• No se han encontrado resultados

CONSIDERACIONES SOBRE EL DESEO EN PSICOANÁLISIS

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2021

Share "CONSIDERACIONES SOBRE EL DESEO EN PSICOANÁLISIS"

Copied!
9
0
0

Texto completo

(1)

Universidad de Buenos Aires Facultad de Psicología

Psicología Evolutiva Adolescencia. Cátedra 1- José Barrionuevo

CONSIDERACIONES SOBRE EL DESEO

EN PSICOANÁLISIS

Referencias en las obras de Freud, S. y de Lacan, J.

(2)

Consideraciones sobre deseo en la obra de Freud:

En la correspondencia con Fliess:

“Los restos de las dos variedades de vivencia [de satisfacción y de dolor]

que hemos tratado, son los afectos y los estados de deseo; común a ambos es contener una elevación de la tensión Qn en psi, en el caso del afecto por desprendimiento repentino, en el del deseo por sumación”. (Freud, S. (1950

[1892-1899]). Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Bs. As.: Amorrortu Editores. 1994. Vol I. pag. 366/67)

En “La interpretación de los sueños”:

“Ahora podemos preguntar de dónde proviene en cada caso el deseo que

se realiza en el sueño. Pero, ¿a qué oposición o a qué diversidad referimos este “de dónde”? A mi juicio, a la oposición entre la vida diurna devenida conciente y una actividad psíquica que permanece inconciente y que sólo puede hacerse notable durante la noche. Hallo tres posibilidades para la génesis de un deseo: 1) Puede haberse excitado durante el día sin obtener satisfacción a causa de condiciones exteriores; así queda pendiente para la noche un deseo admitido y no tramitado. 2) Puede haber emergido de día, pero topándose con una desestimación; queda pendiente, pues, un deseo no tramitado pero que fue sofocado. 3) Puede carecer de relación con la vida diurna y contarse entre aquellos deseos que sólo de noche se ponen en movimiento en nosotros desde lo sofocado. Si ahora recurrimos a nuestro esquema del aparato psíquico, localizamos un deseo de la primera clase en el sistema Prcc; del deseo de la segunda clase suponemos que fue esforzado hacia atrás [zurückkdrängen], del sistema Prcc al Icc, y si es que se ha conservado, lo ha hecho sólo ahí; y de la

moción de deseo de la tercera clase creemos que es de todo punto incapaz de

trasponer el sistema del Icc. Ahora bien, ¿tienen los deseos de estas diversas fuentes la misma significatividad para el sueño, el mismo poder de incitar un sueño?

“Una revisión de los sueños de que disponemos para responder a esta

pregunta nos indica, primero, que hemos de agregar como cuarta fuente del

deseo del sueño las mociones de deseo actuales, que se despiertan durante la

(3)

“…que en todos los sueños sometidos a la desfiguración el deseo proviene

del inconciente y no pudo percibirse durante el día, lo sabemos como resultado

de innumerables análisis.

“Los sueños infantiles, es cierto, no nos dejan duda alguna de que un

deseo no tramitado durante el día puede ser el excitador del sueño… Pero en

general, creo yo, en el adulto el deseo que quedó pendiente de cumplimiento durante el día no basta para crear un sueño. Concedo de buen grado que la

moción de deseo que proviene de lo conciente habrá de contribuir a incitar el

sueño, pero probablemente nada más. El sueño no se engendraría si el deseo preconciente no supiese ganarse un refuerzo de otra parte.

“¿De dónde? Del inconciente. Me imagino las cosas así: el deseo

conciente sólo deviene excitador de un sueño si logra despertar otro deseo

paralelo, inconciente, mediante el cual se refuerza. A estos deseos inconcientes los considero, …siempre alertas, dispuestos en todo momento a procurarse expresión cuando se les ofrece la oportunidad de aliarse con una moción de lo conciente y de trasferir su mayor intensidad a la menor intensidad de esta… ”.

(Freud, S.: (1900) “La interpretación de los sueños”, segunda parte. Bs. As.: Amorrortu Ediciones. Vol. V. 2001, cap. 7. pag. 543-546)

Indestructibilidad de los deseos inconcientes:

“Estos deseos siempre alertas, por así decir inmortales, de nuestro

inconciente, que recuerdan a los titanes de la saga sepultados desde los tiempos primordiales bajo las pesadas masas rocosas que una vez les arrojaron los dioses triunfantes, y que todavía ahora, de tiempo en tiempo, son sacudidas por las convulsiones de sus miembros; estos deseos que se encuentran en estado de

represión, decía, son ellos mismos de procedencia infantil… El deseo que se figura en el sueño tiene que ser un deseo infantil. Por tanto, en el adulto

proviene del Icc; en el niño, en quien la separación y la censura entre Prcc e Icc todavía no existen o sólo están constituyéndose poco a poco, es un deseo incumplido, no reprimido de la vida de vigilia…” (ant. cit. pag. 546)

Mociones de deseo de la vida conciente y mociones de pensamiento en los sueños de los adultos:

“A las mociones de deseo que restan de la vida conciente de vigilia les

asigno, entonces, un papel secundario en la formación del sueño…”

“El pensamiento diurno, que en sí no era un deseo, sino al contrario una

preocupación… tuvo que procurarse por algún camino el anudamiento con un

(4)

convenientemente modificado, “nacer” para la conciencia.” (ant. cit. pag. 546 y

548)

Relación deseo inconciente - restos diurnos (deseos o mociones psíquicas de cualquier índole o impresiones recientes):

“Es muy posible que un pensamiento onírico desempeñe para el sueño el

papel del empresario; pero el empresario que, como suele decirse, tiene la idea y el empuje para ponerla en práctica, nada puede hacer sin capital; necesita de un capitalista que le costee el gasto, y este capitalista, que aporta el gasto psíquico para el sueño, es en todos los casos e inevitablemente, cualquiera que sea el pensamiento diurno, un deseo que procede del inconciente.” (ant. cit. pag. 553) Esquema del aparato psíquico. Vivencia de satisfacción y deseo:

“…el aparato obedeció primero al afán de mantenerse en lo posible exento de estímulos1, y por eso en su primera construcción adoptó el esquema del aparato reflejo que le permitía descargar enseguida, por vías motrices, una excitación sensible que le llegaba desde fuera. Pero el apremio de la vida perturba esta simple función; a él debe el aparato también el envión para su constitución ulterior. El apremio de la vida lo asedia primero en la forma de las grandes necesidades corporales. La excitación impuesta [setzen] por la necesidad interior buscará un drenaje en la motilidad que puede designarse “alteración interna” o “expresión emocional”. El niño hambriento llorará o pataleará inerme. Pero la situación se mantendrá inmutable, pues la excitación que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentánea, sino a una que actúa continuadamente. Sólo puede sobrevenir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño, por el cuidado ajeno) se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estímulo interno. Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido se suscitará una moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera. Una moción de esta índole es

lo que llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo, y el camino más corto para este es el que lleva desde la excitación

producida por la necesidad hasta la investidura plena de la percepción. Nada nos impide suponer un estado primitivo del aparato psíquico en que ese camino se

1 El llamado “principio de constancia”.

(5)

transitaba realmente de esa manera, y por tanto el desear terminaba en un alucinar. Esta primera actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad perceptiva2, o sea, a repetir aquella percepción que está enlazada con la satisfacción de la necesidad.” (ant. cit. pag. 557-558)

Identidad de pensamiento. Proceso secundario:

“Una amarga experiencia vital tiene que haber modificado esta primitiva

actividad de pensamiento en otra, secundaria, más acorde al fin [más adecuada]… La satisfacción no sobreviene, la necesidad perdura… toda la compleja actividad de pensamiento que se urde desde la imagen mnémica hasta el establecimiento de la identidad perceptiva por obra del mundo exterior no es otra cosa que un rodeo para el cumplimiento de deseo, rodeo que la experiencia ha hecho necesario. Por tanto, el pensar no es sino el sustituto del deseo alucinatorio, y en el acto se vuelve evidente que el sueño es un cumplimiento de deseo, puesto que solamente un deseo puede impulsar a trabajar a nuestro aparato anímico. El sueño, que cumple sus deseos por el corto camino regrediente, no ha hechos sino conservarnos un testimonio del modo de trabajo primario de nuestro aparato psíquico, que se abandonó por inadecuado. Parece confinado a la vida nocturna lo que una vez, cuando la vida psíquica era todavía joven y defectuosa, dominó en la vigilia…” (ant. cit. pag. 558-559)

Deseo y cultura:

“… hemos tomado noticia de dos diversos orígenes del sentimiento de

culpa: la angustia frente a la autoridad y, más tarde, la angustia frente al superyó. La primera compele a renunciar a satisfacciones pulsionales; la segunda esfuerza, además, a la punición, puesto que no se puede ocultar ante el superyó la

persistencia de los deseos prohibidos”… “… en el caso de la angustia frente al superyó. Aquí la renuncia de lo pulsional no es suficiente, pues el deseo persiste y no puede esconderse ante el superyó” (Freud, S. (1930). El malestar en la

cultura. Bs. As.: Amorortu editores. Vol XXI. pag 123).

(6)

Consideraciones sobre deseo en la obra de Lacan:

El deseo como defensa:

Lacan (1958/59), por su parte, considerando los procesos defensivos dice que éstos serían defensa contra algo, para concluir que ese algo no es otra cosa que el deseo cuya energía es la libido. Este deseo libidinal marcaría la dependencia del niño, y del adolescente, podríamos agregar, de los significantes que lo constituyen.

“…se defiende de su deseo”. “… el deseo es una defensa (défense), una

prohibición (défense) que veda ir más allá de cierto límite de goce” (Lacan, J.

Escritos I. Siglo Veintiuno editores. 1980. pag. 322)

“Desear involucra una fase defensiva que lo hace idéntico a no querer

desear”. (Lacan, J. (1964). Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del

psicoanálisis. Editorial Paidós. 1987. pag. 235) Deseo no es instinto:

“Si la relación del deseo con el objeto no fuera problemática no habría tema para tratar en el análisis. Los hombres, como los animales, se dirigirían a su

objeto, y no le darían rodeos a éste. […] es decir, el hombre goza de desear, de

ahí la necesidad de mantener el deseo insatisfecho.” En “El significante, la barra

y el falo”, Lacan sostiene que el deseo es excéntrico a la satisfacción.

Deseo - deseo del Otro:

“La metonimia es… ese efecto hecho posible por la circunstancia de que no

hay ninguna significación que no remita a otra significación, y donde se produce su más común denominador, a saber la poquedad de sentido (comúnmente confundida con lo insignificante), la poquedad de sentido, digo, que se manifiesta en el fundamento del deseo…”. “… el deseo es la metonimia de la falta en ser

” (Lacan, J. (1958) La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos I. Siglo Veintiuno editores. 1978 pag. 254)

“El deseo humano es el deseo del Otro” (Lacan, J. (1964). Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Bs. As. Editorial Paidós. 1987. pag. 235)

(7)

“Qué viene Freud a articular para nosotros al nivel del sueño, nos

asombraremos por lo que suelta, si puedo decir, para indicar cierto perfil de vigilia del sujeto en el dormir. Si hubiese algo que caracteriza esta falta del Otro que designo como fundamental de la alienación, si el Je no es nada más que la opacidad de la estructura lógica, si la intransparencia de la verdad da el estilo del descubrimiento freudiano, no es extraño verlo decir que tal sueño que contradice su teoría del deseo no significa más que el deseo de contrariarlo. No es

suficiente a la vez para mostrar la justeza de esta fórmula la que artículo que el

deseo es el deseo del Otro, mostrar en qué suspenso el estatuto del deseo es

dejado si el Otro no existe.

“No hay ocasión de que el deseo sea satisfecho” (Lacan, J. (1966).

Seminario 14: La lógica del fantasma. Bs. As.: Publicación E. F. B. A. 2003). Deseo – demanda - lenguaje:

"Que el falo sea un significante es algo que impone que sea en el lugar del

Otro donde el sujeto tenga acceso a él. Pero como ese significante no está allí sino velado y como razón del deseo del Otro, es ese deseo del Otro como tal lo que al sujeto se le impone reconocer, es decir el otro en cuanto que es él mismo sujeto dividido de la Spaltung significante". (Lacan, J. (1958) La significación del

falo. Escritos I. Siglo Veintiuno editores. 1978, pag 287)

“Es de la demanda que surge el deseo, por eso el deseo en el inconciente

está estructurado como un lenguaje…” (Lacan, J. (1966). Seminario 14: La lógica del fantasma. Bs. As.: Publicación E. F. B. A. 2003)

“El deseo se esboza en el margen donde la demanda se desgarra de la

necesidad: margen que es el que la demanda, cuyo llamado no puede ser incondicional sino dirigido al Otro, abre bajo la forma de la falta posible que puede aportarle la necesidad por no tener satisfacción universal (lo que suele llamarse: angustia)”. (Lacan, J. (1960). Subversión del sujeto y dialéctica del

deseo en el inconciente freudiano. Escritos I. Siglo Veintiuno editores. 1978, pag. 325)

“La castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado, para

que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo”. (Lacan, J.

(1960). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconciente freudiano. Escritos I. Siglo Veintiuno editores. 1978, pag. 338)

“Pero Freud nos revela que es gracias al Nombre del Padre como el

hombre no permanece atado al servicio sexual de la madre, que la agresión contra el Padre está en el principio de la Ley que está al servicio del deseo que ella

(8)

instituye por la prohibición del incesto”. (Lacan, J. (1964). Del Trieb de Freud y del

deseo del psicoanalista. Escritos II. Siglo Veintiuno editores. 1980, pag. 831) “Es pues más bien el asumir la castración lo que crea la carencia con que

se instituye el deseo. El deseo es deseo de deseo, deseo del Otro, hemos dicho, o sea sometido a la Ley”. (ant. cit, pag. 831)

“El Otro concierne a mi en la medida de lo que le falta. Es en el plano de lo

que le falta sin que él lo sepa donde estoy concernido del modo que más se impone, porque para mí no hay otra vía para encontrar lo que me falta en tanto

objeto de mi deseo”. (Lacan, J. (1962) Seminario 10. La angustia. Bs. As.:

Editorial Paidós. 2006. pag. 32)

“Digo, pues, que este deseo en tanto que su imagen-soporte es el

equivalente del deseo del Otro”… “Este Otro está connotado ahí como A

tachado porque es el Otro en el punto que se caracteriza como falta” (ant cit. pag. 34)

(9)

Referencias

Documento similar

Tras establecer un programa de trabajo (en el que se fijaban pre- visiones para las reuniones que se pretendían celebrar los posteriores 10 de julio —actual papel de los

Por PEDRO A. EUROPEIZACIÓN DEL DERECHO PRIVADO. Re- laciones entre el Derecho privado y el ordenamiento comunitario. Ca- racterización del Derecho privado comunitario. A) Mecanismos

Desde esta perspectiva de análisis, el problema del abandono o la deserción en el ingreso a la universidad, no estará delimitado por lo que los estudiantes puedan o

En el capítulo de desventajas o posibles inconvenientes que ofrece la forma del Organismo autónomo figura la rigidez de su régimen jurídico, absorbentemente de Derecho público por

95 Los derechos de la personalidad siempre han estado en la mesa de debate, por la naturaleza de éstos. A este respecto se dice que “el hecho de ser catalogados como bienes de

Hablar de «rendimiento» en la enseñanza resulta tan ambiguo como referirse al «fra- caso escolar», término habitualmente contrapuesto al anterior. Sin embargo, será preciso

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

Entre nosotros anda un escritor de cosas de filología, paisano de Costa, que no deja de tener ingenio y garbo; pero cuyas obras tienen de todo menos de ciencia, y aun