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Francis Schaeffer - Muerte en La Ciudad

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Academic year: 2021

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Francis A. Schaeffer

Muerte en la ciudad

Inter-Varsity Press Downers Grove

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En estas conferencias se usa la versión inglesa del Rey Jacobo (King James Version), excepto en traducciones ocasionales hechas por el autor. También el autor ha parafraseado libremente algunas partes de las Escrituras y estas paráfrasis a menudo se ponen sin comillas. Pero para mantener la diferencia entre traducciones y paráfrasis, las referencias a capítulos y versículos sólo aparecen en conexión con las traducciones.

En esta traducción se usa el texto de la versión de Reina-Valera 1960.

Traducción: Irving Isaí Espino Cano 2015

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Contenido 5

Prólogo 7

1 Muerte en la ciudad 9

2 La soledad del hombre 23

3 El mensaje de juicio 33

4 Un eco del mundo 47

5 La perseverancia de la compasión 63

6 La importancia del hombre 77

7 El hombre sin la Biblia 89

8 La justicia de Dios 109

9 El universo y dos sillas 125

Apéndice 144

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Prólogo

Este libro se basa en unas conferencias impartidas en el Wheaton College (Illinois, E.U.A.) del 30 de septiembre al 4 de Octubre de 1968. No he intentado quitar todas las marcas del formato de conferencia.

Muerte en la ciudad, junto con La historia de L’Abri1 (The L’Abri Story), escrito por mi esposa Edith, debería ser colocado lado a lado con mis dos libros El Dios que está ahí (The God Who is there) y Huye de la Razón (Escape from Reason). Los cuatro libros deberían leerse juntos.

El trabajo de L’Abri se ha hecho conocido por la forma como pone al cristianismo histórico en contacto con el hombre del siglo veinte y sus preguntas intelectuales y culturales. Pero sin la realidad espiritual expuesta en La historia de L’Abri o sin la base exegética y expositiva de L’Abri, la cual se muestra parcialmente en Muerte en la Ciudad, L’Abri no puede ser entendido. Creemos que Dios ha usado todos estos elementos como una unidad en la obra completa. Separarlos los destruiría, contristaría al Espíritu Santo, y rompería el vínculo con el hombre moderno.

Que Dios nos conceda Reforma, Avivamiento y una Revolución Constructiva en la iglesia evangélica ortodoxa.

Francis A. Schaeffer Suiza

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1 L’Abri Fellowship o Compañerismo El Albergue. En el texto a veces

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Muerte en la Ciudad

Vivimos en un mundo post-cristiano. ¿Cuál debería ser nuestra perspectiva como individuos, instituciones, cristianos ortodoxos, como aquellos que clamarían ser creyentes en la Biblia? ¿Cómo deberíamos ver a este mundo post-cristiano y funcionar como cristianos en él?

Esta serie de conferencias tratará de responder estas preguntas. Comenzaré afirmando una proposición respecto a la necesidad básica de la iglesia ortodoxa en nuestro mundo post-cristiano, y entonces consideraré esa proposición en el contexto bíblico de los libros de Romanos, Lamentaciones y Jeremías. A lo largo de la serie completa veremos la situación que enfrentamos en el mundo moderno y la perspectiva que debemos tener como cristianos es ese mundo.

Antes que nada, por tanto, quisiera establecer una proposición sobre Reforma y avivamiento. Servirá para enfocar nuestra atención a través del curso de las conferencias. Es la necesidad básica de la iglesia evangélica ortodoxa en nuestro momento en la historia.

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La iglesia de nuestra generación necesita Reforma, avivamiento y una revolución constructiva.

A veces el hombre piensa en las dos palabras Reforma y avivamiento como si estuvieran en contraste una con otra, pero esto es un error. Ambas palabras están relacionadas con la palabra restaurar.

Reforma se refiere a una restauración a la doctrina pura; avivamiento se refiere a una restauración en la vida del cristiano. Reforma habla de un regreso a las enseñanzas de la Escritura; avivamiento habla de una vida llevada a una relación apropiada con el Espíritu Santo.

Los grandes momentos de la historia de la iglesia han venido cuando estas dos restauraciones se han puesto en acción simultáneamente, dando como resultado que la iglesia ha regresado a la doctrina pura y las vidas de los cristianos en la iglesia han conocido el poder del Espíritu Santo. No puede haber un verdadero avivamiento a menos que haya Reforma; y ésta no es completa sin avivamiento.

Tal combinación de Reforma y avivamiento sería revolucionaria en nuestros días: revolucionaria en nuestras vidas individuales como cristianos, revolucionaria no sólo en referencia a la iglesia liberal, sino constructivamente revolucionaria en la iglesia evangélica ortodoxa por igual.

Seamos de aquellos que conocen la realidad de ambos, Reforma y avivamiento, para que este pobre mundo en tinieblas pueda tener una muestra de una porción de la iglesia que regresó a ambas: la doctrina pura y una vida llena del Espíritu Santo.

La última parte del primer capítulo de Romanos habla del hombre como él es, y dos versículos dicen cómo él llegó a estar en esa posición. Romanos 1:21-22 dice “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos”.

Lo que aquí se involucra es el pensar del hombre, el cual es cognitivo, en procesos de pensamiento, en comprensión. Por tanto, ellos “se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios”. Cuando la Escritura habla del hombre siendo necio, no se refiere a que él es necio sólo religiosamente. Aún más, significa que él ha aceptado una posición que es necia intelectualmente no sólo con respecto a lo que dice la Biblia sino también respecto a lo que existe, el universo y su forma, y la Humanidad del Hombre2. Al apartarse de Dios y de la verdad que Él ha dado, el hombre se ha vuelto neciamente necio en lo que respecta a qué es el hombre y qué es el universo. Él es dejado en una posición en la que no puede vivir, y es atrapado en una multitud de tensiones intelectuales y personales.

Tal es la posición bíblica con respecto al hombre. Y si vamos a empezar a pensar en Reforma y avivamiento, debemos tener la misma mentalidad que tiene Dios respecto a la posición del hombre. La Escritura nos dice cómo llegó el hombre a tal situación: “pues habiéndolo conocido como Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias”; por tanto, ellos se hicieron necios en su razonamiento, en su comprensión y en sus vidas. Este pasaje se relaciona con la caída original, pero no sólo habla de la caída original. Habla de cualquier periodo cuando el hombre conoció la verdad y deliberadamente se apartó de ella.

De esta forma se pudiera hablar de muchos periodos en la historia. Desde el punto de vista bíblico hubo una época cuando los ancestros de los habitantes de la India conocieron la verdad y se apartaron, una época cuando los ancestros de los habitantes de África conocieron la verdad y se apartaron. Esto es cierto en personas en cualquier parte que ahora no conocen la verdad. Pero si miramos a través de la historia del mundo para ver aquellas épocas cuando los hombres conocieron la verdad y se apartaron, digamos enfáticamente que no hay muestra de esto en ninguna parte de la

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historia más claramente que en el breve lapso de años de nuestra propia generación.

Quienes vivimos en la cultura de Europa del norte, incluyendo Estados Unidos y Canadá, hemos visto cumplirse este versículo en nuestra generación con desesperante fuerza. Los hombres de nuestra época conocieron la verdad y se apartaron, se apartaron no sólo de la verdad bíblica, la verdad religiosa de la Reforma, sino que se apartaron de la cultura total construida sobre esa verdad, incluyendo el equilibrio entre libertad y forma que la Reforma trajo a Europa del norte en el estado y en la sociedad, un equilibrio que nunca antes se había conocido en ninguna parte en el mundo.

Al haberse apartado del conocimiento dado por Dios, el hombre ahora ha perdido toda la cultura cristiana. En Europa, incluyendo Inglaterra, tomó muchos años, en los Estados Unidos sólo unas pocas décadas. En los Estados Unidos, en el breve lapso de los veintes a los sesentas, hemos visto un cambio completo. Por supuesto, en los Estados Unidos en los veintes no todos eran cristianos, pero en general había un consenso cristiano. Ahora ese consenso se ha ido completamente. El nuestro es un mundo post-cristiano en el que el cristianismo, no sólo en el número de cristianos sino en el énfasis cultural y el resultado cultural, es ahora una minoría absoluta. Pedir a los jóvenes que mantengan el statu quo es una locura. El statu quo ya no es nuestro. En las últimas cuatro décadas el cambio ha venido en cada porción y en cada parte de la vida. Si en los veintes usted hubiera distribuido un cuestionario en un lugar como Columbus Circle en Nueva York, usted habría encontrado que la mayoría de las personas tal vez no eran cristianas, pero al menos ellas tendrían una idea de lo que era el cristianismo. En Trafalgar Square, Londres, en 1890 hubiera sido lo mismo. Pero si hoy usted distribuyera un cuestionario en estos lugares, encontraría que casi cada hombre a quien le pregunte tendría poco o ningún concepto del verdadero cristianismo. Cuando comenzamos a pensar en ellos y les predicamos el evangelio,

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debemos comenzar con el pensamiento de que ellos no tienen conocimiento del cristianismo bíblico. Pero es más que esto, porque toda la cultura ha cambiado de cristiana a post-cristiana.

No lo tome a la ligera. Es algo horrible para un hombre como yo mirar atrás y ver a mi país y mi cultura irse por el caño durante mi propia vida. Es algo horrible que hace cuarenta años usted podía moverse a través de este país y casi todos, aún los no cristianos, hubieran sabido lo que era el evangelio. Algo horrible que hace treinta o cuarenta años nuestra cultura estaba construida sobre el consenso cristiano y que ahora somos una minoría absoluta.

Como cristianos en este periodo de la historia enfrentamos algunas preguntas cruciales, la primera es esta: ¿cuál debe ser nuestra perspectiva ya que reconocemos el carácter post-cristiano de nuestra cultura?

Hagamos referencia nuevamente a Romanos 1:21-22 “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios”. El versículo 18 nos dice el resultado cuando los hombres se apartan y se rebelan contra la verdad que conocen: “porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombre que detienen con injusticia la verdad”. El hombre está justamente bajo la ira del Dios que realmente existe y que trata con los hombres sobre la base de Su carácter, y si la justicia de esa ira obviamente se refiere a alguna generación, es la nuestra.

Hay sólo una perspectiva que podemos tener del mundo post-cristiano de nuestra generación: un entendimiento de que nuestra cultura y nuestro país están bajo la ira de Dios. ¡Nuestro país está bajo la ira de Dios! La cultura de Europa del norte está bajo la ira de Dios. No se trata de decir qué grandes somos. No se trata de encubrir la diferencia entre el consenso actual y el consenso de un mundo cristiano.

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Las últimas pocas generaciones han pisoteado la verdad de la Reforma y todas esas verdades que trajo. Y estamos bajo la ira de Dios. Esta es la perspectiva que debemos tener si vamos a entender lo que significan Reforma, avivamiento y revolución constructiva.

Entonces, ¿cuál debería ser nuestro mensaje a dicho mundo: al mundo, a la iglesia y a nosotros mismos?

No tenemos que adivinar lo que Dios diría acerca de esto, porque hubo un periodo en la historia, historia bíblica, que tiene un gran paralelo con nuestros días. Ese es el día de Jeremías. El libro de Jeremías y el libro de Lamentaciones muestran como Dios mira a una cultura que lo conoció y deliberadamente se apartó. Pero esto no es sólo el carácter de la apostasía en días de Jeremías. Es mi día. Es su día. Y si vamos a ayudar a nuestra propia generación, nuestra perspectiva debe ser la de Jeremías, ese profeta llorón que Rembrandt tan magistralmente pintó llorando sobre Jerusalén, que aún en medio de sus lágrimas hablaba sin mitigar su mensaje de juicio a un pueblo que hacía mucho que se había apartado.

En Jeremías 1:2-3 se nos da el marco histórico en el cual Jeremías habló:

“Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado. Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto”.

Aquí está Jeremías enraizado en la historia, durante el reinado de los últimos cinco reyes antes de que la nación fuera llevada al cautiverio babilónico.

La Biblia pone su enseñanza religiosa en un marco histórico. Es lo opuesto de la nueva teología y el pensamiento existencial, es lo opuesto a la reducción del siglo veinte de la religión en proyección subjetiva. La Escritura relaciona la verdadera religión a la historia en tiempo-espacio la cual se puede expresar en una forma literaria normal. Y esto es importante, porque nuestra generación toma la palabra religión y todo lo religioso y lo cambia en algo que es sólo psicológico o sólo sociológico.

La Biblia también tiene otro énfasis. No todo lo que ocurre en la historia en tiempo-espacio es explicable sobre la base natural de causa y efecto, por ejemplo, fuerzas económicas, militares y psicológicas. Los hombres modernos explican toda la historia de esta forma, pero la Biblia no. La Biblia dice que hay una historia en tiempo-espacio verdadera y significativa que Dios ha hecho. Por supuesto, la historia debe ser entendida parcialmente como un producto de las fuerzas económicas, del flujo del pensamiento cultural, del poder militar y demás. Si tuviéramos tiempo suficiente para ver Jeremías en detalle, veríamos varias fuerzas presentes: los grandes países, Egipto por un lado y Babilonia por el otro; tremendas fuerzas externas e internas. Aun así, la historia no debe ser explicada sólo sobre esta base. Ya que existe realmente un Dios Santo y Amoroso, y Él trabaja significativamente en la historia que existe. Él trabaja en la historia sobre la base de su carácter, y cuando Su pueblo y su cultura se apartan de Él, Él trabaja en la historia con juicio.

Debemos entender que la “cultura cristiana” en los días de Jeremías estaba desintegrada en una “cultura post-cristiana”. El Dios Santo estaba tratando con esa cultura de acuerdo a Su carácter. Los resultados históricos no fueron sólo producto del azar, ni meramente de fuerzas mecánicas, económicas y psicológicas. Fue Dios trabajando en la historia porque Su pueblo se apartó de Él.

En Lamentaciones 1:1 Jeremías habla de la ciudad de Jerusalén:

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“Cómo ha quedado sola la ciudad populosa” Jerusalén, una ciudad acostumbrada a estar cerca de Dios, ha sido cambiada por la elección de los hombres con autoridad. Ellos se han apartado de Él cuando lo conocían, y ahora su ciudad está bajo asedio. Hay muerte en la ciudad.

Más aún, en Lamentaciones 1:9, Jeremías dice con brillante realismo: “Su inmundicia está en sus faldas”. La prometida de Dios (este pueblo y su cultura total) se ha vuelto inmunda en sus faldas. Ella está llena con adulterio espiritual, y Dios dice “su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin”. Esta última frase es tremenda: “no se acordó de su fin (su último final)”.

Dos factores están involucrados. Ella ha olvidado cuál será su fin si se aparta de Dios, pero, aún más fundamental, ella ha olvidado su propósito como nación, ella ha olvidado su relación con Dios. Ella ha olvidado lo que estaba registrado en el pentateuco: que el fin principal es amar a Dios. Ella ha olvidado su propósito como el pueblo de Dios. Incluso ella ha olvidado el propósito del hombre. Porque el hombre no es sólo una configuración aleatoria de átomos en la estela de una historia aleatoria sin sentido. No. El hombre hecho a la imagen de Dios, tiene un propósito: estar en relación con el Dios que está ahí. Y ya sea en los días de Jeremías o en nuestras propias últimas tres generaciones, el efecto es el mismo. El hombre olvida su propósito y, por tanto, olvida quién es y qué significa la vida.

Fueron mi generación y la generación que me precedió las que olvidaron. La generación más joven no debe ser culpada primeramente. Aquellos que hoy están luchando, aquellos que están lejos y haciendo lo que es completamente contrario a la conciencia cristiana, no deben ser los primeros en ser culpados. Fueron mi generación y la generación que me precedió las que se apartaron. Hoy no sólo somos dejados con una religión y una iglesia sin significado, sino que somos dejados con una cultura sin significado. El hombre mismo está muerto.

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Jeremías dice esto del pueblo de Dios que se apartó en su día: “su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin; por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la consuele”. Debido a que la nación judía no recordó el propósito de su existencia, descendió sorprendentemente. El pueblo no pudo encontrar un Consolador.

¿Qué marca a nuestra propia generación? Es el hecho de que el hombre moderno piensa que no hay nadie en casa en el universo. Nadie para amar al hombre. Nadie para consolarlo, aun cuando él busca desesperadamente por encontrar consuelo en las limitadas, finitas, horizontales relaciones de la vida. Pero no lo logra: en su arte, en su música, o en cualquier otro lugar. En su literatura, en su teatro, no lo logra. En el acto sexual, en las relaciones humanas, él sólo encuentra una esterilidad devastadora y una fealdad terrible.

Los judíos habían intentado Egipto; habían intentado Babilonia, pero no hubo consuelo, porque el verdadero Consolador se había ido. En la pornografía, el hedonismo y mucho más, nuestra generación ha intentado miles de egiptos y miles de babilonias. Pero los hombres han descendido sorprendentemente porque han olvidado qué es el hombre y cuál es su propósito final. El verdadero Consolador se ha ido.

Pero en Lamentaciones 1:11, Jeremías continúa: “todo su pueblo buscó su pan suspirando; dieron por la comida todas sus cosas preciosas para entretener la vida”. “Entretener la vida” puede ser traducido “hacer que la vida vuelva otra vez”. En una ciudad bajo asedio, estos judíos estaban físicamente muriendo de hambre; estaban dando todo por pan.

Hoy la mayoría de los hombres en Estados Unidos no están físicamente muriendo de hambre. De hecho, la mayoría de los estadounidenses están sofocados con el hedor de una sociedad completamente próspera. Pero no importa cuál sea su sistema filosófico o intelectual, los hombres, hechos a la imagen de Dios, tienen hambres humanas que necesitan ser satisfechas.

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Para algunos la mayor necesidad es intelectual, deben tener respuestas. Así que buscan en la filosofía existencial y el análisis lingüístico. Pero ahí no hay una respuesta final. Otras personas tienen una profunda ansia por la belleza. Así que tratan de producir belleza a partir de su propia caída, resultando una autoexpresión de la caída. Pero la respuesta final y el verdadero consuelo no están ahí.

Un hambre de belleza, un hambre de respuestas. Aun otros hombres tienen hambre de realidades morales. Muchos sociólogos modernos, por ejemplo, están en problemas por la falta de una base firme para las formas morales y sociales. ¿Cómo puede el hombre encontrar categorías firmes para distinguir entre el bien y el mal social? Ellos intentan el relativismo, el concepto del contrato social, y varios tipos de totalitarismos; y el consuelo se les resbala entre los dedos.

Y muchos hombres tienen hambre de amor, porque Dios hizo al hombre para amar. Así, nuestra generación se ha vuelto al sexo como el cumplimiento de la necesidad de amor en el corazón humano. Pero no funciona. He conocido parejas que “medio hablan” por la noche y por muchas noches. ¿Para qué? Porque siendo consistentes con su mundo no cristiano y post-cristiano, ellos estaban buscando algún tipo de relación humana e intentando encontrar sólo una oración que pudieran decir y pudieran desarrollar juntos para empezar a tener un contacto humano significativo. Pero al ser finitos fallaron. Por lo que el hombre clama: “¡estoy muriendo de hambre!”.

La mano de Dios desciende sobre nuestra cultura en juicio y los hombres están hambrientos. Diferente a Zeus a quien los hombres imaginaron arrojando grandes rayos. Dios se ha apartado en juicio porque nuestra generación se apartó de Él, y Él está permitiendo que la causa-efecto tome su curso en la historia.

Dios puede traer su juicio en una o dos formas: ya sea por intervención directa en la historia, o por hacer girar las ruedas de la historia.

A menudo son las bendiciones secundarias que fluyen del evangelio, cuando se separan de su base cristiana, las que entonces se convierten en elementos de juicio en la próxima generación. Uno puede considerar, por ejemplo, la libertad. Es el resultado de la Reforma en el mundo noreuropeo lo que nos dio un equilibrio entre forma y libertad en el área del estado y la sociedad, libertad para la mujer, libertad para los niños, libertad en el área del estado de derecho. Sin embargo, una vez nos apartamos de la base cristiana, esta libertad, ahora como libertad sin forma, es lo que está trayendo juicio sobre nosotros al girar las ruedas de la historia.

A medida que las ruedas de la historia giran, nuestra generación siente, como dijo Marcel Proust, “un polvo de muerte” sobre todo. Y cuando siente la transitoriedad de la vida presente, trata de alargarla o, por todos los tipos de recursos extraños y amañados, dar esperanza para la vida después de la muerte. Por lo que encontramos algo extraño: hombres que son naturalistas buscan sesiones de espiritismo con aquellos que han muerto. En hombres como Ingmar Bergman encontramos una negación de la existencia de Dios pero un creciente interés en la demonología.

Como los judíos en los días de Jeremías que estaban hambrientos de pan y no tenían un Consolador, nuestro mundo post-cristiano está hambriento en el estado, en la sociedad, y en los anhelos individuales del corazón, porque también se ha apartado en nuestros propios días del único y suficiente Consolador.

Por tanto, si vamos a entender algo sobre Reforma, avivamiento y una real revolución constructiva en nuestros propios corazones y en la iglesia evangélica, si vamos a empezar a pensar en ello y a orar por ello, debemos ser realistas. El lugar para comenzar es entender que usted y yo vivimos en un mundo post-cristiano. Debido a que el hombre se ha apartado de Dios, hay hambrientos en todos lados, hay muerte en la polis, ¡hay muerte en la ciudad!

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La soledad del hombre

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La soledad del hombre

Nuestra generación está hambrienta: hambrienta de amor, de belleza, de significado. El “polvo de muerte” lo cubre todo. Y como en los días de Jeremías, hay con nosotros el anhelo insatisfecho de un suficiente Consolador.

Jeremías lo dice bien en Lamentaciones 1:16: “Por esta causa lloro, mis ojos, mis ojos fluyen aguas, porque se alejó de mí el Consolador que dé reposo a mi alma”. ¿Por qué los judíos en los días de Jeremías buscaron consuelo y no lo encontraron, buscaron satisfacción y no la encontraron? Porque ellos habían olvidado el fin del hombre, el propósito del hombre. Quiero encomendarle algo muy fuerte. A menudo cuando en los círculos evangélicos y ortodoxos hablamos sobre el propósito del hombre, citamos la primera respuesta del Catecismo de Westminster: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios”. Y a menudo la oración termina ahí. Esto cambia completamente nuestro entendimiento de las Escrituras según nuestros primeros padres de la Reforma. Si va a dar la respuesta bíblica completa debe terminar la oración: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre”. Eso cambia la visión completa de la vida.

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Nuestro llamado es gozar de Dios así como glorificarlo. El verdadero cumplimiento se relaciona con el propósito para el cual fuimos creados, estar en referencia a Dios, estar en una relación personal con Él, ser satisfechos3 por Él, y por tanto, tener una afirmación de vida. El cristianismo nunca debería darle a cualquier espectador el derecho a concluir que el cristianismo cree en la negación de la vida. El cristianismo es capaz de hacer una afirmación real porque afirmamos que es posible estar en una relación personal con el Dios personal que está ahí y que es el medio final de todo lo que creó. Todo, excepto Dios, es dependiente, pero al ser a la imagen de Dios, el hombre puede estar en una relación personal con lo que es supremo y siempre lo ha sido. Podemos ser satisfechos en el más alto nivel de nuestra personalidad y en todas las partes y porciones de la vida.

No hay nada platónico en el cristianismo. No es sólo el alma lo que debe ser satisfecha y el cuerpo y el intelecto minimizados. En aquél existe un intelectualismo que es destructivo al cristianismo, pero esa no es una verdadera comprensión intelectual cristiana. El hombre completo puede lograr su potencial; hay una afirmación de vida que está llena de gozo. Debo decir que cuando vemos a muchos cristianos, no encontramos la emoción que el cristianismo debería traer a sus vidas. No los encontramos alcanzando todo su potencial como un hombre completo en relación al Dios que está ahí.

Y así también en los días de Jeremías, encontramos que los judíos se habían apartado de la verdadera realización. Sin embargo, estos antiguos judíos no estaban tan mal como el hombre moderno en nuestro mundo post-cristiano. Ellos se volvieron a los dioses falsos, pero al menos aun sabían que algo estaba ahí. En una forma similar los griegos construyeron su cultura. Por supuesto sus dioses eran inadecuados, así que, por ejemplo, Platón nunca encontró qué 26

3 El texto inglés utiliza la palabra Fulfill, que en este contexto nos da la idea

de “alcanzar todo el potencial” del hombre.

hacer con sus absolutos porque sus dioses no eran lo suficientemente grandes, y los escritores griegos no supieron qué hacer con el destino porque los dioses no eran lo suficientemente grandes para siempre tener control sobre él. Pero al menos ellos sabían que algo estaba ahí. Es sólo nuestra generación necia (y estoy usando “necio” en términos de Romanos 1) la que vive en un universo que es puramente material, todo se reduce a masa, energía y movimiento. Así encontramos que los judíos dejaron al Dios verdadero por dioses falsos; tal como los griegos, los romanos, etc., tuvieron dioses falsos, pero ellos no estaban tan lejos de la verdad como nuestra generación. Nuestra generación no tiene a nadie en el universo, absolutamente a nadie. Finalmente entendamos esto: sólo un Consolador personal puede consolar al hombre que es personal, y sólo un Consolador es lo suficientemente grande: el Dios infinito y personal que existe, esto es, el Dios de las Escrituras Judeo-cristianas. Sólo Él es el suficiente Consolador.

El Cantar de los Cantares describe bellamente la necesidad de un Consolador personal. Esta espléndida canción de amor a mitad de la Biblia enfatiza el hecho de que Dios nos creó hombre y mujer. Y debido a esto hay lugar para una canción de amor en las Escrituras. En el Cantar de los Cantares encontramos que la joven se ha ido a su habitación para pasar la noche, ella se ungió con perfumes y se ha retirado. Entonces alguien toca a la puerta. Su amante ha venido y desea que ella esté con él. Pero ella titubea y permanece dentro. Ella se ha acostado y no desea levantarse, después de todo, ella se ha lavado y sus manos están perfumadas. Entonces repentinamente él se va, y tan pronto como ella se da cuenta de esto, ella ve que todo el perfume no vale absolutamente nada una vez que el amante se ha ido. Es exactamente lo mismo con el hombre. Luchando con todo lo que conlleva la personalidad, el hombre encuentra que no hay nadie ahí para ser un amante real y suficiente. Si no hay un Dios infinito y personal, entonces su lucha con los accesorios de la personalidad es fútil.

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Aquí en Lamentaciones 1:16, Jeremías se vuelve y habla esta verdad a los judíos con una fuerza total. Él dice, por supuesto que ustedes van a estar sin un Consolador. Por supuesto, porque ustedes se han apartado de Él. Y el único que sería un adecuado Consolador para ustedes, para los judíos (y podemos decirlo también para nuestro siglo XX), no está ahí. Así que ustedes son como la joven con el perfume en sus manos; ella dejó ir al amante, y no hay sentido para el perfume.

En Lamentaciones 1:18 encontramos que esta cadena de pensamiento se lleva un paso más adelante: “Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé”. La palabra hebrea no es mandamiento sino palabra. La idea no es solo que Dios ha establecido ciertos mandamientos que los judíos han violado. Aquí la Escritura es más exhaustiva que eso; dice que los judíos se han rebelado contra todo lo que Dios ha hablado: la revelación proposicional de Dios en la cual Él les dice las respuestas reales a la vida, la forma de agradar al Dios que está ahí, y la forma de estar en relación con Él. La única razón por la que los hombres estaban en el lugar en que estaban en los días de Jeremías, o están en nuestro propio mundo post-cristiano, es que ellos se habían apartado de la revelación proposicional de Dios y, por tanto, estaban bajo el juicio moral de Dios. Recuerde que vimos en Romanos 1 que Pablo enfatizó que, debido a que los hombres conocieron la verdad y se apartaron de ella, ellos están bajo la ira de Dios. Dios está en todo lugar, y así como los judíos en los días de Jeremías se apartaron de la revelación de Dios, ellos estaban moralmente separados de Él; así las personas de nuestra generación se apartan de la revelación proposicional de Dios, ellas también están en el lugar donde no hay un Consolador suficiente, porque están moralmente separadas de Él.

Y entonces en Lamentaciones 1:19 leemos esto: “Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado; mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, buscando comida para sí con que entretener su vida”. Y encontramos esta nota de entretener la vida,

devolviendo la vida, por tercera vez en la unidad de esta cadena de referencias en Lamentaciones 1:11, 1:16 y 1:19.

¿Cuál es la conclusión a medida que el hombre se aparta de la revelación de Dios y del Dios verdadero que está ahí?, ¿desde cuál perspectiva deberíamos mirar a nuestro mundo post-cristiano? Ciertamente cada cristiano debería tener dos reacciones hacia nuestra generación. La primera es que deberíamos llorar porque vemos nuestra cultura siendo destruida, no sólo los hombres individuales están perdidos sino también toda nuestra cultura está siendo destruida. La segunda reacción es que deberíamos estar conscientes que, por cuanto la cultura que se construyó sobre el pensamiento bíblico de la Reforma y las generaciones que nos precedieron se han apartado de la verdad, ¡debe haber muerte en la ciudad! ¡Debemos saber que así será!

Cuando Jeremías dice en Lamentaciones 1:19, que ellos perecieron en la ciudad, que hay muerte en la ciudad, la ciudad específica de la que se habla es Jerusalén. Pero la palabra ciudad pudiera ser ampliada más. Puede ser relacionada con la palabra griega polis, que es, el grupo sociológico o cultura. Debido a que Dios está tratando con una cultura que se ha apartado, Jeremías tiene sólo una cosa que decir: “Hay muerte en la ciudad. Hay muerte en la ciudad”. Y eso fue verdad en los días de Jeremías, y es verdad en nuestros días.

Estoy sorprendido por los líderes evangélicos que han sido tomados por sorpresa por los cambios que se han dado en nuestra cultura en los últimos años. Deberíamos haberlos previsto. Ciertamente habría muerte en la ciudad una vez que los hombres se apartaron de la base sobre la cual se construyó nuestra cultura. Los artistas modernos, los escritores, entienden que hay muerte en la ciudad.

Giorgio de Chirico, en sus pinturas surrealistas, vio la ciudad, la cultura moderna, estar de esta forma. En sus pinturas hay ciudades grandes, torres altas, sombras, estatuas, trenes que arrojan humo, pero difícilmente un ser humano. Toda la fuerza de lo

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que esto significó se me hizo evidente hace unos pocos años cuando viajaba en tren en Europa. En los vagones de primera clase hay bellos cuadros a color. En los vagones de segunda clase hay cuadros no coloreados. Tuve un cuadro sin color. En mi vagón había una fotografía de una ciudad, la ciudad antigua de Ginebra. Había calles que conocía muy bien. De repente, vi que en esta fotografía no había nadie en la ciudad, y tuve una extraña sensación de muerte. Entonces entendí lo que De Chirico había pintado. En nuestra generación hay muerte en la ciudad.

¿Qué tipo de muerte?, ¿Está desapareciendo la gente? No; tenemos, si algo, demasiada gente. En cambio es la muerte del hombre. La personalidad se ha ido. Recordamos artistas de Estados Unidos como Edward Hopper quien también pintó esa soledad fea y terrible. O recordamos la obra de Nevil Shute “en la playa” que muestra al mundo después que las bombas han caído y los hombres han muerto. La escena es poderosa: las luces siguen encendidas, los generadores siguen trabajando, pero ahí no hay nadie. Es una soledad fea la que Shute construye. Pero lo que él está diciendo es algo más profundo que vivimos en una era con el potencial nuclear para la destrucción. Él está diciendo: “¿no entienden? Esto es donde realmente el hombre está ahora, sea que las bombas caigan o no, porque no hay un propósito final para su existencia”. Hay muerte en la ciudad del hombre. Y si realmente estamos vivos a los temas de nuestros días, por lo menos deberíamos entender así como los poetas, escritores, pintores y otros incrédulos, que este es el verdadero dilema: Hay muerte en la ciudad, muerte en la ciudad del hombre.

¿Qué deberíamos decir sobre nuestro país? Por supuesto que deberíamos estar felices por las libertades que tenemos. Pero, habiendo dicho esto, ¿no deberíamos también entender que, ya que nuestra cultura ya no tiene una base cristiana, va a haber muerte en la ciudad? ¿Piensa que nuestro país puede permanecer como ha estado, después de que ha desechado la base cristiana? No sea necio. Jeremías podría mirarle y decir: “usted no tiene la perspectiva 30

correcta. Debería estar llorando. Porque va a ser de esta forma. Habiéndose apartado del Único de puede satisfacer, del Único que puede dar consuelo, habiéndose apartado de su amor, de su revelación proposicional, habrá muerte en su ciudad, en su cultura”. El hombre moderno permanece en ese lugar. Por tanto, vemos que Jeremías nos da la perspectiva que deberíamos tener para nuestros días. Este es su mensaje. De hecho, la historia no es sólo mecánica. En los días de Jeremías Dios actuó en la historia sobre la base de Su carácter, y Él continúa haciéndolo. Aquellas personas iban al cautiverio babilónico no sólo por razones militares o económicas. Dios, como un Dios Santo, las juzgó porque ellas se habían apartado de Él. Él hará lo mismo con nuestra generación.

Esta es la perspectiva que la Palabra de Dios nos da. Ser cristiano significa afirmar ciertas doctrinas, pero también significa tener una mentalidad en sintonía con lo que Dios nos ha mostrado en Su Libro sobre las realidades de la historia. Y esta debe ser mi perspectiva, porque únicamente cuando los hombres vuelvan a Aquél que realmente puede satisfacerlos, regresar a su revelación, y reafirmar la posibilidad de tener una relación con Él como ha provisto a través de Jesucristo, pueden ellos tener el consuelo suficiente que todo hombre anhela. No hay otra manera. Y si no estamos totalmente convencidos de que no hay otra manera, no estamos listos para Reforma y avivamiento. No estamos listos para la revolución que sacudirá a la iglesia evangélica. Si pienso que hay otras respuestas finales en las áreas del arte, historia, psicología, sociología, filosofía o cualquiera que sea mi área o disciplina; si pienso que hay otras respuestas después de que el hombre se ha apartado de Dios; si pienso que estas pequeñas respuestas son más que temporales; no estoy listo para Reforma, el avivamiento y la revolución (la revolución constructiva) que la iglesia evangélica tan desesperadamente necesita. Nuestra perspectiva debe ser la perspectiva de la Palabra de Dios. Si la es, entonces no ofreceremos soluciones baratas y no seremos sorprendidos que haya juicio. 31

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El mensaje de juicio

Continuemos viendo a Jeremías y lo que dijo a una época tan parecida a la nuestra. Jeremías, como usted sabe, es llamado “el profeta llorón”, porque lo encontramos llorando por su pueblo. Y su actitud debe ser la nuestra: debemos llorar por la iglesia que se ha apartado y llorar por la cultura que la ha seguido.

Jeremías mismo nació en Anatot, como se nos dice en Jeremías 1:1, y probablemente murió a principios de sus sesentas en Egipto. Él no tuvo una vida fácil. De hecho, en Hebreos 11:36-37, leemos esto: “otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados”. A medida que investiga, usted puede localizar ciertas personas en la Biblia que pasaron por todas excepto una de las persecuciones indicadas en Hebreos 11. Usted no encuentra a nadie que fuera aserrado. Sin embargo, la tradición nos dice que después de que la nación judía fue tomada por los babilonios, algunos judíos llevaron a Jeremías a Egipto, precisamente a donde él no quería ir y a donde les dijo que no fueran.

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La tradición (que puede ser cierta o no) va más allá, dice que lo pusieron en un tronco ahuecado y aserraron a través de él. Esto pudiera ser a lo que se refiere el escritor a los Hebreos. En cualquier caso, la vida de Jeremías, que veremos con más detalle, no fue fácil.

Tampoco su mensaje fue fácil. Aprendemos cuál fue ese mensaje básico en Jeremías 1:10: “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”. Note el orden. Primero, hubo un fuerte mensaje negativo, y luego el positivo. Pero el mensaje negativo era primordial. Debía ser un mensaje de juicio a la iglesia que se había apartado y a la cultura que fluye de ella. Judá se había sublevado contra Dios y su verdad revelada; y Dios dice que el mensaje de Jeremías era básicamente un mensaje de juicio. Creo que el mismo mensaje es nuestro hoy.

El cristianismo no es romántico ni indulgente. Es firme y realista. Y la Biblia nos da el mensaje realista que Jeremías predicó en sus días, un mensaje que, estoy convencido, la iglesia de hoy debe predicar si desea ser de ayuda en el mundo post-cristiano.

No seamos sorprendidos por la reacción del mundo. La Biblia deja en claro que este mensaje va a ser recibido pobremente por una iglesia y una cultura en rebelión. Leemos en Jeremías 1:18-19 “porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte”. En otras palabras, Dios dice: “Jeremías, este es el tipo de ministerio que vas a tener”. Así que si usted es un cristiano buscando un ministerio fácil en una cultura post-cristiana donde los cristianos son una minoría, usted no es realista en su perspectiva. No lo fue en los días de Jeremías, y no puede ser en días como los nuestros.

Jeremías, en el libro homónimo, se vuelve para analizar las varias formas en que su cultura se estaba apartando de Dios. Él se enfoca en cierto número de fallas: lo inadecuado de una religión meramente externa, la apostasía general de la iglesia, unos pocos pecados específicos, y la tendencia a buscar sentido y seguridad aparte del Dios que está ahí.

Jeremías señala que, aunque había abundancia de religión externa, eso no era lo que Dios quería. Leemos, por ejemplo, en Jeremías 6:20 “¿para qué a mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana?, vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios me agradan”. Había abundancia de sacrificios, pero no eran buenos. Ellos estaban funcionando en la forma equivocada con la motivación equivocada y las proposiciones equivocadas. Así que Dios dijo: “¿Qué tan buena es su religión para mí?”. El punto es el mismo en Jeremías 7:4 “No fieis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es éste”. En otras palabras, el pueblo decía “¿no está el templo de Jehová con nosotros?, entonces todo estará bien”. Pero Dios hizo descender sus manos con enojo y dijo “No me importa nada su templo una vez que se han apartado de mi verdad revelada. Una vez que hicieron esto, pueden tener el templo ahí, pero no significa nada para mí”.

Así es en nuestra propia generación. El hecho de que hay mucha religión no significa nada para Dios y no hace nada para quitar su juicio. La nueva teología o los compromisos que a veces uno encuentra aún en el tan llamado evangelicalismo quitan lo esencial que hace a la religión aceptable a Dios. Como vimos en Lamentaciones, los judíos se apartaron de la revelación de Dios y cuando el hombre se aparta de la revelación proposicional de Dios, destruye la aceptabilidad de nuestra adoración a Dios. No estamos juzgando términos teológicos abstractos. Estamos tratando con la cuestión de creer en Dios y creer Su verdad revelada.

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Sin embargo, Jeremías va más allá en 7:10: “¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones?”. Esto es, “vienes al templo y entonces te marchas y dices ‘ahora puedo hacer lo que yo desee. Puedo vivir una vida hedonista´”. Pero Dios dice a través de Jeremías “no es así, la mera religión externa no significa nada para mí”. En 9:25 encontramos el mismo énfasis: “He aquí vienen los días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso”. Ellos fueron circuncidados, pero ¿a cuánto equivalía? A nada a la vista de Dios, a menos que estuviera enraizada en la verdad de la revelación de Dios. Las formas externas solas no significan nada para Dios.

Pero a través de Jeremías, Dios dice más que esto. Jeremías habló expresamente contra la apostasía. Aquí está un distintivo de nuestra generación, uno que muestra que la iglesia de hoy ha sido infiltrada por el relativismo del concepto hegeliano de síntesis: desde los años treintas, la iglesia ha cesado más y más de usar la palabra “apostasía”. Es fácil usar la palabra en un sentido duro y áspero. Por supuesto eso está mal. Sin embargo, sobre la base de la Palabra de Dios, sí hay tal cosa como la apostasía, y cuando vemos un verdadero apartarse de Dios, no somos fieles a la Palabra de Dios a menos que la llamemos como lo que es.

A través de Jeremías, Dios habla en términos fuertes, estrictos, incluso escandalosos sobre ella: “Dicen: si alguno dejare a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Tú, pues has fornicado con muchos amigos” (Jeremías 3:1). Y entonces Él da la invitación: “mas ¡vuélvete a mí! Dice Jehová”. Pero la invitación está enraizada en aceptar el hecho que lo que antes habían hecho era una apostasía verdadera.

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El cuadro en el cual se da la invitación es altamente significativo. A lo largo de la Escritura Dios continuamente dice, “ustedes son mi prometida”. Porque la iglesia de Dios al apartarse comete adulterio espiritual, apostasía. Uno debería ser cauteloso de no usar la palabra con orgullo, ásperamente, sin amor, sin lágrimas, ya que hay una forma adecuada. El cuadro se repite en Jeremías 3:6 “Me dijo Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y allí fornica”. Los judíos se estaban apartando hacia dioses falsos. Pero apartarse hacia la teología falsa es igual que apartarse a dioses falsos. Donde sea que la iglesia de Jesucristo se aparte del Dios viviente y de su verdad proposicional, ella está fornicando. En Jeremías 3:9 encontramos lo mismo: “Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño”.

Por tanto, en un mundo post-cristiano y, con frecuencia, una iglesia post-cristiana es imperativo señalar dónde yace la apostasía. Debemos hablar abiertamente a todo el que escuche, tratando a todos los hombres como compañeros, pero debemos llamar a la apostasía, apostasía. Si no hacemos eso, no estamos listos para Reforma, avivamiento, y una iglesia revolucionaria en el poder del Espíritu Santo.

También, en nuestros días, todos somos fácilmente infiltrados con relativismo y síntesis. Tendemos a carecer de antítesis. Hay lo que es el Dios verdadero y hay lo que no es dios. Dios está ahí en oposición a lo que no es él. Esa es la gran antítesis. Y hay antítesis en relación a Su revelación desde Génesis 1 en adelante. Lo que se ha dado es antitético a su opuesto. Cuando vemos a los hombres ignorar o pervertir la verdad de Dios, debemos decir claramente, no con odio o enojo, “están equivocados”.

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Jeremías no solo habla contra la apostasía religiosa, sino también contra pecados específicos. De la misma manera, esto es imperativo en una generación como la nuestra. Así Dios dice, en Jeremías 5:7-8, “¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios”. Otra vez, ese es el lado religioso. Pero note el efecto en la sociedad de la abundancia: “Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías”. Usaron su prosperidad para pecar. ¿Le suena familiar? Considere el teatro, novelas, películas, pinturas, y esculturas modernas. En medio de la sociedad de la abundancia, a menudo la respuesta de los artistas es un llamado a una vida hedonista.

Jeremías continúa en 5:8: “como caballos bien alimentados”. Si un caballo es bien alimentado, dice Jeremías, se vuelve a las cosas sexuales. Así, él dice que esta es la manera como están en su sociedad próspera, ¡Oh judíos! Y esta es la manera como están, ¡Oh Estados Unidos próspero y los países reformados del norte de Europa, apartándose de la fe reformada! “Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo”. Piense en las novelas de hoy, como “Las parejas” de John Updike, que expresan este escape hacia una comunidad adúltera. Muchos jóvenes me dicen “¿por qué no debería tomar drogas cuando la generación antes de mí encuentra su escape en el alcohol y el adulterio?”. Tienen toda la razón. Lo uno es tan malo como lo otro. No es aceptable que una sociedad que vive en el adulterio y el alcohol se vuelva hacia aquellos que lo llevan un paso más y actuar como si hubiera una diferencia cualitativa entre los dos. Sólo hay una diferencia cuantitativa. La iglesia que no habla de los pecados de la generación pasada no está en posición de hablar de los pecados de esta generación.

Cuando la iglesia no habla contra el pecado en el mundo post-cristiano, no sigue el ejemplo de Dios a través de Jeremías de lo que su mensaje debería incluir. Religión externa, apostasía, pecados

sexuales, y mentir. De eso también habla Jeremías. En Jeremías 9:2 leemos: “¡oh quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores”. Y en el versículo quinto “Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocuparon de actuar perversamente”. Dios también está interesado en hombres que hablen verdad.

El hombre ya no cree que haya absolutos, y más y más se ha hecho aceptable no hablar con la verdad. El contrato comercial no se honra si se encuentra una manera legal de anularlo. El empleador no honra su promesa. El empleado responde de la misma manera. Como los hombres se han apartado de Dios, el único que da una base absoluta para la verdad, éstos se han hecho mentirosos e hipócritas unos con otros.

La generación más joven tiene una frase que se relaciona con esto. Ellos usan el término “una cultura plástica”. Y encaja. La nuestra es una cultura plástica, y a menudo la nuestra es una iglesia plástica. Los hombres simplemente actúan de memoria. Viven solo por hábitos, no porque tengan una base firme, racional y cristiana para sus acciones, y de hecho es feo. Es tan fácil ver esta hipocresía y fealdad tanto en la cultura como en la iglesia que no tendríamos que esperar a que la generación presente nos lo dijera. La iglesia debería haber estado diciendo esto por años. La belleza se ha ido, aun si continuamos haciendo las cosas correctamente, una vez que la base que las produce se ha ido.

Vivimos en una época cuando la verdad está desgastada en la filosofía de nuestra generación. Esto no es sólo en las cátedras de filosofía, sino en los lugares donde la filosofía viva está siendo aplicada, y no podemos esperar que la verdad sea rasgada, ya sea en la universidad o en las artes, sin un resultado en la práctica de la sociedad.

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contra el pecado sexual; estoy hablando sobre matar la fuerza de la verdad”. En 9:8 él dice “saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas”. Es fácil tanto para la iglesia ortodoxa como para la liberal hablar de amor y aun vivir si él. Y es fácil para la generación moderna fuera de la iglesia hacer lo mismo. Los hippies, también, con frecuencia usan la palabra amor, pero han dejado el barrio Haight-Ashbury4 como un desierto. Arrastrada por el clamor del

“amor”, una niña en la flor de la edad ha sido explotada, abusada y dejada sin valor de por vida cuando ella sólo tiene catorce años. Tanto dentro como fuera de la iglesia, usar la palabra amor y otras palabras de paz a fin de engañar es simplemente un abuso.

Dios habló a Jeremías contra tal falsedad y abuso. Y si la iglesia no está hablando en términos fuertes contra la apostasía y los pecados de nuestros días, no estamos listos para ver cualquier clase de movimiento revolucionario en una generación emocionalmente dura. Nuestra generación está bien enferma de “palabras de dios”.

Jeremías también habla contra buscar ayuda en el mundo. En sus días esto fue muy específico. Se estaba buscando, en Egipto y en otras grandes naciones, protección contra Babilonia. En 2:18 encontramos a Jeremías diciendo: “Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Éufrates? Esto es, ¿qué haces buscando en Egipto? ¿Qué haces buscando en Asiria? ¿Por qué no buscas a Dios? Para Jeremías fue un Egipto literal. Nuestro Egipto es el mundo y la inteligencia del mundo. No podemos esperar a que una generación dura, enferma y cansada de la mucha labia y lo plástico, tome en serio a la iglesia si ésta usa la manera del mundo. Como Jeremías dice en 2:36 “¿Para qué discurres tanto, cambiando de caminos. También serás avergonzada de Egipto, como 42

4 Barrio en San Francisco, California, famoso porque ahí se practicó el

poliamor entre los 70’s y 80’s.

fuiste avergonzada de Asiria”.

Nuevamente, en 37:7-8, Jeremías dice “Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto. Y volverán los caldeos y atacarán esta ciudad, y la tomarán y la pondrán a fuego”.

¿Está buscando ayuda en el mundo? Pregunta Dios. Va a fracasar. Va a ser avergonzado. La iglesia que dice que hay verdad en una generación de relativismo, una iglesia que dice que Dios está ahí cuando la nueva teología convierte la religión en mera psicología, tal iglesia debe demostrar que realmente cree que Dios está ahí. Debemos buscar ayuda directamente en Dios. Como solía decir Hudson Taylor: debe ser la obra del Señor hecha a la manera del Señor.

Entonces, ¿cuál es el mensaje que Jeremías dio a los judíos? ¿Fue un mensaje leve? Lo que él dijo fue: “Van hacia una destrucción total porque se han apartado de Dios y porque no se arrepienten. El Dios que actúa en la historia va a traer destrucción total sobre su cultura”. Y así él escribe en 1:14 “Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra”. Y en 5:15 “He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare”. El libro entero está lleno de tal profecía. La destrucción total viene sobre toda su cultura, una destrucción total.

Lo que necesitamos son nuevos Juanes Bunyan que señalen lo que pasa cuando los hombres se vuelven a la Feria de la Vanidad. Cuando los hombres se apartan de Dios, la ciudad se convierte en ciudad de destrucción. En 9:11 “Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador” En 21:4 “Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos”. Dios dice a nuestra generación: “Oh nación, Oh

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cultura, ¿crees que debido al conocimiento que ahora tienes, un conocimiento que está separado de lo que realmente está ahí (el universo en el cual hay un supernatural así como un natural, en el cual todo no es meramente causa y efecto económico), crees que puedes construir armas que satisfarán tus necesidades? No”. Dios dice “estas cosas se van a convertir en algo como una espada en la mano de un hombre débil, y va a cortar al hombre que la sujete. Estás confiando en una creciente tecnología. La tecnología te destruirá”. Hasta que no escuchemos hombres predicando con este tipo de valor contemporáneo, no podemos esperar a que la iglesia sea tomada en serio.

“Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia; y a los caldeos que están fuera de la muralla y os tienen sitiados, yo los reuniré en medio de esta ciudad. Pelearé contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, con furor y enojo e ira grande. Y heriré a los moradores de esta ciudad, y los hombres y las bestias morirán de pestilencia grande. Después, dice Jehová, entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor” (Jeremías 21:4-7

Nuestra generación necesita que se le diga que el hombre no puede despreciar a Dios, que una cultura como la nuestra, que tuvo tal luz y que entonces deliberadamente se ha apartado, está bajo el juicio de Dios. Dios es un Dios de gracia, pero el otro lado de la moneda de gracia es juicio. Si Dios está ahí, si Dios es Santo (y necesitamos un Dios Santo o no tenemos absolutos), debe haber juicio.

A medida que concluyo esta conferencia, quiero hacer una pregunta ¿realmente cree que Él está ahí? ¿Por qué hay tanta

irrealidad entre los evangélicos, jóvenes y viejos?¿Cuál es la realidad final?. La realidad final es que Dios realmente está ahí. La Biblia es lo que es porque el Dios que existe la ha hablado en una forma proposicional y verbalizada. Pero, ¿su cristianismo finaliza con algo menos que Dios está ahí? En la enseñanza de sus cursos ¿cree que Él está ahí? En su aprendizaje ¿cree que Él está ahí? ¿Realmente cree que Él está ahí o solamente está viviendo en una especie de creencia sociológica? Si Él realmente está ahí y si Él es un Dios santo, ¿en serio piensa que a Dios no le importa que un país como el nuestro se haya apartado de Él? Solamente hay un tipo de predicación que obtendrá lo mejor de una generación como la nuestra, una predicación que incluya la prédica del juicio de Dios.

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Un eco del mundo

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Un eco del mundo

En la última conferencia, vimos la forma en que Jeremías habló la Palabra de Dios a su propia época. Vimos como él predicó juicio contra una religión meramente externa, contra la apostasía en general, y contra pecados específicos: adulterio, mentira e hipocresía. La voz de Jeremías se elevó contra la farsa que su propio pueblo había hecho de la verdad revelada de Dios.

Ahora volvemos para examinar no tanto los pecados del pueblo sino al pueblo en sí. ¿A quién estaba hablando Jeremías? ¿Era sólo la gente ordinaria de las aldeas vecinas? ¿A quién acusó de apartarse de Dios?

En Jeremías 22:11-12 leemos “Porque así ha dicho Jehová acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, el cual reinó en lugar de Josías su padre, y que salió de este lugar: No volverá más aquí, sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron cautivo, y no verá más esta tierra”. Aquí inmediatamente encontramos la predicación de

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una destrucción total que incluye al rey de la tierra. Jeremías 22:18-19 tiene el mismo énfasis: “Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! Ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, Señor! ¡Ay, su grandeza! En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén”.

De este modo Jeremías habla sobriamente usando un lenguaje figurado muy fuerte. Ya que los hombres se han apartado tanto de Él, el juicio de Dios viene sobre esta tierra, en vez de tener el funeral glorioso que los reyes de Judá deseaban tener, este rey sería enterrado como un asno. ¿Cómo entierra un asno? Lo arrastra fuera de la ciudad, abandona su cadáver, y eso es todo. Tal es el tipo de juicio que viene de Dios sobre la generación que se ha apartado. De nuevo en 25:9-11 sentimos el énfasis de una destrucción total: “He aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas esta naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo…”. La generación de Jeremías estaba buscando en todo lugar la voz de gozo, aún donde no había un gozo verdadero. Y Dios dice “Voy a arrebatarles la voz de gozo” “¿qué voy a usar como instrumento?” pregunta Dios. “Voy a usar una nación que no es mi pueblo, una fuerza militar que no sigue al Dios viviente, y voy a usarlas contra ustedes”.

Debo decir que cuando oro por mi país y nuestra cultura, no oro por la justicia de Dios. Solo puedo suplicar por su misericordia. Si tuviéramos la justicia de Dios, no tendríamos paz. Podríamos tener una situación como la de Jeremías. ¿Cómo nos atrevemos a orar por justicia sobre nuestra cultura cuando tan deliberadamente nos hemos apartado de Dios y su revelación? ¿Por qué debería Dios bendecirnos?

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Jeremías fue considerado un traidor porque habló de esta forma, pero es lo que Dios puso en su boca: “Sí, ustedes son el pueblo de Dios; sí, externamente parece que, en el Templo, tienen la religión verdadera, pero no vale nada para mí, y porque se han apartado de mí y de la verdad proposicional que les he dado, voy a enviar un juicio abrumador sobre ustedes”. Así que debo decir que para mi generación sólo oro por una cosa: la misericordia de Dios. Pero para los días de Jeremías el mensaje de destrucción total continua: “Y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del desposado y la voz de desposada…” Las cosas centrales de la vida van a llegar a su fin: “el ruido de molino y la luz de lámpara”, esto es, llevar a cabo actividades comerciales así como el gozo del matrimonio. “Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años”. Entonces, por supuesto, viene esa promesa maravillosa: después de setenta años Dios los regresará a la tierra. Pero el mensaje de Jeremías para la generación a la cual predicaba fue destrucción.

Cuando Jeremías predicó destrucción, él no estaba hablando en generalidades. El predicó contra los dignatarios, los líderes de la tierra, quienes estaban alejando a su pueblo de Dios. Así encontramos en Jeremías 8:1 “En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros”. Jeremías dice “estoy hablando contra ustedes, ¡Oh reyes! Estoy hablando contra ustedes, ¡Oh sacerdotes! Estoy hablando contra ustedes, ¡Oh profetas!”.

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Jeremías predicó contra los dignatarios quienes habrían sido grandes en la jerarquía natural de esa sociedad y estado pero que estaban llevando al pueblo por mal camino. Él continúa este énfasis en 13:13-14 “Entonces les dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo lleno de embriaguez a todos los moradores de esta tierra, y a los reyes de la estirpe de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes y profetas, y a todos los moradores de Jerusalén; y los quebrantaré el uno contra el otro, los padres con los hijos igualmente, dice Jehová”. Él nombra a aquellos que son los líderes de la tierra, que se mantienen en la jerarquía social y estatal: los reyes, los profetas y los sacerdotes. También encontramos un mensaje similar hacia el final del libro (estoy escogiendo casi al azar porque el mensaje total de Jeremías se repite una y otra vez a lo largo de los muchos años que él profetizó) en Jeremías 34:19-20: “a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro (es decir, quienes hicieron un pacto en el nombre de Dios y entonces lo rompieron), los entregaré en manos de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida; y sus cuerpos muertos serán comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra”. Es fácil predicar esto a la gente común, pero lo que Jeremías hizo bajo el impulso de Dios fue tener el valor para vocalizar y verbalizar la predicación de Dios contra los dignatarios quienes podrían hacer algo al respecto. Incluso él se atrevió a nombrarlos. Él se atrevió a decir “Ustedes nos están llevando por mal camino, y el juicio de Dios está sobre ustedes”. Naturalmente, al igual que en nuestros días, tal predicación trae repercusiones de aquellos en el poder, ya sea en la iglesia o el estado.

Jeremías no sólo predicó contra los dignatarios políticos, sino más que contra otros, contra los líderes religiosos que estaban alejando al pueblo de la revelación proposicional de Dios. En Jeremías 2:8, él dice “Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? Y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se

rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha”.

Y por consiguiente él vuelve aquí y pregunta, “¿los líderes religiosos, los están guiando por el camino correcto?

Y él dice: “No”.

“¿Deben ser honrados sólo porque son líderes religiosos?”. “No, si ellos no predican lo que es verdad”.

Seguramente esto tiene algo que ver con el mensaje que debemos hablar a nuestro mundo post-cristiano. Debemos tratar a los hombres con amor, debemos tratarlos y hablar con ellos humanamente. Pero no debemos bajar el tono de nuestro mensaje: los líderes religiosos de nuestros días también están llevando al pueblo por el mal camino. No hay nada en la Biblia que quite al hombre de estar bajo el juicio de Dios sólo porque es un líder religioso. De hecho, es lo contrario.

Aún más, encontramos en Jeremías 5:13 “antes los profetas serán como viento, porque no hay en ellos palabra; así se hará a ellos”. ¿Cuál es el problema con los profetas? El problema es que no están hablando por Dios. Solamente están tomando el consenso social de su día y hablando como si fuera la Palabra de Dios. En el versículo 31 “los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?”. ¿Qué hay de estos sacerdotes? ¿Qué hay de estos profetas? Ellos solamente hacían eco de lo que todos a su alrededor decían. Seguramente que eso suena familiar. Cuando escuchamos la religión que en gran parte se predica a nuestra generación, escuchamos lo mismo que dicen los filósofos y sociólogos incrédulos. La única diferencia es que se usa un lenguaje teológico. Pero Dios dice “Esto no puede ser, esto te pone bajo mi juicio”.

Referencias

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