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El ejército a finales del Reino Nuevo en el Antiguo Egipto. José F. Alonso García. Los hombres del faraón. Deusto. Publicaciones

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Antiguo Egipto

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José F. Alonso García

Los hombres del faraón

El ejército a finales del Reino Nuevo

en el Antiguo Egipto

José F. Alonso García

Los hombres del faraón

El ejército a finales del Reino Nuevo en el Antiguo Egipto

En Egipto Antiguo, las referencias a la guerra, enemigos y fronteras han formado parte del modelo de identidad del Estado. Al margen de la innovación tecnológica, parte del potencial bélico del Egipto Antiguo fue resultado de la adopción de extranjeros en la organización militar. Los mercenarios especialmente libios y nubios, se integraron en el ejército egipcio accediendo a los recursos del templo y su enriquecimiento, especialmente

sus oficiales, a finales del Reino Nuevo.

El autor es Licenciado en Historia y Diplomado en Arqueología por la Universidad de Deusto. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro de EES

(Egypt Exploration Society) desde 1996. En la actualidad lleva a cabo un proyecto de investigación vinculado a los grupos de poder en el Egipto de la Dinastía XX.

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Los hombres del faraón

El ejército a finales del Reino Nuevo

en el Antiguo Egipto

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Los hombres del faraón

El ejército a finales del Reino Nuevo

en el Antiguo Egipto

José F. Alonso García

2009

Universidad de Deusto Bilbao

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A Lourdes, por su amor, a mis padres, por su tiempo, a mis amigos, por amigos

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Serie Letras, vol. 46

Ilustración de portada: Jamba de tumba del príncipe Mentu-herkhopshef (KV 19) donde se muestra el cargo de general del ejército (foto del autor).

© Publicaciones de la Universidad de Deusto Apartado 1 - 48080 Bilbao

e-mail: publicaciones@deusto.es ISBN: 978-84-9830-835-8

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Repro-gráficos, www.cedro.org <http://www.cedro.org>) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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9

Introducción . . . 11

Capítulo 1. Enemigos y Fronteras . . . 19

I. La Prehistoria y las primeras dinastías . . . 21

II. EL Reino Antiguo y el Reino Medio (dinastías III-XVII) . . . 23

III. El Reino Nuevo (dinastías XVIII-XX) . . . 31

Capítulo 2. Héroes recompensados . . . 47

I. Un enterramiento insólito. Los soldados de Mentuhotep . . . 49

1. Las excavaciones . . . 50

2. Los ocupantes de la tumba . . . 52

II. Ahmose de Abana. Una familia de militares de la Dinastía XVIII. 57 III. Un general al poder. Horemheb y el inicio de la Dinastía XIX . 61 Capítulo 3. El Reino Nuevo. La dinastía XX. . . 67

I. Los recursos medios de la guerra . . . 69

II. La protección de las fronteras . . . 80

1. La frontera oeste y los libios . . . 81

2. La frontera este y los “Caminos de Horus” . . . 85

3. El sur y la frontera nubia . . . 89

III. La familia real y la estrategia del poder. . . 92

1. Los hijos del rey. La posición en el poder . . . 92

2. El papel de las mujeres de la realeza . . . 99

3. Los hijos del rey en el culto . . . 103

4. Los hijos guerreros del rey. . . 107

Índice general

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IV. Los oficiales del rey en el Delta (Bajo Egipto) . . . 112

V. El ejército del norte . . . 124

VI. Ejército y poblamiento en Egipto Medio. . . 135

1. Generales en Heracleópolis y Asiut . . . 143

VII. El poder en Tebas . . . 147

1. La familia de Bakenkhonsu . . . 149

2. La familia de Ramsesnakht . . . 153

3. El ejército en Tebas . . . 160

4. Militares en las canteras . . . 172

VIII. Nubia: Los virreyes guerreros . . . 173

1. Las fortalezas nubias . . . 173

2. La primera etapa: una familia del Delta en Nubia . . . 183

3. ¿Un virrey de transición? . . . 187

4. ¿Una familia tebana en Nubia? . . . 188

5. El último virrey . . . 190

6. Administración “colonial” y ejército . . . 195

7. La administración en Nubia . . . ??? IX. Concesiones de tierras a militares . . . 199

Conclusiones: Militares en el poder . . . 209

Anexo . . . 223

Créditos de las figuras . . . 225

Agradecimientos . . . 227

Abreviaturas . . . 229

Bibliografía . . . 233

Índice de personajes . . . 261

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Abordar el estudio de un período de Egipto antiguo siempre represen-ta un reto dado el volumen de información de que se dispone, represen-tanto en fon-dos arqueológicos como por la sorprendente riqueza informativa que aguarda ser investigada. Por otro lado, la constante presencia de nuevos descubrimientos como las excavaciones en curso son un filón inagotable de información que poco a poco va completando algunos de los “huecos históricos” en tan amplio espacio temporal.

Al margen de la idoneidad de la documentación, que no siempre es la deseada, dado el carácter aleatorio de la misma, es fundamental la aplica-ción de una metodología que nos permita reconstruir el pasado a partir de los datos de que disponemos1.

El punto de partida para el análisis del período ramésida que compren-den las dinastías XIX y XX, es la monumental obra de K. Kitchen

Rames-side Inscriptions, más popularmente conocida como KRI2. Corpus de

ins-cripciones como fuente primaria; el dato puro arqueológico de carácter epigráfico sobre el que se asienta la documentación relacionada con los monarcas y personajes relevantes del Egipto ramésida, además de toda una serie de referencias de carácter civil, religioso y militar. A todo ello, hay que añadir las series de publicaciones de ámbito nacional e internacional

1Respecto a fuentes primarias e historia, GOZZOLI, R., The Writing of History in Ancient

Egypt during the First Millenium BC (ca. 1070-180 BC). Trends and Perspectives, págs. 1-17.

2KITCHEN, K., Ramesside Inscriptions. Historical and Biographical. 8 vols. (1975-1986) y

Ramesside Inscriptions. Translated and Annotated, 4 vols. (1993-2003). Conocidas como Kitchen’s

Ramesside Inscriptions (KRI) .

Introducción

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vinculadas a la labor de investigación y documentación del Egipto faraó-nico.

Dos obras sumamente interesantes para entender las interrelaciones entre la arqueología, la antropología y su interpretación son la de Barry Kemp Egipto Antiguo. Anatomía de una civilización y la más reciente, dirigida por Judith Lustig, Anthropology and Egyptology. A Developing

Dialogue. Son referencias fundamentales para conocer la dirección que

está tomando la investigación histórica actual.

Por otro lado, conceptos como “elite”, “política” o “clase dirigente” proceden de los estudios sociológicos. Teniendo en cuenta la complejidad de los fenómenos políticos, al igual que M. Weber, consideramos que la realidad no puede ser aprehendida de manera global, siendo las verdades siempre parciales3. Éstas, junto al empleo de otras expresiones, tales como

“religión”, “política”, “faraón” o “rey”, son utilizadas como recursos que nos permiten, de alguna forma, analizar y tratar de comprender la socie-dad de esta época ante la inexistencia de este tipo de vocabulario en el Egipto faraónico. De igual forma nos hemos visto obligados a “adaptar” los cargos y títulos que poseían los personajes vinculados a la administra-ción, el culto y el ejército a un lenguaje contemporáneo.

El denominado “componente ideológico”, como su evolución dentro de los principales grupos del poder, incluyendo tanto a la familia real como las elites regionales, se fundamenta en el análisis e interpretación de las fuentes conservadas tomando como referencia el concepto de ideolo-gía. Ideología que, en sentido general, se refiere a cualquier conjunto de creencias sin tener en cuenta su causalidad social, su veracidad o su false-dad4, siendo un referente fundamental para analizar, entre otros, el

fenó-meno religioso partiendo de los modelos de representación. De ahí que los estudios de N. Abercrombie sobre la “ideología dominante” sean suma-mente interesantes de aplicar, puesto que la ideología aparece plasmada en la propia documentación arqueológica5. Por otro lado, sorprende que, dada

la riqueza del panteón egipcio, tan sólo hayan sobrevivido aquellos

mode-3En realidad el concepto de elite es de V. Pareto, que lo asociaba a los mejores de la sociedad.

Para R. Aaron, en las elites no tienen cabida los “reyes del hampa”. En nuestro caso, en su expre-sión más amplia, de una minoría poderosa (militar, religiosa como administrativa) situada junto al monarca con amplios poderes y capacidad de decisión. ARON, R., Estudios sociológicos, Madrid, 1989, págs. 194-195. En cuanto a problemas lexicográficos, ver por ejemplo GOELET, O., “«Town» and «Country» in Ancient Egypt”, PMB 7-II (1999), págs. 65-117.

4LENK, K., El concepto de ideología, Buenos Aires, 1982.

5 Respecto a la ideología, el papel de la religión como elemento de coerción y su amplio

empleo a modo de propaganda real. ABERCROMBIE, N., Clase, estructura y conocimiento, Bar-celona, 1982.

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los religiosos que aparecen vinculados al poder. La probable existencia de culturas de carácter local con sus propios sistemas de creencias han pasa-do inadvertida (o sucumbieron) precisamente por la capacidad del poder dirigente (los llamados “dioses nacionales”) para ocultarlas y adaptarlas, bajo un modelo vinculado a los intereses del poder real6.

En el contexto arqueológico, aún dentro del propio grupo dirigente encontramos dos sistemas diferenciados en el tratamiento de las fuentes. Por un lado se encuentra la documentación de carácter real, y por otro, la asociada al resto de las elites. Las representaciones en templos y tumbas de la monarquía difieren notablemente de los enterramientos de los altos cargos del poder en las temáticas empleadas7.

En el mundo funerario, la aparición de determinados textos, elementos decorativos y objetos de carácter “real” en tumbas comunes son indicado-res de la pérdida paulatina del control del Estado (personificado en el monarca) al desaparecer la exclusividad de los mismos. Pero este fenóme-no fenóme-no es aislado; viene acompañado de otra serie de factores, especialmen-te de carácespecialmen-ter económico vinculado al reparto de cargos, tierras y benefi-cios resultado de la gestión administrativa.

Los cambios tanto en las proporciones como en el uso del color den-tro de las tumbas son factores a tener en cuenta; basta observar la drástica evolución que experimentaron los modelos decorativos en el interior de las tumbas del período “Amarna”, frente a las tumbas construidas poste-riormente, tras la llegada al poder del general Horemheb. No es casualidad que tanto el estilo como la temática y el empleo de determinados colores sufrieran un cambio radical, puesto que los programas decorativos forman parte del amplio espectro del poder que aparece representado tanto en los grandes templos como en los objetos de uso diario. No deja de sorprender que una de las señas de identidad en la sociedad egipcia sea la diferencia entre lo público y lo privado8.

6BAINES, J., YOFEE, N., “Order, Legitimacy, and Wealth: Setting the Terms” en VAN

BUREN, M., RICHARDS, J. (eds.), “Order, Legitimacy and Wealth in Ancient States”, NDA, Cambridge, 2000.

7Incluso dentro de estos grupos se puede determinar una gradación de poder partiendo de los

ajuares funerarios. GOZZOLI, R., op. cit., págs. 2-5. TYSON, S. “Intact Tombs of the Sevente-enth and EighteSevente-enth Dynasties from Thebes and the New Kingdom Burial Sistem”, MDAIK 48 (1992), págs. 193-233.

8BAROCAS, C., L’Antico Egitto. Ideologia e Lavoro Nella Terra dei Faraoni, pág. 209.

Respecto al uso público y privado de los espacios, especialmente HUGHES, R., “The Role of Streets in Ancient Egypt”, KMT 19-2 (2008), págs. 53-66.

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A finales de la Dinastía XX observamos un ejemplo clarificador: en una de las paredes del templo de Karnak, donde Ramses IX aparece junto al primer profeta del culto de Amón, Amenofis, representados ambos al mismo tamaño. Motivo impensable en tiempos precedentes (ver fig. 62).

En el Egipto del Reino Nuevo los templos aparecen como los motores de la economía nacional en la medida que las tierras son explotadas por éstos como institución, gestionando la producción agrícola, ganadera y la explotación minera. Además de ser receptores de tasas, tasas que teórica-mente controlaba la monarquía, se convertían en auténticos competidores reales, puesto que las propias tierras de la corona estaban bajo el fisco de personajes vinculados a ambos sectores.

No es casualidad que a lo largo de las tres dinastías (XVIII, XIX y XX) el tamaño de los templos aumentara en consonancia con la importancia de los propios cultos nacionales (Ptah, Ra y especialmente Amón), como tampoco deja de sorprender que la expresión “casa” pr se vincule tan-to a la monarquía( pr aA) como al templo ( pr Jmn) en su con-cepción global, al igual que a la familia, como centro9. Sin olvidar el papel

del comercio, aparentemente de carácter marginal, que en las últimas investigaciones aporta nuevas interpretaciones a la tradicional visión de una economía basada en el sistema de “redistribución”. El papel de los artesanos y comerciantes y las relaciones de interdependencia ponen en tela de juicio el papel que desempeñaron, puesto que disfrutaron de un mayor y más amplio “margen de maniobra” del que tradicionalmente se le ha venido asignando10.

Por otro lado, la importancia de los títulos y cargos de los oficiales que forman parte de la llamada “pirámide del poder” es otro de los fundamen-tos del complicado entramado social y de las relaciones que se gestan entre la familia gobernante y las minorías dirigentes. A la visión “sintética” (tra-dicional), donde el monarca ocupa la cúspide de la pirámide, seguido del visir y los altos cargos del Estado, acompañados de un nutrido grupo de

9Sumamente interesante en este aspecto la reflexión de J. Pérez Accino. Especialmente

JANS-SEN, J., “The Role of the Temple in the Egyptian Economy during the New Kingdom”, OLA 5-6 (1979), págs. 505-515. GASSE, A., Donnée Nouvelles Administratives et Sacerdotales sur

l’Or-ganisation de Domaine d’Amon XX-XXI Dynasties à la Lumière du Papyrus Prachov, BdE CIV/1

(1988), págs. 274+plts. PEREZ ACCINO, J., “Panorama desde lo Alto de la Pirámide (o al cielo por la puerta de servicio)”, Gerión, vol. extra (2007), págs. 71-82.

10A pesar de la existencia de un amplio numero de publicaciones, ver especialmente

WAR-BURTON, D., “Work and Compensation in Ancient Egypt”, JEA 93 (2007), págs. 175-194.

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funcionarios, sustentados todos ellos por una amplia base de campesinos y artesanos, se opone el concepto de “esferas de influencia”11.

Se entiende por “esferas de influencia” los diversos grupos familiares relacionados con la administración del Estado que, aun siendo de carácter familiar y estando involucrados en los distintos sectores del poder, confor-man “grupos de presión” a nivel regional o local con capacidad de influir en el control y dirección de la gestión real, tejiendo auténticas redes de complicidades territoriales que competían con la monarquía.

Familias que ocupaban y compartían los principales cargos de la admi-nistración civil y religiosa y por tanto el control económico de los recursos de que disponía, en especial el templo de Amón. La política matrimonial y de alianzas familiares a nivel regional complementaba los recursos de estos grupos que rivalizaban con la monarquía. Cuando la capacidad coercitiva de la monarquía desaparece por la pérdida del poder, estos grupos regiona-les, auténticas elites gobernantes, se adueñaron de los recursos12.

El análisis de los títulos y cargos13que poseyeron todos estos “hombres

fuertes” asentados en la administración, el culto y el ejército, ayuda a explicar las causas de los conflictos que se fraguaron. Con el paso del tiempo, la meritocracia tiene el efecto de hacer a las elites más seguras que nunca en sus privilegios, siendo interesante tener en cuenta que el concep-to de elites se opone al de clase social; puesconcep-to que en la primera uno es ele-gido entre los mejores, mientras que en la segunda los mejores sólo son tomados dentro del mismo sector; con ello queremos resaltar la importan-cia que tiene la oportunidad y capacidad de encumbramiento, utilizada como una medida de “flexión” entre grupos de poder, con el fin de evitar tensiones de “clases”14.

11CRUZ-URIBE, E., “A Model for the Political Structure of Ancient Egypt”, SAOC 55 (1984),

págs. 45-53.

12Sobre el concepto policéntrico del poder en LIVERANI, M., Guerra e Diplomazia

dell’An-tico Oriente, pág. 56: “Se deduce por las situaciones dadas que el grado de apoyo al sistema

polí-tico es más coercitivo que voluntario…”. Será a partir del Reino Nuevo cuando se articule la sociedad egipcia como una unidad cultural territorial uniforme. O’CONNOR, D., “Political System and Archeological Data in Egypt: 2600-1700 a.C.” en World Archaeology 6 (1976), pág. 17. O’CONNOR, D., “The Geography of Settlement in Ancient Egypt“ en UCKO, P., TRING-HAM, R., DIMBLEBY, G.W. (eds.), Man, Settlement and Urbanism, págs. 688-689.

13Diferenciamos los cargos de los títulos en la medida que los primeros suponen el desarrollo

de actividades relacionadas con los sectores o departamentos nombrados, sea el ejército, el culto o la administración, es decir, que sean operativos. GOEDICKE, H., “Titles for Titles” en SCHA-FIK ALLAM (ed.), Grund und Boden in Altägypten. Rechtliche und Sozio-Ökonomische

Verhält-nisse, pág. 227-235.

14Interesante reflexión sobre el concepto de meritocracia. LASCH, Ch., The Revolt of the

Eli-tes and the Betrayal of the Democracy, págs. 41-43.

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Las “facciones” dentro de los grupos de poder locales son difícilmen-te constatables por el silencio de las propias fuendifícilmen-tes. Que un grupo fami-liar desaparezca del poder, en beneficio de un grupo rival, y que con la lle-gada de otro monarca cambien altos cargos, como el visir o el propio pro-feta de Amón, es significativo, al tiempo que es probable que el no apare-cer en el registro arqueológico muchos de los personajes sea fruto de la casualidad tanto como de la causalidad histórica, La presencia de una “damnatio memoriae” pudiera ser, además de un recurso ampliamente empleado, una forma de acabar con los rivales15.

Del punto de vista de la antropología de la guerra16 hay que tener en

cuenta los aspectos particulares del caso egipcio. Al margen de las diferen-tes escuelas conocidas (materialista-ecológica, biocultural o histórica), el hecho cierto es que, en el territorio egipcio, el conflicto aparece en el registro arqueológico desde sus comienzos17, mientras que en el período

histórico, como en toda sociedad estatal, la guerra forma parte de la pro-pia estrategia del poder, representada en la figura del monarca. La subor-dinación de la organización militar, como el monopolio de decidir contra quién y cuándo se produce el enfrentamiento es labor real, como la insti-tucionalización de la figura del enemigo representada en los “9 arcos” y el ave “rekhit”18(ver figura 2).

El grado de integración que existe dentro de la sociedad es determi-nante en la creación y dirección de un ejército profesional como el egip-cio. El despliegue de medios y recursos hacia el exterior (con lo que impli-ca la “intendencia”, “logístiimpli-ca” y tecnología de las tropas) supone un gran esfuerzo organizativo, al mismo tiempo que permite enmascarar o ralenti-zar las tensiones internas, al mantener ocupadas en el combate a las fac-ciones rivales, reforzando el liderazgo del monarca19.

15Algunos ejemplos en DODSON, A., “Death after Death in the Valley of Kings” en OREN,

S. (ed.), Death and Taxes in the Ancient Near East, págs. 53-59; TYLDESLEY, J., Hatchepsut.

The Female Pharaoh, págs. 216. Un caso interesante sería el del oficial Mehy, cuya

representa-ción fue borrada por Ramses II, suplantando de esta forma su figura por la del monarca, junto a Seti I en los relieves de Karnak. THE EPIGRAPHIC SURVEY, “The Batlle Reliefs of King Sety I”, OIP 107 (1986), láms. 29-30. MURNANE, W., The Road to Kadesh, págs. 107-114.

16La declaración de la UNESCO reconoce que la guerra no es intrínseca al ser humano,

aun-que el autor no comparta dicho criterio. DAWSON, D., The Origin of Western Warfare.

Milita-rism and Morality in the Ancient World, pág. 20.

17HAAS, J. (ed.), The Anthropology of War, Cambridge, 1993. 18VALBELLE, D., Les Neuf Arcs, págs. 273-275.

19TURNEY-HIGH, H., Primitive War. Its Practice and Concepts, Columbia, 1949.

OTTER-BEIN, K.F., The Evolution of War, California, 1989. Sumamente interesante es la obra de McDERMOTT, B., La guerra en el Antiguo Egipto, Crítica, 2006.

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Durante el Reino Nuevo, la familia real, por tradición, estuvo vincula-da al ejército, y en el caso particular de los ramésivincula-das, desde la llegavincula-da al trono del primer Ramses, puesto que la guerra fue protagonista a lo largo de las dos dinastías, estando los hijos del rey entre los representantes más activos. El propio Ramses II acompañó a su padre Seti I (Dinastía XIX) en las campañas realizadas en Asia, y le sucedieron sus hijos, al igual que los de Ramses III, quienes aparecen junto a su padre luchando contra los “pueblos del mar”.

También es importante señalar la simbiosis que existe entre guerra y economía. Ambos sostienen una relación muy estrecha, existiendo dos conceptos sumamente interesantes como son la presencia de una “econo-mía de guerra” y una “econo“econo-mía en la guerra”. ¿Se volcaron los recursos para hacer la guerra, o los recursos que provenían de la propia guerra a tra-vés de las razias, tributos e impuestos20 revitalizaron al país? y ¿qué

influencia tuvo la pérdida del control egipcio en las tradicionales áreas de Oriente y Nubia?21

El propio sistema económico egipcio se basaba en un modelo de redis-tribución y subsistencia que, junto a la presencia de un comercio incipien-te, cohabitaba y evolucionó hacia un sistema basado en el “pago de tasas”22. Sorprendentemente muchos militares “mutaron” a la

administra-ción, especialmente la templaria, dado el beneficio que reportaban deter-minados cargos religiosos, una vez que desaparecieron los conflictos exte-riores.

Con la paulatina pérdida del monopolio del poder, el control de la ges-tión económica asociado a los templos sustituyó al éxito en el combate. Datos fácilmente constatables al final de la Dinastía XX, cuando los hijos del general y primer profeta de Amón (y luego autonombrado faraón)

20WELLS, W., War in Ancient Egypt. UMI Dissertation Abstract, Michigan, 1996.

FERGU-SON, B., “Explaining War”, en HAAS, J., The Anthropology of War, págs. 226-55. ROLAND, M., “Economía de Guerra y Economía en la Guerra” en CORDELIER, S., DIDIOT, B. (dir.), El

Esta-do del MunEsta-do 1996, págs. 6-12.

21SHAW, I., “Battle in Ancient Egypt: the Triumph of Horus or the Cutting Edge of the

Tem-ple Economy?”, en LLOYDS, A (ed.), Battle in Antiquity, págs. 239-269.

22Entre otros, respecto a los modelos económicos, POLANYI, K., ARENSBERG, M.,

PEAR-SON, H., Comercio y mercado en los imperios antiguos. POLANYI, K., El sustento del hombre, págs. 91-200. JANSSEN, J., “The Role of the Temple in the Egyptian Economy during the New Kingdom”, OLA 5-6, Lovaina (1979), págs. 505-515. GENTET, D., MAUCOURANT, J., “Une Étude Critique de la Hausse des Prix à L’ére Ramesside”, DHA 17 (1991), págs. 13-31. MAU-COURANT, J., “Une Analyse Économique de la Redistribution est-elle Possible? Elements de Comparasson entre la «New Institutional Economics» et l’Approche Substantive”, Topoy 6 (1996), págs. 131-158. WARBURTON, D., “Economic Thinking in Egyptology”, SAK 26 (1998), págs. 143-170.

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Herihor, poseyeron cargos de carácter económico-templarios, a diferencia de los hijos de Ramses III, que ocuparon, en su mayoría, cargos militares.

El período que abarca la presente obra se centra en la evolución de los altos cargos del ejército y el lugar que ocuparon en la sociedad egipcia en esta etapa final, tras las invasiones de los “pueblos del mar”, su influencia en la sociedad del momento, siendo los responsables de la pérdida de poder de los últimos monarcas ramésidas.

Para las transcripciones de los títulos de los personajes, se han segui-do las referencias del Großes Handwörterbuch Ägyptisch-Deutsch23.

23HANNIG, R., “Großes Handwörterbuch Ägyptisch-Deutsch”, Hanning-Lexica 1, Maguncia,

1995.

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I. La Prehistoria y las primeras dinastías

II. El Reino Antiguo y el Reino Medio (dinastías III -XVII) III. El Reino Nuevo (dinastías XVIII-XX)

Capítulo 1. ENEMIGOS Y FRONTERAS

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I. LA PREHISTORIA Y LAS PRIMERAS DINASTÍAS

Dado que el propio Estado es el organizador de la sociedad, su vertien-te política –la sociedad política– representa el principio abstracto del monopolio de la autoridad central bajo la dirección del faraón24. Su

repre-sentación en el plano de lo concreto son los aspectos de la economía polí-tica que está vinculada al trabajo social y otras funciones, como las mili-tares y religiosas: una sociedad donde el fenómeno de la guerra formó par-te de la estructura del Estado25. De hecho, uno de los monopolios más

importantes es la capacidad de declarar y dirigir la guerra; papel que corresponde al rey. El resultado de la falta de este liderazgo se puede observar, incluso en la actualidad, en los países que no poseen una autori-dad fuerte y centralizada.

Una de las primeras referencias que conocemos de enfrentamientos en Egipto se remontan al Paleolítico Superior (17.000-15.000 a.C.) en la región de Wadi Kubbaniya, en el Desierto Oeste, frente a Asuán, donde se descubrieron diversos restos óseos que conservaban las huellas de la lucha en forma de puntas de flecha incrustadas26.

24KRADER, L, ROSSI, I., Antropología política, págs. 38-39.

25Serie de conceptos basados sobre el control político y el prestigio que otorga (además de

tro-feos, dígase tributos de cualquier índole u otras ventajas). Se podría hablar de un proceso de “socialización de la guerra”. OTTENBEIN, K.F., The Evolution of War, págs. 63-70 y 162. HAAS, J., The Anthropology of War, pág. 41.

26WENDORF, F., SCHILD, R., CLOSE, A., The Prehistory of Wadi Kuybbaniya. The Wadi

Kubbaniya skeleton: A Late Paleolithic Burial Southern Egypt, pág. 85.

Capítulo 1. Enemigos y fronteras

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Con la aparición del estado centralizado, las representaciones simbóli-cas de los conflictos aparecen en las fuentes egipcias “estandarizados”, siendo las escenas de luchas junto a la presencia de prisioneros una cons-tante en las fuentes incluso antes de la unificación del país. Entre las pri-meras referencias se encuentra, en forma de grabado, el enmangamiento del cuchillo de Gebel el-Arak, como las pinturas de la denominada “Tum-ba 100” de Hieracómpolis (fig. 1) con una datación aproximada del 3500 a.C27, al igual que algunas “paletas predinásticas” (“de las dos gacelas” o

“de los buitres” entre otras)28. Las plaquetas de marfil halladas en los

ente-rramientos del Período Tinita (3100-2700 a.C.) muestran escenas de lucha, mientras que los registros de la paleta y la maza del rey Narmer aportan los primeros prisioneros de la Historia. Por otro lado, la llamada “paleta libia” probablemente narre la destrucción de ciudades conquistadas,

aun-27HOFFMAN, M.A., Egypt Before the Pharaohs, págs. 340-344. HUMPREY, C.,

CROWFO-OT, J.P., “Tomb 100: the Decorated Tomb at Hierakonpolis”, JEA 48 (1962), págs. 5-17. WHITE-HOUSE, H., “A Decorated Knife-handle from the Main Deposit at Hierakonpolis”, MDAIK 58 (2002), págs. 425-446.

28VANDIER, J., Manuel D’Archeologie Egyptienne, vol. I, págs. 561-595.

MIDANT-REY-NES, B., Préhistoire de L’Egypte, págs. 227-230. PETRIE, F., “Hierakonpolis. Part I”, ERA 4 (1901) y Prehistoric Egypt: Corpus of Prehistoric Pottery and Palettes, 1974.

Figura 1. Tumba 100 de Hierakompolis. En la parte inferior izquierda se puede observar una escena de combate. Museo de El Cairo. Foto del autor.

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que también pudiéramos interpretar las escenas como la fundación de las mismas29.

Las alusiones a enfrentamientos con los pueblos vecinos también apa-recen en una tablilla de marfil del rey Aha cuya lectura podría relacionar-se con algunos hechos relevantes de su reinado, como son la fundación de una ciudad, la lucha contra los nubios o la reunificación de las “Dos Tie-rras”. En otra, que pertenece al faraón Den, aparece éste agarrando por los cabellos a un libio. Escena que se repetirá a partir de entonces como sím-bolo de poder real y sumisión del enemigo30.

En Gebel Sheikh Suleiman, cerca de la Segunda Catarata, se conserva un grabado realizado durante el reinado del faraón Djer, en un perfil roco-so, que representa la primera victoria sobre los nubios que se conoce31.

Estas referencias tan tempranas ponen en evidencia el notable interés por el control del espacio geográfico en los territorios nubios.

II. EL REINO ANTIGUO Y EL REINO MEDIO (DINSASTÍAS III-XVII) Ya durante el Reino Antiguo (2700-2350 a.C.) las razias y las expedi-ciones de castigo son una constante en las fuentes. Los acontecimientos registrados en las llamadas “listas reales” de los diversos monarcas las biografías de algunos personajes (el caso de Weni) reflejan la situación de enfrentamiento que vivía el estado egipcio con las poblaciones vecinas.

No nos encontramos ante una sociedad guerrera, en la medida que las necesidades del país no estaban volcadas en la lucha como estilo de vida, pero es significativo que durante los reinados de los diversos faraones, y desde sus orígenes, se tengan (es lo que se aprecia en los materiales con-servados) noticias de enfrentamientos con poblaciones o grupos del

entor-29SALEH, M., SOUROUZIAN, H., Egyptian Museum, Cairo. The Official Catalogue, ref. nº

7. REDFORD, D., Egypt, Cannaan and Israel in Ancient Times, pág. 26.

30Una de las primeras referencias proviene de una placa de esquisto que muestra a un rey

gol-peando a un libio frente a un león. EMERY, W., Great Tombs of the First Dynasty, vol. I, pág. 60, fig. 31. Portada de la obra de EMERY, W.B., Archaic Egypt, págs. 50-57. CLAYTON, P.,

Chroni-cle of the Pharaohs, pág. 24. SALEH, M., SOUROUZIAN, H., Egyptian Museum, Cairo. The Official Catalogue, refs. nº 10 y nº 11.

31ARKELL, A., “Varia Sudanica”, JEA 36 (1950), págs. 24-40. SÄVE-SÖDERBERGH, T.

(ed.), Temples and Tombs of Ancient Nubia, pág. 177.

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no geográfico más cercano. En realidad, la guerra fue un componente más en la creación del estado egipcio32.

La expresión “los nueve arcos” no sólo responde a una realidad fron-teriza del país: también a la problemática interna del mismo. El modelo de sumisión del enemigo como primera referencia a los “nueve arcos” y el ave “rekhit” representan el control real sobre el país y sus límites territo-riales (fig. 2)33. Otro de estos motivos aparece en las tablillas de marfil y

madera del Período Tinita cuando se comienzan a delimitar las fronteras estatales; son los “montículos territoriales” en los que se encuentran ence-rrados los prisioneros34.

Si nos atenemos a las fuentes de las primeras dinastías, los conflictos que se sucedieron durante esta época ponen en evidencia una realidad: la existencia de pobladores “periféricos” que entraron en conflicto con el estado recién creado. Estos grupos, que se localizan tanto en las regiones

32Respecto a la creación del estado y sus diversas teorías, son sumamente interesantes la obra

de Bruce Trigger mencionada en la introducción así como la obra de PÉREZ LARGACHA, A.,

El nacimiento del Estado en Egipto. LUPO, S., ”Territory and Territoriality in Ancient Egypt. An

Alternative Interpretation for the Early Dynastic and Old Kingdom Periods”, GM 214 (2007), págs. 71-85.

33La relación y significado del ave “rekhit” y las poblaciones del Delta egipcio:

VANDERS-LEYEN, C.: “The Rekhyt and the Delta”, DE Spe. 1 (1985), págs. 301-310. NIBBI, A., “The rht.t People as Permanent Foreigners in Ancient Egypt”, DE 9 (1987), págs. 79-96.

34KEMP, B. J., “Imperialism and Empire in New Kingdom Egypt”. en GARNSEY, P.D.A. Y

WHITTAKER, C.R., Imperialism in the Ancient World, pág. 11. SHAW, I., “Battle in Ancient

Egypt: The triumph of Horus or the Cutting Edge of the Temple Economy?” en LLOYD, A.B.

(eds.), Battle in Antiquity, pág. 241. QUIRKE, S., “Frontier or Border ? The North-West Delta in Middle Kingdom Texts”, DE Spe. 1 (1985), págs 261-274.

La narración de Weni

“Cuando Su Majestad entró en acción contra los asiáticos «habitantes de las arenas», Su Majestad me puso al frente de muchos miles del Alto Egipto: desde Yebu en el sur a Medenyt en el norte; desde el Bajo Egipto: desde los dos Lados de la Casa (zona del Del-ta) y de Sedjer y Khen-sedjru; y desde la Nubia-Intjet, los nubios Medja, nubios Yam, los nubios Wawat, los nubios-Kaa y de la tierra de Tjemeh. Su Majestad me envió a la cabe-za de su ejército…”

“Este ejército volvió a salvo. Se había destruido la tierra de los habitantes de las are-nas…/…Se habían cortado sus higueras y viñas…”

“Este ejército volvió a salvo. Se dio fuego a todas sus mansiones…”

“…Su Majestad me envió cinco veces más con el ejército para atacar los territorios de los «habitantes de las arenas» porque se rebelaban con frecuencia…”

(ROCCATI, A., La Litterature historique sous l’Ancien Empire Egyptien, 1982, § 177-188.)

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vecinas al Delta (libios y asiáticos) como en Nubia y en los desiertos Occi-dental y Oriental, fueron quienes, a lo largo de todo el período histórico, opusieron resistencia al poder representado en la figura del faraón. Todos estos grupos de “indeseables” según los intereses estatales caerían bajo la denominación de “hombres de los arcos”, “salvajes de Asia”, “los que deambulan por las arenas” o el “vil Kush”, expresiones que entraron a for-mar parte de la iconografía tradicional de Egipto35.

Los motivos decorativos en los templos (relieves, estatuaria y pintura) relacionados con la guerra (prisioneros, soldados, armamento…) se com-plementan con las referencias existentes en las tumbas privadas. Desde el punto de vista arqueológico, las excavaciones que se realizan en el Delta egipcio (y costa sirio-palestina) y en los territorios nubios ponen de relie-ve la existencia de procesos culturales complejos entre ambos grupos, dan-do a entender que existe una realidad diferente a la presentada en las fuen-tes oficiales36. Si hemos de tomar como ciertas las “Instrucciones de

Meri-kare”, quien vivió durante la Dinastía X (Primer Período Intermedio) la

35VALBELLE, D., Les Neuf Arcs, París, 1990. 36

MARKS, A., “Relationships between the Central Nile Valley and the Eastern Sudan in later Prehistory”. DAVIES, W. (ed.), Egypt and Africa, pág. 37, SMITH, H., “The Development of the «A-Group» Culture in Northern Lower Nubia” en DAVIES, W., Egypt and Africa, págs. 92-111.

Figura 2. Los “nueve arcos” y las aves “rekith” bajo los pies del faraón Djoser. Museo Imhotep. Foto del autor.

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situación tanto en los territorios fronterizos como en el interior del país era realmente preocupante37.

La protección de las rutas, la construcción de fortalezas y la disposi-ción de tropas con el fin de evitar desórdenes y filtraciones en las fértiles tierras del norte se convirtieron en una prioridad para la monarquía. Aun-que algunos textos probablemente estén redactados en una etapa más tar-día –Reino Medio– y existan dudas respecto a su valoración histórica, se aceptan los hechos relatados como referentes históricos. Así, la presencia de estos saqueadores está vinculada a grupos de libios y asiáticos que aprovechaban la falta de control de la administración para crear un estado de inseguridad general en las fronteras y en los territorios aledaños38.

A pesar de las dificultades de interpretación que plantean las fuentes conservadas, los recientes descubrimientos arqueológicos en el Delta muestran un aspecto poco conocido hasta ahora por la aparición de asen-tamientos asiáticos totalmente integrados en suelo egipcio. Lo demuestran las excavaciones en curso en el yacimiento de Tell el-Daba, cuya cronolo-gía se remonta a la dinastía XI39. Estos territorios, y especialmente los

situados al este, son rutas obligadas de paso por la franja sirio-palestina hacia Oriente, lo que explicaría, debido a las constantes filtraciones de ele-mentos asiáticos, el establecimiento de grupos de origen semita dentro del propio país. Si las fuentes literarias (Ipuwer, Merikare…) reflejan el mie-do a los enemigos asiáticos, la presencia de un sustrato de procedencia cananea en los asentamientos de Tell el-Daba y Qantir en el Delta egipcio confirma la existencia de comunidades extranjeras integradas en la socie-dad egipcia desde el Primer Período Intermedio40. La experiencia

acumu-lada tras los conflictos entre heracleopolitanos y tebanos permitió la crea-ción de un ejército ampliamente estructurado con soldados procedentes, no sólo del propio país, sino también del exterior integrados como tropa mercenaria.

37El texto, también refleja la problemática del propio ejército en esta época, donde los

merce-narios estaban también regulados. LICHTHEIM, M., Ancient Egyptian Literature, vol. I, págs. 97-109. GOEDICKE, H., “The Rules of the Conduct for Egyptian Military”, WZKM 88 (1998), pág. 124.

38“…los asiáticos son como los cocodrilos en la orilla. Atacan desde lugares solitarios, no se

acercan a las poblaciones…”. LICHTHEIM, M., op. cit., pág. 104.

39SARETTA, P., Egyptian Perceptions of West Semites in Art and Literature during the

Mid-dle Kingdom (an Archaeological, Art Historical and Textual Survey). Tesis doctoral. COHEN, S., Canaanites, Chronology, and Connections: the Relations of Middle Bronze Age IIA. Canaan to Middle Kingdom Egypt. Tesis doctoral.

40FRANKFORT. H., “Egypt and Syria in the First Intermediate Period”, JEA 12 (1926), pág.

80-99. BIETAK, M., Avaris. The Capital of the Hicsos. Excavations at Tell el-Daba, págs. 9-14.

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Como resultado de la situación creada, los monarcas del Reino Medio realizaron una política de protección y control tanto en los territorios del Delta y Nubia como del interior del país41. Aunque existen referencias

ante-riores, los soldados nubios ya aparecen integrados en el ejército bajo el rei-nado de Sesostris III, y en la tumba de Mesehti (Din. XI) se descubrieron una serie de reproducciones de soldados, egipcios y nubios (40 individuos ordenados en 4 columnas, por cada grupo) en orden de marcha42.

La existencia de un sistema de levas durante el Reino Medio aparece documentada en una estela grabada en el año 25 del reinado del Amene-met III, donde un escriba del ejército “viajaba al sur”, desde la antigua capital –Lisht– para elegir a los reclutas –hwn nfr– del nomo de Abidos. Algunos oficiales responsables del control fronterizo ostentaron el grado de general –jmj-rA mza– (fig. 3) en los territorios del entorno sirio-cananeo,

41Un ejemplo aparece reflejado en los trabajos en la tumba de Djehutyhotep, nomarca de Hare,

en Deir el Barsha (Din. XII), la antigua Bersheh, quien disfrutó del cargo de “Supervisor de las tropas Medjai-nubios”, además de arquitecto y constructor. GRIFFITH, F., NEWBERRY, P., “El Bersheh II”, ASE 4 (1985), págs. 17-26. WILLEMS, H., “Recent Investigations at Deir El-Bars-ha”, EA 25 (2004), págs. 10-12.

42SCHULMAN, A., “The Battle Scenes of the Middle Kingdom”, JSSEA 12 (1982), págs.

165-183. FISCHER, H., “The Nubian Mercenaries of Gebelein during the First Intermediate Period”,

Kush 9 (1961), págs. 44-80. EL-KHADRAGY, M., “The Northern Soldiers-Tomb at Assiut”, SAK

35 (2006), págs. 147-174. Un oficial al frente de tropas nubias en WILLEMS, H., “Recent Inves-tigations at Deir El-Barsha”, EA 25 (2004), págs. 10-12.

Figura 3. Detalle del sarcófago de Sepi donde se muestra el cargo de “general”. Hermópolis. Dinastía XII. Museo de El Cairo. Foto del autor.

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