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1 REYES. PROGRAMA No Cap. 22:16-53

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PROGRAMA No. 0435

1 REYES

Cap. 22:16 - 53

En nuestro programa anterior, dijimos que el capítulo 22 de este Primer Libro de Reyes, es otro capítulo extraño en la Palabra de Dios. Y hasta aquí habíamos estado siguiendo la carrera del reino del norte y su rey Acab. Pero, dijimos que allá en el sur, también había otro rey que había llegado al trono, y su nombre es Josafat. Era un buen rey, pero lamentablemente hizo una alianza con Acab. Ahora, ¿por qué haría una alianza un buen rey como Josafat, con un rey tan malo como Acab? ¿Por qué fraternizó con el enemigo natural? ¿Por qué, formaron una alianza contra natural? Parece extraño, pero dijimos que más tarde veríamos que Joram, hijo de Josafat se había casado con Atalía, hija de Acab y Jezabel. Y este fue un caso en que los hijos de Dios, se casaron con los hijos de los hombres. Cuando un creyente y un inconverso, amigo oyente, se casan, es cosa segura que el creyente tendrá dificultades con su suegro. Cuando usted, amigo oyente, se casa con un hijo del diablo, pues, el suegro se encargará de que usted tenga dificultades.

Ahora, vimos que Acab, rey de Israel, había invitado a Josafat para que se uniera a él, en su guerra contra Ramot de Galaad. Ramot de Galaad era una de las ciudades principales de la tribu de Gad y había sido tomada por el rey de Siria. Y señalamos que uno de los objetivos de la guerra proyectada, era el de volver a tomar esta ciudad. Y al parecer, Acab estaba encantado de recibir el apoyo de Josafat en el sur. Pero, debían

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haber dejado las cosas como estaban. Josafat debió haber permanecido fuera de todo esto. Debió haber seguido el consejo que le dio el profeta. Fue de veras una lástima que el hombre del diablo y el hombre de Dios, se hubieran unido y hubieran formado una alianza. Este conflicto, en realidad, no le correspondía a Josafat en ninguna manera. Galaad no le pertenecía, le pertenecía a Acab. Era pues, una disputa de Acab. Y vimos que Josafat, como hombre de Dios, deseaba conocer cuál era la voluntad de Dios con respecto a este asunto. Quería conocer la mente del Señor. De modo que, le sugiere a Acab que consulte en la Palabra de Jehová. Y entonces, el rey de Israel reunió a sus 400 profetas y les preguntó si debía ir a la guerra contra Ramot de Galaad o si debía quedarse en casa. Y vimos que ellos le dijeron que subiera, porque Jehová la entregaría en la mano del rey. Pero Josafat desconfía del consejo de estos falsos profetas. Es decir, Josafat tenía un verdadero discernimiento espiritual. De modo que, preguntó una vez más insistiendo, ¿hay aun aquí algún profeta de Jehová por el cual consultemos?

Y Acab, entonces, presenta a Micaías el orador de sobremesa. Y vimos que le presentó de una manera bastante extraña; dice: “Le aborrezco.” Josafat, entonces, le dice a Acab, que no hable así. Y le dice: “No quieres decir en verdad que aborreces a un hombre de Dios.” Alguien ha dicho que un hombre no es verdaderamente conocido por sus amigos. Sin embargo, sí es conocido por sus enemigos. Y cada hombre debe asegurarse de tener los enemigos debidos. Creemos que el mejor cumplido que podría haberse hecho en cuanto a Micaías, fue el que Acab dijera, “le aborrezco.” Y dijimos, que en realidad, Micaías era el mejor amigo que Acab jamás hubiera tenido. Pero que Acab, simplemente no lo sabía. Micaías podía decir, como dijo el apóstol Pablo allá en su carta a los Gálatas, capítulo 4, versículo 16, preguntando: “. . . me he hecho pues, vuestro enemigo por deciros la verdad?”

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un oficial a que traiga a Micaías a la sala del rey. Ahora, Micaías estaba cerca, porque Acab lo había puesto en la cárcel. En la sala del trono, Micaías presenció una escena bastante dramática. Allí había 400 profetas profetizando y diciéndole a Acab: “Sube contra el rey de Siria.” Uno de los profetas hasta se portó bastante dramático, profetizando con cuernos de hierro y diciendo: “Con estos, acornearás a los sirios hasta acabarlos.” ¡Qué escena! Dos reyes en sus tronos, y todos esos profetas profetizando y diciendo, sube contra los sirios, que vas a ganar. Y vimos también, que el oficial que había recibido la orden de traer a Micaías a la sala del rey, trató de ponerle sobre aviso a Micaías, diciéndole: “Mira, quiero decirte algo. Todos los profetas están profetizando algo bueno. Están aconsejando al rey que vaya a la batalla, que suba, porque ganará. Y eso es lo que el rey quiere oír. Y tú debes decir la misma cosa. Así te será posible recobrar el favor ante el rey.” Y suponemos que este oficial creía que estaba ayudando a Micaías, en realidad. Pero la respuesta de Micaías al mensajero, no fue solamente dramática, sino también jocosa. Le dijo: “Lo que el Señor me hablare, eso diré.” Micaías juzgó la situación. Vio a los dos reyes sentados en sus tronos y todos los falsos profetas de Baal profetizando en la sala. Y todos decían, lo que Acab quería oír. Y dijimos también que para Micaías, esta era una escena dramática y humorística. De modo que, simplemente para gozarse él también, participa burlándose del rey Acab. Personalmente creemos que fue tan sarcástico como el que más. De modo que le dijo al rey: “Sube y serás prosperado, y Jehová la entregará en mano del rey.” Ahora, el rey sabía por esta contestación, que Micaías estaba mofándose de él. Y leemos aquí en el versículo 16 de este capítulo 22 del Primer Libro de Reyes:

1 Reyes 22:16 “. . . no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová.”

O sea, que el rey le dijo a Micaías: “Yo sé que estás mofándote de mí, porque nunca has sido de la opinión de los falsos profetas.” Entonces, Micaías le contestó aquí en los

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versículos 17 y 18:

1 Reyes 22:17-18 “. . . profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal.”

O sea que de repente Micaías se pone serio y la expresión de su rostro se pone severa. El rey de Israel dice entonces a Josafat: “¿No te dije que éste no hablaría nada bueno en cuanto a mí?” Y entonces Micaías le dice: “Todavía no he terminado de hablar. Tengo más que decirte y debes escucharlo.” Y entonces, da una parábola, y es una parábola ridícula y de contraste. Y usted no encontrará parábolas así como esta, sino hasta llegar a las enseñanzas del Señor Jesucristo allá en el evangelio según San Lucas, como la parábola del juez injusto. Y Dios, amigo oyente, no es un juez injusto. Continúa pues, Micaías hablando al rey Acab y le dice aquí en los versículos 19 al 23 de este capítulo 22 del Primer Libro de Reyes:

1 Reyes 22:19-23 “. . . Jehová ha decretado el mal acerca de ti.”

Ahora, ¿No le parece ridículo todo esto? ¿Puede usted imaginarse a Dios convocando una reunión de la mesa directiva, para pedir su consejo en cuanto a qué debe hacer en un caso como éste? Dios, amigo oyente, ya sabía lo que iba a hacer, y no necesitaba de ningún consejo. Luego, dice Micaías, que salió un espíritu, un espíritu pequeño y se puso delante del Señor y le dijo: “Yo le induciré.” Y el Señor le dijo: “¿De qué manera?” El espíritu le contestó: “. . . seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas.” Y Dios le responde: “Tú si eres un tipo inteligente. Ojalá que yo hubiera pensado en eso, antes.” De modo que, el espíritu de mentira fue y cumplió su trabajo, y de esta manera Micaías llamó mentirosos a todos estos profetas. Y veamos entonces lo que ocurre aquí en los versículos 24 hasta el 27:

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1 Reyes 22:24-27 “. . . agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz.”

Sedequías, el falso profeta golpeó a Micaías en la mejilla. Este fue un insulto extremo. Ahora, en respuesta a ese insulto de parte de Sedequías, Micaías dijo que llegaría el día cuando todos los falsos profetas tendrían que esconderse por el terror. Y ese día sería cuando Acab estuviera muerto e Israel fuera derrotado. Entonces, Sedequías sí sabría lo que era la verdad. Y volviéndose hacia Acab le dijo, aquí en el versículo 28:

1 Reyes 22:28 “. . . En seguida dijo: oíd, pueblos todos.”

O sea que Micaías le dijo a Acab que no regresaría de esa guerra. Si acaso volviera, eso querría decir que el Señor no habría hablado por medio de Micaías. Y luego volviéndose al pueblo dijo: “En vista del hecho de que no volverás, Acab, quiero que el pueblo oiga y dé testimonio de que lo que he hablado es verdad.” Tenemos luego, en los versículos siguientes, la derrota y la muerte de Acab. Leamos los versículos 29 al 33:

1 Reyes 22:29-33 “. . . que no era el rey de Israel, se apartaron de él.”

Israel salió a la batalla. Prestaron atención a los falsos profetas. ¿Y qué pasó? Pues, Israel perdió la batalla, fue derrotado. ¡Pobre Josafat!, tuvo que escapar porque era el único que estaba vestido de rey. Acab en cambio se había disfrazado. O sea que fue un engañador en todo esto. Se quitó su manto real y se vistió de soldado ordinario. Y cuando fue herido en su carro, trató de escapar. Continuemos leyendo los versículos 34 y 35:

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O sea, que uno de los soldados descubrió que tenía otra flecha en su arco. La metió en su arco y disparó. Y fue como si esa flecha tuviera el nombre de Acab en ella. Recorrió todo ese campo de batalla como si dijera: “¿Dónde estás Acab? Te busco.” Y la flecha lo encontró y lo mató. Ahora, no murió en seguida. Le dijo al chofer de su carro, que le sacara del campo. Dijo: “Sácame del campo. No quiero morir aquí.” Y leemos en los versículos 36 al 38:

1 Reyes 22:36-38 “. . . conforme a la palabra que Jehová había hablado.”

O sea que, a la puesta del sol, Israel tuvo que retirarse, tuvo que emprender la retirada, porque había sido derrotado. Y vemos que los perros lamieron la sangre de Acab. Ahora, esto fue lo que ocurrió en la viña de Nabot, donde Acab había derramado la sangre de Nabot. Y allí fue donde los perros lamieron también la sangre de Acab. Lo que un hombre siembra, amigo oyente, eso también segará. ¿Por qué? Porque Dios no puede ser burlado. No se puede salir bien con el pecado. Nadie sale bien con el pecado. Porque Dios todavía está en el trono y es quien rige este universo. Leamos ahora los versículos 39 y 40 de este capítulo 22 del Primer Libro de Reyes:

1 Reyes 22:39-40 “. . . y reinó en su lugar Ocozías su hijo.”

A la muerte de Acab, ascendió entonces al trono de Israel en el norte, Ocozías su hijo. Ahora, vamos a apartarnos por unos momentos del reino del norte, el reino de Israel que hemos estado considerando hasta aquí, y vamos a dirigir nuestra mirada hacia el sur, al reino de Judá. Leamos los versículos 41 al 49 de este capítulo 22 del Primer Libro de Reyes:

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1 Reyes 22:41-49 “. . . los tuyos en las naves. Mas Josafat no quiso.”

Como ya hemos mencionado antes, Josafat era un hombre de Dios. Quería saber cuál era la voluntad de Dios para su vida. Y precisamente por esto, fue también un buen rey. Y lo encontramos aquí confirmado, cuando dice que “anduvo en todo el camino de Asa, su padre sin desviarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová.” Y tenemos también mencionado aquí en el versículo 42, el nombre de la madre de Josafat. Dice que la madre de Josafat fue Azuba hija de Silhi. Y esto quiere decir que Azuba compartió la responsabilidad por el buen carácter de Josafat. O sea que Azuba ejerció una buena influencia sobre su hijo Josafat. Y el resultado, fue un rey que hizo lo recto ante los ojos de Jehová.

Y es interesante notar que a pesar de la campaña que emprendió Asa, el padre de Josafat, por acabar con los sodomitas en su tierra, todavía quedaron algunos. Pero entonces llegó Josafat, su hijo, y dice aquí el versículo 46 que “barrió el resto de los sodomitas.” Es decir, que acabó, erradicó la homosexualidad. Y esto nos dice que Josafat era también enemigo acérrimo de esta plaga. Cuán marcado, amigo oyente, el contraste que encontramos entre la actitud de Josafat hacia la homosexualidad y la triste y vergonzosa situación que observamos en nuestras ciudades hoy en día, donde hasta se propugna la legalización de la homosexualidad.

Bien valdría la pena que quienes propugnan la legalización de tal práctica, tuvieran en cuenta que Dios detesta y condena la homosexualidad, y la considera una abominación ante Sus ojos. Y el propugnar lo contrario, es simplemente declararse en abierta oposición y rebeldía ante Dios, el Juez justo y santo. Volviendo ahora a este capítulo 22 del Primer Libro de Reyes, leamos el versículo 50:

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1 Reyes 22:50 “. . . y en su lugar reinó Joram su hijo.”

O sea que, a la muerte de Josafat, ascendió al trono del sur, al trono de Judá, Joram hijo de Josafat. Ahora, para concluir este capítulo 22, volvemos una vez más al reino del norte y los últimos 3 versículos de este capítulo, nos describen brevemente el carácter de Ocozías. Leamos los versículos 51 al 53:

1 Reyes 22:51-53 “. . . conforme a todas las cosas que había hecho su padre.”

El reinado de Ocozías en el norte, fue un reinado muy corto. Reinó solamente dos años. Y engrosó la lista de los reyes malos de Israel en el norte. Dice el versículo 52, que “hizo lo malo ante los ojos de Jehová.” Se menciona también aquí a la madre de Ocozías. Dice: “anduvo en el camino de su madre.” Y sabemos que la madre de Ocozías fue Jezabel esposa de Acab. Y ya hemos visto cómo era Jezabel. Era una mujer malvada y perversa. De allí, la mala influencia que ejerció sobre Ocozías. Y el resultado lógico fue un rey malo que hizo lo malo ante los ojos de Jehová y provocó a ira a Jehová Dios de Israel. Hablaremos más de Ocozías en nuestro estudio del Segundo Libro de los Reyes.

Y así concluye este capítulo 22 y con él, concluye también nuestro estudio de este Primer Libro de Reyes. En nuestro próximo programa, Dios mediante, continuaremos nuestro recorrido por el Antiguo Testamento y comenzaremos a estudiar el Segundo Libro de los Reyes. Le invitamos pues, a que nos acompañe durante este estudio bíblico. Será, pues, hasta nuestro próximo programa, ¡que el Señor derrame sobre usted Sus ricas e incontables bendiciones!

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