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La reconciliación de las comunidades

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Academic year: 2020

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(1)La reconciliación de las comunidades Andrew H amilton* Jesult Theologlcal College, Melbourne, Australia.. La historia de la Iglesia es una historia de conflictos. Actualmente éstos se concentran en pequeñas comunidades cuya fe es esencial a su existencia, pero que viven en tensión con la Iglesia local en las parroquias o en las diócesis.. En este articulo quisiera analizar cómo deberíamos enfocar este tipo de conflictos y lo que está implicado en el problema de la reconciliación. En la primera parte vamos a describir un tipo de pequeña comunidad y los conflictos que puede generar. En la segunda parte, analizaremos cómo abordar el tema de la unidad de la Iglesia, pues desde ahí suele buscarse una solución -aunque de forma no muy adecuada- a tales conflictos. Para ello nos apoyaremos en la teología de Cipriano de Cartago, cuyo pensamiento ---<:omprendido en su contexto-- proporciona material para una rica reflexión.. 1. ComoDidades en tensión En cualquier parroquia o diócesis suele darse una diversidad de grupos. Al nivel parroquial puede haber carismáticos, neocatecúmenos, grupos de Juslicia y Paz... A un nivel que va más allá de la parroquia puede haber grupos del tipo Opus Dei, grupos en que se acoge a homosexuales... Estos grupos, que se comprenden a sr mismos como calólicos, a veces se adaptan fácilmente a la comunidad católica más amplia, pero a veces se mantienen en tensión con ella.. •. El P. Andrew Hornillon. 5.1., profesor de teología, pasó varios meses en los allas. 1991 y 1992 acompañando a grupos de repatriados en El Salvador. De ahí proviene su conocimiento de las comunidades de base y de los conflictos eclcsiales de que habla en el art(cu!o, y su reflex.ión -desde la teología de Cipriano- sobre cómo solucionar tales problemas.. Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(2) 78. REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA. Enlre eslOS grupos, lDIOS se C8I1lCterizan por ser advenedizos, es decir, porque han Uegado a la parroquia o a la diócesis "desde fuera", y viven en un área geográfica bien delimilada. Suelen establecerse, por \o general, en regiones de grandes movimienlOS de población. Suelen ser comunidades de refugiados que han huIdo de la violencia o de la persecución, o grupos que se han asenlado sin previa autorización en los suburbios de las ciudades. Este es el tipo de comunidades cuyas características deseamos describir ahora Ante todo hay que destacar que estos grupos han llegado a configurarse como comunidad movidos por sus propias necesidades o sus luchas, y por ello se comprenden a si mismos como Iglesia de los pobres. Si se los compara con la población urbana y campesina de la Iglesia local en que están ubicados, son, nonnalmente, de recursos más bajos, sus lugares de celebración de culto son más humildes y sus festividades más modestas. Más aún, como lo que los ha movido a desplazarse a lodos ellos es la necesidad, las diferencias enlre ricos y pobres dentro de la comunidad son generalmente menos pronunciadas que en las iglesias vecinas. Muchas de estas comunidades han enconlI1ldo su propia identidad al reflexionar el evangelio en común. Para ellas, por lo taRlD, es algo natural comprender su vida como una expresión actual del evangelio. Al igual que las órdenes religiosas o que los puritanDS que se establecieron en el nuevo mundo huyendo de la persecución, estas comunidades reconocen en su propia historia lo que aparece en la historia de salvación. En El Salvador, por ejemplo, muchas comunidades se comprenden como Iglesia de los mártires. Pueden, por tanto, invocar a Monseftor Romero como santo y mánir, quien hasta el final vivió el evangelio y otorga validez a la vida y a los valores de sus comunidades. Como en el caso de los puritanos, los miembros de estas comUlúdades no distinguen con claridad entre principios religiosos, poUticos y económicos, y ello es asl porque su idenlidad cristiana la han enconlI1ldo precisameRle en las decisiones que tuvieron que tomar para sobrevivir, y no meramente en los aspectos religiosos de la existencia. Y cuando han tenido que huir de la represión del ESLBdo, los problemas de supervivencia son inevitablemente de naLUraleza política. Por ello, fe y actiLUdes polllicas están inevitable e Inúmamenle unidas. La reflexión basada en la fe estimula actiLUdes políticas bien definidas, lo cual a su vez configura la comprensión de la fe de la comunidad.. La dificultad que tienen estas comunidades en separar fe y actiLUdes políticas no surge, pues, primariamente de una leOrIa abstracta, sino que refleja una experiencia en la cual la fe ha sido detenninante para lomar decisiones cruciales que han configurado la vida de la comunidad, y que, a su vez, ha estado detenninada por decisiones esencialmente polílicas. Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(3) LA RECONCILIACION DE LAS. COMUNJDAD~. 79. 1.1. Concepto de Iglesia La experiencia lipica de eslaS comunidades se expresa con frecuencia en un concepto de Iglesia. que tiene rasgos característicos propios.. En primer lugar, como ese concepto ha surgido desde su propia lucha por sobrevivir, "Iglesia" para ellas es ante todo su propia comunidad. No es que nieguen la imponancia de una Iglesia más amplia, pero su propia historia y SU apremiante necesidad de sobrevivir da como resullado que tengan pocos puntos de conUlCto con la Iglesia del lugar en que se han esl3blecido. También algunos recuerdos imponanleS las llevan a identificar la Iglesia con su propia comunidad. El recuerdo del haber tenido que huir en medio del terror, el recuerdo de sus mártires. de cómo su comunidad fue creciendo alrededor de la reflexión del evangelio. de las decisiones que han configurado la comunidad...• todo ello les otorga identidad propia como Iglesia. y las puede distinguir también de otros grupos denlro de la Iglesia que no comparten o valoran esos recuerdos. Este fuerte énfasis en la comunidad local. sin embargo. queda a menudo matizado por dos cosas. En primer lugar. una comunidad que ha surgido en medio de un conflicto polltico es normal que permanezca identificada con el pueblo cuyos sufrimientos ha companido. Por lo 13010. la comunidad local represenl3 al pueblo eOlero en su lucha por la juslicia y la Iibenad. En segundo lugar. laI como ocurre también en las congregaciones religiosas. eslaS comunidades se consideran. por lo general. estrechamente ligadas a otras semejantes. En El Salvador, por ejemplo. una comunidad que lleva el nombre de Monseñor Romero puede considerar fácilmente como comunidades hennanas a la Comumdad Segundo Momes. a la Ignacio EI/acurla u olras que tienen nombres de márlires. El modo como la comunidad local se idemifica como Iglesia transciende. por lo I3Oto. los Iímiles de la parroquia. de la diócesis y aun de la Iglesia nacional. El segundo aspeclO de su comprensión de lo que es Iglesia es el énfasis que ponen en los problemas éticos. Las difíciles decisiones que han influido en la vida de la comunidad sobre si huir de sus poblados. por ejemplo. o retomar a ellos. sobre si y cómo responder a la violencia han sido decisiones de tipo práxico. Por esa razón. cuando leen la Biblia y celebran la lilurgia su mayor preocupación está en las consecuencias prácticas del seguimiento de Jesús. Tanto la celebración de los sacramentos como la religiosidad tradicional eslán al servicio de la vivencia práctica del evangelio. Finalmeme. en estas comunidades. el liderazgo es con frecuencia de tipo carismático más que inslitucional. Dado que sus líderes --<¡ue normalmente carecen de educación formal-o surgieron duranle los tiempos más difíciles. su autoridad es personal y depende del reconocimiento de la comunidad. Y allá Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(4) 80. REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA. donde los dirigentes son de tipo clerical, su liderazgo será eficaz en la medida en que anles hayan comparlido las siluaciones difíciles de la comunidad. 1.2. Fuentes de tensión Esla descripción de las pequeñas comunidades puede esclarecer las lensiones que surgen enlre ellas y la totalidad de la Iglesia local. Las comunidades, en efeclo, acenlúan lo local, lo comunitario, lo ético, lo popular y lo carismático en sus estrucluras y actiludes, mientras que la Iglesia a su alrededor en su vida y autocomprensión pone mayor énfasis -eomprensiblemente- en lo religiosis!a, lo sacramenlal e institucional. A dos diferentes experiencias de Iglesia corresponden dos diferentes comprensiones -implicítas- de lo que es Iglesia, con lo cual está !ambién dada la posibilidad para las incomprensiones y las divisiones. En primer lugar, es comprensible que cualquier grupo ya es!ablecido entre en algún lipo de tensión con un grupo -nuevo y con caraclerislicas disLintasque se establece denlro de sus límiles. Es bien sabido que esos grupos nunca son bienvenidos por sus huéspedes. Cuando, por ejemplo, se lleva a cabo un proyecto de vivienda mínima en los límites de una parroquia ya eSlablecida, es muy difícil que coexistan ambos grupos: el grupo más pobre se siente fuera de lugar en la Iglesia, mienlras que el grupo eSlablecido no se siente a guslo con los recién llegados. Esta comprensible tensión aumenla cuando la Iglesia establecida no hace ningún esfuerzo especial para acoger a la nueva comunidad, lo cual puede llevar a un conmclo abieno al no mostrar respelo por la historia de los recién llegados, esperando simplemente que se asimilen a ellos y a sus coslumbres. Una segunda fuente de conflictos está en las experiencias radicalmente dis-. lintas de lo que significa ser "Iglesia", a lo cual ya me he referido anles. Eslas experiencias crean diferentes comprensiones y expectativas de lo que significa. minislerio y predicación. Así, la nueva comunidad y la Iglesia local pueden diferir en sus juicios sobre cuán autónomas deben ser las pequeñas comunidades dentro de la Iglesia. Estas úllimas se han constituido como comunidades cristianas y han forjado sus líderes al lomar -lodos junlos- decisiones de vida y muene. Por esa razón, el que los líderes de la otra Iglesia ya eSlablecida, nombren o reemplacen a sus propios líderes genera tensión. Y, a su vez, con frecuencia esta resistencia es vista por las comunidades establecidas como expre-. sión de una actitud cismática, orgullosa y terca. Un lercer tipo de (ensiones se genera cuando la Iglesia establecida y las pequeñas comunidades asumen posturas polílicas diferentes, especialmenle cuando los miembros de la Iglesia es!ablecida no son conscientes de sus propias posturas polfticas. Asr, pueden creer que, cuando las pequeñas comunidades identifican el evangelio con la lucha conlra la injusticia, están subordinando la Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(5) LA RECONCILlACION DE LAS COMUNIDADES. 81. fe a la política. Por olra panc, las nuevas comunidades pueden ver indicios de una opción política, aunque en fonna inconscienIe, en el lenguaje espirilUalista de las comunidades establecidas. EsIe tipo de confliclos puede aumenIar cuando los lideres de la Iglesia jemrquica y los de las pequenas comunidades ya se han distanciado unos de 0lI0S con ocasión de imporIanIes decisiones prácticas. En El Salvador, por ejemplo, los Ilderes eclesiásticos apoyaron un conjunto de propueslaS que permitieron a los refugiados regresar de Honduras, pero las comunidades lomaron su propia decisión y prefirieron seguir sus propios pianes. Y tomar esa decisión fue crucial para establecer su identidad como comunidad de fe. Esta cierta autonomía con respeclo a la jerarquía en cuestiones de la vida diaria nuye fácilmenIe hacia otras áreas, pues aunque sea fácil distinguir conceplualmenIe entre actividades eclesiales y actividades humanitarias de la Iglesia, en la práctica, ambas se mezclan. Una cuarla fuenIe de conflictos puede ser la historia de las relaciones entre la comunidad y la Iglesia oficial. Algunas pequeilas comunidades creen que han sido abandonadas por la Iglesia oficial. En una guerra civil, por ejemplo, algunas diócesis retiraron el apoyo pastoral a las zonas controladas por uno de los bandos. Si las comunidades encontraron su propia identidad duranIe ese tiempo de ahondono, probablemenle resentirán cualquier inIento posterior de normalizar su siluación sin ser consultadas previamente. Una última fuente de tensión puede ser, paradójicamente, el ecumenismo. Es frecuente que las pequeftas comunidades hayan sufrido junto con otros grupos crislianos y hayan buscado y recibido apoyo de otras iglesias cristianas. Por ello, pueden sentir una unidad más fuerle con esas comunidades que con otros grupos de la Iglesia local, que han sobrevivido sin problemas durante la represión. En medio de conniclos es nalural que busquen orientación y liderazgo en la comunidad cristiana más amplia, no sólo en la católica. 2, Cipriano y la unidad de la Iglesia Quienes hoy renexionan sobre este tipo de conflictos con frecuencia hacen suyo -aun sin saberlo- un pequeno tratado de Cipriano de CarIago, aunque hoy suele ser normal presenIar en fonna res.trictiva y estrecha la teología de Cipriano. A continuación vamos a .presenIar un breve resumen de su teología de la Iglesia la1 como la expone en su obra De Ecclesiae Uni/a/e. 2.1. Resumen de la argumentación de Cipriano. Lo primero que afirma Cipriano es que nuestro único acceso a Dios es a través de la Iglesia. Por consiguiente, separarnos de la Iglesia es separarnos de Dios: Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(6) 82. REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA. Todo el que se separa de la Iglesia se une a una adúltera, se aleja de las promesas de la Iglesia (... ) No puede tener a Dios por padre quien no tiene a la Iglesia como madre'. Elabora después cómo se fundamenla la unidad. La unidad de los cristianos con la Iglesia está represenlada por la unidad de los apóstoles con Pedro: Decidió con su propia autoridad quc el origen de la unidad proviniese de uno solo. Cierto que los demás apóstoles eran lo que era Pedro, estaban dotados como Pedro de la misma dignidad y poder, pero el principio nace de la unidad y Se otorga el primado a Pedro y para manifestar que es una la Iglesia y la Cátedra de Jesucristo'. Prosigue Cipriano y afirma que la unidad de la Iglesia está basada en la unidad de los obispos entre ellos y en la unidad del pueblo con el obispo. Debemos mantener y defender con toda energía esta unidad, mayormente los obispos, que estamos al frente de la Iglesia, a fin de probar que el mismo episcopado es uno e indivisible'. La consecuencia de basar la unidad de la Iglesia en la unidad en tomo a los obispos es que quienes se separan del obispo se separan de Cristo. Cipriano pregunta retóricamente: ¿Acaso piensan que está Cristo con ellos cuando se hubie,en reunido los que se reúnen fuera de la Iglesia con Cristo?' La conclusión de Cipriano es que aun aquellos que tienen gran autoridad moral por haber permanecido fieles en las persecuciones están perdidos si no permanecen en unión con la Iglesia.. No pueden. pues, estar con Dios quienes no hicieron por estar unidos dentro de la Iglesia de Dios. Aunque hayan entregado la vida a las llamas, nC' tendrán la corona de la fe, si no el castigo de su deslealtad'. En conclusión, para Cipriano 'unidad con Dios, unidad con Cristo, unidad con la Iglesia y unidad con el obispo son inseparables. Pero hay que recalcar que describe la unidad de la Iglesia en términos sacramentales muy ricos, mientras que es frecuente que quienes apelan a él para resolver conflictos dentro de la Iglesia interpretan su pensamiento en términos canónicos, lo cual reduce indebidllmenle la riqueza de su teología. Suelen aducir, en eíecto, el argumento citado simplemente para insistir en que las pequeñas comunidades deben reconocer la autoridad del obispo local y se deben incorporar a las estructuras de la diócesis. La unidad de la Iglesia quedaría entonces reducida al sometimiento al obispo.local y al Papa. La teología de Cipriano, sin embargo, es mucha más rica y útil para quien quiera reflexionar sobre los conflictos al interior de la Iglesia. Esto queda muy Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(7) LA RECONCILlACION DE LAS COMUNIDADES. 8J. claro al analizar la compleja situación de su propia Iglesia y cómo enfrentó Cipriano el problema, tal como aparece en otros tratados suyos y en sus cartas. 2.2. Cipriano en su contexto La situación de la iglesia de Cipriano fue turbulenta, porque sufrió persecuciones y porque con frecuencia surgieron conflictos entre los diversos grupos dentro de ella. Varios de estos grupos pueden ser tipificados de acuerdo a cómo les afectó la persecución. En primer lugar, Cipriano menciona con frecuencia a los mártires que fueron asesinados por su fidelidad durante la persecución. Están poderosamente presentes en la memoria de la Iglesia y son considerados como su gloria. En segundo lugar, menciona a aquellos que sufrieron durante la persecución, pero sobrevivieron -a menudo quedaron arruinados económicamente y con la salud destruida. Estos son los confesores. En tercer lugar, Cipriano alude a muchos otros que no fueron afectados por la persecución.. La memoria de los mártires más la coexistencia dentro de la Iglesia de los confesores y de aquellos que sobrevivieron a la persecución sin ningún daño constituyeron una poderosa fuente de tensiones en la Iglesia de Cipriano, como se echa de ver cuando se analiza más de cerca la realidad de aquellos que sobrevivieron a la persecución sanos y salvos. Y también entre éstos hay varios grupos. Un primer grupo importante eran los lapsi, es decir, los que renunciaron a su fe por temor a la persecución. Algunos de ellos habían renegado libremente, otros hablan ofrecido sacrificios sólo después de haber sido torturados, mientras que olros compraron certificados que mostraban que habían sacrificado, aun cuando no lo hubieran hecho realmente. Un segundo grupo había escapado a la persecución, pero sin comprometer su fe. Algunos, incluyendo de manera notable al mismo Cipriano, huyeron de la ciudad. Otros se quedaron --<:on riesgos-, pero no fueron alcanzados por la persecución. Es comprensible, pues, que las relaciones entre estos grupos fueran tensas. Cipriano distingue también diversos grupos de cristianos según el lugar que ocupaban en la Iglesia. Menciona con frecuencia a los pobres y a las viudas que reciblan ayuda de la Iglesia, quienes, por lo tanto, quedaban más desprotegidos con la confiscación de bienes y con la pérdida de pertenencia a la Iglesia durante la persecución. En este contexto, Cipriano escribe constantemente a los obispos y al clero locales, quienes tenían la responsabilidad de mantener en el dIo a dla la paz dentro de la Iglesia. Por lo que toca a los obispos locales, tenIa que tratar con aquellos que hablan establecido comunidades rivales. Algunos exiglan que los dirigentes eclesiales fuesen nombrados en base a su heroica resistencia durante la persecución, mientras que otros, los lapsi. que hablan renegado, estaban furioDigitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(8) REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA. >os porque -lógicamente- habían sido retirados de sus posiciones de autori-. ciad. Finalmente, Cipriano tenía que tratar con los líderes de las grandes iglesias, muy especialmente con el obispo de Roma, a quien Cipriano vio como centro de unidad eclesial a pesar de desacuerdos ocasionales, aunque fueron graves y públicos. Recordar este contexto tan complejo es importante, pues Cipriano dirigirá su tratado sobre la unidad de la Iglesia sólo a uno de estos grupos: a aquellos que habían establecido iglesias rivales. Alaba la unidad con el obispo contra aquellos que habían fundado una Iglesia completamente cismática, pero no considera el principio de unidad como receta suficiente para reconciliar a los grupos, a menudo conflictivos, dentro de su Iglesia. Así, para comprender adecuadamente su visión de la unidad que debe existir en la Iglesia debemos ampliar el análisis en base a otros escritos suyos, sus tratados y sus cartas a la Iglesia. 2.3. El fundamento de la unidad Para Cipriano, la unidad de la Iglesia refleja, en primer lugar, una unidad más profunda, la unidad del evangelio de Jesucristo. La obediencia al evangelio es el criterio según el cual hay que medir los direrentes aspectos de la vida de la Iglesia. Cuando reflexiona sobre el martirio, por ejemplo, insiste tajantemente en la prioridad del evangelio. Pues si el evangelio tiene establecido una cosa, y los mártires determinan otra, oponiéndose al evangelio, los mánires correrán doble peligro. En efecto, por una parte, toda autoridad del evangelio quedará al fin quebrantada y por los suelos, si otra decisión nueva pudo sobreponerse'. Esta obediencia a la ley del evangelio también da luz sobre e.1 modo como los diferentes grupos dentro de la Iglesia deben relacionarse unos con otros. Cuando quiere animar a los diáconos a visitar a los confesores que están en prisión, apela al evangelio. Había pensado, por cierto, que los presbíteros y diáconos que están presemes os debfan advertir e instruir plenamente sobre la ley evangélica, como se ha hecho anteriormente en tiempos de mis antecesores; los diáconos iban a la cárcel y regulaban la demanda de los mánires con sus consejos y preceptos de la Escritura'. 2.4. Una base concreta de unidad Para Cipriano, la obediencia al evallgelio no es criterio puramente teórico ni abstracto. Cree, más bien, que la obediencia se configura según las exigencias del seguimiento de Cristo en un tiempo y un lugar determinados. En lenguaje de Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(9) LA RECONCILIACION DE LAS COMUNIDADES. 15. la IeOlogla 8CluaI, se podría decir que la obediencia al evangelio implica escudrinar los signos de los tiempos. Para Cipriano no hay duda de que, en los tiempos diflciles que le lOCÓ vivir, obediencia al evangelio significa esencialmenle fIdelidad en tiempo de persecución. De modo semejanle, la unidad de la Iglesia no es algo abstracJO ni aislado. La unidad es algo impol1aJlle porque refleja y fomeDla la fidelidad en la persecución. Para Cipriano, pues, tanJO la unidad, corno la teologla de la Iglesia giran alrededor del eje de la persecución. EsJO es lo que está en el fondo de las imágenes que ofrece de la vida cristiana y del modo de reflexionar sobre la fe cristiana. La imagen con que describe la vida cristiana es la del combale y la disciplina militar. La batalla con que culmina la vida cristiana es el martirio. Eslo es lo que escribe a los confesores:. A esJOS principios gloriosos de vuestra confesión y a estos augurios de una campana vicJOriosa se ha juntado la fidelidad a la disciplina; la hemos observado en el vigor de vuestra carta'. También describe a Jesucristo como soldado y como mártir: No nos hemos inscrito, en efecto, en la milicia para pensar sólo en la paz Y zafamos y rehusar el servicio, cuando el Senor fue el primero en practicar ese servicio'. La persecución configura no solo las imágenes con que Cipriano describe la vida cristiana, sino también la comprensión de sus exigencias. Por ejemplo, critica el apego a las riquezas no por razones ascéticas generales, sino porque lleva a que los ricos traicionen a Cristo en la persecución.. A muchos alucinó el amor desordenado a sus bienes, y no pudieron estar prontos y desembarazados para la retirada aquellos a quienes tenran atados como con grillos sus haberes 10. Para Cipriano, pues, la unidad de la Iglesia debe ser expresada de forma adecuada para tiempos de persecución, y encuentra su expresión plena en estar en compaMa con los mártires. Deseo y a la vez os exhorJO a que... a quienes juntó el mismo vInculo de la confesión común y la comunidad de prisión junte también ellin de la prueba y la corona en el cielo". AsI, pues, la unidad dentto de la Iglesia está enfocada a partir del martirio, que es la expresión más plena de la unidad dentto de ella, realiza más perfectamenle la unión alrededor del obispo y es la meta hacia la que la unidad alienta y anima al pueblo. Si ponemos juntas todas estas dimensiones de la unidad, resulta que la unidad de la Iglesia viene definida por la obediencia al evangelio en las circunstanDigitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(10) 86. REVISfA LATINOAMERICANA DE TEOU)GlA. cias del dla a dla. Cuando todo el evangelio es puesto en práctica con fervor, respondiendo a sus exigencias según los tiempos, entonces, se realiza la unidad de la Iglesia. La adhesión a la Iglesia en comunión con el obispo local es un momento indispensable de esa unidad, tanto más necesaria en épocas en que la unidad lleva al martirio. 2.5. Cómo se expresa 18 unidad de 18 Iglesia De este enfoque de Cipriano se desprende que la unidad de la Iglesia se lenga que expresar simbólicamente en lodas la dimensiones de la obediencia al evangelio. La unida<! de la Iglesia se manifiesta en la armonla de la diversidad. Para Cipriano, por supueslO. el principio de armonía es la vocación al martirio en una Iglesia perseguida. y en este contexto es como entiende la unidad con el obispo.. Cipriano menciona varias manifestacones de fidelidad al evangelio. Insisle en que hay que visitar a los confesores y ayudar a los pobres. Insiste en que los ministros de la Iglesia deben dar mueslras de fidelidad moral, y -más sorprendentemente-- parece presuponer que éstos pueden apelar a visiones y sueños para guiar a los lieles. Pero -<:omo es de esperar- la prueba central de fidelidad es la perseverancia en tiempo de persecución". Si los dirigentes de la Iglesia tienen que ser signos de unidad en ella, deben ser uno con el evangelio y sus exigencias. La eucaristía es también efectiva sólo cuando la celebra una comunidad unida en fidelidad al evangelio. El Señor se relira cuando se le niega, y no le sirve para su salud al individuo lo que toma. puesto que el sacramento de salvación se les convierte en ceniza, desapareciendo el cuerpo del Señor". El que la unidad de la Iglesia debe encontrar una expresión simbólica pública explica por qué Cipriano puso tanlo énfasis en la reconciliación pública con la Iglesia. Aquélos que renegaron durante la persecución o se adhirieron a comunidades cismáticas hablan negado el evangelio, y hablan lesionado asl la unidad en el corazón de la Iglesia. Por tanto, la restauración de la unidad debe también encontrar una expresión simbólica pública. Cipriano, sin embargo, fue flexible en negociar las lormas de reconciliación. Insislió solamente en que se debía tomar en serio la obediencia al evangelio y también en que se debla lener en cuenta la debilidad humana. De ahl que insistió en que los caldos, kJpsi, debían cumplir un tiempo de penitencia después de hacer confesión pública de sus pecados, pero se opuso a medidas más severas que pudieran disuadirlos de buscar la reconciliación. Más aún, llegó a ignorar incluso estas exigencias mlnimas cuando lo juzgaba oportuno. AsI, en los comienzos de una persecución, se mostró muy dispuesto a conceder la comunión con la Iglesia, aun en forma acelerada: Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(11) LA RECONCILlACION DE LAS COMUNIDADES. 87. A los que no se apartaron de la Iglesia del Sellor (...) es necesario annarlos y equiparlos para la batalla que eslá inminente".. Para Cipriano lo que produce unidad y su más aUa expresión es el martirio. En una exhonación a los confesores expresa la honda relación enlre la unidad de la Iglesia y el martirio. ESIa es Olfa confesión de vueslra fe que os honra: reconocer que hay una sola Iglesia y no particupar del error o más bien de una maldad eXlfana; retomar al mismo campamento de donde salisteis, de donde sallasteis con vigorosa fortaleza para Ir3bar el combate y subyugar al adversario. Deblan aaerse del campo de balalla los lfQfeos a este campo, de donde se recibieron las armas para la pelea, para eviJar que no tuvieran su gloria en la Iglesia de Cristo aquellos mismos a los que había preparado Cristo para la gloria". Los mártires son la gloria de la Iglesia porque expresan la unidad de una Iglesia edificada en tomo al evangelio. Por esla razón es Jan seductora y peligrosa la tenlación de separar mártires e Iglesia. La gloria degenera en vanagloria. Finalmente, como para Cipriano la unidad de la Iglesia viene definida por la fidelidad al evangelio y es viSIa desde el martirio, esa unidad no es incompatible con tensiones y desacuerdos, incluso agudos, denlro de la Iglesia. En la vida diaria la Iglesia de Cipriano estuvo llena de conflictos, y en algunos lugares de su epislolario llegó a expresar fuene oposición al obispo de Roma sobre el problema de volver a baulizar a quienes habían renegado de la fe en tiempos de persecución. Nunca identificó obediencia al evangelio y unidad con el obispo con sumisión silenciosa a las palabras de un obispo concreto. 3. La relevancia de Cipriano ¿Qué nos puede decir hoy Cipriano sobre la relación entre las pequenas comunidades y la Iglesia universal? Indudablemente su contribución va más allá de afumar que se debe eviJar un cisma formal, por más verdadero e imponante que esto sea. Y hay que anadir que, en conlra de una imerprelación de su teología basJante difundida, Cipriano no alaba una obediencia pasiva al obispo. De acuerdo a su pensamiento, lo que nos debemos pregunJar anle todo al planle3f el problema de la unidad debe ser qué exige en nueslrO tiempo el seguimiento de Jesucristo y el vivir de acuerdo al evangelio -y eso en términos muy concretos. Y después de identificar qué significa vivir según el evangelio en una determinada época, que nos preguntemos eómo se puede expresar esa vida de manera armoniosa. La unidad con el obispo será entonces un elemento de la expresión públiea de un discipulado exigente. De esla forma, la riqueza del evangelio deberá eneonlrar una expresión adecuada en prácticas Ian diversas como las de dar de comer al pobre, la unidad Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(12) 88. REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA. entre los obispos y la celebración de los sacramentos. Todas estas dimensiones eclesiales se deben unificar en lOmo a un proyecto concreto que refleje las exigencias tlel seguimiento de Cristo en nueslros dlas. En tiempo de Cipriano, el proyecto se basaba en la fidelidad durante la persecución. Por ello, todo lo demás giraba en tomo al martirio. Hoy también, como en tiempo de Cipriano, el proyecto que refleja el evangelio tiene que ser concreto y realista. Cipriano no espiritualizó la vocación al martirio, aunque hubiese conseguido una mayor unidad y paz interna en su Iglesia, si hubiera hablado simplemente de un martirio "espiritual" y de "sacrificio" personal, en lugar de hablar de derramamiento de sangre. Vio con claridad que el seguimiento tiene que ser expresado en la realidad de la vida diaria y no simplemente en retórica religiosa. Y vio que el obispo estaba obligado a dar aliento a los mártires. Todo esto nos dice que también hoy nueslro proyecto de Iglesia debe ser concretado en términos prácticos y reales. Me alreverla a afirmar que, para las iglesias que he descrito en la primera parte de esle arllculo, el proyecto adecuado es el amor preferencial a los pobres. Esto se debe a que la realidad cenlral del mundo en que vivimos es la tragedia de los pobres, y según cómo nos relacionamos con los pobres asl surgirán las exigencias fundamentales del seguimiento de Jesús. Por ello, la unidad de la Iglesia se juega hoy en la respuesta que da a los pobres. El modo como Cipriano aborda el problema de la unidad sugiere también por qué la opción por los pobres no puede ser exclusiva, pues ella es, precisamente, lo que unifica las múltiples formas en que se puede expresar la obediencia al evangelio. Pero, por otra parte, si la opción por los pobres no es tenida en cuenta como lo central, las olras expresiones de obediencia al evangelio, no expresarán de forma vivificante la unidad de la Iglesia. Si lo que vivifica unidad de la Iglesia es la opción por los pobres, entonces, puede decirse que las pequeñas comunidades que los representan desempeñan el mismo papel en nuestra Iglesia que el que desempeñaban los mártires y los confesores en la Iglesia de Cipriano. Ellos son la gloria de la Iglesia puesto que son la gloria de un evangelio vivo. Por esta rozón serfa grave separar de la Iglesia a estas comunidades, pues significarla, en definitiva, perder la gloria de la Iglesia. Enfrentarlas con su obispo y con la unión de los obispos serfa, según Cipriano, tan grotesco como enfrentar a los confesores con el obispo. Pero serfa igualmente pernicioso marginarlas y subordinar su vocación a uo ideal abstracto de unidad de la Iglesia, ya que ellas son la gloria de la Iglesia precisamente por su pobreza, asl como los mártires fueron la gloria de la Iglesia de Cipriano porque derramaron su sangre. Para Cipriano, cualquier ideal de Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

(13) LA RECONCILlACION DE LAS COMUNIDADES. 89. unidad que pase por alto la vocaci6n al martirio resullarla en rracaso de la obediencia al evangelio. Esto es lo que rompería el rundamento de la unidad de la Iglesia, aun cuando se hiciera en nombre de esa unidad. Lo mismo ocurriría en la actualidad si el llamado al amor prererencial por los pobres quedase subordinado a un ideal abslIacto de unidad. Sigue siendo verdad, sin embargo, que expresar ¡¡elmente la unidad de la Iglesia genera lensi6n ---<:omo ocurri6 en tiempo de Cipriano-, pues reconocer los signos de los tiempos requiere discernimiento y no a todos los dirigenles y grupos en la Iglesia les ha sido concedido ese don ---<:omo sí lo lenía Cipriano. En su tiempo, tampoco los confesores rueron siempre capaces de reconciliar la vocaci6n al martirio con olIaS dimensiones del evangelio que había que expresar públicamente. Por ello no dcbiera extrailar que nos encontremos hoy en situacioncs similares. Es de esperar que existan desacuerdos y connictos dcntro de la Iglcsia, pero hay que a~adir que éstos son elementos dcl proceso por medio dcl cual se conslfuye la unidad y en el que se llegan a reconciliar los diversos grupos en la Iglesia. Finalmente, la expericncia y el pensamiento de Cipriano nos muestran que la unidad dc la Iglesia es diferenciada. La unidad en la obediencia al evangelio dcbe expresarse en diversos niveles por grupos direrenLes. Cipriano habl6 dc la unidad de los conresores, de la unidad de la Iglesia en tomo al obispo, y de los doce en tomo a Pedro. Ul unidad en cada uno de estos niveles es importanle, y en cada nivel esta unidad dcbe expresar las múltiples dimensiones del seguimiento. La exislencia de las pequems comunidades en la Iglesia y su vigorosa vida inlema constituye. entonces. un don para la Iglesia. 1. De Ecc/es;ae Unilme 6. En lodas las cilaS de este anículo seguimos la b"aducci6n española en Obras de San Cipriano, BAC (Madrid 1964). 2. ¡bid. 4.. 3. ¡bid. 6. 4. ¡bid. 13. S. ¡bid. 14. 6. Epistola 36. 3. 7. Ep. 15, 1. 8. Ep.28.2. 9. Ep.58,3. 10. De /apsis 1 1. 11. Ep.IO,5.. 12. De Iapsis 16. 13. Ep.57. 14. Ep.57. 15. Ep.54,1.. Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

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