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LIBROS DE NUESTROS ASOCIADOS

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Boletín de la Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica

(Asogehi) Año 5 No. 3, octubre 2011

El lector hallará en esta edición la buena nueva de que dos de nuestros asociados, Alban Jesús Cambronero y Rita Bariatti han publicado dos interesantes libros.

Brunilda Hile nos relata con maestría la historia de un migrante alajuelense y su familia.

Nuestro colaborador Alfredo Blanco aborda con excelencia el atentado que sufriera el general Antonio Maceo en Costa Rica

El editor se aprovecha de este espacio para ofrecer un contexto familiar y genealógico de un personaje poco conocido, don Joaquín Mora Fernández.

En Vidas de Barro se presenta un cuento que esperamos les agrade, aunque tiene un encuadre trágico.

Píldoras de archivo incluye un texto del pensador inglés Hobbes sobre el origen de los escudos, blasones y títulos nobiliarios.

En Actividades se informa sobre la Asamblea General Extraordinaria de ASOGEHI y la presentación del libro La familia Steffen. Del Reino de Prusia a Costa Rica, 1800-2009”.

Bolados ofrece nuevos enlaces que pueden ser de su interés.

Finalmente en De todo un poco, se consigna un testimonio del editor y orientaciones sobre cambios habidos en la página WEB de Family Search.

Envíenos sus colaboraciones a emiliobando@ice.co.cr Emilio.obando@gmail.com.

Noticias

º Libros de nuestros asociados…

Pág. 2

Historias de...

ºLa historia transaccional de un migrante alajuelense y sus familiares-El caso de Alejo Álvarez Artavia…Pág. 3

º Memorias de una noche triste: El atentado a Maceo en Costa Rica…Pág. 103

Genealogías de...

º Joaquín Mora y su familia…Pág. 13 ºLa genealogía descendente de Joaquín Mora Fernández…Pág. 23

Relatos y cuentos

º Vidas de barro…Pág. 99

Píldoras de archivo

º De escudos y títulos nobiliarios… Pág. 99

Actividades

º Asamblea General extraodrinaria de ASOGEHI…Pág. 100

º Presentación del libro “La Familia Steffen.

Del Reino de Prusia a Costa Rica (1800- 2009)”…Pág. 101

Bolados

º Hispania Nova…Pág. 102 º El Hablador… Pág. 102

De todo un poco...

º Yo tenía un sueño…Pág. 102

º Más orientaciones en el uso de Family Search…Pág. 104

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NOTICIAS...

LIBROS DE NUESTROS ASOCIADOS

Después de un trabajo intenso y laborioso, que significaron no menos de diez años de investigación, principalmente en fuentes primarias, nuestro asociado Alban Jesús Cambronero Acosta, junto con su prima Ligia María Cambronero García, publicaron el libro “La Familia Steffen. Del Reino de Prusia a Costa Rica (1800-2009)”, el cual consta de 704 páginas e incluye hasta la sétima y octava generación de la descendencia de las hermanas María Guillermina, María Amalia y María Dorotea Steffen Grigat.

La edición del libro estuvo a cargo de nuestro asociado Mauricio Meléndez Obando.

A efectos de adquirir la obra, cuyo precio es de

¢15.000,00, el asociado o lector interesado puede contactar al señor Meléndez en su correo Melendus@yahoo.com, o bien al Museo Regional de San Ramón, teléfono (506)-2447-7137, entidad a la que los autores donaron una significativa cantidad de libros para su venta, recursos que servirán para financiar proyectos de su interés institucional.

Nuestra asociada Rita Bariatti ha presentado el libro

“Italianos en América Central”, el cual es el fruto de un esfuerzo continuado de tres décadas, en el cual se mezcla el interés por conocer vida y aventuras de los italianos que vinieron a parar a estos rumbos, sobre todo arrastrados por el impacto de las dos Guerras Mundiales y por azares como la construcción del ferrocarril al Atlántico en Costa Rica.

El libro, que consta de 442 páginas en un formato de 8x12 x 11 centímetros, incluye retratos de italianos dispersos por Costa Rica, Panamá, Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador.

Puede comprarse, al precio de ¢12.000,00 en las Librerías Universitaria, libros@libreriaucr.com o Alma Mater editorialalmamater@gmail.com, ambas ubicadas en San Pedro, Montes de Oca, alrededores de la Universidad de Costa Rica.

Foto: Semanario Universidad, 4 de octubre de 2011.

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HiSTORIAS DE...

LA HISTORIA TRANSACCIONAL DE UN MIGRANTE ALAJUELENSE Y SUS FAMILIARES:

EL CASO DE ALEJO ÁLVAREZ ARTAVIA *

Brunilda Hilje Quirós Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica 89pinkya@ice.co.cr

Tilarán, enclavado en las tierras altas, ricas y fecundas del Guanacaste, recibió desde las últimas décadas del siglo XIX a los hombres que desde un vecino país, convulsionado por las luchas intestinas (Nicaragua) o desde el agro alajuelense, buscaban la tierra promisoria capaz de responder al golpe de la azada en el surco recién abierto. Este territorio poblado por aborígenes en la época precolombina, se había convertido por extinción o expulsión forzada, en un espacio aparentemente deshabitado. De su sueño ancestral vino a ser despertado por la aparición de filones minerales en Abangares.

Las compañías que se formaron con miras a la explotación minera y cuyo capital provenía de Inglaterra, fueron acaparando las mejores tierras, mediante el sistema de denuncios. Pero ante la duda de su ubicación exacta, escogieron las que estaban situadas en las nacientes de los ríos, abundantes de por si en toda la región.

Los denuncios de tierras fueron posibles, por leyes liberales, amplias en cuanto al otorgamiento de los terrenos. También porque grupos familiares, ligados a los que gobernaron nuestro país en las décadas finales del siglo XIX, prestaron sus nombres para solicitar la tierra y las minas. Esto, en una época en que, en muchos casos, no siempre aparecían bien diferenciados o hasta se confundían los negocios estatales y los negocios particulares de los funcionarios públicos.

Adjudicada la tierra, surgió la dificultad de las vías de comunicación que frenaron tanto la inmigración extranjera como la posibilidad de las ganancias. De este modo, el proyecto capitalista foráneo debió adaptarse a las condiciones del país. No obstante, hubo otra riqueza que si estuvo a su alcance, esta fue el bosque primitivo, formado con toda la variedad de cedros, pochotes, cenízaros y tantas otras especies.

Esto representó una inversión más segura, ya que por medio de sub arriendos, se procedió a la depredación de los bosques regionales.

Sin embargo, esta actividad no sería posible sin el concurso de la mano de obra, que en este caso actuó como un arma de doble filo, pues el talador del bosque, en su diario trabajo, pudo buscar un lugar de asentamiento permanente. Fue de esta forma como las tierras reservadas con el afán de extraer sus riquezas minerales, pasaron en buena parte y de facto, a los que sí tenían interés en cultivarlas.

Es así como queremos destacar el caso de un migrante alajuelense, en cuanto a su trayectoria transaccional, lo consideramos representativo, ya que actuó casi desde los inicios del proceso colonizador, permaneciendo ahí hasta su muerte, al igual que sus hijos y descendientes.

Alejo Álvarez Artavia, había nacido en Sabanilla de Alajuela, en 1862, en el hogar de Ramón Álvarez Artavia y Margarita Artavia Corrales. Fue el segundo de una familia de trece hijos, y sus hermanos fueron Evaristo, Eusebio, Ezequiel, Nicanor, Clotilde, Juan, Luis, Elisa, Auristela, Elías, Rafael y María. 1

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Las primeras referencias sobre Alejo lo sitúan en Fraijanes de Alajuela, en 1899. Ahí se involucra en una disputa por cercas, con su vecino Benedicto Solano. Ambos plantearon sendos interdictos de restitución y amparo respectivamente. 2.

Solano era propietario de un terreno de 2.79 hectáreas, dedicado a pastos y siembras. Lo había adquirido por compra a la Sucesión de Rosa Artavia Espinoza (varón). Acusaba a Álvarez de haber destruido una cerca colindante.

Álvarez alegó que esto no era cierto, porque Solano, después de comprar la finca había tratado de medirla sin tomar en cuenta a los colindantes. Este fue el motivo para que Álvarez destruyera una cerca construida por él mismo.

Álvarez arguyó en su favor la posesión de la parte en disputa por 14 meses, ejercida por él, más diez años de sus antecesores. Mencionó que el “finado Rosa Artavia”, para sacar los “esquilmos” debía pedir permiso a Juan Calderón, dueño entonces de la tierra que ahora poseía Álvarez, porque el terreno de Artavia estaba

“enclavado”, sin salida a la calle. Uno de los testigos, Nereo Vázquez, (migrante a Tilarán después) declaró que, como cultivador en arriendo del terreno de Solano, tuvo que pagar dos veces a Alejo, 25 céntimos, por el derecho de paso. Luego de haber sacado las dos primeras carretadas de maíz, Solano colocó una puerta y un puenteccillo que permanecían abiertos, por lo cual nadie le impidió el paso. 3.

Testigos a favor de Álvarez fueron Rosario Castro, Atanasio Herrera y Ramón Sibaja, los dos últimos migrantes a Tilarán.

Aunque no se mencionó la extensión del terreno de Alvarez, la cerca que dividía ambos lotes era de 200 varas. Los recursos fueron declarados sin lugar por las respectivas alcaldías.

En el año 1905, esta vez en Poás, Atanasio Herrera Artavia, primo de Alejo, lo acusó por injurias. Esto, porque Álvarez dijo que Artavia y su familia le estaban robando maíz 4.

Una acusación similar le planteó Rosario Castro Jiménez, del mismo vecindario. Según Castro, Alejo había dicho que Rosario y su hijo Leonte, le robaban maíz que sembraba en ese cantón, pero no solamente el de ese año sino el de las cosechas anteriores 5. De acuerdo con el expediente que está inconcluso, la milpa era de Álvarez, al tercio con Castro y este último, estaba disponiendo del maíz sin hacer la respectiva partición.

En junio de 1906, Alejo como vecino de Sabanilla, pidió el testimonio de una cancelación hipotecaria que había hecho a Juan Chacón Vargas, fallecido en 1904. 6

En 1907, se mencionó por primera vez en Tilarán, comprando a su hermano Evaristo, en transacción pública, un terreno de 75 hectáreas. Estas eran parte de 100 hectáreas que habían sido otorgadas en arriendo por la Municipalidad de Cañas, al doctor Teófilo Barrios, en el año 1895. 7

El mismo año de la compraventa Álvarez solicitó la inscripción de dicho terreno por título posesorio. 8

Años después se vio envuelto en litigios por tierras. En 1910, estableció un amparo de posesión contra Rafael Jiménez Soto. 9 Según Álvarez, Jiménez, poseedor también de terrenos municipales, llevó un ingeniero para que le midiera su terreno, despojando a Álvarez de tres hectáreas.

Después de alegar cada uno sus derechos, hubo un arreglo entre las partes. Álvarez le cedió las tres hectáreas que motivaron el juicio y Jiménez le extendió un pagaré, al 31 de diciembre de ese mismo año.

También dentro del convenio, se comprometió a pagarle 80 colones en el término de dos meses, garantizando

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esa obligación con una yunta de bueyes. 10

En 1911, Alejo Álvarez se opuso a un título supletorio, que sobre 300 hectáreas solicitó Sara Pasos Campos, esposa de Hipólito Valderrama. 11 La oposición se basaba en que, según Álvarez, 50 hectáreas del terreno en cuestión le pertenecían, ya que las había denunciado el 10 de mayo de 1910, de acuerdo con el artículo 5º, de la Ley de Cabezas de Familia de 1909. De esto presentó el certificado oficial.

Igual oposición presentaron sus hijos Ismael y Ramón, que también habían solicitado 50 hectáreas para cada uno. 12 La ubicación de los denuncios, era en una montaña contigua a los terrenos que poseían.

La señora Pasos alegó, que era dueña de los terrenos desde el 25 de mayo de 1909, fecha anterior al denuncio de Alejo o de sus hijos. El litigio fue perdido por los Álvarez.

La sociedad conyugal formada por Alejo Álvarez Artavia y María González Ugalde, poseía en 1912, los siguientes bienes en Tilarán: Una finca de 100 hectáreas, cultivada de café, potreros, plátanos, caña de azúcar y parte de montes. Además, un galerón con trapiche de hierro, dos pailas y demás enseres. Estimaban este inmueble en 4.000 colones.

Un solar en el cuadrante de la población, de 47.45 metros de lado, con una casa de habitación de madera de cuadro forrada en tabla, teja de zinc y piso de tabla. Tenía una cocina adicional de los mismos materiales.

Este segundo inmueble lo estimaron en 1.000 colones. 13

La señora González vendió sus derechos al cónyuge en 2.500 colones. Expresó haber recibido 2.000 colones, dejando los otros 500 colones en poder del comprador, para recibirlos cuando lo creyese oportuno. Según el Alcalde, no exhibieron título alguno. Probablemente, esto fue un traspaso por medio de compraventa. 14

En 1913, Alejo recibió en asocio de su hijo Ismael y como colonos de Tilarán, el lote de 85.58 hectáreas- 15 De esta forma obtuvo la propiedad legal del terreno que en 1907, había tratado de inscribir por título supletorio. Al año siguiente, Ismael vendió a su padre, la parte de 35.58 hectáreas que le correspondían en el mencionado lote. La transacción se efectuó por 2.000 colones. 16

En enero de 1916, Tulia de Crespi, dueña de la hacienda Quebrada Azul, planteó un juicio de desahucio contra Alejo Álvarez, acusándolo de invadir terrenos de su propiedad. 17. Álvarez se negó a firmar la citación de la alcaldía, porque no sabía hacerlo, manifestando “que no quería darse por notificado ni señalaba lugar para oír notificaciones”. 18 El expediente está inconcluso, pero de la inspección ocular realizada por el alcalde de Cañas, resultó que Álvarez no estaba dentro de los terrenos de Quebrada Azul. 19 Esto es indicador de que una frontera agrícola amplia, había permitido a Álvarez a acarrilar más tierra, esta vez en Tronadora. Ese mismo año, Azarías Murillo Herrera, estableció una demanda contra Alejo, por incumplimiento en la entrega de un terreno. 20 Según Murillo, el año anterior le había entregado 100 colones, para su hijo Ramón, en pago de un terreno de 45 hectáreas en los Ayotes. Ya en esta fecha Ramón había fallecido, razón por la que Murillo reclamaba la entrega. 21

Al emigrar Alejo a Tilarán, en 1907, sus padres aún vivían. Su madre al hacer el testamento en 1911, nombró como albacea a su esposo Ramón, y como suplente a su yerno Luis Hidalgo Arias. 22 En ese documento mejoraba a sus hijos menores Rafael y María, con la parte que le correspondía en una finca, y además a María, con la casa de habitación familiar. Estipuló que el resto de los bienes, eran para su esposo y los demás hijos.

Margarita Artavia, falleció el 1º de julio de 1911, a la edad de 70 años, siendo sepultada en Sabanilla. Sus padres fueron Rosa Artavia y Catalina Artavia, ambos del mismo vecindario. 23

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Las propiedades inventariadas a su muerte eran 6, y estaban situadas en San Luis de Sabanilla.

Aparentemente todas eran pequeñas y estaban dedicadas a potrero, agricultura, caña de azúcar, café y plátano. Fueron valoradas en 1.275 colones, más 250 colones de la casa de habitación familiar.

Todos los herederos y legatarios, cedieron sus derechos a Luis Hidalgo Arias. Para efectos fiscales la cesión de cada uno, se hizo en 125 colones. De esta forma la herencia familiar, recogida varios años después no había influido en la decisión de emigrar de Alejo y sus hermanos Evaristo y Elías.

En 1917, Alejo Álvarez y María González, otorgaron un testamento revocando los anteriores, e instituyéndose recíprocamente como herederos universales 25, pero no se firmó por faltar un testigo. No obstante, después de la muerte de María, en 1921, fue protocolizado.

Los hijos del matrimonio eran Ismael, Ramón, Justiniano, José, Otilda, Josefina, Martín, Abelardo y Abel, todos vivos a excepción de Ramón. De las edades aproximadas de algunos de sus hijos, se infiere que al emigrar Alejo a Tilarán, en 1907, su hijo mayor Ismael tenía 22 años, José, 17 años, Martín, 7 años y Abel el menor, 1 año.

María González Ugalde, falleció el 10 de noviembre de 1920, a la edad de 59 años. Era hija de Higinio González y Nicolasa Ugalde, vecinos de Alajuela. 26 Alejo como heredero universal fue autorizado a separarse del juicio mortuorio.

En esta fecha el capital inventariado ascendió a 7.550 colones, de los cuales, 4.700 colones pertenecía a inmuebles y el resto a animales vacunos y caballares. Es probable que esto no fuera su valor real, porque la propiedad de 85.58 hectáreas, fue valorada en 1.600 colones. Hay que considerar que en esa fecha tenía como mejora un beneficio de café. 27

Al hacer la división de bienes de su difunta esposa, en 1922, vendió esta finca a Abraham Campos Elizondo, comerciante de Santo Domingo de Heredia, en 9.000 colones. 28 El se reservó el terreno de Tronadora, entregando dinero en efectivo a sus hijos, a cuenta de la herencia materna. 29

Ese mismo año contrajo matrimonio con Rosario Álvarez Delgado, viuda de Rafael Arrieta, otro migrante alajuelense. 30

Alejo Álvarez falleció en Arenal, el 19 de julio de 1924, a la edad de 64 años. 31 Los herederos fueron su viuda Rosario, ocho hijos y dos nietos, hijos de Ramón.

El inventario realizado en Tronadora, el 26 de setiembre de 1924, ascendió a 6.064.50 colones. De esta suma, 3.000 colones pertenecían a la finca de Tronadora, 900 colones, de dos nuevos lotes sin inscribir y 519.50 colones, en animales vacunos, muebles e implementos agrícolas.

El juicio mortuorio fue conflictivo porque los hijos de Álvarez acusaron a la viuda, albacea de la Sucesión, por haber vendido bienes sin autorización y no rendir cuentas. Por esto fue removida del cargo pero ella alegó en su defensa el estar enferma, ya que la estación lluviosa de 1924, fuerte en la provincia de Guanacaste, pero sobre todo en Tilarán, había provocado “paludismos agudos”, debido a la humedad de sus valles. 32

José Álvarez, la acusó de alquilar pasto a particulares para obtener mayor ganancia, mientras los animales propios se veían flacos. Mencionó que en la finca pastaban 21 yuntas de bueyes de la hacienda Lombardía, las cuales estaban dejando “pelado el potrero”. 33 También se le hizo el cargo de desviar las ganancias, para favorecer a sus hijos. Ella adujo, que había vendido 9 reces para su subsistencia, además de que los gastos ocasionados por la muerte de su cónyuge, habían sido más altos que las entradas de las fincas.

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En 1927, la viuda cedió sus derechos en 250 colones, a Rubén Arrieta Álvarez, hijo suyo. Los bienes fueron vendidos en 1930 por el nuevo albacea José Álvarez, en 3.250 colones. El comprador fue Juan Carvajal Umaña. 34

El capital líquido partible fue de 345.45 colones, de estos correspondieron 172.50 colones al cesionario de la viuda, y 17.30 colones a cada heredero.

Analizando la trayectoria transaccional de Alejo Álvarez, se puede deducir que éste, al emigrar tuvo una movilidad social ascendente, pasando de cultivador de granos básicos, a otras actividades agrícolas en que se incluían café, caña de azúcar y repastos. Si bien en su lugar de origen pudo haber cultivado esos mismos productos, es indudable que en Tilarán adquirió más extensión de tierra, mejorándola, hasta llegar a poseer un beneficio de café.

Esto le permitió solventar las necesidades de una familia de no pocos hijos, aunque es probable que los mayores, formaran pronto sus propios hogares.

Al morir su primera esposa, el capital disminuyó por la parte entregada a sus hijos. Si en 1912, éste era aproximadamente de 7.000 colones, 10 años más tarde, calculado en 12.000 colones. 35 había tenido un empobrecimiento relativo si se consideran tanto la depreciación como la ubicación de sus posesiones, más alejadas del principal núcleo poblacional, que en ese momento era Tilarán.

En 1907, su finca estaba cercana a la población, en cuyo cuadrante residía. A diferencia de esto, en 1922 su asentamiento era en Tronadora y su casa más rústica. También en cuanto a cultivos, para esta última fecha, se limitaban a potreros, plátano y una pequeña parte de caña de azúcar. De esta manera su actividad productiva era más simple. 36 Las costas y gastos de un juicio mortuorio de 9 años hicieron descender paulatinamente los bienes, consistiendo éstos al final en 7 hectáreas de tierra para dividir entre 10 herederos, o sean el cesionario de la viuda y los hijos legítimos del primer matrimonio. Pero no por esto sus hijos se proletarizaron, ya que, independientemente de su padre, cada hijo había formado su propio haber.

Su hijo mayor Ismael, al vender los derechos a su padre en 1914, acarriló un nuevo terreno de 50 hectáreas en Tronadora, 37 el cual le fue otorgado en 1929, junto con otro lote a nombre de su esposa, sumando ambos terrenos 76.89 hectáreas. 38

Dos años más tarde se mencionó, que sus bienes en fincas de café, repastos y ganado, pasaban de 1.000 colones. 39 En 1945 amplió más su propiedad comprando 53.23 hectáreas a Tobías Campos. 40

Su hermano Ramón, residente en Líbano en 1912, compró 45 hectáreas a Rafael Acosta Castro. 41 En 1914, vendió ese terreno, volviéndolo a adquirir el mismo año. 42 A su muerte en 1916, su viuda Etelvina Herrera Vega, vendió los derechos hereditarios a Roberto Hanckel. 43

José Álvarez también se trasladó a Líbano. En 1917, compró 50 hectáreas en precario, a Cristino Espinoza. 44 Como otras actividades suyas se mencionó el expendio de carne y el transporte de carga. 45 En 1933, como albacea de la sucesión de su padre, y como parte del pago de costas, quedó en posesión de un lote de 16 hectáreas. 46 En dos transacciones logró adquirir 352 hectáreas de terreno. 47 Además entre 1932 y 1942, el Estado le entregó lotes por un total de 689 hectáreas. 48 No hay mención sobre venta de terrenos de parte de él.

Justiniano Álvarez, compró entre 1935 y 1942, a distintos dueños, 150 hectáreas de terreno. 49

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pago de una deuda de 1.000 colones. 50 En 1945, compró a Raúl González, un terreno de 35 hectáreas, que ocupaba en precario. 51

Abel, el hijo menor, también precarista en terrenos de González, compró a éste, 17 hectáreas. 52

Del único hermano que no se encontraron referencias transaccionales fue de Martín, cuyo oficio principal fue el de boyero. 53 Sin embargo el reconoció que su padre había cancelado una deuda suya de 1.000 colones, rebajándole de su herencia materna y asumiendo Alejo el saldo. 54

De este modo hubo diferencias económicas aún entre hermanos y eso da lugar a algunas consideraciones.

Es evidente que Alejo, al emigrar de 45 años y con una familia joven, lo hacía porque era un productor de granos básicos, que veía reducidas para sus hijos, las posibilidades de acceso a la tierra en Alajuela. Así, la abundancia de terrenos en Tilarán, le brindaba una oportunidad que virtualmente se le negaba en su lugar de origen.

En cuanto a sus hijos, las diferencias entre ellos pueden ser un reflejo del mismo proceso colonizador, donde en un principio adquirir la tierra era más fácil, que al final de ese proceso.

Otro hecho que merece atención es que, si los móviles de Alejo para emigrar aparecen más o menos claros, no podría decirse, sin un previo estudio de casos, si eso mismo era lo que había impulsado a otros coterráneos suyos, vecinos, parientes y amigos. Casi todos éstos, cultivadores de granos básicos como Alejo, residentes en la provincia de Alajuela a principios de siglo XX, migraron posteriormente a Tilarán.

Como corolario de esta historia transaccional, Alejo Álvarez podría calificarse como un incansable acarrilador de tierras, tarea que solo concluyó con su desaparición física.

Así, este trabajo ha intentado contribuir a la identificación de individuos, presentando

“una historia que no se interesa por cualquier tipo de hombre abstracto, eterno, inmutable en su fondo y perpetuamente idéntico así mismo, sino por hombres comprendidos en el marco de las sociedades de que

son miembros55

Notas:

1 Archivo Nacional de Costa Rica en adelante, A.N.C.R. Alajuela Juzgado Civil Nº2612, 25-3-1914, f.4.

2 A.N.C.R. Alcaldía 1ª de Alajuela, Nº 647, 26-12-1899; y Alcaldía 2ª de Alajuela Nº376, 30-6-1900.

3 Ibid., f7v.-8f.

4 A.N.C.R. Alcaldía única de Poás, Nº 16, 12-4-1905.

5 A.N.C.R. Alcaldía única de Poás, Nº 17, 3-5-1905.

6 A.N.C.R Alajuela Juzgado Civil, Nº 1971, 11-6-1906.

7A.N.C.R Protocolo Alcalde de Cañas Tomo IV Nº 1602, 25-6-1906, f.13v-14v.

8 A.N.C.R Alcaldía única de Cañas Nº 581, 29-6-1909.

9 A.N.C.R Alcaldía única de Cañas Nº 580, 4-7-1910.

10

I

bid., f.20-20v.

11 A.N.C.R. Alcaldía única de Cañas Nº 643, 19-5-1911

12 A.N.C.R. Alcaldía única de Cañas Nº 644, 19-5-1911

13 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo V Nº 1601, 14-5-1912 f.67v.-68v.

14 Loc.Cit.

15 A.N.C.R .Protocolo Lic. Fabio Baudrit G. Tomo IX Nº 2379, 6-10-1913, f.14.

(9)

16 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo VI Nº 1603, 8-11-1914, f.34v.

17 A.N.C.R. Alcaldía única de Tilarán Nº 15 ,10-1-1916

18Ibid., f.5

19 Ibid., f.10v-11f

20 A.N.C.R. Alcaldía única de Tilarán Nº 21, 10-7-1916

21 Ibid., f.8

22A.N.C.R. Alajuela Juzgado Civil, Nº 2612, 25-3-1914, f.4

23Ibid., f.1

24 Ibid., f.2

25 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo VIII , Nº 1774, 20-5-1917, f.72- 73v.

26 A.N.C.R. Liberia Juzgado Civil Nº 240, Remesa 1201, 4-6-1921

27 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo IX, Nº 1775, 25-10-1922, f.15-16.

28 Ibid., f.19v-20

29 A.N.C.R. Liberia Juzgado Civil y del Crimen Nº 150, Remesa 1083, 4-7-1933, f.29-30.

30 Ibid., f.1

31 Loc.cit

32Ibid., f.49

33 Ibid., f.83

34Ibid., f.180

35 A.N.C.R. Liberia Juzgado Civil y del Crimen Nº 601, Remesa 1112, 12-2-1922; 27-2-1927, f.271.

36 A.N.C.R. Liberia Juzgado Civil y del Crimen Nº 150. Remesa 1083, 4-7-1933, f.16.

37 Gaceta Oficial 8-2-1922, p.120.

38A.N.C.R. Protocolo Lic.Buenaventura Casorla S. Tomo VII, Nº 2418, 10-2-1929, f.4v-5f.

39 A.N.C.R. Alcaldía Unica de Tilarán Nº 229, 4-4-1931.

40 A.N.C.R. Protocolo Lic. Héctor Beeche L. Tomo IX, Nº 5071, 6-1-1945, f.93v-96v.

41 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo V, Nº 1601, 31-12-1912 f.80.

42 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo VI, Nº 1603, 24-7-1914, f. 22 -22v; 11-12-1914 f.38-38v.

43 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Cañas Tomo VII, Nº1773, 15-4-1918, f.73 -73v.

44Ibid., f.20v.

45A.N.C.R. Alcaldía Unica de Tilarán Nº 125, 26-3-1924; y Protocolo Lic.Héctor Beeche L. Tomo V, Nº 4812, 19-11-1942, f.78v -79.

46 A.N.C.R. Liberia Juzgado Civil y del Crimen Nº 150, Remesa 1083, 4-7-1933, f.187.

47 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Tilarán Tomo III, Nº 4845, 23-9-1938, f.5v-6; y Protocolo Lic. Walter Ross Coronado, Tomo IV, Nº 4964, 20-7-1943, f. 64v

48 A.N.C.R. Protocolo Lic. Guillermo Mata O. Tomo VIII, Nº 2746, 16-10-1932, f.4v-5v; y Protocolo Lic.Héctor Beeche L. Tomo V, Nº 4812, 16-9-1942, f.39-39v.

49 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Tilarán Tomo I, Nº 4190, 1-6-1935, f.77 v-78; y Protocolo Lic.Walter Ross C.

Tomo III, Nº 4845, f.5v -6. 27-2-1942; f.40v-41, 27-2-1941.

50 A.N.C.R. Protocolo Alcalde de Tilarán Tomo I, Nº 4190, 16-5-1935, f.67v -68.

51 A.N.C.R. Protocolo Lic.Walter Ross C. Tomo II, Nº 4751, 24-2-1941, f.2-2v

52 Ibid., f.3.

53 A.N.C.R Alcaldía de Tilarán Nº 2 , Remesa 1631, 14-8-1942, f.5.

54 A.N.C.R. Liberia Juzgado Civil y del Crimen Nº 150, Remesa 1083, 4-71933, f.30-34.

55 Lucien Febvre. Combates por la Historia. (4ª.edición, Ariel, Barcelona, 1975), p.p.40-41.

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MEMORIAS DE UNA NOCHE TRISTE - EL ATENTADO A MACEO EN COSTA RICA

Dr. Alfredo Blanco Odio Doctor en Estudios Latinoamericanos, Estadístico, Abogado ablancoo@hotmail.com .

En 1890, el Gobernador General de Cuba, luego de haber firmado el “Pacto del Zanjón”, autorizó la salida de la isla del General Antonio Maceo con su esposa María Cabrales, su inseparable compañero de luchas Flor Crombet, su brazo derecho Agustín Cebreco, su hermano José y un grupo de luchadores y sus familias a los que se llamaban “mambises”, quienes llevaban diez años peleando por la libertad de su país contra el poderoso ejército que la corona española tenía en la isla. Luego de visitar Jamaica y Honduras,

Maceo llegó a Costa Rica y firmó, el 13 de mayo de 1891 el tratado “Lizano – Maceo”, con el ministro Joaquín Lizano, Secretario de Estado del presidente José Joaquín Rodríguez, mediante el cual se acordó fundar una colonia con las familias cubanas que le acompañaban, quienes se dedicarían únicamente a la agricultura.

Antonio Maceo

Inicialmente se les ofreció tierras en el “Departamento de Talamanca”, pero la corona española se opuso al considerarlo una amenaza constante para la paz de Cuba, por estar en las costas del Mar Caribe; entonces se les cedió terrenos en la península de Nicoya, cerca del Océano Pacífico, donde fundaron una colonia que llamaron La Mansión. En agradecimiento al cambio de sede que hizo el presidente Iglesias, la Reina Regente mandó uno de sus mejores barcos de guerra a nuestro país con un enviado especial que le entregó una condecoración. La sociedad costarricense se asombró al ver la importancia y el valor de este personaje Antonio Maceo, por haber puesto en jaque a la monarquía española, brindándole a partir de ahí admiración y respeto.

Por esa época integraban nuestra sociedad un grupo considerable de familias cubanas que habían emigrado de su país, entre los que se encontraba Antonio Zambrana, abogado, quien colaboró con Maceo; José y Alberto Boix; Prudencio y Rodolfo Odio Giro; Adolfo Peña; Eduardo Pochet y otros que se dedicaban al comercio y la industria; Enrique Loynaz del Castillo, quien fue nombrado para desempeñar el cargo de director del diario La Prensa Libre. Compartieron nuestra sociedad otros revolucionarios exiliados de dictaduras latinoamericanas, entre los que había escritores, médicos, abogados y otros profesionales expulsados de sus patrias.

Durante su estancia en el país, Maceo recibió en dos oportunidades la visita ilustre de José Martí, el Apóstol de la Independencia cubana. Llegó el 30 de julio de 1893 y permaneció 9 días. Durante este breve paso impartió una conferencia en el Colegio de Abogados. Regresó el 5 de junio de 1894 y permaneció durante 14 días. Aprovechó esta visita para fundar el Partido Revolucionario Cubano, que le colaborara en su lucha por la independencia de su patria.

Era Maceo un hombre serio y atildado, de hablar pausado, de sonrisa franca. Vestía en forma decente y con elegancia, persona agradable y de trato afable; el gobierno de nuestro país le ofreció varios puestos pero

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En noviembre de 1894, Enrique Loynaz del Castillo rechazó con energía desde las páginas de La Prensa Libre las injurias gratuitas hechas a los cubanos en un artículo sobre el bandolerismo aparecido en el periódico “La Estrella de Panamá”, aduciendo en su defensa que la mayoría de los bandoleros estaban en Cuba y refiriendo los nombres de algunos gobernadores. Los españoles residentes en Costa Rica tomaron como pretexto el trabajo periodístico de Loynaz para tramar un complot en su contra, cuyo objetivo era el de asesinar al General Maceo. En una reunión convocada por el Cónsul de España el 9 de noviembre de 1894, luego de reclamarles su falta de hombría y exigirles una actitud más agresiva contra los enemigos, juramentó a un grupo de los más connotados comerciantes peninsulares para que se vengaran de los dos patriotas cubanos de lo que ellos consideraban una osadía y humillación a su patria.

Las autoridades costarricenses dirigidas por el General Juan Bautista Quirós, Ministro de Guerra, tuvieron conocimiento de estos hechos y dieron órdenes a la policía para que estuviera atenta a cualquier desorden, e impidieran la anunciada agresión.

Se encontraba en San José una compañía de teatro de origen español, dirigida por Paulino Delgado, actor cubano de mucha fama, quienes presentaban sus obras en el Teatro Variedades, a las que solía asistir Antonio Maceo en compañía de sus amigos. El 10 de noviembre se presentó la obra “Felipe Derblay” en beneficio de uno de los actores de nacionalidad española.

Asistió Maceo, quien precisamente había llegado por la mañana de Matina, junto a Enrique Loynaz, José Boix, Luis Olivares, Daniel Hernández, Casimiro Orué, Adolfo Peña, Alberto Boix y Manuel J. de Granda.

La colonia española también asistió al teatro en gran cantidad.

Uno de los más destacados biógrafos del General Maceo, José L.

Franco, cuenta que finalizada la obra, los patriotas cubanos salieron del Teatro y, según lo relata don Ernesto Quirós en un documento en Archivos Nacionales, luego de dirigirse a la Avenida Central y tomar hacia el Oeste al llegar cerca del Banco Anglo y próximos a la casa de habitación de don Juan Hernández, vieron a Enrique Loynaz y a Alberto Boix, rodeados de españoles que les exigían satisfacciones por el artículo publicado en el periódico.

General Antonio Maceo

Salieron a relucir las armas y el General Maceo quiso llamar a la policía pero los españoles gritaron: “al General”, “tiradle a matar”. Empezaron a sonar los disparos de armas de fuego y se desarrolló una batalla campal. En el documental dice que un español de nombre Lucio Chapestro le disparó a Maceo por la espalda.

El tiroteo se generalizaba cuando el General cubano vio avanzar al español Isidro Incera, disparando sobre él.

Entonces exclamó de viva voz: “Este si es peligroso, porque dispara avanzando”, y en esos momentos una

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La gente que venía del teatro corría en todas direcciones, llena de pánico al escuchar los disparos. Luego de que uno de los atacantes cayó los otros salieron en desbandada. El General Maceo dijo: “Ahora nos vamos también nosotros”. Pero viendo a una señora en el suelo, se agachó gentilmente para ayudarla a ponerse de pie y dispersarse con su familia, quienes agradecieron la cortesía de aquel hombre.

Manuel J. de Granda, quien estaba al lado del General le preguntó: ¿Cómo habrán salido nuestros compañeros? Con sangre fría y lento hablar el General contestó: ¡Quién sabe, pero a mi me han herido! Tenía un balazo por la espalda y la sangre fluía por el chaqué negro que vestía. Intentaron llevarlo de inmediato a la casa de Eduardo Pochet, donde se encontraba su esposa María, pero, antes de llegar, la policía los alcanzó y trató de detenerlos. El General les dijo: “Debo advertirle, sargento, que estoy herido y voy a la casa a curarme”, recibiendo autorización para seguir. En ese momento apareció el Dr. Juan J. Ulloa, Ministro de Gobernación, quien al enterarse que Maceo estaba herido le brindó ayuda en su calidad de médico y lo acompañó a casa de Eduardo Pochet.

El General Maceo pidió autorización al Dr. Ulloa para que llamaran al Dr. Eduardo Uribe y Restrepo, médico de origen colombiano muy amigo suyo, que vivía cerca, para que lo curaran entre los dos, lo cual se llevó a cabo tan pronto y Uribe llegó. Este venía acompañado de Alberto Boix, quien también tenía una herida en el omoplato. La herida del General Maceo fue en la espalda, a la altura de la cintura, con orificio de entrada sin salida. Le aplicaron sonda, sin lograr extraerle la bala, y al ver que no había interesado algún órgano vital, propusieron extraerla mediante cirugía, pero Maceo dijo: “No me corten más, que bastantes heridas tengo en mi cuerpo” (¡con esa, eran veintitrés!).

Enrique Loynaz del Castillo cuenta su libro “Memorias de la Guerra”, su versión indicando que al llegar a la Avenida Central, donde se ubicaba el Banco del Canadá (?), una multitud como de cincuenta españoles les cerró el paso y el señor Chapresto lo empezó a insultar. Al tratar de sacar su revólver tuvo dificultad por el abrigo, que inadvertidamente había abotonado, recibiendo varios balazos que desgarraron sus ropas. Su reacción inmediata fue la de proteger al General, sobre todo cuando se escucharon varios balazos y los gritos que decían: “¡A Maceo! ¡Tiradle a Maceo!” Al darse vuelta vio que Isidro Incera se acercaba y disparaba hacia el General Maceo. Agrega Enrique Loynaz que Isidro Incera, al agotársele las balas, trató de recargar su revólver, para rematar al General Maceo ya herido, por lo que le disparó en la frente, y cuando iba cayendo le tiró otro balazo en la parte posterior de la cabeza.

Loynaz inicialmente huyó y se escondió. Pero luego, acatando las órdenes que le envió el General Maceo, al día siguiente se presentó a la Policía a declarar que ninguno de los cubanos tenía armas de fuego y que la muerte había sido producida por los mismos españoles, quienes en la confusión se dispararon entre ellos.

Estuvo detenido por pocos días y después, a pedido del Presidente Rafael Iglesias, abandonó Costa Rica, siendo escoltado hasta el tren de Puerto Limón donde luego se embarcó hacia New Orleans.

La noche del atentado el Cónsul de España, visiblemente indignado porque las cosas salieron al revés de lo programado, ya que del incidente únicamente murió un español, visitó en forma violenta e inconsulta al Presidente Iglesias en la Casa Presidencial, para reclamarle que “Maceo y sus secuaces” asesinaran a Isidro Incera. Fue recibido por don Rafael quien, en forma serena y ecuánime mandó llamar el Jefe de la Policía.

Este mostró, todavía humeante, el revólver que habían tomado de la mano del cadáver de Isidro Incera, con cuatro cápsulas disparadas, haciéndole ver al Cónsul que ese asunto competía a los Tribunales de Justicia e indicándole el Presidente: “ahora, señor Cónsul, puede retirarse”.

El Cónsul fue declarado persona non grata y debió irse del país, dándose la coincidencia de que el mismo día que salió por Puerto Limón, el 25 de marzo de 1895, los Generales Antonio Maceo y Flor Crombet, junto a veintitrés valientes expedicionarios, embarcaban por otro punto de la costa del Mar Caribe, en el vapor Adirondak, con rumbo hacia Cuba, para reiniciar la lucha por la independencia.

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GENEALOGÍAS DE…

JOAQUÍN MORA Y SU FAMILIA

Este estudio es la segunda parte del libro “Joaquín Mora Fernández, descubridor de la vereda del Sarapiquí, su descendencia”, cuya primera entrega se divulgó en el boletín ASOGEHInforma Año 5 No. 2, julio 2011

Emilio Gerardo Obando Cairol, presidente Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica emiliobando@ice.co.cr

Cual marca indeleble que se ciñó sobre algunos miembros de la familia Mora, como sucedió con nuestro héroe y libertador Juan Rafael Mora Porras, Ver “Mora y Cañas en familia”, en

http://sites.google.com/site/asogehi/publicaciones,

don Joaquín, su primo segundo, no logró conocer, pues murió el 27 de octubre de 1862, que su estirpe paterna, apenas llegó hasta la segunda generación, pues su único hijo Mateo Mora Bonilla no tuvo nietos que portaran el apellido Mora y fueron sus hermanas, Pilar y Carmen las que, por ADN mitocondrial, han extendido hasta la presente generación, los descendientes de tan distinguido patricio.

Acorde con el contexto que nos indica la prosopografía, esto es el estudio de los individuos desde una perspectiva que involucra su existencia con respecto a las redes de poder político, económico y social, ya comentamos en la primera parte de esta obra que don Joaquín estableció relaciones de parentesco con familias importantes de su época como fueron los Bonilla, Nava, Zeledón, Castro, Alvarado, Castillo, Esquivel.

Su hijo Mateo entroncó, en su primer matrimonio, con Carolina Quirós Porras. Esta era hija de Mercedes Porras Palacios, hija a su vez de Petronila Castillo, hermana que fue del presbítero Florencio del Castillo.

Cuando casó con Mateo, Carolina era viuda de Ceferino Escalante Alvarado, hijo del distinguido ciudadano Rafael García-Escalante Nava, Ministro de Hacienda y Guerra y Vicepresidente de la República en la Administración de don Juan Rafael Mora Porras.

Siendo Mateo primo segundo de Ceferino, al casarse con Carolina hubo que levantar el impedimento existente de afinidad en tercer grado por cópula lícita.

Los Castillo, originarios de Ujarrás, Cartago habían emigrado, por decisión de su madre Cecilia Castillo Villagra, a San José en 1780, en el ánimo de encontrar mayores oportunidades sociales y económicas, las cuales se concretaron con las uniones de su hijos y nietos con prominentes familias de la San José del siglo XIX. 1

Casó Mateo, luego de la muerte de Carolina el 6 de mayo de 1864, con Juana Berry Rutherford (n. Escocia 1850), hija de James (Santiago) Berry (n. Escocia 1829, m. Costa Rica 11-9-1892) y Euphemia Rutherford (m.

Costa Rica 1873). El matrimonio se celebró en la casa de habitación de don Santiago el 6 de junio de 1866, luego de que se levantara el impedimento por disparidad de religiones.

Berry era un presbiteriano escocés, quien llegó a Costa Rica por ahí de 1850, para trabajar como veterinario y herrero. Tuvo éxito en importar y criar ganado lechero y vacuno en su finca “La Palma” en San Isidro de Coronado. Aportó su conocimiento en la confección y reparación de armas para enfrentar al filibustero William Walker en la Campaña Nacional 1856.1857. 2

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del 24 de mayo de 1876 hasta el 5 de agosto de ese mismo año. 3

Rafaela Mora había casado con el comerciante Ramón Molina Masís, de quien no tuvo descendencia. Molina tuvo una visible participación en los actos previos al derrocamiento del presidente Juan Rafael Mora Porras el 14 de diciembre de 1859. Don Carlos Meléndez lo relata como sigue:

“Mas ¿qué factores intervinieron en la decisión del coronel [Lorenzo] Salazar de convertirse en el jefe de la rebelión anti-morista? Se menciona la influencia que ejerció sobre él un comerciante medio arruinado, don Ramón Molina, para poner de acuerdo a Salazar con el militar Máximo Blanco, quien iba a convertirse en su inseparable compañero en estas lides. No dudamos que Molina logró su propósito.” 4

Don Juanito en un escrito suyo indica: “pues estoy convencido de que si estos traidores (refiriéndose a Salazar y compañeros) no reciben el castigo así como el intrigante de don Ramón Molina y otros que se han apoderado del mando, jamás podría haber seguridad para el Gobernante…”5

Ramón Molina muere en San Juan de Tibás el 5 de febrero de 1878, debido a un cáncer en su lengua.

Pilar Mora contrajo matrimonio con Agapito Córdoba Quirós, artesano de Cartago.

Correspondió a sus hijas María Ana, conocida también como Ana María, y Joaquina Córdoba Mora, extender hasta nuestros días la progenie descendente de Joaquín Mora Fernández, afincándose esas familias principalmente en Escazú.

Aunque Delfina, su otra hermana, tuvo un hijo llamado Juan Rafael, éste murió al cumplir año y medio. En la partida de defunción respectiva, el párroco Santiago Zúñiga consignó: “no se administran los sacramentos por parecerle a los padres que el niño era un poco idiota y no manifestaba ninguna malicia.

Pilar murió de pulmonía a los 53 años y su funeral se realizó en San Miguel de Escazú. El padre Cipriano Fuentes indicó en la partida de defunción: “No recibió los sacramentos porque estaba separada de su marido y mientras se buscaba en San José para que viniera y se estableciera la paz, murió. Tampoco se sepultó aquí ni nadie vino a firmar la partida”.

Carmen, la hermana menor de los Mora Bonilla casó en enero de 1857 con Alejandro Aguilar Castillo. Tres años atrás, el pretendiente había solicitado la autorización de don Joaquín Mora, padre de Carmen, para contraer matrimonio con ésta.

Don Joaquín, tribuno moldeado a la antigua, entonces de 70 años de edad, se había empecinado en no dar el consentimiento paterno a tal unión, a pesar de los ruegos del pretendiente, de la desesperación de su hija y de las intersecciones que reconocidos vecinos y autoridades de la capital le habían hecho para que cediera en su obstinada negativa.

El conflicto se acentuaba aún más por dos impedimentos que exigían la dispensa matrimonial; 1) la pretendida era menor de edad, tenía 19 años, y, por ende, requería del consentimiento de su padre para formalizar su enlace y 2) los contrayentes estaban emparentados por consanguinidad entre sí.

Ante la desesperación que acongojaba a los pretendientes para casarse, el 16 de junio de 1856, en la casa de habitación de don Rafael García Escalante, incurrieron en un matrimonio clandestino, ante lo cual se les imputó una causa criminal por infringir las disposiciones de la Iglesia en cuanto a la celebración del sacramento del matrimonio, delito eclesiástico por el cual Alejandro y Carmen son procesados, resolviéndose el 20 de diciembre de 1856, a que cada uno aportara a la Iglesia cien pesos para obras pías. No obstante, Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente, primer obispo de Costa Rica, da su consentimiento para que ambos puedan casarse.

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El relato de las vicisitudes de dicho matrimonio clandestino pueden leerse en el ensayo, de este mismo autor,

“De cuando Monseñor Llorente y Lafuente dio el consentimiento paterno para resolver un conflicto de amor“, publicado en el Boletín ASOGEHInforma No 3, Año 3, Octubre 2009, disponible en

http://sites.google.com/site/asogehi/publicaciones

Con respecto a los Aguilar, desde 1931 circuló una historia en el diario La Tribuna, en que el señor Ramiro Aguilar Villanave había sido contactado por dos abogados españoles, quienes le entregaron una carta en que se le comunicaba que el padre, del que por ciertas investigaciones que se han llevado a cabo resultó ser su tatarabuelo, había depositado en un banco una fuerte suma de dinero. Este ascendiente del profesor Aguilar emigró de España y nunca nadie se había interesado en el depósito hecho en ese banco.6

Tal tatarabuelo, en realidad su cuarto abuelo de don Ramiro, era precisamente don Juan Esteban de Aguilar, miembro de las milicias reales, comerciante, aventurero, quien recorrió valientemente todo el caribe en tiempos muy difíciles, y, de quien se afirmaba, que había amasado una impresionante riqueza, la que al final de sus tiempos decidió depositarla en un banco de Inglaterra. Con el paso del tiempo, se evidenció que todo fue un fraude y que no había ninguna herencia de los Aguilar.

Don Pedro Aguilar era hijo de José Hermenegildo Aguilar Siles, hijo a su vez del sargento Juan Esteban de Aguilar, y de Agustina de Siles. Su parentesco de consanguinidad con don Joaquín Mora Fernández resultaba porque María Eulalia Fernández Umaña, madre de don Pedro, era hermana de Lucía, la madre de don Joaquín, por lo que Alejandro y Carmen eran, entre sí, primos segundos.

Un hermano de don Pedro, Miguel Antonio Aguilar Fernández, fue el padre de Manuel Aguilar Chacón, jefe de Estado de Costa Rica del 17 de abril de 1837 al 27 de mayo de 1838, fecha en que fue derrocado por un golpe de estado que llevó al poder a don Braulio Carrillo Colina. Una hija de don Manuel, Inés Aguilar Cueto casó en 1846 con don Juan Rafael Mora Porras.

Don Alejandro, llamado “Papá U”, era hijo de Mercedes Castillo Palacios y nieto de Luis Teodoro Castillo. Por tanto, sobrino nieto del presbítero Florencio Castillo, digno representante de Costa Rica en las Cortes de Cádiz en 1812.

Fue miembro el primero antes citado de la Logia Esperanza No. 2, fundada en 1871 y fundador, entre otros, de la Logia Maravilla No. 12 y de la Logia No. 19, en San José.

Habló contra los jesuitas en 1874, mientras fue diputado ante el Congreso de Costa Rica

de 1874 a 1876.

7 Alejandro Aguilar Castillo

Foto tomada por el autor en Museo “Rafael Obregón Loría”, de la Gran Logia Masónica de Costa Rica

La masonería había sido fundada en Costa Rica el 20 de agosto de 1865 por el presbítero Dr. Francisco Calvo (26-9-1820; 18-7-1890). La Logia “Caridad No. 26” contó con la participación de connotados costarricenses como el Dr. José María Castro Madriz, Julián Volio, Francisco Peralta, Dr. Andrés Sáenz, Bruno Carranza y otros.

Alejandro Aguilar era pariente del Dr. Calvo, pues a éste se le atribuía ser hijo de doña Petronila Castillo y del

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Presume el autor que el conflicto habido entre don Joaquín Mora y su futuro yerno, relativo al matrimonio de don Alejandro Aguilar con su hija Carmen, tuvo su origen en las posiciones anticlericales y espíritu liberal que poseía este último, muy alejadas de los rígidos patrones morales y religiosos que estaban presentes en la formación familiar de don Joaquín.

Don Alejandro fungió, en el gobierno de don Tomás Guardia Gutiérrez, como Subsecretario de Estado durante los años 1877-1879.

Sus ideas y las de otros liberales contribuyeron a la expulsión del territorio de la República de la Compañía de Jesús, establecida en la ciudad de Cartago, que decretara el 18 de julio de 1884 el presidente Próspero Fernández Oreamuno, fundamentado en que el primero y principal deber del Gobierno es el de alejar ambiciones bastardas y tramas astutas para trastornar el orden y seducir a las personas sencillas para que sirvan a sus reprobados propósitos.

Don Próspero era bisnieto de Pedro Fernández Acosta, hermano del abuelo paterno de Alejandro, Manuel Felipe, de los mismos apellidos.

Del matrimonio de Alejandro Aguilar y Carmen Mora, tuvieron descendencia, María Luisa en su segundo matrimonio con José Rafael Merino de Luque, español, procreando a los Merino Aguilar. Don José Rafael fue profesor de instrucción pública; María Ana, llamada también Mariana, de su enlace con el comerciante mexicano Armando Robledo Jiménez, nació María Isabel Robledo Aguilar, quien no tuvo descendencia.

Alejandro Aguilar Mora unió su destino con Claudia Machado Lara, hija de Rafael Machado Jáuregui y Mercedes Lara Palomo, dando vida a los Aguilar Machado.

Rafael machado Jáuregui Fuente:

http://www.tiquicia.org/cancilleres/canci.asp?ID=14

Don Rafael Machado (n. Guatemala 20 de abril de 1832-m. San José 13 de julio de 1906), eminente abogado y director de la Academia Guatemalteca de Historia, emigró a Costa Rica por razones políticas, donde brindó preclaros servicios a Costa Rica. En 1876 fue nombrado Secretario de Relaciones Exteriores y carteras anexas, cargo que desempeñó hasta octubre de 1877, en que se le trasladó a la Secretaría de Gobernación, Policía, Agricultura, Industria, Guerra y Marina. Fue el titular de ésta hasta 1880, y de octubre a 1879 también estuvo interinamente encargado de aquélla.

En 1886 fue Director de la Imprenta Nacional y de 1887 a 1889 fue Subsecretario de Relaciones Exteriores y carteras anexas. De julio a agosto de 1887 estuvo interinamente encargado del despacho. Fue además Presidente del Colegio de Abogados y miembro de la Junta de Caridad de San José.

En 1902 fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocupó durante cuatro meses Se distinguió también como poeta y periodista. Fue redactor del Boletín de Noticias y director del diario El Heraldo de Costa Rica. Además, impartió clases de literatura en el Colegio de Santo Tomás, fue profesor en el Instituto Nacional, en la Universidad de Santo Tomás y en 1876 ocupó el Ministerio de Instrucción Pública.

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Alejandro Aguilar Mora fue durante varios años el más glorioso y aplaudido artista nacional. Puso toda su alma al servicio de las causas sociales y políticas que propugnó, las cuales siempre encontraron en él un carácter resuelto, una inteligencia despierta y una lealtad sin eclipses. Antes de Melico Salazar, fue el tenor de grandes aptitudes, considerado como la mejor voz de entonces.

En el campo político, fue Oficial Mayor del Ministerio de Guerra, Administración de don José Joaquín Rodríguez (1890-1894); Ayudante militar del presidente Rafael Yglesias Castro (1894-1898; Secretario particular del presidente Ascensión Esquivel Ibarra (1902-1906); Ministro de Fomento durante la Administración Tinoco Granados (1917-1919) y de Gobernación durante el período de Juan Bautista Quirós (9 de agosto al 2 de setiembre de 1919).

Al caer el gobierno de Tinoco en 1919, nuestro país entró en una coyuntura muy difícil, cuando el gobierno del Presidente americano Woodrow Wilson se negó a reconocer al Presidente Juan bautista Quirós e indicó que debía entregar la presidencia a Francisco Aguilar Barquero, como Tercer Designado de la extinta administración de don Alfredo González Flores.

Fue constituida una asamblea de hombres notables, reunidos para conocer de la mencionada exigencia del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Hubo dos tesis, una presentada por don Ernesto Martín, que planteaba llamar a ejercer la presidencia a don Francisco Aguilar y que éste convocara cuanto antes a elecciones. La segunda, de don Ricardo Jiménez, para que se consultara a Washington si aceptaría que el gobierno del General Quirós procediera a las inmediatas elecciones del Presidente de la República. 10

Don Alejandro, junto con el Canónigo Rosendo de Jesús Valenciano, alzó su voz en lo que juzgó la defensa de la soberanía y negó altivamente su voto a cualquiera de las dos tesis propuestas. Como costarricense, no aceptaba que un gobierno extranjero, por poderoso que éste fuese, diera instrucciones para que se designara la persona que debía hacerse cargo de la República, a pesar de las virtudes cívicas y morales que le caracterizaban. Como dato curioso, su hijo Alejandro Aguilar Machado dio su voto a la tesis del Lic. Ricardo Jiménez.11

Don Francisco Aguilar, ejerció el gobierno, con plenos poderes, de setiembre de 1919 a mayo de 1920.

Aceptó la presidencia admitiendo que ya no podía citársele como tercer Designado de la administración González Flores, porque el gobierno de éste había expirado en mayo de 1918. Se le consideró la persona ideal para gobernar, una vez que se recibió una comunicación de Washington que amenazaba la intervención militar de los Estados Unidos, por no reconocer al designado Juan Bautista Quirós. 12

Doña Claudia Machado, nacida en San José, realizó estudios en el Colegio de Sión y en colegios de Burdeos y París. Don Antonio Zambrana escribió sobre ella en junio de 1894: “Claudia Machado es por ambas líneas una rica heredera: virtud y belleza clásica forman la porción materna; un entendimiento luminoso, la del padre. Su hermosura es regia, imponente, de las que no alcanzan a revelar el pincel, y exigen el mármol de la escultura. Su cultura exquisita, su gusto educado, dan nuevo encanto a su belleza…”

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Claudia Machado Lara

Fuente: http://profile.ak.fbcdn.net/hprofile-ak- snc4/49866_100001474134731_21_q.jpg

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Adela Aguilar Mora contrajo segundas nupcias con William (Guillermo) Brealey Paynter (n. Costa Rica 1856), hijo de Richard Lucas Brealey (n. Nottingham, Inglaterra 1812; m. Costa Rica 1864) y Mary Ann Paynter (n.

Inglaterra 1830), De esa unión nacieron los Brealey Aguilar.

La familia Brealey tiene como su fundador en Costa Rica a Richard Lucas Brealey, quien llegó en 1837.

Fungió como médico en las minas del Aguacate y luego en Cartago, ejerciendo como primer pastor en la iglesia protestante costarricense. Se involucró también en la exportación de café e índigo a Valparaíso, Chile, y a Inglaterra. En noviembre de 1849, el Dr. Brealey había adquirido considerables tierras que dedicó a siembra del café y de la caña de azúcar. En su finca “Las Ciruelas”, cercana a Barva, Heredia, nacieron sus hijos, de los cuales únicamente William Brealey Paynter permaneció en Costa Rica.14

En la tercera generación, cabe resaltar, por su trascendencia en la vida pública a los hijos de don Alejandro Aguilar y Carmen Mora, los Aguilar Machado.

Alejandro, el primogénito, graduó como abogado en la Escuela de Derecho en 1921.

Miembro de la Academia costarricense de la lengua de 1955 a 1984. Fue profesor de Historia y Director del Liceo de Costa Rica (1940-1947) y Director del Colegio San Luis Gonzaga (1951-1956). Desempeñó el cargo de Sub-secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores y Carteras Anexas en la segunda Administración de don Cleto González Víquez, de mayo de 1928 a principios de 1930, y fungió de junio a noviembre de 1929 como titular de esa Secretaría. De 1936 a mayo de 1940, fue Secretario de Estado en el Despacho de Educación Pública. Fue Ministro de Gobernación, Policía, Justicia y Gracia, durante la etapa final del Gobierno del Presidente Mario Echandi Jiménez.

Alejandro Aguilar Machado Fuente:

http://www.asamblea.go.cr/Centro_de_informacion

Liceo Alejandro Aguilar Machado Fuente:

http://www.drea.co.cr/instituciones/institucionesdetalles2.

A lo largo de cuarenta años se formó el maestro de las juventudes costarricenses, alcanzó así su plena realización un hombre que pudo realizarse en el foro y en la política, pero que prefirió hacerlo en la escuela, porque había nacido para educar. Un liceo en Tambor, Alajuela, lleva su nombre. Fue declarado benemérito de la patria el 16 de noviembre de 1981. 15

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Margarita Aguilar Machado casó en 1924 con el excelso poeta peruano José Santos Chocano Gastañodi de la Vega. Hombre ruidoso, combativo, orgulloso, violento, conflictivo. Poeta sensitivo, rítmico, elocuente, grandioso. Son las dos facetas enteramente definidas de uno de los personajes más controvertidos de la Literatura que destacó en el mundo de la intelectualidad a nivel nacional e internacional, durante el primer tercio del siglo XX. Su progenitor José Feliz Chocano y Zela nació en Tacna, nieto del prócer de la Independencia Francisco Antonio de Zela, que diera en esa ciudad el primero grito de la Independencia del Perú. Su madre se llamaba María Aurora Gastañodi de la Vega, hija de un minero español que vivió en la opulencia y murió pobre.

“Existía en San José una familia dotada por las musas de la Historia y la Poesía con la que el peruano había su libro cultivado amistad. Eran los Aguilar Machado. Margarita Aguilar tenía l9 años y Chocano 46. Entre ellos nació el amor, el último y decisivo en la vida del poeta.”

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Margarita reproduce en “José Santos Chocano-Sus últimos años”, un bello poema, que le hizo Chocano a ella y que recuerda las rimas de Gustavo Adolfo Becquer.

Margarita Aguilar Machado y José Santos Chocano Fuente: Aguilar Machado, Margarita. José Santos

Chocano-Sus últimos años.

“¿Quién encendió este amor que así nos quema?

¿Quién hizo el primer verso del poema?

¿No fui yo? ¿Fuiste tú? ¿Fuimos los dos?

Ni tú ni yo hemos sido. ¡Ha sido Dios!

La relación de Chocano con Margarita, recibió la desaprobación de sus padres Don Alejandro Aguilar Mora y doña Claudia Machado.

“Mi madre me reprendía y reprochaba constantemente, en una oportunidad llegó a decirme cosas de Chocano tan desagradables que me sentí envuelta en un torbellino de desesperación, al extremo de atentar contra mi propia vida, por envenenamiento. Llegué a creer que sola la muerte pudiera brindarme toda la paz y dicha que ansiaba.” 17

De esa unión nació Jorge Santos Chocano Aguilar, quien graduó de bachiller en Costa Rica y luego de arquitecto en la Universidad de Chile. Se estableció en Costa Rica, donde nacieron sus hijas Ana Lucía y Silvia María Chocano Gallegos, fruto de su matrimonio con Lucía Gallegos Salazar. Son bisnietos de José Santos Chocano y Margarita, los miembros de las familias Álvarez Chocano y Leñero Chocano.

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José Santos Chocano murió acuchillado, con un cortaplumas, por un sicópata llamado Martin Bruce Badilla, en una estación del tranvía, en Santiago de Chile el 13 de diciembre de 1934. Margarita recibió el apoyo del gobierno chileno para obtener un puesto en la Caja de Crédito Popular, en la que laboró por espacio de 18 años.

Guillermo Aguilar Machado fue uno de nuestros más conocidos valores en el campo de la música, pianista graduado en el Conservatorio Real de Bruselas, donde terminó sus estudios en 1927.

En 1942, por iniciativa de un grupo importante de artistas costarricenses impulsado por Guillermo Aguilar Machado (1905-1965) y con la participación de figuras de reconocido prestigio en el ambiente musical del país, se fundó en la capital el Conservatorio Nacional, dependiente de la Secretaría de Educación Pública y derivado de la Asociación de Cultura Musical (fundada en 1934).18

Recital de canto y piano a cargo de Jeannette Van- Wymers y Guillermo Aguilar Machado (1946).

Fuente:

http://artesmusicales.ucr.ac.cr/investigacion/archivo- historico-musical/

Don Guillermo fue el primer director del Conservatorio Nacional, ahora Departamento de Música de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, cargo que mantuvo desde 1942 hasta 1960.

Jorge Aguilar Machado fue chellista de la Orquesta del maestro Repetto en San José. Partió para Bruselas y en su conservatorio de música perfeccionó sus estudios. Casó con la dama alemana Magdalena Nayton de Fasson..Se estableció definitivamente en tierra europea, jamás regresó a su patria. 19

De los hijos de Adela Aguilar Mora, Elsie Brealey Aguilar casó en 1943 con José Guillermo Pedro Aguilar Alfaro, hijo de Ramiro Aguilar Villanave, de quien comentábamos anteriormente había estado involucrado con la herencia de los Aguilar en 1931. Adela fundó entonces la familia Aguilar Brealey.

Decíamos antes que Jorge Santos Chocano casó con Lucía Gallegos Salazar, hija de Felipe Gallegos Iglesias. En esa misma cuarta generación; Marta Eugenia Echeverría Brealey, hija de Mary Brealey Aguilar casó con Fernando Gallegos González, hijo de Fernando Gallegos Iglesias.

Los Gallego Iglesias eran hijos de Felipe Gallegos Quesada y Carlota Iglesias Castro, ésta hermana del presidente de Costa Rica Rafael Iglesias Castro (1894-1898, 1898-1902). Felipe era hijo de Nicolás Gallegos Castro, hijo natural a su vez de María Gallegos Alvarado, hermana del jefe de Estado de Costa Rica José Rafael Gallegos Alvarado (1833-1835; 1845-1846). Nicolás usaba como segundo apellido el de su padre el presbítero. José Antonio Castro Ramírez. Fue catedrático de Filosofía y Rector de la Universidad de Santo Tomás, de 1875 a 1876.

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Juan José, hermano de Marta Eugenia, fue diputado a la Asamblea Legislativa durante el período 1974-1978 y Ministro de Seguridad Pública en la administración del presidente Rodrigo Carazo Odio, del 1° de junio de 1980 al 28 de febrero de 1981.

Juan José Echeverría Brealey Fuente:

http://www.ucr.ac.cr/noticias/2010/05/03/destacan-a- rodrigo-carazo-como-hombre-y-estadista.html

Annabelle Echeverría y Alfredo Méndez

En la quinta generación, Alfredo Méndez Mata, chozno de Joaquín Mora Fernández y tataranieto de Carmen Mora Bonilla, se unió, por vínculo matrimonial, con Annabelle Echeverría Cruz, hija de Juan Rafael Echeverría Loría, bisnieta de Juana Mora Aguilar y tataranieta, por tanto, del presidente Juan Rafael Mora Porras (1849-1859).

La descendencia de don Joaquín Mora Fernández alcanza en la actualidad a la octava generación, donde se incluyen sus sétimos nietos, procedentes de Lidia y Fernando Zeledón Quirós, bisnietos de Pilar Mora Bonilla.

La estirpe surgida del enlace entre don Joaquín Mora Fernández y María del Pilar Bonilla Nava, prolongada hasta el presente por sus hijas Pilar y Carmen Mora Bonilla, está constituida por 5 hijos, 27 nietos, 23 bisnietos, 38 tataranietos, 100 choznos, 163 quintos-nietos, 98 sextos-nietos y 19 sétimos nietos, es decir, 473 personas, para un total de 210 familias.

Es probable que, después de 192 años de que unieran sus destinos dicha pareja, así como el hecho de que sus descendientes actuales ya no portan el apellido Mora, muchos miembros de este tronco familiar desconozcan sus vínculos con este patriarca. Pretende el autor que esta publicación contribuya no solamente a reafirmar entre ellos sus lazos de parentesco, sino también a valorar y defender el legado de tan distinguido

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Notas:

1 Benavides Barquero, P. Manuel. El Presbítero Florencio Castillo. Diputado por Costa Rica en las Cortes de Cádiz, p. 182, 1° edición, San José, M. J. Benavides B, 2010.

2 Murchie, Anita Gregorio. Imported Spices: a study of Anglo-American settlers in Costa Rica, 1821-1900, pp. 119 y 271.Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Dirección de Publicaciones, Costa Rica, 1981.

3 Sáenz Carbonell, Jorge Francisco. Los meses de don Aniceto. Ascenso y caída de don Aniceto Esquivel Sáenz, pp. Pp 97 y 169. San José, Costa Rica, EUNED, 2002.

4 Meléndez Chaverri, Carlos. Dr. José María Montealegre, p. 61. Academia de Geografía e Historia de Costa Rica, 1968.

5 “Gaceta” Oficial No. 76, 14 de diciembre de 1860, p. 4.

6 Marrero Redondo, Adrián, “Con noticia publicada en 1931 engañan a la gente”, Diario Extra, 22 de abril de 2006, en http://www.diarioextra.com/2006/abril/22/espectaculos09.php

7 Denslow, William R. y Truman, Harry S. “10.000 masones famosos”, Parte I, 2004.

8 Obregón Loría, Rafael. “Ganganelli”, organizador de la masonería en Costa Rica, pp. 16-19 y 69. Trejos Hermanos, Impresores, San José, Costa Rica, 1941.

9 Rafael Machado Jáuregui, en http://www.tiquicia.org/cancilleres/canci.asp?ID=14

10 Murillo Jiménez, Hugo. Tinoco y los Estados Unidos: génesis y caída de un régimen, pp. 187-190, San José, Costa Rica, UNED, 1981.

11 Aguilar Machado, Alejando. “El artista y el ciudadano” En su recuerdo, 1956.

12 Francisco Aguilar Barquero, en http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Aguilar_Barquero

13 Molina Siverio, Julio. Don Alejandro: ensayo biográfico y ontológico del Benemérito Lic. Alejandro Aguilar Machado, p.

27. San José, Costa Rica, El Quijote, 1995.

14 Murchie, Anita Gregorio. Imported Spices: a study of Anglo-American settlers in Costa Rica, 1821-1900, pp. 91-95 y 275-279.

15 Beneméritos de la Patria, en

http://www.asamblea.go.cr/Centro_de_informacion/Sala_Audiovisual/Benemritos%20de%20la%20patria/Forms/AllItems.as px16

Chocano había casado en 1897 con Consuelo Bermúdez Velásquez, de 18 años,, con quien tuvo a Eduardo Adolfo Chocano Bermúdez, quien falleció ciego y pobre en 1955, el vástago que siempre le fue fiel, nacido en 1897; José Alberto, que vino al mundo en 1901 y José Santos, dos años después. Casó por segunda vez con Margarita Batres Arzú, hija del ilustre historiador y político guatemalteco Antonio Batres Jáuregui, con la que engendró a sus hijos Antonio José (1913) y Alma América (1917) Chocano Batres.

Chocano: del conflicto a la grandeza. En Miscelánea, 12 de octubre de 2010, en http://miscelanea- rafo.blogspot.com/2010/10/chocano-del-conflicto-y-la-grandeza.html.

17Aguilar Machado, Margarita. José Santos Chocano-Sus últimos años. Arancibia Hnos, Santiago de Chile, 1964.

18 Castro Solano, Carlos Alberto. Análisis crítico de las políticas culturales de las instituciones de educación musical instrumental en Costa Rica a partir de 1972. La Retreta, año II no. 3, julio-septiembre 2009. En http://www.laretreta.net/0203/politicasculturales.pdf

19 Molina Siverio, Julio, p. 28.

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GENEALOGÍA DESCENDENTE DE DON JOAQUÍN MORA FERNÁNDEZ

Este estudio es la tercera parte del libro “Joaquín Mora Fernández, descubridor de la vereda del Sarapiquí, su descendencia”, cuya primera entrega se divulgó en el boletín ASOGEHInforma Año 5 No. 2, julio 2011

Emilio Gerardo Obando Cairol, presidente Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica emiliobando@ice.co.cr

Abreviaturas usadas

a. asiento

ABAT: Archivo Histórico Arquidiocesano Monseñor Bernardo Augusto Thiel.

ANCR: Archivo Nacional de Costa Rica.

b.: bautizado Def: Defunción.

Exp.: expediente

Exp. Mat.: expediente matrimonial f. folio

fs.: folios

FA: Fondos Antiguos LB: Libro de Bautismos LM Libro de Matrimonios L. Def.: Libro de defunciones Mat.: matrimonios

m.: murió n.: nació

Nac; nacimientos No.: Número

PE: Partido especial.

RC: Registro Civil de Costa Rica.

SJ: San José t.: tomo

En las Notas de cada capítulo aparecen con siglas los nombres de las iglesias consignadas en el texto, en que fueron bautizados y contrajeron matrimonio descendientes de la familia Mora Bonilla. Así, por ejemplo, LaMd por Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes (la Merced); EC, por Iglesia Nuestra Señora del Carmen, San José; STNJ por Iglesia Santa Teresita del Niño Jesús, LS por Iglesia Nuestra Señora de la Soledad y LD por Iglesia Nuestra Señora de los Dolores (la Dolorosa), para indicar las más representativas.

Referencias

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