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Cursillo Dante Panzeri

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(1)

CICLO DE

CICLO DE

ORIENTACION

ORIENTACION

PERIODISTICA

PERIODISTICA

Dante Panzeri

Dante Panzeri

(2)
(3)

Dante Panzeri

Dante Panzeri

(1922-1978) nació en

(1922-1978) nació en

San Francisco

San Francisco

,,

Córdoba

Córdoba

, y

, y

murió en la ciudad de

murió en la ciudad de

Buenos Aires

Buenos Aires

a los 56 años de edad.

a los 56 años de edad.

Vinculado a la

Vinculado a la

Editorial Atlántida

Editorial Atlántida

en los años ´40, llegó

en los años ´40, llegó

a la dirección de

a la dirección de

“El Gráfico”

“El Gráfico”

. Renunció al cargo el 12 de

. Renunció al cargo el 12 de

setiembre de 1962, disconforme por la decisión empresaria de

setiembre de 1962, disconforme por la decisión empresaria de

incluir sin su consentimiento un recuadro laudatorio sobre el

incluir sin su consentimiento un recuadro laudatorio sobre el

entonces ministro de Economía,

entonces ministro de Economía,

Alvaro Alsogaray

Alvaro Alsogaray

en el

en el

comentario de un

comentario de un

River-Boca

River-Boca

..

Colaboró regularmente con distintos medios gráficos, radiales y

Colaboró regularmente con distintos medios gráficos, radiales y

televisivos: las revistas

televisivos: las revistas

“Así”

“Así”

,,

“Ahora”

“Ahora”

,,

“Chaupinela”

“Chaupinela”

y

y

“Satiricón”

“Satiricón”

; los diarios

; los diarios

“Crónica”

“Crónica”

,,

“La Prensa”

“La Prensa”

y

y

“El Día”

“El Día”

; las

; las

radios

radios

Porteña

Porteña

y

y

Colonia

Colonia

; los canales

; los canales

77

y

y

11

11

..

Publicó dos libros:

Publicó dos libros:

“Fútbol, dinámica de lo impensado”

“Fútbol, dinámica de lo impensado”

(1967)

(1967)

y

y

“Burguesía y gangsterismo en el deporte”

“Burguesía y gangsterismo en el deporte”

(1974).

(1974).

Una frase de

Una frase de

Panzeri

Panzeri

que lo define en pocas palabras :

que lo define en pocas palabras :

“Yo no

“Yo no

pretendo arreglar el fútbol, ni el país, ni el mundo. Solo

pretendo arreglar el fútbol, ni el país, ni el mundo. Solo

pretendo que los que mandan y están para eso intenten

pretendo que los que mandan y están para eso intenten

arreglarlos. Y si no quieren arreglarlos, o no saben, o no

arreglarlos. Y si no quieren arreglarlos, o no saben, o no

pueden, me conformo con que sepan que yo no estoy

pueden, me conformo con que sepan que yo no estoy

desarreglado ni doy mi conformismo ni resignación a ese

desarreglado ni doy mi conformismo ni resignación a ese

desarreglo”.

desarreglo”.

(4)

ERAMOS TAN PANZERISTAS !!

ERAMOS TAN PANZERISTAS !!

A comienzos de los ´60 esperábamos cada semana

A comienzos de los ´60 esperábamos cada semana “El Gráfico”“El Gráfico” como quiencomo quien aguarda la verdad revelada. Estábamos cautivados por la honestidad y la aguarda la verdad revelada. Estábamos cautivados por la honestidad y la capacidad de confrontación que desplegaba

capacidad de confrontación que desplegaba Dante PanzeriDante Panzeri, , su su director director yy nuestro guía en la nebulosa que siempre ha sido el ejercicio del periodismo. nuestro guía en la nebulosa que siempre ha sido el ejercicio del periodismo.

¿ Quién fue

¿ Quién fuePanzeriPanzeri ? Fue un moralista que ? Fue un moralista que se coló se coló en el burdel deen el burdel del fútbol yl fútbol y denunció sus malas prácticas – lúdicas y éticas-- en forma implacable.

denunció sus malas prácticas – lúdicas y éticas-- en forma implacable. Periodista riguroso tanto

Periodista riguroso tanto en lo conceptual como en lo conceptual como en lo técnico, en lo técnico, las páginas quelas páginas que siguen lo demuestran.

siguen lo demuestran.

Para los gelatinosos partidarios del “todo es negociable”

Para los gelatinosos partidarios del “todo es negociable” PanzeriPanzeri era unera un “amargado recalcitrante”. La vigencia de

“amargado recalcitrante”. La vigencia de DanteDante es tal que hoy, en pleno 2004 yes tal que hoy, en pleno 2004 y esgrimiendo sus ideas básicas, podemos pedirle a sus detractores que

esgrimiendo sus ideas básicas, podemos pedirle a sus detractores que contemplen el desolado

contemplen el desolado panorama y nos digan panorama y nos digan adonde condujo deadonde condujo despreciar losspreciar los principios y valores mas trascend

principios y valores mas trascendentes entes como individuos y como como individuos y como sociedad.sociedad.

En los años ´60 muchos periodistas escribían muy bien sobre lo que conocían En los años ´60 muchos periodistas escribían muy bien sobre lo que conocían con solidez;

con solidez; los linotipistas eran verdadelos linotipistas eran verdaderos sabios; la radio esros sabios; la radio estaba poblada portaba poblada por voces incapaces de agraviar el buen gusto; se diferenciaba con mucha nitidez la voces incapaces de agraviar el buen gusto; se diferenciaba con mucha nitidez la información de la opinión (sin tratar

información de la opinión (sin tratar de hacer pasar a éde hacer pasar a ésta por aquella); sta por aquella); lala profesión se aprendía

profesión se aprendía artesanalmente en las redacciones, artesanalmente en las redacciones, las calles o el bar de las calles o el bar de lala esquina y la televisión no había llegado aún a tener el enorme poder instalador esquina y la televisión no había llegado aún a tener el enorme poder instalador de hábitos buenos, malos y peores.

de hábitos buenos, malos y peores.

Se era

Se era “panzerista”“panzerista” si se reunían dos características básicas: decir la propiasi se reunían dos características básicas: decir la propia verdad sin hacer concesiones y hacerse cargo por lo dicho. Contemplado desde verdad sin hacer concesiones y hacerse cargo por lo dicho. Contemplado desde la óptica de la navegación por

la óptica de la navegación por instrumentos, los adeinstrumentos, los adeptos ptos aa PanzeriPanzeri parecíamosparecíamos buscar el “rumbo de colisión” de manera constante y temeraria. Es que el

buscar el “rumbo de colisión” de manera constante y temeraria. Es que el deporte

deporte --en especial --en especial el fútbol-- hel fútbol-- ha sido a sido siempre escenario siempre escenario propicio para propicio para lala expresión y expansión impunes de la violencia y la doble moral.

expresión y expansión impunes de la violencia y la doble moral.

En 1965 los periodistas que integrábamos la audición

En 1965 los periodistas que integrábamos la audición “Olympia Deportiva”,“Olympia Deportiva”, que se emitía por

que se emitía por LU2 Radio Bahía BlancaLU2 Radio Bahía Blanca, nos dedicamos a desgrabar,, nos dedicamos a desgrabar, transcribir, estudiar

transcribir, estudiar y reflexionar y reflexionar el cursillo el cursillo queque PanzeriPanzeri había dictado un añohabía dictado un año antes en Buenos Aires. Disfrutamos de la tarea y el aprendizaje como un

antes en Buenos Aires. Disfrutamos de la tarea y el aprendizaje como un verdadero aporte para nuestro crecimiento personal y profesional,

verdadero aporte para nuestro crecimiento personal y profesional, Oscar E.Oscar E.

Castro

Castro,, Omar A. Gómez SánchezOmar A. Gómez Sánchez,,Alberto Mc DougallAlberto Mc Dougall,, Tulio SabioTulio Sabio,,Rafael E.Rafael E.

Santiago

Santiago,, Néstor WassermanNéstor Wasserman yy Julián Zapata Julián Zapata ..

Hoy queremos rescatar y compartir el legado de un hombre que fue capaz de Hoy queremos rescatar y compartir el legado de un hombre que fue capaz de vivir como pensaba y sentía. Los más jóvenes merecen la oportunidad de vivir como pensaba y sentía. Los más jóvenes merecen la oportunidad de descubrir a

descubrir aPanzeriPanzeri, casi 30 años después de su transparente y apasionado paso, casi 30 años después de su transparente y apasionado paso por el periodismo argentino.

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““En tanto uno aprende, ignora por donde

En tanto uno aprende, ignora por donde o de quien aprende

o de quien aprende”.

”.

Antonio

Antonio Porchia

Porchia

El saber de cada uno de

El saber de cada uno de nosotros es fruto de una suma denosotros es fruto de una suma de

conocimientos que extraemos a través de muchos orígenes, de conocimientos que extraemos a través de muchos orígenes, de muchos personajes y de muchas circunstancias.

muchos personajes y de muchas circunstancias.

Nadie puede

Nadie puede

convertir en periodista a nadie

convertir en periodista a nadie

. Si Uds. llegan a ser periodistas de . Si Uds. llegan a ser periodistas de lala estatura que se quieran imaginar, esencialmente lo serán por

estatura que se quieran imaginar, esencialmente lo serán por Uds.Uds. mismos, no por haber aprendido de alguien.

mismos, no por haber aprendido de alguien.

Hay conocimientos que en determinado momento, no solamente del Hay conocimientos que en determinado momento, no solamente del periodismo deportivo, sino de cualquier orden de la vida, dejan de periodismo deportivo, sino de cualquier orden de la vida, dejan de tener utilidad porque el mundo social que nos rodea, en

tener utilidad porque el mundo social que nos rodea, en todo orden,todo orden, puede tener cambios de costumbres (no de fundamentos de vida ni puede tener cambios de costumbres (no de fundamentos de vida ni de razones para existir) que pueden hacerle perder vigencia

de razones para existir) que pueden hacerle perder vigencia aa

algunos de los métodos que nosotros supuestamente creemos tener algunos de los métodos que nosotros supuestamente creemos tener aprendidos. Entonces, de allí viene ese permanente girar de la

aprendidos. Entonces, de allí viene ese permanente girar de la ruedarueda en el que, como lo dice

en el que, como lo dice

Porchia

Porchia ““

en tanto uno aprende, ignora por en tanto uno aprende, ignora por  donde aprende

donde aprende

””

. (Yo le agregué. (Yo le agregué

““

de quien aprendede quien aprende

””

).).

NO SE PUEDE ENSEÑAR PERIODISMO

NO SE PUEDE ENSEÑAR PERIODISMO

Se puede difundir lo que uno sabe. Un padre

Se puede difundir lo que uno sabe. Un padre le puede enseñar ale puede enseñar a vivir a su hijo, lo puede

vivir a su hijo, lo puede orientar, pero no creo que le pueda imponerorientar, pero no creo que le pueda imponer –punto por punto—el ideal de los distintos actos que esa

–punto por punto—el ideal de los distintos actos que esa criaturacriatura suya tendrá que realizar, sobre todo al

suya tendrá que realizar, sobre todo al enfrentar por sí sola la vida.enfrentar por sí sola la vida. Lo que no quiere decir al faltar el

Lo que no quiere decir al faltar el padre sino, sencillamente, alpadre sino, sencillamente, al abandonar la casa y salir a la calle para resolver él, por sí mismo, abandonar la casa y salir a la calle para resolver él, por sí mismo, todo lo que la vida le

todo lo que la vida le reserva. Desde el automóvil que se le cruza reserva. Desde el automóvil que se le cruza enen la primera esquina de la que él

la primera esquina de la que él baja el cordón de la baja el cordón de la vereda hasta lavereda hasta la gente, el ser humano con el que

gente, el ser humano con el que tiene que convivir para subsistir,tiene que convivir para subsistir, para crecer, para educarse, para formarse. Pero, en ese acto

para crecer, para educarse, para formarse. Pero, en ese acto queque sigue al momento de cerrar la

sigue al momento de cerrar la puerta y bajar el primer cordón de puerta y bajar el primer cordón de lala vereda, es absolutamente imposible que ese hijo transite con un vereda, es absolutamente imposible que ese hijo transite con un manual por delante de sus ojos dónde, punto por

manual por delante de sus ojos dónde, punto por punto, laspunto, las recomendaciones de su padre contemplen todo cuanto le puede recomendaciones de su padre contemplen todo cuanto le puede

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suceder. Hay cosas aprendidas o hay c

suceder. Hay cosas aprendidas o hay cosas que creemos tenerosas que creemos tener conocidas que tienen vigencia para determinado momento de la conocidas que tienen vigencia para determinado momento de la vida y no la tienen para

vida y no la tienen para otro.otro. ¿ A la generación de este

¿ A la generación de este momento de la vida del país es posiblemomento de la vida del país es posible hacerle llegar el mensaje de cada

hacerle llegar el mensaje de cada uno de nosotros, en cualquieruno de nosotros, en cualquier función que sea, con la misma oratoria

función que sea, con la misma oratoria que en relación al tiempo deque en relación al tiempo de que disponía para vivir el hombre y

que disponía para vivir el hombre y que usábamos hace 30 o 40que usábamos hace 30 o 40 años? No. Entonces yo pregunto esto: ¿ Un maestro de la

años? No. Entonces yo pregunto esto: ¿ Un maestro de la técnicatécnica parlamentaria como

parlamentaria como

Lisandro de la Torre,

Lisandro de la Torre,

un pedagogo en todoun pedagogo en todo sentido, un hombre ilustrado aún en los

sentido, un hombre ilustrado aún en los temas en que era ignorante,temas en que era ignorante, dejando de lado su doctorado en los mil

dejando de lado su doctorado en los mil aspectos del ejercicio delaspectos del ejercicio del poder público, podría llegar hoy a las

poder público, podría llegar hoy a las masas como llegó en aquelmasas como llegó en aquel entonces? Yo confieso que no dispondría del tiempo que llegué a entonces? Yo confieso que no dispondría del tiempo que llegué a tener para leerlo, para seguirlo y acaso

tener para leerlo, para seguirlo y acaso para incluirlo entre lopara incluirlo entre lo desconocido que me puede haber enseñado alguna cosa.

desconocido que me puede haber enseñado alguna cosa. HayHay recursos en juego que en aquel

recursos en juego que en aquel momento sirvieron y que en estemomento sirvieron y que en este momento no me sirven.

momento no me sirven.

La vigencia de lo que creemos haber

La vigencia de lo que creemos haber aprendido puede tener, incluso,aprendido puede tener, incluso, suplantaciones o claudicaciones en relación con el tiempo o

suplantaciones o claudicaciones en relación con el tiempo o loslos problemas que vivamos. En periodismo hay cosas que creemos problemas que vivamos. En periodismo hay cosas que creemos haber aprendido que pueden no servirnos por el cambio

haber aprendido que pueden no servirnos por el cambio dede situaciones sociales que hacen a la

situaciones sociales que hacen a la posibilidad o imposibilidad deposibilidad o imposibilidad de que nuestro público receptor pueda o no recibirnos. Yo, en muchos que nuestro público receptor pueda o no recibirnos. Yo, en muchos casos, he notado eso en mí. Frente a

casos, he notado eso en mí. Frente a cada paso suelo pensar lascada paso suelo pensar las posibilidades de la audiencia, sea oral o

posibilidades de la audiencia, sea oral o escrita, para recibir lo queescrita, para recibir lo que yo quiero hacerles llegar. Incluso también pienso en

yo quiero hacerles llegar. Incluso también pienso en la técnica ala técnica a seguir para hacer conocer mi mensaje. Yo, en

seguir para hacer conocer mi mensaje. Yo, en muchos casos, he sidomuchos casos, he sido agresivo con premeditación y alevosía. Yo he hecho el

agresivo con premeditación y alevosía. Yo he hecho el cálculo decálculo de que no importaba el odio de diez

que no importaba el odio de diez personas más hacia mí si yo,personas más hacia mí si yo, mediante ese odio, lograría poner en el tapete un

mediante ese odio, lograría poner en el tapete un tema que de otratema que de otra manera no hubiera llegado nunca a

manera no hubiera llegado nunca a interesar. Entonces pensé queinteresar. Entonces pensé que esa técnica, que desde luego no es

esa técnica, que desde luego no es la ideal, es la que lograba la ideal, es la que lograba mi idealmi ideal o el ideal de esa

o el ideal de esa causa para mí, en ese momento y causa para mí, en ese momento y en las condicionesen las condiciones sociales en que vivimos.

sociales en que vivimos.

Aquí se da éste caso: para que yo,

Aquí se da éste caso: para que yo, o cada uno de nosotros, logremoso cada uno de nosotros, logremos llegar con un m

llegar con un mensaje al público ensaje al público ocurre ocurre que estamos necesique estamos necesitandotando también de una semejante ocupación por parte de nuestros

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de quienes también hacen periodismo, no importa si en forma coincidente o no coincidente, pero sí necesitamos que ellos lo

muevan. Yo me di cuenta de esa necesidad y sentí el peligro de la inutilidad de lo que yo pudiera decir si otros también no lo decían cuando

Candioti

hizo lo que hizo: en la travesía

Rosario-Buenos

Aires

llegó pero no llegó, porque lo levantaron frente a

River

y la meta, en realidad, era

Puerto Nuevo

. Entonces, como había entrado en las aguas jurisdiccionales de la Capital se la dio por realizada. Yo fui testigo directo del episodio.

Nos embarcamos a la altura del

Paraná de las Palmas

y esto me lo enseñó alguien que por entonces era muy amigo mío. Del que, también puedo decir, aprendí sin que él, en ningún momento, se haya propuesto enseñarme e incluso saber qué es lo que aprendí de él. Pero integró el contingente de cosas que a mí me quedaron de distintas personas por las que uno va pasando.

Porque todos somos,

en cierta medida, la imitación de otro

. La originalidad, finalmente, la hace la suma de distintos puntos que hemos recogido de distintos personajes que nos ofrecieron lo que a nosotros nos pareció útil

recoger y que, en muchos casos, recogemos sin la idea de que lo estamos recogiendo, sin darnos cuenta.

En esa oportunidad llegamos a

Puerto Nuevo

, donde todo el

periodismo había ido optando por la “cómoda” para hacer la nota. Lo desembarcan a

Candioti

dormido (los periodistas que estaban en

River

en el momento de sacar a

Candioti

del agua éramos

Alberto Salotto

y yo, además de un fotógrafo). Llegamos a

Puerto

Nuevo

y veo que

Salotto

le habla a un cronista de “La Prensa” , de los tantos que habían ido allí a tomar declaraciones. Se lo lleva

aparte y prácticamente le cuenta de la A a la Z todo el proceso de lo que nosotros habíamos visto. Yo me molestaba. La nota,

lógicamente, la deseaba con exclusividad por una razón de orgullo periodístico y entonces le digo aparte a

Salotto

: “Pero oíme una cosa.. ¡ vos estás pateando en contra ! .. Porque sea amigo tuyo ..” . “No –me dice—no es amigo. No te estas dando cuenta de una cosa.  Nosotros (“El Gráfico”) vamos a salir el viernes. Todo estos

“melones” van a dar la versión estúpida que ya te imaginás cual es. Si nosotros somos los únicos que damos nuestra versión, que es la correcta, habrá un estado de duda alrededor de nuestra versión . “La  Prensa” es un diario importante y éste, en “La Prensa”, va a

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 publicar todo lo que yo le dije, que coincide con lo que nosotros vamos a publicar. Claro que yo no le dije todo lo que nosotros sabemos, no todo lo que ocurrió, pero él va a poner los mojones necesarios como para darle asidero a lo que, cinco o seis días después, se va a leer de este episodio a través nuestro” . Eso me quedó y doy fe que es cierto. Yo necesito, frente a la necesidad de llegar, de que otros órganos periodísticos también se ocupen de

aquello de lo que yo quiero ocuparme. Entonces, cuando no lo tengo ¿ cuál es mi camino ? Yo tengo que ir a una cosa más rápida, más concreta, más antipática, como en algún caso lo he comprendido.

EL INDIVIDUO SIEMPRE ES UNO SOLO

A mí me pasó algo que también viene a reforzar este primer punto del programa. Yo tendría entre 13 y 15 años. Nosotros habíamos  jugado un partido de 4ta. División. El partido terminó con un

escándalo. Uno de nuestros compañeros, entre los muchos que se pelearon, le pegó al referí y fue expulsado. Nuestro club tenía como presidente o como secretario, no recuerdo bien, a un señor de una figura un tanto desgarbada, desagradable físicamente.

Este fue el que a mí me dio la sensación de ser el hombre que más influyó en mí como deportista. Era un holandés,

Juan Balkenende

, hoy fallecido. El era delegado a la Liga por nuestro club, Sportivo Belgrano de San Francisco, Córdoba. La Liga se reunía los lunes por la noche. Lo echan a éste compañero nuestro de la cancha. Llega la hora del crepúsculo (el partido terminó tarde) y en un rincón, en la penumbra, éste hombre nos reúne para decirnos que había

terminado de oír el rumor de que éste compañero nuestro –que había sido expulsado de la cancha por haberle pegado al árbitro en una reacción muy violenta—se estaba preparando para pegarle al referí fuera de la cancha, es decir, lo esperaba en la calle. Uno de

nosotros le planteó esto: “¿Y Ud. quien es para impedirlo? Vestido de civil, ya terminado el partido y en la calle, ya nada tiene que ver el club si le pega al referí ..” Ese holandés, verdadero maestro de

 juventudes, nos dijo éstas palabras: “Yo mañana pienso pedir en la  Liga un año de suspensión para este jugador (era uno de los mejores

del equipo). Y como le llegue a pegar en la calle yo les anticipo a Uds. que yo pido la expulsión a perpetuidad, porque la conducta de los individuos no tiene escenarios ni ropa que les autorice a

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cuenta que esa era una norma no solamente en mi vida deportiva, me di cuenta que la había seguido en todos los planos de mi

existencia.

Yo tengo veinte personas que han influido en mi vida y, es curioso, frente a las veinte no me parezco a ninguno y ninguno se parece a mi. Ocurre que ninguno me enseñó nada, es decir ciento por ciento. Ninguno me enseñó a ser padre, periodista o ciudadano. Acá hay un poco de analogía con el fútbol.

¿Cómo ser jugador de fútbol? Esencialmente, la natalidad. Sí, luego vienen las veinte personas que en su vida han contribuido a

despertar valores adormecidos o desconocidos, pero que hemos traído. Nadie puede enseñar nada en este aspecto y en el fútbol tampoco. Se puede contribuir a ese despertar, se puede acaso

fortalecer una opinión o una conducta ya en marcha, que mediante el retrato de alguna cosa coincidente se siente fortalecida y se hace más dueña de sí misma.

NO SE PUEDE ENSEÑAR A PENSAR.

En esto de enseñar, no

enseñar, aprender, no aprender, está aquello de los consejos. ¿Qué es un consejo ? Yo examino mi caso personal y con absoluta certeza digo: yo nunca le he hecho caso a nadie y he recibido consejos por toneladas.

El consejo generalmente es un compendio, un conjunto de experiencias recogidas a través de errores cometidos y de

conocimientos cosechados a través de las facultades personales primitivas de cada uno. Los consejos, sobre todo en el hombre que ya tiene un designio trazado por su temperamento, por sus

impulsos, por su intelecto, son aplicados ? Sirven ?.

La fuerza motora de la vida de los hombres mediante el auxilio de sus padres, para mí está fundamentalmente en la sensación de

protección moral y espiritual que tiene el hijo. Yo no niego el consejo paterno, sencillamente lo desplazo respecto de la importancia que se le acuerda.

A la manera del director técnico, el padre de la familia

es eje, más que en el consejo, más que en el libro de

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decir, la conversión de él en mito, en mística de una vida nueva y de su consiguiente deseo de hacer algo como alguien.

Ese chico que, al salir a la vida, se va a encontrar con todas las dificultades conocidas, va a luchar extraordinariamente mejor recordando que en su casa hay un padre que lo está apuntalando con su espera; es decir, al regreso, con su adhesión, incluso ante lo más malo que pueda hacer o le pueda pasar. Y en suma, como

consecuencia de todo eso, con su protección. Ese es el valor paternal. Es el mismo valor del D.T. en un equipo de fútbol.

Esa es la gran

función del D.T. : hacer el núcleo.

En el caso de la periodística, nos encontramos con una profesión que puede tener parangones pero que escapa a la generalidad de las

actividades humanas. Se puede montar una escuela técnica para producir torneos; se puede (y se debe) montar una universidad para producir médicos, pero

entiendo que al periodista no se lo puede

egresar o hacer egresar en condición de periodista a la sociedad.

El periodista tendrá segura su condición de periodista, documentada o factible de documentarse, cuando demuestra ser dentro de la

sociedad que habita uno de los que piensan y tiene deseos de hacer que sus pensamientos se conozcan. La Universidad puede abrirse con todas las posibilidades de cubrir todas las facetas del

conocimiento periodístico, que pueden abarcar desde cómo se hace tipográficamente una página hasta cómo podría escribirse un

partido de béisbol. Puede incluir las asignaturas encargadas de darle a ese periodista nociones, conocimientos de economía, etc. Pero yo pregunto: ese alumno, egresado con su diploma, que ha reunido frente a un profesorado todas las exigencias potencialmente

necesarias para ser y para hacer periodismo, ¿ qué periodista puede ser si empieza por ser un timorato ? Si no siente la necesidad de expandir lo que él piensa, ¿qué puede decir como periodista?

Periodista es todo aquel que piensa, tiene ideas y las difunde. Si

solamente piensa pero no lo difunde, no hay periodista.

Si sabe como es el fútbol o el rugby y que es lo ideal, lo bueno y lo malo del fútbol y del rugby, y no lo dice, no es periodista aunque haya

satisfecho todas las asignaturas capaces de demostrar que sabe de esa materia o que puede ser periodista. Ese es un recurso tan

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contribución intelectual de su propia naturaleza como para llegar a ese terreno.

Periodismo es educarnos primero

. Es decir, hacernos de los

elementos de opinión con los que podamos hablar con propiedad en la materia que vayamos a elegir para practicar el periodismo. La Universidad del periodismo no es nada más que la Universidad común. Periodista es el que primero se educa, pero con

conocimientos que no son específicos. Conocimientos y ejercitar después un derecho al que la mayoría renuncia.

Tener deseos,

necesidad y coraje para decir lo que se quiere decir. Periodista es

todo aquel que lee, escribe, piensa y lo hace saber..

La normalidad, en cambio, esta integrada por el contingente que compra diarios

pero no los escribe; que oye radio pero no hace oír a otros su voz por la radio. El periodista es el mismo hombre común con el agregado de que llena un cuarto requisito: difunde, no guarda.

Periodista es

el hombre auténtico que orienta a los timoratos.

Periodista es el hombre auténtico

que orienta a los timoratos

Porque ocurre esto: que aquel hombre que sí lee, sí escribe, sí piensa, pero no hace saber lo que piensa, puede ser un cobarde en potencia. Periodista es el que se anima. O sea: periodistas son todos y

periodistas-periodistas son aquellos que tienen el coraje de romper el silencio de todos los periodistas que no tienen medio de

expresión. Eso trae grandes riesgos. Ese gran contingente humano que es timorato, que es falsificado o que vive en la falsificación, que es un hipócrita o que es un imbécil, no les va a perdonar a Ustedes, o los va a resistir mucho, si Ustedes quieren crear un círculo de vida distinto, como es el de la autenticidad. He allí la parte ingrata del periodismo. Pero supongo que la ingratitud está recompensada por la tranquilidad de conciencia de aquel que, por vocación, se hace periodista sin perjuicio después de lucrar o comercializar con esa vocación y que estará diciendo: “Mi deber está cumplido, allá la ignorancia. Para eso estoy yo en este terreno. Precisamente, porque aquellos que no me perdonan esta autenticidad son las víctimas de una falsificación con la que yo quiero terminar” . Y se aguantan el resto. La profesión tiene espinas, como cualquier otra, y está bien que las tenga.

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DE PALABRAS Y SILENCIOS

LA PALABRA NO PUEDE O NO DEBE SER USADA

PERIODÍSTICAMENTE PARA NO DECIR LO QUE PENSAMOS.

PARA ESO SE INVENTÓ ANTES EL SILENCIO.

Es frecuente, dentro de las recomendaciones que se hacen en las redacciones, especialmente por parte de jefes que, a su vez, seguirán directivas de otros jefes que lo son de ellos, que un redactor o un cronista volante reciba una como ésta: “Mire, dígalo. Pero dígalo entre líneas”. Pero ocurre que estamos manejando el instrumento que la cultura, que la evolución humana han logrado tan felizmente como para que, precisamente, la Humanidad sepa lo que la

Humanidad piensa y, sobre todo, cuando se ha creado esa institución (el periodismo) para

librar la batalla del

disconformismo

o de las demandas que puedan ir apareciendo en la mente pensante de los hombres, en función de cambiar o de mejorar lo que tenemos.

Jugar con palabras no es jugar con ideas.

EL PERIODISTA DEBE FORMAR EL GUSTO DEL PÚBLICO,

NO SEGUIR EL GUSTO DEL PÚBLICO.

El periodista está para formar gustos, no para difundir gustos. Esto no significa de que no se encargará, también, de difundir lo que le gusta a la gente. Pero esencialmente la función es formar el gusto del público. Es absurdo que se pueda practicar periodismo cuando

hemos convenido que estamos ejercitando una natural actitud de protesta humana desde el momento mismo en el que hombre nace. El periodismo tiene por objeto hacer que el público lo siga al

(13)

periodismo.

Balzac dijo: “El periódico es una tienda en que se venden al público las palabras del mismo color que las quiere”. Nunca he visto a

ningún público leer lo que él quiere. Siempre hemos leído lo que el periodista quiere que leamos.

LA IMITACION

en el orden periodístico y en otros no puede ser seriamente considerada mientras quien realice esa imitación no vuelque en ello algo más que el simple deseo de usar algo de alguien que ya conoce o que ya se conoce. La imitación tiene un problema y no es el vulgarmente usado de tantos eslóganes y del slogan que dice que “todas las segundas partes fueron malas”. Por el contrario, creo que en muchos casos segundas partes corrigen a las primeras. Especialmente el andar de la Humanidad, en cierto modo, lo demuestra. En todo orden de cosas las segundas partes han mejorado o están mejorando siempre a las primeras.

No le

teman a la imitación.

Témanle sí al desprecio para con Ustedes mismos, dentro de lo que en periodismo puede significar el actuar sin la personalidad de Ustedes. La imitación no existe de la misma manera que no existe la propiedad sobre los que pueden ser los recursos más habituales para hacer periodismo.

HACER PERIODISMO Y SER PERIODISTA.

Para esto viene muy al caso esta carta de un lector de “Primera  Plana” :

“Sr. Director: el día 13 de noviembre de 1962 un logotipo rojo que velaba parcialmente el rostro de John Kennedy se encaramó en los puestos de diarios y revistas. ´Primera Plana´ salía a ganar la opinión pública. Paralelamente, ese martes de noviembre la

aparición de PRIMERA PLANA iniciaba un desafío a todo el

 periodismo argentino. Las armas con las cuales Ustedes se lanzaron a la lucha eran las estrictamente necesarias: juventud, inteligencia,  profundidad, coraje. Dar el resultado es superfluo. Los 115 números

son elocuencia sobrada. Desde todos los ámbitos del quehacer  argentino la labor de PRIMERA PLANA fue comentada. En especial, un sector que a muchos asombrará: los estudiantes de  periodismo. ¿Existen? Si. Y el recorrer las columnas de su revista

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renovaba la segura existencia de un periodismo distinto. Creo que son muchos los que suscribirían esta carta.

 Hoy, en condición de egresado, con un pomposo título de  Licenciado en Periodismo advierto la trágica exactitud de la

 primera carta a los lectores: “Argentina es un país sin estadísticas”.  ¿Existe, acaso, alguna que demuestre qué porcentaje de egresados de

las escuelas de periodismo ejercen la profesión para la cual se han capacitado?. Durante varios años de intenso estudio y de constante  práctica periodística se nos pone en condiciones de ejercerla.

 Práctica asaz periodística, por cuanto no hay autoridad ni

 funcionario que admita la presencia de estudiantes en las fuentes de información. Burlar barreras, agazaparse, colarse por entre las

 prohibiciones, es tarea diaria para lograr el material de nuestras  prácticas. No somos omniscientes, pero tampoco improvisados. Sin

embargo, alcanzado el título, un peregrinaje frustrante agobia a quienes en esa situación se encuentran.

 Para ahondar esta herida bastaría con verificar informes  procedentes del extranjero: para ejercer la profesión se debe poseer 

título habilitante.

 Esta no es una prédica de degüello a quienes en estos

momentos están en el quehacer periodístico. Los hay de inobjetable valía. Se trata, simplemente, de la necesidad de dar cabida a una  porción de juventud que busca, como medio de expresión, la

comunicación colectiva en todas sus ramas: escrita, oral y televisiva”. Samuel Gelblung, Capital.

Hay razones para justificar el vacío del que éste se queja y esas razones son las insuficiencias que presentan muchos de los

aspirantes a periodistas. Esto no quiere hablar en favor de ningún mejoramiento dentro del sistema selectivo de las Redacciones para escoger a quienes serán sus redactores o sus oponentes. Pero dentro de la precariedad con que todavía se sigue haciendo periodismo en la Argentina creo que, aún cuando sea a pasos lentos, se está

exigiendo más.

Aún cuando existe en la mayoría de las publicaciones casi una

especie de prohibición por tocar lo que sea tabú. Insensiblemente se va produciendo un movimiento que hace que el futuro periodista más deseado no solamente sea aquel que trae el diploma y los

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o sociales, sino también aquel hombre con la vocación y con ese torrente de

necesidad de decir

que presentábamos como

fundamental en el periodista que quiera respaldar en conocimientos una educación y un deseo. Acá creo que esta representado.

Ser periodista y hacer periodismo son dos cosas muy distintas.

Hay una situación que habitualmente se nos presenta a todos y es ésta: cuando en cualquier terreno exponemos a las demás personas una determinada idea acerca de cómo suponemos debiera hacerse tal cosa, no suelen faltar individuos que dicen: “Ah, que gracioso.. Ud. quiere que se haga lo que Ud. piensa!” . Yo creo que sería

estúpido que alguien propague lo que no quiere.

TOCA REFERIRNOS AHORA A NUESTRA POSICION Y

MISION, A LOS DEBERES Y OBLIGACIONES DEL

PERIODISTA DEPORTIVO

en el terreno de ésta lucha, en el juego de estos intereses supremos y bastardos que se mueven detrás del deporte.

El hombre escribe y escribiendo se entiende sin hablar con sus semejantes. Puede hablar con sus desconocidos. La prosa tanto le sirve al hombre para:

1°) escribir para que se entienda lo que no se entiende 2°) para tergiversar lo ya entendido

3°) para escribir sin que nada se entienda y

4°) para que alguien leyendo entienda lo que no está escrito Tanta es la elocuencia de unas cuantas palabras puestas unas detrás de las otras que basta realizar con ellas unos pocos malabares para hacer decir a otros lo que ellos no dijeron, no hicieron, no pensaron ni fueron.

Del mismo modo, con la voluntad así dispuesta puede leerse lo que no está escrito y adjudicar lo que no se ha dicho. Hay quienes saben llegar más lejos: a través del tinte más grueso o suave de un punto y coma que responde a una misma matriz, desglosan intenciones y emociones inexistentes en el autor de lo que están leyendo. La imaginación lo puede todo, el “me parece” lo justifica todo y,

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cuando no basta, la “voluntad” hace el resto. Todo, en este mundo, es cuestión del color del cristal con que se lo mire, se dice. Esto está tan bien dicho que es rigurosamente cierto. Pero siendo imposible hacer de la verdad un acaparamiento como de mercancía, o del pensamiento un bloqueo como el de un territorio, al hombre no le quedó otro recurso que aceptar aquello de que todas las ideas son ideas. Lo de “buenas” es un aditamento de la cortesía que nadie admite con lealtad, ya que todos creemos que la buena idea es la propia.

Por extensión, el hombre proclamó que la libertad del pensamiento es patrimonio de la sociedad entera. Cosa que no debe creerse que el hombre acordó gustoso a sus semejantes, pues ya se ve de continuo cómo procura silenciarlos mientras la fuerza de la razón y la razón de la fuerza le acuerdan poderes y derechos para hacerlo. La

presunta libertad de ideas o pensamientos es así cosa tolerada; cosa que el hombre no pierde las esperanzas de coartar algún día, porque al hombre aún no le ha sido posible crear una policía íntima de cada conciencia o un inspector mágico de cada cerebro. Pero así que lo consiga, ya se verá como se desdice aquello de que todas las ideas son buenas y se aceptará aquello otro, a lo sumo, de que todas las ideas no son nada más que ideas.

El hombre le reconoce a su semejante buenas ideas en sólo tres únicos posibles casos:

1. ) porque no tiene otra idea propia. Esto es muy frecuente en el público, especialmente el lector de deportes;

2. ) por hipocresía

3. ) porque coincide con la de él

Nunca será porque crea que otra idea es mejor que la suya y así vemos que la libertad de prensa es una utopía sólo sostenida por el concurso de la resignación común de que el libre pensamiento

escrito es conciliable con toda hoja que aspire a difundirse en una escala superior a los alcances de un tiraje mimeográfico.

Desde el mismo momento que las publicaciones periodísticas salen del primitivo recinto de la gacetilla universitaria exenta de

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hecho periodista, porque inevitablemente tendrá que atender las necesidades económicas que habrán de crear, a su vez, el

sometimiento ante alguna de las fuentes que la puedan satisfacer. El ejercicio del periodismo deportivo no escapa a éste laberinto que caracteriza a la profesión. Debe conducirse por él, como cualquiera de las demás secciones que agrupa una publicación periodística y cuando pretende salvarlo con lo quijotesco que inspira el propio deporte de que se hace difusión, no tardan en llegar a corto o largo plazo las recomendaciones interesadas que tratarán de colocar al periodista deportivo en la “dura lex” de los demás.

Es preciso dotarse de una fuerte dosis temperamental para caminar encima de esos obstáculos si se desea cumplir cabalmente con las funciones que marca el ideal vocacional de sus derechos y deberes. Esto es así si quiere ser fiel al pequeño apostolado educacional que debe agitarse en todo periodista que sienta socialmente su profesión. Si no se quiere ser simplemente un cronista mecanizado, informante de sucesos, pero caminando por mucho tiempo a través de aquellos obstáculos que

 Jacinto Benavente

difundiera como “intereses

creados”, eso supone descontadamente el roce y la lastimadura sentimental que culmina en la opción de uno de dos caminos : el desierto, por el vacío de la resistencia nunca frontal (que en tal caso sería de provechoso valor constructivo) o el inicial de la trayectoria misma del oficio: informar “objetivamente”, automatizar el intelecto. Pensemos que el periodismo lo debe reunir todo: la información

objetiva y la orientación subjetiva. El periodista y el periodismo con ideas capaces de orientar a la comunidad son los únicos elementos de la prensa que no pueden sustituir ni la máquina de escribir ni las rotativas. Pero éstas, por sí solas, podrían ejecutar una publicación de las llamadas

“objetivas”

, sin opinión, si el periodista fuera

imparcial. No puede haber periodista honrado, leal a su profesión y a su vocación, que pueda ser imparcial en el generalizado

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No puede haber periodista honrado, leal a su

profesión y a su vocación, que pueda ser imparcial

Podría mudar su apoyo o su combate a determinadas corrientes de opinión, pero será mal periodista.. Será un elemento mecánico más de la conformación de la prensa si por imparcialidad entiende

prescindencia. El periodista no puede ser prescindente, porque el público que lo lee está contratándolo, lo compra para que lo oriente, para que le enseñe cuanto no sabe, para que lo ilustre. Esa es la

importante función social del periodista, sociólogo en potencia dentro de la sociedad humana. Que esa función la ejerza con

honradez es cosa distinta de que la ejerza con imparcialidad. Partido habrá que tomar, irremisiblemente, si es fiel a su deber, en favor de quien hoy practique el bien o en contra de quien mañana propague el mal, lo que no quiere decir que podrá estar mañana en contra de lo que ayer estuvo a favor.

Hemos trazado este más que ligero resumen de las espinas que suelen pisarse en la trayectoria periodística porque no queríamos entrar en el tema final de estas reflexiones en torno al deporte y la función del deporte dando lugar a que por no mencionadas se nos pudieran señalar.

La función del periodista deportivo es, después de la actividad del cronista de sociales, la más liberada o la menos obstaculizada dentro del juego de intereses que dejamos bosquejados con premeditada brevedad. Al periodista deportivo también le llegan, sin duda,

amables y no amables sugerencias de no hablar de cualquier equipo o tal institución. Al periodismo deportivo puede sofrenarle el

señalamiento de la inhumanidad del boxeo su vinculación amistosa con quienes lo explotan como empresa. De mala gana lo

aceptaremos como razón de la tibieza generalizada con que hemos encarado nuestra función. Vivimos en un clima donde ha tomado mucho arraigo la idea de que señalar errores es “hablar mal”, la creencia de que no estar a favor es estar en contra. Dos enormes barbaridades fructificadas en la concepción tan generalizada de que las disidencias de opinión en lo conceptual implican disidencia en lo

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sentimental de las relaciones humanas. Pero estas no alcanzan a ser razones que justifiquen esta corriente hoy dominante del periodismo deportivo de opinar sistemáticamente como opina el público. ¿ Qué puede explicar que el periodismo deportivo, y en éste caso concreto nos referimos al del país, haya hecho espontáneo renunciamiento del pedestal de orientación desde el que tan magníficamente ayudó a encaminarse al deporte argentino en los años en que corría la

niñez de los que hoy hemos heredado sus nobles armas ? La explicación creemos hallarla en la propia inmadurez de la

nacionalidad, en la influencia de los años de amedrentamiento y oprobio que contuvieron y retardaron aún más la evolución de la madurez patriótica, que también cuenta en la ejercitación del poder periodístico. Esas pueden ser algunas razones de este estado de cosas, confirmando por concurrencia de muchos factores –unos los señalados, otros muy conexos—la natural mayoría de indecisos y remisos, timoratos y extraviados, allí donde esta ausente el perfil, en nosotros todavía borroso, del sentir y personalidad nacional que alcanzan los pueblos dotados de una convicción de fondo que a los argentinos aún no nos llegó, puesto que seguimos sin saber que queremos y, por la misma circunstancia, ignoramos hacia donde vamos, hacia donde queremos llegar.

El deporte y el periodismo deportivo están sufriendo como cualquier actividad de la vida nacional, que no puede eludir la senda de la marcha de la propia sociedad, las consecuencias de ese andar derrumbado, de ese constante paralizarnos en la duda de nuestro propio itinerario, y lo vemos manifestado de continuo. Antes el público opinaba como el periodismo o discutía con el

periodismo. Hoy el periodismo opina como el público, ha dejado de discutir con el público. Ha caducado esa hermosa polémica y, lo que es peor, la polémica –cuando existe—adquiere perfiles de discordia. Se confunde la discusión con el enojo, la crítica con la censura.

Entonces el periodismo prefiere opinar como el público, halagarlo, adularlo, y he allí una de las razones por las que el comentario y el análisis de nuestras páginas periodísticas ha ido cediendo

prácticamente sus antiguos espacios a la información. Es decir, “lo objetivo”, que recomiendan muchos jefes de página. Esta es más fácil, más cómoda, menos susceptible de rozar en el desacuerdo del consumidor. El periodista se ha sumado así a la corte sin reino que vive eludiendo responsabilidades. Ha sepultado la hermosa

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ingratitud de su función y enarbolado la plañidera bandera del conservadurismo. Es que el periodista de ésta época ha seguido al pie de la letra, pero no de su espíritu, aquella recomendación de un periodista francés a los jóvenes que se iniciaban en la profesión. Decía: “No se os olvide que el público siente horror hacia toda verdad nueva” . O sea que este episodio nos ha enseñado a eludir, por anticipado, sus padecimientos. Además, contaba que quiso

fundar un periódico provinciano, sin miedo y sin favor (de esto hace cuatro o cinco siglos) pero como tuvo que padecer inmediatamente el yugo del anunciante, luego el del público y, por último, capitular ante la compañía de gas, optó por asegurarse una vida confortable. Pero esa línea de conducta dentro de la órbita deportiva del

periodismo no responde a los mismos propósitos que sí definen a las demás secciones de la prensa. No puede argumentarse, en el caso del periodismo deportivo “tibio”, sistemáticamente “tibio”,

especulación comercial hacia mayores ventas. Por ejemplo, que ocasionalmente la administración de los periódicos ordenen notas gratas para la hinchada de Boca, especulando con la legión

mayoritaria de sus simpatizantes, no es explicación de que

regularmente el periodismo deportivo eluda el señalamiento de situaciones que la propia calle desea ver fustigadas en su prensa, en la prensa que piensa como el público. Por lo demás, si de perseguir ventas se trata, el recurso de buscarlas mediante el permanente concordato con la mayoría que se quiere adular ofrece el contraste de los más exitosos resultados alcanzados en tal propósito por el llamado

periodismo del escándalo

, ese que persiguiendo mayores ventas ha proliferado en todo el mundo, aún en los países del

periodismo llamado serio, procurando deliberadamente estar en contra de todos y de acuerdo con nadie. Hallamos, por otra parte, que dentro de las organizaciones periodísticas en general la tarea del especialista en deportes sigue siendo subestimada al punto de entregársela regularmente a muchos hombres que no hacen de ella un cabal medio de vida sino un complemento (en muchos casos más vocacional que material) de otras actividades que constituyen su medio de subsistencia. Me remito muy especialmente al llamado

cronista volante

, lo que por un lado constituye una degradación de su propia función por el otro le ofrece al periodista la ventaja de una relativa mayor independencia para escaparle a los conocidos males o intereses de la prensa comercializada. Nos aventuramos a

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de los periódicos jamás llamará al cronista volante de la Sección Deportes para discutirle la inexactitud de una información crítica respecto de la técnica que considera errónea, en el modo de partir del sprinter J. durante el torneo atlético H. Pues a tal punto ha

llegado nuestro guarecimiento en la comodidad de no abrir juicios, de no meternos, de dejar las cosas como están, de no

autocensurarnos, que ni a tales inocentes críticas nos atrevemos a llegar.

A tal punto ha llegado nuestro guarecimiento en la

comodidad de no abrir juicios, de no meternos, de

dejar las cosas como están, de no autocensurarnos,

que ni a críticas inocentes nos atrevemos a llegar

Este es un problema, mejor diríamos un drama (porque lo será en el andar de los años) creado por la mojigatería, los pusilánimes y la demagogia, primeros actores de la escena periodística nacional, que en la órbita de lo deportivo nos han conducido al estado de sofisma que flota a simple lectura en la mayoría de las publicaciones que dan cuenta de la marcha del deporte en el país. Y esa es nuestra

responsabilidad, responsabilidad y culpabilidad de nosotros, los periodistas deportivos, que en cuanto en la esfera del deporte

continúan enraizados, acaso con la misma profundidad que en días de sistemático dirigismo, los males de proyecciones sociales que hoy solo se advierten como deportivos pero que inevitablemente se

padecerán mañana en la comunidad, en cada lugar que ocupe el deportista que hoy considera un derecho el ejercicio de lo prohibido o una inocente broma el desacato de lo instituido por letra y por

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ética. ¿ Podemos, los periodistas deportivos, argumentar la existencia de órdenes en contrario para justificar que hoy, contradiciéndome en muchos casos con lo que privadamente

decíamos anteayer, veamos un inocente en el deportista que vendió su dignidad, defraudó a la propia sociedad detrás de privilegios y beneficios que el deporte prohibe en letra y espíritu ?. ¿ Podemos, los periodistas deportivos, argumentar que no está prohibido

levantar la voz de alerta respecto del flagelo social que constituye o que puede constituir el boxeo en la propia salud pública de los

pueblos ? ¿Qué nos impide decirlo como periodistas, aún cuando con mayor moderación, respecto de la coincidencia que todos manifestamos en privado acerca de ese problema ? Creo que

cobardía, no formación y carencia de convicciones. ¿ Podemos, los periodistas deportivos, que no podemos señalar a determinado deportista un desatino de conducta o un error simplemente técnico de sus actos, porque desde arriba nos lo prohiben ? Nada de eso. Nadie nos ha prohibido cumplir leal y honradamente esa obligación que nos marca esta profesión, algo aún más caro a la propia

condición humana: nuestra dignidad, y esa es la gran duda del periodista para con el deporte. Esa es también la gran culpa del periodismo del deporte ante los deportistas: el no ser un rector porque prefiere ser su cómplice, como si la amistad y las buenas relaciones fueran incompatibles con el propósito de mejorar al hombre, mejorar al deportista, para mejorar a la sociedad, que es como si dijéramos mejorarnos a nosotros mismos. Haremos sí la defensa de la mediocre erudición especializada que, sin duda, predomina en nosotros y que tanto nos reprochan los lectores de opinión que como nosotros piensan que la responsabilidad

orientadora del periodismo deportivo es capitalísima para el deporte y la haremos respondiendo que esa mediocridad, ese

frecuente aterrizaje sobre la profesión de paracaidistas de la audacia tiene su razón de ser en causales que no son ajenas: 1°) la ya aludida subestimación de la importancia de la Sección Deportes que se

manifiesta en la pobre retribución que reciben los más e impide, consecuentemente, exigirles competencia en relación a su

responsabilidad y 2°) que el público los quiere así, los tolera así y por lo menos no ha demostrado hasta ahora querernos mejores. No es lo que precede una pretensión de descargo; es una apreciación más dentro del análisis generalizado que nos estamos proponiendo dentro de los cinco tópicos que hacen al tema deportivo de este

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trabajo. Recuperado el derecho de escribir casi libremente, ya

habíamos negado la posibilidad del periodismo enteramente libre. Se han advertido algunas situaciones aún más extrañas todavía a las que planteaban los interrogantes precedentes. Así, por ejemplo,

máxime cuando son hechos muy recientes, no podemos dejar de hacernos eco de como el periodismo deportivo argentino encaró siempre, haciendo referencia a la generalidad, el problema que

surge de la desenfrenada perversión del deportista argentino en los pasados diez años. ¿ Qué extraña unanimidad es ésta, que propende a la presentación del mercader deportivo como un elemento

necesario de la sociedad y no por eso impuso al sentimiento del amateurismo ?¿ Qué puede explicarnos que lo pervertido, lo

subvertido, lo trastrocado, se nos muestra como inevitable (dicen inevitable) mal del deporte, argumentándose que la lucha es estéril ? ¿ Qué origen tiene este sistemático desplazamiento del decoro por el espectáculo, de la subalternización de la dignidad por el

acontecimiento de la competición ? ¿ Qué raíz tiene ésta, que parece organizada tendencia a hacer aparecer de pronto como hombres malos a todos aquellos que son función directiva cuando quieren cumplir lo que su función les dicta y como hombres buenos a

quienes sugieren ignorarla y como víctimas de los hombres malos a quienes, purgando faltas, deben cumplir castigos solo morales,

nunca físico ni materiales ? El barón

Pierre de Coubertin

, llamado “Padre del Olimpismo Moderno”, pronunció señeras palabras que siempre se interpretaron como indicativas de prescindencia del triunfo en los fines del deporte. Dijo aquello de

“Lo importante es

competir”

, etc. Pero hoy, en esta alteración de conceptos y subversión de ideas, nos encontramos con que los periodistas deportivos llegamos a retorcerlas para exponerlas como razón de poder seguir compitiendo, con piadoso olvido de los delitos que agrietaron los cimientos de nuestro deporte, con perdón para todos quienes delinquieron en el deporte. Realmente, no hallamos para aquellas demandas otra respuesta que la de una todavía no lograda comprensión de nuestros deberes, de una todavía no alcanzada advertencia de nuestra misión, misión pequeña dentro de la

inmensidad de un pueblo, pero siempre importante dentro de su pequeñez. Tal estado de inmadurez explica la presencia de ese sofisma chabacano y sensiblero, sentimentaloide y también

absolutamente desinteresado en los más de los casos, puesto que negamos responda a intereses superiores de los que tanto juegan en

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una comunidad y esto es lo que hace aún más triste aquella culpabilidad de nuestra profesión, en el desorden que hallamos dentro del deporte. Se entristece aún más porque más que a una premeditación que podríamos llamar material o ideológicamente interesada, responde a una ignorancia del cometido de la profesión, a la comodidad y a la calculada simpatía de opinar como opina el público. Ciertamente es más cómodo, como camino de labor, que procurar que el público llegue a opinar como opina el que, dentro de la sociedad, tiene la misión de pensar, mientras que el público no tiene tiempo de hacerlo. Tiene la oportunidad de ver lo que el

público no ve, de saber lo que el público no sabe, y en ese sentido es que se debe el periodista al público, no para halagarlo por rutina ni para adularlo por sistema. Ese es el periodista, e igualmente

periodista e igualmente responsable de su misión es el periodista deportivo. A él también le cabe la obligación de pensar para

enseñar, para educar; no pensar para como agradar. El agrado o desagrado que susciten sus tareas nunca será rebuscado, forzado, ni especulado por el periodista responsable. Su misión en la sociedad es sociológica y pedagógica, no escenográfica, no artística. El artista tiene que agradar, el periodista no tiene que agradar. Si agrada al mismo tiempo que cumple su misión, mejor. Pero después. La

coincidencia con las mayorías debe ser accidental, jamás rebuscada. El oficio es acaso oscuro, la obra rápida, el fin efímero, el

instrumento imperfecto, pero la misión es grande. El halago no es el fin, la misión no es simpática. La política argentina está en crisis de estadistas, el deporte está en crisis de pedagogos.

La política argentina está en crisis de estadistas, el deporte está en crisis de pedagogos.

La política argentina está en crisis de estadistas, el

deporte está en crisis de pedagogos

En el fondo de cada hombre de la calle que lee un medio

periodístico existe, en potencia, un descontento con lo que esa página puede ganar en dinero merced a la molestia que aquel se toma de leerla y ese hombre se rebela urgiendo un reclamo:

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periodismo por periodismo mismo, lo que es tan absurdo como reclamar hoy deporte por el deporte mismo. Ergo, amateurismo de Pierre de Coubertin. El caso del político sin dieta. La libertad de prensa empieza en el pensamiento del hombre y termina en la factura de la tinta y el papel. El deporte amateur empieza en el instinto de jugar del bebé y termina en el momento en que el hombre de pantalones largos tiene que pagar los pantaloncitos

cortos para practicarlo higiénicamente. Pero poniendo los pies sobre la tierra, sobre aquella tierra de la factura de la tinta y el papel o la de los pantaloncitos, nada impide que el periodismo, aunque

inevitablemente comercial, y el deporte, aunque imposible como puramente amateur, se puedan ejercitar honradamente.

EN EL CASO DE LA FUNCION PERIODISTICA, EL EJERCICIO

HONRADO DE ESE NEGOCIO QUE PUEDE SER HONRADO

ES MUY SIMPLE.

Tiene dos puntos: 1) declarar abiertamente que se está haciendo negocio y no beneficencia, como quisiera aquel

hombre común (nos llama “mercaderes del pensamiento”) y 2) hacer el negocio comprometiéndose dentro de la lucha de la sociedad en la misma medida que está comprometido el obrero, que al mismo

tiempo que en la fábrica está en el centro sindical que le trasmite las directivas, o el empresario que al mismo tiempo que vende muebles está subvencionando la campaña política del partido con cuyo

gobierno podría ser dueño de una flota pesquera. El periodismo neutro es un slogan para incautos. ¿ O quien es el periodismo para llamarse ajeno a las honradas y leales luchas de la sociedad para mejorar su existencia o resolver sus disidencias ? ¿ Es un

contrabandista ? Lo es sí, cuando toma o pretende tomar el papel “objetivo”, o sea participar de la vida sin aportar a esa vida.

Pensemos que también hay dos puntos que pueden definir la forma de practicar periodismo: 1) aquella que apunta a vender, no interesa cómo, ni a quien, ni con qué. Vender, para lo cual no tomará partido. ¡ Mentiras ! Tiene un partido que no declara. Incrementará su

atención para con lo que concite la atención de los más. No pondrá el mismo empeño en hacer que los más se ocupen de algo cuya atención concite ese periodismo. Ese periodismo tiene muy visibles dos rasgos: hipocresía y contrabando. Hipócrita puesto que oculta lo que piensa. El otro, el de contrabandista social, porque pretende

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que todos los habitantes del medio hacen para que el medio tenga luz, calle, limpieza, sanidad, etc. y 2) aquella que apunta a vender verdad, mercadería para la que hay seguramente un número menor de compradores que en el mercado del no-partido o el no meterse. Esto es, sin perjuicio de pensar como los más, si la coincidencia lo quiere intentar primero, hacer pensar a los demás. Ese es el

cometido inicial del periodismo en la creación del hombre, que no obstante los inconvenientes de la cuenta de la tinta y el papel, puede perfectamente subsistir en el mundo moderno mediante la previa confesión de que también él es comercial y quiere vender algo.

Quiere, en tal caso, vender verdad, que es mercadería necesitada por muchos compradores y que se puede vender más a medida que más vigor logre aquella postura. Es decir, cuanto más se convenza que está en la sociedad como el obrero, para producir, o el capitalista, para fomentar el trabajo.

Unos eligen el primer camino, otros elegimos el segundo. Creo que son muchos más los que eligen el primero por la misma razón que una gran mayoría de los seres humanos que habitan en esta tierra, pero no la pisan, no podrían decir qué saben ni qué quieren ni por dónde van en la vida. Por eso creo que se vende más el periodismo de la mentira. En la práctica periodística ejercida por hombres de esa misma, única posible extracción, se da el mismo caso. No puede otro mientras la mayoría de los hombres no sepan por donde van,

adonde quieren llegar. Por eso creo que en la producción

periodística son más los que tratan de vender que los que tratan de vender verdad. Son más los que piensan como el pueblo que los que intentan hacer que el pueblo piense como el periodismo; puede que también lo sea por la cuenta de la tinta y el papel.

EN ESTOS MOMENTOS, DOS BANDOS ESTAMOS EN

ABIERTA PUGNA EN EL PERIODISMO,

que en la intimidad probablemente no serían bandos, sería “el bando”. Porque yo creo que no hay tantas diferencias ni tantas disidencias como se dice. Los dos quieren esencialmente lo mismo. Los dos quieren ver resuelto lo que es un solo problema a la vista de los dos, no dos problemas que uno ve y el otro no. Los dos están igualmente informados. Se

enfrentan en estos momentos el periodismo llamado “simpático”, “humano” y el conocido por “duro”. A éste último, en el que no

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tenemos inconveniente que nos ubiquen (puesto que nos ubicamos solos hace ya muchos años) se le imputa ser destructivo o, al menos, no ser constructivo. A todo esto nadie localiza que construye. La concepción opuesta del duro, es decir el humano. ¿ Qué es

constructivo ? Creemos saberlo: ser pedagógicos en algunas de las formas de la vida. Pero como frecuentemente advertimos que se llama destructivo al periodismo que queriendo llenar esa misión dice, por ejemplo, que hoy se juega muy mal al fútbol, que supone construir la necesidad de que se juegue bien, nos queda siempre la misma duda: ¿ qué es constructivo ? Queda el interrogante. Para mí no existe, pero el medio no lo aclara. Claro que hay dureza en el periodismo “duro” ! Porque apunta al combate contra todo lo pernicioso del deporte, pero que jamás presenta al deporte como cosa perniciosa. En cambio, esto último sí lo hace el periodismo “humano” que se abstiene, no toma partido frente a los grandes y muchos problemas que hacen al déficit de todo orden que se vive, porque aunque su intención sea vender amabilidad sucede que está mostrando al deporte como la cosa perniciosa que es, a través de su misma indulgencia para con lo prostituido que da en llamar “cosas del pueblo” o “males necesarios”.

Es claro que los necesitados de que el fútbol, por caso, no pierda ni un solo espectador, o sea, ni uno solo de los pesos por la vía del descontento con su espectáculo, habrán de lamentarse del

periodismo “duro” diciendo que es destructivo porque les quita espectadores o clientes a su negocio, con lo que se está confesando que lo destructivo no finca en alejar público sino en no engañar al público consumidor del papel impreso, que quiere vender

honradamente verdad y no solamente vender lícitamente papel y tinta. Alberto J. Armando, por ejemplo, se quejará siempre de ese periodismo. En cambio, el espectador (nada más que espectador del fútbol) lo agradecerá. También la policía es destructiva para la

delincuencia y nada resulta más simpático a los delincuentes que una gran masa de la comunidad que los conoce y los señala diciendo “Ese vive del contrabando” y jamás los denunciaría. En este

problema que hoy nos preocupa creo que tenemos algo más, muy propio del momento que vive el país. En este problema tenemos vivificada una de las tantas maneras que tiene el hombre de

“culebrear”, como dice nuestro hombre de campo para definir al hombre calculador del sector más caliente donde dé el sol. Ya hemos

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dicho que el periodismo está hecho por hombres. Fíjense Uds. : llega el peronismo al país y Uds. recordarán cuán pocos eran los

periodistas peronistas. La mayoría eran “objetivos”, “humanos”, como se ha dado en llamar al periodismo que no desea participar de las luchas sino montarse luego de esas luchas en el carro del

vencedor. Se afianza el peronismo y el periodismo, en general, es peronista. Ya tiene carro sobre el que puede marchar tranquilo. Cae el peronismo y el periodismo vuelve a tomar la postura “humana”, prescindente, no revanchista, con la que calcula poder circular como corresponsal de guerra o enfermera de la Cruz Roja entre dos carros sobre los que libran su batalla los nuevos gladiadores en combate. Este se decide, aparentemente, y el periodismo deja de ser humano y acepta la crítica aguda. Se hace iracundo. Creo que de este último fenómeno no cabe dudas en el sector deportivo, pero transcurren nuevos acontecimientos hasta llegar al actual momento nacional, en que nadie puede predecir si nos gobernará Aramburu, Perón, Fidel Castro, Bengoa, Frondizi o Frigerio. Y otra vez estamos en el coro de la postulación de la humanidad como ideal del periodismo

deportivo. Es decir, entre colegas hay coincidencia de que Juan es mediocre y Pedro es un mal jugador. Separados cada uno de sus tribunas, unos dicen: “Aunque no sirvan, hay que encontrar los ídolos que nos faltan”. Otros piensan: “Los ídolos no pueden ser de barro, luchemos por los ídolos auténticos”. Todo lo cual es privativo, desde luego, del derecho que todos tenemos de tomar la posición que nos plazca o de las fuerzas y convicciones que unos tienen y otros no tienen. Aceptando todo eso, es humanidad. El hombre es así. Pero creo, como Hamlet, que la cuestión es “ser o no ser”. Ser y no ser es no ser nada. Mejor dicho, es ser contrabandista de la vida.

PERIODISMO NO ES AMISTAD NI CORDIALIDAD.

Si

coincidentemente con el cumplimiento a conciencia que Uds. tienen de su deber se produce la amistad y vive la cordialidad en el mundo que les toque tratar, en buena hora. Pero no como fundamento de lo que Uds. van a ser sino como complemento. Si pueden lograr que la amistad y la cordialidad surjan como cumplimiento de la misión, como su consecuencia.

PERIODISMO ES COMERCIO.

Puede y debe ser lícito. Lo comercial no es menester que sea insano.

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EL PERIODISTA ES Y DEBE SER UN DESCONTENTO

PERMANENTE.

La felicidad es un estado de ánimo, es un estado de conciencia. Esto viene en relación con casos que yo conozco de

periodistas viejos y jóvenes, experimentados e inexpertos, que han llegado a decirme, como explicación de una actitud que ellos

mismos consideran pasiva, desnaturalizante, de lo que es el periodismo: “Yo no quiero aparecer como un amargado. Yo hago tres

artículos diciendo esta verdad y aquella otra verdad y a mí me dicen que soy un descontento, en otros casos que soy un inadaptado social”.

Considero que el periodista es, en potencia, un descontento.

Interiormente puede ser un hombre feliz; es más, yo creo que es lo normal en el periodista vocacional. El periodista tiene que vivir al margen de lo que pueda decirse. El “qué dirán” respecto de la

individualidad y del supuesto estado de ánimo de cada uno de Uds., estando Uds. realmente convencidos de que están trabajando por amor a las distintas causas que pueden movilizar la actitud

periodística, no les tiene que interesar para nada. Lo grave es llegar al estado de ánimo de aquel periodista talentoso,

extraordinariamente capaz, con odio realmente, con un estado de resentimiento hacia la sociedad como consecuencia de su frustración en todo sentido, desde la familia hasta otros aspectos.

EL PUBLICO HA DEJADO DE CREER EN NOSOTROS Y EN

LOS POLITICOS

y eso debe ser una realidad no solamente

conocida para tenerla por allí a la vista, sino que considero que debe ser un alerta permanente del hombre que se lance hoy a ser

periodista. Desde luego, yo no podría invitar a ninguno de Uds. a que se lance a ninguna campaña por una reivindicación de ese

respeto asegurándoles que, antes de morir cada uno de Uds. o el que de Uds. sea el encargado de esa gestión, va a recibir el monumento a la reivindicación o va a ver lograda esa reivindicación. Es posible que no les alcance para ello ni los nietos de cada uno de Uds. Pero creo que es urgente, precisamente como ingrediente de la

satisfacción de haber hecho noblemente periodismo, que hoy, en un momento ciertamente antipático como el que se siente respecto de ese descreimiento del público hacia nosotros, nos aboquemos (así sea para que reciban sus resultados cinco generaciones por venir) a la tarea de que la gente vuelva a creer en nosotros. Debemos

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Es sugestivo: los hombres públicos tienen cada vez menos

periodistas y estadistas porque, coincidentemente, se produce este otro hecho sintomático y por demás significativo y corroborante de esta realidad que creo no es la mía sino que de todos: el individuo que llega a hacer periodismo y a ser periodista no se puede salvar de que haya en él incitaciones vanidosas o ambiciones que hacen a la lucha de todos los hombres por ser más importantes que los otros. No se puede salvar. El mismo deseo de querer difundir una idea y el no oculto deseo y hasta la necesidad de que exista, de que esa idea prospere y se imponga, está denunciando un propósito de romper el nivel común, de ser el hombre del traje rojo si el hombre común es el del traje gris. Es una condición humana. Además, nunca vi que el mundo pudiera ser movido en las cosas importantes por hombres que se queden arrinconados en una choza o aislados de la sociedad, para vivir exclusivamente de él y la naturaleza.

Especialmente en los últimos años se ha interpretado la función

periodística con una menor dosis del romanticismo que llegó a tener aquel otro periodismo precedente, que no es muy antiguo y terminó casi en 1950. No solamente ha disminuido en una cantidad casi

exterminante la cantidad de bohemios y románticos (lo que no

quiere decir periodistas de ropa sucia y debiendo permanentemente dinero, sino la otra bohemia, la bohemia para con la vida). Se está incrementando peligrosamente la interpretación, dentro de las nuevas generaciones de periodistas, de que el periodismo es una actividad destinada a conseguir la llamada “popularidad”. Es cierto, el periodismo puede traer la popularidad. La popularidad –

pudiendo ser el deseo de todo ser humano en cualquier actividad— creo que no es el objetivo ni se la debe buscar haciendo periodismo. El mayor obstáculo para lograrla puede ser el empeño en buscarla. No solamente se puede caer, como se está cayendo, en el absurdo de querer transformar a la actividad en artística (trabajar para gustar) y, en la misma medida, confundir popularidad de periodista con

Buscar descaradamene la popularidad

hace muy fácil conseguir el ridículo

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