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Las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en Santa Lucía

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Academic year: 2020

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(1)ψ. Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Facultad de Psicología. Trabajo de Diploma presentado en opción al Título de Licenciada en Psicología. Título: Las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en Santa Lucía.. Autora: TercyYasmine Joseph. Tutora: Dra C. María Suz Pompa. Santa Clara 2012.

(2) ψ. Where there is anger, there is always pain underneath. Edgar Toll.

(3) ψ. Dedicatoria A mi mamá por la motivación, el amor, el apoyo, porque si no fue por ella quizás no iba a llegar a este nivel en mi vida. A mi papá por todos los años que sudaba para hacerme lograr algunas metas en mi vida. A las mujeres víctimas de violencia del hombre..

(4) ψ. Agradecimientos A Dios por la fuerza, paciencia y habilidad de haber realizado esta investigación y para todo. A mis padres por sus sacrificios y apoyo interminable que me dedican. A mi tutora María Suz Pompa por el conocimiento que me brinda, la ayuda y la preocupación constante de mi progreso en esta investigación. A mi hermano por escuchar mis quejas. A mis mejoras amigas: Sarah, Stanette, Charlene, Ginelle, Janelle, Saralee, Melisa, Pearlina y Petra por la motivación y sus preocupaciones. A Miguel por su paciencia y amor. A mis compatriotas: Leanna, Pascalina, Dharmelta, Cianna y Ravi por sus ayudas. A todos mis compañeros y amigos de otras nacionalidades especialmente los que me dedicaban su tiempo y comparten su conocimiento conmigo. A mis compañeros del aula que me ayudan durante los 5 años de mi carrera. A todos que me ayudan de una manera u otra.. ¡Gracias!.

(5) ψ Resumen Esta investigación se propone: Identificar las creencias que justifican la violencia del hombre contra la mujer en la relación de pareja. Para ello se toma como muestra intencional, 24 mujeres quienes constituyen la población de mujeres que han solicitado ayuda a las organizaciones; “St. Lucia Crisis Centre” y “Women‟s Support Centre” de Santa Lucía, dada la existencia de violencia en su relación de pareja durante el período de tiempo de enero a mayo de 2011. Para cumplir los objetivos se aplican: cuestionario,entrevista en profundidad ycomposición a la muestra seleccionada. Al triangular la información, los resultados indican que los métodos empleados permiten identificar las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra ellas en una relación de pareja, entre otras: los hombres tienen derecho a ser violentos porque: Tienen dominio sobre la mujer, son más violentos y fueron testigos de violencia contra sus madres cuando niños. Se proponen conclusiones que reflejan coincidencia entre lo hallado en este estudio con lo planteado por otros autores sobre el tema. Recomendándose desarrollar investigaciones dirigidas a la orientación e intervención para modificar las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia del hombre contra ellas en relaciones de pareja.. Palabras Claves: Creencias, Mujeres, Violencia, Relación de pareja, Sustentan.

(6) ψ Abstract The following investigation proposes to identify beliefs that sustain violence from men against women in relationships. In order to do so, a sample was intentionally selected and composed of 24 women, who form the population which had solicited help from the organizations; The Crisis Centre and The Women‟s Support Centre of Saint Lucia, given the existence of violence in their relationships during the period of January to May, 2011. To fulfill the objectives of this investigation, the following techniques were applied: a profound interview, a composition and a questionnaire to the selected sample. Upon the execution of triangulation of information, the results indicated that the methods applied allowed the identification of the beliefs that women have about violence from men against them in a relationship, amongst others; men have the right to be violent because they dominate women, they are more violent and were witnesses of violence against their mothers as young boys growing up. The conclusions made reflect a coincidence between the discoveries made by this study and by what was proposed by other authors about the topic. The recommendations made were aimed at the development of investigations which were directed towards the orientation and intervention of modifying the beliefs that women have, which sustain violence from men against them in relationships.. Key Words: Beliefs,Women, Violence, Relationships, Sustain.

(7) ψ Índice. Introducción........................................................................................................................................... 1 Objetivo General .................................................................................................................................... 4 Objetivos específicos ............................................................................................................................ 4 Novedad Científica ................................................................................................................................ 5 Capítulo I: Marco Teórico ...................................................................................................................... 6 1.1 Consideraciones generales sobre violencia.................................................................................... 6 1.2 Tipos de violencia ........................................................................................................................ 12 1.3. Consecuencias de la violencia contra la mujer ............................................................................ 23 Capítulo. II. Diseño Metodológico ....................................................................................................... 26 2.1 Tipo de estudio ............................................................................................................................ 27 2.2. Selección de la Muestra .............................................................................................................. 27 2.3 Descripción de los métodos y técnicas de investigación ............................................................... 29 2.3.1 Métodos teóricos de la Investigación ..................................................................................... 29 2.3.2 Métodos Empíricos de la Investigación. ................................................................................ 30 2.3.3. Pilotaje: ................................................................................................................................ 33 2.3.4 Técnicas aplicadas durante el pilotaje. .................................................................................. 33 2.4 El Método Estadístico .................................................................................................................. 33 2.5. Análisis de los resultados obtenidos durante el pilotaje: ............................................................. 34 2.5.1. Análisis de resultados del cuestionario en el Pilotaje. ........................................................... 34 2.5.2. Análisis de los resultados de la entrevista en el Pilotaje. ....................................................... 36 2.5.3 Análisis de resultados de la composición en el Pilotaje .......................................................... 37 2.5.4. Conclusiones Derivadas del análisis de los resultados obtenidos durante el Pilotaje. ............ 39 Capítulo III. Análisis de Los Resultados ............................................................................................ 41 3.1. Análisis de los resultados obtenidos en el cuestionario................................................................ 41 3.2 Análisis de los Resultados Obtenidos de La Entrevista Psicológica .............................................. 44 3.2. Análisis de los resultados obtenidos en la Composición. ............................................................. 52 3.3. Análisis Integrador de todas las técnicas ..................................................................................... 58 Conclusiones ....................................................................................................................................... 60 Recomendaciones ............................................................................................................................... 62 Bibliografía .......................................................................................................................................... 63 Anexos ................................................................................................................................................. 71 Opinión de la tutora ............................................................................................................................. 78.

(8) ψ Introducción La violencia es un problema que afecta tanto a los hombres como a las mujeres pero este trabajo se enfoca en las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia del hombre contra ellas. Se centra en las creencias de las mujeres, porque las mujeres son mayoritariamente las víctimas de la violencia. De acuerdo con el último informe de Naciones Unidas sobre violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe (2007) la mayoría de los casos de violencia contra las mujeres no son formalmente investigados, juzgados y sancionados por los sistemas de administración de justicia en el hemisferio. En consecuencia, se constata en varios países un patrón de impunidad sistemática en las actuaciones y en el procesamiento judicial de estos casos. Asimismo, se ha podido observar la baja utilización del sistema de justicia por parte de las mujeres víctimas de violencia, el maltrato que pueden recibir tanto las víctimas como sus familiares al intentar acceder a recursos judiciales, y su persistente desconfianza de que las instancias judiciales sean capaces de remediar los hechos perpetrados. Se observan entonces importantes deficiencias que afectan negativamente la investigación de casos de violencia contra las mujeres como son: retrasos injustificados en las diligencias necesarias por parte de las instancias encargadas de efectuar la investigación y vacíos e irregularidades en las diligencias en sí, que obstaculizan el proceso del juicio y la sanción eventual de los casos. A estas dos variables contribuye la falta de recursos económicos y humanos para llevar a cabo investigaciones efectivas, y para poder enjuiciar y sancionar los casos. La Directora del Programa Regional del Fondo para el Desarrollo de la Mujer de las Naciones Unidas (UNIFEM –Parte de la ONU Mujeres, 2010), Roberta Clarke; explicó que la campaña UNETE del Secretario General de las Naciones Unidas, lanzada en el 2008, es una campaña de proyección de varios años cuyo objetivo es aumentar la conciencia pública e incrementar la voluntad y los recursos políticos para prevenir y responder a la violencia contra mujeres y niñas. Además, subrayó que el problema de la violencia contra las mujeres es un tema crítico en la zona del Caribe: “El problema de la violencia contra las mujeres, se manifiesta en muy diversas maneras, (violencia sexual, física, emocional o económica) y constituye un auténtico flagelo que debemos 1.

(9) ψ erradicar de nuestras sociedades. Garantizar la seguridad de las mujeres no sólo es un derecho humano fundamental, se trata de un aspecto fundamental para el desarrollo económico y social de nuestras regiones”. (ONU, 2008). Mundialmente la violencia de género ocurre mayoritariamente en contra de las mujeres cuyos agresores son principalmente los hombres (ONU, 1993), pudiendo ocurrir en cualquier lugar. Según estudios, del total de casos de violencia entre cónyuges se encuentra que 75% de las víctimas son mujeres frente a tan solo un 2% de las víctimas que son hombres (Heise, 1994), es por ello que en esta investigación se opta por explorar sólo la violencia contra la mujer en Santa Lucía por parte de su pareja. En casi todas las sociedades y grupos socioeconómicos y culturales existe algún grado de violencia de género. Estudios internacionales indican que en todo el mundo, cerca de una de cada tres mujeres es golpeada, violada o maltratada de alguna otra forma en el transcurso de su vida (Heise et al. 1999). Si se calcula la contribución al deterioro de la salud por parte de la violencia doméstica, los resultados son serios: el Banco Mundial estimó que anualmente hay 9 millones de años de vida saludables (AVISA) perdidos en el mundo por concepto de violaciones y violencia doméstica, cifra mayor que el total de mujeres víctimas de todos los tipos de cáncer existentes y más de dos veces el total de (AVISA) perdidos por mujeres en accidentes de vehículos motorizados (Banco Mundial, 1993). En nuestro Caribe y en el mundo entero este problema no afecta únicamente a un grupo social, a una región o país en particular: afecta a más del 70% de las mujeres por lo menos una vez en la vida. (CEPAL, 2010). Las investigaciones indican que las mujeres maltratadas experimentan un enorme sufrimiento psicológico debido a la violencia. Muchas están gravemente deprimidas o ansiosas, mientras otras muestran síntomas del trastorno de estrés postraumático. Es posible que estén fatigadas en forma crónica, pero no pueden conciliar el sueño; pueden tener pesadillas o trastornos de los hábitos alimentarios; recurrir al alcohol y las. 2.

(10) ψ drogas para disfrazar su dolor; o aislarse y retraerse. Organización Mundial de la Salud, (OMS, 1998). Se ha demostrado que los niveles de violencia sexual en el Caribe son un tanto más elevados que el promedio mundial,(Banco Mundial, 1994). En Antigua y Barbuda, y Barbados, un estudio publicado por el Banco Mundial (1994) indicó que el 30% de las mujeres adultas sufrieron violencia psicológica en sus relaciones íntimas (Heise, Pitanguy & Germain, 1994). En las Islas Vírgenes Británicas, en un estudio del año 1998 se constató que el 25,5% de las mujeres habían sido violentadas físicamente. (Brown, 2002). En Trinidad y Tobago, un estudio de la Asociación del Caribe para la Investigación y la Acción Femeninas (CAFRA, 1998) registra que un 30% de las mujeres de la muestra había sufrido violencia doméstica y además arrojó que un 76% de esas mujeres se encontraba en relaciones de dependencia económica, siendo amas de casa o desempleadas. En el estudio del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y la CEPAL (2005) en relación a Guyana se indicó que una de cada cuatro mujeres en uniones de pareja había sufrido violencia física. En el mismo estudio se señaló que en Surinam, la violencia en las relaciones conyugales alcanza al 69% de las mujeres. Respecto a Dominica, en el informe se presentaron los resultados de un estudio cualitativo realizado en ese país, según el que el 32% de los entrevistados había sido víctima de violencia por su cónyuge o pareja. Dos tercios de ese grupo eran mujeres y mientras los hombres manifestaron haber sufrido violencia verbal, la mayoría de las mujeres había sido violentada físicamente. Analizar las creencias que tienen las mujeres permite entender la lógica de pensamiento y de comportamiento de ellas en la situación de violencia, así como las ideas que tienen de sí mismas y de los demás. (Erlinger- Ford, 1991), el coordinador del centro de ayuda de las Mujeres de Santa Lucía resonó un sentimiento en un periódico de Trinidad informa 1991: "Algunas mujeres piensan si ellas no son abusadas, ellas no son adoradas, que su hombre debe estar suficiente celoso para maltratarlas y algunas lo aceptan así.". 3.

(11) ψ Es una necesidad realizar este estudio pues la violencia en el Caribe en este tiempo constituye un grave problema de salud pública y puede terminar en la perdida de una vida. Este estudio está dirigido a identificar las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia en una relación de pareja. Por eso, resulta insoslayable ayudar a resolver ese problema social de la violencia contra la mujer para lograr reducir la morbilidad y la mortalidad. Una de las formas de contribuir a su solución desde la psicología, es identificando las creencias que tienen las mujeres sobre la violencia del hombre contra la mujer en la relación de pareja. Atendiendo a lo expuesto anteriormente se plantea como problema científico: ¿Cuáles son las creencias de las mujeres de Santa Lucía que justifican la violencia del hombre contra la mujer en relaciones de pareja? Para dar respuesta a este problema científico se propone como:. Objetivo General: Identificar las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en Santa Lucía. Para dar cumplimiento al mismo se plantean los siguientes:. Objetivos específicos: . Establecer los fundamentos teóricos y metodológicos a tener en cuenta para identificar las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en las relaciones de pareja.. . Determinar los métodos investigativos a emplear para conocer las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en las relaciones de pareja en Santa Lucía.. . Caracterizar las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en las relaciones de pareja en Santa Lucía.. 4.

(12) ψ Novedad Científica: La presente investigación permite caracterizar las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en relaciones de pareja en Santa Lucía, donde no existe estudio anterior sobre el tema. Metodología: La metodología asumida en este trabajo es de un enfoque mixto ya que en esta investigación se trabaja con la concepción de que es un proceso mediante el cual se recolectan, analizan y vinculan datos cuantitativos y cualitativos en un mismo estudio. Métodos: Para el desarrollo de la propuesta se usan métodos de nivel teórico como: inducción-deducción que permite llegar a generalizaciones y conclusiones para reflejar los principales resultados de la investigación. Analítico- sintético: Permite la valoración de los elementos esenciales de las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en relaciones de pareja y permite una integración de todas estas creencias para descubrir relaciones y características que permite llegar a conclusiones y generalidades sobre el tema. Histórico-lógico: posibilita profundizar en el desarrollo y evolución histórica de comprensión de la manifestación de las creencias que tienen las mujeres de la violencia del hombre contra la mujer en relaciones de pareja para justificar su presencia. Del nivel empírico se aplican técnicas como: Entrevista en profundidad; Se aplica a las mujeres víctimas de la violencia del hombre para identificar las creencias que tienen que justifican su presencia en su relación de pareja. Composición; se aplica a las mujeres víctimas de la violencia del hombre contra la mujer para obtener información individualizada de las creencias que tienen que justifican su presencia en su relación de pareja. Cuestionario: se aplica a las mujeres que han experimentado la violencia en su relación de pareja para explorar las creencias que tienen las mujeres que justifican la violencia del hombre contra ellas en su relación de pareja. 5.

(13) ψ Capítulo I: Marco Teórico 1.1 Consideraciones generales sobre violencia Clark. M. E (2002) plantea que “la pareja constituye el vínculo más íntimo y privado del ser humano, es un espacio construido para dos personas. La vida en pareja y la formación de la familia es aspiración de la mayoría de las personas adultas que determinan compartir un proyecto sobre la base del amor, la atracción sexual y el compromiso, representando un vínculo afectivo importante. La violencia que se genera en las relaciones de pareja es considerada la expresión más aguda de las inequidades y los desequilibrios entre el hombre y la mujer”. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002) define la Violencia como: “El uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia otra persona, grupos o comunidades y que tiene como consecuencias probables lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso la muerte.” Según la OMS (2002) “la violencia de género es un término que hace referencia a la violencia específica contra las mujeres, utilizada como instrumento para mantener la discriminación, la desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Comprende la violencia física, sexual y psicológica incluidas las amenazas, la coacción, o la privación arbitraria de libertad, que ocurre en la vida pública o privada y cuyo principal factor de riesgo lo constituye el hecho de ser mujer”. “La violencia de género se refiere a todo acto agresivo ejercido contra la mujer, por el solo hecho de serlo, y cuyo resultado posible o real sea un daño físico, sexual o psicológico,. incluidas. las. amenazas,. coerción. o. privación. de. libertad,. independientemente de que se produzca en el ámbito público o privado”, (Organización de las Naciones Unidas 2003). Según Artiles (2001) son aquellas acciones u omisiones destinadas a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otra persona, por medio de la intimidación, manipulación, amenazas directas o indirectas, humillación aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación, autoestima y desarrollo personal.. 6.

(14) ψ La violencia doméstica se define como un patrón de conductas abusivas que incluyen un amplio rango de maltrato físico, sexual y psicológico, usado por una persona en una relación íntima contra otra, para poder ganar o mantener el abuso de poder, control y autoridad sobre esa persona. (Walker, 1999). El maltrato doméstico es resultado de un estado emocional intenso -la ira-, que interactúa con unas actitudes de hostilidad, un repertorio de conductas pobre (déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas) y unos factores precipitantes (situaciones de estrés, consumo abusivo de alcohol, celos, etcétera), así como de la percepción de vulnerabilidad de la víctima. (Echeburúa & Corral, 1998). Jewkes (2002) considera que los dos factores epidemiológicos más importantes para la aparición de la violencia doméstica son la relación de desigual posición de la mujer respecto al hombre tanto en las relaciones personales como sociales y la existencia de una «cultura de la violencia», que supone la aceptación de la violencia en la resolución de conflictos. Generalmente, la literatura sobre el tema hace referencia a la violencia ejercida por quien posee un poder legitimado desde una posición de autoridad, siguiendo la definición de Weber (1922). Según este autor, “el poder es toda posibilidad de imponer la voluntad propia sobre la de los demás, así como el ejercicio de la influencia”. Y agrega que, “en los ámbitos político y social, el término más preciso es el de dominación, entendido como la posibilidad de encontrar obediencia frente a un mandato, basándose en la creencia de la legitimidad de la dominación”. La violencia es un recurso de ciertos varones para compensar su percepción de carencia de poder (HautziInger et al.2000). El varón puede tener la sensación de carencia de poder, pero lo que detona la violencia es el nivel de satisfacción de esa percepción de poder. Dentro de la violencia intrafamiliar y la violencia de género, se considera principalmente la violencia que es ejercida por el hombre contra su pareja, lo cual se relaciona con que es el tipo de violencia estadísticamente más frecuente en todas partes del mundo. Este tipo de violencia es manifestada por el hombre, en relación con el tipo de educación. 7.

(15) ψ recibida, las circunstancias familiares y las creencias y mensajes sociales que asimiló en cuanto a qué es la masculinidad (Ferreira, 1989). La violencia doméstica contra la mujer se encuentra enraizada en formas consolidadas de vida familiar y social, derivadas de un orden estructural de dominación: el sistema patriarcal, donde el varón ejerce el poder al interior de la familia y de la sociedad, constituyendo la violencia uno de los instrumentos que permiten perpetuar la supremacía masculina. Es así como, la agresión ha sido una forma de “resolución” mecánica y deshumanizante de los conflictos que surgen en la familia y en la pareja, o una forma de negar esos conflictos. Es decir, el varón se siente con derechos de resguardar y mantener su posición de poder frente a la mujer, la cual es confinada a un estado de subordinación y dependencia, reproduciéndose y manteniéndose la jerarquía derivada del sistema social androcéntrico. (Giberti & Fernández, 1989). También, Cabral & García (2002) señalan que las relaciones desiguales entre hombres y mujeres comienzan a visibilizarse al ser denunciadas, cuestionadas y desmontadas, en principio, por el movimiento feminista y las luchas de las mujeres por la igualdad y defensa de sus derechos, lo cual ha sido una lucha y práctica política, fundamentalmente cuando la acción se orienta a la transformación de las relaciones sociales entre los sexos; luego, cuando es incorporado a la academia, un trabajo de reflexión teórico sobre las desigualdades entre los sexos, el género se constituye en una categoría de análisis crítico. Se puede deducir que la violencia contra la mujer se origina en un sistema de relaciones de género socialmente construido, que establece un desequilibrio de poder entre los sexos a partir de una supuesta superioridad de los hombres, estando las mujeres en condición de dominadas y los varones de dominadores, ejerciendo un control sobre el cuerpo de las mujeres y sobre sus decisiones. Y esto tiene como sustento básico la condición de discriminación y desigualdad social de las mujeres. (CEPAL 2007). La violencia contra la mujer es un tipo común de violencia; se estima que hasta seis de cada diez mujeres del mundo sufren violencia física o sexual a lo largo de la vida (UNIFEM, 2009). 8.

(16) ψ En la búsqueda de factores que explicarían la presencia de estos actos se ha señalado su vínculo directo con condiciones sociales y culturales, fundamentalmente el proceso de socialización diferencial de hombres y mujeres, que propicia la aparición de conductas agresivas al interior de una familia. Los roles estereotipados de género asignan la dominación y el control a los hombres, por el contrario, la sumisión, dependencia y el respeto a la autoridad, a las mujeres. Así "las familias se organizan preferentemente en torno al poder de los integrantes del sexo masculino... por tanto se estructuran a partir de fuertes lazos de dominación y de notables desigualdades en las relaciones de poder, que afectan a las mujeres; el rol que se les asigna en la vida conyugal supone sumisión, dependencia y la aceptación de la autoridad indiscutible del hombre y de un conjunto de normas y conductas que limitan su desarrollo. En este contexto, los hombres pueden castigar a las mujeres o controlar sus expresiones, su movilidad y su sexualidad" (Rico, 1996). De particular importancia en la región de Latinoamérica y el Caribe son los diferentes roles de género asignados a mujeres y hombres basados en influencias católicas tradicionales. En esta región, alguna evidencia indica que los niveles de violencia sexual en la sociedad están vinculados con los valores culturales y las normas sociales que respaldan la idea de que los hombres son superiores a las mujeres y que tienen derecho a controlar la sexualidad de las mujeres. (Fuller et al. 2001). La mayor parte de las religiones también contribuye a reforzar el poder masculino, ya que la jerarquía de todas ellas está absolutamente dominada por hombres y donde las mujeres ocupan un lugar de total subordinación. A pesar de que ha habido algunos progresos. en. contadas. religiones,. otras. resisten. obstinadamente. cualquier. aproximación a la igualdad de géneros. (Kaufman, 1994). A los hombres se les enseña el uso de la violencia con una visión pragmática y preventiva en que se involucra el honor como elemento central, como baluarte. "El honor induce a la violencia y aunque puede ser ilegal su ocurrencia, es también pasada por alto o justificada" (Stiehm, 2000).. 9.

(17) ψ La idea de la dominación masculina y de las mujeres como propiedad del hombre está ampliamente difundida y enraizada en nuestras sociedades, siendo frecuente la aceptación social de la violencia. Es decir, en amplios sectores persiste la creencia de que las mujeres pueden ser castigadas cuando no realicen aquello que se espera de su identidad de género, por lo que los hombres están capacitados para ejercer su dominio incluso a base de la fuerza y la violencia explícitas. (CEPAL 2007). En la familia donde existe violencia hay rigidez en la forma de definir lo masculino y lo femenino. Los hombres agresores se basan en mitos o estereotipos de género para tener una posición y un estatus jerárquico superior, que les permita el control y el dominio sobre la mujer. La masculinidad posee un elemento clave que es el poder; ser hombre significa tener y ejercer poder. El poder asociado a la masculinidad exige poseer algunas características, tales como ganar, ordenar, lograr objetivos y ser duro. Por otra parte, las características genéricas atribuidas al hombre, tales como objetividad y racionalidad, le otorgan un dominio sobre la mujer. Aplicado en un sentido amplio, poder también significa controlar sentimientos, emociones y necesidades afectivas, para evitar la pérdida de dominio y el control sobre los otros, y también por el temor de que le atribuyan características femeninas, que son absolutamente rechazadas (Kaufman, 1994). Los estereotipos en los roles de género “resultan de considerar que ciertas actitudes, conductas y sentimientos son apropiados para uno de los sexos y no para otro y, como ya se ha dicho, se han organizado de manera de poner al hombre en una posición dominante y a la mujer, en una subordinada, imposibilitando la igualdad”. (SERNAM, 2002). De esta forma, los estereotipos clásicos definen a la mujer como sostenedora en lo emocional, de lo afectivo, de lo doméstico, de lo “irracional”, dependientes y pasivas, en cambio, los hombres se definen como sostenedores económicos de la familia, racionales, poseedores de la iniciativa sexual, capacitados para tomar las grandes decisiones, los “exitosos”, los dominantes (SERNAM, 2002).. 10.

(18) ψ Los hallazgos hasta el momento acerca de la violencia contra la mujer, nos muestran que la realidad al parecer es otra, algunas evidencias son las expuestas y sintetizadas por Heise, (1994) como son: a) La Violencia contra la mujer se presenta en todos los estratos socioeconómicos; lo que difiere es la prevalencia y las expresiones de violencia. b) Las consecuencias de la violencia en la pareja o ex parejas son iguales o más graves que las que resultan de agresiones de extraños c) Las mujeres pueden agredir y ser violentas pero la mayor parte de la violencia física, sexual y emocional es cometida por el hombre contra la mujer. d) La mayoría de los hombres que agreden a la mujer no exhiben psicopatologías diagnosticables, ejercen lo que socialmente se ha considerado su potestad: la de dominar, tutelar, y corregir a la mujer. e) El consumo del alcohol puede exacerbar pero no provoca la violencia contra la mujer. En el marco de la cultura patriarcal, el concepto de dominación masculina se encuentra íntimamente vinculado al de violencia masculina, ya que la violencia es el instrumento interpersonal más expeditivo para controlar las situaciones e imponer la voluntad. La violencia, es decir el uso de la fuerza como método para la resolución de conflictos interpersonales es legitimado con más frecuencia cuando la emplean los varones, en función de un modelo que se apoya en la supremacía masculina (Corsi, 2002). Según las normas de género comunes en las sociedades patriarcales de Latinoamérica y el Caribe, se espera que “los hombres controlen las instituciones sociales como la familia, que sean su principal sostén, que sean fuertes, que sean protectores y que sean sexualmente activos, mientras que se espera lo opuesto de las mujeres. El uso de la violencia es un diferenciador esencial de género. Los hombres son los perpetradores predominantes de todo tipo de violencia interpersonal, incluso el homicidio criminal y la violencia perpetrada por las fuerzas armadas y la policía”, (Connell, 2000).. 11.

(19) ψ El trabajo le permite al varón obtener reconocimiento social y le otorga seguridad y autonomía (Valdés & Olavarría, 1998). Por eso mismo, la pérdida del empleo genera tensiones no solamente económicas, sino también afectivas y de identidad. Se ha descrito que los hombres que quedan sin trabajo serían más violentos con las esposas e hijos, deprimidos y hasta más adictos al alcohol (Katzman, 1991). El trabajo remunerado ha pasado a ser un papel tan arraigado al varón que la pérdida del empleo se traduce en una disminución de su masculinidad, tanto desde la percepción del propio varón como de su mujer y de sus hijos (Lew-Starowicz & Wieczorek, 1999). “La violencia contra la mujer, por tanto, puede ser analizada y examinada como un producto de un conjunto de valores que en el orden simbólico tienen eficacia ideológica y práctica. Se estima que la mujer es inferior al varón por lo que se acepta la discriminación como principio ordenador en las diferentes esferas del mundo social: el empleo, la salud, la educación, la economía, la ley y la representación política. De este modo, no deben considerarse indicadores aislados ni parciales en la consideración del tema: desigualdad-discriminación-violencia forman parte de un particular círculo de retroalimentación mutua que se despliega a través de la producción social de modos de legitimación tanto de la desigualdad como de las prácticas discriminatorias y de la violencia”. (Giberti & Fernández, 1989). Galtung (1990), distingue tres formas de violencia: estructural, cultural y directa. Así, si bien la violencia directa (física y/o verbal es fácilmente visible en forma de conductas.Según Tortosa (1992) la más compleja de detectar es la violencia estructural, que hace referencia a situaciones de explotación, discriminación o dominación.. 1.2 Tipos de violencia Finalmente la violencia cultural puede definirse como todas aquellas justificaciones que permiten o, incluso, fomentan las distintas formas de violencia directa o estructural. Galtung (1990).. 12.

(20) ψ La violencia contra la mujer se puede manifestar de diferentes formas. Para su comprensión, suelen distinguirse en cuatro elementos los que no suelen darse en forma aislada, sino que forman parte de una dinámica relacional. (DOMOS, 2002 & MINSAL, 1998). . Violencia física: “Ocurre cuando una persona que está en una relación de. poder con respecto a otra, le inflige o intenta infligir daño no accidental, por medio del uso de la fuerza física o algún tipo de arma, que pueda o no provocar lesiones externas, internas o ambas, o lesiones en la autoestima”. Comprende desde el pellizco hasta golpes con objetos, incluyendo armas blancas o de fuego, pudiendo llegar a resultados fatales como el suicidio u homicidio. . Violencia psicológica: “Toda acción u omisión que inflige o intenta infligir daño. a la autoestima, la identidad o el desarrollo de la persona”. Comprende una serie de conductas y manifestaciones verbales que van desde los insultos, gritos, ridiculizaciones, degradación, amenazas, explotación, negligencia, humillación, el no reconocer aciertos, descalificaciones en público, chantajes de tipo económico o emocional y también actitudes y comportamientos que implican el control de lo que dice o hace la otra persona, como por ejemplo la prohibición de trabajar fuera del hogar o el aislamiento de amigos y familiares (DOMOS, 2002 & MINSAL, 1998). Esta ocasiona que la mujer maltratada se sienta constantemente presionada y no pueda definir de dónde viene esa presión. Es una manera de tortura que mantiene a la víctima desequilibrada, pues ella cree ser la causa de la presión impuesta. Cabe recordar que las violencias física y sexual por lo regular van acompañadas de la emocional (Ramírez 2000). • Violencia sexual: “Todo acto en que una persona en relación de poder y por medio de la fuerza física, coerción o intimidación psicológica, obliga a otra a que ejecute un acto sexual contra su voluntad, o que participe en interacciones sexuales que propician su victimización y de la que el ofensor intenta obtener gratificación” (DOMOS, 2002, p. 28). Comprende todos los actos en el ámbito sexual realizados en contra de la voluntad de la mujer. Por sus devastadores efectos en la salud física y psicológica de la mujer, 13.

(21) ψ es una manifestación de violencia de pareja que requiere de una aproximación específica. • Violencia económica: “Son todas las medidas tomadas por el agresor u omisiones que afectan la sobrevivencia de la mujer y de sus hijas/os o, el despojo o destrucción de sus bienes personales o de la sociedad conyugal” (DOMOS, 2002, p. 28). Comprende situaciones como pérdida de la vivienda, los enseres y equipamiento doméstico, la tierra, otros bienes muebles o inmuebles, así como los efectos personales de la afectada o de sus hijas/os. También incluye la negación del pago de cuotas alimenticias. Se refiere a la agresión ejercida por el varón sobre la mujer, con el fin de controlar el flujo de recursos monetarios que ingresan al hogar, o la manera enque dicho ingreso se gasta, como la propiedad y uso de los bienes mueblese inmuebles que integran el patrimonio de la pareja. También puede presentarse cuando la mujer es la proveedora económica principal o exclusiva del hogar. (Castro, Riquer & Medina 2004; Corsi 2004). Cada sociedad tiene un ideal de hombre y de mujer y establece los mecanismos para asegurar que sus miembros adquieran y desarrollen características específicas según su género. De aquí se deriva la existencia de los “estereotipos sexuales” que serían el conjunto de creencias que asignan a cada sexo ciertos rasgos y aptitudes psicológicas, intelectuales y manuales, en función de sus características biológicas. Estos estereotipos sexuales se traducen en roles sexuales, que constituyen un estándar reconocido y aceptado del ser hombre y mujer. (Morales, González, Vega, 2008). Las evidencias confirman el hecho de que los hombres criados en estructuras familiares patriarcales en las que se estimulan los papeles tradicionales de los géneros tienen mayores probabilidades de convertirse en adultos violentos, de violar a mujeres que conocen y de golpear a sus compañeras íntimas, en comparación con los hombres criados en hogares más igualitarios (Finkler, 1997; Heise, 1998; Traverso, 2000). Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre el cual acontece porque ellas nos ponen delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ella „‟vivimos, nos movemos y somos‟‟. Por lo mismo, no 14.

(22) ψ solemos tener conciencia expresa de ellas, no las pensamos, sino que actúan latentes, como implicaciones de cuanto expresamente hacemos o pensamos. Cuando creemos de verdad en una cosa, no tenemos „‟la idea‟‟ de esa cosa, sino que simplemente „‟contamos con ella‟‟ (Ortega & Gasset, 1976). Estos autores señalan tres características o propiedades de las creencias que se mantienen en las definiciones más actuales, a saber, que las creencias construyen realidades, que influyen en el comportamiento humano y que esta influencia opera aún cuando las personas no expliciten o estén conscientes de sus propias creencias. Definiciones recientes sostienen que las creencias serían representaciones mentales de la experiencia del individuo y que funcionarían como verdaderas „„teorías subjetivas‟‟ que tienen las personas acerca del mundo (Pajares, 1992, Myers, 2000). Las creencias se formarían a lo largo de toda la vida y serían el resultado de la interacción del sujeto con su entorno social y natural. En tanto son fruto de un proceso de enculturación y construcción social, se formarían mediante procesos de aprendizaje incidental e intencionado (Pajares, 1992, Fishbein & Ajzen, 1975). Respecto a su estructura, se postula que las creencias se organizarían en sistemas, se conectan entre sí en función de principios jerárquicos. Las creencias que se forman tempranamente serían las que ocupan una posición central en el sistema, caracterizándose por la fuerza con que son sostenidas y por su estabilidad en el tiempo (Pajares, 1992). Eagly & Chaiken (1993), por su parte formulan la hipótesis que las personas se resistirían a modificar estas creencias porque resulta amenazante para la estabilidad del sí mismo (self). Dentro de las creencias perpetuadoras de los circuitos de violencia intrafamiliar, se propone la distinción entre creencias legitimadoras y creencias invisibilizadoras. Las primeras se entienden como aquellos mandatos culturales que regulan las relaciones al interior de la familia. Funcionan como teorías explicativas que justifican, naturalizan y hasta prescriben ciertas prácticas violentas (Ravazolla, 1997; Corsi & Sotés, 1999). Tales creencias coinciden con la ideología de los sistemas autoritarios o patriarcales,. 15.

(23) ψ que se articulan en torno a conceptos como verticalidad, obediencia, disciplina, jerarquía y respeto: . “Los hijos deben respeto a los mayores.. . La mujer debe seguir al marido.. . Los hijos deben obedecer a los padres.. . El padre debe mantener el hogar.. . El padre es el que impone la ley.. . Las faltas a la obediencia y el respeto deben ser castigadas.” (Corsi, 1999).. En cuanto a las creencias invisibilizadoras, serán entendidas como aquellas creencias basadas en información errónea, que si bien no avalan directamente la conducta violenta; generan contextos que favorecen su expresión. En la literatura especializada este tipo de creencia aparece bajo la denominación de “mito”. Vila de Gerlic (1989), sostiene que entre las creencias sociales que sustentan la violencia contra la mujer existen: a) Valores del rol femenino tradicional: A una mujer se le dice que debe aceptar pasivamente lo que la vida le ofrece. Algunas de las creencias que contribuyen a que las mujeres golpeadas permanezcan en las relaciones abusivas, y reflejan expectativas estereotipadas por las mujeres en general son: "El matrimonio no es un lecho de rosas. Hay que tomar lo bueno y lo malo". "Es tu deber apoyarlo. Debe tener problemas". El entrenamiento para el rol femenino tradicional prepara a la mujer para la posición de víctima. Parte de ese entrenamiento es pensar que es egoísta, si atiende sus necesidades antes que las de los demás. Si se protege de la violencia yéndose, es acusada de desertar, si permanece es acusada de necesitar el abuso o aún más de obtener placer del. 16.

(24) ψ mismo. A la mujer golpeada, se le crea un gran conflicto ya que fallar en mantener la unión del matrimonio significa fallar en la expectativa central de su rol femenino. b) La privacidad del hogar Nuestra sociedad nos enseña que la familia es un espacio sagrado. Nadie que no sea de la familia tiene derecho a intervenir. Se espera la lealtad familiar. Lo que pasa tras las puertas es un asunto privado. "No laves tus trapos sucios en público". "Esta es mi casa, aquí puedo hacer lo que quiera". "Yo no me meto en los asuntos privados de una familia". Estas creencias hacen que vecinos, parientes y amigos, aún profesionales, no intervengan cuando presencian abuso hacia un miembro de la familia. Aunque es meritoria, en cierto sentido, la idea de la "privacidad del hogar" a menudo se usa como excusa para la irresponsabilidad e inactividad o falta de solidaridad. Esto estimula que las mujeres luchen y sufran en silencio. c) Acusar a la víctima Esta ideología produce tanto daño que merece una consideración especial. Algunas creencias que la reflejan son: "¿Qué hiciste para que te pegara?". "Tu marido es amoroso, debes haber hecho algo mal". "Si no te hubieras casado con él no te hubieras metido en este lío". Estos juicios alientan la imagen negativa de sí que tienen las mujeres golpeadas. Estimulan sus dudas y las convencen de que son realmente responsables de la violencia masculina. 17.

(25) ψ d) La familia de dos progenitores como la familia ideal Debido a que la familia con dos progenitores es considerada la ideal, muchas personas sienten que la familia debiera permanecer unida a toda costa. Se otorga un gran valor a la preservación de la tradicional unidad familiar más que a la felicidad y seguridad de los miembros individuales de la familia. También existe la creencia de que los niños necesitan al padre en el hogar, sin tomar en cuenta la calidad de relación o los riesgos que puedan enfrentar con motivos de su presencia. "Debe quedarse con la seguridad de la familia" "El lugar de una mujer es el hogar" "Él es un buen padre aunque le pegue a ella de vez en cuando" Este tipo de ideas determina que las familias permanezcan unidas por motivos equivocados. Los niños no necesitan un padre que ofrezca un modelo de conducta agresiva para solucionar problemas. Presionar a las madres víctimas de abuso para conservar a las familias intactas no solo pone en peligro su seguridad sino que erosiona su habilidad para cuidar adecuadamente a sus hijos. Un concepto muy relacionado con la violencia en las parejas es la creencia de “si tiene celos, es que te quiere”, la consecuencia lógica es que cuanto más celoso más amor. Por ello es “absolutamente normal”, que si te quiere se ponga celoso ante determinadas situaciones que considera peligrosas, lo hace para defender el amor y a la amada. En el fondo, los celos son un mecanismo que persigue el control de la otra persona, y en parte, muestran el miedo, la inseguridad, la dependencia del que los ejerce (Lorente, 2001). Sirven de excusa al hombre y de justificación a la mujer para mantener y someterse al control. Alrededor de la violencia ejercida por los varones contra las mujeres se ha construido una serie de creencias que forman parte del conocimiento popular que legitima y minimiza el problema (Graham et al.1988).. 18.

(26) ψ Según Arispe (1989), las creencias se asumen sin necesidad de comprobación lógica, sino por conformidad; no se duda de ellas y para defenderlas se repite una argumentación aprendida mecánicamente; generan certidumbre psicológica y cuando se cuestionan se produce angustia; se dan por entendidas y se transmiten haciendo uso de signos. Las creencias propiamente dichas tienen un rango valorativo tan importante que se constituyen en una ética que justifica y enjuicia prácticas sociales. Así, en el caso de la violencia de género, existe un conjunto de creencias que le permiten al hombre eludir la responsabilidad de su ejercicio y de sus consecuencias y alientan su reproducción, a lo que se contraponen nuevos discursos, prácticas sociales, y se configuran universos simbólicos que se transforman con distinta velocidad. Se ha señalado que la transformación de una sociedad que rompa con procesos de reproducción de la violencia a nivel doméstico y comunitario, espacios en que la violencia del género se expresa a cabalidad, supone un acercamiento en tres ámbitos: a) procurar un equilibrio entre recursos sociales y económicos con la población; b) transformar los sistemas de creencias, mediante la promoción y adopción de normas y valores de cohesión social y de cooperación; c) fomentar la expresión artística que favorece la catarsis y encuentra vías de expresión alternativas a la violencia (Lumsden, 2000). La transformación de los sistemas de creencias y la adopción de valores y normas alternas a la violencia de género supone un conocimiento sobre ellas, la manera como operan y son interiorizadas por los individuos, para entonces actuar en consecuencia, desestabilizándolas, mostrando sus costos a todos los niveles y generando alternativas de cambio. Partiendo de todo lo anteriormente planteado, resulta necesario señalar que en las investigaciones sobre esta temática, el sexo femenino resulta una variable a tener en cuenta, pues, a veces se piensa que solo son los criterios de las creencias de los hombres los que traen aparejada la violencia, pero, en la literatura científica sobre el tema, también se refleja que en ellas existen creencias que justifican la violencia, existiendo diferencias, pues entre las mujeres, predominan creencias relacionadas con el aspecto religioso y con las costumbres tradicionales que le condicionan a justificar la violencia.. 19.

(27) ψ Una de las características del maltrato es que, normalmente, comienza en fases tempranas en la historia de la relación y se convierte en algo crónico. Según LópezSáez (2006), los cambios suelen ser paulatinos, por lo que no hay un deterioro brusco que alerte a la mujer. La primera agresión surge en el marco de un conflicto y lo normal es que el hombre, aunque pida perdón, racionalice su conducta. La mujer se sentirá responsable de lo sucedido y paulatinamente se irá sometiendo a los deseos de su agresor para no provocar respuestas violentas. Las mujeres suelen soportar esta situación de violencia durante largos períodos antes de que se decidan a romper la relación, lo que refleja las enormes dificultades que tienen para abandonar a la persona que las maltrata. Las razones que pueden explicar la tolerancia a esta situación tan aversiva son variadas: económicas (dependencia del marido), sociales (la opinión de los demás y el aislamiento), familiares (la protección de los hijos), y psicológicas. Quizás estas sean las más importantes: la minimización del problema, el miedo, la indefensión, la resistencia a reconocer el fracaso de la relación, el temor al futuro en soledad, etc., (Echeburúa et al. 1997). A todas estas variables, podemos añadir, lo que plantean Puertas y Cano (2007), que las mujeres llegan a creer que la situación puede cambiar, que su vida en pareja mejorará si ellas trabajan para que eso sea así. La falta de seguridad en ellas mismas, la necesidad de afecto y valoración, la falta de apoyo, entre otras, complican la situación. En la mayoría de las ocasiones llegarán a convencerse de que son culpables de los actos violentos. Freyermuth-Enciso (1999), sostiene que hay acciones de los varones que las mujeres no consideran o identifican como violencia, sino como parte de un comportamiento natural e incuestionable acorde a su condición de varones. También existe cierto tipo de violencia que la consideran legítima e incluso deseable, que entraña una connotación disciplinaria porque son acciones justas para la sociedad donde se ejerce. Según Silva (2006) la violencia está sostenida en el ámbito familiar y de pareja por dos piedras angulares: el lugar de las mujeres y los hijos como propiedad de los hombres y la noción difundida socialmente de que el hogar es un lugar privado en cuyos procesos no deben intervenir los extraños. 20.

(28) ψ Cuando es el hombre quien posee el poder en el hogar y siente que su facultad se ve amenazada, la violencia se presenta como un método culturalmente apropiado para restablecer el control y la dominación (Campbell, 1993). Corsi (1995) señala que la violencia masculina hacia la pareja puede ser entendida por la interacción recíproca de aspectos individuales, del microsistema (nivel de las relaciones familiares), del exosistema (nivel de las instituciones en las que participan las personas) y del macrosistema (nivel de los valores y las creencias socioculturales predominantes). En relación con el macrosistema, se ha establecido que la violencia hacia la pareja es una forma de abuso de poder que estaría legitimada por poderosas creencias culturales acerca de la superioridad del hombre sobre la mujer y de la validación de formas violentas de resolución de los conflictos. Este tipo de organización social estaría basado en una cultura patriarcal que estructuraría relaciones desiguales en el ámbito de la pareja y de la autoridad en el marco de la interacción parentofilial. Según Cantera (2002) el patriarcado es un determinado modelo de pensar, organizar y desarrollar las relaciones familiares en el que predominan la estructura vertical, la jerarquía, la autoridad, la disciplina, la represión y el castigo y una precisa división de los roles sociofamiliares. Estas creencias devienen en una temprana y estereotipada socialización de género, en relación con una definición rígida de los roles femenino y masculino. La violencia surgiría como un recurso de fuerza destinado a mantener la desigualdad, en donde habría un sujeto que tiene el derecho y el deber de ejercerla y un objeto sobre el que recae la violencia. Con relación al exosistema, se destaca que las instituciones sociales (laborales, educacionales, medios de comunicación), operan como instancias que socializan y refuerzan las creencias antes descritas. Tales instituciones pueden legitimar y reproducir en su propio funcionamiento un modelo de relación desigual, a la vez que proporcionan modelos de comportamiento que refuerzan los roles de género en los que hombres y mujeres son socializados tradicional y diferenciadamente.. 21.

(29) ψ Como es posible distinguir, las diferentes concepciones en relación a la violencia hacia la mujer por su pareja se entrecruzan, sin embargo, el uso de una u otra puede tener consecuencias al momento de explicar o tratar el fenómeno, de esta manera al considerarlo como parte de la violencia intrafamiliar muchas veces se le atribuyen causas relacionadas con situaciones desfavorables que gatillarían agresividad en la familia, como son, la falta de empleo, el consumo de alcohol y/o drogas y, en general, a situaciones que provocan frustración por falta de oportunidades. Estos más que factores causales son factores “facilitadores” (Zabala, 2007). Además, esta visión más bien representa a cierto sector de la sociedad socioeconómicamente más desfavorecido, pero las estadísticas muestran que la violencia contra la mujer ejercida por su pareja es una realidad que se da en todo nivel social: “se ha constatado que son de diversa procedencia social las mujeres que acuden a los diferentes espacios de apoyo a la mujer maltratada” (Santelices, 1991). La violencia contra la mujer forma parte de estas concepciones del mundo, en donde se legitima el dominio que ejerce el hombre sobre la mujer, sumado a estar insertos en un sistema en que la violencia como forma de relación y resolución de conflictos es habitual (La Morada, 1994). En cuanto a las mujeres, estas ocupan un lugar secundario, ya que en la gran parte de los casos depende económicamente de su compañero, y la dependencia económica determina también que exista en ella una dependencia psicológica e ideológica, respecto al hombre (González 1998). En la revista de investigación de Psicología (Gonzáles, 1998), Mariano Querol planteó: "La violencia del hombre hacia la mujer está en el ambiente, tiene un componente ecológico-cultural. Las causas de la violencia a la mujer están en el problema de relación de pareja donde el hombre asume el rol sádico y la mujer el rol masoquista, surgidos de los impulsos básicos e hipertrofiados para la educación”. Manifiesta que el hombre aprende, porque le han enseñado que tiene que tratar así a la mujer; no hay razón específica para ello, simplemente se le trata mal, porque hay que tratarla mal, porque así es la tradición y las costumbres, que son las que se aprenden, ya que así lo ha visto el hijo en los progenitores. 22.

(30) ψ También afirma que, aunque no se les enseñe violencia de modo específico, los hijos van a aprender, van a ver que el padre comete actos de crueldad, le pega a la madre, y a pesar de eso sigue siendo el jefe y el señor de la casa, ratificando su condición de dueño de la vida de todos. A la mujer le enseñan en cambio a someterse, a no responder, a quedarse tranquila, a no hacer nada. El papá llega borracho y les pega a todos, pero todos han de quedarse tranquilos, particularmente "la mujercita". Esas conductas las aprenden los niños y es por eso que el fenómeno de la violencia, lamentablemente, se transmite de generación en generación, sin ser hereditario, puesto que es un proceso enseñado. Estos razonamientos se fundamentan en la ignorancia de la psicodinámica de la violencia y en el desconocimiento de un fundamento de la sanidad de la relación humana, y es que nada justifica la violencia intrafamiliar ni de la pareja. Según Castro, (2002), se ha podido constatar que el consumo de alcohol, más que causa de violencia, es un factor que contribuye en ciertos casos a que el fenómeno se exprese; es un factor de riesgo. La cantidad y la frecuencia del consumo de alcohol por parte del varón se relaciona de manera directa con el nivel de riesgo de infligir violencia a la pareja y también con la severidad (Ramos, 2001).. 1.3. Consecuencias de la violencia contra la mujer Un creciente caudal de información documenta las consecuencias de la violencia de género para la salud y el bienestar de la mujer, desde desenlaces fatales como homicidio, suicidio y muertes relacionadas con el SIDA, hasta secuelas menos definitivas como lesiones físicas, síndrome de dolor crónico, trastornos intestinales, embarazos no deseados y enfermedades transmitidas por contacto sexual (ETS), estas últimas son en gran medida resultado de las menores posibilidades de la mujer de negociar la planificación familiar y el uso de condones (Gazmararian et al. 1995; Heise, Ellsberg et al, 1999; Garcia Moreno, 2002). Según La Organización Mundial de la Salud (OMS), (1998), la violencia contra la mujer puede producir un embarazo no deseado, ya sea por violación o al afectar la capacidad de la mujer de negociar el uso de métodos anticonceptivos. Por ejemplo, algunas mujeres pueden tener miedo de plantear el uso de métodos anticonceptivos con sus parejas por temor de ser golpeadas o abandonadas. Este riesgo mayor de embarazo 23.

(31) ψ no deseado acarrea muchos problemas adicionales. Por ejemplo, está bien documentado que la maternidad durante la adolescencia temprana o media, antes de que las niñas estén maduras biológica y psicológicamente, está asociada con resultados de salud adversos tanto para la madre como para el niño. Los lactantes pueden ser prematuros, de bajo peso al nacer o pequeños para su edad gestacional. Cuando se produce un embarazo no deseado, muchas mujeres tratan de resolver su dilema por medio del aborto. En los países en que el aborto es ilegal, costoso o difícil de obtener, las mujeres pueden recurrir a abortos ilegales, a veces con consecuencias mortales. Muchas mujeres consideran que las consecuencias del maltrato psicológico, sexual y emocional son más graves que sus efectos físicos. Y en efecto, recientes resultados de un estudio de la OMS acerca de la salud de la mujer y la violencia doméstica realizado en varios países indican que las mujeres que han sido maltratadas física o sexualmente por su pareja tienen tres veces más probabilidades de considerar la posibilidad de suicidarse y/o intentarlo. En los diez países en que se realizó el estudio, las mujeres que en algún momento de su vida habían sido víctimas de violencia de parte de su pareja íntima tenían muchas más probabilidades de estar sufriendo síntomas de estrés emocional al momento de la entrevista (OMS, 2004). Dado que las vivencias experimentadas por la mujer se dan en la cotidianidad de su hogar, en ella surgen sentimientos y conductas ambivalentes manifestados en desorganización, incapacidad para resolver problemas o tomar decisiones, tendencia a la automatización de conductas, sentimientos de cansancio, desamparo, confusión y ansiedad generalizada (MINSAL, 1998). Corsi, (2004), señala seis niveles en los que pueden ubicarse los efectos de la violencia, según el cruce de dos variables que son el nivel percibido de amenaza para la persona y el grado de habitualidad de la conducta violenta. Estos son: 1.- Disonancia cognitiva. En un primer momento, al ser un episodio inesperado y de baja intensidad, la reacción es de sorpresa, no pudiendo integrar esta experiencia como propia.. 24.

(32) ψ 2.- Ataque o fuga. Al ser inesperado y abrupto, pero de alta intensidad, se desencadena una reacción psicofísica de alerta, enfrentamiento o huída. 3.- Inundación-parálisis. Se da en el caso de violencia extrema, que implica alto riesgo percibido para la integridad o la vida. La reacción puede incluir alteraciones del estado de conciencia, desorientación, etc. y llegar a formarse el síndrome de estrés postraumático. 4.- Socialización cotidiana. En maltrato de baja intensidad pero habitual se naturaliza, es decir, la mujer se acostumbra por ejemplo a que no se tomen en cuenta sus opiniones, a ser humillada con bromas o críticas descalificadoras, etc., pasando a ser este tipo de violencia “normal” en su vida cotidiana. 5.- Lavado de cerebro. Con amenazas, coerciones y humillaciones de forma constante y persistente se pueden incorporar estos mensajes de forma defensiva, asumiendo la culpa de lo que acontece. 6.- Embotamiento-sumisión. Con experiencias extremas y reiteradas, puede producirse un “entumecimiento psíquico”, una desconexión de los propios sentimientos y un volverse extremadamente sumisa, justificando al agresor al máximo. La violencia contra las mujeres ocurre en todos los países, en todos los grupos sociales, culturales, económicos y religiosos. En la sociedad, la violencia contra las mujeres es más común en culturas donde los roles de género estén muy definidos y se hacen respetar estrictamente; donde la masculinidad esté asociada íntimamente a una actitud agresiva, al honor masculino o a la dominancia; donde se acepta que se castigue a mujeres y niños; y donde la violencia es una manera estándar de resolver conflictos (Heise, 1999; Jewkes, 2002).. 25.

(33) ψ Capítulo. II. Diseño Metodológico La metodología asumida en este trabajo es de un enfoque mixto ya que en esta investigación se trabaja con la concepción de que es un proceso mediante el cual se recolectan, analizan y vinculan datos cuantitativos y cualitativos en un mismo estudio o una serie de investigaciones para responder al planteamiento de un problema (Teddlie et al. 2003). El uso de métodos de los enfoques cuantitativo y cualitativo permite involucrar la conversión de datos cuantitativos en cualitativos y viceversa como lo plantea (Mertens, 2005). El empleo conjunto de ambos enfoques ofrece varias ventajas o bondades al ser utilizado (Todd, Nerlich & Mc Keown, 2004). Se logra una perspectiva más precisa del fenómeno. “Nuestra percepción de este es más integral, completa y holística. Además, si son empleados dos métodos con fortalezas y debilidades propias, que llegan a los mismos resultados, esto incrementa nuestra confianza en que estos son una representación fiel, genuina y fidedigna de lo ocurre con el fenómeno estudiado,” (Todd&Lobeck, 2004). Para el desarrollo de esta investigación, se emplea la metodología mixta, porque se emplea una técnica cuantitativa como el cuestionario y técnicas cualitativas como la entrevista psicológica en profundidad y la composición. Realizándose un análisis cualitativo y cuantitativo de todas las técnicas utilizadas, así como una triangulación de técnicas y de fuentes de información. Se emplea esta metodología ya que mediante este diseño mixto se logran obtener una mayor variedad de perspectivas del problema: frecuencia, amplitud y magnitud, así como profundidad y complejidad; generalización y comprensión. Se puede explicar y entender mejor la situación. Permite lograr una integralidad de diferentes perspectivas del problema (Creswell, 2005). Sampieri, (2006) sustenta que la investigación cualitativa por su parte, proporciona profundidad a los datos, dispersión, riqueza interpretativa, contextualización del ambiente o entorno, detalles y experiencias únicas. También apunta un punto de vista “fresco, natural y holístico” de los fenómenos, así como flexibilidad. En este estudio, se tiene en cuenta para seleccionar las técnicas cualitativas; la entrevista y la composición 26.

(34) ψ y para analizar sus resultados debiendo realizarse una interpretación de lo que expresan los sujetos en las técnicas. Por otro lado, el enfoque cuantitativo como sustento metodológico de esta investigación ofrece la posibilidad de generalizar los resultados de la misma cuando existen condiciones semejantes a las del estudio, ofreciendo, como lo plantea FernándezCollado & Baptista (2006), la posibilidad de réplica y un enfoque sobre puntos específicos del fenómeno estudiado, además de que facilita la comparación entre estudios similares.. 2.1 Tipo de estudio Para la realización de esta investigación se utiliza un estudio descriptivo lo que permite lograr una familiarización con el tema. Este resulta insuficientemente estudiado buscándose especificar las propiedades importantes de personas, grupos o en este caso las mujeres que sufren la violencia del hombre para estudiar este fenómeno y someterlo a análisis (Dankhe, 1986). Permitiendo deducir en este caso, el ambiente o circunstancia en que se esté presentando la violencia del hombre contra la mujer. En este estudio se aplica, midiendo y evaluando la frecuencia y magnitud de las propias creencias de las mujeres víctimas de la violencia que inflige el hombre en sus relaciones de pareja que están justificando esta violencia.. 2.2. Selección de la Muestra La muestra es seleccionada de manera intencional, basándose en los datos recogidos de las organizaciones; “St. Lucia Crisis Centre” y “Women‟s Support Centre” de Santa Lucía. Estas organizaciones trabajan fundamentalmente con víctimas de violencia doméstica. “St. Lucia Crisis Centre,” se rige por la Constitución de Santa Lucía y ofrece apoyo psicológico a las víctimas de violencia doméstica, brinda ayuda económica, trabaja con las personas que sufren de estrés, depresión y comportamiento anti-social. Según la directora del “Women‟s Support Centre” de Santa Lucia en 2003, esta organización provee refugio temporal y apoyo psicológico a las víctimas de violencia doméstica, quienes son remitidas por la Corte Familiar o St. Lucia Crisis Centre.. 27.

(35) ψ También ofrece ayuda a las víctimas de cómo se puede acceder a los servicios sociales como subsidio del estado y ubicación laboral. Estas mujeres viven en varias partes de Santa Lucía y se encuentran en diferentes profesiones y clases sociales. La muestra quedó conformada por 24 mujeres, cuyas edades están comprendidas entre los 18 y 59 años. Se seleccionan intencionalmente ya que son mujeres que han solicitado ayuda a estas organizaciones dada la existencia de violencia por parte del hombre contra ellas en sus relaciones de pareja durante el período de tiempo comprendido entre los meses de enero a mayo del 2011. Para la inclusión en la muestra se tuvieron en cuenta los requisitos siguientes: . Mujeres que han solicitado la intervención de La Crisis Centre y el Women‟s Support Centre de Santa Lucía por la existencia de violencia por parte del hombre contra ellas en sus relaciones de pareja.. . Disposición para participar en la investigación.. . Haber hecho la solicitud de intervención de las organizaciones durante el período de enero-mayo, 2011.. La muestra seleccionada coincide con la población, ya que esta es la totalidad de las mujeres que han solicitado ayuda a estas organizaciones por ser víctimas de la violencia del hombre contra la mujer en su relación de pareja en Santa Lucía en el período planteado. Para dar cumplimiento al objetivo específico: Determinar los métodos investigativos a emplear para conocer las creencias de las mujeres que justifican la violencia del hombre contra la mujer en las relaciones de pareja en Santa Lucía, se emplean un conjunto de métodos y técnicas de investigación.. 28.

Referencias

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