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El caso de los clubes sociales en Aracaju. – Revista El Topo - Sociología Cultural y Urbana ISSN: 0719-3335

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Revista Eltopo. No.4. 2015 ISSN:0719-3335

43

:(pp.42 - 69)

Resumen

El ocio como problemática sociológica, se posiciona de manera reciente, primero por Dumazedier y después Parker, que lo contraponía al trabajo. Sin embargo, con el nue-vo pensamiento de Elías a través de la publicación Deporte y ocio en el proceso de la civilización (escrito con Dunning), hubo un cambio: de forma general, el ocio pasó a ser reconocido como una actividad donde las emociones que son cercenadas duran-te la rutina y permitidas para satisfacción individual y colectiva. Escogemos como un espacio del ocio en la ciudad, los clubes sociales. Tales instituciones fueron un lugar

significativo en la Belle Époque, un símbolo de la modernidad para algunas ciudades

entre los siglos XIX-XX y dejaron muchas reminiscencias para gran parte de sus habi-tantes. Intentaremos mostrar ese aspecto en una ciudad de menor tamaño, como es Aracaju, capital del Estado de Sergipe del nordeste brasileño. El presente artículo tiene como objetivo el estudio de los clubes que son instituciones socio espaciales que fo-mentan el ocio en Aracaju y, sin olvidar, el propio aspecto teórico que el ocio trae para la sociología.

Palabras Claves:

Ocio, clubes, Aracaju, modernidad, Norbert Elias

Abstract

The leisure is a subject such recent for the Social Sciences, the pioneer was Dumaze-dier and then Parker, both thinking leisure as an opposite to work. Nevertheless, Elias’ new thinking through Quest for excitement (written with Dunning), was a change in that

field: in a general way, the leisure becomes recognized as an activity where emotions are restricted during the routine are permitted for individual and collective fulfillment.

We chose as an example of that in an urban place the clubs. Such institutions were a

meaningful place in the Belle Époque; they were a symbol of modern times for some

cities between 19th and 20th century and let many reminiscences for a great part of their inhabitants. We will try to show this aspect in a medium size city, like Aracaju,

ca-pital of the State of Sergipe in Brazilian Northeastern. The present article has as goal

the study of the clubs that are socio-spatial institutions that forge leisure in Aracaju and without forget the theoretical aspect that leisure bring us in sociology.

Keywords:

leisure, clubs, Aracaju, modern times, Norbert Elias

(1) | Lucas Melo

Sociólogo. Actualmente, estudiante de maestría en Antropología Social en la Uni-versidad Federal de Sergipe con beca de FAPITEC-SE y miembro de GRECCOS (Grupo de investigación de cultura, cotidiano y so-ciabilidades en la contemporaneidad). Gra-cias al Prof. Dr. Ulisses N. Rafael (PPGA/ UFS) por la orientación y al Natalia Arroyo Dosch por la revisión.

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INTRODUCCIÓN

El ocio surgió como un fenómeno estudiado por las ciencias sociales junto a las sociedades modernas incorporadas en la Revolución Industrial. Un intervalo de tiempo donde las personas descansaban para más tarde retornar al trabajo exhaustivo de aquel período. Sin embargo, el entretenimiento y la diversión ya ocurrían antes de ese momento histórico y en otras sociedades. Eso, no

signi-fica que el hombre sólo pasó a divertirse a partir del instante que comenzó a

tener un empleo regular. Debemos indagar acerca de qué manera podríamos comprender el fenómeno de diversión en una ciudad erguida sólo en la segun-da mitad del siglo XIX compuesta, en mayoría, por inmigrantes provenientes del interior de la propia provincia, como es el caso de Aracaju, ya que apenas

des-pués de 50 años de fundación de la ciudad, empezaron las manifestaciones de un ocio más urbanizado como las idas al teatro, al comercio, a los restauran -tes, a las heladerías y, luego, a los primeros clubes. Una diversión que seguía

la corriente de las metrópolis brasileñas – y quizá sudamericanas – en donde

nuevos valores culturales eran agregados al modo de vida del habitante de la

ciudad, como reflejo de lo que ocurría, principalmente en Río de Janeiro. Por lo tanto, el gozo de los habitantes de la ciudad era el resultado de un proceso de urbanización con prácticas importadas de localidades económicamente más

pujantes que la nueva capital sergipana . Prácticas que se adaptaron a las condiciones en las cuales la ciudad se constituyó.

Puesto esto, el presente artículo está direccionado para la investigación de los célebres espacios de sociabilidad de la capital sergipana, en este caso, los clubes sociales. Instituciones que, con el pasar del tiempo, fueron acumulando un enorme prestigio junto a la sociedad aracajuana, pero que de algunos años hasta aquí, sufren con la falta de público y de socios.

Aracaju era una ciudad recién fundada que siempre estaba recibiendo inmi-grantes, esa nueva población en la ciudad precisaba integrarse lo más rápido posible al cotidiano de la capital. Una de las formas de hacer eso era asocián-dose a uno o hasta más clubes existentes. Los primeros clubes surgieron en el

final de la primera década del siglo XX, como una fiebre en la nueva capital de

(2) | Sergipano(a) se refiere a las personas

nacidas en el estado de Sergipe, cuya capi-tal es Aracaju.

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tiempos republicanos, y se consolidaron con la fundación de otros en la década de 1930. El auge se dio en las décadas de 1960 y 1970 y perduró aún en la

década siguiente cuando Aracaju recibió un mayor flujo migratorio de personas

oriundas del interior del propio Estado, así como de Bahía y Alagoas, los estados vecinos. Esto ocurrió debido a las políticas de desarrollo del gobierno federal y estatal, con construcciones en áreas donde la ciudad estaba expandiéndose.

En Aracaju, los clubes hacen parte de la memoria nostálgica de la ciudad, por

tratarse de un espacio que concentraba parte significativa del gozo local, aso -ciada a las relaciones sociales, afectivas, profesionales; el que Baechler (1995)

definió como redes. Usamos este término especialmente, porque en un deter -minado período, entre las décadas de 1960 y 1980, tales instituciones eran prácticamente las únicas donde el ocio era disfrutado, por lo menos por parte

de las camadas más aventajadas de la población; además, de la utilización

de baños en el mar, hábito que sólo muy lentamente fue incorporándose a las prácticas de entretenimiento del aracajuano. Además, una que otra discoteca, de vida corta, juntamente con algunos festejos puntuales en la calle, como la

fiesta de San Juan y la de Buen Jesús de los Navegantes, complementaban el

acervo de entretenimiento en la capital, en ese período (Fontes, 1998).

De tal suerte que, el propósito de esta investigación fue el de averiguar y

carac-terizar los elementos, sean objetivos y/o subjetivos, que propiciaron el desarro -llo de ese modelo de ocio. Gran parte del estudio presentado aquí fue hecho

en el año 2013, como trabajo final de graduación con el título Diversão nunca

é demais. En aquella investigación hicimos un tipo de etnografía histórica, así algunos experts podían denominar la metodología de colección de datos

produ-cida. Procuramos hacer un enfoque empírico basado en la antropología reflexi

-va geertziana que nos propone la realización de trabajo de campo, marcado

por un diálogo entre los puntos de vista del investigador y del investigado. El

enfoque empírico fue de naturaleza cualitativa, con base en una perspectiva fe -nomenológica, esto es, que pretendemos comprender este hecho social desde el punto de vista de los dirigentes y ex dirigentes de los clubes, así como de los socios y ex socios. Decidimos insertar esa parte al universo, ya que se trata de individuos que están o estuvieron más próximos al club y que vivieron el día a

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-ma al te-ma u objeto trabajado. A continuación hicimos el levantamiento de da-tos relevantes, investigamos en noticias de periódicos, revistas, en columnas sociales y, eventualmente, documentos previstos por los propios clubes, como

estatutos, por ejemplo, siempre recorriendo a las tres principales fiestas que

eran emprendidas en los clubes durante el año: el Carnaval, la principal de

ellas; San Juan; y el Año Nuevo. Aquí dejamos en foco sólo la fiesta de carnaval. Creemos que la utilización de estos métodos ha traído una mejor relación entre

investigador y objeto de estudio. Posteriormente, pasamos a las fases de en-trevistas abiertas semi-estructuradas con los partícipes de este objeto, con los socios y dirigentes, del presente y del pasado, a modo de buscar y comprender, la situación de esos espacios hoy. Aquí presentaremos, de manera reducida, la parte teórica y los principales resultados con nuestras interpretaciones.

El tema y objeto de esta investigación tuvieron como propósito caracterizar los

elementos que condicionaron la decadencia en el uso de los espacios de los

clubes sociales en Aracaju a partir de los años 90 del siglo XX. Desmenuzando

ese objeto intentamos descifrar por qué un espacio que era muy frecuentado, cuando Aracaju no tenía los indicadores socioeconómicos de la actualidad,

declinó cuando la ciudad empezó a crecer, tanto demográficamente como eco -nómicamente. De esta forma, esta investigación fue útil para desvendar ese fe-nómeno que inquieta, hasta cierto punto, a las personas que tienen a partir de 30 y 40 años de edad, por haber sido un espacio tan célebre para la sociedad aracajuana. Por lo tanto, este trabajo buscó dar esa contribución, sumándose a los aportes sobre la historia social de la ciudad, que a pesar de tener más de 150 años desde la fundación, aún no posee, siquiera, una recopilación de

trabajos sobre sí misma, que haga justicia a su dimensión y pujanza actual en

el escenario brasileño.

El proceso de Ocio

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fenó-meno social específico sólo fue percibido en la modernidad, consecuencia de

la Revolución Industrial. En el inicio de los estudios de este fenómeno, siempre, o por lo menos en la mayoría de las veces, era considerado como un

contra-punto al trabajo. Esto significa que el ocio era la actividad ejercida en todo y en

cualquier espacio de tiempo libre del individuo fuera del trabajo,

genéricamen-te. Era así, por ejemplo, que Joffre Dumazedier (1979) pensaba el ocio. Sin embargo, no debemos olvidar de que el ocio, entretenimiento, gozo, ya hacía

parte del contexto cotidiano de los individuos; porque estos elementos son de

características inherentes a los seres humanos. Como Huizinga (1993) escribió

en el prefacio de la magnum opus: “… es en el juego y por el juego que la

civili-zación surge y se desarrolla” . O sea, por lo lúdico, por el gozo. El ocio no debe

ser apenas relacionado con el trabajo, sino también con las otras actividades del no ocio, de tiempo libre. Como bien escribió Elías (1992), toda actividad de ocio es una actividad de tiempo libre, sin embargo no toda actividad de tiempo libre es ocio. El fenómeno en cuestión es fruto de un proceso largo y continuo, que por veces, sufre con idas y vueltas no siempre de forma linear. Recordando

que, tales fenómenos no son estáticos, delimitados del inicio al fin, son, en realidad, flexibles, cambiándose constantemente cabiendo a los investigadores sociales caracterizar sus diferentes procesos de formación, estructuración y/o decadencia, como es este caso específico que estamos investigando.

Para Dumazedier (1979), y también Stanley Parker (1978), contemporáneo del colega francés, aunque con una influencia menor, por lo menos en la academia brasileña, el perfil analítico de los sociólogos, en lo que respecta al ocio es la

interacción entre el comportamiento individual y la estructura social, o sea, la relación que el agente tiene con el ocio y el contexto social. Así es que,

quera-mos o no, el ocio aún así es influenciado por la estratificación social. Esto hace referencia que la clase y/o renta tienen cierto influjo en el ocio derrochado por

el individuo, ocasionando diferenciaciones, sea de cual ocio se trate, de qué

manera o por qué fuese realizado. Las elecciones de cual ocio realizar, por ejemplo, refleja la etapa de la búsqueda de una identidad que se desea a al

-canzar. Esos espacios de ocio no sólo prestan un servicio, sino también tienen importancia en la creación y en cómo atiende a un ocio específico.

(3) | Casi todas las citas presentadas fue-ron traducidas del portugués para el es-pañol por el autor, excepto las citas de las

obras El proceso de la civilización y Deporte y ocio en el proceso de la civilización que

pudimos encontrar versiones en español

(7)

Según Parker (1978), el ocio no debería ser cuantificado y disminuido a núme -ros de horas. Este autor, critica muchos trabajos producidos hasta entonces que se proponen a medir sencillamente el ocio de las personas teniendo en

vista apenas el tiempo libre de ellas. Hizo críticas a algunas concepciones de ocios existentes en la época, dialogando con Dumazedier.

Además, observamos que en las últimas décadas, el ocio ocupa un espacio

sig-nificativo en los periódicos académicos, con relevancia para la organización de

grupos de investigación congregando las más diversas áreas de conocimiento.

Algunas de las razones de esa visibilidad ascendente son: la comprensión en -tre cultura y ocio, punto central en esa área; el desarrollo de una fuerte y cre-ciente industria del ocio y del entretenimiento, apuntada como una promisora fuente de negocios; aumento de las iniciativas gubernamentales, como ejem-plo, los re-usos de centros urbanos generalmente vueltos al ocio; y los cuestio-namientos acerca de la asepsia de la sociedad actual, construida a partir de la

centralidad y valorización extrema del trabajo. Todo eso denota un sentido de sofisticación en el ocio actual.

Por todo eso, seguimos más la teoría de la sociología eliasiana que pensó tal

fenómeno fuera de las “presiones” del trabajo. Un fenómeno de extrema impor -tancia para el individuo contemporáneo en el cual durante espacios regulares – o no – de tiempos puede expulsar sus sentimientos de satisfacción y alegría. “Pocas sociedades humanas, por no decir ninguna, existen sin un equivalente

de nuestras actividades recreativas, sin danzas, simulacros de combate, nú -meros acrobáticos o musicales, invocaciones ceremoniales de los espíritus – en resumen, sin instituciones sociales que, por así decirlo, proporcionan alivio

emocional contrarrestando las tensiones y los esfuerzos de la vida ordinaria con sus serias luchas, peligros, riesgos y coacciones” (Elías; Dunning, 1992,

p. 60).

Así siendo, después de las lecturas de las obras El proceso de la civilización

(1987), A sociedade de corte (2001) e Deporte y ocio en el proceso de la

ci-vilización (1992), todos escritos por Norbert Elías, observamos que el ocio es

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obligación, usado para fortalecimiento del «cuerpo y de la alma» como decían los antiguos, o sea, físico y mental. ¿Y dónde el individuo puede encontrar esa «estimulación emocional» que es el ocio en la contemporaneidad? Una de las opciones es el club. Espacio de ocio reservado donde es posible emprender relaciones sociales particulares mientras los individuos están en su tiempo

li-bre. ¿Y el club se configura como una institución civilizadora? De cierta forma

sí. En las sociedades industriales contemporáneas en que vivimos la fuerte excitación – rabia, alegría, miedo, entre otros – sólo es comprendida, siendo en el restante de los casos impedidos, en dos situaciones: cuando envuelve

indi-viduos que están insertados en categorías marginales, como niños, deficientes

mentales, hinchas (Elías; Dunning, 1992) ; o en períodos previamente esta-blecidos, como fechas conmemorativas, festejos. Es hasta comprensiva esa re-ducción de las emociones, pues cuando una persona está cargada de euforia,

excitación, puede tornarse difícil su control. La propia palabra portuguesa lazer viene del latín licere que significa algo lícito, algo que es permitido. Es en ese es -pacio que entra la función del club como un es-pacio de ocio, cerrado, para ser el locus del «descontrol controlado» de las emociones de los individuos. “Pero esta exclusión de las necesidades corporales de la vida pública, así como la regulación y modelación correspondientes de la vida impulsiva fueron posibles únicamente porque, a la par con la sensibilidad creciente se inventó un utensi-lio técnico que resolvió de algún modo este problema de la exclusión de tales

funciones de la vida social y su reclusión en otros lugares” (Elías, 1987, p. 181).

Es en ese espacio que ocurre, el que Elías denomina acontecimientos

recreati-vos que son nada más que actividades lúdicas con fin de descanso y distensión; acciones hacia el gozo que son más preponderantes a la hora de la elección de

cual actividad participar para satisfacción propia del individuo; al contrario de

otras situaciones del cotidiano, en el cual la persona prefiere, o aún pondera, la satisfacción de su próximo al contrario de la suya. Una situación que ejemplifica

eso, de la preocupación con el otro en detrimento de sí mismo, es cuando en las actividades del “… trabajo, tal como está estructurado en nuestras socieda-des, la gente siempre decide en gran medida hacer esto o aquello después de tomar en cuenta a otros individuos de quienes puede decir «ellos», (…), si bien,

naturalmente, el aspecto «yo» nunca está totalmente ausente” (Elías; Dunning, (4) |Otro material que discute ese tema

es-pecífico es la obra de Bill Bufford, Among

the thugs.

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1992, p. 117).

Es en esa situación pública, única por señal, que las decisiones individuales son llevadas en cuenta antes de las decisiones colectivas. Tales hechos depen-den de las oportunidades construidas previamente, siendo que son habitual-mente formadas por fuertes necesidades de estimulación social, pudiendo ser directamente o en convivencia con el ocio. Un ejemplo de eso son las redes de sociabilidad formadas a través de las idas a los clubes. Estas actividades de

tiempo libre que son realizadas en los clubes, son denominadas «miméticas» , por tratarse de un tipo de participación con un elevado nivel organizativo, como miembro de una organización, con el objetivo de «destrucción» de rutina, de

descontrol, de experiencias emotivas compartidas voluntariamente,

general-mente alcanzadas por medio de movimientos corporales o por medio de la so

-ciabilidad que es inherente, como en fiestas, por ejemplo. Incluso, la cuestión

de la quiebra de rutina es un modo particular de «riesgo» que el ocio engendra en su rastro. Él desafía la orden de rutina, pero sin colocar en riesgo los medios de subsistencia.

El autocontrol ejercido por los individuos, sea en espacios públicos o privados, es asegurado por los tabús impregnados por las sociedades. Entonces el ocio se torna un instante de la producción de situaciones agradables liberando las tensiones producidas por la vida cotidiana. Un fenómeno que produce

excita-ciones espontáneas y elementales «enemigos» de la vida pacífica. “La sociedad comienza a reprimir los elementos de placer en ciertas funciones por medio al temor; o, mejor dicho, comienza a privatizar tales funciones, a recluirlas en la

«intimidad», en el «secreto» de la vida de los individuos, haciendo que los únicos sentimientos sociales frente a ellas sean los de carga negativa, el disgusto, el

asco, la repugnancia” (Elías, 1987, p. 183-184). Llega a ser natural la necesi -dad de la liberación de tales tensiones para la buena salud de la persona.

Como los acontecimientos recreativos que proporcionan tales sentimientos, es-tán al margen de las rutinas individuales, su rol no es apenas el de liberación de las tensiones, pero da renovación de las mismas como un ingrediente vital a la salud psicológica de la persona (Elías, 1987). Es en la actividad de

entrete-5

(5) | Mimética en el sentido eliasiano

sig-nifica tipos de hechos y experiencias en el

ocio experimentados de manera artística

en relación con la realidad. No significa

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nimiento donde se producen sentimientos fuertes tales como la producción de

endorfina y adrenalina, consecuencias del bienestar sentido, de la alegría, de

la exaltación, de la euforia. Cuanto mayor sea el grado de intensidad de situa-ciones que provocan tales elementos, mayor será la sensación de satisfacción.

Quizá deba ser por eso que prazer e lazer tengan sus semejanzas morfológicas

y en el sonido, y no solo en la lengua portuguesa, sino también en el inglés (pleasure y leisure) y en el francés (plaisir y loisir), por ejemplo. Mientras que en la lengua española eso no sigue esa misma lógica. Curiosamente, siguiendo

esta perspectiva morfológica, la palabra locura en la lengua francesa significa

folie, casi como folia en el portugués, que tiene en el Brasil un sentido de

jugue-tear, broma, fiesta, o sea denota un sentido de descontrolado.

Como podemos notar, nuestro foco con el presente trabajo es el

entretenimien-to en un lugar específico: el club. Esta entidad se define como una colectividad

de personas reunidas con un interés compartido, con el objetivo de ocio, en-tretenimiento, descanso, recreación, que posee un espacio físico determinado, comúnmente denominado sede, y los individuos que desean frecuentar sus dependencias y actividades, tienen que pagar obligatoriamente, una mensua-lidad. Se trata del socio del club. Esas instituciones son de carácter privado, algunas declaradas de utilidad pública, normalmente siendo administradas

le-galmente por estatuto, consejos y directores específicos para cada área. Ese

modo de aglomeración colectiva tuvo como embrión, los grupos de convivencia como es el caso de las logias masónicas, durante los siglos XVI y XVII. Grupos de adhesión voluntaria que no estaban conectados directamente a la corte, fuera del control gubernamental de entonces, y estaba arriba de las clases populares; en estos grupos de pequeñas sociedades eran practicadas

conver-siones, lecturas en voz alta y después las comentaban.

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prac-ticaban juegos de tableros permitiendo exentarse tanto de la multitud, como de la soledad. Se trataba de reuniones más privadas que de la comunidad en su conjunto, como la villa o barrio, de la condición social o de la ocupación profesional, aunque, claro, más amplias que las familias. Es decir, se deja de

tener una sociabilidad pública en las calles y en las plazas, para concurrir a una

sociabilidad privada.

El privado fomenta una situación en el cual el individuo escoge el tipo de com-pañía con la cual quiere disfrutar el tiempo libre, para hacer algo que huya a la rutina diaria, consintiendo una intimidad de la convivencia que sería prohibida dentro de las relaciones familiares, aunque, comúnmente se haga mención a una hermandad (brotherhood) simbólica entre los pares de una misma asocia-ción, una vertiente igualitaria de la terminología familiar que esas entidades privilegian (Aymard, 1991). Por ejemplo, socios confabulan entre sí usando tér-minos, como: «hermano de alma» o «hermano de espíritu».

Los primeros locales de reunión exterior a la casa de los pequeños grupos del siglo XVIII mencionados eran las tabernas, bares y cafetería. En el siglo siguien-te esos lugares también servirían de reunión de los grupos de aglutinación co-lectiva que después se transformarían en la institución moderna, de los futuros

clubes tal como nosotros conocimos en los días actuales. El club, cuyo signifi

-cado inglés viene de for clubbing, significa «para reunirse», fue también el salón

literario (salón) de los siglos XVII y XVIII, una creación británica y burguesa que

refleja las características sociales de la época, cuáles sean, disponibilidad para

el ocio, laicidad, igualdad y masculinidad, por lo menos en un primer momento de la trayectoria de esa institución. Más allá de la diferencia de los locales de creación entre club y salón, éste creado en Francia y aquél en Inglaterra, hay también una distinción en cuanto al local de encuentro que es siempre exterior

a la casa, un local cerrado donde sólo los miembros filiados tienen acceso. Otra

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El objetivo de ese modelo nuevo de asociación es el de la sociabilidad genérica

que se especializa para un fin político, literario o deportivo, por ejemplo. Ahora, bajo una perspectiva más racionalizada e institucionalizada, antes, siendo ad

-ministradas por reglamentos y estatutos, interiorizando reglas de convivencia

social, perdiendo así la espontaneidad y la informalidad, teniendo, incluso,

pe-nalidades fijadas para desvíos e infracciones en las conductas verificadas con -forme a las normas aceptadas por la institución. En las palabras de Baechler (1995) el club es “una de las expresiones sociales más características de la

modernidad” del siglo XIX . Un reflejo del que fue aquel momento, substitución

de las clases aristocráticas por las clases burguesas, de los profesionales libe-rales, y eso también ocurrió en el espacio de sociabilidad de la clase dirigente de la época. Será sólo en la segunda mitad del siglo XIX que surgirán en Europa

asociaciones en los mismos moldes sólo que con otro fin: el socio-deportivo.

Conviene resaltar que nuestra investigación recae apenas sobre los clubes sociales, los cuales tienen como características principales la recreación y la

sociabilización, distinguiéndose así, de los clubes de fútbol profesional, por ser

instituciones con otro tipo de intereses, aunque en algunos casos, ellos pue-dan también reunir actividades asociativas.

El asociativismo en Brasil tuvo sus dificultades iniciales por haber sido la Terra

Brasilis, la colonia de una metrópolis europea. Siendo así, la Corona portugue-sa buscaba cohibir la convivencia asociativa entre los brasileños y entre los inmigrantes que para los trópicos vinieron. Las primeras asociaciones fueron aquellas vinculadas a la Iglesia, que tenía como objetivo la caridad, la asis-tencia médica y la funeraria. Otra institución asociativa inicial en Brasil fueron

los quilombos , coherentes debido a la localización estratégica y por el gran

número de contingente. María Cristina Wissenbach (1998, p. 123) destaca ese aspecto asociativo del negro algo que el sociólogo Artur Ramos ya había des-tacado en la obra O espírito associativo do negro brasileiro, que “… obligados a restaurar nociones y valores perjudicados por la experiencia de la esclavi-tud, los esclavos y ex esclavos recobraban el sentido de familia en direcciones amplias, extendiéndolo de las células nucleares para el contexto de grandes

parentelas, movilizadas por medio de jerarquías”; una noción de pertenencia 6

7

(6) | En el capítulo escrito por Baechler (1995), la traducción del francés para el portugués para la palabra cercle quedó en-marcado, pero en el propio texto él destaca que el equivalente inglés a ese término es la palabra club.

(7) | Quilombo en Brasil significa una loca -lidad donde se refugiaban los negros

es-clavos cimarrones, era un lugar organizado

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que fue fundamental para el proceso de reorganización social del negro, culmi -nando en el surgimiento de las religiones de matrices africanas en Brasil. Sólo con la llegada de la familia real portuguesa a Brasil en 1808 hubo una renovación y abertura al país, con la aparición de la prensa, uno de los

ejem-plos, fue que empezó a difundir las costumbres de la corte y de la elite del

viejo continente. A partir de entonces asociaciones con otras características podían ser fundadas, como las comerciales, políticas – caso de los clubes

repu-blicanos, de beneficencia, literarios, científicos y otros que reunían inmigrantes específicos de cada país.

Con el pasar del tiempo, el proceso de industrialización y urbanización del final

del siglo XIX fue creando brechas para el cambio de la capacidad de satisfacer los individuos. Curiosamente, durante la segunda mitad en ese mismo siglo, las

asociaciones, independiente de su fin, para que fueron fundadas y reconocidas por el Estado debían pedir autorización a la comisaría de policía más cerca;

después lo siguiente, el comisario y el subcomisario se encargaban de tomar

las medidas apropiadas para la realización de las reuniones para que todo ocu -rriese dentro de la orden establecida. El control se mantenía a través de las actas y estatutos de las agremiaciones que debían ser enviadas a La Sección

de Negocios del Imperio del Consejo de Estado para que fuesen analizadas las propuestas y definir si serían diferidas o no, o hasta, indicar alteraciones legales en la institución (Jesus, 2007).

Las primeras asociaciones socio-deportivas sólo aportaron en Brasil en el final

del siglo XIX, pero sería después de la Primera Guerra y al largo de los años 20 y

30 del siglo XX, que la fiebre deportiva, tanto cualitativa cuanto cuantitativa, to -maría a las elites brasileñas; primero, por los deportes náuticos, como el remo, y después por los deportes británicos, como críquet, fútbol, tenis y rugby. Tales asociaciones representan en la época una alternativa de entretenimiento y ocio en una sociedad aún cerrada y represora. Por señal, el camino de transmisión de valores y conductas siempre fue de Europa hacia Sudamérica, nunca al con-trario. Para tener una idea de la «copia febril» de los brasileños a los europeos en el siglo XIX, las elites brasileñas medio que habitaron “bajo la obsesión de los ‘ojos de los extranjeros’. Preocupada(s) con esos ojos, al igual que alguna

8

(8) | En este trabajo usaremos el término elite para designar el conjunto de hombres

(14)

vez vivieron bajo el terror de los ojos de los jesuitas o de La Santa Inquisición. Y

los ‘ojos de los extranjeros’ eran los ojos de Europa. Los ojos del Occidente. Del

Occidente burgués, industrial, carbonífero” (Freyre apud Mello; Novais, 1998,

cit, p. 604).

Cuanto a la finalidad, lo que mueve a una persona a afiliarse a alguna entidad,

sea ella sindical, lúdica o política, es el deseo de participar de algo colectivo, en común con otros que tienen el mismo objetivo. Una característica importante del asociativismo es el interés en común que determinadas personas tienen en participar de una agremiación, sobretodo, recreativa, o hasta alguna necesidad

específica que la persona busca satisfacer al ingresar en un club; puede ser la

búsqueda de descuentos en los festejos ofrecidos por la institución o la prác-tica de un deporte que sólo aquel club proporciona, por ejemplo. Al asociarse voluntariamente a un club, el individuo aumenta la red de sociabilidad a través de los canales proporcionados por los clubes directa o indirectamente, como:

fiestas, bailes, feijoadas, encuentros de celebración. Hay cierta homogeneidad

de comportamientos de los socios de clubes, o sea, ocurre una aglutinación de personas que conviven unas con las otras poseyendo un cierto nivel social, político y/o económico. Y si por aventura no se encuentra esa homogeneidad entre los socios, por lo menos, es posible detectar cierta tolerancia entre los asociados, ya que ese agente educativo es encontrado en todas las posibilida-des asociativas. “La propia característica del asociativismo de presuponer par-ticipación, genera necesariamente relacionamiento entre las personas, que es

factor educacional fundamentado en las relaciones sociales” (Carvalho, 2009,

cit, p. 41).

Los clubes que investigaremos son definidos como espacios de ocio por tra -tarse de locales donde es posible emprender relaciones sociales particulares mientras los individuos están en su tiempo libre. Estos espacios son

determi-nados por las especificidades de sus partícipes y tiene como objetivo, evitar el tedio social rellenando un hueco del tiempo libre en el cotidiano (Dumazedier,

1979). Tales relaciones son conocidas como redes, conexiones más o menos sólidas y exclusivas en las cuales un agente social establece con otro, que liga a

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sus intereses, gustos, pasiones, opiniones” (Baechler, 1995, cit, p. 65-66). El tema de ocio, creemos, viene adquiriendo una madurez en el seno de las

ciencias sociales sudamericanas. Desde la década de 1970, por lo menos en Brasil, se han ido creando núcleos y grupos de investigación al respecto en las universidades, más allá de artículos y libros. Se trata, por lo tanto, de un fenómeno de fundamental importancia en la comprensión de ese «mundo» la parte de la rutina del ciudadano, donde se puede disfrutar del entretenimien-to, relajarse y divertirse. Es como si fuese un territorio socialmente permitido, cuyo objetivo es la satisfacción personal, en cuyo recorrido puede acontecer

de todo con tal de que se alcance la meta final del éxtasis. “En cualquier caso, estas emociones, en su forma refinada y racional [destacado por nosotros], también tienen un lugar legítimo y específico en la vida cotidiana de la sociedad civilizada. Esta forma es absolutamente significativa en cuanto al tipo de trans

-formación de la estructura emotiva que se da en la civilización” (Elias, 1987,

cit, p. 240). Es en el paisaje urbano de la ciudad que pretendemos averiguar el ocio de los clubes. La ciudad es un elemento que comprende en sí una am-plitud exacerbada de signos de los más variables niveles y sentidos a las obras materiales e inmateriales, siendo que esa división es muy subjetiva, no es tan perceptible ya que hay innumerables grupos de personas que circulan por la

ciudad, diferentes entre sí y, que dan diversos significados a las construcciones físicas de la urbe – calles, plazas, predios, estatuas. Pudiendo perpetuar tales significados que, consecuentemente, ayudan a «tatuar» en la memoria colectiva del grupo que utiliza aquella determinada instalación de recuerdos y deseos

haciendo que tales sentimientos sean tan palpables y reales en cuanto lo con-creto y la piedra de la construcción material (Marinho, 2008).

Las Trayectorias sociales de los clubes y su

relación con la ciudad

Escogemos seis clubes para ser estudiados en este trabajo que tienen historias distintas, cada cual con su audiencia y características particulares. Sin

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la educación física en varias modalidades y el fomento de reuniones y diver-siones de estirpe social, artístico o cívico para el cuadro de asociados, incluso

patrocinando cursos y conferencias; la división societaria es otra semejanza,

generalmente divisiones en fundadores, beneméritos, honorarios, redimidos y propietarios. Las diferencias recaen sobre el grado de restricción a la inserción de nuevos socios, que iban más allá del valor monetario de la mensualidad, que

por sí sólo ya demuestra una barrera y exclusión social. Analizamos el Cotingui

-ba, el Sergipe, la Atlética, el Vasco, el Confiança y el Iate Clube.

Para poder comprender mejor esta coyuntura de los clubes con la ciudad,

des-tacaremos sus zonas. En Aracaju hay cuatro regiones específicas, cuyos habi -tantes, con el pasar de los años fueron creando vínculos sociales alrededor

de los clubes localizados en cada una de ellas. En la zona norte, fue creada la Associação Desportiva Confiança, fundada en 1936, con su espíritu opera

-rio y comúnmente evocando en el discurso del proletariado. En la zona sur, el

Cotinguiba Esporte Clube, de 1909, el club social de la elite y más antiguo de la ciudad, teniendo incluso como socios fundadores los integrantes de las fa-milias más tradicionales del Estado (Alencar Filho, 1984), y que fue perdiendo

esa característica elitista con el pasar de los años. Esta zona más tarde aco

-modaría dos espacios más de ocio, la Associação Atlética de Sergipe, de 1925,

conocida popularmente como la Atlética o Tricolor de la calle Vila Cristina, y el Iate Clube de Aracaju, de 1953, también conocido sencillamente como Iate o

ICAJU, que pasó a ser considerado el club de la clase alta aracajuana. El Iate y la Atlética caracterizadas por la rigidez en la admisión de nuevos filiados, te -niéndose en cuenta elementos como rectitud, idoneidad y exención, que para

estos dos clubes eran esenciales en pos de reforzar el respeto y la credibilidad.

“Art. 22 – Para ser admitido como socio de la ASOCIACION son necesarios los siguientes requisitos: (…); II)- tener nivel social compatible y disfrutar de buen concepto; III)- haber siempre ejercido actividad licita; IV)- tener condiciones físi-cas y psíquifísi-cas que permiten una convivencia social sin constreñimiento; (…);

VI)- prestar las informaciones complementares juzgadas necesarias por la Di

-rección; VII)- tener la propuesta aprobada por la Dirección” (Estatuto da Atlética de 1949 apud Silva, 2013, p. 108). En la zona oeste, el Club Sportivo Sergipe,

(17)

se transfirió al oeste yendo junto con el intenso movimiento de expansión para

aquel lado de la ciudad y el cual les atrajo para sus cuadros una buena parte

de la población proveniente del interior que vivía en la capital, y por fin, en la zona central, el Vasco Esporte Clube, de 1931, club más frecuentado por los

comerciantes y funcionarios públicos, hasta porque fue fundado por integrantes de eses dos segmentos.

La fundación de esos clubes, en su mayoría a partir de las primeras décadas del siglo XX, viene al encuentro de la ansia, por parte de la sociedad aracajuana por nuevos hábitos, inspirados en costumbres importadas, incluso del exterior, y el deseo de seguir pari passu las tendencias y conductas que se desarrollaban en

otros países, afinados con los principios del progreso y de la modernidad.

En esa acción modernizadora, las elites hacían de todo para esconder el pasado provinciano, la vergüenza de las conductas de los tiempos de los ingenios de Sergipe Del Rey, del azúcar que año tras año perdía importancia económica, de

los vestigios barrocos y bahianos de comportamientos de la nueva identidad urbana de la capital sergipana. Esos son los clubes que por más tiempo duraron, y hasta hoy algunos de ellos aún sobreviven. Más allá de ellos, una buena can-tidad de otros hace mucho tiempo se extinguieron, funcionaron por muy poco tiempo, generalmente hasta la década de 1950.

Debemos destacar que la llegada de esos nuevos espacios de ocio y de las nue-vas formas de sociabilidad por ellos iniciadas, consideradas modernas para los

habitantes, no comprometió la realización ni la participación de los aracajuanos,

por lo menos de algunos, en las antiguas formas de entretenimiento, casi siem-pre relacionadas al calendario religioso.

Para explicar el crecimiento socioeconómico de Aracaju, podemos empezar ex

-plicando la elevación demográfica de la ciudad. La capital sergipana tuvo un

gran boom poblacional durante las décadas de 1970 e 1980 llegando casi a los

60% de crecimiento (IBGE apud PREFEITURA MUNICIPAL DE ARACAJU, 2013).

En ese período, ocurre un salto extraordinario debido a las políticas de desarro-llo del gobierno federal y estadual que hicieron mover la capital, como la

cons-9

(18)

trucción del Distrito Industrial, la fundación de la Universidad Federal – ambas desarrolladas en áreas de la ciudad que entonces estaban expandiéndose, la

zona sur y la zona oeste. Gracias también al descubrimiento de petróleo e ins -talación de Petrobrás. Aún durante ese período, entre las décadas de 1960 e

1970, hubo una mayor expansión de la capital en dirección a la zona sur, donde actualmente se encuentran los barrios Salgado Filho e Treze de Julho.

La decadencia de los clubes sociales se da en el final de la década de 1990,

cuando la ciudad continúa creciendo, aunque, sin que esos espacios

acompa-ñen la nueva orden de interés de la población, empezando de ahí a perder sus

socios.

La fundación de los clubes es parte de los nuevos procesos de creación de

espa-cios de ocio exclusivos y restrictivos que filtra el ingreso de los usuarios adecua -dos a los nuevos patrones de conducta. Quien desobedeciese tales patrones, estaría sujeto a los agentes públicos del Estado que históricamente siempre sustentaron la posición de las elites, véase los Códigos de Postura del siglo XIX. En ese caso, hablamos de la policía que siempre ha presado por la orden y mo-ral pública, incluso, ejerciendo un papel pedagógico de educar a aquellos que desconocían las nuevas reglas de conducta en ese nuevo Brasil republicano. Siendo así, las elites se diferenciaban del pueblo, teniendo sus hábitos legiti-mados y corroborados por sus pares, al contrario de las prácticas consideradas populares.

Los Festejos

Para el impulso de esta investigación, con el objeto de percibir la profundidad de la importancia de los clubes para la vida social de la ciudad, decidimos

presen-tar la fiesta de carnaval, que es la principal, es a través de ella que los clubes re

-caudan la parte más grande de sus haciendas, más allá del objetivo de reforzar

el sentido de convivencia entre asociados y dirigentes. Pero, además de esas fe-chas, los clubes tenían otros festejos considerados de menor importancia, como Navidad, Fiesta de los Reyes y las matinées .Estos eventos, sobre todo las de

fin del año, fueron incluidos en el calendario festivo de las asociaciones que 10

(10) | Así son llamadas las actividades de

entretenimiento – fiestas, espectáculos,

exhibición de películas – en Brasil que si

(19)

sufrieron un redimensionamiento estético y simbólico por ser celebradas en un círculo más amplio que el del ambiente familiar. “Anduve acertadamente la

dirección del prestigioso Club de Tenis [Atlética], resolviendo llevar a efecto en el día de Reyes dos fiestas, una infantil que tendrá inicio a las 16 horas, y otra, para nuestra alta sociedad [destacado por nosotros], a las 20 horas. La Aso -ciación siguió el ejemplo de los grandes clubes de las principales ciudades del

país, que promueven fiestas infantiles para los niños, hijos de sus asociados. El desenlace brillante que tuvieron la fiesta de Navidad y La Víspera de Año Nuevo es una seguridad de los sucesos de las reuniones bailantes del Día de Reyes” (Folha da Manhã – 04/01/43 apud Silva, 2013, p. 118).

Los clubes eran el espacio de ocio dedicado a las clases media y alta; y en menor grado a la clase popular. Aquellos que podían pagar más en la mensua-lidad, escogían entre el Iate o la Atlética, éste en un nivel un poco abajo del

ICAJU. Ya el Cotinguiba, lo cual cayó en el ranking de preferencia de la clase

alta, a pesar de haber sido fundado por miembros de las familias más abas-tadas del estado, y el Vasco, siendo siempre el más popular de todos, que se ubicaba bien en el centro de la capital, cerca de los mercados. Concentraba integrantes de la clase trabajadora que tenían un poder adquisitivo mayor que sus pares de esa misma clase, cobrando precios más reducidos en ciertas oca-siones. Para tener una idea, las entradas en los bailes de Carnaval de Atlética costaban el doble de los precios cobrados en el Vasco (Melo, 2013). Cabe notar que entre las décadas de 1960 y 1970, no supimos precisar el año, el Sergipe

y el Confiança dejaron de aparecer como locales de fiestas; eso ocurrió porque

ya estaban desviadas sus atenciones sólo para el deporte.

Con la difusión de los clubes sociales por Aracaju ya a partir de los años 1930,

tales espacios de ocio proporcionaron, quizá no deliberadamente, una reconfi -guración en el modo de festejar. Es decir, más allá de la calle, que fue re

signi-ficada, existía el salón del club para entrar na folia. La calle fue re significada

porque fue «cedida» para aquellos que no podían pagar la entrada en un club,

pues con la fiebre de los festejos restrictos el interés de la población, en gene

-ral, para las fiestas en la calle acabó disminuyendo, excepción a la fiesta de San Juan. O sea, Aracaju en un momento dado dejó de conmemorar sus fiestas

(20)

públicamente a través de crónicas en los periódicos.

Despierten muchachos, queremos hacer algo por el carnaval aracajuano. El cansancio es demasiado. Hemos tenido noticia de la alegría en el interior del estado, donde hay más vibración que acá. En Propriá, según supimos, el Rey Momo ya apareció gordinflón como mereciendo algo a la su fama de glotón y emérito borrachín. Sin embargo, en Aracaju, en la Capital hay apatía. ¡Ostras! ¿Qué gente de sangre de cangrejo es esta? Dicen que los ‘caballeros’ están entrenando una buena procesión báquica, que lo otro, ‘O amanhã tem mais’, también están ensayando. Pero, son gotas de agua en el océano. ¿60 mil per-sonas sólo dan amuestras de Carnaval? Mientras esta nota se da por nuestros clubes: Recreio, Atlética, Cotinguiba, Sergipe, caballeros andantes están orga-nizando óptimas noches bailantes para sus asociados. La intendencia, celosa, incansable, estableció premios para la música de carnaval escritas entre no-sotros, ¿‘dónde está’, sin embargo, el Carnaval de las calles? (Folha da Manhã 17/02/34 apud Silva, 2013, p. 114).

En la década de 1950 empiezan a afirmarse los festejos promovidos por los

clubes con gran destaque del carnaval aracajuano, pero aún disputando la preferencia de los juerguistas con el carnaval callejero. Los cuatro días eran rellenados por la alegría en los clubes, las personas iban fantaseadas, llevaban sus chicos para que ellos se divirtieran en la tarde, mientras los adultos por la noche. Eran prestigiosos por la visita «real» de Momo y su séquito anuncia-do por clarines y la animación quedaba por cuenta de grupos musicales. De

acuerdo con las entrevistas concedidas, eso tiene dos razones que verificamos

satisfactoria: la primera, es que el abandono por parte de la elite a los festejos callejeros como forma de prevención a la propia seguridad; la segunda, es que

con la compra de mesas y entradas, la clase superior podía gastar la cuantía fi -nanciera que bien entendiese en Pro de su propia diversión sin preocupaciones futuras. El carnaval privado fue un hueco que los clubes ofrecieron frente a la

falta de incentivo del poder público a la fiesta en la calle.

(21)

por determinación de la Secretaría de Seguridad. En tal periodo, aún había mucha cercenadura de las emociones por parte del Estado, consecuencia de la

lógica «pacífica» a través de la fuerza que se imponía en Brasil en los primeros

años del régimen militar.

En una ciudad donde prácticamente no existía el carnaval callejero, que atraía un gran número de personas, los clubes concentraban casi toda la animación de la capital. De día, el juerguista aprovechaba para descansar, pasear con la familia, ir a la playa, a la noche en los clubes era diferente: “… a la noche, a folia pega fogo, con la cobertura de los bailes en los clubes, punto alto del reinado

de Momo en la capital sergipana” (Melo, 2013). O sea, el club era un local para

ver y ser visto en la sociedad, donde se concentraban todas las atenciones de

la ciudad en el período festivo. Y en la mañana de Miércoles de Ceniza ocurría

un encuentro de juerguistas de Iate con los del Cotinguiba, entre cinco y seis

ho-ras de mañana, en la principal avenida de acceso al barrio Treze de Julho, con derecho la orquestra, y recorriendo las calles adyacentes con el fin de coronar

el carnaval que ha pasado; y también como forma de dar una oportunidad para

aquellos que no tuvieron condiciones financieras para pagar la entrada en los

clubes citados.

El carnaval en los clubes era muy divulgado en los periódicos, no sólo por la cró-nica social, pero también con anuncios publicitarios, eso en el periodo áureo, repitiéndose año tras año.

Los clubes en Aracaju también fueron un importante espacio para los

homo-sexuales, sobre todo en las décadas de 1970 y 1980 porque ahí era realizado

los Bailes de los Artistas que era reconocida informalmente como la apertura

del carnaval en la ciudad. Era una fiesta protagonizada por las fantasías exó -ticas de los juerguistas transexuales y homosexuales, hasta participaban las principales personalidades nacionales de ese medio. Discriminados durante todo el año, aunque en aquel momento festivo eran aplaudidos y las personas que no entraban, por lo menos iban a la puerta de los clubes a verlos

exhibien-do sus trajes de fantasía extravagantes. Eran realizaexhibien-dos en el Vasco o en el

Cotinguiba, clubes que toleraban esa condición sexual; al contrario del Iate y Atlética que negaban sus espacios para ese tipo de baile.

(22)

shows de orquestras de ciudades fuera de Sergipe, principalmente traías de Recife. En el Vasco y Cotinguiba cuando no disponían de mucho dinero, se

con-trataba alguna orquestra del interior de Bahía. Algunos clubes llegaban a firmar

contratos largos de exclusividad con ciertos grupos musicales para que hubiese

la identificación banda/club/socio, como la Atlética hizo con Estação da Luz (Melo, 2013). Júntese a eso la preocupación, entre los clubes más abastados,

con la cuestión de seguridad privada y con la presencia de médicos contrata-dos exclusivamente para los festejos, lo que estimulaba la competitividad entre ellos.

Son impactantes, principalmente para la gente que vivió las décadas de 1960

hasta 1980, las fiestas propiciadas por esos espacios de ocio, las relaciones

sociales que fueron construidas y establecidas en esos locales, del tipo

profe-sional o afectiva, reforzando los lazos de sociabilidad horizontal, la hermandad

entre los socios, y la sensación de pertenencia comunitaria. Sólo que el número

de realización de los eventos se fue escaseando con el pasar de tiempo. Hasta mismo los clubes, que veían en la realización de eventos, un modo de recaudar

recursos para su propio mantenimiento, dejaron de hacerlo con la periodicidad de antes, debido a la baja presencia de sus socios. Una decadencia que no se explica solamente a través de factores externos y que también ha penetrado en el cotidiano de la ciudad. Esos clubes son espacios de sociabilidad por excelen-cia, un lugar que facilita la sociabilidad de los individuos que allí se encuentran justamente por el interés común y de ser sociable con sus pares.

Figura 1:

Baile carna-valesco en el C.S. Sergipe en 1938.

Fuente: Barreto, A. Cadastro in-dustrial, comer-cial, agrícola e informativo de

(23)

La ciudad de Aracaju, que fue construida por los gobernantes de Sergipe para que la provincia acompañara la modernidad. Parece que quedó impregnada

por la voluntad de aquellos hombres. Siempre la elite hizo posible la cuestión

de olvidarse del pasado colonial, o por lo menos, en aquellos momentos en que tal pasado no era conveniente. Y la ciudad fue creciendo con el pasar del tiempo, despertando el interés de extranjeros y tabaréus – pueblerinos. Con los primeros vinieron también los nuevos hábitos y costumbres, la Belle Époque al modo sergipano, presente en rasgos tan sutiles que a veces son casi

impercep-tibles. El hábito de tomar el colectivo para desplazarse, comunicarse a través

del teléfono o telégrafo, oír radio, ir al cine, y, también, de ejercitarse, embelle-cer y fortaleembelle-cer el propio cuerpo practicando alguna actividad física.

Fue en ese contexto que surgieron los primeros clubes, en el seno de la moda atlética, del remo y del entretenimiento. En esa época, aún se dividían con las

plazas la preferencia de los habitantes por los tipos de entretenimiento, sobre todo en ocasiones festivas como el carnaval, San Juan y el año nuevo. Los clubes tenían «áreas de actuación» delimitadas, divididas, entre zona norte,

central, oeste y sur, considerándose como punto orientador de esos límites el Cuadrado de Pirro ; pero al mismo tiempo, no había ningún impedimento de una persona que viviese en el barrio de Aribé (actualmente llamado Siqueira

Campos donde se ubica el Sergipe) fuera a divertirse en el São José (donde se

ubica el Cotinguiba) o viceversa.

Gracias a los recursos minerales del estado de Sergipe, ese crecimiento se aceleró aún más con el descubrimiento de petróleo en las ciudades de Car-mópolis y Riachuelo en la década de 1960, lo que permitió un gran desarrollo económico del Estado y, por consiguiente, de la capital, atrayendo para ella, un gran contingente poblacional, sobre todo a partir de la década 1970. Se fue-ron aglutinando por estas tierras gente de otras partes del Brasil y del mundo, siendo aún más frecuentes los no nativos. Con ellos también vinieron nuevos valores culturales que se fueron acrecentados a las costumbres locales. En esa

11

(11) | Cuadrado de Pirro es como quedó conocido el proyecto urbanístico del

inge-niero Sebastião Pirro que hizo un plan de ocupación que priorizaba el centro de la

ciudad en un formato semejante a un

ta-blero de ajedrez.

(24)

época, los clubes ya estaban con mucho prestigio junto a la sociedad sergipana como instituciones integradoras. Una persona de la clase media, por ejemplo, no pensaba en divertirse en el carnaval en otro lugar a no ser en el Vasco, Cotin-guiba, Iate o Atlética.

Es importante, incluso para la historia social de la ciudad, que fuera posible recordarse del valor que esas asociaciones tuvieron en la construcción identi-taria del aracajuano más antiguo. Debemos recordar que Cotinguiba y Sergipe,

por ejemplo, persisten con dificultades en el círculo de la sociedad de la capital

a más de 100 años, ambas son unas de las instituciones civiles más antiguas aún activas en el estado. Estos clubes, son inclusive anteriores a la Diócesis de Aracaju, la principal institución eclesiástica que se encuentran desde 1910.

Son, de hecho, instituciones civilizadoras, en el sentido eliasiano, pues se trata

de entidades que disciplinaron el uso de las emociones fuertes en el entreteni-miento y por mucho tiempo, fueron la «válvula de escape» del descontrol para las personas que deseaban desbordarse en los periodos de descanso. Si esas

instituciones no hubiesen sido importantes para esa disciplina del gozo, las per -sonas con más de 30 años no estarían, aún hoy, recordando los hechos y las situaciones que les marcaron, o estarían lamentando el momento actual de esas instituciones.

Lo que no podemos dejar de notar es la re significación de las manifestaciones

festivas promovida por los clubes, las cuales no solo cambiaron patrones

socia-les, con el florecer de los bailes en fechas específicas, sino también, un nuevo tipo de identidad cultural. Ese hecho social, en su sentido durkheimiano, forma

parte del contexto de la sociedad aracajuana desde la segunda mitad del siglo XX, contando con un nivel decente de publicidad, cambiando la ciudad en las fechas festivas y a través del cotidiano.

La problemática que abordamos en este trabajo fue la de la transformación de un espacio típico de ocio, que tuvo su auge durante 30 años, entre las décadas

de 1960 y 1980. Fueron responsables por la popularización del ocio de la po

-blación, impulsados por el intenso crecimiento demográfico de la ciudad y por

el crecimiento económico del estado. Por ejemplo, el padre podía jugar tenis, la

madre hacer aeróbica, la hija natación, el hijo fútbol, y en el fin del día todos se

encontraban en el restaurante del club para comer algo. Se fue desvaneciendo

(25)

playa y los condominios residenciales, cuyos servicios suplieron aquellos que

eran ofrecidos por los clubes. Junto a eso, hubo una mala administración de

algunos dirigentes y un modelo retrógrado de la gestión de las asociaciones. Recordamos que la construcción de todo este material no fue fácil, porque al tratarse del pasado interactuamos con la inexactitud y la ambigüedad de las palabras dichas o escritas. Por lo mismo hemos procurado asegurar de manera cuidadosa las diversas fuentes de información que nos fueron expuestas, sea a través de la oralidad del entrevistado o de las letras de los periódicos y libros. Concluimos nuestro análisis, destacando la decadencia de los clubes. Consta-tamos eso a través de entrevistas con personas involucradas en ese medio y de charlas informales con algunos socios y dirigentes terminamos yendo más

allá de las razones aparentes. Además del surgimiento de nuevos espacios de

ocio más dinámicos y de la inclusión de aparatos, antes casi que exclusivos de

los clubes, ahora también en urbanizaciones diversas, donde hay disputas de

preferencia con las playas del litoral norte y sur del estado facilitadas por bue-nas carreteras. Otro hecho que perjudica los clubes es la connivencia del poder

público con la realización del Pré-Caju faltando pocas semanas de comienzo

del carnaval que divide el juerguista dónde quisiera invertir su dinero. También fue constatado que el modelo de gestión de los clubes debiera ser cambiado para acompañar la dinámica de los nuevos elementos de entretenimiento que surgen día a día. El modelo pasado de sostenerse a través de los socios y

al-gunas fiestas en el salón solamente no son más auto-sostenibles, por eso, los

dirigentes actuales hacen préstamos bancarios y colaboraciones de alquiler de espacios internos para aún mantenerse vivos.

12

(12) | Pré-Caju es una fiesta de tres o cua -tro días que generalmente ocurre en la últi-ma seúlti-mana de enero. Muy semejante a los festejos del carnaval de Salvador. Figura 2:

Baile de Carnaval en el Iate Clu-be de Aracaju en 1975.

Fuente: Chaves, R. Aracaju pra

onde você vai? Edição do autor,

(26)

Figura 3:

Baile de carnaval en el Cotinguiba, en la década de 60. En destaque, la banda del maestro Eutímio.

Fuente: Ferreira, M. Acervo. Disponible en http://sergipeemfotos.blogspot.com. br. Acceso en 10 oct 2013.

Figura 4:

Baile carnavalesco en el Cotinguiba.

(27)

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