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II.- Marco Teórico Conceptual. II.1 Teoría de la Acción Planeada

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Academic year: 2021

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22 II.- Marco Teórico Conceptual

II.1 Teoría de la Acción Planeada

La base teórica de esta investigación es la Teoría de la Acción Planeada de Ajzen (1985), teoría destacada por analizar aquellos factores que intervienen en conductas relacionadas con la salud. La teoría postula que la intención conductual está estrechamente vinculada al comportamiento, dicha intención es la función de dos determinantes básicos; uno de naturaleza personal y el otro tiene que ver con la influencia social. El factor personal es la evaluación positiva o negativa acerca de ejecutar una conducta, esto es llamado “actitud”, la cual está ligada a aquellos resultados o consecuencias que puede esperar un individuo a partir de la ejecución de la conducta. El factor social es la percepción de la presión social de cada individuo en tanto a llevar o no llevar a cabo un comportamiento determinado, dicho factor es denominado “norma subjetiva”, que se liga a las creencias de personas significativas. Entonces, generalmente hablando, cuando una persona evalúa positivamente y cuando cree que es importante para otros el llevar a cabo determinado comportamiento, debería hacerlo.

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Ajzen también menciona que hay que tomar en cuenta factores internos en relación a la ejecución de una conducta.-

- Diferencias individuales.- las diferencias entre personas acerca de las creencias sobre el control o falta de control para desempeñar un comportamiento,

- Información, destrezas y habilidades.- parece ser que el éxito de llevar a cabo una conducta es contingente en la presencia de información, destrezas y habilidades requeridas, los cual explica la relación entre intención y habilidades con respecto al comportamiento actual.

- El poder del “voy a hacerlo”.- el logro de algunos objetivos conductuales requieren lo que comúnmente se conoce como “el poder de voy a hacerlo”

ó “fuerza del carácter””. Por ejemplo, mantener el peso, abstenerse del tabaco o alcohol, son simple ejemplos de esto. Las personas están frecuentemente motivadas a lograr metas de este tipo. Sus actitudes e intenciones personales, como sea, pueden ser menos importantes que el grado de querer tener el control sobre sus acciones, manifestado en forma del poder de “voy a hacerlo”.

- Emociones y compulsiones.- destrezas, habilidades y el poder del “voy a hacerlo”, pueden presentar problemas de control, usualmente se asume que, esos problemas pueden ser superados. En contraste, algunos tipos de conductas son frecuentemente vistas como consecuencias de fuerzas detrás de nuestro control. Se presentan comportamientos compulsivos a pesar de las intenciones y esfuerzos hechos en otro sentido.

Ajzen pues, nos dice que mientras nos movilizamos tras las intenciones, varios factores internos influyen en la buena y satisfactoria ejecución de un comportamiento intencionado. Puede ser relativamente fácil obtener control sobre esos factores en la medida que adquirimos la información o las destrezas necesarias para emprender una conducta. Otros factores como las emociones intensas, son más difíciles de neutralizar, de cualquier manera o cual sea la

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naturaleza del factor interno, tenderá a influenciar nuestro control sobre el objetivo del comportamiento.

Incluso el control de una persona sobre el objetivo de un comportamiento también depende de factores de naturaleza externa o situacional como por ejemplo el tiempo y la oportunidad, que se refiere a la ausencia de circunstancias apropiadas o del tiempo necesario, hace que las personas cambien sus intenciones. Muchas veces las intenciones de las personas suelen ser firmes pero fallan porque las circunstancias impiden que se lleve a cabo el comportamiento. Por otro lado otro factor que interviene es la dependencia de otros; cuando llevar a cabo un comportamiento depende de otras personas, existe la potencialidad de, no tener control sobre el logro de la conducta.

Lo anteriormente revisado hace ver claro que, muchos factores pueden obstaculizar la relación intención-conducta y vemos que la intención conductual es tomada en cuenta como aquella intención para tratar de ejecutar un comportamiento.

La Teoría de la Acción Planeada integra una variable que es tomada en cuenta como un factor importante que antecede a la intención para el desempeño de un comportamiento. Esta es, la “percepción de control”, es decir, la autoconfianza que la persona posee en sí misma para superar las barreras externas e internas que conlleva manifestar de manera efectiva la conducta. La percepción de control subjetiva, puede por supuesto, influenciar el logro de una conducta. Una persona que tiene una vista pesimista de su control sobre el comportamiento puede nunca tratar, y probablemente fallar en saber que estaba haciendo mal.

Hay que considerar otro punto, el cual tiene que ver con la influencia del comportamiento pasado en el desempeño actual. Se sugiere que ese comportamiento pasado ejerce una influencia sobre el comportamiento actual y es independiente de los factores que componen a la teoría. A continuación se presentan estudios, los cuales utilizan la Teoría de la Acción Planeada (TAP) de

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Ajzen (1985), como marco de referencia para la predicción de conductas alimenticias saludables:

Brug, Lechner y De Vries (1995) elaboraron un estudio donde el objetivo era encontrar la relación entre los factores de la TAP con el consumo de frutas y verduras en una población Holandesa adulta (n=367). Como resultados principales el estudio destaca que las variables de percepción de control y actitud estuvieron consistente y significativamente asociadas con el consumo de verduras y frutas;

mientras tanto, aquellas personas que dijeron tener un menor consumo de estos grupos alimentos, presentaron menor puntuación en percepción de control y menos actitudes positivas a diferencia de los sujetos que tenían un mayor consumo de frutas y verduras.

Por otro lado, Blanchard, et al. (2009) llevaron a cabo un estudio donde uno de los objetivos era revisar la utilidad de la TAP en la explicación de la intención y el consumo de 5 frutas y verduras al día, en 511 estudiantes de 2 universidades al sureste de Estados Unidos, donde la media de edad fue de 19.8 años de edad. Al igual que el estudio expuesto anteriormente, las variables que se asocian significativamente con la intención, fueron la de actitud positiva y la percepción de control

Por otro lado, se hizo un estudio con una muestra de 139 jóvenes nativos americanos de entre 9 y 18 años de edad, los resultados muestran que la ingesta de alimentos saludables de la población estuvo significativamente relacionada con las variables de actitud, la percepción de control, la norma subjetiva y las barreras, en estas últimas, las más predictivas para la alimentación saludable fueron la disponibilidad de alimentos y el sabor. La conducta alimenticia de los hombres estuvo más predicha por la norma subjetiva mientras que en las mujeres estuvo más predicha por las barreras (Fila y Smith, 2006).

La Teoría de la Acción Planeada es reconocida por su efectividad en la predicción de otras conductas que contribuyen a la salud, tal es el caso de un estudio llevado

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a cabo en Sevilla, España donde se analiza la importancia de la intención como variable motivadora en la disminución del estrés percibido en la prevención de algún tipo de trastorno cardiovascular a partir de las variables comprendidas en la TAP. La muestra estuvo conformada por 360 personas en un rango de edad de 20 a 90 años donde la media de edad fue de 41.26 años, de la población en general que no presentan actualmente ningún trastorno cardiovascular. Las personas contestaron voluntariamente, un cuestionario integrado por 12 ítems relacionados con las distintas variables de la TAP, es decir, con la actitud, la norma subjetiva, la percepción de control, la intención y la conducta actual. Los resultados principales en el estudio mencionan las variables que mejor explican y predicen el desarrollo de la intención de conducta son la actitud y la norma subjetiva, siendo la percepción de control la variable que la predice con menor fuerza. Carpi, Breva y Palmero (2005), autores del estudio, mencionan que, cuando se percibe estrés, la persona puede ser consciente de lo que le pasa y temer consecuencias más o menos negativas, deseando reducir la tensión percibida para, de este modo, encontrarse mejor. El grado de conciencia del riesgo que conlleva el estrés le llevará a plantearse y buscar diversos procedimientos o conductas que le faciliten disminuir el malestar percibido. De este modo, las creencias y evaluaciones personales acerca de las consecuencias del estrés y la presión social percibida son, en este caso, suficientes para tener intención de ejecutar acciones tendentes a reducir el estrés.

La Teoría de la Acción Planeada también se ha utilizado para predecir conductas de salud relacionadas con el uso de preservativo para prevenir Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), específicamente el SIDA. Fishbein (1990) mostró que en México, el uso del preservativo en los hombres estaba asociado más a la variable de actitud que a la variable de norma subjetiva, mientras tanto en las mujeres la norma subjetiva influenciaba a la conducta tanto como la variable de actitud.

Vemos como la TAP es usada para predecir ó encontrar la relación que hay entre sus variables (intención, norma subjetiva, actitud y percepción de control) con

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algún hábito o comportamiento determinado. Observamos que la predicción se encuentra más fuerte en unas variables que en otras dependiendo del caso que se esté analizando, incluso la fuerza de predicción de las variables varía según el sexo, es decir, las variables y su fuerza de predicción con respecto a un hábito pueden resultar diferentes en hombres y mujeres. A partir de lo anterior el presente estudio también buscó la asociación que tienen las variables con el hábito del consumo de frutas y verduras y determinar si existen diferencias de acuerdo al sexo en el caso de la población estudiantil de la Universidad de Sonora.

II.2 Etapas de cambio

El modelo teórico que guía este estudio también comprende otra variable la cual está relacionada con los hábitos. Dicha variable es la etapa donde el individuo se ubica respecto de su disposición para llevar a cabo un cambio de comportamiento, esta variable tiene su base en el modelo planteado por Prochaska, Diclemente y Norcross (1994), el Modelo de las Etapas de Cambio o Modelo Transteórico. Este modelo plantea que los individuos que modifican sus comportamientos adictivos (para este caso, una mala alimentación) se mueven a través de una serie de etapas que van desde precontemplación hasta mantenimiento, las cuales se explican a continuación:

Precontemplación: los individuos que se encuentran en esta etapa de caracterizan por no tener ninguna intención de cambiar su comportamiento próximamente, incluso, estás personas no se dan cuenta de que tienen un problema o lo minimizan. Las personas en etapa de precontemplación pueden asistir a terapia por presión social, pueden mostrarse hasta “interesados” en cambiar, pero tan pronto la presión desaparece vuelven a sus hábitos. Los individuos en esta etapa también se caracterizan por no tener la intención de cambiar sus comportamientos en los próximos 6 meses. La resistencia a reconocer o cambiar su comportamiento es señal de un precontemplador.

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Contemplación: etapa que se presenta en individuos que son conscientes de que existe un problema y han pensado en hacer algo al respecto pero aún no se comprometen a pasar a la acción. La etapa de contemplación es “saber a dónde se quiere ir pero no estar preparado”. Las personas contempladoras analizan los pros y contras del problema y su solución, y ejercen gran esfuerzo en encontrar el lado positivo de la situación para superar el problema. Las personas en esta etapa piensan cambiar su comportamiento adictivo en los próximos seis meses.

Preparación: en esta etapa se presenta la intención y el comportamiento esperado; las personas en esta etapa tienen la intención de pasar a la fase de acción el mes siguiente. Los individuos en preparación aun no cumplen con el criterio de comportamiento efectivo, pero han hecho modificaciones pequeñas que los van acercando a dicho criterio. A la etapa de preparación también se le puede denominar toma de decisión.

Acción: es la etapa en la cual los individuos modifican su comportamiento con el propósito de superar sus problemas. Los cambios hechos en la etapa de acción son más visibles e implica inversión de tiempo y energía. La etapa de acción se identifica por haber modificado el comportamiento con éxito en un periodo desde un día hasta seis meses.

Mantenimiento: es la etapa donde las personas se esfuerzan por prevenir una recaída y reforzar aquellos resultados que se hayan alcanzado durante la etapa de acción. En comportamientos adictivos, la etapa de mantenimiento es alcanzada a partir de los seis meses hasta un periodo indeterminado a partir de la acción inicial. Esta etapa era considerada como estática, mas no es así.

Recaída: la recaída es algo que ocurre con frecuencia en tanto las personas intentan cambiar o acabar con su comportamiento problemático. La recaída es considerada la norma más que la excepción. Entonces, la recaída, es algo que suele pasar durante el proceso de cambio.

Así pues, vemos cómo las personas pasan de una etapa a otra en un proceso de cambio para acabar con comportamientos adictivos y el cómo esto tiene una

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relación con su hábito actual; es por eso que el presente estudio considera al modelo de las etapas de cambio para determinar en cuál de ellas se encuentran los estudiantes de la Universidad de Sonora.

II.3 Modelo integrativo de variables asociadas con los hábitos

El modelo para este estudio formulado por Montiel, Martínez y Reyes (2012) plantea el explicar la relación entre el hábito de consumo de frutas y verduras, y las variables implicadas en la decisión de llevar a cabo dicho comportamiento, así como en la disposición para cambiarlo. Se asume que la variable de intención conductual es el determinante más importante del comportamiento. De acuerdo con la TAP, la intención conductual está influenciada por la actitud de la persona, es decir, por la valoración que hace acerca de los beneficios o ventajas del comportamiento, por las creencias del individuo acerca de la aprobación o desaprobación de las personas importantes para él y su interés por complacerlos con relación al comportamiento de interés, esto es, la norma subjetiva. El modelo integra también la variable de percepción de control, es decir, la creencia de la persona acerca del control que tiene para llevar a cabo una conducta determinada, se argumenta que, la gente podrá esforzarse más para llevar a cabo un comportamiento si ellos sienten que tienen un alto grado de control sobre el mismo.El modelo propone también que la intención incluso está ligada y predice la disposición al cambio (Prochaska y DiClemente, 1984), ubicando al individuo en uno de los estadios (precontemplación, contemplación, preparación al cambio, acción, mantenimiento y recaída) y esto a su vez tiene una relación con el hábito en el consumo de frutas y verduras. Por último las barreras y facilitadores están incluidos en el modelo como elementos contextuales los cuales fungen como probabilizadores para emitir la conducta saludable, en el caso de los facilitadores, y que también pueden dificultar su realización, en el caso de las barreras (Green y Kreuter, 1991).

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Figura 1. Modelo integrativo de variables, propuesto para el estudio.

Definición de términos

Norma subjetiva: Es la percepción de cada individuo de la presión social en relación a llevar o no a cabo determinada conducta (Ajzen, 1985)

Percepción de control: Según Ajzen (1991) se define como la percepción de una persona de la facilidad o la dificultad de manifestar un determinado comportamiento de interés.

Actitud: Es la evaluación positiva o negativa que hace un individuo acerca de llevar a cabo un comportamiento (Ajzen, 1985).

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Intención: Ajzen (1985) la define como la probabilidad percibida de llevar a cabo un comportamiento determinado.

Etapa de cambio: La percepción del individuo acerca de la etapa o momento en el que se encuentra en un continuo que va de precontemplación a mantenimiento donde eventualmente puede haber una recaída (Prochaska, Redding y Evers, 2002)

Barreras: Dificultades de naturaleza física o social percibidas por el individuo para llevar a cabo un comportamiento de interés (alimentación) (Green y Kreuter, 1991).

Facilitadores: Implican recursos personales, aptitudes, recursos sociales, lo que permite que la conducta deseada se lleve a cabo (Green y Kreuter, 1991).

A partir de lo anterior el propósito del presente estudio fue explorar la contribución del modelo de la acción planeada y del modelo de las etapas de cambio en las diferencias de género respecto al consumo de frutas y verduras en estudiantes de primer año de la Universidad de Sonora.

Referencias

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