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Joe Dominguez Vicki Robin - La Bolsa O La Vida.pdf

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Joe Domínguez y Vicki Robín

La bolsa

o la vida

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados

Título original: Your Money or Your Life Traducción de Alejandra Devoto © Vicki Robin y Joe Domínguez, 1992

Publicado de acuerdo con Viking Penguin, división de Penguin Books USA Inc.

Derechos exclusivos de la traducción para todo el mundo, excepto los EE. UU.: © Editorial Planeta, S. A., 1997

Córcega, 273-279, 08008 Barcelona (España) Diseño cubierta: Marc Panero y Mónica Caparros Ilustración cubierta: Franc Aleu Primera edición: enero de 1997 Segunda edición: abril de 1997 Tercera edición: mayo de 1997 Depósito Legal: B. 24.815-1997 ISBN 84-08-01945-7 Composición: Víctor Igual, S. L. Impresión: Liberduplex, S. L. Encuademación: Serveis Gráfics 106, S. L. Printed in Spain - Impreso en España

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ÍNDICE

Agradecimientos 9 Advertencia ai lector 11

Prólogo. ¿Para qué sirve leer este libro? 13

1. ♦ La trampa del dinero: el viejo plano del dinero 31

El primer paso: hacer las paces con el pasado 62

A. ¿Cuánto dinero ha ganado en su vida? 63 B. ¿Qué ha obtenido a cambio? 66

2. ♦ El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sido 74

El segundo paso: situarse en el presente. El control de la energía vital 95

A. ¿A qué precio está canjeando su energía vital? 95 B. Controle cada peseta que entra o sale de su vida 106 3. ♦ ¿Adonde va a parar todo eso? 113

El tercer paso: la tabla mensual 120

4. ♦ ¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho? 147

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6 Indice

¿He recibido satisfacciones, recompensas y valores proporcionales a la energía vital que he gastado? 151 Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores y el propósito que tengo en la vida? 156 ¿De qué forma cambiarían estos gastos si no

tuviera que trabajar para vivir? 166 5. ♦ Comprobar los progresos 186

El quinto paso: hacer visible la energía vital 186

6. ♦ El sueño americano... con pocos recursos 207

El sexto paso: valorar su energía vital gastando lo menos posible 211

7. ♦ Por amor o por dinero: valoración de la energía vital. Trabajo e ingresos 268

El séptimo paso: valorar la energía vital aumentando al máximo los ingresos 298

8. ♦ El punto de equilibrio: el tesoro al final de la

gráfica 311

El octavo paso: el capital y el punto de equilibrio 315

9. ♦ Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer

con ella? 346

El noveno paso: el manejo de las finanzas 346

Epílogo. ♦ Nueve pasos mágicos para crear un nuevo plano 385

Bibliografía 395

Notas 399

Primera pregunta:

Segunda pregunta:

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Dedicamos este libro a todos aquellos

(8)

8 Indice

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AGRADECIMIENTOS

Vaya nuestro agradecido reconocimiento a Monica Wood, que apadrinó este programa desde el primer momento.

Queremos dar las gracias en particular a los pioneros que tuvieron la visión y la diligencia de utilizar este programa en su provecho en la década de los ochenta, cuando había tanta gente que iba en sentido contrario. Su aportación a este libro, a través de cartas, sus historias tan reveladoras y a menudo su colaboración práctica, ha constituido una manifestación ejemplar de su espíritu de servicio: Anita Cleary, Lu Bauer y Steve Branden, Marilynn Bradley, Tom Clayton, Amy y Jim Dacyczyn, Ken Freistat, Wanda Fullner, Diane Grosch, Paula Hendrick, Lynn Kidder, Kees y Helen Kolff, Terry Krueger, Evy McDonald, Karen McQuillan, Cari Merner, Marcia Meyer, June y Mike Milich, Gordon Mitchell, Tim Moore, Sally Morris, Chris Northrup, Lani O'Callaghan, Ted y Martha Pas- ternak, Roger y Carrie Lynn Ringer, Hilda Thompson, Rhoda Wal- ter, Steve West, Jason y Nedra Weston, Dwight Wilson, Lucy Woods y Penny Yunuba... por no mencionar más que a unos cuantos.

Queremos agradecer especialmente a las más de treinta mil personas que han comprado nuestro curso en casetes, «Transforme su relación con el dinero y logre lá independencia financiera», por su interés en examinar con honestidad y valentía el papel que el dinero desempeñaba en sus vidas y por su constante estímulo para que este material llegase a un público más amplio mediante este libro.

El Consejo de Asesores de la New Road Map Foundation merece un gran agradecimiento: Herbert Benson, Ernest Callenbach,

Joyce y Rosh Doan, Duane Elgin, Robert y Diane Gilman, John Graham y Ann Medlock, Dorothie Hellman, Dorothea y Jim Je- well, la hermana Miriam MacGillis, Ann Niehaus, Roger Pritchard, Ivan Scheier, Bernie y Bobbie Siegel, Brian Swimme, Michael y Justine Toms y Paul Wachtel nos han ayudado a adaptar nuestro mensaje para que tuviera sentido para el público en general. Queremos enviar un agradecimiento especial a nuestro asesor Robert Muller, quien inspiró nuestro trabajo con su frase: «Lo más

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10 Agradecimientos

importante que cualquiera puede aportar al planeta es la vuelta a la frugalidad.» Se supone que sabe lo que dice, porque ha sido secretario general adjunto de Naciones Unidas y rector emérito de la Universidad por la Paz.

Nea Carroll, Jack Parsons, Bob Schutz, Carolyn Vesper, Mary Vogel y otros han hecho una lectura crítica de distintas versiones del libro y nos han dado valiosos consejos. Margaret Moore se ofreció voluntariamente a realizar parte del trabajo informático necesario para preparar un manuscrito para su publicación.

Beth Vesel, nuestra agente, merece todo nuestro aprecio por convencernos de que todavía hay personas que leen y que el material del curso en casetes también se tenía que publicar en formato libro. Sin su persistencia, su colaboración creativa y su habilidad negociadora, este libro no existiría. Queremos dar las gracias, asimismo, a todo el equipo de Viking, que ha puesto todo su esfuerzo para que este libro sea legible y leído. Mindy Werner, la editora, procuró hacernos hablar con la mayor cantidad de público posible.

Por último, queremos dar las gracias a tantos escritores, conferenciantes, profesores y activistas que nos estimulan a todos a replantearnos y a reestructurar nuestra relación personal y colectiva con el dinero, por el bien de la Tierra.

ADVERTENCIA AL LECTOR

Ya ha visto los anuncios, por lo general en la contraportada de catálogos o en otras publicaciones igualmente sensaciona- listas, o en la programación de

madrugada de la televisión:

«Rebaje 50 kilos en una semana, sin dejar de comer de todo.» «Gane un millón al mes mientras duerme.»

El programa que aparece en este libro SE ATREVE A SER DIFERENTE. Le pide que HAGA algo.

En realidad, le pide que aplique los nueve pasos que se describen. SÍ. Tiene que ponerlos en práctica. DE VERDAD. Tiene que seguirlos uno a uno, según las instrucciones.

EL PROGRAMA NO SURTE EFECTO A MENOS QUE SIGA LOS PASOS REALMENTE Y CON HONESTIDAD.

Sólo entonces comienzan a cobrar sentido los resultados que se describen en los testimonios personales.

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De manera que no DESPERDICIE su preciosa energía diciéndose: «Eso es imposible» o «Nadie puede hacer una cosa así en una economía como ésta» o «Yo jamás podría ahorrar de ese modo» o ...

En cambio, AHORRE su energía y SIGA LOS PASOS POR SÍ MISMO. Al cabo de unos cuantos meses, vuelva a leer el libro.

¿QUÉ LE PARECE?

PROLOGO

¿PARA QUÉ SIRVE LEER ESTE LIBRO?

Formúlese las siguientes preguntas: ♦ ¿Tiene suficiente dinero?

♦ ¿Dedica el tiempo suficiente a su familia y sus amigos?

♦ Cuando regresa a casa después de trabajar, ¿se encuentra lleno de vitalidad?

♦ ¿Tiene tiempo para participar en actividades que le parece que merecen la pena?

♦ Si perdiera el empleo, ¿lo vería como una oportunidad? ♦ ¿Está satisfecho con lo que ha aportado al mundo? ♦ ¿Se siente en paz con el dinero?

♦ Su empleo, ¿es un reflejo de sus valores?

♦ ¿Cuenta con ahorros suficientes para sobrevivir durante seis meses, sin reducir gastos?

♦ ¿Su vida es un todo integrado? ¿Existe coherencia entre cada una de las piezas (trabajo, gastos, relaciones, valores)?

Si ha respondido negativamente a una sola de estas preguntas, le conviene leer este libro.

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12 Prólogo

Actualmente hay muchos libros que tratan el tema del dinero: libros sobre la filosofía del dinero, la psicología del dinero, la contabilidad y el presupuesto doméstico, cómo ganarlo, cómo ahorrarlo, cómo invertir lo que gana y ahorra, cómo afecta al medio ambiente la forma en que lo gasta, cómo hacerse millonarios, cómo declararse en quiebra, cómo jubilarse...

Estos libros tienen un elemento en común: todos suponen que su vida financiera es independiente del resto de su vida. En cambio, este libro vuelve a reunir todos los aspectos, ya que trata de integración, y hace un análisis holístico de la vida. Le devuelve a los aspectos fundamentales: los fundamentos de convertir su manera de gastar (y, si es posible, de ahorrar) en un reflejo de los valores y propósitos que tiene en la vida. Se refiere a la más fundamental de las libertades: la de pensar por uno mismo.

Este libro tiene por objeto transformar su relación con el dinero, que no comprende sólo lo que gana, lo que gasta, lo que debe y lo que ahorra, sino que incluye también el tiempo que ocupan estas funciones en su vida. Asimismo, su relación con el dinero se refleja en la satisfacción que le producen sus vínculos familiares, comunitarios y planetarios.

Toda transformación implica un cambio fundamental en la naturaleza o función de algo. Cuando haya cambiado la naturaleza y la función de su interacción con el dinero, después de seguir los pasos que se indican en este libro, se transformará su relación con el dinero y alcanzará nuevos grados de comodidad, eficacia y conciencia con respecto a la cuestión monetaria. Y esto no es más que el comienzo de las posibilidades que se le abren si se deja guiar por el nuevo plano del dinero.

EL VIEJO PLANO

Suponga por un momento que se encuentra en una ciudad que no conoce y que en el lugar donde, según el plano, tendría que estar el zoo encuentra un centro comercial, y el camino que supuestamente conduce a la playa resulta que acaba en una estación de trenes. Al cabo de unas cuantas experiencias por el estilo, al final pensaría que el plano no sirve para nada; entonces lo observaría con atención y descubriría que ha sido trazado... ¡en 1890! Para llegar al lugar donde quiere ir, lo mejor será que consiga un plano nuevo.

Volviendo al tema que nos interesa, así como nadie se puede orientar con un plano tan antiguo, tampoco conseguirá abrirse camino en el actual laberinto monetario con un plano financiero elaborado a finales del siglo xix, cuando se estaba fraguando la revolución industrial.

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i'rólogo 13

La revolución industrial tuvo éxito en la medida en que suministró los bienes materiales que se consideraban necesarios para la sociedad estadounidense. El transporte (primero el ferroviario, a continuación el automóvil personal y, en último término, los aviones) tuvo una importancia vital en la expansión hacia el Oeste. La mecanización agrícola fue imprescindible para alimentar una población cada vez más numerosa; la energía barata y todos los medios que facilitan el trabajo, para destinar más energía humana a otros usos; los medios de comunicación masivos, para mantenernos en contacto a lo largo y a lo ancho del vasto continente.

Como todas las revoluciones, ésta prometía una vida mejor para todos. Y lo consiguió, aunque sólo en la medida en que lo que realmente se necesitaba fuesen más bienes materiales. En el viejo plano, los carteles indicadores eran claros: trabajar de nueve a cinco hasta los sesenta y cinco; cuando sea mayor, la empresa se hará cargo de mantenerle; Estados Unidos es la mayor potencia económica del mundo y no se equivoca nunca; hemos de esforzarnos por mejorar el nivel de vida, dejando de lado las consecuencias morales, éticas, emocionales, culturales, espirituales, matrimoniales, ecológicas y políticas.

En algún momento de los últimos cuarenta años, sin embargo, las condiciones comenzaron a cambiar. En el caso de muchas personas, los bienes materiales pasaron de satisfacer necesidades a aumentar las comodidades, y de allí a permitir el lujo, y más allá a convertirse en exceso. Pasamos de una economía nacional a una economía cada vez más internacional. A diferencia del pasado, comenzaron a surgir problemas que no se solucionaban con más bienes materiales. Además, estos problemas no se limitaban a los países occidentales industrializados sino que adquirieron un carácter global.

El propio planeta empezó a dar señales de que se acercaba a los límites de su capacidad para absorber las consecuencias de nuestro crecimiento económico y nuestro consumismo: la falta de agua, el deterioro del suelo, el calentamiento global, los agujeros en la capa de ozono, la extinción de especies, la degradación y desaparición de los recursos naturales, la contaminación atmosférica y la acumulación de residuos son síntomas de que nuestra supervivencia peligra. En 1989, estos problemas eran tan graves y estaban tan extendidos que la revista Time dedicó todo un número, «El planeta del año», a plantear la gravedad de la situación. Además, ya hemos visto que nuestra dependencia del petróleo puede dar origen a conflictos internacionales.

Aunque hayamos ganado la revolución industrial, los despojos de la guerra cada vez se han deteriorado más, sobre todo en lo que respecta a los

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14 Prólogo

individuos. El viejo plano del dinero nos ha atrapado en el mismo vehículo que se suponía que nos liberaría del trabajo. Es evidente que este plano anticuado ya no nos conduce al sueño americano:

♦ Desde la década de los cincuenta, ha ido en aumento la cantidad de individuos que se ha arruinado.

♦ El número de individuos que gastan más de lo que ganan se ha incrementado considerablemente entre las personas cuyos ingresos se encuentran por debajo del percentil 40.

♦ En Estados Unidos, la cantidad de niños que vive por debajo de la línea de pobreza se ha incrementado del 14,9 % en 1970 al 19% en 1990.

♦ El 11 % de las personas entrevistadas preferiría pasar más tiempo con sus familiares y amigos, y el 38 % afirma que reduce las horas de sueño para disponer de más tiempo (para ganar más dinero).

♦ «El dinero es la causa del 90 % de los divorcios» según Victoria Felton-Collins, experta en planificación financiera y psicóloga. ♦ El porcentaje de divorcios ha aumentado un 34 % con respecto a 1970. ♦ Los ahorros de toda la vida de un individuo medio de cincuenta años

ascienden a 2 300 dólares (unas 300000 pesetas).

♦ El estadounidense medio trabaja un 20 % más ahora que en 1973 y dispone de un 32 % menos de tiempo libre por semana.

♦ De 4126 ejecutivos de sexo masculino, el 48 % opinaba que su vida estaba «vacía y no tenía sentido», a pesar de los años dedicados a la competencia profesional.

El (¿alegre?) tiovivo del dinero

En otra época, ganarse la vida era un medio para conseguir un fin. El medio era ganar y el fin era la vida.

Con el correr del tiempo, nuestra relación con el dinero (ganarlo, gastarlo, invertirlo, tenerlo, protegerlo, preocuparnos por él) ocupa la mayor parte de nuestra vida.

La mayoría de nosotros dedica a ganar dinero mucho más de 40 horas del total de 168 que tiene la semana. Necesitamos tiempo para vestirnos, para ir a trabajar, para desplazarnos hasta el lugar donde trabajamos, para pensar en el trabajo tanto allí como en casa, para liberarnos de la presión del trabajo. Las tardes y los fines de semana nos vemos obligados a escapar para recrearnos. De vez en cuando nos hace falta ausentarnos del empleo, o acudir a la con-sulta del médico para recuperar la salud, afectada por el estrés laboral.

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i'rólogo 15

Tenemos que planificar nuestras vidas profesionales, asistir a seminarios o reuniones sindicales, ejercer presión social u organizar piquetes.

Mantener el puesto de trabajo nos cuesta dinero: la ropa necesaria, el transporte y comer en el trabajo, que resulta más caro. Hemos de gastar para que el lugar donde vivimos, la vivienda, el coche, el estilo de vida e incluso la pareja reflejen la posición que ocupamos en el mundo laboral.

Después de gastar tanto tiempo y dinero en el trabajo y en relación con él, no tiene por qué extrañarnos el hecho de que nuestra identidad dependa de él. Si alguien nos pregunta a qué nos dedicamos, no decimos: «Hago trabajos de fontanería», sino «Soy fontanero».

Cuando no obtenemos nuestra identidad de nuestro puesto de trabajo, se nos identifica como consumidores. Según el diccionario, consumir quiere decir «destruir, extinguir». Ir a comprar nos parece una diversión y lo hacemos continuamente. Queremos darle un futuro a nuestros hijos, de modo que trabajamos más, o trabajamos los dos miembros de la pareja, y confiamos la educación de los niños a una guardería o un canguro. Les compramos los mejores juguetes como prueba de amor. Ganamos dinero para enviarles a la universidad, pero dejamos de lado la oportunidad de estar con ellos durante sus años de formación. Nos quejamos de las influencias de las malas compañías, aunque nunca hayamos compartido con ellos el tiempo suficiente como para influirles. De nuestro

precioso tiempo destinamos tanto a ganar dinero para gastar que no nos queda más para analizar nuestras prioridades.

En lugar de ayudarnos a ser más independientes y a sentirnos más satisfechos, nuestro viejo plano financiero nos ha metido en una maraña de dependencias. Desde que nacemos hasta que morimos, somos dependientes financieramente: primero, de nuestros padres, que nos mantienen cuando somos pequeños; después, de la economía, para conseguir un buen puesto de trabajo al acabar los estudios; del empleo para sobrevivir; del paro para salir de apuros hasta que encontramos otro trabajo; de la pensión para mantener-nos cuando somos mayores; de la Seguridad Social para completar la pensión (o sustituirla en caso de insolvencia de la empresa que tuviera que pagarla o del asegurador) y del seguro médico si enfermamos antes de morir. Pero el viejo plano ha llegado al final de su camino. El progreso material que, supuestamente, nos liberaría, nos ha esclavizado más.

A pesar de que han cambiado las condiciones, seguimos operando financieramente de acuerdo con las normas establecidas durante la revolución industrial, unas normas basadas en la producción de más bienes materiales. Pero nuestro alto nivel de vida no ha traído como consecuencia

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16 Prólogo

una mejor calidad de vida, ni para nosotros ni para el planeta. No olvidemos que el viejo plano no tenía nada de malo; al contrario, era sumamente práctico en 1890 y siguió siéndolo durante muchos años, pero ha cambiado el terreno y se necesitan nuevos instrumentos para orientarnos. Ahora precisamos un nuevo plano financiero que, partiendo de las actuales condiciones globales, nos ofrezca una salida.

LA CREACIÓN DE UN PLANO NUEVO

¿Cómo se crea un plano dinerario nuevo? Hace falta cambiar la manera de pensar, manejar la vida como un todo integrado y reconocer las viejas hipótesis.

Cambiar la manera de pensar: la historia de la pierna de cerdo y la del queso A pesar de nuestra inteligencia, los seres humanos tenemos nuestros hábitos y solemos aferramos a viejos patrones de comportamiento. La historia que aparece a continuación es un buen ejemplo:

Un día, una niña pequeña observaba a su madre, que estaba preparando una pierna de cerdo para asarla al horno. Entonces la niña preguntó: —Mamá, ¿por qué has cortado los dos extremos de la carne? —Pues, porque mi madre siempre lo hacía así —respondió la madre. —Pero, ¿por qué?

—No lo sé; vamos a preguntarle a la abuela.

Entonces van las dos a casa de la abuela y le preguntan:

—Abuela, cuando preparabas la pierna de cerdo para asarla al horno siempre le cortabas los dos extremos. ¿Por qué?

—Mi madre siempre lo hacía así —respondió la abuela. —Pero, ¿por qué?

—No lo sé; vamos a preguntarle a la bisabuela. Y van las tres a casa de la bisabuela.

—Bisabuela, cuando preparabas la pierna de cerdo para asarla al horno siempre le cortabas los dos extremos. ¿Por qué?

—Porque la fuente del horno era demasiado pequeña —respondió la bisabuela.

Del mismo modo en que a veces caemos en patrones anticuados que se transmiten de generación en generación, podemos quedar atrapados también en nuestras propias convicciones obsoletas y en restricciones inconscientes e

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i'rólogo 17

invisibles que limitan nuestra capacidad para pensar de otra manera, como queda demostrado en la siguiente historia:

Érase una vez una rata. Era una rata común y corriente, con una inteligencia común y corriente, muy aficionada al queso y dotada de buen olfato.

Un día inundaba el aire el olor de un buen queso. La rata se sentó sobre las patas traseras, frunciendo la nariz.

—¿Dónde estará ese queso? —se preguntó.

Frente a ella había cuatro túneles. Se introdujo rápidamente en el más próximo, pero no dio con el queso. En el segundo tampoco había queso. Correteó por el tercero, pero allí tampoco encontró el queso. Sólo faltaba un túnel. Penetró en el cuarto túnel donde halló un trozo de queso enorme y suculento, cuyo sabor era tan bueno como su olor.

Al día siguiente volvió a percibir el mismo olor. Se metió en el cuarto túnel y... ¡queso! Y al día siguiente, y al otro, y al siguiente. La rata estaba muy satisfecha porque sabía dónde encontrar el queso.

Un día notó el olor del queso pero no pudo hallarlo en el túnel de siempre. Salió corriendo y comprobó que no se había equivocado: sí, era el cuarto túnel. Volvió a entrar pero el queso no estaba allí. Salió y entró otra vez para intentarlo de nuevo. ¡Pero allí no había queso!

Un momento. El olor seguía allí. Tal vez el queso estuviera en el tercer túnel. Lo probó. Nada. ¿Y en el segundo? Tampoco. ¿Y en el primero? ¡El queso! Y con gran satisfacción, se lo comió.

En cierto sentido, los seres humanos nos parecemos a esta rata. Olemos el queso, apuntamos nuestra vista y nuestro olfato al objetivo y, al cabo de algunos intentos, damos con el túnel donde se encuentra el queso. Y, por lo general, tiene un sabor excelente. Pero, ¿qué sucede el día que ya no está allí? Volvemos a introducirnos en el mismo túnel, observando y husmeando. Del queso, ni rastro. Lo intentamos una y otra vez.

Llegado a este punto, la rata empieza a probar en los otros túneles. ¿Qué hacemos los seres humanos? Seguimos insistiendo con el cuarto túnel, y otra vez el mismo túnel, y otra vez, y otra más.

¿Cuál es, entonces, la diferencia entre ratas y seres humanos? A ellas sólo les interesa el queso; en cambio, a los seres humanos nos preocupan nuestro aspecto, tener razón, mantener las apariencias, estar a la altura de los demás, la tradición, la autoestima, hacer las cosas como siempre se han hecho. «Tengo que probarme a mí mismo», «Todo el mundo lo tiene», «Ya encontrará el Gobierno alguna solución».

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18 Prólogo

De hecho, después de un cierto punto, es posible que ya ni nos preocupe si el queso está allí o no. Ya sea por una cuestión de hábito (la pierna de cerdo) o de tozudez (el queso), con frecuencia nos negamos a cambiar de forma de pensar, aunque sea nuestro fin... como podría ocurrir.

Para saber si hay o no hay queso al final del túnel, tiene que empezar a pensar dejando de lado sus restricciones. En la figura P-l le presentamos un enigma: tiene que unir los nueve círculos con tres líneas rectas, sin separar del papel el lápiz o el bolígrafo.

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Prólogo 21

No podrá resolver este enigma sin salir de su marco de referencia acostumbrado. Este libro se refiere al aprendizaje de nuevas formas de pensar, a encontrar otros túneles que recorrer, a ver más allá de lo que sabe que es verdad para descubrir un nuevo plano monetario.

Pensar con independencia financiera

Una de las claves para crear el nuevo plano es lo que llamamos pensar

con IF. Se trata del proceso de analizar todos aquellos supuestos básicos que

uno adopta de forma inconsciente, de evaluar su viejo plano. Son ejemplos de la forma de pensar con IF el hecho de darse cuenta de que ya no hace falta cortar los extremos de la pierna de cerdo, que el queso ya no está en el cuarto túnel y que el camino de la felicidad ya no se llama cuanto más, mejor. Pensar con IF es despertar del sueño americano.

Pensar con IF está relacionado con la cartografía, con la elaboración de su propio plano, un plano que represente con precisión el terreno de su vida tal cual es en la actualidad. Este plano le permite elegir su propia senda a través del territorio de sus ganancias y gastos, e integrar esta senda con el resto de su vida.

Pensar con IF es imprescindible para todos aquellos que deseen una relación clara y relajada con el dinero. Si no puede pensar de forma independiente, no puede ser independiente. Mientras no sea capaz de cuestionar su plano monetario de forma intencionada y objetiva, estará atrapado en un callejón financiero sin salida, en situaciones como las siguientes:

FIGURA P-l

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22 Prólogo

♦ Gastando más de lo que gana. ♦ Comprando caro y vendiendo barato.

♦ Con un trabajo que no le agrada, pero sin encontrar una solución. ♦ Necesitando dos sueldos paira llegar a fin de mes.

♦ En el momento preciso en que consigue llegar a fin de mes, viendo que alguien (el jefe, el Gobierno) lo hace peligrar.

♦ Estando tan confundido con respecto al dinero que lo deja en manos de expertos que, a su vez, sacan provecho de su ignorancia.

Las consecuencias de pensar con IF

Pensar con IF está relacionado con ser conscientes del dinero que pasa por su vida. El mero hecho de leer este libro le hace comenzar a pensar con IF, pero con esto no basta. En realidad, si sigue los pasos sencillos que aquí se indican podrá transformar su relación con el dinero, y así pasará de pensar con IF a vivir con IF.

Pensar con IF conduce naturalmente a la inteligencia financiera, la integridad financiera y la independencia financiera.

La inteligencia financiera

La inteligencia financiera consiste en ser capaz de desprenderse de sus hipótesis y sus emociones con respecto al dinero para analizarlas objetivamente. ¿Es cierto que el dinero compra la felicidad? ¿Todos tienen que ganarse la vida? ¿El dinero es algo que hay que temer o ambicionar, amar u odiar? Si vendo la mayor parte de mi tiempo por dinero, ¿realmente estaré seguro?

A fin de lograr la inteligencia financiera, en primer lugar tiene que saber cuánto dinero ha ganado hasta ahora, qué ha obtenido a cambio, cuánto dinero entra en su vida y cuánto sale.

Pero esto no basta. También tiene que averiguar qué es realmente el dinero y lo que entrega a cambio de dinero en su vida.

Una muestra tangible de inteligencia financiera consiste en quedar libre de deudas y disponer en el banco por lo menos de una cantidad suficiente para cubrir los gastos básicos durante seis meses. El programa que se presenta en este libro conduce inexorablemente a la inteligencia financiera. La integridad financiera

El diccionario define la integridad como la cualidad de íntegro que se atribuye a una persona recta, proba, intachable y también a lo que no carece de ninguna de sus partes.

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i'rólogo 23

Para lograr la integridad financiera hay que saber cuál es el impacto real de lo que gana y lo que gasta tanto sobre sus familiares más inmediatos como sobre el planeta. Es saber cuánto dinero y cuántos bienes materiales son suficientes para sentirse satisfecho, y qué es lo que sobra y lo que confunde. Es hacer que todos los aspectos de su vida financiera coincidan con sus valores. El programa que se presenta en este libro conduce inexorablemente a la integridad financiera.

La independencia financiera

La independencia financiera se obtiene como consecuencia de seguir diligentemente todos los pasos del programa que se explica en este libro. Consiste en disponer de ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades y comodidades básicas, procedentes de una fuente que no sea el empleo remunerado.

Si bien puede que la independencia financiera no sea uno de los objetivos que se plantea en este momento, con el tiempo forma parte del futuro de todos. Piénselo. La independencia financiera es una consecuencia natural e inevitable de la vida. Llegará un momento a partir del cual ya no tendrá necesidad de ganarse la vida. La única opción que tiene al respecto es cuándo y cómo alcanzar ese punto. En algunos casos se logra en vida y entonces re-cibe el nombre de jubilación. En la actualidad, en numerosos sectores se tiende a una jubilación anticipada. Esta práctica a menudo evita el despido de mayor cantidad de trabajadores más jóvenes.

Una de las finalidades de este libro consiste en dar a conocer los medios para lograr la independencia financiera mucho antes que la jubilación tradicional, sin depender de las fuentes de ingresos habituales, como son las pensiones y la Seguridad Social. Al avanzar en la lectura, verá asimismo que la independencia financiera comprende mucho más que disponer de unos ingresos seguros. También es desembarazarse del obstáculo que representan ciertas creencias financieras, de deudas que nos impiden actuar y de nuestra paralizante incapacidad para enfrentarnos a las comodidades de la vida moderna, desde reparar el coche hasta arreglar la calefacción central. La independencia financiera es todo aquello que no le hace depender del dinero para manejar su vida.

¿Qué es una PIF?

PIF es la sigla que utilizamos aquí para designar a una persona que piensa con IF, que está adquiriendo la inteligencia financiera, aprendiendo la integridad financiera y avanzando naturalmente hacia la independencia

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24 Prólogo

financiera. Llamamos PIF a toda persona que aplica el pensamiento IF en su vida, siguiendo los pasos de este programa.

¿CÓMO SE LLEVÓ A CABO ESTE LIBRO?

Este libro no se basa en una teoría, en una buena idea ni en un nuevo enfoque. Es el resultado de sumar cincuenta años de experiencia (treinta de Joe Domínguez más veinte de Vicki Robin) viviendo según todos los principios que aquí se exponen. Éste es un libro que no surgió de repente, sino que fue creciendo.

En 1969, a los treinta y un años, Joe se retiró de su carrera en Wall Street y nunca más volvió a aceptar dinero a cambio de un trabajo. A lo largo de su vida, Joe se acostumbró a pensar de otros modos y naturalmente aprendió a pensar con IF.

Durante los diez años que trabajó como analista técnico y asesor para inversiones institucionales, se dedicó a tratar de alcanzar un objetivo secreto: adquirir conocimientos suficientes sobre el dinero para desarrollar un programa que le permitiera jubilarse con unos ingresos adecuados para mantener el resto de su vida el estilo de vida elegido; y todo partiendo de un salario modesto, sin especulaciones ni grandes éxitos financieros.

Después de ensayar y fallar muchas veces, de hacer pruebas e introducir modificaciones, finalmente dio con un programa que no tenía nada que ver con estrategias de inversión arriesgadas ni con métodos analíticos originales y complejos. Por el contrario, se trataba de aplicar el sentido común, observando los usos comerciales elementales, reexaminando hipótesis pasadas de moda y siguiendo diligentemente nueve pasos sencillos.

Joe se llevó una gran sorpresa al comprobar que lo que había elaborado como un

proyecto puramente personal despertaba el interés de otras personas y que a los

demás les resultaba tan útil como a él, independientemente de su tipo de trabajo. Vicki fue una de sus primeras discípulas. Se conocieron en 1969, varios meses después de que ella abandonara una incipiente carrera teatral y cinematográfica en Nueva York con la intención de averiguar qué más podía ofrecerle la vida. Tras acabar el instituto con uno de los promedios más altos y de licenciarse con honores por la Universidad Brown, Vicki sabía lo que era el éxito, pero se preguntaba si para conseguirlo era imprescindible el tipo de estrés y egocentrismo que había encontrado en el mundo profesional. Su mente abierta y sus considerables ahorros le permitieron reconocer el valor del nuevo mapa monetario de Joe y aplicarlo a su propia vida. Tuvo que

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i'rólogo 25

adaptar su estilo de vida a sus nuevos medios, pero los cambios no hicieron más que aumentar su sensación de libertad y de confianza en sí misma.

En los veinte años siguientes, numerosos amigos y los voluntarios que trabajaban con Joe y Vicki en diversos proyectos de servicios les pidieron datos acerca del programa, los aplicaron y descubrieron así que se aclaraban todos los aspectos de su vida financiera: los ingresos y los gastos, el pago de deudas, disponer de tiempo para la familia, cumplir con las obligaciones impositivas tan temidas antes, ahorrar para permitirse una vivienda mejor, superar la conciencia de pobreza, la inseguridad laboral, el temor a la falta de... y muchas cosas más, sin plantearse siquiera como meta la cuestión de la jubilación anticipada.

Durante todos esos años, ni Joe ni Vicki tuvieron la intención de organizar seminarios sobre temas financieros. Disfrutaban trabajando todo el día como voluntarios en una amplia variedad de proyectos, desde ayudar a establecer un centro para jóvenes con problemas de drogadicción hasta colaborar con otros proyectos para obras de caridad y de servicios para la comunidad. El seminario apareció de pronto, mientras estaban embarcados en otras actividades. Al principio, Joe se reunía con sus amigos, individual-mente, en una charla informal; a medida que ellos fueron aplicando los pasos y comprobando su eficacia, hicieron correr la voz, entusiasmados. Y así fue como Joe empezó a dar unos seminarios por las tardes, con el título de «Transforme su relación con el dinero y logre la independencia financiera». La demanda fue en aumento y el curso se convirtió en un seminario que duraba todo el día, con la asistencia de numeroso público. En menos de dos años se llevaron a cabo seminarios en más de cuarenta ciudades de Estados Unidos, y la demanda seguía creciendo, siempre andando de boca en boca.

En 1984, Vicki creó la New Road Map Foundation (la Fundación Nuevo Plano), una organización educativa y de caridad, sin fines de lucro, con el objetivo primordial de satisfacer esta demanda publicando una compilación compuesta por un curso en audio- casetes de ocho horas de duración y un libro de ejercicios que reunían lo mejor de los seminarios de Joe. Siguiendo su política, se vendieron a un precio económico (60 dólares, unas 7 500 pesetas) y los beneficios netos se han distribuido entre otras organizaciones sin fines de lucro que trabajan por un mundo mejor.

Durante los últimos años, su entusiasmo por comunicar los principios de este nuevo plano financiero han llevado a Vicki a dar infinidad de charlas. Al igual que Joe, jamás ha aceptado dinero a cambio de su trabajo. Además, la New Road Map Foundation no paga salarios, ni derechos, ni honorarios, ni gastos personales.

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26 Prólogo

En 1991, más de 30000 personas habían asistido al seminario «Transforme su relación con el dinero y logre la independencia financiera». El curso llegó a todo Estados Unidos, a todas las provincias de Canadá y a otros veinte países más; llamó la atención de los medios de comunicación estadounidenses, se realizaron entrevistas por la radio y aparecieron artículos en varias revistas y en innumerables periódicos. Prácticamente toda la difusión se hizo de boca en boca, o a través de la correspondencia. No se publicaron anuncios ni se hizo publicidad en televisión.

A lo largo de los años, la reacción de los individuos siguió reforzando la idea de que el curso no se refería sencillamente a la jubilación anticipada, sino a cambiar la manera de pensar.

¿QUÉ PUEDE ESPERAR DE ESTE LIBRO?

Los capítulos siguientes están estructurados para ayudarle a que aprenda a pensar con IF, enseñándole a reconocer su viejo plano monetario y a elaborar uno nuevo.

Mediante la exploración de los conceptos que se presentan en el libro y la aplicación diligente de los nueve pasos, logrará transformar su relación con el dinero y obtener la IF: la inteligencia financiera, la integridad financiera e incluso la independencia financiera. Le contaremos el caso de otras personas (desde cocineros hasta asesores, desde personas que odian las matemáticas hasta gerentes de empresas, desde entrenadores hasta camioneros) cuyas vidas son ahora más completas y más satisfactorias, después de aplicar lo que han aprendido siguiendo los nueve pasos que aquí presentamos.

A partir de los cientos de cartas que hemos recibido, sabemos cómo se han enriquecido las vidas de tantas personas después de seguir el programa:

♦ Por fin conocen los aspectos fundamentales del dinero.

♦ Se vuelven a conectar con sus viejos anhelos y encuentran maneras de llevarlos a cabo.

♦ Con una gran sensación de libertad y alivio, aprenden a distinguir entre lo esencial y lo superfluo en todos los aspectos de su vida y a liberarse de sus cargas.

♦ Ven cómo mejora la relación con su pareja y con sus hijos.

♦ Su nueva integridad financiera les permite resolver muchos conflictos internos entre sus valores y su estilo de vida.

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i'rólogo 27

♦ El dinero deja de ser una cuestión fundamental en su vida y por fin consiguen el espacio intelectual y emocional para dedicarse a otros temas que tienen más importancia.

♦ En un plano material, cancelan sus deudas, incrementan sus ahorros y son capaces de ser felices viviendo dentro de los límites que les impone su presupuesto.

♦ Disponen de más tiempo libre porque al reducir los gastos no tienen que trabajar tantas horas.

♦ Dejan de solucionar los problemas con dinero y, por el contrario, utilizan las dificultades como oportunidades para adquirir nuevas aptitudes.

♦ En términos generales, desaparece la división entre su dinero y su vida que, de este modo, se convierte en un todo integrado.

Todas las personas que siguen este programa consiguen algo exclusivo que mejora su vida. ¿En cuánto tiempo? Esto ya depende de cada uno... y de su propio plano.

PARA PONERSE EN CAMINO

Si pretende crear su propio plano financiero, lo único que precisa es una libreta, un bolígrafo y la voluntad de cambiar su manera de pensar.

El enigma de los nueve círculos es un buen ejercicio para salir de los encasillamientos mentales habituales y para descartar hipótesis. Casi todos los que no son capaces de resolverlo a la primera suponen que no se puede salir del cuadrado imaginario que definen los nueve círculos. Pero río hay ninguna regla que prohiba prolongar las líneas hasta el borde del papel... o incluso más. Otra hipótesis frecuente es que esas cosas redondas son puntos, en vez de círculos de un tamaño razonable, con una parte superior, un centro y una parte inferior. ¿Ya tiene suficientes pistas? Si todavía no ha descubierto la solución, siga trabajando con los pasos del libro hasta que se le presente sola.

Para crear su propio plano económico no hace falta ser experto en matemáticas; cualquiera es capaz de realizar los ejercicios aritméticos necesarios. Cada uno émpieza a partir de su propia situación económica (tanto si debe seis millones de pesetas como si dispone de cuantiosos ahorros) y psicológica (tanto si ama el dinero como si lo odia).

Para seguir los pasos del programa hace falta dedicación pero cada paso trae consigo su recompensa. Tenga en cuenta que no obtendrá codas las compensaciones cuando acabe de leer el libro. Al principio, es posible que

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28 Prólogo

tenga la impresión de que hace falta mucho tiempo para poner en práctica de forma coherente alguno de los pasos; no obstante, quieipes llevan varios meses practicando reconocen que realmente pierden menos tiempo en cuestiones económicas que antes de haceif el curso. El hecho de poder saldar siempre la cuenta corriente, de no tener que salir corriendo al banco para cubrir un descubierto, de no perder el tiempo en presupuestos absurdos, de no discutir más con el cónyuge por cuestiones de dinero, de no pasar horas tratando de averiguar «adonde ha ido a parar todo lo que tenían», y de llevar automáticamente un registro contable que les facilita las cosas cuando llega el momento de hacer la declaración de renta, no son más que algunos ejem-plos de la forma en que la aplicación habitual de estos pasos le permite ahorrar uno de sus recursos más preciados: el tiempo.

UN PLANO MÁS GRANDE

No hay que olvidar que nuestro plano económico actual se elaboró para la comunidad estadounidense durante la revolución industrial. Se han producido muchos cambios en estos cien años, pero ha habido muy pocos cartógrafos.

En la actualidad, nuestro plano económico se extiende más allá de nuestra propia familia, incluso más allá de la comunidad de nuestro propio país, para incluir a todos los pueblos del mundo. Además, teniendo en cuenta los graves problemas ecológicos que existen en todo el mundo, debemos abarcar también la naturaleza. En definitiva, ahora nuestra comunidad es todo el planeta.

La nueva serie de necesidades de esta comunidad global requiere que los individuos vuelvan a examinar y a adaptar sus ideas y sus opciones con respecto a su vida financiera personal.

¡La revolución industrial ha triunfado! ¿Se ha adaptado usted a la

economía de tiempos de paz? Su plano, ¿es el reflejo de una vida que ha

alcanzado la máxima satisfacción?

Si este libro le ayuda a desarrollar con plenitud su vida, hemos cumplido nuestro objetivo.

Nuestra experiencia a lo largo de tantos años de presentar el programa nos ha enseñado que se puede llevar a cabo y que usted también puede hacerlo. Las personas que han alcanzado la independencia financiera han descubierto la emocionante satisfacción que se desprende del hecho de aportar tiempo, talento y amor al bienestar de nuestro planeta y sus habitantes. Los autores desean fervientemente que este libro le haga más libre para colaborar en nuestro mundo.

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LA TRAMPA DEL DINERO: EL VIEJO

PLANO DEL DINERO

EL DINERO: ¿UNA TRAMPA? «¡La bolsa o la vida!»

¿Qué haría si alguien le pusiera una pistola en las costillas y le dijera esta frase? Seguramente, entregarle la cartera. La amenaza surte efecto porque damos más valor a la vida que al dinero. ¿O no?

Chris Northrup era una mujer que intentaba abrirse camino en una profesión dominada por los hombres: la medicina. Como tantas otras minorías que pretenden romper con siglos de costumbres y prejuicios, se sentía obligada a superar a sus pares en todos los niveles: hacía horas extra-ordinarias, participaba en las juntas, daba conferencias e incluso trataba de ser una súper-mamá y criar dos hijos sin perder comba. Su trabajo, ■ que en muchos sentidos le gustaba mucho, le consumía la vida a razón de ochenta horas a la semana.

Después de acabar el instituto, Gordon Mitchell dedicó los primeros siete años a trabajar como organizador a nivel nacional dentro de una or-ganización de militantes negros. No tenía ingresos fijos pero la oror-ganización cubría sus necesidades. Sus compatriotas eran su familia y su misión, su vida. No obstante, aparecieron fallos en este matrimonio perfecto de trabajo y sueldo. Gordon acabó por desilusionarse ante la disparidad entre lo que predicaba la organización y lo que practicaban sus dirigentes y al final se fue. Se incorporó al mercado laboral y se convirtió en un próspero asesor financiero en Michigan. Al igual que muchas otras personas que dejan que su trabajo les consuma la vida, el matrimonio acabó en divorcio y contrajo deudas por 120000 dólares (unos 15000000 de pesetas). Entonces se puso a soñar con los viejos tiempos, cuando vivía con sencillez y cumplía una misión interesante. ¿Podría volver a algo así?

Penny Yunuba trabajaba como vendedora setenta horas a la semana y le iba muy bien, pero eso no le bastaba. Penny afirma que, «después de leer libros como

The Poverty of Affluence (La pobreza de la abundancia) de Paul Wachtel, me di

cuenta de que no era la única que experimentaba la sensación de que "me faltaba algo". Empecé a hablar con otras personas y descubrí que los demás también se sentían deprimidos muchas veces. Después de conseguir el premio de una vivienda cómoda con todo lo que hay que tener, me sentía insatisfecha. ¿Tengo que trabajar y trabajar hasta que llegue el momento de jubilarme, extenuada, y seguir así hasta que me pongan a criar malvas? ¿Y no hacer otra cosa que gastarme el dinero que he guardado y perder el tiempo hasta el fin de mis días?» El gran amor de Cari Mertier era la música, pero se ganaba la vida como procesador de datos para el condado de Snohomish, en el estado de Washington, y había perdido las esperanzas de hacer coincidir su amor y su vida. Sin saber a ciencia cierta qué quería decir ser un hombre, había asumido todos los atavíos de la adultez y esperaba que llegara un día en que hicieran de él un hombre. Tenía un título universitario, esposa, profesión, empleo, coche, casa, hipoteca y hasta un césped para cortar. Sin embargo, en vez de sentirse un hombre, cada vez se sentía más atrapado.

Diane Grosch odiaba su trabajo de programadora. Aunque no hacía más que el mínimo necesario para no perder el empleo, lo hacía tan bien que no podían despedirla. Acumuló todos los símbolos del éxito: un Mazda RX-7, una casa de campo... pero apenas le servían para compensar el aburrimiento del trabajo. Se dedicó a viajar y a participar en diversos talleres, sin que ninguno de estos placeres le hiciera olvidar la tristeza de la semana laboral. Al final se convenció de que a lo mejor no podía pedir más, y que tenía que conformarse con que el trabajo le hiciera perder lo mejor de su vida.

(30)

La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 33Aunque a muchos de nosotros nos agrade el trabajo que hacemos, son pocos los que pueden decir con sinceridad que su actividad laboral es perfecta. Porque para serlo tendría que ofrecer cierto grado de dificultad para resultar interesante, pero sin ser demasiado difícil para resultar agradable; un cierto compañerismo para que podamos crecer como personas, pero también la soledad suficiente para resultar productiva; suficientes horas de trabajo para acabar la faena, pero el tiempo libre suficiente para descansar; suficiente servicio para sentirnos útiles, suficiente sencillez para resultar entretenida. Además del dinero suficiente para pagar las cuentas... y un poco más. La mayoría de nosotros ha dejado volar la imaginación viendo cosas así por la televisión. Pero hasta el mejor trabajo tiene inconvenientes. Uno llega a la mitad de su vida y se da cuenta de que ha estado haciendo lo que sus padres le han dicho. O peor aún, que lleva veinte años curando caries porque alguien, a los diecisiete años (¿es posible que fuera yo, realmente?), decidió que lo mejor del mundo era ser dentista. Nos hemos in-corporado al mundo real, al mundo de las concesiones. Después de tanto entusiasmo por salir a ganar la medalla de oro, estamos tan cansados al final del día que lo único que pretendemos es un sofá donde caer rendidos.

Sin embargo, todos nos aferramos a la noción de que hay una manera de vivir la vida que tiene más sentido, que brinda más satisfacción y le da un mayor significado. Las personas que aparecen a lo largo del libro han comprobado que esa otra manera existe. Hay una manera de vivir una vida auténtica, productiva, significativa, conservando al mismo tiempo todas las comodidades materiales que queremos o necesitamos. Hay una manera de equilibrar la vida interior con la exterior, de hacer que nuestro yo laboral se lleve bien con nuestro yo familiar y con nuestro yo más profundo. Hay una manera de resolver la cuestión de ganarse la vida que nos permita llegar más vivos al final. Hay una manera de plantearse la vida de tal forma que, si nos dan a elegir entre la bolsa y la vida, podamos decir: «Quiero las dos, gracias.»

En lugar de ganarnos la vida, nos matamos trabajando

Muchos trabajadores, sin embargo, desde aquellos que disfrutan con su trabajo hasta los que apenas lo soportan, parece que no tienen una verdadera alternativa entre la bolsa o la vida. Lo que ellos hacen para conseguir dinero domina sus horas de vigilia, y la vida es lo que cabe en el poco tiempo que les queda.

Pensemos en el típico trabajador estadounidense. Suena el despertador a las siete menos cuarto, se levanta y empieza a correr. La ducha. Ponerse el uniforme profesional: para algunos, un traje o una falda; un mono para otros; de blanco, los profesionales de la medicina; vaqueros y camisas de franela para los obreros de la construcción. El desayuno, si queda tiempo. Coger el bocadillo y la cartera (o la fiambrera) y montarse en el coche para sufrir el castigo diario de la hora punta. En el trabajo de nueve a cinco. Tratar con el jefe. Tratar con ese compañero que nos hace la vida imposible. Tratar con los proveedores. Tratar con los clientes/pacientes. Parecer atareado. Disimular los errores. Sonreír cuando nos piden que cumplamos metas imposibles. Suspirar con alivio cuando ese hacha llamada reestructuración o reducción de plantilla —o simplemente despido— cae sobre las cabezas de los demás. Hacerse cargo del trabajo adicional. Vigilar el reloj. Discutir con la propia conciencia pero darle la razón al jefe. Volver a sonreír. Las cinco. Otra vez el coche y camino a casa. Llegar a casa. Actuar como un ser humano con la pareja, los niños o los compañeros de piso. Comer. Mirar la tele. A la cama. Ocho horas de bendito olvido.

¿Y a esto le llaman ganarse la vida? Piense un poco. ¿Cuántas veces las personas parecen más espabiladas al acabar la jornada laboral que al comenzarla? Cuando llegamos a casa después de habernos ganado el sustento, ¿estarnos más llenos de vida? ¿Atravesamos la puerta alegremente, frescos y llenos de energía, dispuestos a pasar una velada espléndida con la familia? ¿Dónde está toda la vida que se supone que hemos ganado en el trabajo? Para muchos de nosotros, ¿en realidad no estamos más cerca de matarnos trabajando? ¿No nos estamos matando —nuestra salud, los amigos, la sensación de alegría y entusiasmo— por el trabajo? Sacrificamos la vida por dinero, pero tan poco a poco que apenas nos damos cuenta. Las sienes plateadas y la creciente calvicie, junto con ciertos signos dudosos de progreso, como un despacho, una secretaria o un cargo importante, son lo único que marca el paso del tiempo. Al final, a lo mejor conseguimos todas las comodidades, e incluso los lujos que habíamos deseado, pero la inercia nos impide salir de la rutina de trabajar de nueve a cinco. Después de todo, si no

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La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 34

trabajáramos, ¿qué haríamos con el tiempo? Soñábamos con encontrar sentido y satisfacción por medio del trabajo, pero esos sueños se han desvanecido en la realidad de las intrigas, el tedio y la intensa competencia del mundo profesional.

Incluso los que trabajamos en una actividad que nos agrada y sentimos que estamos aportando algo, reconocemos que podríamos disfrutar mucho más fuera de la rutina de nueve a cinco: la satisfacción que se siente cuando uno hace el trabajo que le gusta sin ningún tipo de limitaciones ni restricciones, y sin temer tampoco que nos despidan y sumarnos a las filas de los desempleados. ¿Cuántas veces hemos pensado o hemos sostenido: «Yo lo haría de este modo, si pudiera, pero los vocales de la Junta lo quieren a su manera»? ¿Cuántas veces hemos tenido que sacrificar nuestros sueños para conservar nuestros fondos o nuestro empleo?

Creemos que somos nuestro trabajo

Aunque nuestra situación financiera nos permitiera renunciar a un empleo que limita nuestra felicidad y atenta contra nuestro sistema de valores, a menudo no tenemos la capacidad psicológica para liberarnos, porque nos hemos acostumbrado a supeditar nuestra identidad y nuestra valía personal a nuestro empleo.

El trabajo ha pasado a ocupar el lugar de la familia, el barrio, las cuestiones cívicas, la iglesia e incluso los amigos corno vínculo principal, convirtiéndose en nuestra principal fuente de afecto y lugar de autoexpresión. Reflexione un momento. Piense en lo que siente cuando le formulan la dichosa pregunta: «¿A qué se dedica?» y responde «Soy...». ¿Se siente orgulloso? ¿Avergonzado? ¿Quisiera decir: «No soy más que...» si no está a la altura de sus propias expectativas? ¿Se siente superior, inferior, a la defensiva? ¿Dice la verdad? ¿Bautiza con un nombre exótico una ocupación corriente y moliente para darse importancia?

¿Nos hemos habituado a medir nuestro valor como seres humanos en función del sueldo? ¿Serían más importantes los profesores que los médicos si ganaran más que ellos? ¿Cómo es posible que, en la década de los ochenta, un master en administración de empresas se convirtiera en la clave del éxito con el sexo opuesto cuando hasta ese momento las personas con ese título tenían fama de aburridos, en el mejor de los casos? Cuando nos reunimos con nuestros ex compañeros de instituto, ¿cómo evaluamos en nuestro fuero íntimo el éxito de nuestros iguales? ¿Averiguamos si se sienten satisfechos, si viven de acuerdo con sus valores, o les preguntamos dónde trabajan, qué puesto tienen, dónde viven, qué coche tienen y a qué escuela van sus hijos? Éstos son los símbolos del éxito que todos reconocemos.

Paralelamente al racismo y al sexismo, nuestra sociedad posee una especie de sistema de castas según lo que uno haga por dinero. Este tipo de discriminación laboral se manifiesta en nuestra relación con los demás en el trabajo, en las reuniones sociales e incluso en nuestras casas. Si no, ¿por qué motivo las amas de casa se consideran ciudadanos de segunda?

El elevado coste de matarse trabajando

El psicoterapeuta Douglas LaBier documenta este malestar social en su libro

Modern Madness (La locura moderna). La sucesión de profesionales de éxito que

se presentaban en su consulta con el cuerpo agotado y el alma vacía le alertaron de los riesgos que implica nuestro materialismo para la salud mental y física. LaBier comprobó que, en el 60 % de los varios cientos de casos que abarcaba su estudio, el hecho de centrarse en el dinero, la posición y el éxito a expensas de la satisfacción y el sentido personales provocaba depresiones, angustias y otros trastornos relacionados con el trabajo, incluido el ubicuo estrés.

Si bien ya ha transcurrido casi medio siglo desde que oficialmente se estableció una semana laboral de cuarenta horas, muchos profesionales creen que deben trabajar horas extraordinarias y los fines de semana para mantenerse al día. Según una encuesta realizada por Harris en noviembre de 1990 entre 1 255 adultos, el 54% de los estadounidenses opina que dispone de menos tiempo libre que hace cinco años. Otras encuestas de opinión han mostrado una notable disminución de la satisfacción laboral en todos los grupos de edad, en todas las ocupaciones, en todas las clases sociales, en todo el país, a pesar de que al mismo tiempo se produjo un incremento en la cantidad de personas con edades comprendidas entre los 25 y los 45 años, aproximadamente, que tenían una carrera. Trabajamos más pero disfrutamos menos de la vida (y es posible, además,

(32)

La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 35que tengamos menos vida para disfrutar). Hemos desarrollado un mal-estar nacional que depende de nuestra forma de ganar dinero.

¿Qué hemos obtenido a cambio?

Aunque no seamos más felices, cualquiera diría que por lo menos disfrutamos del símbolo tradicional del éxito: tener dinero en el banco. Pero no es así. En realidad, nuestra capacidad de ahorro ha disminuido. El índice de ahorro (el porcentaje de ahorro en función de la renta disponible) era del 4,5 % en 1990 (y en 1988 incluso llegó al 4,1 %), mientras que en 1973 los estadounidenses ahorraban una media del 8,6 %. Los japoneses, por su parte, ahorran más del 15 % de su renta disponible.

No sólo ahorramos menos sino que también ha subido (¡y mucho!) nuestro nivel dé endeudamiento. La deuda del consumidor superó los 735 mil millones de dólares en 1990, lo cual significa un 42 % más que en 1985 y un Í46 % más que en 1980; 3 000 dólares (unas 390000 pesetas) por cada hombre, mujer y niño que hay en el país. Cada ocho segundos llega a nuestra sociedad un recién nacido al que se recibe exclamando: «¡Bienvenido! Nos debes 3000 dólares», y eso sin tener en cuenta su participación en la deuda pública. No me extraña que se eche a llorar.

La deuda es una de nuestras principales trabas. Con nuestro nivel de endeudamiento y nuestra falta de ahorros, caemos forzosamente en la rutina de

nueve a cinco. Entre las hipotecas, la financiación del coche y las deudas de las

tarjetas de crédito, no podemos permitirnos el lujo de renunciar. Cada vez hay más estadounidenses que acaban viviendo en el coche o en la calle. Y no nos referimos sólo a los pobres o a los deficientes mentales. La categoría de desempleados que aumenta con mayor rapidez es la de los empleados de oficina. La cantidad de despidos aumenta con creciente rapidez en todos los sectores, desde la industria maderera del noroeste, en la costa del Pacífico, hasta las altas finanzas de Wall Street.

Nos matamos trabajando para gastar durante el fin de semana

Piense en cómo gasta el consumidor medio el dinero que ha ganado. El sábado, lleva la ropa al tinte, los zapatos al zapatero para que les cambie los tacones, y el coche al taller para que le roten los neumáticos y averigüen el motivo de ese ruido tan extraño. Después, al supermercado, a comprar comida para toda la semana y a quejarse de lo caro que está todo: pensar que antes gastábamos 50 dólares (unas 6000 pesetas) y ahora la cuenta no baja de 150 dólares (unas 18000 pesetas). (Desde luego, se podrían reducir los costes aprovechando las ofertas y buscando la tienda más barata, pero ¿quién tiene tiempo para eso?) A continuación, al centro comercial a comprar el libro que están leyendo todos los componentes del grupo de apoyo. Sale con dos libros, un traje (rebajado a mitad de precio) con sus correspondientes zapatos y una agenda nueva (una libreta de hojas sueltas, con cremallera y calculadora), todo pagado con la tarjeta de crédito. A casa. Ahora hay que ocuparse del jardín. ¡Vaya! Hay que ir a la tienda a comprar unas podaderas. Regresa con dos semilleros de prímulas y un adorno para el césped... ¡ah, sí!, y también las podaderas. Manipula el tostador que quema el pan por más que se seleccione la temperatura mínima. No consigue desarmarlo para localizar el problema y tampoco encuentra la garantía. Acude a la tienda de electrodomésticos más próxima a comprar otro. Vuelve con anaqueles y soportes para el cuarto de trabajo, muestras de colores para pintar la cocina... ¡ah, sí!, y el tostador también. Sale a cenar con la pareja y dejan a los niños con la canguro. El domingo por la mañana, crépes para todos. ¡Vaya! No queda más harina. Va al colmado a comprar harina y regresa con fresas y arándanos congelados para los crépes, jarabe de arce, café de Sumatra... ¡ah, sí! y la harina. Lleva a la familia a dar un paseo en coche por el campo; pone gasolina; conduce durante dos horas. Se detienen a comer algo en un restaurante y paga con la tarjeta de crédito. Se pasa la tarde leyendo revistas, donde los anuncios le hacen soñar con lo maravillosa que sería la vida si se comprara un Porsche, o al extranjero de vacaciones, o cambiara el ordenador, o...

Lo malo es que pensamos que trabajamos para pagar las facturas, cuando en realidad gastamos más de lo que ganamos para comprar más de lo que precisamos, con lo cual volvemos a la cuestión de tener que trabajar para conseguir dinero para comprar más cosas para...

(33)

La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 36Si el esfuerzo cotidiano nos hiciera felices, no nos importarían las molestias ni los inconvenientes. Si pensáramos que nuestro trabajo contribuye a hacer del mundo un lugar mejor, gustosamente sacrificaríamos horas de sueño y nuestra vida social sin sentirnos vacíos. Si las diversiones que adquirimos con nuestros afanes nos proporcionaran algo más que un mero placer momentáneo y la ocasión de superar a los demás, estaríamos contentos de pasar más horas trabajando. Pero cada vez resulta más evidente que, a partir de un mínimo de comodidades, el dinero no compra la felicidad que pretendemos.

Todas las personas que han participado en nuestros seminarios, independientemente de sus ingresos, siempre decían que necesitaban más para ser felices. Hemos incluido en los seminarios el siguiente ejercicio: le pedíamos a cada una que se situara en una escala de felicidad que iba del 1 (desgraciado) al 5 (dichoso), en la cual el 3 equivalía a «no me puedo quejar», y establecimos una correlación entre las cifras que nos daban y sus ingresos. En una muestra de más de mil personas, tanto de Estados Unidos como de Canadá, el grado medio de felicidad se mantenía siempre entre un 2,6 y un 2,8 (¡ni siquiera llegaba al 3!),

tanto para personas cuyos ingresos no llegaban a los 1000 dólares mensuales (130000 pesetas), como para las que superaban los 4000 dólares (520000 pesetas). (Véase la figura 1 - i.)

Los resultados nos dejaron atónitos porque no sólo demuestran que la mayoría de las personas suele ser infeliz, sino también que puede serlo independientemente de lo que gane. Hasta las personas que se encuentran en buena posición económica no siempre se sienten satisfechas. En las mismas hojas preguntamos a los asistentes a los seminarios: «¿Cuánto dinero le haría falta para ser feliz?» La respuesta fue siempre entre un cincuenta y un cien por cien «más del que tengo ahora».

Estas conclusiones se confirman con muchas otras investigaciones sobre la felicidad. En un estudio clásico, Roy Kaplan, del Instituto de Tecnología de Florida, siguió el rastro de mil personas que habían ganado la lotería durante un período de diez años. Fueron pocos los que se sintieron más felices o supieron qué hacer con el dinero. Una cantidad increíble de ganadores se sentía menos feliz al cabo de seis meses, después de dejar unos puestos de trabajo que constituían para ellos una fuente de autoestima y de ganar un dinero del que no se sentían merecedores. Muchos comenzaron a consumir drogas y a sentirse solos.

De modo que así es la situación, la sociedad más opulenta que ha tenido el privilegio de habitar sobre la faz de la tierra, y no somos capaces de hacer otra cosa más que trabajar sin parar, de casa al trabajo y del trabajo a casa, mientras nuestro corazón anhela algo que apenas está un poco más allá del horizonte.

FIGURA 1-1 Escala de valoración de la vida

LA PROSPERIDAD Y EL PLANETA

Si esto no fuera más que un infierno privado, ya sería suficiente tragedia. Pero no es así, porque nuestro estilo de vida tiene consecuencias cada vez más devastadoras para nuestro planeta.

Elija la lista que describa mejor su vida actual

1 2 3 4 5 Incómoda Cansada Incompleta Frustrada Temerosa A menudo solitaria Airada Necesitada de amor Insegura Insatisfecha Sigo buscando Insuficiente Las relaciones

podrían ser mejores Me las apaño Mejorando No demasiado productiva Necesito seguridad Satisfactoria No está mal Común Aceptable A veces alegre, a veces triste Estable Normal Pocos riesgos Me adapto Feliz Me hace crecer Satisfactoria Productiva Relajada Sin tensiones Eficiente Me alcanza el tiempo Divertida Segura Dichosa Entusiasta Plena Desbordante Apasionante Intensa Soy alguien

Calidad de vida en relación con el nivel de ingresos Ingresos mensuales: (en dólares) 0-1000 1 001-2000 2001-3000 3001-4000 más de 4000 Promedio de la valoración de la vida de todos los participantes con el mismo volumen de ingresos: 2,81 2,77 2,84 2,86 2,63

(34)

La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 37Estamos agotando los recursos de la tierra, obstruimos sus arterias (ríos y caminos) y contaminamos el aire, el agua y el suelo. Los distinguidos miembros de la Comisión Mundial de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, al cabo de tres años de estudios y conferencias en todo el mundo, han acordado que una de las principales causas de los problemas ecológicos a escala mundial son los patrones norteamericanos de consumo excesivo. Si añadimos a este consumo la comprensible envidia y los deseos de los demás por conseguir los mismos lujos que nosotros, la situación presagia el desastre. Y el desastre no está lejos, sino que ya ha comenzado.

Todos conocemos los indicadores trágicos de este desastre que se cierne sobre nosotros, desde el efecto invernadero hasta el agujero en la capa de ozono. Aparecen en las primeras páginas de los periódicos y nos convierten a todos en ecologistas renuentes y asustados. La situación empeora porque la industria publicitaria propicia la demanda de productos que no necesitamos y que se fa-brican con materias primas que podrían agotarse en poco tiempo.

En un programa de la Radio Pública Nacional, el comentarista económico Lester Thurow dijo que era como si nos hubiéramos endeudado hasta el cuello para celebrar la mayor fiesta de fin de año de la historia, durante la cual todo el mundo se lo pasa en grande pero, cuando llega el 2 de enero, la alegría ha desaparecido y sólo quedan las facturas por pagar. En la década de los ochenta la situación ha estallado y ahora parece que el 2 de enero se hará realidad en la próxima generación. Esto es particularmente grave porque en la última década Estados Unidos ha pasado de ser la principal nación acreedora del mundo a convertirse en la principal deudora del mundo. Cada vez en mayor medida, las empresas, las viviendas, el suelo y los bonos del Estado del país pertenecen a inversores extranjeros. Hemos hipotecado la granja y el cobrador del alquiler puede venir a golpear a nuestra puerta una década de éstas.

Asimismo, en la última década se produjo una mayor separación entre ricos y pobres, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Existen millones de personas que no tienen hogar, porque no disponen de dinero para pagar una vivienda mientras que otros, en cambio, gastan millones en hogares de lujo. Históricamente, tal desigualdad es precursora de cambios importantes, e incluso violentos.

Desde un punto de vista económico, social, político y espiritual, el afán desmedido por gastar que se apoderó de nosotros después de la segunda guerra mundial nos hizo contraer algunas deudas importantes. De un modo u otro, vamos a pagarlo todo, y con intereses.

El gran perdedor en el juego del dinero

Lo malo es que muchos de nosotros ni siquiera somos conscientes de esta deuda, porque nuestros principales benefactores no dicen nada y no teníamos ni idea de que ellos eran los que nos prestaban. No nos hemos limitado a pedirle dinero al banco. Nos han ayudado las generaciones futuras e incluso la generosa Madre Tierra.

En este planeta cada vez más pequeño, la naturaleza es como el campo comunitario de la aldea donde pacen las ovejas de todos. Si nos respetamos mutuamente y respetamos el terreno comunitario, todas las ovejas consiguen su ración, y el campo y la comunidad prosperan. Pero si algunos sólo se preocupan de sí mismos y, por ejemplo, llevan más ovejas a pacer, de pronto desaparece la buena voluntad, todos llevamos más ovejas y el campo se arruina.

La competencia entre los países ha agotado los recursos comunitarios de nuestro planeta. Todo lo que comemos, vestimos, conducimos, compramos y desperdiciamos procede de la tierra. Muchos de estos productos se fabrican con recursos no renovables. Cuando los tiramos, puede que esas partes de la tierra no sean capaces de sostener una vida significativa tal vez en miles y miles de años. Es un viaje sin retorno de la tierra a la fábrica, de la fábrica a la tienda, de la tienda a nuestra casa y de allí al vertedero. Hemos ignorado el hecho de que debemos nuestro nivel de prosperidad actual a los dones benéficos (y gratuitos) de la naturaleza: el suelo, el agua y el aire, que no cuestan nada y de los que exigimos al máximo. Ahora nos enfrentamos a la triste posibilidad de que tal vez un día la tierra ya no sea capaz de mantener la vida, o al menos la vida como la conocemos y como queremos que sea. Por civilizados y desarrollados que seamos, seguimos dependiendo del aire para respirar, del agua potable y del suelo fértil para nuestra existencia cotidiana. Pero hemos infligido a nuestro planeta unos daños enormes, tal vez irreparables.

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