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La obsesión del Sr. Leeuwenhoek (1632-1723)
nton Van Leeuwenhoek nació en Delft, Holanda en 1632. Cuando abandonó los estudios a los 16 años, su madre viuda pensó que a su hijo le faltaba voluntad, dedicación y paciencia para alcanzar un objetivo importante en la vida. Se equivocaba.
Leeuwenhoek se casó a los 21 años y abrió una tienda de telas. Por aquella época los tenderos usaban unas “perlas de cristal”, cristales tallados a modo de lupa, para observar con detalle las telas. Su trabajo era rutinario y él era lo suficientemente metódico para llevarlo a cabo. Pero un día mientras miraba a través de su lente, lo familiar se le volvió extraño: Las telas tan tupidas a simple vista, estaban llenas de agujeros; los hilos, tan suaves al tacto se mostraban peludos, de pronto finos, de pronto gruesos... ¿Y si consiguiera una lente con más aumento? ¿Y si observara otras cosas además de telas?
Se olvidó de los clientes y de los proveedores y se lanzó a recorrer las calles buscando tiendas de óptica. Comenzó a interesarse por el arte de tallar cristales y de forjar metales. Quería tallar una lente biconvexa de menos de 3 mm de diámetro (cómo una pequeñísima gota de rocío). Cuando lo logró, obviamente no podía sostenerla entre los dedos para mirar a través de ella como lo hacía con las perlas de cristal en la tienda. No se dio por vencido e inventó un aparato.
Consiguió lentes de entre 70 y 250 aumentos, algo increíble para la época. Colocó estas lentes en monturas de cobre, oro o plata y miró a través de ellas todo lo que cayó en sus manos.
Entre otras cosas, observó las fibras musculares de una ballena, las escamas de su piel, las
A
hebras de lana de oveja, una mosca, un piojo, en fin, todo lo que se le ocurría. 1
Durante años y años se dedicó a examinar todo lo que tenía a su alcance y más. Cuando la Real Sociedad de Inglaterra se enteró de su actividad le envió una comunicación para pedirle que escribiera contándoles sus descubrimientos.
Esta sociedad era una agrupación de científicos entre los que se contaba Isaac Newton y Robert Boyle y que había merecido el reconocimiento del rey Carlos II.
Un día observó una gota de lluvia a través de su lente. La gota que era limpia y transparente a simple vista, resultó estar poblada de formas con movimiento. No dudó de que fueran seres vivos, mientras los veía nadar despreocupadamente en su mundo, que los llamó animálculos, que era el nombre que en esa época se les daba a algunos de los seres pequeños que se movían.
Hoy los llamamos microorganismos.
Espermatozoides descriptos por Leeuwenhoek2
¿De dónde vendrán estos “animálculos”? - se preguntaba - ¿Acaso del cielo, como la lluvia? Hizo distintas pruebas hasta que pudo recolectar, en recipientes perfectamente limpios, gotas de lluvia antes de que tomaran contacto con el suelo o con los techos.
Las observó a través del microscopio y no vio nada parecido a un ser vivo. Las conservó y las observó día tras día hasta que empezaron a aparecer. No venían del cielo, pero... ¿de dónde venían? Se quedó con la pregunta y continuó investigando.
1 http://scientia.bitacoras.com/archivos/2005/06/28/anton-van-leeuwenhoek
2 http://scientia.bitacoras.com/archivos/2005/06/28/anton-van-leeuwenhoek
Sorpresa
Curiosidad I
¿Por qué pica la pimienta? - Se preguntó. -Debe tener pequeños pinches que el ojo humano no alcanza a ver, pero que la lengua sí puede sentir- pensó. Y como no podía ser de otra manera, la pimienta fue a parar al microscopio. Para conseguir granos suficientemente blandos remojó la pimienta en agua y al tiempo extrajo una pizca dentro de una gota para observarla ¿Qué creen que vio? Nada de pinches, pero ahí estaban otra vez los “animálculos”.
El experimento con la pimienta lo llevó a encontrar una técnica para que estos pequeños seres por él descubiertos, pudieran desarrollarse. Pensó que había llegado el momento de informar a la Real Sociedad. Como respuesta recibió un pedido de instrucciones para construir un microscopio y realizar sus mismas observaciones. Esto no le gustó nada.
Entendió que no lo tomaban en serio, que querían su microscopio para desautorizarlo y no para profundizar sus investigaciones. ¿Enviar informes? Sí,
¿cómo no? ¿Entregarles un microscopio? Eso sí que no, no y no!!!
Curiosidad II
Desconfian
La vida del Sr. Leeuwenhoek transcurría entre la rutina de la tienda y la pasión por investigar el mundo microscópico que él mismo había descubierto. Se dijo que descuidó a su familia y a sus amigos. También, que por las noches le gustaba beber y no precisamente agua pura. Por las mañanas amanecía “enfermo” y para curarse tenía el hábito de tomar café casi hirviendo.
Un día se quemó los labios con este café. La boca le dolía demasiado para gritar palabrotas, entonces, para olvidar su sufrimiento, decidió hacer lo que más le gustaba. ¿Qué creen que hizo? Sí, acertaron: fue a mirar por el microscopio.
Tomó una muestra del sarro3 de sus incisivos, que por si no lo saben son los dientes de adelante, y otra de las muelas más alejadas. Las observó a través del microscopio y las comparó. En el sarro de las muelas había “animálculos”. Esto no lo sorprendió porque ya los había visto otras veces. En el sarro de los dientes esperaba encontrar lo mismo pero no fue así.
Como los dientes habían estado en contacto con el café hirviendo se preguntó:
¿La ausencia de animálculos tendrá que ver con el calor? Y diseñó una experiencia para averiguarlo.
Observó muestras de agua con microorganismos, antes y después de calentarlas a altas temperaturas. Las formas movedizas desaparecían y no reaparecían cuando el agua se enfriaba. Concluyó: El café hirviendo mata los animálculos que viven en los dientes.
A ustedes, curiosos lectores, les recomendamos no innovar, y seguir utilizando la pasta dental y el cepillo hasta nuevo aviso.
Leeuwenhoek se mantuvo firme hasta el día de su muerte y aunque llegó a fabricar más de doscientos microscopios, jamás les envió uno a los científicos de la Real Sociedad de Inglaterra. Ni siquiera las instrucciones para que hicieran una réplica. A estos señores la curiosidad les picaba más que la pimienta y se desesperaban por tener uno para ver lo que Leeuwenhoek les describía en sus cartas. Encargaron a Robert Hooke que tratara de repetir la experiencia con los granos de pimienta.
Era el día 15 de noviembre de 1677 cuando llegó Hooke a la reunión de la Real Sociedad llevaba un microscopio que él mismo había diseñado. A diferencia del de Leeuwenhoek tenía dos lentes, la segunda aumentaba aún más lo que ya había aumentado la primera. Así los científicos pudieron ver los tan esperados
3 El sarro dental es el depósito de sales, calcio y fósforo que se adhiere a la superficie de dientes y muelas.
Vicio
Reconocimiento
“animálculos” y sentir aunque fuese por un instante la emoción que se había apoderado del Sr. Leeuwenhoek para no abandonarlo jamás.
Como reconocimiento por su descubrimiento le enviaron un diploma de socio en una caja de plata con los emblemas de la Real Sociedad grabados en su tapa. Él se los agradeció por carta pero es probable que mientras cerraba el sobre repitiera: El microscopio es mío, mío, mío.
Sitios vinculados al tema
http://www.geocities.com/edmedia_lms/Cazamicrobios.doc
Elaboración de los Textos: Prof.Marcela Gutierrez