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Academic year: 2020

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TEMA 5: R. DESCARTES (1.596-1.650)

1.- Razón y método

Todo el proceso renacentista culmina con el surgimiento de la Filosofía Moderna. Entendemos por Filosofía Moderna aquella que se desarrolla entre los siglo XVII y XVIII. Está representada por dos grandes corrientes filosóficas: una, de origen continental, que afirma la existencia de ideas innatas y construye los sistemas filosóficos deductivamente a partir de dichas ideas, el Racionalismo; otra, de origen británico, que niega la existencia de ideas innatas y afirma que la fuente y el límite de nuestro conocimiento está en la experiencia de nuestros sentidos, el Empirismo. Los representantes del Racionalismo fueron René Descartes (1.596-1.650), Baruch Spinoza (1.632-1.677), Nicolás Malebranche (1.638-1.715) y G. W. Leibniz

(1.646-1.716); mientras que los representantes del Empirismo fueron John Locke (1.632-1.704), George Berkeley (1.685-1.753) y David Hume (1.711-1.776). La Filosofía Moderna culmina con la Ilustración, siendo Inmanuel Kant (1.724-1.804) el filósofo que sintetiza Racionalismo y Empirismo. A pesar de ser corrientes con teorías del conocimiento opuestas, poseen un elemento común que, precisamente, caracteriza a la Filosofía Moderna en general: el

idealismo.

El idealismo es la postura filosófica consistente en afirmar que no conocemos la realidad, sino que nuestro conocimiento es de ideas que se encuentran en nuestro entendimiento. Este planteamiento fue aceptado por empiristas y racionalistas, así como por Kant. La consecuencia del idealismo es el subjetivismo: la verdad pierde su carácter real y universal, reduciéndose a la conciencia o haciéndose incomprobable objetivamente. No hay ninguna garantía de que nuestras ideas estén basadas en la realidad, ya que la realidad no puede ser conocida directamente, sino a través de ideas, de las que no podemos comprobar su objetividad. No conocemos, por tanto, lo que realmente son las cosas, sino nuestras ideas de ellas. El idealismose opone al optimismo epistemológico del realismo que habían sostenido Aristóteles y Sto. Tomás de Aquino. El optimismo epistemológico afirmaba la posibilidad de alcanzar un conocimiento seguro, estable y universal, ya que parte de que conocemos la realidad (Platón también mantuvo un optimismo epistemológico, ya que identificaba las Ideas con la realidad: las Ideas platónicas eran lo auténticamente real). A pesar de que el Racionalismo y el Empirismo empezaron confiando en la verdad de sus planteamientos, al fundamentar la verdad en las ideas que se encontraban en la subjetividad del individuo, sin posibilidad de ser comprobadas con la realidad exterior al hombre (llamada

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René Descartes (1596-1.650) nació en La Haya (Tourena), en el seno de una familia noble y acomodada. Se educó en el colegio de los jesuitas de La Fléche de París. Participó en la

Guerra de los Treinta Años. Su moderada fortuna le permitió dedicar su vida al estudio, a la ciencia (especialmente a las matemáticas, en las que hizo importantes descubrimientos) y a la filosofía. De 1.628 a 1.649 permaneció en los Países Bajos. Este año se trasladó a Estocolmo, donde mantenía amistad con la reina Cristina de Suecia y donde murió un año más tarde. Sus obras más significativas son: Reglas para la dirección del espíritu (1.628), Meditaciones metafísicas (1.640), Discurso del Método (1.637) y Principios de la filosofía (1.644).

Descartes puede ser considerado el “padre de la filosofía moderna”, ya que representa los ideales de fe y confianza en la autonomía de la Razón. El pensamiento de Descartes surge rodeado por las tres siguientes circunstancias:

1º. Descartes culmina la época de crisis en que se encontraba el pensamiento religioso medieval, que estaba fundamentado en:

a) La autoridad de Aristóteles y de Sto. Tomás de Aquino. b) La influencia de la Iglesia.

. Descartes representa un cambio en la fundamentacióndel concepto deverdad:

a) Para Descartes, la verdad no se encuentra en la Naturaleza (Physis), como en el pensamiento griego, que la sitúa en una serie de leyes (logos) exteriores al hombre. b) Aunque Descartes busca en Dios una garantía de verdad, no busca

originariamentela verdad en Dios, sino que…

c) Descartes busca la verdad en el interior del individuo, en el sujeto humano, a través del proceso del pensamiento. Una vez hallado este punto de partida, del cual no se pueda dudar, hay que trazar un camino para el recto uso de la Razón.

3º . La tercera circunstancia que caracteriza el pensamiento cartesiano es una circunstancia de carácter práctico. La época moderna está surgiendo en Europa a la par que surge la filosofía cartesiana. No solamente están cambiando los movimientos científicos y teóricos, sino que también se están transformando los elementos que constituyen la vida práctica:

a) Los ideales políticos.

b) Las normas morales

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Descartes ofrece tres fases o momentos del método:

1. El método, en un primer momento, es el camino de búsqueda de la verdad:la

DUDA METÓDICA.

2. En segundo lugar, el método es el CRITERIO DE VERDAD: LA EVIDENCIA. 3. El tercer momento o definición del método lo constituyen las REGLAS DEL

CRECIMIENTO ORGÁNICO DE LA LUZ DE LA RAZÓN.

1º. EL MÉTODO COMO CAMINO DE BÚSQUEDA DE LA VERDAD: LA DUDA METÓDICA

La duda cartesiana no es una duda destructiva, no es un planteamiento escéptico, que tenga por finalidad la negación de la posibilidad de la verdad, como podría ocurrir, por ejemplo, con los sofistas. La duda cartesiana tiene una función constructiva, busca un determinado tipo de verdad, del cual sea imposible dudar.

Descartes realiza la duda metódica en su primera Meditación metafísica. En esta meditación no se repasan uno por uno todos los conocimientos, sino que Descartes analiza y pone en duda los fundamentos de nuestros conocimientos. Bastará, simplemente, con que nos

hayamos equivocado una sola vez, partiendo de un determinado fundamento, para no considerar este fundamento como verdadero. Por tanto, Descartes busca una certeza absoluta.

a) Descartes comienza aplicando la duda metódica al conocimiento que proviene o que tiene como fundamento a nuestros sentidos. Los sentidos nos han engañado ciertas veces. Bastará con que nos hayan engañado una sola vez para no fiarnos de ellos; puesto que si nos han engañado una sola vez, no hay razón para no creer que no volverán a engañarnos y, por lo tanto, no son un fundamento fiable de conocimiento.

b) Pero hay algunas cosas de las que no podemos razonablemente dudar y de las que nos dan testimonio los sentidos. Descartes duda también de estos conocimientos que nos parecen tan seguros, puesto que no sabemos con seguridad si estamos soñando o estamos despiertos (estado de vigilia). Podemos estar en un estado de ensoñación u onírico, creyendo que estamos en un estado de vigilia, puesto que en algunos sueños creemos estar despiertos y, no por eso, dejamos de estar dormidos. Bastará con que nos hayamos engañado alguna vez para no fiarnos de nuestro estado de vigilia, porque puede ser que lo que consideramos realidad no sea más que fruto de nuestra imaginación.

c) Descartes duda, en tercer lugar, del pensamiento matemático. Pero de este tipo de conocimiento parece más difícil dudar, puesto que, aunque nos engañen nuestros sentidos o estemos en un estado onírico o de ensoñación, 2 más 3 siempre serán 5, por ejemplo.

Pero Descartes, curiosamente, recurre a Dios, en este momento de su método, no para llegar a la verdad, sino para todo lo contrario: para negar que directamente en Dios no podemos fundamentar la verdad hasta que demostremos que la verdad radica en la conciencia; y Dios, como idea de la conciencia, existe y puede ser garantía de verdad.

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Pero si partimos de que Dios no existe, como creen algunas personas; y por lo tanto, nuestro origen no es algo perfecto, sino que todo es imperfecto, hacemos bien en dudar, puesto que equivocarse es una imperfección.

Por tanto, no podemos afirmar nada que consideremos como verdadero de forma absoluta. Debemos dudar de todo, ya que no podemos confiar en la verdad que, hasta ahora, poseemos. Suspenderemos nuestros juicios sobre la realidad, hasta encontrar un punto fijo y absoluto que nos sirva para empezar a fundamentar la verdad.

d) No contento con lo anterior, Descartes supone la existencia de un genio maligno, que se empeña en engañarlo cada vez que afirma o enjuicia algo. Pero, sobre lo dudoso o sobre lo que no se conoce con certeza, es mejor no afirmar ni negar nada, Descartes suspende su juicio, su pensamiento sobre la realidad, hasta que no encuentre un punto de partida firme e indubitable.

e) Descartes continúa su proceso de aplicación de la duda metódica al propio hecho de dudar. Descartes llega a dudar de la propia duda; y es aquí donde encuentra su verdadero punto de partida para realizar una primera afirmación absoluta. A lo único que no puede destruir la duda cartesiana es a la propia duda. Descartes afirmará “…si dudo de que dudo, sigo dudando…”, y si se sigue dudando de la propia duda, ésta nunca desaparece, sino que se vuelve a reproducir en cada nuevo acto en el que intentemos eliminarla. Si dudamos de la propia duda, seguiremos dudando y, mientras más dudemos, más reaparecerá la propia duda. Pero, si estamos dudando, estamos pensando, pues no podemos dudar sin pensar. Pero tampoco podemos dudar ni pensar sin existir. Aunque nos estemos engañando, es evidente que para dudar y engañarnos es necesario pensar, y no podríamos pensar sin existir.

Luego, hay una primera verdad evidente y absoluta:

“Pienso, luego existo.” “Cogito, ergo sum”

Esta verdad es tan evidente que, incluso dudar sobre ella, aparecería ante nosotros como un error, Pero, si nos atrevemos a dudar, reaparecería todo el proceso y llegaríamos de nuevo a la misma conclusión. Por lo tanto, Descartes, después de aplicar la duda metódica a diversos fundamentos de nuestro conocimiento, ha logrado la finalidad que perseguía desde un principio: Construir una verdad absoluta que sirva de ejemplo y fundamento para crear un criterio de verdad, que nos permita diferenciar lo verdadero de lo falso. Así se demuestra la función constructiva y no destructiva de la verdad, que posee la duda metódica cartesiana.

2º. EL MÉTODO COMO CRITERIO DE VERDAD: LA EVIDENCIA

Descartes toma como ejemplo de conocimiento adecuado la primera verdad a la que ha llegado por medio de la duda; es decir, el “pienso, luego existo”(cógito).

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En la segunda parte del Discurso del Método, Descartes afirma, en la primera regla del Método: “Consistía el primer principio que acogí, en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin saber con evidencia que lo era…”

De acuerdo con esto, el criterio de verdad, el principio por el que consideraremos algo verdadero será LA EVIDENCIA.

La evidencia puede ser definida por dos características esenciales:

1. La claridad.

2. La distinción.

Por lo tanto, todas las ideas que poseemos y que son claras y distintas son verdaderas; y en consecuencia: evidentes.

1. Una idea clara es aquella que se presenta de un modo manifiesto a un espíritu atento.

2. Una idea distinta es aquella tan precisa y diferente de todas las demás, que solo comprende lo que manifiestamente aparece al que la considera como es debido (es decir, que puede ser conocida de una forma clara).

Las características de un verdadero conocimiento son tres:

1ª. Un verdadero conocimiento ha de ser simple, puesto que la complejidad de las ideas les impide ser claras y distintas.

2ª. Un verdadero conocimiento ha de ser intuitivo. Intuitivo significa que no puede ser consecuencia de otros conocimientos, sino que hemos de conocer las ideas directamente.

3ª. Un verdadero conocimiento ha de ser a priori. A priori significa independiente de la experiencia de nuestros sentidos. Ha de ser puramente racional e interior al individuo; y no se considera como verdadero nada que pueda provenir de la experiencia exterior sensible solamente.

Descartes hace una doble clasificación de los tipos de ideas:

o 1ª. Desde el punto de vista de su composición, las ideas pueden ser:

a) Ideas simples, que son aquellas claras y distintas.

b) Ideas complejas, compuestas de varias ideas simples.

o 2ª. Desde el punto de vista de su origen, Descartes distingue tres tipos de ideas:

a) Ideas adventicias, que provienen del exterior (por ejemplo, la idea de

hombre).

b) Ideas facticias: son aquellas que construye nuestra mente a partir de otras ideas (por ejemplo, la idea de centauro).

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3º. EL MÉTODO COMO CRECIMIENTO ORGÁNICO DE LA LUZ DE LA RAZÓN: REGLAS DEL CRECIMIENTO DE LA RAZÓN

Las reglas que hay que observar para que la ciencia pueda crear la verdad y hacerla crecer sin desviarse de su camino son:

1ª. Hay que partir de los elementos más simples, de su claridad y distinción. De las ideas evidentes.

2ª. Las dificultades, los problemas y asuntos que hay que examinar, y que son objeto de estudio, hay que dividirlas en tantos elementos simples como nos sea posible. A este proceso lo denominamos análisis.

3ª. Una vez conocidos los elementos más simples de una forma clara y distinta, ascenderemos poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos, reconociendo y estudiando el orden en que se producen y las relaciones existentes entre ellos. Este proceso se denomina síntesis.

4ª. Por último, hay que realizar una enumeración completa y exhaustiva; y realizar unas revisiones tan generales, que nos lleven a estar seguros de no haber omitido nada importante.

La ciencia, en su desarrollo, formará un conjunto completo, en el que las diversas disciplinas formarán un árbol, cuya base será la Filosofía entendida matemáticamente, cuyo tronco será la Mecánica y cuyas ramas serán la Medicina, la Astronomía, la Química y todas las demás ciencias que surjan en dicho crecimiento orgánico de la Razón.

2.- Teoría de la sustancia

El concepto de sustancia es fundamental en la filosofía cartesiana y en toda la filosofía racionalista. La definición cartesiana de sustancia es: aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra realidad para existir. Descartes distingue la existencia de tres sustancias:

1. La sustancia pensante: el yo (res cogitans). 2. Dios o la sustancia Infinita (res Infinita).

3. Los cuerpos o la sustancia extensa (res extensa).

1ª. La sustancia pensante: el yo (res cogitans)

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Pero, ¿en qué consiste este “yo existente” que descubre Descartes? ¿Cuáles son los atributos de este yo, de este sujeto existente?.

El atributo inseparable del yo es el pensamiento. Solamente puedo estar seguro de que estoy existiendo mientras estoy pensando, puesto que no podemos afirmar que, si dejamos de pensar, sigamos existiendo.

Pero ¿Qué más?

También puedo afirmar que soy un ser que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina y que siente. Pero se puede objetar de nuevo que me engaño cuando creo que afirmo, que niego, que me equivoco al imaginar o sentir; y que, por tanto, cada vez que creo realizar estas actividades, no estoy sino engañándome. Pero volvemos de nuevo al argumento: Si me engaño y dudo es porque pienso, y si pienso: existo. Luego, la única verdadera actividad es el pensamiento. En tanto que el pensamiento y el yo son inseparables de la existencia, existen por sí mismos de una forma autónoma, no necesitan de ningún otro para existir; por tanto, la primera sustancia que distingue Descartes es la sustancia pensante (res cogitans).

2ª. Dios o la Sustancia Infinita (Res Infinita)

Descartes dedica la tercera Meditación Metafísica a demostrar la existencia de Dios, una vez que ha demostrado, en primer lugar, la existencia del sujeto pensante y sus atributos.

La única verdad absoluta con la que cuenta Descartes es la del “pienso, luego existo”. Toma como ejemplo la evidencia (claridad y distinción) de esta primera verdad; pero las otras verdades claras y distintas que va descubriendo no poseen el mismo fundamento absoluto de esta primera, que se demuestra por sí misma, según Descartes. Las demás verdades claras y distintas aun pueden ser puestas en duda, ya que puede existir un Dios que engañe a Descartes cada vez que piensa estas verdades evidentes; y si Dios no existe, nuestro origen es aun más imperfecto y, como equivocarse es una imperfección, es más probable que estemos equivocados en el caso de que Dios no exista.

Descartes se propone demostrar la existencia de Dios con una sola finalidad: asegurar la posibilidad y el crecimiento de nuestro conocimiento.

Descartes utiliza dos demostraciones de la existencia de Dios:

1ª. La primera demostración de la existencia de Dios está basada en la

causalidad aplicada a la idea de Dios. Poseemos en nuestra mente la idea de un ser Infinito. Esta idea no puede tener su origen en el hombre, que es un ser limitado, finito e imperfecto; por tanto, ha de existir una causa proporcionada a dicha idea. Dios es el origen de esta idea de Infinito, que Él ha puesto en mi mente.

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mí mismo perfecto y sería Dios; lo que, evidentemente, es falso. La idea de Dios es innata.

Pero si Dios es infinitamente perfecto, entonces no puede ser engañador, ya que el engaño depende de algún defecto o ausencia de perfección, y esto no ocurre con Dios.

¿De dónde provienen, entonces, nuestros defectos y errores?

Nuestros errores provienen de la propia imperfección de la naturaleza humana; ya que, siendo la voluntad más amplia que el entendimiento, a veces no la contenemos dentro de los límites del entendimiento y se extravía, escogiendo lo falso en vez de lo verdadero y lo malo en vez de lo bueno.

2ª. En la segunda demostración, Descartes utiliza el argumento ontológico, ya utilizado por San Anselmo De Canterbury. Si nosotros poseemos en nuestra mente la idea de un ser perfecto (Infinito), y si ese ser no existiera, se produciría una contradicción en nuestra idea de Dios, ya que sería la idea de un ser absolutamente perfecto al que le faltaría una perfección. La idea de Dios es innata y evidente; por tanto, Dios ha de existir.

Una vez que Descartes ha demostrado la existencia de Dios, mediante los dos anteriores argumentos, dicha existencia sirve como garantía de que el hombre no se engaña, ya que Dios es un ser absolutamente perfecto, y engañar es una imperfección.

Descartes ya ha explicado que la fuente de nuestros errores es connatural a la existencia humana y no tienen como origen la naturaleza divina.

3ª. La sustancia extensa o los cuerpos (res extensa)

La sustancia extensa es demostrada por Descartes en su sexta Meditación Metafísica.

La demostración de los objetos materiales es la más difícil de las tres sustancias, ya que el conocimiento que tenemos del mundo extenso ( de los objetos extensos) es un conocimiento que proviene de los sentidos y ya sabemos que Descartes ha afirmado repetidamente que no nos podemos fiar del testimonio que éstos nos dan de la realidad.

La existencia del mundo es demostrada a partir de la existencia de Dios. Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, luego el mundo existe.

Dios aparece así como garantía de que a mis ideas corresponde un mundo, una realidad extramental. Pero Dios no garantiza que a todas mis ideas corresponda una realidad extramental. Descartes niega que existan las cualidades secundarias (colores, sonidos, sabores, olores…). Dios solo garantiza la existencia de un mundo constituido exclusivamente por la extensión y el movimiento (cualidades primarias). A partir de las ideas de extensión y movimiento puede deducirse la Física, las leyes generales del movimiento.

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sustancia extensa (cuerpo, materia) que no necesitan la una de la otra para existir.

El objetivo último de Descartes al afirmar que alma y cuerpo, pensamiento y extensión, constituyen sustancias distintas, es salvaguardar la autonomía del alma con respecto a la materia. La ciencia moderna (cuya noción de materia comparte Descartes), imponía una concepción mecanicista y determinista del mundo material, en el que no queda lugar para la libertad. La libertad –y con ella el conjunto de valores defendidos por Descartes- solo podía salvaguardarse sustrayendo el alma de la necesidad mecanicista lo que, a su vez, exigía situarla como esfera de la realidad autónoma e independiente de la materia. Esta independencia del alma y el cuerpo es la idea central aportada por el concepto cartesiano de sustancia.

La autonomía del alma con respecto a la materia se justifica en la claridad y distinción con que el entendimiento percibe la independencia de ambas: “Puesto que, por una parte, poseo una idea clara y distinta de mí mismo en tanto que soy una cosa que piensa e inextensa y, de otra parte, poseo una idea distinta del cuerpo en tanto que es solo una cosa extensa y que no piensa, es evidente que yo soy distinto de mi cuerpo y que puedo existir sin él” (Meditaciones, VI).

Spinoza llevará a las últimas consecuencias el Racionalismo, afirmando la existencia de una sola sustancia (Dios), que posee dos atributos: el pensamiento y la extensión. Por tanto, concluye en un monismo panteísta ( El Universo no se distingue de Dios: Deus sive Natura (Dios o la Naturaleza)). Spinoza llega también a un determinismo, negando la existencia de la libertad. Leibniz evita al panteísmo y el monismo e intenta defender la libertad trasladándola a Dios, Principio de Razón Suficiente de todo lo que existe.

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