• No se han encontrado resultados

Leyendas de la Revolución Mexicana

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2020

Share "Leyendas de la Revolución Mexicana"

Copied!
14
0
0

Texto completo

(1)

Leyendas de la Revolución Mexicana

1.-

EL ECO DEL CAÑÓN

Después de las revueltas que originaron el movimiento armado de la Revolución Mexicana, la condición económica que imperaba en el país era deplorable, la gente no tenía el dinero suficiente para cubrir sus

necesidades básicas, y en uno de esos pueblitos pintorescos de la República Mexicana vivía Anacleto Romero, quien era un noble joven, herrero de profesión y que vivía en compañía de su madre enferma de tosferina, y condenada a muerte.

Un día después de regresar a su casa ya concluida su labor, se encontró a un señor de aspecto muy respetable, y de una personalidad muy fuerte, quien con voz firme le dijo: – Sé que eres herrero y de los buenos por lo cual requiero de tus servicios, la paga que te ofrezco es muy buena, más de lo que puedes ganar en todo un año trabajando de sol a sol en este cochino pueblo, espero aceptes este trato.

Anacleto le dio las gracias por el ofrecimiento, pero le explicó que por la enfermedad de su madre no podía aceptar tan generosa oferta, a lo que el extraño respondió: – Te espero en tres días en la estación de ferrocarriles más cercana, si decides aceptar, la oferta está en pie.

Anacleto se dirigió a su casa pensando en dar la noticia a su anciana madre, encontró la puerta entre cerrada, algo no estaba bien, pensó; entró rápidamente a su casa, la cual estaba invadida por un hedor

insoportablemente nauseabundo, abrió inmediatamente las ventanas y al dirigirse a la recámara, descubrió a su madre sin vida sobre la mecedora.

Al caer la noche los vecinos comentaban la pérdida de la madre de

Anacleto, además de la repentina aparición de un “mister”, que se dedicó a reclutar gente en el pueblo para una construcción en una población lejana.

Anacleto tenía una corazonada y decidió aceptar la invitación del misterioso caballero, así después de los funerales de su madre partió a la estación del tren para reunirse con su destino.

Al llegar a la estación se encontró con varios conocidos del pueblo, entre ellos estaban Elías el

carpintero, Nicolás -otro herrero-, los hermanos Ramírez, y otros más.

Al acercarse a la estación observó al “mister”, quien le comentó: – Te estaba esperando Anacleto, lamento

lo de tu madre. Al escuchar esto se quedó pasmado, quién pudo

comentarle…, los habitantes del pueblo eran muy reservados en lo que a este tipo de asuntos se refiere, y más tarde interrogó a los demás

habitantes del pueblo, quienes le comentaron lo siguiente – El mister cuando llegamos nos comentó que ya habías enterrado a tu madre, lo cual nos sorprendió muchísimo ya que nadie le comentó nada al respecto.

Minutos más tarde abordaban el tren que los llevaría a su terrorífico

destino. Pasaron tres días de viaje, sin novedades, o asuntos de relevancia que preocuparan a los pasajeros; transcurrido ese tiempo llegaron a un lugar en donde descendieron y emprendieron el camino al poblado al que se dirigían, el cual estaba a seis días de camino.

Así pues atravesaron un camino sinuoso, lleno de vegetación, hasta que por fin llegaron a su destino; se sorprendieron, ya que la población estaba abandonada, por excepción del cantinero del bar, quien los recibió

secamente.

(2)

Después de instalarlos en una derruida casa que se había adaptado como hotel, procedieron a escuchar las indicaciones del “mister”: – Verán; hace ya algunos años este pueblo era de los más poblados y prósperos de la región, mi familia era la más rica de este pueblo, sin embargo debido a los acontecimientos de la bola (nombre con el que se designaba al movimiento revolucionario), la fortuna de mi familia se desvaneció.

Toda mi familia murió en este pueblo, ahí en donde está esa vieja

hacienda en ruina se encuentran los cuerpos de mi familia, ahorcados por órdenes de los jefes militares que tomaron esa decisión; sólo yo me salvé porque mi madre me escondió en un viejo sótano de la casa. Cuando pasó todo el alboroto pude salir y es así que me encontré huérfano y sin nada de dinero. Mi fortuna se había desvanecido, pero ahora estoy de vuelta para devolver la vieja gloria a mi familia y a este pueblo, ya que hice “un trato con un amigo muy especial”.

Un indígena comentó en voz baja – Ya vites’ Felipe, si estos hacendados bien merecido tenían ese final, si mi tata que anduvo en la bola fue de los que estuvieron aquí, si él mesmo fue quien amarró la cuerda a ese viejo árbol, si vieras la cara que puso el hacendado, cómo se le salían los ojos de su órbita, cómo bailaba en el aire y por último su lengua di fuera, ansina comentaba mi tata, a quien Dios tenga en su santa gloria.

Más tarde los trabajadores se acomodaron para dormir, y este indígena decidió salir a realizar sus necesidades al campo, el silencio de la noche fue interrumpido por un grito desgarrador que alertó a los demás, quienes salieron alarmados a ver lo que ocurría.

Lo encontraron en el mismo sitio donde conversaron con el “mister”, colgado en el mismo árbol. Lo que despertó el temor entre los trabajadores. Esa noche más de la mitad de ellos se marcharon.

Al día siguiente tras indicaciones del “mister” iniciaron las labores de reconstrucción del pueblo.

Al anochecer algo despertó a Anacleto, era la voz de su madre que en sus sueños le comentaba que se regresara a su pueblo, ya que algo malo le

podría acontecer si se quedaba; adormitado, observó algo que se movía entre sus cobijas: era algo pequeño, un gato, pensó, y se volvió a dormir.

A la mañana siguiente se lo comentó a Luis Manuel, otro de los trabajadores, y él le dijo: – Mira Anacleto, yo también vide algo ansina como me lo dices, pero yo más bien juraría que era una mano, sabes hasta le vide el mismo anillo que tiene el mister en su dedo.

Anacleto se sorprendió, pero continuó con su jornada y tras mover algunas vigas descubrió junto con Luis Manuel unas monedas de oro semi

enterradas. Siguieron escarbando y encontraron una cadena que abría una vieja puerta a un sótano, pero la voz “del mister”, les impidió continuar, y dejaron todo tal cual estaba.

Ya en la hora de la comida se lo comentaron a los hermanos Ramírez y decidieron que al día siguiente muy temprano irían a ver qué encontrarían en ese sótano, ya que según ellos lo que el mister buscaba era parte de su fortuna y no devolverle la gloria a ese pueblo derruido.

Así pasó la noche y al día siguiente muy de mañana se dirigieron a ese lugar. Tras mover la cadena entraron los hermanos Ramírez, el olor que salió de ese sótano le recordó a Anacleto el hedor que encontró en su casa cuando murió su madre.

Eso lo hizo detenerse justo a tiempo ya que Luis Manuel también había entrado. Al mismo tiempo la puerta se cerró estrepitosamente, para dar paso a los gritos de sus compañeros.

Intentó mover la puerta jalando la cadena pero todo fue inútil.

Inmediatamente apareció “el mister”, y le dijo: – Qué irónico Anacleto, ¿sabes? ahí abajo está la fortuna de mi familia, y parece ser que tus compañeros la encontraron, pero también están las almas de mis

(3)

cambio de las vidas de mi familia, pero al no encontrar nada asesinaron a mi familia.

Yo permanecí encerrado durante días, semanas, hasta que en mi delirio invoqué al Diablo para que me dejase salir. La puerta se abrió pero yo debería traer cada seis meses una remesa de trabajadores para que sirvieran a mi amo.

¿Sabes? tú eres el último para completar mi cuota. Anacleto palideció al escuchar esto y recordó lo visto la noche anterior, y exclamó: – Tuviste que firmar algún documento a cambio ¿verdad? – Así es. – contestó. –

Entonces lo que vimos la noche anterior era tu mano ¿verdad? – Claro, es mi mensajera.

Anacleto estiró su mano con dirección a una pala cercana y rápidamente golpeó en la cabeza al mister, el cual cayó, inmediatamente desenfundó su machete y le cercenó la mano, el mister aulló de dolor, había perdido su mano. Anacleto la tomó y le enterró el crucifijo que traía en su cuello. Hecho esto la mano se descarnó en su totalidad, mientras el mister se desvanecía y tomaba la forma de humo pestilente.

La puerta del sótano se abrió de golpe y salieron las almas que estaban prisioneras. Anacleto miró al cielo, se arrodilló, se persignó y dio gracias a dios y a su madre por la ayuda recibida.

Dio la media vuelta y regresó a su pueblo, en donde murió de viejo, sin embargo cuentan que cuando murió se detectaba en el ambiente un olor nauseabundo y a un personaje elegantemente vestido en su sepelio.

2.- LA ADELITA, LEYENDA REVOLUCIONARIA

La famosa Adelita de la canción existió en la vida real antes de convertirse en personaje de leyenda como soldadera revolucionaria; es decir, que formó parte de las mujeres que participaron en la Revolución Mexicana de 1910, que marchaban junto con los soldados como cocineras, enfermeras, ayudantes, enterradoras, y amantes. Su nombre completo fue Adela Pérez Velarde. Nació en Ciudad Juárez el 8 de septiembre de 1900. Fue nieta de

Rafael Velarde, quien fuera amigo de don Benito Juárez y en cuya casa el Benemérito se alojó, en su camino hacia el norte de la República

Mexicana, en los días aciagos de su lucha contra los invasores franceses.

Adela se dedicó a la enfermería, la cual estudió pese a la oposición de su padre, un rico comerciante de Ciudad Juárez. En 1914, dio la casualidad que atendiese a un soldado herido llamado Antonio del Río Armenta quien, profundamente enamorado, le escribió un corrido súper conocido por todos los mexicanos y algunos extranjeros. Veamos su letra completa:

En lo alto de la abrupta serranía,

Acampado se encontraba un regimiento, Y una joven que valiente lo seguía Locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita, La mujer que el sargento idolatraba, Que además de ser valiente era bonita, Que hasta el mismo coronel la respetaba

Y se oía que decía, Aquel que tanto la quería:

Si Adelita se fuera con otro La seguiría por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra si por tierra en un tren militar.

Y si Adelita quisiera ser mi novia, Y si Adelita fuera mi mujer, Le compraría un vestido de seda Para llevarla a bailar al cuartel.

(4)

Y la voz de mujer que sollozaba,

Su plegaria se escuchó en el campamento.

Al oírla, el sargento, temeroso

De perder para siempre a su adorada, Ocultando su emoción bajo el embozo, A su amada le canto de esta manera:

Adelita, Adelita no me vayas a olvidar Y si acaso yo muero en batalla, Y mi cadáver lo van a sepultar, Adelita, por Dios te lo ruego,

Que con tus ojos me vayas a llorar.

Ya me despido de mi querida Adela Solo un recuerdo quisiera yo llevar Su retrato grabado en mi mente Para nunca su amor olvidar.

Existen otras versiones acerca de quién fue el verdadero compositor de este corrido tan famoso. Para algunos, la compuso un capitán veracruzano llamado Elías Cortázar Ramírez. Otros interesados opinan que se debe a la pluma de un sinaloense, Ángel Viderique, que la creo a orillas del mar, ya que uno de sus versos dice: “La seguiría por tierra y por mar…”. Se cree también que el corrido fue compuesto en abril de 1913, cuando fue tomada la ciudad de Camargo, Chihuahua por las tropas revolucionarias. A veces al corrido se le considera anónimo, y que una vez el general Domingo Arrieta lo escuchó en un rancho sinaloense, le gustó mucho, y pidió a al maestro de la Banda Militar, Julián S. Reyes que lo escribiera y lo instrumentalizara.

Como Adelita formaba parte de la Brigada de la Cruz (o Asociación Mexicana de la Cruz Blanca) fundada por la señora Leonor Villegas de Manón, desde 1913 se dedicaba a atender a los heridos soldados villistas de la famosa División del Norte comandada por Francisco Villa. La chica se incorporó a la División, entonces al mando del general Carlos Martínez, a muy temprana edad, trece años. Estuvo en el Ejército del Noroeste en Chihuahua, Zacatecas, Torreón, Aguascalientes, Morelos y en la Ciudad de México. “Adelita” la llamaban el general Pancho Villa y el general Rodolfo Fierro, diminutivo con el que pasó a la leyenda. Entre sus conocidos figuraban generales tan importantes como Pablo González y Venustiano Carranza.

Cuando la Revolución se dio por

terminada, Adela recibió un homenaje por sus servicios prestados en batalla y, en 1941, se la nombró veterana de la Revolución por su participación contra la Usurpación Huertista, recibiendo una pensión vitalicia que la alejó del trabajo burocrático que en ese tiempo ejercía. En 1962, se la nombró miembro de la legión de Honor Mexicana. El documento oficial de su pensión dice a la letra:

Primera Comisión de Hacienda

La señorita Velarde es veterana de la revolución, según lo compruebe por oficio No. 9734 de fecha 22 de febrero de 1941, girado por la secretaría de la Defensa Nacional. Ostenta la condecoración del Mérito Revolucionario que se otorga por ser vivíos prestados durante el segundo período comprendido del 20 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914. La interesada militó al lado del Venustiano Carranza, quien la tenía en muy alta estima, así como otros jefes revolucionarios que la trataron y

(5)

honorífica por su labor altruista y desinteresada.

Artículo Único. Como recompensa a los servicios prestados, se concede a la señorita Adela Velarde Pérez, pensión de $750 mensuales que le será pagada íntegramente por la tesorería General de la Nación, mientras la interesada conserve su estado actual civil.

Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D.F., a 8 de diciembre de 1961.

La legendaria Adelita murió de cáncer, olvidada y en la miseria, la noche del 4 de septiembre de 1971, en el Hospital de San Antonio Texas, Estados Unidos.

3.- LA LEYENDA DEL MUERTO QUE REGRESÓ

Te vamos a contar una leyenda mexicana originada en la población de Mier, Tamaulipas.

La etapa en la que se desarrolla esta leyenda es en la Revolución Mexicana, leyenda producto de la lucha armada a principios del siglo XX, un 24 de abril de 1913 cuando las huestes constitucionalistas tomaron la ciudad, resultando muerto Enrique del Villar, jefe de la aduana y otros personajes, entre ellos Manuel Barrera fusilado en el cementerio municipal, mientras el teniente Espiridión Salazar quien tenía al mando la tropa del Décimo Cuerpo Rural salió huyendo rumbo a Roma, Texas.

Cuentan que su viuda Martha Hinojosa Rodríguez el día anterior a la ejecución de su marido, soñó que éste se le apareció para sostener una charla sentimental con ella, prometiéndole que como se habían jurado amor eterno y alguno de los dos faltara, el sobreviviente vendría por su pareja para descansar eternamente unidos en el más allá.

Al ser fusilado Don Manuel fue el primero en fallecer, por lo que aquella noche prometió a su cónyuge que a los tres meses regresaría por ella para reanudar su amor en el cielo.

Y así fue, cumplido el plazo, una mañana muy temprano los sirvientes fueron a llevarle el desayuno a su patrona y la sorpresa fue que al

acercarse a la cama donde aparentemente permanecía dormida, la

encontraron sin señales de vida. Como testimonio de su amor eterno, en la mesita de noche descubrieron una nota escrita con pluma de ave que decía: Espérame en el cielo corazón.

4.- EL TESORO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Antes de la Revolución Mexicana, en éste país abundaban las Haciendas, unos ranchos enormes propiedad de una sola familia, algunos de ellos tenían su propia iglesia y hasta su propio cementerio. Después del mencionado movimiento social las Haciendas se fraccionaron y se repartieron. Mis padres, ambos maestros, tuvieron la “suerte” de poderse quedar con la “Casa grande” de una de esas Haciendas. Mi madre aún vive ahí, mi padre…se suicidó en ella hace unos ocho años. Yo viví gran parte de mi vida en esa casa, tiempo en el cual fui partícipe en múltiples hechos extraños, de los cuales hoy les contaré solo uno.

En la parte donde estaban las ruinas de la iglesia y el panteón de la hacienda erigieron una escuela, yo cursaba el segundo grado cuando al construir una cisterna exhumaron los restos de quien al parecer había sido el hacendado o uno de sus parientes. Los restos óseos aún portaban lo que al parecer era un traje de charro, con hilos y botones de plata. En la boca, muelas con incrustaciones de oro, yo lo vi. Inmediatamente se esparcieron miles de rumores entre los que destacaba el de que nunca habían encontrado sus riquezas, por lo que mucha gente suponía que estas debían estar enterradas en el patio de mi casa. En seguida se presentaron ante mi madre muchas gentes interesadas en buscar el “tesoro”. Mi pobre madre, tal vez por ambición o tal vez por querer

sacarnos adelante en una época de bastante austeridad que sufría todo el país, aceptó que tres simpáticos jóvenes se dieran a esa tarea. Ante mis burlas y mofas, pues nunca creí en esas cosas, Los chicos realizaban rituales con péndulos, varillas, velas y pronto “detectaron” el supuesto lugar donde estaba enterrado el tesoro. Empezaron a excavar un agujero en el cual los hice presas de varias bromas simplonas, como enterrar ollas o botes de lata para que creyeran que habían dado con el tesoro,

(6)

primero y en enojo, después. Hasta que un día los aguafiestas me acusaron con mi madre argumentando que esas bromas “salaban” la búsqueda ganándome una reprimenda, por lo que dejé de molestar. Llegó el día señalado por “los espíritus”: un chico soñó que hallaban el tesoro por lo que para ese día prepararon todo un ritual, que comenzaron como a las siete de la noche y el cual no pude ver porque me mantuvieron alejado. Lo único que recuerdo, que la familia veíamos la tv. cuando los chicos

cruzaron el corredor de la casa corriendo y gritando, sorprendiéndonos a todos para no volver a la casa jamás, ni siquiera por sus herramientas. Fuimos con mi hermana a verlos a su casa para saber qué había pasado y lo que nos contaron aún me da escalofríos: empezaron a escarbar a las luces de unas veladoras hasta que golpearon lo que parecía ser una caja, de pronto la las flamas de las velas se apagaron al mismo tiempo,

voltearon hacia arriba y vieron una sombra que parecía mirarlos fijamente, ellos pensaron que era yo con otra de mis bromas por lo que empezaron a gritar que estuviera quieto. Se dieron cuenta que no era yo al ver una sonrisa malévola en el rostro de la sombra coronada por unos

centelleantes ojos de fuego. En eso, empezó a correr un viento muy violento y se precipitó sobre ellos una infernal tormenta, que de inmediato deslavó la orilla del agujero. Lo raro es que mientras veíamos la tv. no nos dimos cuenta de que algo así pasara, pero eso explicaba las huellas de lodo que dejaron en el pasillo. Como pudieron salieron y, como dije, jamás volvieron a la casa. Ahora

hace más de 30 años y, cuando ocasionalmente los veo y burlón como siempre les pregunto

cuándo van a regresar a sacar el tesoro, se santiguan y a base de improperios reclaman me retire de su vista…

5.- UN FANTASMA VESTIDO DE CHARRO

Dicen que en la hacienda había algo –y hay–, pero no han sacado más que puro carbón –explica Ignacio Castillo–. Hace varios años yo alcancé a ver a un hombre vestido de charro; andaba todo de negro como de charro. Antes estaba abierto el portón y desde afuera una vez íbamos cuatro amigos y vimos a ese hombre vestido de charro ahí adentro de la hacienda (cuando estaba abandonada).

Nosotros creímos qu’era el que cuidaba la casa, pero no podía ser porqu’el que cuidaba antes ya se había muerto. Y cuantimás un charro elegante, pos no es pa’que anduviera cuidando una hacienda abandonada. Eso fue en la tarde y a mí y a los amigos como que nos dio cosa y no quisimos entrarle. Al día siguiente tres de nosotros nos metimos, pero primero tocamos pa’ ver si había alguien, y como nadie salió, entonces nos

metimos. Fuimos al punto donde habíamos visto al charro ese que le digo, y mire que ya estaba escarbado. Hallamos puros carbones regados por ahí.

Nosotros creemos que nadie ha sacado el tesoro que debe estar

en es’hacienda; dicen qu’es un tesoro muy grande. Lo que sí sabemos es que una vez encontraron los huesitos de un niño chiquito, pero los sacaron y los volvieron a enterrar ahí mismo en un cuartito. Ansina lo hicieron los que hallaron ese cadáver porque pa’no meterse en líos con la ley, mejor lo volvieron a enterrar.

6.- HISTORIA DE UN TESORO ESCONDIDO DURANTE

LA REVOLUCIÓN

(7)

La arqueóloga, Janis Rojas Gaytán, quien dedica su vida a excavar lugares antiguos en busca de la más valiosa de las riquezas: el conocimiento, dijo lo anterior y señaló que hasta donde sabe sólo en una ocasión la arqueología ha dado con un “tesoro” monetario enterrado. El hecho ocurrió en la calle de Mina, número 32, en el Centro Histórico, mientras Rojas Gaytán realizaba trabajos de salvamento por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con motivo de la construcción de una unidad habitacional de interés social.

Se trata de un lote de 3 mil 322 monedas de plata y cobre de diferentes denominaciones que de acuerdo con la Dirección de Salvamento

Arqueológico, fue enterrado durante la época de apogeo de la Revolución Mexicana, en el traspatio de la casa de un comerciante, dentro de una bolsa de lona y envuelto en hojas de un ejemplar del periódico El demócrata de 1914.

El lote incluye monedas de cobre de 50 centavos, y de plata de 10, 20, 50 centavos y un peso, entre las que se encuentran piezas conmemorativas de El Caballito.

La acuñación más vieja corresponde a 1896 y la más reciente a 1914. Junto con las monedas se identificaron restos de periódico y tela, al

parecer de una bolsa, así como una elevada corrosión de óxido en la tierra, misma que una vez analizada reforzó la posibilidad de la existencia de una

caja de metal deshecha con el tiempo.

Las monedas se

encontraron pegadas unas con otras y separadas por denominaciones, lo cual

indicó que fueron acomodadas de acuerdo con su valor monetario al momento de guardarse, posiblemente en una caja metálica.

Por medio del trabajo de restauración se recuperó la parte del periódico en que aparece su fecha de publicación, correspondiente al sábado 17 de octubre de 1914 y se hizo la investigación histórica. Con el dato de la fecha y la cronología de acuñación de las monedas, Janis Rojas concluyó que los objetos fueron enterrados muy probablemente durante el periodo revolucionario.

Pasada la Revolución Mexicana, el predio cambió de dueño y entre otros usos, durante los años 60 albergó sobre su suelo al salón de baile King Kong, sin que ningún bailarín aficionado sospechara que danzaba sobre tantas monedas de plata. Luego pasó a manos de un banco y finalmente a la compañía constructora que edificó la unidad habitacional.

De la misma manera que se reconstruyeron los hechos acerca del lote de monedas, se recupera la historia de eventos relevantes a partir de los objetos arqueológicos, únicas pruebas materiales de los acontecimientos del pasado. Janis Rojas dijo que este hallazgo viene a confirmar la importancia de que el Instituto intervenga en las construcciones de áreas de alto potencial arqueológico, ya que de no

ser así se corre el riesgo de saqueo y destrucción.

La arqueóloga comentó que actualmente el mayor daño por excavaciones no controladas motivadas por la búsqueda de fortunas

escondidas ocurre en el campo, donde se han generado leyendas en torno a la “olla del tesoro”.

“La gente cree que va a encontrar dinero y

(8)

destruye los contextos y los materiales, sino que ha generado una serie de historias distorsionadas; se dice, por ejemplo, que hay envidias y por eso el dinero se convierte en huesos, cuando en realidad se trata de entierros prehispánicos llevados a cabo en el interior de las ollas”.

Janis Rojas asegura que los hallazgos de dinero no son comunes; lo que se localiza son entierros, vasijas, casas habitacionales, pisos, basureros, incluso monedas antiguas pero en pequeñas cantidades, una o dos, y sin indicios de haber sido escondidas.

El arqueólogo Alberto López Wario, también de la Dirección de Salvamento Arqueológico, dijo que en el caso de que durante la búsqueda de un

supuesto “tesoro”, como durante la realización de alguna obra, resulte dañado el patrimonio, se aplica el capítulo VI de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, referente a las sanciones, preferentemente en el artículo 52, donde se especifica: “al que por cualquier medio dañe o destruya un monumento arqueológico, artístico e histórico, se le impondrá prisión de uno a diez años y multa hasta por el valor del daño causado”. Y el 54: “la graduación de las sanciones se hará tomando en cuenta la educación, las costumbres y la conducta del sujeto, sus condiciones

económicas y los motivos y circunstancias que lo impulsaron a delinquir”.

En lo que se refiere a la posesión de “tesoros”, la misma ley señala que todos los monumentos arqueológicos muebles e

inmuebles, es decir los producidos antes de la llegada de los españoles, son propiedad de la nación, inalienable e imprescriptible; en tanto que los monumentos históricos y artísticos se determinan de acuerdo con la ley citada por su valor estético.

El lote de monedas localizado en la calle de Mina es conservado en el Museo Nacional de Historia, en tanto que se trata de materiales

arqueológicos correspondientes a un momento importante en la historia de México y localizados en el contexto de una excavación controlada.

7.- EL VAMPIRO DE LA REVOLUCIÓN

Durante la revolución mexicana, era normal que las personas en los pueblos cercanos a la batallas descubrieran personas muer. o a punto de morir debido a las armas de usadas en la lucha, pero en algunas ocasiones aparecían cuerpo con pequeños orificios en el cuello y sin una gota de sangre.

Pronto las personas comenzaron a decir que aquellos eran víctimas de vampiros los cuales aprovechaban las batallas para cazar a

soldados débiles debido al cansancio o las heridas. Un capitán el cual pensaba que todo era obra de rumores para que sus soldados no pelaran debido al miedo, decidió cazar al causante de aquellas muertes. Una noche uno de los vigilantes lo llamo con urgencia, había descubierto lo que parecía jarrones con sangre. A la casa donde se encontraban los jarrones, decidieron esperar al dueño de la casa escondido entre los árboles, no paso mucho tiempo para que el dueño hiciera aparición, y para el asombro de todos, aquel ser llego volando, en ese momento muchos de los

hombres quisieron huir, pero no lo hicieron al escuchar la voz del capitán gritando disparen, en ese momento balas comenzaron a ser disparadas por todos lados, impactando aquel vampiro, el cual cayó luego le que una de ellas le atravesara el corazón.

(9)

La figura de Pancho Villa está rodeada de una «leyenda negra». Es un lugar común decir que Villa era cruel y bárbaro. Es cierto que tenía un carácter colérico y que no dudaba en ejecutar a sus enemigos, en particular a los «traidores» (ex-villistas que le eran desleales). Durante el enfrentamiento contra los carrancistas, Villa cometió muchos actos de barbarie (ejecuciones masivas, ahorcamientos con alambre y hasta llegó a ordenar prender fuego a algunos infelices). Sin embargo, muchas de las ejecuciones masivas de prisioneros "colorados" y federales durante la campaña contra Huerta fueron ordenadas a Villa por Venustiano Carranza. Al momento de rendirse en Sabinas (Durango), Villa dijo que estaba harto de matar y mostró al primero una carpeta que totalizaba, entre víctimas que había hecho en batallas y a quienes había matado personalmente, 43.000 personas.

Algunos estudiantes mexicano-estadounidenses afirman que en la

colección de cráneos de la sociedad Skull and Bones de Yale (EE. UU.), se encuentra la cabeza de Pancho Villa, robada el 5 de febrero de 1926 del cementerio de Parral, Chihuahua, y supuestamente vendida a dicha sociedad por Emil L. Holmdahl; versión a la cual se le agregan el robo del cuerpo por parte de militares de México, sin embargo se sabe que Pancho Villa al morir quería permanecer en Parral para lo cual antes de ser

asesinado, ordenó a sus aliados el cambio de tumba en el panteón, por la noche así se hizo y en la tumba donde habían sepultado a Villa metieron el cuerpo de una mujer que es la que decapitaron, para desdicha la tumba final se perdió con los años, actualmente se están analizando por

exámenes de ADN entre su hija radicada en Parral y los posibles lugares adonde sus aliados habrían llevado el cuerpo.

Dichos estudiantes exigen a George Bush que devuelva la cabeza de Villa. Sin embargo, aunque el cráneo fue efectivamente robado, se desconoce su paradero.

Según gente que lo conoció se sabe que tenía la costumbre de dormir en dos o tres lugares diferentes la misma noche para no ser sorprendido, se disfrazaba en ocasiones de mujer y huía del enemigo. También se sabe

por gente que herraba los caballos de Villa que bajo órdenes de éste, se le ponían las herraduras al revés a los caballos, de tal forma que al andar las huellas quedaran al revés y quien siguiera su rastro lo hiciera en sentido contrario; es por esto y muchas cosas más que su captura fue imposible para los estadounidenses, hasta que ya retirado y sin cuidarse de no ser visto, su automóvil fue acribillado con 46 disparos recibiendo él algunos fatales. Villa solía comentar que tenía

tres grandes vicios, los buenos caballos, los gallos valientes y las mujeres bonitas. No se sabe con certeza cuántas mujeres tuvo, pero sí se sabe que se casó por la ley aproximadamente 75 veces. Al final, sólo siete

reclamaron ser sus legítimas esposas:

* Luz Corral * Juana Torres * Pilar Escalona * Asunción B. * Austreberta Rentería * María Amalia Baca * Manuela Casas * Soledad Seáñez y * Maria Anaya.

(10)

una libertad de culto casi total, se desplegó una política agraria cuyo propósito sería distribuir la tierra creándola en pequeñas unidades.

9.- LAS MUJERES DE EMILIANO ZAPATA.

LEYENDA REVOLUCIONARIA.

Por los campos de Morelos Se escucha cantar al viento. Un canto que no envejece, Un canto que se hace eterno; Emiliano está en los cerros, Emiliano no se ha muerto.

Fragmento del corrido a Zapata, de Paco Chanona

Es innegable que Emiliano Zapata fue un hombre guapo, carismático, interesante y, según la leyenda, sumamente mujeriego, aunque parecer ser que siempre regresaba a su primer amor: doña Inesita. Emiliano nació en Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879, y murió, cruelmente asesinado, en Chinameca un 10 de abril de 1919. Nació en una familia campesina; su padre se llamaba don Gabriel Zapata y su madre doña Cleofás Salazar. Este hombre, el más importante de los caudillos de la Revolución Mexicana que estuvo al mando del glorioso Ejército Libertador del Sur, de niño fue educado por un viejo profesor, ex soldado juarista, de nombre Emilio Vera. De muy joven trabajó como labrador y arriero, para poco después ser llevado a la fuerza por la leva, por haber raptado a la muchachita: Inés Alfaro Aguilar. En 1910, se encontraba en el 9° Regimiento de Caballería en la ciudad de Cuernavaca, Mor., como caballerango del jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz, don Pablo Escandón. Más adelante pasó a servir a Ignacio de la Torre, yerno del tirano Díaz.

En 1909, Emiliano fue elegido calpuleque, jefe, de la junta que defendía las tierras de Anenecuilco, cargo que le permitió estudiar los documentos que acreditaban el derecho de los pueblos de la comarca a las tierras de la zona, y que la Ley Lerdo, promulgada por Ignacio Comonfot, había negado y rechazado. Desde entonces, se convirtió en líder agrarista pro defensa

de los derechos de los campesinos a la tierra: “Tierra y Libertad” fue su lema. El 10 de marzo de 1911, tras una plática de Pablo Torres Burgos con Francisco I. Madero, en los Estados Unidos, Emiliano tomó las armas junto con otros 72 campesinos, bajo la

proclama el Plan de San Luis. Emiliano acababa de entrar de lleno en la Revolución.

Emiliano Zapata tuvo nueve

"esposas". La primera fue Inés Alfaro Aguilar con la que procreó a

Guadalupe, Nicolás, nacido en la Villa de Ayala, Morelos el 6 de diciembre de 1904 y fallecido el 17 de agosto de 1979 en la ciudad de México; Juan, Ponciano, y María Elena, de los que se ignoran los datos de su nacimiento y muerte. Inés fue una joven morena, dulce, resignada, que siempre perdonó a Emiliano sus infidelidades con otras mujeres, no en vano era mujer de la época y campesina de nacimiento.

La segunda mujer de don Emiliano se llamó Josefa Espejo Sánchez (foto),

(11)

en el hogar hasta que la “niña” Josefa conoció y se enamoró de Zapata. El padre no aceptaba el romance de su hija con un gañán desprovisto de dinero y de clase social inadecuada; además de ser contrario a don Porfirio Díaz. Según afirman varios testimonio, el padre amonestaba a Josefa con estas palabras: -¡Emiliano no te conviene; es un verdadero barrendero, jugador, mujeriego que no tiene ni burro que montar! Pero nada pudo detener el amor de la pareja, y valiéndose de mil excusas lograban

cartearse con la complicidad de un amigo del caudillo. Cuando la chica iba a lavar vasijas en el agua del apantle de los Tomases, Emiliano,

acompañado de tal amigo, colocaba una carta en el sombrero el cual dejaba caer al agua, para que su amada pudiese recogerlo unos metros más adelante y apoderarse de la misiva. O bien, por la noche Emiliano silbaba y ponía a su caballo a correr a todo galope, así Josefa se enteraba que al día siguiente debía recoger un mensaje bajo una piedra del tecorral, el muro pequeño de rocas apiladas, que sólo ellos conocían.

Las condiciones del noviazgo mejoraron cuando la familia se trasladó a la Villa de Ayala en el año de 1909. Entonces Emiliano llegó al atrevimiento de llevarle serenata a su novia. Cuando murió don Fidencio, el padre de Inés, los novios clandestinos se casaron en el mes de agosto de 1911 en la Parroquia de San José de la Villa de Ayala. El vestido de novia lo diseño la señora Olaya Naranjo de San Pedro Apatlaco, y el fotógrafo fue el señor Salvador Medina. Ni que decir tiene que la boda llevó al rompimiento con las familias porfiristas de la región, quienes nunca perdonaron a los Espejo el haber emparentado con un revolucionario de “mala muerte”. Los

padrinos de la boda fueron Francisco I. Madero y su esposa Sara Pérez de Madero, quienes obsequiaron a Josefa con un camafeo de oro y coral, y aretes a juego. El banquete de bodas consistió en frijoles y arroz, y estuvo amenizado con bandas de música de viento. Según cuenta la leyenda, Emiliano pidió a Josefa que no usara el vestido de novia que era un tanto cuanto lujoso, y que en su lugar se pusiese un vestido de percal de los usados por las campesinas. Del matrimonio nacieron Felipe, el

primogénito, fallecido a los tres años a causa de la mordida de una víbora del cascabel en el cerro del Jilguero, cuando sus padres, por razones políticas, se ocultaban en él. La segunda hija se llamó Josefa, quien nació

en Tlaltizapán, y murió a causa de la picadura de alacrán. Josefa perdió a sus dos hijos y siempre vivió en un continuo temor de ser asesinada en manos de Victoriano Huerta, el presidente golpista, o por Venustiano Carranza, quien en su afán de dañar al Caudillo del Sur, hizo presas a la madre de Josefa, doña Guadalupe Sánchez, y a sus hermanas Félix, Juana e Ignacia; así como a su sobrino Ángel, y a su tía Gabriela Espejo.

Al morir Zapata, Josefa fue conocida como La Generala, quien encontró la muerte el 8 de agosto de 1968, en su casa de la Villa de Ayala. Fue la única esposa legal de Emiliano Zapata, reconocida oficialmente el 1° de diciembre de 1934 por el general lázaro Cárdenas del Río en su protesta como presidente de la República.

A más de Josefa, el enamoradizo Emiliano Zapata, tuvo amoríos con Margarita Sáenz Ugalde (Yautepec, Mor. 1899-México, 1974), Petra Portillo Torres, María de Jesús Pérez Caballero, Georgina Piñeiro,

Gregoria Zúñiga, Matilde Vázquez, y Luz Zúñiga, con quien no tuvo hijos. Zapata tuvo en total 16 hijos habidos de sus famosos y legendarios amoríos.

10.- MITOS,

LEYENDAS Y

RUMORES EN

TORNO A LA

REVOLUCIÓN

Francisco I. Madero con Victoriano Huerta en el

palco central de Palacio Nacional. Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y un grupo de colaboradores. En la parte superior (óvalo) Toribio Ortega, primero en enfrentar a Porfirio Díaz en 1910.

¿Es cierto que Madero se comunicaba con los muertos?

(12)

en los últimos años del siglo XIX era mucho más que la pretensión de comunicarse con los espíritus de los muertos. Esta creencia muy extendida en el México de principios del siglo XX significaba la posibilidad mejorar la vida terrena a partir de las enseñanzas recibidas desde un plano de existencia más “puro”.

Madero, interesado en el espiritismo desde muy joven, aseguraba tener aptitudes de médium escribiente, es decir, poseía la capacidad de entrar en trance para escribir los mensajes que los espíritus desearan transmitir. De hecho, se conservan varias libretas con sus “apuntes espíritas”, que plantean el contacto del hacendado coahuilense con los espíritus de un hermano suyo, muerto en la infancia, de un personaje que firmaba como “José” y uno más, cuyas iniciales eran “B.J.”, quienes durante años lo alentaron a purificar su vida y después a asumir la alta misión que se le tenía deparada: primero, escribir La Sucesión Presidencial en 1910, que detonó su carrera política y después, entrar de lleno a combatir el régimen porfirista.

Aunque el espiritismo era cosa común en aquellos años, para muchos era una extravagancia e incluso una locura. Por eso, cuando las creencias de Madero fueron del conocimiento masivo, algunos periódicos no vacilaron en ridiculizarlo y criticarlo: “Era antirreeleccionista y resultó espiritista”, llegaron a publicar.

¿La Revolución comenzó el 18 de noviembre de 1910, con el enfrentamiento entre antirreeleccionistas y la policía poblana, que le costó la vida a Aquiles Serdán?

Si se entiende por “Revolución” el levantamiento armado… no. Hubo quien se rebeló antes que Serdán. El Plan de San Luis, escrito por Madero y sus colaboradores cercanos, disponía que la insurrección nacional debía comenzar el 20 de noviembre de 1910, a las 6 de la tarde, y aquellas poblaciones muy alejadas de las principales vías de comunicación deberían rebelarse un día antes. El Plan debía circular con discreción, entre los seguidores de probada lealtad, hasta el 15 de noviembre, y después, progresivamente hacerse del conocimiento de toda la población.

Era inevitable que un proyecto así llegara a los oídos de las autoridades porfiristas. Eso fue lo que ocurrió en Puebla: el día 17, el gobierno del estado supo de la inminente rebelión y dispuso aprehender, a la mañana siguiente, a los antirreeleccionistas revoltosos. Pero Aquiles Serdán, líder local, fue alertado: pretendió adelantar el levantamiento, pero le faltó tiempo. La mañana del día 18, treinta policías sitiaron la casa de los Serdán y se traban en combate con los antirreeleccionistas. Aquiles Serdán morirá ese mismo día, sin saber que, cuatro días antes, en Ojinaga, Chihuahua, el antirreeleccionista Toribio Ortega, leal a Madero y al líder chihuahuense Abraham González, se lanzó a la lucha antes de lo establecido, para eludir a las autoridades que ya estrechaban el círculo de vigilancia sobre él.

¿Hubo un presidente de México que gobernó el país durante 45 minutos?

Efectivamente. La gestión del presidente Pedro Lascurain Paredes (1856-1952) apenas duró tres cuartos de hora, tiempo más que suficiente para nombrar a Victoriano Huerta secretario de Gobernación y allanarle el camino legal, que no correcto, a la presidencia de la República.

Lascurain, abogado y empresario, había sido miembro del ayuntamiento y, en dos ocasiones, secretario de Relaciones Exteriores de Madero. Estaba en su segunda gestión, desde enero de 1913, cuando estalló el cuartelazo contra el presidente. Forzados a renunciar Madero y el vicepresidente Pino Suárez, la presidencia recayó, de acuerdo con la Constitución de 1857, en el canciller, es decir, Lascuráin, quien, por cierto, fue el encargado de llevar al Congreso las renuncias que lo convertían en mandatario. Al nombrar a Huerta secretario de Gobernación, y a falta de un canciller, el militar se convirtió, legalmente, en presidente. Sobre Lascurain, el dramaturgo Flavio González Mello escribió Lascurain o la brevedad del poder, actualmente en cartelera, donde esos tres cuartos de hora se convierten en una metáfora de las tentaciones del poder.

¿A quién le debió Victoriano Huerta la posibilidad de hacer carrera militar?

(13)

Benito Juárez, en demanda de apoyo para poder emprender su carrera militar, manifestándole “el deseo vehemente que he tenido desde mi infancia, de tomar la carrera de las armas y suplicarle me admita como su hijo, para entrar por su conducto al instituto militar”. Sin influencias, se acogía a la generosidad que el pueblo esperaba del presidente. "Soy hijo del pueblo", alegaba. "No tengo influencia, usted es el único apoyo que tengo en mi empresa.

Juárez no defraudó a Huerta. Al calce de esta carta, el presidente

oaxaqueño, que probablemente vio en el muchacho al indito pobre que él mismo había sido, anotó: “Que ya lo recomiendo al Ministro de la Guerra a quien debe ocurrir [acudir]”. Huerta, por su parte, destacó en matemáticas y astronomía durante sus estudios en el Colegio Militar, y se convirtió en el oficial que quería ser.

¿Es verdad que los restos de Francisco Villa no están en el monumento a la Revolución?

Los restos de Villa fueron objeto de profanación y de numerosas

especulaciones. Asesinado el Centauro del Norte en Hidalgo del Parral, Chihuahua, en julio de 1923, el gobernador del estado se opuso al traslado del cuerpo del caudillo a la tumba que tenía prevenida en la capital del estado, de modo que se le enterró en el cementerio local, en la fosa 632. Tres años más tarde, la tumba fue profanada y el cadáver decapitado. Una versión de la historia atribuye el hecho al coronel Francisco Durazo,

esperanzado en cobrar los 50 mil dólares que en Estados Unidos se ofrecían, según un volante, por la cabeza de Villa.

La leyenda se extendió. Se aseguró que una de las viudas de Villa, Austreberta Rentería, para evitar nuevas profanaciones del cadáver, lo trasladó, en secreto, a otra tumba en el mismo cementerio.

Cuando en noviembre de 1976 se publicó el decreto que ordenaba el traslado de los restos de Villa al monumento de la Revolución, en la ciudad de México, nadie recordó los rumores del cambio de tumbas, y la versión complementaria según la cual el cuerpo de una mujer, fallecida a causa de

cáncer, habría ocupado la primera tumba del caudillo, para ocultar el cambio de sepulcros. Los rumores persistieron. Se aseguró que, en la exhumación de 1976, se encontraron botones de carey y un rosario; algún médico local y un reportero, señalaron que el hueso sacro que extraían de la fosa pertenecía a una mujer.

Ninguna de estas versiones rebasa el nivel de mera leyenda. El gobierno federal trasladó al monumento de la revolución los restos de la fosa 632 del panteón de Hidalgo del Parral, sin cuestionamientos, actitud que mantuvieron estudiosos del tema, como el historiador Friederich Katz, el más importante biógrafo de.Villa.

¿Fue Emiliano Zapata quien murió en Chinameca y no un doble?

Alrededor de la muerte de Zapata se tejieron numerosas leyendas, muchas de ellas defendidas por sus antiguos seguidores. Apenas sepultado el caudillo, comenzaron las habladurías: que si el muerto estaba más gordo que Emiliano, que si tenía los dedos enteros y Zapata había perdido un meñique en una charreada, que el cadáver no tenía el lunar “en forma de manita" del líder morelense. Se aseguró que, desconfiado, Zapata no habría entrado a Chinameca; había mandado a un compadre que se le parecía, había escapado de la muerte. Y, ¿entonces, en donde andaba Miliano? Las versiones se disparan en este punto. Todas coinciden en que se retiró “a la vida privada”, pero, mientras algunos testimonios de

(14)

¿Es cierto que Zapata fue homosexual?

Nada hay, en los elementos biográficos del caudillo morelense, que sugiera tal posibilidad. Más bien, tuvo en vida una amplia fama de

enamoradizo y afortunado con las mujeres. El rumor, aparecido más bien en el pasado reciente, parece tener origen en el vínculo laboral que tuvo Zapata con Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz. Zapata trabajó como caballerango al servicio de este rico hacendado, de quien era conocida su homosexualidad (incluso, había participado en la célebre fiesta de “los 41”). De la Torre, es sabido, cobró especial estima a Zapata a causa de su destreza para el manejo de los caballos.

¿Qué hay de cierto sobre la memoria fotográfica y el sentido del humor de Álvaro Obregón?

El “Manco de Celaya” —que por cierto, no perdió el brazo en Celaya— era, efectivamente dueño de un gran sentido del humor, que, sumado a su memoria prodigiosa, le movían a hacer bromas pesadas, como acusar de plagio, entre risas, a los poetas que le llevaban obras recién escritas y que, para su asombro, presenciaban como el militar sonorense repetía, palabra por palabra, el soneto o el madrigal. Generalmente ingenioso y de gran inventiva, Obregón narraba, risueño, cómo, en pleno campo de batalla, sus ayudantes de campo recuperaron su brazo derecho, arrancado por la metralla. Al lanzar al aire una moneda de oro, “como un pájaro”, de entre unos matorrales, el brazo saltó y atrapó la carnada. Aunque la historia es imposible, el brazo de Obregón permaneció durante décadas en el monumento al caudillo, hasta que los descendientes del general pidieron retirarlo e incinerarlo. Hoy día, algún ingenioso tituló “échale la mano a Obregón” a una campaña de apoyo social en la delegación que lleva el nombre del militar sonorense.

¿Es cierto que Álvaro Obregón tuvo un mal presagio la noche anterior a su asesinato? ¿Quién planeó su muerte?

El anecdotario surgido a partir del “culto cívico” que algunos seguidores del general sonorense mantuvieron durante años, consigna que una noche antes del banquete donde sería asesinado, uno de los perros del general aullaba desesperadamente. Exasperado, Obregón mandó lo alimentaran con carne fresca, pero ni así lograron acallar al animal. El general manco,

que, inusualmente, estaba pensativo y sombrío desde que dejara, unos días antes, sus tierras sonorenses, solamente musitó: “ese perro quiere sangre, mi sangre”. Era un mal presentimiento. Al día siguiente lo mató el joven católico José de León Toral, y aunque fue razonablemente probado que Toral actuó solo, influenciado por la conversación y la autoridad moral de la monja Concepción Acevedo de la Llata, la “Madre Conchita”, jamás se disiparon por completo las historias sobre la autoría intelectual de Plutarco Elías Calles, poco dispuesto a dejarle la presidencia, de nueva cuenta, a Obregón. La idea del complot político se reforzó cuando, años después, se publicó un croquis de la autopsia de Obregón y se vieron más de una docena de orificios de bala. Se habló de por lo menos seis

tiradores. El problema es que, en los años treinta del siglo XX, a nadie se le ocurrió que en un cadáver baleado suele haber orificios de entrada y de salida de los proyectiles. Y, de todas maneras, Obregón no iba a vivir mucho más. Durante la autopsia, su médico se percató de que el corazón del general, esclerótico, lo hacía candidato al infarto “en un plazo más o menos breve”.

FUENTES DE CONSULTA

http://www.mitos-mexicanos.com/leyendas-mexicanas-varias/qla-adelitaq-leyenda-revolucionaria.html

http://foros.elsiglodetorreon.com.mx/cultura/440574-mitos+y+leyendas+de+pancho+villa.html

https://adameleyendas.wordpress.com/tag/leyendas-de-la-revolucion-mexicana/

http://www.mexicolindoyquerido.com.mx/mexico/index.php?option=com_co

ntent&view=article&id=1946:la-leyedenda-de-el-muerto-que-regreso&catid=193:mitos-y-leyendas-mexicanos&Itemid=70

Referencias

Documento similar

"No porque las dos, que vinieron de Valencia, no merecieran ese favor, pues eran entrambas de tan grande espíritu […] La razón porque no vió Coronas para ellas, sería

que hasta que llegue el tiempo en que su regia planta ; | pise el hispano suelo... que hasta que el

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

En este documento se presenta el diseño y caracterización de dispositivos de banda ancha para frecuencias milimétricas específicos para su utilización en los receptores; el

Sanz (Universidad Carlos III-IUNE): "El papel de las fuentes de datos en los ranking nacionales de universidades".. Reuniones científicas 75 Los días 12 y 13 de noviembre

(Banco de España) Mancebo, Pascual (U. de Alicante) Marco, Mariluz (U. de València) Marhuenda, Francisco (U. de Alicante) Marhuenda, Joaquín (U. de Alicante) Marquerie,

El tercero tiene notas bajas pero la mayor es estadística, una de las temáticas trabajadas de forma más mecánica, asimismo el último arquetipo muestra que, aun con notas buenas,

Ciaurriz quien, durante su primer arlo de estancia en Loyola 40 , catalogó sus fondos siguiendo la división previa a la que nos hemos referido; y si esta labor fue de