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TEMA 3: EL REGIONALISMO Y LOS NACIONALISMOS. EL MOVIMIENTO OBRERO.-

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TEMA 3:

EL REGIONALISMO Y LOS NACIONALISMOS. EL MOVIMIENTO

OBRERO .-

1.- EL NACIONALISMO CATALÁN Y VASCO

El punto de partida de los argumentos nacionalistas se halla en una afirmación:

Cataluña y el País Vasco son naciones y como tales tienen derecho a autogobernarse.

Los hechos diferenciales que demuestran la peculiaridad nacional de ambos son una

lengua, unos derechos históricos (los fueros), una cultura y unas costumbres propias.

EL NACIONALISMO CATALÁN

Cataluña había sido gestada, a partir del condado de Barcelona, durante la

Alta Edad Media y fue hasta finales del siglo XV una entidad nacional soberana, con

una lengua propia y oficial, con sus propias leyes y órganos de gobierno y de

representación estamental. A lo largo de los siglos XVI y XVII continuó siendo un

territorio diferenciado dentro de los dominios de la Casa de Austria. Y no perdió sus

instituciones gubernamentales hasta 1.716, como resultado de su derrota a manos de

las tropas franco-españolas de Felipe V de Borbón, a raíz de la Guerra de Sucesión a

la Corona Española.

Por tanto Cataluña fue de hecho una entidad nacional soberana cerca de

novecientos años, durante la época feudal y el Antiguo Régimen. Contaba además,

con una lengua usada en público y en privado, así como, en el lenguaje

administrativo, legislativo y literario.

Sobre este cañamazo histórico-lingüístico se produce un proceso de

diferenciación económica que trajo la industrialización y que permitió la aparición de

una burguesía industrial y de negocios, con mentalidad empresarial, consolidó la

existencia de una pequeña burguesía de tenderos y de unas clases populares,

formadas por trabajadores independientes, así como vio el nacimiento de la moderna

clase obrera industrial. Esta Cataluña industrializada entrará en conflicto, a lo largo

del siglo XIX, con la España agraria, chocará con su mentalidad no modernizadora y,

especialmente con su Estado, su burocracia y su ejército.

Los momentos que configuraron la formación del nacionalismo catalán fueron los

siguientes:

A)

La aparición de la “

Renaixenca”, un movimiento intelectual, literario,

apolítico y de carácter burgués surgido a partir de los años treinta del siglo

XIX. Su propósito consistía en difundir el pasado de Cataluña y recuperar sus

señas culturales tradicionales de identidad nacional, especialmente la lengua.

Por esto se impulsó la publicación en catalán de numerosos obras

historiográficas centradas en la época medieval, cuando Cataluña era una

entidad nacional, y literarias.

B)

La creación del

Centre Catalá por Valentí Almirall en 1.882. Una asociación

regionalista y catalanista que reclamó la autonomía para Cataluña dentro del

Estado español. Almirall denunció la ineficacia y la corrupción de las

oligarquías caciquiles.

C)

La actividad de

Eric Prat de la Riba, que participó en la formación de una

nueva organización autonomista llamada

Unió Catalaniste en 1.891, de

ideología conservadora y católica, cuyo objetivo es unir a todas las

instituciones y fuerzas catalanistas fuese cual fuese su tendencia política,

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ideológica, filosófica o religiosa. La Unió Catalanista se muestra hostil hacia la

política parlamentaria de la Restauración, y quiere hacer política nacional al

margen del parlamento español. En 1.892, la Unió celebra su congreso en

Manresa, donde se aprueban “las Bases per a la Constitució regional catalana”

–llamadas las

Bases de Manresa – primer proyecto estructurado de

constitución particular para Cataluña, que contemplaba las relaciones entre

ésta y el poder central con un reparto de funciones no defendiéndose el

separatismo (Texto 5).

D)

La formación de la

Lliga Regionalista en 1.901, surgida tras el acuerdo de

varios grupos catalanistas moderados, entre los cuales se encontraba la Unió

de Prat de la Riba. El equipo dirigente de la Lliga quedó encabezado por

Francesc Cambó, como líder principal, y Prat como ideólogo de mayor valía.

Inicialmente, la Lliga se creó como un amplio frente catalanista en el que

militaban desde fabricantes, conservadores y ultra católicos hasta

intelectuales, liberales y republicanos, unidos todos por la necesidad de hacer

una política diferente de la oficial, que defendiera la personalidad de

Cataluña frente al uniformismo centralista.

Los dos objetivos primordiales del programa de la Lliga consistían en

demandar la autonomía política de Cataluña dentro del Estado español y defender los

intereses económicos de las cuatro provincias, sobre todo reclamando mayor

protección para las actividades del empresariado industrial catalán.

Los propósitos autonomistas de la Lliga colisionaron con el cerrado

centralismo de los gobiernos de la Restauración, cuya única e insuficiente respuesta

fue la creación, por el gabinete presidido por el conservador Eduardo Dato, en 1.914,

de la Mancomunidad de Cataluña, un organismo que agrupaba a las diputaciones

provinciales con fines exclusivamente administrativos.

Los hombres de la Mancomunidad, dirigidos por Prat de la Riba, tenían un

proyecto claro y coherente para transformar y desarrollar la industria, la agricultura,

la lengua y la cultura catalana como entidades nacionales, modernas y europeas. Se

pretendía al mismo tiempo catalanizar a las clases populares, reafirmar la condición

nacional del país frente a la política estatal y consolidar la hegemonía ideológica de

la burguesía, interesando en sus proyectos políticos-económicos a la mayoría de los

catalanes.

La Lliga Regionalista se constituía así en la principal fuerza conservadora de

Cataluña, en el partido del orden, unificando en su seno a gran parte de la clase

dominante hasta la dictadura de Primo de Rivera (1.923-1.931).

EL NACIONALISMO VASCO

En 1.876 arrancan los dos procesos que encuadran la aparición del

nacionalismo vasco. El primero es de orden económico: la industrialización de

Vizcaya, que genera la acumulación capitalista y una burguesía monopolista,

asentada sobre los sectores siderúrgicos, mineros y bancarios, con fuerte cohesión

interna. El segundo es de orden político: la supresión de los fueros históricos por el

régimen de Cánovas.

Sobre estos hechos cuenta también la serie de rasgos diferenciales que, al

llegar los cambios de la industrialización, identifican ya en términos objetivos la

nación vasca: la singularidad étnica, y especialmente el idioma.

Es precisamente sobre la lengua donde descansa la actuación de los primeros

años pre-nacionalista. Se intentará llevar a cabo una política de defensa del euskera,

(3)

al identificarse lengua con nacionalidad, pidiendo al gobierno de Madrid una

enseñanza bilingüe en las escuelas del País Vasco y fomentando la literatura en

euskera, no produciéndose en esta etapa la proclamación del independentismo.

Se llega así al año 1.895, cuando

Sabino Arana Goiri funde el Partido

Nacionalista Vasco (PNV). Arana que había nacido en el seno de una familia carlista

formuló los fundamentos teórico-ideológicos del PNV:

a)

Defensa de la recuperación de la independencia vasca, separación de España

creación de un País Vasco con gobierno propio y fronteras internacionales.

Euskadi independiente comprendería los seis territorios vascos

hispano-franceses: Vizcaya, Guipúzcua, Álava, Navarra,Laburdi y Zuberoa.

b)

Radicalismo antiespañol, en este sentido Arana hablaba de “esclavitud de la

patria vasca”.

c)

Exaltación de la etnia vasca, oposición a los matrimonios entre vascos y

foráneos, así como rechazo de los inmigrantes, en su mayoría obreros

industriales procedentes de fuera de las provincias vascas.

d)

Integrismo religioso católico y absoluta negación de cualquier otra religión no

católica. Arana postulaba un estado vasco casi teocrático, “Euskadi se

establecerá sobre una completa e incondicional subordinación de lo político a

lo religioso, del Estado a la Iglesia”. En este aspecto se aprecia de qué forma el

carlismo se encuentra en la raíz del nacionalismo vasco.

e)

Promoción del idioma y recuperación de las tradiciones culturales vascas.

Arana observaba con temor cómo el euskera estaba amenazado de extinción

especialmente en Navarra, y se usaba cada vez menos por la población vasca a

causa de la llegada de inmigrantes y de la expansión de la urbanización.

f)

Apología del mundo rural vasco, en trance de desaparición, como modelo

cultural mítico, idealizado, sin castellanizar y sin “contaminar” por ideas

modernas como el liberalismo, el socialismo o el librepensamiento.

g)

Conservadurismo ideológico, tanto en el modelo social, como en la estructura

política propuesta.

h)

Denuncia del carácter españolista del carlismo, por ello, Arana subrayó las

diferencias entre las reivindicaciones nacionalistas y el programa carlista. Los

peneuvistas no defendían los fueros porque eso sería admitir las concesiones de

la Corona, sino que sostenían los derechos naturales de la patria vasca.

Desde un punto de vista social, durante los primeros años el PNV encontró sus

principales apoyos entre la media y pequeña burguesía, así como en el mundo rural.

La gran burguesía industrial, financiera y comercial vasca se distanció del

nacionalismo, pues sus actividades e intereses económicos estaban estrechamente

vinculados al contexto español. El proletariado, en gran parte llegado a las provincias

vascas procedentes de otras regiones atraído por las oportunidades de trabajo

surgidas con el desarrollo industrial, tampoco se unirá a los peneuvistas. Vizcaínos y

guipuzcoanos acogieron mejor el mensaje de Arana, no sucedió lo mismo en Álava y

Navarra, donde los avances nacionalistas fueron mínimos.

(4)

En el aspecto internacional, los nacionalistas vascos siguieron con admiración

las luchas de los irlandeses por su independencia contra Gran Bretaña (1.921) e

incluso se produjeron conexiones entre activistas irlandeses y vascos.

Sabino Arana ideólogo nacionalismo vasco

EL DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO.

ANTECEDENTES

Según el censo de 1.860 existían en España 154.200 jornaleros en las fábricas.

De ellos, el 64% eran hombres y el resto mujeres y niños, y aproximadamente 100.000

se concentraban en la industria textil catalana. Si tenemos en cuenta que la

población activa totalizaba unos siete millones de personas, la proporción que

representaban los obreros industriales era ínfima, sólo significativa en Barcelona,

Madrid y el núcleo siderúrgico malagueño.

El proceso de concentración fabril se aceleró a partir de 1.830. El desarrollo

de la industria del algodón y la primera siderurgia hicieron afluir a las ciudades a

miles de trabajadores agrícolas en paro. El resultado fue una emigración masiva a las

ciudades a partir de los años cuarenta, que hizo crecer los barrios periféricos, en

donde se amontonaban los campesinos en paro con sus familias, a la búsqueda de un

empleo en la industria.

La situación de estos barrios era terrible: consistentes en barracas y chabolas

construidas precipitadamente, sin saneamiento de ningún tipo, sin servicios de

alumbrado ni limpieza, sin empedrar, carentes de todo tipo de asistencia pública o

privada, eran foco seguro de enfermedades infecciosas de todo tipo, entre las que la

tuberculosis y el cólera destacaron por sus efectos catastróficos.

Quienes podían encontrar empleo en la industria no tenían mucha más suerte.

Jornadas de 12 a 14 horas, atendiendo el trabajo monótono de la máquina hiladora o

tejedora, con ruidos estridentes, sin ninguna seguridad, con accidentes frecuentes y

sin otro descanso que los domingos. Trabajaban por igual hombres, mujeres y niños

de hasta 6 y 7 años de edad. Los salarios eran bajos, el analfabetismo general:

hombres 69% y mujeres 92%.

Desde 1.832 se incorpora a las fábricas el vapor, iniciándose la mecanización.

Como las máquinas permitieron eliminar una parte de los puestos de trabajo, se

produjeron algunos movimientos de destrucción de maquinaria (luddismo), el más

conocido de los cuales fue el incendio de la fábrica Bonaplata en Barcelona.

En las décadas de los treinta y cuarenta fueron apareciendo los primeros

atisbos de organización, básicamente por dos vías: la formación de sociedades de

ayuda mutua y la difusión de las ideas de los socialistas utópicos. En 1.839 el

gobierno permitió la creación de sociedades obreras con fines benéficos o de ayuda

mutua. Al amparo de ese permiso, en 1.840 Juan Munts fundó la Sociedad de

Protección Mutua de Tejedores de Algodón, que dos años después tenía 50.000

(5)

afiliados. Pronto proliferaron por todo el país sociedades semejantes. Al principio

sólo pretendían defender los salarios, sin llevar más lejos sus peticiones. Pero en

1.844 los moderados las prohibieron, y la mayoría pasaron a la clandestinidad.

En cuanto al socialismo utópico, fueron las teorías de Fourier y Cabet las que

penetraron en España fundándose un falansterio que fue un fracaso.

Sin embargo, la mayoría de los obreros no comprendían contra quién se

enfrentaban sus intereses. En aquellos años, las reivindicaciones eran muy concretas:

salariales, de seguridad en el trabajo, de horarios. Nadie planteaba la necesidad de

un sindicato o de un partido político. Fue a raíz de los disturbios de 1.848 cuando

comenzaron a relacionarse las reivindicaciones obreras con las ideas democráticas y

republicanas.

Hay que esperar al Bienio progresista para que de forma definitiva los

trabajadores separen su movilización de la de los patronos, cobrando el movimiento

obrero un gran desarrollo. Pedían el reconocimiento del derecho de asociación, la

reducción de la jornada laboral a diez horas, el mantenimiento de los salarios y el

derecho de negociación colectiva. Pero el proyecto de Ley del Trabajo que

finalmente aprobaron las Cortes era mucho más pobre y defendía los intereses de los

patronales.

Este hecho demostró a los trabajadores que el partido progresista defendía los

intereses de los patronos y el movimiento obrero se politizó abiertamente y sus

dirigentes pasaron a apoyar al partido demócrata y a los republicanos. Estos

incorporaron algunas reivindicaciones obreras a su programa. No obstante, la acción

obrera disminuyó durante los años de la Unión Liberal, en parte por la dura

represión, y en parte por la bonanza económica de aquellos años, que permitió cierta

prosperidad en las zonas industriales e hizo disminuir el paro.

A partir de 1.863 volvieron las movilizaciones de la clase obrera, ahora

abiertamente politizadas. Sus dirigentes y los intelectuales próximos a sus

inquietudes participaron activamente en las sucesivas conspiraciones que demócratas

y republicanos intentaron organizar contra el régimen de Isabel II. La represión

gubernamental descargó principalmente sobre ellos y sobre la prensa obrera.

En la revolución de 1.868 fue decisiva la participación de los trabajadores

industriales, pese a que ya había claras diferencias entre sus líderes y los partidos

demócrata y republicano, más preocupados por las conquistas de la democracia

política que por los problemas de los trabajadores. Por entonces algunos dirigentes

estaban ya en contacto con los dirigentes de la I Internacional, y al tanto de sus

congresos y decisiones.

EL MOVIMIENTO OBRERO DURANTE LA RESTAURACIÓN: SINDICALISMO Y

ANARQUISMO.

EL ANARCOSINDICALISMO:

A consecuencia del régimen de libertades establecido en el Sexenio llegó a

España Giusseppe Fanilli, enviado por Bakunin para organizar la sección española de

la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I Internacional. En 1.871 llegó

Paul Lafargue, yerno de Marx, con el fin de aglutinar la tendencia socialista. Al año

siguiente, al producirse la ruptura entre bakunistas y marxistas, los españoles

siguieron a Bakunin.

Tras el golpe de estado que ponía fin a la I República, el gobierno declaró

ilegales en 1.874 las asociaciones obreras ligadas a la AIT, como consecuencia de su

participación en la insurrección cantonal, iniciándose la persecución y represión

policial con numerosas detenciones. Los anarquistas, ahora en la clandestinidad, se

dividieron en dos tendencias: la de quienes proponían replegarse para esperar

tiempos mejores y la de quienes proponían la “política de los hechos”, es decir el

(6)

terrorismo. De hecho, la última década del siglo y la primera del siglo XX se

caracterizaron por una oleada de atentados contra reyes, presidentes y jefes de

gobierno de toda Europa. La respuesta contundente de las autoridades no hizo sino

alimentar una dinámica de acción-represión continua.

En estos años el anarquismo español se atomizó en múltiples tendencias,

entre las cuales destacó la Federación de Trabajadores de la Región española (FTRE)

creada en 1.881, año en que se autorizaron de nuevo las asociaciones obreras por el

gobierno liberal. En 1.901 diversos grupos anarquistas comenzaron en Cataluña un

periódico, Solidaridad Obrera, que en que en 1907 patrocinará una asociación de

igual nombre protagonista de la Semana Trágica de Barcelona en 1.909. En 1.910 el

anarcosindicalismo español de la mano de unos de sus líderes más importantes,

Anselmo Lorenzo, creó la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), cuya acción

en la huelga general de 1.917 fue muy destacada, convirtiéndose en el sindicato con

mayor número de afiliados, en su mayoría jornaleros andaluces y obreros industriales

catalanes y levantinos.

Los principales rasgos ideológicos que definían a los anarquistas eran:

a)

Rechazo de cualquier autoridad impuesta, defensa utópica de la autonomía

individual total y abolición del Estado con todas sus instituciones.

b)

Supresión de la propiedad privada y defensa del colectivismo, entendido como

articulación armónica de pequeñas unidades económicamente autosuficiente

donde la propiedad de los factores y medios de producción (tierra, máquinas,

capital) sería colectiva.

c)

Defensa de la revolución violenta y del recurso a huelgas generales,

insurrecciones, sabotajes, y actos terroristas como medios para destruir el

Estado burgués capitalista opresor y liberar a la humanidad de la explotación.

d)

Apoliticismo, rechazo del juego político y de la participación en elecciones,

consideradas un engaño.

e)

Anticlericalismo, negación de la religión y de la Iglesia.

EL SOCIALISMO

La corriente marxista del movimiento obrero, numéricamente insignificante

en 1.870,se organizó en 1.879 alrededor de un pequeño núcleo de trabajadores de

imprenta madrileños (Pablo Iglesias, Jaime Vera) seguidores de las doctrinas de Marx

y Engels que decidieron pasar a la acción y constituir en 1.879 el Partido Democrático

(7)

Socialista Español, poco después denominado Partido Socialista Obrero Español

(PSOE).

Aprovechando la Ley de Asociaciones de 1.887 y la mayor concentración

obrera de Cataluña se creó en 1.888 la Unión General de Trabajadores (UGT), que

aunque estatutariamente independiente del Partido Socialista, estaba inspirado por

él, tanto es así que hasta su muerte en 1.925, el máximo dirigente de ambas

organizaciones fue Pablo Iglesias.

Las ideas básicas del programa socialista eran:

a)

Exigencias de emancipación total para los trabajadores.

b)

Transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la

sociedad entera.

c)

Posesión del poder político por la clase proletaria.

d)

Rechazo del terrorismo considerada una falsa vía para la liberación de los

trabajadores.

e)

Oposición a la expansión colonial y a las guerras.

f)

El objetivo de los socialistas era la revolución, la toma del poder de forma

violenta por la clase proletaria. Pero hasta que llegara el momento oportuno

de llevarla a cabo era preciso atravesar una larga fase de organización y

propaganda, durante la cual la lucha del PSOE debería dar pacífica y legal,

participando en el juego político y presentándose a las elecciones, más que

para ganar votos, para difundir el mensaje marxista, ya que la clase

trabajadora sólo triunfaría cuando fuera más fuerte.

Los marxistas de la UGT y el PSOE mantuvieron pésimas relaciones con las

asociaciones obreras anarquista, les separaban importantes discrepancias ideológicas

en cuanto a los fines y tácticas en cuanto a los medios.

La afiliación al PSOE y a la UGT fue lenta, y hasta 1.910 no lograron obtener

ningún diputado.

(8)

Pablo Iglesias, nacido en El Ferrol en una familia humilde, a la muerte

de su padre se trasladó a Madrid, donde trabajó como impresor. Fue dirigente

obrero de la Asociación del Arte de Imprimir. Presidirá el PSOE desde su

fundación en 1879.

En 1888, se fundará la agrupación sindical socialista, la Unión General

de Trabajadores (UGT).

Referencias

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