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2º DE BACHILLERATO: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

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2º DE BACHILLERATO: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE (1844-19OO)

Características de la filosofía de Nietzsche

Exponer la filosofía de Nietzsche es casi un contrasentido, pues según afirma él mismo, no pretende crear un sistema, se aparta de los sistemáticos, de la objetividad; se confiesa apasionadamente subjetivo. De modo que hay que resistirse a conceptualizar un lenguaje metafórico que no quiere expresarse en conceptos. Nietzsche utiliza el ensayo, el aforismo, la parábola, el panfleto en textos cargados de símbolos, de imágenes, donde la esencia está oculta bajo máscaras, por ello se necesita una hermenéutica (interpretación) para comprenderlos.

En el prólogo a su Genealogía de la moral dice así: “Si este escrito resulta

incomprensible para alguien y llega mal a sus oídos, la culpa, según pienso, no reside necesariamente en mí…Un aforismo, si está bien acuñado y fundido, no queda ya “descifrado” por el hecho de leerlo; antes bien, entonces es cuando debe comenzar su interpretación y para realizarla se necesita un arte de la misma…Desde luego, para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que precisamente hoy día es la más olvidada… y por ello ha de pasar tiempo todavía hasta que mis escritos resulten “legibles”, una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso no “hombre moderno”: el rumiar…”

La formación académica de Nietzsche no fue filosófica sino lingüística; estudió filología griega en Leipzig. A los 24 años ya era catedrático de filología clásica en la universidad de Basilea, aunque para entonces lo que más le interesaba era la filosofía que había descubierto a través de la lectura de Schopenhauer.

Nietzsche llevará a cabo una disputa con la metafísica occidental negando el pasado, rechazando la tradición. Pero no desde la utopía; él no fue un utopista, un hombre que pretende mejorar el mundo y traerle la felicidad: no lo es porque no cree en el progreso, una de las ideas clave de los herederos de la Ilustración; sin embargo recoge el sentido del “sapere aude”, de la mayoría de edad del hombre, aunque con una concepción muy diferente de la libertad. Para Kant la voluntad, en tanto que libre, podía ajustarse al imperativo de la ley moral; sin embargo para Nietzsche la libertad de la voluntad es la ignorancia de las causas que la determinan: el azar es la causa y la necesidad es el resultado.

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LÍNEAS PRINCIPALES DE SU PENSAMIENTO

Las etapas de su elaboración filosófica

Siguiendo la clasificación de Fink (La filosofía de Nietzsche) distinguiremos cuatro períodos en la producción del pensamiento filosófico de nuestro autor. Se trata de una clasificación temática, más que biográfica.

A) Primer período: Filosofía de la noche: fase romántica (1871-1876) Crítica a la noción de verdad. Conocimiento entendido como intuición

Este período se caracteriza por la importancia que reviste su concepción del arte griego y de la filosofía de Heráclito como expresión de una manera de entender el mundo. Sus ideas al respecto fueron expuestas en su primera obra El origen de la

tragedia en el espíritu de la música, que no satisfizo ni a filólogos ni a filósofos y

que contiene la tesis central de su filosofía: la realidad es un antagonismo de

contrarios.

Según Nietzsche la tragedia griega y la filosofía de Heráclito han mostrado el mundo como devenir y como surgiendo de un fondo caótico primordial; bajo la diversidad de lo múltiple se esconde la unidad.

Desde la exposición de una teoría estética, Nietzsche interpreta la comprensión del mundo que se revela en el arte griego. Aquí pone en pie las célebres nociones de lo apolíneo y lo dionisíaco, como dos tendencias estéticas de los griegos, dos metáforas que van más allá de lo artístico para designar dos formas de captar la realidad.

APOLO simboliza la tendencia figurativa; es el dios de la claridad, de la luz, de la medida, de la disposición bella. Es el creador del mundo de la apariencia que se concreta en una pluralidad de formas, en lo múltiple que percibimos. Apolo representa en el arte la división y la particularización de todo cuanto existe. Ahora bien, esta visión del mundo según la cual éste es pluralidad no es la verdad. La pluralidad de lo existente es apariencia. En verdad, todo es uno.

DIONISOS es el dios de lo caótico y desmesurado, de lo informe, del oleaje hirviente de la vida, del frenesí sexual, de la noche y, en contraposición a Apolo, que ama las figuras, es el dios de la música seductora, excitante, capaz de desatar pasiones. La genialidad se mide por el grado de expresión de lo dionisíaco. Para Nietzsche la música que, en su tiempo, corresponde a la tragedia antigua es la de

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Wagner, a quien Nietzsche dedicó el libro y a quien admiró durante toda su vida (aunque en un momento dado rompiera violentamente su amistad con él).

Filosóficamente lo dionisíaco representa lo Uno primordial, lo Uno viviente; mientras que lo apolíneo representa lo finito, lo múltiple. A la filosofía entendida como sabiduría trágica –la filosofía de Heráclito- se opone la filosofía entendida como saber lógico-racional –Sócrates y Platón- que Nietzsche critica.

En el arte, el fondo primordial del ser se ve brillar a través de la imagen de lo que existe. Lo apolíneo, como manifestación de lo dionisiaco, equivale en el arte trágico al concepto griego arcaico de physis; es decir, el fondo primordial –que es una realidad que juega- produce la apariencia del fenómeno. Lo Uno primordial incluye, filosóficamente hablando, un antagonismo de contrarios. Nietzsche declara que la única filosofía junto a la que siente calor es la de Heráclito; la única en la que reconoce su propia intuición. “Lo que él vio, la doctrina de la ley en el devenir y del juego en la necesidad debe ser visto eternamente desde ahora: Heráclito levantó el telón de este gran espectáculo”

A este período pertenece la obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral en donde aparece la crítica a la noción de verdad y la propuesta de entender el conocimiento como intuición. Verdad y mentira no significan un comportamiento consciente del hombre, no tienen aquí ninguna significación moral sino que hacen referencia a funciones del intelecto humano. ¿El intelecto es capaz de alcanzar la verdad o, lo que entiende por verdad es solamente una ficción, una mentira?

A partir de Sócrates y Platón, inventores de los conceptos, las ideas y el mundo simbólico, el intelecto humano ha tenido la pretensión de alcanzar el ser, la realidad auténtica y absoluta; y es en esa pretensión metafísica donde radica la mentira del entendimiento. Porque “mentir en sentido extramoral” es extrapolar la realidad mediante conceptos y símbolos que en el fondo sólo son metáforas; y elaborar con ellas los mitos, el arte, la ciencia y el conocimiento en general. La mentira del intelecto –y de su producto, el concepto- se basa en la inaprehensibilidad conceptual de la vida. Toda verdad es, por definición, encubrimiento, porque el ser es inaprehensible conceptualmente.

La metáfora muestra el ser, los entes, las cosas en su aparecer, en su momento de vigencia. Pero cuando se fija en concepto, se hace mentira. “El concepto es la cáscara vacía de una metáfora que en otro tiempo hervía de intuición”.

Al hombre científico, contrapone Nietzsche el hombre intuitivo, el hombre artístico, que conoce el engaño de todas las cosas fijas y también de las metáforas, pero que se mueve libremente frente a la realidad: es creador. Este hombre es superior al lógico y al científico.

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Sobre verdad y mentira en sentido extramoral es una obra de juventud (1873) pero

no se publicó hasta 1903. Es, pues, un escrito póstumo. B) Segundo período. Filosofía de la aurora (1878-1882) Crítica a la metafísica occidental

Este segundo período llamado “ilustrado y positivista” es aparentemente una contraposición del primero, pues en Nietzsche nada está definitivamente ganado. Constituye la exposición de lo que Nietzsche entiende por ciencia como actitud crítica ante la realidad y se centra en la crítica a la metafísica occidental. En este período rompe con Wagner y Schopenhauer; se vuelve hacia Voltaire y los ilustrados. Obras relevantes de esta época son El gay saber (que leeremos en clase) en la que proclama la muerte de Dios como vía de centuplicación de fuerzas; no de ateísmo sino de politeísmo, Aurora y Humano, demasiado humano. Aquí define la metafísica como “la ciencia que trata de los errores fundamentales del hombre, pero lo hace como si estos fueran verdades fundamentales”. El supremo error de la metafísica es haber admitido un “mundo real” que sería el mundo platónico de las Ideas, frente a un “mundo sensible”; un “mundo inteligible” o de los noúmenos frente a un “mundo aparente” o de los fenómenos (Kant). Nietzsche se propone desenmascarar todo idealismo; lo que en la filosofía tradicional se ha considerado como “ser” frente a “devenir”, no es para Nietzsche. Sólo el devenir es. No hay ningún mundo de las ideas eternas, sólo existe el mundo espacio-temporal experimentable por los sentidos. Lo que hasta aquí se ha considerado apariencia es lo real para Nietzsche: lo sensible, lo temporal, lo que fluye en devenir. En cambio, lo que hasta ahora se creía el verdadero ser, lo intemporal, lo eterno, Dios, es invención del pensamiento.

Crítica a la religión

Al igual que hiciera con la metafísica, rechaza toda pretensión de verdad en la religión: “Nunca ha contenido todavía una religión ni directa ni indirectamente, ni

como dogma ni como símbolo una sola verdad. Pues toda religión ha nacido de las angustias y necesidades de los hombres, se ha deslizado en la existencia a través de los errados caminos de la razón”. Dios sería una dimensión de la existencia

humana proyectada hacia fuera por el hombre.

Considera que el cristianismo ha hecho una inversión de los valores religiosos de Grecia y Roma y que es una rebelión de los esclavos orientales contra sus señores, una neurosis religiosa, una enfermedad de la vida, un predominio de los valores plebeyos. En el Anticristo afirma que el cristianismo es “el enemigo mortal del tipo

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superior de hombre” que ha seducido a la filosofía europea, que “lleva en sus venas sangre de teólogos”, “un platonismo para el pueblo”, una forma vulgar de

metafísica. El cristianismo, que significó el fin del mundo antiguo, aniquiló las formas y valores más nobles de la vida y ésta fue pervertida hasta la raíz.

C) Tercer período. Filosofía del mediodía (1883-1886)

Se centra en su obra fundamental: Así habló Zaratustra, una de las obras cumbre de la literatura alemana y lugar donde expone sus principales propuestas filosóficas: la muerte de Dios, el superhombre, la voluntad de poder y el eterno retorno. (Dedicaremos una explicación detallada de ellas una vez analizada la crítica de Nietzsche a la cultura occidental)

El título ya encierra una ironía típicamente nietzscheana. Zaratustra, (persa del siglo VI a C., fundador de la religión que considera el bien y el mal como dos principios entitativos) es, dice Nietzsche, el primero que transpuso la moral a lo metafísico, creando así “el gran error”. Ahora ha de ser el primero en reconocerlo: el error más fatal de todos es la moral. El desvío que la filosofía griega arcaica sufrió con los eleatas se consumó en la historia de la cultura occidental desde Platón. El “gran error” de Zaratustra-Platón es el de haber reducido el pensamiento a concepto y el de haber proyectado las ideas en un mundo inteligible y transcendente supeditando a éste el verdadero mundo real, el Uno primordial.

Para recuperar el sentido de la tierra, el mundo real, Zaratustra aparece ahora como el profeta que anuncia la verdad. Aquí se funden Nietzsche-Zaratustra.

D) Cuarto período. Filosofía del atardecer (1886-1888)

Lo constituyen sus últimos escritos, los que encierran la crítica más feroz a la filosofía y a la cultura occidental, la parte de su obra que dice: “no”, que lleva ese no a la práctica: la transmutación misma de los valores anteriores, la gran guerra. A esta época pertenecen Más allá del bien y del mal, Crepúsculo de los ídolos o

cómo se filosofa con el martillo, Genealogía de moral, el Anticristo.

Crítica a la moral.

En La genealogía de la moral aplica el método filológico y genealógico a la investigación de los orígenes de la moral. En todas las lenguas “bueno” significó previamente “lo noble y aristocrático”, contrapuesto a “malo” que era lo plebeyo y vulgar”. Estas denominaciones “bueno-malo” fueron creadas, pues, por los nobles

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y poderosos en la medida en que eran ellos los que tenían el poder de darse y de dar nombres.

Sin embargo, más tarde surge otra contraposición: la de “bueno-malvado” que ya tienen carácter moral. El origen de este desplazamiento es, según Nietzsche, el siguiente: los que eran considerados “malos” (en el sentido de bajos, plebeyos) se rebelan, se llaman a sí mismos “buenos” y denominan a los “nobles” con el calificativo de “malvados”. Esta transmutación fue hecha por los judíos y continuada por los cristianos.

Aclaremos que para Nietzsche los valores morales no tienen una existencia objetiva, no existe un ámbito en el que los valores se encuentren como realidades independientes de las personas. Los valores los crean las personas, son proyecciones de nuestra subjetividad, de nuestras pasiones, de nuestros sentimientos e intereses, los inventamos, existen porque los hemos creado.

Y como consecuencia de creer en la independencia y objetividad de los valores, la moral tradicional creyó también que las leyes morales valen para todos los hombres: si algo es bueno es bueno para todos. Esto era el imperativo categórico kantiano. Y eso es lo que Nietzsche rechaza: no hay tal universalidad.

Contra lo que pudiera parecer, Nietzsche no desprecia la consideración moral, todo lo contrario. El criterio que él utiliza es la fidelidad a la vida. Ahora bien, la moral tradicional es contraria a la vida, es antinatural, antivital, promulga leyes que van contra las tendencias primordiales de la vida y esto se ve claramente en la obsesión de la moral occidental por limitar las posibilidades del cuerpo, de la sexualidad. De ahí que la propuesta de Nietzsche no sea vivir sin valores, sino invertir la tabla de valores de la moral tradicional, crear una nueva tabla que suponga un “sí” radical a la vida.

Así pues, la moral surge como resultado de la “rebelión de los esclavos” y es producto del resentimiento de éstos. El resentimiento creó los valores morales de Occidente y es el responsable de una civilización enemiga de la vida y de un tipo de hombre incurablemente mediocre. Con el cristianismo prospera la moral de los débiles: la compasión, la degradación, la vida humillada; ahora los miserables son los buenos, los pobres, los humildes son los benditos de Dios, los bienaventurados, los que quieren huir del rigor de la existencia, del riesgo y se inventan un mundo de reposo y de justicia eternos. En resumen, la moral judeo-cristiana es la causante del nihilismo que amenaza Occidente.

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LAS PROPUESTAS DE LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE

En Así habló Zaratustra está contenida su visión del mundo y los valores que él propone para sustituir a la decadente filosofía y cultura occidentales.

El poeta Zaratustra-Nietzsche se propone recuperar el mundo verdadero y revelar la verdad. Zaratustra tiene una imagen bifronte del hombre: predica el superhombre y se dirige al último hombre.

El último hombre es la metáfora con la que Nietzsche dibuja la imagen de nuestra vida moderna: el último hombre somos todos nosotros, que el domingo creemos en Dios, que hacemos uso de las diversiones masivas, del tiempo libre organizado por otros para no ser devorados por el horroroso aburrimiento de una vida que no quiere nada, que, en el fondo, quiere “la Nada”. El último hombre no tiene ideales, no se atreve a nada, no hace proyectos. Se ha extinguido en él la potencia creadora del ser humano. Es decadente, domesticado, sometido a ideales que lo debilitan. Lo podemos ser todos en la medida en que adoptamos la moral del rebaño. Es la figura del nihilismo negativo como experiencia de agotamiento de sentido, de cansancio, del “gran hastío” del hombre hacia sí mismo; ya nada vale porque todo vale lo mismo. El último hombre es el que asume las consecuencias de la muerte de Dios como derrumbamiento de todos los valores.

La muerte de Dios es la situación en la que se fundamenta la enseñanza de Zaratustra. Dios significa, para Nietzsche, la síntesis de toda idealidad transcendente y, al mismo tiempo, de toda la cultura occidental (religión, moral, metafísica); la metafísica expresada en conceptos, el pensamiento lógico-racional iniciado con Sócrates-Platón, que ha reducido al hombre a razón y a los valores por los que se rige el imperativo categórico. Por otra parte, la muerte de Dios pone de manifiesto el carácter de aventura y de juego de la existencia humana. La creatividad humana es juego al que llega el hombre después de pasar por las “tres transformaciones” (camello, león y niño) desde la auto-alienación de su vida hasta la libre aparición de su carácter de juego.

El superhombre es el hombre nuevo que Nietzsche anuncia. No alude ni por asomo a una raza superior, sino a un hombre espiritualmente más elevado. Es la superación del hombre de la cultura occidental, que conoce la muerte de Dios y ve en el idealismo un reflejo utópico de la tierra: el superhombre devuelve a la tierra lo que se le había robado; renuncia a toda transcendencia metafísica o espiritual y se vuelve a la tierra con la misma pasión que antes dedicaba a soñar. Al basar su

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libertad en la tierra, la existencia humana adquiere, a pesar de todos los riesgos, una estabilidad última: “En otro tiempo el delito contra Dios era el máximo delito,

pero Dios ha muerto y con Él han muerto también esos delincuentes. ¡Ahora lo más horrible es delinquir contra la tierra y apreciar las entrañas de lo inescrutable más que el sentido de aquella!” El superhombre es el que ha abolido

el “mundo verdadero” por ilusorio y al hacer esto queda abolido también el mundo de las apariencias. Esto es la superación del nihilismo, su última fase.

La moral del superhombre es la del señor, la del dominador, la del fuerte. Lo que el superhombre anuncia es la inversión de los valores que han impedido la grandeza del hombre, los valores de la cultura occidental. Así, frente a los valores de la renuncia, opone los de la aceptación integral de la vida:

Objetividad………..opone……..la personalidad creadora

Bondad ………... “ ………...la virtud en sentido renacentista * Humildad………”………...el orgullo

Satisfacción……….. “ el riesgo Piedad……… “ ………...la crueldad

Amor al prójimo……… “ ………..amor a lo lejano

Con el superhombre pasamos a la figura positiva del nihilismo: la del hombre libre que dice “sí” a la vida, que crea valores desde la voluntad de poder.

La voluntad de poder es la autosuperación creadora propia del superhombre, de la existencia que juega libremente; significa el elemento genealógico de la fuerza, de la raíz de la fuerza, de donde surgen nuestras valoraciones e interpretaciones. No es deseo de poseer, ni de dominar sobre alguien, sino puro dinamismo. Se trata de la fuerza que domina toda actividad; una energía no sólo en el ámbito humano sino en toda la realidad, incluso la inerte, en cuanto a que todo tiende a ser, a realizarse de un modo u otro. “Es la misma fuerza que se emplea en la creación

artística y en el acto sexual; sólo hay una clase de fuerza”. “Hay que atribuir a la fuerza un deseo interno que yo llamaría “voluntad de poder”. Su expresión

máxima la representa el genio creador.

Pero ante la vida se pueden tener dos actitudes: de renuncia o de aceptación. La renuncia es propia del ideal ascético, de la moral cristiana y de Schopenhauer; en ella la voluntad de poder es reactiva, porque se dirige contra la vida. Por el contrario, la actitud de aceptación es la que lleva a la superación del hombre y en ella la voluntad de poder es activa. Dionisos es el símbolo que la representa.

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El eterno retorno de lo mismo es la metáfora con la que Nietzsche rompe definitivamente con la noción de Dios que todavía la Ilustración había conservado bajo forma de progreso, de historia. El tema está tomado de la mitología y los presocráticos. En su sentido cosmológico refuta la concepción lineal y teleológica del universo: “Si el Universo tuviese una finalidad ésta debería haberse alcanzado

ya. Y si existiese para él un estado final, también debería haberse alcanzado” De

modo que no hay más mundo que éste, afirma Nietzsche, negando así el transmundo platónico y el “otro mundo” cristiano.

El eterno retorno tiene también un sentido axiológico (moral de valores): es la suprema fórmula de la fidelidad a la tierra, el amor máximo hacia la vida, la aceptación de su inmanencia; sin necesidad de recurrir a ningún principio divino consolador, a ninguna transcendencia evasiva. Y Zaratustra es el profeta del eterno retorno, metáfora que encierra dos aspectos:

a) el valor o la inocencia del devenir (a favor de Heráclito y contra el platonismo)

b) el valor de la vida y de la existencia (contra toda doctrina pesimista)

El eterno retorno simboliza, en su eterno girar, que este mundo es el único mundo, que todo es bueno y justificable” (puesto que todo ha de repetirse). La imagen de un mundo que gira sobre sí mismo, pero no avanza, como una peonza, es la imagen de un alegre juego cósmico y Zaratustra es presentado como un danzarín.

La idea del eterno retorno obliga al hombre a concentrarse en su instante. La idea de eterno retorno se comprende como que el tiempo es lo eterno, y esto se opone a las categorías atemporales, que pretenden limitar el tiempo, ya sean Dios, la razón, la moral, etc.

El eterno retorno junto con la voluntad de poder constituyen los pilares de la reflexión intelectual de su último período creador. Ambas ideas interactúan en mutua tensión; si la voluntad de poder es fuerza activa, superación del presente y proyección del futuro, el eterno retorno convierte todo futuro en repetición, y, por tanto, en pasado. Es el elemento de infinitud que se encarna en todo lo finito; el sentimiento de máxima afirmación de la vida.

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MARCO HISTÓRICO SOCIO-CULTURAL Y FILOSÓFICO

El siglo XIX es un siglo muy agitado; se le ha llamado el “siglo de las revoluciones”. Las raíces de tal agitación están en el Antiguo Régimen y en las transformaciones socioeconómicas producidas por la revolución industrial.

Tras la Revolución francesa y las conquistas napoleónicas las cosas ya no vuelven a ser como antes; los monarcas han de hacer concesiones liberales y las fronteras de Europa cambian después de Napoleón. Las revoluciones -1830, 1848, 1871- se inician en Francia y se extienden por toda Europa. Las impulsan el liberalismo, los movimientos democráticos, el socialismo y el anarquismo. En la segunda mitad del siglo se desarrolla el modelo del capitalismo industrial. Se consagra la preponderancia de Prusia, que lleva a la unificación alemana y hace girar la política europea en torno a esta nueva nación. El fracaso de la revolución de 1848 aumenta las actitudes reaccionarias de modo que la sociedad europea refuerza los sistemas de control social sobre la base de la policía y el ejército.

También en el XIX se afirman las independencias nacionales en América y se unifica Italia frente a la hegemonía pontificia.

Desde el punto de vista social Europa se transforma: crecen las ciudades donde se instalan las nuevas industrias necesitadas de mano de obra barata: hay barrios burgueses y barrios donde se hacina el proletariado. Marx opondrá al socialismo utópico, propio de los ideales románticos inspirados en Rousseau, un socialismo científico basado en un análisis de las bases económicas de la sociedad con la pretensión de descubrir las leyes de la historia. En 1846 se funden los movimientos obreros más importantes en la Primera Internacional. Otros movimientos ideológico-políticos de este siglo son: el liberalismo, el tradicionalismo y el nacionalismo.

En la cultura hay que mencionar a Richard Wagner, compositor y dramaturgo alemán, escritor sobre teoría del arte, se propuso renovar el teatro mediante su concepción de la obra de arte “total” (fusión de música, poesía, escenografía y recitado). Entre sus composiciones destacan “El anillo de los Nibelungos”, “Parsifal”, “Tristán e Isolda”. El joven Nietzsche fue admirador entusiasta y amigo personal de Wagner, aunque esta relación acabó con el estreno de “Parsifal”, en la que Nietzsche vio una redención del pueblo alemán como comunidad mística y racial, basada en una lengua y un estado común.

En filosofía, los movimientos más importantes fueron el romanticismo, el positivismo y el vitalismo. El primero no es sólo un movimiento estético, sino también una visión del mundo en reacción contra la Ilustración, reacción que

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también se acusa en las tendencias filosóficas. El romanticismo exalta el sentimiento, la imaginación, la religión y el individualismo. La tradición y las costumbres adquieren también un valor renovado, porque expresan el espíritu nacional de un pueblo (no es casual que el romanticismo vaya de la mano del nacionalismo). Se expresa:

a) Contra el racionalismo ilustrado:

• Hegel, que representa la sublimación de la razón en razón infinita o Absoluto.

• Nietzsche que subrayará los rasgos no racionales del conocimiento

b) Contra la universalidad abstracta ilustrada:

• Se reivindica la individualidad, rasgo que encontramos también en Nietzsche y en los idealistas alemanes Fichte y Schelling

c) Contra la visión mecanicista de la naturaleza, se apuesta por una Naturaleza viva y orgánica, algo que crece, se desarrolla, un ser vivo con el que cabe una especie de identificación por parte del hombre.

d) Contra una concepción abstracta de la verdad, el concepto de verdad como creación humana en Nietzsche y Kierkegaard.

El positivismo, por su parte, afirma que hay que atenerse a los “hechos” y Comte, su fundador, quiere crear una filosofía con el método de la ciencia experimental. Pero la filosofía de Nietzsche y la de Marx son reacciones a la culminación del racionalismo que representaron Kant y Hegel: Marx porque no reduce al ser humano a razón sino que destaca su dimensión social; Nietzsche porque subraya los aspectos más vitales en el hombre como son los instintos y los deseos. Ambos filósofos comprenden la realidad en devenir: Nietzsche se declara heraclíteo, Marx descubridor de la ciencia de la historia.

Junto a estas dos corrientes, el siglo XIX está marcado por un conjunto de pensadores cuyo eje será la exaltación de lo vital y de lo afectivo frente al excesivo racionalismo propio del idealismo alemán (de nuevo Hegel) y del positivismo científico. Se trata del vitalismo, filosofía de la vida que apuesta por el irracionalismo, la afirmación de la vida como realidad radical del ser humano. Para el irracionalismo, la razón y su poder discursivo son inadecuados para captar la realidad. La razón no es lo esencial en el hombre, sino que junto a ella están la intuición, el instinto, la inspiración poética, el inconsciente. Schopenhauer, Bergson, el propio Nietzsche son representantes de esta tendencia.

Referencias

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