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Robinson, J.M. et al. - El Documento Q, ed. española S. Guijarro (BEB 107, Sígueme, 2002, 239pp)

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(1)

EL DOCUMENTO

Q

Jame,,·

:H.

Robinson

Paul Hojfmann

Joh11 S. Kloppenborg

EDICI.NES S GUEME PEETERS Pl.~BLISIII-:HS

(2)

con paralelos del evangelio de Marcos y el evan-gelio de Tomás. Nos encontramos ante el resulta-do del trabajo de una generación llevaresulta-do

e/

cabo por el equipo del Proyecto Internaciona( Q. Ellos han reconstruido la colección de dichos atribui-dos a Jesús (y algunos a Juan) que está detrás de los evangelios de Mateo y Lucas. Este libro pone a nuestra disposición, de la manera más apropiada, la fuente más importante para reconstruir el mensaje de los primeros seguidores galileos de Jesús, tal como ellos proclamaron, tras la muerte del Maestro, su anuncio del reino de Dios.

Debido a todo ello, Q es la fuente .singu-lar más importante para el estudio del Jesús histó-rico. Imprescindible para todo el que esté seria-mente interesado en conocer más sobre Jesús.

El volumen presenta, en páginas enfren-tadas, la reconstrucción en griego y en español del texto de Q. Va precedido de una sustanciosa intro-ducción, y completado con la concordancia de Q.•

Han elaborado este libró James M. Ro-binson, Paul Hoffmann, John S. KlopJenborg (eds.) y Mi/ton C. More/and (ed, ejecutivo). La· edición en español ha sido preparada por San-tiago Guijarro.

EDICIONES

SIGUEME n" 1 O 7

de Estudios Bíblicos

(3)

107

Otras obras publicadas Por Ediciones Sígueme:

-R. Bultmann, Historia de la tradición sinóptica (BEB 102) - G. Theissen-A. Merz, El Jesús histórico (BEB lOO)

- G. Theissen, La religión de los primeros cristianos (BEB 108) - tJ. Luz, El evangelio según san Mateo 1-III (BEB 74, 103, 104) - G. Theissen, Colorido local y contexto histórico en los evangelios (BEB 95)

-Ji. Balz-G. Schneider, Diccionario exegético del NTI-11 (BEB 90-91) - li. Koster, Introducción al Nuevo Testamento (BEB 59)

- R. Bultmann, Teología del Nuevo Testamento (BEB 32) - J. Jerernias, Palabras desconocidas de Jesús (BEB 14)

(4)

EL DOCUMENTO

Q

EN GRIEGO Y EN

ESPAÑOL

Con paralelos del evangelio de Marcos

y

del evangelio de Tomás

JAMES M. ROBINSON, PAUL HOFFMANN, JOHN S. KLOPPENBORG (EDITORES) MILTON C. MORELAND (EDITOR EJECUTIVO)

SANTIAGO GUIJARRO (EDICIÓN ESPAÑOLA)

PEETERS LEUVEN 2002 EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2002

(5)

Título original: The Sayings Gospe/ Q in Greek and English with Paral/els from the Gospels of Marlc and Thomas

Traducción del texto griego: Santiago Guijano Tradución de la introducción inglesa: Esther Miquel O Peeters, Leuven 2001

e> Ediciones Sigueme S.A., 2002

García Tejado, 23-37 - E-37007 - Salamanca 1 España www.sigueme.es

ISBN: 84-301-1464-5 Depósito legal: S. 1.055-2002

Fotocomposición Rico Adrados S.L., Bmgos Impreso en España 1 UE

Imprime: Gráficas Varona

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(7)

PROYECTO INTERNACIONAL Q Stanley D. Anderson Robert A. Derrenbacker, Jr. Christoph Heil Thomas Hieke Paul Hoffinann Steven R. Johnson John S. Kloppenborg Milton C. Moreland James M. Robinson

(8)
(9)

/Jrá/ogo . . . 11

1 ,us textos de Q en el orden de Mateo . . . 13

1 )ivcrgencias respecto del orden de Lucas . . . 17

Introducción (James M. Robinson) . . . 19

Siglas . . . 99

El texto de Q en griego y en español . . . 103

( 'oncordancias de Q (John S. Kloppenborg) . . . 203

(10)
(11)

El Documento Q en griego y español con paralelos del evan-~l'lio de Marcos y del evangelio de Tomás es esencialmente una versión abreviada y simplificada de The Critica/ Edition of Q: S¡•nopsis including the Gospels of Matthew and Luke, Mark and '11wmas with English, German, and French Translations of Q

tllld Thomas, editada por James M. Robinson, Paul Hoffinann, y

.Ioim S. Kloppenborg (Milton Moreland, editor ejecutivo), que fue publicada en el 2000 por Fortress Press para Norteamérica y por Peeters Publishers para la Unión Europea. Fortress Press ha puhlicado también en el2001 un librito titulado The Sayings of k.ms: The Sayings Gospel Q in English, sin el texto griego.

El texto critico de Q, que es el resultado del trabajo que han reulizado de forma continuada durante casi dos décadas los miembros del Proyecto Internacional Q, se presenta aquí en pá-l!tinas enfrentadas, con el texto griego a la izquierda y su traduc-ción española a la derecha. Ambos utilizan la versión simplifi-cuda que ya fue publicada en The Critica/ Edition of Q. Allí uparecía resaltada en la parte inferior de las páginas de la iz-quierda para facilitar su consulta. Esta versión libera al lector de la amplia batería de siglas que fueron necesarias para presentar In reconstrucción del texto crítico. Por esa razón ahora sólo apa-recen las siglas necesarias para indicar el grado de certeza del texto en cada caso (véanse las siglas más adelante, en p. 99).

La Concordancia del vocabulario de Q preparada por John S. Kloppenborg, que aparece en su versión completa en la Critica/ Hdition oJQ, se reproduce aquí en un formato más asequible, en el sentido de que sólo se incluye el vocabulario más significati-vo, aunque se amplía incluyendo la traducción española de cada término griego.

(12)

Las amplísimas bases de datos preparadas por el Intematio-nal Q Project, en las que se basa la reconstrucción del texto crí-tico de Q, han sido publicadas en una serie de varios volúmenes, bajo el título: Documenta Q: Reconstntctions of Q Through Two Centuries ofGmpe/ Research Excerpted, Sorted, and Eva/uated

(13)

ilCO qun 1,1.5 ) 2 '· 7-1< '· 11-1 l.lll '-·1. 1 1 "- l l \1-4. \11-1 16-t7H 1 6 2 ~. 13 ~. 15 6 -40 ~. IK \15-2 ~ •. 12 ~.Wb ~. ft41 H ~.42 ~.44 \45 ~.47 \ 4K lo,'I-IJ 1>. 1lJ-2 lt, 22-2 1 3a Duplicado en Mateo 3, 13; ll, IOb 7, 19 3. 5-6: 17, S b-e 4,25 24, 34a.35.34b 19,9 5,42b 5,40 5,48 5,46 5,45 19, 21b

Q (Lucas) Evangelio Página de Tomás 3, [OJ 104 3, 2b-3a 104 3, 7-9 104-106 3, 16b-17 106 3, (21-22H 106 4, l-4. 9-12.5-8.13 108-110 4, 16 110 6, 20-21 54;69,2 110-1 12 6, 22-23 69, la; 68, 1 112 14. 34-35 182 11,33 33, 2-3 148 16, 17 184 12,58-59 170 16, 18 186 6,29 114 6, [29• +30/Mt 5,41D 114 6, 30 95 114 6, 27-28 112 6, 35c-d 112 6, 34 95 116 6,36 116 11, 2b-4 138 12, 33-34 76,3 162 11,34 24.3 ISO

(14)

Mateo Duplicado Q (Lucas) Evangelio Página en Mateo de Tomás 6,24 16,13 47,2 184 6, 25-33 12, 22b-31 36 162-164 7, 1-2 6, 37-38 116 7, 3-5 6, 41-42 26 118 7, 7-11 11,9-13 92, 1; 94 140 7, 12 22,40 6, 31 6,3 114 7, 13-14 13,24 174 7, 16b 6,43 45, 1 120 7,21 12,50a 6,46 120 7, 22-23 13,2~27 174 7, 24-27 6, 47-49 122 7,28a 7, la 122 8, 5-10.¿13? 15, 21-23a.25-28 7, lb.3.6b-9.¿10? 122-124 8, 11-12 13,29.28 174 8, 19-22 9, 57-60 86 128-130 9, 32-34 12,22-24 11, 14-15 140 9, 37-38 10,2 73 130 10,7-8 4, 17 10,9 14,4c 132 10, JOb-JI 10, 12 10, 7-8 14,4a-b 132 10, 14 10, 10-11 134 10,15 11,24 10, 12 134 10, 16 10,3 39,3 136 10, 19 10,20 12, 11-12 160 10, 24-25a 6,40 118 10,26 12,2 5, 2=6, 5 154 10,27 12,3 33, 1 154 10,28-31 12,4-7 15~158 10,32-33 16,27 12,8-9 158 - 10,34 t2,(49B 10 168 10,34 12,51 16, 1-2 168

(15)

Mateo Duplicado Q(Lucas) Evangelio Página en Mateo de Tomás 11, 35-36 12,53 16, 3b 168 11,37 19,29a 14,26 55; 101, 1-2 180 11,38 14,24b 14,27 55,2 182 11,

w

16,25 17,33 182 11,40 18, 5 10, 16 136 l. 2-6 7, 18-19.22-23 124 l. 7-10 7,24-27 78 124-126 1,11 7,28 46 126 l. 12-13 16, 16 184 1, 16-19 7, 31-35 128 1, 21-24 ll, 23b.21b; 10, 15 10, 13-15 136 l. 25-27 10,21-22 61,3b 136-138 2. 25-28 ll, 17-20 140-142 2.129) 11, [21-22] 35 142 2,30 ll, 23 144 2, 32a-b 12, 3l.32c 12, 10 44 158 2,33 7, 17.20a; 20b=16a 6,44 45, 1 120 2, 34-35 3, 7b 6,45 45,2-4 120 2. 38-40 16, l.2a.4 ll, 16.29-30 146 2, 41-42 11,32.31 148 2, 43-45 ll, 24-26 144 11, ¿27-28? 79, 1-2 146 3, 16-17 10,23-24 138 3,31-32 13, 18-19 20 172 3,33 13,20-21 96, 1-2 172 5,14 6,39 34 118 6,(3b) 12, (56) 91,2 170 7,20b 21,21 17,6 48 190 K, 6-7 17, 2.1 186 K, 12-13 15, 4-5a. 7 107 188 18, 10.12-14 15, (8-10) 188 K, 15.21 17, 3-4 190

(16)

Mateo Duplicado Q(Lucas) Evangelio Página en Mateo de Tomás 19,28 22,28.30 200 20,(16) 19,30 13,(30) 4,2 176 21,(32) 21, 25c.29 7, (29-30) 128 22,2-10 14,16-18.¿19-20?.21.23 64 178 23, ¿1-2a? 11, ¿39a? 150 23,4 11,46b 152 23,5-7 11,43 150-152 23,(12) 18,4 14, (11) 178 23, l3 11,52 39, 1-2 152 23,23 11,42 150 23, 25.(26a).26b 11, 39b.(40).41 89 150 23,27-28 11,44 150-152 23,29-32 11,47-48 152 23,34-36 ll, 49-51 154 23,37-39 21,9b 13,34-35 176

-

17, (20) ll3, 1-2 190 24, (23) 24,26 17, (21) 113, 3-4; 3 190-192 24,26-27 24,23 17,23 194 24,28 17,37 194 24, 37-39a 17,26-27 196 - 17, ¿28-29? 196 24,39b 17,30 196 24,40-41 24,18 17,34-35 61, 1 196 24,43 12,39 21,5; 103 166 24,45-51 25,21b 12,42-46 166-168 25, 10-12 13,25 174 25, 14-15b.19-29 25, 20-26; 13, 12; 8, 22 19, 12-13.15-24.26 198

(17)

DELUCAS

Suele pensarse que Mateo tuvo tendencia a reorganizar el

or-tl~n de Q con el objeto de elaborar sus largos discursos, mientras que Lucas trató de mantenerlo. En la preparación de The Critica/ 1-."tlltion of Q se examinaron estas divergencias en el orden entre M u leo y Lucas allí donde se daban. Y ciertamente, en la mayoría 1ll• los casos el orden de Lucas, y no el de Mateo, es el que

pare-dn rctlejar el de Q. En consecuencia, lo normal es seguir el or-tll'll de Lucas para encontrar un texto en El Documento Q 1• Sin l'tnnurgo, en aquellos casos en los que resulta evidente que el or-tlcn de Q es el de Mateo y no el de Lucas, seguiremos esta re-l'nnstrucción de la secuencia de Q, en lugar de la lucana.

Algunos casos en los que la secuencia lucana no es la de Q

Non los siguientes 2:

Q 4, 5-8: entre Q 4, 9-12 y Q 4, 13.

Q 6, 35c-d: entre Q 6, 27-28 y Q 6, 29.[29+--+JO/Mt 5, 41).30-32.34.

Q 11, 16: entre Q 11, 17-20.(21-22D.23-26.¿27-28? y Q 11, 29-30.

l. Esta es la justificación de la costumbre ampliamente aceptada a la ho-1'11 de citar Q utilizando el número de capítulo y de versículo de Lucas. Este modo de proceder fue introducido en la planificación inicial de The Critica/ l:'dition of Q. Cf. James M. Robinson, The Sermon on the Mount!Plain: Work

Shc•et.~for Reconstruction ofQ: SBL SP (1983) 451-452, citado más adelante en la Introducción.

2. Véase la discusión en: James M. Robinson, «lnstances ofMatthew = () Ordem, un apartado de: The Sequence of Q: The Lament over Jerusalem, en R. Uoppe-U. Busse (eds.), Vom Jesus zum Christus: Christologische Studien. N•.1·tgabejür Paul Hoffmann zum 65. Geburtstag (BZNW 93), De Gruyter, Ber-lin-New York 1998, 225-260, especialmente 221-232.

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Q 11,42: entre Q 11, 34-35.¿39a? y Q 11, 39b.41. Q 11, 52: entre Q 11, 46b y Q 11, 47-51; 12, 2-3. Q 12,33-34: entre Q 12,2-12 y Q 12, 22b-31. Q 13, 29: entre Q 13, 27 y Q 13, 28.[30B. Q 17, 33: entre Q 14, 26-27 y Q 14, 34-35. Q 15, 4-5a.7.[8-IOB: entre Q 17, 1-2 y Q 17,3-4. Q 17, 37: entre Q 17, 23-24 y Q 17, 26-27.

La posición de Q 6, 39 y Q 6, 40 es dificil de determinar. Convencionalmente se presentan en el orden lucano.

Aquellos textos que se encuentran sólo en Mateo y no en Lu-cas, y que se piensa que deberían incluirse en Q, se han situado siguiendo la secuencia de aquellos textos de Mateo más próxi-mos que tienen en Lucas un paralelo procedente de Q, conside-rando que esta sería su hipótética posición en Q:

(19)

James M. Robinson

El propósito de esta Introducción es documentar los momen-tos más decisivos de la historia de la investigación de Q, a partir de la cual se configura la situación actual de su estudio. Conce-demos especial atención a las diversas formas en las que, a lo lurgo de los años, han sido resueltos los problemas que dificul-tnn el proyecto de establecer un texto critico de Q 1•

Durante el siglo XIX el estudio de Q se vio favorecido por un l'lamulo de factores que consiguieron acreditar su existencia co-mo la solución más viable al así llamado «problema sinóptico»: ¡,cómo explicar el hecho de que Mateo, Marcos y Lucas narren uproximadamente la misma historia en más o menos el mismo urden, mientras que Juan utiliza un procedimiento completa-mente diferente? Respuesta: Mateo y Lucas compartieron dos de sus fuentes: Marcos y una colección ya desaparecida de dichos usualmente denominada «Q».

Sin embargo, la manera en la que por primera vez fue formu-luda esta solución hacía muy dificil concebir siquiera la posibili-dad de reconstruir un texto critico de Q, ya que el punto de par-1 ida de los estudios sobre Q era el presupuesto de que este documento había sido elaborado por el apóstol Mateo en arameo, 1 . Para una presentación más detallada, cf. J. S. Kloppenborg, Excavating

(J: The History and Social Setting ofthe Sayings Gospel, Fortress,

Minneapo-IIH 2000. Para una presentación más ceñida, centrada en el siglo XX, cf. la

di-M~rtación de su estudiante A. Kirk, Compositiona/ Analysis of Q in the History of'Scholarship, en The Composition ofthe Sayings Source: Genre, Syncrony,

tmJ Wisdom Redaction in Q (NovTSup 91), Brill, Leiden 1998,2-64. Cf. tam-luén D. R. Catchpole, Did Q Exist?, en The Quest ofQ, T&T Clark, Edinburgh

1993, 1-59 y Ch. M. Tuckett, lntroduction: The Existence of Q, en Q and the /listory of Early Christianity: Studies on Q, T &T Clark-Hendrickson, Edin-hurgh-Peabody MA 1996, 1-39.

(20)

una obra de la cual nada habría sobrevivido. Esta suposición, aunque muy atractiva desde el punto de vista teológico por cuan-to garantizaba la aposcuan-tolicidad del escricuan-to, llegó a hacer práctica-mente imposible el acceso a Q, pues difícilpráctica-mente podría alguien acceder, tras los evangelios canónicos de Mateo y Lucas, escritos en griego, a una fuente aramea puramente hipotética, que, en el mejor de los casos, estaría sólo atestiguada por algún aramaísmo ocasional, supuestamente camuflado bajo el texto griego. El tex-to arameo del propio documentex-to Q habría permanecido indocu-mentado e inaccesible para siempre. Entendida en estos términos, Q nunca habría dejado de ser una mera hipótesis, y jamás habría-mos podido citar realmente su propio texto.

Sólo de forma gradual, y en especial durante la última parte del siglo XX, este tipo de argumentos -cuya atracción tenaz es-tribaba en su valor apologético- fueron completamente sustitui-dos por criterios objetivos basasustitui-dos en la observación empírica de los rasgos redaccionales de Mateo y Lucas. Pues una vez que es-tos rasgos han sido inferidos a partir del trabajo redaccional de ambos sobre Marcos, pueden ser aplicados al análisis de los di-chos de Q 2•

Ahora ya no es necesario seguir considerando a Q como una pura hipótesis, como una entidad meramente postulada, escon-dida de forma inaccesible tras los evangelios de Mateo y Lucas. El resultado de esto, en épocas más recientes, ha sido la prolife-ración de las reconstrucciones totales o parciales del texto grie-go. El Documento Q que aquí presentamos en griego y español

2. Aunque este argumento ha sido ampliamente desarrollado durante la última generación como resultado de la aplicación de la crítica redaccional, no es realmente nuevo. Cf. K. Lake, The Date ofQ: The Expositor, Seventh Series 7 ( 1909) 494-507; 495-496: «Si observamos su forma de tratar a Marcos, po-demos constatar que tanto Mateo como Lucas lo utilizan con un grado consi-derable de fidelidad, excepto en pequeños detalles de dicción, tales como el cambio del presente histórico, característico de Marcos, por un tiempo pasado, más correcto desde el punto de vista literario. Es inusual que ambos alteren a Marcos en el mismo lugar y de la misma manera, y el número de situaciones donde esto parece ocurrir debería probablemente quedar reducido de forma considerable mediante la crítica textual. Por tanto, tenemos buenas razones pa-ra creer que, normalmente, el texto original de Q está preservado bien en Ma-teo, bien en Lucas, y una crítica inteligente debería hacemos capaces de acer-tar a la hora de elegir entre los dos».

(21)

~·Ntú basado en la colaboración de un equipo de investigadores

IIIIC, desde 1985, han estado trabajando juntos bajo la denomi-rutción de «Proyecto Internacional Q».

1 . Los logia arameos de Papías

Existen dos términos, con una misma raíz, que frecuente-mente han sido considerados como referidos a los dichos de

Je-Nlls: logia (en griego, A.óyLa; sing., A.óywv), y logoi (en griego, l..úym; sing., A.óyo~). Puesto que uno de ellos, logia, fue

utiliza-do a principios del siglo II por Papías en referencia a Mateo, se Nupuso inicialmente que con él se estaba designando a Q. Fue a purtir del descubrimiento del Evangelio de Tomás, en el que se

denomina logoi a los dichos de Jesús, cuando comenzó a

aban-donarse la tendencia a utilizar logia para designar a Q. Esta cues-t iún resultó ser mucho más que un debate insignificante sobre terminología, ya que tras ella se escondía un interés apologético, 11 saber, el origen mateano, y por tanto apostólico, de

Q.

11) Los logia de Papías como colección aramea de dichos de Jesús atribuidos a Mateo. Friedrich Schleiermacher

En 1832, Friedrich Schleiermacher interpretó los textos de Pa-pías, escritos a comienzos del siglo II 3, asumiendo que el térmi-no logia (A.óyLa) se refería a los dichos de Jesús. Papías, en efec-to, había escrito una obra titulada Aoyí.wv X'UQLax&v E~TÍYTJOL~,

que Schleiermacher identificó como un escrito titulado Exégesis ele los dichos del Señor. En ella, Papías declara que Ma'titaio~

flFV ouv •EJ3gatbL bLaAÉX'tq> 'ta AóyLa auve'tá~am, ~Q¡..ti¡veu­ n~::v &' au'ta w~ ~V buva'tO~ EXUO'tO~, lo cual fue interpretado por Schleiermacher así: «Mateo compuso los dichos en el dialec-to hebreo [= arameo], y cada uno los interpretó como pudo». Schleiermacher defendió la tesis de que la fuente aramea no era

3. Eusebio, Hist. ecc/. 3, 39, 16. Los textos de Papías son ahora accesibles en Synopsis Quattuor Evangeliorum (Deutsche Bibelgesellschaft 15), ed. Kurt Aland, Stuttgart, redivierte Aufl. 1996, 2. korrigierter Druck 1997, 547.

(22)

lo mismo que el evangelio canónico de Mateo (como Papías ha-bía erróneamente supuesto), sino una fuente perdida, escrita por el apóstol y subyacente al actual evangelio canónico de Mateo (otorgándole, así, el nombre y la autoridad del apóstol). Dicha fuente estaría formada por «logia>>, término erróneamente enten-dido por Schleiermacher, quien creía que se refería a «dichos»:

Mateo escribió una colección de dichos de Jesús, que conte-nía bien sentencias individuales, o discursos más extensos, o ambas cosas a la vez, sin duda lo más probable; ya que la propia expresión de Papias no puede haber querido decir otra cosa4•

Puesto que Schleiermacher creyó que la colección de dichos de Mateo no había sido utilizada en los demás evangelios canó-nicos y, consecuentemente, tampoco por Lucas 5, no puede ser considerado el descubridor de Q. Sin embargo, al fundamentar su tesis en un testimonio patrístico tan antiguo, inevitablemente sugirió que la colección tenía origen apostólico. Dificilmente puede exagerarse el peso que este argumento ha tenido a lo lar-go de todo el siglo XIX. Fue también él quien empezó a utilizar el término logia, procedente de Papías, como término técnico (inexacto) para designar lo que mucho después llegarla a cono-cerse como Q.

b) «El auténtico Mateo» que también utilizó Lucas. Christian Hermann Weisse

En 1838, el filósofo de Leipzig Christian Hermano Weisse pre-sentó por vez primera el argumento sobre el que se fundamenta la existencia de Q, a saber: que tanto Mateo como Lucas utilizaron, además del evangelio de Marcos, una colección de dichos:

Si aceptamos en relación con la obra mencionada [el evange-lio de Lucas] que se sitúa respecto a Marcos en una relación similar a la del evangelio de Mateo; y que, como éste último 4. F. Scheleiermacher, Ueber die Zeugnisse des Papias von unsern beiden ersten Evangelien: TSK 5 (1832) 735-768, aquí 738.

(23)

[Mateo], sólo que con más libertad y buscando un cierto prag-matismo en la narración, entreteje en la trama de la narración de Marcos los l..óyw de Mateo además de un impresionante número de otras informaciones adicionales, permaneciendo sin embargo a lo largo del proceso completamente indepen-diente de nuestro evangelio de Mateo así como [Mateo] se mantiene independiente respecto de [Lucas], se constatará que, en la medida en que esta tesis no contradice los testi-monios históricos sobre el evangelio de Lucas, tampoco es necesaria ninguna justificación preliminar externa de la

mis-ma. En las palabras iniciales de su obra, el propio Lucas nos dice que ha utilizado testimonios externos sobre el itinerario vital del Redentor, los cuales estarían más cerca de la primera fuente [Marcos] ... Pero, después de todo lo que hasta ahora hemos ido haciendo notar, el supuesto de que entre las fuentes por él utilizadas se encuentran los escritos de Marcos y el au-téntico Mateo [es decir, Q] resulta tan verosímil que debería-mos sorprendernos extraordinariamente si ese no fuera el ca-so. Por tanto, podemos avanzar confiadamente por el camino que hemos emprendido en relación también con Lucas, con la conciencia de que precisamente de esta forma damos cuenta de los testimonios históricos del mejor modo posible 6•

Esto nos conduce a reflexionar brevemente acerca de la rela-ción entre los otros dos sinópticos al margen de su conexión co-mún con Marcos. Como previamente hemos indicado, pensa-mos que dichas relaciones son independientes, entendiendo por ello que cada uno de los dos evangelistas usó las fuentes comu-nes de forma independiente, no que cada uno de ellos recurrie-ra, en toda o la mayor parte de su obrecurrie-ra, a fuentes no utilizadas por el otro. Nuestra convicción más firme es que, no sólo Mar-cos, sino también la colección de dichos de Mateo es fuente co-mún para ambos 7•

6. Ch. H. Weisse, Die evange/ische Geschichte kritisch und philosophisch hmrbeitet (2 vols.) 1, Breitkopfund Hiirtel, Leipzig 1838, 55-56.

7. /bid., 83. Este es el decisivo pasaje en relación al origen de la

hipóte-~is Q citado por W. G. Kümmel, Das Neue Testament: Geschichte der Erfor-.~chung seiner Probleme (Orbis Academicus 3.3: Problemgeschichten des Wis-Ncnschaft in Dokumenten und Darstellungen), Karl Alber, Freiburg-München 1958, 185.

(24)

e) «A» (L) para A.óyLa. Heinrich Julius Holtzmann

En 1863, Heinrich Julius Holtzmann presentó una compara-ción detallada entre los dichos de Mateo y Lucas de un modo tan convincente que consiguió la aceptación general de Q8• En efec-to, a pesar de la persistencia de algunos puntos de vista minorita-rios, la hipótesis que afirma la existencia de esta fuente continúa siendo hasta hoy la posición predominante, aunque, evidente-mente, a lo largo de todos estos años haya sido perfeccionada en varios aspectos.

Holtzmann, todavía por deferencia a los logia de Papías, lla-mó a esta fuente de dichos «A» (L):

Más bien nos adherimos a la hipótesis, perfectamente sencilla, de que existe otra fuente griega compartida por Mateo y Lucas. En lo sucesivo, y en espera de que se demuestre cuál es su naturale-za precisa, designaremos dicha fuente con la sigla A {Aóyt.a)9•

2. Los A.óym del Evangelio de Tomás

a) P. Oxy. l. Bernhard P. Grenfell y Arthur S. Hunt

En 1897, la publicación realizada por Bernhard P. Grenfell y Arthur S. Hunt del P. Oxy. 1, formado por fragmentos proceden-tes de una colección desconocida de dichos (en la que ahora re-conocemos al Evangelio de Tomás), con el título de AOriA IE-l:OY, ilustra hasta qué punto se había extendido el uso del término A.óyLa para designar estas colecciones de dichos. En la reedición de la obra, un año después, los autores resumían la re-cepción inicial de aquella publicación:

Finalmente, respecto a las cuestiones sobre los orígenes y la historia, declarábamos en dicha edición nuestro convencimien-to en relación a cuatro punconvencimien-tos: 1) que estamos en presencia de una colección de dichos, no de extractos procedentes de una na-rración evangélica; 2) que no son dichos heréticos; 3) que son

8. H. J. Holzmann, Die synoptischen Evangelien: lhr Ursprung und ge-schicht/icher Charakter, Engelmann, Leipzig 1863.

(25)

independientes de los cuatro evangelios en su forma actual; 4) que son anteriores al año 140 d.C. y podrían incluso retrotraer-se hasta el siglo l. Como es natural, estas afirmaciones, espe-cialmente la primera, han sido calurosamente discutidas. Se ha

intentado mostrar que los «Logia» son extractos del Evangelio

de los Egipcios (Harnack), del Evangelio de los Hebreos (Ba-tiffol) o del Evangelio de los Ebionitas (Zahn); y, a partir de

di-ferentes puntos de vista, se han descubierto en ellos tendencias místicas, ebionitas o terapéuticas. Por otro lado, nuestra posi-ción ha recibido el apoyo general de críticos tales como Swete, Rendel Harris, Heinrici y Lock; y, hasta el momento, la discu-sión ha tendido a confirmarnos en nuestra opinión original10•

h) Recordando los A.óyta 1 A.óym de Jesús. J. Rendel Harris y Walter Lock

Evidentemente, P. Oxy. 1 provocó una discusión considera-ble. J. Rendel Harris llamó la atención sobre la fórmula de intro-ducción repetida en cada uno de los dichos, Myet 'I(TJOOü)~.

1dcsús dice», relacionándola con la fórmula de Hch 20, 35: llVTJI!OVE'ÚELV 'tE 'tOOV A.óywv 'tOÜ X'UQLO'U 'ITJOOÜ O'tL aÜ'to~ ei-rrrv, «para recordar las sentencias de Jesús, el cual dijo ... >>. Da-do que prácticamente la misma fórmula aparece también en 1

t'lcm 13, 1; 46, 7 y Poi. Fil. 2, 3, Rendel concluía:

Aquí encontramos la misma peculiaridad, es decir, una cita-ción de Logia, que no proceden de nuestros evangelios, junto con un prólogo que hace referencia al recuerdo de lo que Él dijo. Además, hemos visto que este fenómeno se repite cuatro veces. Concluimos que dicho prólogo fue la fórmula intro-ductoria del libro, el cual empezaría seguramente de un modo parecido a este: «Debemos recordar qué cosas dijo nuestro Señor en sus enseñanzas, pues Él dijo ... » y, a continuación, vendría probablemente el primer Logion 11 •

10. B. P. Grenfell-A. S. Hunt, AOriA IIU:OY: Sayings ofour Lord, Henry Frowde for the Egypt Exploration Found, London 1897, vuelto a publi-car como: ''l. A OrlA IIU:OY», en The Oxyrhynchus Papyri 1, Egyptian Ex-ploration Fund, London 1898, 1-3, aquí 2.

1 l. J. R. Harris, The Logia and the Gospels: Contemporary Review ( 1 R97) 346-348, aquí 348.

(26)

Aunque la fórmula de recuerdo resultó estar ausente de la primera línea del Evangelio de Tomás, Rendel Harris tenía razón

al intuir que la fórmula estándar mediante la cual se introduce cada dicho había sido tomada de esa frase inicial. No reparó, sin embargo, en el hecho de que esa fórmula de recuerdo sólo habla de A.óym, nunca de A.óyta (aunque Poi. Fil. 2, 3 no usa ninguno

de los dos términos). Walter Lock, también bajo el estímulo de P. Oxy. 1, defendió ese mismo año una tesis muy parecida en la que, sin embargo, conjeturaba con más coherencia que el título del escrito debía ser Aóyot 'lfiOO'Ü:

Además, existen dos puntos en los que yo introduciría un

ca-veat, un caveat que la historia de la discusión parece hacer ne-cesario. Pienso, en primer lugar, que deberíamos adoptar una posición flexible en relación al título exacto Aóyta. No digo que sea incorrecto, pero es preciso recordar que carece de cualquier autoridad como título de este documento. A muchos puede parecerles una sugerencia muy probable, sin embargo, teniendo en cuenta que la frase A.óyta 'h¡ooü no aparece en ninguna parte, que el término A.óyta o 'ta Aóyta con E>eoü o 'tO'Ü KuQÍ.OU o KuQtaxá, parece significar en la mayor par-te de los casos, tanto en el siglo 1 como en el 11, bien el Anti-guo Testamento bien la totalidad del mensaje evangélico, y considerando pasajes tales como Hch 20, 35; Ap 21, 5, Clem. Rom. XIII y los JtW'tOL Aóym de las Epístolas pastorales, me parece al menos igualmente probable que el título real fuera Aóym 'h¡ooü. De cualquier forma, si Logia fuera correcto, «dichos» seria una traducción poco adecuada. La expresión «sentencias solemnes» u «oráculos» reproduciría mejor las connotaciones autoritativas del término 12•

e) Petición de principio en el uso de A.óyta. J. Armitage Robinson

Partiendo de aquí, ya en 1902 Armitage Robinson rechazó el uso del término A.óyta para Q por considerarlo una «petición de

12. W. Lock, Ch. 3. Interpreta/ion ofthe Text, en W. Lock-W. Sanday, Two Lectures on the «Sayings of Jesus» Recently Discovered at Oxyrhynchus, C1arendon, Oxford 1897, 15-27, aquí 16.

(27)

Jll'lncipim>, ya que sugería que Q debía ser identificado con los

lo~ia de Mateo mencionados por Papías:

Querría dar aquí un aviso extremadamente necesario en rela-ción a la confusión introducida por el intento de dar un nom-bre a este documento perdido ... No tenemos ninguna eviden-cia de que alguna vez haya existido un libro titulado Logia, y aplicar este nombre al documento que estamos considerando supone cometer una petición de principio y prejuzgar nuestro estudio. Debemos conformarnos con hablar de nuestro docu-mento perdido como el docudocu-mento griego no-marcano utili-zado por san Mateo y san Lucas. Logia es un nombre carga-do de presupuestos. Desearía que no volviéramos a oírlo en conexión con esto 13 •

1 \sta crítica a la etiqueta logia, como título que presupone 111111 petición de principio, ha sido repetida con tanta frecuencia 14, liiiC entre los estudiosos de lengua inglesa ha dejado de utilizar-He por completo en referencia a Q. En Alemania, sin embargo, nlm continúa en uso.

ti 1 P. Oxy. 654: A.óyoL

La publicación en 1904 del P. Oxy. 654, en el que se conservan has palabras introductorias de la misma colección de dichos ya testimoniada por P. Oxy. 1 (demostrando con ello que se trataba del Evangelio de Tomás), hizo que el rechazo de A.óyw. a favor de ).óym resultara insoslayable 15• En efecto, la fórmula con la que

13. J. A. Robinson, The Study ofthe Gospels, Longmans-Green & Co., l.undon-NewYork-Bombay-Calcuta 1902, quinta reimpresión (citada en el ori-¡¡lnlll inglés) 1909, 68-70.

14. El argumento de la «petición de principio» fue repetido por B. W. Ba-wn, A Turning Point in Synoptic Criticism: HTR 1 ( 1908) 55; Id., Studies in

M1111hew, Henry Holt, London 1930, 92, en su critica a los exegetas alemanes, I(Uienes presuponían que la frase de Papías O'Úvtal;~ 'tWV A.oyí.wv se refería a <), designándola como una colección de dichos (Spruchsammlung). Cf. tam-hién, más abajo, J. C. Hawkins, Horae Synopticae, Clarendon, Oxford 1899, MClJUnda edición revisada y aumentada 1909, reimpreso 1968, 107.

15. En realidad, dicha conclusión se vio dificultada por dos errores del copista que habrían podido oscurecer la naturaleza del comienzo: 01-TOIOIOIAOfOIOI( ... ], es decir, o<Ú>'tot oL{ot} A.óyot ot ( ... ). Cf. B. P.

(28)

comienza P. Oxy. 654 utiliza A.óym: o<Ú>'tm ol {m} A.óym ol

(arcÓKQUcpOL o'Ü~ eA.á-]ATJOEV 'IT](aou)~ Ó ~<ÚV ... («Estos son los dichos [secretos] [que] Jesús [dijo ... ] el Viviente»). Enterados de esto, y ante los argumentos de Rendel Harris y Lock, Grenfell y Hunt se retractaron formalmente del uso que habían hecho del término logia en el título de su primera publicación:

Existe un considerable parecido entre el esquema de 11, 1-3, «las palabras ... que dijo Jesús ... y dijo» y la fórmula emplea-da para introducir algunas de las citas más antiguas de los di-chos de nuestro Señor .

. . . Al tratar la serie presente de dichos, todas las cuestiones concernientes al significado de este último término [logia]

deben quedar al margen 16•

Kirsopp Lake 17 manifestó inmediatamente su apoyo a este

cambio de terminología:

... Pocas veces la critica ha estado tan absolutamente justificada. Se ha descubierto el título y ha resultado ser Logoi, no Logia.

Enseguida, Adolf Hamack propuso como título de Q: Aóym

'tOU KUQLOU 'ITJOOU, «Dichos del Señor Jesús» 18•

Grenfeii-A. S. Hunt, New Sayings of Jesus and Fragment of a Lost Gospe/ from Oxyrhynchus, Henry Frowde-Oxford University Press American Branch, Lon-don-New York 1904, vuelto a publicar como 654. New Sayings of Jesus, y 655. Fragment of a Lost Gospe/, en The Oxyrhynchus Papyri, Part IV, Egyptian Ex-ploration Fund, London 1904, 1-22, 22-28. Grenfell y Hunt transcribieron erró-neamente: { ol} 'tOLOL ol Aóym ol [ ... ].

16. B. P. Grenfell-A. S. Hunt, New Sayings of Jesus and Fragment of a Lost Gospe/from Oxyrhynchus, 13.25; Id., The Oxyrhynchus Papiri, Part IV (donde se usa el original griego A.óyOL en vez de una traducción inglesa), 13.

17. K. Lake, The New Sayings of Jesus and the Synoptic Prob/em: HibJ 3 (1905) 332-341, aquí 333. Para una cita completa de esta casi definitiva decla-ración, cf. J. M. Robinson, The ((/ncipit» ofthe Sayings Gospe/ Q: RHPR 75 ( 1995) 9-33, aquí 23-24.

18. A. Harnack, Sprüche und Reden Jesu: Die zweite Que/le des Mat-thaus und Lukas (Beitriige zur Einleitung in das Neue Testament, 2), Hinrich-s 'Hinrich-sebe Buchhandlung, Leipzig 1907, 132. Hamack Hinrich-señala que eHinrich-sta poHinrich-sición ya había sido anticipada por R. Harris y Lake, 132, nota l. A. Polag, Fragmenta Q: Textheft zur Logienque//e, Neukirchener Verlag, Neukirchen-Vluyn 1979,

21982, 28, sigue en este punto a Hamack. l. Havener, Sayings ofthe Lord Jesus,

(29)

,. 1

m

uso en el siglo 1: A.óym

=

«dichos»

Podemos resumir como sigue toda la información que posee-llllls procedente de la segunda mitad del siglo 1 en relación con In ulilización del término A.óym, nunca A.óyw, para designar di-rhos de Jesús:

l. En la conclusión del Sermón Inaugural de Q (Q 6, 47-49), donde esperaríamos encontrar algo semejante a un título o una llnsc introductoria apropiada, aparece la exhortación no sólo a I'Ncuchar, sino también a guardar los A.óym de Jesús (1ta¡;

ó

t'txoúwv f..t01J 'tOU¡; A.óyou¡; xal, [f..til) 3tOUi>V au'to'Ú¡; ... , «todo el que escucha mis palabras/dichos y [no] los pone en práctica ... »). 1 'Juramente se refiere a los «dichos» inmediatamente preceden-les que componen el Sermón Inaugural. Esta fórmula se mantie-lll' como conclusión en el Sermón del Monte de Mateo (Mt 7, M-27) y en el Sermón del Llano de Lucas (Le 6, 47-49).

2. La fórmula de Q 7, 1 (xal, eyÉvE'tO O'tE E3tAi¡QWOEV 'tOU¡; A.úyou¡; 'to'Úmu¡;, «y sucedió que cuando terminó estos di-dios»), adoptada por Mateo como conclusión estereotipada en lrcs de sus cinco grandes discursos (Mt 7, 28; 19, 1; 26, 1), uti-lil.n el término A.óym para designar esas colecciones de dichos de Jesús. La escena que viene inmediatamente a continuación en (), «La fe del centurión en la palabra de Jesús»>, destaca la fe del centurión en la autoridad del A.óyo¡; de Jesús (Q 7, 7).

3. Pablo ( 1 Tes 4, 15) utiliza A.óyo¡; en la fórmula introduc-loriu de un dicho que atribuye al Señor (ev A.óycp xugí.ou, «en un

ti il:ho del Señor»).

4. Hch 20, 35 hace uso del término A.óym en lo que parece huberse convertido en una fórmula estereotipada, que se utiliza Jlura introducir dichos de Jesús: f..I.VfJf..tOVE'ÚELV 'tE 't&v A.óywv

to'Ü 'K1JQÍ.01J '1 TJOO'Ü O'tL au'to¡; ElJtEV («recordar los dichos del Señor Jesús, que Él dijo ... »). Reaparece en 1 Clem 13, 1: f..I.Ef..I.VTJ-ItfvOL 'tÜ>V A.óywv 'tO'Ü xugí.ou 'lfJOO'Ü, o'Ü¡; eA.áA.rJOEV ( «recor-dando los dichos que pronunció el Señor Jesús»), seguida de la exhortación a obedecer los «dichos santos» de Jesús (mi:¡;

á.yto-(UNS), Michael Glazier, Wilmington DE 1987; reimpresión Liturgical Press,

(30)

:1tQE:7tÉOL A.óymc;; 1 Clem 13, 3), donde de nuevo el autor se re-fiere a los dichos de Jesús como sus A.óym. Lo mismo ocurre en 1 Clem 46, 7: J.lvrl<rlh'Jte t<i>v A.óywv toü 'X'UQÍ.O'U 'lfl<JOÜ («Re-cordad los dichos del Señor Jesús»).

5. Ap 22, 6 se refiere a la revelación de Cristo resucitado: Kat ebtév J.lOL" oÚtoL oí A.óym motot xat Ó.ATJ'Íhvoí. («Y me dijo: Estos dichos son dignos de fe y verdaderos»).

6. Didajé 1, 2-3a obtiene su título a partir del uso que hace en la frase inicial de una fórmula introductoria de dichos ( desig-nados como A.óym) seguida de su interpretación (en este caso su

~tbax.~. «enseñanza»). En efecto, la Didajé comienza con el nú-cleo fundamental de los dichos de Jesús (A.óym) que, según Did

1, 2, consiste en la combinación del amor a Dios y al prójimo (Me 12, 30-31) con la versión negativa de la regla de oro (Q 6, 31 ). A continuación viene la fórmula: to'Útwv ~e t<i>v A.óywv ~ ~L~ax.~ eotLV a'Ütfl, «ahora bien, la enseñanza de estos dichos es esta» (Did 1, 3a). Es prácticamente la misma fórmula que en-contramos en el dicho introductorio del Evangelio de Tomás, co-locado en una posición similar: [oc; üv ti]v ÉQJ.lflVEL]av t<i>v A.óywv to'Út(<i>v eügn ... ] 19, «quienquiera que [encuentre] la [in-terpretación] de estos dichos ... »20• La traducción latina de Rufi-19. La restauración de la laguna está asegurada por la traducción copta, aquí completa (Nag Hammadi 11, 2, 32.13), en la cual el término griego ÉQJLTJVEla es utilizado como palabra prestada y el témino copto cyue pro-porciona la traducción sahídica estándar de la palabra M>yo~. Ambos aparecen, por ejemplo, aquí y en la propia introducción, lugares donde también se con-serva en P. Oxy. 654 el término griego M>yw.

20. Cf. también Me 4, 34, donde el término sinónimo btí.A.uo~ está pre-supuesto y se entiende como <<resolución», es decir, como la explicación de las «parábolas» oscuras de Jesús: XWQU; M JtaQafJol..it~ oux el..ái..Et au"toi;, xa"t' i.blav bf: "toi; ¡Laihj"tai; btÉI..uev Jtána («Y no les hablaba sin parábolas, pero en privado les explicaba todo a sus discípulos»). El término técnico JtUQQTJOla se usa para expresar este tipo de franqueza o libertad de palabra en su grado más elevado (Me 8, 32): xat JtUQQTJOLq "tOV l..óyov el..ái..Et («y les decía estas palabras con toda claridad»). Jn 16, 25.29 emplea un contraste aná-logo entre l'tUQOLJLLa («adivinanza») y JtUQQTJOLa («franqueza», «claridad») para referirse a los dichos oscuros de Jesús y su interpretación. La fórmula her-menéutica que aparece en la exégesis pesher de Qumrán es similar. El papel que en el género de Jos evangelios juega esta idea de interpretar los dichos de Jesús ha sido discutida en el prólogo (Einleitung) a la obra de J. M. Robinson, Messiasgeheimnis und Geschichtsverstiindnis: Zur Gattungsgeschichte des Markus-Evangeliums (TB 81), Chr. Kaiser, München 1989, V-IX, aquí IX.

(31)

1111 1lcl término 6t6axi), que aparece en la primera línea de la

Di-,¡,,¡,:,

es justamente interpretatio 21 •

l. El comienzo de P. Oxy. 654 (Evangelio de Tomás)

per-h•lll'l~C claramente a esta lista en razón del uso que hace del 11\nuino A.óym: o<Ú>tot ot {ot} A.óym ot [a:rtóxeu<pot oü<; H.úiiA.tJUEV 'IT]{aoü)<;

ó

t;wv ... («Estos son los dichos [lll'los que pronunció] Jesús el Viviente»), inmediatamente se-IJlllldo de la frase donde se invita a buscar su «interpretación» 1 iotJiliiVEta). Esta formulación se repite, probablemente como 111111nción consciente, en el comienzo del Libro de Tomás (el t 'ompctidor) (Código de Nag Hammadi 11, Tratado 7). Pues, en

,,l~cto, empieza con: «Los dichos secretos que el Salvador dijo ''.ludas Tomás, los cuales yo, también yo Marias, anoté mientras lhu cuminando, oyéndoles hablar entre SÍ>). En ambos casos se llll'nciona el nombre del escriba. El comienzo del Baruc

grie-jlO, prácticamente contemporáneo, es parecido: Kai. oÚtoL ot ~t'lym tO'Ü ~L~ALOU, oÜ<; eyempev Baeoux ULO<; NT]QLOU ULO'Ü Mwwmou.

X. El Cristo resucitado de Le 24, 44 utiliza una fórmula casi

hl~·nlica a la de P. Oxy. 654: oÚtot ot A.óyot ~ou oÜ<; eA.áA.T]aa

lll'Ú~ 'Ú~d<; EtL WV crUV 'Ú~LV.

El uso frecuente de A.óyot durante el siglo 1, en este sentido 1'11nsi técnico, junto con la total ausencia del término A.óyta en rrlcrcncia a los dichos de Jesús, indica con claridad que debe-mos hablar de Q como A.óyot y no como A.óyw.

1) Uso en el siglo 11: A.óyta

=

«oráculos»

Por su parte, se usa A.óyta en su sentido habitual (Liddell-Scutt: «Oráculo, especialmente cuando se ha preservado desde tiempos antiguos ... , más frecuente en plurab)) en Rom 3, 2; Hch 7, 38; Hb 5, 12; 1 Pe 4, 11 -y presumiblemente también en Pa-plas 22-. Dieter Lührmann ha demostrado claramente que Papías

21. Eusebio, Hist. eccl. 2, 2, 253.

22. J. C. Hawkins, Horae Synopticae, p. XIII, traduce la referencia de Pa-tlhlll como: «Mateo compuso los oráculos ... >>. K. Lake traduce: <<Interpretación 1lc los oráculos del Señom, <<Mateo recopiló los oráculos .. ,)), en Eusebius: The l:'l'desiastical History wilh an English Translation 1 (LCL, 2 vols.),

(32)

Heine-no reprodujo con su térmiHeine-no A.óyLa la terminología original; más bien lo que hizo fue dar un significado nuevo a los dichos de Je-sús, y de ahí que utilizara también una terminología nueva.

La tesis de este estudio es que, en los inicios de las investiga-ciones sobre Q, se produjo un malentendido debido a la inter-pretación que Schleiermacher dio a los comentarios de Papías sobre los evangelios de Mateo y Marcos. A lo largo del siglo XIX, la hipótesis de las dos fuentes fue desarrollada, en parte, de forma independiente respecto a dicha interpretación, y en parte, apelando a ella. Al final del siglo XIX rompió definiti-vamente toda vinculación con la misma, viéndose, sin embar-go, ahora sustentada en buena medida por el descubrimiento de nuevos evangelios apócrifos ...

Pero, en la medida en que Papías entendió los dichos de Jesús como A.óyta, según el sentido estricto del término, les otorgó

a ellos, no a la palabra griega A.óytov, un significado nuevo. Papías se sitúa, así, como iniciador de una tradición que po-demos retrotraer hasta el siglo 11 ...

Papías fue el primero en entender los dichos de Jesús como si fueran oráculos preservados desde la antigüedad. Pero al no encontrar para ellos en toda la tradición anterior más que tra-ducciones y/o interpretaciones pobres, a veces incluso falsas, y teniendo en cuenta que un oráculo requiere siempre una in-terpretación, quiso proporcionarles él mismo una 23 •

De hecho, esto se hace evidente en el uso del propio Papías. En efecto, utiliza A.óym cuando se refiere a dichos, sean estos de los presbíteros ('tOU'!; 'tOOV 3tQEO~U'tÉQOOV UVÉ'XQLVOV J..óyOU'!; [«in-dagué en los dichos de los presbíteros»]), de los apóstoles ('tOU'!;

~ 'tWV a1tomóA.oov A.óyou'!; [«los dichos de los apóstoles»]) o la interpretación que hace Aristón de los dichos de Jesús ('toov toi:í

xugí.ou A.óyoov ~LfJyrlOEL'!; [«interpretaciones de los dichos del Señor))]) 24• Papías cambia luego al uso de A.óyLa cuando dice que mann-Harvard University Press, London-Cambridge MA 1926, reprint 1959 (aquí citada), 291.297.

23. D. Lühnnann, Q: Sayings of Jesus or Logia?, en R. A. Piper (ed.), The Gospel behind the Gospels: Current Studies on Q (NovTSup 75), Brill, Leiden 1995, 97-116, aquí 97-98.108.111.

(33)

111 Pedro, ni por tanto Marcos, introdujeron orden alguno en los tll'l\culos del Señor (oux &mteQ uúvtastv 'toov xugtaxoov

nowú-t••·v,,~ A.oyí.wv [«sin introducir, por así decir, orden alguno en los

ttrú~:u los del Señor»]) 25 • Puesto que, con toda seguridad, los A.óyta ,¡,.Marcos no se refieren solamente a los dichos de Jesús, lamen-' · tún que sigue inmediatamente, relativa a la recopilación efectuada por Mateo ('ta A.óyta ouvE'tása'to [«coleccionó los oráculos>>]), no debe entenderse tampoco referida sólo a dichos, sino a la tota-lhlnd del evangelio de Mateo26• El libro de Papías, al que Eusebio menciona por su título Aoyí.wv xugtaxoov esrtrr1oew¡;; ( «<nter-ttrctación de los oráculos del Señor»)27, no limitaba su contenido a 11ichos de Jesús, sino que incluía también «hechos maravillosos y

otros pormenores»28 tales como, por ejemplo, la resurrección de un l'ndúver en relación con las hijas de Felipe, otro milagro asociado con Justo Barsabás, y un mileniarismo que disgustó profundamen-ll' u la inteligencia de Eusebio 29• Por tanto, el vocabulario de Papías

1111 proporciona ningún fundamento válido para pensar que su

refe-l'encia al evangelio de Mateo como escrito formado por A.óyta sea

d resultado de haberlo confundido con lo que seguramente era una referencia a una colección anterior de dichos. En resumen, Papías no proporciona evidencia alguna a favor de que A.óyta fuera utili-lmlo como un término técnico para designar los dichos de Jesús en el cristianismo primitivo, lo cual habría podido justificar el empleo de dicho término en la investigación moderna para designar la thente de dichos utilizada por Mateo y Lucas.

l.

Q

para designar Quelle, <<fuente»

11)

Q

en vez de A.óym

En la práctica, sin embargo, ni el descubrimiento realizado por Rendel Harris y Lock de la fórmula de rememoración de los

25. /bid.,3,39,4.15. 26. /bid., 3, 39, 16. 27. /bid., 3, 39, l.

28. /bid., 3, 39, 8: 3tUQábo!;á 'tLVa UrtOQEl xai alla. 29. /bid., 3, 39,9-13.

(34)

A.óyot de Jesús, ni el hallazgo por parte de Grenfell y Hunt de la introducción a la colección de A.óym contenidos en P. Oxy. 654, que es, realmente, la introducción del Evangelio de Tomás, ni tampoco la propuesta defendida por Harnack de elevar A.óym al rango de término incluido en el título de Q, condujo a la sustitu-ción de Logia por Logoi como término técnico entre los estudio-sos. En su lugar se impuso la designación Q como alternativa pa-ra reemplazar la sigla A de Holtzmann (la cual, sin embargo, hubiera podido redefinirse como una abreviación de Aóym).

«Q.» (con un punto, cuya función es dejar claro que debe en-tenderse como una abreviatura de Que/le, «fuente») se utilizó por primera vez en 1880 30, pero «Q» no fue usada simplemente como un símbolo hasta la década de los 90, a partir de Johannes Weiss: ... una dependencia respecto al Marcos primitivo (A) está ex-cluida, pues aquí Lucas no refleja en absoluto a Marcos. En general, ambos siguen otra fuente común, a saber, Q31 • 30. F. Neirynck ha estudiado la historia de la designación Q en pugna con otras designaciones sugeridas: The Symbol Q (= Que/le): ETL 54 ( 1978) 119-125; Once More: The Symbol Q: ETL 55 (1979) 382-388, ambos artículos han sido de nuevo publicados en su colección de ensayos Evangelica: Gospel Stu-dies-Études d 'Evangile, Peeters and Leuven University Press, Leuven 1982, 683-689.689-690. En ellos Neirynck retrotrae el uso de Q a J. Weiss en 1890; en un escrito posterior, Note on the Siglum Q, incluido en el segundo volumen de la colección de ensayos Evangelica 11: 1982-1991, Leuven University Press and Peeters, Leuven 1991,474, lo retrotrae hasta el artículo de E. Simons publica-do en 1880, Hat der dritte Evangelist den kanonischen Matthiius benutzt?, Uni-versitiits-Buchdruckerei von Carl Georgi, Bonn. Simons utilizó la sigla como una abreviación de Que/le en una disertación en la Kaiser-Wilhelm-Universitiit de Estrasburgo, con la que consiguió persuadir a su profesor H. J. Ho1tzmann para que abandonara su teoría del Urmarkus: H. J. Ho1tzmann, Lehrbuch der historisch-kritischen Einleitung in das Neue Testament, Freiburg i.B. 21886,

357.363-365. Neirynck cita a Simons para aclarar que este usa normalmente A, sobre todo cuando discute la posición de Ho1tzmann. Sin embargo, cuando la posición de B. Weiss aparece implicada. Simons utiliza a veces «A (resp. Q.)» (p. 29), «A (Q)» (p. 30), o simplemente «Q. (Die apostolische Quelle nach W.)» (p. 22), «die W.'sche Q.>> (p. 95), o simplemente «Q.>> (p. 68). Esto podría indi-car que B. Weiss ya habría introducido la designación «Q.». Sin embargo, la fuente a la que se refería Weiss era mucho más extensa de la actual Q, pues in-cluía, por ejemplo, gran cantidad de material narrativo: «Die Aufstellung der Matthliusquelle (Q)», en Die Que/len der synoptischen Oberlieferung (TU 32, 3), J. C. Hinrichs'sche Buchhandlung, Leipzig 1908, 1-75.

31. J. Weiss, Die Verteidigung Jesu gegen den Vorwurf des Bündnisses mil Beelzebul: TSK 63 ( 1890) 557, citado por Neirynck, The Symbol Q (=Que/le),

(35)

M1\H tarde, el símbolo fue aceptado por Paul Wemle en 1899: ult,•nnminemos a esta -hipotética- fuente Q»32 •

. Ioim Caesar Hawkins ilustra el proceso por el cual el cambio

11 l'nvnr del uso de «Q» prevaleció sobre el que prefería Logoi. l1h•,·tivumente, en 1909 escribía:

La fuente ampliamente utilizada por Mateo y Lucas, al

mar-gen de Marcos. En la primera edición de este libro (1899) el titulo de esta sección era: «Los Logia de Mateo como una fuente probable». Desde entonces, los investigadores ingleses y estadounidenses han seguido mayoritariamente a los alema-nes en la designación de esta fuente como Q (=Que/le}, pues ha sido admitido de forma general que denominarla «Los Lo-gia de Mateo» supondría caer en una petición de principio, ya que se asumía como algo cierto que Mateo y Lucas utilizaron el documento mencionado por Papías ... Pero el abandono de este nombre en favor del símbolo neutral Q no implica nece-sariamente querer provocar la petición de principio en sentido contrario, ignorando las razones existentes para seguir mante-niendo que los dos únicos documentos mencionados por el autor más antiguo interesado en el problema de las fuentes son precisamente esos dos que de una forma tan patente se ha-cen reconocibles en el primer y tercer evangelios 33 •

1 >e este texto se desprende con claridad que Hawkins todavía Identificaba los A.óyta de Papías con Q. La petición de principio hu quedado simplemente encubierta, disimulada bajo el inofen-Nivo símbolo objetivo Q. En realidad, todavía en el año 1911 lluwkins seguía abogando por el título Kugtaxa Aóyta, sobre In base del testimonio de Papías34•

ttHh, nota 17. Para entonces el punto ya había desaparecido. Cf. además J.

Wri~s. Die Parabelrede bei Markus: TSK 64 (1891) 291; Id., Die Komposition dr'r Jynoptischen Wiederkunftsrede: TSK 65 ( 1892) 248; Id., Die Predigt Jesu ~·om Reiche Gones, Vandenhoeck und Ruprecht, Gottingen 1892, 8. Bernhard

y J. Weiss usaron más tarde «Q» en Die Evange/ien des Markus und Lukas

(KEK 1, 2), Vandenhoeck und Ruprecht, Gottingen 81892, pp. III-lV.279-283.

32. P. Wernle, Die synoptische Frage, Mohr-Siebeck, Leipzig-Freiburg l. B.-Tübingen 1899, 44: «Diese -hypothetische- Quelle sei mit Q bezeichnet».

33. J. C. Hawkins, Horae Synopticae, 21909.

34. Id., Probabilities asto the so-cal/ed Doub/e Tradition ofSt. Matthew

tmd St. Luke, en W. Sanday (ed.), Studies in the Synoptic Problem: By Members

(36)

b) La i"elevancia de Papías

La consecuencia de esta falta de coherencia durante el siglo XIX ha sido que, medio siglo después, se ha hecho necesario volver a repetir el debate 35 • En 1965 Roger Gryson dio a conocer un informe completo de la investigación realizada en tomo a la cuestión de Papías, que concluía de la siguiente manera:

El resultado de estas observaciones es que el uso del término ).jyyiiYV en los Padres del siglo 11 no podría servir para acreditar las teorías según las cuales, en el testimonio de Papías sobre Mateo, las palabras 'ta A.óyw se refieren a dichos de Jesús o a oráculos del Antiguo Testamento. Por otro lado, sí podría ser utilizada como argumento por quienes piensan que estas pala-bras designan el conjunto de material «que puso en orden» Ma-teo con el fin de componer su evangelio, y que estos A.óyw, así como los XUQLaXa A.óyw de los que Marcos nos ha dejado re-cuerdo en su obra, no consisten sólo en dichos del Señor ('ta

A.txMvta [«las cosas dichas»]), sino también en narraciones de sus obras y acciones ('ta :rtQax{}tv,;a [«las cosas hechas»])36. 35. J. M. Robinson, AOfOI ~Oci>QN: Zur Gattung der Spruchquel/e Q, en E. Dinkler (ed.), Zeit und Geschichte: Dankesgabe an Rudolf Bultmann zum 80. Geburtstag, Mohr-Siebeck, Tübingen 1964, 77-96, más tarde en una edición revisada y aumentada en H. Koester-J. M. Robinson (eds.), Entwic-k/ungslinien durch die Welt desfrühen Christentums, Mohr-Siebeck, Tübingen 1971, 67-106. También en inglés fue revisada, aumentada y publicada como LOGOI SOPHON: On the «Gattung» ofQ, en J. M. Robinson (ed.), The Futu-re of Our Religious Past: Essays in Honour of Rudolf Bultmann, SCM-Harper and Row, London-New York 1971, 84-130, más tarde como LOGOI SOPHON: On the «Gattung» of Q, en J. M. Robinson-H. Koester (eds.), Trajectories through Early Christianity, Fortress, Philadelphia 1971 (paperback edition, 1979), 71-113. La sección final, Jewish Wisdom Literature and the «Gattung» LOGOJ SOPHON, se reimprimió en The Shape ofQ: Signa/ Essays on the Sa-yings Gospel, 51-58.

36. R. Gryson, A propos du Témoignage de Papias sur Matthieu: Le sens du mot Aóywv e hez les Pe res du second siecle: ETL 41 ( 1965) 530-54 7, aquí 54 7. Un punto de vista similar fue repetidamente defendido por J. Kürzinger, Das Papiaszeugnis und die Erstgestalt des Manhiiusevangeliums: BZ, n.F. 4 ( 1960) 19-38; Die Aussage des Papias von Hierapo/is zur literarischen Form des Markusevangeliums: BZ, n.F. 21 (1977) 245-264; Papias von Hierapolis: Zu Tite/ und Art seines Werkes: BZ, n.F. 23 (1979) 172-186, aquí 176 (donde ci-ta el mismo texto de Gryson). Estos escritos han sido reimprimidos en su co-lección de artículos: Papias von Hierapolis und die Evangelien des Neues Tes-taments: Gesammelte Auftiitze, Neuausgabe und Übersetzung der Fragmente,

(37)

l'.s decir, el tipo de lenguaje que usa Eusebio (Hist. eccl. 3, 39,

1 ~) en relación con el evangelio de Marcos: oü J.LÉvtOL tá;et ta

(•nú tou 'KUQÍ.OU ~ AEX'Ü'Évta ~ :JtQaX'Ü'Évta ... oux roo:n:EQ

O'Úv-tcc~IV tG:Jv 'KUQtaxG:Jv :n:oLOÚJ.LEVO~ A.oyí.wv («No, ciertamente, 1'11 orden, las cosas que dijo o hizo el Señor ... sin hacer,

dijéra-lllus, una ordenación de los oráculos del Señor»), parece dejar dnro que A.óyta incluye tanto AEX'Ü'Évta como :n:Qaxitévta, no 11úlo lo que se dijo, sino también lo que se hizo, y por tanto, cuan-• lo inmediatamente después se aplica al evangelio canónico de Mntco, no estaría sugiriendo que se trata de una colección de di-dios (Eusebio, Hist. ecc/. 3, 39, 16).

Algo, pues, parecido a un consenso ha empezado a producir-'-'-' en relación a la cuestión de Papías y Q. Wemer Georg Küm-md lo expresaba en la siguiente conclusión:

Es correcto, a la hora de estudiar las relaciones literarias entre los evangelios, dejar al margen las referencias a Papías, a pe-sar de su gran antigüedad 37•

llclmut Merkel estuvo de acuerdo en que Kümmel «reprodu-\:c, casi con toda seguridad, la opinión más extendida entre los pnrtidarios de la crítica histórica» 38 :

Ciertamente, existe hoy total acuerdo en que la interpretación sobre la fuente de dichos, repetida una y otra vez desde Schleiermacher, no es exacta; al fin y al cabo, el fragmento acerca de Marcos también habla de A.óyta XUQLaxá) 39•

Dieter Lührmann coincide con esta opinión:

La solución moderna dada al problema sinóptico se libera así de la tradición de la Iglesia primitiva ...

Amnmentierte Bibliographie (Eichstiitter Materialien, Abt. Philosophie und l'hcologie, 4), Pustet, Regensburg 1983: BZ 1960 = 1983, 9-32; BZ 1977 = IIJIO, 43-67; BZ 1979 = 1983, 69-87, aquí 73.

37. W. G. Kümmel, Einleitung in das Neue Testament, Quelle & Meyer, llcidelberg 201980, 29.

38. H. Merkel, Die Überlieferungen der a/ten Kirr:he über das Verhiiltnis dc•r Evangelien, en D. L. Dungann (ed.), The Interrelations ofthe Gospels,

Mcrcer University Press, Macon GA 1990, 566-590, aquí 566. 39. /bid., 571.

(38)

Hoy nadie argumenta a favor de la existencia de Q a partir de la cita de Papías transmitida por Eusebio. Para todos los que aceptan la hipótesis de las dos fuentes, dicha existencia se desprende del análisis de los evangelios sinópticos 40•

4. ¿Un documento

Q

en arameo?

a) Diferentes recensiones de una traducción griega del arameo. Julius Wellhausen

Entender erróneamente la referencia de Papías como un testi-monio a favor de un docwnento Q en arameo ha sido en gran me-dida la causa de la extenme-dida suposición de que sería inútil intentar reconstruir un arquetipo griego, y mucho menos arameo, de los tex-tos de Q existentes en las comunidades de Mateo y Lucas. Pero desde el momento en que Papías ha dejado de ser un factor a tener en cuenta en el estudio de Q, uno de los obstáculos para dicha re-construcción ha quedado, a todos los efectos prácticos, eliminado. Sin embargo, Wellhausen había defendido el origen arameo de Q, apoyándose menos en la autoridad de Papías que en sus propios conocimientos de lingüística semítica:

40. D. Lührmann, Q: Sayings of Jesus or Logia?, 101. Lürmann afirma

esto a pesar de estar en desacuerdo (p. 109, nota 20) con la disertación de su alumno U. H. J. Kortner, Papias von Hierapolis (FRLANT 133), Vandenhoeck und Ruprecht, Gottingen 1983, quien defendía a partir del comentario de Papias sobre Marcos que WyLa se refiere no específicamente a dichos, sino también a hechos. F. Neirynck, Q: From Source to Gospe/: ETL 71 (1995) 421-430, aquí

422, nota 7, aunque está de acuerdo en excluir a Papías de la discusión, señala que el <<Iladie» de Lührmann es un poco exagerado, y menciona al respecto a H. Koester, Einftihrung in das Neue Testament, Walter de Gruyter, Berlin-New York 1989,608 (versión inglesa: lntroduction to the New Testament 11. History

and Literature oJEar/y Christianity [Hermeneia, Foundations and Facets],

For-tress-de Gruyter, Philadelphia-Berlin-New York 1982, 172). Sin embargo, en la segunda edición inglesa (2000, p. 177), Koester cambia la hipótesis de un do-cumento Q originalmente escrito en arameo <<con diferentes traducciones grie-gas» por la de un documento «compuesto originalmente en griego», de modo que Papías sólo podria estarse refiriendo a tradiciones arameas subyacentes a Q. Koester, Ancient Christian Gospe/s: Their History and Deve/opment, SCM-Trinity Press International, London-Philadelphia 1990, traduce normalmente el título de Papias como «dichos» (pp. 33.189.316), y sólo en una ocasión como «interpretaciones de los oráculos del Señor» (p. 337, nota 3).

(39)

Si estos dichos derivan de Q, esta fuente tuvo que estar dis-ponible para ambos evangelistas todavía en arameo. Ade-más, ambos debieron usar también en gran medida una mis-ma traducción griega, de ahí que el grado de coincidencia en la expresión griega fluctúe manifiestamente si se com-paran perícopas enteras. Esta inusual situación no deja de parecerme un tanto problemática, incluso suponiendo que pudiera quedar suficientemente explicada diciendo que en unos casos los dos evangelistas repiten la traducción griega disponible según el criterio y la preferencia de cada cual, unas veces literalmente, otras veces alterándola un poco, mientras que en otros casos la reemplazan por una nueva traducción del original arameo 41 •

Wellhausen renunció después a la idea de un texto arameo de

1), e intentó dar mejores razones de esa «situación inusual», co-nectamente calificada como «un tanto problemática», apelando 11 recensiones divergentes del texto griego de Q:

A pesar de que el grado de acuerdo en las expresiones griegas fluctúa y de que algunas variantes sólo pueden ser satisfacto-riamente explicadas a partir de lecturas o interpretaciones di-ferentes de un arameo original, debemos retener la idea de que los fragmentos de Mateo y Lucas secuencialmente coin-cidentes provienen de una misma fuente, es decir, Q. Esta si-tuación es claramente inusual y requiere una explicación: no se debe suponer que ambos evangelistas tuvieron delante las fuentes, una escrita en griego (de aquí los acuerdos) y la otra en arameo (de aquí las diferencias). Por el contrario, ambos las conocieron únicamente traducidas al griego. La traducción griega fue en un principio sólo una, pero luego se diversificó en distintas recensiones originadas a partir de correcciones ul-teriores basadas, en parte, sobre el original arameo. Un caso parecido es, por ejemplo, el de la Septuaginta. Mateo y Lucas usaron recensiones distintas de Q 42 •

41 . J. Wellhausen, Einleitung in die drei ersten Evange/ien, Reimer, Berlin 111115,68.

42. J. Wellhausen, Einleitung in die drei ersten Evangelien, 2l9ll,la

se-llllnda edición revisada y reimprimida con la misma paginación en Evange-lll•,kommentare, de Gruyter, Berlin-New York 1987, 59-60.

(40)

b) (Deficientes) traducciones de una colección oral o escrita de «chreiai». Matthew Black

La tradición inglesa compartió el supuesto dominante del origen arameo de Q, incluyendo el recurso a la hipótesis del Q arameo para explicar las divergencias entre Mateo y Lucas. Como estudioso representativo de esta posición en la primera mitad del siglo XX, tenemos a T. W Manson 43 • En la segunda mi-tad, ha sido Matthew Black quien de forma más autorizada de-fendió la tesis del origen arameo del documento, manteniendo que Q reflejaba (deficientes) traducciones de dicha lengua. No deja, sin embargo, de sorprender hasta qué punto ha reducido este autor el alcance de sus reivindicaciones a favor de esta te-sis, a pesar de que, en su momento, fuera su defensor más des-tacado:

Esta evidencia en Q de «griego no procedente de traducción» es tan importante como la evidencia de traducción, y denota algo más que pequeñas mejoras editoriales por parte de los evangelistas. A la vista de esto, es dudoso que podamos justi-ficadamente describir a Q como una traducción aramea sin más. Ciertamente, parece claro que lo máximo que el elemen-to arameo puede probar es un origen arameo, pero no que es-temos siempre ante una traducción de un texto original arameo. Y en cualquier caso, es el factor literario griego el que ha te-nido la última palabra en la configuración de la tradición Q.

Los datos de los propios evangelios a favor de la existencia de un documento arameo son necesariamente especulativos 44 •

John S. Kloppenborg extrajo la conclusión de que las diver-gencias entre Mateo y Lucas en la expresión literaria de Q no deben ser explicadas apelando a (deficientes) traducciones del

43. H. D. A. Major-T. W. Manson-C. J. Wright, The Mission and Messa-ge of Jesus: An Exposition ofthe Gospels in the Light of Modern Research, Dutton, NewYork 1938,61953 (aquí citada), 18.

44. M. Black, «Synoptic Variants from Aramaic», en An Aromaic Approach to the Gospels andActs, Clarendon, Oxford 1946,21954,31967 (aquí citada),

189-196, aquí 191 (incluido por primera vez en las «Notas suplementarias» en 21954, 270-278, aquí 274, es decir, ausente en 1946); y «Mistranslation and Interpreta-tion of Aramaic», en ibid., 197-243, que incluye ccThe Source Q», 203-208.

(41)

ni'Umeo, sino a la labor redaccional de los evangelistas. Esta ronclusión es un elemento constitutivo de los actuales esfuerzos Jlor reconstruir un texto critico de Q:

Aunque Black ha demostrado de. forma convincente la pre-sencia de semitismos en Q, la hipótesis de una traducción deficiente es, en el mejor de los casos, insegura. Más aún, este tipo de explicación se apoya sobre tantos imponderables -tales como el supuesto de que tanto Mateo como Lucas conocían el arameo y que, sin embargo, sólo ocasionalmente usaron de este conocimiento- que, en comparación con la solución redaccional, es claramente mucho más engorrosa. Para ser convincente, una hipótesis de traducción debería ex-plicar no sólo la variación ocasional, sino también una gran parte de los desacuerdos entre Mateo y Lucas. Más aún, de-bería mostrar que no es posible dar razón de las variaciones mediante una explicación más sencilla, a saber, la de la mo-dificación redaccional. En ausencia de tales demostraciones estamos obligados a concluir que, aunque ciertas porciones de Q dejan ver un estilo griego semitizante y probablemente delatan un origen en un medio lingüístico arameo, no hay ninguna prueba convincente de que haya existido una for-mulación literaria en arameo45•

Black respondió a su vez, admitiendo que la existencia de una fuente aramea, incluso para partes de Q, podría ser inde-mostrable:

Que esta cuestión complicada resulta dificil de explicar es al-go acerca de lo que he argumentado en un artículo reciente. Papías podría perfectamente referirse a una colección hebrea, es decir, aramea, de chreiai (dichos, etc.) de la que Q sería el equivalente griego y para el que sería la principal fuente ... Lo que yo intentaba era determinar aquellas partes de Q que fueron originalmente compuestas en arameo. Ahora añadiría la consideración de que estas partes pudieron transmitirse de for-ma oral o escrita, y que constituirían precisamente la Vorlage

45. J. S. Kloppenborg, ((The Original Language ofQ», en The Formation ol Q: Trajectories in Ancient Wisdom Col/ections (Studies in Antiquity and l'hristianity), Fortress, Philadelphia 1987 (reimpresión en Trinity Press Inter-nulional, 2000), 51-64, aquí 59.

(42)

aramea de Q. Quizás no seamos capaces de probar la existen-cia de una colección aramea de chreiai identificable con par-tes de Q, pero tampoco podemos, como hace Kloppenborg, rechazar enteramente la hipótesis 46 •

Kloppenborg ha respondido con la siguiente conclusión: La tesis de un origen arameo de Q es extraordinariamente dé-bil. El origen de la especulación, el informe de Papías sobre Mateo, es, en el mejor de los casos, legendario. Los datos lin-güísticos empleados para demostrar un origen arameo son es-casos y lo poco que existe admite explicaciones más sencillas que evitan la hipótesis de otro documento. Finalmente, la im-ponente e improbable logística necesaria para explicar que Mateo y Lucas pudieran ocasionalmente revisar su texto grie-go de Q recurriendo a una versión aramea escrita, a la que

ambos deberían haber tenido acceso (¡y deberían haber sido capaces de leer!), reduce casi a cero la posibilidad de demos-trar la existencia de un Q arameo 47 •

La ruptura con la tendencia a interpretar la referencia de Pa-pías a los A.óyta «hebreos» como una referencia a los A.óyot de Jesús en Q, y el cada vez menor número de elementos identifica-dos como (deficientes) traducciones de un hipotético Q arameo al cual poder apelar para explicar divergencias de expresión entre Mateo y Lucas, así como el uso que hace Q de los LXX 48 , ha conducido al abandono general de la hipótesis de que Q fue ori-ginalmente escrito en arameo y luego traducido de diferentes formas al griego. Por el contrario, Q es un texto griego cuyo ar-quetipo griego, subyacente tras los evangelios de Mateo y Lucas, bien podría uno intentar reconstruir.

46. M. Black, The Aramaic Dimension in Q with Notes on Lulce 17, 22-Matthew 24,26 (Lulce 17, 23): JSNT 40 (1990) 33-41, aqul 33-34.36. El autor se refiere a su artículo The Use of Rhetorica/ Terminology in Papias on Mark and Matthew: JSNT 37 (1989) 31-41.

47. J. S. Kloppenborg, «The Language of Q», en Excavating Q, 72-80, aquí 80.

48. S. Schulz, «Die Septuaginta-Benutzung», en Q: Die Spruchquel/e der Evangelisten, Theologischer Ver lag, Zürich 1972, 27-28.49-50. Para una recensión crítica del libro de Schulz, cf. P. Hoffinann, BZ 19 (1975) 104-115, y

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