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El legado del siglo XX Hermes Puyau *

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El legado del siglo XX

Hermes Puyau

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Es una alegría estar con ustedes y continuar con esta tarea que ha iniciado la Dra. Archideo.

Vamos a ocuparnos del legado del siglo XX ¿Qué sentido tiene ocuparse del legado del siglo XX? Un siglo transmite a otro problemas. Supongamos un ejemplo: al comienzo del siglo XX, Hilbert transmite veintitrés problemas en el orden matemático -algunos fueron resueltos otros no- y esto indicaría que el siglo transcurrido, el siglo XIX, legó problemas al siglo XX.

Vamos a ver cómo la situación en el siglo XX parece cambiar un poco con respecto a lo que fue, pero para ello queremos dar un panorama, no histórico total, pero sí de la forma cómo la metafísica ha sido llamada por las otras ciencias. Es decir, cuando una ciencia tiene problemas, esperar un fundamento que vaya más allá de ese saber científico, parece razonable.

En un trabajo que hicimos con mi señora en la semana tomista de septiembre de este año, nos referimos precisamente a la estrechez de las ciencias y la metafísica, y decíamos cómo Platón reconoce que el problema del cambio se presentó como una dificultad científica muy importante y se debió apelar a la metafísica para resolver en ese ámbito lo que podía esperar el conocimiento del hombre. Entendamos bien que no todo cambio significa un cambio entre contradictorios, Platón lo veía un cambio entre contrarios. El cambio es "ser otro". Eso lo recibió Aristóteles y lo muestra en la noción de alteridad, el cambio es cualitativo, puede ser también cuantitativo, pero

* Profesor de Métodos y Técnicas de Investigación Científica en la Universidad

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fundamentalmente el cambio es cualitativo en cuanto algo se hace otro, y ese “hacerse otro” es la raíz de la modificación que se hace patente en el ámbito de la cualidad, distinguiéndola en ese sentido de la cantidad -Aristóteles admitía un cambio en el crecimiento y la disminución- y también, podríamos decir, el cambio según el lugar, que es una de las cuatro formas que admitía Aristóteles en su momento.

De manera que vemos en los albores de la filosofía cómo el saber filosófico aparece como un saber fundante en cuanto su tarea es resolver los problemas que van planteando los conocimientos particulares que tiene el hombre, en un momento en que, indudablemente, las distintas disciplinas científicas no habían aparecido en forma resuelta como han aparecido después. Aristóteles menciona, por ejemplo, tres ciencias teóricas. Una la llama filosofía primera -sabemos que el nombre de metafísica no es aristotélico-, la otra es la física y la tercera ciencia teórica es la matemática. Cada una tiene sus problemas y la filosofía primera tiene una función rectora que no se aclaró muy bien en Aristóteles cómo se articulaba esa función rectora con la metafísica-. Vamos a explicarlo brevemente.

La Dra. Archideo hizo una relación a los Segundos Analíticos del Libro I, capítulo XIII donde habla de dos formas de conocimiento: el conocimiento por la causa y el conocimiento a partir del hecho, lo que los escolásticos llamaron demostratio

quia y demostratio propter quid. La verdadera demostración es la

demostración propter quid, donde la causa da razón del efecto. La demostración quia –demostración oti en la expresión aristotélica-, nos da parte del hecho y se remonta a la causa. Es la vía analítica que señalaron los geómetras griegos para la resolución de los problemas, Pappo en especial, pero ya en Euclides está mencionada la vía analítica. ¿En qué consiste el análisis? en dar como resuelto el problema y remontarse a las condiciones que hacen posible su solución. Ésa es la vía analítica que es la vía del descubrimiento.

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Aristóteles, cuando se refiere a la relación entre demostración

dioti y la oti -es decir la demostración propter quid y la

demostración quia-, señala que la primera da las razones de algo y puede ser que otra ciencia reciba de la ciencia, que después los escoláticos llamaron subalternante, las razones, el instrumento para demostrar que el predicado corresponde al sujeto. Pensemos que en la forma de conocimiento científico que esbozaron y desarrollaron los griegos -y lo desarrollaron especialmente en la geometría-, del sujeto de la ciencia, en la terminología aristotélica, el género, la demostración prueba sus propiedades. Lo que es propio de algo, eso es lo que se demuestra. Entonces, lo propio es demostrado. Y ¿cómo se demuestra? En el siglo XVII Leibniz consideró que los geómetras eran los maestros en el arte de demostrar. ¿Cómo se hace la demostración? Se parte de las cuatro preguntas aristotélicas: qué es, si es, cómo es y por qué es como es. Esas cuatro preguntas aristotélicas se van a responder mediante los postulados, las definiciones de las propiedades y por último, lo que es central, la demostración.

Entonces, por qué es como es, es lo que nos dice la ciencia. Y cuando una ciencia subalterna a la otra, le da ese por qué a la otra ciencia. La subalternación, como mencionó la Dra. Archideo, Aristóteles la consideró en tres casos en especial, sin hacer referencia a la relación entre la filosofía primera y las otras ciencias, giró en los tres casos que ella ha mencionado, exclusivamente ahí menciona qué es la subalternación.

Luego la subalternación pasa a la escolástica. Recordemos que Santo Tomás se pregunta si la teología es ciencia y dice que la teología nuestra está subalternada a la teología de Dios y de los Beatos, y que la teología utiliza también el aparato deductivo, tema de las conclusiones teológicas que después va a preocupar mucho ya a fines de la escolástica misma. Es un problema de la época de Melchor Cano y algunos escolásticos posteriores que se plantean la obligación de creer en las conclusiones teológicas. Ése sería el tema importante.

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Pero dónde se ve aquí el problema metafísico con respecto a las ciencias particulares. Aristóteles nos deja ese panorama, dando a la filosofía primera la jerarquía que le corresponde porque se ocupa del ente que no cambia. El ente que no cambia es el Ente Supremo, el ente que da razón de todo aunque no sea creador, pero ese ente es el objeto del saber supremo. Si el hombre por naturaleza desea conocer, lo que es más conocible, es lo que más apetece conocer. Entonces, indudablemente a lo Divino es a lo que se le da preeminencia y a eso Divino que se le da preeminencia es de lo que se ocupa la filosofía primera: se ocupa de Dios y se ocupa del ente en cuanto tal y de sus predicados. Podríamos decir entonces que tiene dos objetos: Dios y el ente en cuanto tal.

Algunos escolásticos, por ejemplo Suárez en las postrimerías de la escolática, dice que Dios es el objeto principal de la metafísica y el ente en cuanto tal es el objeto adecuado de la metafísica. Ése es el panorama que nos deja la escolástica en su -podríamos decir- culminación, porque ya la escolástica se prolonga en la península Ibérica más allá del resto de Europa.

La escolástica se continúa de alguna manera con el racionalismo alemán: el de Baumgarten, el de Wolf; ese racionalismo se aprende en las Disputaciones Metafisicas de Suárez y en la forma como la escolástica se continúa en la filosofía moderna. Pero la filosofía moderna plantea otros problemas al hombre y sobre todo la ciencia moderna, la ciencia del “sí”, que se funda en el siglo XVII.

Y ¿cómo es la presencia metafísica en esa ciencia? La presencia metafísica en esa ciencia la notamos, por ejemplo, en la controversia entre leibnizianos y cartesianos sobre los invariantes1, en la física moderna, en la física que ha fundado

1 El racionalismo, filosofía que dominó la Europa continental durante los siglos XVII y parte del XVIII,

había forjado una metáfora para comprender la intervención divina en el orden físico. Este orden funcionaba como un reloj y Dios era el relojero que lo fabricó y le dio cuerda. La perfección de la obra puede medirse por el número de veces que el Creador debe renovar esa operación.

Como vemos, la Providencia tienen que ver con lo que fue denominado, después, Ley de Conservación, porque ésta expresa el orden que rige el mundo creado.

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Newton, pero indudablemente responde también al criterio cartesiano de una ciencia de lo cuantitativo. Descartes justificaría o justifica la aplicación de la matemática a la ciencia natural al considerar que la cantidad -él conserva la terminología tradicional-, es esencial al ente extenso, Y ahí tenemos entonces una supervivencia de perspectivas metafísicas frente a los problemas de la física, que es una ciencia particular. Y también el principio de Maupertuis de acción mínima, como de alguna manera la concepción hamiltoniana de la física reaparece, aunque sin la perspectiva filosófica o sin las aspiraciones filosóficas de Maupertuis. Dejando de lado eso, el siglo XIX ya no se presenta tan proclive a lo que podrían llamarse las disputas metafísicas o las controversias metafísicas. La geometría mínima está expresando la sabiduría con que Dios rige al mundo. Ésa es la idea en Maupertuis, idea también en Leibniz. En Hamilton estamos en otra perspectiva, él hereda algo, pero no es la preocupación directa de Maupertuis y Leibniz.

Y por último en esta visión que quiere ser un poco historia de la ciencia, -pero una historia interna de las ciencias, porque si yo digo de la ciencia, parecería que la filosofía tiene un lugar bastante secundario frente al panorama de la ciencia que es la ciencia de la naturaleza, la ciencia física, etc.- ¿Qué perspectivas plantean algunos para el siglo XXI? Me voy a referir a dos personajes bastante conocidos, uno es Penrose y el otro es Witten. Penrose está muy difundido, tiene un libro sobre el Emperador, es bastante conocido, en cambio Witten aparece en una controversia con Donaldson en la década del '80 al '90. Donaldson apela, para resolver los problemas de las variedades de Dimensión 4, a las teorías gauge del año de 1954. Esas teorías le permiten a Donaldson dar una respuesta que es una respuesta de insolubilidad, dicho en forma muy breve, lo que es

Los cartesianos sostenían que lo que se conserva es la cantidad de movimiento, o sea, la ,asa por la velocidad.

En cambio, los leibnicianos sostenían que lo conservado era la fuerza viva, vale decir, la masa por la velocidad al cuadrado.

Por cierto, la física actual ha multiplicado las cantidades que están sujetas a la conservación, por ejemplo, la energía, cuya conservación fue enunciada en el siglo XIX.

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homeomorfo en la Dimensión 4, no es difeomorfo en la misma dimensión, es decir esa equivalencia topológica no se transmite a una equivalencia en el orden diferencial. El difeomorfismo es una biyección entre dos espacios de la misma dimensión, pero donde la función directa y la función inversa son ambas diferenciables. Donaldson no discutió las conclusiones de Seiberg y Witten y la solución de estos autores tuvieron eco en la comunidad matemática de su momento, es decir, en la década del '80 al '90.

Es interesante por ejemplo, ver como Penrose y Witten reaccionan frente a una teoría muy discutida -todavía no aceptada por muchos- que es la teoría de cuerdas y de supercuerdas. Esta teoría daría la solución a los problemas de los físicos del siglo XX. Me remitiría a hablar de una gravedad cuántica, las propiedades de la materia en el orden gravitatorio, es decir, todo lo que agitó desde Heisenberg o Dirac -o al mismo Einstein- hasta la actualidad a los físicos con respecto a la unificación de las cuatro fuerzas que había dado hasta el '74 solamente soluciones parciales: la solución de Weinberg y Salam con respecto a tres de las cuatro fuerzas, y eso en forma incompleta hasta el desarrollo de la teoría cuántica de campos que sería, según Weinberg, el camino de solución para reconciliar, -eso lo dice en 1995 en su libro sobre teoría cuántica de campos-, para dar una solución a las teorías relativistas, a la conciliación con las teorías cuánticas y relativistas.

Entonces estos dos autores, Witten con mucho más entusiasmo que Penrose, anuncian esta teoría de cuerdas como la gran esperanza de los físicos del siglo XXI. Es decir, el siglo XXI comienza con una perspectiva distinta a la del siglo XX, donde en el orden matemático lo que se transmiten son problemas y en el orden físico una visión más optimista con una física que no tendría problemas, una física que avanzaría tranquilamente. Notemos que en 1900 son las experiencias de Planck, pero en 1905 ya hay una teoría que entra en

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competición con la física clásica. En líneas generales es lo que quería esbozar, después lo discutimos un poco.

DIÁLOGO

- Dr. Regúnaga: Si no entendí mal, Puyau se refirió al libro de Penrose "The emperor’s new mind” que está dedicado fundamentalmente a analizar las posibilidades de la inteligencia artificial, la posibilidad de que esa inteligencia artificial equipare a la inteligencia humana y las consecuencias que esto tendría, él tomó una postura negativa. Me gustaría que avanzara sobre esa problemática que me parece fundamental para el siglo XXI.

- Dr. Puyau: Me refería a ese texto como un libro de divulgación de Penrose. En cambio, la alusión que hace Penrose a la física del siglo XXI aparece en una publicación colectiva, que dirigió Arnold y otros matemáticos y físicos en el año 2000, donde él escribe lo mismo que Witten, pero Witten con un entusiasmo mucho mayor que Penrose. Penrose dice "no tiene que adecuarse todo a la mecánica cuántica” y se muestra mucho más cauto en su apreciación con respecto a la teoría de cuerda. En cambio Witten se muestra muy entusiasta: hasta la "m" de membrana sería una forma de generalización de las cuerdas, dice, es lo mágico en la física del siglo XXI.

-Dr. Brenci: Vorrei chiedere alla Dotssa Archideo cosa ne pensa della conoscenza scientifica e la conoscenza per analogía della quale ha parlado.

-Dra. Archideo: El conocimiento por analogía, diría que es el conocimiento propio de la ciencia porque con la analogía no se pretende llegar a una verdad absoluta, sino a lo que ustedes llaman verosimilitudes o sea que si bien el científico busca la verdad de la observación y la experimentación – me refiero al investigador en ciencias naturales y en las llamadas “ciencias exactas” y no al filósofo y al teólogo o al que estudia el actuar del hombre en el orden ético y artístico- llega a un modelo –como dijiste muchas veces- que puede llamar válido al menos hasta el momento en que algún otro científico muestre otro modelo que permita una interpretación que podemos llamar más exitosa en la medida en que permite un acercamiento mayor a lo que en su campo el científico intenta conocer. Pero, en definitiva, el conocimiento es análogo, o sea en parte responde a lo que la observación o el experimento lograron y en parte no, porque el resultado depende del método de la observación y de los motivos que me llevaron a ella.

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En cierto sentido todo conocimiento natural es analógico, también en la filosofía. Y creo que el resultado y el modo del conocimiento científico pueden dar a la filosofía un punto de partida muy válido como lo da la fenomenología.

Pero… la filosofía debió recurrir –como dije– a la noción de participación y de participación trascendental y asumir para ello la revelación que nos muestra a Dios Creador y así poder distinguir incluso a los seres entre sí. Porque de la participación por atribución que me relaciona al Creador como Ser absoluto puedo lograr captar la participación entre los seres que es predicamental. La noción de participación muestra en la filosofía la dinámica de la metafísica pero antes hubo de asumir al Creador.

© 2005 CIAFIC Ediciones

Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural Federico Lacroze 2100 - (1426) Buenos Aires

e-mail: postmast@ciafic.edu.ar Dirección: Lila Blanca Archideo ISBN 950-9010-43-X

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