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EL ESPÍRITU DE DIOS REVELA SU PALABRA Y AUMENTA NUESTRA FE PARA HACER LAS OBRAS MAYORES (Reunión de ministros)

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EL ESPÍRITU DE DIOS REVELA SU PALABRA Y AUMENTA NUESTRA FE

PARA HACER

LAS OBRAS MAYORES

(Reunión de ministros)

Dr. William Soto Santiago Sábado, 10 de julio de 2010

Santa Cruz, Bolivia

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REVELA SU PALABRA Y AUMENTA NUESTRA FE PARA HACER LAS OBRAS MAYORES

(Reunión de ministros) Dr. William Soto Santiago Sábado, 10 de julio de 2010

Santa Cruz, Bolivia

M

uy buenas tardes, compañeros ministros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Nos dice el apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 2, versos 9 en adelante, dice:

“Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;

porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu

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de Dios.

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.

Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

Y San Marcos, capítulo 11, versos 20 al 24 dice:

“Y pasando por la mañana...”. Jesús luego de maldecir la higuera, y al otro día pasaron por la mañana por el lugar donde estaba la higuera, dice:

“Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.

Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.

Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos

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permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL ESPÍRITU DE DIOS REVELA SU PALABRA Y AUMENTA NUESTRA FE PARA HACER LAS OBRAS MAYORES”.

Y aquí, para hacer las obras mayores, aquí nos dice que se requiere tener fe: obras mayores por medio de la fe.

Y ahora, ¿cómo aumentamos la fe? Recibiendo la Palabra revelada para el tiempo en que a uno le toca vivir;

y mientras más recibe Palabra revelada de su tiempo, más crece la fe; porque la fe viene (¿por qué?) por el oír la Palabra [Romanos 10:17]. Y si usted quiere más fe, que le venga más fe, pues escuche más la Palabra.

La Palabra revelada para el tiempo que le toca vivir a la persona: le da la bendición de la fe creciendo y creciendo, hasta que llega a una condición en que conquista lo que Dios ha prometido. O sea, obra, dice que... el Señor dice:

“Mayores obras hará; mayores obras que estas” [San Juan 14:12].

Y ahora, para obrar mayores cosas... obrar es hacer:

hacer mayores cosas; por lo tanto, hay una labor para llevar a cabo. Y el que tiene la fe, que viene por la Palabra revelada (porque fe es revelación), entonces podrá hacer obras mayores; de las cuales Cristo habló: San Mateo 21;

ahí nos dice de obras mayores que harán los creyentes.

Dice: capítulo 21, verso 18 en adelante, hablando sobre la higuera, dice:

“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.

Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.

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Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?

Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.

Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Y ahora, nos habla acerca de la fe para hacer no solamente esto de la higuera, sino que si dijereis a este monte: “Quítate y échate en el mar”, va a ocurrir.

Hay un monte que tiene que desaparecer: el reino de los gentiles; y hay Palabra que va a ser hablada, y va a desparecer y va a surgir otro monte: el Monte de Dios, el Reino del Mesías. Va a haber una fe para llevarse a cabo eso.

Ahora, podemos ver que esto es una bendición grande que está prometida para la Iglesia del Señor Jesucristo.

Esta bendición la vemos manifestada en muchas ocasiones en San Pedro, en San Pablo, y en diferentes mensajeros en diferentes ocasiones.

Cristo dice: “Si tuvieres fe como un grano de mostaza”

[San Mateo 17:20, San Lucas 17:6].

Así como cuando usted va a hacer algo y sabe por qué lo va a hacer y sabe cuál va a ser el resultado, ¿ven? Esa es la fe común que usted está usando; y es común para usted esas cosas. Por ejemplo, usted toma el auto en su casa, sale hacia el trabajo: porque usted cree que va a llegar al trabajo. Si usted creyera que va a tener un accidente por el camino, ¿qué haría? Pues no saldría.

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Ahora, conforme a la fe, Cristo decía: “Sea hecho”, le decía a la personas. Por eso es que siempre hay que estar creyendo positivamente. Lo negativo que venga a su mente, usted hable positivo y anula eso negativo que le vino a la mente; porque con la palabra que habla, se anula el pensamiento, lo que haya pensado.

Y ahora, EL ESPÍRITU DE DIOS REVELA SU PALABRA Y AUMENTA NUESTRA FE PARA HACER OBRAS MAYORES.

Recuerden que es la Palabra revelada para el tiempo que le toca vivir a la persona; en la cual tenemos la Palabra que ya fue hablada en tiempos pasados, y la historia de lo que ocurrió en tiempos pasados, que nos da fortaleza, nos fortalece la fe.

Por ejemplo, miren a la virgen María recibiendo Palabra revelada y su fe creciendo: siendo fortalecida la que tenía y creciendo la que tenía.

Cuando el Arcángel o Ángel Gabriel le apareció a Zacarías el sacerdote, y le habló de que iba a tener un hijo a través de su esposa Elisabet, él luego pregunta: “¿Cómo será esto? Porque mi esposa es ya avanzada en edad y yo también”. ¿Ve? Preguntó con duda.

Como Sara cuando escuchó la conversación que el Señor, junto con sus otros dos Ángeles, tenía con Abraham, en donde Dios le dijo que Abraham a través de Sara iba a tener un niño [Génesis 18:10-15]; y le vino a confirmar eso que ya le había dicho en otras ocasiones.

¿Ven? En cada ocasión va fortaleciéndole la fe a Abraham y aumentando su fe.

Él no pensaba: “Ahora estoy tantos años más viejo”; él

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pensaba: “Ahora estoy tantos años más cerca de lo que Dios me ha prometido. Ya estoy llegando a la meta”. Pero Sara se rio dudando lo que Dios estaba diciendo, pues ya había transcurrido una cantidad de años, unos 24 a 25 años, y ya Sara se había debilitado en la fe; pero Abraham no.

Abraham cada día tenía su fe más firme y más grande.

La Escritura dice que “Abraham creyó lo que Dios le prometió esperanza contra esperanza (o sea, esperando lo que no se podía esperar)” [Romanos 4:18]. Para un hombre ya de 99 años (cuando llegó a ese tiempo), y con Sara teniendo 89 años, ya la esperanza de cualquier persona se habría ido; la de Sara se había ido, pero la de Abraham no.

Encontramos que Dios le puede prometer algo a una persona, y la persona pensar: “Bueno, hoy lo voy a tener o mañana”; pero le pasan unos cuantos años, y ya dice: “Ya como que eso ya no va a venir”. Pero miren, Abraham recibió esa bendición, esa promesa, teniendo unos 75 años;

y transcurrieron los años y Abraham se agarraba más de lo que Dios había prometido.

En una ocasión en que Dios le habla de que va a tener un niño, y le habla de cómo van a ser las cosas, y le mostraba que su descendencia por medio del hijo que iba a nacer iba a ser como las estrellas del Cielo [Génesis 22:17], Abraham se rio, pero no de duda, no de incredulidad: de alegría.

Para Abraham, por cuanto sabía quién era Dios: lo que Dios hablaba, ya eso estaba concluido, Dios no lo podía cambiar. “Dios ha dicho que es así, y yo lo creo”. Porque Dios no puede cambiar de decirle: “Vas a tener un hijo”, y después el año que viene decirle: “Ya no vas a tener el

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hijo”. Si Abraham lo creía, no podía Dios anular esa promesa.

Y ahora vean, Abraham ríe de gozo, de alegría y de agradecimiento, de felicidad; pero Sara ríe de incredulidad;

como algunas personas ríen pensando: “¿Con que vas a recibir algo?”, y se ríe de que usted esté esperando algo.

Pero ella se rio de que a través de ella, una mujer ya anciana, que ya había perdido la costumbre de las mujeres, que había pasado el tiempo en donde la mujer es fértil y en donde la mujer también tiene deleites con su esposo.

Ahora, Sara no comprendía porque no creía. No hay que comprender tampoco mucho, lo único que hay que comprender es que eso es la Palabra de Dios y punto: así es, lo entienda o no lo entienda; y creer, pensar, como dijo Cristo a Sus discípulos, a Pedro: “Lo que no entiendes ahora, pues lo entenderás después” [San Juan 13:7]. Y hay cosas que no se entienden de momento para que no se interrumpa el Programa Divino.

Y ahora, Zacarías el sacerdote cuando recibe la visita del Ángel Gabriel... que el caso de Zacarías y su esposa es parecido al de Abraham y Sara; pero comete un error: con tan buena visita y dudar lo que le está diciendo el Ángel Gabriel; entonces le dice: “¿Cómo va a ser eso? ¿Cómo va a suceder eso, si mi esposa y yo somos ya ancianos, ya estamos de edad avanzada?”. Vamos a leerlo aquí para que tengamos el cuadro claro, capítulo 1 de...

Él tenía que pensar: “Bueno, mientras más tiempo se tarde el que vayamos a tener un niño que yo le he pedido a Dios, pues más grande será esa bendición, más importante será ese niño que Dios nos va a dar”. Vean,

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aquí, San Lucas, capítulo 1 verso 5 en adelante:

“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet (y ella era pariente de la virgen María; o sea que hay una relación ahí con la descendencia de Aarón y la virgen María).

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.

Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso (por cuanto aparece a la derecha del altar del incienso, ese Ángel está relacionado con el altar del incienso no solamente en la Tierra, sino en el Cielo también).

Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan”.

Y ahora vean, la oración de Zacarías era que Dios le diera un hijo; y ahora, con una esposa estéril, él pidiendo un hijo; y luego ya cuando están ancianos, les viene la

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respuesta de delante de Dios, a través del Ángel Gabriel, que van a tener un niño.

Quizás él podía decir: “Cuando estábamos más jóvenes yo estuve esperando”; pero ¿qué pasó? Después que ya estaban ancianos ya no estaban esperando nada; pero la petición había sido aceptada por Dios; y no importa el tiempo que tarde la contestación, si fue aceptada la petición, Dios dará contestación.

Es como cuando el profeta Daniel estuvo orando a Dios por sus pecados y por los pecados del pueblo, y Dios le mandó la contestación a través del Ángel Gabriel, y dice el Ángel: “Me detuve por 21 días”, había sido enviado ya 21 días antes para traer la contestación a Daniel, pero se detuvo porque tuvo una guerra, tuvo una pelea allá, y el Ángel Miguel, el Arcángel Miguel, le ayudó [Daniel 10:11-14].

Recuerden que así como hay guerras acá en la Tierra, hay guerras en el mundo espiritual. Y esas guerras que se pelean en el mundo espiritual, influyen en medio de las naciones. Era una guerra que tenía que ver con el cambio de imperio: del imperio medo-persa al imperio de Grecia.

Y ahora:

“Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,

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para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.

Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel...”.

La incredulidad a las palabras del Ángel Gabriel, para él fue un problema, pero para nosotros una bendición. ¿Por qué? Porque aquí se identifica el Ángel por su propio nombre: Gabriel; en otras ocasiones en que apareció no se identificó. Y también el Ángel Miguel en diferentes ocasiones en que apareció no se identificó con su nombre.

Hubo ocasiones en que algunos como Jacob y como Manoa preguntaron por el nombre del Ángel que les apareció, el Ángel de Dios; y el Ángel no les quiso revelar el nombre.

Pero aquí, vean, le revela el nombre: Gabriel; le revela Gabriel su nombre a Zacarías el sacerdote. O sea, esto muestra que los Ángeles tienen nombre también.

Ahora, hay diferentes Ángeles ya con su nombre reconocido a través de la Escritura y sus apariciones que han hecho a diferentes personas.

Para el Islam, el Ángel Gabriel es el Espíritu Santo.

Ahora vamos a continuar aquí:

“Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios...”.

Es uno de los Ángeles que está delante de la presencia de Dios. El reverendo William Branham dice que es uno de los Ángeles de la diestra de Dios; lo mismo que el Ángel o Arcángel Miguel.

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“... y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas”.

Fue enviado para darle esa buena noticia: Dios envía Su Ángel Gabriel a un hombre para darle esa noticia. ¿Ven?

Cualquier persona puede decir: “Bueno, eso es una cosa sencilla, porque muchos niños nacen”. Pero ese niño que iba a nacer, dice el Ángel que será grande delante de Dios, y sería el que vendría con el espíritu y virtud de Elías, para preparar al pueblo para la Venida del Señor; es el mensajero prometido en Malaquías, capítulo 3; de ese es que le está hablando el Ángel Gabriel al sacerdote Zacarías.

Y sería tan grande, que el mismo Jesús en una ocasión dice: “De los nacidos de mujer no hubo ninguno mayor que Juan; pero el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan (o sea, el más pequeño del Cuerpo Místico de Cristo)” [San Lucas 7:28]; porque Juan pertenece al pueblo de los siervos, y él es también siervo de Dios; pero la Iglesia del Señor Jesucristo, los miembros de la Iglesia, pertenecen al pueblo de los hijos e hijas de Dios; y un hijo es mayor que un siervo.

“Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.

O sea que este Ángel tiene también la autoridad para determinar o hablar una bendición, o una maldición, o un juicio, sobre cualquier persona.

Recuerden que este Ángel es el que ha luchado contra los reyes que han estado en el reino de los gentiles, y ha producido los cambios de un imperio a otro imperio; y le

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ha ayudado el Arcángel Miguel, que es el Arcángel que está por el pueblo hebreo, por los hijos de Israel.

Y ahora, para el cambio del reino de los gentiles al Reino del Mesías, Gabriel y Miguel también van a estar (está en Apocalipsis, capítulo 12). Ahí podríamos hablar bastante, pero recuerden que no vamos por el momento a tocar por ahí mucho.

Y ahora, Zacarías quedaría mudo hasta que se cumpliera la promesa que le fue hecha.

Luego encontramos más adelante, seis meses después, apareciéndole a la virgen María (parienta de Elisabet), y dándole la noticia que ella va a concebir, va a dar a luz un hijo: será llamado Hijo de Dios; le es ordenado que le ponga por nombre Jesús; y Dios le va a dar el Reino de David y Trono de David, y va a reinar sobre Israel para siempre, y Su Reino, dice que no va a tener fin.

Y la virgen María, que estaba desposada, comprometida con José, no con incredulidad, sino porque quería saber si ella tenía que hacer algo, qué tenía que hacer ella, le pregunta: “¿Cómo será esto?”. El verso 34 de este mismo capítulo 1 de San Lucas, dice:

“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;

por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

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porque nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor;

hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia (luego que ella dijo: ‘hágase conmigo conforme a tu palabra’)”.

Recuerden que la virgen María representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual ha estado concibiendo por medio del mismo Espíritu Santo que le dijo el Ángel Gabriel que vendría sobre María, haría sombra sobre ella, y María concebiría; y el santo Ser que nacería sería llamado Hijo de Dios.

Y el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, ha estado haciendo sombra sobre la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad, de etapa en etapa, y ha estado concibiendo hijos: ha estado reproduciéndose en hijos e hijas de Dios, en esa forma tan sencilla.

Y luego lo que nos falta es el cuerpo físico eterno, que ese lo vamos a recibir en la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de los vivos. Pero ya la parte espiritual del nuevo nacimiento, en donde obtenemos el cuerpo angelical, ya eso ha sido hecho en cada creyente en Cristo nacido de nuevo.

Recuerden que antes de Jesucristo aparecer en cuerpo de carne, ya tenía Su cuerpo angelical, el Ángel del Pacto. Y antes de nosotros aparecer en un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, recibimos el cuerpo angelical, llamado el espíritu o ángel de cada creyente en Cristo.

Y ahora, vean cómo la virgen María no dudó, sino que preguntó: preguntando para saber qué ella tenía que hacer.

Ella creyó el mensaje del Ángel y por eso dijo: “Hágase

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conmigo conforme a Tu Palabra”.

Y ahora, en el libro de Las Edades, página 186, 187, 188 y 189, hasta la 190, nos habla el reverendo William Branham acerca de las cosas relacionadas a la Iglesia del Señor Jesucristo. Dice la página 186, que así como a Adán le fue dada una novia, Eva, para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios; al segundo Adán: Cristo, le fue dada también una Novia, una Iglesia, para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios. Eva cayó; la Iglesia cayó también; y ahora para el Día Postrero, vean lo que sucede:

página 186 y 187 del libro de Las Edades:

“56. Al segundo Hijo (Jesús), también una Palabra–Simiente hablada de Dios, le fue dado una novia así como fue Adam. Pero antes de que Él se pudiera casar con ella, ella también había caído. Ella, como la esposa de Adam, fue puesta a prueba para ver si creería la Palabra de Dios y tendría Vida, o dudar la Palabra y morir. Ella dudó, dejó la Palabra; y por eso murió.

57. De un grupo pequeño de la verdadera simiente de la Palabra, Dios presentará a Cristo una Novia amada.

Ella es una virgen de Su Palabra. Ella es una virgen porque no conoce ningún credo ni dogma hecho por el hombre. Por y a través de los miembros de la Novia será cumplido todo lo prometido por Dios que habría de ser manifestado en la virgen”.

Ahora, vean eso:

“Por y a través de los miembros de la Novia será cumplido todo lo prometido por Dios que habría de ser manifestado en la virgen”.

O sea, todo lo que Dios ha prometido que va a hacer en

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medio de la Iglesia, lo va a hacer por medio ¿de quiénes?

De los miembros de la Iglesia. Así ha sido todo el tiempo y así es para este tiempo final.

Las promesas correspondientes al Día Postrero serán cumplidas a la Iglesia del Señor Jesucristo —las promesas hechas a la Iglesia—, y por medio de los miembros de la Iglesia Dios va a cumplir esas promesas.

Por ejemplo, tenemos la promesa que como los judíos trajeron el Evangelio a los gentiles (eso fue por medio de Pedro y Pablo), los gentiles lo llevarán ¿a dónde? A los judíos [Las Edades, pág 30, párr. 109]. Eso será por medio de los ministerios de Moisés y Elías, que van a estar en medio de la Iglesia.

Y por consiguiente habrá un instrumento en el cual estarán esos ministerios siendo operados por el Espíritu Santo; porque es el Espíritu Santo el único que tiene ministerios, y el que opera esos ministerios. Puede operar un ministerio, o dos ministerios, o tres ministerios, en la misma persona; pueden estar todos los ministerios que Él tenga en una sola persona, operar el que Él desee en el momento que le corresponda.

Por eso unos decían acerca de Jesús: “Es Elías”, otros decían: “Es Jeremías”, otros decían: “Es Juan el Bautista”, otros decían: “Es alguno de los profetas”. ¿Ven? Porque el Espíritu Santo cuando operaba a través de Jesús el ministerio que estaba en Él, parecía que era Elías; en otras ocasiones parecía Jeremías; en otras ocasiones parecía Juan el Bautista, y así por el estilo. Porque es el mismo Espíritu, el Ángel del Pacto que estaba velado en carne humana en la persona de Jesús, el mismo Ángel del Pacto que estuvo

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en Moisés.

En Moisés: era la Palabra, el Verbo, velado en carne humana. En Josué, en los Jueces, en el rey David, en los profetas: era el Verbo, la Palabra, el Ángel del Pacto, a través de esos velos de carne hablando, obrando. Y en Jesús: pues en toda Su plenitud.

También en San Pedro, San Pablo, los diferentes mensajeros de cada edad; y así será para este tiempo final también; porque tenemos la promesa que el Espíritu Santo va a llevar a cabo una Obra muy grande, y ahora vemos que es a través de los miembros de la Iglesia de Jesucristo que Dios obra. Y por eso: “Si tuvieres fe, mayores cosas que estas haréis”.

Y ahora:

“58. La palabra de promesa vino a la virgen María, y esa Palabra de prometida era Él mismo, Quien habría de ser manifestado. Dios fue manifestado. Él mismo actuó en ese tiempo y cumplió Su propia Palabra de promesa en la virgen”.

Porque había Dios prometido que “la virgen concebiría, y daría a luz un niño, y sería llamado, sería Emanuel (que significa: Dios con nosotros [San Mateo 1:23])” [Isaías 7:14]. Y cumplió esa promesa a través de una joven virgen de Israel, descendiente del rey David.

“Fue un ángel quien le había traído el mensaje, y el mensaje de ese ángel fue la Palabra de Dios (Isaías 9:6).

Él cumplió en ese tiempo todo lo que estaba escrito acerca de Él, porque ella aceptó Su Palabra”.

Si ella no aceptaba esa Palabra del Ángel: no podía ocurrir el milagro, no podía ocurrir el cumplimiento de esa

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promesa.

“59. Los miembros de la Novia–Virgen Le amarán y ellos tendrán Sus virtudes, porque Él es su cabeza y todo poder le pertenece. Ellos están sujetos a Él, así como los miembros de nuestros cuerpos están sujetos a nuestra cabeza.

60. Note la armonía entre el Padre y el Hijo. Jesús nunca hizo nada sin que primeramente le fuese mostrado del Padre (Juan 5:19). Esta armonía ahora habría de existir entre el Novio y la Novia. Él le enseña a ella Su Palabra de Vida, ella la recibe y nunca la duda. Así que nada la puede dañar, ni aun la muerte. Porque si la simiente fuere sembrada, el agua la hará brotar de nuevo.

Aquí está el secreto de esta cosa: la Palabra está en la Novia (así como estuvo en María)”.

Y esto es muy importante: fue un Ángel el que le trajo la Palabra a María; y es el Ángel de la séptima edad, a través del cual el Espíritu Santo le trae la Palabra a la Iglesia-Novia, y esa Iglesia-Novia va a dar a luz, a traer a existencia, todo lo que ha sido hablado que surgirá, que nacerá en la Iglesia: porque ha quedado embarazada de esa Palabra, y por consiguiente va a dar a luz las cosas que han sido prometidas a la Iglesia-Novia del Señor.

Por ejemplo: va a recibir, a tener los resucitados, creyentes en Cristo, de edades pasadas y de nuestro tiempo; y también va a recibir, los miembros de esa Iglesia-Novia, la transformación.¿Ven?

Va a surgir en esa Iglesia-Novia todo lo que Dios ha prometido para Su Iglesia-Novia; incluyendo la Visión de la Carpa: que es donde se estará cumpliendo en toda su

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plenitud la Tercera Etapa; y en esa Tercera Etapa vendrán grandes bendiciones de delante de Dios o de parte de Dios;

de seguro la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos, que es lo más importante, y lo que nos colocará físicamente en la vida eterna.

Por lo tanto, todo eso va a surgir ¿dónde? En la Iglesia- Novia; va a dar a luz todas esas cosas, porque la Iglesia- Novia del Señor ha creído el Mensaje de parte de Dios que fue dado a través del ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia; y ahora se tiene que materializar en la Iglesia- Novia, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Tan sencillo como eso.

Ahora miren esto, dice:

“... la Palabra está en la Novia (así como estuvo en María). La Novia tiene la mente de Cristo porque ella sabe lo que Él quiere que se haga con la Palabra”.

Ella sabe lo que el Señor quiere que se haga con esa Palabra que le fue dada.

Así como Noé: sabía lo que Dios quería que él hiciera con la Palabra que le fue dada; le fue dada la Palabra de que vendría un diluvio y destruiría a la humanidad en aquel tiempo, pero le fue dicho también: “Construye un arca, en donde te salvarás tú y tu familia”; y los que entren ahí con él se salvarían también, animales y todo. Él sabía lo que él tenía que hacer con esa Palabra que le fue dada: construir el arca para salvarse él y su familia.

Y la Iglesia-Novia sabe lo que tiene que hacer con esa Palabra.

Si le es dicho a la Iglesia-Novia que ella va a tener; así como María tuvo un bebé y eso fue obra del Espíritu Santo

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en ella; Noé le fue dicho para que tuviera un arca y la tuvo, porque lo creyó; a la Iglesia-Novia le ha sido dicho y prometido que tendrá una Gran Carpa Catedral. Tan sencillo como eso.

Y entonces, ella sabe lo que tiene que hacer con esa Palabra.

¿Qué hizo Noé? Pues trabajar para construir el arca.

¿Qué hizo Moisés, cuando le fue mostrado un tabernáculo allá en el monte, y le fue dicho que construyera el tabernáculo? Pues lo construyó él con el pueblo.

Y a David le fue dicho acerca del templo, pero le fue dicho que él no lo construyera (él lo iba a construir), le fue dicho que sería su hijo Salomón el que lo construiría; y entonces no se puso celoso. Le dijo a Salomón, lo colocó en el trono, y le dijo: “Salomón, construye ese templo”. Ya Salomón sabía qué tenía que hacer con esa Palabra y con todo lo que le fue dado: oro, plata y todas las cosas para construir ese templo.

Dios proveyó: proveyó en el tiempo de Moisés para la construcción del tabernáculo; proveyó en el tiempo del rey Salomón para la construcción del templo; y proveerá a la Iglesia-Novia del Señor para la construcción de La Gran Carpa Catedral. Tan sencillo como eso.

Por eso se requiere el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, revelando Su Palabra y aumentando así la fe del pueblo, de la Iglesia del Señor, para hacer obras mayores.

Y esa es una obra de construcción prometida y dada a la Iglesia, porque es la Iglesia-Novia la que tiene que construir; porque no va a venir Jesucristo con los Ángeles a construir un templo, una Gran Carpa Catedral. Estas

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partes físicas le toca al pueblo de Dios que está en cuerpos mortales.

Por lo tanto, la Iglesia-Novia del Señor tendrá una Gran Carpa Catedral, y tendrá a la Columna de Fuego, y tendrá al Ángel que acompañaba al reverendo William Branham, y tendrá el ministerio del Día Postrero: los ministerios de los Dos Olivos y el ministerio de Jesús, operando en ese lugar. Y luego también va a tener la visita del reverendo William Branham y los mensajeros con sus grupos, en la resurrección.

Ahí va a culminar, es la parte culminante de todo el Programa Divino; por eso es que después de La Gran Carpa Catedral, de la Visión de La Gran Carpa Catedral, no hay otra cosa.

Cuando los judíos vean a Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, viniendo por Su Iglesia-Novia, ellos dirán:

“Este es el que nosotros estamos esperando”.

Ese Ángel del Pacto de Apocalipsis 10 estará con nosotros en el cumplimiento de la Visión de La Gran Carpa Catedral.

Por lo tanto, sabiendo, conociendo, lo que está prometido y qué hay que hacer, si le dicen que: “Vas a tener una casa”, y te aparece un buen trabajo, que vas a ganar mucho, pues dice: “Aquí está. La casa no me la van a regalar; por lo tanto voy a trabajar para tener el dinero para comprarla ya hecha, o para comprar la madera o los materiales y construirla”.

Recuerden que el socio de Dios es el ser humano; y un socio, pues tiene que hacer su parte. Dios hace la de Él, y nosotros hacemos la nuestra.

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Por lo tanto, adelante en el Programa Divino, trabajando conforme a lo que está prometido, llevando a cabo la obra que traerá a cumplimiento cada promesa que Dios ha hecho para Su Iglesia para este tiempo final.

Y que Dios les bendiga, y les use, y les prospere grandemente espiritualmente y materialmente a cada uno de ustedes junto a vuestras congregaciones.

Continúen pasando una tarde feliz, y nos vemos dentro de algunos minutos en la actividad de las 3:30 ¿Y qué hora es? Tres menos diez [02:50]; así que tenemos 10 minutos para almorzar, reposar y volver. Que Dios les bendiga y les guarde. No... 40 minutos son, ¿verdad? 40, un poquito más.

Bueno, que Dios me los bendiga y les guarde; y adelante trabajando en el Programa Divino.

Por aquí tenemos al doctor Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar en estos momentos.

“EL ESPÍRITU DE DIOS NOS REVELA SU PALABRA Y AUMENTA NUESTRA FE PARA HACER OBRAS MAYORES”.

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Notas

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