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ESDRAS. PROGRAMA No Cap. 3:4-4:24

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PROGRAMA No. 0547

ESDRAS

Cap. 3:4 - 4:24

Continuamos nuestro estudio del capítulo 3 de Esdras, que comenzamos en nuestro programa anterior. Y vimos que ellos habían buscado en las Escrituras y habían hallado escrito en la ley de Moisés, varón de Dios, como dice el versículo 2. Y cuando encontraron esto escrito, pues no había allí ninguna controversia, no había ninguna opinión disonante. La Biblia era su autoridad y por tanto, no había nadie que tratara de desviar las cosas por medio de sus propias ideas, o por sus propias opiniones. Ahora éste, dijimos, es un gran principio de mucha importancia para nosotros en este día en que vivimos y tiene una aplicación para nuestras propias vidas. No es lo que los hombres piensan, ni tampoco lo que los hombres están diciendo, ni siquiera lo que yo estoy diciendo; sino lo que la Palabra de Dios dice, eso es lo que tiene autoridad. Las Escrituras son todo suficiente, ellas contienen, creemos nosotros, toda la instrucción necesaria para la guía de aquellos que quieren ser fieles a Dios en cualquier período en particular, de la historia de la iglesia.

Es por esa razón, que nosotros no presentamos ningún tópico sobre métodos o conversaciones sobre diferentes temas que son populares en el día de hoy, como por ejemplo, la sicología, eso es muy popular. O, se podría hablar también del sexo. Creemos que si tomamos la Palabra de Dios y la miramos bien, no solamente uno o dos capítulos donde podamos tener quizá un estudio que nos caiga bien, sino un poco de ayuda de algún

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pasaje de las Escrituras. Claro que le damos gracias a Dios por algunos pasajes que nos ayudan, pero creemos que muchos de ellos han sido usados demasiado, y otras partes de las Escrituras en cambio, han sido olvidadas. Creemos que si miramos completamente a la Palabra de Dios, es decir, si la apreciamos en su totalidad, hallamos allí la respuesta a todos nuestros problemas, a todas nuestras preguntas y vamos a ver que es suficiente para darnos la dirección necesaria. Nosotros no necesitaríamos libros ni manuales, que nos indique cómo hacer las cosas, porque amigo oyente, la Palabra de Dios tiene la respuesta. ¡Por qué no vamos a la fuente directamente y conocemos la totalidad de la Palabra de Dios. Eso es lo que esas personas hicieron aquí. Ellos levantaron el altar, y quisiéramos que observemos por un momento este altar, porque este altar es un altar donde se ofrecía holocaustos, era el altar de los holocaustos y ese altar, usted recordará, habla de la cruz de Cristo. El holocausto que ellos ofrecían, hablaba de la persona de Cristo, de quién es El. Usted puede ver que lo que ellos estaban haciendo era reunirse alrededor de la persona de Cristo en Su muerte por ellos. Y ese es el lugar donde los creyentes se deben reunir en el día de hoy.

Cada creyente debe entender esto de una manera clara. Cada uno que menciona el nombre de Cristo, cada uno que pertenece al Señor, cada uno que es un creyente bautizado por el Espíritu Santo en el cuerpo de los creyentes de la iglesia, ese es mi hermano. Ese es el hermano con quien puedo tener comunión. Y aquí no entra para nada el tema del color de la piel, ni de su posición social, ni de sus riquezas materiales. No es tampoco cuestión de la iglesia a la que uno pertenece, ya sea bautista, metodista, presbiteriana, etc. Eso no tiene nada que ver. No hace ninguna diferencia. Lo importante, es si esa persona es creyente en el Señor Jesucristo, entonces nos podemos reunir y tener comunión; y de paso debemos decir que eso sí lo hacemos y es algo maravilloso. Ahora, vemos que eso es lo que está ocurriendo aquí en este lugar y vemos también que uno puede tener una unión maravillosa que debería caracterizar a los hijos de Dios. ¡Qué hermoso es eso!

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El salmista dijo: Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en

armonía, porque allí envía Jehová bendición y vida eterna. Nosotros tenemos un ejemplo de

eso. Esta gente había regresado y como ya hemos dicho, eran pobres, eran personas muy humildes; ellos ciertamente no eran de ese tipo de personas que estaban buscando una posición social para sí mismas. Esta gente estaba ejercitada en hacer simplemente la voluntad de Dios y eran muy humildes al hacerlo. Usted y yo, amigo oyente, estamos viviendo en el fin de esta era y las grandes cosas ya han pasado. Nosotros estamos al final de esta era, y aquellos que tienen una comprensión de estos tiempos, tienen la obligación de terminar con todas las pretensiones que puedan tener. Es en humildad y simplicidad como uno puede andar en el día de hoy con aquellos que son humildes y sencillos. El salmo dice: Encaminará a los humildes por el juicio y enseñará a los mansos su carrera; y cómo necesitamos eso en el día de hoy. Nosotros en nuestras iglesias siempre estamos tratando de hacer algo grande. Hay organizaciones en estos días, que también hablan de hacer algo bastante grande, amigo oyente. Eso no es necesario. Lo que necesitamos, amigo oyente, es reunirnos alrededor de la persona de Jesucristo y eso es lo que esta gente ha hecho aquí. Continuemos ahora, leyendo los versículos 4 y 5, de este capítulo 3 de Esdras:

4

Celebraron asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como está escrito, y holocaustos cada día por orden conforme al rito, cada cosa en su día; 5además de esto, el holocausto continuo, las nuevas lunas, y todas las fiestas solemnes de Jehová, y todo sacrificio espontáneo, toda ofrenda voluntaria a Jehová. (Esd. 3:4-5)

Encontramos aquí que esta gente estaba regresando a la Palabra de Dios y que estaban edificando el altar. Ahora comienzan a reedificar el templo estableciendo los cimientos. Leamos los versículos 8 al 10, de este capítulo 3 de Esdras:

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8

En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová. 9Jesúa también, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios, junto con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, levitas.10Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. (Esd. 3:8-10)

Estas personas simplemente habían puesto los cimientos del templo. No habían edificado el templo, pero tenían tanto entusiasmo que solo cuando tenían los cimientos echados y el altar, ellos están actuando como si todo el templo hubiera sido edificado. Y tienen una reunión de dedicación y un tiempo de alabanza, con cánticos de alabanza a Dios. Esto era para ellos una experiencia de mucho júbilo. Veamos ahora el versículo 11:

11

Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. (Esd. 3:11)

Notemos aquí lo que está ocurriendo. Estas personas son del grupo más joven y nunca habían contemplado el templo antiguo. Leamos los versículos 12 y 13:

12

Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz,

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mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. 13Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos. (Esd. 3:12-13)

Aquí había dos grupos. Uno estaba formado por los más jóvenes y ellos como dijimos, nunca habían visto el templo edificado por Salomón, y esto era algo completamente nuevo para ellos; y en toda su juventud y entusiasmo están alabando a Dios, y el Señor los bendice.

Luego, tenemos el otro grupo, formado por los ancianos, los jefes de casas paternas, los de la vieja guardia, por decir así. Ellos recordaban el templo de Salomón y eso había sido una cosa muy hermosa. Y pensamos que muchos de estos ancianos se dirían unos a otros: “Ah, esto no es nada, tendrían que haber visto lo que era el templo de Salomón”. Los jóvenes estaban cerca de ellos y posiblemente estaban tratando que ellos escucharan lo que decían. Esto, por supuesto, no les daba mucho ánimo ni entusiasmo a los jóvenes; eso es seguro. Y esa era una de las cosas que Dios tuvo que sobrellevar: y era el desánimo y la desilusión, que llegó sobre estas personas a causa de los ancianos que hablaban de esa manera.

Como resultado, encontramos que el profeta Hageo le dice a la gente que Dios había dicho que: “sigan adelante, edifiquen. Dios está con ustedes”. El no estuvo en el otro templo al final de su existencia. La gloria del Señor, la gloria Shekinah, había abandonado ese lugar.

Trabajad; porque yo estoy con vosotros dice Jehová de los ejércitos.

Hay muchas personas, especialmente los de la guardia vieja, que se están oponiendo a la obra de Dios en el día de hoy. Pensamos que una de las razones por la cual este movimiento espiritual que se ha desarrollado fuera de la Iglesia en el presente, ha sido provocado por la razón que muchos de los ancianos están tratando de quedarse con las cosas de antes. Ellos recuerdan

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los días pasados y no quieren cambiar, no quieren entrar en la nueva época. Y hay un peligro de que nosotros nos pongamos a juzgar a ese movimiento en el día de hoy. Yo por ejemplo me considero uno de la vieja guardia y critico muchas de las facetas que vemos en el día de hoy, pero debemos guardar nuestro juicio por un tiempo. Veamos lo que va a suceder. El Señor sabe cuáles son aquellos que le pertenecen. El va a separar el trigo de la cizaña. Esa es Su propia obra. No es cosa nuestra. Y démosle gracias a Dios de que hay un movimiento hoy como ese, y regocijémonos en esto. No nos pongamos a llorar y a criticar lo que ocurre en la hora actual.

En cierta ocasión un predicador tuvo la oportunidad de visitar una pequeña Iglesia. Estaba situada en un polvoriento camino que se transformaba en un lodazal cuando llovía, y nadie podía llegar a la Iglesia, ni siquiera lo podía hacer el predicador. En cierta ocasión, cuando este predicador visitaba el lugar durante el verano, tuvo la oportunidad de predicar el evangelio, y el Señor bendijo Su Palabra y hubo personas que fueron salvadas. Muchos jóvenes de la Iglesia estaban regocijándose en la escalinata de esa iglesia, y el predicador se encontraba feliz con ellos. Y allí junto a todo el grupo, estaba sentado un anciano que no había dicho nada por mucho tiempo. Luego dijo: “Muchachos, ustedes han tenido una reunión muy linda, por cierto, pero yo recuerdo de aquellos días ...” Y ahí oyeron todo lo que había ocurrido en “aquellos días”. Cuando el anciano finalizó, esa reunión no les parecía a los demás ya tan hermosa como lo había sido antes. Se sentían desanimados por esas palabras. Y todos abandonaron el lugar un poco deprimidos esa noche, por lo que aquel hombre anciano había tratado de decir sobre los tiempos ya pasados.

Luego, el predicador le preguntó a otro miembro de la iglesia que era tan viejo como el primero, y le contó que esa reunión a la que el primer anciano se había referido, no había sido tanto en realidad. Esa persona dijo que este hombre ya estaba bastante viejito y que esa reunión que él recordaba se hacía cada vez más y más grande; y en realidad no había sido tan maravillosa

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como él pensaba.

Bien, llegamos ahora al capítulo 4, de este libro de Esdras. Y vemos aquí la demora que tiene lugar en la reedificación del templo, causada por adversarios que estaban en oposición a su edificación. La oposición que se hizo presente aquí no era algo interior sino que era exterior. Y ésta es una sección bastante detallada y no vamos a pasar mucho tiempo analizando todo lo que aquí se menciona, sino que destacaremos algunos puntos de gran significación. Leamos, pues, los primeros dos versículos de este capítulo 4 de Esdras:

1

Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel, 2vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. (Esd. 4:1-2)

Más adelante vamos a tener ocasión de destacar el hecho de que no sólo dos tribus regresaron, sino que las doce tribus volvieron en realidad. Usted puede notar aquí que esta gente está diciendo que ellos regresaron en los días de Esar-hadón rey de Asiria. Eso quiere decir que el reino de Asiria se había llevado el reino del norte, y algunos de ellos, aparentemente, habían regresado poco a poco a su tierra y estaban ahora mezclados con los samaritanos en esta época, y como resultado ellos, es decir, los samaritanos querían unirse como si eso fuera posible.

Así es como se nota la forma sutil en que Satanás muestra su obra por medio del liberalismo. Lo interesante que debemos notar aquí es que el liberalismo divide la Iglesia; cuando llega dice: “Ahora ustedes que son fundamentalistas siempre están luchando, discutiendo; únanse a nosotros”. Y porque nosotros no nos unimos a ellos, se nos acusa de estar creando problemas.

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Pero, ¿quién fue el que dividió la Iglesia en un principio? El liberalismo, amigo oyente. Ahora, el liberalismo quiere que uno regrese, pero según sus propias leyes y normas. Este grupo dice: “Bueno, nosotros hemos estado adorando a Dios en este lugar durante todo el tiempo, y ustedes recién llegan. Si ustedes nos lo permiten, nosotros vamos a adorar con ustedes”. Bueno, créanos, amigo oyente, no podemos comprometernos con el liberalismo en sus propios términos, adorando en la forma como lo hacen ellos. Leamos el versículo 3, de este capítulo 4 del libro de Esdras:

3

Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia. (Esd. 4:3)

O sea que, ellos no estaban siendo muy amables que digamos. En realidad, ellos no parecen inclinarse a crear un movimiento ecuménico para nada. Ellos están siendo un poco bruscos, rudos en realidad. Pero lo interesante que debemos notar aquí es que ellos tenían razón. Eso es lo importante aquí. Uno no siempre puede ser demasiado amable. Y cuando dos libros entran en conflicto y uno de ellos es la Biblia; la Biblia, amigo oyente, debe tener prioridad para el hijo de Dios. Luego, cuando uno usa el poder del pensar en lo positivo, a veces existe también el poder del pensar en lo negativo. Y estas personas están pensando negativamente. Podemos decir, que ellas tenían razón. Uno no dice simplemente, “Ah, qué hermoso que es. Nos reuniremos todos juntos y será algo fantástico. Bueno, no era así. Y si usted tenía alguna duda en cuanto a si eran amigos o enemigos, inmediatamente, después de haber sido rechazados, ellos escribieron una carta al rey de aquella época. Enviaron la carta al rey Artajerjes y ellos están ahora intentando frustrar la edificación del templo. Leamos ahora, los versículos 4 y 5 de este capítulo 4 de Esdras:

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4

Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. 5Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia. (Esd. 4:4-5)

Y la oposición no se detiene todavía. Leamos ahora el versículo 7 de este capítulo 4 del libro de Esdras:

7

También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros suyos, a Artajerjes rey de Persia; y la escritura y el lenguaje de la carta eran en arameo. (Esd. 4:7)

Cuando el enemigo trata de oponerse, no vacila en usar todos los recursos que están en su poder. Así, estos opositores decidieron escribir una carta al rey de Persia, con falsas acusaciones contra el remanente que había regresado a reconstruir Jerusalén. Leamos los versículos 11 al 13, de este capítulo 4 del libro de Esdras:

11

Y esta es la copia de la carta que enviaron: Al rey Artajerjes: Tus siervos del otro lado del río te saludan. 12Sea notorio al rey, que los judíos que subieron de ti a nosotros vinieron a Jerusalén; y edifican la ciudad rebelde y mala, y levantan los muros y reparan los fundamentos. 13Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado. (Esd. 4:11-13)

Ellos tienen un argumento y dicen: Bueno, Jerusalén es una ciudad rebelde y que Artajerjes tendría problemas de nuevo si él permitía que la ciudad fuera reedificada. Entonces, el rey

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aprobó el consejo de los opositores y envió en respuesta la orden de detener el trabajo. Leamos ahora los versículos 19 al 22, de este capítulo 4 de Esdras:

19

Y por mí fue dada orden y buscaron; y hallaron que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; 20y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas. 21Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden. 22Y mirad que no seáis negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes? (Esd. 4:19-22)

Bien, Artajerjes no entró en muchos detalles y decretó inmediatamente que no podían reedificar y esa fue la carta que recibieron de regreso; por supuesto aquellos mal llamados amigos, querían cooperar con ellos y en seguida les mostraron la carta y les dijeron, ustedes deben abandonar la edificación del templo. Y en base a la carta recibida, la obra se detuvo por un tiempo, como dice aquí el versículo 24, versículo final de este capítulo 4 de Esdras:

24

Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia. (Esd. 4:24)

Y esto nos conduce ahora al capítulo 5 de Esdras. Nos encontramos con una sección que hemos llamado “la reanudación de la edificación del templo”. Vimos ya, que la reedificación del templo había sido detenida por la oposición del enemigo. Ellos habían escrito una carta al rey y trataron de dar una impresión falsa de la ciudad de Jerusalén. La llamaron una ciudad rebelde y mala. Bien, Dios no la llamó de esta manera aunque la gente de la ciudad se había rebelado contra El. Jerusalén es la ciudad del Gran Rey. Se dice más de esa ciudad, que sobre

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ninguna otra en toda la Palabra de Dios. El enemigo, ahora, ha podido detener exitosamente la obra en ese lugar por algún tiempo. Fue suspendida a causa de un decreto del rey.

Ahora, esta gente sabía que la investigación que se había hecho, no era una investigación completa. El rey Artajerjes hizo cierta investigación y encontró que en esa parte del reino, había habido una rebelión y que ella había tenido lugar en los confines del reino en el reino sureño de Judá, y las cosas pues, no se veían muy buenas que digamos. Ellos se habían rebelado contra las autoridades tres veces hacia los últimos días y finalmente Nabucodonosor llegó y destruyó toda la ciudad. Pero ahora, en esta época, ellos no investigaron completamente, porque aun cuando hubieran hallado que era cierto, ellos no buscaron bien para encontrar el decreto que se había dado para que se reedificara la ciudad. Ahora, vemos que durante este período, que fue un tiempo de mucho desánimo, de modo que esta gente se inclinaría naturalmente no solo a abandonar la edificación, sino también, como vemos en Nehemías, ellos estaban desilusionados y pensaban dejarlo todo e irse a otro lugar. Esa hubiera sido la mejor manera para ellos de resolver este problema. Y hay muchos que piensan así, que si uno se pudiera ir, apartar del lugar, pues, resolvería el problema. Y eso, no siempre es cierto, amigo oyente. Quizá pudiera ser cierto bajo ciertas circunstancias, pero uno no puede huir de los problemas. Así que, en esta ocasión, estamos agradecidos que la gente no huyó del lugar.

Vemos que Dios levantó a los profetas Hageo y Zacarías. Ya hemos hablado de ellos con anterioridad. Y hablando honradamente, creemos que debemos estudiar esos dos libros con relación a Esdras, Nehemías y Ester; así como a Daniel que pertenece a este mismo grupo. Esto sería de mucho provecho, el poder estudiarlos juntos. Y quizá algún día, podamos hacerlo. Tenemos entendido que hay muchos ministros, pastores, ancianos que nos escuchan y que utilizan el material que ofrecemos en varias maneras. Ellos enseñan con este material y a nosotros nos parece que es una obra muy buena. Nos sentimos honrados, pues, de que ellos puedan hacer esto. Y nos gustaría que algunos de ellos, que tengan el tiempo y la habilidad de

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hacerlo pues, se pusieran a unir a estos libros juntos y hacer un estudio con ellos.

Y por ahora, amigo oyente, vamos a detenernos aquí, porque nuestro tiempo se ha agotado. Continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa cuando entraremos de lleno en el capítulo 5 de Esdras. Hasta entonces, pues, que las incontables bendiciones del Señor sean su fiel compañía, ahora y siempre!

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