AÉÎO IV. de de 1S60. xVUVI. lOl.
LA
VETERINARIA
ESPAÑOLA.
ICONTIKIIACION !)K
El. EcO
üe I.AVeTEEINAIII a]
.PRECIOS DE SUSCRICION. Alperiódico yá les olir.isenM.idrid,un mes0 rs.;tres meses en
provincias
)8
rs.(ó
42
rclU
s delframineo); unañoen Ultramar90rs. y10Ò
porotroenelextranjero. A
unasola
publicación, los dos
tercios de
precio
señrdndo
encada piintii.Soloseadmiten sellos de lospueblosenque no haygiro.
PÜ.VTOSY MEDIOS DESUSCRICIOM. En Madrid, en la Redacción,calle del Pez,núin.8, e,io.
segundo. En provincias,
pornnnductodecorresponsal ó remitiendo á laRedacción,encartafranca,
libranza sobrecorreosó
el núra. de sellos
correspondienlc.
BUEN PENSAMIENTO.
Señores redactores de L,v Veterinaria Española.
Aluy
señores
rnios
:Grandiosos,
sorprendentes
ydignos
de
alaban¬
za son los esfuerzos que
de muchos años
acá
sevienen haciendo por
los verdaderos amantes
de la
Veterinaria,
paraconseguir la
instrucción,
morali¬
dad y sensataarmonía
quedebe reinar
entre
los
profesores de
unamisma
ciencia
:dotes
inaprecia¬
bles, cualidades
obligatorias
quedeben
adornar
á
todo
profesor
queaspire
á conquistar
el
distinguido
puesto que en
la
sociedad le
corresponde,
[lor su
carrera difícil, costosa y
larga,
por suilustración,
porsus
servicios
eminentes
prestados
á la
agricultu¬
ra, al
comercio
yá la
sociedad
engeneral.
Para
plantear
tannoble
yglorioso intento,
con¬
cibieron unos la feliz idea de establecer unasocie¬
dad de socorros miitiios.
Otros,
ansiando
dar
pronto
yfavorable
impulsoá
tan
tilantrópica
asociación, de¬
terminaron crear
publicaciones
que,redactadas
porhombres de
superiores
yaventajados
conocimientos,
á la vez quedieran cuenta
del
estado
en que
se en¬
contraba
aijuella
corporación,
difundiesen
por
do
quiera la
ilustración
tan
demandada
en
aquellos
tiempos
:naciendo
comofruto
de
este
pensamieulo
el Boletín de Yeterinaria.
Deseosos otros de cooperar
á
unfin
tan
benéfico,
contribuyeron
á amenizar,
con
sus
nunca
bien
pon¬
derados artículos, esta
misma
publicación.
Paiticl-pando otros
de
tannobles
sentimientos,
henchido
su
corazón de entusiasmo por su
ciencia,
enarbolaron
mas tarde la bandera con
el
mágico lema de union
profesional,
moralidad,
progresoindefinido; de
donde tuvo
origen El Eco
déla
Veterinaria,
en¬
cargado, al
propio tiempo
quede
sostener
susprin¬
cipios,
de
propagar con susfilosóficos
y
docirinales
escritos,
teorías
nuevas,modernos
adelantos.
Con¬
certada, engran
parte,
la clase veterinaria, puesta
en relación por
medio
de la
prensa,ocurrió
natu¬
ralmente formarenlasprincipales
poblaciones
y pol¬los
profesores
de
los
distritos, sociedades
académi¬
cas, cuyocarácter
fuera
científico á la
vezque pro¬
fesional ; y este
notable esfuerzo
produjo
las dignas
academias central y
barcelonesa.
Entre otros
traba¬
jos de
grande importancia
debemos
á
tan
ilustres
corporaciones
el
Proyecto de reglamento
para
la Ve¬
terinaria civil.
¿Tendremos
la
dicha
de verle
reali¬
zado? Nadie lo desea con mas ardorqueel
que sus¬ cribe, nihabrá quien
con mayorahinco
ayude á
surealización.
Elinterés vivo que rae
anima
porel lustre
y es¬plendor de
la
clase á
quepertenezco,
puede
muy
bien ser motivo paradisentir
enalgo
de
ajenas opi¬
niones, y aun para
combatir tendencias
quehaya
juzgado
masó
menosacertadas; sin
embargo,
en
estos mismoscasos,.mehe limitado,
yasi lo
liaré
enadelante, como
aconsejan do
consunola
prudencia
yla
conveniencia de la clase
en
general, á
esponer
mi humilde dictámen , para que entiempo oportuno
seanjuzgadas mis
previsoras
intenciones.
De las observaciones, queen
union
de
mi ilus¬
tradoamigo
don Senen Ramirez,
tuve
el honor
de
emitiren favorde los albéltares,sobre
algunos
pun¬tos del
reglamento
que sediscute,
aprobada lia
sido
una y
desechadas
otras.Pues
á
pesar
de
esto,
sin
el menor resentimiento,
ayudaré leal
ynoblemente
á procurar
el bien,
siquiera este
bien
se nos escape
de las manos.Así contesta el mas
débil de
cuantos componen la granfamilia
veterinaria,
que noabriga
odio ni
A7S LA VETlîRlNAiUA
ESPADOLA.
enomislad contralas mas elevadas
gerarquías
al lla¬
mamiento iniciado por
los veterinarios
leoneses.
Que
las academias, sacriilcandosus interesesysu reposo,
lian
sabido subvenir á
las necesidades
deactualidad formandoun
reglamento
que, conalgunas
modificaciones, llenará
losdeseos
de los mas exi¬ gentes, es un hechopostulado.
Que
laspublicaciones periódicas
han prestado
ysiguen
prestando grandes servicios á
la ciencia,
pro¬ curando suengrandecimiento,
esuna verdad sinré¬
plica.
Empero,
pordesgracia, la radiante
luz
quedespiden
esosfaros
luminosos
noha impresionado
todas las retinas, ponpienohay
peorciego
que elque no
quiere
ver:el
continuo
clamoreo
de lapren¬sa no ha
penetrado
entodos los
oidos,
porque nohay
peorsordo
queel
que noquiere oir.
A remediar esta falta,
á
llenar este vacío tiendeeste mi
pobre escrito
:poniendo á la
consideración
de los hombres decienciaunpensamiento,
para que,analizándole,
decidan
si esaceptable
óno,
tal como le presento;ó bien, introduciendo
enél
las mejorasquese
juzguen
convenientes.
Este
pensamiento,
estemedio
tanfácil
en sueje¬
cución como fecundo en resultados, consiste en lacelebración de
Conferencias.
Procuraré demostrar el fruto que
pueda
sacarse de tanprovechosa
institución. La
primera ventaja
de las conferencias serásuplir
la falla de
conoci¬mientos científicos. El hombre de mediana ilustra¬
ción, frente á frente del qué es capaz
é
instruido,
conocerá su
inferioridad;
sinembargo,
compren¬diendo que
la
instrucción
no es paraél
una cosavoluntaria, sinó
undeber,
y queeulo
sucesivo
de¬penderá
de ella
su posición, no sedisimulará
quesabe menostpie
los
otros, ytomará la
resolución
detrabajar
paracolocarse
ála
altura quele
cor¬responde: escuchará
atento ysumiso los
discursos
deun
comprofesor á quien mejores circunstancias
le
hayan
permitido instruirse
mas;estudiará,
sin
aver¬ gonzarse ysin
que semenoscabesureputación.
Así,
pues, por un
doble
beneficio,
las
conferencias ense¬ñan á unos lo que
ignoran,
éimpiden
que
los
otrosolviden lo que
saben.
Hay
un arteprecioso
en quelas
conferencias inician á losprofesores
noveles antes depasar por
una costosa
experiencia:
lapráctica.
Esta
es la par¬ le mas difícil y masimportante
de
la Velcrioaria...El
profesor,
mientras so educa en la escuela á la vista de unguia
que nole abandona
unmomento,
no es mas queun
discípulo:
teniendomemoria, in¬
teligencia
yaplicación
aprende
fácilmentelas mate¬ rias sometidas á suestudio;
colocado
en unpueblo,
abandonadoá sí mismo, apenasempieza
su tareacuando se halla embarazado por
dificultades
que nohabia
previsto,
ydeplorando
suinesperiencia,
reco¬ noce,
si,
quela
reflexion sobre
las teoríasesplica-das por sus maestros, la moralidad y
el
atnorá
laciencia,
leservirán indudablemente de auxilio ;pero¡cuántas
veces, en tan penosascircunstancias,
nobendecirá lasconferencias, que
le
ponenperiódica¬
mente enrelación con sus venerablescomprofesores,
los
cuales,
mas ancianos queél,
conocenmejor
la
índole délafacultad,
porquehan penetrado
masle¬
jos
enla
via de laesperiencia,
ytomándole bajo
suprotección, le
ilustran
con sus acertadosconsejos,
tanto masoportunos, cuanto que acaso estos
mismos
profesores
hayan desempeñado
sudifícil
tarea enla
mismapoblación!
Todo sehace comúnen estas reuniones: la
espe-I
rienda
delodos,
puestaá disposición de cada
uno,es fuente
inagotable
donde los
menos aptosbeben
sin cesar,aprendiendo
áseguir
las huellas de
los
otros.La
ventaja
inmensa
, que por
sí sola bastada á
promover el
pensamiento
de lasconferencias,
esaquel trato y
confraternidad
quenecesariamente
debe desarrollarseentre los
profesores,
de
donde ha
desurgir, sin duda,
la moralidad ybuen
comporta¬ miento social.Porque
enverdad:
no seconcibe
quehaya
hombres
tan avezados á sus viciosybajezas,
que no traten
de morigerar
suscostumbres, habien¬
dode presentarse con tanta frecuenciaante sus res¬petables
compañeros.
Seria traspasar
las
limitadas dimensionesde
unperiódico,
enumerar una por unatodas
las
ventajas
que estainstitución proporcionaria á
nuestraclase;
perobasta
con las que(iejo enunciadas
paraformar
idea exacta de los frutos quesemejante
sistema
pue¬
de
producir.
Mas
espreciso
estarbien
persuadido
de quelas
conferencias noproílucirán
todo
el bien
quehay derecho
á
esperarde ellas, sino cuando
unaley
, unadisposición
del
Gobierno,obligue á
todos,ó la mayor parte,
de los profesores
á
frecuentarlas:
no por(|ue yo
desconfie
de la voluntaíi firme de losindividuos,
sinó porque motivando suausencia el
cumplimiento
de un mandatogubernativo, jamás,
nuncapodrán
ser reconvenidospor sus
clientes.
Esceptuaré,
no obstante,aquellos
casos en queel
profesor
pundonoroso,
crea tan necesaria supre¬
sencia ante un animal enfermo de
gravedad,
quesuconciencia no le
permita
abandonarlo.También
podrían
eximirse voluntariamente lossexagenarios, quienes deberán
quedar encargados
de sustituir á los ausentesen la partemédica.
Esta
disposición,
caso de seraprobada
porla
academia,
debe
ópuede
formar parledel reglamen¬
to, formulándola enartículos,
adicionados alcapi¬
tulo quetrata de las
academias;
yredactados,
sobre
poco mas ó menos, en la foianasiguiente
:«Todos los
profesores
civiles establecidos encada
partido
judicial,
se reunirán una vez almes,
en sus respectivas
subdelegacioiies,
con elobjeto de
conferenciar entre sí sobre
cualquiera de los
puntos de la ciencia.»Po¡lrán,
sin
embargo,
dividirse los
partidos
ensecciones ó
distritos, proporcionados
de modo
(¡uelos concurrentes
puedan
verificarlo con toda como¬LA VETEÜiNAUIA
ESPAÑOLA.
479»Los
subdelegados
convocarán
uuareunion
pre¬paratoria
paraacordar el pueblo
ó pueblos
que
ban
de constituir cabeza de distrito ylos profesores
agregados.
«En la
primera
reunion
que tengalugar
enlos
referidos
distritos,
senombrará de
entrelos
queá
él tengan
obligación
de
asistir
unpresidente
encar¬gado de
dirigir las
conferencias.
«Las sesiones durarán por
término medio
dos
horas.
«Entre las materias que
deben
tratarse
enestas
reuniones, merecen unaparticular
predilección las
enfermedades enzoólicas y
epizoóticas
masfrecuen¬
tes en cada localidad.
«Cuando la
importancia
del asunto
lo
reclame,
se tomará acta de las observaciones ó
teorías emiti¬
das porcuabpiiera de los
profesores.
«Aunque la existencia
ó
estas
reuniones
será de
obligación
indispensable
paratodos;
podrán sin
em¬
bargo, eximirse voluntariamente
los
catedráticos,
los
académicos residentes endonde se baile
establecida
laacademia, losvaletudinarios
ysexagenarios;
pero
con la
precisa
condición de
suplir
los
últimos,
en
casos muy urgentes,
la falta de
suscomprofesores
en
laasistencia deanimales enfermos.
Tal es, en mi poco
entender,
la
manera
de
plantearse
el sistemaconferencial.
Las
personas
competentesconocerán
que,al
proponeryo
este
me¬
dio,
miobjeto
no es otro queel
de
procurar
el
bien de la ciencia ysusprofesores.
Si la novedad é
importancia
del
asunto
lo
re¬
quiere,
sírvanse
YV., señores
redactores,
abrir
las
columnas desu
apreciable
periódico
á
estas
mal
tra¬
zadas
líneas,
del quetiene
el honor
de
repetirles
toda su consideración y respetos;(¡uedando
suyo
afectísimosuscritor
Q. B.
S. M.
Sisante yabril
26
de 1860.
JoanJosé Cosías.
La raagaílica
idea
queel
señor
Cosías
deliende
en
su precedente
remitido,
nopueden
menos
de obtener
una aprobaciónsincera por parlede
La
Veteíunaria
Española. Promovedoresnosolfosde las
asociaciones
académicas (jue en la
actualidad
marchan
al frente
de
nuestra profesión ;
anhelando
siempre
ycon
la
mejor
buenafé, el reinado de la
más
cordial
union entre
los
amantes verdaderos de la clase;la historia
de lo
pasado
y el espectáculo
de lo
presente,han
arraigado
en
nuestra convicción esas tendencias
salvadoras
, nuncadesmentidas por nuestra
conducta
:la
fundación
de la
Academia barcelonesa; la
destrucción
de algunos
falsos
altares, consagradosal
insaciable
egoísmo
de
unos
cuantos Ídolos de barro; el
establecimiento
decoroso
de la Academia central , dique en
donde
seestán
es¬trellando más de dosambiciones hipócritasy
bastardas;
la protecciónqueconcedimos á
la
Sociedad
veterinaria
del partido de Belchite;el
apoyo quetuvimos la
lloara de ofrecer á las reunionescelebradas
porlos
profesores toledanos; son unaprueba
evidente
de
queamamos la union entre nuestros
hermanos-de clase.
\
ni alguna vezcombatimosenérgicamente
toda
[)roposi-cion que se
encamine
á establecer
la
menorsolidaridad
en los intereses y
miras de
tales
ó
cuales profesores
(que
son muypocos)
conel
restode la clase;
esporqueconocemoslo bastanteá ciertos fariseos-zánganos, para
juzgar absolutamente
incompatible
,é
imposible do
todo punto, la
buena
inteligencia
quedebiera mediar
en los esfuerzos colectivos de esta
iirofesion mártir.—
¿Qué significa
esacruda
guerra quetan
sistemática¬
mentehan declarado algunos
al
Proyectode
Regla¬
mento?
¿Qué
objeto llevan las
difamaciones
lanzadas
en contrade lasAcademias ? Militarán , por ventura,
en las filas de los que
deseamos
unafranca union
pro¬fesional , los (|ue
sientan
plaza
enel
ejército de
la
fra¬
ternidad,para
convertirse
endesertores
al
siguiente
dia? Y habrá quien ,
cerrando
los ojos á
la alta
signi¬
ficación de estos hechos , se forme
todavía la
ilusión
loca de cjue no es
risible
predicar
moralidad
y conve¬
niencia á varioshombres decircunstancias
, cuyas pa¬siones , pero no
la
razón, sonlos
reguiadores
y
los mó¬
viles desu conducta?
La xVcademia barcelonesa, siempre
benéfica, siem¬
pre
ilustrada, ha
sufrido
rudos
ataques,
ridiculas
cen¬
suras; laAcademia
central ha
recibido
hasta
insultos,
y acaso la veamosestallar
á
la
traidora
esplosiou
de
alguna mina
sorda; la
sociedad de
Belchite
fué víctima
de lainformalidad yde otras causas;
las
desinteresadas
y
nobles gestiones
de los
veterinarios
toledanos
queda¬
ron infructuosas, y
profesor
hubo
entre
ellos
(lue
solo
asistió á las reuniones para
demostrar
que sehabia
perdido
untiempo
precioso
en
invitarle.
Y bien; de todosestos sucesos
habremos
de
inferir
queel más
acendrado
amorprofesional
dá lugar
á
se¬
mejantes escenasbochornosas;ó,
por
el
contrario, será
preciso reconocer
la
necesidad
que
tenemos
de
per¬
manecer armaal brazo y
espiando
conojo.
avizor los
movimientos sospechosos para
dar
la
vozde alerta
en
los conflictos de laclase?
Hemoshecho lugaráesas
ligeras
relloxionos,
para
motivar la brevísimacontestación
((uedaremos
al señor
Cosías.
Aprobamos y
aplaudimos
supensamiento;
pero
negamos
la
conveniencia
de
(lue ese
pensamiento
se
formule en ley.Lo
queel
señor
Cosías
propone es
útil y
moralizñdor
en suesencia,
es
decir,
en
cuanto
al
deseo deque se
asocien
los
profesores
periódicamente
para
conferenciar
sobre asuntos
científicos
y
de
clase.
■Mas estamospersuadidos
da
quela
union
¡irofcsional
noes, ni puedeser,
hija
de
unadisposición
guberna
■tiva, quela
presentaria
odiosa
ytiránica
á la
aprecia¬
ción delos egoístasydo
los
orgullosos;
el
camino
(le
la ilustración y el
libre
concursode
los
buenos
con
el
fin deapoyarse
mutuamente,
sonlas
condiciones
únicas
bajo
lascuales
podrán
serorganizadas
Lis
conferencias
propuestas
porel señor
Cosías.
Tómese lainiciativaen un punto
cualquiera;
for¬
múlese basesaceptables;
y nofaltarán
imitadores
de
tan bella idea.
480 LA VETiailiNAlllA
IíSI'ASüLA,
REmiTiDOS»
ÊNTEniTIS SOBREAGUDA. NUEVAS TEORIAS QUE SE PUBLI¬
caran, NEGANDO SU EXISTENCIA, POR EL VETERINARIO DE PRIMERA CLASEDONjosé MUÑOZ y PUEBLA.
El dia 8 de
junio
de 1859, me llamó á las once y media de lamañana donFernando Cañizares, para quevisitaseun caballo quetenia enfermo, cuya reseña es: entero; pelo tordo; ocho á nueve años; siete cuartas
seis
dedos;
temperamento sanguíneo muscular;y desti¬
nado á la procreación yá la silla. Cuando llegamosá la presencia del enfermo , seencontraba de piémirándose
á losijares; peroá los
pocos minutos dobló un poco los
corvejones,inclinó hácia atrás el cuerpo, setiró alsue¬ lo como unapelota, y
principió
á darvuelcosy revuel¬
cos, exhalando
quejidos
que manifiestan un profundo dolor. Pocotiempo
duraba estaposición, queal instan¬tese levantaba para volver á repetir la misma escena;
un sudorcopiosísimo que regaba
la periferia y un
ija-deo
frecuente,
eran los síntomas queherían nuestra
vista; el pulso pequeño,
frecuntey
concentrado, lascon¬juntivas inyectadas y temblores en las
nalgas
con agi¬ tación continua de làcola completan el cuadro. Hare¬mos notar,
aunque seade paso, queel vientre,
lejos
deestar abultado, como en la
indigestion
intestinaló esto¬ macal, ó bien retraidos encordados y doloridos losija¬
res como en la peritonitis, tenian su forma normal.
interrogado,
el dueñopara recogerlos anamnésticosprecisos,
dijo:
«ayer tarde's.nli de aquí con el caballodespués
de haber comido los piensos ordinarios y laempajada;
en el camino bebió agua, y llegué á los se¬gadores(cosade dos
leguas)
sinnotarle
ninguna indis¬ posición.Llegado
que fué á la era, hice soltarlo en un monton de avena en rama, en donde estuvo comiendo, al parecer, como decostumbre; pero a las dos ó 1res
horas ¡irincipió á echarse
y revolcarse. Mandé pasearle jiaraversi con esto se sosegaba,
y todo fué inútil: el
dolor, la agitación y el sudor de la cara, por masque orinó yestercolóvarias veces, siempre en progresión
creciente.Toda la noche le hemos tenidoen movimien¬
to, porque
parecia
queandando
no se hallaba tan in¬quietoy
fatigado,
á pesar de que algunas veces, con¬forme iba tirando el mozo deél, se
arrojaba
al suelo; y yá, viendoque nada conseguíamos, rne resolví esta mañana á traerle alpueblo para medicinarle.»
Diagnóstico.—Su\iilknáosG
estrictamente al cuadro de síntomas que llevamos apuntado y á la relación deldueño, creo no era difícilconveniren queel caballo en
cuestión padecía unaenteritis sobre
aguda.
/'ronóstico.—Aunque
reservado, mortal.Tratamiento.—Sangría
de ocho libras,brebage
mu-cilaginoso con onzay media de láudano
liquido, friegas
secas en las estremidades, y lavativasemolientes oleo¬
sas de mediaen mediahora.
A las dos de la tarde, ningún aliviosensible
se no¬
taba: los pequeños momentos de
calma que se obser¬
varon en aquel corto espacio,
fueron
desapareciendo
fiara volver con más intensidad; losdolores,
laagita¬
ción, la ansiedad y un sudor general abundante,
yá
frió, yá un poco mas caliente, eran los cortejos insepa¬
rables del enfermo. Como no
estercolase, se le bracea
por complacer al dueño; libre el recto de todo cscre-mcoto, seobservóun calor escesivo, y que laestancia del brazo en élocasionaba vivos dolores.
Viendo que todo anunciaba nna muerte cierta, y
que noencontraba motivos para suspender el
juicio
(jue tenia formado, leindiqué
al dueño lo convenienteque seria una consulta. Este, por su parte, la rehusó
cuantole fué posible;
pero yo pude, después de no po¬
cas instancias,
inclinarle áella, y asistieron el vete¬ rinario de primera clase donJosé Muñoz y Puebla, y los albéítares don Pedro García
Carrasco y don Ramon
Sanchez Molina.
Como encargado de la caballería
, me locópor esta
vez referir la historia de cuanto babia observado para
asegurar el
diagnóstico,
y practicado para corregir laenfermedad; yconcluidaque fuémi narración , princi¬
piaron mis tres amigos á hacer cadacual su recono¬
cimiento para cerciorarsey
formar
un juicioexacto- En¬terados yá, tomó la palabra el veterinario
de primera
clase, y delantede una multitud de espectadores ocio¬
sos, que á estos actos
siempre
les gusta asistir,dijo,
conacento grave y magistral
:
Estoy
conforme con eltratamiento, pero noasí con la enfermedad.■»
Esta confesión no pudimos menos de oiría
con sor¬
presa, y nospareció unaeregiacientífica, que equiva¬
le en nuestroconceptoá decir:
que una operación arit¬
mética está bien hecha, y sin embargo no se conviene
en sus resultados. Los dos
albéítares, declararon estar conformes con el diagnostico
y con el tratamiento, y preguntaron al señorMuñoz : ¿cuál
es, pues,el órgano
que viene sufriendo la
flegmasía?
¿Es por venturaelestómago,
elhígado,
el bazo, los ríñones, lavejiga
de laorina, ó se trata de una peritonitis?
«Noseñor
(contestó
don José Muñozy
Puebla):
esuna gastro-enteritis.s
«Los síntomas que nos está suministr.ando el caba¬
llo,
dijo
don Ramon Sanchez, no convienen de ningún modocon la gastro-cnteritis; diferenciasmuy notables
hay entre una y otraenfermedad, que no debemos con¬
fundir,miento.»tanto para el diagnóstico como fiara el trata¬
.Mas sin
embargo,
}a que. la cuestión lleva visos d®tomar algun cuerpo, antesde ir mas allá, bueno
ser't que se encargue .M. Uelwart en contestar por nosotros; es decir, su diccionario,
que vino en cuerfio y alma á
saludaral caballo, y
despues
de hacer la historia delos síntomas diferenciales de todas las enfermedades del\¡entre, nos
condujo lógicamente á la enteritis sobre
aguda. Pero.M. Delwailen estaocasión, con su
lógica
severa y razonable, no fué mas afortunado
que los pro¬
fesores (fue se envanecían momentos antes
de su pre¬
sencia en seguir las teorías del vade
mecim pasoá
paso; porque en firesencia de este hombre
respetable
por mil títulos, contestó don José Muñozy Puebla: «Yo
no admitoesas teorías, ni esas enteritis sobre
agudas,
puesto que la esperiencia, que vale mas que todo, me lia dado áconocer las
equivocaciones
que han cometi¬ do todos los escritores(simples
copistas unos de otros)
al localizar muchas de las dolencias
que
aquejan
á
los
animales, y de la verdad de este asertocientílico, ten¬
drán VV. ocasión de convencerse, cuando
vean mis
adelantos publicados en La Veterinaria Española, ó
en una monografia que verá
muy pronto la luz.
¿Son
[lor ventura esos hombresinviolables? ¿Estamospriva¬dos los demás de hacer descubrimientos masó menos
útiles á la ciencia? Creo que no. El muermo, por
ejein-|)lo, seha tenido y lo tendrán VV.por incurable, y yo
! be hallado el especilicocontra esa cruel
LA
VlîTERlNAUlA
BSPAlNOLA.
481
enfermedad. No
les
quede
á YV.
duda
de
cuanto
llevo
dicho, que yo soy
aragonés
y
probare
siempre,
que
en
la cuestiónsuscitada no
hay
nada
problemático.»
Envirtud de unalógicatan
cientítica,
tan
moderada
y
razonable,
¿qué
hacer nosotros
en
una
contienda
en
quehasta
M.
Derwart
ha
sido
vencido? ¿Quehacer
cuando elseñor Muñozseencierra
encampiña
y
dice:
«yo no
admito
esasteorias;»
¿qué
hacer
cuando
se
nie¬
ga
á darnos
razones, ypromete
probar lo
dicho
en
la
prensa? Esperar
conánsia
aquella
dichosa
hora,
que
nospromete
poder
aprender
lo
que
ignoramos,
y
volver
altratamiento delcaballo.
Se acordópor
unanimidad,
repetir la
sangría de seis
libras, los brebagesmucilaginosos
con
dos
onzas
de
láudano
liquido,
y 1resdracmas
de
alcanfor á
propues¬
tade don José Muñoz: lavativas
emolientes
aromáti¬
cas, friegas secas en
las
estremidades
ypaseo por re¬
curso. El señorMuñoz propuso
baños
frios;
y unode
loscircunstantes, dijo: «aunque no
sé á
qué
atenerme,
en tal caso, de agua
de
malvas
caliente
por
medio de
mantas
aplicadas al
vientre.» El
dueño
optó
por
los pri¬
meros, y
bien pronto
seconvenció
de
su
yerro:
el
ca¬
ballo se pusopeor.
Eran las tres y
media
cuando
seadoptó
el
nuevo
tratamiento,y á
las seis
presentaba los sintonías
si¬
guientes:
pulso pequeño,
acelerado é
intermitente,
muchaansiedad y
agitación
, setira al
suelo
como una
masa ydá
vuelcos
repetidos
sin
encontrar un
momento
de reposo: un
sudor
general
frió
riega la
piel,
y
las
estremidades y
orejas
principian
á
descender
de
tem¬
peratura.A las siete acordamos el señor Muñoz y yo, sus¬
pender la sangria,
continuar
conlos
brebages
opiados
á alta dósis y con
las
lavativas,
yredoblar las
friegas
en lasestremidades.
A las nueve lodoiba de mal en peor:
ninguna
arte¬ria se sentia latir; pero en
cambio, los
movimientos
delcorazón eran cada vez masirregulares, asicomo
la
ansiedad, la agitación,y un
sudor viscoso
cabria
al
en¬fermo; un frió glacial
se"
apoderó
, por(in, de las estre¬
midades, [lunta
de la nariz
yorejas. Esto,
unido á
los
temblores convulsivos generales, ála
espumaviscosa
de la boca y al
fruncimiento
de la
cara,hizo
queel
que suscribe
manifestase
al dueño
porprimera
vez quee! caballo.ve moria. Pero miamigo
don José
Muñoz,
apoyado sin duda en sus
descubrimientos,
dijo:
anohay
cuidado, elcaballo
nosemucre.»—«Conste,
pues,repuse, yo, en presencia
de
unos cuantossatélites
su¬yos;» Que he
dicho
que .se muereel caballo',
ysi
sesal¬
vaque sellevelos laureles y
glorias de la
"victoria
el
señorMuñoz; que por mi ¡larterenuncio
aeHo.^
yá
se¬ guir el tratamiento.Efl vista deuna decision tan franca , el señor Mu¬
ñoz tomópor.su cuenta alque creímos
cadáver,
vad¬
ministrándolemedicinas,quepublicará
enLa
Vete'iíina-hia Española , pudo, por último,
conseguir
queá las
diez y veinte minutos, entregase
el
caballo
sualma
a... los perros.
No hicé la autopsia, por
dos
razones:1.®
porlas
muelias ocupaciones que en
aquella
época merodea¬
ban; y 2.® porque para
dilucidar la cuestión,
nohay
necesidad deconcretarseá losdesórdenescadavéricos",
'•ajlados
enaquel caballo,
ymucho
menoscuando
el
ícñor Muñoz sereferia á observaciones estudiadas con
antelación á
aquella fecha.
Las anteriores lineas son
la
espresion
üel
y
exacta
de la gloriosa
jornada
del
8
de
junio;
y
si, como no es
de esjicrar,sucediese
queel señor
Muñoz,
según
tie¬
ne de costumbre, intentara
vindicarse,
sin
probar lo
que
prometió,
noobstante
ser
aragonés-, nosotros
sa¬
bremos hacer quequede
cada cual
en
el
lugar
que
de
hecho y dederecho le
corresponde,
porque
la
prensa
noes, ni ha
sido,
ni
debe
serel
velo
que
encubra la
mala fé, la
perfidia
ysaña
de
ciertos
hombres,
como
no hace mucho seha dicbó.
No lo esperamos, no.
La
prensa
tiene
una
misión
mucho mas alta que
las
personalidades
afrentosas;
la
prensa ilustra, y es
á
la
vez
el
dique
á las
ambicio¬
nes bastardasy
"de
los
mendaces
;
la
prensa,
es
por
último, laatalayade
la
profesión.
Todos los quetenemos
la
honra
de
conocer
al
señor
Muñoz, sabemos que
nada
de esto
se
le
oscurece,
y
comprendemos
hasta
dónde
alcanza
su
vasta
erudición,
su abnegación por no
sacrificar...
los
adelantos
de la
ciencia, y conocemos
á
fondo
que,
así
como
el 8
de
junio sostuvo con
singular
acierto
que
no
existe la in¬
flamación de los intestinosaislada
de
los
demás
órganos
del vientre, sabrá
probar,
comoaragonés
y
en
obse¬
quio dela
ciencia,
queaquella
oposición
no
era upa
paradoja,ni
quela
hizo
poramenguar
en
lo
mas
mini-1110 la corta ilustracióny escaso
mérito
quelos
profeso¬
res de gerarquias
inferiores
han
podido
alcanzar
en
la
población, sin
tener queandar
con
el
esportillo de
her¬
rar en elliombrodecasaencasa,
ni
anunciar
el
santo
advenimiento del Mesías
(falso)
conprofecías
destem¬
pladas que
sirvan
de risa
á
toda
üna
población
culta.
¿Y quiénes
el
que seatreve
á
poner
en
duda la
verdad de
aquel
aserto «yo noadmito la
existencia
de
la enteritis aislada, porquela
esperiencia
asi
me
lo
en¬
seña?»Nadie: porque
cuando
sehabla
conla
filosofía de la
esperiencia, y con
la
conciencia
de
unprofesor
adorna¬
do de todoslosrequisitos
necesarios,
espreciso
tener
el
corazón y el alma de
hierro
para nodoblegarse
ante
él,
con la misma blandura queel
mimbre
débil cede al
simple impulso de
la corriente
serena. ,-Sin embargo: por mas que nosotros no
abrigamos
la menorduda respecto
à
laveracidad de lo
que espon¬táneamente
prometiera el
señorMuñoz,
mepermiti¬
rán VV., señores redactores, quesonlos dignos
tra¬
ductores del diccionario de M. Dehvart, queleshaga,
dos preguntas: 1.®¿podremos
asegurar,hasta
tanto
que el señorMuñoz
publique
nuevasobservaciones,
queM. Delwart está
en sulugar
y que enlos animales
existe la enteritis , la enteritiscróaica, la disentérica,
la diarréica y la
enteritis
sobre
aguda2,® ¿Tieno
obligación un
profesor de
estarempapado
enlas
mate¬riasque no sehan publicado ?
Dispensen
VV., señores redactores, quelos
dis¬
traiga por un momento de sus preciosos
(¡uehaceres
con uninterrogatorio,(juedesegurono
tendría
queha¬
cerles, si el señor Muñoz, que
destruyó
,hubiera edi¬
ficado ; pero como nada nos liaya
dicho á
pesardel
ingente período que ha
corrido
; y comodesde
enton¬ces acá se nosha ocurridotener que tratar varios ani¬
males, alparecer y según las
doctrinas del
diccionario,
con la enteritis
"aislada;
y comosiempre
se nos liapuesto un obstáculoparadiagnosticar semejantes
do¬
lencias, es larazón por la
cual
me atrevoá llamar la
atención de VV.¿8-2 i,A VETKaiNAIUA
ESPAÑOLA.
Confiando en su
indulgencia,
lessuplico sesirvan
insertarenLa Veterinaria Española este mal coordi¬ nado escrito; quedando suvo seguro
suscritor v servi¬ dorQ.B.S.M.
Almadén ode mayode I860.
JoandeLlai^osLankázüri.
contestacion alseñorllanos.
Si delremitido que
precede
se separala irónica
causticidad,
en quetantoabunda
;hallaremos
en élnada mas que una
denuncia
de inmoralidadprofe¬
sional, cuya
primitiva
faltaaparece recaer contra el señor Muñoz Puebla. La
inoportuna
ycensurable
arrogancia
que esteprofesor
ha
ostentado en la con¬sulta,
de
que sehacemérito,
trae, noobstante,
tan¬tos
perjuicios
á
la
clase comola denuncia misma de su
proc.eder facultativo.—Saben
el señor Llanos y
el
señor Muñoz
Puebla á lo queestán
dando
lugar
con su mútua enemistad encarnizada? Pues lo
que hacen esherirse mortalmente
en su
reputación
y en
8U decoro;y
dia llegará
en que
el
pueblo
de Alma¬
dén,
apoyándose
en susreciprocas
difamaciones,
imponga,
un severo correctivo á tanta debilidad ytorpeza.—Por
lo que re.speclaal
tratamiento de laenfermedad,
lo
encontramos, en sus diversos estre-mos,insuficiente, perjudicial
yabsurdo. ¡Es
unalástima que no se
haya hecho
la
autopsia cadavéri¬
ca, detangrande importancia
parael
caso!
L. F.Gallego.
Señoresredactoresde La Veterinaria Española; Con el mayor
placer
he leidoel proyectodeun
He-glaraenlo de la veterinariacivil, publicado en La Ve¬ terinaria Española, cuyo
importante
documentono
dudo hubierasido perfectamente recibido del profeso¬ radoengeneral, si nose notara un grandísimo
vacío
en el artículo185 del mismo,que lastima desmedida-pienteá ÍC5que tienenel
simple
título de albéilares-herradores.El contenidodel referido articulósereduce, á que,
cuando el proyecto
llegue
á
ser ley, losayunlamienlospodrán
contratarporcinco
años á los profesores queaía sazóntuvieren; pero¿y pasados estos cinco años?
La situación particular en que mehallo, me tran¬
quilizaría
ante laidea de quedarme sin partidopasadoslosreferidos cinco años, por cuya razoo no emitiría mi
humilde
opiuiou
con respecto al articulo mencionado, si no eslimaraen lo(|uevalen
á mis liermaaos de pro¬fesión; pero estoy el apego à la
ciencia
á que hace años medediqué,
meimpelen
á llamar la aleuciou delos señores redactoresy
de
laAcademia
central, sobretan
importante
articulo.Los periódicos de la
profesión,
se han([nejado
muchas veces de la inmoralidad de los alhéitares,y no parece sino que se empeñan en fomentarla con el indi¬
cado articulo; porque á la
verdad, si es cierto que ahora se observa esa inmoralidad,
que no puede disi¬ mularse, ¿quésucederá cuandose [ireseutc un veteri¬
nario de primeraó segunda clase,
y por la preferencia
que ledásucategoría, arrebate al albéilar el partido que paciíicamenle estaba
desempeñado?
avisüm avisuhinvocat.
Comprometida
una familia entera, sin recursos por lo general para alimentarla,¿á qué nose verá
obligado
un padre cariñoso? La
inmoralidad, que él mismo quizas tendrá un profundo sentimientoencausar, será el único recurso á que tendrá
que apelar,para no ver morir de hambreá los pedazosdesucorazón; y las re¬ yertas, y las
bajezas,
serán un foco perenne de inmo¬ralidad, que dará de rechazo en descréditodesímismo y de la profesiónen general. Con esto tendrán motivo
ios pueblospara esclamar; ¡al fin veterinarios ó alhéi¬
tares!
Todasestas reflexiones y otras muchasque omito
(por no hacerme
difuso),
se agolpan á miimaginación
cuantasveces leo el articulo mencionado; y aunqueestoy convencido de que no tendrá efecto retroactivo
(porque
á estafecha quizás estaráyadiscutido y apro¬ bado por la Academiacentral),
en mi conceptohubiera
sido
mejor,
para evitar los inconvenientesque llevo dichos, que todos los
profesores
de veterinaria, que en la act(ialidad desempeñan partidos cerrados, continúenen ellos, sin
que les
baga
novedad elReglamento.
¡Bastante son por sí solos los ayuntamientos, para arrebatarles el partidopor
cualquier
capricho!Hepertenecido á esascorporaciones
endos distintas
épocas, laupa con la calidadde regidor primero y la
otra con lade regidor síndico, y por ello lie
teñido
Ocasión de aprenderprácticamente
susanti-profesio-nales tendencias.
El compadecersedelinferiores, señores
redactores,
unacto de caridad; y si es cierto que un hombre
cuanto massabio y moral, mas
practica esta virtud
cristiana,
no tengo la meuor duda deque VV. aboga¬ran porla clase a
que me refiero. E.snecesarioque nos
desprendamos
del amor propioqueá
todosuosdomina:ejemplo
tenemos en el célebre decreto de 5 deabril, en el que sepermitía á los cirujanos de cuarta
clase 6 romancistas
que no procedían de colegio, el
paseá la tercera clase; á los de terceraá la segunda,
y estosin mas requisitosque algunos años de
práctica.
A losmaestrosde instrucción primaria quelo
eran de tercera y cuarta clase, se les baespedido eltítulo
deeliiinental, consolo probar diez años de buenaprác¬
tica,y el abonode cienreales vellón por losgastos or¬
dinariosen la
espedicion
de acjueldocumento.
Yo, por ral parle,
siempre
respetaré la mayorca¬tegoría; y por tanto sentiria en el alma, que.
nadie
in¬
terpretase esia manifestación de una manera contra¬ ria á lo que mehe propuesto, puessolo anhelo el quesetenga alguna consideración á la clase á queperte¬ nezco, y el bienestar y armonía de toda la clase en general.
Sírvanse VV.,señores directores, dar cabida en su
apreciable periódico, á estasmal trazadas líneas, y
les
(¡nedará
agradecido su afectísimo suscritor.Calanda23 de abril de 1860.
LA VETERINARIA
ESPAÎÎOLA.
483Como el señor Sanz habrá tenido
yá ocasión de
ver,
todavía
noha
sido discutido
porlas
Academias
el artículo delProyecto á
que serefiere.
Nos parecen
bastante atendibles
las
razones enque
el señor Sanz
apoyasudeseo.
Pero
no seolvide
nunca que uno
de los preferentes
fines
quelas Aca¬
demias se han propuesto, consiste en
refundir,
cuanto sepueda,
el
número
de clases
profesionales
existentes.
¿Y
selogrará
estosi
á
las categorías in¬
feriores se lasdeja iudetinidamcnte
enposesión de
lasfacultades,
legítimas
unas,abusivas
otras, con que enla actualidad
ejercen?—Por
el decoro mismo
de la
clase,
se necesita mirar estas cuestiones con grandetenimiento
; yalejar de la imaginación
esaequivocada idea
quemuchos han
supuesto enlas
Academias, cuando manifiestan que
tienden
á
de¬
primir la profesión albéitar.
L. F. Gallego.
VARIEDADES.
Don
Santiago M. Rodríguez ha escrito,
porsi
y ánombre de suPadre, ex-minislro
y sugeto muyinfluyente
enla república
de
Venezuela,
una cartasumamente atenta á nuestro
amigo el señor Tellez
Yicen. Enella,
despues
de
darle
las
masespresivas
gracias
por suscomentarios á la memoria
del señorDarder sobre la
Ueslomadera,
lemanifiesta
quecuantos
compatriotas de dicho
señor
enParís
han
vistoaquel trabajo
se muestrandispuestos á
realizar
losconsejos
del señor Tellez,
yle
asegura quelos
esfuerzos quetodos
de
acuerdo vaná practicar
no serán infructuosos.El señor
Rodriguez marcha
á
incorporarse
á
supadre
enLóndres
, de donde ambos se embarcai ánmuypronto para
la
América
del sud.
De
modo que esperamos que antesde
mucho
seprocederá á plan¬
tear enaquellos
remotospaíses la £scuela
Yeterina-ria y
agrícola
propuestaporel señor
Tellez.
Felicitamos álos señores
Rodriguez, padreé hijo,
por suinteligente celo
enbien de
laprosperidad
desu
patria
, y a nuestros
amigos
Tellez
yDarder
porel
lisongero
éxito
desu
trabajo.—Este
acontecimien¬
topuede,á
nuestro ver, ser harto fecundopara
la
Veterinaria
española.
L. F. Gallego.
ORDENANZAS
pallaELEJEnCIClO DE LA PROFESION DE FARMACIA, COMER¬ CIO DE DROGAS y VENTA DE PLANTAS MEDICINALES.
{Continuación).
Art. 34. fledaclará dichas1resobras oficiales una
comisión de cuatro médicos académicos de número y
cuatro
farmacéuticos,
dos de estos catedráticos de la (acuitad de farmacia de Madrid ydos farmacéuticos
con botica abiertaen la misma
capital.
Los cuatro vo¬cales médicos serán
elegidos
por laAcademia,
y ioscuatro farmacéuticos nombrados por el
Gobierno,
ápropuesta del
Consejo
de Sanidad. Será presidente dela comisión el mismo que loseade la Academia, y se¬ cretario el vocal de mentisedad.
Art. 33. Los
trabajos
de estacomisión seránexa¬ minados ydiscutidos
por la Academia. A las sesionesen que se examinen ó discutan estos
trabajos
tendránderecho de asistir, con voz deliberativa, los vocales de la comisión que no fueren académicos.
Art. 36. Aprobados por la Academia el petitorio, la
farmacopea
y latarifa, pasarán alconsejo de
sani¬
dad, el cual dará su dictámen
, yen suvista resolverá
el Gobierno
Art. 37. Aprobadas dichas obras porel ministro de la Gobernación , se pasarán á la Academia para
que proceda á su impresión y
expendicion.
Art. 38. Cadadecenio, ó antes, si así lo creyese conveniente el Gobierno, á propuesta del
consejo
de sanidad, se revisarán el petitorio, farmacopeay tari¬fa oficiales, precediéndose á esta revision
por una co¬ misión nombrada en conformidad á lo
dispuesto
enel articulo 34, ysiguiendo los trámites prescritosen los artículos 35, 36 y 37.Art. 39. Estos
trabajos de
revision servirán de materia para un apéndice oficial á la última edición respectiva, ó serán la base de una nueva edición,según se creyese masconveniente.
Art. 40. Cubiertos los gastosde redacción,los de
impresión y demás materiales
quedarán
áfavor
de laAcademia las utilidadesque invertirá enla
adjudica¬
ción depremios, ó en otros objetos propios desu ins¬tituto, dando cuenta
justificada de
todo alGobierno.
Art. 41. Todos los farmacéuticoscon botica abier¬ ta estan obligados áposeer un ejemplar del petitorio,
farmacopea
y tarifa vigentes, con sus apéndices oficia¬ les, si los hubiere.CAPITULO IV. De la
inspección
de boticas.Art. 4-2. Los
subdelegados
de farmacia, recibido el
expediente de que hablael art. 6." de estas Ordenan¬ zas, y puestos de acuerdo con el alcalde del pueblo donde se va á abrir la botica, pasarán á examinar ésta, comprobando la exactitud de los documentos, planos y catálogosque han de acompañar la instancia del farmacéutico.
En esta visita actuará comosecretario el del ayun¬ tamiento delpueblodonde sevá á abrir labotica, asis¬
tiendocomo testigos de escepcion
los profesores de medicina,
cirugía
yde veterinaria deprimera clasedeímismo punto.
Art. 43. El secretario levantará
acta deestavisità
firmando el
subdelegado
v lostestigos,
v tú
unirá'
aí
espediente. " . , v u .a
A contúiuaciop, del
acta pOndrásu dictámen el sub-(leiegauo, ijeclarando quepuede autorizarse la
aper¬
tura dftla botica,
ó que no bá lugar á ello por las ra¬
zones que esponga.
Art. 44. Devueltoelespediente, con el acta v el dictamen del
subdelegado
ai alcalde, éstelibrará certificado del acta y del dictámen al farnmcéutico
el cual, siendo
favorable, le servirá, de autoriza¬
ciónpara abrirdesde
luego la botica. Si■el dictámen no fuese terminantemente