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Tradición Neoclásica. Necesidades y Bienes

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Academic year: 2021

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Tradición Neoclásica Necesidades y Bienes

El motor de la actividad económica es la necesidad, y su existencia impulsa al hombre a buscar los medios adecuados e idóneos con los cuales darle satisfacción. La gran mayoría de las necesidades sólo pueden ser satisfechas a través de ciertos medios denominados bienes. En este sentido, el problema esencial que debe enfrentar la economía puede resumirse en tres cuestiones básicas: ¿qué bienes producir?, ¿cómo producirlos? y ¿para quién producirlos? En estas tareas precisamente se concreta la actividad económica, esto es, en producir bienes y/o servicios capaces de satisfacer determinadas necesidades humanas, utilizando, para ello, recursos que son escasos y que podrían ser empleados en forma alternativa en la producción de otros bienes y servicios diferentes.

Es claro que la característica fundamental de los bienes consiste justamente en su capacidad de satisfacer necesidades. En teoría económica, a esa capacidad o propiedad de satisfacer necesidades se la denomina: utilidad. Para dilucidar este concepto en toda su extensión, es necesario remitirse a la “paradoja del valor”, célebremente planteada pero nunca resuelta por Adam Smith, y a los precursores del marginalismo.

El concepto de utilidad marginal, principal aporte de la corriente marginalista, expresa el valor subjetivo o el poder de satisfacer necesidades que una unidad adicional de un bien determinado tiene para un usuario en particular, y en este sentido, la importancia que un individuo le asigne a una unidad adicional de un bien particular depende, en gran medida, de su escasez. La razón por la que el agua, por lo regular, no tiene precio alguno, se debe a que su oferta es tan grande en relación a su demanda, que la utilidad de la unidad marginal es igual o prácticamente igual a cero. Así pues, tal como afirma Jevons, uno de los principales representantes de la corriente marginalista, la utilidad marginal de un bien disminuye con cada aumento de la oferta total.

De esta manera, la paradoja del valor queda explicada reconociendo la utilidad marginal decreciente de los bienes, es decir, partiendo de la suposición de que cada individuo, al adquirir unidades adicionales de un mismo tipo de bien, obtiene un placer cada vez menor hasta llegar al punto de saciedad. Cuando el individuo llega a ese punto, no consume más, pero como la oferta del bien es abundante, como en el caso del agua, su valor de cambio, por el libre juego de la oferta y la demanda, generalmente es bajo. En líneas generales, de lo expuesto puede deducirse que los bienes económicos tienen valor porque son:

útiles

fruto del trabajo humano

escasos (por ser producto del trabajo humano).

Los economistas clásicos, a diferencia de los marginalistas, dieron poca importancia al papel de la utilidad y de la demanda en la determinación del precio. Considerando la utilidad sólo como un prerrequisito del valor, pusieron su énfasis en el costo de producción y no comprendieron la importancia de la escasez.

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Un panorama del neoclasicismo

En 1890, con la publicación de su obra Principios de economía, Alfred Marshall sentó las bases de lo que posteriormente se conocería como neoclasicismo. Este cuerpo de principios fue considerado como neoclásico, porque integró el enfoque clásico sobre la importancia del costo de producción en la determinación del valor de un bien con las nuevas percepciones de los teóricos de la utilidad marginal1.

En su obra, Marshall juzga los deseos del consumidor y su satisfacción como una parte importante de la teoría del valor, pero considera que, en el largo plazo, la utilidad marginal no es el factor dominante en la determinación del valor. Desde su perspectiva, y en eso reside la esencia del neoclasicismo, la insistencia ricardiana en la importancia del costo de producción permanece como la base fundamental para explicar los valores normales a largo plazo, y las teorías de la utilidad y la demanda sólo complementan y redondean el análisis clásico.

Fiel representante de la tradición neoclásica, el economista Lionel Robins, en su Ensayo sobre la naturaleza y el significado de la ciencia económica, definió a la economía como la disciplina que tiene por objeto administrar escasos recursos para satisfacer la múltiples e ilimitadas necesidades. Como vemos, para el neoclasicismo el principal problema económico es el de la escasez de los factores, fundamentalmente la escasez de capital y trabajo2. Asumiendo los postulados de la ley de Say3, no se reconoce la posibilidad de una crisis de sobreproducción generada o desatada como consecuencia de una escasez de demanda.

La tradición analítica del neoclasicismo4, una vez publicada la cardinal obra de Marshall, dominó el pensamiento económico hasta bien entrado el siglo XX. Sus postulados teórico-conceptuales fueron puestos en duda y fuertemente criticados tras la gran depresión que sobrevino a la crisis del año 1929, dando lugar a una nueva interpretación de la realidad económica, cuya más labrada expresión fue la obra de Keynes.

Demanda y Oferta

Desde el enfoque neoclásico, las preguntas sobre qué producir, cómo producir y para quién producir deben ser dejadas al mercado. En este sentido, el Estado no debe intervenir en la asignación de recursos, cediendo al mercado la “responsabilidad” de ser el mecanismo ordenador de la actividad económica.

No obstante, para que el mercado se instituya como un mecanismo auto-ordenador eficiente de la actividad económica, el neoclasicismo reconoce la necesidad de un mercado libre, es decir, la necesidad de que las fuerzas de la oferta y la demanda puedan actuar sin barreras, un mercado en el que las únicas causas perturbadoras podrían llegar a ser la existencia de monopolios y el poder de los sindicatos.

1

Nuevas para el pensamiento económico de fines del siglo XIX y principios del XX.

2

Escasos como para satisfacer las potenciales y múltiples necesidades.

3

“Toda oferta genera su propia demanda”.

4

La corriente principal del neoclasicismo incluye teóricos como el ya mencionado Alfred Marshall (1842-1924), Henry Sidgwick (1838-1900), A.C Pigou (1877-1959), Edward Chamberlin (1899- 1967). Aunque autores como J. M Keynes (1883-1946), Joan Robinson (1903-1983) y el perteneciente a la tradición austríaca Joseph Schumpeter (1883-1950) fueron influenciados directamente por esta ¨escuela¨.

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En un economía de estas características, dos grandes grupos de agentes económicos tienen un papel fundamental: por un lado, aquellos que procuran la compra de un determinado bien, y por otro, aquellos que procuran su venta.

En su obra Principios de Economía, Marshall comienza su análisis de la demanda con la traducción de la ley de la utilidad decreciente. Para el economista inglés, cuanto más grande es la cantidad de mercancías que posee una persona, menor es el precio que esa persona estaría dispuesta a pagar por un poco más de éstas.

En general, las demandas agregadas de muchas personas variarán en respuesta a los cambios en el precio. Así, bajo el supuesto de una cláusula conocida en teoría económica como ceteris paribus5, expuesta por primera vez por este economista, se llega a lo que se conoce como ley de la demanda.

Esta ley puede expresarse en los siguientes términos: “La cantidad demandada -de un bien- aumenta con una caída en el precio y disminuye con un aumento en el precio”. De esta manera, habría un movimiento a lo largo de la curva de demanda como consecuencia de los cambios en el precio de la mercancía, siempre suponiendo, bajo la herramienta analítica anteriormente mencionada, que no han cambiado ninguno de los demás factores que pueden influir en su demanda, ya sea el gusto, el ingreso o los precios de otras mercancías.

Curva de Demanda6 P Q

La curva de demanda representa el conjunto de las alternativas precio-cantidad que se le presentan al consumidor. Es por tal motivo que no debe confundirse el término “demanda” (conjunto de todas las alternativas precio-cantidad) con el de cantidad demandada o total de unidades físicas demandadas de un bien correspondiente a un determinado nivel de precio

El productor, por su parte, concurre al mercado con el propósito de producir y ofrecer el bien que posee, tratando de lograr la mayor rentabilidad posible. La cantidad de

5

El significado de esta cláusula es: “siendo las demás cosas iguales”. Se explica a partir del hecho de que el demandante o comprador tiene en cuenta un conjunto de datos que influyen en su decisión al adquirir una mercancía. Estos datos son: el precio del bien en cuestión (Px), el precio de

los demás bienes (Py), sus gustos y preferencias (G) y, por último, su ingreso (Y).

La cantidad demandada de un bien (Qd) está en función (f) de las variables Px Py G e Y. A los

efectos de simplificar este modelo, se supone que las únicas variables, bajo la cláusula ceteris

paribus, que pueden modificar sus valores son Qd y Px manteniéndose las restantes sin cambios.

Así, la cantidad demandada de un bien (Qd) depende exclusivamente de los valores que adopte su

precio (Px). 6

Las causas del desplazamiento de la curva de demanda, como de la curva de oferta, no están especificadas.

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un bien ofrecida por el vendedor, dependerá fundamentalmente del precio del bien en cuestión y de los costos marginales de producción que este bien implique, es decir, de los costos de cada unidad adicional producida. De esta manera, al ser los costos crecientes7, la cantidad ofrecida sólo se incrementará con el aumento de los precios.

A medida que el precio aumenta, el productor deseará vender mayor cantidad del bien con miras a realizar los mayores beneficios que esa situación le produce. En cambio, si los precios disminuyen y llegan a ser menores que el costo marginal, la cantidad ofrecida disminuirá, al debilitarse, como consecuencia de esa disminución, los estímulos a ofrecer. Se puede enunciar el principio o ley de la oferta como aquella relación directa entre precio y cantidad ofrecida, en la que cada aumento del precio implica un incremento en la cantidad ofrecida. Curva de Oferta P O Q

La teoría de la determinación del precio y el equilibrio del mercado

Existe una única situación en la que los intereses aparentemente contradictorios del demandante, que presiona los precios hacia abajo, y del oferente, que los presiona hacia arriba, se concilian.

Si se toman las curvas de oferta y demanda conjuntamente, solamente un precio permite el acuerdo entre ambas partes del mercado. Ese precio consigue el equilibrio, es decir, que coincidan la cantidad demandada y la ofrecida. Sólo a ese nivel de precio los demandantes y oferentes se retiran satisfechos del mercado. Por lo tanto, el punto de intersección de la oferta y la demanda (A) determina un nivel de precio (P1) y una cantidad (Q 1) de equilibrio. P D O P1 7

Recordemos que la curva de costo marginal, como la de la oferta, tiene pendiente ascendente. La curva de oferta es ascendente, porque con cada aumento del precio se incrementa la cantidad ofrecida; la curva de costo marginal también es ascendente, porque cada unidad adicional producida implica un costo mayor que la anterior.

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Ejemplificando a través de un bien determinado: si su precio fuera superior al de equilibrio, se produciría un exceso de oferta. Este hecho encontraría su causa en que los oferentes, al vender sus productos por encima del precio de equilibrio, estarían interesados en ofertar mayores cantidades del bien, mientras que los demandantes, al aumentar su precio, reducirían su consumo; si el precio bajara, se podría dar salida a los excedentes y configurar un nuevo equilibrio.

Si el precio fuera inferior al de equilibrio, se produciría un exceso en la cantidad demandada, porque los consumidores, al disminuir su precio, se precipitarían a adquirir mayores cuantías del bien. Este aumento precipitado del consumo, podría generar escasez, mercado negro y/o presión sobre el alza de precios. Si como consecuencia de esa escasez el precio aumentara, la cantidad demandada disminuiría paralelamente; disminución que haría descender la escasez hasta alcanzarse un nuevo equilibrio.

Sin embargo, esta tendencia espontánea hacia el equilibrio sólo puede alcanzarse en un marco de libertad económica, según la terminología de Marshall, que muy pocas veces se articula y presenta en la realidad.

Elasticidades

La elasticidad mide el grado de sensibilidad que una variable tiene ante la alteración de otra en condiciones de ceteris paribus.

La elasticidad precio de la demanda, es un índice que mide el grado de sensibilidad que reconoce la cantidad demandada ante una variación en los precios.

Dada una variación porcentual en los precios, si la cantidad demandada cambia más que proporcionalmente, decimos que la demanda es elástica. Por ejemplo, si el precio de un bien aumentara el 10%, mientras que la cantidad demandada disminuyera más que ese porcentaje, nos encontraríamos ante un caso de demanda elástica.

Si la variación porcentual en la cantidad es mayor que la de los precios, el valor del índice será mayor que uno (elástica); si es proporcional será igual a uno (unitaria), dado que numerador y denominador serán iguales; si el cambio en la cantidad es proporcionalmente menor de los precios, el valor del índice será menor a la unidad (inelástica).

% variación en Qd Ed=

% variación en Px

Ed > 1 elástica Ed = 0 totalmente inelástica Ed = 1 unitaria Ed < 1 inelástica o rígida Ed = ∞ infinitamente elástica

Precios que se desvían del costo de producción

En ausencia de monopolio, el precio normal o a largo plazo de cualquier bien será igual al costo de producción, incluidas las ganancias normales de administración, es decir, será

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igual al: valor de los insumos + salarios + rentas8 + intereses + los beneficios o ganancias normales de administración.

La introducción de esta última variable en los costos de producción fue una innovación neoclásica, principalmente de su representante más destacado: Alfred Marshall.

Mientras que en un mercado de competencia pura 9 la oferta de una empresa individual no influye sobre el precio de mercado (no ejerce ninguna influencia por la gran cantidad de oferentes que ofrecen el mismo bien), en un mercado monopólico la oferta individual de la única empresa es la oferta global. En esta situación, la estrategia de maximización de beneficios de esta única empresa ofertante actuará directamente sobre los precios, por lo que el costo de producción no determinará el precio de los bienes que esta produzca.

La cantidad óptima de producción de una empresa, o sea, de una unidad productiva, es aquella en la que el costo marginal es igual al ingreso marginal. Si el ingreso marginal, es decir, el ingreso por cada unidad adicional vendida, fuera mayor que el costo marginal, la empresa debería aumentar la producción; en cambio, si el ingreso marginal fuera menor que el costo de una unidad adicional, debería disminuir la producción para que costo e ingreso marginales se igualen.

Cuando en un mercado opera un grupo de grandes empresas que tienen, cada una de ellas, una gran influencia sobre el precio de los bienes que producen, estamos ante una estructura de mercado oligopolizado. En este situación de mercado, las grandes empresas tratan siempre de evitar los enfrentamientos entre sí a través de la competencia de precios, para lo cual prefieren acordar tácita o implícitamente el precio de mercado. La ganancia extraordinaria surgirá como consecuencia de la diferencia entre el precio acordado -precio de mercado- y el costo medio en el nivel de producción en donde el ingreso marginal sea igual al costo marginal. No todas las empresas reconocerán el mismo margen de ganancia, ya que entre ellas existirán diferencias debido a sus distintas estructuras de costo; por lo tanto, la diferencia entre el precio acordado y el costo medio será distinta en cada caso particular.

La competencia monopólica es una estructura de mercado similar a la monopólica, ya que cada empresa guarda exclusividad sobre el producto que vende -es el único oferente-, pero su producto puede ser sustituido por otro similar. En este caso, la demanda es más elástica que en el monopolio, pero, por supuesto, menos elástica que en

8

En este esquema, a diferencia del punto de vista ricardiano, la renta no está determinada por el precio sino que es uno de los elementos que lo determina. Marshall aclara que sólo suponiendo que la tierra no tiene usos alternativos puede no ser considerada como un costo de producción. Desde su perspectiva, cada cosecha se disputa con las otras la posesión de la tierra, y si una cosecha muestra signos de ser más remunerativa que otra, los agricultores dedicarán más tierras y recursos a ella. Por ello, la renta no es un excedente sino un precio competitivo que debe pagarse con el fin de impedir que la tierra tenga un uso alternativo. Marshall, sin emplearlo, introduce el concepto de costo de oportunidad.

9

Debemos distinguir el concepto de competencia pura del de competencia perfecta. Un mercado de competencia pura se caracteriza por la existencia de una gran cantidad de oferentes y por ser un mercado en el cual -para una mercancía específica- surge sólo un precio de venta como producto de la interacción entre la oferta y la demanda. Un mercado de competencia perfecta, además de las características del anterior, requiere un conocimiento perfecto por parte de los participantes en el mercado y una movilidad perfecta de recursos.

Marshall utilizaba el término libertad económica, que, a pesar de no haberlo definido específicamente, tenía similares connotaciones que el de competencia pura.

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un mercado de competencia perfecta donde existen varios productores que ofrecen el mismo producto.

Marshall tocó tangencialmente estos temas porque consideraba que el poder de las fuerzas competitivas superaría a las fuerzas que conducen a cualquiera de estas situaciones10.

Referencias

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