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La Etimologia

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LA

La etimología

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BIBLIOTECA RO M ÁN ICA HISPÁNICA

Dir ig id a p o r DÁMASO ALONSO

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ALBERTO ZAMBONI

L A E T I M O L O G Í A

VERSIÓN ESPAÑOLA DE

PILAR GARCÍA MOUTON

&

B I B L I O T E C A R O M Á N IC A H I S P Á N I C A E D I T O R I A L C R E D O S

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O 1988, EDITORIAL GREDOS, S. A ., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, España, para la versión española.

Traducción autorizada de la edición en lengua italiana publicada por Zanichelli. Título original: L ‘ETIM O LO G IA.

Depósito Legal: M. 8616-1988. ISBN 84-249-1269-1. Rústica. ISBN 84-249-1270-5. Guaflex. Impreso en España. Printed in Spain.

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ABREVIATURAS, SÍMBOLOS Y NOTACIONES CONVENCIONALES

> significa: x pasa a y < significa: x se deriva de y

-* significa: igualmente paso, pero en sentido general, no técnico-lingüís-tico

V significa: vocal x c significa: consonante x

X significa: elemento o grupo fonético x

* significa: forma inducida o reconstruida, no atestiguada

- significa: oposición

0 significa: cero (desaparición de un elemento)

* significa: diferente de # significa: límite de palabra / / significa: transcripción fonológica

[] significa: transcripción fonética

± significa: presencia o ausencia de rasgo distintivo => significa: transformación

Las transcripciones fonéticas y fonológicas se dan según el alfa­ beto de la Asociación Fonética Internacional (API); p ara las tran s­ literaciones y las transcripciones más corrientes se ha recurrido a m enudo a los simbolos que se rem ontan sustancialm ente a Lepsius (1854) y a su adaptación, llam ada de los rom anistas (Ascoli- Goidánich-M erlo), de la que dam os aquí las principales correspon­ dencias con la A P I:

à [ae], vocal anterior muy abierta, cfr. inglés cat [kaet] ‘gato’

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0 [o], vocal posterior cerrada, cfr. italiano córte [’korte] ‘patio, corte’

ç [e], vocal anterior abierta, cfr. italiano tésta [’testa] ‘cabeza’

e [e], vocal anterior cerrada, cfr. italiano césto [‘tjesto] ‘cesto’ ë [a], vocal central («indistinta»), cfr. inglés first [fs:st] ‘primero’ ü [y], vocal anterior prolabial, cfr. francés chute [/yt] ‘caída’ o [ce, 0], vocal anterior prolabial, abierta, cfr. francés œil [oe:j] ‘ojo’,

o cerrada, francés nœud [no] ‘nudo’

u [w], semivocal posterior, cfr. italiano buóno [bwo'no] ‘bueno’ i [j], semivocal anterior, cfr. italiano piéde [’pje'de] ‘pie’ p [<p], fricativa bilabial sorda

b [0], fricativa bilabial sonora, cfr. español beber [be’Per] g [y], fricativa velar sonora, cfr. español algo [’alyo]; la paralela

es [x] del alemán ach [2ax] ‘pero’.

ñ [p], nasal palatal, cfr. italiano ragno [’rajijio] ‘araña’ /' [X], lateral palatal, cfr. italiano figlio [’fiXXo] ‘hijo’

f /if], africada palatal sorda, cfr. italiano cinque [‘tfirjkwe] ’cinco’ g [d3], africada palatal sonora, cfr. italiano gésto [’d38sto] ‘gesto’ 1 [f], fricativa palatoalveolar sorda, cfr. italiano biscia [’bijja] ‘cu­

lebra’

i [3], fricativa palatoalveolar sonora, cfr. francés joue [3U] ’mejilla’ ñ [rj], nasal velar, cfr. italiano áncora [’arjkora] ’ancla’

k ’ [H], oclusiva velar sorda palatalizada, cfr. friulano chian [Kan] ‘perro’

g ’ [g»]> oclusiva velar sonora palatalizada, cfr. friulano ghiat [g,at] ‘gato’

p [0], fricativa interdental sorda, cfr. inglés thin [0in] ‘delgado’ d, ó, dh [9], fricativa interdental sonora, cfr. inglés then [óen] ‘entonces’

’ [2], oclusiva glotidal sorda, cfr. alemán Ei [’ ai] ‘huevo’. En las bases latinas, ~ y ~ indican naturalm ente cantidad larga y breve de las vocales; en las bases indoeuropeas, r, l, m, n signifi­ can las sonantes (ápices de sílaba), m ientras que qu, gy son los símbolos elegidos para indicar las labiovelares (otros utilizan kw , gw). Los étimos latinos se expresan en una form a tipificada de acusativo.

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0. IN TRO D U CCIÓ N

0 .1 . De f i n i c i ó n d e e t im o l o g ía

0.1.1. Se adm ite com únm ente que la etimología (francés éty­ mologie, inglés etym ology, alemán Etym ologie, ruso etimológija, español etimología) es la ciencia que estudia el o r i g e n de las palabras o, en otros térm inos, la investigación de las r e l a c i o ­ n e s —formales y semánticas— que ligan una palabra con otra unidad que la precede históricam ente y de la que se derivá. Dicho esto, son necesarias algunas precisiones im portantes: en prim er lu­ gar, la investigación del origen ( m e d i a t o o i n m e d i a t o ) implica, en cuanto tal, una actitud que tra ta de explicar la naturale­ za de las cosas a través de una interpretación del lenguaje, adhirién­ dose directam ente al pensam iento de los griegos, que concibieron la etimología precisamente como conocimiento del «verdadero» (éty- m os) sentido de las palabras. Esta actitud, en un prim er m om ento preponderantem ente f i l o s ó f i c a (orientada, repetimos, a cla­ rificar la relación entre los «nom bres» y las «cosas», o m ejor entre los significata y los designata), se orienta cada vez más hacia la época m oderna en sentido h i s t ó r i c o : de ahí la exigencia ac­ tual de hacer de la etimología una verdadera «historia de palabras», que siga las form as desde su origen más lejano hasta los resultados más recientes a través de todas las etapas docum entadas o docu- mentables (p. e. incluso con la reconstrucción), tan to en la evolu­

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L a etimología ción m orfofonológica como en la semántica, razonando además tam ­ bién en térm inos de a s o c i a c i o n e s y apuntando por tanto a la reconstrucción de estructuras com pletas, si no de verdaderos sistemas.

0.1.2. Generalm ente se acostum bra a distinguir, y a veces a oponer, el estudio de la form ación de las palabras y de su cronolo­ gía junto con el de las leyes y las reglas que rigen estos procesos (la etimología «pura») y la etim ología «histórica», que investiga precisamente de m anera explícita las realidades históricas subyacen­ tes a la lengua estos dos aspectos, copresentes e ineliminables en la ciencia en cuestión, hacen de ella una entidad m i x t a , a caballo entre diversas disciplinas, tributaria y sum inistradora al mis­ mo tiempo de datos y resultados, no pocas veces basada en criterios fuertemente empíricos y carente de un método rigurosam ente deli­ m itado, de donde la querelle sobre la etimología com o c i e n c i a o como a r t e y las acentuaciones incluso programáticam ente polé­ micas efectuadas por algunos estudiosos. Es verdad, por otra parte, que los resultados objetivam ente conseguidos en la investigación y la capacidad de obtener, a partir de los datos de la realidad, con­ clusiones tanto de orden h i s t ó r i c o —generalmente verifica- bles— com o de orden estrictamente l i n g ü í s t i c o (con adqui­ siciones decisivas sobre la naturaleza y sobre las características del lenguaje), hacen de la etimología una ciencia suficientemente indivi­ dualizadle y autónom a.

0 .2 . La e t im o l o g ía m o d e r n a: o r ig e n y a s p e c t o s

0 .2 .1 . No por casualidad estos dos aspectos se encuentran in­ dudablem ente unidos dentro del m ovim iento que está en la base

1 Ya A. G. Schlegel, De l ’étymologie en général, Lipsia, 1846, distinguía a) la etimología filosófica; b) la etimología gramatical; c) la etimología histórica.

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Introducción 11 de la lingüística m oderna, o sea en el historicismo com paratista sur­ gido en los prim eros decenios del siglo xix y perfeccionado en la gran síntesis neogram ática: de hecho, la evolución y el progresivo perfeccionam iento del m étodo histórico-comparativo (es decir, de la lingüística com parada indoeuropea) significó, por una parte, la fijación de un com plejo de adquisiciones teóricas o, m ejor dicho, la definición de la única teoría entonces científicam ente concebible, elim inando poco a poco las corrientes de pensamiento ligadas a H um boldt, por lo menos hasta la llegada de Saussure; por otra parte, la realidad del indoeuropeo inductivam ente sostenida y re­ construida a través de la m asa de las com paraciones y la ordena­ ción en esquemas cada vez más rigurosos —dentro de una tradición unívoca— de un m aterial extrem adam ente rico y heterogéneo, venía con todo configurada en sus presumibles aspectos históricos, es de­ cir sociales, políticos, económicos, culturales, religiosos y hasta eco­ lógicos. Las conocidas síntesis de Benveniste y Devoto esbozan las estructuras fundamentales de la economía, del parentesco, de la so­ ciedad, de la religión, del derecho en el m undo indoeuropeo: es clásico el caso de la noción de ‘rey’, donde se ve que el nom bre representado por el latín réx, régis aparece únicamente en los extre­ m os del área de expansión histórica de las lenguas indoeuropeas y, en cambio, es desconocido en el sector central: ju n to al latín se tiene de hecho la concordancia del céltico, cfr. irlandés antiguo rT, genitivo rig ( > irlandés ri), gálico -rlx (en los nom bres propios com ­ puestos Ver-cingétó-rJx, Dumnó-rTx), a occidente, mientras que a oriente tenemos el sánscrito (antiguo indio) raj-an, falto de corres­ pondencias tanto en el vecino y afín iranio (antiguo persa, etc.) com o en balto-eslavo, germánico, griego, itálico, y recogido quizá sólo en el aislado nom bre regio tracio Rhésos: parece, más bien, éste el argum ento principal en favor del fenómeno de la s u p e r v iv e n c i a de los térm inos relativos a la religión y al derecho en las áreas m ar­ ginales del m undo indoeuropeo y del reconocim iento de un carácter innovador en las centrales, concordando el conjunto con algunas «leyes» generales de naturaleza lingüístico-espacial relativas a la na­

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L a etimología turaleza centrífuga de las innovaciones y a la recurrencia periférica de las fases de conservación (Bartoli).

0.2.2. El térm ino en cuestión se rem onta de cualquier m odo a una raíz *reg’-, en varios grados apofónicos, de la cual procede y se organiza todo un sistema léxico: latín rSgSre ‘dirigir, regir’, el derivado neutro régnum < *reg-no-m (de donde el verbo denominal régnare), el fem enino regina, form ado de m odo análogo al sánscri­ to rájñí ‘id’, pero tam bién térm inos aparentem ente extraños, como regula, originariam ente ‘regla, varilla’, luego ‘regla, norm a, prin­ cipio’, regio, ónis, en su origen precisamente ‘línea, dirección’, y réctus ‘derecho, en línea recta’ (luego trasladado al sentido m oral), con sus exactas correspondencias germánicas, cfr. alem án recht e inglés right ‘recto, ju sto ’; la com plejidad de esta constelación se confirm a luego por la presencia del grado apofónico en el verbo latino rogare ‘solicitar, pedir’ (propiam ente ‘extender la m ano’) al que se rem ontan, en definitiva, it. interrogare, arrogante, rógito, m ientras que a la prim era raíz se ordenan entre otros reggente, reggia, rettore, diretto, corretto, regime, reggimento, rione (< re- gióne(m): se tra ta de una voz rom anesca recuerdo de la antigua división adm inistrativa de la Urbe), y, en el cam po germánico, el alemán rechnen ‘num erar, co n tar’ (esto es ‘poner en serie, en orden’), richtig ‘justo, exacto’.

0.2.3. P or otra parte, es interesante observar que los térm inos representativos del ‘rey’ en las áreas centrales indoeuropeas no di­ fieren sólo form alm ente, sino que además contienen una diferencia sem ántica real, aludiendo de m odo bastante preciso a una renova­ ción, si no a una verdadera revolución política y social (Devoto): así, el griego basiléus, más reciente que kóiranos y (w)ánax, y por o tra parte de-étim o oscuro, y el gótico piudans, con varios parale­ los germánicos, derivado de piu d a ‘pueblo’, es decir, ‘popular, jefe del pueblo’; piu d a gótico tiene correspondencias en todas las len­ guas germánicas, p. e. el alto alemán antiguo diot, de donde el

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Introducción 13 adjetivo diot-isk (> deutsch), latinizado en teutiscus ‘alem án’, y de cualquier m odo es palabra-clave indoeuropea, cfr. oseo touto, um bro tota ‘ciudad, pueblo’; lituano y letón tauta ‘pueblo’ {Tauta ‘G erm ania’), gálico Teuto-, Touto- en nom bres propios, y tam bién el nom bre de la tribu germ ánica de los Teutöni (¿antigua denom i­ nación colectiva?). Las mismas lenguas germánicas, sin embargo, han preferido para ‘rey’ el tipo representado por el alemán König, inglés king ( < anglosajón cyning), nórdico antiguo konungr, que postulan un protogerm ánico *kuningaz ‘bien nacido, noble’, de *kunia- ‘familia, estirpe’, cfr. gótico kuni, anglosajón cynn ( > in­ glés k in ): en las lenguas eslavas, en cam bio, el ruso ko ro l’, servo- croata krälj, checo král, polaco król, etc., se rem ontan al alto alem án antiguo Karal, Karl (latín medieval Carolus), nom bre del em perador Carlom agno.

0.2.4. Es útil recordar, por o tra parte, que al sentido origina­ rio de ‘dirigir’ presente en * r e g se unen exactamente tan to regio com o réctus: el prim ero, en la acepción prim aria de ‘punto alcanza­ do en línea recta’, hace que ‘región’, en sentido propio, sea el resul­ tado de la acción ritual y sagrada de trazar sobre el terreno líneas de deslinde (.régere fines), m ientras que réctus ‘derecho’ ha pasado a la esfera m oral, ‘recto, ju sto ’, y el alem án recht a la jurídica {Recht ‘derecho’); análogam ente regula ‘instrum ento para trazar la recta’ se h a convertido en ‘regla, no rm a’.

0.2.5. P a ra concluir, réx, con su notable sacralidad, representa una entidad histórica bien definida, más religiosa que política, y, com parativam ente, un m undo en continua evolución cultural: en el cam po de la organización social, p. e., los varios grupos indo­ europeos dejan entrever, a través de series paralelas diferentes, la com ún herencia de una sociedad estructurada y jerarquizada según tres funciones fundam entales —el sacerdote, el guerrero, el agricul­ to r— , mientras que en la economía el indio antiguo (védico) pasu ‘g anado’, avéstico pasu ‘id .’, latín pécus ‘id .’, alto alem án antiguo

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L a etimología fih u , fe h u ( > alem án Vieh), gótico fa ih u ‘dinero’, nórdico antiguo f é ‘riqueza m ueble’, anglosajón fe o h ‘id .’, postulan la existencia de *pek’u- ‘riqueza mueble personal’, luego ‘ganado (m enor)’: los términos relacionados con éste son esclarecedores com o el latín p e ­ cunia, pecülium, donde la especialización se da precisamente en el sentido de ‘riqueza mueble, dinero’, m ientras que en el dominio germánico surge la caracterización del fráncico *fehu ‘ganado, ri­ queza, posesión’, origen del latín medieval fe u d u m (propiamente de *fehu-dd ‘posesión de ganado’) y de las correspondientes voces rom ánicas, francés f i e f italiano y español fe u d o , y por tan to fiel espejo del particular orden político, económico y social propio del Medievo latino-germánico.

0.3. La r e c o n s t r u c c i ó n

0.3.1. La reconstrucción de hechos históricos y la reconstruc­ ción de hechos lingüísticos van, pues, parejas, basándose esta últi­ ma esencialmente en dos criterios —el de la congruencia en la evolu­ ción formal y el de la congruencia o com patibilidad sem ántica— : el verbo latino carpére ‘coger, recolectar’ se puede yuxtaponer al ale­ mán H erbst ‘o to ñ o ’ ( < alto alemán antiguo herbist), inglés Harvest ‘cosecha, mies’, de un germánico *karpisto- ‘tiem po de la cosecha’, cfr. griego karpós ‘fruto, producto de la cosecha’; aclarada la ju sti­ ficación semántica, la fonética se produce sobre la base de algunas leyes evolutivas que oponen regularmente / h / germánica a / k / grie­ ga, latina, del indio antiguo, etc., y, en general, una oclusiva sorda de las distintas lenguas indoeuropeas a una expirante sorda germ á­ nica (la Lautverschiebung o ‘ley de G rim m ’). El conocido térm ino inglés whisky (irlandés y am ericano whiskey) es una abreviación de whiskibae, adaptación de usquebaugh, gaélico escocés uisge beatha ‘aguardiente’; uisge ‘agua’ entronca con el irlandés antiguo u(i)sce < *udeskio-, o sea, un adjetivo derivado de la difundida raíz in­ doeuropea *üd- ‘ag u a’, griego hydór (> hidra, hidro-), latín unda,

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Introducción 15 um bro utur; inglés water, alem án Wasser; paleoeslavo voda (cfr. el ruso vodka, precisamente para el derivado dim inutivo de vodá ‘ag u a’).

0.3.2. Desde un punto de vista estrictamente lingüístico dire­ mos, pues, que si las «reglas» o «leyes» m orfofonológicas son el fundam ento de la confrontación etimológica exacta, ésta aporta por o tra parte resultados de prim er orden para la sem ántica, la estruc­ tura del léxico, la form ación de las palabras, etc.: en un proceso inverso, y en una estricta conexión de causalidad, las leyes fonéticas se establecen precisamente a través del acercam iento sistemático y orgánico, que constituye por tan to —obedeciendo al criterio em pí­ rico de la evidencia— el m om ento f u n d a m e n t a l de toda investigación lingüística así concebida; en este sentido, no se está lejos de la posición de algunos especuladores antiguos y de las que hoy se definen todo lo más com o «fantasías» etimológicas. El salto cualitativo se da verdaderam ente a comienzos del xix, con la fija­ ción del m étodo histórico-com parativo basado esencialmente en las correspondencias fonéticas, y sigue, aunque no siempre regularmente, los desarrollos de la lingüística, desde las formulaciones de los neo- gram áticos a los descubrimientos de la lingüística areal, hasta Saus­ sure y el perfeccionam iento de la lingüística sincrónica y los enfo­ ques más recientes. Así, a la tendencia de los últim os decenios, que G uiraud llama l é x i c o - h i s t ó r i c a y que apunta a la re­ construcción no sólo de fragm entos aislados sino tam bién de fam i­ lias enteras (de formas y de significados), se une desde hace poco un nuevo acercam iento que, superando los datos sustancialmente externos del m étodo histórico, busca una reconstrucción de tipo «in­ terno», partiendo del estudio de la form a del sistema lingüístico de acuerdo con las posiciones más recientes de la teoría: en esta continua renovación, no desconectada sin em bargo de los más sóli­ dos fundam entos de la tradición, está el futuro de la etim ología com o ciencia.

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0 .4 . Du p l ic id a d d e l t é r m in o «e t im o l o g ía»

0 .4 .1 . Téngase presente, en fin, que en «etim ología» se con­ funden en general d o s significados: ‘ciencia’ en general y ‘étim o’ en particular, es decir, origen y derivación de u n a palabra deter­ m inada.

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1. H ISTO R IA Y SIG N IFICA D O DEL TÉRM IN O «ETIM O LO G ÍA »

1 .0 . Or ig e n d e l a p a l a b r a: d e s d e las f u e n t e s c l á s ic a s a la Ed a d Medla

1.0.1. ‘Etim ología’, como se sabe, es una palabra griega de acuñación e s t o i c a , etymología, cuya prim era parte es el adje­ tivo étym os (variante de eteós, etétym os) ‘verdadero, auténtico’ (¡de étimo oscuro!), de m odo que su significado, ligado como veremos a premisas filosóficas, es el de ‘búsqueda de lo verdadero’: atesti­ guado en obras filosóficas y técnicas desde los siglos m-n a. C., sobre todo, como hemos dicho, en am biente estoico, el térm ino está acom pañado por el adjetivo etym ologikós (de donde etym o- logikón ‘recopilación, diccionario etim ológico’) de etym ológos ‘etim ólogo’, así com o por el verbo etymologéO, con el doble signifi­ cado de ‘argum entar sobre etim ología’ y ‘analizar una palabra y hallar su origen’; en este sentido merecen ser citados también algunos sinónimos menos conocidos y poco afortunados: etymégoréó, ‘deri­ var’, usado por Proclo (siglo v d. C.), com entador del Crátilo de P latón, y etymégoría ‘etim ología’, en el mismo, com puesto con el verbo agoréuó ‘afirm ar’; desde la época de Aristóteles es notable tam bién étym on ‘verdadero sentido, étim o de una p alab ra’, etym ó- tés ‘verdadero sentido, etim ología’, y cfr. tam bién etym ónion ‘ve­ ra z’ (Esiquio). El acento se pone, pues, desde el principio, aparte

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de los diversos matices filosóficos de los que se hablará más adelan­ te, sobre el concepto de ‘verdadero’ identificado con ‘origen’, aun­ que no en el sentido m oderno de ‘evolución histórica’, sino más bien en el de ‘m odo de relación, conexión intrínseca de orden sem ántico’: de donde el uso, en los repertorios de la antigüedad tardía, del térm ino Origines junto a Etym ologiae (o Etym ologi- cori), como es notorio p. e. por la o bra clásica de Isidoro de Sevilla (siglo v d. C.).

1.0.2. En la tradición latina, en efecto, etymblógía, etymologí- cus, etym dlogus, etym um , etc., cuya adaptación se debe a V arrón, no son térm inos exclusivos, sino que permanecen ligados a su m édium cultural y son explícitamente connotados como extran­ jeros, como se ve por un pasaje del D e lingua ¡atina, 5, 2: «illam partem , ubi cur et unde sint verba scrutantur, Graeci vocant e t y m o l o g í a n » ; y en los autores se encuentran, en efecto, algunas otras opciones, como origo y proprietas verborum (Quinti- liano), notatio, adnotatio (Cicerón), que traduce más bien el sym bolon de Aristóteles, nota (M arciano Capella), veriloquium (Ci­ cerón), originado (Quintiliano, Isidoro), nom inis interpretado (M a­ crobio), y todavía enodatio (Cicerón) (cfr. 2.4.4). Parece, pues, como si los autores latinos hubieran opuesto conscientemente una varie­ dad de térm inos t é c n i c o s al térm ino general tom ado del grie­ go y utilizado en niveles más estrictamente teóricos: de aquí la dis­ tinción establecida por Zum thor entre un uso absoluto, indeterm i­ nado, abstracto y otro determ inado, técnico, que sin embargo es bastante tardío. Entre Varrón y Cicerón etymólógia designa, en efec­ to, un conocim iento teórico (cur et unde sint verba), que ya en Cicerón y luego en Quintiliano radonem praestat, es decir, tiende hacia una form a, m e t ó d i c a , de conocim iento práctico: en este último, el térm ino define ya una disciplina bien caracterizada, y este uso se im pone en los gram áticos y tratadistas del Im perio tardío; la tardía acepción técnica (Servio, Jerónim o), que sustituye las diversas opciones m encionadas antes, alude en general a una

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E l térm ino «etimología» 19 relación entre una palabra y otras, tanto dentro de un mismo siste­ m a como entre sistemas diversos. A partir del siglo iv, por lo de­ m ás, la palabra se encuentra a m enudo en plural (lo que indica verosímilmente un conjunto de hechos y de relaciones o r g á n i ­ c a s , es decir, comparables); cfr. la citada obra de Isidoro, con quien esta ciencia se convierte en el fundam ento de la gram ática y de la retórica, asumiendo poco a poco las características típicas de la E dad M edia y mereciendo en la cultura irlandesa el título de Culmen, punto culm inante de la ciencia.

1.0.3. En la E dad M edia el térm ino es, en verdad, más bien raro y referido expresamente a una noción cognoscitiva; pero hacia el período tardío reaparece con orientación más técnica (con ello parece repetirse el proceso de la época latina) y en formas diversas: cfr. etymologicare (siglo x i i i), etymologizare (1271), etymologare (1365), etym ologatio (1419): de esta época se conocen desde hace tiem po tam bién las prim eras documentaciones vulgares, aparecien­ do ethim ologie en francés antiguo desde los años 1170 y 1190 en dos docum entaciones discutidas (y probablem ente de connotación retórica); la tradición neolatina evidentemente no es autónom a res­ pecto a la latina, ya que el térm ino alude, en el siglo x i i i, a una ciencia autónom a, o m ejor a un arte, ars en el sentido medieval, es decir, más téchné que epistéme [. Entre el siglo xiv y el xv, con el perfeccionam iento de los métodos de la Escolástica y el desa­ rrollo de las teorías sobre el lenguaje, comienzan a florecer los deri­ vados y los sentidos específicos, como el objetivo ethim ologique (probablem ente a im itación de rhetorique, theorique), ethimologi- sacion, donde debe notarse la extrinsecación práctica de la actitud especulativa: aún más técnicas y restrictivas son las tendencias del siglo xvi, donde «etim ología de una palabra» es el uso más frecuen­ te y prepara el camino para el puro tecnicismo del siglo xvn que,

1 Obsérvese también la documentación de estimelogie, resultado de la superposi­ ción de estimer ‘estimar, juzgar’.

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con un im portante progreso teórico, individúa ya en la palabra una relación real de sucesión com probada entre dos térm inos particula­ res del lenguaje hum ano: aparece, entre otros, etym ologiste (1578), que anuncia la especulación m oderna, preparada por el pensam ien­ to del Iluminismo tardío (fines del siglo xix), cuando se establece, entre otras cosas, retom ando el uso antiguo, la distinción entre étym ologie ‘ciencia’ y étym on ‘étimo, etimología de una palabra, su derivación’, uso adoptado hasta hoy.

1 .1 . His t o r ia d e la p a l a b r a e n la s l e n g u a s d e c u l t u r a

EU RO PEA S

1.1.1. N o s en co n tra m o s, en su m a, fren te a u n K u ltu rw o rt típico de m uchas lenguas, en cu a n to índice de u n a c u ltu ra h istó ric a m e n te e u r o ­ p e a : esto se n o ta tam b ién p o r la evolución del té rm in o en ita lia n o , d o n ­ de las d o cu m en tacio n es m ás an tig u as de etim ología a lu d e n explícitam ente a un ars, re p re se n ta n d o p ro n to el sig n ificad o de ‘in te rp re ta c ió n , explica­ ción in d iv id u al, é tim o ’ (G u id o tto de B o lo g n a, 1 .a m ita d del siglo x i i ; F.

S acchetti, L eg g en d a d i Santi, 1 .a m ita d del siglo xiv; S a b a d in o degli A rien- ti, siglo x v , etc.); en sentido teó rico y general, parece co n o cid o sólo a p a rtir de los siglos x v -x v i (E q u ico la), m ien tras sigue sien d o clásico E tim o -

logie com o d esignación del lib ro can ó n ic o (G uido d a P is a , 1 .a m ita d del

siglo xiv,• G u id o delle C o lo n n e v u lg ar, ib id .); entre los d eriv ad o s, n ó ten se los antiguos e tim o lo g izza re (B occaccio) y etim o lo g izza to re, alusivo a la d i­ fu n d id a p rá c tic a m edieval de las lecturae y de las in terp reta tio n es ( Tesoro

versificato, 1310); después étim o (B aldi, siglo xvi), etim o ló g ica m en te (E q u i­

cola), etim o ló g ico (P an ciatich i, siglo x v n , ‘relativo a la e .’, V arch i, siglo x v i, ‘estu d io so d e la e .’, C . D a ti, siglo x v n , ‘E ty m o lo g ic u m ’), etim o lo g ista (B. F io retti, siglos x v i-x v u ), etim o lo g iz za n te (L ib u rn io , siglos x v -x v i), eti-

m o lo g iz za to (Salvini, siglo x v n ); m ás recientem ente e tim ó lo g o (Vico) y eti- m o lo g ism o (B. C roce), adem ás de e tim o g ra fo ‘d iccio n ario etim o ló g ico ’,

acu ñ a d o p o r L e o p a rd i y u sad o sólo p o r él (Zibaldone), etim o ló g ica ‘e tim o ­ lo g ía’ en alg u n o s diccionarios de p rin cip io s del x ix (M arch i, V anzon): los testim o n io s relativ o s a la tra d ic ió n filo só fica y filológica italian a son evi­ den tem en te significativos.

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E l térm ino «etimología» 21 1.1.2. L a situ ació n inglesa la describe el v erbo e ty m o lo g e ‘explicar e . ’ (ra ro y d esu sad o , 1586), luego e ty m o lo g e r ‘e tim ó lo g o ’ (1650), ety m o lo g ic (1813), etym o lo g ica l, ciertam en te m ás u sa d o que el a n te rio r (1592), e ty m o -

logically (1730), e tym o lo g ico n (1645), e ty m o lo g ist (1635), m ás u sa d o que etym o lo g e r, e ty m o lo g iza tio n (1831), etym o lo g ize, v erb o can ó n ico (‘d a r la

e .’, 1530; ‘p ra c tic a r la e .’, 1652), y en fin , n a tu ra lm e n te , e ty m o lo g y (N o ta ­

tio n o r E tym o lo g ie, ‘p roceso descriptivo del o rig e n ’, 1588; ‘ejem plo de tal

p ro c e s o ’, 1460; ‘fo rm a c ió n y d eriv ació n de u n a p a la b r a ’, 1398; ‘significado o rig in a rio ’, 1592; ‘ciencia que estu d ia el origen de las p a la b ra s’, 1646; ‘parte de la g ra m á tic a q u e tr a ta de p a la b ra s in d iv id u ales’, 1592); e ty m o n (‘fo rm a p rim itiv a de u n a p a la b r a ’, 1570; ‘térm ino p rim ario del que se d eriv a’, 1659; ‘sig n ificad o o rig in a rio ’ y ‘n o m b re v erd ad ero d e las c o sa s’, 1619); ta m b ién a q u í es evidente la a n te rio rid a d del u so e s p e c í f i c o y técn ico , y, en cu alq u ier caso, el te stim o n io m ás a n tig u o es el de 1398, eth im ilo g ie ( < fran cés a n tig u o eth im o lo g ie).

1.1.3. Es m ás débil la tra d ic ió n ale m a n a , don d e E ty m o lo g ie es c o n o ­ cid o desde 1520 (e tym o lo g e i, P aracelsu s) y 1521 (eth im o lo g e y , E m ser), m ien tras q u e etym o lo g isch lo es sólo desde 1729 (B ódiker) y E ty m o lo g e ‘etim ó lo g o ’, desde el siglo x ix ; hay que o b serv ar, sin em b arg o , q u e el alem án p refiere con frecuencia H e r k u n ft ‘o rig en , p ro v e n ie n c ia ’, o bien

ursprüngliche B e d e u tu n g ‘significado o rig in a rio ’.

1.1.4. E n esp añ o l, el p rim e r testim o n io se re m o n ta , en el sen tid o de ‘d e riv a c ió n ’, a 1490 (eth im o lo g ía , A lo n so F ern án d ez de P alen cia), m ien ­ tra s q u e N e b rija lo u sa en 1492 en te n d id o co m o ‘m o rfo lo g ía ’; p e ro en el siglo x v i esta ten d en c ia g ra m a tic a liz a n te ya n o e stá viva, y el u so es el m o d e rn o ; siguen luego é tim o (1843), etim o ló g ico (A u to rid a d es, 1726), fin alm en te etim o lo g ista (etim ó lo g o ), e tim o lo g iza r (1832), etim o lo g iza n te.

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DESDE LOS COM IENZOS HASTA P R IN C IPIO S DEL SIGLO XIX

2 .0 . An t ig ü e d a d d e la e s p e c u l a c ió n e t im o l ó g ic a. Los He b r e o s

2 .0 .1 . La especulación etimológica es ciertam ente bastante an ­ tigua, tanto que la encontram os docum entada ya en las primeras m anifestaciones literarias: está ligada, naturalm ente, no a una m en­ talidad histórica y científica en el sentido m oderno, sino a una voluntad i n t e r p r e t a t i v a de tipo mágico-religioso o filo­ sófico y es inseparable de la reflexión sobre la naturaleza y sobre el origen del lenguaje hum ano.

2 .0 .2 . Ya en varias ocasiones se ha llam ado la atención sobre el interés de los hebreos por estos problem as, aunque en la Biblia no haya nada que se refiera de m odo explícito al análisis lingüístico propiam ente dicho: el pensamiento hebreo, com o es sabido, está ligado a una concepción religioso-mitológica del lenguaje que se concreta, entre otras cosas, en el gusto vivísimo por las etimologías forjadas a posteriori (unas cuarenta sólo en el Génesis), hasta el punto de constituir una especie de o b s e s i ó n etimológica (Mou- nin); destaca, en efecto, la búsqueda de una m o t i v a c i ó n de los nombres propios que se encuentra precisamente en una preten­ dida etimología. Así, en el Antiguo Testamento, los nombres propios,

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H istoria de la investigación etimológica 23 que son en general t r a n s p a r e n t e s (cfr. la serie de Daniel, Emmanuel, Ezequiel, Miguel, Natanael, etc., donde el segundo com­ ponente, -el, procede precisamente del hebreo el ‘D ios’, form a abre­ viada de ’elóhim), sufren a m enudo verdaderas paretimologizacio- nes, que no corresponden a la historia exacta y al significado del nom bre: entre los casos más conocidos está el de A dán, hebreo 'ádahi, propiam ente ‘hom bre, hum anidad’, que los antiguos exege- tas relacionaban con ’adamáh ‘tierra’, por haber sido creado A dán con tierra (por lo demás, la paretim ología está presente en el texto, cfr. Gén., 2, 7): ésta, sin em bargo, está relacionada con el adjetivo ’adom ‘pelirrojo’ (raíz ’dm ‘ser pelirrojo, pelirrojo oscuro’), pre­ cisamente el color de la tierra ', mientras que ‘ddám tiene un origen totalm ente diferente, relacionado con el asirio adm u ‘niño’, cfr. tam bién el nom bre sumerio ad-da-mu, a-ad-da-mu ‘mi padre’. M o i­ sés (latín Mósés, M óysés) se rem onta al hebreo M óseh, interpretado notoriam ente en el E x., 2, 10 como ‘sacado, salvado de las aguas’ (masah ‘sacar’), cuando se tra ta probablem ente de un nom bre egip­ cio, de la raíz m-S-j ‘parir, criar’, es decir msw ‘criado, h ijo ’, cfr. TwtmS, gr. Thoutm ósis, o sea el conocido nom bre faraónico Tut- mosis ‘hijo de T hot (dios)’; conviene, en fin, no silenciar Ba$el ‘Babel, B abilonia’, del asirio Bab-Tlu ‘puerta del dios’, que se rein- terpreta en ambiente hebreo según el verbo balal ‘confundir, m ezclar’.

2.0.3. Se trata aquí, en suma, de verdaderas i n t e r p r e t a ­ c i o n e s , que deben contribuir a ilustrar, en el nom bre, cualida­ des o hechos relativos al personaje y quedan sujetas, por tanto, a la más amplia auctoritas exegética del hagiógrafo, de la clase sacerdotal, más tarde de la Iglesia: no por casualidad reproduce Barr un verso latino de la alta Edad Media: urbs beata Jerusalem

1 Según algunos es perfectamente análogo el caso del latín térra, que parece < *ters-a, de la misma raíz indoeuropea de torreo, *ters- / tors- ‘secar’, por tanto, ‘seca, quemada, árida’.

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dicta p a c i s v i s i o , donde el autor ha descubierto en el nom ­ bre de la ciudad la presencia de r ’h ‘ver’ y Slm ‘paz’, cfr. hebreo Salóm, árabe salam ‘paz, salud’. Esto vale no sólo para los nom ­ bres propios, sino tam bién para los términos particularm ente im ­ portantes, especialmente religiosos, que se interpretan ad hoc en el ámbito de una exegesis que sirve de base a y se basa en una tradición reconocida (auctoritas), no ignorada, por o tra parte, tam ­ poco como procedim iento de la exegesis m oderna.

2.1. Los INDIO S

2.1.1. Es conocido el interés claramente g r a m a t i c a l que anim a, en cam bio, la especulación india: en realidad, su caracterís­ tica sorprendentem ente anticipadora es la prim acía del elemento f ó n i c o , auditivo, sobre el elemento significante; de ahí el rápido desarrollo de la fonética descriptiva y de la m orfología, en definiti­ va, de una com pleta y profunda descripción gram atical, que culmi­ na en la obra de Pánini (siglo v a. C .). Efectivam ente, la gram ática se concibe como vyákarana ‘análisis’, o sea, descripción de la ‘fo r­ mación gramatical perfecta’, sa/pskára (cfr. samskrta ‘acabado, per­ fecto’), y la conquista principal de los indios consiste en haber ais­ lado el concepto de raíz, y, por consiguiente, los de afijo, flexión y desinencia, haciendo así posible una indagación propiam ente lin­ güística sobre la formación de las palabras bastante más pertinente, en este aspecto, que las divagaciones etimológicas de la tradición europea; más aún, precisamente el descubrimiento de estos concep­ tos, a través del estudio del sáncrito, constituye el punto de partida de la etimología científica m oderna, en el ám bito de la gramática com parada.

2.1.2. Las raíces filosófico-religiosas de esta reflexión sobre el lenguaje se encuentran desde el himno de enigmas (Rg-Veda, I, 164) y el de la P alabra, Vác (X, 71). La creación del m undo es, en pri­

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H istoria de .la investigación etimológica 25 mer lugar, la creación o la revelación del Verbo: Brhaspati ‘el due­ ño de la palabra sagrada’ da nom bre a las cosas (creador y nom- brador, exactam ente como Dios en la tradición hebrea), nom bres que se realizan concretam ente en la ‘palabra m aterial’ sabda brah­ m án (hay aquí la notable intuición de dos niveles, el de la form a y el del contenido): por eso la gram ática, que parte del análisis de aquélla, alcanza el nivel de ciencia suprem a, purificadora de to ­ das las ciencias.

2.1.3. Un solo libro, por lo demás im portante, se ocupa de sem ántica y da ejemplos de exegesis etimológica védica, el N irukta de Yáska, gram ático de cronología incierta y controvertida pero generalmente considerado posterior a Pánini, aunque algunos lo si­ túen inm ediatam ente antes. N irukta significa ‘explicado’, es decir ‘explicación etim ológica’ (a partir de un valor originario ‘pronun­ ciado, claro, diferente’): es el título de una de las seis Vedángas (obras consideradas en conexión con los Veda), en cuanto explica­ ción glosal de términos oscuros, además de nom bre de la obra de Yáska (propiamente com entario del Nighantus, vocabulario védi- co) 2. Esta obra confirm a, por otra parte, la im portancia concedida a las coincidencias formales, proponiendo con frecuencia etim olo­ gías que son sustancialm ente asociaciones de ideas en el ám bito de la poética védica y que un lingüista m oderno no podría aceptar: lo mismo puede decirse en cuanto al análisis de los m antra (‘versí­ culos’ o fórm ulas que acom pañan la ejecución de un rito y son necesarios para su éxito) que se tienen de algunos Brahamana (ini­ ciadores de la tradición ‘etimologizante’) y en los primeros Upanisad. 2 La palabra está compuesta por nir-, variante en samdhi (fonética sintáctica) de nis-, nih, preposición y prefijo 'de, e x ’, y ukta-, derivado participial de vac- ‘decir, hablar’, cfr. griego (w)épos ‘palabra’, (w)épomai ‘digo’; latín vox, vocare < *uequ-\ cfr. también, en sánscrito, nir-vacana ‘análisis, interpretación etimológi­ ca; vocabulario, índice’, que confirma el carácter gramatical de la etimología india. El apelativo técnico para etimología es, de cualquier modo, vyutpatti- ‘producción, origen, derivación’ (especialmente de palabras a partir de raíces), que consta de

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2.1.4. E ntre los predecesores de Yáska son conocidos Kantsa, C akatáyana y C akapüni, uno de los más antiguos com entaristas de los Veda y presunto autor de un Nairukta: se conocen algunos ejemplos suyos de derivación por procedimiento a c r o f ó n i c o , cfr. agnís ‘fuego’ (¡latín ignis\) con a < a y a n a (raíz i ‘ir ’), g < k de akta (raíz anj- ‘ungir’), o bien < daghda (raíz dah- ‘quem ar’), ni < n i ‘conducir, g u iar’; la técnica es la de explicarlo todo, incluso lo que no resulta transparente al análisis, por un principio de sem ejan­ za de los sonidos que supera las leyes gramaticales y descubre las formaciones anóm alas, es decir, en térm inos m odernos, las excep­ ciones; otra interesante explicación de Agní-, nom bre del dios del fuego, se encuentra en el Rg-Veda (V, 2, 12), según la cual, el nom ­ bre se debe al hecho de que aryah sam ajati védah ‘del enemigo arrebata (propiam ente ‘arrebate’ en sentido augural) la riqueza’, relacionando A g - con la raíz aj- ‘arreb atar’ (Pisani).

2.1.5. A nivel semántico y en relación especialmente con el clá­ sico problem a de la conexión entre los «nom bres» y las «cosas», hay que recordar finalm ente la doctrina de la mJmámsa (nom bre form ado a partir de la raíz m an- ‘pensar’), propiam ente ‘reflexión, consideración’, ‘investigación’, ‘método filosófico de interpretación’, como una de las tres grandes divisiones de la filosofía hindú o rto ­ doxa: según esta escuela (Vendryés), en la búsqueda del sentido de las palabras se oponen los principios del yoga y de la rüdhi. El primero designa el sentido o r i g i n a l , con frecuencia difícil de conocer, pero cuya búsqueda es indispensable para el gramático y el filósofo, estando reservado de hecho a los doctos: yoga ‘con­ junción, disposición’, es de la misma raíz que el latín iungere ‘u n ir’, iugüm ‘yugo, conjunción’, griego zéugnymi, etc., indoeuropeo *¿eug-; el segundo designa, en cam bio, el sentido que la palabra tiene en el uso com ún y es propio, en efecto, del hom bre corriente (que relaciona las palabras por a n a l o g í a ) , y significa, ‘fuente, nacim iento’, ‘tradición, uso com ún’ (raíz ruh- ‘crecer’, cfr. rüdhi- sabda ‘palabra usada en sentido convencional’). Según la m im am

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-Historia de la investigación etimológica 27 sa, por tanto, en una palabra existen d o s valores, uno etim oló­ gico y otro convencional, quedando establecido que en el lenguaje la superioridad es del segundo, recurriéndose al prim ero sólo a falta de una precisa configuración de aquél: la concordancia entre los dos no es más que un feliz accidente, m ientras que la discordancia conduce, como oportunam ente recuerda U llm ann, a la preponde­ rancia de las asociaciones sincrónicas, es decir, a un a etim ología «asociativa» o «popular», cfr. 4 3.

2.2. Los ÁRABES

2.2.1. L a tradición á r a b e , profundiza tam bién extraordina­ riam ente en la descripción gramatical, en relación además con las características particulares de las lenguas semíticas: los campos de investigación son bastante variados, y van desde la fonética (aswat ‘sonidos’, lah.n ‘pronunciación incorrecta’) a la m orfología (sarf, tasrlf), a la sintaxis (nahw), a la lexicografía (de la que los árabes han dejado grandes m onum entos), a la sinonimia, a las palabras extranjeras (gharlb, nawádir), a la métrica. IStiqaq, propiam ente ‘derivación’ (cfr. muStaqq ‘derivado’), es el térm ino con que se de­ signa la ‘etim ología’ en árabe y da título a una serie de obras clási­ cas, entre ellas el perdido K itáb al-IStiqaq ‘libro de la etim ología’ de al-A hfas al-Awsat, de la escuela sistem aticista de Basra, m uerto entre el 825 y el 835; o al-IStiqáq al K abir ‘E tym ologicum m a g n u m ’ de Ibn (jin n í (Mosul 952-Bagdad 1014), indagador, entre otras co­ sas, del problem a del origen del lenguaje en la conocida antinom ia entre wahi w a-taw qlf ‘revelación cerrada’ y tawadu ‘ wa-stiláh ‘ins­ titución y convención’: conviene tener presente que a los árabes, 3 La noción de la divergencia está presente en cualquier época: Curtius narra la anécdota medieval del niño que, a una oración dicha por él, responde con voz clara: A m en, y el comentario del fragmento donde se produce la anécdota: Hic,

aethimologia, tuus confunditur ordo: / Infans dum fatur, nomen tibí íollitur istud; infans significa, de hecho, etimológicamente ‘el que no habla’.

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como a todos los antiguos, les falta la concepción h i s t ó r i c a del desarrollo del lenguaje, propia de la cultura europea a partir del siglo xix, y que su visión es, por tanto, estrictamente e s ­ t á t i c a ; en tiempos modernos, la tradición de los filólogos me­ dievales fue retom ada con ‘A bd al-Q ádir al-M aghribí (1867-1956), gran reform ador religioso, social y lingüístico, cuyo IStiqáq wa-l- ta ‘ríb ‘vocabulario de la arabización’, publicado en El Cairo en 1908, constituye un texto fundam ental para acuñar térm inos nuevos basados en raíces árabes.

2.2.2. IStiqáq (que pasó tam bién al persa y al turco, istikak) es un derivado de la raíz s - q - q, Saqqa ‘dividir, separar; derivar’, y se refiere a la derivación de palabras de raíces triconsonánticas por medio de prefijos, infijos y sufijos: los filólogos conocen tres tipos: 1) pequeño (saghlr) o m enor (asghar), el más sencillo y usual, en que el orden de sucesión de las mismas consonantes radicales permanece idéntico en los dos térm inos; 2) grande (kabír) o medio (galb)\ 3) m ayor (akbar, ibdál), el más com plejo, donde no se res­ petan ni el sentido propio de la raíz ni el orden sucesorio. Además, este procedim iento es uno de los s e i s m étodos p ara acuñar pala­ bras, ju n to a qiyás ‘analogía’, naht ‘fusión’, ta'rib ‘arabización’, m ajáz ‘m etáfora’, i ‘rab ‘desinencias vocálicas’; se tra ta , en fin, de una de las cuatro ramas de las ciencias gramaticales, que son, por orden, 1) al-lugha, el vocabulario en sí; 2) an-nabu, tratam iento relativo a los textos, a un lenguaje expresado en frases (sintaxis); 3) at-tasríf, vía intermedia entre los dos prim eros, que concierne a la palabra en sí, en su form a (morfología); finalmente 4) al-iStiqáq, que recoge el examen de la palabra en sí, desde el ángulo de la relación de origen, en su wazn ‘esquem a’ o ‘fo rm a’: éste, que con frecuencia se concibe como ciencia auxiliar del ta sríf y los gram áti­ cos sólo lo practican en las palabras árabes, n o introduce ningu­ na perspectiva histórica en el estudio de la lengua y se confirm a, por tanto, como un medio refinado de sistem atización descriptiva y sincrónica (Fleisch).

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Historia de la investigación etimológica 29

2.3. LO S GRIEGOS

2.3.1. La definición de las teorías lingüísticas y fundam entales que penetran aún profundam ente en el pensamiento m oderno es o bra de los griegos y de su filosofía, en particular de los prim eros pensadores, los m aterialistas jónicos y sus epígonos, a quienes se debe la concepción del lenguaje como reflejo c o n c e p t u a l del m undo externo. Producto de esta especulación es, pues, el des­ cubrim iento de un sistema f o r m a l , hecho de significantes y distinto del significado externo (lo real), aunque reflejo de éste, com o m uestra la rigurosa distinción platónica entre lenguaje, crea­ do para designar lo real (conocer los nombres = conocer las co­ sas), y lo real mismo, o sea la realidad conceptual que preexiste a este lenguaje: si, por consiguiente, el significante (es decir, la pa­ labra) es creado en función de un significado que expresar (nom ina sunt consequentia rerum), éste, que se identifica con la i d e a o realidad conceptual, es objeto privilegiado de la consideración lingüística, al contrario de lo que sucede en la lingüística m oderna, donde el punto de partida se sitúa en la form a (Joyaux).

En este sentido, el térm ino etymología, que, recuérdese bien, es una form ación de la koiné, o sea de la lengua tardía, y fue p ro ­ puesto en particular por los estoicos (Crisipo), significa ‘búsqueda de lo verdadero (significado conceptual)’ e n l a s palabras o a t r a v é s de las palabras (am bigüedad fundam ental), establecien­ do así una relación de o r i g e n no tan to de tipo histórico, como entendem os hoy, sino m ás bien en el m odo de la relación, que es conceptual e i d e a l , no real (Zum thor); nótese la persistencia de este modelo en los calcos de otras lenguas, p. e. latín veril6- quium y armenio stugabanut’iwn.

2.3.2. En estrecha conexión con el desarrollo del pensamiento filosófico y lingüístico, Reitzenstein distingue c u a t r o épocas fundam entales en los estudios etimológicos griegos: 1) una p r i

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-m e r a , nacida de -mociones gra-maticales, de los debates sobre la analogía y la anom alía, de la necesidad de parafrasear y com ­ prender a los autores antiguos, por una parte, y de especulaciones filosóficas, por otra, orientadas a resolver la cuestión fundam ental de la justificación (orthótés) de los nombres, concebidos como physi- kái eikónes ‘representaciones reales’ de las cosas o, al contrario, como technétái eikónes ‘representaciones convencionales y artificio­ sas’. En cualquier caso, la etim ología, buscando la aitía de las pala­ bras, o sea la ‘causa’ o m o t i v a c i ó n , contribuye a la pro- fundización científica no tanto de la lengua, como de las cosas mismas: la m áxim a sistematización de estos conceptos se encuentra precisamente en los estoicos; 2) en la s e g u n d a f a s e , el flo­ recimiento de la gramática alejandrina hereda de la Stoá un enfoque general de tipo sistemático, tendente a aislar los verba primigenia (próta onóm ata) y describir todas las derivaciones y combinaciones sucesivas, y desarrolla la doctrina de la analogía y la anom alía fi­ jan d o , al adherirse a la prim era, c u a t r o cánones fundam enta­ les de la lengua: etymología, analogía, diálektos (synétheia, o sea ‘costum bre, u so ’), historia (auctoñtas, tradición reconocida y legíti­ m a, uso de los antiguos); com o se ve, la etim ología se considera autónom am ente; 3) en el t e r c e r período y 4) en el c u a r t o , la etimología se orienta finalm ente hacia metas predom inantem ente t é c n i c a s , filológicas y eruditas (compilación de Etymologicá).

2.3.3. La imagen etimológica, por otra parte, está viva ya en los poetas griegos y se la encuentra más aún en los glosógrafos: se trata de una tendencia vinculada al principio con el m undo del mito (H om ero), pero sucesivamente más concreta y erudita (Hesío- do); todavía P índaro se inclina a la búsqueda del m ito, bastante difundida entre los trágicos y más aún entre los cómicos, p ara los que se convierte incluso en un fino recurso parodístico-descriptivo. Pero es, naturalm ente, entre los filósofos, en el m arco del mito sobre el origen del lenguaje, donde la tendencia resulta más típica y coherente, a pesar de algunas venas de escepticismo: así, para

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H istoria de la investigación etimológica 31 P latón alétheia ‘verdad’ se interpreta com o ále théia ‘divino va­ g ar’ 4, cuando en realidad se trata de un com puesto de a- privativa y un derivado de la raíz léth-, cfr. el verbo lantháno ‘ocultar’: la verdad, en sum a, como ‘no ocultación’; dikaiosyne ‘justicia’ se ex­ plica como toü dikáiou synesis ‘conciencia de lo ju sto ’, phrónésis ‘sabiduría, prudencia’ es phorás kái rhoü nóésis ‘intelección del m o­ vimiento y del fluir’, etc. P a ra los estoicos, de quienes recordam os la definición de etim ología como anáptyxis ton léxeón d i’hés tó alé- thés saphénízei ‘explicación de las palabras, a través de la cual (ésta) m anifiesta la verdad’, los onóm ata son, en su origen, étym a y la etim ología tiene, por una parte, la función de m ostrar los etym óté- ta o verdades de las palabras, es decir, la congruencia de éstas con el objeto determ inado, y, por otra, la de descubrir las verdades religiosas, morales y metafísicas contenidas en tales étimos, hasta convertirse en norm a de vida, como se deduce de la conocida anéc­ d o ta de San Agustín (C o n f IX, 12, 4), que tra tó de suavizar el dolor por la m uerte de su m adre tom ando un baño, ya que el grie­ go balaneíon ( > latín bal(T)neum ‘b a ñ o ’) se interpretaba precisa­ m ente como bállein aman ‘ahuyentar el d olor’. Típica en este senti­ do (y ya platónica) es la teoría de la derivación a partir de los elementos fundam entales (ta próta onómata), según la cual las pa­ labras largas procederían de la yuxtaposición de otras más breves, cfr. p. e. thálassa ‘m a r’ de thanátou ásson oüsa ‘que está cercana a la m uerte’.

2.3.4. El vínculo fundam ental entre las teorías de los sofistas y la elaboración aristotélica, y más tarde estoica, sigue siendo la obra de Platón, sobre todo el célebre diálogo Crátilo, en el que se plantea explícitamente el problem a del lenguaje; ¿Se adecúa éste a la realidad (o sea, existe una relación de necesidad entre el signo lingüístico y el referente), como sostiene C rátilo, seguidor de H

erá-4 Obsérvese que algunos textos helenísticos definen la etimología como alethino ~

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d ito , o bien los nom bres de las cosas proceden de u n a convención, de un acuerdo social (thésis, o m ejor synthéké kái omología ‘con­ vención y acuerdo’), como quiere, en cambio, Hermógenes, adepto de la escuela eleática de Parm énides? P latón, por boca de Sócrates, responde que entre la necesidad natural, necesaria para el conoci­ miento, y la convención, producto del lenguaje com o hecho social, existe el principio m ediador del nóm os ‘regla, ley’, que presupone un legislador (nom othétes) capaz de ordenar el lenguaje: parece, por tan to , que, según P latón, existe una especie de lengua natural y universal de la que las diversas lenguas históricas son m anifesta­ ciones externas y, en este sentido, están sometidas a la costum bre (el éthos de Crátilo): en sustancia, la relación de necesidad se da entre el concepto de la realidad externa y el significado de la pala­ bra (es decir, entre designatum y significatum), no entre el concepto y el signo lingüístico en su conjunto, puesto que el significante, o sea, la form a fónica, es variable de un hom bre a otro y de una lengua a otra. La concepción de la lengua com o érgon, cosa fija y estable, y no enérgeia, facultad creadora, explica las teorías de P latón sobre la existencia de un grupo de signos elementales y fun­ dam entales, ta prota onóm ata ‘los prim eros nom bres’, de los que, por medio de composiciones sucesivas, deriva todo el conjunto de la lengua; dado que éstos deben encontrarse lo más cerca posible de la realidad significada, resulta clara la im portancia de los fu n d a­ mentos m otivadores que aseguran la legitimidad etimológica de las denom inaciones, como p. e. la o n o m a t o p e y a (Pisani).

2.3.5. Leroy distingue en el diálogo c u a t r o principios m e­ todológicos que anticipan las concepciones m odernas: 1) el interés por rem ontarse a las formas antiguas de la lengua; 2) la recom enda­ ción de recurrir al testim onio de los dialectos; 3) la introducción de la noción de p r é s t a m o de lenguas extranjeras; 4) el recurso a la fonética «im presionista». A unque la noción de una prim acía platónica en intuir la im portancia de las relaciones entre sonido y sentido (onom atopeya, etc.) sea canónica y com únm ente recorda­

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Historia de la investigación etimológica 33 da en los m anuales de lingüística, Belardi critica estas posiciones, que atribuye a una interpretación forzada de las expresiones p lató ­ nicas separadas del contexto general del diálogo, en el fam oso pasa­ je en que el filósofo habla del uso de las letras por parte del sabio legislador que creó los sonidos originales y parece intuir la posibili­ dad de que el sonido «exprese» directam ente las cosas: así, la / evocaría lo líquido, resbaladizo (leíos ‘liso’, Uparos ‘graso’); la r, un m ovimiento rápido (cfr. /phrónésis!); la i expresaría las cosas sutiles y delgadas (iénai ‘andar’, híesthai ‘lanzarse’, cfr. 6.2.1 y 6.2.3); la s, la agitación (séiesthai ‘estar agitado’), etc. Volveremos so­ bre estas consideraciones de «etimología elemental», recordando aquí que, según Belardi, P latón no piensa en la intuición psicológi­ ca de una relación inm ediata entre sonidos y significados, aunque se aproxime realmente en ciertas afirmaciones a la intuición fono- simbólica, como cuando señala que «advirtiendo (el legislador) la intensidad de la ny, llamó a lo interior éndon y entós para im itar las cosas con las letras». Indicaciones evidentes en este sentido se hallan en Dionisio de H alicarnaso, pero el prim er verdadero diseño de una teoría de las palabras expresivas es de los estoicos, quienes reconocen la motivación (orthótes) según la naturaleza (physis) de los nombres: no existe, pues, ningún nom bre que, oportunam ente m anipulado, no pueda ser referido a una base onom atopéyica (Orígenes, S. Agustín, cfr. 2.3.7).

2.3.6. En la teoría platónica del discurso confluyen, pues, con­ sideraciones lingüísticas y tam bién lógicas, con la separación entre lo real y el símbolo; sucesivamente, los estoicos establecen, en este últim o, la prim era distinción entre un significante (sématnon) y un significado (sémainómenon: el tercer elemento es la cosa externa, prágma, o el accidente, tynchánon), y, en conjunto, una distinción más clara entre el estudio lógico y el gram atical de la lengua (Dinneen).

La convicción de que la lengua es una convención no excluye la necesidad de una conexión natural, en su historia, entre los

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dos y las cosas significadas, justificando así la búsqueda de las for­ mas originales (raíces o étym a), estableciendo la etimología sobre bases orgánicas, y distinguiendo entre etimología en sentido propio y d e r i v a c i ó n ; esta problem ática pasa a la escuela alejandri­ na, dando origen a la cuestión de la anom alía y de la analogía, anticipada en su día por la de physis ~ nom os’, tan to los procesos naturales como las construcciones lingüísticas están sujetos a n o r­ mas y a m odelos regulares (analogía), no al azar (anomalía), como define ya el m áximo codificador de la gram ática antigua, Dionisio Tracio (ii-i a. C.). En su Téchné grammatiké, la etimología es una de las s e i s partes de la g r a m á t i c a (junto con 1) pro n u n ­ ciación correcta, 2) explicación de los principales tropos poéticos, 3) conservación y explicación de glosas, 4) identificación de analo­ gías, 5) examen crítico de las composiciones poéticas, que es la p ar­ te más noble de esta ciencia): la gram ática es, a su vez, el te r c e r grado de conocim iento en la clasificación de los griegos, que je ra r­ quizan: peíra ‘experiencia’ (propia del obrero), empeiría ‘práctica’ (típica del capataz), téchné ‘arte’ (que posee el ingeniero, el t é c n i ­ c o ) , epistémé ‘conocimiento dem ostrable’ (sólo alcanzado por el pensador, por el filósofo). La expresión téchné gram m atiké (ars grammatica) significa precisamente ‘arte de las letras’, y la etim olo­ gía, que form a parte de ella, es tam bién ars, es decir, medio para explicar y ordenar, no epistém é (scientia): es, por tanto, el grado poseído por quien ve las analogías y los principios subyacentes que explican irregularidades aparentes, no un nivel interpretativo filosó­ fico; es un hecho, sin em bargo, que Dionisio Tracio, que se ocupa sobre todo de la formación gramatical de las palabras, de la de­ rivación, no habla expresamente de etimologías, y esta om isión puede significar en el fondo una inseguridad teórica sobre la eti­ mología como simple m etodología y no, más bien, como form a de conocim iento teorético (recuérdese la definición dada por los estoicos, 2.3.3, y la misma distinción entre etimología auténtica y derivación).

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H istoria de la investigación etimológica 35 2.3.7. San Agustín recuerda que, para los estoicos, no hay p a­ labra de la que no se pueda establecer con certeza la ratio (es decir, la m otivación prim aria, el étimo): retrocediendo a sucesivas deriva­ ciones, se llegará a un punto en el que la cosa concuerde con el sonido que la significa (aeris tinnitum , equorum hinnitum , ovium balatum, turbarum clangorem, stridorem catenarum): si no todas las cosas implican efectos sonoros, del principio onom atopéyico se pasa al f o n o s i m b ó l i c o (2.3.5), por el que, según los soni­ dos impresionen el oído de m odo agradable o desagradable, deben significar cosas agradables o desagradables, p. e. cuando se dice crux ‘cruz’, cuyo sonido áspero y estridente m anifiesta, en efecto, una realidad dolorosa. Son éstos los llamados cunabula verborum (stoichela) o elementos prim eros, de los cuales procede la posibili­ dad de denom inar por s e m e j a n z a : así, de crux (asperitas verbi = aspereza del dolor) salió crus ‘pierna’, porque las piernas, por su longitud y dureza, son los m iem bros más semejantes al m a­ dero de la cruz 5. Siguiendo el proceso de derivación, se llega a la abusio (griego katáchresis) ‘uso im propió de una p alab ra’, gene­ rada por una relación de c o n t i g ü i d a d , en un primer m o­ m ento mensuro-espacial: las piscinae ‘estanques, depósitos’ de los baños públicos se llam an así porque contienen agua, medio natural de los peces (pisces), o porque los hom bres, nadando en ellas, se hacen semejantes a los peces (aquí la conexión es históricam ente

5 Observemos que, históricamente, la derivación no tiene ningún sentido: crux,

crücis (femenino) y crus, crüris (neutro) son dos palabras totalmente distintas

—entre otras cosas, ambas de étimo incierto— y San Agustín, que también advirtió de vez en cuando hechos de evolución lingüística, como la caída de la correlación de longitud vocálica en el latín de África, sólo ha recogido aquí que, si hay una semejanza particular, es precisamente de orden evolutivo. De hecho, en latín tardío y en la pronunciación vulgar, x (es) tiende a simplificarse en s (s) y, por tanto,

crux a convertirse en (casi) homófono de crus, antiguo, pero probablemente perdido

pronto en latín y sustituido (jor camba, gamba ( < griego kampé ‘curvatura’), cfr. la probable homofonía (homeoteléuto) del dicho sum mum ius summa crux, que debía sonar ius ~ crus; sobre las concepciones etimológicas agusíinianas cfr. además 2.3.3.

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real); de aquí se pasa finalmente a lo c o n t r a r i o (k a t’antí- phrasin), procedimiento conocido sobre todo por los ejemplos varro- nianos (2.4.1), y se vuelve, por tan to , a las varias posibilidades de la viciriítas, contigüidad abstracta, a s o c i a t i v a esta vez, cfr. ürbs ‘ciudad’ tam bién llam ada orbis ‘círculo’ trazado en el lu­ gar de la fundación (no hay conexión real entre las dos, tam bién ellas, por lo dem ás, poco claras etimológicamente); etc.

2.3.8. Se entiende que el criterio fundam ental de esta teoría es el del cambio s e m á n t i c o (es decir, de la asociación sucesi­ va de varios significados), que justifica un cambio fonético: la evo­ lución de los sonidos puede realizarse «por abreviación o alarga­ miento, adición, sustracción o perm utación de letras o de sílabas», como afirm a Quintiliano; según la term inología griega, se tiene un prótótypon, significado del que provienen los diversos parágóga (de­

clina ta ‘derivaciones’), por varios medios, como el pleonasmos ‘alar­ gam iento, agrandam iento’, synkopé ‘abreviación’, tropé ‘cam bio’.

2.4. Los ROMANOS

2.4.1. El más conocido exponente de la doctrina gramatical y etimológica latina es V arrón, contem poráneo de Dionisio Tracio, partidario del analogismo alejandrino y el teorizador más completo de la doctrina estoica: en su o b ra De lingua Latina, dedicada signi­ ficativamente a Cicerón, pone explícitamente en prim er lugar el p ro ­ blem a de la relación entre las palabras y las cosas, que llama preci­ samente etimología (etymOlogía), ciencia que indaga cur et unde sint verba e intenta, de acuerdo con sus declarados antecedentes (los estoicos Crisipo y A ntípatro y los gramáticos Aristófanes y Apo- lodoro), hallar las palabras «originarias», que, para él, deberían coin­ cidir con las cuatro categorías pitagóricas: cuerpo, espacio, tiem po y acción. Pero se trata siempre de un estudio de s i g n i f i c a do s y de una etim ología derivada sobre la base de éstos: así V arrón

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