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Pequeñas promesas

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Academic year: 2020

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(1)Pequeñas Promesas. María Angélica Guerrero Guerrero. Asesores del Proyecto Mariangela Méndez y Juan Mejía Proyectos de Grado Universidad de los Andes 2012.

(2) Pequeñas Promesas “Hans Castorp miró alrededor de él. No veía más que cosas lúgubres, inquietantes, y sabía lo que veía, veía la vida del tiempo, la vida despreocupada y privada de esperanza, la vida muerta.” La Montaña Mágica. Los objetos a nuestro alrededor son paisajes estáticos, cómplices de un momento, testigos de nuestra historia. Aguardan en silencio, esperan y esconden en sus entrañas el tiempo convertido en polvo. Su presencia muchas veces inadvertida nos recuerda aquello que olvidamos, o, esa tarea pendiente que aún no somos capaces de enfrentar. Se convierten en seres silenciosos, en promesas congeladas en el tiempo. En esta muestra de dibujos de gran formato, están retratados objetos y lugares que han permanecido abandonados esperando ser accionados por alguien. Han sido testigo del pasar de los años, representan decisiones o promesas que a pesar del tiempo están sin cumplir. Cada uno de estos objetos habita en una atmosfera densa y oscura que da cuenta de su soledad y abandono. Representan, la nada, el olvido, el silencio que produce el miedo y la atracción al vacío. Objetos cotidianos que hacen parte de nuestro paisaje diario. Los vemos todos los días, pero rara vez nos detenemos a observarlos, porque detenernos en ellos, supone una reflexión sobre el porqué están ahí, y desde hace cuánto los hemos olvidado. Sin embargo su presencia funciona como una especie de recordatorio, los dejamos en su lugar e incluso, algunas veces los dejamos más visibles como promesa de un futuro más adecuado..

(3) Así, perdemos la noción del tiempo, de tanto esperar y aplazar no somos capaces de reconocer el paso del tiempo “nada cambia a nuestro paso; “allá lejos” es igual que “aquí” , “ahora” es semejante a “después”, el tiempo se anega en la monotonía infinita del espacio, el movimiento de un punto al otro ya no es movimiento, no hay tiempo.” Será por eso que siempre parece haber un mañana promisorio y cuando por fin nos decidimos, mandamos a arreglar el VHS pero ya nadie sabe para qué sirve eso. Estos dibujos son la manera que encontré de hacer público un comportamiento que encuentro repetitivo en mí y que he terminado por considerar una enfermedad. Tal vez íntimamente creo que retratar estos objetos, me dará por fin la fuerza para reconocerlos, y además para contrarrestar la atracción que ejerce en mí la nada, el vacío y el silencio..

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(5) Mi Enfermedad “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” sabio refrán que pronosticaría lo que desde ahora llamaré “mi enfermedad”. Suena el reloj despertador, son las cinco de la mañana, detengo la alarma, sé que en exactamente ocho minutos volverá a sonar, así que vuelvo a poner la cabeza sobre mi almohada, intento volver al sueño en el que estaba. Ya no sé con qué soñaba, suena otra vez la alarma, la paro, me sigo esforzando pero no pude recordarlo, así que mi cerebro rápidamente configura una nueva imagen, intento construir con eso otra historia. Suena la alarma, la paro, pienso que tal vez ya se me está haciendo tarde para salir, pero no quiero abrir los ojos ¿qué horas serán? tal vez las 5:30am. Invento razones para no abrir los ojos, afuera está lloviznando, está haciendo frío, la próxima vez que suene sí me levanto. Algo pasó, la alarma no sonó o mi cerebro convenientemente la ignoró, abro los ojos son las 6:10 am. No me sorprende, es lo que hago todos los días, pongo la alarma a las 5:00am, me levanto a las 6:00am, me arreglo y salgo a las 7:30am o 8:00am, mientras cojo la perilla de la puerta de mi cuarto me veo reflejada en el espejo de enfrente, me miro con desilusión y pienso que seré la única persona que pone el despertador desde las 5:00am para salir a las 8:00am. Pienso de nuevo: mañana sí salgo temprano..

(6) Hace muy poco tiempo descubrí una palabra, y desde entonces no he parado de usarla: PROCRASTINAR. Para sorpresa mía estas doce letras me permitían al fin darle un nombre a esto que desde hace tanto padezco. El diccionario de la Real Academia Española, da a esta palabra una definición muy precisa y contundente; procrastinar es diferir o aplazar, punto. Ahora entiendo, PROCRASTINAR, es un verbo o una acción que significa inacción -es muy contradictorio- . Afortunadamente la red nos permite ir tan profundo como queramos. Así pues, que entre los cuarenta y ocho mil resultados que generó Google, consulté el primero de ellos: Wikipedia. Fue entonces cuando Procrastinar pasó de ser un verbo que la RAE define con tan sólo dos palabras a un trastorno, una sintomatología: “Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente” Son las 12:00pm entro a la biblioteca, pongo sobre la mesa el computador, reviso el correo. Es la cuarta vez que lo reviso, más spam. Lo cierro, consulto la agenda, en letras verdes dice: escribir carta al consejo estudiantil para homologación de materias..

(7) Veo la hora, ya es la 1:00pm. Mejor me voy a almorzar, por la tarde escribo la carta. Bien, entonces estoy enferma. Viajo en bus, veo por la ventana pienso en el refrán y me digo -qué sabio refránpero también pienso que a pesar de ser un consejo sabio, los refranes de tanto ser repetidos, pierden su significado de manera que se vuelven pura ambientación. Pura cantaleta de mamá. Voy en el bus y pienso si “mi enfermedad” será muy grave, hace tanto que me vengo sintiendo mal. Antes solía llamarle a esto pereza y me sentía terriblemente culpable, pero ahora no sé qué es peor, porque saberme enferma me hace sentir víctima, sé que eso no me va a ayudar. El descubrimiento de esta palabra tan poderosa me ha permitido entender muchas cosas de las que hago o mejor, para ser más coherente, de las que no hago. 5:00pm estoy en mi cuarto, me recuesto sobre la cabecera de la cama, veo en la mesa de noche cinco libros uno encima del otro. Hace dos meses sólo había uno, ahora hay cinco. Cada vez soy mejor en el oficio de acumular, cualquiera diría que me los he leído todos, pero qué va, apenas si los he hojeado. Abro un libro leo un poco, tomo en mis manos una tarjeta que está cerca, separo la página y me prometo a mí misma que mañana volveré a leer. Pasa un día, un nuevo libro, una nueva tarjeta. Fue así cómo entendí muchas cosas de las que hago. Veo a mi alrededor, y ahora todo parece aclararse. Ahora entiendo el desorden ¿Por qué hay tantas cosas en mi escritorio, por qué hay un lazo que cuelga del techo frente a mi.

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(9) closet, por qué hay una montaña de libros en mi mesa de noche aún sin leer? Si lo conjugo bien, tendría que decir que PROCRASTINÉ, y eso es lo que he estado haciendo durante los últimos años de mi vida, y es así como vivo mi cotidianidad. Empezando y aplazando, todo al fin queda inconcluso, y los objetos a mi alrededor se convierten en paisajes, en objetos que fueron llamados para hacer, fueron pensados para la acción, pero ahora están ahí, esperándome. ¡Qué vergüenza! Ya es otro día, descubrí que mi enfermedad no es muy extraña, muchos la padecen, camino mi ciudad y descubro síntomas en todos, en todo. Edificios sin terminar, casas abandonadas, notas de urgente llamar, lucecitas de navidad en la ventana de una casa, andenes a medio construir rodeados de una cinta amarilla desgastada y roída por el tiempo, el lápiz de ojos del día anterior. Todos aquellos objetos, aquellos paisajes no son más que pequeñas promesas congeladas en el tiempo..

(10) Sobre el Dibujo y la Nada Cuando se habla de: diferir, aplazar, dilatar, esperar, se habla necesariamente de “tiempo”. Desaparezco en el tiempo, me borro, mis acciones confirman mi muerte, me hago minúscula en cada paso, cada palabra. El escritor suizo, Robert Walser, empeñaba todos sus esfuerzos en desaparecer, con el tiempo su letra se fue haciendo cada vez más pequeña, sustituyó el trazo de la pluma por el lápiz, porque sentía que éste estaba cada vez “más cerca de la desaparición, del eclipse “. Como Walser, empecé a deslizarme hacia el silencio, a extraviarme entre minucias..

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(12) Walser quería contrarrestar el peso de la vanidad que sin querer embriaga a los artistas. Su obra, en este caso la escritura, perpetuaba su existencia y fue por eso que se alió con el grafito para volverla tan efímera y perecedera como él. Ambos, Walser y yo, nos vemos atraídos por el silencio y la desaparición, sin embargo tenemos motivaciones diferentes. Él se entrega con plena consciencia hacia el vacío, lucha ante cualquier asomo de vanidad que logre hacerlo indeleble, yo en cambio me resisto a caer del todo en el abismo, es entonces cuando me decido a actuar, pero siempre vuelvo a caer y permanezco ahí esperando el mejor momento para volverlo a intentar. El tiempo que se gasta mientras esperamos es un tiempo muerto, como si jamás hubiera existido. Se podría decir que esperar siempre es largo, pero en realidad el tiempo que gastamos esperando es inmensurable, pues en él se devoran horas sin realmente vivirlas. Dice Thomas Mann bajo la figura de Settembrini en su novela La Montaña Mágica, que “el que no hace más que esperar se asemeja a un gran tragón cuyo órgano nutritivo arroja los alimentos sin extraer su valor alimenticio.” Y sí, tal cual ha sucedido conmigo, cohibida por el miedo, por el pánico que me envuelve ante la situación de tener que tomar una decisión y actuar, prefiero siempre esperar. Pues el futuro promete condiciones más favorables para aquello que quiero realizar. He descubierto que esta parálisis ha empezado hacerme cada vez más pequeña y a desvanecerme; hoy como Walser, entiendo que son nuestras acciones quienes confirman y refuerzan nuestra existencia, nos hacen visibles ante los demás e incluso ante nosotros mismos, nos dan un nombre y una identidad con la que nos presentamos al mundo. Aplazar, nos hace cada vez más tenues y nos acerca a la desaparición, nos difumina hasta arrojarnos a la nada, al blanco impoluto..

(13) Aún sabiéndolo, persisto y me dejo atraer nuevamente por el silencio y la nada, una vez dentro, me hago fuerte, me resisto a convertirme en ese gran “tragón”, pero finalmente cedo, así el ciclo vuelve a empezar. He comenzado a creer que no soy la única enferma, con desilusión he visto que la atracción hacia la nada es más común de lo que pensaba. Estar sumergida en el silencio, me ha permitido convertirme en una observadora y es por eso que puedo llegar a semejante afirmación, descubro en todas partes objetos olvidados, objetos silenciosos que siguen esperando en el tiempo contenido al que sus dueños los han sometido. He querido dibujar estos objetos y lugares silenciosos, tal vez con la intención de sacarlos del anonimato, o tal vez por reconciliarme con ellos. Probablemente he querido hacer una denuncia, hacer pública mi visión sobre esta ciudad enferma de “procrastinación”. Una ciudad siempre a la espera de un futuro cada vez más esquivo e inalcanzable. He queridos dibujarlos para contrarrestar mi deseo de procrastinar, aunque de alguna u otra forma al final me dejo arrastrar hasta que pasan días en los que el carboncillo no toca el papel. Casi siempre sucede cuando, después de un largo tiempo de estar dibujando, de repente me topo con un obstáculo, una forma o un vacío que aún no he podido entender. Entonces me alejo de la pared, me recuesto sobre la pared del fondo, me siento sobre una butaca y me quedó ahí mirando el dibujo durante varios minutos. Estando sentada, me doy cuenta que llevaba mucho tiempo de pie y sólo lo noto ahora que he parado de dibujar. Me doy cuenta de eso y pienso que el tiempo empleado mientras se dibuja es muy similar al tiempo gastado en la espera; en ambos casos es fácil perder la noción del tiempo. Lo positivo de dibujar es que esas horas vividas, aunque inadvertidas, al final dejan una huella: el dibujo..

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(16) Esas horas de productividad se acaban en el momento en el que depronto aparece un obstáculo difícil de saltar, así que observo el dibujo por un buen rato, miro el reloj y decido que mejor dejo ahí por ahora, me digo que a veces es bueno dejar de ver el dibujo un tiempo, pues después de haberlo dejado se puede ver la solución más fácilmente. Es lo de siempre, me lleno de motivos para aplazar y para no enfrentar aquello que se me presenta como desafiante. Me valgo del dibujo para retratarlos, porque es el medio que encuentro más sincero, su franqueza es justamente la herramienta que me permite expresar la pesadez, el estancamiento y la oscuridad en la que estos objetos silenciosos habitan. En el dibujo nada queda oculto, una línea jamás desaparece en un dibujo, aunque intentemos borrarla su marca buscará el camino para seguir existiendo. Es por esto que para mí el dibujo es el único medio en el que el concepto del tiempo se manifiesta explícita pero sutilmente. Dice James Elkins en una carta enviada a su colega John Berger que “El dibujo es el lugar donde la ceguera, el tacto, el parecido se hacen visibles, y es también el punto de la más delicada de las negociaciones entre la mano, el ojo y la mente. Por más que me guste la escritura, es el dibujo el que me demuestra todo lo que se puede decir con una sola marca, aparentemente descuidada” Precisamente a eso es a lo que me refiero cuando hablo de la franqueza del dibujo, cada gesto sobre el papel trae detrás una historia que no pude contarse con palabras pues para mí, el dibujo excede el lenguaje escrito. Lo puedo comprobar cada vez que tomo el carboncillo para dibujar cuando me enfrento con él en la mano al papel de dos metros de ancho por un metro cuarenta de largo; los primeros trazos son siempre torpes, intento que el carboncillo toque lo menos posible el papel, casi que dibujo en el aire, pues tengo miedo.

(17) de dañar la perfección del papel blanco. Finalmente lo toco y dejo mi marca en el papel, esta marca es siempre tímida, es miedosa y refleja completamente el estado en el que estaba cuando la hice, así que la borro y la vuelvo a hacer, tengo que repetirla varias veces hasta perder el miedo. Sin embargo sobre el papel queda impresa esa historia de ensayo y error, aunque las tape, aunque las borre, esas marcas encuentran siempre el camino para salir y hacerse visibles. Es por esto que confío en la franqueza del dibujo, porque no esconde nada, porque no finge ni adorna, el dibujo simplemente es. En el dibujo se manifiesta el concepto de tiempo, pues recoge historias, no se puede simplemente ver una imagen final, en él se reflejan todas las decisiones tomadas y todos los pasos dados. Cada línea en un dibujo es el resultado de un descubrimiento, al que sólo se llega por medio de prueba y error, hasta que finalmente, después de mucho intentar se puede dar el siguiente paso, es decir se puede pasar a la siguiente línea. Sólo se descubre por etapas, en el dibujo hay que ir escalando peldaños hay que ir paso por paso, la mirada se encarga de fragmentar el objeto observado, lo desintegra y luego vuelve a recomponerlo en el papel. El acto de observar obliga a la mirada a recorrer con los ojos el objeto que se va a dibujar, para realmente entender su forma, su estructura. Dice Berger que cada línea sobre el papel es un testimonio, un descubrimiento. Yo creo que el artista descubre y a la vez crea, pues el objeto dibujado, al estar sobre el papel se va desprendiendo cada vez más de su naturaleza y se convierte en otro objeto creado por la mano del artista. Así pues los objetos y lugares que he dibujado son solamente mi versión de ellos, además habitan un espacio que ha sido creado por mí. Cuando miro un dibujo terminado y luego veo el modelo en el que me basé, encuentro que hay una distancia ahora que los separa, por.

(18) más que reconozca a uno en el otro ya no puedo decir que son lo mismo. Berger utiliza la metáfora de atravesar un río para ilustrar lo que sucede al dibujar, las piedras en un río se asemejan a las marcas sobre el papel, saltar de piedra en piedra hasta atravesar el río, dibujar marca tras marca como si fuera un río que se ha dejado atrás. Con el dibujo no se intenta recrear una situación o un determinado objeto, se dibuja desde el interior y es por eso que se convierte en un documento autobiográfico pues informa sobre el descubrimiento de una determinada circunstancia, que hemos observado o que está en nuestra memoria. Insisto en esto de que, al dibujar se pierde la noción del tiempo, pues es como si entráramos en un mundo con un tiempo diferente, como si nos internáramos en el objeto para dibujarlo, al terminar salimos nuevamente a nuestro tiempo y nuestra realidad. Es por esta razón que el espectador frente a un dibujo puede identificarse con la visión del artista, la imagen frente a él se analiza desde la visión de quién la creó. A diferencia de como sucede con la pintura, que el espectador suele identificarse con el tema y a interpretar la imágenes en sí mismas, mas no con quién las hizo. Según Berger el espectador ante el dibujo “se identifica con él, y utiliza las imágenes para adquirir la experiencia consciente de ver como si fuera a través de los ojos del artista”. Me interesa ese aspecto, lograr que el espectador vea estos objetos y estos lugares a través de mis ojos y mi experiencia, y no simplemente como un objeto más alrededor. He querido además sobre dimensionar, algunos de estos objetos para hacerlos más visibles. Tal vez al darles una escala más cercana a la humana, puedan ser observados de manera más profunda, puedan dejar de ser pequeños objetos o ruinas a nuestro alrededor y recuperen su estatus, como aquello que.

(19) tiene una función específica y está siendo olvidada. Los dibujos que presento son un esfuerzo personal por esquivar mi deseo constante por procrastinar, demuestran la pesadez del tiempo muerto, el estancamiento y la frustración que se experimenta ante un proyecto inacabado..

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(21) Pequeñas Promesas María Angélica Guerrero Guerrero.

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Referencias

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