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Francisco Miró Quesada. Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano

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acuerdo que han alcanzado, Hatuey y Bartolomé deben enrumbarse por caminos distintos. Las limitaciones de su conciencia occidental no le permiten a Bartolomé comprender la legitimidad de la guerra revolu cionaria. Los condenados de la tierra, nos dice Salazar, están so

los a fin de cuentas y no pueden

pretender alcanzar su liberación

sino en base a su propio esfuerzo.

El libro de Salazar es una con

tribución importante al pensamien

to filosófico y político peruano y tecermundista y, seguramente, da rá mucho de que hablar en el fu turo próximo. Una evaluación pro funda y minuciosa deberá incidir

sobre la tónica racionalista de la

obra que, en gran medida, pretende

fundar una suerte de moral social

capaz de conciliar los grandes

ideales éticos del racionalismo mo derno con las tendencias reales sur

gidas en las sociedades del Tercer

Mundo en vías de liberación.

Juan Abugattás A.

FRANCISCO MIRO QUESADA:

Despertar y proyecto del filoso

far latinoamerieano. México,

Fondo de Cultura Económica,

1974. 240 p.

Desde 1940, se insiste en hablar del nacimiento y desarrollo de una filosofía americana. No se trata só

lo de reconocer el hecho de que en

América se ha cultivado la filoso fía, sino de algo más significativo: crear una auténtica y original re flexión filosófica desde la circuns

tancia histórica y geográfica que es

América.

El planteamiento de este proyec

to se ha convertido a su vez en te ma de reflexión filosófica. Para

Augusto Salazar Bondy en ¿Existe

una filosofía de nuestra América?

"nuestra filosofía, con sus peculia

ridades propias, no ha sido un pen

samiento genuino y original, sino

inauténtico e imitativo en lo fun damental. .. La constitución de un

pensamiento genuino y original y

su normal desenvolvimiento no po

drán alcanzarse sin que se produzca

una decisiva transformación de nuestra sociedad mediante la can

celación del subdesarrollo y la do minación" (p. 131). Para Leopoldo

Zea en La filosofía americana co

mo filosofía sin más "... a la pre gunta sobre la posibilidad de una filosofía americana, de una filoso fía de nuestra América, sólo cabe una respuesta, no sólo es posible sino lo ha sido o lo es, indepen dientemente de la forma que la misma haya tomado, independien

temente de su autenticidad o

in-autenticidad. En esta filosofía, en la de lo que ha sido posible reali zar, está la base de lo que se quiere seguir realizando" (pp. 157-158).

Observa Zea que "Se perfila una nueva actitud filosófica, preocupa da más por la acción eficaz que por la teoría. Una fílósofía que muestra las posibilidades de esta acción y de su no menos posible eficacia" (p. 159). "Una nueva ac titud que cumplirá, también, su función, como la que le antecedió cumplió la suya. No ya sólo una filosofía de nuestra América y para 210

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nuestra América, sino filosofía sin

más del hombre y para el hombre

en donde quiera que éste se en cuentre" (p. 160).

Desde la perspectiva de una es

cuela filosófica peruana y una me

xicana se dan así posiciones anta

gónicas. Para la primera, nuestra

filosofía ha sido y es inauténtica e

imitativa, para la segunda, sin cui

darse de su autenticidad o

inauten-cidad, nuestra filosofia tiene ya sus

realizaciones y constituyen las ba

ses del futuro quehacer filosófico

caracterizado más por la acción

eficaz que la filosofía ha producido

en nuestro transcurrir histórico,

que por la actitud teórica y especu

lativa.

La obra que reseñamos está en

marcada desde una perspectiva

histórica que permite dar cuenta

del porqué de estas posiciones di

ferentes, al mismo tiempo que

constituye una verdadera crónica

del proceso mismo vivido por nues

tro autor como testigo de excepción.

El movimiento filosófico perua

no tiene en Francisco Miró

Quesa-da a uno de sus más destacados

exponentes no sólo por ser gran

conocedor de las corrientes del fi

losofar actual sino porque ha con

tribuido como investigador serio a

enriquecer nuestro patrimonio re

flexivo con obras de carácter rigu

roso y sistemático sobre temas epis

temológicos y lógicos. Su labor de

difusión de sistemas y doctrinas

filosóficas es ampliamente conoci

da, sobre todo en lo que respecta

a la corriente fenomenológica y a

a la lógica simbólica. La epistemo

logía de la matemática, la filoso

fía de las matemáticas, la filosofía

de la ciencia y otras disciplinas se

han visto enriquecidas con su obra

escrita y su labor de enseñanza en nuestros medios universitarios.

De un lado se da en Francisco Miró Quesada esta obra de difusión estrictamente filosófica, situada dentro de la perspectiva clásica del quehacer filosófico y que él ha cumplido a cabalidad, de otro lado tenemos una producción orientada hacia el examen y la búsqueda de soluciones teóricas a los problemas de nuestra praxis política, es decir una realización como ideólogo.

El que su quehacer intelectual se haya venido desarrollando entre estas dos vertientes es de suyo sig nificativo, pero nos obliga a situar lo en relación con la obra que mo tiva el presente comentario. Cabria calificar a Francisco Miró Quesada de filósofo e ideólogo y esto no porque él se lo haya propuesto si no porque el transcurrir de nuestra filosofía y su autenticidad como

pensador lo han conducido a la rea

lización desde ambas dimensiones.

Y es que el transcurrir histórico de

nuestra filosofía se venía dando

hasta hace poco más o menos cuatro décadas como quehacer eminente mente académico, separado formal mente del pensamiento que se ins piraba en determinadas concep

ciones filosóficas a fin de hacerlas

válidas mediante su aplicación re flexiva a determinadas coyunturas históricas. Ambas líneas de pen samiento, filosófico e ideológico, terminarían en franco y abierto en-frentamiento, enfrentamiento que

en el caso de filósofos como Fran cisco Miró Quesada queda disipado al asumir la doble tarea y que en el plano del transcurrir histórico de nuestra filosofía significa un mo mento de síntesis que recoge en ar

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superación de nuestra filosofía lo grado a través de la reflexión ge-nuina y original.

Consideramos sin embargo que

se da una tercera dimensión en

nuestro pensador que es la que res ponde a la necesidad de hacer des de América y con motivo de Amé rica una reflexión genuina y ori ginal y desde esta perspectiva ha escrito ensayos como El impacto de la metafisica en la Ideología lati noamericana (1962); Cultura euro pea y cultura latinoamericana (1966); Realité et possibilité de la culture latino-americaine (1969); La historia de las ideas en Améri ca Latina y el problema de la ob jetividad en el conocimiento histó

rico (1974) y últimamente Desper

tar y proyecto del filosofar latino

americano.

Se trata, en verdad, de una pu

blicación un tanto tardia ya que

fue escrita en 1956, cuestión que

hay que tener muy en cuenta pa

ra su ubicación en el desenvolvi miento de la problemática de la

filosofía latinoamericana y su ul

terior producción. La obra está

constituida por tres secciones, ocho

capítulos y treinticinco

sub-capitu-los, aparte del prólogo.

En el prólogo relata Miró

Que-sada su encuentro en Lima, en

1946, con Leopoldo Zea. Sus con

cepciones acerca de lo que debía

ser la filosofía latinoamericana,

que diferían de manera irreconci

liable, originan una vigorosa polé

mica. Para Zea "la única manera de hacer filosofía era meditar a

fondo sobre nuestra propia reali

dad para tratar de desentrañar el

sentido de nuestra historia, el sig

nificado de nuestro proyecto exis-tencial". Para nuestro autor "la

única manera de hacer filosofía au

téntica era meditar sobre los gran des temas de la filosofía clásica y actuar y tratar de hacer aportacio

nes interesantes a la solución o al

tratamiento de los problemas co rrespondientes" (pp. 7-8).

A pesar de las divergencias en

ambos se da una misma obsesión y un mismo afán; el de ser autén ticos filósofos, es decir ser capaces de pensar y repensar por cuenta propia y tratar de encontrar solu ciones, con esto harían "una filoso fía que no fuera una copia mal re petida de filosofías importadas, si no que fuera expresión de un pen samiento filosóficamente vivo, que emergiera desde nuestra propia cir

cunstancia latinoamericana utili zando todos los medios intelectua

les disponibles" (p. 9). Esta aspira

ción de veracidad era reveladora de la conciencia angustiada frente a la disciplina y al hacer filosófico,

ambos tenían conciencia de que

nuestro "filosofar había sido un mero 'reflejo' el europeo y querían que dejara de ser reflejo para transformarlo en irradiación pro pia", y agrega "Sólo así podríamos librarnos del 'complejo de inferio ridad' característico del latinoame

ricano frente a la cultura europea" (pp. 10-11).

Comprendí entonces, dice Mi ró Quesada, la justificación y el sentido de esta posición latinoame-ricanista. "Se trataba de algo tan importante, tan característico de la cultura latinoamericana, tan fe cundo para nuestra creatividad fi losófica, que era imposible no sen tir la tentación de analizar e inter pretar el proceso" (p. 11).

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proceso de la filosofía latinoameri

cana que efectúa Miró Quesada abarca tres generaciones de filóso fos. Conviene indicar que la ter cera generación, o sea la última, es

aquella que fluctuaba entre los treinticinco y cincuenticinco años

al momento de escribir la obra que

reseñamos.

En la Primera Sección: El pro

blema de la filosofía latinoameri

cana se aborda el análisis del pro yecto de un filosofar auténtico (Cap. I). El surgir de la filosofía

en nuestro continente se debe a un acto de 'inseminación artificial' de

una tradición extranjera. La gran

ruptura se produce cuando Améri ca al romper con la metrópoli se

ve obligada a cortar con lo que has

ta entonces había constituido su tradición cultural. Se encuentra

así ante la imposibilidad de filo

sofar por cuenta propia por carecer

de antecedentes filosóficos genuinos y originales. Abruptamente se pro duce un fenómeno específicamente

americano: unos cuantos hombres

intentan repentinamente pensar filosóficamente sin ningún apoyo

en la tradición cultural del medio circundante. Son los llamados 'Pa triarcas' de la filosofía latinoameri

cana, o primera generación de fi

lósofos. Su rol histórico consistió en difundir la filosofía desde fines

del siglo pasado y principios del presente. Ven a la filosofía co

mo un non plus ultra y ense

ñan a los grandes maestros de

la filosofía occidental (Bergson,

Croce, Nietzsche, los neokantianos, la historia de la cultura, Euckel y Símmel). En este quehacer expe rimentan la vivencia del desenfo que de nuestro estado cultural que atribuyen a dos limitaciones bási

cas: Falta de perspectiva histórica

y de formación humanística lo cual

los conduce a considerar que para

una cabal comprensión de su con temporáneo europeo les es indis pensable instalarse con plenitud en

la corriente histórica occidental y

deben recuperar las formas edu

cacionales humanísticas también

abandonadas al producirse la rup

tura con la tradición cultural. Pro

curan así una recuperación anabá-sica, es decir crear las bases cultu ral y el instrumento intelectual adecuado para hacerlo todo desde el principio. Esta recuperación de

las bases mismas de la cultura oc

cidental: instalación en la historia

y tecnificación humanística origi

na el proyecto latinoamericano de

filosofar como decisión de hacer

filosofía auténtica. Por otro lado,

en su interior, el proyecto implica

ba la fe de poder superar una 'mal

formación intelectual' y la duda de

que debido a ella no se pudiera lle

gar nunca al nivel de la autenti cidad filosófica. Igualmente, se da ba instalado en el proyecto un ele mento fundamental consistente en

un sentimiento de subordinación

del americano frente al pensamien

to europeo, este complejo de infe

rioridad ha de matizar e iluminar

todos los momentos del proyecto

y del proceso que ha de afectar a

nuestra filosofía, y a su vez expli

ca la labilidad ontológica de nues

tros filósofos. En el hecho de con

sistir el proyecto en "ser como" alguien, en llegar a ser "como otro", el situarse en un plano de inferio ridad y de insuficiencia permite afirmar que el ser del filósofo la tinoamericano es un ser lábil, un

ser que fluctúa entre la plenitud y

la insuficiencia, oscila entre el

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en-tusiasmo de la próxima realización y la desesperanza de llegar a la

meta.

Desde un punto de vista gene racional, los patriarcas (Korn, Vas concelos, Deustua, Ingenieros, Vaz Ferreira, Medina) constituyen el proyecto; los forjadores, segunda generación (Romero, Ramos) asu men la continuidad del proyecto aceptando en su presente el senti miento de inferioridad frente al pensamiento europeo, pero trasla dando la solución al futuro (a la tercera generación). Realizan un admirable esfuerzo recuperativo al establecer su tarea: preparar el te rreno, formar a las nuevas genera ciones para que ellos puedan com pletar el gran movimiento iniciado La responsabilidad recae así en la generación joven, que comienza a hacerse sentir con intensidad cre ciente por las décadas del cincuenta a sesenta y que es la que verdade ramente ha modelado el carácter

de la filosofía latinoamericana ya

que continúa el movimiento de re

cuperación iniciado por los prime

ros discípulos y se diferencia de ellos en que trata de llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Hacer

filosofía significa para ellos llegar

a pensar por sí mismos los grandes

temas del filosofar occidental. Sig

nifica llegar a la creatividad a

tra-ver de la total asunción del pensa

miento ajeno. Por eso, dice Miró

Quesada, la originalidad del filó

sofo latinoamericano se concibe co

mo la culminación de un largo

proceso asimilativo, como el resul

tado personal inevitable a que tie

ne que llegar quien ha comprendi

do hasta sus últimos fundamentos el pensamiento filosófico en su ex

presión histórica para llegar a des cubrir su propio camino.

La Segunda Sección: La bifurca

ción está dedicada al estudio del fe nómeno de la bipartición de la ter cera generación en dos grupos an tagónicos. Partiendo de la consi deración de que el filósofo joven es un hombre que experimenta la

vivencia de la labilidad en forma 'punzante' tiene que decidir si de

be aún permanecer en la condición de epígono, asimilando el pensa miento occidental y preparándose para comprenderlo hasta sus últi mas sedimentaciones o si tiene que empezar a hablar por si mismo. Tiene por lo tanto, dice nuestro autor, que hacer una gran elección sobre si mismo. La situación pro blemática que conduce a la tercera generación a elegir una respuesta (Cap. II) ha.originado la bifurca ción del quehacer filosófico lati

noamericano en tanto la situación de tensión producida por la exigen cia 'extrínseca' de hacer filosofía auténtica los conduzca a: la res

puesta afirmativa que es conquista de la autenticidad o a la respues ta asuntiva que es perderse en la teoría. La respuesta afirmativa asume a su vez dos posiciones: de afirmación inmediata, en cuanto considera que ha llegado el mo mento de las posibilidades creado ras y de afirmación mediata, en cuanto piensa que se puede hacer filosofía auténtica, pero no ha lle gado aún el momento. En términos generales para el grupo afirmativo

la autenticidad de nuestro filoso

far no puede darse en un filosofar a la europea, sino que debe hallar se en un tipo de filosofar diferente. Con esta consideración se aparta

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de la línea general del movimiento recuperativo y son ellos los que dan lugar a la bifurcación. La res puesta negativa, corresponde a un grupo más numeroso de filósofos, y consiste en asumir los valores de la filosofía europea, poniendo el sentido de la autentieidad en la creación de ideas originales en el tratamiento de los grandes proble mas del pensamiento occidental. Para ellos es aún necesario seguir el camino de formación impuesto por la generación forjadora ya que la recuperación no ha concluido to davía.

El grupo que asume la actitud afirmativa es poco numeroso, pero compacto y unitario, ha ido mode lando su esencia (Cap. III) en Mé xico y caracteriza a la joven filo sofía mexicana en una actitud coin cidente con la actitud general de ese país de afirmación de sus má.s

profundas esencias. La actitud

"afirmativa" como producto de la

filosofía mexicana es consecuencia

de una linea de pensamiento que proclama que sólo la meditación sobre la propia realidad puede pro

ducir la autenticidad filosófica. Es

ta original concepción se debe a que la filosofía mexicana ha pasado por el puente del historicismo es pañol y en especial por la influen cia personal que ha ejercido el maestro José Gaos. En efecto, los principios del historicismo, que se ñalan que no hay una filosofía me jor que otra y de que toda filoso fía es relativa a su circunstancia histórica, fundamentan el análisis de la realidad mexicana, más aún, la realidad es la que origina las si

tuaciones de donde se derivan los

verdaderos problemas y el esfuer zo por resolverlos, con sentido di

recto y concreto, es, justamente, lo

que habrá de producir soluciones filosófica auténticas. Establecida esta relación entre el pensamiento y la 'circunstancia' la meta del mo vimiento filosófico mexicano se constituye en el 'hombre mexicano' en tanto entidad histórica, es decir en tanto ser que se constituye en un tiempo y en una región dados.

Se elabora entonces, con gran

energía y con profundo sentido his

tórico, un movimiento de recupe

ración vernacular con el objeto de

instalarse en la historia de su pro

pio pensamiento. Se empieza por elaborar la historia del pensamien to mexicano y se culmina por abor dar, a través de la colección México y lo mexicano, dirigida por Leopol do Zea, todos los grandes temas de la cultura mexicana. Esta recupe

ración vernacular obtiene pronta

mente una pauta para interpretar el sentido del movimiento filosó fico en México y en América Lati na: la filosofía positivista se habia

puesto al servicio de nuestra rea

lidad, el sentido de la filosofía ha consistido en ser aplicada como un instrumento para la comprensión y la justificación de la realidad, de bemos, por lo tanto —dicen— ha cer lo que, siguiendo un hondo ins

tinto, hicieron nuestros antecesores

positivistas: debemos echar mano a los sistemas filosóficos europeos más adecuados para ser adaptados

a nuestra realidad. Consideran así

que deben hacer uso del historicis mo y del existencialismo, de este último en cuanto permite plantear el problema del ser del mexicano iniciado con la revolución de 1910, cuando las grandes masas cuyo ser había sido fijado al mínimo nivel

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se convierten de factor marginal en factor principal de la vida mexica na, lo que obliga a interpretar el dinamismo histórico que conduce al pueblo mexicano hasta la presente situación y es el existencialismo, en el plano ontológico, el que les per mitirá plantear sobre bases verda deramente filosóficas "el problema del ser del mexicano, cuyo esclare cimiento habrá de revelar el sen

tido último del gran movimiento histórico que empieza en 1910, y que se incuba desde el momento mismo en que el conquistador es pañol pone pie en tierra america

na y que caracteriza e informa toda

la vida del México contemporáneo" (p. 104). En la conquista de su pro pio ser ha encontrado el grupo afir mativo la solución al problema de un filosofar auténtico y el filósofo en tanto asume su situación históri

ca concreta se ve impelido a tener que revelar a la comunidad mexica na su propio ser y la elección de su destino. Aparece así la idea de la

filosofía como responsabilidad y la

del ser del filósofo como comprome

tido con una circunstancia concre ta, con una realidad, ante la cual ya no puede permanecer indiferen te. Todo lo dicho sobre México puede aplicarse a Latinoamérica:

"Ser filósofo latinoamericano signi

fica tener el coraje suficiente para

revelar a la conciencia de sus con temporáneos cuál es el destino de

América Latina" (p. 106).

La actitud del grupo asuntivo e.s

expuesta en la fascinación del pro

blema (Cap. IV). Su posición es

el resultado de la tensión de dos exigencias contrapuestas: de crea ción auténtica y de formación sufi ciente. Se da en ellos un renuncia miento ambiguo en cuanto renun

cian a la creación de una filosofía

auténtica, pero no renuncian a ob

tener una formación suficiente, por

eso siguen compenetrándose y pro

duciendo dentro de las teorías occi dentales. Con esta actividad pos

tergan temporalmente la creación y avanzan hacia la autenticidad, en razón de la dificultad propia a la recuperación y ante el reconoci miento de que las circunstancias culturales no están aún logradas. Consideran que la filosofía es exi gencia, esfuerzo, constancia, renun ciamiento y trabajoso proceso de formación. Por eso la trayectoria de la tercera generación es una lar ga y dolorosa ascesis de estudio in tensivo, dominio de textos clásicos y modernos, conocimiento de idio mas, manejo de técnicas, es decir

dominio cabal de la temática filo sófica para poder entrar a la crea ción verdadera. Desde estos su

puestos para el pensador del grupo asuntivo lo valioso son los gran

des temas de la filosofía occidental

que portan una significación inma nente desligada de la circunstan cia que los produjo, con lo cual están inscritos en una concepción opuesta al historicismo y por lo tanto al grupo afirmativo. En efec to, las actitudes de los dos grupos de la tercera generación revelan dos concepciones antagónicas de la filosofía. El grupo asuntivo consi

dera a la filosofía como vocación

desinteresada, como un fin en si mismo, con valor suprahistórico e intrínseco. Su realización, o el vi virla plenamente, nada tiene que ver con la realidad ni con su medio

y aunque no se obtengan resultados prácticos con ella o no se logre apli carla a una realidad vale la pena filosofar, o la adquisición de una

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forma de conocimiento, se la viola,

se la desfigura, y se la reduce a una disciplina bastarda y secunda

ria. Esto no quiere decir que el fi

lósofo del grupo asuntivo no se muestre frente a su medio con pro funda inquietud, lo que sucede es que para él la filosofía no puede quedar reducida a ocuparse de te mas circunscritos a la problemática de su propia circunstancia históri ca, ya que el estudio y el trata miento de los temas puros, el en trenamiento en la especulación del tema abstracto prepara para el tra

tamiento de los temas concretos

con resultados más profundos y du raderos que el pensamiento empíri co e, incluso, científico. Por otro lado, considera que en Latinoamé rica el pensamiento, expre.sión su prema de la realidad histórica, está

llamado a un gran destino y que

su decisión está dada al contribuir, desde una posición que considera

más concreta y realista, al creci

miento y a la maduración de ese

pensamiento. En conclusión, la

verdadera responsabilidad del filó

sofo latinoamericano, según el gru

po asuntivo, consiste en "trabajar intensamente en filosofía, sumirse apasionadamente en los abismos de la teoría pura, incrementar incan

sablemente la asimilación de ideas

y teorías y acercarse cada vez más a la creación auténtica" (p. 118).

La tercera sección: Verificacio

nes. La generación forjadora pro cura la comprobación del proceso

de la filosofía latinoamericana en

un retroceso a la segunda genera ción. Se interpreta la obra no es crita de Francisco Romero (Caps. V y VI), el forjador más caracte

rizado del movimiento histórico cul

tural que Miró Quesada ha deno

minado el "proyecto latinoameri

cano de filosofar". Fue el primero

en adquirir conciencia del proyecto

viviéndolo con mayor claridad e

intensidad al situarse en el plano

latinoamericano desde donde ejer

ció, tanto en el trabajo personal co

mo a través de su correspondencia,

una influencia que abarcó las tres generaciones y cuya motivación primordial fue realizar la filoso fía latinoamericana. Su manera

de verla como realidad viva e

in-tereonexa parte de la convicción de

que en nuestro continente existe un movimiento filosófico que se da en

términos de comunidad, como un

todo orgánico, en el que las diver

sas partes se complementan funcio-nalmente, razón por la cual Rome ro consideró imprescindible deter

minar el contenido y la dirección

del movimiento. Desde esta pers pectiva su influencia ha contribuido a delinear los principales caracte res de un tipo de filosofar latino americano que ve a la filosofía co mo actualidad, como maduración y

como verdad: actualidad como orientación hacia Europa y aper tura a la contemporaneidad; ma durez como impulso hacia la recu peración de la tradición histórica en la dinámica del filosofar; y ver

dad como convicción de la validez

suprahistórica de determinadas verdades filosóficas, o por lo menos de la necesidad de perseguir un ideal de validez suprahistórico pa

ra dar sentido a toda actividad fi

losófica. Desde esta perspectiva es un clásico representante del grupo asuntivo, pero también tuvo puntos de vista personales sobre la filo sofía latinoamericana, que Miró

Quesada destaca por no haber ob

tenido de Romero una conveniente

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difusión escrita, y que están refe ridos a la filosofía latinoamericana como panoramicidad y a la inesco-laridad de nuestro pensamiento.

La panoramicidad se constituye por

la atención que el filósofo imparte

a todos los temas y a los más va

riados autores de la filosofía occi

dental, se sitúa así en una perspec tiva privilegiada de visión panorá mica lo cual le permite superar las graves limitaciones de regionalis mo y dogmatismo que cercan al europeo. Consecuencia de esta pa noramicidad es que en América Latina no existen "escuelas" filo

sóficas y es que cada pensador se

siente en relación a los principios

de la teoría que ha escogido libre y

sin compromiso dada la relatividad que presenta toda escuela por ma yor que sea su importancia o el lapso de su apogeo.

En lo que respecta a la obra

escrita de Francisco Romero hay

que tener en cuenta un doble as pecto: recuperativo en cuanto la

orientación hacia la contempora

neidad europea se extiende en su

máxima amplitud con decisión ra

dical de comprenderla a fondo y

creador en tanto, que pese a la ta

rea que como forjador se impuso

de desarrollar una labor docente para que las futuras generaciones pudieran llegar a la creación autén

tica, se da en su obra un pensa

miento propio, una creación por

sedimentación o filtración que per

mite hablar de una forma de crea

ción del filósofo latinoamericano en

el período recuperativo. Estas con

cepciones se encuentran en sus di

versas obras en forma de capítulos,

anotaciones o meras apuntaciones,

para culminar en su Teoría del hombre, obra donde su pensamien

to llega a la verdad y a la madura ción y donde el estilo didáctico "de luminosa y sobria calidad" se da en un sólido y estructurado nivel de fundamentación histórica.

Observa el autor, en algo sobre estratigrafía peruana (Cap. VII), que en nuestro país se presenta in mediatamente después de Deustua una generación que obliga, por la

índole de su participación en la

formación, marcha y realización del proyecto, a ser analizada como dos subgeneraciones de la segun

da generación. En patriarcas, polí

grafos y estructuradores establece que inmediatamente después de

Deustua se presenta el primer

sub-estrato cuyos componentes no son aún filósofos, son más bien hom

bres de letras, ensayistas o polí

grafos que abordan innumerables temas con aliento filosófico y sólo en algunas oportunidades escriben sobre asuntos estrictamente filo sóficos, pero acusan clara concien cia del desenfoque, conocimiento directo con los textos europeos y una cierta originalidad. Esta gene ración de polígrafos tiene tres miembros principales: Francisco García Calderón, Víctor Andrés Belaunde y Oscar Miró Quesada. El segundo subestrato, o generación estructuradora, es más semejante a la segunda generación tal como se da en México o en Argentina, está constituido por gente mucho más especializada en filosofía que la del subestrato anterior, tienen clara conciencia del proyecto, de la necesidad recuperativa tanto his tórica como humanística, y su ori ginalidad es consecuencia de la asimilación directa del pensamien to de los más representativos filó sofos europeos. Con ellos

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comien-za la filosofía en el Perú como movimiento organizado, siendo Ju

lio Chiriboga, Honorio Delgado y

Mariano Ibérico sus más caracteri zados representantes.

A ambos subestratos de pensado

res dedica Miró Quesada interesan

tes estudios monográficos, cuyo nú

cleo básico está orientado a de

mostrar el significativo aporte de

cada uno de ellos al proyecto de

un filosofar auténtico.

La obra que venimos reseñando

finaliza con Leopoldo Zea y el

"Hiperión" (Cap. VIII). Zea es el

hombre de la tercera generación

que mejor representa la respuesta

afirmativa a la exigencia de su cir

cunstancia histórica. Toda su obra

se desarrolla con la seguridad inte

rior de quien asume que le ha lle

gado el momento de filosofar autén

ticamente. La exigencia de crea

ción filosófica, ante la que se en

frenta el filósofo joven, ha sido re

suelta por Zea en la revelación de

la propia realidad, pero "para al

canzar el sentido profundo de una

realidad referida a su circunstan

cia es necesario seguir los hilos de

cuya textura está constituida di

cha circunstancia" (p. 209), en

consecuencia la vía de la historia

es la única que permitirá alcanzar

los "penetrales" de la realidad.

Dentro de estas consideraciones ge

nerales la labor de Zea se desen

vuelve con conciencia histórica y

en etapas de penetración previa

mente establecidas; Se inicia con

estudios sobre historia de las ideas, desde la Colonia hasta nuestros

días, que le permiten revelar el

sentido de nuestro desarrollo filo

sófico e ideológico y que seria el

de haber estado siempre vinculado

a nuestra realidad. Descubre así que el estudio de nuestra realidad

da sentido a un filosofar auténtico,

lo que lo lleva a proclamar que

el llamado de la responsabilidad

del filósofo latinoamericano, que no

puede ni debe eludir, es el estudio

de nuestra realidad, para expresar

la en logos, en razones, desde nues

tra propia circunstancia. Estudios

e

investigaciones sobre aspectos

vertebrales de la realidad mexica na y americana le dan la clara vi

sión de la meta y el destino de

"nuestra anhelada filosofía" en

América como revelación, ya que

la revelación de nuestro ser, que

es la del hombre americano, nos

lleva necesariamente al interrogan

te central: ¿Cuál es nuestra situa ción desde el punto de vista de lo que somos?, ¿Cuál es nuestro ser?

Paralelamente e impulsado por su

afán afirmativo Zea crea el grupo

"Hiperión" dedicado a la tarea de analizar el sentido del ser del lati noamericano y del mexicano. Apar

te de los trabajos publicados por

Zea, se ocupa Miró Quesada en

destacar el impulso que otros dos

miembros: Emilio Uranga y Luis

Villoro han sabido imprimir al gru

po afirmativo.

Consideramos que de la apreta da síntesis presentativa de esta obra es posible extraer el rigor es tructural en que se desenvuelve la

misma. Aparte de esta apreciación

es conveniente observar que el aná lisis e interpretación del proceso

de la filosofía latinoamericana

que efectúa Miró Quesada permite valorar positivamente el sentido y significación de la trayectoria de nuestro quehacer filosófico, pres tigia el ejercicio de la disciplina

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y justifica la decisión personal del

filósofo frente a lo que considera su tarea auténtica. Es por esta última consideración, una obra de

aliento para quien sienta el impe rativo de filosofar, sea desde el pla no universal o desde el plano con

creto.

María Luisa Rivara de Tuesta

FRANCISCO MIRO QÜESADA;

Humanismo y revolución. Lima,

Casa de la Cultura del Perú,

1969. 290 p.

Humanismo y revolución es un

libro publicado en 1969 y que cons

ta de siete capítulos. Tiene esta obra un propósito muy preciso: "exponer la manera a la vez siste

mática y asequible la ideología hu

manista".

En el Cap. I, El concepto de

ideo-logia, después de señalar que el

término ideología fue acuñado por

Antoine Destutt de Tracy, en 1801,

y que ya los empiristas e iluminis-tas consideraron, lo que este voca

blo pretende comunicar, como ins

trumento de clase dominante, defi

ne ideología como fundamentación

práctica o justificación de la acción

política que se proponga forjar una

sociedad justa. De ahí su carácter

compulsivo, que es uno de sus ras

gos principales. La ideología se

propone, quiérase o no, crear una

sociedad justa. Aquel que asuma

una ideología no se puede quedar

en la mera asunción sino que tiene

que transformarla en acciones po

líticas. En este sentido, una

ideo-logia es una exigencia de realiza

ción de valores, entre ellos, el de

la libertad, de la dignidad huma

na y el valor del hombre mismo.

Por eso, una ideología es, por un

lado, un conjunto de postulados so bre lo que debe ser una sociedad

y, por otro, un conjunto de normas

de acción. Los primeros constitu yen los principios teleológicos, que tienen que ver con fines, y, las se gundas, los principios metamórfi-cos, que tienen que hacer con la praxis, con el cómo llegar a los fi nes. Esta distinción es importante, porque permite controlar (caso de

los partidos) la línea partidaria.

Termina con una ligerisima revi

sión histórica de las ideologías, en

cuya cúspide están las ideologías

axiomáticas, marcadas por el signo

de la lógica formal, que el autor

considera como el máximo instru

mento de análisis.

El Hombre sin teoría, título del

capítulo II, rezuma un optimismo

entusiasta y desbordante por la

teoría. Nos dice: "Una vez puesta

en movimiento tiene una fuerza

aterradora, de monstruo que todo lo devora y nada ni nadie puede de

tener" (p. 71). Nadie puede vivir

sin teoría. Añade: "El hombre ne

cesita de la teoría para vivir, sin ella va a la deriva, no se sabe a qué atenerse, es alma perdida, bote sin

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