y le plantó un beso en los rosados labios de la mujer.

— ¡Oh! —Courtney mascullaba la aparente sorpresa, y luego se recuperó rápidamente y profundizó el beso. Sus labios entreabiertos, la lengua en la boca de Naomi, buscando.

—Mmm. —Naomi estaba derretida en los brazos de la otra mujer. Eran más o menos del mismo tamaño, Courtney un poco más grande, pero parecía de la misma altura. Abrió más la boca, lo que permitió la entrada de la intrusa, que era bienvenida.

Sin aliento, se separaron. —Wow. —Courtney acomodó el pelo hacia atrás—. Supongo que no estás demasiado preocupada por lo que la gente piense.

—Sólo que ahora decidí no preocuparme. Además, en esta ciudad si alguien nos ve, simplemente pensarán que soy una afortunada.

Acariciando una de las nalgas de Naomi, Courtney sonrió. —Creo que la afortunada soy yo. Bueno, vamos. ¿Me vas a mostrar la posada?

Deleitándose, Naomi presionó su entrepierna en el muslo de la otra mujer. —Creo que sería mejor. La gente puede hablar si nos descubren haciendo cosas en la acera.

—Podría ser divertido. Pero no para nuestra primera vez. Para la primera vez necesitamos vino, un baño caliente y burbujas. Muchas burbujas.

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Naomi sonrió. —Alrededor de dos minutos. Pero estaremos en coches separados. Espera aquí, mi auto está estacionado en la parte de atrás. Voy por él y me puedes seguir. Conduzco una SUV pequeña, negra.

—No voy a seguir a nadie más que a ti. —Courtney agitó sus pestañas y se metió en el coche de alquiler.

—Promesas, promesas. —Naomi murmuró jovialmente, mirando a la rubia. Una sensación en su estómago le advirtió que ir a la cama con una mujer que había conocido no era la idea más brillante. No había futuro en eso. Sería simplemente sexo. Naomi suspiró. Había pasado tanto tiempo, no podía recordar lo que se sentía con el sexo. La sensación de hormigueo en su coño estaba en guerra con su conciencia.

Un golpe seco de la bocina del coche deportivo la sobresaltó.

— ¡Date prisa! —Courtney asomó la cabeza por la puerta, sonriendo.

La mujer de pelo rubio se veía tan linda, tan sexy, la lujuria de Naomi se impuso sobre el sentido común. ¿Cuál podría ser el daño en una aventura de una noche? Tal vez dos noches. — ¡Mis pies son como las alas! —La llamó de nuevo, abriendo la tienda, cerrando nuevamente para dirigirse a su vehículo estacionado detrás. El corazón de Naomi se sentía como si tuviera alas también. Corría a gran velocidad y si fuera más rápido, juraría que podría volar lejos.

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Capítulo 2

Courtney puso en marcha el pequeño coche que había alquilado ese mismo día. No era el tipo de automóvil que acostumbraba usar, pero durante veinticuatro horas, no era problema. La idea de que podría permanecer más tiempo se le ocurrió nuevamente, pero la descartó por el momento. Ya tendría tiempo para considerarlo. Encendió las luces y esperó.

Una SUV negra salió de la esquina y se detuvo detrás de ella. Miró al conductor. Era Naomi, saludándola, se veía hermosa y sexy como el infierno. Le devolvió el saludo, y cuando la camioneta arrancó, la siguió.

No había mucho tráfico y las calles estaban bastante bien iluminadas, de modo que no tuvo problemas para mantenerse cerca, incluso en el coche familiar. Los pensamientos se agolpaban en su mente más rápido de lo que podía procesarlos. ¿Qué estoy haciendo? Nunca tuvo aventuras por una noche. Irse a la cama con una extraña era la última cosa que imaginó hacer en esta pequeña ciudad tranquila.

Algo sobre Naomi despertaba la lujuria más pura y salvaje que jamás había sentido en su vida, ni una vez. Estaban sintiéndolo, y si las cosas resultaban bien, podría considerar quedarse aquí una temporada. Había sido una gira larga y agotadora de un año, desde que terminó su novela hasta todo el trabajo de promoción. Unas vacaciones eran su recompensa. Pero una caliente y apasionada noche de sexo era lo que necesitaba en este momento. Courtney sonrió.

Después de un corto tiempo, Naomi se detuvo delante de una casa grande en una esquina. Courtney se estacionó detrás de la camioneta y bajó.

— ¡Wow! —La casa era enorme, de estilo victoriano en color blanco con rojo oscuro en los bordes—. Es hermoso. Se ve antiguo, pero increíblemente bien mantenido.

—Sí, bueno, en realidad fue construido para dar esa impresión. La ciudad no tiene más de veinte y cinco años.

— ¡Estás bromeando!

Naomi negó con la cabeza. —Es verdad. Es una historia larga, pero bastante interesante. Te la contaré algún día. —Pasó de un pie al otro.

Courtney se rió entre dientes. Naomi parecía bastante ansiosa por entrar en lugar de estar hablando. Eso estaba bien con ella. También lo estaba.

Su mente aún la atormentaba, no era propio de ella ir a la cama con una extraña, pero había algo en Naomi que le atraía como nunca antes. Por no mencionar claro el largo período sola desde su última relación. Abrió el maletero para obtener lo que necesitaba esta noche. — ¿Te importaría ayudarme con esto? —Le entregó un bolso negro y la caja de galletas para poder sacar la otra maleta, su ordenador portátil y el vino.

—Puedo ayudarte con más cosas. —Naomi tomó el ordenador y otra bolsa.

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este vino si lo deseas.

—Lo que sea. —Sonriendo, la pelirroja le arrebató la botella y empezó a subir la escalinata. —Lo siento. No quise decir... —Courtney se apresuró a alcanzarla.

—No hay problema. —Naomi abrió la puerta y le indicó que pasara—. Todo el mundo tiene sus pequeñas excentricidades. Debería de haber sabido que más un escritor.

— ¿Y tú? —Arrastró su pesada maleta dentro, dejándola enfrente de la mesa de recepción—. ¿Tienes algunos hábitos raros que deba saber?

—Tal vez. —Naomi sonó la campana en el mostrador—. Como alguien dijo alguna vez, es mejor informar a ser descubierto.

—Ajá. Courtney sonrió. De pie con Naomi, se dio cuenta de que estaban muy cerca de tener el mismo tamaño. Aproximadamente el mismo peso, aunque ella tenía un poco más de carne en los huesos. Sus pechos eran ligeramente más grandes, pero los de Naomi eran tentadoramente redondos y llenos. Sintió mariposas en el estómago cuando imaginó poniendo sus manos y la boca en esas esferas perfectas. ¿Dónde está la recepcionista?

Una puerta se abrió y una hermosa mujer con el pelo rizado y piel medio oscura se acercó a ellas. — Buenas noches, Naomi. Ella debe ser Miss Cross. —Hablaba con un acento de Jamaica y saludó a ambas.

—Hey, cariño, —respondió Naomi—. Sí, lo es. Tia Brooks, es la famosa autora, Courtney Cross. Courtney, esta es Tia. Administra el hotel.

—Encantada de conocerte. —Se estrecharon las manos—. Me encanta su acento. ¿Eres de Jamaica? —Lo soy. De la pequeña ciudad de Apple Valley, cerca de Kingston. Estoy tan feliz de conocerte. He leído todos tus libros y algunas otras cosas. Me hubiera gustado estar en el evento de la firma, pero mi chica del turno nocturno se puso enferma. Tal vez, ¿podría pedirte otra firma para una copia en algún otro momento mientras estás aquí?

— ¡Por supuesto! A alguien que me ha seguido desde mis primeros trabajos, definitivamente le daré un autógrafo o dos.

Naomi habló fuerte y claro. —Puede ser que se hospede más de dos noches, Tia. ¿Sería eso un problema?

—No en lo más mínimo. Con los días de Rodeo clausurados, tenemos habitaciones disponibles. Házmelo saber.

—Lo haré cuando me haya decidido. —Courtney vio un destello de decepción en la cara de Naomi. Añadió rápidamente—. Necesito hablar con mi agente acerca del itinerario.

—No hay problema. —Tia le entregó una pluma—. Sí, necesito que firmes esto, por favor. Permítame su tarjeta de crédito.

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—Por supuesto. —Courtney tendría que ocuparse de los detalles, aceptó su llave de la habitación. No fue una tarjeta ni nada moderno. Era una llave pasada de moda—. Gracias, Tia. Probablemente te vea mañana.

—Voy a estar aquí —la mujer las despidió con una voz cantarina mientras se alejaban—. Naomi, ¿supongo que le mostrarás su habitación?

—Claro que puedo manejarlo. —Sopesó hasta dos maletas y se trasladó a las escaleras—. Sígame, señora.

—Puedo con eso —Courtney buscó la bolsa más pesada.

Naomi se puso en marcha. —Recoge tu equipo y el vino. Estoy poniéndome sedienta.

—Tienes razón, voy detrás. —La siguió, viendo la danza de la parte trasera—. Estoy disfrutando de la vista.

Una risa sensual fue la única respuesta, y después de un tramo de escaleras se detuvo delante de la puerta dos-cero-seis. —Llegamos.

Courtney introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta. Permitiendo la entrada de su invitada y encendió la luz. — ¡Oh, esto es hermoso!

La habitación era grande, decorada en tonos suaves, en colores pastel de azul y crema. Un gran cazador de sueños adornaba la pared, junto con otros objetos de la India. Las cortinas eran de gasa pálida, pero la cortina del fondo era sólida y parecía eficaz en el oscurecimiento de habitaciones.

—Esto es lindo, —coincidió Naomi—. No he visto todas las habitaciones. Pero algunas están decoradas con objetos de vudú de Jamaica, que es una especie de refrescante y escalofriante sensación al mismo tiempo. Esta es tranquila y relajante.

Courtney encendió la luz del baño. —Así es. Oh, wow, mira esto. Una enorme bañera de patas.

—Lindo. —Naomi miró por encima del hombro—. Parece espaciosa. Tal vez incluso lo suficientemente espaciosa para dos personas.

—Estoy totalmente de acuerdo. —Regresó al dormitorio y cerró la puerta, colocando el pasador. Se enfrentó a Naomi—. Así que supongo, que las dos sabemos lo que estamos haciendo aquí.

Naomi se encogió de hombros, una sonrisa nerviosa salió de momento. —Supongo.

—Quiero decir… —Courtney dio un paso más cerca—. Me gustas. Estoy muy atraída hacia ti. No suelo hacer esto en una noche.

—Vamos a tener que hacer que dure más de una noche, entonces. —Naomi amplió su sonrisa.

Courtney se acercó, tocando su mejilla suavemente. —Sabes lo que quiero decir. Incluso si me quedo un poco más, como un fin de semana o lo que sea, las dos sabemos cómo va a terminar.

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Naomi se relajó por el toque y cerró los ojos. —Vamos a no pensar en finales. Pensemos en los comienzos.

—Para que lo sepas…

—Lo sé. —Acarició la palma de la mano de Courtney.

Courtney la soltó y dio un paso atrás. Encendió la lámpara en la esquina y luego apagó la luz del techo. — ¿Quieres poner algo de música en la radio?

Naomi fue a la cómoda y jugueteó con el dial, sintonizando una balada. —Música country, —murmuró Courtney.

— ¿Esperas algo diferente?

—Probablemente no. Algunos cantan de perder a su esposa, perro o ambas cosas. —O alguna mujer que canta acerca de su hombre o de engaño.

—En eso tienes razón. —Courtney se rió y abrió la maleta más pequeña. Sacó una botella de baño de burbujas con fragancia y se la llevó al baño. Dejo correr el agua hasta que la temperatura saliera caliente, dejándola llenar hasta la mitad. Después de agregar una tapa llena del líquido aromático, lo reconsideró y añadió otro. Burbujas explotaron sobre el agua, llegando a la parte superior de la porcelana.

Encontró dos vasos en el mostrador junto al fregadero y abrió el vino. Sirvió un poco en cada vaso para volverse y encontrar a Naomi apoyada en el marco de la puerta, mirándola. —Hey.

—Hey para ti. Esto se ve bien.

—Lo único que falta son velas. Tal vez podamos obtener algunas mañana.

—Tengo velas, pero no tengo una bañera de lujo como esta. La mía es una cosa simple. Esto es mucho más divertido.

—Yo también lo creo. —Puso los vasos en la repisa detrás de la bañera y miró a Naomi. Manteniendo el contacto visual, Courtney comenzó a desabrocharse la blusa. Se preguntaba si Naomi se sentía de la misma manera que ella. Estaba muy nerviosa. Courtney vio temblar la mano de Naomi cuando empezó a desabrochar su propia camiseta, y sonrió.

Naomi se quitó su camisa y la arrojó a un lado. Después siguió para desabrochar el encaje, un sujetador de color melocotón. Después de un momento de vacilación lo deslizó, dejando al descubierto los pechos pequeños con areolas grandes de color marrón. El sujetador voló a la otra habitación.

Courtney contuvo el aliento al ver tal delicia. Parecía una eternidad desde que había estado con otra mujer. Escribir era como si hubiera estado recluida y para que después, viajara por semanas. No había opción de tener citas. —Joder —murmuró, los ojos clavados en los pezones marrones.

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Naomi sonrió nerviosamente, y Courtney se dio cuenta de que era un poco incómodo. —Se siente… — ¿Extraño? —Naomi terminó la frase.

—Sí. —Courtney se rió entre dientes—. Ha pasado un tiempo desde que me desnude delante de alguien.

—Todavía no has terminado. —Naomi asintió con la cabeza hacia ella—. Adelante. Conoces el viejo dicho, no voy a morder a menos que quieras que lo haga.

Courtney sonrió, luego se dio cuenta que había dejado de desnudarse y rápidamente se quitó la blusa. Se desabrochó el sujetador blanco funcional y lo dejó caer al suelo.

— ¡Lo sabía! —Naomi dijo con triunfo. — ¿Qué? —Courtney estaba confundida.

—Me imaginé cosas acerca de ti. Tu piel es preciosa, como de luz dorada. Me preguntaba si había líneas de bronceado o si tomabas el sol desnuda.

— ¿En serio? —Estaba asombrada. Había estado tan ocupada, que no había tenido tiempo para fantasear.

—Oh, sí. —Naomi dio un paso más cerca—. Sospechaba que eras modesta. Estaba en lo cierto. — Trazó un dedo sobre la línea izquierda por encima de Courtney del traje de baño, en la parte superior de su escote.

—Lo soy. Quiero decir, no suelo caer en la cama con alguien a quien acabo de conocer. Esto no es... — ¿Ha pasado mucho tiempo entre cada ocasión? —Naomi sonrió.

—Bueno, sí. Muchísimo tiempo. Y tú eres tan linda y sexy…

—Y caliente como el infierno por no hacer esto, y ha sido un tiempo largo para mí también, maldición. —Lo dijo rápidamente.

Courtney se echó a reír. — ¿En serio? No estoy segura del por qué, pero eso me hace muy feliz.

—Probablemente por la misma razón que tus palabras me hacen tan feliz. No quiero pensar en alguien más disfrutando de tus hermosos pechos.

Un estremecimiento recorrió la espalda de Courtney, llegando directamente a su centro. Sentía la humedad entre las piernas y se apresuró a quitarse el pantalón y las bragas. —El agua se enfría.

—Nosotras no queremos eso. —Naomi siguió su ejemplo, desnudándose y tirando la ropa a un lado. Metió un dedo del pie en la bañera—. Estás lista. Vamos. —Se estableció en un extremo de la bañera, y Courtney se subió al otro lado, frente a ella.

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Courtney acercó el vino. —Ten el tuyo.

—Gracias. —Naomi aceptó el vaso, la espalda apoyada en la bañera—. Esto es genial. Tomó un sorbo, su mirada en Courtney.

—Esto es el cielo. He estado en la carretera durante tanto tiempo. — ¿Por eso no estás con alguien? ¿Por los viajes?

—No lo sé. —Se encogió de hombros, jugando con el líquido pálido alrededor de la copa—. Parece que siempre hay algo. Cuando escribo, me sumerjo en el ordenador. Es todo lo que quiero hacer, vivir y respirar con mis personajes. Una vez que he terminado un libro, creo que puedo conseguir un poco de descanso, pero al poco tiempo, las ediciones empiezan a rodar.

— ¿Hay muchos cambios? —Naomi arrastró su dedo gordo del pie hacia el estómago de Courtney. —A veces. Mi editor y yo hacemos un buen equipo trabajando juntos. Sé lo que quiere y todo lo que implica. Por las cosas que veo, a veces me pregunto: ¿Qué pasa con el mundo?

— ¡No! Por supuesto que no. —Naomi deslizó su dedo por la piel hasta llegar en medio de las piernas. A Courtney le resultaba difícil seguir la conversación. —Oh, sí. Nadie es perfecto. Escribí un pasaje en el que una mujer dijo, No te burles de mí (tease), pero me faltó una “e” y cambió el significado de No me pruebes (tase). Nos reímos de eso durante semanas.

—No es la misma cosa en absoluto, —acordó Naomi, riendo entre dientes. Su dedo del pie se centró en el clítoris de Courtney, trazando pequeños círculos.

Courtney miró al techo, tratando de mantenerse concentrada. —Y luego está la promoción. Si la gente cree que los libros se vende por si solos, están equivocados. Hay un montón de pasos a seguir… ¡Jesús, Naomi! —Se sujetó a la bañera ya que su clítoris estaba vibrando—. Eres buena con los pies. Naomi hizo una lenta sonrisa. —Realmente lo crees. Algunas personas no saben usarlos. Creo que olvidan que es una zona erógena.

—Yo amo los pies, —gruñó cuando su nudo sensible fue acariciado—. Ese dedo gordo del pie es especialmente agradable.

—Estás respirando con dificultad, nena. —Naomi retiró su pie—. Debería darte un minuto. — ¡Regresa aquí! —Courtney buscó debajo de la capa de burbujas, pero no pudo detenerlo.

—Tranquila, sí, —Naomi tomó uno de los pies de Courtney presionando ambos pulgares en el arco trazando pequeños círculos—. Sólo relájate. Tenemos toda la noche.

— ¡Cristo! —Relajándose, había estado tanto tiempo tensa que la estimulación se sentía genial. Naomi tenía razón, tenían toda la noche. Sin prisa. Recuperó su vaso y bebió un sorbo. Recibiendo el masaje, se recostó en la bañera—. Ah.

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— ¿Te gusta? —Naomi trabajaba en cada dedo del pie, metiendo un dedo entre cada par, acariciando. —Mucho. ¿Alguna vez consideraste la posibilidad de ser una masajista?

Naomi se rió entre dientes. —No. Frotar los cuerpos me excita. Terminaría follando a todos mis clientes y creo que me clasificarían como una prostituta. Hasta ahora nadie me ha pagado por sexo. — Amasaba el pie con movimientos firmes seguidos, la llevó más alto y plantó besos ligeros.

Courtney se retorcía de placer. —Yo te pagaría si me das este mismo tratamiento en el otro pie.

—Créeme... —Naomi mordisqueó el más pequeño dedo del pie antes de cambiar al otro pie—. Tengo la intención de dar este tratamiento a todo tu cuerpo.

La idea la emocionó. Provocando que se hundiera más en el agua, sosteniéndose en ambos lados de la bañera. Cerró los ojos para disfrutar el sensual masaje.

Cuando los dos pies eran tan flexibles como el caucho, Courtney suspiró. Antes de que pudiera hablar, Naomi se levantó y cambió las posiciones en la bañera, deslizándose detrás de ella, mirando en la misma dirección.

—Hola —la sexy pelirroja le susurró al oído.

—Eh, hola. Espera. Permíteme calentar esto. —Se inclinó hacia adelante y sacó el tapón, permitiendo que la bañera se vaciara parcialmente. Y añadió más agua caliente, Courtney sentía los dedos jugando en sus caderas y el trasero. Cuando la bañera estuvo lista, se recostó en el pecho de Naomi—. Mucho mejor.

—Así es. —Naomi la abrazó, ahuecando ambas mamas—. Mucho mejor.

—Ah... —Courtney se agachó, pero en esta posición no podía entretenerse, salvo las piernas de Naomi, que se envolvieron alrededor de ella—. A la mierda.

— ¿Qué? —murmuró Naomi, cuando besaba el cuello.

—No puedo tocarte. Quiero poner mis manos sobre tu cuerpo.

—Pronto. —Juntó las manos de Courtney y las apretó, instalándolas en sus muslos—. Es mi turno. — Volvió a colocar sus manos en los senos, ahuecando la plenitud antes de apretar los pezones.

—Vas a volverme loca, —Courtney se retorció de nuevo—. Tengo los pezones muy sensibles. —Es bueno saberlo. —Pellizcando y tirando.

Encantadoras sensaciones invadían a Courtney. La más mínima estimulación de su clítoris la enviaría al vuelo, y estaba preparada para ello. Volvió la cabeza hacia un lado para capturar los labios de Naomi. —Más.

Se besaron, lenguas danzando, buscando. Naomi siguió acariciando un seno, y el delicioso beso pareció durar para siempre.

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Naomi finalmente alejó su rostro, su mano ajustándose entre las piernas en el nudo de la excitación. — ¿Más de que, nena? —Deslizó la otra mano entre las piernas de Courtney, separando el pelo enmarañado por el agua—. ¿Más de algo como esto?

—Sí... eso. —Courtney cerró sus ojos de nuevo—. Mucho de eso.

Oyó una risa suave. Sus dedos se separaron, corriendo a través de los pliegues que no estaban mojados con el agua. Courtney estaba preparada y lista para su primer orgasmo en manos de esta mujer.

—Mmm, eres muy suave. Te siento exquisita.

—Esa mano es lo que se siente bien. Oh sí, frótame, nena. Frota mi clítoris y hazme llegar.

—Quiero que te corras. —Naomi besó el lóbulo de la oreja, rodeando el clítoris con una presión lenta que creció más vigorosa—. No puedo esperar para enterrar mi cara ahí abajo y hacerte terminar con mi lengua. Para ver tu coño apretando, pulsante... luego me remojo con tus jugos.

— ¡Oh, Dios! —Courtney siempre había sido torpe para hablar sexy. Pero tener a Naomi murmurando en su oído, frotando su clítoris, pellizcando los pezones, la sensación era demasiado. Ondas de excitación invadían su cuerpo. Courtney agarró los muslos en un apretón monstruoso y se estremeció por la gloriosa liberación.

—Mmm. —Naomi apartó el pelo del cuello de Courtney, repartiendo besos por todas partes. Capturando la temblorosa piel, soltó el pecho que había estado atormentando y acunado en un abrazo —. Eso estuvo genial.

—Eso es decir poco. —Courtney miró hacia un lado y sonrió—. Eso fue increíble. Dame un beso. —Es un placer. —Naomi se obligó, a que sus bocas se encontrasen con avidez y hambrientas—. Me encantaría quedarme a hacer algo más, pero se está enfriando. Mejor nos secamos y pasamos a la cama.

—Suena bien la opción. —Courtney se deslizó por entre las piernas fuertes y se levantó. Sacó el tapón de drenaje y tomó dos toallas. Entregando la otra, salió pisando en la alfombra de baño—. Estoy toda arrugada.

—Eres hermosa. ¿Quieres más vino? —Naomi miró la botella, con medio vino.

—Tal vez más tarde. —Courtney tiró la toalla a un lado y le ofreció una mano a la otra mujer. Naomi salió y se secó rápidamente. Tirando la toalla a la pila en el suelo, siguió a Courtney a la habitación. —Vamos a deshacernos de esto. —Courtney quitó la colcha, pero la dejó a un lado. Deslizó las sábanas y dio unas palmaditas en la cama—. Ven aquí, sexy.

—No he terminado contigo. —Naomi se acercó—, tengo varias horas más de degustación.

—Tendrás todo el tiempo que desees. Pero es mi turno. Tengo que poner mis manos sobre ti. — Subiendo a la cama quedando frente a ella, colocándose sobre sus piernas abiertas—. ¡Eres tan hermosa! Abre, cariño. Voy a ti.

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Naomi dejó caer la cabeza hacia atrás y se rió. Separó las piernas y observó como Courtney empezaba a besarla a partir de un tobillo, subiendo en cada oportunidad. —Oh, sí.

—Acuéstate y relájate. Esto puede tardar un tiempo. Te debo uno.

Retorciéndose en la cama cuando Courtney lamió detrás de la rodilla, Naomi gimió. —Es tortura. No he tenido uno por mucho tiempo, honestamente no puedo recordar la última vez, “cuando las pilas no estaban involucradas”, entiendes.

Courtney rió entre dientes. —Escuche eso. Recuerdo la última vez, pero no fue muy satisfactorio. No como esto. —Mordió en la parte carnosa del muslo—. No como tú. Eres perfecta.

—No es difícil. La lujuria te ha cegado, querida.

—Bien. Espero quedarme ciega. —Se instaló frente a la cúspide en un parche bien recortado de pelo rojo que brillaba con la humedad—. Mmm.

Naomi amplió sus piernas para darle la bienvenida.

Courtney soplaba en la zona sensible, el siguiente pasó era estar sobre ella para mordisquear un camino por la otra pierna.

Naomi gimió de frustración. — ¡Malvada!

—Hey sólo he comenzado. Cuando termine aquí tengo que pasar algún tiempo en tus deliciosos pechos.

—Eso no te tardara.

— ¡Hey! —Courtney succionó en el muslo y con fuerza. —No digas cosas como esas. — ¡Ay! ¡Vale, vale!

Courtney tuvo que parar para reír. Negó con el dedo a su amante. —No lo hagas. Me encanta el tamaño de tus tetas. Más de un puñado es una lástima.

—Si tú lo dices. —Naomi tambaleó las piernas para abrir y cerrar—. Eso va a dejar una marca. —Pórtate bien, o pondré uno donde se vea a simple vista.

—No creo. Nunca he sido buena para mantenerme fuera de problemas.

Courtney miró hacia arriba, a la sensual mirada. —Bien. Me gusta de esa manera. Ahora quieta y relájate. Tengo que cumplir mi deseo, así que esto podría tomar algún tiempo.

Un gemido frustrado como respuesta, y sonrió. Esto es demasiado divertido. Había olvidado lo maravilloso que podía ser, pasar el tiempo con una mujer. En ese momento, decidió pasar sus vacaciones en Cattle Valley. Había llamado a su agente y familia, para hacerles saber que se quedaría por una semana. Observando la sexy mujer, sonrió. Tal vez dos semanas.

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Capítulo 3

Naomi se despertó en una cama desconocida y se tomó un momento para refrescar su memoria. La mujer rubia dormida a su lado, tendida boca abajo, no había sido un sensual sueño. Era real.

¡Qué noche! Después del baño, se habían quedado jugando en la cama por un par de horas más. Courtney era sensible y una cuidadosa amante. Se aseguró de satisfacerla en todo, para después, beber vino y galletas. Después de eso, otra vez, chupar, lamer y mordisquear todo lo que podía.

Se destapó y examinó su cuerpo. Sus pezones estaban muy sensibles, y su clítoris rosado por el sexo. No había disfrutado de una noche como esta desde hacía tiempo. A pesar de las horas de sexo, aun estaba caliente como el infierno viendo dormir a Courtney.

Recorriendo un dedo sobre la esbelta espalda y en las nalgas apretadas, se preguntó si Courtney sentiría lo mismo. — ¿Estás despierta?

— ¿Hmm? —Su rostro lo hundió en la almohada.

—Me voy para que duermas. —Extendió la mano, sólo un apretón en una nalga y arrastró el dedo por la raja.

—Mmm... —Despertó y trató de darse la vuelta.

—Quieta. —Naomi sobre ella, disfrutaba de la vista—. Estoy mirando tu trasero. —Congélate —murmuró, empujando más alto en el aire.

—Casi no has dormido. No quería molestarte.

—La única forma en que podrías molestarme es irte sin antes darme los “buenos días”. Naomi se rió entre dientes. —No estaba segura, después de anoche...

—No estabas segura de ¿qué? ¿Si me gustaría tener sexo otra vez? Para tú información, no es necesario preguntar. Estoy lista para cuando lo desees.

—Eso es bueno saberlo. Creo que somos muy parecidas. —Separó las mejillas y trazó una línea con su lengua, desde su fruncido ano hasta su dulce coño con el cual estaba más que familiarizada. Penetró el clítoris rosa con su dedo, acariciando lento y a la vez profundamente.

—Delicioso. —Courtney levantó sus caderas—. Oh, sí. Tenemos que aprovechar el tiempo que tenemos juntas. Vivir cada segundo y cada minuto.

Naomi se detuvo un momento. —Lo estás volviendo a hacer, hablando de finales, quedamos que ibas a parar de hacerlo.

—Sólo quiero que seamos realistas. Las dos sabemos. —Sólo una nalgada la hizo cambiar de tema—. ¡Hey!

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—Ese tema, las dos lo sabemos bastante bien. He decidido no pensar en eso. Tengo mejores cosas en que pensar como este lindo trasero. —La noche anterior habían roto el hielo, hablando de todas las formas imaginables, pero había una cosa que Naomi no había mencionado. Ella adoraba el sexo anal —. En realidad, lo que quiero hacer es más que sólo mirar este culo tuyo. Me gustaría probarlo, pero nunca te pregunté si tenías un cinturón guardado en tu maleta. O si te gustaría hacer sexo anal.

—Nunca, eh, ya sabes...

— ¿Nunca lo has hecho con un cinturón? —No, no en el culo. Tengo un coño.

— ¿Te gustó eso? —Naomi lamió el coño por última vez antes de mala gana retirarse. Sostuvo las caderas de su amante para ayudarla a estar sobre su espalda.

—Sí. —Courtney la miró con recelo.

—No pareces muy segura. —Naomi abrió sus sexys muslos ante ella y se sentó sobre ella presionando su coño contra el de Courtney.

—Me gusta. Nunca he hecho nada en el trasero.

—Es increíble. —Inclinó su cuerpo, frotando su clítoris contra la otra mujer—. Si confías en mí iré despacio, te voy a enseñar. Estoy segura que te gustará. —Acarició los pechos de su amante, teniendo uno en cada mano, apretando.

Courtney gimió y acarició los pechos de Naomi. Los tomó de una manera similar, amasado y acariciando a medida que frotaban sus coños juntos. Se deslizó una mano entre ellos y los dedos en su clítoris.

—Bueno —murmuró Naomi, al presionar rítmicamente en la mano. Su punto culminante se desarrollaba, este iba ser uno muy bueno.

— ¿Tienes algún arnés? —La voz de Courtney se entrecortaba con sus empujes. —Oh, sí. Podría follarte muy bien. Culo o coño, tú eliges.

Sin aliento, los ojos de Courtney quedaron en blanco. —Vamos, dulzura, —animó Naomi—. Termina para mí.

Cuando Courtney se estaba estremeciendo por su clímax. Y Naomi alcanzó también su culminación. Todo lo que podía hacer era mantenerlo y disfrutarlo.

—Ambos —murmuró Courtney finalmente, jadeando. —Hmm, ¿nena? —Naomi la miró.

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maneras posibles.

Sonrió, colapsando sobre la mujer. Acariciándose por unos minutos, después, Naomi rodó hacia un lado. Echando un vistazo al reloj de la mesilla de noche, ella suspiró. —Es tarde. Tengo que ir a casa y limpiar antes de abrir la tienda.

Courtney deslizó un dedo por encima del hombro. —Podrías limpiar por aquí.

Sentándose, Naomi sonrió, negando con la cabeza. —Eso tomaría mucho más tiempo. Además, necesito ropa. No puedo usar las mismas cosas que llevaba ayer.

—Está bien. —Courtney se sentó sobre ella—. ¿A qué hora terminas?

Naomi vagaba por la habitación, recopilando su ropa. —Espero que sea pronto después de llegar a casa del trabajo.

Courtney se echó a reír. —Eres una niña mala. Pensé que íbamos a cenar.

—Oh, sí. Gracias por recordármelo. Voy a llamar para hacer la reserva. Así que... —colocándose sus zapatos—. ¿Qué vas a hacer en tu primer día sola en Cattle Valley?

—Dormir. —Courtney bostezó y se estiró—. Tal vez camine por el centro. Visitar a una linda pelirroja en la librería.

—Tu día se va a prolongar, te lo prometo. —Tocó la mejilla de Courtney—. Seguramente lo único que ella tiene en mente es atraparte en su cama.

De pie, frente a ella, Courtney plantó un beso en la boca. —Dicen que la anticipación es como la mitad de la diversión.

—De ninguna manera. La anticipación me vuelve loca. Tengo un problema con tener paciencia.

—Entonces quédate conmigo. Soy toda tuya para lo que quieras. —Courtney la volvió a besar, colocando una de las manos de Naomi en su pecho.

Naomi acarició con ternura y dio un paso atrás. —Lo haría si pudiera, ya lo sabes. Tengo que trabajar porque Melissa tiene una cita. Pero estoy libre los fines de semana. Ven a las seis esta noche, soy toda tuya.

—Seis, no está mal. Pensé que sería más tarde.

—El jueves fue el único día que salimos tarde. Te veré a las seis. —Podríamos encontrarnos en el lugar, y dirigirnos a La Canoa. —Eso sería genial.

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—Como cualquier cosa cuando tengo tiempo.

—Permíteme llevarte algo de comer. Quiero comer contigo.

— ¡Sip! —Le dio un último beso—. Encantada. Te veo más tarde. —Sí, ahí estaré. —La miró coquetamente.

Naomi sonrió cuando se dirigía a la salida. —Si necesitas direcciones o cualquier cosa, pregunta a Tia o a alguien en la recepción. O llámame. Estoy en el libro.

— ¿Tendrás un teléfono móvil?

—No lo necesito. Estoy siempre en la tienda o en casa. —Sólo me preguntaba si te gustaría sexo telefónico.

—Hmm, entonces conseguiré uno. —Sonrió a la encantadora rubia.

—Te daré mi número de móvil más tarde. —Le dijo Courtney—. Vete ya, o te atraparé para tenerte en mi cama.

—Mmm... —Naomi negó con la cabeza. Viendo los movimientos de Courtney dentro de las sábanas, de mala gana se fue. Las seis de la tarde no es tanto tiempo.

Naomi estaba en la estantería de libros para jóvenes cuando la entrada de la puerta sonó. Mirando en esa dirección, sonrió. Su vecina de al lado, Lily, contoneándose por el pasillo. —Buenos días, ¡Lily! ¿Cómo te sientes hoy?

—Mis pies están hinchados y mi vientre es del tamaño de una pelota de baloncesto. Y el baloncesto está presionando mi vejiga provocando que tenga ganas de orinar cada 20 minutos. Pero, estoy bien. —Se apartó el flequillo marrón de sus ojos mientras que la otra mano descansaba en la parte baja de la espalda.

—Oh, cuanto lo siento. —Se inclinó para hablar al estómago de Lily—. Hola, pequeña Danny. Ten un poco de calma con tu madre. Estarás afuera en un mes más o menos.

—Espero lograrlo, un mes. —Lily se apoyó contra una estantería—. Este niño está tratando de matarme.

Naomi sonrió a la mujer que parecía estar muy cansada. ¿Es eso lo que el embarazo causa? Si es tan malo, porque las mujeres eligen hacerlo una y otra vez. Apartó el mechón que había caído nuevamente sobre la cara de Lily. —Estas por terminar el último trimestre. Te sugiero que hagas una cita en el salón de belleza para que te mimen un poco.

—No puedo. El dinero es escaso ahora que no estoy trabajando. Gary dice que tenemos que ahorrar cada centavo.

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Mordiendo su labio, Naomi giró sobre sus talones y se dirigió hacia el mostrador. Murmuró en voz baja, —Entonces, Gary no debería gastar dinero en cigarrillos y cerveza.

— ¿Qué? —Lily la siguió hasta la caja registradora.

Naomi se tranquilizó y se enfrentó a la mujer, forzando una sonrisa. —Nada, cariño. Entonces, ¿qué puedo hacer por ti?

—Sólo pasé a decirte que lamenté perderme la firma de libros de anoche. Gary no se sentía bien y no quería que lo dejara. Claro que quería conocer a la famosa autora.

—Tal vez, tengas otra oportunidad. Courtney está pensando en tomar unas pequeñas vacaciones aquí. Su gira de promoción ha terminado, y ya decidió que este podría ser el lugar perfecto para relajarse y descansar.

— ¿Por qué sonríes cuando hablas así de ella? —Lily se inclinó hacia delante y la miró a la cara—. Eres muy dulce con ella, ¿no?

Sintiendo el rubor de color rosa, que entró con tanta facilidad, Naomi sonrió. —Pasé la noche con ella. — ¡No! —Lily gritó.

— ¡Shh! —echó un vistazo alrededor.

La tienda estaba vacía, pero necesitaba estar segura. No era propio de ella para besar y contar, pero Lily era una amiga de confianza. — ¡Oh mi dios! ¡Eres una picara!

—Yep, es la primera mujer con la que he estado en, ¿cuántos años han pasado? —Espera un minuto, desde aquella camarera de Sheridan…

—Ni siquiera puedo ir. Eso fue un error, y lo sabes. —Naomi se estremeció.

—Entiendo acerca de los errores, creo yo. —Lily se frotó el estómago ausentemente. Naomi se preguntó si el casarse con Gary fue un error. Ella dijo que lo amaba, pero habían tenido tantos problemas recientemente. Cuando estaba pensando en la mujer y el vientre crecido, el timbre de la puerta sonó de nuevo. Levantó la vista, y un escalofrío le recorrió la columna vertebral—. Parece que vamos a cumplir con tu deseo de conocer a la famosa autora en este momento, Lily. —Sonrió cuando la rubia dio un paso dentro de la tienda, llevaba bolsas de papel en la mano—. Hola.

—Hola. ¿Interrumpo algo? —Courtney miró alrededor.

—No, es perfecto. Ha estado bastante muerto esta mañana. Courtney, ella es mi vecina, Lily Martin. Vino a decir que lamentaba lo de anoche porque su marido estaba enfermo.

—Encantada de conocerte, Lily. —Courtney estrechó la mano de la chica.

—Estoy encantada de conocerte, Sra. Cross. ¡Wow, esto es tan emocionante! Nunca he conocido a una celebridad antes. Espera, si una vez un chico de los duques de Hazzard y su coche rojo, se encontraban

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en la Feria Estatal. Conseguí su autógrafo. Pero es el único.

Courtney sonrió amablemente. — ¿Te gustaría que te autografiara un libro?

La cara de Lily se volvió roja brillante. — ¡Oh, no podría! Pero gracias de todos modos.

Naomi llevó una copia de La elección del destino. —Aquí, Lily. Adelante Courtney. —Se colocó los lentes y tomó una pluma.

—Pero no puede…

—Por favor. —Naomi le tocó la mano—. Insisto. Es un bestseller y una historia maravillosa. Te va a encantar.

— ¿Para Lily? —Courtney le preguntó, a punto de escribir.

—Claro, supongo. —La mujer más joven asintió con la cabeza—. Gracias, Naomi. Gracias, Sra. Cross. Courtney escribió un mensaje corto, cerró el libro y se lo entregó. —Llámame Courtney. Y siempre serás bienvenida. Espero que te guste.

Lily apretó el libro contra su pecho. —Tengo que irme. Me salté el desayuno así que estoy hambrienta. Tia me envió una cena para Deb, y huele como que traes el almuerzo.

—Cierto. Puedo obtener más…

—No, en serio, tengo que irme. —Lily retrocedió—. Fue un verdadero honor conocerte. Naomi dice que podría ser que te quedaras un tiempo. Tal vez nos volvamos a ver de nuevo.

—Claro, está bien. Adiós, pues.

—Hasta luego, cariño. —Naomi sonrió. Lily salió del lugar. Se volvió a Courtney—. Algo huele de maravilla. Trató de mirar en la bolsa.

Courtney recogió la bolsa posesivamente. —Sí, me perdí el desayuno, así que estoy bastante hambrienta. Tia me envió a Diner Deb, y todo se veía muy bien, casi no podía decidir.

—Entonces, ¿qué más hiciste? —Naomi golpeó un dedo del pie en broma, fingiendo impaciencia—. También tengo hambre.

Colocó las bolsas sobre el mostrador y empezó a sacar los alimentos. —Bueno, Deb me dijo que por lo general pides ensalada cuando comes ahí. Así que por supuesto traje hamburguesas con queso y tocino y claro patatas fritas.

— ¡Oh, Dios mío! —Naomi se echó a reír—. ¿No te imaginas cuanto tiempo ha pasado desde que comí la última hamburguesa con queso y tocino? Mala. Eres la tentación. —Negó con el dedo a la mujer—. ¿Quieres tomar algo? Tengo refresco de dieta en la nevera.

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alimentos.

—Sí, claro. —Naomi resopló mientras se dirigía por las bebidas, al regresar colocó las dos latas de refresco y algunas servilletas—. Al igual que las galletas rotas no tienen calorías.

—Y también comer de pie delante de la nevera.

—Genial que estemos de acuerdo. —Se sentaron en los bancos y empezaron a comer. Así transcurrió una amena comida con una charla agradable—. Cristo, esto esta delicioso. No he comido nada frito en mucho tiempo.

— ¿Qué es lo que más te gusta comer? —Courtney tomó una patata frita y la pasó por el labio de Naomi.

Naomi se rió entre dientes. —Ahora inicias con una pregunta capciosa. Además de ti, ¿qué quieres decir?

Los ojos de Courtney brillaron. —Buena respuesta. Mantén ese pensamiento. —Sacudió la cabeza—. Y me llamaste gran tentación. Me refiero en los alimentos, ¿verdad?

Naomi sonrió, masticando las patatas que la otra mujer le daba. — ¿Qué me gusta comer? Déjame pensar. Me encantan los rollos de canela de la panadería de Brin. A veces como de todo los fines de semana y compro algunos.

— ¿Dónde compras las galletas? Porque están deliciosas.

—En el mismo lugar. Bueno, suelo comer ensaladas, también sándwich de pollo o atún de almuerzo, un montón de verduras para la cena, y un poco de carne. Me encanta la comida china. De vez en cuando como algo mexicano. Una cosa que no tenemos por aquí es comida étnica. Tienes que conducir a Sheridan.

Courtney se encogió de hombros. —No es tan malo conducir. Me encanta cocinar cuando tengo tiempo. ¿Tienen una tienda de ultramarinos1 bien surtida en la ciudad?

(1)N.C: Son las tiendas de barrio, tiendas de la esquina o tiendita. También se las conoce con los nombres de tienda de abarrotes o misceláneas. En Venezuela recibe el nombre de abasto o bodega.

—Sí en la calle principal. —Señaló Naomi, terminando lo último de su hamburguesa.

—Tal vez cocine algo para nosotras mañana por la noche. Pero ¿has dicho algo acerca de estar fuera el fin de semana?

—Lo dije. ¿Así que te vas a quedar? —Naomi contuvo la respiración. Courtney sonrió. —Dos semanas.

— ¡Woo hoo! —Naomi se lanzó a abrazar a la mujer con fuerza.

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se trasladó de nuevo desde el borde del mostrado—. Eso estuvo cerca.

—No hay problema. —Naomi la miró a los ojos, colocándose entre las piernas de la otra mujer—. Es estupendo, dos semanas. Estoy muy emocionada.

—Me alegra que lo estés. —Courtney la sostuvo de las caderas mientras se besaban. Para después apartarse suavemente—, pero tienes que tener en cuenta, sólo son dos semanas. No quiero que ninguno de las dos lleguemos a estar demasiado apegadas.

—No hay promesas —le susurró Naomi, al presionar un dedo en la boca de Courtney—. Vamos a tomar cada día como viene y ver qué pasa. —Apartó su dedo y se zambulló de nuevo en el beso.

Courtney le devolvió el beso, luego se detuvo y miró a su alrededor. —Tal vez no deberíamos…

— ¿Quién lo dice? —Naomi la tomó de la nuca, para acercarla a ella nuevamente—. Sé que al dueño no le importa.

A medida que sus labios eran presionados, Courtney murmuró —pensé que tú eres la dueña.

—Lo soy. Y desde luego no me importa. Ahora podemos dejar de hablar, ¿por favor? Quiero besarte un poco más antes de que alguien nos interrumpa.

—En ese caso... Courtney de una forma muy sensual abrió la boca y con suaves movimientos de su lengua la invitó a seguir besándola. Naomi se entregó al beso La más pura felicidad la envolvió al saber que tenía dos semanas para estar con ella. Si jugaba bien sus cartas, Naomi esperaba que esas dos semanas fueran algo más. Pero no se preocuparía por eso todavía. En ese momento, en los brazos de Courtney, era exactamente donde quería estar.

Tal vez no exactamente. Naomi se juró a sí misma cuando embarró el helado de chocolate en la alfombra en la sección de libros de los niños. Pam Gleason, la despachadora de la policía local, era una gran madre, y sus dos hijos eran buenos chicos. Sin embargo, los conos de helado y las librerías no eran buena idea en un día de julio. Pam se disculpó muchas veces y le compró varios libros más de los que había querido probablemente, por lo que Naomi lo dejó pasar.

Como si pudiera decir algo. La confrontación no era su punto fuerte. En el pasado, Naomi había sido humilde hasta el punto de casi ser un tapete. La decisión de independizarse y trasladarse a Cattle Valley unos años después había sido un gran paso. No fue sino hasta que Nate Gills llegó, y se hicieron amigos, cuando decidió salir del caparazón.

Nate era experto en diferentes artes marciales y la enseñó a luchar Taekwondo. Decía que era una excelente estudiante y aprendía rápido. Cuando las lecciones terminaron ellos seguían quedando en el gym cuando podían con sus horarios.

Sacudiendo la cabeza por la mancha color marrón que no quería limpiarse, se puso de pie y fue a la trastienda. Había hecho lo mejor que pudo, con el quitador de manchas. Eran casi las seis, hora de cerrar la tienda. Vació la caja registradora, guardó el cambio y billetes pequeños en la caja fuerte para el día siguiente. No había ningún cliente después de las cinco, por lo que ya tenía el depósito diario

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calculado. Lo guardó en una bolsa resistente del banco y cerró.

Courtney llegaría a las seis, así que Naomi estaba preparando todo para cerrar la tienda, apagó las luces y se dirigió a la puerta principal. Una hermosa Courtney con los pechos y piernas largas. Recordando la sensación de las piernas sujetas a su alrededor como un vicio, y se estremeció. Si tenían suerte, el servicio en La canoa sería rápido. Si les apeteciera jugar un poco debajo de la mesa seguramente el personal no se lo tomaría a mal. Sonrió, y luego saltó, sorprendida, ya que la puerta se abrió.

—Oye, guapa. —Un hombre alto entro a la tienda.

— ¡Mierda, Ryan! —Le puso un dedo sobre el fuerte pecho—. Me diste un susto de muerte.

— ¿En qué narices estabas pensando, Naomi? Aquí, de pie con la bolsa del banco en la mano y la cabeza en las nubes. Podría haber sido un ladrón y robarte ese dinero.

— ¿Cuándo fue la última vez que hubo un robo? Y no tenía la cabeza en las nubes, pero es una imagen tan hermosa, por cierto. Gracias por eso.

— ¿Recuerdas cuando alguien trató de entrar en la panadería? Nunca se ha solucionado ese caso, lamento recordártelo.

—He escuchado que era una persona en busca de los bollos de Kyle —bromeó—. Una vez que se casó con ese enorme hombre, Gill, el merodeador se fue.

—Sí, nadie quiere enredarse con los bollos de Gill, eso es seguro. De todos modos, no estabas concentrada acerca de lo que estabas haciendo. Siempre te hemos dicho que cuando te dirijas al banco mantente alerta, tu teléfono siempre en la mano y la bolsa bajo el otro brazo. Fíjate en quien anda cerca…

—Lo sé, lo sé. Creo que me he vuelto confiada, cuando uno de vosotros me acompaña todas las noches.

Él la tomo el hombro. —No siempre voy a poder acompañarte. Mis chicos y yo estamos de guardia en la ciudad esta noche. Voy a ir a casa a cambiarme y recogerlos.

— ¿Y tal vez tener uno rapidito antes de salir? —Le dio un codazo en las costillas y le guiñó un ojo. — ¿Celosa?

—Sabes que lo estaría, pero he observado que los tres juntos estáis muy bien. Pero de repente...

Ella miró por la ventana para ver a Courtney que estacionaba y salía de su coche. Vestida con un pantalón negro ceñido y una blusa de plata ajustada, la rubia estaba bastante impresionante cuando se acercó a la puerta principal.

—Ah, ya veo. —Ryan asintió con la cabeza. Abrió la puerta—. Sra. Cross. —Hola, Sheriff.

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