Para qué podría servir la poesía
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(2) Taller de Letras N° 40: 183-188, 2007. escritural de Enrique Lihn. El yo de esos poemas, nos dice esta teoría, no tiene nada que ver con el sujeto autobiográfico o metafísico. Escritura poética desacralizada y desacralizadora, una cosa de “nada y para nada”, instalada como un discurso más en una “era de lenguajes altamente competitivos”. Pero el estudio no sopesa apropiadamente la tensión que hay tras esas posturas, sobre todo la ética, ni explica claramente por qué, a pesar de todo, Lihn parece vislumbrar otra significación final: “porque escribí” –dice–, “porque escribí estoy vivo”. A esta imagen devastadora se superponen otras dos, ocurridas durante febrero y enero respectivamente, y que parecen desmentir este tipo de teorías. 2ª IMAGEN Vacaciones. El sur de Chile. Es la zona de los lagos, llena de selvas, con árboles flotantes y acuosos, saltos de agua cayendo a borbotones, húmedos por pequeños surcos y musgos; es el lago Panguipulli, tibio y fangoso bajo mis pies; es durante quince días consecutivos el lago Villarrica cambiando de color y de movimiento según los designios de la luna; es el volcán Villarrica, con su fumarola incesante, latiendo, recordándonos que en cualquier momento puede volver a desatar su fuego sobre la zona de Pucón. Están mis hijos, nadando y navegando en esos lagos, con la felicidad colmada, y sumergiéndose en los sueños de la naturaleza, en los bosques de la imaginación, como dice mi amigo Elicura Chihuailaf. Solo experiencia lúdica del mundo. Nada más. En ese sur está también el señor Nelson Carimán y la señora Rosario Colipí, está también la tejedora María Paillalafquén, lafquenches que viven de la huerta, el tejido y el vivero. Sus palabras son lentas, sabias y humildes. Sus casas instaladas en la segunda faja del volcán Villarrica y a orillas del río Trancura, en medio de lagos y cerros selváticos, me hacen estar segura, una vez más, sobre las razones por las cuales a los indígenas se les despoja una y otra vez de sus tierras. Pero más allá de esta terrible historia de injusticias, se impone la belleza de esos lugares y la de sus sabios guardianes, la gente mapuche. La mejor poesía chilena viene de este sur. Chile no tiene otra manera de explicarse que no sea a través de su poesía. Por eso Roberto Bolaño alega: “–No queremos pinturas cinéticas, sino enormes atardeceres cinéticos” 3ª IMAGEN Durante el mes de enero. Centro de Santiago de Chile. La compañía Royal de Luxe pasea por la ciudad a una Pequeña Gigante. Lo que más atrae de ella son sus pequeños y detallistas movimientos, su respiración, su dormir y su lento despertar, su imagen al lado de un bus volcado por la acción violenta de un rinoceronte. Pero lo que más impresiona es la reacción de la gente, una masa ■ 184.
(3) Paula Miranda. Para qué podría servir la poesía. que vence el calor y la aglomeración para admirarla. Todos coinciden en su belleza, en el placer sublime que produce percibirla. Su belleza no es perfecta ni definitiva. En Londres, los flemáticos ingleses lloraron emocionados cuando la vieron pasar, porque no sabían explicar cómo una marioneta emanaba tanta espiritualidad. A la gente le gusta ver exageradas las historias y magnificados los cuerpos; no nos gusta lo real, decía Aristóteles, nos solazamos sí en la imitación de lo real. Por algunos días el arte callejero reemplaza la sobresaturada imagen televisiva y el frío arte escéptico. Me había tocado admirar otros trabajos de Jean-Luc Courcoult: la hiperkinética “Dos obras por el precio de una”, donde el efectismo y la perfección escénica producían risa y espanto; también los fotogramas incesantes de “Roman photo”. Pero nada comparado con el pestañear de la Pequeña Gigante. Debe ser porque a través de ese gesto, el pestañear, volvemos a reconfigurar el mundo, una y otra vez. Las imágenes en la retina son por eso tan efímeras. 1ª PREOCUPACIÓN Las últimas dos imágenes fortalecen mi idea, algo pasada de moda, tal vez, de que la poesía y el arte en general siguen teniendo un lugar en la vida estética y espiritual del hombre, si no cómo explicar la necesidad de representarse el sur bajo imágenes que lo reanimen, cómo explicar la expectación febril producida por la niña del Royal de Luxe. La poesía y el arte siguen queriendo explicar el origen y sentido del hombre en este mundo, su relación con el espacio tiempo, su diálogo con lo ominoso, con Dios y con el misterio, su sed de infinito y de belleza. El arte se reduce por ello a muy pocos temas. Borges piensa que la historia de la poesía consiste en un par de metáforas. Mucha crítica insistirá en que la poesía moderna no quiere ya representar lo personal y tampoco las emociones, no quiere hablar de los cuerpos físicos, sociales o paisajísticos, ya por fin el arte nada quiere con la sucia realidad, esto desde el modernismo y el simbolismo hasta nuestros días, esto desde Hegel y en adelante... por lo menos en teoría. Tampoco le importaría a este arte el gran público y comenzarían a hacerse diferencias radicales entre el arte culto y el popular, entre lo marginal y lo canónico. Pero esto ocurre así en lógica burguesa. La poesía como mercancía. Para Gutiérrez Girardot, es en el mundo burgués moderno donde cada uno busca su propio interés personal, donde Hölderlin se pregunta: “para qué el poeta en tiempos de miseria” y él mismo responde: “Pero ellos son, dices, como los santos sacerdotes del Dios del vino/ que van de país en país en noche sagrada”. Lo que se impone en este mundo es la insensatez y el individualismo de la “prosa del mundo” (usando un término del mismo Hegel), quien expresaba con 185 ■.
(4) Taller de Letras N° 40: 183-188, 2007. esto que el arte no es la forma “en que se manifiesta la verdad ni el más alto menester del espíritu”. Pero la poesía, antes de eso, servía para algo. Acompañaba la vida heroica o religiosa, servía para cantar en el carnaval y compartir la fiesta, a través de ella se agradecía a los dioses y por eso la palabra era sagrada: Dice un cantor náhuatl del siglo XV: “Haya amistad común conozcámonos unos a otros sólo con estas flores será elevado el canto allí nos habremos ido nosotros a su casa pero nuestras palabras nuestro canto vivirá en la tierra” Para este antiguo cuicani de Tepechpan, la poesía era social y religiosa a la vez, personal y comunitaria, pues para el pensamiento mítico era imposible que fuésemos únicamente seres para la nada, arrojados al gran vacío de la muerte. Frente a ese estado angustioso, el pensamiento mítico produjo relatos y cantos que nos permitían regocijarnos en la plenitud de cuanto existía y que nos representaban absolutamente integrados al cosmos y a una comunidad: ¡haya amistad común! Octavio Paz le llama a esto analogía. Y Cortázar piensa que la única representación analógica solo se logra hoy en poesía. Los grandes poetas de los siglos XIX y XX siguen manteniendo viva esa llama, de ahí sus tonos nostálgicos y por momentos desesperanzados. Dice irónicamente Roberto Bolaño: “Son tiempos duros para la poesía, dicen algunos, tomando té, escuchando música en sus departamentos, hablando (escuchando) a los viejos maestros. Son tiempos duros para el hombre, decimos nosotros... creando música hasta en los departamentos, mirando largamente los cementerios-que-se-expanden, donde toman desesperadamente una taza de té o se emborrachan de pura rabia o inercia los viejos maestros”. 2ª PREOCUPACIÓN Los poetas chilenos, desde el ül kantun mapuche, pasando por Ercilla y Andrés Bello, por la poesía popular y por la que iniciaron Pedro Prado y Pezoa Véliz, los libertadores de la palabra poética en Chile, todos ellos albergaron el sueño ■ 186.
(5) Paula Miranda. Para qué podría servir la poesía. de construir una patria donde habitar, aunque generalmente se sintieran o fueran desterrados del orden que la patria real les ofrecía. Incansablemente, una y otra vez, se preguntaron por su lugar en este mundo, y mientras unos fueron a dar al espacio magnánimo o minimalista de nuestra naturaleza, otros permanecieron en la aldea o en el terruño, o bien recorrieron los suburbios de las urbes febriles. Otros no pudieron salir jamás del hogar de la infancia y de los recuerdos. Algunos pocos crearon un país solo posible gracias a la imagen poética. Para Mistral solo hubo un “país de la ausencia, (un) lejano país”. Cosmología estética llama a todo esto Raimundo Kupareo. El país que hoy habitamos está hecho entonces no solo de una historia prosaica y de una geografía sublime, sino también de poesía. ¿Pero ha servido de algo tanta poesía? Claro que sí. Ha servido para mirar de otra manera el mundo, para experimentar las inquietudes religiosas y metafísicas del hombre, para soñar, para reírse del lenguaje, para hablar mejor, para enfrentarse al poder, para registrar la experiencia y emoción del que se siente “trascordado”, para hablar de la ciudad, añorando la provincia y la aldea, para dejar testimonio de todo, para salir “a encontrar caídos”, como lo imaginó Neruda, y poder recorrer “los lugares sagrados”, como quiere Nicanor, a pesar de su antiarte o tal vez gracias a él. Cuando no encontramos esto en los poemas, entonces buscamos la poesía en otros lugares. Lo que mantiene viva la poesía, es la necesidad de poesía. Además, en Chile los poetas no son solo artistas, han sido también pensadores, ideólogos y hombres de fe; ellos nos explican mejor nuestras identidades y nos acompañan bien en nuestras angustias y felicidad. De ahí que muchos de sus rostros sirvan para perfilar la imagen país, ya sea en clave turística, ya sea en clave nacionalista. Si en algún momento este interés por la poesía decayó, no solo se debió a un giro fortuito del gusto y de la moda cultural, sino que fue producto de la reingeniería social que sufrimos, y que dejó fuera de nuestras vidas lo aparentemente accesorio: el arte. 3ª Y ÚLTIMA PREOCUPACIÓN Nos dijeron que la lectura de la poesía era un tedioso ejercicio de reconocimiento de metáforas, sinécdoques, hipérboles y sinestesias, y que si no éramos capaces de reconocer esas figuras, entonces nada sabíamos sobre ella. Ejercicio de PSU: a ver, señores, qué quiso decir el poeta cuando DIJO lo siguiente: “Entonces entró la Guillermina/ con dos relámpagos azules/ que me atravesaron el pelo/ y me clavaron como espadas/ contra los muros del invierno”. A esta pregunta de la PSU le bastaría solo una alternativa y se terminó el ejercicio. Pero para nosotros, literatos desconfiados e inconformistas, eso no basta. El lector es también un creador. “Si el poeta está inmiscuido, el lector tendrá que inmiscuirse”, anota Bolaño. Por eso, la poesía no puede ser entendida solo como desorden gramatical ni a su sentido se llega poniendo en relación lo que ella dijo con lo que quiso 187 ■.
(6) Taller de Letras N° 40: 183-188, 2007. decir. La poesía es una experiencia de mundo de otro orden que la habitual, por eso necesitamos imaginar la emoción que ahí se condensa y establecer por qué esa idea, esa imagen de mundo o ese temperamento solo pueden decirse de esa única forma en la que la dijo el poeta. El poeta es así el mejor representante en la tierra del lenguajear humano. Entonces, no le basta solamente a la literatura con hacer gala de su ser material, como lo supuso Jakobson, su significación va más allá, mucho más allá, de las palabras. Esto compartiendo lo que piensa el poeta salvadoreño Roque Dalton, quien se disculpó ante la poesía, diciéndole: “Perdóname, poesía, por ayudarte a comprender que no estás hecha sólo de palabras”. La única manera que tengo para finalizar provisoriamente estas preocupaciones es atrayendo algunas palabras de Jorge Teillier, quien “El poeta de este mundo” le dice a otro poeta (a René Guy Cadou): “...En la proa de tu barco te asomabas a ver los caminos de tu país de hadas y pantanos, caminos trazados como las líneas de un cuaderno de copia. Tus palabras llegaban como pájaros que saben que siempre hay una ventana abierta al fin del mundo. Y los poemas se encendían como girasoles nacidos de tu corazón profundo y secreto, rescatados de la nostalgia, la única realidad. Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo que nos desborda, que no significa nada sino permite a los hombres acercarse y conocerse. La poesía debe ser una moneda cotidiana y debe estar sobre todas las mesas como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo. Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente a los árboles... La poesía es un respirar en paz para que los demás respiren”. (De Muertes y maravillas, 1961). ■ 188.
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