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Proceedings published July 2012 kellogg.nd.edu/stlilla

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kellogg.nd.edu/STLILLA

Diversidad cultural y lingüística de Venezuela: registro y revitalización de lenguas minoritarias*

Cultural and linguistic diversity in Venezuela: registry and revitalization of minority languages

Jeyni González Francia Medina

Jeyni González es antropóloga y profesora asistente en el Departamento de Lingüística y

Antropolingüística de la Escuela de Antropología (FaCES-UCV), engresada con M. Sc. en Antropología (IVIC) y estudiante del Doctorado de Estudios del Discurso (FHE-UCV). Investiga sobre el estudio de los procesos de significación y comunicación del espacio y el paisaje, así como de la cultura material desde una perspectiva antropológica y semiótica. Ha participado en varios proyectos de investigación sobre diversidad cultural en Venezuela. Desde 2005, es asesora del Proyecto de Demarcación de la Tierra y el Hábitat del Pueblo Indígena Yabarana y desde 2011 es responsable del proyecto “Revitalización de la Lengua Yabarana”.

Francia Medina es antropóloga e instructora a tiempo completo del Departamento de

Lingüística y Antropolingüística, Escuela de Antropología, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela. Su trabajo se centra en el registro, documentación y descripción de lenguas indígenas y otros temas como educación intercultural, etnobiología y etnosemántica. Inició la investigación y el trabajo descriptivo sobre algunas lenguas indígenas de Venezuela desde 1996, actualmente trabaja con la cultura y lengua shirian de la familia lingüística yanomami.

                                                                                                                         

* Agradecemos a la Dra. María Eugenia Villalón por sus invaluables orientaciones y por contribuir a nuestra formación académica y profesional en este campo de conocimiento. Esta ponencia es producto del trabajo en conjunto con la Dra. Villalón y sintetiza la línea de investigación que desde años anteriores viene realizando y a la cual esperamos darle continuidad.

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schematize Venezuela’s situation, we compare the actual classification of this country’s

languages with the reality of communicative practices. We assume that languages, as vehicles of cultural transmission, include knowledge and practices related to biological diversity know-how, and demand attention given the constant erosion they suffer due to worldwide globalization and cultural homogenization processes. Minority languages’ documentation and revitalization are two fundamental tasks in the effort to revert the accelerated loss of the Venezuelan linguistic heritage. We explore the main causes affecting linguistic vitality and suggest the principal risk factors at play. We conclude that, beyond indigenous languages documentation and preservation in dictionaries and scientific texts, it is imperative to undertake research that will favor

revitalization, taking into account the cultural values and contexts of language use and working closely with the grassroots speech communities who ultimately shoulder the titanic task of revitalization. Thus, the work of scientists, legislators and of those who implement policies aimed at indigenous languages revitalization must be built on ethical bases solid enough to guarantee and promote people’s right to use and retain their ancestral languages.

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Resumen de la presentación oral

Breve relación entre los conceptos de diversidad cultural y lingüística

La diversidad cultural y lingüística están íntimamente relacionadas ya que las lenguas

representan y transmiten todo un caudal de conocimientos y la idiosincrasia más profunda de un pueblo. Hablar de diversidad lingüística es referirse a las diversas formas expresivas y prácticas comunicativas que conforman el mapa cultural de una nación.

Esquematización de la situación de Venezuela

En Venezuela coexisten diversas lenguas minoritarias junto con el castellano, hablado por la mayoría numérica de la población nacional, sin embargo no se ha llegado a un consenso sobre el número de lenguas. A pesar de la falta de exactitud en la cantidad de lenguas habladas, la

población indígena que está presente en ocho estados es señal de la existencia de al menos 32 lenguas indígenas. Otras lenguas minoritarias que se suman a este marco de multilingüismo son las de base criolla, y un dialecto alemán que permaneció completamente aislado en un pueblo de las montañas costeras entre 1843 y 1950. La diversidad lingüística de Venezuela está

disminuyendo aceleradamente, la vitalidad de las lenguas minoritarias se aprecia mediante los principales factores de riesgo. Sólo 3 lenguas están siendo transmitidas generacionalmente sin que se vea afectado su uso dentro de los diversos contextos sociales y culturales, aún así presentan tendencias a cambio, bien sea por una constante interacción con grupos indígenas localmente dominantes o tienen una población muy pequeña aunada a una rápida

transculturación. 16 lenguas presentan de forma generalizada un rápido incremento del bilingüismo pasivo entre los más jóvenes y una creciente emigración urbana, el porcentaje de hablantes monolingües del castellano ha aumentado considerablemente en décadas recientes. 15 lenguas se encuentran en estado crítico, sus hablantes usan cotidianamente otras lenguas, dejando las ancestrales con un ámbito de uso muy restringido y ya no las transmiten a los niños. 2

lenguas se han confirmado extintas en lo que va de siglo.

Importancia de las lenguas y las razones que las amenazan

Las lenguas y las producciones intelectuales de sus hablantes son inseparables, representan generaciones de sabiduría y son un componente cultural fundamental para acceder a, transmitir,

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conservar y desarrollar los aspectos históricos y los conocimientos ambientales. La pérdida de una lengua ancestral acarrea la pérdida irreversible de los conocimientos, creencias, valores y prácticas codificados en ella. La homogeneización y la erosión lingüística aceleran la pérdida del patrimonio lingüístico.

Papel del registro y la revitalización de lenguas minoritarias dentro del proceso que busca revertir la pérdida acelerada del patrimonio lingüístico

El mantenimiento, promoción o abandono de una lengua en peligro por parte de su comunidad de hablantes puede depender de la cultura lingüística dominante, el marco legal venezolano

introduce rasgos innovadores y de progreso en pro de la defensa y conservación de las lenguas indígenas, pero no otorga la atención que requiere la pérdida lingüística. Una de las respuestas a la crisis de la diversidad lingüística apunta a documentar las lenguas y conservar un registro de ellas; la mayoría de las lenguas minoritarias venezolanas no están documentadas, esta ardua tarea es necesaria para al menos 28 de las lenguas que se hablan en el país. El registro lingüístico es más útil cuando se considera su pertinencia para la comunidad de hablantes más allá de un proyecto de estudio.

Principales causas y factores de riesgo que afectan la vitalidad lingüística en Venezuela

Entre los factores que causan la homogeneización y la erosión lingüística se encuentran: la escolarización y la participación en programas de inclusión social, las migraciones a espacios urbanos, políticas lingüísticas hegemónicas y todo tipo de discriminación que deteriora la identidad étnica y cultural.

La revitalización como paso prioritario ante el registro y la documentación

La revitalización implica la instrumentación de proyectos de investigación. Las áreas del habla más afectadas por la influencia de una lengua dominante son la pronunciación, la expresión y la gramática. Los productos de las investigaciones y textos derivados de la expresión oral ayudan a los miembros de la comunidad lingüística a formular tareas específicas y permitir que los

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Importancia de la revitalización desde las bases en mano de las comunidades de hablantes

Los proyectos de revitalización dependen en gran medida del interés de las propias comunidades de hablantes por recuperar su lengua, sin la colaboración de los líderes comunitarios en la

promoción y ejemplo de la valoración de la lengua ancestral, y sin la participación de los

hablantes en los programas y proyectos de revitalización, no se podrá llevar exitosamente ningún intento.

Pertinencia de las políticas lingüísticas

En el ámbito educativo, la planificación lingüística debe presentar más coherencia para que pueda tener efectividad, tanto educadores como legisladores deben sensibilizarse frente a las graves amenazas que pesan sobre las lenguas y en un esfuerzo de cooperación entre distintos agentes sentar las bases éticas para garantizar el derecho de los pueblos a la permanencia y uso de las lenguas.

Esquematización de la situación de las lenguas minoritarias de Venezuela

Las lenguas indígenas e híbridas (llamadas “lenguas criollas”) habladas en Venezuela constituyen su principal fuente de diversidad lingüística. El país cuenta con unos 32 idiomas indígenas y dos lenguas criollas, el yeral o ñengatú de base tupi-guaraní y el patois de paria, de base francesa. Adicionalmente pervive, bajo seria amenaza, el alemán coloniero, una variante local del alemán que hablaban los 400 campesinos inmigrantes provenientes de las montañas de Kaiserstuhl, región de Baden-Württemberg de la Alemania actual (Villalón, Medina y González, Manuscrito Inédito). Una apreciación de la vitalidad de las lenguas minoritarias adaptada y resumida de Villalón (2011) indica que sólo 3 lenguas gozan de una relativa estabilidad y robustez, ellas son yanomami, sanema (yanomami) y ho’dï; a pesar de que se mantiene su uso, presentan una tendencia al cambio, bien sea porque están en constante interacción con otras poblaciones, o porque tienen una población muy pequeña aunada a una rápida transculturación. 7 lenguas presentan un rápido incremento del bilingüismo entre los más jóvenes y una creciente emigración urbana, se trata del shirian (yanomami), bari (chibcha), warao (warao), piaroa

(saliva), ye’kwana, yu’pa y e´ñapa (caribe). Otras 7 lenguas sufren de un bilingüismo pasivo, con un alto porcentaje de hablantes monolingües del castellano: pemón (caribe), guahibo o hiwi (guahibo), puinave (puinave), pume (yaruro), kurripako, piapoko y wayuunaiki o guajiro

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(arawako). En mayor estado de amenaza se encuentran 2 lenguas, el kari’ña (caribe) que sólo es hablado por un 20% de los jóvenes y se ha extinguido en muchas comunidades, y el kuiba (guahibo) que presenta una alta tasa de bilingüismo inestable. La situación es mucho más preocupante para 5 lenguas cuyos hablantes usan cotidianamente otra lengua, dejando las ancestrales con un ámbito de uso muy restringido, se trata del yeral o ñengatú (criolla tupí-guaraní), arawako, warekena (arawako), akawayo y japreira (caribe). 10 lenguas ya no se transmiten a los niños y un alto porcentaje de sus hablantes usa exclusivamente otra lengua dominante, éstas son añú, baniva, baré (arawako), mako, saliva (saliva), mapoyo, yabarana (caribe), patois de paria (criolla de base francesa) y el alemán coloniero. 2 lenguas se han extinguido en lo que va de siglo, el sape y el arutani.

Generalizando un poco más este panorama, 8 de estas lenguas, entre las más amenazadas, pertenecen al gran tronco lingüístico arawaco, de alcance continental, y nueve de ellas

pertenecen al tronco caribe, del cual Venezuela es el principal exponente en el continente pues reúne el mayor número y más diversa representación de lenguas de esta familia. Por esta razón el retroceso de las lenguas de esta familia en el país es particularmente sensible, compromete su viabilidad, y pone en entredicho la existencia de todo un tronco lingüístico. El resto de las lenguas pertenecen a familias lingüísticas más pequeñas o constituyen en sí mismas una familia lingüística. Aunque no se ha hecho en Venezuela un diagnóstico sobre la vitalidad del

patrimonio lingüístico nacional, existen evaluaciones preliminares que dan cuenta del grado de amenaza que se cierne sobre el mismo y que señalan una innegable tendencia hacia la

homogeneización. Esta nivelación lingüística se da principalmente a favor del castellano, lengua oficial del país, pero también y a veces simultáneamente, a favor de otras lenguas indígenas como el pemón o el kurripako, que tienen preponderancia regional por su amplia distribución aunque enfrentan ellas mismas una fuerte competencia del castellano como idioma nacional (Villalón, Medina y González, Manuscrito Inédito).

Avances y limitaciones en el reconocimiento de la diversidad lingüística

En el apartado anterior se presentó un panorama general de la diversidad lingüística que

caracteriza a Venezuela y se pudo observar en términos porcentuales la situación de amenaza en la que se encuentran muchas de las lenguas que constituyen el patrimonio lingüístico de este país. La tendencia general es hacia el monolingüismo en castellano y el desplazamiento de los

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idiomas minoritarios, ambos procesos motivados por diferentes factores: la escolarización, las migraciones a espacios urbanos, la imposición de políticas lingüísticas hegemónicas y la participación en programas de inclusión social estandarizados.

Frente a esta situación se han generado iniciativas significativas, cargadas de buena voluntad y las mejores intenciones, pero hasta ahora lamentablemente no han constituido

soluciones o al menos vías para contrarrestar la condición crítica en la que se encuentran algunas lenguas. Ya desde principios de los años 80 se enarbolaba en Venezuela la bandera de la

Educación Intercultural Bilingüe (EIB) como camino idóneo para contrarrestar la

homogeneización lingüística y la estigmatización social e histórica experimentada por los pueblos indígenas. No obstante, esta propuesta no dio los frutos esperados, pues ni siquiera se cristalizó realmente su implementación1. Asimismo, se produjeron importantes avances en torno al reconocimiento de las lenguas minoritarias del país a raíz del

…radical giro político que experimentó Venezuela a partir de 1999, cuando una nueva constitución reconoció la condición multicultural y plurilingüe del país, empoderó políticamente a los pueblos indígenas, oficializó el uso de sus lenguas y les abrió espacios de participación en la gestión gubernamental, posibilitando la creación de nuevas leyes (Villalón 2011: 147).

Sin embargo, estas iniciativas tampoco han logrado ofrecer una respuesta eficaz ante el rápido proceso de empobrecimiento que padece la diversidad lingüística venezolana.

Si bien la Constitución de la RBV (2000) constituyó un importante espacio legal de reconocimiento del carácter pluriétnico y multicultural de la nación así como de los derechos indígenas, fue sólo el primer paso en un largo camino que aún se comienza a recorrer. Entre los derechos reconocidos cuenta el uso oficial de las lenguas indígenas en sus pueblos, a diferencia del castellano que se declara de uso oficial en todo el país. Posteriormente, en el año 2002 son emitidos dos decretos, el 1.795 y el 1.796, el primero prescribiendo el uso obligatorio de los idiomas autóctonos en todas las escuelas ubicadas en zonas habitadas por indígenas, así como el                                                                                                                          

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uso de textos escolares en sus idiomas, previo aval del Consejo Nacional de Educación, Cultura y Deportes, ente instaurado en el segundo decreto “como órgano asesor ad honórem del

Ejecutivo Nacional, con carácter permanente, para la consulta de las políticas de las

comunidades indígenas, en el ámbito histórico, cultural y lingüístico” (Villalón 2011: 23). Estos decretos constituyeron otro infructuoso esfuerzo, pues no superaron el marco jurídico para materializarse en alguna política consistente. Las causas van desde problemas conceptuales, pasando por el desconocimiento de las condiciones reales de cada idioma indígena y de sus espacios de uso, así como de los pocos (y operativamente débiles) o inexistentes sistemas de escritura de estas lenguas, hasta carencia de pautas precisas de acción y limitaciones logísticas para su concreción.

Las líneas políticas del Gobierno Bolivariano, las recomendaciones y críticas aportadas por algunos aliados de los pueblos indígenas (científicos sociales, juristas, activistas políticos, entre otros) y por algunos representantes indígenas ante el Estado (funcionarios ministeriales, diputados, líderes políticos), así como el compromiso asumido por Venezuela desde la adopción del Convenio 169 de la OIT (RBV 2001), motivaron la promulgación de leyes dedicadas

exclusivamente a los pueblos indígenas. En materia de diversidad lingüística y cultural destacan la creada en 2005 y la Ley de Idiomas Indígenas, promulgada en 2008 (RBV 2008a). La LOPCI cuenta con un capítulo sobre las lenguas indígenas que muestra algunos avances. Son

reconocidas éstas lenguas como idiomas oficiales de la nación, además de prestar atención a los espacios de uso y establecer como obligación del estado “garantizar el uso de los idiomas indígenas en una variedad de contextos y de proveer los mecanismos necesarios para ello” (Villalón 2011: 26).

Por su parte, la Ley de Idiomas Indígenas (LII) se crea para regular, promover y fortalecer el uso, revitalización, preservación, defensa y fomento de los idiomas indígena, además de dictar la creación de un Instituto Nacional de Idiomas Indígenas, pautar su estructura y funciones y crear un Consejo de Idiomas Indígenas como instancia consultiva de dicho

instituto. Esta ley, además de ratificar lo establecido en el capítulo III de la LOPCI en torno a los idiomas indígenas, da un paso importante introduciendo el principio de la corresponsabilidad del Estado y de los pueblos, comunidades y familias indígenas en el uso, preservación, defensa, fomento y transmisión de los idiomas indígenas de generación en generación (Villalón 2011).

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Pese a sus avances, tal como señala Villalón (2011: 31),

hubiese sido deseable que la LII prestase mayor atención a los

procesos y condiciones sociales que afectan la ecología de las lenguas en contacto y dirigiera sus esfuerzos a la creación de entornos sociales más amigables a las lenguas indígenas.

No cabe duda de que han sido significativos los intentos del actual gobierno bolivariano por generar leyes y políticas públicas que den cara a la deuda histórica que ha arrastrado el Estado venezolano en materia de derechos indígenas. No debe olvidarse que hasta la Ley de Patrimonio Cultural promulgada en 2008 hace especial énfasis en la valoración de estos idiomas como parte del patrimonio inmaterial de Venezuela (RBV 2008b). El asunto es que no han apuntado en la dirección exacta y se continúa apostando a estrategias que demuestran no haber dado frutos en el pasado por su deficiente implementación—donde y cuando han sido

implementadas (Villalón 1994). Muestra de ello es el reconocimiento, en la Ley Orgánica de Educación promulgada en 2009, de la EIB como la vía para la atención de la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas indígenas, sin evaluar “los retos conceptuales, operativos e

instrumentales que aún confronta [este sistema]…”, por lo que nuevamente las disposiciones instauradas “…se quedan en el mero plano enunciativo” (Villalón 2011: 27). En tal sentido, se hace inminente una revisión a profundidad del marco legal, que supere “…las voluntades individuales, las buenas intenciones de los legisladores o la perseverancia de algunas personas las que determinan el futuro de las lenguas en contacto…” (Villalón 2011: 33) y que se enfoque, en primera instancia, en el diagnóstico de las condiciones sociolingüísticas de cada idioma, para así aportar a la planificación lingüística y la preservación de los idiomas minoritarios con pasos firmes y bases sólidas. Otro aspecto que se debe considerar de manera urgente en la revisión del aparato legal es la incorporación en el articulado del problema de la pérdida lingüística, ya que la toma de conciencia de esta problemática por parte de las instituciones es un punto importante para lograr la revitalización y salvaguarda de las lenguas (CDC 2010).

Después de todo lo expuesto el panorama se podría tornar desalentador para muchos y podría pensarse que todo está por hacer. Pero cada paso, por más minúsculo que parezca ha contribuido a que se visibilice poco a poco la diversidad cultural y lingüística en Venezuela,

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despertando conciencia e interés en distintas esferas (social, comunal, política, académica, científica, educativa…) y en sus diversos actores (hablantes, líderes comunales, legisladores, políticos, investigadores, educadores), superando paulatinamente la desvalorización y la vergüenza étnica que históricamente ha marcado a los pueblos indígenas.

Ahora las metas deben centrarse en la construcción de estrategias que permitan contrarrestar los factores que propician la homogeneización lingüística, principalmente la

escolarización de los indígenas en castellano y la intensificada migración urbana de la población aborigen. Villalón señala que

Ambos procesos (castellanización del educando indígena y migración urbana) se desarrollan en el contexto de una gran desigualdad en la valoración social de las lenguas en contacto, ya que como idioma nacional, se le confiere al castellano mucho más prestigio y utilidad que a cualquier idioma indígena. La estigmatización de estos últimos, reflejo de una arraigada desvalorización de las culturas indígenas, forma parte de la ideología lingüística nacional y permea toda la dinámica de contacto (2011: 148).

Debido a las dificultades que se han presentado en el sistema educativo venezolano para la implementación de la EIB, la educación para los indígenas es impartida en castellano, lo que ha ido en detrimento de sus idiomas ancestrales, desplazándolos, sustituyéndolos y

confinándolos al pasado. Esto ha sido propiciado por la poca preparación de los maestros, en algunos casos no hablantes de sus idiomas autóctonos o no nativos de las comunidades en las que ejercen su cargo; la falta de materiales de enseñanza adecuados a la realidad cultural así como a los idiomas de cada pueblo; poco o ningún seguimiento a las iniciativas de enseñanza y

aprendizaje de lenguas indígenas, tales como los nichos lingüísticos, así como falta de atención a los esfuerzos de recuperación y preservación del acervo lingüístico y cultural por parte de actores indígenas (Villalón 1994, 2011).

Así como se impone en la escuela, el castellano ocupa prácticamente todos los contextos comunicativos, sea por prestigio social o por necesidad comunicativa. Desde la educación inicial

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y básica hasta las nuevas misiones educativas (Misión Robinson, Misión Rivas, Misión Sucre) asumidas como formas de inclusión social, instauran estrategias educativas ajenas a la cultura indígena e implantan el castellano como idioma dominante y traen consigo prácticas culturales foráneas, restando cada vez más las posibilidades para el desarrollo y preservación de

competencias comunicativas en los idiomas indígenas y sus usos en la interacción cotidiana. A la par de esto, la emigración tanto de individuos como de familias indígenas completas desde sus hábitats originarios hacia zonas urbanas y periurbanas, representa otro factor

determinante para la pérdida progresiva de los idiomas minoritarios. El abandono de los espacios de interacción tradicional, de las prácticas cotidianas indígenas a cambio de oportunidades laborales, educativas, asistenciales y de nuevas formas de vida viene, inevitablemente, de la mano del castellano como forma de comunicación en todos los ámbitos de interacción,

“…relegando [los idiomas indígenas] al contacto ocasional o a la esfera privada y familiar en el mejor de los casos” (Villalón 2011: 154). Como si fuera poco, algunos planes y programas implementados en zonas con población indígena con miras a la inclusión social y la respuesta a las demandas en materia de identidad, alimentación, salud, vivienda y empleo, también han pasado a constituir un factor sociolingüístico determinante para la homogenización lingüística, en tanto que instauran patrones culturales ajenos y de carácter paternalista y asistencialista, pudiendo bien adecuarse a la realidad de los pueblos indígenas si se gestaran consensuada y coordinadamente, respetando las decisiones comunitarias y la capacidad de agencia de sus miembros. Siguiendo a Villalón (2011), la creación de mecanismos para superar las dificultades inherentes a la comunicación intercultural e interlingüe en contextos especializados (educación, salud, administración pública) requiere planificación a largo plazo a fin de educar a la sociedad mayoritaria para un verdadero diálogo entre culturas y lenguas en determinadas circunstancias. Estos mecanismos están aún por concebirse e implementarse.

No se trata de una tarea sencilla, pero en la medida en que se unan esfuerzos, tanto de los agentes internos como externos podría consolidarse una política lingüística y educativa adecuada y sostenible. Los hablantes son actores claves tanto para la preservación de las lenguas que gozan de vitalidad como para la revitalización de aquellas que se encuentran amenazadas. Los líderes comunitarios igualmente son figuras importantes para la promoción y ejemplo de valoración de la lengua ancestral. Los educadores podrían contribuir a la planificación lingüística siempre que aporten para la construcción de un modelo educativo acorde a la realidad de los pueblos. En

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materia legal los juristas y en términos políticos todo activista y agente del Estado, podrían fungir como garantes de la construcción de instrumentos legales, políticas públicas, planes y programas coherentes conceptual y técnicamente. Los académicos podrían contribuir a la concientización de los futuros profesionales hacia el respeto y el trabajo en favor de los pueblos indígenas y los científicos sociales, así como los expertos en materia lingüística mucho pueden aportar trabajando conjuntamente con las bases, prestando asesoramiento y entrenamiento, apostando a la autonomía y la libre determinación de los pueblos, además de aportar a la

producción de materiales de carácter divulgativo para crear conciencia en la población general . La articulación de esfuerzos ofrece mayores posibilidades para generar frutos a corto, mediano y largo plazo, además de permitir la contraloría entre las partes para garantizar verdaderos

alcances.

La revitalización como paso prioritario ante el registro y la documentación

Desde el ámbito académico y científico resulta primordial prestar atención a aquellas lenguas que se encuentran en grave peligro de desaparición, tomando en cuenta que en algunos casos esto ha sido demandado desde las bases, por los propios hablantes y otros interesados en recuperar su idioma. La preocupación de pueblos como el yabarana, mapoyo, añú (por mencionar algunos casos) por la progresiva pérdida de sus lenguas no es reciente, pero si la búsqueda de alternativas concretas para contrarrestar la situación, reflexionando sobre la estrecha relación entre su idioma y el conocimiento de su entorno natural, su historia mítica, así como de sus formas de concebir y explicar su realidad cultural (González 2009). En contextos como éste, la revitalización

lingüística se convierte en protagonista.

La revitalización, como conjunto de acciones encaminadas a frenar la desintegración paulatina o acelerada de los sistemas lingüístico-culturales de los pueblos indígenas, estimular su supervivencia y desarrollo integral (UNESCO e Instituto Indigenista Interamericano 1987), implica la instrumentación de proyectos de investigación etnográfica y lingüística (González 1999). Se sabe que la pronunciación, la expresión y la gramática son las áreas del habla más afectadas por la influencia de una lengua dominante, de aquí deriva la importancia de incorporar el estudio de aspectos fonéticos, fonológicos, morfológicos, sintácticos, léxico-semánticos y pragmáticos en los programas de revitalización (Hagége 2000, Newman y Ratliff 2001, Crystal 2003, Duranti 2003, Bernárdez 2004). No obstante, es necesario trabajar de forma conjunta con

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dicha comunidad en la construcción participativa de una propuesta para la revitalización de la lengua, recuperando ámbitos tradicionales de uso e interacción lingüística, sin obviar los procesos culturales y sociales en los que se encuentra inmerso dicho pueblo indígena.

Las lenguas venezolanas están por debajo del nivel mínimo requerido de documentación, esto implica que la mayoría no están documentadas, las pocas documentadas lo están de manera inadecuada o fragmentaria, y sólo 3 lenguas se pueden considerar en un estado “aceptable” (según estándares internacionales) de documentación, éstas son wayuunaiki, yanomami y warao (Villalón 2004). La mayoría de la documentación que existe ha sido realizada con fines distintos a algún proyecto de revitalización, lo que dificulta la producción de materiales de instrucción apropiados en cualquier lengua. Por lo general el proceso de registro y documentación de lenguas no va de la mano con proyectos de revitalización, y se le da más importancia a la elaboración de documentos que a los intereses y necesidades que tienen las comunidades de hablantes de las lenguas en proceso de desaparición. Las respuestas a la crisis de la diversidad lingüística elaboradas por los investigadores durante los años 1990 y comienzos del siglo XXI tienden a repartirse en dos categorías, por un lado están las que apuntan a documentar las lenguas y conservar un registro de éstas en gramáticas, diccionarios y textos, y por el otro las que se proponen apoyar y promover la diversidad lingüística como tal, como un ingrediente esencial de la diversidad de la vida (Maffi 2002), pero son pocos los esfuerzos concretos por revitalizar las lenguas de la mano con sus comunidades lingüísticas.

Hasta la fecha, no existe en Venezuela ninguna experiencia de revitalización exitosa, y son contados los proyectos de esta índole que han obtenido algún tipo de apoyo institucional. Las comunidades indígenas tienen la conciencia de que cuando una lengua muere, la cultura

contenida en ella desaparece de forma irreversible, y los propios líderes indígenas de algunos pueblos amenazados por la pérdida lingüística han reiterado su preocupación y deseo por conducir esfuerzos para revitalizar sus lenguas ancestrales.

Importancia de la revitalización desde las bases en mano de las comunidades de hablantes

Los proyectos de revitalización dependen en gran medida del interés de la propia comunidad de hablantes por recuperar su lengua, sin la colaboración de los líderes comunitarios en la

promoción y ejemplo de la valoración de la lengua ancestral, y sin la participación de los hablantes en los programas y proyectos de revitalización, no se podrá conducir exitosamente

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ningún intento. El registro lingüístico puede ser específico, pero es más útil cuando se considera no sólo como parte de un proyecto de estudio de una lengua sino en su pertinencia para la comunidad de hablantes (Newman y Ratliff 2001). Todo tipo de texto escrito, sean

transcripciones, traducciones o documentos audiovisuales anotados de la expresión oral, en su ocurrencia natural, son de gran importancia, ya que ayudan a los miembros de la comunidad lingüística a formular tareas específicas y permitir que los lingüistas diseñen proyectos de investigación en colaboración con los hablantes de la lengua (UNESCO 2003), más aún si esos proyectos tienen como objetivo apoyar el proceso de revitalización de una lengua en vías de desaparición.

Desde la perspectiva académica, revertir el cambio lingüístico implica hacer

investigación de campo y avocarse a la lingüista aplicada, siempre en el marco de los valores culturales específicos de cada lengua (Fishman 1996), pero el poder de cambio lo tienen las comunidades de hablantes; sin el motor de los líderes comunitarios para promover esta ardua tarea, los lingüistas tenemos poco o nada que obtener de nuestros esfuerzos por revitalizar las lenguas minoritarias amenazadas.

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Jeyni Gonzalez trabajando con mujeres yabarana municipio manapiare Edo. Amazonas, Venezuela (2006).

Francia Medina y María E. Villalón trabajando con los hermanos Luis y Bernabé (fallecido) Reyes, últimos hablantes de la lengua mapoyo, Puerto Ayacucho, Edo. Amazonas, Venezuela (1996).

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Referencias

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Villalón, María E., Medina, Francia y González, Jeyni. “Panorama de la diversidad cultural de Venezuela” (Manuscrito Inédito).

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The 2011 Symposium for Teaching and Learning Indigenous Languages of Latin America (STLILLA) was the second in a biennial series of symposia organized by the Association for Teaching and Learning Indigenous Languages of Latin America (ATLILLA). The Kellogg Institute for International Studies at the University of Notre Dame hosted STLILLA-2011 in collaboration with partner institutions.

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