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MALDICIONES Y ATADURAS GENERACIONALES. actualidad Los siete contra Tebas de Esquilo; Edipo Rey, Edipo Colono y

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Literatura Clásica 9 de mayo de 2014

MALDICIONES Y ATADURAS GENERACIONALES

De las tragedias que se basan en el Ciclo Tebano, solamente han sobrevivido hasta la actualidad “Los siete contra Tebas” de Esquilo; “Edipo Rey”, “Edipo Colono” y

“Antígona” de Sófocles; y “Las Fenicias” de Eurípides.

De la primera de ellas, es la única tragedia que se conserva de la trilogía que Esquilo presentó en 467 a.e.c. en las Dionisias, con las que ganó el concurso –las dos obras perdidas son “Layo” y “Edipo”, junto con el drama satírico “La Esfinge”–. Con estas obras se abarcaba por completo el mito de este ciclo, “desde la primera culpa de Layo hasta la extinción de la casta maldita de Edipo” (Santiago, 44).

En Eurípides se trata el enfrentamiento entre los hijos de Edipo, Polinices y Etéocles, por el trono de Tebas, lo cual también se encuentra referido en las tragedias de Sófocles, a excepción de “Edipo Rey”.

Con relación al mito que se abarcaba en las obras de Esquilo, Jaeger menciona:

Uno de los más difíciles problemas de las creencias de Solón, que el poeta [Esquilo] compartía, era la herencia de las maldiciones familiares de los padres a los hijos, y aun con frecuencia, de los culpables a los inocentes. Así, en la Orestiada y en los dramas de las familias reales de los Argivos y de los Tebanos, trata el poeta de

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seguir este destino a través de varias generaciones y de desarrollarlo en la unidad de una trilogía (17 (237)).

Este tema es evidente también en Sófocles –quien “aceptó con plena conciencia el papel de sucesor de Esquilo” (ibid 28 (248)) –, sobre todo el “Antígona” donde los hermanos caen víctimas de la maldición que pesa sobre los labdácidas. Jaeger señala que la raíz de la elocuencia griega y de los héroes trágicos de Eurípides es “el incesante cambio del antiguo concepto de la culpa y de la responsabilidad” que se estaba dando por la creciente

individualización de la época, pues “el antiguo concepto de la culpa era completamente objetivo. Podía caer sobre un hombre una maldición o una mancha sin que interviniera para nada su conocimiento ni su voluntad”. Aunque tanto Esquilo como Sófocles están

domeñados por esta antigua idea religiosa, tratan de atenuarla: “la apasionada conciencia subjetiva de la inocencia de sus héroes se manifiesta en amargas quejas contra la

escandalosa injusticia del destino” (ibid, 89 (316)), concediendo de esa manera una

participación más activa en la elaboración de su destino al desdichado sobre el cual recae la maldición. Por ello el problema del drama no es el hombre: el hombre es el portador del destino, ergo el problema es el destino.

A este respecto, cabe realizar una similitud con una creencia judeocristiana que se remonta hasta el libro del Éxodo, uno de los cinco libros que pertenecen al Pentateuco y que está incluido en la Biblia, la Torá, y el Tanaj, y que tradicionalmente se ha atribuido a

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Moisés como su autor. En dicho texto, que relata la opresión del pueblo de ‘Israel1’ en Egipto, su liberación y peregrinación, se encuentra lo siguiente:

[YHWH] que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. (Éx 34: 7. RVR.60).

A continuación se hará un seguimiento del genograma concerniente a Edipo para verificar la creencia de las maldiciones y ataduras generacionales en el mundo antiguo.

Cuadro 1. Árbol Genealógico.

Zeus ↔ Ío Nilo

Épafo ↔ Menfis

Libia ↔ Posidón Etéocles Edipo Polinices Agenor ↔ Telefasa Antígona Layo ↔ Yocasta Ismene Cadmo ↔ Harmonía

Lábdaco Polidoro ↔ Niectis

1 La mención más antigua de este onomástico se encuentra en La Estela de Merneptah , conocida como la Estela de Israel, que data del año 1.207 a.e.c., y que fue descubierta por Flinders Petrie en las ruinas del templo funerario del faraón Merneptah en Tebas, en 1896.

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La ἁμαρτία empieza con Lábdaco. En la “Biblioteca Mitológica” se encuentra una referencia a Penteo, quien recibió de Cadmo el reino de Tebas y puso trabas a la

celebración de las ceremonias de las bacantes. Mientras espiaba el ritual que se llevaba a cabo en el Citerón, fue sorprendido por su madre Ágave, a quien Dioniso hizo creer que Penteo era una fiera. En tal trance, la bacante destroza y asesina a su hijo. Con semejante ardid, Dioniso demuestra a los tebanos su divinidad. (Pseudo-Apolodoro III: 36/2). Más adelante se lee: “Polidoro, que llegó a ser rey de los tebanos, se casó con Nicteis, hija.de Nicteo, el hijo de Ctonio, y engendró a Lábdaco. Éste pereció después de Penteo porque

pensaba igual2” (ibid III: 40/5). Y es precisamente la descendencia de este personaje la que esquilo abarcaba en su trilogía, por lo que se deduce que con Lábdaco se da inicio a la maldición, al negarse a realizar los ritos que obligaba el reciente dios Dioniso a las mujeres de Tebas tras su larga travesía por Tracia.

“La soberbia engendra al tirano” (Sófocles, 874). Lábdaco engendra a Layo, quien debe esperar por cumplir la edad suficiente y así tomar el reino de Tebas. Entre tanto, “Pasó este a vivir al Peloponeso, acogido por Pélope, y mientras instruía al hijo de éste, Crisipo, a correr en carro, se enamoró de él y lo raptó” (Pseudo-Apolodoro III: 44),

violando así la sagrada ley de hospitalidad panhelénica: "De Zeus son todos los extranjeros y los pobres." (Odisea,VI: 207). Finalmente, Layo heredó el reino y se casó con Yocasta – o Epicasta–, hija de Meneceo, “habiéndole vaticinado el dios que no engendrase hijos, pues el hijo que tuviera sería parricida” (Pseudo-Apolodoro III: 48/7). Sófocles recuerda esta maldición a su público a través de Yocasta (Sófocles, 712).

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Tal hijo resulta siendo Edipo, quien por su parricidio, sumado a la ἁμαρτία, el “doble golpe de una maldición, la de [s]u madre y [s]u padre, en su incansable caminar, [l]e arrojará un día de [Tebas], a [Edipo], que ahora [ve] y después [verá] tinieblas” (ibid, 418). Es en esta Tragedia de Sófocles, “Edipo Rey”, donde se relata el cumplimiento de estas maldiciones.

Sin embargo, es en “Antígona” donde se remata por completo las

maldiciones y ataduras generacionales de esta raza de labdácidas. Sófocles muestra cómo toda la estirpe de Edipo –Etéocles, Polinices, Antígona e Ismene– padece y sufre las consecuencias de la ἁμαρτία, y como resultado, desaparece este linaje3.

Se ve entonces, que al aplicar la cita bíblica a Lábdaco, se cumple el que las maldiciones y ataduras generacionales perduran hasta la tercera o cuarta generación

subsiguientes –dependiendo de si se quiere contar a Lábdaco como primera generación o partir desde Layo–. Es desde la primera culpa de Lábdaco –y no de Layo, como indica Santiago– donde se origina la extinción de la casta maldita de Edipo y en la que se recrean e inspiran estos magníficos poetas trágicos de los que podemos disfrutar una parte de su obra, la que el sino quiso que perdurara.

Este trabajo no pretende dar fe o refutaciones de este tipo de creencias ni entrar en discusiones parecidas. Tan solo se quiso realizar un paralelo entre dos literaturas del mundo antiguo que a la postre, tienen muchísimo en común y que han dejado como herencia un amplio espectro de valores que conforman las axiologías del mundo occidental moderno.

3 Respecto a Ismene, en “Mito y Parentesco en la Grecia Arcaica”, Bermejo hace un estudio detallado sobre este personaje y muestra como aunque no es útil genealógicamente, sí lo es míticamente. Páginas 126 – 130.

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Y si acaso hay que reparar en algún tipo de atadura, será la que hace Sófocles con la siguiente advertencia:

¡Cuán terrible es ser sabio cuando la sabiduría no reporta provecho a quien la tiene! (…) cuando se es mortal, se debe mirar y observar el postrer día y no juzgar a nadie feliz hasta que no haya franqueado el límite de su vida sin haber sufrido cosa dolorosa alguna” (316, 1528-1532).

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Trabajos citados

Bermejo, José. Mito y Parentesco en la Grecia Arcaica, Madrid: Ediciones Akal, 1980.

Homero, Odisea, Madrid: Gredos, 2014. Impreso.

Jaeger, Werner. Paideia: los Ideales de la Cultura Griega, México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2001. Libro segundo. Impreso.

Pseudo-Apolodoro. Biblioteca mitológica, Madrid: Ediciones Akal, 1987.

Santiago, Rosa. “Algunas Observaciones Sobre el Mito de Edipo Antes de los Trágicos”.

Revista Habis. Nº 16 (1985). 43–66.

Sófocles. Edipo Rey, Madrid: Universidad de Madrid, Ediciones Guadarrama, 1969. Impreso.

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