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Retórica y literatura en el Siglo XVI: El Brocense

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Serie: LITERATURA, nº 38

MARTÍN JIMÉNEZ, Alfonso

Retórica y literatura en el Siglo XVI, El Brocense / Alfonso Martín Jiménez. - Valladolid : Secretariado de Publicaciones e Intercambio

Científico, Universidad de Valladolid, [1997] 189 p. ; 24 cm. - (Literatura ; 38) ISBN: 84-7762-735-5

1.SANCHEZ DE LAS BROZAS, Francisco-CrÍtica e Interpreta -ción. 2.FILOLOGIA CLASICA

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ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

RETÓRICA Y LITERATURA

EN EL SIGLO XVI

EL BROCENSE

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N,.. (',d. 1wrmici(f.1 l.1 rc-prrnlLJ('('i6n toul o ¡•.lrl'i,ll de- í'Stt> lihrn, ui su 1r,1t,uni<"1Ho •t1fonn.hKo.n1 l.t tr.:m:mlt s,ón de 11i11t;un.1 fo11tl:I e► por t·u.1lquit"r m.,.<l10, y., !'iC-,1 c-lcnrc')nKo, met:.\nico. pu1 Íoto-c::o¡,1.1, ror 1q;iu10 u Ot ru!> m(·tmim, ni :,;.:,1 ¡•.-t'·st,uno, :1lquilcr o í'L1.1lt¡\..11cr 011,1 Ínrm., Jr {·r-.iÓu t�" \lSO del <!jt•mpl.u. s.m �1 pt:"t mi�n rrevio y por c�·1i1o dt lo� ciwl.uc-s d.,.J Cop;-nr,hc.

ID ÁI.l'ONSO Mr\11.TÍN JIMÉNEZ, Valhdclid, 1997

SECltETi\RJADU DE !'lJl!LICACIONES E !NlEHCJ\MIIIO CIEN IIFICO llNIVERSIDAO OE VALLADOLID

Di�cr1o de rnllic,u J. M' /\lo11w

ISIIN: K.(-77{,?.-73'-� Dq1üsih> Legal: S. -+87-191/7

Imprime: GrHic1s VARONJ\

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Hl propósito de este trabajo es analizar las relaciones entn' retórica y literatu­ ra en la obra de Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense, para mostrar a su través la influencia de la retórica en la literatura del clasicismo. /.a primera parte de esta investigación está dedicada a comen/ar las relaciones entre la retórica y la literatura en la Europa del siglo XVI, atendiendo al estatuto de la literatura en el clasicismo y su estrecha relación con C'l saber enciclopédico en general y con la retórica en particular. La literatura en el clasicismo estaba lejos de adquirir la autonomía que la ha caracten·zado desde el siglo Xi.X, por lo que su estudio requiere considerar su dependencia con revJecto a las dis;tíntas disciplinas del conocimiento. De hecho, el propio término "hteratura" tenía un significado rm el clasicismo muy diferente al que le otorgamos en la actualidad, ya que hacía refe­ rencia al conocimiento entendido en su sentido más general.

De las tn!S concepciones clásicas y sucesivas de la retórica como arte de la per­ suasión, como ars bene dicendi y como ars ornan<li, el clasicismo se interesaba fundamenta/mente por las dos últimas, pues las caracten·sticas de la época ya no eran propicias a la pcr.;uasión que anímaba en la Anti!!,üedad la constrncción del discurso. De esta forma, la r!"tóríca alcanzó u.n notable desarrollo en el cla�·ícis­ mo como el arte por excelencia del bien hablar, y si la elocuencia era necesmia para la expresión de cualquier tipo de conocimiento, resultaba jimdamental para las manifestaciones artísticas basadas en el lenguaje. Así, aunque los autores lite­ rarios encontraban en la poética un arte más especifico, podían seroirse además de la preceptiva retórica, que representaba una parte esencial de su educación y marcaba profundamente la elaboración de sus obra.�.

En el siglo XVl europeo se produjo un fenómeno progresiuo de reducción de la retórica al ámbito exclusivo de la elocutio, propiciado especialmente por la obra de Rodolfo Mricola, juan Luis Viues y Petrns Ramus. l.a influencia de estos auto­ res se deja ria Sl>r1tir en .Espmia, y muy especialmente en el Brocense. La segunda parle de es/e trabajo está co1Zsagrada al examen del pensamiento retórico y dialéc­ tico de Francisco Sánchez, cuyas obras npresenlan el más claro reflejo en Espa1'ia del proceso de reducción de la retón·ca al ámbito elocutivo.

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J(I

Nr<>,.-1'1/s,'. 1/1/(' se e.,;_jiler:=rJ pur m"strar en sus tratados la utilidwl de todas las ofx'­ rm 1u11es ret<>riats e11 '" i11te17;retaciri11 y la com/J<)Slcili11 /iterun'u. Por eflo. es {i{)Si­ hl!' es1..-/111-ecer la í11/l11enda reo/ dd Cm(itmto de la ¡1re(epli1•0 retórica en la /ítc­ n1111ra de la éJm<.:a o fn1r1;s de la co11u!JJCicí11 de 111111 de los humanistas <'S{u11Ioles mús .•;ohn.-,salie11/es. <.·11yri crecic11tl' pres!(�io se n·1·ela sobradameH/eji11ulamenta­ clu. }' para com/ir<'11eler t'I al<."t111ce de f"s reft1eírml's entre retódca y ltteratura, ,uuia me;ur tflil' auulír a los tratados tecíricos y prácticos en los c/llt' se c'.\]>onen las re¡!.Las. e.wm1í1umdri el 1-trado de l'llliilez q11c su autor les tllrllm)'<' part1 la e/a­ lx.1raci<í11 y la /11terpretacirí11 literaria /'or último, La ap/icac1<í11 de la.� 11on1w�· retciricus )' ditJ/c,uicas en la cu11str11ccici11 litt'rttria se ohst•n1a i·,¡11 /utal clt1ridad en el awili.,i,· de la propia ohm po(;/1a1 del lJn><.:e11se. al </HC está dedicaclrJ el uparta­ do fi11al de este tmli,!ͺ· !.a crmsidemc:i1i11 cm1junta de sus tr,lftulus y de su puesfrt permite um1pre11der 110 s{jlo el rm,cesu de ,.¡,duccirín de la retdrica a la elocutio, i·11yas cw1't'Clte11cius p<!rd11rroia11 basta hie11 e1/lrculo el si�lo X.Y .. ,i110 tumhfén la 1w/1ffale::a re"/ dl' las relacío11es e11tre lus distintas 1,¡x•,·acimws retóricas y la litemt11ra e11 el clusilismo.

Esfe trabajo fi<'II<' SIi ori,1.1e11 en mi estando dt' jrirmució11 postductuml eJJ el Crillc":1ge de Fmnce de Pan'., IJl!ho <I Jfarc Funwroli. titu/ur di' la ccítedrtt de R<'frí­ rico y Sociedad e11 la J:'uropa de los sip,lus Xi'/ y X\.'JI Ul' dicha inslitucilÍll. la icli•a de realizar 1111a i111'eSti>;Ución sobre la ohm ele! Bruct'nse que ta11 ¡.;mrtfiámlt' ha sido ¡1t1m mí.

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La influencia de la retórica

en la literatura del clasicismo

El estudio de las relaciones entre la Retórica y las manifestaciones literarias en la Europa dasicista requiere en primer lugar clarificar la evolución del término "literatura". En efecto, el vocablo "literatura" tiene un significado en la actualidad que no coincide en absoluto con el entendimiento que del mismo tenían los autores clasicistas, por lo que es necesario especificar las diferencias sustanciales que el contenido semántico del término adquiere en cada época.

En la Antigüedad clásica, el término literatura, derivado de littera (letra o carácter alfabético), se empleaba para designar el arte de leer y escribir, asocián­ dose a la gramática, a la instrucción y a la erudición. De esta forma, el litteratus (término de donde proceden el popular letrado y el erudito literato) era el hom­ bre capaz de crear y entender la escritura, por lo que gozaba de un estatuto sociocultural privilegiadoi.

El término litenitu.ra, proveniente del latino litteratu.ra, se introdujo por vía erudita en las lenguas europeas en la segunda mitad del siglo XV, adquiriendo formas muy semejantes en los distintos idiomas2. Hasta el siglo XVIIJ el término literatura tuvo en los distintos icüomas europeos un significado idéntico al de su étimo latino, designando el conjunto del saber y la ciencia en general. Antes de la segunda mitad del siglo

xvm,

si se quería expresar el arte que actualmente denominamos literatura, se empleaban vocablos y sintagmas como poesía, elo­ cuencia o verso y prosa3.

En su estudio sobre la elocuencia en el clasicismo francés, Marc Fumaroli ha puesto de manifiesto que en dicha época los términos "letras" y "literatura" eran traducciones de las expresiones latinas de los humanistas Litlerae humaniores, Literatura, o res literaria, y tenían su mismo sentido, es decir, el conocimiento erndiro del saber proporcionado por el conjunto de todos los textos de la

Anti-1 Cfr. V.M. de Aguiar e Silva, Teoria da Literatura, Coimbra, Almedina, 1990, 8' ed., 2' reimpr., pp. 1-2. Vid. además R. Wellck, '•Literature and ics cognates". en Ph. P. Wierner (ed.). Dictionary o/ tbe History of Ideas, New York, Scribner's Son, 1973. vol. Ill, p. 81 y P. Zumthor, úmP,ue, texte. éniP,­ me, Paris, Seuil, 1975, p. 25.

2 Cfr. V. M. de Aguiar e Silva, Teoria da Literatura, cit., p. l. El término literatura, formado a panir del sustantivo griego ypaµµaTLxr¡. dio en español literatttra, en francés lit1éra1ure, en italiano lelle­ ratura, en portugués literatura y en inglés literature.

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�ücuad. Las llamadas .. ktras", .. hdlas k·tras" o ··Jecr.1s humanas· alcanzaban un rnsgo mo<lesro <:n b época, y no se ref(:rían a la a.-tiYiuad prodm:tora dt.'1 escri­ tor, sino a b pos<:sión crítica <ld s:i.her d1.· la Anti�üt•<.hd. has1.· d<::l conm:imil.'nto

�·nddopédico humano. En bs mismas ··Bellas l.clrasr, por <:nt.·ima <lt' la ·\·rl·adón li!L•r;iria", ·"' t:slimaha fundamt>ntalm<:ntt' el in11.·rc1mbio cultural con los pot>tas y oradores dl' la Antigüedad. lnduso l.i palabra "autor"· 1.·staba cargada de menos pn:cio, pu�s no st: n>nct'bía la osadía Jc pr1.·tcndcr una micton't(;�,.; similar a la 1.h:

los Proktas. los Apóstoles

r

los Granc.ks Autort's d1.· la Amigücdad'.

El st>nti<lo dif<:rt'nte al a<:tua\ que posd:1 d término "litt-rdtma" t:-n e\ d;.1:--idsmo <:s r1.·cor1.la<ln también por Aaron Kil">t'di V.irga. T:tl u>mo dernuL·stran los IL'stimo­ nios que rcco�<.'. <l<: algunos auton.•s dasicist.as, t·l término litt-n,1t11ra ha1.·ia rdercn­ cia cn la t'poca a cualquier tipo de discurso tr.1haj;ido, mientras que t'l túmino poe­ �·ía induía pot'o m:'.is o menos In qut' attuahm:nk entendemos <.:orno litl'r.itur�1. t·on la t'Xu:pción ele la novela, poco estimada t'n ):¡ l'.:poca, y otros g(·neros mcnort•s cn prosa. La elocuencia. común a todo discurso tr.aha(adn, y la poesía, que akanzalYa un ;ímhíto mucho má." limit;ido, eran las <los formas por C'Xc1..·lcnda e.le .. lire'ratura"\

A ¡xlliir de la segumb mitad <.Id :-;iglo XVIII d cfrmino literatura fue adqui­ ril:'ndo pro¡.:r1.•sivarn1.•nte nue,·as si�nificadnnl's''. La literatura t'mrezó a <mten derst·, por un !Jclo, u>1no un fe'nc'imeno cst(·tku cspe;.>dlko, y por utro, como d

a1rp11s de textos liwr.1rios resultante- Je t'Sa acti,·idad d<: creación c.�tética. A pur­ tir dt· la noción de co1pus liter:irio, b palabra literatura pasó a significar t,1mhit::n d conjunto de l;is ohr.is literaria¡; de un d<.'.terminado país. l>t• esta mann:.1. las distintas literaturas n:tcion,des adquirían un signific.1do filos,·,nco-polítini, 1.·oovir-1i1:nclose en uno de los factores rt'l<.:vant�s p.ira deíinir el t'spiritu dt· c1da nacic'in. A fin:.iks dd siglo XVIII. sintagmas como litc-ratumfrcmcesa. litemtum italiana. li!era/11ro alemana, 1.·tc .. t'mpc-zaron a hacl•r¡;e frccue;.>ntl·s ·.

Las tr:1nsfom1:Jdnnes st'm;in1icas del 1(•rmino /ilemtura en d siglo X"""\'!11 se d<.'lwn en gran parte al desarrollo d<: la rh·nka y Jc la cit'nci:1 c-xperimc-ntal. La t.'$¡-x.-cifiddad crt'cic-ntc- de estos ámbitos impedí:.i 111:rntener lus escritos dt>mífü:o� y t(·l•nicos como algo ;i.�imilablc a b lilt'ratura. A<lenü:-.. los vak>rl':-. a11ísticos y estético� fu1.·ron adquiriendo una :1utunomfa sustancial frl·nte a los valores rnor:1-\es o cicntilkos. En l 735, en su obra Meditalicmes pbif():wphícae de nommli.,· ad poema per1íne11tihus. llaumgan<-'n introducv d término estl?lica. y 1.•n 1790, L·n K11til., cfer Ur1<1f!skmjt. K;int pone los fundamcn1os d..: la exisll'nda au\únoma tlt­ los v:.ilort's t'St(·tin1-'i. Aparcd<í a.sí la contraposi(·iún, <lt' tama importancia en los siglos XIX y XX. t-ntre la cultura 1.:íl.'mítko-tt'cnológica y la cultura humanística.

'C!r \l. Fumamli, l :ige de /'/),1/fll<'lln· Rh,'tnn,¡11,· el "res //1,•nm,1 ·""la Rc11,11.,.,;,111ce,111.,,·11il de l<1/.><•c/11t• <./11.�<it¡tll'. <;e-ni·,"· Drci7. l')lill, pp. 2·1·2

'Ur. :\. l\ill\.'<.li \';¡rga, Rbcton,¡11,• ,•r Lítt<'nllrin·. J>ari�. l>idi,·r. 1\!70, pp .,_X

"A rm>p6solo J,· la ...-voh,don ,t:mjmiGl <ld 1<.:nnino · lh,·rJIUrJ·'. cfr. H. \\t:lkk. ··1.;1,·r.1tun: .md it,

n,¡.:J1.l1t,�··. dt, lt E'l.�1rpil. .. l.:, ddinition du \i:1111<· !inér;1t1JT<··. t'n R. b�arpi1 ,., al._ L,_, /1t1,·raire et le .,,,._¡,,¡ Élé111,·nr., 1x,11r 1111,· ·"'d,,/u�i" ti,• /u t,n .. mtw·e. l',m�. Harninari< ,11. 1970, pp . .!�•>·.!-.2: R. Sirri, (,'lJt> u,.-.r, i• /11 l,•ttt'nllura. r-.:1r•oH. fle Si1111m...-, 1

•-

r➔• 2• t'<-1. y V .. �\. I 1,· .\�uiar <: Silva. ·l<-r,na du l.it1•

mt1,m. ,·it. pp. 1-B.

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RETÓRlCA Y LITTRATURA EN EL SIGLO XVI, EL HRO(E\ISE ] ',

Dentro de Las humanidades, d fL:nómcno literario ocupaba un lugar importante, y para denominarlo fue afianzándose el término lileratura frente a otros que, como el de poesía, podrían haber competido con él. La progresiva valoración de la prosa literaria a panir del siglo XVIll impidió qu1.: el término poesía, asociado tradicionalmente a los textos escritos en verso, pudiera emplearse parn abarcar el fenómeno literario en su conjunto, por lo que fue aceptada la denominación más genérica de literatura. Este mismo significado es el que seguimos asignando a la palabra literatura 1.:n la actualid.td11

El significado contemporáneo del término literatura, en consecuencia, es pro­ fundamente diferenlr.: :11 entendimiento que del mismo se tenía en la época da­ sicísta. Por ello, al analizar las reladones entre la retórica y la literatura en dicha época hay que tener muy en cuenta esa diferencia. El concepto de literatura, entendida en el sentido moderno como la actividad de <:reación estética de obras dotadas de poeticidad exprexivo-imaginaria9 (y, por extensión, el conjunto de obras resultantes de dich;i actividad), es profundamento ajeno a los pará1m:tros dd dasídsmo. en c:l que la literaJura designaba al conocimiento enciclopédico.

En la determinación del concepto actual de la literatura ha jugado un impor­ tante papel la aparición paralela de los estudios de historia de la literatura. Par.1 entender el ;1ffam:amiento de l'stc tipo de estudios es necesario analizar su reb­ dón con los abundantes tratados de retórica esnitos en épocas anteriores, de los que en cierta forma proceden. A juicio de Marc Fumaroli, los tratados clásicos de retórica. tan abundantes cntn: los siglos XV y XIX, fueron sustituidos poco a poco por otros tratados en los que la literatura iba adquiriendo progresiva indepen­ dencia. En ralabras de Fumaroli,

"Le traité de rhétorique profondément métamorphosé s'cst mué en oeuvre lit­ léraire, qui dit:nhe Jans l'histoire des littér-.nures -et non plu:; dans k í-ccudl cano­ nique Jes poétes et oratcurs anri<.¡ucs� k:s auloriló propres a justifü:r Lles normes moins rrécisc:s, moins tedmiques, moin� con1r.1ígnantes, mais cnco� tout (k me-me des normt"s .• rn

De esta manera, los tratados de retórica dasicista son sustituidos por una retó­ rica propiamente literaria que, para resaltar su novedad. es denominada estética. poética o crítica, pagando por ello el precio de olvidar su origen.

La líleratura romántica no sólo surgió del rechazo del clasicismo, sino tamhién del rechazo de la retórica. El menosprecio de la preceptiva retórica y de la

cu!-" Cfr. ibtdem. pp. l 0-13.

" Cfr. A. Garda &rrio. Teon·u dt• la U/i!rutur4, Madric.l, Cá1edr.1, 1989. p. 23.

"' M. Fumaru!i, L Áge de l'E/o,¡r.¡1?1ce, cit., p. ,¡_ Corno han, notar Fumamli, si en la Bibliothi!qi,e frunt,:oise 011 bistoire de la lit1iJmture frmzpii.,e del Abad c;,m¡e1. escrita entre 1740 y 17'56, y consa­

iqada a las obras írancesa� sohre la h:ngua y la re1<',rka, la "retórica francesa" sigue siendo L'i princi­ pio unificador de la dornencia y de la Jitera11.1r.1, otras obras posteriores. como De la littl!mtllrl' ( 1800), de Madame de Srael. o el G,;nie du Cbri.,tiuni,me ( 1802), de Chateaubriand, son testimonios de nuevas retóricas que prt.:tcndcn romper con Li retórica neocla.sici�la. lnduso otr,15 nbr;,s asociadas desde nuestra perspectiva am1al a la poética, como el Pn}jace de Cromwe/1 (lll2HJ. de Víl'lor HUMO,

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ALFONSO MARTfN JIM~I\EZ

Lura de la elocuencia encontraría una confirmación oficial en la desaparición de la enseñanza de la retórica y su sustitución por la historia de la literatura. En Fran-cia, Gustave Lanson, considerado el maestro y el teórico por excelencia de los nuevos estudios literarios, proclama en su obra L 'Universilé et la vie modeme, de 1902, el rechazo sin paliativos de la retórica y su sustitución por el estudio his-tórico de las obras liLerarias11.

A lo largo del siglo XX, los estudios de historia de la literatura se afianzan notablemente en Europa, a1 tiempo que son olvidados o excluidos en gran parte de la enseñanza los estudios retóricos. Sin embargo, en la primera mitad del siglo no deja de haber algunos intentos de recuperar la "vieja retórica", y la rehabili-tación de la misma y su adecuación al contexto actual se ha venido proponien-do con insistencia en las últimas décadas12•

En cualquier caso, en el siglo XX se ha desarrollado notablemente la historia literaria en detrimento del estudio de la retórica. La historia de la literatura, naci -da a finales del siglo XIX, constituyó su objeto sobre el modelo ofrecido por la literatura romántica, y sus métodos sobre el paradigma proporcionado por la Geistesgescbicbte alemana, de inspiración nacionalista. Ello representa una doble

separación, puesto que la "literatura" se considera como un sector apartado del

conjunto de la cultura y su estudio se confunde con el del espíritu nacional, por oposición al de otras naciones europeas. A partir de ese momento, la historia de la literatura aplicó estos planteamientos al estudio de una realidad anterior que no se regía por ellosu.

11 Cfr. ibídem, pp. 5-6. Sobre las causas del fr.1<.-:1~ de la recórica como ciencia de análisis del dis-cur..o, cfr. A. García 13errio, "Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuest~ para una Rc:16-n<.:a gc:ner.iD-. en Estudios de lmgiiisJica, 2, 1984, pp. 7-59, pp. 15-17.

12 Prueba de ello es la muy abundante bibliogrnffa dedicada a los estudios retóncos, de entre la q\ac destacamos las siguientes obras de carácter general: 11. Lausherg, Manual de retórica literaria, Madrid, Gredos, 1966-1968, 3 vols.: R. Barilli, Relórica, Milano, lscdi, 1979: 8. Vickers, In O<.!fence o/ Rbt•toric, Oxford, Clarendon Press, 1988; A. Plebe y P. Emanuele, Ma1111a/e di retoricc1, 0ari, l..aterza, 1988; ll Mortar.i Garavelli, Marwale di relorica, Milano, llompiani. 198<), 3• ed.; T. All>aladejo, Rt'/ 6-nca, Madrid, Síntesis, 1989. De entre la extensa bibüograffa dedicada ,11 esrudjo histórico de la

retó-rica, puede vcr.,c V. Florescu, IA retorica ne/ suo sviluppo storico, Bologna, JI Mulino, 1973; V

Flo-rcscu, Úl rbétonq11a et la néorhétoriq11e, Pari!>-Bucaresti, Les Bcllcs l.c1rres-Editura Academiei, 1982, J. González Bedoya, Tratado histórico de retórica filosófica, Madrid, NájerJ, 1990, 2 vols. y J. A. Her -nández Guerrero y M". C. García Tejera, HISlorla bret,e de la RetóriUI, Madrid, Síntesis, 1994. A pr o-pósito de la rc1ónca en la Antigüedad, vid C!>pecialmentc G. Kennedy, 7bc Art of Per.masion in Gre -ece, New Jersey, Prinreton Univer..ity Pres.~, 1972; C. Kennedy, 7be Art of Rbetonc m tbe Roman World. New Jersey, Pnnce1on University Press, 1972 y J. J. Murphy, Smops,s brst6nca de la Retórica cltisica, Madrid, Grcdos, 1988 Con respecto a la retórica en la Edad Media, cfr. J. J. Murphy, 1A rel ó-ri"' en la F.dad Media, México, Fondo de Cultur:1 Económica, 1986. y J. J Murphy, 711ree Mediett(ll Rbetorical ATts, 13erkeley, University of California Press, 1985, rcimpr. En relación con la retórica en

l.a época clasicista, dr. esp<.-cialmente J. J. Murphy (ed ), Re11aissance Eloq11ence. Sltldles in lbe 1be-ory a11d Practice of Re11alssa11ce Rbetoric, Berkeley-Los Angeles, Univcrsity of Califom,a Press, 1985, re.ampr. y M. FumaroH, l 'Áge de l'Eloquence, cit. Por lo que respecta a la teoría contcmpor.ínea de la re1órica, vid. Ch. Perelman, la lógica juridica y la nul'IXl retórica, Madrid, Civita,, 1988; Ch Pcrel -man, Rbétoriques, Bruxelles, Univcrsité de Bruxelles, 1989 y Ch. Pcrelman y L Olbrechts-Tyteea, Tra-tado de la argumentación. La nuer.,a relónca, Madrid, Gredo.~. 1989.

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RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 17

En efecto, la literatura, en la acepción moderna del término, no hizo su apa-rición hasta el siglo XVIII, y no ha adquirido plena independencia hasta el XIX,

con la existencia de escritores conscientes de su autonomía como tales y reco-nocidos por la sociedad14. Ya en el siglo XVIII el auge de la escritura artística en

prosa había propiciado un aumento considerable del público lector, debido en gran parte al acceso a la cultura de una clase burguesa cada vez más poderosa, lo que se tradujo en el desarrollo de la industria y el comercio editorial, así como en la proliferación de instituciones públicas encargadas de facilitar y promover la lectura. Además, el aumento del número de lectores permitió por primera vez en

la historia que los escritores pudieran vivir de los beneficios obtenidos por sus

obras, lo que supuso el fin del mecenazgo y la consiguiente ganancia de liber-tad en la expresión de las ideas15Las posteriores conquistas de la época román-tica permitieron a la nueva literatura crearse por primera vez un "mundo litera-rio" autónomo, independiente del conjunto general de la cultura.

La literatura alcanza en el siglo XIX su momento de máximo prestigio, pero para alcanzar una consciencia tan alta de sí misma ha debido sacrificar el

enci-clopedismo del saber y de la acción característicos de las etapas anteriores de la

cultura. Así, la literatura adquiere su autonomía a cambio de dejar fuera de su

ámbito grandes campos del saber y del poder, mientras que el periodismo, enci -clopédico por excelencia, ocupa el espacio que a ella se le escapa16.

Una vez establecido este tipo de literatura autónoma, los estudios de historia literaria han tendido frecuentemente a abordar el estudio de las obras artísticas de otras épocas como si hubieran sido concebidas en su momento con la misma

independencia que actualmente posee la literatura. Los autores ligados a la esté -tica de la recepción han puesto de manifiesto que la literatura es comprendida

en cada época a partir de unos presupuestos que pueden no coincidir con los que inspiraron su realización17. Por lo que respecta a la literatura del clasicismo, parece evidente que se ha analizado frecuentemente sin prestar la suficiente

aten-ción a su estrecha relación con el conocimiento en general y con la retórica en

particular.

La naturaleza de las obras de arte verbal de épocas anteriores, subordinadas al conjunto general de las manifestaciones culturales, poco tiene que ver con

1

• En este sentido, resulta interesa me la obra de E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media

latina (Madrid, Fondo de Cultura económica, 1981, 2 vols.), por cuanro recuerda el fondo común

europeo que subyace a las literaturas vernáculas. Por nuestra parte, creemos que dicho espíritu sigue latente en el humanismo europeo y en el clasicismo, y continúa probablemente ha~ta el momento en el que la naciente historia literaria nacionalista basa todo su empeño en la profundización de las dife-rencias entre los distintos países. Como recuerda Fumaroli, •ta -linérature•, dans son acception moder-ne et contemporaine, n'a fait son apparition qu'au XVlllº siecle, et n'a été -sacrée• qu'au XIXº" (M.

Fumaroli, L'Áge de /'Éloquence, cit., p. 17).

15 Cfr. V. Manuel de Aguiar e Silva, Teoría da Literatura, cit., pp. 11-12. 16 Cfr. M. Fumaroli, L'Áge de f'Éloquence, cit., p. 18.

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18 AI.FONSO MAH'riN UMÉNF7.

d grado de independencia actual que ha alcanzado la literatura. En este senti­ do, Kibédi Varga cree imprescindible analizar la que podríamos denominar "'literatura clasicista'· desde la perspectiva en que fue comprendida y ju1.gada en su época1ll La res literaria englobaba autores que representan todos los ámbi­

tos del conocimiento, dcsue Estrabón a Ilipócrates, Euclides o Tucídides. sin olvidar a otros como Ifomero o Virgilio. Por lo demás, la Enciclopedia d:isicis­ La no concedía a las bellas letras sino un rango y una plaza modestos, y la poe­ sía y la novda eran cultivadas fundamentalmente para diversión de la Corte. Con todo, y por modesto que fuera tal rango, la poca legitimidad de la que las Bella1; Lt>tras gozab:m si: debía al hecho de que eran consideradas como deri­ vadas dc los modelos antiguos, pertenecientes a la res litemn·a enciclopé<lica

del humanismo.

La concepdón de la époo;:a privilegiaha ante todo el saber y el conodmiento enciclopédico, pero dicho conocimiento debía ser manifestado en todo momen­ to y en todas sus ramas de una manera elocuente. La clocut>ncia, el bien decir, se consideraba una nt:cesi<lad inherente a la expresión del conocimiento. el resultado de un esfuerzo colectivo, común a todos los ámbitos <lel saber. Esta universalidad de la elocuencia como factor común del conjunto de la culrura humanista explica los malentcndium que han llevado a la "litl·ratura" contempo­ ránea a incluir en su historia obras de teólogos. de filósofos o de sabios, no por que fueran propiamente "litcrariasn en el sentido actual, sino por la calidad de su

elocuencia, cuyo estilo es fácilmente asimilable a la form:1 de expresión estética de las obras considerad:.1s hoy en <lía como literarias.

En el establecimiento de la clocut>ncia, los poetas y escritores jugarun sin duda un papel importante, pero restringido, como beneficiarios de sus resultados y como guías Je la misma. siendo sus obras ohjeto de debate para establecer el mejor estilo de la elocuencia general aplicable a todos los ámbitos del saber. En cualquier caso, tal tipo de debates no suponían un "mundo liter:irio" autónomo. como el que se produciría en el siglo XIX. Por el contrarío, comprendían todas las áreas <le\ conocimiento, y se apoyaban en la grnn difusión de las técnicas y de las cuestiones de la retórica grecolatina, rehabilitada a lo largo del siglo XVI por los humanistas1'1.

En consecuencia, el estudio de la ;,literatura" en la época clasicista debe dcc­ ruarse teniendo en cuenta la disparidad de criterios sobre su est:Ituto y el de la literacur.i. contemporánea, pues si ésta ha adquirido un grado notable de indepen­ dencia, la c¡ue podríamos denominar literatura clasicista presenta una estrecha relación con el saber enciclopédico en general y con la retórica en particular.

De hecho, la poética no era rnnsíder:ada en la época clásica ni en el clasicis­ mo como una cienca autónoma. Como recuerda García 13errio, a lo largo ele la

'" Cfr. A. Kiht'di Yar¡:;a. Rbétorlque et !itrémture. dt., pp. 7-17.

(19)

RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE

19

historia se ha producido la colaboración de la retórica, ciencia de la expresividad

verbal, y de la poética, ciencia de la poeticidad expresivo-imaginaria, como dis-ciplinas complementariias del discurso. En la época greco-latina la poesía era concebida como un simple sermo ornatus, sin que se insistiese en la naturaleza específica, transracional e imaginaria de la literatura frente a otro tipo de discursos. Esta confusión entre el discurso propiamente literario (tal y como hoy lo e nten-demos) y otro tipo de discursos relacionados con la retórica produciría en la época clásica la retorización de la poética20. Las arles poeticae medievales21

(que, junto con las artes dictaminis22 y las artes praedicandi23 constituyen lo más importante de las artes medievales), se vieron muy influidas por la retórica, de forma que en la Edad Media se produjo una aproximación si cabe aún mayor entre la retórica y la poética24Debido a las continuas relaciones que se estable-cían entre las dos disciplinas del discurso, la mayoría de los autores considera-ban la retórica como un arte capaz de suministrar elementos muy provechosos para la elaboración de las obras literarias.

El parentesco entre retórica y poética nunca fue puesto en duda en el clasi-cismo. Entre las pruebas que confirman la relación entre las dos artes, Kibédi Varga aduce el hecho de que ciertos teólogos rigurosos atacaran igualmente y con los mismos argumentos la poética y la retórica. Además, existen otro tipo de pmebas indirectas. Así, los autores hablan frecuentemente en términos poéticos para referirse a la retórica, o en términos retóricos al tratar la poesía, y los manua-les de retórica ilustran muy frecuentemente sus reglas con ejemplos no sólo tomados de discursos, arengas o sermones, sino también de la poesía25.

En realidad, la elección de citas poéticas para ilustrar las reglas retóricas, o de fragmentos retóricos para ejemplificar las normas poéticas, se remonta a la época clásica, en la que la elocuencia era considerada propia tanto del poeta como del

2

°

Cfr. A. García Be1Tio. Teoría de la Literatura, cit., pp. 22-23. Para García 13errio, sólo b

conso-lidación moderna de la literatura como arte independiente, iniciada en el Renacimiento y consagra

-da en el RomanLicismo, ha propiciado "la definitiva separación actual entre ta Retórica como ciencia lingüística y suficiente de la exprt!sividad verbal y comunicativa, y ta Poética corno ciencia de una modalidad artística específica del discurso verbal. Ésta se propone hoy, más que nunca, como

expe-riencia estética rotundamente alternativa a la discursividad racionalista del conocimiento reflexivo o

filosófico" (ibidem, p. 23).

21 Cfr. al respecto E. Fara!, les Arts Poétiques du Xll' et du XIJI" siecle, Paris, Champion. 1971; P. Zumthor, Essai de poétique médiéval, París, Seuil, 1972; P. Zurnthor, lingua e tecnicbe poeticbe ne/teta

romanica, Bologna, JI Mulino, 1973; P. Zumthor, Ltmgue, 1exte, enigme, Paris, Seuil, 1975; J. J. Murphy, Rbeton·c in tbe Middle Ages, cit., pp. 135-193; E. de 13ruyne, Es1udios de estética medieval,

Madrid, Gredos, 1958, 3 vols., vol. II, pp. 20-56 y E. R. Curtius, Literatm-a europea y Edad Media lati-na, cit., vol. 1, pp. 212 y ss.

22 A propósito de las a11es dicta mi nis, cfr. E. R. Curtius, Literawra europea y Edad Media latina, cit., vol. l, pp. 117-ll8; E. de Bn1yne, Estudios de Estética medie1.1al. cit., vol. n, pp. 15-20 y J. J. Murphy, Rbetoric in tbe Middle Ages, cit., pp. 194-268.

Z.l Con respecto a las a11es praedicandi, cfr. T. M. Charland, Artes pmedicandi. Contrlbtllion a

l'b1stoire de la Rbétorique au Moyen Áge, Paris, Vrin, 1936; E. de Bruyne, Estudios de Estética medie -val, cit.. vol. 11, pp. 56-75 y J. J. Murphy, Rbetorlc in tbe Middle Ages, cit., pp. 269-355.

24 Cfr. T. Albaladejo, Retórica, cit., pp. 31-32 y A. García Berrio y M. T. Hernández, la Poélica: tradición y modernidad, Madrid, Síntesis, 1988, p. 22.

(20)

.w

ALFO!'lSO ,\IAlfflN JI.\IFNF.7.

or;1dor. Ya Arist6teles ofrl'ce en su Relórica!r, l'jemplos lomados de las obras poé­ ticas, y, como recuerda V:..1silt" Florescu, Cicerón y Ovidio hablan sin cquí,·oco.s de la unida<l entre la poesía r , . .'[ :ute or:..1torio sobre la h:1sc dt' la ckx:ucncia. Asi­ mismo, el autor del lrntado pc�tico Oe sublime toma sin dis1incíón sus ejemplos de pot'tas y oradores"�. El claski.smo, en este St'nti<lo, no han· sino continuar la tradición grecolatina.

La influencia de la retórica en la literacura (y al urilízar esle término. en lo sucesivo, no nos rl'ÍL'riremos a su acepción clasicista, sino a :tquellm, ohrns Je e.-,,a

época <lo1:.idas según la cunsidcrad(in actual de litera ridad

r

/meticidacP) se \'eía favorecida a<lemá� por los métodos de 1..·nseñanz.a, en la 4ut" b preceptiva ret6ric.1 y los ejercicios Lle composición m·upahan una plaza import;,¡nre. Estl' tipo de docencia tuvo que marcar profundamenrc a los alumnos. para quienl's los lcx­ to.s clásicos no L'ran sobnientc ohjeto de an:ílisi.s. sino también de imitación2'1.

Kihfdi Varga prctendt" diluddar la influencia lk b retórica t'n los i:.,critos lite­ rarios tld clasicismo y demostrar lo que c:l conocimiento de la misma (1tlt'de apor1;1r al crítico litL'rarío actuaL Par.1 ello, recuerda rrcviamentc que, de bs ope­ radonc.:s constituyt'ntes de la n:tórica. la elocutio, equivalcnw en cierta forma ¡¡ lo que anualmente se entiende por estilística., ha sido la más atendida en los tio::mpos modernos. Ya Petrus lbmus (nombre Iatini1.ado de i'iL·rre de la Raméc.:I había limitado en el siglo XVI los componentes de la retórica a la elocutio y la actio, asignando la ínvenlio y b dis{lrJsitic! a la dialéctica·"' Sl· inauguraha así una

corríentl· cuya influencia se dejaría sentir hast;J. bien entr;Jdo d siglo XX-'1. La teo­ ría <lt' Rarnus part'ce ser recogida por Gérard C<:ncttc. quien, ha.s:í.ndose en cier­ tas obr-Js clasids1;1s que c.lc.�arrollan Gtsi l'XdusiYamen!e el apartado e.Je las figu­ ras, opina que la rct<iric1 dasidsta sería ,1011: iodo una rc!úrica de la elnc11tin:1l.

,, . .._ristútdes. Ret,iric:a, ,,el hilingnl· ,k Antonio Tnv"r. ?-fadrid. C,·ntrn de Es1udio, Cnn,11tucinnak,. l'J8'i

,· Ur. V. florescu. /.t1 rb..i,,n,¡11<' el la m'<>métunc¡m-, cil., p <,r,. l.,� rt'll'ft'nna, " LI unid.id ,·ntre fX''-'"ª y 11r.11oria se encuentr.m en C!u.-r"n Oe Or(l/., 111, 7. 27 y J. H,. �11 )' (hidi<>. l'um, ll, <,, "" y �.,. "" Sobre ,:1 ,;(:ntido de Jo, l<"nnmc,, litcmndml y po<:ticid,uJ. <¡l'<' ._.,. rdier.-n re,pecth·;om"m"' " b, 1ra rae..·( t;•ri.�t ic1 � conYt ·nl ·ion ;i. k·, <.p.1t.· d< · tl' rnl ir,;

1 n qul.' un H:xt o .l.i(:a <.:un�1dl · r;uJ , c. 01110 1 it er.Hlo ( p. 1 r e¡t'.' 1 upl< ,, el som(·tirmento .1 l., csrnrnura metricJ ,·om·t.:n,·ion:tl dc un ,;one!CJJ ) qt1,· ,1k.1n,·e :id,:má� valnr po,'ti<.·<>.

cfr. espe.-i,tl111l·t11,· A <;a,lÜ l.kmu. ··LingliiS11G1. lit,·1�1ri,bd·po<:11nd;id t(;r.muuu, l'rn¡.:mátirn, Texto!", ,·n /616. A1111unv d<· la 'i<,uedad Es¡x.triolu cJ,, /.i/1'trllum (,en('r(l/y C.um[-"-•mJ,l, 11, l•r:''J. pp. 125 170

,., Cfr. ;1! fl''J'l'<'to el trahajo de (;úard (jcnt.:111.:. "f.nseign.,:1m:n( ,·r rhi'roriq11t' �u XX' .-;ii."clc". ,·n

C. (;em'l!l". l-iR1tr,•., 1/. l'ari,. Seuil. 19(1'J. Jlf1· .!_� .. ¡J en d que ,u autor ewmplif,c;a I;, inílucnna dt' la

rc·1órica en l:i l11cr;1(ura <:011 la obra de \'id<1r Mugu 1'.1r..i K1b(·di \'Jr�J. un c,111dio de e,t,1� car.inc­

n�ticts [Xldri�l :,er rea)i7.;1dn a propúsiio dt"' l<xJo, Jo, c,'"·rilores d:í.sieo.s (<.·tr A Ki!X·t.J1 ,·:\fg�L Rhf!ton·­ (/ll(' ó'I lill<!mlun•. di., pp. \ �-1 -l l.

�, En d siguin,ti: ap;11tado no, <><:upaR·mu., LlL'lalbd.,ment,• del procesn Je · 111,·r,11un1;1c,,in- ,¡ue la rt·l<irica experimen1(, ,·n el ")l\lo xn. consistente en su limir,in,·,n a la e/unmu. ,\ prop<>,110 clt' 1:'Stl:'

lnna, ,fr. cspecialmi:l\!t' \ l'l<>rl'MU. lu rh,:,tonque et l,11/e<Jrl,,•r"n(fllt', di. pp 9'-J l l<J. \.'1d aJe11,;\s

T ,\lhaldcin. Retc,ricu. ut . rr 55 \ "·

" Sir,:a ""mo q<:mplo d ""º del ( irupo m. gue redu" · d l''llld1n Jt' la relririca ;ll c·o11¡1111t" dt· b� h)lur," c<>nslituyl'nl�·s de- l.1 e/ou,//o. Cfr. Gnipo m. Rherwu¡ri,• ti('/¡¡ po,;.<ie. Hruxell,·s. <.:ompl<:xc. 19'7"' y ,;rupn m. Reróricfl g.,ne-ra/, Barn:ICJn,1, Paidú�. 19H7'. \'1d .,1 n·.,rx:< tu J. Oomingu,:z C1pa110,. r:r111,·C1 J,1,,,w·111 .. \ladrid. ll N E.D .. l')H'J. t•d. p. 'il/l_

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RETÓl!JCA Y UTl'IIATIJRA E'I El. SIGLO XVL EL Bl{OCENSE 21

Sin embargo, y como advierte Kibédi Varga, ia mayoría <le los lrata<los clásicos manti<.:ncn el equilibrio entre las tres partes de la retórica, por lo que resulta necesario considerar la gran imponancia que la inuentin y la dispositio tienen en la composición de las obras. Por ello, y teniendo en cuenu qu<.: la pertinencia de la elocutio resulta evidente tanto para el discurso retórico como para el poético, Kihédi Varga n:salta la influencia de las normas de la inuentio y la di.\J)osifio en la construcción litera ria .l·1 _

!'ara realiz:1r su análisis, Kibé<li Varga parte en primer lugar de la división <le los tres géncro.s retóricos (deliberativo, judicial y demostrativo}'\"', y dikn:ncia

además entre las que denomina situaciones internas (las que se producen en el interior cie las ohras literarias) y si111acíones externas (las que tienden a modifi­ c:ar el comportami<:nto, las ideas o los sentimientos el(;'] receptor). A partir Je estas distinciones, pone de manifiesto que en muchos tipos de obras litcrari�s se pue­ den producir situaciones internas o externas análogas a las que son propias <le los géneros retóricos. Así, en determinadas piezas teatrales se producen situacio­ nes internas análogas a las características del g<'.·ncro judicial, cuando <los perso­ najes exponen su causa a un tercero encargado <le <led<lir la cuestión, o .situa­ ciones externas, en los casos en 4ue los pcrsom1.jes exponen discursos en defensa de determinada causa sin que otro tercero sanciom." cuál de los Jos tiene razón, c.1.hiéndole al público la última decisión. El género deliberativo encuentra un paralelo más claro aún en las obras literarias, como ocurre en todas aquellas situaciones internas en las que un personaje intenta persuadir de algo a otro, y en todas las situaciones externas de la poesía lírica en las que se trata d¡_; argu­ mentar n de persuadir. Y el género demostrativo guarda sobre todo analogía con las situaciones externas de la poesía lírica, en la que a menudo se elogia a un destinatario -la dama, el monarca, Dios ... - que no interviene en la ohra misma·�'. l lna vez examinadas las reladom:s que pueden establecerse entre los géne­ ros retc'>rico.s y los géneros literarios, K.ibédi Varga intenta valorar b. influencia cie las operaciones retóricas de la invenlio y la disposilio en la construcción de ciertas poesías líricas y tragedias dasícistas. Para dio, atienJe a las partes del discurso (exordium. narratio, arRume11tatio y perorutíoY') y a sus particulari­

dades en cada gC::·ncro retórico (judicial, deliberativo y demostrativo), Al ana­ lizar las obras literarias considerando el tipo d� género retórico al que se a(.k­ cúan, resulta evidente que algunas de ellas siguen en gran medida las normas

-<J Cfr. A. Kiht"di \'arg:1. Rhélori4ue el l.illémture, ciL pp. 16-17.

,., A propósito de: la distindón de los tres gént,ros re!círicos. Ari.,1ó1el<es afirma lo si�uicnlc en su Rl'ldrica: ··De la oratori;, se t:u�,nian 1res <especi<es, pues otras tantas son precisa mente las de oyc·ntcs Je lo.s discursos. Porqm.- consta de trc·� cosas el disturso: el que habla, sobre lo que habla y a ,¡uit'n; y el fin se refit'r<, a éste, es decir. al oyenle. l'orle<>�ameme d oyente es o cs¡x·crndor o árhitro. y si árhitro1 o hicn de (:o.s,Js .'-IUc..:t"did.a."i, o hit'.n <lt� futuras. Hay �1 que ju:t.Ra acerca de CO.'i:.l.S futuras, <.'on10 n1iemhro dt' la :isa111lilea: y hciy el que ju,cga au:rc:1 de.: cosas pasadas, como jucl; otro hay qu<' Jll7)!:,1 Je la hahili<lad, d t'�pen;idor. Je mo<lo que necesariamente resultan tres género� de discursos en rct6ri,·;,: deliberativo, judicial, demustrntívo."(.Aristótelcs. Retórica, cit., 1, 1.-\'il-la. 38-39. 13'i8b, 1-1-l).

�s Cfr. A. Kíhédi \"arga, Rhéto,ique et l.il/áature, d1., p[). 93 y ss.

·"' A propfoito de bs p,me., dd discurso y su indusi,ín tanto en b operación re1ó1irn de la irn'ell­

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22 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

retóricas prescritas para dicho género57, lo que demuescra sin lugar a dudas que los autores literarios de la época 1enían muy presentes las normas de la rctórka al componer sus obras.

Otros autores han venido deslacando la decisiva influencia de la preceptiva retórica en la literatura del clasicismo. En este sentido, Elena Artaza ha realizado una sistematización de las corrientes retóricas del siglo XVI espanol a propósito de la narratío, una de las partes constituyentes del discurso retórico. Para demos­ trar la influencia de las reglas retóricas en la composici6n literaria, Artaza exami­ na las normas teóricas de la na,nltio y la forma efectiva en que son realizadas en los textos literarios. Partiendo de la distinción entre las corrientes clásicas (que incluyen la greco-latina y la que denomina ·'helenístico-bizantina"·�) y las euro­ peas (basadas en la obra de Agrícola, Erasmo y Ramus), Anaza muestra la influencia real de la preceptiva wtórica en obras tan importantes como el laza­ rillo de 'formes o el Persiles cervantinoW. Luisa López Grigera, por su parte, ha insistido también en la influencia de los preceptos retóricos en la literatura del clasicismo, suministrando importantes aportaciones sobre la teoría rctúrica del Siglo de Oro espai'lol y mostrando su aplicación a la composición literaria"º. En sus diversos trabajos sobre autores literarios de la época, López Grigera pone de manifiesto la influencia efectiva de las normas retóricas en la elaboración de obras literarias como el Relax de Principes, de Antonio de Guevarn, las Funda­ ciones, las Moradas o Camino de perjec:ción ele Santa Teresa de Jesús, los Sue­ ños de Quevedo, o La gilanilía y el Quijote cervantinos;•.

_,- Cfr. A. Kihé<li Varga, Rhétorique et liltérature. c.:it .. pp. 98-126.

"'A propósitoº" la rorricntc hdt:nis!in1-hiz;intim, Elena Arta7.a afirma lo si¡;tuiente: "Denomin;i­ n,os así esta curri.,ntc porque. aunque considerarnos que el modelo fum.lamcn1al t,S la !\clórica grie­ ga de Henn<>M<::nes, afín en algunos aspt:ctos a la ari.,to1t'lica, es suhr.1d:11rn.·nte sahitlo que eMl' trata­ do hcnnogt:nista y los Pro,1y,mwsmara tle Aftonio se convinieron en manuales de tex10 .:n los n:nlros Jou:ntes d11r:1nte la época bizamina y que fueron ampliamente e-Jitados y difundidos en b era rtenan·mi.sta, 1an10 "º el ámbito europeo como en el español !. .. J" ( E. Ana za. 1-.1 "ars narrm1di" ,m el siglo X\/! e,pwiol, nilhao, llniversí<la<l de lkt1sto, 19A9, pp. 267-268).

"' Cfr. E. Arla za, El "a,x nwnmJi" en el siglo X\ll espaiiol, dt. Vid. tamhie'n el annlisi., <le ]¡¡ JJafl'(,/.

tiu ret,irica dá�ic'a en rdación ron la litter.11ur.1 realizado por J. M. Pozuelo Yvancos, '·Htetóri,·a y narr:1-1iva: la 1wn'f.ll io", en J . .\f. Pozuelo Y\'anco.,, ! )¡,/ formalismo a la m•< .. m·etórlca, Madrid. Taums. 1988.

pp. 1 'Í5-w,.

''' A propósito ute t·ste tcma. Lóp,:7. Rrigcrn afirma lo siguk'lllt,: "l.a hi�toria <le e,sl;i disciplin:1 lla rdórint] tal cumo la presentan los estudios ret:itenl<:s, estú abritendo i111po11a111ísírnas persµcnivas p;na la leor(¡¡ y la práctica <ld ;rnálisis literario. puesto que ella ha sido. <lur�ntc más d" dos milenio�. tel nídí�o fun<lanwntal t!es<le d que se gtent'raha todo rexlo" (L. l.ópcz Gri�t'ra, ú1 rerórlca ,m la Espa-1ia Je! Si!{lo de Oro, Salamanca. Universidad de Salamanca. 199·1, p. 17). Y expresa su creencia <le

que el análisis retórico de:: Jo� textos líten,rios abn.• "un c;,mino con enom1es posibilidades para pod€r nunplir con una apetemfa ,·�da vez más fuerro: en la crít ka lingüístico-lileraria: el poder t,xplicar no s<">ln los rasgos de estilo, r l,L, (estructuras. sino n;mo se ha ido <:r't":mdo, frJse a fr;i,s.:, r><:ríu<lo a pt."río­ do. rügina a pá�ina, la gran füerntura que, de otro m<xlo sólo aceitamos, o desaccrramo.,, a explicar t·omo un misterio" (i/,idem, p. :12).

'' Cfr. L. Luis;, Lópcz Griger:1, La ret6nca ,•11 la España del Sü:lo de Oro, cit. ohm en la que apa­

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RET()lllC/1 Y LITERATURA El\' EL SJGLO XVI: El, HHOCENSE

23

En definitiva, y como se deduce de lo expuesto, las normas retóricas tuvieron una gran influencia en la literatura clasici.sta, tanto en la organización global de las obras como en aspectos ais!ac.Jos de las mismas, por lo que el conocimiento de la prccerriva retórica resulta imprescindible rara comprender lai-; obras literarias de la época en toda su complejidad. Dado que en el dasicismo la literatura no posefa la indr.:pen<len('ia que alcanzaría a ranir dd ::;iglo XIX, sino que presentaba estrechas relaciones de dependencia con respecto al conocimiento cncic!ópedi­ co en general y a la retórica en particular, es necesario realizar d accrcmüento a las obras literarias de dicila época teniendo en cuenta estas circunstancias. El conocimiento y uso por pa1te de los auton::; clasicistas de la preceptiva retúrica, que ocupaba un lugar central en su educación, determina que el pensamiento teórico-literario y la prnxis literaria de la época no sólo estfo <.i<.:tl:rminados por la poética, sino también por la retórica, y aunque ésta no alcanza por sí misma a dar cuenta del fenómeno literario en su totalidad, no deja de constituir uno de los elemento:,; esenciales en la determinación de la naturaleza de la:. obras litera­ rias del clasicismo.

Aunque el uso de la preceptiva retórica en la praxis !iteraría del clasicismo es un hecho incontestahk:, no son muchos los análisis que se han realizado al res­ pec:to. debido sin duda al escaso desarrollo de los estudios previos sohre las retó­ ricas en las que se recogían las reglas, olvidadas en gran medida a partir del Romanticismo. El estudio sistemático y monográfico de los tratados retóricos es una tarea tardíamente emprendida y todavía no realizada con la suficiente am­ plitud. Por nuestra parte, pretendt:'mos llenar en lo posible ese vado por !o que respecta a la retórica del Brocense. Para ello, y dado que muchas de sus ideas fueron introducidas por los autores europeos, es preciso examinar previamente el proceso de reforma de la retórica que se estaba produciendo en Europa, tarea que emprendemos a continuación.

dd erasn1ismo t'n las teorías de la lengua y Jcl estilo o:n la F.spaña <..Id siglo XVI". en Erasmo y Espa­ ña. Actas del Simposio F.¡•E, Santander 10-14 dt>julio de J9f/5, Santander, Bibliowca Mt:ni:ndt:z y l'd,t­ Y"· 1986, ¡>p. 491-500; "Sin1axis y retórica en el siglo XVI español'', en Actas del CunRresu

ln/ern,1-ci01U1l dr> Historia de !ti len¡.:110 Es¡,añolt1, Cáceres, 1988, pp. 1215-1221, "Notas sohre d Renacimiento o::n l., España del si!!lo XV". en fatudius de Le11J¡11a y Uterolllm, Bilbao. Publicaciones ck la Universi­ dad d., Deusto. 191-l8, pp. 225-2,í3; '"La re1,irica ,:onm temía y como código Je análisis litt·rario". en G. lkyes (ed.) Teorias litcmrías en la uc/ur,lidmJ, Madrid, El Arquero, 1989, pp. !3';-!66. Los traba­ jos de tipo práctil'o recopilados son los siguientes: "En !Orno:, la <lesl'ripcí,ín Je la prosa de los Si�los dt: Oro'·. en Humerwje a fose Mumu.'I Bler:ua, Ma<lrí<l. Gredos. 1985. pp. 347-357: "La compos,tio t'n la prosa <le S;rnta Tter<,.sa", en Actas del ConRreso lnternaciu11ul suhn! Sama Teresa. Salamanca. Uni­ versidad dt' Salamanca. 19WI, vol. 11. pp. 201-209; "Sobre el realismo literario del Sí�lo de Oro'·, e;,n Ac/as del octarn Con¡¡reso de fa A�ucie1ció11 Jn1ernacio11a/ de Hl1panistas, Províuenu:' llU.), Madrid,

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2

La reforma de la retórica

y de la dialéctica

A finales del siglo X.V y durante el siglo XVI se produjo en Europa un inten­ so movimiento e.le reforma e.le la retórica, protagonizado por autores como Rodol­ fo Agrícola, Philip Melanchthon, Juan Luis Vives, Omer Talon o Petrus Ramus, cuya repercusiones se dejaron sentir en España, y muy especialmente en la obra del Brocense. Los autores humanistas, que veían en la elocuencia un medio de volver mejor y más civilizado al hombre, pretendieron devolver un papel impor­ tante a la retórica tras el descrédito en que había caído en el medioevo. Para ello, creyeron preciso combatir las prácticas de la escolástica y la orientación hacia el hermetismo de la estética medieval. Ya Petrarca había elogiado la retórica, al tiempo que condenaba la barbarie y la ciencia vana de la escolástica, y otros autores humanistas promovieron una corriente que había de llevar a la reforma de las <liscip\inas constituyentes del trivium1, y muy especialmente <le la retóri<:a y de la dialéctica.

Prosiguiendo la labor de condena del escolastismo iniciada por Petrarca, Lorenzo Valla denunció los excesos en que habían caído los autores medievales en sus interpretaciones de Aristóteles2. Rasándose en la Institutío Oratoria de Quintiliano\ Valla pretendía establecer en sus Rlegantiarum latinae línguae, de 1471, un modelo e.le enseñanza estructurado que considerara la elocuencia como el fundamento de todas las disciplinas4. Para ello, creía preciso sustituir el pro­ grama escolástico medieval ele las Artes por un nuevo programa humanístico de los studia humanitatis, organizándolos ele manera que permitiera el mejor cono­ cimiento posible <lel lenguaje, faceta en la que el método escolástico fracasaba

' El método de estudio de las artes, heredero del sistema romano y medieval, se dividía en el 1n·­ !!iw1i (que comprendía la gr.i.mática, la ret,íric:a, y la c.lialéc.1ica) y e,I qu,uJrioíum (que ahan-aba la arit­ mética, la geometría, la música y la astronomía l. Vid. al respecto J. Rico Verdú, /� re1ón·ca espaúolu

rJ,, h, siglos XV/ y XHI, Madrid, C.S.I.C .. 1973. pp. 43-56 y A. Martí, La pn'Cepfiva retón'ca española

en el SfRlu de Oro, Madrid. Gre<.lu�. 1972. p. 14.

'Cfr. V. florescu, la rhétorique et la néorhéur,que, cit., pp. ll0-111. A propósiro de la ohr<1 <ll' Lorenzo Valla, cfr. C. Vasoli, la dialellíca e la retorica dell'Um,mesímo, cit., pp. 28 y ss.

·' Quintiliano, lnstítutio Oratoria, cd. cic M. Winterbottom, Oxford. Oxford IJniversity l'ress, 1970. 2 vols. (versión �spanola: Quintiliano, Jnstituciones oraton·a,, tradncdón de l. Rodrígue1. y P. Sandíer. Madrid, Hernando. 1987, 2 vols.).

·• Cfr. L. V.tll:1, Eleganliamm latínae linguae sex ad 1oerenm1 denur, codicum fi,J,,rn ah /oarme Reae­

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26 ALH)NSO ,\1ARTÍN _IIMÉNEZ

sensiblemente. Dado que esa función depemlía trddicionalmt.:nte de la lógica o dialéctica, Valla se propuso reformar la dialéctica desde la reróric-a\

En esta corriente de renovación tuvo gran importancia la influencia de la obra del humanista holandés Rodolfo Agrícola (nombre latinizado ,k Rodof Huys­ mann). F.n De formando studio, de 14766, aparece el primer resrimonio <ld recha­

zo <le la escolástica medieval, a la que los humanistas en general considerarían excesivamente enrevesada. Agricola encabezó un movimiento que pretendía renovar la enseñanza de los jóvenes, elaborando una serie de principios peda­ gógicos tendentes a la clariclacl basados en la previa rcdcfinición de los límites <le las disciplinas. Para dio se propuso reformar la lógica aristotélica de la época. intro<ludendo en ella la tópica ciceroniana. Así, sustituyó la organización tripar­ tita de la lógica, basada en los términos, la proposición y la argumentación, por una dialéctica bipartita Unventio y dtspositio), en la cual incluyó el conjunto de los loci y las técnicas de argumentación7, tanto para el discurso demostrativo o científico como para el ético. El propio título de la obra en la que Agrico\;J. rea­ lizó su propuesta, De inventíone dialectica, muestra que sólo llevó a cabo la mitad <le su proyecto. De esta forma, la dialéctica llegó a confundirse con la tópi­ ca y con la inventio, y la retórica quedaha reducida a la disposición de las par­ tes del discurso y a la ornamentación8.

Agrícola inició además una importante tradición de análisis textual que sería continuada por otros autores, y que influiría notablemente, como tendremos oca­ sión ele comprohar, en el Brocense. Los humanistas, recogiendo las prescripcio­ nes propuestas especialmente l":11 d De urufum de Ciccr6n y en la Rbetoríca ad

Heremzíum9, rchahili1aron la antigua exercitatio, práctica de interpretación y composición de textos, perdida en el periodo medieval. La concepción huma­ nista de la exercitatio se a/iienta en un principio contrario al que regía la

ensc-< Cfr. al n..'�J"lensc-<'ensc-<to V. Flon:srn, I.a rhétorique �/ /11 néorhétorique. ril., p. 11 J y L. Merino Jen:z, lo ¡,ed<'ll.><wia en la Refrírica del Bmwnse. los prinojJio.,·¡J<,dagó,�icm del Humanismo rr:,1acentisu, (1wh,ra.

cm; r exercitatiu) e11 la Retórica del Brocense (memoria. rru.·thodus y anal¡•,,'isJ, C:keres, lnstillKión

Cultural •El flron:·nsc--l.;nivcrsida<l <lt, Extremadura, t99l, p. 29.

'' R 1\gricola, l.ucubratümes, Co!oniae, apud Joanncm (;yrnnicum, 15.39. Se tr.lt.1 d.,, uno de lus do, volúmenes de la edidún cie las obras J.,. A!-(rícola comema<la, por Alanlo de Amsterd�m, en la que I;, t'pisrol� a Jacoho Harl,iriano De.fórmando shulio ocupa las págin;is 193-201.

• Cfr . .il rcspcc10 G. Clériro, ·'Ramisme et p()sC·ramismc: !a répan:ition des ,an,• ;rn XVI' siedc", en lfist1Jire fJ,islemulogie. lunga�e, VIJH, 1986, pp. S.$-70. p. 56.

" Vid. R. A¡¡ri<"ob, /)(, ince11ti011e dia/ec:Jia, libri omne., et illl"IJ'l el recoRnili r .. ) per A.lcm/11111 AemsJc:/,�->dam11m accumlis.,fme emendati <!l additis cm1wtationib11s illrtstmli, Coloniae. excudebat loannt's Gymnin". 15:S'>. el otro de lns volúme11""s de las obras de Agrícola comentadas por Alardo <le Amsterdam. Cfr. además C. Vasoli, ú;¡ dialellica e la retorica de/1'/:"mtme.<imv. "lnvenzio11e·· (' ··meind" ·· ne/la cullura del X\/ e XVl secok,, Milano, Ft'ltrindli. l %8. pp. 166-182; V. Florc:scu, l.a rbé·

/ori,¡11e ,,1 la néorhélon'que. cit., p. 111; G. P. Mohrman11, "'OrJtorical Ddivt,ry an<l Oiher Pmblems in Currcnt Sd,olar.;hip on Eng!ish Renaissance Rhctoric'", en J. J. Murphy (cd.). R,mafssanw !iloquence. dt.. pp. '>6•t1.�. p. 58 y T. Alhaladejo. Rete.ir/ca. dt., p. ;15.

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RETÓRICA Y LlTIIlATURA E:--1 EL SIGLO XVI: EL UROCENSE 27

fianza teórica, pues si ésta pretendía delimitar <le manera precisa el ámhito de cada disciplina, dotándola <le un manual propio, la práctica <le los ejercicios .se basaba en la unidad de la ensenanza. Los humanistas consideraban que todas las disciplinas formaban parte de un único saber o conocimiento general, asimilable a la encyclopaidea de los clásicos, que sólo era divisible por motivos didácticos. úi. exercitatio, atendiendo a esa unidad del conocimiento, podía valerse <le los preceptos de tocias las disciplinasw.

En opinión de Agricola, el análisis metódico de los textos es el paso previo indis­ rcnsable para la creación de nuevas obras. Dicho método, aplicable a cualquier tipo de textos, se basa en la interdependencia de los conceptos suminisrrados por la retó­ rica y la dialéctica, y combina la teoría retórica sobre el "estado de la causa·• con la doctrina dialéctica sobre el silogismo. Al realizar el análisis es preciso tener en cuen­ ta en primer lugar el status causae de cada obra, de cara a descubrir el consilium del autor, esto es, su intención. Para ello hay que sobrepasar la superficie de! texto y revelar su armazón lógica. El texto es considerado como una cadena argumenta­ tiva en la que los argumentos, extraídos de los lugares comunes, sólo tienen senti­ do en relación con el significado global de la ohra. A juicio de Agrícola, los textos pueden ser reducidos a un silogismo o a una cadena de silogismos dialécticos que constimyen su verdadero núcleo esencial, su quaestto principal 11•

Los autores. en muchas oca-,iones, disimulan las premisas ele los silogismos que forman la estnicrura de la obra, y es labor del crítico recomponerlos. Para Agricola, lo que los retóricos llaman "lugares comunes" no son otra cosa que las proposiciones mayores de los silogismos. Así, si en un texro se trata de defender que Coelius ha de ser condenado, hay que mostrar que es un envenenador; una vez ¡_;stablcci<lo ¡_;stc punto, sólo falta la premisa mayor del silogismo: .. codo enve­ nenador es condenable•. Esta es la estructura lógica que el crítico dchc descubrir mediante el análisis textual. Los oradores suelen expresar solamente las premisas menores porque tratan de los casos concretos, más aptos para mover los ánimos Jd auditorio. pero la estructura lógica <le la obra ¡m:suponL' la premisa mayor 4uc debe ser aclarada por el crítíco12.

El alemán Phílip Melanchthon desarrollaría para el uso escolar el método de análisis textual iniciado por Agrícola. En su obra De rbetm,ca, de 15191.\ combi­ nando, como hiciera Agricola, la teoría retórica sobre el "estado <le la causa" y la dialéctica sohre el silogismo, ofrece un método de análisis textual que <:onsta de tres etapas principales: hay que establecer en primer lu�ar el

status ca11sae,

'" Cl"r. L. Merino .Jerez. úJ p,!dago&ia en la Retórica del Bmceme, cit., p. 178.

11 Agrk·ola. De inwntfrme dialedica, dt., pp. 280. Vid. además d comt'nt;1río ,il mt'todo <le Agrí­ cola realizado por K. Meerhoff. en "'Méland1thon lecteur <l'Agricol:i: !!hétorique et analyse textuelk·-.

en Reforme, ll111mmis111e, Renafssa11ce, 30, juín, 1990, pp. 5-17. pp. 12-n.

12 Cfr. R. Agrícola, De invention dialeclirn, cit., pp. 280-281. Agrico!a ejemplifica .�u método rcdu­

l'ien<lo a �ilogi�mos al_!;unos discursos ele Cicerón, como Pm Mfl<me, Pro P/,mc/1, o Pro h:f.ie Mani/iu. Vid. al rc·S(X"l1<> K .\-lccrhoff, "Mélanchthon lcctcur d'Awirnla: Rhétoriquc et analysc textuclk", cit.. pp. 12-U. Como destaca Meerhoff, "1...1 A�ricola, rnm his succcssfull mcthrxlical analy.si� of great lite­ rary texts, provick.-d a role mo<le! for _!;enerations oí humanists'" (K. !,kcrhoff, "l.ogk' and doqucnn.·. A ramusian revohnion:>''. en A7"R11me11tuhon. 1, 1991, pp. 357-375. p. _-\62).

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28 ALFONSO MARTÍN ]IMÉNEZ

después analizar los argumentos en los que se apoya y por último examinar las pasiones que admite. El status cau.sae no es otra cosa que la conclusión del silo -gismo que constituye la estructura lógica del discurso. El análisis textual ha de ev

i-denciar con claridad el silogismo o conjunto de silogismos en los que se basa la totalidad del dicurso, despojándolo de los artificios o los ornamentos con los que lo ha adornado el orador, y recomponiendo las premisas que se han omitido. Se trata de revelar la "economía" del discurso, mostrando su estructura lógica o dis-posición de conjunto1

4,

reduciéndolo a algunas proposiciones simples que consti-tuyen su "esqueleto", sus nuda ossa. Y todo ello debe hacerse en función del géne-ro al que pertenece la obra (que determina en gran medida su naturaleza)15.

La obra del español Juan Luis Vives prosigue la tendencia de reforma de la dialéctica por la retórica iniciada por Agrícola y continuada por Melanchthon. Nacido en Valencia, Luis Vives prefirió desarrollar su actividad académica e inte

-lectual en universidades europeas, siendo enorme la influencia que ejerció su obra en toda Europa. Llevado de su deseo de acabar con la herencia de la filo -sofía medieval, Vives fue, junto a Agrícola y Ramus, uno de los principales auto-res europeos que intentaron redefinir las disciplinas y delimitar el ámbito propio de cada una 16. En 1536, el autor valenciano publicó uno de los tratados de mayor autoridad de la época, el De ratione dicendi17 Partiendo de los preceptos

14 A este respecto, Melanchchon afinna lo siguiente: "(. .. ] optimum interpretandi genus est OKovoµav

omtionis ostendere" (P. Mclanchthon, Dispositio <le la Epístola a los Romanos, 1529, citado por K. Meerhoff, "Rhétoríque néolatine et culture vemaculaire. Les analyses textuelles de B. Aneau", en

Étu-des /ittéraires, vol. 24, 3, hiver 1991-2, pp. 63-85, p. 70, nota 23). El concepto de "economía" que rige el método de análisis de Agrícola y Melanchthon se encuentra en Quintiliano (lnstitutio oratoria, cit.,

VU, 3), y se remonta hasta Hermágoras de Temnos (vid. Hermágoras de Temnos, Testimonia et frag

-menta, collegit Dieter Matthes, Lipsiae, Bib. Teubneriana, 1967). Dicho concepto sería recogido por los continuadores europeos de Agrícola y Melimchton, entre los que se encuentr,m J St1mn, B.

Lato-mas, o J. Omphalius, y llegaría hasta Petrns Ramus. Cfr. al respecto K. Meerhoff, "Logic and

elo-quence. A ramusian revolution'", cit. y K. Meerhoff, "lmitation: Analyse et création textuelles", en 1-Ieinrich F. Pleu (ed.), Renaissance Poetics, Berlin-New York, Walrer de Grnyter, 1994, pp. 114-132.

1' Melanchchon aplica su método al análisis de la Epístola a los Rumanos de San Pablo. Sobre el método de análisis de Melanchthon, véanse los análisis de K. Meerhoff en "'Mélanchton lecteur de

Agrícola. Rhétorique et analyse textuelle", cit., pp. 14-15, donde se destaca además el influjo de E ras-mo y de Jorge de Trebisonda sobre Metanchthon, y en "Rhétorique néolatine et culture vemaculaire. Les analyses t.extuelles de B. Aoeau", cit., pp. 63-85. En este último a11ículo, Meerhoff pone de mani -fiesto la influencia del método de análisis de Melanchthon y del concepto de "economía" en el autor

francés 8a11hélemy Aneau, quien en su obra Quintil Horacien contribuyó a fomentar el proceso que llevaría a induiI la teoría retórica clásica sobre et numen,¡s o ri1mo oracorío en la retórica vernácula francesa. Nos referimos a este asunto al comentar la elocutio en la retórica del Brocense. Cfr. B. Anea u, Quintil Horacien sur la Defen5e et illustration de la langue franyoise (1550), reproducido en

f. Goyet, Traités de poétique el de rbétoriqu.e de la Renaissance, París, Librairie générale fran~aise,

1990, pp. 187-233 y K. Meerhoff. Rhétorique et Poétique au XVI" siecle en Fra11ce. Du Bel/ay, Ramus et les autres, Leiden, E. J. Brill, 1986, pp. 135-164.

16 Cfr. Cfr. E. Artaza, El "an; nairandi" en el siglo XVI español, cit., pp. 131-133 y V. Florescu, La rhétorique et la néorhétorique, cit., p. 1 U.

17 J. L. Vives, Rhelorica .@e de recte dicendí ratione libri tres, Basileae, 1536 (ejemplar R/30/440 de la Bibliotec Nacional de Madrid). A propósico de esta obra, cfr. A. Martí, La preceptiva retórica española en el Siglo de Oro, cit., pp. 22-28; J. Rico Verdú, la retórica espaíiola de los siglos XVI y XVll,

cit., pp. 224-228; A. García Berrio, Formación de la 7eon·a Literaria moderna 2, Murcia, Universidad

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