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5 (miércoles) de marzo de Sr. Presidente,

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Intervenció n del Señ or Ministro de Asuntos Exteriores de la Repú blica de Corea, Yun Byung-se, en la XXV Sesió n del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

5 (miércoles) de marzo de 2014

Sr. Presidente,

La República de Corea es miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y el Consejo de Seguridad de la ONU. Como tal, participa activamente en los nobles esfuerzos de las Naciones Unidas para promover y proteger los derechos humanos de todas las personas, reflejados en la letra y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas: “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas". Mi Gobierno, de hecho, ha decretado "la felicidad de la aldea global" como uno de sus objetivos básicos en política exterior. Estamos comprometidos a ayudar a crear un mundo en el que se respeten la dignidad humana y los derechos humanos, y mejore la calidad de vida de todas las personas en el planeta. Como un país que experimentó el latrocinio de la colonización, la devastación de la guerra, las cicatrices de la pobreza y la represión, y que aún hoy sufre por ser una nación dividida, nos encontramos en una posición única a la hora de solidarizarnos con las situaciones difíciles y el dolor de los otros.

Mi país respeta altamente los esfuerzos de la ONU en favor de los derechos humanos, que constituyen uno de los tres pilares fundamentales de las Naciones Unidas junto con la paz y la seguridad y el desarrollo. Creemos firmemente que el plan de acción de cinco años anunciado en 2012 por el Secretario General Ban Ki-moon, así como la iniciativa "Los derechos en primer lugar" impulsada el año pasado, reforzarán la capacidad de la ONU de promover y proteger los derechos humanos.

Además, mi Gobierno alaba el liderazgo del Consejo de Derechos Humanos en la lucha contra cualquier forma de discriminación y violencia. Asimismo, expresamos nuestro agradecimiento a la Alta Comisionada Navi Pillay, que ha sido unavaliente defensora de los más vulnerables y una abiertapartidaria de fortalecer el sistema de tratados de derechos humanos.

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A pesar de todos estos esfuerzos, aún son frecuentes las amenazas a la vida y la libertad, así como la discriminación y la violencia, en lugares como Siria, Sudán del Sur, la República Centroafricana y la RPDC (Corea del Norte). En paralelo, continúa en este siglo la violencia sexual en los conflictos armados. Con el objetivo de combatir y prevenir las violaciones de los derechos humanos, la comunidad internacional debe realizar esfuerzos continuos que sirvan para poner fin a la cultura de la impunidad y garantizar que se rindan cuentas.

En cuanto a Siria, nos sentimos frustrados por la continua degradación de la situación de los derechos humanos a pesar de la atención especial del Consejo de Derechos Humanos en sus cuatro sesiones especiales desde 2011. Es nuestra sincera esperanza que la comunidad internacional pueda alcanzar un consenso hacia una solución política que ponga fin al deterioro de los derechos humanos y la situación humanitaria en Siria y sus países vecinos.

Acerca de la RPDC, en las últimas dos décadas, la comunidad internacional ha expresado una profunda preocupación por la situación de los derechos humanos del país. El año pasado, este Consejo decidió crear la Comisión de Investigación (COI) de Derechos Humanos en Corea del Norte. En los últimos meses, la Comisión presentó un informe exhaustivo y veraz con extensos relatos de los crudos testimonios de las víctimas. Este informe servirá como un documento de referencia para los debates sobre la situación de los derechos humanos de la RPDC. En este sentido, expresamos nuestro más profundo agradecimiento por su duro trabajo a la Comisión dirigida por el presidente Michael Kirby.

La Comisión llegó a la conclusión de que en la RPDC se han cometido y se cometen violaciones graves, generalizadas y sistemáticas de los derechos humanos. Esperamos que la RPDC tome medidas sustanciales para poner fin a esto, respondiendo al llamamiento de la Comisión a mejorar la situación de los derechos humanos.

Para la comunidad internacional, es el momento de iniciar los debates sobre los próximos pasos que permitan seguir de manera eficiente las recomendaciones de la Comisión para mejorar la situación de los derechos humanos en la RPDC.

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aplicar las recomendaciones de la Comisión. También depositamos nuestras esperanzas en el papel de liderazgo del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en la DPRC, que jugó un papel decisivo a la hora de establecer la Comisión.

Incluso en este mismo momento, decenas de norcoreanos están escapando de la RPDC en busca de libertad. Hacemos un llamamiento a todos los países a respetar el principio de no repatriación y garantizar la protección que les corresponde a estos refugiados y solicitantes de asilo para que puedan disfrutar de una vida digna con el derecho de decidir libremente su futuro.

Además de la necesidad de mejorar la situación de los derechos humanos en la RPDC, nos enfrentamos a los retos de abordar -con gran urgencia- los problemas humanitarios derivados de la constante división de la península coreana. En esta línea, elogiamos el informe de la Comisión a la hora de hacer frente a las graves tragedias humanitarias en la península coreana como las familias separadas, los secuestrados y los prisioneros de guerra. Aprovechando el envite de la reciente reunión de familias separadas, hacemos un llamamiento a la RPDC para que realice esfuerzos orientados a buscar antes de que sea demasiado tarde una solución duradera, como la regularización de los intercambios.

Sr. Presidente,

A raíz de la horrendo shock de la violencia sexual en los conflictos de Ruanda y la antigua Yugoslavia en la década de los 90, la comunidad internacional ha venido trabajando duro para poner fin a la violencia sexual en las luchas armadas. Como resultado, la comunidad internacional alcanzado el consenso de que la violencia sexual en los conflictos armados es una grave violación de los derechos humanos que constituye un crimen de guerra y también puede considerarse un crimen contra la humanidad.

No obstante, se sigue perpetrando violencia sexual en los conflictos armados en diversos lugares del mundo. Ante tales circunstancias, no puedo estar más de acuerdo con la declaración del Ministro de Estado británico Swire de que "todos nosotros, los gobiernos, la sociedad civil y las Naciones Unidas debemos trabajar juntos para esclarecer estos crímenes; para romper la cultura de la impunidad y proteger a las víctimas". Como uno de los protagonistas de la Iniciativa para Prevenir la Violencia Sexual (PSVI), aplaudo el

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liderazgo del Reino Unido como creador de la PSVI y anfitrión de la Cumbre Global en Londres en junio. La República de Corea estará más que encantada de participar.

La violencia sexual en los conflictos armados, frecuente incluso en este siglo, se puede atribuir en gran parte a la cultura de la impunidad y la ausencia de rendición de cuentas. Sin arrepentimiento por las malas acciones del pasado, no se puede asegurar un futuro mejor. Las víctimas de la esclavitud sexual en la guerra dejadas por las fuerzas armadas imperiales japonesas, las llamadas "mujeres de confort", son la prueba viviente de ello. É ste no es solo un asunto bilateral entre Japón y otros países con víctimas –como Corea, China, Holanda y varias naciones del sudeste asiático- sino que también es una cuestión universal de derechos humanos, un problema no resuelto que todavía nos afecta a día de hoy.

Este es el motivo por el cual diversos mecanismos de derechos humanos de la ONU, entre ellos, la relatora especial sobre la violencia contra la mujer, Sra. Radhika Coomaraswamy; la relatora especial sobre el tema de la violación sistemática y las prácticas de esclavitud sexual en conflictos armados, Sra. Gay McDougall; el Comité de Derechos Humanos; el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer; el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y el Comité contra la Tortura, han aportado una conclusión firme. Es decir, que el Ejecutivo de Japón acepte su responsabilidad como gobierno, adopte medidas responsables y eduque a las generaciones actuales y futuras en relación al tema de las "mujeres de confort".

Además, las resoluciones sobre las "mujeres de confort" adoptadas en las legislaturas de Estados Unidos, Australia, Canadá, los Países Bajos y la UE destacan la urgencia y la importancia de resolver este problema.

Hace 20 años, una coreana víctima de la esclavitud sexual militar japonesa tuvo el coraje de romper el silencio y relatar su propio e indescriptible calvario. Su valiente acción inspiró a muchas otras víctimas a hacer lo mismo, convirtiendo a las hasta entonces desconocidas mujeres de confort en una cuestión viviente de derechos humanos. Hoy me gustaría recordar a este Consejo el valiente testimonio de la señora Ruff-O'Hearn, una señora holandesa-australiana, ex mujer de confort. En 2007 ella compareció ante la Cámara de Representantes de EEUU. Cito sus palabras: "durante cincuenta años las mujeres de confort permanecieron calladas... Yo rompí el silencio y revelé uno de los peores abusos

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contra los derechos humanos en la II Guerra Mundial, el holocausto olvidado”. Fin de la cita. Ella llegó a la conclusión, cito de nuevo, de que "Japón debe reconciliarse con su historia... ellos deben enseñar correctamente la historia de sus errores cometidos en el pasado". Fin de la cita.

En los últimos tiempos los líderes políticos de Japón están ignorando descaradamente este crudo episodio e intentan revisar el contexto de la declaración oficial del portavoz del gabinete en la que el Gobierno de Tokio reconoció la implicación y la coerción por parte de las Fuerzas Armadas Imperiales japonesas y expresó sinceras disculpas y remordimiento. Además, hace solo dos días un funcionario de alto rango del Gobierno japonés responsable de la educación de las próximas generaciones calificó como una historia inventada el episodio de las mujeres de confort. Esto es un insulto más a la honra y la dignidad de las víctimas que han soportado en su aciaga memoria durante toda la vida los dolores físicos y psicológicos. Tal actitud es una afrenta a la humanidad que no respeta la verdad histórica. Es más, constituye un desafío directo a las firmes recomendaciones formuladasa Japón por diversos organismos de la ONU en los últimos 20 años.

Ante tales circunstancias, el hecho de que Japón suscriba que "es motivo de indignación que incluso ahora siga existiendo la violencia sexual contra las mujeres en tiempos de conflicto armado" y también hable de su "deseo de lograr una sociedad donde las mujeres brillen" muestra una clara doble moral en el tema en cuestión.

Durante el siglo pasado, hemos sido testigos de graves violaciones de los derechos humanos en muchas guerras y conflictos, como las dos guerras mundiales. El punto de partida para prevenir las violaciones de los derechos humanos es, para los países que admiten sus malas acciones del pasado, asumir la responsabilidad por tales hechos y enseñar correctamente la historia a las futuras generaciones. Al realizar este cometido, espero sinceramente que la República de Corea y Japón, que comparten valores e intereses comunes, sean capaces de aportar contribuciones conjuntas a la paz y la prosperidad del noreste de Asia y más allá.

Sr. Presidente,

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expresaron su determinación de salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra y reafirmaron la fe en los derechos humanos fundamentales, así como en la dignidad y el valor de las personas. Con este espíritu como base, durante los setenta años posteriores a la creación de las Naciones Unidas, se han realizado continuos esfuerzos para promover los derechos humanos y la democracia en todo el mundo. É ste es el camino correcto hacia el futuro. No obstante, hemos de aceptar el enorme desafío que tenemos por delante en este viaje. Es por ello que el Consejo de Derechos Humanos debe desempeñar un rol central, para asegurar el éxito de la incorporación de los derechos humanos en las Naciones Unidas. La República de Corea mantiene el compromiso de ser un importante socio del Consejo de Derechos Humanos en su noble cometido.

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