hi¡toria@
INFORMACION E HISTORIA S. L,PRESIDENTE: lsabel de Azcárate
ADMINISTRADOR UNICO: Juan Tomás de Salas DIRECTOR: David Solar
SUBDIRECTOR: Javier Villalba,
REDACCION: lsabel Valcárcel, José María Solé Mariño y Ana Bustelo,
CONFECCION : Guillermo Llorente FOTOGBAFIA: Juan Manuel Salabert, GEBENCIA: Félix Carpintero, Es una publicación del Grupo 16.
REDACCION Y ADMINISTRACION: Madrid: Calle Rufino González, 34 bis, 28037 Madrid Telélonos 327 11 42y
327 1094.
Barcelona: Paseo de San Gervasio, S, entresuelo 08022 Barcelona Teléfono 418 47 79
SUSCRIPCIONES: Hermanos García Noblejas, 41 28037 Madr(d Tcléfonos 368 04 03 - 02
PUBLICIDAD MADHID: Pilar Torila
IMPRIME: Rivadeneyra, S. A
DISTRIBUYE: INDISA Bufino González, 34 bis Teléfono: 5BO 31 00, 28037 Madrid
P,V.P Canarias: 320 ptas. ISBN: 84-7679-271-9 Depósito legal: M-369-1994
-
La historia más reciente patrocinadaCUADERNOS DEL
Coordinación:
Angel Bahamonde Magro, Julio Gil Pecharromán, Elena Hernández Sandoica y Rosar¡o de la Torre del Río
Universidad Complutense UNED
1. La historia de hoy. o 2. Las frágiles fronteras de Europa. o 3. La sociedad española de los años 40. o 4. Las
revolu-ciones científicas. o 5. Orígenes de la guena fría. o 6. La España aislada. o 7. México: de Lína¡o Cá¡denas a hoy. o 8. La guena de Corea. o 9. Las ciudades. o 10. La 0NU. o 11. La España del exilio. o 12. El Apart.
heid.
.
13. Keynes y las bases del pensamiento económico contemporáneo. o 14. El reparto del Asia otomana. o 15. A-lemania 1949-1989. o 16. USA, la caza de bruias. o 17. los padres de Europa. o 18. Africa: tuibus y Estados, el mito de las naciones africanas. o 19. España: nM¡. Marshallr. o 20. lndochina: de Dien Bien Fu a los jmeresro-jos.o2l. Hollyuood: el mundo del cine.o22.La descolonización de Asia.o23. ltalia 1944-1992.o24.
Nas-ser.o25. Bélgica.o26, Bandung.o27. Militaresypolítica.o28. Elperonismo..29. Tito.o30. ElJapóndeMcArt
hur. o 31. El deso¡den monetario. o 32. La descolonización de Africa. o 33. De Gaulle. o 34. Canadá. o 35. Muie¡ y
tabajo. o 36. Las guenas de ls¡ael. o 37. Hungría 1956. o 38. Ghandi. o 39. El deporte de masas. o 40. La Cuba de Casho.
.
41. El Ulste¡. o 42, laAldea Global. Mass media, las nuevas comunicaciones. o 43. China, de Mao a la Re-volución cultural. o 44. España: la emigración a Europa. o 45. El acomodo vaticano. o 46. Kennedy. o 47. Elfeminis-mo. o 48. El tratado de Roma. o 49. Argelia, de la independencia a la ilusión f¡ustrada. o 50. Bad Godes-berg. o §[. Nehru. o 52. Iftuscheu. o 53. Bpaña, la ¡evolución del 600. o 54. El año 1968. o 55. USA, el sínd¡ome
delVietram.oS6. G¡ecia,Z.o57. ElfenómenoBeatles.oSS. Praga1968.o59. ElfindelmitodelChe.o60. W. B¡andt. o 61. Hindúes y musulmanes. o 62. Portugal 1975. o 63. El Chile de Allende. o 64. [a violencia política en Eu-ropa. o 65. El desanollo del subdesanollo. o 66. Filipinas. o 67. España, la muerte de Franco.
.
6t. La URSS de Brez-nec. c 69. [a c¡isis del petuóleo. o 70. La G¡an Bretaña de Marguet Thatcher. o 71. El Japón actual. o 72. La tansi-ción española. o 73. USA en la época Reagan. o 74. Olof Palme, la socialdemocracia sueca. o 75. Alternatiuos y ver-des. o 76. Amé¡ica, la crisis del caudillismo. o 77. Los países de nueva industialización. o 78. China, el postnaoís-mo. o 79. La crisis de los países del Este, el desanollo de Solidamosc en Polonia. o 80. Penú, Sendero Lumino-so. o 81. La lglesia de Woytila. o 82. El lrán de Jomeini. o 83. La Bpaña del 23 F. o 84. Berlinguer, el eu¡ocomunis-mo. o 85. Afganistán. o 86. Bpaña 1982-1993, el PSOE en elpoder. o 87. hogresismo e integrismo. o 88. El peligro nuclear/la mancha de ozono. o 89. Gorbachov, la pe¡estoika y la ruptura de la URSS. o 90. La sociedadpostindus-hial. o 91. La guena del Golfo. o 92. Los cambios en la Europa del Este: 1989. o 93. ta 0TAN hoy. o 94. La unifica. ción alemana. o 95. El SIDA. o 96. Yugoslavi a,
.
97 . Hambre y revolución en el cuemo de Africa. o 98. Las últimas mi.I1\DICE
6
0ccidente, 1945-1975 B
El
Estado del bienestarT2
España:
fin
dela
autarquíat6
Crisis, austeridad, flexibilización1B
Tercer Mundo20
Lna
sistemática explotación26
El
nuevo orden económicointernacional
28
Lna
mano de obra intensivay
barata31
La_mujer de su casa corresponde a un ideal erróneo, afirmaba ya hace bastante más de un siglo
Concep-ción Arenal (monumento erigido a la gran escrito¡a
Mujer
y
trabajo
Por Gloria Nielfa Cristóbal
Profesora tifular del Departamento de Historia Contemporánea. Universidad Complutense de Madrid
L",
posgueras son natalistas. Termina-da la SegunTermina-da Guena Mundial, en distintospaíses occidentales soplan vientos en favor de que las mujeres se consagren
únicamen-te a su puesto en la familia: se hata de fa-vorecer
el
aumento dela
natalidad tras la pérdida de tantas vidas en el periodo béli-co, pero también de que cedan a los varo-nes que regresan de los campos de batalla los puestos detabajo
que ellas han ocupa-do en esos años y que han permitidoelfun-cionamiento
de
sus
respectivos países. Como enotas
ocasiones,la
cuestión paralas mujeres no será tanto la de habajar o no
habajar
-la
mayoría
necesitan trabajarsiempre-,
sinola
de en
qué condiciones hacerlo: en qué puestos, con qué cualifica-ción, con derechos o sin ellos, con la ley desu parte
o
de forma vergonzante, con quésalarios.
Las revistas, los medios de comunicación cadavez más abundantes, difunden un mo-delo de mujer que se dedica exclusivamen-te a aexclusivamen-tender a su marido
y
a sus hijos, a la realización de las tareas domésticas,y
que deja de preocuparse por lo que sucede fue-ra de su hogar por considerar pocofemenl
na
esta preocupación; esta forma de vidase enaltece como el idealmás deseable para las mujeres. En
la
sociedadnorteamerica-na, donde los medios económicos permiten que se extienda esta práctica en ámbitos de clase media y acomodada, esas mujeres pa-recen haber olvidado los deseos de aqué-llas que en anteriores generaciones habían luchado
por
abrirse paso en espacios edu-cativos o profesionales que se les cerrabanalegando
su
condición femenina.
Betty Friedan detectó el malestar existente entreesas mujeres que habían adaptado sus
vi-das a
lo
que llamó la mística de lafemini-dad, título del libro
publicadoen \963
yque alcanzó una enorme difusión. Aguda-mente compara los mensajes que las
revis-tas femeninas difundían en la década de los
cincuenta, a los que se ha aludido más
arri-ba,
con los de unos años antes:En
1939, las heroínas de las novelas que publicaban las revistas femeninas... eran mujeresnue-vas, que creaban con
un
espíritu alegre ydecidido una nueva realidad*para las
mu-jeres: una
vida propia.
Estaban animadas por una aureola de superación, de deseo deencaminarse hacia un futuro que iba a ser
distinto delpasado.
La historia no es lineal. El problema que no tiene nombre, como Betty Friedan llamó
a
ese malestar,no
es nuevo. Por ejemplo, en España, ya en 1883, Concepción fuenal había afirmadoque
la
mujer
de su
casaconesponde
a un
ideal enóneo referido al mundo contemporáneo.Por supuesto, lo que se entiende por tra-bajo doméstico varÍa mucho según las
épo-cas, los países y las situaciones sociales y ét-nicas.
En
la
película
I-a
salde
la
tiena (1953), de H. Bibermann vemos que en un poblado minero de Nuevo México, las mu-jeres mexicanas cortan leña cinco veces al día para calentar el agua, puesto que las vi-viendas carecen de agua coniente y deins-talaciones sanitarias, comodidades
de
lasque
sí disfrutaban las viviendas ocupadaspor las familias anglosajonas.
En Europa, la inmediata posguera
cons-tituye una época dura, en la que es
necesa-rio
hacer frentea
los estragos producidos por la guerra. Y ello es así, a pesar de laayu-da
americana recibidapor
diversos paísesde Europa occidentala havés delPlan
Mar-shall, desde 1948. Por ejemplo, tenemos
tes-timonios relativos altiempo que las amas de
casa inglesas debían dedicar
a
hacer colapara conseguir los escasos productos
exis-tentes en el mercado, en régimen de racio-namiento, entre 1946
y
1950. Como essa-bido, las épocas de crisis económica o de es-casez de productos en el mercado acarrean
un
incremento del habajo domésticodesti-nado a suplir esos artículos.
En España, la etapa que sigue a la guerra
civilune a la dificultad de una posguera en situación
de
aislamiento internacional, lascaracterísticas propias.de
un
régimenauto-ritario, que deroga
la
legislación igualitaria desanollada por la II República. ElFuero delTrabajo,
de
1938, establecía queEl
B;ta-do... libertará a la mujer casada del tallery
de la fábrica; a partir de ahí, surgirá unale-gislación laboral discriminatoria en función delsexo. En los años cuarenta, la población campesina sigue siendo muy nunnerosa, ya que la política oficialtrata de favorecer
elre-Tanto en las sociedades pri-mitivas como en otas más de-sanolladas, la tadicional divi-sión del trabajo en el seno
fa-miliar se considera natural en
el sentido de que está
clara-mente impuesta por la propia diferencia
de
sexos. Sinem-torno
al
campo trasla
guerra; de ahí que muchas .mujeres sigan dedicándose desdeedad muy temprana altrabajo agrícola y
ga-nadero, en la pequeña explotación familiar,
o estacionalmente a jomal.
Las dos décadas siguientes presentan un acentuado éxodo rural, que llevará
a
esasmujeres que no han tenido ocasión de ins-truirse hacia
el
servicio domésticoy
otrostrabajos eventuales
y
mal
pagadosen
elmundo urbano: limpieza, talleres de
confec-ción,
y
tambiéna
la emigración haciapaí-ses
de
Europa occidental, como Francia y Alemania. Veamos cuálfue la evolución en esos países.Occidente,
1945
-1971
En toda Europa occidental, en esos años
aumenta notablemente el número de muje-res asalariadas, aunque con claras
diferen-cias entre unos países y otros. La proporción de asalariadas es más alta en los países del norte, pero las distancias se reducirán en los
años sesenta por elrapidísimo aumento que dicha proporción experimenta en esos años
en Italia, Grecia, España y Portugal. Una de las causas de ese auge generalizado es la re-conversión de las que proceden de un tra-bajo independiente, en la agricultura o en el
artesanado.
Por
ejemplo,en
Francia, lasasalaria
el 59 por100
de
nsideradaactiva
e
l975.Por
otro
lado, está aumentandoel
número decasadas
y
madresque
trabajanfuera
de casa, excepto en Holanday
Bélgica.La disminución de la fecundidad, a partir
de
los años sesenta, propiciada en buena parte por el uso de métodos anticonceptivos más fiables-como
la
pfldoray
el
DIU-comunidades pueden tener
otas formas distintas de dividir la carya de tabajo en función
de los sexos, y penfrr también
que la suya es la forma más natural de Ia división del
taba-jo.
(E. Boserup: La mujer y eldesanollo económico.)
Ana
organización
natural
bargo, mientas que los miem-bros de una determinada
co-munidad pueden considerar que su división del tabajo por
sexos es /a nafural, debido a
que a tavés de las generacio-nes ha venido siendo asÍ con escasísimas variaciones, otas
DOR
TI
TIDRE
Y
EL
HIJO
POR
U]II
E
SPA]IA
,
,lIffff;uesfra de la ideología del pimer hanquismo respecto a la mujer: El Estado ... libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica (cartel de Auxilio Social que sublima el papel de la mujer como esposa y madre
que los usados anteriormente,
y
de iniciati-va femenina anticipada, que permiten a lasmujeres planificar el número de embarazos
que desean,
o
la
época de su vida en que quieren tenerlos, esun
factor que hay que tener presente al estudiar el acceso almer-cado
de
trabajo que las mujeres llevan acabo en esas décadas.
Son años
de
importantestransformacio-nes en las viviendas (aumenta su número
y
su extensión),
y
en las condiciones en que serealiza eltrabajo doméstico, debido a que se generaliza el agua corriente y la conexióna
las redes de distribuciónde
energíaeléc-trica y de gas, lo que elimina algunas de las
tareas más pesadas
y
permite la mecaniza-ción de otras mediante el uso deelectrodo-mésticos. También se difunde eluso de pro-ductos como conservas, platos
semiprepara-dos, etcétera, y pasan a adquirirse en
elmer-cado artículos que antes se elaboraban en
casa (ropa confeccionada
y
otros).La consecuencia es doble: al disminuir el
volumen deltrabajo doméstico, muchas mu-jeres ya no necesitan estar tanto tiempo en
el hogar, y lo pueden dedicar al trabajo
ex-terno:
al
mismo tiempo, necesitan realizar ese trabajopara
obtenerlos
ingresos que puedan costear los equipamientosy
bienesque sustituyen parcialmente
al
trabajo do-méstico tradicional. Además, el aumento de la demanda dirigidaa
la indushia de.equi-pamiento hizo crecer en ella los puestos del trabajo, que a menudo fueron cubiertos por mano de obra femenina. Vemos así unase-rie de intenelaciones que conectan
elproce-so de producción que serealizadentro y fue-ra del ámbito doméstico.
Otros cambios que se están produciendo en esas décadas en las sociedades occiden-tales se refieren a la necesidad creciente de
una mayor preparación en la mano de obra, como consecuencia del progreso
tecnológi-co. Este hecho realzala importancia de la
fa-milia de origen, ya que esa preparación es
algo que se debe acumular antes de la en-trada en el mercado de trabajo, a diferencia de la situación en épocas anteriores, en que las necesidades de la mano de obra se
cen-traban básicamente en
la
reposición de sufuerza muscular, que se asocia al papel del vínculo conyugaly de la familia de destino.
Así pues, nos hallamos ante un aumento de las actividades relacionadas con la socializa-ción de las nuevas generaciones
y
conas-pectos de tipo cultural.
Por otro lado, se van
a
desanollarsiste-mas de protección social por parte de los
Es-tados-providencia
o
del
WelÍare,que
encierta medida suponen el desenlace
de
de-batesy
lucha de las décadas anteriores a Ia guerra. Los procesosde
externalización ycolectivización
de
actividadesque
antes atendían las mujeres desde elhogar domés-tico, van a llevar al aumento de los empleos relacionadoscon
Ia enseñanzay
la
salud, sectores en expansión, y esa será paramu-chas mujeres la forma de ingreso en
elmer-cado de trabajo.
El Estado
del bienestar
Denfuo de
la
gran variedad existentese-gún los países, se puede hablar
básicamen-te de tres modelos
de
Welfare States(Bta-dos del bienestar): el estatista-corporativista alemán, el socialdemócrata sueco
y
ellibe-ral
estadounidense.En el
caso alemán, la colectivización de los trabajos que antes sehacían en el hogar no ha sido muy intensa
y
seha
llevadoa
cabo fundamentalmente en el marco del Estado, pero en la medida en que ha aumentado el sector público, hahecho uecer el empleo femenino; si de las
alemanas occidéntales que ejercían una
ac-tividad
profesionalen
7961,una de
cada quince tenía un empleo público, en 1983 setrata de una de cada cinco.
En los países escandinavos se ha produ-cido una importante colectivización de esas
actividades, llevada a cabo en una propor-ción mucho mayor que en otros países en el
marco del Estado, que se hace cargo de
es-cuelas, hospitales, guarderías, hogares para ancianos, etcétera.
El
resultado es que, al filo de los años noventa, más de la mitad delas suecas
y
casila
mitad de las nomegas que tienen un empleo habajan para el sec-tor público.En EE.UU., con un fuerte sector terciario,
el
proceso que aquí se describe seha
de-sanollado sobretodo
en el sector privado, produciendo tambiénun
considerable au-mento de empleos femeninos. Hay quete-ner en cuenta
la
importancia de la expan-sión del sector terciario en su conjunto, nosólo de los empleos vinculados altipo de
ser-vicios a los que se ha venido aludiendo aquí,
sino también al enorme desanollo de los
fua-bajos de oficina,
y
a su alto grado defemi-nización,lo que también sucede en los
contro
la
reauon
per
la
democ
raúa
per
la
llberta
per
il
progress
T¡as 1945 aumentó el número de mujeres asalariadas en Europa (cartel electoral del Pañido Comunista
l0
En efecto, desde
elpunto
de vista del gé-nero(l)
se observa una fragmentación en lamasa asalariada europea: predominio de los
varones
enke
los obrerosy
enhe quienes ocupan puestos dirigentes (cuadros superio-res), frente a la masiva presencia de las mu-jeres en las oficinas. Las profesiones en que el reparto entre hombresy
mujeres es másequilibrado son las de comerciantes, artesa-nos, tácnicos y similares, profesiones docen-tes
y
liberales. Se hace necesaria, natural-mente, la referencia a los cambios enelpa-norama educativo femenino.
El auge de las cifras de niñas
escolariza-das
en
los distintos países europeos,espe-cialmente entre t970-75, ha permitido
ha-blar de
explosión escolar.En
1970,
por ejemplo, en Noruegay
en Francia, lapro-porción de quienes cursan estudios
secun-darios es tan alta entre las chicas como
en-tre los chicos.
En el paso de la enseñanza secundaria a
la superior se observan mayores diferencias
en el conjunto de los países de Occidente. Diferencias
en
cuantoa la
proporción deuniversitarias, más baja que la de universi-tarios en esos años,
y
también en cuanto ala
distribución enhe las diferentes cafferas.En7964-65, en Holanda, país en que la
es-colarización femenina está generalizada, las
mujeres representan la mitad que los
varo-(1) En el campo de las ciencias sociales, se viene uti-lizando el término género para hacer referencia a
ca-racterísticas y actifudes diferenciadas que en una
so-ciedad determinada manifiestan mujeres y varones, como consecuencia de la educación y el aprendizaje, reservándose el término sexopara aludir a las diferen-cias puramente biológicas.
Los decoradores de
interio-res
diseñaban cocinas conmosaicos
y
pinturas murales,ya que la cocina habia vuelto
a ser el centuo de la vida de la
mujer. Coser en casa se
con-virtió en una industria
podero-sa. Muchas mujeres no salían
de sus casas si no era para
ir
de compras, llevar a pasear a
sus hrjbs o acompañar a sus
maridos a alguna fiesta social
ineludible.
Ia
mujeres fueronnes en las cifras de estudiantes en la Univer-sidad; en otros países, la proporción de uni-versitarias es más alta, pero sigue
quedan-do por detrás de la que muestran los varo-nes. Las mujeres predominan en esos años
en carreras de humanidades, lenguas, peda-gogía, psicología, de acuerdo con unos
ro-les de género que consideran estos estudios
como apropiados para ellas, lo que
contras-ta
con las elecciones realizadaspor
las pri-meras universitarias,en la
segunda mitad del siglo xtx, que en muchos casos escogie-ron la medicinao
las ciencias como vía deprofesionalización.
Vemos cómo las opciones más
feminiza-das son también, en líneas generales,
opcio-nes devaluadas en el mercado de trabajo, y cómo, elsistema escolar, teóricamente igua-litario, desempeña su papel en Ia reproduc-ción de las distinciones sociales entre las
per-sonas de uno
y
otro sexo.Un aspecto que merece ser destacado, en
cualquier caso, es que la tasa de actividad profesional de las mujeres aumenta a medi-da que se eleva su nivel escolar, correlación que no existe en el caso de los hombres. La otra cara de la moneda es que Ia inserción de las mujeres en profesiones consideradas masculinas suele
llevar
consigo,especial-mente en el sector privado, una penalización en el salario
o
en las posibilidades depro-moción
a
puestos directivos,en
compara-ción con las oportunidades de sus compa-ñeros varones.
En resumen,
la
presencia de las mujeresen el mercado de
tabajo
supone un niveldeindependencia personal
y
frenteal
vínculo conyugal, antes desconocido.El
preciopa-El
momento
del
cambio
educadas para ocuparse ex-clusivamente de su hogar.
Ha-cia el año 1960 se obseruó un
súbito viraje sociológico; una
tercera parte
de
las mujeres trabajaba, Wro en su mayotíano eran jóvenes y muy pocas
habían seguido una carrera.
Eran mujeres casadas que
te-nÍan empleos durante parte
del día, como vendedoras o
secretarias,
para
ayudar acontribuir al pago de una
hi-poteca. O bien se bataba de viudas que tenían que
mante-ner una familia. Cada vez
ha-bía menos mujeres que efec-fuasen un trabajo profesional.
Ia
escasez de enfermeras es-pecialistas en asistencia socialy
profesoras ocasionó serios'problemas
en
casi todas lasciudades de los ktados
Uni-dos. (Betty Friedan: La místi-ca de
la
feminidad, Madrid, Edic. Júcar, 1974.)Las mujeres van a formar un contingente importante de la mano de obra que emplea la economía
t2
gado es la doble jomada, al seguir ocupán-dose mayoritariamente del
tabajo
domésti-co, ante la escasa colaboración masculina.España:
ftn
de
la autarquía
El
cambiode
orientaciónen la
política económica que se producea
finales de losaños cincuenta va a tener sus consecuencias
en la situación de las mujeres en el ámbito laboral. En efecto, la salida de la autarquía y eldeseo de integrar la economía española en elmarco de las economías capitalistas de
Occidente, llevará a
un
cambio en lalegis-lación, a través de la Ley de Derechos
Poli
ticos, Profesionales y Laborales de la mujer,
en 1961. (Se puede recordar que en 1951
un Convenio de la Oficina Internacionaldel Trabajo, OIT, había establecido la igualdad de salario para la mano de obra masculina
y
femenina para trabajos de igual valor, y que así se establecía también en el Tratadode Roma, que creó
la
Comunidad Econó-mica Europea o Mercado Común, en 1957). Sin querer reconocer un cambio de orienta-ción, la ley, que se presenta como una ade-cuación a la realidad del momento, ensan-cha las posibilidadesde
las mujeresen
elámbito laboral, aunque sigue manteniendo ciertas excepciones.
En el caso español, el incremento del nú-mero de mujeres que tienen
un
empleo enlos años sesenta y setenta no responde
tan-to
ala
colectivización de tareasy
servicios que antes se llevabana
cabo en el hogar, sino que se relaciona con la expansióneco-nómica de esos años, con el fenómeno del turismo
y
con las bajas cifras del punto de partida en relación con las características dela etapa anterior.
El
Welfare no se desarro-lla en España en esas décadas.Todavía para los años ochenta, es
paten-te la escasez de servicios colectivos, y hay
es-fudios que muestran cómo elcuidado de en-fermos e incapacitados sigue gravitando
so-bre el sistema doméstico, es decir, en la in-mensa mayoría de los casos, sobre las amas
de casa.
Economía sumergida
Si, por un lado, elacceso de más mujeres a niveles más altos delsistema educativo les
abre nuevas posibilidades profesionales, y es
importante
ahí
el
factor generacional, porotro, las mujeres van a formar un
contingen-te importante de la mano de obra que em-plea la economía sumergida, modalidad de
trabajo que reaparece bajo formas
cambian-tes, que está presente en la economía prein-dustrial
y
en los momentos de crisis delca-pitalismo, pero que coexistió también con las etapas de auge capitalista, mediante la subcontratación. En las últimas décadas el
fenómeno no es exclusivo de algunos países
o de algún continente. En Europa existe otro ejemplo característico; se trata del caso de Italia, especialmente
en
sus provincias del centro, como Emilia-Romagna.Para España, conocemos
el
pesode
la economía sumergidaen la
producciónle-vantina de calzado, o el hecho de que la
in-dustria
de
la
confección,por
ejemplo, senutra en los últimos tiempos, en buena me-dida, del trabajo de chicas muy jóvenes que cobran salarios muy bajos,
y
no
gozan de ningúntipo
de protección legal. El mundorural ha visto crecer el número de talleres clandestinos,
que
ofrecenuna
alternativaante
la
falta de habajo enla
agricultura yse'benefician de una mano de obra que no
está en situación de plantear fuertes exigen-cias laborales. Todo esto
no
es nuevo. En los comienzos de la industrialización, la ma-nufacfura acudía al mundo rural en busca de una mano de obra barata,y
donde esesalario representara solamente
un
comple-mento dentro de la economía familiar.As-pectos ya conocidos se insertan en nuevas realidades.
Los
últimos años detectanla
presenciacreciente de mujeres con una elevada pre-paración en elmundo laboralpúblico y
pri-vado. Las mujeres con una titulación
supe-rior
encuentran,en
general,una
realidad menos discriminatoria por razones de géne-ro, en elámbito de la administración delEs-tado que en los empleos privados; así lo ha mostrado,por
ejemplo,un
estudio dedica-do al empleo de las ingenieras y arquitectas. Cadavez se escribe más sobre las empre-sariasy
las ejecutivas, mosfuándolas comoprototipo de los avances de las mujeres en elmundo laboral. Para un número muy alto de mujeres, sin embargo, los empleos acce-sibles son precarios, malpagados, y, en mu-chos casos, a tiempo parcial.
La
consideración de que los puestos detrabajo bien pagados son para los varones sigue vigente. Cuando varias mujeres han
{
,! .4',
?-1 ;AE¿-L\\ .\\ v l-i¿ _': '-i-Ej mismg bgbaio ayer y.hoy. Aniba, ciganens sevillanas a finales det sigto xtx (por Enúque Paternina,La
Ilustración Española y Americana, 1895). Abajo, fabricación indusbialáe cigaiittos enios años ochenta
f-.! ,| ( 1 13l4
Porcentqies
demderes
enel ámbito
laboral,
f960-f900
Países Bajos
.
22hhñd;
.:...
. : . . . . :. : : : : : : : : : : : : : : . : : : : . : : : : : : : : . ::,6
(1e61)Suecia
30 Gran Bretaña....
32Francia
...
33
(7962)Dinamarca
37 AlemaniaOccidental
37,2Aushia
40Polonia
...
M
AlemaniaOriental
45 URSS.
53Fuente: Anderson, B. y Zinsser, P.: Historia de las mujeres. Una historia propia.
29 28
7l
4t
39,4ñ,3
3E 36,6 43 54,2 51+7
+2
+4L+9
+6,4 +23,3 +0,8.3,4
-1
+5,2-2
superado las pruebas
para
tabajar
como mineras en la cuenca asturiana, la oposiciónde los sindicatos
a
que ocuparan efectiva-mente esos puestos ha hecho saltareldeba-te a la opinión pública. Se invocaba la pro-tección de la salud de las trabajadoras, al
es-grimir la norma de la OIT que prohíbe
elha-bajo subtenáneo de las mujeres, pero en el
curso de la polémica, las posiciones
sindica-les en favor de que esos puestos fueran ocu-pados por cabezas de familia se dejaron oír.
El caso ofrece materia para la reflexión acer-ca del papel que la legislación laboral pro-tectora ha jugado en el campo del empleo femenino, y acerca de la composición de los
sindicatos
y
de
los intereses que éstos de-fienden prioritariamente.Ya
ha dado lugar también a peticiones para que se derogue la citada norma.Ya
se ha citado la relación entre eldes-censo delíndice de fecundidad (número de
hijos por mujer) y la presencia femenina en
elmercado de trabajo; para España, la
dis-minución ha sido más tardía que en otros
países
europeos (se situaba
en 2'8
en 79751, pero en los hes lustros siguientes ha descendido tanto que comparte con Italia yHong
Kongel
nivel másbajo
del mundo:1'3. El índice de participación de las
muje-res en elmercado de trabajo ha seguido
su-biendo a lo largo de los años ochenta, has-ta llegar al principio de los noventa
al33,5
por
100 dela
población consideradaacti-va, cifra todavía muy baja comparada con
la
media comunitaria europea,un 45
por100. Algo que parece desmentir la posibili-dad de regreso al hogar, a pesar de la
fuer-te incidencia del paro entre las mujeres.
De cada diez horas de
ta-bajo (esfueruo físíco o menhl,
no lúdico,
destinadoa
la transformación del entomo),ción de babajo resbingida a la
que serefieren la
inmensama-yoría de las estadísticas
y
al-culos económicos que ahora
manejamos. éTiene sentido
esta sustihtción del todo por
una de sus partes? éPuede ser
eficaz una henamienta que
El
caso español
deja fuera de
su
análisis uncamry
hn
considemble, en una época de gran dinamismoy
cambio? Aparentementehay un proyecto colectivo,
ga-rantizado constifucionalmen-te, que ofrece
a
todosy
cadauno el derccho al babajo
sul?-cientemente remunetado, pero en el último decenio el
trabajo invisible
ha
crecido más que el emergido y puedesuryneae que el sistema
eco-nómico en su conjunto
gene-rará
una relación cada vezsector
de
trabajo emergidoprovocará tal grado de
tensio-nes internas
y
desajustes so-ciales que acabará portasto-car todo el sistema en su
con-junto.
'
(M."A.
Durán: oEl iceberg español: relacionesente
eltabajo
mercanüly
no
mer-cantilr, Economía del kabajo
Crisis, austeridad,
flexibilización
En la etapa de ralentización de las econo-mías occidentales, que empieza hacia 1975,
y,
de decrecimiento que se inicia unadéca-da más tarde, la cuestión delempleo va a
es-tar en el centro de las políticas de austeridad
y
de lucha contra la inflación. Los intentos de movilidad, flexibilidad, reconversión, van a incrementar la segmentación del mercadode trabajo.
La
división del trabajo en fun-ción del género se convertirá en una palan-ca de la flexibilización.Y elparo
va a afec-tara
las mujeres más que a los varones entodos los países de la Comunidad Europea, con la excepción del Reino Unido.
La distribución por carreras de las univer-sitarias continúa respondiendo a las pautas descritas; aunque se registra un progreso en
el número de mujeres que acceden a los
es-tudios de tipo científico y técnico, siguen
re-presentando porcentajes muy bajos en algu-nos de ellos.
fuí,
las mujeres no superan el7,3
por 100 de quienes estudian ingeniería en Bélgica en 7982; el 10 por 100 de quie-neslo
hacen en Alemania en 1981; el 10,3por
100 en Suiza en 1983, oeI3,5
por 100 en Francia en 1985. Al mismo tiempo,exis-te una devaluación en el mercado de
traba-jo
de los títulos más masificados.Por otra parte, al aumentar la competen-cia en elplano internacional, tal como se ex-plica más adeJañte, distintos países llevan a
cabo intentos de contener los salarios y po-nen en práctica nuevas modalidades de em-pleo. Crece elempleo a tiempo parcial, y la
proporción que éste representa dentro del conjunto del empleo femenino.
fuí
pues,el
crecimientodel
número demujeres consideradas activas
en
la
pobla-ción europea se lleva a cabo medianteelau-mento del empleo a tiempo parcial, a pesar
de que las
investigaciones muestran que para la mayoría de ellas no se trata de una preferencia, sino de la única opcióna
que tienen ácccso:En
esas condiciones, paradójicamente, alas razones que se suelen aducir para expli-car la resistencia de las mujeres en el merca-do de habajo en tiempos de crisis
-aumen-to
del nivel de inshuccióny
de los empleospúblicos, nuevas actitudes ante el
mahimo-nio
y
el divorcio, escolarización infantil másprecoz-
habría que añadir el incremento del número de empleos precarios, ya que elha-l6
bajo a tiempo parciallo es. Elhorizonte
pro-fesional es limitado; la promoción, escasa; la protección social
y
el salario son menores y elriesgo de despido, mayor. Lascaracterísti-cas del marco económico-social en que se
produce este aumento del empleo a tiempo parcial,
y
lag connotaciones de segregaciónque quedan señaladas, impiden considerar-lo, hoy por hoy, como una puerta abierta a esa mayor y mejor disfuibución
deltabajo
y del ocio que algunas mentes avanzadas han querido imaginar para el futuro.Países
del
Este
La reconshucción de
la
Europa oriental, tras el final de la Segunda Guena Mundial fue dura y lenta, y estuvo subordinada a Iarecuperación de la URSS.
Durante la contienda, las mujeres habían mantenido el funcionamiento de la econo-mía,
y
las circunstancias favorecierontrans-formaciones en las costumbres de regiones
como el Cáucaso o Asia Central. El regreso
de los combatientes provocará una disminu-ción de los puestos de trabajo que ellas ocu-paban,
y
también de sus oportunidades enciertas categorías: si las directoras de koljós
o
de sovjós eran en 1940 el 2,16por
100,y
habían llegadoal
14,2por
100 en 7943, durante el conflicto bélico, retrocederánal2
por 100 en7962, para quedar en un 1,5 por 100 en 1975.
En
líneas generales, se impuso para lasmujeres
en
los países socialistasla
obliga-ción
del
trabajo
extradoméstico,lo
que,.acompañado de la extensión de la
enseñan-za
y
de la posibilidad de accesoa
lasdife-rentes cafferas y profesiones, abrió las
puer-tas a la esperanza de una igualdad de opor-tunidades desconocida hasta entonces en el
mundo occidental. Pero las promesas de co-lectivización deltrabajo doméstico no se han hecho realidad, por lo que la doble jornada ha llegado a resultar agobiante para las mu-jeres en muchas ocasiones.
Hay
que decir que tampoco se han registrado llamamien-tos a los varones para repartir eltrabajo delhogar hasta que existiera
un
número sufi-ciente de guarderías y comedores.La
realidad muesha que también en los países socialistas las mujeres se han concen-trado en ramas de menor remuneración. Se-gún cálculosno
oficiales estimados para la década de los sesenta, los salariosmasculi-En buena parte de Africa las mujeres deben procwarce los medios de vida necesartos pa¡a ellas y parc sus hijos además de colabo¡ar en el mantenimiento de sus esposos (mujeres en el me¡cado de Bamako, I}lali) t7
l8
nos en la URSS superarían a los femeninos en un 30 ó 40 por 100, por término medio. En los últimos años, tras los cambios
po-Iíticos que se han producido en este
conjun-to
de países afectadospor
una grave crisiseconómica,
va
saliendoa
la
luzun
mayor número de datos que muestran la distanciaentre los ideales anunciados y la realidad del trabajo de las mujeres en elbloque oriental.
Tercer Mundo
Una
primera aproximación,
necesaria-mente simplificadora, a las pautas que han venido marcando tradicionalmente el
traba-jo
femenino en distintas áreas del mundo, consistirá en distinguir cuatro grandesmo-delos:
a)
El más extendido en los países africa-nos se basa en el hecho de que las mujeres se procuren los medios de vida necesariospara ellas y para sus hijos, además de
cola-borar en el mantenimiento de sus esposos;
ello implica que han venido siendo las prin-cipales sostenedoras de la agricultura
y,
enmuchos casos, del comercio.
b)
En
distintos países del sudesteasiáti-co,
lo
más frecuenteha
sido que, además de atender la casa, las mujeres realicen una parte importante de las tareas agrícolasy.co-merciales, sin perjuicio de ocuparse en otros
trabajos, cuando
las
circunstanciaslo
re-quieren.c)
En América Latina, la participación delas mujeres
en el
trabajo agrícolaha
sido menor que en los casos anteriormente cita-dos,si
bien este dato se alterasustancial-mente en elcaso de ciertas comunidades
in-dias
o
negras.La
menor dedicacióna
la agricultura se traduce en cifras muy altas deservicio doméstico en elmundo urbano;por
otra parte, la fuerte impronta ideológica que
asocia a las mujeres con elhogar ha dejado
su huella en la importancia deltrabajo a do-micilio.
d)
En países de Oriente Medioy
en lascastas superiores de la India es donde se ha dado elmayor grado de reclusión femenina en el hogar: las mujeres, dedicadas a las ta-reas domésticas, han sido excluidas, en su
mayoría, deltrabajo agrícola, debiendo uti-lizar el velo para mosharse en público. En
esas condiciones,
la
industria doméstica esla forma de conseguir ingresos sin perder la
estima social.
Trazada esta primera clasificación, es
pre-ciso señalar que en diferentes países
y
cul-furas hallamos ejemplos de los cuatro tipos expuestos, en relación con la escala de lasjerarquías étnicas
y
de
clase social,y
portanto, del grado de necesidad
y
de lasca-racterísticas de
la
evolución socioeconómi-ca. Un examen un poco más detenido per-mitirá descubrir algunos rasgos de esa com-plejidad y observar las hansformaciones ex-perimentadas en el curso de las últimas cin-co décadas.La
agriculturade
subsistenciaen
Africa puede ser nuesho punto de partida. Enmu-chas
hibus
africanas, conespondena
lasmujeres casi todas las tareas relacionadas con la producción de alimentos, ocupándo-se los hombres solamente de la tala
de
ár-boles, que se realiza para preparar nuevos terrenos de cultivo, cuando otros han sido esquilmados. Este sistema de agricultura fe-menina erael
más extendidoen
los años treinta, siendo predominanteen
la
región del Congo, en amplias zonas del estey
su-deste africano, y en algunas deloeste. Lese-guía en importancia por su extensión, sobre todo en la región situada al sur del Sahara,
otro en el que, aún participando los hom-bres en el trabajo de
la
azadao
en la pre-paración de la tiena antes de la siembra, lasmujeres realizaban la mayor parte de las tareas
agrícolas.
La
agricultura masculina, en que la mayor parte de la actividad en el campo correspondea
los hombres, era el sistemamenos frecuente, reducido a áreas aisladas
dentro delconjunto. Este tipo de división del trabajo en función del género no es
inamo-vible, sino que
ha
evolucionado histórica-mente; y se conocen casos de tribus de agri-cultura femenina que han pasado alsistema masculino,y
otros, aunque menosfrecuen-tes, en que el cambio ha tenido lugar en
sen-tido
contrario. Estas transformaciones hanido
asociadasa
variaciones demográficas-cambios en
la
densidadde
población,movimientos
migratorios-
y
a cambios enlas técnicas agrícolas, relacionadas con el re-troceso de los bosques y la necesidad de
lle-var a cabo cultivos más intensivos.
La conquista europea dio lugar a modifi-caciones en la división del trabajo agrícola
en ambos sentidos. Por
un
lado, acostum-bradosaltrabajo
masculino en la agriculfu-ra en sus países de origen, los europeosin-tentaron inducir
a
los varones africanos al cultivo de cosechas para su exportación a Europa, estableciendoun
impuesto sobreLas
mqieres
enel
comercio
(1960)
Africa Subsahariana Sienal¿ona
...
3 1 15 11
5 4 1 2 2 3 1 3 3 3 2 3 4 2 2 2 2 2 1 1 6 1 1 47 35 80 46 8 8 4 6 1 1 2 2 2 75 78 94 47 48 81 56 48 59 83 66 85 40 74 53 676¡
64 62 69 77 25 27 25 68 63 50 10 6 68 L7 Liberia Ghana Nigeria (1953) Mauricio Zona de influencia Sudán (1955-56) árabe Mamrecos Libia Egipto . Turquía Jordania Siria . .. hak (1957) Irán (1956) PaquistánSur
y
Este de AsiaIndia 11 6 47 56 46 10 10 31 51 13 18 33 Ceilán
....
Birmania (1953) Tailandia Camboya Malasia (1957) Singapur (7957) Indonesia Filípinas Taiwan (1956) Hong Corea n (1956 Kong del Sur I-atinoamértca México 29 36 54 59 19 32 26 23 27 9 10 65 20 18 Honduras ElSalvador Nicaragua Costa Rica Panamá Colombia Ecuador Chile Veneanela Cuba (1956)....
Jamaica República Dominicana Puerto RicoFuente: Ester Boserup: La mujer y el desanollo económico
los hogares para forzarles a llevar a cabo esa
producción. Por otro, los blancos
conhata-ron a hombres para trabajar en la
construc-ción
de
caneteras,en
las minaso
en
lasplantaciones, lo que dio como resultado una
mayor participación
de
las mujeresen
lostrabajos agrícolas.
En líneas generales, la mayor asistencia a
los colegios de los chicos que de las chicas,
ente
quienes emigrana
las ciudades para trabajar como asalariados, ha contribuido amantener elpredominio femenino, ya desde
niñas, en la mano de obra agrícola africana.
Sin
embargo,la
evolución experimentada por las formas de posesión de la tiena,enre-lación con el aumento demográfico y con las
reformas agrarias infuoducidas por los euro-peos, ha resultado negaüva para la posición social de las mujeres africanas. Muchas mu-jeres han pasado de la situación de agricul-toras independientes a la de ayuda familiar.
Los adminisüadores europeos, acfuando de acuerdo con su concepción pabiarcal de
la sociedad, que se difundía desde las misio-nes, contibuyeron a enkegar la tiena a los
hombres, en zonas donde las mujeres venían
siendo agricultoras independientes,
lo
quedio lugar a sublevaciones de mujeres
africa-nas, como la que había tenido hqar en1929 en la región Abo de Nigeria,
y
los levanta-mientos que se produjeron en7959, en lare-gión Kon de Nigeria oriental, cuando forma-ba parte del Camerun británico.
Una
sistemática explotación
El tipo de agricultura femenina, que aquí
se ha descrito, predominante en elAfrica
ne-gra, se encuentra también en comunidades
negras o indias de Latinoamérica,y por ello,
en
países como Jamaica,cuya
población está constituída, en buena parte,por
des-cendientes de esclavos africanos; asimismo
se ha venido dando en algunas tribus de la India, como en Manipur,
y
en muchas delsudeste asiático (en Tailandia
y
Camboya). Conesponde en generalal sistema deaban-dono de tienas esquilmadas, posible en zo-nas no muy pobladas.
En cambio, en aquellas zonas en que se
utiliza el arado para elcultivo de la tiena, la división deltrabajo entre mujeres y hombres
es muy distinta. Los varones utilizan el ara-do, ayudados por animales de tiro, y las mu-jeres se ocupan de
la
recogida dela
cose-cha y el cuidado de los animales domésticos
o
bien realizan toda su actividad en elám-bito doméstico. Los pueblos en que las
mu-jeres se han visto obligadas a cubrirse con el
velo en sus apariciones públicas correspon-den a esta cultura del arado, siendo un fe-nómeno desconocido en regiones donde se
cultiva por elsistema de abandono de tienas esquilmadas, ya expuesto. Este modelo, en
elque las mujeres trabajan en elcampo me-nos horas que los hombres, conesponde a
extensas regiones de Asia, tales como el nor-te de la India, China, Malasia, Filipinas... El arado se utiliza en regiones donde la propie-dad de la tiena es privada y, por ello, existe
un número elevado de familias sin tiena
en-tre la población rural; eso significa la
posibi-lidad para las familias propietarias de utili-zar mano de obra contratada,
y
es en esos casos donde es menor la participación de lasmujeres en el trabajo agrícola.
Cuando el aumento de la población hace necesario intensificar el culüvo, el sistema de
abandono de tienas esquilmadas se toma
in-suficiente; esta situación favorece elpaso a un
sistema en que el descanso dado
a
la üenaes menor, lo que suele conllevar elcambio de
la
azada al arado,y
ello suele iracompaña-do de la modificación en la división del
ta-bajo que se ha señalado más aniba, aunqueexistan también algunos casos excepcionales
de fuibus donde elarado lo manejan las mu-jeres, como algunos bantúes de Sudáfrica, y
alguna comunidad de la India.
Si la presión demográfica es muy fuerte,
se hace necesario emplear técnicas de
culti-vo
intensivas en trabajo, en régimen dere-gadío,
que dan
por
resultadouna
mayor participación en los habajos agrícolas tanto de los varones como de las mujeres: asísu-cede en ciertas zonas de Egipto y de China.
Un
informede la
Comisión Económicapara Africa
de
la
ONU,
de
1963, afirma:Uno
de
los mayores atractivos que Ia poli-gamia poseepara el
hombre en Africa esprecisamente su aspecto económico, ya que un hombre con varias esposas domina más tienas, puede
producir
más alimentos para su familiay
alcanzar un alto sfafus por Ia ri-queza que conffola. En efecto, como lasnor-mas tribales de posesión de
la
tiena,
que permitena
los miembros dela tibu
ponertienas en cultivo, se han mantenido hasta Ia
segunda mitad de nuestro siglo, existe una relación directa entre el área cultivada
por
una familia y el número de esposas que hay en ella.
Si un
hombre puede disponer del trabajo de varias mujeres, eso le permite en-riquecerse mediantela
expansión delculti-vo, sin tener que recunir
altrabajo
asalaria-do, hecho comprobado en Siena Leona enlos años treinta, o bien aumentar su tiempo
de ocio,
tal
como muestan estudios lleva-dosa
cabo en Gambia,y
enla
RepúblicaCentoafricana, en 1959-60.
En muchas t¡ibus af¡icanas las _mujeres ¡ealizan las tareas ¡elacionadas con la producción de alimentos, ocupándose los homb¡es sólo de la tala de á¡boles (mujer peul en sus labo¡es áomésticas, Djenne, Malí) 2t
22
históricos
de
la
insütución dela
poligamia hay que buscarlos en la esclavitud; y,toda-vía
en
7959, eltabajo
de las mujeres era utilizado en Costa de Marfilpara pagar deu-das conhaídeu-das por sus padres o maridos.En líneas generales, se puede decir que la poligamia ofrece menos atractivos
económi-cos para los hombres en las regiones donde predomina el sistema de cultivo con arado. Allí donde los varones realizan la mayor
par-te
deltabajo
en elcampo, la poligamia no existeo
es un lujo que sólo se puedenper-mitir los más ricos.
Los diferentes sistemas de trabajo
agríco-la
mencionados se relacionan también con los pagos que se realizan por las familias en el momento delmahimonio, de manera queallí donde las mujeres desempeñan
la
ma-yor parte de ese habajo, es la familia del no-vio la que paga elprecio de la novia; asísu-cede
en
países del sudeste asiático, como Birmania, Malasia y Laos, y entre las castasinferiores de la India, junto a extensas zonas de Africa. En cambio, donde las mujeres
fua-bajan menos en elcampo, como en las co-munidades hindúes
y
en
regionescon
in-fluencias culturales árabes y chinas, es lafa-milia de la novia la que paga la dote. En regiones donde han llegado a conüvir pueblos con sistemas agícolas distintos
(fe-meninos y masculinos), las pautas de división del
tabajo
se han hecho más complejas, alcombinarse el género con la casüa o el grupo
étrico como criterios diferenciadores.
Aparte de la agricultura de tipo familiar a
la que se ha venido aludiendo, es preciso
re-ferirse a Ia existencia, tanto en
fuia
como enAfrica, de plantaciones destinadas a
produ-cir cosechas para la venta, fundadas en la época colonial,
y
que despuésáan
seguidoB
importante señalar cómouna parte notable de la acüvi-dad desanollada por la
pobla-ción femenina, a pesar de
pro-ducir bienes y seruicios para el consumo, no recibe la
consi-deración de actividad
econó-mica en el ámbito de los
aná-lisis y estimaciones
rcnvencio-nales.
Ias
eufemísticamenteUna
realidad
evidente
denominadas labores de ho-gar, que ocupan
a
más de lamitad de las mujeres -a
üem-po completo o parcial- no son consideradas ni en
el
análisiseconómico ni en el cuádio de
cuentas nacionales.
A
causa de convencionalismos sociales de raíz ideológica, se oscurecéla apoftación de las mujeres al
siendo dirigidas
por
sus propietarios euro-peos. En cuanto a las líneas seguidas en la conhatación de personal, la de dar empleoa
familias, es decir,a
hombresy
mujeres,junto
a
niñasy
niños,ha
sidola
másfre-cuente
en las
plantaciones asiáücas; por ejemplo,a
comienzos de los años sesenta,las mujeres constituían más de la mitad de la población ocupada en las plantaciones en
Ceilán y en Vietnam, siendo Malasia, India, Paquistán y Filipinas países en que también alcanzaban proporciones elevadas. En
cam-bio, en
las
plantaciones africanas estuvo más extendido el empleo de varones, e in-cluso estuvo fomentado por los europeos elque las mujeres, hijos e hijas permanecieran en sus pueblos de origen, sosteniendo así [a producción
de
alimentosque
veníandes-anollando,
en
muchos casos,con
escasaparticipación masculina. Pero
en
lossiste-mas agrícolas asiáticos lo habifual es la
par-ticipación masculina
en
las tareasde
pro-ducción
de
alimentos, medianteel
trabajo del arado, como queda expuesto másani-ba; por eso, la partida de los hombres hacia las plantaciones acabaría arrastrando la de
sus familias.
De
ahí que los
propietarios, viendo que toda la familia necesitaría obte-ner sus recursos de la plantación, prefirieran emplear en ella a todos sus miembros.Son, pues, dos maneras distintas de redu-cir los costes laborales delsector exportador, y en ambos casos relacionados con
eltaba-jo
realizado por las mujeres.En los países en que abundan las
muje-res empleadas eventualmente en la
agricul-tura, el hecho se repite en lo que se refiere a la minería, la construcción y elbansporte.
Países asiáticos, como Tailandia (donde las
mujeres representaban
en
L960el25
porProducto Nacional, pero tam-bién se excluye
del
análisisteórico una parcela de la
eco-nomia cuya interacción con el
resto del sistema puede
depa-rar sifuaciones no previstas en
el campo de las predicciones
teóias. (5.
Ruesga:,,Edito-n'alr, Información Comercial Española, n' 655, 1988.)
F;i
I
\
.,f
a
/'i \
t I{
A comienzos de la década de los sesenta las muieres constituían más de Ia mitad de la población ocupada en las plantaciones de Ceilán. (En la fotografía, una mujer rccoge té zn la hacienda Dámbatenne, Ce¡Un)
100 de la población que trabajaba en las
mi
nas), India, Ceilán, Hong Kong, Malasia
(ac-tualmente Malaisia); americanos, como Co-lombia
y
Jamaica;o
africanos, como Mau-ricio, constituyen ejemplos significativos.La actividad comercial es uno de los ám-bitos en que la participación de las mujeres
suscita mayores discrepancias enhe las dife-rentes culturas. Hay zonas del mundo
don-de
las
mujeres representabanen
torno
a1955-60 más
de
la
mitadde la
población ocupada en elcomercio, como es el caso demuchos países africanos, entre los que Gha-na, con un 80 por 100, se sitúa
ala
cabeza;sus asociaciones
de
mujeres comerciantes,como
la
NanemeiAkpee
-Sociedad
deAmigas-,
están extendidas por todoelteni-torio. Le seguían Rhodesia, Zambia, Mala-wi, el Congo...; para las mujeres yoruba, en
Nigeria,
el
comercioy
la
artesanía son lasdos ocupaciones fundamentales.
En el sur y el este de Asia encontramos la existencia de dos patrones claramente dife-renciados: elque se caracterizapor la fuerte presencia femenina
en
el
comercioera
elpredominante
en
Tailandia
(donde
hoyabundan
tanto las
mujeresde
negocios como las vendedoras en los mercados), en Filipinas, Birmania, Camboya,y
la
zona oriental de Indonesia, dejando sentir su hue-lla en el sur de la India. En cambio, laszo-nas que presentan influencias chizo-nas
y
ára-bes daban lugar en esas mismas fechas aporcentajes mucho más bajos de mujeres en
la actividad comercial: del 10 al 15 por 100
en Singapur, Taiwan
o
Hong Kong,en
la zona occidental de Indonesia (Sumatra), ymás bajos aún en el norte de la India
y
enPaquistán. En líneas generales, como se ve,
las mujeres se han venido encargando de la
venta de alimentos en aquellas comunida-des donde ellas llevan
a
cabo esaproduc-ción,
por
su dedicacióna
la
agricultura, sibien
la
presencia en los mercados permite además la venta de otros artículos.En Latinoamérica se reflejan también las
dos tendencias citadas. La mayor participa-ción de las mujeres en el comercio iba
aso-ciada al predominio de la población negra o india, como muestran los casos de
Jamai-ca, Nicaragua o ElSalvador. Junto a la
exis-tencia, ya en los años sesenta, de un sector
comercial más moderno
que
en
los otros continentes citados, y por ello con un núme-ro más elevado de población asalariada, de-pendientesy,
en número creciente, depen-dientas, hay que citar, en el caso de muchospaíses latinoamericanos, las transformacio-nes introducidas por la crisis económica en las últimas décadas, que han lanzado a mu-chas mujeres
a
la
venta ambulanteen
lasciudades como
forma de vida,
dentro del sector informal urbano, fenómeno estudia-do, por ejemplo, para los años ochenta, en lo que se refiereal-aPaz
(Bolivia).Finalmente, es en los países árabes don-de el número don-de mujeres que comercian es
más bajo, fuatándose muchas veces de mu-jeres europeas, o bien pertenecientes a gru-pos minoritarios, si bien no hay una incom-patibilidad radical entre religión musulmana
y
comercio femenino, como muesha laim-portancia
de
las mujeres (musulmanas in-cluidas) en el comercio senegalés, tanto enlos mercados tradicionales, como en el que actualmente llevan a cabo con los países ve-cinos
y
con ofuos continentes.E[
servicio domésticoes
una
actividad que, en las etapas intermedias del desano-11o económico, crecey
se feminiza. Así, enmuchos países latinoamericanos, donde la participación de las mujeres en Ia
agriculfu-ra
es relativamente baja, las madres üenen menos necesidad de ayuda de sus hijas en las tareas domésticas y en el cuidado de sushermanos pequeños, lo que favorece la
emi-gración
de
las jóvenes hacia las ciudadespara trabajar en el servicio doméstico. Esto
ha sido así durante décadas y continúa
sien-do
una
realidad enormemente extendida, aunque se hayan multiplicado lasoporiuni-dades de empleo femenino en elmundo ur-bano. Para los años ochenta, viene a ser la
ocupación más frecuente entre las mujeres que tienen
un
empleo en países comofu-gentina, Colombia, Perú, Chile
y
Ecuador.La
industria doméstica es una actividad practicada tradicionalmente por las mujeres,solas o juntamente con ofuos miembros de
su familia, en distintas áreas del mundo, y ello, tanto en países donde además se dedi-can a la agricultura y al comercio, como en
aquellos donde su confinamiento en el
ho-gar
ha
alcanzado las mayores cotas, comoocuffe
en
Oriente Medio. Nacida paracu-brir
las necesidadesdel
grupo
doméstico, pasó después a producir bienes para la ven-ta en elmercado. Elesven-tablecimiento deem-presas manufactureras
ha
provocado enmuchos casos la disminución drástica de
es-tas actividades, sin absorber a buena parte
de
quienes antes trabajabanen el
ámbito doméstico,y
empleando, en cambio,a
un mayor número de varones.Para consultarlos
meJor
Desde hace algunas semanas hemos puesto a la venta en los quioscos
las TAPAS para autoencuadernar los CUADERNOS DEL MUNDO ACTUAL.
El precio de venta al público de cada tapa es de 950 pesetas. Si usted prefiere recibirlas cómodamente en su casa (sin gastos de envío) basta que rellene el cupón adjunto. El pedido mínimo debe ser de cinco tapas.
Recorte este cupón y envíelo a: HISTORIA 16.
Calle Rufino González,34 bis. 28037 Madrid.
Deseo recibir cinco tapas de CUADERNOS DEL MUNDO ACTUAL por un importe total de 4.750 pesetas. La forma de pago que elijo es la siguiente:
E
lalón adjunto a nombre de INFORMACION E HISTORIA, S. L.E
Giro postala INFORMACION E HISTORIA, S. L. Calle Rufino González,34 bis.28037 Madrid.Calle
D.
P.:...
... Localidad: Esta oferta es válida sólo para España.26
La norma de la OIT que prohíbe
eltraba-jo
nocturno de las mujeres es vista endis-tintos países como un obstáculo para el
ue-cimiento del empleo femenino en la indus-tria.
El nuevo
orden económico
internacional
Los años setenta significan el finaldel
lar-go periodo expansivo de la posguena
y
latransformación de algunas características de
la economía capitalista mundial, como es la
estruchrra
de la
división internacional del trabajo, Io que va a tener consecuencias im-portantes en relación con el empleo de lasmujeres en los países delTercer Mundo. En
la
industria manufacturera asistimosa
im-portantes desplazamientosdel
lugarde
la producción, no sólodento
de los países in-dusfuializadoshacia
regiones ahasadas, ydesde unos países industrializados
a
otros, sino cada vez más desde países indushiali-zados hacia otros en vías queno
lo
están.Este hecho se explica en elmarco de un
pro-ceso de globalización de la economía
mun-dial, en el que se produce una erosión de
las fronteras económicas,
y
una posibilidad de eludir muchos tipos de regulación nacio-nal, transfiriendo las ganancias a países con menores tasas fiscales.La revolución de los medios de comuni-cación, transporte y proceso de datos
(infor-mática,
coneo
electrónico,fax,
comunica-ción
por
satélite),al
acortar las distancias, permitela
fragmentación del procesopro-ductivo enke diferentes países; por ello, las
empresas multinacionales buscan
la
reduc-ción de los costes de producción separandolas etapas de capital intensivo de las de
ha-bajo
intensivo,y
situando estas últimas en países donde lafuerza de kabajo tiene unoscostes mínimos y Ia regulación laborales es-casa. Así, en la década de los setenta se
pro-duce una importante transferencia de pro-ducción en las ramas de
la
indushia textil,de confección, de la piel
y
del calzado, ju-guetería, relojería, óptica, y parte de laelec-trónica, a países del sudeste asiático, como Singapur, Corea del Sur, Hong Kong, Tai-wan, Malaisia; a zonas industriales de Méxi-co
y
Brasil,y
a las islas de Mauricioy
Chi-pre. En algunos de estos países, esta nueva industrializaciónha
provocadoun
alza desalarios, a lo que hañ respondido las multi-nacionales con el haslado a países de cos-tos laborales más bajos, como Sri Lanka, In-donesia, Bangladesh y Tailandia.
El
fuerte procesode
acumulacióny
ex-pansión de las multinacionales ha dadolu-gar
a
presiones políticas parala
liberaliza-ción de
los mercados. Se consolida así elnuevo modelo neoliberal, en cuya difusión enelTercer Mundo han jugado un
papelim-portante instituciones intemacionales, como el Fondo Monetario Internacionaly el
Ban-co Mundial. La movilidad delcapitalno está
sujeta a ninguna regulación de ámbito
tras-nacional que le obligue a tener en cuenta las
necesidades
de
la
poblaciónen
las zonasdonde funciona.
Esta situación permite al capital transna-cional aprovechar los intentos de industria-lización
de
paísesdel
Tercer Mundo, queuna cuestión privada, sino de
una
obligación socialmente impuesta que se instumentacon los medios legalesy/o
eco-nómicos
(por
ejemplo, fr€-diarite la no provisión deser-vicios públicos adecuados)
que sean necesarios.
(M.'
A.
Durán: oEl icebergespañol: relaciones entre el
trabajo mercantil
y
no
mer-cantil,,, Economía del fuabajofemenino.)
La mayoría de los
tabaja-dores de este sector son
ads-critos, en el sentido de que
asumen su papel por una
pre-sión estrucfural que sobrepasa sus opciones individuales. Ni
pueden dejar de hacer las ta-reas domésticas (que cambian
y ganan en complejidad
y
ni-vel de calidad lo que pierdenen exigencia de esfuerzo
físi-co)
para un
automanteni-miento socialmente másexi-Ana
obligación
social
gente cada día, y para el
man-tenimiento
de
sus Íamiliares,ni
pueden incorporarse almercado en igualdad de con-diciones con los restantes
tra-bajadores. IdeolóEieamente,
la
prohibiciónde
acceso almercado de tabajo se contra-pesa con
la
implícitaobliga-ción de hacerse cargo
de
las tareas no mercantiles, que sedenominan privadas. Pero no
En los años setenta se produce una importante bansfe¡encia de producción en las ¡amas de Ia industria
textil, de confección, de Ia piel, del calzado, juguetería..., al Sudeste asiático (telar casero en Filipinas)
atraen
la
inversión extranjera mediante lacreación de zonas fiscalmente privilegiadas:
las Export Processing Zones
-EPZ-,
en lasque se establece una estructura productiva muy fragmentada e inestable, parasitaria de
la economía y de la sociedad en que se
ins-tala, y que resulta competitiva, no sólo en el
mercado interior conespondiente, en condi-ciones proteccionistas, sino también
en
elmercado mundial. Para atraer al capital
tras-nacional, los gobiernos
le
han eximido deimpuestos
o
han reducido éstos al mínimo,han suspendido las tarifas aduaneras en la entrada de materias primas para la
produc-ción
dirigida
a
la
exportación,al
mismo tiempo que han hecho concesiones de tipo laboral, prohibiendo o restringiendo laacti-vidad de los sindicatos,
o
permitiendo que no se apliquen las leyes sobre salarios míni-mos, ya muy bajos en los conespondientespaíses.
En 1986 existían zonas francas en más de
cincuenta países; a las 175 que ya
funciona-ban,
se añadíala
existenciade
ochenta ycinco
en
constitución,y
estabanproyecta-das otras veinticinco; además,
en
muchas ocasiones, las licenciasy
privilegios seex-tienden también
a
empresas sifuadas fuera de esas zonas, como sucede en Malaisia, enT'inez,
y
en la industria maquiladora mexi-cana, en la zona fronteriza con EstadosUni-dos. En México se llama maquiladoras a
em-presas industriales que producen para la ex-portación,
y
abarcan tanto las subsidiarias de multinacionales, entre las quepredomi-nan las que fabrican componentes electró-nicos, como las empresas locales de subcon-tratación, en general, industrias de confec-ción, que subcontratan a su vez a pequeños talleres,
y
éstos encargan trabajoa
domici-lio; conviene señalar que dependen de con-tratos punfuales, y por tanto están sujetas adecisiones económicas ajenas, que son las