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Aspectos sociales de los instrumentos de pastoral cristiana en Nueva España

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ASPECTOS SOCIALES

DE LOS INSTRUMENTOS

DE PASTORAL CRISTIANA

EN NUEVA ESPAÑA

Ernesto de la T O R R E V I L L A R

Instituto de Investigaciones Histoviccis UN A AI

E L CLERO Q U E E V A N G E L I Z Ó Nueva E s p a ñ a a partir del siglo

X V I , utilizó en su labor instrumentos de pastoral m u y d i -versos. Unos p r o c e d í a n de la antigua t r a d i c i ó n europea y fueron adaptados a la circunstancia sociocultural de las tie-rras americanas, otros eran nuevos, surgidos de la necesidad de emplear nuevas f ó r m u l a s para facilitar la obra evangeli-zadora. Los catecismos alfabetizantes son el ejemplo de lo primero; los catecismos en escritura testeriana de lo segun-do. Los confesionarios, comunes en el medio europeo, se ajustaron a las costumbres y modos de ser de los i n d í g e n a s . L a doctrina, s e g ú n los postulados que tan certeramente pro-puso Z u m á r r a g a , se u n i f o r m ó r i g o r i z á n d o l a y uniformando no la esencia, que fue siempre la misma, sino las formas a veces diversas que de acuerdo con las escuelas teológicas sus-tentaban las diferentes ó r d e n e s religiosas.

Los principios teológicos claramente expuestos y j e r a r q u i -zados según el grado de i n s t r u c c i ó n y aprovechamiento de los grupos i n d í g e n a s , quedaron claramente expuestos en las primeras doctrinas que se ofrecían a distintos núcleos cultu-rales. Pocas veces los hombres de iglesia han tenido que efectuar una obra tan extraordinaria como la realizada en Nueva E s p a ñ a para evangelizar a los naturales. L a reduc-ción de la t e o l o g í a cristiana, sin olvidar ninguno de sus as-pectos esenciales, para ser e n s e ñ a d a a los indios, r e p r e s e n t ó u n a gigantesca empresa que los religiosos franciscanos,

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m i n í e o s , y agustinos y algunos seculares emprendieron en el siglo X V I , y fue m á s grandiosa si se considera que la tuvie-r o n que tuvie-realizatuvie-r con lenguas e x t tuvie-r a ñ a s , de esttuvie-ructutuvie-ras gtuvie-rama- grama-ticales m u y diferentes al latín y al e s p a ñ o l y las cuales consti-t u í a n formas de e x p r e s i ó n de culconsti-turas m u y d i s í m b o l a s .

Si muchos religiosos p r o c e d í a n de prestigiadas universi-dades, colegios, seminarios y conventos en los cuales la ense-ñ a n z a de la teología h a b í a alcanzado los m á s altos niveles, todos ellos d e s c o n o c í a n , como lo a f i r m ó uno de los primeros surgido de los grandes colegios de Flandes, fray J u a n de Tecto, la teología que no e n s e ñ ó San A g u s t í n , es decir, las lenguas i n d í g e n a s , que eran la llave sin la cual nadie p o d í a penetrar en la mente n i en el c o r a z ó n de los naturales. D o -m i n a d a profunda-mente la clave de los idio-mas, e-mpresa que no fue fácil pero que sí llegó a obtener grandes logros, el se-gundo paso consistió en volcar en ellos los principios teológi-cos y doctrinales del cristianismo. T a n t o en la Breve y más compendiosa Doctrina Christiana en lengua mexicana y castellana de 1539, como en la posterior Doctrina breve. . . de 1543; en la

Doctrina Christiana de Fray Pedro de Córdova de 1544 y en otras posteriores, se advierte el enorme esfuerzo teológico-lingüís-tico para resumir lo esencial de la fe en lenguas i n d í g e n a s y en contadas p á g i n a s . E n menos de treinta a ñ o s , esto es, des-de 1524 —fecha en que llegaron los primeros frailes, los franciscanos— hasta 1554 o antes, cuando aparecieron estas obras magistrales, se h a b í a realizado esa inmensa tarea. Si la i m p r e n t a se introdujo en 1539, hay que considerar tam-b i é n todo el tratam-bajo C[UG debieron realizar las prensas de J u a n Pablos-Cromberger i m p r i m i r , con los contados elementos que t e n í a n , los bellísimos ejemplares que repre-sentan esas obras. L a i m p r e n t a , establecida por los esfuerzos conjuntos de Z u m á r r a g a y el virrey Mendoza, favoreció la i m p r e s i ó n y difusión de esos maravillosos instrumentos de Pastoral Justamente este a ñ o se cumplen 450 años de haber-se introducido la i m p r e n t a en M é x i c o , medio extraordinario que facilitó la labor evangelizadora y cultural realizada en forma que maravilla por sus proporciones y resultados a p a r t i r del siglo X V I y m u y especialmente en esa centuria

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amplios territorios ocupados por pueblos de culturas dife-rentes y el arribo de religiosos tal vez de iguales virtudes y celo, pero de menor p r e p a r a c i ó n , así como de moderados contingentes de seculares que se dispersaron por las nuevas tierras, o b l i g ó a dotarlos de los instrumentos pastorales ne-cesarios para realizar su labor dentro de las normas rituales establecidas y sin posibilidad de apartarse de la esencia teo-l ó g i c a fundamentateo-l, como bien teo-lo ha s e ñ a teo-l a d o eteo-l P. Baun¬ garten. De esta suerte se elaboran confesionarios, pláticas doctrinales en las que a d e m á s se les dieron a conocer los as-pectos m á s salientes de los misterios cristianos: natividad, p a s i ó n , r e s u r r e c c i ó n , la historia sacra. Si los primeros reli-giosos elaboraron diversos tipos de obras de este g é n e r o , co-m o lo hizo fray J u a n Bautista con sus escritos en torno de la P a s i ó n que sirvieron para recrear sus misterios ante las multitudes, conforme a v a n z ó el proceso de secularización h u b o necesidad de proveer a los curas encargados de las pa-rroquias de las diversas diócesis de los medios de contener, en u n breve l i b r o , los principios teológicos m á s esenciales y el r i t u a l aprobado para la a d m i n i s t r a c i ó n de los sacramentos y l a c e l e b r a c i ó n del a ñ o litúrgico. Los manuales de p á r r o c o s , o itinerarios de los misioneros y de los curas de indios, o g u í a s de p á r r o c o s , adaptados bien a las ZOÜ3.S de mayor

afluencia i n d í g e n a s o criolla, representaron los instrumentos m á s i d ó n e o s . Por su breve rigor, comodidad en el empleo y facilidad de manejo, y por ser síntesis de la teología d o g m á t i -ca y de la moral e instrumentos lingüísticos apropiados para esa labor fueron medios eficacísimos la difusión de la

doctrina cristiana. Constituyeron una especie de v a d e m é c u m s que prestaron enorme utilidad en la acción evangelizadora

E n ellos se encuentra rigorizada la doctrina cristiana y su r i t u a l , y de ellos emanan principios religiosos y morales ajustados a la m á s p u r a ortodoxia. Acatando las normas es-tablecidas por los concilios y documentos pontificios, tuvie-r o n la v i tuvie-r t u d de ajustatuvie-rse a los cambios fotuvie-rmales que se d i e r o n y a las peculiares circunstancias culturales de los d i -versos tiempos y lugares. Su n ú m e r o es m u y crecido. A u n no se establece u n a aproximada b i b l i o g r a f í a que registre los existentes, los elaborados en E s p a ñ a y los que se hicieron e

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i m p r i m i e r o n en A m é r i c a . Su estudio se ha iniciado y de al-gunos ya tenemos certeros estudios, como el de B a u d i n so-bre el obispo P e ñ a y M o n t e n e g r o .

Acerca de estos instrumentos, lo que me i m p o r t a destacar no es su completo contenido doctrinal, o el que sean porta-dores de los principios esenciales del cristianismo, los cuales representan las bases m á s sólidas y perfectas de la conviven-cia humana, sino el hecho de que en ellos pueden encontrar-se algunos aspectos que dentro de la sociedad encontrar-secularizada de nuestros d í a s p o d r í a n llamarse sociales. Son aspectos que, si los desligamos de su r e l a c i ó n con algunos principios del d e c á l o g o : a m a r á s a t u p r ó j i m o como a t i mismo; no ma-t a r á s , n i h u r ma-t a r á s , ema-tc., permima-ten esma-tablecer una mejor y m á s perfecta r e l a c i ó n entre nuestros semejantes. N o desconozco la l a t i t u d de los mandamientos, pero sí deseo observar c ó m o esos preceptos fueron ajustados a circunstancias sociales y e c o n ó m i c a s que fueron cambiando con el tiempo, así como a aspectos culturales que el propio mandamiento por su ge-neralidad no contempla. Esos ajustes representan el m á x i m o valor de esas obras, porque sin mengua de sacrificar el con-tenido doctrinal, lo adaptaron al cambio de las circunstan-cias y los tiempos, a las distintas mentalidades y formas de ser, a la calidad de la tierra, sus frutos y sus operarios.

Pretendo destacar, en suma, aspectos concernientes a las relaciones sociales, a la conducta humana respecto a sus semejantes, a las normas que permiten preservar los dere-chos humanos, la convivencia pacífica, el respeto a los otros, a su vida, propiedades, familia y forma de ser, todo ello den-tro del á m b i t o de los preceptos del d e c á l o g o . Si el manda-miento s e ñ a l a no hurtar o no matar, tratamos de observar c ó m o el h u r t o se puede cometer en m i l diversas formas seg ú n el tiempo, las localidades y maneras de ser de los h o m -bres de diversas latitudes. Se trata de mostrar c ó m o los auto-res de esos i n s t r u m e n t o s t o m a r o n en cuenta en f o r m a perfecta las diversas maneras que se daban en las tierras ame-ricanas para p r i v a r a los d e m á s de su libertad, de su fortuna, de sus bienes. A u n cuando todas las formas de robo i m p l i -can p r i v a r o despojar a otro de sus propiedades o derechos, la malicia h u m a n a se refleja en m u y distintas formas. Las

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instituciones sociales y e c o n ó m i c a s que cada cultura estable-ce originan distintas relaciones entre las partes. Esas relacio-nes fueron advertidas en forma inteligente por los encarga-dos de la labor religiosa y se s e ñ a l a r o n a curas y capellanes para su acción futura. E l evitar la c o m i s i ó n de esos actos que d a ñ a b a n las relaciones de la sociedad fue u n sano p r o p ó s i t o de esos libros. M a n t e n e r u n justo equilibrio sin alteracio-nes que r o m p i e r a n la paz y la t r a n q u i l i d a d , que dieran lugar a injusticias, a la e x p l o t a c i ó n del p r ó j i m o por unos cuantos, a la m a n u t e n c i ó n de la desigualdad, a la c o r r u p c i ó n de las buenas costumbres, de la equidad, fue la finalidad de esos instrumentos.

E n esta ocasión vamos a ocuparnos de unos cuantos en los que a m á s de u n profundo e s p í r i t u cristiano que se desea mantener a t r a v é s del cumplimiento de los preceptos mosai-cos, subyace el p r o p ó s i t o de n o r m a r la conducta de una co-lectividad consumando la ejecución de actos maliciosos, que a u n cuando c a s u í s t i c a m e n t e entran dentro del espíritu de los mandamientos, la circunstancia en la que se realizan y la forma que adoptaron es m u y específica, propia de u n tiem-po y de una localidad concreta, bien determinada.

R e f i r á m o n o s a uno de los primeros, uno de los instru-mentos de doctrina m á s amplios e importantes, para detec-tar en él aspectos esenciales. M e refiero al Itinerarium catholi-cum del teólogo y misionero fray J u a n Focher. Formado en la U n i v e r s i d a d de P a r í s , al sentir el llamado misional p a r t i ó a A m é r i c a , Focher p r e d i c ó entre los b á r b a r o s chichimecas que él tan perfectamente describe, entre los indios de M i -c h o a -c á n y posteriormente fue u n a de las lumbreras del Cole-gio de Santa C r u z de Tlatelolco. A m á s de activo misionero fue incansable escritor. Salvado por su hermano de religión, el mestizo fray Diego V a l a d é s , su Itinerario ha sido conside-rado por los estudiosos — E g u i l u z , Campos, Chauvet, etc. — , como el " p r i m e r tratado misional sobre A m é r i c a " , que contiene "los primeros planteamientos sistemáticos de sus principios y la p r i m e r a solución de muchos de sus pro-b l e m a s " . V a l a d é s , t a m pro-b i é n gran t e ó r i c o de la m i s i o n o l o g í a a f i r m a r á que en él "se e n c o n t r a r á expuesto con claridad me-ridiana, en lenguaje bello y preciso, cuanto con u n orden

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confuso acumularon los Doctores escolásticos y jurisconsul-tos sobre la conversión de los infieles".

Deseamos destacar, en el Itinerario, algunos de los postula-dos fundamentales del pensamiento misionero.

E n p r i m e r t é r m i n o resalta su firme conciencia acerca de la igualdad de todos los hombres, de la fraternidad univer-sal, independiente del origen, color y estadio cultural de los mismos. A l hablar de los esclavos negros afirma que "debe e n s e ñ a r s e a sus amos que sus negros y negras son p r ó j i m o s suyos, que afirmar lo contrario sería h e r é t i c o , y que por ello debe tratarlos bien y p e r m i t i r su e v a n g e l i z a c i ó n , pues sobre ellos no tienen otro derecho n i d o m i n i o sobre sus almas, n i sobre sus cuerpos, si no es sobre éstos directamente, en cuanto que perciben el fruto de sus trabajos corporales y sólo sobre estos frutos es sobre lo que tienen verdadero d o m i -n i o " . A s i e -n t a que si los d u e ñ o s -no les p e r m i t e -n practicar el c r i s t i a n i s m o , no se debe absolver a é s t o s en c o n f e s i ó n y d é b e s e l e s acusar ante las autoridades existentes. A c o n -seja a los amos a t r a t a r a sus siervos c o m o hermanos en C r i s t o , c o m o p r ó j i m o s en l o que concierne a sus cuerpos y almas, pues en cuanto cristianos y m i e m b r o s de l a Igle-sia t i e n e n los mismos derechos que sus amos. Insta a los p r o p i e t a r i o s de los esclavos a pagar, a los m i e m b r o s libres de esos siervos, el salario conveniente. D e b e n tratarlos sin r i g o r , sin m a n d a r l o s a azotar sin m o t i v o . " Y no sólo deb e n interesarse p o r los m a r i d o s , sino p o r sus mujeres e h i j o s , a m a n d o a todos c o m o h e r m a n o s y hermanas en C r i s -to J e s ú s y c o n d u c i é n d o s e con ellos c o m o con hijos de D i o s . " Y a ñ a d e : " a d v i e r t a n t a m b i é n que e s t á n obligados a este c u i d a d o especial lo m i s m o en t i e m p o de salud que de enfermedad cuando son j ó v e n e s que ancianos; tanto c u a n d o se e n c u e n t r a n fuertes dispuestos al trabajo como c u a n d o se incapaciten j3ar a él Y" todo esto bajo pena de c u l p a g r a v e "

E n t o r n o de estos mandamientos que deben acatar aquellos que tienen siervos, previene y recomienda a los m i -sioneros detener esos abusos, " m á x i m e en esas tierras, don-de ya es p ú b l i c o , y lo hemos podido presenciar nosotros mis-mos en calidad de testigos oculares, el trato tan duro, por no

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decir i n h u m a n o que los d u e ñ o s dan a los siervos, castigán-dolos severamente".

Postula como lo hizo Francisco de V i t o r i a , la existencia de u n derecho social público que debe prevalecer cuando be-neficia a la colectividad, por lo cual se legitima que en zonas infestadas de indios bravos, que impiden la p e n e t r a c i ó n de misioneros y colonos, se pueda entrar apoyado en la fuerza del Estado. Finalmente señala que los bienes comunales de-ben servir para de-beneficiar a la colectividad misma que los ha formado, tanto en el sostenimiento de los ministros de la Iglesia como en las obras p ú b l i c a s que beneficien la locali-dad y en el socorro de pobres, viudas, h u é r f a n o s y d e m á s ne-cesitados.

Estos sencillos pero fundamentales principios en beneficio de los grupos menos protegidos son los que, emanados de los postulados e v a n g é l i c o s , se encuentran c o m o normas de los curas y misioneros a quienes va dedicado este Itinerario.

O t r o tipo de principios derivados de los mandamientos ajustados para su mejor c o m p r e n s i ó n a la realidad america-na, los cuales tratan de evitar el d a ñ o del p r ó j i m o por la con-t r a v e n c i ó n de la orden de no h u r con-t a r , es el que enconcon-tramos en dos confesionarios de dos de los religiosos m á s sobresa-lientes, fray Alonso de M o l i n a , de 1565 y fray J u a n Bautis-ta, de 1599.

El p r i m e r o fue u n n o t a b i l í s i m o nahuatlato, nacido y cria-do en la tierra y por tanto gran conocecria-dor de sus costum-bres. A l recomendar mandamiento por mandamiento a los religiosos, describe ciertas formas de h u r t o cometidas habi-tualmente, las cuales constituyen casos típicos. E l religioso perspicazmente y en forma casuística, revela formas especí-ficas del h u r t o que perjudican al p r ó j i m o . Entre ellas, algu-nas son peculiares a los naturales consagrados al comercio de cacao, mantas y aguacates, a quienes ordena no adulterar el cacao, vender las mantas defectuosas o m a d u r a r por la fuerza los frutos. T a m b i é n a mestizos y e s p a ñ o l e s dirige sus recomendaciones i n d i c á n d o l e s que al vender impresos de cuentas, de horas, cartillas, cuchillos y peines no e n g a ñ e n a los compradores. A los plateros y fundidores, íes ordena no adulterar las alhajas m e z c l á n d o l e s c o b r e a los curtidores

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que no vendan las pieles de carneros fingiendo que son de venado; y a los carniceros les prohibe vender la carne de ani-males enfermos.

Otras recomendaciones que tocan formas específicas del hurto forman importante c a p í t u l o en este confesionario, como el abuso de confianza, el fraude, el despojo de meno-res, la usura, la venta intermediaria de cosas robadas. T o d o u n catálogo revelador de ese m a l social que es el robo, que prosigue con otras formas en nuestros días, se halla en este importante confesionario.

U n o m á s t a r d í o es el de fray J u a n Bautista, lector de teo-logía en Tlatelolco y su g u a r d i á n , editado por Ocharte en

1599. Este religioso confiesa haber redactado tres confesio-narios, uno copioso, otro menor y otro m á s elaborado, en todos los cuales ha "puesto muchas advertencias de los casos m á s comunes que suceden entre estos naturales reducidas a p r á c t i c a " . E n esto afirma haber seguido las indicaciones del d o c t í s i m o J u a n Focher (luz que fue en su tiempo de esta Nueva E s p a ñ a , por su estilo latino m u y claro y apacible). En el apartado del h u r t o , en el cual se refiere como M o l i n a a los pochtecas o mercaderes, les recomienda "tengan bue-na i n t e n c i ó n en sus m e r c a n c í a s y tratos, no por ser ricos o por hurtar algo a sus p r ó j i m o s , sino por ayudar a la R e p ú -blica, y tener honesto trato para poderse sustentar del y dar limosna a los pobres y necesitados''. De esta suerte pregunta al penitente: " ¿ E n g a ñ a s t e en lo que vendiste o q u i z á no lle-vaste el justo precio? ¿ A q u e l l a s cosas que se miden y pesan, q u i z á no las pesaste bien n i las mediste al justo n i colmaste como c o n v e n í a las medidas, de lo que valía? ¿ H a s e n g a ñ a d o o defraudado a alguien en alguna otra cosa?"

Fray J u a n Bautista utiliza igualmente los ejemplos de los plateros y fundidores, de los prestamistas, de los tejedo-res, y t a m b i é n de los vendedores de frutas, de los cereros, tintoreros y carniceros, aun cuando t a m b i é n se refiere a la a m b i c i ó n de los padres que p e r m i t e n el m a t r i m o n i o de su hija por recibir bienes. E x h o r t a t a m b i é n a los confesores a velar porque los tequitlatos y caciques no abusen del trabajo de los indios y les paguen salarios injustos. Igualmente les indica vigilen la conducta de los m é d i c o s , parteras y gente

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que ejerce la medicina para que la empleen rectamente, sin subterfugios, n i e n g a ñ o s , n i por el deseo de e n g a ñ a r a los en-fermos y apoderarse de sus bienes.

E n ambos autores se advierte u n cuidado exquisito por re-gular esas formas de convivencia social y hacer que el trato e c o n ó m i c o fuese equitativo, justo y no perjudicial a grupo alguno. L a e c o n o m í a regida por principios teológicos m u y amplios, d e b e r í a servir para obtener el benefìcio de la colec-t i v i d a d y no el bienescolec-tar de unos cuancolec-tos.

Esta p r e o c u p a c i ó n por contener la actividad e c o n ó m i c a dentro de justas normas que m a n t u v i e r a n la equidad, evita-r a n la e x p l o t a c i ó n de los semejantes, los d a ñ o s patevita-rimoniales y preservaran la convivencia social, no fue ajena a autores posteriores. L a violación del s é p t i m o mandamiento p a r e c í a a d q u i r i r en todas las latitudes formas especiales, a m á s de ser m u y general. Por ello encontramos en m u l t i t u d de ins-t r u m e n ins-t o s de esins-ta especie reiins-teraciones conins-tinuas p a r a e v i t a r l o .

E n el siglo X V I I muchos de los confesionarios anteriores, por u n p r u r i t o de modernidad, por haberse agotado, por no contener aspectos nuevos, fueron puestos de lado. E l aumento de la p o b l a c i ó n , de los p á r r o c o s y de las villas que r e q u e r í a n confesores, así como la urgencia de proveer a es-tos de nuevos y m á s oportunos instrumenes-tos, obligaron al clero novohispano a utilizar confesionarios procedentes de otras regiones, de autores europeos, que si bien d e s c o n o c í a n el medio sí p o s e í a n una seria f o r m a c i ó n teológica. E l presti-gio de algunos se impuso y por ello vemos que hacia 1653 la i m p r e n t a de la V i u d a de Bernardo C a l d e r ó n i m p r i m í a la

Guía de Confesores del j e s u í t a G a b i n o Carta, quien s e g ú n se indica en la obra, p e r t e n e c í a a la U n i v e r s i d a d T u r r i t a n a en la ciudad de Sacer en C ó r c e g a . Esta obra, que se difundió entre los eclesiásticos novohispanos, tiene la particularidad de que entre los cuatro apartados en que está dividida, el tercero está consagrado a "las usuras en los cambios y otros contratos con cinco c a p í t u l o s , a saber: Io. De la usura,

inte-reses d a ñ o emergente y lucro cesante; 2o. De los cambios

reales y verdaderos; 3o. De los cambios secos; 4o. De las

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aparta-do se ajusta m á s al desarrollo e c o n ó m i c o y a las violaciones que se c o m e t í a n en países de mayor e v o l u c i ó n comercial y sigue en este aspecto las normas europeas examinadas por teólogos como Azpilcueta o T o m á s Mercado y se aleja de las formas u n tanto primarias que se daban en el á m b i t o novohispano. Las formas cicateras, de p e q u e ñ o hurto al modo p i -caresco, de e n g a ñ o sutil, bastante p r i m i t i v o y hasta ingenuo son sustituidas por delitos que requieren mayor malicia, m á s familiaridad con el complejo mercantil, con u n medio en el que la usura como forma desarrollada del ejercicio econ ó m i c o se deseeconvuelve mejor. N o se registraecon a h í formas i econ -genuas de h u r t o que perjudiquen al p r ó j i m o , sino acciones delictuosas surgidas de una costumbre y de una forma de ser que requieren una larga t r a d i c i ó n de ejercicio mercantil. T a l vez la larga experiencia de los pueblos m e d i t e r r á n e o s en el tráfico mercantil se traduce en esta obra del P. Carta.

M á s tarde encontraremos en algunos de estos tratados o instrumentos algunos aspectos reveladores tanto de la comi-sión de determinadas faltas en perjuicio del p r ó j i m o , como la m a n i f e s t a c i ó n de hechos peculiares que perjudicaban a parte importante de la p o b l a c i ó n novohispana, la que vivía del salario que devengaba en el trabajo del campo. Algunos de estos tratados prescriben m u y claramente que al confesar al hacendado o ranchero y a sus mayordomos, se les reco-mienda, so pena de grave censura y de no absolverlos, a pagar salarios justos a los hombres del campo, a no r e t e n é r s e -los por n i n g u n a causa, a evitarles ma-los tratamientos y la e x p l o t a c i ó n . Estas normas de justicia social manifiestan u n desarrollo m a y o r en la sociedad novohispana, la existencia de relaciones contractuales que no d e b e r í a n violarse en per-j u i c i o del trabaper-jador, y una i n t e r v e n c i ó n de la Iglesia a tra-vés de sus miembros para que no se dieran esos actos que lesionaban los derechos de las clases laborantes. Todas estas disposiciones y recomendaciones de los confesores revelan el celo religioso por mantener el espíritu cristiano que conlleva al sostenimiento de las buenas relaciones sociales, el deseo de hacer reinar la concordia y la solidaridad fraternal en la sociedad novohispana.

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c i ó n entre los instrumentos de pastoral novohispana y algu-nos otros correspondientes a distintas regiones americanas, h a r é breves reflexiones en torno del famoso Itinerario para párrocos de indios escrito por el ilustre obispo de Q u i t o , Alonso de la P e ñ a y Montenegro, del cual se hicieron varias edicio-nes a p a r t i r de la segunda m i t a d del siglo X V I I , habiendo llegado algunas de ellas a Nueva E s p a ñ a .

Sin desestimar en absoluto este instrumento que tiene u n real valor por su contenido teológico—jurídico y por su r i -queza c a n ó n i c a que bien habla de la f o r m a c i ó n de su autor, debemos s e ñ a l a r algunos aspectos diferenciales con la m a y o r parte de instrumentos novohispanos, a saber:

d) El Itinerario de P e ñ a y Montenegro se refiere a una zona cultural y geográfica m u y diferente de la mesoamericana: m a y o r e x t e n s i ó n territorial, mayores diferencias geográfi-cas, diferentes recursos naturales, aun cuando algunos son los mismos. E n lo cultural tenemos grupos de cultura i m p o r -tante por formar parte de las culturas andinas, pero en su m a y o r í a se trata de grupos marginales, aun cuando en algu-nos aspectos, principalmente de cultura material, hayan sido superiores. E n buena parte de ellos no encontramos u n a o r g a n i z a c i ó n institucional, política, social o e c o n ó m i c a relevante. E n general se encontraban en estadios de c u l t u r a poco desarrollados.

¿) Sobre u n mosaico de culturas m u y diversas se realizó u n a colonización y u n poblamiento diferente al efectuado en M é x i c o . El desarrollo social y cultural y la acción evangelizadora fueron distintos, tanto por los antecedentes p r e h i s p á -nicos s e ñ a l a d o s , como porque la acción colonizadora y cul-t u r a l se realizó con menos i n cul-t e r é s y vigor y por núcleos que pensaron m á s en su propio beneficio que en transformar la r e g i ó n en veneficio de toda la sociedad.

c) T o d o ello p r o v o c ó una s i t u a c i ó n cultural m u y diversa y poco satisfactoria. De a h í que la o p i n i ó n en torno de los grupos i n d í g e n a s haya sido hasta fines del siglo X V I I y a ú n m á s tarde, bastante pesimista y surgida de esa s i t u a c i ó n y no a causa de l a pobreza y resistencia de los i n d í g e n a s a incorporarse de p l a n o a las formas culturales y p o l í t i -cas europeas.

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Esa s i t u a c i ó n se refleja en el Itinerario m u y claramente, como veremos a c o n t i n u a c i ó n .

El buen obispo quitense que tuvo el sano propósito de proteger a los indios t e n í a de ellos una idea bastante positi-va. N o se hacía eco de los que los denigraban, sino que ad-m i t í a plenaad-mente la o p i n i ó n noble, desinteresada y justa de fray Buenaventura de Salinas al declarar que eran " l a gente m á s h u m i l d e y mansa que se halla en el m u n d o " ; pues ellos " s o n los que lloran siempre y no hay quien los consuele, los que tienen y piden justicia, y no la alcanzan de vista; ellos son los desnudos que visten a los vestidos; los pobres que enriquecen a los ricos; los hambrientos y sedientos que sus-tentan y hartan a todos sus enemigos; los que dan posada a millares de peregrinos, venidos de lejanas tierras; los que sin errar son castigados. Estos son para quienes falta la caridad y les sobra la paciencia; son gentes vivas y muertas, y en vida y muerte despiertas; éstos son los siempre tristes y abatidos, y m i s e r a b i l í s i m o s , para quienes todo son afrentas, u l -trajes, persecuciones, trabajos e infinitas miserias" (p. 217).

Si éste era el mundo que estaba a su cuidado pastoral, te-n í a que lamete-ntar el buete-n prelado que los pastores a quiete-nes estaba el cuidado de ese enorme r e b a ñ o no fuesen "pastores sino ministros y coadjutores del demonio; y ayudando a la p e r d i c i ó n de estos miserables, n i aprenden las lecciones que nos leyó el Buen Pastor del Evangelio, n i del ejemplo de tan santos varones, que con sus gloriosas acciones nos e n s e ñ a -r o n a se-r cu-ras".

E n verdad, la diferencia existente entre los misioneros de Nueva E s p a ñ a y los doctrineros de aquellos territorios fue inmensa. Y a don Francisco de Toledo, al comparar la ac-ción del clero novohispano con el del continente austral, la-m e n t a r í a que la crela-ma de la iglesia e s p a ñ o l a se hubiera que-dado en M é x i c o . L a o b r a del obispo P e ñ a y M o n t e n e g r o , llena de exhortaciones a corregidores, curas y doctrineros, revela que la inmensa labor que t e n í a a su cargo se dificulta-ba mucho m á s por el personal eclesiástico y civil que d e b e r í a ayudarle y no por el atraso cultural de los indios, aun cuan-do éste le lleve a afirmar que t o d a v í a t e n í a n "algunos resa-bios de bestias" (p. 219, e d i c i ó n , de Amberes de 1698).

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PASTORAL C R I S T I A N A E N N U E V A ESPAÑA 621

Es indudable que la o p i n i ó n generalizada en torno de la rusticidad y el atraso de numerosos a b o r í g e n e s en tierras su-damericanas llegó a los censores de este l i b r o . Si el P. Alonso Pantoja S.J., rector del Colegio de San Ignacio de Q u i t o , afirma que la obra de su obispo representa " u n a senda nada vulgar, no trillada, que conduce a la salud eterna, al amor de Dios y del p r ó j i m o , pues encierra resoluciones y casos morales propios de este M u n d o I n d i a n o , que respecto del de Europa son otro m u n d o " , los cuales deben servir de ejemplo a los que se ocupan de la e v a n g e l i z a c i ó n , el P. M a t e o de M o y a , por su parte, desde los estudios reales de M a d r i d , a f i r m ó que esa obra era de gran u t i l i d a d , porque e n s e ñ a el camino a todos, allana los pasos, da luz para los tropiezos y avisa con p r e v e n c i ó n el modo de evitar todos los peligros, alumbrando no sólo al entendimiento con la doctrina sino mejorando la voluntad con su fervorosa e x h o r t a c i ó n . " P o r ello estimaba que la obra sería m u y provechosa entre los cu-ras de Indias que a h í necesitan m á s de una luz que los guíe, alumbre y r i j a en el desconsuelo de quellas soledades incul-tas, en que la c o m p a ñ í a de los hombres es m á s arriesgada que la de las fieras."

El inmenso acopio de doctrina j u r í d i c a y de saber teológi-co del autor del Itinerario d e b i ó servir de poco a los incultos doctrineros de S u d a m é r i c a , pintados por el minucioso cro-nista H u a m á n Poma de Ayala como una de tantas plagas que t u v i e r o n que sufrir los i n d í g e n a s de esas latitudes.

L a circunstancia cultural, religiosa, social y e c o n ó m i c a de aquellas latitudes i m p r i m i ó diferencias m u y marcadas a los instrumentos de pastoral en A m é r i c a . Es indudable, sin pa-t r i o pa-t e r í a de n i n g u n a especie, que la iglesia mexicana m o s pa-t r ó mayor sensibilidad ante los problemas sociales a que se en-frentaba y que a t r a v é s de su acción y de la creación de instrumentos pastorales t r a t ó de superar las injusticias y las formas de e x p l o t a c i ó n que afectaban a la sociedad.

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