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Filosofía Moderna (II) Inmanuel Kant ( )

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Filosofía Moderna (II)

Inmanuel Kant (1724-1804)

1. Factores políticos, sociales y culturales que en el siglo XVIII conducen a la

Ilustración

La ilustración es un amplio movimiento que pretende una “clarificación” racional de todos los aspectos de la vida y de la cultura y que surge en Europa en el siglo XVIII en el periodo comprendido entre las revoluciones liberales burguesas: la revolución inglesa (1688) y la revolución francesa (1789). La Ilustración nace en Inglaterra en el tolerante contexto político de una Reforma, resuena con fuerza en Francia en el radicalizado contexto de la Revolución y desde aquí se difunde a Alemania en donde encontramos al más destacado ilustrado: Inmanuel Kant.

La Ilustración apoya la caída del “Antiguo Régimen” y expresa la ideología crítica de las clases medias y la concepción liberal y tolerante en todos los órdenes, lo que se llamó “crisis de la conciencia europea”. Las monarquías absolutas estaban vinculadas a una organización estamental en la que la nobleza y el clero mantenían privilegios feudales (como no pagar impuestos) mientras que el “tercer estado”, el pueblo (campesinos, obreros, profesionales y burguesía), sufría las crisis económicas. Con el desarrollo del capitalismo se incrementa el poder económico de la burguesía, por lo que la demanda burguesa de un mayor protagonismo político se convirtió en motor de los procesos revolucionarios que recorrerán Europa y América.

La Ilustración va a someter al tribunal de la razón los dogmatismos, las tradiciones, las creencias, las costumbres...., como admiración por la razón y pretensión de someter a ésta todos los aspectos de la realidad tuvo antecedentes en la sofística griega. Es la época conocida como “siglo de las luces” y la luz será la ciencia, el saber fruto de la razón. Se tiene, pues, conciencia de que, por fin, la razón y la ciencia iluminan al hombre.

En Inglaterra la Ilustración se inicia en un ambiente de tolerancia religiosa y de libertad que servirá como modelo a los demás países y se concreta en cuestiones epistemológicas, la sociedad y la moral. Los empiristas ingleses (Locke, Berkeley y Hume) y Newton con su método analítico (razón analítico-experimental) son los “padres de la Ilustración”. Inglaterra aporta, además de un modelo empirista de ciencia, el parlamentarismo con elecciones libres, la división de poderes en política (Locke) que supone el final de la monarquía absoluta porque la ley está por encima del rey, el Deismo como intento de fundar una religión natural, es decir, racional -sin dogmas ni misterios- que prescinde de toda revelación sobrenatural (es decir, que pretende reducir la religión al ámbito de lo que puede admitir la razón).

En Francia, Voltaire difundió el pensamiento de Locke, Newton y los deistas, mientras Montesquieu adapta las ideas políticas de Locke. En un contexto de gran tensión social (monarquía absoluta, aristocracia aferrada a sus privilegios, falta de tolerancia en todos los terrenos) el interés se centra en el análisis de la sociedad, el fundamento de las leyes y el derecho, el orden y el progreso social. El Enciclopedismo (Voltaire, Diderot, D' Alembert) pone de manifiesto la confianza en la razón y el saber y pretende difundir la cultura para sacar a los hombres de las tinieblas creando una actitud crítica y antidogmática.

Los ilustrados franceses añaden algo realmente nuevo: el tema de la Historia. Como pone de relieve Montesquieu, la historia tiene que ser entendida desde el descubrimiento y el estudio de las leyes generales por las que se rige el acontecer histórico. Por tanto, la historia ya no es entendida desde una perspectiva teológica que interpreta el suceder de los acontecimientos como cumplimiento de designios divinos.

La Ilustración culmina en Alemania en donde aparece el mayor filósofo del siglo, Kant, cuya obra pone de manifiesto el interés de la Ilustración por el Análisis Crítico de las posibilidades y límites de la razón como facultad de conocimiento. Este análisis se hace desde la propia razón y pretende encontrar en ella el sistema de principios que rige el saber de la naturaleza y la acción moral y política del hombre.

Kant resumió el espíritu ilustrado con la exhortación “¡atrévete a pensar!”, usa tu propio entendimiento y no te comportes como un niño que necesita que le digan lo que debe hacer (crítica a cualquier tipo de autoridad externa). La Ilustración es, pues, heredera de esa confianza en la razón y en la autonomía del sujeto pensante con la que Descartes abre el curso de la filosofía moderna. La Ilustración recibe también un poderoso impulso del empirismo y de su análisis de las ideas, análisis que lleva consigo la crítica de todo uso de las ideas que no esté fundado en la experiencia. El conjunto de la filosofía kantiana es una reivindicación del sujeto racional autónomo. Salvaguardar la autonomía del sujeto pensante era para Kant algo inseparable de la Ilustración como proyecto de emancipación y consecución de la mayoría de edad de los seres humanos.

El intento de fundamentar el conocimiento de la naturaleza y la acción moral desde la crítica de la razón pura (es decir, no empírica, por principios a priori) tanto especulativa o teórica como práctica, constituye el Idealismo

trascendental de Kant y da sentido unitario a toda la filosofía kantiana que, en el contexto de la Ilustración, pretende

fortalecer la autonomía de la razón y la consecuente libertad del hombre.

*Nota: Idealismo trascendental se refiere al estudio de las condiciones a priori del conocimiento puestas por el sujeto.

2. Características de la razón ilustrada

La razón como facultad de conocimiento fue un descubrimiento de los griegos, lo que los ilustrados descubren es la racionalidad, es decir, la posibilidad de que la razón guíe los destinos de la humanidad (concepto universal del ser humano también descubierto por los ilustrados). Los ilustrados fueron conscientes de la profunda transformación que se estaba produciendo: desaparecía una forma de sociedad, el “Antiguo Régimen” y surgía una sociedad nueva, la Europa racional.

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una nueva concepción de la naturaleza, una gran confianza en el progreso y la transformación social. Estas son las principales características de la razón ilustrada:

a) razón analítica y experimental: en contraste con la racionalidad cartesiana matemático-geométrica, es decir, razón deductiva a partir de principios considerados “ideas innatas” que acepta dogmáticamente el poder ilimitado de la razón, en la Ilustración la razón pretende ser una razón empírica (basada en la experiencia) y analítica, inspirada en Locke y Newton. Por tanto, el análisis se impone como método de la ciencia y la filosofía frente a la síntesis deductiva.

b) razón crítica: la actitud crítica se alza contra los prejuicios, la tradición, los dogmas y toda autoridad externa. Y lo más importante, además es crítica consigo misma, es decir, trata de establecer sus posibilidades y sus límites.

La crítica está presente en los empiristas, sobre todo en Hume, que reducen la razón a los límites de la experiencia sensible y acaban en el escepticismo (que niega la existencia de conocimientos universales y necesarios) y culminará en la síntesis kantiana entre racionalismo y empirismo, De hecho, las tres obras más importantes de Kant son: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio.

El análisis es, precisamente, el instrumento de la crítica. Los racionalistas no habían hecho esta crítica y habían aceptado dogmáticamente el poder ilimitado de la razón. Los empiristas, al contrario, reducen la razón a los límites de la experiencia sensible pero se ven abocados al escepticismo. Para los ilustrados los límites de la razón vendrán dados por su propia naturaleza, pero, a pesar de ser limitada, la razón da lugar a un conocimiento universal y necesario (Ciencia).

c) razón autónoma: la razón, aunque se reconocen sus límites, es la única guía del hombre. Sólo la razón, liberada de toda autoridad, especialmente de la religión, hará salir al hombre de su “minoría de edad” o incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro, sea ese otro las creencias, las tradiciones o la propia pereza intelectual. En este sentido afirma Kant: ¡sapere aude! (¡atrévete a saber!), “ten el valor de usar tu propia razón”. La razón es pues suficiente en sí misma y por sí misma, sin otros límites que aquellos que le vengan impuestos por su propia naturaleza. De ahí la necesidad de analizarla y reconocer sus límites.

d) razón secularizada: si en la época anterior del racionalismo aún existía cierta influencia de la Fe en la Razón, en la época de la Ilustración llega a su culminación el proceso, que se había iniciado con Ockham en el siglo XIV, de independencia absoluta de la Razón respecto de la Fe, afirmando su carácter laico y natural. La secularización de la Razón supone llevar los grandes temas del pensamiento teológico a un orden mundano, reinterpretándolos y dándoles significado secular. De este modo:

-frente al teocentrismo (Dios constituye el centro, origen y principio del mundo) se postula el fisiocentrismo: la naturaleza es el punto de referencia y el conocimiento de sus leyes permitirá dominarla.

-frente al providencialismo divino (Dios cuida de la humanidad) se mantiene la confianza en el progreso continuo de la humanidad y la Razón.

-frente a la redención sobrenatural (el destino último del ser humano y el fin de la historia es la salvación sobrenatural del hombre en el más allá -cielo-) la razón secularizada propugna la liberación del ser humano como resultado de su propio trabajo en la Historia. La sociedad y la Historia son el nuevo marco y horizonte de salvación. Los ilustrados se interesarán por la organización racional de la convivencia política y el establecimiento de un progreso histórico en consonancia con las exigencias de la razón. Sólo así la humanidad podrá ser verdaderamente libre.

Kant concebirá la historia como el desarrollo de las potencialidades de la humanidad que va logrando, paso a paso, un progreso y unificación crecientes. En este sentido en su obra La paz perpetua Kant propone la creación de una liga de naciones. Esta sociedad internacional proporcionaría la mejor de las situaciones cara al ideal de una sociedad justa liberada de la violencia de las guerras.

3. Las nuevas ideas: progreso, educación o iluminación

humanidad, civilización, naturaleza

Los ilustrados son conscientes de que se está produciendo una transformación de las ideas. El nuevo modelo de racionalidad y una nueva concepción de la naturaleza traerán consigo una gran confianza en el progreso y en la transformación social.

Basada en el nuevo concepto de razón analítico-experimental aparece en el siglo XVIII una nueva concepción de la naturaleza, gracias fundamentalmente a Newton , que representa los ideales de una razón empírica. Newton insistió en el carácter empírico e inductivo del conocimiento frente al racionalismo deductivo continental. Los principios fundamentales de Newton son también los de la razón experimental, estos principios, que representan la nueva imagen de la naturaleza, pueden sintetizarse en las famosas cuatro reglas para la investigación de la Naturaleza del libro III de los Principios matemáticos de la Filosofía Natural (1687) y que son el equivalente de las cuatro reglas de Descartes contra quien van dirigidos todos sus ataques.

Los ilustrados combinando el ideal matemático y omnicomprensivo de Descartes con la prudencia empírica y el rigor experimental de Newton configuraron esa nueva imagen de la naturaleza, operante de algún modo todavía en nuestros días, y cuyo mejor ejemplo es la Historia general de la Naturaleza de Kant. El concepto de naturaleza de la Ilustración presenta los siguientes rasgos:

a) concepción estrictamente mecanicista: todo se explica por el movimiento de partículas materiales y ese movimiento no requiere ninguna causa trascendente (Dios o espíritus) ni se orienta a ninguna finalidad. Se debe, simplemente, a causas físicas (choques y atracciones) regidas por leyes necesarias (regularidad, continuidad, conservación y mínimo esfuerzo).

b) Las leyes de la naturaleza configuran el reino de la necesidad. Determinismo

c) La naturaleza es autónoma, no necesita de Dios para ser explicada (por ejemplo Laplace con su teoría de la nebulosa como origen del sistema solar). La ciencia ilustrada proclama la autonomía del mundo respecto a Dios del mismo modo que había proclamado la autonomía de la razón.

d) La naturaleza es dinámica, evoluciona. El naturalismo elabora una incipiente teoría de la evolución que será fundamental para la idea de progreso.

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e) La naturaleza es una estructura trabada de tal modo que el conocimiento de sus leyes permite predecir el futuro y actuar en consecuencia ( por eso la idea ilustrada de naturaleza está en la base de la revolución científico- técnica del siglo XIX)

La actitud crítica de los ilustrados conduce a la evidencia de que la humanidad ha progresado y que “este no es el mejor de los mundos posibles” sino que el mundo mejor está en el futuro. La razón puede perfeccionarse indefinidamente y la educación será el medio para hacer progresar a la sociedad. (Incluso el pesimista Rousseau que afirma la degeneración del hombre fuera del estado de naturaleza cree en el mejoramiento del individuo mediante la educación y de la sociedad mediante la reforma)

El proyecto de la Ilustración podría resumirse en la idea de una ciencia del hombre y en el ejercicio de una razón autónoma y secularizada ( la tarea de la filosofía se resume para Kant en responde a la pregunta ¿Qué es el hombre?). Sobre estas bases podría haber un continuo progreso en el desarrollo y realización de la “naturaleza racional del hombre” siendo el marco de este progreso la sociedad y la historia.

Kant afirma que la verdadera “época ilustrada” sólo se alcanzará cuando el hombre pueda usar su propia razón de forma autónoma, superando tanto las constricciones de la conciencia como las constricciones civiles; cuando el hombre pueda usar libremente su razón tanto a nivel privado como público (esta época es acaso inalcanzable de ahí la importancia del elemento utópico en el pensamiento Kantiano).

En definitiva, la máxima de la Ilustración, que también representa la aspiración de Kant, es la búsqueda de las condiciones que hagan posible la razón y la libertad.

4. La idea kantiana de Ilustración

La Ilustración como movimiento que pretende una clarificación racional de todos los aspectos de la vida y de la cultura es conocida como el “siglo de las luces”. Los ilustrados están convencidos de que la ciencia y la razón sacarán a los seres humanos de las tinieblas creando una actitud crítica y antidogmática y fortaleciendo la autonomía de la razón y la libertad de las personas.

Kant es el filósofo más representativo de la Ilustración por varias causas:

1.

Asume plenamente los ideales de la razón y la libertad en los que se puede resumir todo el movimiento ilustrado (libertad que tiene, según Kant, un solo significado: “libertad para usar la razón en público con todas las consecuencias”).

2.

Kant sistematiza la propia labor crítica de la razón, parte fundamental de su obra es precisamente el análisis crítico de la razón entendida como sujeto y objeto a la vez, es decir, el análisis que la propia razón hace de sí misma.

3.

Representa claramente la autonomía de la razón: la necesidad de llevar a cabo una crítica de la razón (desde la propia razón) viene impuesta, según Kant, por el modo en que los hombres viven en su época, un modo “no ilustrado”, de “minoría de edad”, incapaces de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro, a pesar de tratarse de una época de ilustración. Es decir, que no se ha logrado hacer verdaderamente una “época ilustrada” que sólo se alcanzará cuando el hombre pueda usar libremente su propia razón de forma autónoma tanto a nivel privado como público (esta época es acaso inalcanzable de ahí la importancia del elemento utópico en el pensamiento Kantiano).

En definitiva, la crítica de la razón será la exigencia de clarificación que el ser humano se impone sobre lo que es y sobre sus últimos fines e intereses. En este sentido, la crítica de la razón se propone el ejercicio y realización de la libertad y apunta a una época ilustrada.

Si el objetivo final de una crítica de la razón es una humanidad más libre, más justa y más encaminada a la realización de los fines últimos del ser humano, podemos entender el concepto mundano o cósmico de la filosofía para Kant: “la ciencia de la relación de todos los conocimientos a los fines esenciales de la razón humana”. A la filosofía le corresponde, pues:

1. Establecer las posibilidades y límites de un conocimiento científico de la naturaleza. Es decir, analizar las condiciones que determinan la validez y el alcance del conocimiento. A la pregunta ¿qué puedo conocer? responderá la Metafísica. En 1781 aparece la Crítica de la Razón Pura que da comienzo al periodo crítico y supone el abandono del dogmatismo racionalista,

2. Establecer y justificar los principios de la acción y las condiciones de la libertad. Es decir, analizar las condiciones en que se desenvuelve la acción y la conducta. A la pregunta ¿qué debo hacer? responderá la Moral. En 1788 aparece la Crítica de la Razón Práctica, el imperativo categórico permite a la razón no perder su autonomía

3. Delinear proyectivamente el destino último del hombre y las condiciones y posibilidades de su realización. A la pregunta ¿qué me cabe esperar? responderá la Religión. En 1790 aparece la Crítica del Juicio.

Estas preguntas y estas disciplinas filosóficas no son núcleos de análisis separados e inconexos sino que todas ellas podrían recogerse en una sola pregunta: ¿qué es el hombre? de la que se ocuparía la Antropología. Esto muestra claramente que el proyecto total de la filosofía kantiana es una clarificación racional al servicio de una humanidad más libre (ideal ilustrado de que la razón guíe los destinos del ser humano). Kant entiende que la tarea de la filosofía es articular la totalidad del conocimiento cara a la realización de los fines de la razón siguiendo el ideal ilustrado de la confianza en la “luz de la razón” y en la autonomía del sujeto pensante que conducirá a la emancipación y maduración del hombre.

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5. La síntesis entre racionalismo y empirismo en Kan

t

La polémica en torno al origen del conocimiento tiene un largo recorrido en la historia de la filosofía. El debate entre platónicos y aristotélicos sigue vigente en toda la filosofía medieval (San Agustín es Platón cristianizado y Santo Tomás aristotélico, es decir, empirista) y reaparece en la modernidad en el debate entre el racionalismo continental y el empirismo inglés, Inmanuel Kant tuvo el mérito de sintetizar lo más esencial de los principios del racionalismo y del empirismo. La evolución de su pensamiento le lleva a esta síntesis como intento de superación de ambos: contra el

dogmatismo racionalista afirmará que la capacidad de nuestra razón no es ilimitada y contra el escepticismo empirista afirmará que el hombre puede alcanzar un conocimiento científico, es decir,

universal y necesario, de la realidad.

Kant se formó en el racionalismo de Leibniz tal y como había sido asumido por Woff: en el entendimiento existen ideas innatas a partir de las cuales, por deducción, se puede conseguir la verdad sin recurrir a la experiencia; así se salvaba el valor universal y necesario de los conocimientos, concretamente del científico, pero se perdía contacto con la realidad, de hecho, el racionalista tenía que salir de su propia razón y recurrir a Dios como garantía de que las ideas se correspondían con la realidad.

Pero la lectura de Hume hace que Kant despierte de su sueño dogmático, del optimismo racionalista que pretendía conocer, a través de las ideas, la realidad tal y como es. Kant acepta, con Hume, que el hombre sólo puede conocer aquello que le llega por medio de la experiencia, es decir, los fenómenos (la cosa tal y como se nos hace presente). Por tanto, el conocimiento tiene que referirse a los datos de la experiencia (tesis fundamental del empirismo). Sin embargo, las tesis empiristas, con su crítica al concepto de sustancia o al principio de causalidad, impedían la posibilidad de un conocimiento universal: todo conocimiento es particular por lo que no es posible la ciencia.

Kant afirma que aunque la experiencia es el origen y el límite de todos nuestros conocimientos es posible un conocimiento universal pues así lo pone da manifiesto la física de Newton. Habrá, pues ,que analizar la razón para averiguar como trabaja y poder llegar a un conocimiento científico; habrá que buscar las condiciones que hacen posible un conocimiento universal y necesario, es decir, científico.

Kant afirma que el verdadero conocimiento será aquel que pueda compaginar el contacto con la realidad, los datos de la experiencia -contribución del empirismo- con la universalidad y necesidad del conocimiento -como pretendía el racionalismo-. Este conocimiento es, por ejemplo, la física de Newton que ha conseguido compaginar experiencia y razón al explicar los fenómenos físicos por la unión de experiencia y matemática.

El problema del conocimiento en Kant aparece como un intento de justificar o fundamentar la ciencia que ya es un hecho indiscutible (Matemática y Física: ambas formulan juicios sintéticos a priori) y decidir si la Metafísica es una ciencia (¿son posibles los juicios sintéticos a priori en la Metafísica?¿es posible un conocimiento científico acerca de Dios, el Alma o el Mundo como totalidad?). Para lograr esto sólo hay un camino adecuado: analizar la razón que da lugar al conocimiento tratando de averiguar como trabaja y como puede llegar a un conocimiento universal y necesario de lo captado en la experiencia.

Esto será lo que Kant trata de hacer en la Crítica de la Razón Pura en donde pone de manifiesto su nuevo enfoque del conocimiento, su “revolución copernicana” el objeto ya no es algo que está ahí y que se impone al sujeto, sino que el objeto será algo construido por las condiciones -leyes- del conocer del sujeto aplicadas a la

experiencia.

*Nota: “pura” significa sin mezcla de elementos empíricos, de modo que “razón pura” es la “facultad del

conocimiento por principios a priori”

Si el sujeto se limitase a “recibir” lo dado en la experiencia, el conocimiento resultante siempre sería conocimiento de lo concreto y particular. Por lo tanto, la universalidad y necesidad no pueden provenir de la experiencia, del exterior, del objeto ¿de donde proceden entonces? Proceden del sujeto, de la “forma” de conocer con que el sujeto se acerca a la realidad. La universalidad y necesidad proceden de las leyes o condiciones del conocimiento que todo sujeto posee “a priori”, antes de toda experiencia, y que son, precisamente, las que hacen posible cualquier experiencia.

La construcción del objeto se realiza, pues, según las leyes o condiciones de la sensibilidad (formas a priori de la sensibilidad -espacio y tiempo- con las que se constituye el fenómeno) y las leyes o condiciones del entendimiento (conceptos puros o categorías con las que se piensa el fenómeno y se construyen juicios). Este conocimiento fundado en las condiciones a priori del sujeto constituye el Idealismo trascendental de Kant.

A estas conclusiones llega Kant en las tres partes de la Crítica de la Razón Pura que se corresponden con las tres facultades que distingue en el ser humano y los tres tipos de conocimiento cuyo estudio interesa a Kant:

*Nota : trascendental quiere decir que tiene como objeto el conocimiento de las condiciones a priori del conocimiento.

1-Estética Trascendental: estudia la sensibilidad o capacidad de recibir representaciones al ser afectados por los objetos y analiza las condiciones que hacen posible los juicios sintéticos a priori en matemáticas.

Kant afirma que todo conocimiento comienza con una experiencia sensible (materia de la sensación) que son los datos que nos llegan de fuera. Pero la “forma” de captar esos datos “la pone” el sujeto que capta y unifica los datos que llegan del exterior. Como propia del sujeto esta forma sensible es a priori, es decir, anterior a la propia experiencia y, por lo tanto, posibilitadora de la misma ya que organiza la realidad sensible.

Las “formas a priori de la sensibilidad” (Kant también les llama “condiciones trascendentales -generales y necesarias- de la sensibilidad” o “intuiciones puras”) son el espacio y el tiempo, Es decir, espacio y tiempo son las formas con las que el sujeto, por tanto a priori de toda experiencia, capta los datos que le llegan del exterior y constituye el objeto como fenómeno: aquello que aparece, realidad sensible organizada espacial y temporalmente.

Las matemáticas formulan juicios acerca del espacio -geometría- y el tiempo -aritmética- (puesto que el número surge por “la adición sucesiva de la unidad en el tiempo”) Si el espacio y el tiempo son condiciones previas a la experiencia y posibilitadoras de ella, los juicios de las matemáticas son independientes de toda experiencia particular, es

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decir, a priori, además de universales y necesarios (sin excepción posible). Para Kant, los juicios que se refieren al espacio y al tiempo son juicios sintéticos a priori y por lo tanto universales y necesarios, aplicables a todos los fenómenos que han de ser captados espacio-temporalmente.

Así es como fundamenta Kant la matemática como ciencia: sólo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas si el espacio y el tiempo son intuiciones puras de la sensibilidad (ni conceptos ni intuiciones empíricas)

2-Analítica Trascendental: estudia el entendimiento o facultad de juzgar -pensar-, el objeto dado en la intuición empírica,de pensar el fenómeno, es decir, de formular juicios y analiza las condiciones que hacen posible los juicios sintéticos a priori en física.

El hecho de tener impresiones sensibles, percibir fenómenos, no significa pensarlos o conocerlos. Para poder pensarlos o conocerlos necesitamos aplicarles algún concepto a través de un juicio y de eso se encarga el entendimiento.

Gracias a los conceptos los fenómenos adquieren unidad y significación pero hay dos tipos de conceptos: -empíricos: extraídos de la experiencia a partir de la observación de las semejanzas y rasgos comunes a ciertos individuos (“casa”, “hombre”, “animal”), es decir, a posteriori y que no pueden,por tanto, dar lugar a un saber universal y necesario.

-a priori, es decir, conceptos puros o categorías que no proceden de la experiencia sino que son producidos espontáneamente por el entendimiento: unidad, pluralidad, totalidad, sustancia, causa... (Kant distingue un total de doce categorías en correspondencia con los doce tipos de juicios de la lógica tradicional), Constituyen las estructuras o leyes a priori del pensamiento y gracias a ellas podemos pensar, construir juicios acerca de los fenómenos. Son, pues, condiciones trascendentales necesarias de nuestro conocimiento sin las cuales no tendríamos más que impresiones sensibles inconexas.

Así como las formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) están vacías y han de llenarse con las impresiones sensibles, también las categorías han de llenarse con los datos procedentes de la sensibilidad, es decir, con los fenómenos: “las intuiciones empíricas sin conceptos son ciegas y los conceptos sin intuiciones, vacíos”

Las categorías sólo son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos y no pueden aplicarse a lo que está fuera de la experiencia, no pueden aplicarse a las “cosas en sí” o “noúmenos” que sólo podrían ser conocidos por “intuición intelectual”. Pero el ser humano carece de intuición intelectual (nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos) por lo que el noúmeno nunca podrá ser conocido.

La distinción entre fenómeno y noúmeno permite comprender por qué Kant denomina a su doctrina Idealismo Trascendental: porque el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad de la experiencia, de los fenómenos y no propiedades o rasgos reales de las cosas en sí mismas.

En la Analítica Trascendental Kant también trata el tema de la posibilidad de la física como ciencia y afirma que el objeto de la física es la naturaleza, el conjunto de los fenómenos determinados por leyes generales. Estas leyes básicas de la física (“pura”, la más teórica) son proposiciones sintéticas a priori ya que aumentan nuestro conocimiento y son universales y necesarios ¿como es posible que sean a priori, no se tomen de la experiencia, y, sin embargo, tengan valor para la experiencia? Porque se refieren a las categorías (por ejemplo el enunciado “todo lo que sucede tiene una causa”) y sólo podemos conocer la naturaleza a través de las categorías.

3-Dialéctica Trascendental: estudia la razón o facultad de unificar los conocimientos del entendimiento mediante ideas (conceptos puros), facultad de establecer relaciones entre los juicios (por tanto, la razón nunca se refiere, directamente, a la experiencia o a algún objeto, sino al entendimiento). Su función es reducir la enorme variedad de los conocimientos del entendimiento al menor número de principios (condiciones universales) de ahí que la razón sea también llamada por Kant: “facultad de los principios”.

La razón nos impulsa a buscar leyes cada vez más generales y, siguiendo esta tendencia natural, la razón llegaría a las “condiciones últimas incondicionadas”, “ideas trascendentales” o “conceptos puros de la razón”: idea de Dios, idea de Alma e idea de Mundo. No proporcionan conocimiento ninguno porque no hay experiencia posible a la que puedan referirse, son ideas vacías de contenido, pero permiten pensar lo que unifican como si fuera un objeto real.

La labor de la Dialéctica Trascendental consiste, precisamente, en denunciar la ilusión trascendental que supone la pretensión de la Metafísica de tomar las ideas de razón por conocimientos objetivos. El uso ilegítimo de las categorías produce ilusiones y la misión de la dialéctica consistirá en mostrar como tales ilusiones provienen de pasar por alto la distinción entre fenómeno y cosa-en-si.

En la Dialéctica Trascendental también analiza el problema de la posibilidad o imposibilidad de la metafísica. Es decir, si la metafísica satisface las condiciones que hacen posible la formulación de juicios sintéticos a priori.

Puesto que las proposiciones de la Metafísica carecen de contenido objetivo (las realidades metafísicas Dios, Alma y Mundo escapan a la experiencia fenoménica) suponen un mal uso de las categorías, por tanto los juicios sintéticos a priori son imposibles, es decir, la metafísica como ciencia es imposible.

En este sentido, Kant hace un análisis de las distintas partes que constituyen la metafísica tradicional y demuestra que sus razonamientos son falaces y conducen a contradicciones:

-la psicología racional (como tratado del Alma) comete paralogismos (argumentos que parecen lógicos pero que no lo son, sofismas) al confundir el “Yo” o Alma con un sujeto sustancial del que no hay intuición ninguna (recuérdese, también, la crítica de Hume al concepto de sustancia). Se aplica la categoría de sustancia de forma ilegítima ya que se supera el plano de los fenómenos.

-la cosmología racional (como estudio del mundo como totalidad) comete antinomias (razonamientos contradictorios ya que tanto la tesis como la antítesis pueden ser demostrables por argumentos igualmente válidos. Se aplican las formas a priori de la sensibilidad, espacio y tiempo, al Mundo tomado como cosa-en-si.

-la teología racional (como saber acerca de Dios) también comete falsos razonamientos al pretender demostrar la existencia de Dios:

*la prueba ontológica (S. Anselmo, Descartes) cae en el absurdo de incluir en el concepto de Dios su existencia, sin tener en cuenta que esencia y existencia son órdenes distintos. Es decir, que el concepto no puede decir nada de la existencia, ya no sería un puro concepto.

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categoría de causalidad más allá del mundo fenoménico pretendiendo llegar a un ser que trasciende la experiencia. Es decir, que de la experiencia del ser contingente no se puede concluir la necesidad del ser necesario, se estaría haciendo un uso ilegítimo de las categorías.

*el argumento teleológico es el que mayor respeto le merece pero lo más que puede probar es que existe un ordenador del mundo, no un creador.

En conclusión, la Metafísica, como pretendido conocimiento de lo que está más allá de la experiencia, no es Ciencia porque sus ideas y los juicios que sobre ellas se hagan carecen de contenido y no aportan nuevo conocimiento. Aún así, la Metafísica es una tendencia natural absolutamente inevitable, la tendencia natural de la razón nos lleva a lo incondicionado.

La metafísica y sus ideas tienen, según Kant, una función orientadora y reguladora pues señalan el camino que debe seguir el entendimiento humano: procurar síntesis explicativas cada vez más elevadas y, por tanto, un conocimiento cada vez más organizado y sistemático.Las ideas trascendentales o conceptos puros de la razón se convierten en IDEALES que estimulan a que la investigación no se detenga nunca. Además, negativamente, las ideas de la razón pura señalan los LÍMITES que no se pueden traspasar: Dios o la inmortalidad del Alma no son cognoscibles por la razón teórica (pero se nos imponen en el análisis de la razón práctica, son lo que Kant llama “Postulados de la

Razón Práctica”- exigencias de la realización del supremo Bien-: no evidentes por sí mismos ni demostrables pero

supuesto necesario como condición de la moral misma. Son creencias racionales derivadas de la exigencia de funcionar en la praxis, de la necesidad de tomar constantemente decisiones en nuestro día a día.)

En la Crítica de la Razón Práctica, kant sigue un proceso semejante al de la Crítica de la Razón Pura, pretende encontrar en la razón el fundamento de una ley moral universal que desde su carácter racional y, por lo tanto, a priori de toda experiencia, regule todas las conductas, el famoso Imperativo Categórico.

6. El formalismo moral

En la Crítica de la Razón Pura Kant se interesó por una de las dimensiones de la razón, la dimensión especulativa o teórica, es decir, la razón aplicada al conocimiento de objetos. Pero la razón tiene también una dimensión práctica, el hombre también necesita saber cómo ha de obrar, cómo ha de ser su conducta. El segundo uso de la razón es, por tanto, un uso moral, es decir, la razón práctica se ocupa de cómo debe ser la conducta humana.

Lo que a Kant le interesa es la razón “pura” práctica, como anteriormente la razón pura teórica,es decir que en la Crítica de la Razón Práctica (1788) y en la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (1785) pretende investigar cuáles deben ser los principios a priori que han de determinar al hombre a obrar si es que su conducta ha de ser racional y, por lo tanto, moral.

A la razón pura práctica no le interesan los motivos que determinan empírica y psicológicamente a los hombres a los hombres a obrar (deseos, sentimientos...) sino lo que debe determinarles a obrar de una forma absolutamente a priori. Sólo así puede alcanzarse una Ética Universal, válida para todos, cuya universalidad está garantizada, precisamente, por la forma de la conducta. Lo que busca Kant es fundar la posibilidad de un juicio sintético a priori de carácter práctico: el Imperativo Categórico.

La ética kantiana representa una auténtica novedad dentro de la Historia de la

Ética: hasta Kant las distintas éticas habían sido materiales, frente a todas ellas la ética de Kant es formal: la moral encuentra su fundamento no en el contenido, como sucede en las éticas materiales, sino en la forma de actuar que la razón práctica dicta a la voluntad.

En esto consiste la ética formal kantiana que será:

-no empírica sino a priori: universal y necesaria para todos los hombres -no hipotética sino categórica: sus juicios son absolutos, sin condición ninguna

-no heterónoma sino autónoma: es el propio sujeto el que se determina a sí mismo a obrar. Para entenderlo veamos la diferencia entre Éticas Materiales y Éticas Formales:

*Las Éticas materiales son aquellas que fijan un Bien Supremo para el ser humano como criterio de la bondad o maldad de su conducta. Ese Bien Supremo puede ser el placer (Hedonismo), la felicidad (Eudemonismo),etc...y se establecen unas normas o preceptos encaminados a alcanzar ese Bien Supremo, unos

imperativos o mandamientos que son empíricos (por tanto, ni universales ni necesarios) ya que sólo empíricamente,

a posteriori, se pueden determinar cuáles son los medios para alcanzar ese Bien Supremo(por ejemplo, el imperativo hedonista epicúreo “si quieres ser feliz vive oculto” sólo puede obtenerse empíricamente, sólo puede conocerse su verdad empíricamente) e hipotéticos (de la forma “si quieres A debes hacer B”) por lo que sólo obligan a los que se ponen bajo tal condición o hipótesis (por ejemplo, la máxima epicúrea “si quieres el placer, evita los excesos” no obliga a todos los hombres sino sólo a aquellos que quieran el placer.

Por tanto, una ética material es una ética que tiene contenido y es particular (sus imperativos no tienen validez para todos los hombres) no son leyes sino únicamente máximas. En la máxima el sujeto considera la condición como válida sólo para su voluntad, por tanto, las máximas son subjetivas (por el contrario en una ley la condición se reconoce como objetiva, es decir, válida para la voluntad de todo ser racional). Por eso, las éticas materiales no pueden tener leyes universales y necesarias ya que éstas nunca pueden proceder de algo empírico.

Además, toda ética material es heterónoma ya que los imperativos vienen impuestos desde el exterior del propio sujeto, es decir, que la obligación moral se fundamenta no en el propio sujeto sino en algo empírico , en un contenido material (placer, felicidad, utilidad...)

*La ética formal es una ética vacía de contenido, no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido ni tampoco nos dice lo que hemos, concretamente, de hacer sino la forma en que debemos obrar.

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Si un mandato moral debe ser universal (válido para todo ser racional) y necesario (sin excepción en la obligación de su cumplimiento) es decir, debe ser una ley y no simplemente una máxima, esta ley no puede encontrar su fundamento en nada empírico, en ningún contenido material (placer, felicidad...) sino que su fuerza debe residir en la “mera forma de la ley”. Por eso una ética formal no dice “lo que debe querer la voluntad” (lo cual ya sería una máxima material) sino “cómo debe querer la voluntad”.

La ley que la razón pura práctica le dicta a la voluntad no obliga por aquello que procura (placer, felicidad...) ni vale por sus efectos, sino que obliga en cuanto expresa un DEBER, un mandato necesario y universal. Tal es el Imperativo Categórico, mandato absoluto e incondicionado dado a priori por la razón pura práctica. Es decir, una proposición sintético-práctica a priori.

Kant presenta, de este modo, una ética de la voluntad, en el sentido de que el criterio definitivo para distinguir una acción mala de una buena será la “buena voluntad”. La buena voluntad no debe entenderse como mero deseo, inclinación o sentimiento, sino como actuar por deber. La ética formal kantiana se basa, pues, en el deber: la única norma de moralidad es someterse a una ley no por la utilidad o satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos sino por respeto a la ley misma, es decir, el “deber por el deber”.

Sólo las acciones hechas por deber, realizadas por obediencia a lo que el deber manda y no motivadas por inclinaciones, son moralmente buenas. El ser racional es el único que puede representar y asumir el deber como una ley que, por ser aquello que la razón práctica reconoce como necesario, aparece como Imperativo Moral. La razón presenta aquello que es bueno como un deber porque la exigencia de obrar moralmente se presenta al hombre como una obligación que hay que acatar, muchas veces en contra de los sentimientos y deseos personales, por eso los imperativos categóricos son las fórmulas que expresan los mandatos de la razón pura práctica.

El formalismo moral aparece claramente en la primera formulación del Imperativo Categórico: “obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universa” . Efectivamente no establece ninguna norma concreta sino que expresa la “forma” que ha de poseer cualquier norma: el sujeto ha de querer que se convierta en norma para todos los hombres, es decir, en ley universal.

Si Kant ha demostrado que hay un imperativo que manda absolutamente ha de haber, también, fines objetivos o absolutos que constituyan su fundamento. Para Kant sólo las personas tienen un valor absoluto y pueden ser consideradas como fines en sí mismas y, por tanto, se obra inmoralmente cuando a una persona se la trata nada más que como un medio o instrumento para obtener algún fin. Por ello Kant ofrece una segunda formulación del imperativo categórico:

“obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”

Esta segunda formulación tiene, lo mismo que la primera, las características de formalidad y universalidad que kant exige a las normas morales (como también exigía a las leyes del conocimiento de la naturaleza). La única diferencia con respecto a la primera formulación es que pone de manifiesto el ámbito en el que tiene sentido la moralidad: el Reino de los Fines, es decir, el reino de los seres racionales o Reino de la Libertad y Autodeterminación.

Autodeterminación significa autonomía de la voluntad, que la voluntad se da la ley a sí misma, es su propia legisladora y, en este sentido, se identifica con la libertad pues la voluntad no está condicionada por ningún elemento empírico (circunstancias externas o presiones psicológicas) y es capaz de regirse por un imperativo estrictamente formal y a priori. La verdadera moralidad queda así identificada con la libertad y la autonomía de la voluntad.

La ley moral (moralidad, virtud) es condición necesaria de la posibilidad de realización del Supremo Bien constituido por la felicidad derivada del cumplimiento de la ley moral (satisfacción provocada por el cumplimiento del deber).

La razón pura práctica debe buscar la condición incondicionada de la moralidad, semejante incondicionado sería la totalidad última hacia la cual tiende la razón en su uso práctico, es a esto a lo que Kant denomina: Supremo Bien.

El Supremo Bien es pues, para Kant el acuerdo entre virtud y felicidad gracias a la perfecta adecuación de la voluntad con la ley.

La razón pura práctica está comprometida a contribuir a la producción del Supremo Bien de modo que “postula”(pide) como exigencias de la realización del Supremo Bien: la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Por tanto, la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios no son algo evidente por sí mismo ni demostrables utilizando la razón teórica, son Postulados de la Razón Práctica, supuestos necesarios como condición de la moral misma, creencias racionales derivadas de nuestras exigencias para funcionar en la praxis. No tenemos un conocimiento real de ellos, sino sólo fe en ellos, pero esta fe es racional porque son producto de la dinámica interna de nuestra propia razón:

“Los postulados no permiten decir “yo sé” pero hacen verosimil que se pueda decir “yo quiero”.

a) La razón pura práctica postula la libertad porque sólo tiene sentido hablar de actos morales, de actos buenos y malos, si se supone que el ser humano es libre, que su voluntad es autónoma, se determina a sí misma, se somete a su propia ley universal.

b) La razón postula como necesaria la inmortalidad del alma como único camino para que haya una posibilidad infinita de desarrollo del sujeto moral, un progreso infinito en el que se reduzcan cada vez más los obstáculos que impiden el acuerdo entre virtud y felicidad (desarrollo y progreso son temas ilustrados).

Si la aspiración última de la voluntad es la perfecta adecuación entre virtud y felicidad, es decir, la santidad -una voluntad santa, totalmente buena, sería una voluntad puramente racional, sobre la que no tuvieran influjo

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alguno las inclinaciones- es necesario que la vida humana no acabe con la muerte. Como la santidad no puede ser conseguida en el trascurso de una vida limitada, la razón postula como necesaria la inmortalidad del alma.

c) La razón postula la existencia de Dios porque si la voluntad aspira a alcanzar el Supremo Bien es necesaria la existencia real de un “Bien Supremo Originario”que garantice el pleno acuerdo entre virtud y felicidad.

El concepto de Dios tiene para Kant un significado práctico, Dios no sería pensado tanto como el creador (explicación del origen del mundo) sino como garantía de un fin moral del mundo: la razón debe admitir una causa moral del universo para poder proponer, de acuerdo con la ley moral, un Fin Último, la consecución del Supremo Bien.

Kant afirma que la moral no es propiamente la doctrina de cómo nos hacemos felices, sino de cómo debemos llegar a ser dignos de la felicidad: esperanza de llegar un día a ser partícipe de la felicidad en la medida en que hemos tratado de no ser indignos de ella. La moral conduce, ineludiblemente, a la religión. (La concepción kantiana de la religión natural está expuesta en su obra La religión dentro de los límites de la mera razón, de 1793).

Realmente lo que le interesa a Kant, como buen ilustrado, es en qué medida, bajo que condiciones y hasta qué punto, la historia puede llevar a la realización del Supremo Bien. La tarea, de todo el género humano y siempre abierta, de organización de una “sociedad de ciudadanos del mundo”, plenamente justa y libre es un problema que no podrá ser resuelto “sin que haya una relación exterior entre los estados” una liga de naciones o sociedad internacional (en el opúsculo La paz perpetua de 1795, Kant traza el esbozo de un Derecho Internacional).

Para saber más

Biografía

Immanuel Kant fue bautizado como Emanuel pero cambió su nombre a Immanuel tras aprender hebreo.Nació en 1724 en Königsberg (desde 1946 Kaliningrado, Rusia). Era el cuarto de nueve hermanos, de los cuales sólo cinco alcanzaron la adolescencia. Pasó toda su vida dentro o en los alrededores de su ciudad natal, la capital de Prusia Oriental en esa época, sin viajar jamás más allá de 150 km de Königsberg.Su padre Johann Georg Kant (1682–1746) era un artesano alemán de Memel, en aquel tiempo la ciudad más al nordeste de Prusia (ahora Klaipėda, Lituania). Su madre Anna Regina Reuter (1697–1737), nacida en Núremberg, era la hija de un fabricante escocés de sillas de montar. En su juventud, Kant fue un estudiante constante, aunque no espectacular. Creció en un hogar pietista que ponía énfasis en una intensa devoción religiosa, la humildad personal y una interpretación literal de la Biblia. Por consiguiente, Kant recibió una educación severa —estricta, punitiva y disciplinaria— que favorecía la enseñanza del latín y la religión por encima de las matemáticas y las ciencias.

Obras

Se suele dividir la obra de Kant en dos períodos: el precrítico y el crítico. El primero de ellos abarcaría toda la actividad filosófica kantiana hasta la "Disertación" de 1770, y el segundo su actividad filosófica posterior, en el que desarrolla su pensamiento en una dirección distinta, cuyas líneas fundamentales expone en la "Crítica de la razón pura". Algunos estudiosos de Kant, no obstante, distinguen dos fases en el periodo precrítico: la primera, hasta 1755, según unos, o 1760, según otros, en la que predominaría en Kant el interés por la física y las ciencias en general; la segunda, hasta 1770, coincidiendo con su actividad como Privatdozent en la Universidad de Königsberg, dominada por preocupaciones metafísicas.

Período precrítico

1747 "Pensamientos sobre el verdadero valor de las fuerzas vivas" 1755 "De igne" ("Sobre el fuego", presentada como tesis doctoral) 1755 "Historia natural general y teoría del cielo"

1755 "Nueva dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico" 1762 "La falsa sutileza de las cuatro figuras silogísticas"

1762 "El único fundamento posible de una demostración de la existencia de Dios"

1764 "Investigación acerca de la distinción de los principios de la teología natural y de la moral" 1764 "Observaciones acerca del sentimiento de lo hermoso y lo sublime"

1766 "Sueños de un visionario, comentados por los sueños de la metafísica"

1770 "De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis" ("De la forma y de los principios del mundo sensible y del mundo inteligible") más conocida como la Disertación de 1770.

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Período crítico

1781 "Crítica de la razón pura"

1783 "Prolegómenos a toda metafísica futura"

1784 "Ideas para una historia universal en clave cosmopolita" 1784 "¿Qué es la Ilustración?"

1785 "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" 1785 "Sobre los volcanes de la luna"

1786 "Primeros principios metafísicos de la ciencia natural" 1786 "Fundamentos metafísicos iniciales de la cosmología" 1787 Segunda edición de la "Crítica de la razón pura" 1788 "Crítica de la razón práctica"

1790 "Crítica de la facultad de juzgar"

1791 "Sobre el fracaso de todos los intentos filosóficos en teología" 1793 "La religión dentro de los límites de la mera razón"

1793 "En torno al tópico: tal vez eso sea correcto en teoría, pero no sirve para la práctica" 1795 "Hacia la paz perpetua"

1797 "La metafísica las costumbres" 1797 "El conflicto de las facultades"

1798 "Antropología desde el punto de vista pragmático"

Opus postumun Recoge los escritos no editados por Kant en los que trabajaba antes de su muerte y que manifiestan una evolución de su pensamiento hacia las posiciones que defenderá posteriormente el idealismo alemán.

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Juicio sintético a priori

En filosofía, se denomina sintético a aquel juicio en el que el predicado no está incluido en la noción de sujeto, es decir, aquel juicio que tiene la capacidad de añadir algo al contenido semántico del sujeto. Estos juicios son informativos y extensivos, lo que quiere decir que posibilitan la ampliación de nuestro conocimiento sobre el mundo. A

priori, en un sentido puro, son los juicios cuya verdad puede ser mantenida independiente de cualquier experiencia, por

lo que concluimos que no procede de ella. (p.e., todo triángulo tiene tres lados), los juicios a priori son de carácter necesario y universal en un sentido estricto.

Interpretaciones de Hume y Kant:

Según Hume de una parte hay juicios analíticos que son a priori, como relación de ideas; de otra parte están los juicios sintéticos que son a posteriori porque, en último término, remiten a la experiencia es decir depende de las impresiones como verdades de hecho. Por ejemplo:

• "Un todo es mayor que sus partes": es analítico y es a priori; por lo tanto, es estrictamente universal y necesario.

• "Los nativos del pueblo X miden más de 1'90 metros": es sintético y es a posteriori; por tanto, no es estrictamente necesario ni universal.

El punto de vista de Kant es distinto. Al estudiar el enunciado "La recta es la distancia más corta entre dos puntos" advierte que:

1.

No es un juicio analítico, ya que el predicado no está contenido en la noción de sujeto.

2.

No es un juicio a posteriori, ya que nos consta su verdad sin tener que medir distancias entre dos puntos sin necesidad de recurrir a ninguna experiencia comprobatoria.

Referencias

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