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Entre Marechal y Gambaro. Conflicto trágico y estructura dramática en Antígona

Vélez y Antígona Furiosa.

Resumen

Los conflictos de poder y género presentes en Antígona de Sófocles, son revividos por Leopoldo Marechal en Antígona Vélez y por Griselda Gambaro en Antígona Furiosa, dos obras que dialogan con la tragedia griega desde diferentes realidades políticas y socioculturales. Marechal escribe en una época de optimismo, desde una estrecha relación ideológica con el gobierno peronista, y con una visión general del mito que trasluce su reciente conversión al catolicismo. Gambaro, por su parte, escribe apenas vuelta del exilio, después de las dictaduras militares y de la desaparición de treinta mil argentinos, desde un enfoque postestructuralista, postmoderno y postcristiano. La lectura que hacen nuestros dramaturgos del texto sofocleo y de sus posibles mediaciones, determina el tipo de trasposición y valorización, e influye de un modo decisivo en la estructura dramática elegida para reescribir la antigua tragedia.

Viviana Hack de Smith

Entre Marechal y Gambaro.

Conflicto trágico y estructura dramática en Antígona Vélez y Antígona

Furiosa.

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Por Viviana Hack de Smith Introducción

Leopoldo Marechal escribe Antígona Vélez a mediados del siglo XX, desde una posición muy cercana al gobierno de Perón. Sus biógrafos afirman que la propia Eva Duarte, a quien curiosamente el historiador Fermín Chávez había llamado “la Antígona de Los Toldos”, rogó al autor que volviese a escribir Antígona Vélez, después de que una actriz perdiera el manuscrito original dos años antes. 2

1 La presente comunicación presentada en el XX Simposio de la Asociación Argentina de Estudios

Clásicos es parte de mi tesina para aspirar a la Licenciatura en Enseñanza de la Lengua y la Literatura, dirigida por la Prof. Silvia Calosso, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad

Nacional del Litoral, y realizada como base literaria para confrontar con el papel de la mujer en los textos bíblicos, en el marco del Proyecto de Investigación “La antropología en el cristianismo primitivo”, dirigido por el Dr. Juan Carlos Alby, en la Universidad Católica de Santa Fe.

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Su conversión al catolicismo y su afiliación al justicialismo, distanciaron a Marechal de sus “compañeros martinfierristas”, a quienes dedicaría con nostalgia la novela Adán Buenosayres. Justamente esta novela, que resultó un fracaso en su aparición, es hoy su obra más recordada.

Con el teatro ocurrió todo lo contrario. Antígona Vélez, estrenada el 25 de mayo de 1951, en la gala oficial por los festejos patrios, que fue un verdadero éxito según algunos testimonios de la época, hoy no es tomada en cuenta por los textos críticos más difundidos. 3

Años más tarde, otra gran dramaturga argentina, Griselda Gambaro, vuelve a pensar y escribir el antiguo mito, en su Antígona Furiosa. Su posición frente al poder institucional es totalmente opuesta a la de Marechal. Su voz femenina se alza para llorar junto a las madres y abuelas de Plaza de Mayo, y para reclamar por los desaparecidos durante la última dictadura militar. Gambaro escribe sus obras desde otra perspectiva, y si bien mantiene el pesimismo trágico de Sófocles, abandona toda la formalidad y el convencionalismo propios del teatro clásico, en un juego escénico que confronta paródicamente la antigua tragedia con su lectura de la actualidad histórica.

El objetivo del presente trabajo es comparar brevemente estas apropiaciones argentinas de Antígona y buscar en cada una las conexiones existentes entre su puesta en escena y la valoración (Genette, 1989) del hipotexto.

Antígona

Consideramos aquí hipotexto a la tragedia de Sófocles, representada por primera vez en 442 a.C. Esta, a su vez, tiene su origen, aunque posiblemente mediatizado, en los mitos del ciclo tebano, transmitidos oralmente y bien conocidos por los espectadores atenienses. Edipo, casado con su propia madre después de matar a su padre, cumpliendo así, sin saberlo, una antigua profecía, ha engendrado en su madre Yocasta a cuatro hijos: Etéocles, Polinices, Antígona e Ismena.

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Al conocer su verdadera identidad, Yocasta se suicida, Edipo se arranca los ojos y es expulsado de Tebas. Sus hijos varones deciden reinar por un año cada uno. Pero Etéocles, al finalizar su período, se niega a dejar el poder a Polinices, quien huye y organiza en su contra la campaña conocida como los Siete contra Tebas. Los hermanos, cumpliendo la maldición proferida por su padre, se dan muerte mutuamente en la batalla. El regente Creonte, hermano de Yocasta, proporciona honores fúnebres a Etéocles, pero prohíbe bajo pena de muerte sepultar a Polinices. Aquí es donde termina Siete contra Tebas de Esquilo, y comienza la tragedia de Sófocles.

Antígona, pese a las súplicas de su hermana, echa tierra sobre el cadáver de Polinices y hace las libaciones rituales. Es descubierta y enterrada viva por orden de Creonte. Hemón, hijo de éste y prometido de Antígona, y el adivino Tiresias, hacen recapacitar al tirano, quien ordena enterrar a Polinices y abrir la cámara en la que habían encerrado a la joven. Al descubrir que Antígona se ha ahorcado, Hemón se suicida. Su madre hace lo propio, al enterarse de la muerte de su hijo, dejando a Creonte solo, en medio de lamentaciones y arrepentimientos por su tozudez.

Antígona Vélez

Esta “transformación seria” o trasposición4 de la antigua tragedia, desarrolla la

acción no ya en Tebas, sino en la estancia “La Postrera”, en algún lugar de las pampas argentinas cercano a la frontera con lo que, hasta las últimas décadas del siglo XIX, era territorio aborigen. Salvo el de Antígona, los nombres de los demás personajes están contextualizados. Creonte es Facundo Galván, encargado de la estancia. No se explicita un parentesco con los jóvenes. Ismena, Etéocles y Polinices se llaman aquí, respectivamente, Carmen, Martín e Ignacio. Hemón es ahora Lisandro Galván, hijo del encargado.

El padre de los Vélez ha muerto “sableando infieles” en la costa del Salado. Nada se dice de su madre, sólo que también ha muerto. La batalla previa a la acción se debe a que Martín Vélez, quien por causas que no se explicitan se había pasado a los indios, ha venido con un malón a atacar “La Postrera”. En esta situación se dan muerte recíproca los hermanos, sin mencionarse ninguna maldición que motivara tamaña desgracia.

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Facundo Galván, encargado de la estancia, ordena velar a Martín Vélez, y prohíbe bajo pena de muerte enterrar a su hermano Ignacio, cuyo cadáver queda a la intemperie y a merced de las aves de rapiña. Antígona desobedece la orden y es descubierta. Se la condena a salir de la estancia, que estaba rodeada por los aborígenes atacantes, lo cual redundaría en una muerte segura.

Lisandro Galván, hijo de Don Facundo y enamorado de Antígona, sale junto a ella. Al amanecer del día siguiente, los refuerzos militares que han logrado derrotar a los aborígenes, traen los cadáveres de los dos jóvenes, traspasados por una misma lanza. Las palabras finales de Galván remiten a un futuro en el cual, quienes puedan vivir en paz en esas tierras, cosecharán el fruto de tanto derramamiento de sangre inocente.

Antígona Vélez se divide en cinco cuadros, más un cuadro final, separados por los cambios de una escenografía descrita con la minuciosidad de un pintor. Al coro de ancianos tebanos, traspuesto como un coro de hombres –uno de ellos es anciano-, agrega Marechal un coro de mujeres. Las tres doncellas podrían considerarse otro pequeño coro, del mismo modo que las tres brujas. Éstas últimas, con sus profecías junto al fuego, envuelven la acción dramática en una bruma de misterio.

Antígona furiosa

Esta breve y bellísima obra es una reducción del hipotexto, tanto en la extensión temporal como en el número de personajes y en la amplitud del espacio escenográfico. Gambaro limita los personajes sofócleos, en sentido estricto, a Antígona y el Corifeo. El Corifeo de Sófocles, en cambio, es desdoblado entre su homónimo y Antinoo, personaje agregado por la autora argentina. En sentido más amplio, debemos mencionar a Creonte, presente el algunos parlamentos del Corifeo, tanto detrás de la carcasa como fuera de ella.5 Tampoco está ausente Hemón, ya que Antígona por unos momentos toma

su lugar frente a Creonte. Ismena habla por boca de su hermana. Además, el Corifeo de Gambaro resume algunas estrofas del Coro, lo cual reafirma la etimología de su nombre. El Corifeo no es un capitán sin barco, sino el conductor de un coro ausente, que se materializa en la alusión a algunas estrofas de la tragedia griega.

5 Según las indicaciones escénicas, el Corifeo asume la figura de Creonte cuando se coloca detrás de la

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La presentación se inicia mostrando a Antígona ahorcada, cerca de una mesa de café, en la que dialogan Antinoo y el Corifeo. Antígona saca la cabeza de la horca y comienza a girar entre cadáveres invisibles. Desde este comienzo, la línea argumental de la tragedia griega está quebrada y vuelta a anudar en momentos diferentes. La trasposición paródica presenta a un Corifeo y a un Antinoo burlones y grotescos, ridiculizados por su propia irreverencia, que confunden a Antígona con la Ofelia de Hamlet.6

Esta ridiculización del poder está directamente relacionada con la furia que se anuncia en el título del drama de Gambaro. La Antígona posmoderna ya no cree en la razón del que manda, y esta es su principal diferencia con la marechaliana. La Antígona de Gambaro no protesta por un solo Polinices, sino por miles. Y no confía en el resurgimiento de una nueva generación purificada por el sacrificio, porque ha perdido toda esperanza.

De la esperanza a la furia

¿Qué ocurrió entre la ordenada Antígona Vélez y la irreverente Antígona Furiosa? Como principio de una respuesta, recordamos que Pelletieri (1997:15), afirma que “un enfoque profundo y totalizador del fenómeno teatral, además de analizarlo en sí mismo, no puede omitir las condiciones del campo histórico en que se produce.” Si bien esta aseveración refiere al teatro en general, entendemos que es también aplicable a la obra teatral en particular, por lo cual recordamos en unas pocas líneas algunos acontecimientos producidos entre las primeras presentaciones de estas obras, desde 1951 a 1992.7

Entre la década de 1950 y la de 1990, las bases políticas, sociales y culturales de la Argentina sufrieron fortísimas conmociones. Los gobiernos de Perón, la muerte de Eva Duarte, el derrocamiento de Perón, el gobierno de Frondizi, también truncado, el regreso de Perón, su fallecimiento, el endeble gobierno de Isabel Martínez, las guerrillas, el inicio del Proceso Militar, y la represión, la muerte y la desaparición de decenas de miles de argentinos. Es imposible resumir en pocas palabras frías una

6 Los versos que canturrea Antígona provienen del Acto IV de la tragedia shakespeariana. 7 Otras fuentes afirman que Antígona Furiosa fue escrita alrededor de 1968 y estrenada en 1986.

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concatenación de sucesos que transformaron para siempre la historia del país y dividieron el pensamiento y los sentimientos de sus habitantes.

Otros hechos significativos cambiaron también la historia del mundo en esos años: la vacuna contra la poliomielitis, las guerras en Vietnam, en África y Oriente Medio, el Concilio Vaticano II, la revolución cubana, el mayo francés, los vuelos espaciales y la llegada a la Luna, la caída del muro de Berlín, la explosiva irrupción de los medios de comunicación masiva, con la proliferación de teléfonos, televisión a color y computadoras.

Estos cambios en la manera de vivir, se reflejan naturalmente en la manera de escribir. Mabel Parra8 explica, citando las etapas del teatro argentino propuestas por

Osvaldo Pelletieri, el salto del realismo ingenuo, en el que se inscribiría la obra de Marechal, al segundo realismo reflexivo:

Hacia la década del ’80 nos acercamos al segundo realismo reflexivo. Este teatro que en su proyecto mimético imita, para construir lo-no-dado, busca inventar, descubrir, crear la realidad de lo-no-dicho o de lo-que-no-se-puede-decir... (...) Se ubica en el escenario un mundo de conflictos que oscilan entre la risa, el humor negro y la desesperación; la crítica, la denuncia y el silencio de la angustia. Tal es el teatro de Griselda Gambaro... En el discurso dramático de esta escritora la representación deja de ser mera copia o reproducción de lo que una comunidad experimenta como realidad, para convertirse en

una nueva configuración. Se produce una identificación de la metáfora con la mímesis.9

Justamente esta “nueva configuración” a la que se refiere M. Parra, viene determinada, por varias situaciones que no se muestran en la obra de Marechal. La primera es la literatura femenina. Marechal escribe como hombre, Gambaro como mujer. Pero no como mujer tradicional, sumisa y silenciosa en una sociedad patriarcal, sino como una mujer combativa, que se atreve no sólo a enfrentar a los hombres y al poder ejercido por ellos, sino también a ponerlos en ridículo, como hace con la grotesca ironía evidenciada por los personajes masculinos en Antígona Furiosa.

La Antígona de Marechal pertenece a otro tiempo. Le corresponde plasmar su drama en una ordenada estructura de cuadros shakespearianos. Un teatro que sigue

8 M. PARRA de RUIZ DE LOS LLANOS, “De Sófocles a Gambaro: historia de poder”, Cuadernos 16

(2001), p. 125.

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rigurosamente las normas tradicionales, dentro del plan autoral de la universalización de lo regional (o viceversa), y de apoyo a un ideal político y religioso. La Antígona posmoderna de Gambaro, por su parte, desconocerá intencionalmente todo encasillamiento, toda estructura. Porque la ironía y el descreimiento desencadenan un modo deconstructivo de apropiarse del mito. Los versos de Sófocles saltan de un personaje a otro, se recitan con distintas voces, y el lector-espectador siente que no recuerda lo suficiente de la vieja tragedia como para seguir el ovillo lanzado por la dramaturga.

Marechal escribe una trasposición seria, que “cristianiza” los valores morales y religiosos de la antigua Grecia y les da una salida esperanzadora, totalmente ajena al pesimismo trágico. El poder se cuestiona, pero se respeta. El ordenamiento del texto dramático en cuadros y escenas, responde a la propuesta de un ordenamiento

sociopolítico orientado hacia un futuro esperanzador, tan amplio como el horizonte de las pampas.

Gambaro, por su parte, escribe una trasposición paródica, en la que el poder es representado a través de una carcasa fría y hueca, y continuamente ridiculizado en las actitudes grotescas de los personajes masculinos. La reducción del texto y de los personajes concentra la atención en el enfrentamiento de Antígona con Creonte. El conflicto, según la propia autora, encarna los reclamos de madres y abuelas de Plaza de Mayo. Tanta angustia y desesperación, exigen una estructura dramática ajena a toda formalidad y libre de reglas y paradigmas. Así como el poder en la obra de Marechal se relacionaba con el orden, en Gambaro la ruptura del texto y del ordenamiento espacio temporal plasma el quiebre del corazón de la protagonista, escindido entre el hermano honrado en la ciudad y el abandonado en el desierto.

De esta manera, la lectura que hacen nuestros dramaturgos del texto sofócleo y de sus posibles mediaciones, determina dos tipos diferentes de trasposición y

valoración, e influye de un modo decisivo en la estructura dramática elegida por cada uno para reescribir la antigua tragedia.

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Si apelamos a una imagen visual para describir el tratamiento del hipotexto por parte de ambos autores, podemos decir que Marechal toma el material trágico y lo coloca en un nuevo molde, haciendo coincidir ordenadamente cada personaje con su epónimo, y guarda la obra en un cajón diferente, agregándole ya un rótulo de esperanza ajeno al espíritu trágico.

De Gambaro, en cambio, podemos pensar que estrella el viejo mito contra el suelo, recoge los pedazos y los guarda sin clasificar en un cajón más pequeño, que conserva no ya el cuerpo, sino sólo el alma de la tragedia.

Viviana Hack de Smith

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Referencias

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