EL PALACIO SA’ADÍ AL‐BADI’ (MARRAKECH). ENTRE AL‐ANDALUS Y EL EGIPTO MAMELUCO
Antonio Almagro
Escuela de Estudios Árabes, CSIC
En dos recientes trabajos me he ocupado de estudiar distintas partes del palacio al‐Badi’ de Marrakech1, la imponente obra levantada por el sultán sa’adí Ahmad al‐Mansur en el último cuarto del siglo XVI. Con el presente trabajo pretendo abordar el análisis de otro elemento integrado en este gran conjunto áulico y a partir del mismo profundizar en las influencias que pudieron determinar la conformación de esta notable construcción.
Como ya es sabido, este palacio se organizaba en torno a un gran patio de dimensiones colosales (150 x 106 m) que presentaba en el centro de cada lado un gran salón o espacio protocolario (Fig. 1). Cada uno de ellos adopta formas distintas, aunque básicamente respondan a dos modelos. En los lados norte y sur se trata de salones alargados insertos en las crujías de esos lados del patio, mientras que en el este y el oeste adoptan la forma de qubbas o espacios de planta cuadrada que se presentan adentrándose hacia el cemtro del patio en una disposición muy semejante a la de los dos pabellones del patio de los Leones de la Alhambra.
El pabellón oriental del palacio al‐Badi
En los dos artículos ya referidos me he ocupado de la qubba del lado occidental y del salón del lado norte. Poco se puede decir del salón meridional, la denominada Qubba al‐Jadra ya que en la intervención realizada en los años ochenta del pasado siglo se han desvirtuado completamente sus restos al enlucir sus muros, reconstruir dos bóvedas que creemos son de una readaptación tardía, y colocar delante un pórtico nuevo que nada tiene que ver con lo que pensamos fueron las formas primigenias del palacio, todo ello realizado sin que nos conste se hiciera una adecuada documentación del estado anterior. Nos queda por tanto el analizar la qubba del lado oriental que presenta la particularidad de haberse conservado solamente en sus cimientos, aunque con parte de la infraestructura hidráulica que como en los otros espacios principales del palacio revestía una notable complejidad.
Para su estudio, como en otras ocasiones, nos basaremos en tres tipos de fuentes. En primer lugar, en las evidencias arqueológicas, que en este caso son bastante escasas al haber quedado reducidas exclusivamente a la cimentación por haber desaparecido todo atisbo de la construcción por encima de la rasante del suelo. En segundo lugar contamos con la información gráfica de la época, que casualmente en el caso del al‐Badi es bastante generosa pues disponemos de dos dibujos de gran valor documental. Y finalmente también existe algún texto descriptivo, que con las debidas cautelas y necesaria interpretación, también nos aporta alguna información valiosa. Analizaremos par partes, y luego en su conjunto, toda esta información.
1 Almagro 2013; Almagro 2014.
Los restos conservados, como ya hemos apuntado, son bastante limitados ya que se trata únicamente de elementos que se encontraban por debajo de la rasante del suelo (Fig. 2) y que fueron excavados por técnicos franceses en la época del Protectorado, aunque de esa actuación sólo nos ha llegado una planta general con información muy limitada. En primer lugar tenemos las cimentaciones de los muros y de las columnas de los pórticos que rodeaban la qubba. Esta cimentación nos muestra la existencia de un espacio central de planta cuadrada delimitado por un muro perimetral del que su cimentación no proporciona ningún indicio que nos permita conocer la disposición y dimensiones de los huecos de acceso al haber desaparecido toda estructura por encima de la rasante. La cimentación de este muro, como la de todas las otras estructuras está formada por una masa de hormigón de cal vertida directamente en zanjas abiertas en la tierra. Sobre la masa del cimiento se aprecia en gran parte del perímetro la existencia de una hilada de ladrillo que nos permite suponer que los muros que cerraban esta sala estaban construidos con este material, lo que a su vez también nos apunta a la razón por la cual han desaparecido en su totalidad, ya que todos los elementos de ladrillo del palacio fueron sistemáticamente expoliados y no así los muros de tapia que son los que han pervivido.
Alrededor de este núcleo central se desarrollan dos series de estructuras paralelas que deben interpretarse como los cimientos del doble pórtico que rodeaba por tres de sus lados a la qubba, según nos muestra la documentación gráfica de la época de la que después hablaremos y nos lo confirma una descripción también coetánea. Atando estos cimientos se dispusieron otros transversales a los primeros para trabar la estructura y alojar además dentro de su masa las canalizaciones hidráulicas que permitían el funcionamiento de las varias fuentes con que contó el edificio. Este esquema se desarrolla con bastante sencillez y claridad en tres de los lados. Pero en el cuarto, por el que se adosaba al muro perimetral del palacio, la interpretación de los restos resulta más confusa. Lo que parece más evidente es que existió otro espacio de planta cuadrada y de menores dimensiones al oeste de la qubba y que hemos de interpretar como una qubba menor o bahw, similar a la que existe en los otros tres salas protocolarias situados en el centro de cada lado del patio2. En este caso no parece que se tratara de un espacio satélite en fondo de saco sino que debió ser también zona de paso hacia la parte más cercana al muro. En esta zona apenas se aprecian restos de muros aunque según la planta de los excavadores franceses parece que existió un espacio transversal en el que había una escalera para bajar hacia el jardín que se extendía a oriente del palacio, conocido como al‐
Muštaha.
A ambos lados del bahw parece que existieron unas habitaciones, de las que al menos la del lado norte parece que estuvo destinada a letrina, a juzgar por la existencia de la típica abertura alargada y la presencia de una tubería saliendo del suelo que seguramente alimentaría una pileta empotrada o adosada a una pared. Es muy posible que en el lado sur se desarrollara el mismo esquema. Finalmente, pegados ya a los muros de cerramiento del patio aparecen las partes inferiores de dos arcas de agua con numerosas tuberías saliendo del suelo inmediatas a las mismas y que pertenecerían al sistema de alimentación de las fuentes. Trataremos de este tema al estudiar con mayor detenimiento el sistema hidráulico del pabellón. A juzgar por la
2 Almagro 2013: 9‐10; Almagro 2014: 13.
información que nos proporcionan los documentos gráficos, estas arcas o cauchiles debieron estar al fondo de dos habitaciones simétricas que ocuparían los extremos del pórtico exterior.
Los datos que nos aportan los restos arqueológicos debemos ponerla en relación con los de las fuentes documentales. De estas, las más interesantes son los documentos gráficos elaborados en la época en que el palacio estaba en uso que han llegado hasta nosotros. Básicamente se trata de dos dibujos, uno manuscrito conservado en la biblioteca del Escorial y otro impreso en una obra publicada en 1725. Es sin duda este último el que en este caso reviste mayor interés.
El primero de ellos es el dibujo realizado por el fraile trinitario Antonio de Conçeyçao, que incluyó en un informe remitido a Felipe II relatando el martirio sufrido por siete jóvenes en 1585 por orden de Ahmad al‐Mansur por haberse convertido al cristianismo, y que se conserva en la biblioteca de El Escorial. El dibujo, que cuenta con el interés de estar realizado a color (Fig. ++), nos muestra una descripción de la qasba sa'adí llena de ingenuas representaciones pero de fácil interpretación gracias al realismo con que se muestran (Fig. 3). El dibujo presenta ambas qubbas como idénticas, con similar forma y dimensión. <no cabe duda de que esto se debe a una simplificación de la realidad pues los restos conservados confirman que el espacio interior de la oriental era sensiblemente menor que el de la otra, aunque las dimensiones totales, contando con los pórticos que las rodean sí sean prácticamente idénticas.
a. La qubba está rodeada en sus tres lados exentos por pórticos formados por arcos sostenidos sobre columnas, prolongados en sebka y con un vano central de mayor tamaño con arco de lambrequines.
b. El pórtico se cubre con tejado de tejas verdes a la misma altura que todas las construcciones del perímetro del patio.
c. Por encima de este tejado sobresale la parte alta de la qubba que presenta un aparejo de grandes sillares, seguramente fingido sobre la obra de tapia, tratamiento muy habitual en este tipo de construcción.
d. El cuerpo de la qubba se cubre con un tejado de pabellón a cuatro aguas rematado con un yamur a base de esferas doradas. El tejado es también de tejas verdes.
e. El pavimento de los andenes del patio está formado por azulejos cuadrados de colores variados y alternos.
La otra imagen de mayor interés para nuestro objetivo de conocer la forma del pabellón, corresponde a un plano esquemático pero bastante bien proporcionado y detallado (Fig. ++), dibujado en 1623 por el ingeniero holandés Jacob Gool, o Golius, y publicado por John Windus en 17253. También en este caso nos interesan los detalles siguientes (Fig. 4):
1. En esta parte del dibujo se marcan varios elementos con las letras h, i y K, que en la leyenda se explican: “h: Pillars of white Allabaster one of which a Man can scarce encompasse round with his Arms; i: Cobah ‘Ideheb, or the Golden Pavillion; k: Stairs going into the King’s Garden”.
Esto nos aporta la siguiente información: las columnas del pórtico eran de mármol blanco y de
3 Windus 1725: 222.
gran tamaño; el pabellón era conocido como qubba al‐dahabi o “qubba dorada” a semejanza de su constructor a quien también se aplicó el apelativo de al‐Dahabi. Como veremos, el pabellón también se conocía como “qubba de cristal”. En el lado opuesto al patio había una escalera para descender al jardín que se extendía a oriente del palacio.
2. La sala interna del pabellón es cuadrada y con una puerta en cada lado. En tres de ellos se abren a los pórticos que rodean la qubba mientras en el cuarto la puerta comunica con un espacio de menores dimensiones por el que se pasa a otro transversal abierto hacia el jardín del lado oriental y comunicado con este mediante una escalera.
3. Los pórticos perimetrales son de doble crujía en los tres lados exentos. Un vano de cada pórtico, que coincide con las puertas de la qubba, es más ancho, tal y como también aparece en el dibujo de El Escorial.
4. Aunque con algunos errores, se representan con bastante exactitud los otros espacios y habitaciones secundarias con sus puertas y escaleras así como las fuentes del interior de la sala y de los pórticos, corroborando y completando en parte la información que dan los restos conservados.
También la información literaria aporta información de interés. De entre los textos coetáneos a la vida del palacio que nos aportan descripciones o datos sobre el mismo cabe destacar por la información que nos ofrece el debido a Abu Fares ‘Abd‐al ‘Aziz ibn Muhammad ibn Ibrahim al‐Fištali, que fue secretario del sultán Ahmad al‐Mansur y además autor de muchos de los poemas que decoraron las distintas estancias del palacio al‐Badi. Resulta del mayor interés analizar la descripción que hizo de esta qubba en particular4,
La gran qubba oriental: al‐Zuŷaziya
Cubierta de vidrios coloreados difunde una brillante luz proyectada desde su techo labrado en maderas preciosas, llamadas al‐ŷullaf, y recubierto de oro resplandeciente. Los ventanales allí abiertos iluminan los muros creando una especie de ambiente paradisíaco.
El suelo está revestido de un mármol de la más pura agua.
En cada una de sus tres puertas se halla un vasto bartal (pórtico), obra monumental de dobles calles soportada por columnas de mármol alargadas como palmeras. Se apoyan en sólidas losas de un trabajo delicadísimo.
Por la alusión a las tres puertas y a las dobles calles de los pórticos, no cabe duda de que se está refiriendo a esta qubba del lado oriental, de acuerdo con lo que muestra el dibujo de Gool. También la alusión al recubrimiento de oro del techo nos hace pensar en la otra denominación con la que en ese dibujo se cita a esta qubba, al‐Dahbiyya o dorada. El nombre de “qubba de cristal” ‐al‐Zuŷaziyya‐ podría estar haciendo referencia a la presencia de ventanas con vidrios de colores en la parte alta, que funcionaría a modo de linterna, como es habitual en muchos casos andalusíes. Pero incluso una interpretación más acorde con la literalidad del texto podría hacernos pensar en la existencia de huecos en la armadura del
4 al‐Fištali 1964: 169‐172.
techo cerrados con vidiros de colores como sucede en la pequeña qubba‐mirador de Lindaraja, en el Palacio de los Leones, con la que veremos tiene otras similitudes y a través de los cuales penetraría la luz. En ambas soluciones deberían existir ventanas en la parte alta del cuerpo de la qubba, bien para que la luz entrara directamente por ellas, o bien para que por ellas se iluminara el espacio que habría por encima de la armadura, a través del cual pasaría por los huecos existentes en ésta. Es cierto que el dibujo de El Escorial no representa ningún hueco en la parte sobresaliente de la estructura, ya que dibuja esta qubba como idéntica a la occidental, cuando en realidad el cuerpo sobresaliente por encima de los pórticos y que correspondía al tamaño de la sala, era bastante menor. Pero en este tipo de detalles tampoco podemos tomar este dibujo como de absoluta fiabilidad, pues tampoco dibuja huecos en la zona alta del Salón Norte donde está comprobado que existieron5.
Basados en esta descripción de al‐Fištali, de la que se puede deducir que era el techo el que tenía los vidrios por los que se difundía la luz, proponemos la última hipótesis como la más plausible (Fig. 6). La existencia de “cúpulas luminosas”, a través de las cuales penetra la luz en espacios de especial significación, tiene una interesante tradición en el mundo islámico occidental. Se ha insinuado que pudo haber una en la Aljafería de Zaragoza6, pero la primera cubierta que conocemos con estas características es la que cubre la maqsura de la mezquita mayor de Tremecén, construida por el sultán almorávide Ali ben Yusuf en 11367.
Con toda esta información planteamos la hipótesis sobra la forma original de este pabellón que hemos representado en la figura antes mencionada y el las Fig. 6 y 7. En planta resulta la existencia de una sala de forma cuadrada de 7.25 m de lado con u vano en cada uno de sus lados que hemos supuesto de unos 2.70 m. Los de los lados norte, sur y oeste comunican con pórticos de doble crujía que imaginamos soportados por columnas de mármol, tal y como describe al‐Fištali. Frente a cada puerta y en los dos ángulos, dentro de la crujía más externa, había sendas fuentes formadas por tazas redondas de mármol u otra piedra de calidad empotradas en el suelo y rodeadas por un canalillo circular revestido de alicatado, tal y como puede deducirse de las improntas dejadas en la masa de mortero de la fuente que estaba situada en el eje principal del edificio. Existió otra fuente en el centro de la sala cuyas características nos son desconocidas. Las crujías de los pórticos tenían una anchura de 2.75 la más interna y 2.90 la exterior. Los capiteles de las columnas hemos de suponerlos similares a los conservados en el monumento8, del característico estilo hispanomagrebí. Los arcos hemos de suponerlos de lambrequines muy semejantes a los que dibujamos para el pabellón occidental, inspirados en otros monumentos sa’adíes, como la madraza Ben Yusef o los mausoleos inmediatos a la mezquita de la Qasba.
En el lado oriental del salón central el hueco que sin duda hubo y que suponemos de parecidas dimensiones a los de los otros tres lados, comunicaba con otro espacio de dimensiones apenas superiores al hueco de paso, de planta igualmente cuadrada y de 2.85 m de lado. Como ya hemos dicho, este espacio debió ser un bahw semejante a los existentes en las otras salas de protocolo del palacio, seguramente destinados para que en ellos se situara el sultán. Pero a
5 Almagro 2014: 11.
6 Torres Balbás: 1952: 103.
7 Almagro 2015: 228‐233.
8 Almagro 2013: 18.
diferencia de todos los demás, este poseía una puerta en su fondo, de acuerdo con el dibujo de Gool, por la que se pasaba a otro espacio rectangular de 14.80 x 4.55 m abierto hacia el jardín que se extendía a oriente del palacio. Dentro de este espacio, tanto Gool como los arqueólogos franceses dibujan una escalera para salvar el desnivel existente entro el patio del palacio y sus salones y este jardín situado a una cota inferior. Lo que no queda claro es si el suelo del espacio rectangular antes mencionado estaba al nivel superior o al del jardín, es decir, si era una especie de terraza abierta hacia éste o si era una penetración del jardín hacia la qubba y el bahw. El dibujo del Gool parece sugerir esta última solución, pero como este espacio se introduce dentro del perímetro del palacio, nosotros nos inclinamos por proponer la primera y pensar que era una terraza o mirador abierto hacia el jardín, y posiblemente cubierto por un pórtico cuyos arcos se alinearían con el muro general de cierre del palacio9. A ambos lados del bahw había dos habitaciones seguramente destinadas a letrinas. Al menos la del lado septentrional conserva la ranura rectangular característica de estas instalaciones y a su lado se aprecia la salida en vertical de una tubería de atanores de cerámica que debía alimentar una pileta. Gool en su plano dibuja en este lugar una escalera con acceso desde el extremo de la galería del pórtico más interior, lo que parece inverosímil. Quizás se trate de un error y esa supuesta escalera pudiera haber estado en el lado sur10. Lo que sí dibuja son dos puertas de acceso a estos espacios desde la sala central. En los extremos de las galerías exteriores debió haber sendas habitaciones con acceso desde aquéllas, en cuyo fondo se situaban las arcas de regulación del agua de las fuentes. En suma, el pabellón tenía unas dimensiones totales, incluyendo los pórticos y las habitaciones anexas de 23.50 m de frente y 24.80 de lado, muy cercanas a los 22.75 x 27.02 que atribuimos al pabellón occidental, lo que hacía que visualmente ambos se pudieran apreciar como idénticos a pesar de que el cuerpo central que sobresalía por encima del tejado del pórtico era notablemente más pequeño en el del lado oriental.
El alzado de este pabellón (Fig. 7) debió ser muy parecido al del occidental11, aunque aquí hemos supuesto que las columnas no serían dobles como en el frontero, ya que al‐Fištali no hace alusión a ello como sí lo hace en aquél12 y al existir doble galería hubiera hecho mucho más complicada su disposición. La mayor anchura del pórtico de doble crujía obligaría a un mayor desarrollo de los tejados y por ello a una mayor altura del núcleo central de la qubba con el fin de que pudiera sobresalir por encima de éstos y mantuviera así un aspecto similar al del pabellón frontero.
9 Este extremo es hoy por hoy imposible de dilucidar porque el nivel del suelo actual está en la misma cota que las salas del pabellón, pero no se aprecia ninguna señal de la escalera. Además, la comunicación con el jardín está cerrada por un muro moderno pues ese espacio hoy forma parte del contiguo palacio real. En el marco del proyecto de investigación que estamos desarrollando tenemos previsto realizar un sondeo en esta zona para esclarecer esta cuestión.
10 También en la qubba occidental parece que existió una escalera que no dibuja Gool pero cuya traza aparece en los paramentos de la habitación auxiliar del lado norte (Almagro 2013: 10). La presencia de estas escaleras pudo estar relacionada con la existencia de una planta alta, aunque también podrían servir para el acceso a las terrazas y cubiertas para su mantenimiento.
11 Almagro 2013: Fig. 25.
12 Almagro 2014: 19.
En sección, la sala tendría una proporción mucho más vertical que la de la qubba del lado oeste y se aproximaría a la forma de otras como la del Alcázar Genil de Granada, pero sin llegar a ocupar toda la altura de este núcleo central que como ya hemos dicho, por el mayor desarrollo de los tejados de los pórticos alcanzaría cerca de los 15 m. La sala principal no ocuparía todo este espacio, ya que por encima de la armadura del techo debía existir una cámara, iluminada por ventanas, a través de la cual la luz penetraría en la zona inferior por los huecos de la armadura cerrados con vidrios de colores, de acuerdo con la descripción de al‐
Fištali.
El sistema hidráulico del pabellón oriental
Como en otras partes del palacio al‐Badi’, el agua jugó un papel preferente en la composición del conjunto y de sus diferentes espacios. Aparte de las grandes albercas que rodean el pabellón, en su interior se dispusieron varias fuentes y al menos una letrina, cuyo abastecimiento y drenaje requirió de un sofisticado sistema de conducciones. Aunque esperamos en un futuro próximo poder investigar todo este sistema de manera más completa, de lo hoy visible puede extraerse bastante información sobre su funcionamiento. Cotejando el plano de Gool y los restos existentes podemos deducir que en este pabellón hubo seis fuentes.
Una en el centro de la sala que dibuja el holandés y se confirma con las canalizaciones existentes. Otras tres en la galería más externa, delante de cada puerta de la sala. Gool las dibuja delante de los pórticos, pero es sin duda un error. Por último hubo otras dos en los ángulos de la galería externa a juzgar por las huellas dejadas en el sitio, que no aparecen en el plano del holandés aunque si las reflejaron los arqueólogos franceses. Al menos en dos casos se aprecia con bastante claridad la huella dejada por la taza, que sería de mármol u otra piedra de calidad, en la masa de hormigón sobre la que se asentaban. La mejor conservada es la de la que estaba situada dentro del pórtico, en el eje principal del edificio. Se puede deducir con facilidad que estaba compuesta de una pila circular de forma bulbosa que se asentaba dentro de un rehundido forrado de alicatado, que formaba un canalillo alrededor de la taza y debía recoger el agua que rebosaba de esta; una solución muy habitual en fuentes conservadas en al‐Andalus. El resto de las fuentes debió ser similar, salvo la duda respecto a la del centro del salón, de la que no ha quedado huella alguna y que quizás pudo tener otra forma. Todas las fuentes contaban con una canalización para la llegada del agua y otra para el desagüe.
El abastecimiento de las fuentes se hacía desde dos arcas o distribuidores de agua situados dentro de dos habitaciones existentes en los dos extremos de la galería externa del pabellón y de las que se conserva su parte inferior. Sobre la situada más al sur parece que recaía la función principal de recibir el fluido y distribuirlo al menos a cuatro o cinco de las fuentes y quizás también a la otra arca del lado norte. En los restos de este arca, que mide 1.69 x 0.77 m, se conservan la entrada de agua y un desagüe de fondo para facilitar el vaciado y limpieza. A su lado se ven salir hasta cinco tuberías de cerámica verticalmente, que continúan luego n horizontal por dentro de la masa de hormigón. Suponemos que estos tubos tomaban agua del arca por orificios situados a una altura tal que fijaban la presión a la que se mantenía el fluido y marcaban por tanto la altura máxima de los surtidores, además de permitir la interrupción individualizada de su funcionamiento.
Las tuberías salían del arca dirigiéndose hacia el oeste hasta empotrarse en la masa de hormigón existente en el eje transversal del edificio. En las zonas en que no existe cimentación de argamasa, las canalizaciones han desaparecido totalmente mientras que en donde si hay fábrica, se conservan los tubos enteros o al menos medios tubos rotos o sus improntas. Al llegar a la altura de la puerta sur de la qubba dos tuberías se dirigían hacia el centro de esta, de las que una luego giraba saliendo por la puerta del eje principal hasta la fuente del centro del pórtico frontal mientras la otra pasaba por la puerta norte y se dirigía hacia la fuente del ángulo noroeste. Otras dos alimentaban la fuente de delante de la puerta meridional y la del ángulo suroeste del pórtico. Otra se dirige hacia el arca de distribución que existe en el ángulo noreste del parterre meridional del jardín y otra más lo hace hacia la alberca central o quizás otra fuente que hubiera delante del pabellón.
En el arca del lado norte, que tiene unas dimensiones de 1.90 x 0.75 m, sólo se aprecian tres tuberías de salida aparte de un tubo de desagüe de fondo. De esas tres tuberías una parece que alimentaba la fuente del pórtico situada frente a la puerta norte de la qubba, mientras otra se dirige hacia la parte frontal del pabellón. La tercera parece dirigirse hacia el norte sin que se pueda asegurar su recorrido. Como ya hemos indicado, junto a la abertura de la letrina se ve la salida vertical de otra tubería cuya procedencia ignoramos.
Junto con estos tubos de abastecimiento, realizados todos con atanores o piezas cerámicas de sección circular y forma adecuada para ser enchufadas una en otra, existe otra red de desagües que aunque en los primeros tramos también se realiza con tubos cerámicos, finalmente vierte en atarjeas de sección rectangular construidas con ladrillo. Esta red parece estar compuesta por una atarjea general que recorre el perímetro exterior del pabellón a escasa distancia de su límite y a la que van vertiendo tuberías de atanores desde las distintas fuentes ubicadas dentro del pórtico, en la mayor parte de los casos de forma directa. Sólo la fuente del centro de la qubba dispone de un desagüe formado por atanores que recorre el interior de la sala en dirección norte para verter, ya dentro de la galería más interna del pórtico, en una atarjea de sección rectangular que se dirige hacia el ángulo nordeste del pabellón sin que se pueda precisar cómo conectaba con la atarjea general. Tampoco, de momento, tenemos idea de por dónde discurría la atarjea de la letrina.
En suma, podemos afirmar que al igual que el pabellón frontero, este pabellón oriental contó con un sofisticado y bien planificado sistema hidráulico que permitía que la sfuentes y servicios higiénicos funcionaran con perfección.
Precedentes del pabellón oriental
En mis pasados trabajos sobre el palacio al‐Badi’ he venido insistiendo sobre las indudables raíces andalusíes de su arquitectura13. La composición general del palacio, con los dos pabellones prominentes proyectados hacia el interior del patio no cabe duda de que se inspira en el palacio de los Leones de la Alhambra, el conocido en su época por el Palacio del Jardín Feliz. También el esquema de crucero, aunque algo atrofiado, y la presencia de la gran alberca longitudinal responden a esquemas claramente andalusíes14. Pero no solo la presencia de los
13 Almagro 2013: 15‐18;
14 Almagro 2013: 16.
pabellones puede considerarse inspirada en el palacio alhambreño. También pueden aducirse otras características comunes como la simulación de un perímetro general del patio porticado, el techo luminoso de este pabellón oriental cuyo más inmediato paralelo es el del Mirador de Lindaraja, o la propia semejanza que existe entre este pabellón con el conjunto de la Sala de las Dos Hermanas, y en concreto del bahw con el mencionado mirador al permitirse desde ellos una doble perspectiva, por un lado del patio palatino y por el otro del jardín exterior situado a una cota inferior.
La existencia de techos luminosos tiene, como ya hemos apuntado, una trayectoria importante en al‐Andalus y en las arquitecturas derivada de su tradición. Podríamos considerar como un protomodelo las cúpulas nervadas de la mezquita de Córdoba, que pese a no tener calados los plementos entre los nervios, la presencia de ventanas entre los arranque de éstos produce un efecto bastante parecido. El mencionado supuesto caso de la Aljafería de Zaragoza sí puede considerarse inspirador del ejemplo más sobresaliente de estos artificios lumínicos como es el de la ya mencionada cúpula de la maqsura de la mezquita de Tremecén, que posee otras concomitancias con el palacio zaragozano15.
Estas disposiciones también tuvieron su influencia y recorrido en la arquitectura castellana. En el Alcázar de Sevilla, la cúpula de madera que cubre la Sala de la Media Naranja, hoy también llamado Salón de Embajadores, tiene una simulación de esos efectos lumínicos al haberse dispuesto, en algunos de sus zafates de la parte más cercana a la cúspide, espejos que producen la impresión de que la luz que en ellos se refleja está entrando desde arriba16. No podemos tampoco olvidar los casos de la Capilla del Condestable o la bóveda de la Capilla Nueva de la Iglesia de San Pablo de Córdoba17.
Pero sin duda, el caso que hemos de considerar más próximo es el del mirador de Lindaraja en donde los vidrios de colores que ocupan los huecos de la armadura contribuyen a generar el ambiente virtual característico de la arquitectura de este palacio nazarí, pero que también debió buscarse en el palacio sa’adí de Marrakech a juzgar por otros artificios como los existentes en el pabellón occidental con las albercas de superficie ondulante para producir reflejos y de los que ya hicimos mención en un estudio anterior18.
Sin embargo, al considerar otros aspectos surgen de inmediato otros referentes. Al analizar el salón del lado norte ya indicamos que la presencia del bahw en ese caso junto a una sala alargada estaba más cercana a los salones en planta de T invertida, más propia del norte de África y de Siria, que a los modelos andalusíes19. Observando con más detenimiento la forma de los pabellones prominentes hacia el jardín, vemos que su similitud con los del Patio de los Leones no pasa de ser una mera cuestión de composición general. Ni por su tamaño ni por su organización interna ni por su función resultan comparables. Los pabellones de la Alhambra son meros kioscos completamente abiertos que sólo sirven para albergar una fuente y en todo caso para poderse sentar a la sombra disfrutando del ambiente del patio. Los del palacio al‐
Badi’ son salas‐qubba que fueron sin duda utilizadas como salones de aparato, sobre todo el
15 Almagro 2015: 219, 250.
16 Pérez y Fernández 2002: 29.
17 Ruiz 2001: 27.
18 Almagro 2013: 15.
19 Almagro 2014: 21‐22.
occidental por su mayor tamaño. Pero además presentan la particularidad de estar rodeadas casi enteramente por pórticos, y en este detalle parecen distanciarse de lo que conocemos de al‐Andalus. En una visión frontal puede plantearse una gran similitud con el Cuarto Real de Santo Domingo de Granada20, aunque éste sólo poseía un pórtico frontal.
Los pabellones o qubbas rodeados por pórticos no son ajenos a la arquitectura islámica.
Debemos recordar los que existieron en los jardines de los palacios del califa omeya Hišam en Jericó y en Rusafa (Siria), especialmente este último por su planta cuadrada y sus puertas en los cuatro lados de la pequeña sala interior. Pero en al‐Andalus no contamos con ningún caso parecido. Sólo existe un caso comparable, el Pabellón de la Alcoba del Alcázar de Sevilla21, del que se dice que es pervivencia de un edificio anterior, aunque todo lo que hoy podemos observar es de época y estilo renacentista.
Pero los pabellones aislados o adosados a otras construcciones si han tenido un desarrollo en otras áreas del Islam y podemos indagar en lugares en los que Ahmad al‐Mansur pasó durante el periodo en que hubo de exiliarse de Marruecos durante 17 años junto con su hermano ‘Abd al‐Malik para salvaguardar su vida ante un posible asesinato a manos de su otro hermano ‘Abd Allah al‐Ghalib. Durante este tiempo estuvo en Tremecén y en Argel, entonces bajo dominio otomano, y viajó también a Estambul y El Cairo22. Precisamente en Estambul, en el Top Kapi Saray, podemos buscar precedentes que muy probablemente pudieron influir en las decisiones de al‐Mansur. En el segundo patio del recinto palatino de Estambul encontramos la Sala Nueva del Consejo y sus anexos como salones con cúpulas adosados a un muro del patio con pórticos delante y a uno de los lados23, ya que por el otro tenía adosada la sala del tesoro. Pero aún más interesante resulta el salón del trono o “sala de las peticiones” ubicado en el tercer patio, con forma de pabellón exento, aunque muy cercano al muro de cierre del recinto y a la puerta por la que se accede a éste, rodeado en todo su perímetro por un pórtico. El Arz Odasi, o salón del trono del Top Kapi Saray, fue construido por Suleiman I entre 1526 y 152824, seguramente sobre cimientos de un edificio anterior de época de Fatih Mehmed II (1451‐1481), el conquistador de Constantinopla. Hoy su disposición como elemento que preside la composición del tercer patio está muy desvirtuada por la presencia de la biblioteca de Ahmed III, levantada prácticamente en centro de éste en una posición muy cercana al salón del trono.
Pese a ello puede apreciarse la semejanza que guarda su disposición con los pabellones del palacio al‐Badi’ al aparecer como elemento prominente en el centro de uno de los lados, dominando el jardín. Aunque internamente la sala tiene una distribución muy distinta, con ausencia de simetría al existir un pequeño oratorio y una letrina en un lateral, el carácter de elemento representativo y dominante dentro del patio resulta manifiesto y pudo haber contribuido a conformar las ideas de Ahmad al‐Mansur respecto a su nuevo palacio.
La incorporación de Egipto por Selim I al imperio otomano en 1517, unos años antes de la construcción de estos pabellones del Top Kapi Saray, trajo consigo una importante influencia del arte mameluco en el otomano de ese momento, debido entre otras cosas al expolio de que
20 Orihuela 1996: 315‐333; Almagro y Orihuela 1997; Almagro 2013: 17‐18.
21 Ramón‐Laca 2008: 270‐273.
22 García‐Arenal 2009: 23.
23 Necipoğlu 1991: 80.
24 Necipoğlu 1991: 98.
fueron objeto muchos edificios cuyos materiales fueron traídos a la capital del imperio25. Y en Egipto precisamente encontramos otro monumento que guarda similitudes con los pabellones de al‐Badi’ y que pudo haber inspirado también el Arz Odasi de Estambul. Se trata del gran salón del trono de época mameluca, que hubo en la ciudadela de El Cairo, el llamado Iwan al‐
Kabir. Por desgracia, este edificio de proporciones colosales no se ha conservado y solo lo conocemos por los dibujos realizados por algunos viajeros del siglo XIX y sobre todo por los planos levantados por la expedición científica que acompañó a Napoleón en su campaña de Egipto entre 1798 y 1801 y publicados en los más de veinte volúmenes de la Description de l’Egipte26. Aunque ya en ese momento el edificio se encontraba en ruinas e invadidos sus alrededores por construcciones parásitas, gracias a esta documentación gráfica podemos hacernos una idea muy aproximada de cuál fue su realidad. Se trataba de un edificio de grandes dimensiones, construido en parte con expolios de épocas anteriores y en el lugar en que anteriormente ya estuvo una construcción destinada al mismo uso. El edificio del que tenemos noticias fue levantado por el sultán mameluco Nasir Muhamad en 133327.
Esta construcción usada como salón del trono y lugar donde se celebraban las audiencias y reuniones del consejo del sultán, las sesiones de dar al‐‘adl, se le denomina con el nombre de iwan aunque realmente se trata de una qubba28 rodeada de pórticos. En este caso el espacio central de planta cuadrada tiene la particularidad de que no está cerrado por muros en su parte baja sino que se encuentra abierto en tres de sus lados mediante arquerías diáfanas que lo comunican con los pórticos que lo rodean, siendo por tanto visible su interior desde el espacio circundante. Sólo en uno de los lados no existe pórtico sino una serie de estancias por las que el sultán accedía al salón desde el interior del palacio, pudiéndose decir que aquél se adosa a un cuerpo de edificio al igual que ocurre con los pabellones de Marrakech.
Externamente, a diferencia de éstos, el edificio se presenta como una masa cúbica unitaria de la que sólo sobresaldría la cúpula con que se cubría el espacio central, ya que los pórticos no debieron tener tejados sino terrazas y tenían prácticamente la misma altura que la sala central.
Lo primero que diferencia a este edifico de los otros son sus dimensiones. El espacio central tenía alrededor de 19 m de lado y más de 23 m hasta el arranque de la cúpula que en su cúspide debía superar los 36 m. Las dimensiones totales en planta eran de 38.60 de frente por 32.60 de lado. Las columnas, reutilizadas de otros edificios anteriores, debían superar los 9 m de altura y 1 m de diámetro. Era pues una construcción de tamaño considerable si la comparamos con las otras que hemos mencionado. Cuando los estudiosos franceses levantaron sus planos, el espacio en el que originalmente se construyó estaba invadido por edificaciones, lo que nos impide conocer cómo se insertaba y relacionaba con la gran plaza que debía haber a su alrededor. Un muro que en los planos se dibuja en su lado izquierdo a apenas
25 Necipoğlu 1991: 83.
26 Description de l’Egipt, vol. VII, État moderne I, Segunda Edición, Pl.70‐ 72.
27 Rabbat 1995: 244.
28 Iwan es una sala abovedada abierta en uno de sus frentes a un patio o espacio mayor. Qubba es una sala de planta cuadrada cubierta por cúpula o techo no plano. En la arquitectura islámica egipcia los iwanes son habituales como salas principales de la casa usadas para las recepciones, a veces formando parte de la qa’a, que integra generalmente un patio cubierto con linterna y dos iwanes. Probablemente por la función inherente a estos espacios, se denominó así a este salón del trono con forma de qubba.
3.5 m del pórtico debía ser sin duda una división tardía de dicho espacio, que en época otomana quedó en tierra de nadie entre las distintas partes en que se dividió la ciudadela en época otomana29. Aunque a la muerte de Nasir Muhammad el Iwan al‐Kabir dejó de usarse como sede de las sesiones de dar al‐‘adl30, sus dimensiones y prestancia lo mantuvieron como un referente de espacio palatino protocolario, usándose para grandes ceremonias. Tras la conquista otomana de Egipto en 1517, Selim l lo expolió de sus materiales más preciosos que se llevó a Estambul, sin duda para evitar que existiera a disposición de los gobernantes de aquella nueva provincia del imperio un salón de recepciones que superara al que tenían los sultanes en el Top Kapi Sary31. La cúpula, que era de madera revestida en color verde32, se hundió en 152133. Convertido ya en una noble ruina cuando lo visitan y dibujan los viajeros europeos a comienzos del siglo XIX, finalmente fue arrasado en 1825 por Muhammad Ali para desarrollar su nuevo plan de reordenación de la ciudadela.
Cuando en la segunda mitad del siglo XVI al‐Andalus y el Egipto mameluco habían desaparecido como entidades políticas hacía más de medio siglo, su legado artístico y en especial su arquitectura seguían manteniendo un considerable prestigio y su influjo se irradiaba aún en distintos lugares del mundo islámico. El sultán sa’adí Ahmad al‐Mansur, al concebir su nuevo palacio de al‐Badi’ en Marrakech, destinado a las grandes recepciones y festejos de la corte, tuvo sin duda y por distintas razones un especial interés en emular a los soberanos de esas tierras tomando de sus más famosas construcciones los modelos con los que realizar su gran empresa arquitectónica. Como dice el cronista al‐Ifrani, entre los objetivos de al‐Mansur estaba el dejar constancia de su superioridad sobre los almorávides, almohades y meriníes que además de en Marruecos, tuvieron dominios al otro lado del Estrecho y al constatar que “todo edificio que alcanza proporciones considerables queda como indicio de un personaje glorioso”34. En ese sentido, las construcciones mamelucas fueron un magnífico referente al mantener una continuidad con la tradición de grandiosidad que desde época faraónica siempre ha acompañado a la arquitectura en Egipto. El soberano sa’adí, que con toda probabilidad debió conocerlas de primera mano cuando acompañaba a su hermano ‘Abd al‐Malik durante su largo exilio, sin duda las tuvo presentes al concebir la gran obra arquitectónica de su reinado.
Este trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto de investigación HAR2014‐53006‐P,
“Arquitectura Sa’adí. La pervivencia de al‐Andalus en el Magreb (ARSA)”, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, Programa Estatal de Fomento de la Investigación
Científica y Técnica de Excelencia.
29 Rabbat 1995: 246.
30 Rabbat 1995: 244.
31 Hay referencias de que prohibió expresamente a los gobernadores otomanos de Egipto que se usara para dar audiencias (Rabbat 1995: 246).
32 Rabbat 1995: 250.
33 Rabbat 1995: 246.
34 Al‐Ifrani 1889: 179.
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Fig01_BadiPlGeneralH Fig02_PabellonEPl
Fig03 Fig04_PabellonE_Golius
Fig05_PabellonEAlO Fig06_PabellónEPlH
Fig07_PabellónEScNS Fig08
Fig09_ArzOdasi Fig10_Topkapi_PlantaH2
Fig11_Iwan al-Kebir