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Política Exterior Argentina con el Estado de Sudáfrica : análisis comparativo de los períodos 1990-2002 y 2003-2015

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(1)

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

LICENCIATURA EN RELACIONES

INTERNACIONALES

Política Exterior Argentina con el

Estado de Sudáfrica

Análisis comparativo de los períodos

1990-2002 y 2003-2015

Tesista: Walter Maximiliano Sorasio

Directora: Dra. María Julieta Abba

Co-Directora: Dra. Ana María

Taborga

TESIS PARA ALCANZAR EL GRADO DE LICENCIADO EN RELACIONES

INTERNACIONALES

(2)

2

Índice

Índice de Gráficos ... 4

Índice de Siglas ... 5

Agradecimientos ... 7

CAPITULO 1: Aspectos teóricos y metodológicos de la investigación ... 8

1.1. Introducción ... 8

1.2. Aspectos Teóricos ... 10

1.3. Aspectos Metodológicos ... 15

CAPÍTULO 2: Política Exterior Sudafricana (1990-2015) ... 17

CAPÍTULO 3: Período 1990-2002 ... 26

3.1. El gobierno de Carlos Menem ... 26

3.1.1. Política Exterior ... 34

3.2. El gobierno de Fernando de la Rúa ... 39

3.2.1. Política Exterior ... 41

3.3. Gobierno de Eduardo Duhalde ... 43

3.3.1. Política Exterior ... 46

3.4. Sudáfrica en la Agenda Exterior Argentina del periodo 1990-2002 ... 49

3.4.1. Dimensión Política-Diplomática ... 53

3.4.2. Dimensión Económica ... 60

3.4.3. Dimensión Militar-Estratégica ... 66

3.4.4. Relaciones Multilaterales ... 68

CAPÍTULO 4: Período 2003-2015 ... 71

4.1. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner ... 71

4.1.1. Política Exterior. ... 76

4.2. Sudáfrica en la Agenda Exterior Argentina del periodo 2003-2015 ... 88

4.2.1. Dimensión Político-Diplomática ... 91

4.2.2. Dimensión Económica ... 97

4.2.3. Dimensión Estratégico-Militar ... 105

4.2.4. Relaciones Multilaterales ... 106

Conclusiones ... 111

Bibliografía ... 116

Libros... 116

(3)

3

Recortes periodísticos ... 123

(4)

4

Índice de Gráficos

GRÁFICO 1 - Producción primaria y participación PBI 1974-1998...32

GRÁFICO 2 - Balanza Comercial Argentina-Sudáfrica. Período 1990-2002....64

GRÁFICO 3 - Balanza Comercial Argentina Sudáfrica 1990-2000...65

GRÁFICO 4 - Composición Exportaciones a Sudáfrica. Año 1998...66

GRÁFICO 5 - Composición importaciones de Sudáfrica. Año 1992...67

GRÁFICO 6 - Composición importaciones de Sudáfrica. Año 1998...68

GRÁFICO 7 - Balanza Comercial Argentina-Sudáfrica 2003-2015...102

GRÁFICO 8 - Exportaciones sudafricanas por sector. Año 2007 ...103

GRÁFICO 9 - Composición de importaciones por rubro desde Sudáfrica. Año 2008...105

(5)

5

Índice de Siglas

ALCA: Área de Libre Comercio de las Américas

ARC: Agricultural Research Institute

BCRA: Banco Central de la República Argentina

BICSAA: Comisión Binación entre Argentina y Sudáfrica

BID: Banco Interamericano de Desarrollo

BM: Banco Mundial

CEI: Centro de Estudios Internacionales

CAFMA: Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaria Agrícola

COMESA: Common Market of Eastern and Southern Africa

CONAE: Comisión Nacional de Actividades Espaciales

DDHH: Derechos Humanos

EAC: East African Community

EEUU: Estados Unidos

ERDP: Programa Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.

ESMA: Escuela de Mecánica de la Armada

FMI: Fondo Monetario Internacional

GSA: Grain South África

IBSA: Foro de diálogo entre India, Brasil y Sudáfrica

ICBC: Banco Industrial y Comercial de China

INDEC: Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina

INTA: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria

INTI: Instituto Nacional de Tecnologia industrial

MERCOSUR: Mercado Común del Sur

MOU: Memorándum de Entendimiento

NAFTA: Bloque económico de Tratado de Libre comercio de América del Norte

NAMA: Non Agricultural Market Access

OCDE - OECD: Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico

(6)

6

OMC: Organización Mundial del Comercio

ONU: Organización de Naciones Unidas

OIT: Organización Internacional del Trabajo

PBI: Producto Bruto Interno

Pymes: Pequeñas y Medianas Empresas

RISDP: Indicative Strategic Development Plan

SACU: Unión Aduanera de África Austral

SADC. Comunidad de Desarrollo de África Austral

SAITEX: Southern African International Trade Exhibition

SENASA: Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria

UE: Unión Europea

UNASUR: Unión de Naciones Suramericanas

UNCTAD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

URSS: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

YPF: Yacimientos Petrolíferos Fiscales

(7)

7

Agradecimientos

A mi familia, por todo el apoyo incondicional brindado todos estos años.

A Julieta Abba y Ana Taborga por su paciencia y dedicación

(8)

8

CAPITULO 1: Aspectos teóricos y metodológicos de la

investigación

1.1. Introducción

En las últimas décadas se suscitaron modificaciones en el sistema

internacional y en el escenario político nacional que provocaron alteraciones

respecto a la Política Exterior Argentina. En el marco internacional se pasó de

un esquema multilateral a un nuevo entorno en donde Estados Unidos (EEUU)

mantuvo la primacía, realizando acciones unilaterales, principalmente en materia

de seguridad. Sin embargo, diversos actores internacionales disputaron una

cuota de mayor de poder con su participación en el escenario internacional como

nuevas potencias intermedias1 ubicadas en continentes diferentes que, mediante

el establecimiento de lazos mutuos, el incremento de vínculos comerciales, la

proyección diplomática en aspectos multilaterales y esquemas de cooperación

para el desarrollo de países menores, buscaron convertirse geopolíticamente en

poderes influyentes más allá de sus perspectivas regionales (Tokatlian, 2007).

El advenimiento del nuevo milenio trajo consigo la reconfiguración del

escenario internacional, en donde la tradicional relación Norte-Sur se vio

afectada gracias a los nuevos actores intermedios, que generaron nuevos

espacios de dialogo y conformación de poder entre pares hemisféricos del sur.

Un ejemplo de ello fue la conformación del grupo de trabajo compuesto por

Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), o a nivel latinoamericano la

conformación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).

Dentro de este contexto internacional y regional, Argentina atravesó

situaciones a nivel doméstico que provocaron cambios en su Política Exterior,

principalmente a partir del quiebre producido por la crisis político institucional de

2001. Estos cambios emprendidos por los gobiernos de Néstor y Cristina

Kirchner, consistieron en la restitución de la importancia de las necesidades

domésticas en la Política Exterior, caracterizadas principalmente por iniciativas

1 Según Tokatlian (2007), ser una potencia o país mediano o intermedio es poseer una capacidad

(9)

9

autonomistas que tenían como objetivo la reducción de la dependencia política

y económica externa (Morasso, 2016).

Por otra parte, Sudáfrica se posicionaba como un Estado interesado en

aumentar su influencia en la región y cumplir el papel de intermediario entre el

sistema internacional y la región sur del continente africano2. Esta posición la

consiguió luego del proceso de reorganización interna, orientado a la

democratización de sus instituciones, a la abolición del racismo y a la integración

de las clases marginadas.

En términos comparativos, Argentina y Sudáfrica son dos países que, a

pesar de su origen y cultura distintos, presentan grandes similitudes desde el

punto de vista político y económico. Al respecto, D´Elia señala (2009:2):

“Los dos han pasado por situaciones dictatoriales, de violencia,

represión y discriminación, habiendo logrado la estabilidad y

consolidación democrática a partir de un período relativamente

reciente. La construcción de instituciones estables, desde el punto

de vista de la división y funcionamiento eficiente de los poderes del

estado, de la administración pública, de las organizaciones sociales

y de la superación de conflictos de intereses a través de la

negociación y el diálogo está en evolución y requerirá de un lapso que excede el corto plazo”.

Tomando como punto de partida para este estudio, tanto Sudáfrica como

Argentina contaban con un territorio amplio, con abundancia de recursos para el

desarrollo de la agricultura, un sector competitivo y de alta tecnología en la

Argentina, y de la minería y energía en Sudáfrica. El desafío que ambos países

enfrentaron fue el de diversificación de la estructura productiva, la expansión de

la infraestructura y el progreso social, teniendo en cuenta la necesidad de

superar la desocupación de factores productivos, especialmente de recursos

humanos, y la reducción de las disparidades en la distribución del ingreso.

2 El camino hacia la construcción de su poder regional data incluso desde el gobierno del

(10)

10

Hasta aquí, tenemos tres ejes que guiaron el desarrollo de la investigación:

un contexto internacional que propició nuevos actores intermedios que

adquirieron mayores márgenes de maniobra, en el cual aparece Sudáfrica; un

contexto local de inestabilidad y reconversión de la Política Exterior Argentina

con una imperiosa necesidad de adecuar la misma a solventar necesidades

domésticas; y finalmente, varios puntos similares entre ambos Estados.

Teniendo en cuenta estos aspectos, la investigación propone contribuir con un

análisis sobre la Política Exterior Argentina respecto a Sudáfrica, comprendiendo

la conformación de la agenda bilateral, en el marco del bloque histórico

1990-2015.

En función de lo mencionado anteriormente, esta investigación se

encuentra organizada en cuatro capítulos. En el primer capítulo, se desarrollará

el marco teórico-metodológico, donde se presentan las herramientas

metodológicas y el marco teórico que se utilizará en este trabajo. En el segundo

capítulo se abordarán los rasgos generales de la Política Exterior sudafricana,

comprendiendo los dos periodos seleccionados (1990-2002 y 2003-2015).

Luego, en el tercer y cuarto capítulo, se analizarán estos dos periodos; siendo el

capítulo 3 el destinado al periodo 1990-2002 y el capítulo 4 a la etapa

comprendida entre los años 2003-2015. En ambas etapas, se analizará la política

doméstica, así como la Política Exterior, dando énfasis al estudio de Sudáfrica

en la Agenda Exterior Argentina de cada ciclo. Para esto, se abordarán cuatro

dimensiones de análisis, a saber: político-diplomática, económica,

estratégico-militar y relaciones multilaterales. Finalmente, en la última parte de la tesis, se

expondrán las consideraciones finales sobre lo desarrollado a lo largo del trabajo

investigativo.

1.2. Aspectos Teóricos

Para abordar la temática de la Política Exterior Argentina con el Estado de

Sudáfrica, en primer lugar, se analizó teóricamente el término Política Exterior.

(11)

11

“Aquella parte de la política general formada por un conjunto de

decisiones y actuaciones mediante las cuales se definen los

objetivos y se utilizan los medios de un Estado para generar,

modificar o suspender sus relaciones con otros actores de la sociedad internacional”.

De la misma forma, Lechini (2006:21) considera que el proceso de

conformación de la Política Exterior se realiza:

“Como resultado de una combinación de variables internas e

internacionales, que influyen en los comportamientos externos de

los estados y en el proceso decisorio. El sistema internacional es

una variable que afecta a las políticas exteriores colocándoles

límites u ofreciéndoles oportunidades. Además, en función del

avance del proceso de globalización, el sistema internacional

condiciona la política interna, lo que se refleja también en la Política

Exterior o, en otras palabras, en los modos de inserción internacional de los países”.

Por otra parte, como señala Bernal-Meza (2010:60), para comprender el

fenómeno de vinculación entre naciones es necesario plantear un enfoque

multidimensional:

“La integración es parte de la cooperación. Como ésta,

metodológicamente, no puede abordarse su estudio si no es a

través de un análisis multidimensional que abarque, integralmente,

las características de la inserción internacional o modelo nacional

de desarrollo, el tipo ideal de Estado, del cual deriva la visión sobre

la integración posible y funcional y la Política Exterior que responderá a los desafíos de los dos aspectos precedentes”.

Según señala Simonoff (2010), la Política Exterior se encuentra dentro de

(12)

12

consideración al período en estudio, puede tener base Desarrollista3 o

Neoliberal. A su vez, según explica Russell (1990), el concepto de Política

Exterior abarca tres dimensiones: político-diplomática, económica y estratégico-

militar, que es proyectada en el ámbito exterior frente a una amplia gama de

actores e instituciones y gubernamentales y no gubernamentales, tanto el plano

bilateral como multilateral. Sobre esto último, Dallanegra (1998:10) enuncia:

“Los tres pilares de las relaciones mundiales están constituidos por

el eje económico, que provee a las necesidades materiales que

tiene una sociedad y tiene el poder material propio otorgado por

las finanzas, el comercio, la industria y la capacidad científica –

tecnológica; el eje estratégico- militar que provee la defensa y la

seguridad necesarias y que también tiene poder material propio

dado por las armas, los ejércitos, las estrategias y las alianzas; y

el eje político, que tiene el poder de la influencia pero no posee

poder material propio. Para obtener poder material y llevar a cabo

sus objetivos, debe vincularse con alguno de los otros dos ejes. No

obstante, el eje político es el eje planificador, que establece las

reglas y pautas que se manejan en el sistema, los valores y

creencias, y es el relacionado con el proceso de toma de

decisiones que tienen que ver con la formulación de una Política Exterior”.

En particular, Miranda (2001:175), considera que, respecto de la Política

Exterior Argentina, las variables a tener en cuenta son la incidencia de las

modificaciones internas y la concentración del proceso decisorio en el Poder

Ejecutivo (con principal influencia del poder de turno):

“En la Argentina existe una tradición política de aglutinar el poder

decisional en el Ejecutivo, con un control presidencial de todos y

cada uno de los tramos de la decisión. Y ese control presidencia-

3 Según Bernal-Meza (2000A) El desarrollismo es el Paradigma que se implementó en relaciones

(13)

13

esto es, el poder político de turno- llegaba hasta Cancillería,

incidiendo en las tradiciones y en los principios de actuación,

produciendo la tradicional politización de los asuntos externos. De

este modo se explica la debilidad institucional del Ministerio de

Relaciones Exteriores, y las dificultades para consolidar políticas y principios de acción a través de las sucesivas administraciones”.

Por otra parte, resultó importante para este estudio la distinción teórica que realiza Escudé (1992) entre las relaciones “macro” y “micro”. Por un lado las

macro- relaciones, son aquellas posturas tomadas por el presidente y sus

delegados diplomáticos (dependiendo exclusivamente de la voluntad política,

afirmando que el país débil tiene en sus manos la buena voluntad de alinearse

con la potencia dominante, para facilitar las micro-relaciones); mientras que, por

otro lado, el autor distingue las micro-relaciones como aquellas que se articulan

en torno de una pluralidad de problemas puntuales que están a cargo de una

multitud de actores individuales públicos o privados, y de pequeños núcleos

burocráticos.

Respecto a la Política Exterior Argentina con África en general, Lechini (2006:46) aporta el concepto de “impulsos”, es decir, con una característica

espasmódica que varió de intensidad según periodos, gobiernos y proyectos de

inserción internacional:

“Impulsos son las acciones externas, generalmente discontinuas,

que explicitaron momentos de acercamientos a los estados del

continente africano, por períodos cortos. Estos impulsos estaban

vinculados a una necesidad u oportunidad contingente, directa o indirecta, que era sustento del acercamiento” (…) como se deriva

de ello, el objetivo pretendido terminaba convirtiéndose en el

contenido de la acción política. Así, se podría hablar de impulsos con contenido marcadamente ideológico, político o comercial”.

Los impulsos pueden ser medidos conforme a un grupo de indicadores

como el envío y recepción de misiones diplomáticas o comerciales, la firma de

convenios, o las variaciones abruptas de la balanza comercial, que serás

(14)

14

como la gravitación dentro del escenario regional y las oportunidades

comerciales que cada Estado puede aportar, cobrando relevancia el papel de

Sudáfrica dentro de la región Subsahariana, al igual que las iniciativas de

cooperación regional e interregional MERCOSUR y Unión Aduanera de África

Austral (SACU), afrontando su mayor intensidad en la última década.

Otro concepto que fue trabajado teóricamente fue el de cooperación

Sur-Sur, principalmente para la comprensión de la agenda exterior del segundo

periodo. Si bien la cooperación Sur-Sur fue definida en un plano de vinculación

recíproca entre aquellos Estado- Nación enmarcados como “Periféricos” en el

tablero de decisiones mundiales, en el nuevo orden mundial fue actualizada y

aplicada a un nuevo esquema de relación complementaria a la tradición

Norte-Sur, para dinamizar las economías de menor escala, al igual que ampliar su

marco de toma de decisión. En este sentido, según el documento emitido en el

marco del programa Iberoamericano para el fortalecimiento de la Cooperación

Sur-Sur (2014:5):

“A pesar de que el concepto de Cooperación Sur-Sur ha sido

acuñado y utilizado desde hace relativamente poco tiempo, en la

práctica lleva décadas implementándose como expresión de la

solidaridad entre países en desarrollo. En un primer momento

denominada como cooperación técnica entre países en desarrollo

y muy vinculada a su homóloga, la cooperación económica entre

países en desarrollo, su conceptualización, al igual que sus

características atribuidas, ha evolucionado en muy diversos foros

tanto de carácter internacional, regional, bilateral como en lo interno de cada país”.

Tal y como se describe en esta definición, este tipo de cooperación se

vuelve parte de los factores fundamentales para comprender el establecimiento

de la Agenda Internacional, principalmente al analizar el segundo bloque

histórico (2003-2015). También fue importante el análisis del establecimiento y

desarrollo de un vínculo internacional con características propias. Para ello, fue

necesario comprender primero el contexto internacional y su vinculación con

(15)

15

un panorama global que permitió realizar un análisis de la relación

Argentina-Sudáfrica

1.3. Aspectos Metodológicos

Este trabajo tiene por objetivo general analizar la Política Exterior Argentina

respecto a Sudáfrica, durante los períodos 1990-2002 y 2003-2015.

Teniendo en cuenta este objetivo general, se definieron los siguientes

objetivos específicos:

a. Comparar las etapas 1990-2002 y 2003-2015, examinando las

dimensiones político-diplomática, económica, estratégico-militar y de

relaciones multilaterales;

b. Describir y caracterizar los modelos domésticos de desarrollo políticos

y económicos en ambos períodos de Argentina;

c. Caracterizar la Política Exterior Argentina llevada a cabo en cada

período;

d. Investigar las iniciativas político-económicas dentro de las

macro-relaciones y micro-macro-relaciones entre el Estado argentino y sudafricano.

En cuanto a los interrogantes que guiaron la investigación, los mismos

fueron:

• ¿Qué rol ocupó Sudáfrica dentro de la Política Exterior Argentina en los periodos 1990-2002 y 2003-2015?

• ¿Cuáles fueron las características principales de la Política Exterior

Argentina en cada uno de los períodos estudiados?

• ¿Qué iniciativas político-económicas se llevaron a cabo en cada etapa? ¿Cuáles tuvieron continuidad en el tiempo?

• ¿Cómo fue la relación entre Argentina-Sudáfrica, de acuerdo a las dimensiones de análisis, a lo largo del periodo 1990-2015?

• ¿Existió una estrategia a largo plazo en la Política Exterior

(16)

16

Para dar respuesta a estos interrogantes, se definió la siguiente hipótesis

central de este trabajo:

“Comparando las etapas 1990-2002 y 2003-2015, la Política Exterior

Argentina respecto a Sudáfrica afrontó una tendencia de profundización en el segundo periodo, principalmente de la dimensión político-diplomática”.

En cuanto a los datos, se utilizaron fuentes primarias y secundarias, tales

como: discursos, tratados internacionales, documentos gubernamentales,

artículos de divulgación periodística y artículos académicos. También, se acudió

a los registros sobre encuentros diplomáticos, acuerdos comerciales y

convenciones de cooperación existentes.

Respecto al recorte temporal, este es un estudio diacrónico en el cual se

analizan las relaciones entre Argentina y Sudáfrica a partir de su evolución en el

tiempo, en este caso, desde los años 1990 a 2015. La selección de estas

décadas cobra importancia desde una perspectiva local dado que para Argentina

presenta dos gobiernos que se sucedieron por una gestión que no llego a

finalizar su mandato debido al estallido de una crisis político institucional que

(17)

17

CAPÍTULO 2: Política Exterior Sudafricana (1990-2015)

Para comprender la relación bilateral Argentina-Sudáfrica, es pertinente

considerar algunos aspectos sobre el desarrollo histórico de la Política Exterior

sudafricana, para luego analizar la Política Exterior desde Argentina. Por este

motivo, a continuación se presentarán los principales aspectos de la política

sudafricana comprendiendo los dos períodos de estudio de la tesis.

En el tiempo comprendido en el primer período de estudio (1990-2002), el

Estado sudafricano se encontraba en pleno proceso de redefinición. En este

punto y retomando el concepto de Política Exterior, es importante identificar los

planos domésticos y externos que se desempeñaron en el proceso de toma de

decisiones. Sudáfrica presento, en la post segunda guerra, un papel central y

estratégico sobre el mapa mundial que, con el estallido de la Guerra Fría, se

definió como faro de la lucha anticomunista y protector de los intereses

occidentales dentro del continente africano. También resulta interesante apreciar

la composición del mapa africano en el contexto del conflicto bipolar, en donde

se pueden encontrar varias contiendas independentistas con participaciones que

responden a intereses de ambos sectores. Esto a su vez acarreaba que, a los

ojos de occidente, los gobiernos integrados por grupos raciales autóctonos

(pueblo negro) suponían una afinidad comunista. Según explica Lechini (1992:5):

“Con el argumento de una privilegiada ubicación estratégica y de

la posesión de recursos y materias primas a disposición de sus

eventuales aliados, Sudáfrica se autopercibía como bastión de la

seguridad militar occidental en la región del Océano Indico y del

Atlántico Sur. Por tanto, los líderes sudafricanos pensaron que los

gobiernos occidentales debido a sus intereses económicos y

estratégicos en la región austral adoptarían una posición armónica

(18)

18

A partir de esta apreciación doméstica y apañado por la comunidad

internacional, el gobierno sudafricano encaró una doctrina de seguridad interna

basada en la segregación racial, denominada Apartheid, ensayando así ajustes

y priorizando intereses de la minoría blanca (Geldenhuys, 1984).

Según Oliver (1978), en una primera etapa (1990-2002) la Política Exterior

sudafricana se circunscribió a 4 puntos: 1) Consolidación y expansión de sus

vínculos con los actores industriales occidentales; 2) Actitud anticomunista; 3)

Exigencia de mantener una situación de status quo en África; y 4) Beneficio de

cumplir, en la medida de lo posible, con los principios del derecho internacional,

en particular con la no interferencia en los asuntos internos de otros Estados4.

Estos lineamientos se vieron en jaque a partir de la modificación del escenario

internacional, principalmente a partir de los periodos de baja intensidad durante

la Guerra Fría. El gobierno sudafricano se vio envuelto en un contexto de mayor

condena internacional que, si bien estaba presente hace varios años dentro del

mismo seno de la Organización de Naciones Unidas (ONU), por los países

definidos como “no alineados”; cobró mayor protagonismo en este primer

período en el aspecto económico mediante bloqueos comerciales.

En este contexto, Sudáfrica encontró apoyo por parte del gobierno

norteamericano durante la presidencia de Reagan, quien auspicio un tratado

tripartito entre Cuba-Angola-Sudáfrica. No obstante, no pudo evitar el clamor

domestico de una reestructuración estatal que incluyera a las mayorías

segregadas. En consecuencia, a fines de los 80 y principios de los 90, el

presidente De Klerk encaró la reconfiguración de la estructura política africana,

en base al modelo latinoamericano; es decir, modificando y ampliando la

participación ciudadana (un voto es un voto indiferentemente del origen racial),

pero sin alterar el orden de reparto económico, dando continuidad a la

concentración en las minorías blancas.5 Al respecto, Lechini (1992:11) comenta:

4 Según Oliver (1978), el principio de no injerencia fue violado por Sudáfrica en varias

oportunidades.

5 Tal fue la división de la minoría dominante que en el referéndum que solicitó el presidente, el

(19)

19

“Las nuevas realidades posibilitaron el diseño de nuevos enfoques

y nuevas políticas. El objetivo del presidente De Klerk es lograr, en

función del dato democrático, la reinserción de Sudáfrica en todas

las instancias internacionales posibles para que pueda ocupar el

lugar que le corresponde en el concierto de las naciones. En este

marco De Klerk abandona los paradigmas ideológicos sobre los

cuales Sudáfrica había fundamentado su relacionamiento externo para adoptar un enfoque predominantemente comercialista”.

Estas reformas fueron acompañadas por una reconfiguración del escenario

internacional, la cual según Kabunda (2011) se puede explicar mediante tres

puntos. El primero se encuentra vinculado al desplome del bloque del Este, y con

ello la desaparición de la coalición del Este y el Sur africano. Algunos dirigentes

africanos se habían basado en el modelo de la Unión de Repúblicas Socialistas

Soviéticas (URSS), pero luego de la caída de este bloque se quedaron “huérfanos”. El segundo, es el debilitamiento del tercer mundo y la desintegración

de sus organismos. Tal es el caso del Movimiento de No Alineados, de la

Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), o de la Organización

de Países Árabes Exportadores de Petróleo. El tercer y último aspecto destacado

por Kabunda (2011) es la imposición de la hegemonía de Estados Unidos como

predominio absoluto, en términos ideológicos, militares y económicos.

Asimismo, Kabunda (2011), destaca que la configuración de este Nuevo

Orden Internacional generó:

• Un proceso de globalización, en el cual el desarrollo se considera

imposible sin una máxima apertura externa. Un ejemplo de ello puede ser el

Consenso de Washington6, el cual defendió el comercio internacional como

instrumento de desarrollo;

• La conformación de regionalismo, promoviendo la organización del mundo

en torno a bloques económicos y comerciales. La Unión Europea, se puede

6 Se define con ese nombre al plan de diez componentes básicos de un programa económico

(20)

20

presentar como pionera. También se encuentran el MERCOSUR, el Consejo de

Cooperación del Golfo, la Unión Africana, entre otros;

• La eliminación de la función económica y social del Estado. Se implementa el “el achicamiento del estado”;

• El surgimiento de la ética del trabajo, según la cual se es pobre por qué

no se tienen capacidades individuales o psicológicas para salir de la pobreza.

Demarcado el escenario doméstico e internacional y con el primer

presidente de la democracia, Nelson Mandela (electo en 1994), se emprendió

una Política Exterior caracterizada por tres puntos (Mills, 2000): a) incremento

de las relaciones regionales e internacionales, b) desarrollo del comercio, y c)

afianzamiento de las relaciones con países del bloque sur. Este bloque fue

originado por países que durante el conflicto de la Guerra Fría plantearon

preocupaciones del orden de naciones en desarrollo, trasladando las

preocupaciones a cuestiones como la resolución de conflictos domésticos,

aunque luego fue mutando principalmente a los obstáculos que implica el

desarrollo, como la necesidad de nuevos términos de intercambio.

En lo que respecta a la reconstrucción de las relaciones con los estados

africanos, Sudáfrica se presentó como uno de los países con mayor poder

económico. Esto le permitió una reinserción en el plano regional7, con la

convicción de combatir lo que el mismo Mandela definía en su primer discurso presidencial como el “Afropesimismo”, según el cual los africanos nunca habrían

contribuido a la historia de la humanidad, y que nada se podría esperar de ellos.

Según Mills (2000), no solo fue emprendida una reincorporación al sistema

internacional, sino que a su vez se implementó de forma activa la solución de

controversias y la consagración de Sudáfrica como líder regional8. Sin embargo,

7 En las semanas y meses posteriores a la transferencia del poder el 10 mayo de 1994 se

produjeron los retornos de Sudáfrica a la Commonwealth (1 de junio) y a la Asamblea General de Naciones Unidas (23 de junio), así como los ingresos en la Organización para la Unidad Africana (23 de mayo), el Movimiento de países No Alineados (31 de mayo) y la Comunidad de Desarrollo de África del Sur, SADC (30 de agosto).

8 Durante su mandato, y también con posterioridad al mismo, el dirigente sudafricano ejerció una

(21)

21

la iniciativa careció de sinergia en materia económica, dado que, en el plano

comercial, las principales plazas siguieron evocando mercados tradicionales,

como Europa y EEUU. A raíz de esas dependencias proclives al sistema

comercial que se ejercía durante el gobierno de la minoría blanca, la posibilidad

del desarrollo domestico industrial se vio limitado y sus alianzas comerciales

menguadas.

Respecto al tercer punto de la Política Exterior del gobierno de Mandela, el

acercamiento con los países en desarrollo durante la década de los 90, dio lugar

al establecimiento de alianzas y misiones en varios países, acompañado de

visitas presidenciales, que auspiciaron acuerdos que se concretaron recién en la

década siguiente. Mills (2000) agrega que, los límites estructurales domésticos

fueron un factor determinante dentro de la agenda internacional y un argumento

de encuentro en el escenario internacional. Sin embargo, estos mismos factores

domésticos, como la pobreza y división social, en conjunto con la centralidad aún

de los intereses económicos de la minoría blanca, no auspiciaron el éxito a

mediano plazo de lo propuesto por Mandela9. Sin embargo, con la Presidencia

de Mbeki (1999-2008), se encontraron nuevas fortalezas en el plano comercial

que otorgaron un mayor margen de maniobra en el plano político.

De Sousa (2007) explica que, durante su presidencia, Thabo Mbeki se

encargó de poner en práctica nuevas formas de cooperación entre los que se denominan “países ballenas”10 . Nacía así la alianza con Brasil e India para lograr

en la segunda guerra civil que estalló en agosto de 1998 en la rebautizada República Democrática del Congo, caracterizada por la profusión de contendientes y la mortalidad de civiles a una escala sin precedentes, y que terminó suponiendo la intervención militar directa de siete estados de la región, Mandela multiplicó sus esfuerzos pacificadores. Dentro de la Presidencia, la última mediación destacada de Mandela fue, en marzo de 1999, en las negociaciones entre el régimen libio de Muammar al-Gaddafi y los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido para la suspensión de las sanciones de la ONU al país magrebí a cambio de la entrega a la justicia escocesa, para su juicio en los Países Bajos, de los dos ciudadanos libios acusados de perpetrar el atentado contra el avión de la Pan Am que en 1988 fue destruido en pleno vuelo sobre la localidad de Lockerbie.

9 Un ejemplo de estas ambivalencias fue el envío el 22 de septiembre de 1998 de un

destacamento de 800 soldados, junto con tropas de Botswana, al estado de Lesotho, pequeño reino independiente incrustado en Sudáfrica, entre las provincias del Cabo Oriental, KwaZulu-Natal y el Estado Libre, para poner orden en un contexto de crisis política poselectoral y de motines militares.

10 De Sousa (2007) define así a los Estados con altos índices demográficos, territoriales y

(22)

22

un impacto que aventajara su posición en la Comunidad Internacional. Mediante

la Declaración de Brasilia, en 2003, se formalizó el Foro de Diálogo India, Brasil

y Sudáfrica (IBSA) para la cooperación sectorial y global que en su artículo

noveno señalaba la necesidad de cooperación trilateral como una herramienta

de relevancia para la promoción del desarrollo social y económico, como así

también en materia científica y tecnológica. En el documento también se destaca

una preocupación por el aumento de la vulnerabilidad de los países

subdesarrollados en cuanto a la liberalización comercial y las fluctuaciones de

los precios internacionales de commodities. Al respecto, Romanutti (2010:4)

destaca:

“La cooperación en materia energética de estos tres países con

grandes reservas naturales abre las puertas a un despegue seguro

en esta área, basado en la integración de corredores

interoceánicos y la innovación tecnológica. Sin embargo, este

sector es tal vez el que mayor repercusión y beneficios pueda tener

en el diálogo IBSA, dadas sus estructuras económicas similares

que hasta la actualidad dificultan una cooperación realmente

profunda en materia comercial, lo que ha repercutido

decididamente en la profundización de las relaciones y su

reemplazo por nuevas formas de integración multilateral. IBSA aún

necesita de varias modificaciones si quiere funcionar para

promover el aumento de influencia de estos tres Estados en la

escena global, sin embargo, se ha consolidado como un buen punto de partida para convertirlos en motores para el desarrollo”.

Durante esta nueva gestión y en gran medida auspiciado por la

participación de Mandela (como vocero principal), el gobierno sudafricano criticó

la intervención de Estados Unidos en Irak. Ello se realizó aprovechando la

cooperación Sur-Sur en el marco IBSA, con países como India y Brasil, para

fortalecer la capacidad de negociación del Sur y para fortalecer la posición de los

(23)

23

países africanos en foros internacionales. De esta forma, Sudáfrica logró

consolidarse como uno de los líderes en el G20, G70 y el G33.

En el aspecto regional, la presidencia de Mbeki auspicio un mayor

pragmatismo, siempre en pos del posicionamiento de la figura de líder regional,

al punto de ser cuestionado por el mismo Mandela. Según Torres Salcedo

(2008), en mayo de 2000, con Mandela ya fuera de la Presidencia, Mbeki

intentaba influir positivamente en el conflicto zimbabwo con su estrategia de

"diplomacia tranquila", la cual omitía cualquier atisbo de crítica al gobierno de

Zimbabwe. Esto provocó que Mandela en sus declaraciones asegurara que en

África había "líderes que un día comandaron ejércitos de liberación" y que luego

habían hecho "una enorme riqueza" y únicamente se mostraban interesados en

"explotar a los pobres y movilizar a niños para lanzarlos a morir por su

enriquecimiento personal" (Torres Salcedo, 2008:14). Continuando con el

análisis de Torres Salcedo (2008), esta práctica emprendida por el gobierno

sudafricano para consolidarse como líder regional, puede ejemplificarse con sus

acciones dentro de la ONU, en donde presento una activa crítica respecto a la

composición antidemocrática del Consejo de seguridad, exigiendo en su

propuesta la incorporación un representante africano.

En diciembre de 2007, se llevó a cabo en Polokwane el “52 Congreso del ANC”, el cual se constituyó en un hito en la historia política sudafricana al

producir un cambio en los ejes de poder y de liderazgo del partido en el gobierno.

El entonces Presidente Thabo Mbeki fue desplazado de la presidencia del ANC por su “contrincante” Jacob Zuma. Con ello, se generó un cambio en las alianzas

dentro del ANC, llegando un nuevo grupo a la escena política sudafricana.

Transitoriamente asumió el poder Kgalema Motlanthe (2008-2009) hasta que se

realizaron las elecciones en 2009, consagrando a Jacob Zuma (2009-2018)

como presidente.

Tal como en el caso de sus predecesores, África era la prioridad de

Sudáfrica. La agenda Africana de la gestión externa de Zuma y de su Ministra de

Relaciones Exteriores Maite Nkoana Mashabane colocaba el énfasis en la

participación continental y regional. En el primer caso los principales ámbitos

(24)

24

socio-económico, y el Regional Indicative Strategic Development Plan (RISDP)

como la expresión regional de la NEPAD. En el segundo, el compromiso con la

SADC (Comunidad de Desarrollo de África Austral) y la consolidación de la

formación de la cooperación tripartita de la SADC, el Common Market of Eastern

and Southern Africa (COMESA) y la East African Community (EAC).

Sobre los aspectos bilaterales respecto a sus pares continentales, el

gobierno de Zuma propuso el fortalecimiento de las relaciones políticas, sociales

y económicas a través de estructuras que profundicen el diálogo y la cooperación

con los países del continente africano focalizándose en el desarrollo sustentable.

En cuanto a las cuestiones de seguridad regional, durante la gestión del

presidente Zuma, se promovía la participación de Sudáfrica en las operaciones

para el mantenimiento de la paz y reconstrucción posconflicto del Consejo de

Seguridad de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad y Paz de la Unión

Africana (AUPSC).

En términos generales, la Política Exterior sudafricana de los últimos años,

atravesó un camino en busca de la consolidación del liderazgo regional,

mostrando a Sudáfrica como un país emergente y como puerta de entrada al

continente, cuyos gobiernos alternaron en su discurso entre el idealismo y la

realpolitik. Al respecto Lechini (2016: 59) señala:

“Si bien es cierto que a Mandela, Mbeki y Zuma les tocó caminar

en un mundo complejo, con realidades domésticas críticas y

muchas expectativas en cuanto a cómo resolvían el lugar de

Sudáfrica en el mundo, la senda que tomaron muestra contornos

parecidos. Aunque los 3 gobiernos han utilizado un discurso con

mayores tintas de idealismo, las acciones externas se hallan

mayormente basadas en consideraciones de realpolitik, aunque sin abandonar un comportamiento “esquizofrénico” y ambivalente. Por ello, algunos analistas, como Chevallier (2008:169), señalan que “a

pesar de su ambicioso programa para África, Sudáfrica no tiene

(25)

25

En cuanto al lugar de Argentina en la agenda sudafricana, Lechini (2010)

señala que siempre tuvo un grado de continuidad, por ejemplo, en el marco de

la cooperación multilateral, en la toma de decisiones dentro de la ONU, y sobre

el vínculo con su socio estratégico, Brasil. A su vez presentan economías

similares, y en particular, un mercado potencial para insertar sus exportaciones.

Finalmente, a partir de su grado de influencia en la región, Argentina, otorgó una

suerte de puente para la inserción con países de la región.

Los esfuerzos por encontrar apoyo del estado argentino se pueden

observar desde el restablecimiento del diálogo en 1991, acentuándose con las

visitas presidenciales a fines de la década de los 90 y en particular

profundizándose durante la década siguiente con el establecimiento de la

cámara de comercio bilateral y una comisión binacional de dialogo permanente.

En materia de agenda diplomática, con Sudáfrica se realizaron 37

acercamientos, en donde podemos separar 20 Acuerdos o tratados y 18

memorándum de entendimiento.

En términos generales, podemos concluir preliminarmente que Sudáfrica

estuvo sesgada en materia de Política Exterior hasta que logro conciliar sus

problemas domésticos, a partir de 1991. Esta particularidad interna provocó poco

margen para que Argentina forme parte de su Política Exterior de forma activa.

Por el contrario, a fines de los 90, con un escenario de estabilidad interna, fue

propiciada una mayor actividad diplomática, principalmente a nivel regional. Con

el objetivo centrado en ser el líder de la región africana, y su intención de lograr

mayor presencia en Latinoamérica, Argentina cobró mayor importancia dentro

(26)

26

CAPÍTULO 3: Período 1990-2002

En esta sección, en una primera instancia se abordarán las principales

características de las gestiones de los presidentes Carlos Menem, Fernando de

la Rúa y Eduardo Duhalde, así como una caracterización de la Política Exterior

de estos tres gobiernos. Finalmente, se realizará un análisis del papel de

Sudáfrica en la Política Exterior de todo el periodo (1990-2002), considerando

que existe una continuidad político-ideológica en las tres gestiones que forman

parte de esta etapa de estudio. El análisis se efectuará de acuerdo a 4

dimensiones: político-diplomática, económica, militar-estratégica y multilateral.

Con ello se busca lograr una caracterización del bloque histórico, en el conjunto

de sus dimensiones, para luego realizar un trabajo comparativo respecto al

segundo periodo de estudio (2003-2015).

3.1. El gobierno de Carlos Menem

A continuación, se procederá con el análisis del gobierno de Carlos Menem,

partiendo de una contextualización del marco internacional, para luego indagar

acerca del sistema económico, social y político doméstico, caracterizando la

Política Exterior llevada adelante por la gestión.

Da acuerdo con Miguez (2013), al final de la década de los 80 en Argentina,

la situación interna empeoraba como consecuencia de la no revisión de las

transformaciones estructurales operadas desde el gobierno de facto. Asimismo,

existía una presión constante de las clases dominantes, en función de una nueva

hegemonía internacional que se iba perfilando en el escenario internacional, lo

cual creaba condiciones para el surgimiento de planteos nacionalistas y

reformistas.

El concepto de globalización se fustigaba en el escenario mundial como

una novedad/necesidad que acarreaba una modificación directa sobre el papel

del Estado dentro de la toma de decisiones, sobre la base de que esta misma

(27)

27

latinoamericanas venían denostando en el último tiempo. Al respecto, Minsburg

(2004:23) comenta:

“Desde hace varios años, diversos economistas, politólogos y

asesores de grandes empresas, calificados de gurúes, han

elogiado de manera permanente a la globalización como un

acontecimiento nuevo e inédito en el devenir del capitalismo, y han

sostenido que es un proceso inexorable e ineluctable al cual es

menester adoptar, sometiendo nuestra estructura social,

económica y política para recibir los beneficios de ingresar en la abundancia y modernidad de un hipotético primer mundo”.

De esta forma, la globalización fue presentada como novedad. Sin

embargo, algunos autores (como Hobsbawn: 2003) afirman que data de la

colonización de América. Dicho concepto fue avanzando paulatinamente como

parte de la naturaleza propia del capitalismo. En esta línea, Walfgang (1998:12)

explica:

“Según Hobson, la estructura plutocrática de la sociedad

capitalista, en vista de la demanda interior, se ve frenanda por los

ingresos de la gran masa, mantenidos constantemente bajos,

conduce crónicamente a una acumulación excesiva de capital por

invertir. Por esta razón los capitalistas, para evitar el dilema del

beneficio decreciente, se ven obligados a buscar lucrativas

posibilidades de inversión en territorios ultramarinos, en vez de hacerlo en los mercados interiores demasiados limitados”.

En línea con el debate sobre la globalización y el capitalismo, Russell (1998) afirma que aparecen teóricos calificados como “neo medievalistas” que

consideran que es probable una merma del poder estatal en detrimento de instituciones supranacionales, al punto de considerar un “juego de suma cero”

donde unidades subnacionales cobran relevancia cercenando la unidad Estado

Nación. Sin embargo, en respuesta a este argumento, varios analistas

consideran que, lejos de disminuir el poder a la unidad de Estado Nación, estos

(28)

28

como mecanismos trasgubernamentales de políticas conjuntas. Sobre este

debate Russell (1998:47) sintetiza:

“A primera vista, esta enumeración de capacidades cercenadas

puede llevar a suponer que el estado se desvanece <por las

nuevas aptitudes de las unidades supra y sub nacionales>. Sin

embargo, y en un sentido contrario, es posible hacer otra lista de

capacidades ampliadas; participación en regímenes

internacionales y procesos de integración, aumento de las

funciones que requieren mayor acción estatal; y así. Además, hay

numerosas pruebas que dan testimonio del poder y la durabilidad

del estado, como lo muestran las persistentes pujas por la

soberanía y el territorio o la resistencia generalizadas a someter

los conflictos interestatales a un <arbitro supremo>. Por otra parte,

el propio orden interestatal ha creado barreras difíciles de

franquear por formas de organización no estatales que aspiran a

ser reconocidas como participantes legítimos en las relaciones internacionales y mundiales”.

El caso argentino durante el período de estudio (1990-2002) podría

ejemplificar estos debates. Para abordarlo, en primera instancia es importante

resaltar la reforma constitucional implementada en 1994, donde se hizo eco de

los debates en torno a la globalización, ilustrando las controversias de este nuevo

orden internacional. Bien se puede apreciar cómo se dio jerarquía constitucional

a entidades supranacionales con el artículo 75 inciso 22 (en torno a tratados

internacionales) e incluso nuevas aptitudes a las entidades subnacionales con el

artículo 12511 para celebrar acuerdos internacionales con pares, no obstante,

aclarando taxativamente los límites de dicha aptitud.

(29)

29

Sobre finales de la década del ochenta, inicia el Gobierno de Carlos

Menem, con el llamado a elecciones anticipadas por parte del presidente saliente

Raúl Alfonsín, consagrándolo victorioso por sobre la oposición con poco más del

47% de los votos. De esta forma se da inicio al segundo gobierno democrático

consecutivo luego de la última dictadura militar.

El presidente Carlos Menem asume con una situación económica adversa,

marcada por una hiperinflación que había provocado una suba en los precios al

consumidor en un 4.923,6%12. Ante este escenario de hiperinflación y recesión,

deterioro de las cuentas fiscales, elevado endeudamiento, retroceso de las

reservas y huida de capitales, las primeras medidas del gobierno estuvieron

orientadas para la creación de credibilidad. Para ello se dio un giro hacia un

programa neoliberal13 en pos de estabilidad, designando allegados de empresas

y grupos económicos en cargos políticos. Al respecto, Rapoport (2000:969)

comenta:

“La búsqueda de credibilidad incidió en la selección de su primer

ministro de economía. El nombramiento de Miguel Roig y, ante el

deceso de este a la semana de haber asumido, de Néstor

Rapanelli, ambos directivos de la empresa Bunge y Born,

implicaba un reconocimiento temprano por parte de Menem de los

cambios estructurales que había sufrido la Argentina a partir de la

dictadura militar y los condicionamientos externos e internos heredados”.

Iniciada la gestión se implementó un programa, que retomó el proceso de

liberalización económica, privatización de empresas, reducción de gastos y

eliminación de reparticiones del sector público; iniciativas ya implementadas

12 Además se registraba una disminución del stock de divisas, atrasos en los pagos externos, el incremento en el desequilibrio fiscal, la recesión y el desempleo, el aumento de la deuda interna y la fuga de capitales hacia el exterior (Ferrer, 2004).

13 Se entiende al neoliberalismo como una política que pone énfasis en la tecnocracia y

(30)

30

durante la década del 70 y en consonancia con el Consenso de Washington14.

En este sentido, según Petrantonio y Aranguren (2008:17):

“La política económica ejercida desde 1976 pretendía cambiar la

estructura económica y social del país, insertándola en el plano

internacional como exteriorización de la ideología subyacente a los

gobiernos de la época en contraposición al proteccionismo ejercido

durante la ISI. Se liberalizaron los mercados y se inició una apertura

económica donde se buscaba articular una política de estabilización

interna basada en una fuerte baja del salario real, en el ingreso de

las importaciones y en la restricción de la oferta monetaria, con una

política de apertura externa que permitiera al sector agropecuario

exportador y a las ramas industriales con ventajas comparativas insertarse en mercados de mayor tamaño”.

Retomando las premisas señaladas se llevó adelante un programa de

reforma en varias etapas. En primera instancia se llevó a cabo la

implementación de las leyes de reforma del estado Nº 23.696 y la ley de

emergencia económica Nº 23.697, que establecieron la privatización de

empresas públicas, la venta de inmuebles del Estado y la liberalización del

ingreso de inversiones extranjeras. Con estas primeras medidas se suspendió

el régimen de promoción industrial, regional y de exportaciones, así como los beneficios de la ley de “Compra Nacional”, que exigía al Estado la prioridad en

sus compras a empresas nacionales. No obstante, si bien el proceso de

retroceso de la participación industrial nacional ya venía desde décadas atrás

en un proceso menguante, en la década de los noventa disminuyó a niveles

históricos en proporción a su participación dentro del PBI (en %). Según

Ferreira-Soler (2010:26), la explicación de la merma en el PBI tiene su

explicación en varios factores:

“El proceso de desindustrialización combinó la drástica contracción

del mercado interno con la apertura a la competencia internacional,

en conjunto con un tipo de cambio sobrevaluado, generando un

14 Se comprende como tal el listado de políticas “Lo que Washington entiende por Reforma

(31)

31

incremento del componente importado y la consecuente

desaparición de fábricas locales productoras de gran cantidad de

máquinas, equipos y componentes, especialmente de uso general y bienes finales domésticos”.

Tal como se puede apreciar en el gráfico 1, también se presentó la merma

en la participación dentro del PBI de la producción primaria, que si bien tuvo

pequeños repuntes no logró mantener una tendencia de crecimiento constante.

GRÁFICO 1: Producción primeria y participación en PBI (1974-1998)

Fuente: Ferreres (2010)

Posteriormente, como producto del fracaso de las medidas

implementadas, basadas en la flotación del tipo de cambio y reducción de

retenciones a las exportaciones agropecuarias, y en razón del incremento de las

tasas de inflación y descontento popular, Soibelzon- Crilchuk (2010) afirma que

se inicia una segunda instancia de profundización que logra restringir al máximo

los pagos del Estado y la circulación monetaria, reduciendo la inflación pero

provocando una recesión, que en menos de un año volvió a deprimir los ingresos

fiscales.

En 1991, luego de la renuncia de Eman Gonzales, Cavallo asume el rol de

ministro de economía y da inicio a una nueva etapa mediante la implementación

de la ley 23.928 y la modificación del código civil. En cuanto a la ley 23.928,

conocida como ley de convertibilidad, se estableció un tipo de cambio fijo, que

fue respaldado por reservas en el banco central, y se prohibió al ejecutivo la

(32)

32

cambio, autorizando los contratos en moneda extranjera. Por otro lado, en 1992,

el peso reemplazó al austral como moneda. Según Rapoport (2000:975):

“Desde el punto de vista teórico, la convertibilidad se enmarca en

el supply side economics, o teoría de la oferta, nacida en los EEUU

a principios de la década del setenta y que también había inspirado

el plan de Martínez de Hoz. Dicha teoría postula como idea central

la inutilidad de las devaluaciones de la moneda, ya que toda

devaluación es seguida de un inmediato brote inflacionario que

anula sus efectos, lo cual significa plantear que la causa directa de la devaluación es la inflación”.

Sobre el plano económico, Arana (2004:46-47) describe cómo las

políticas se ven influenciadas por la renuncia al perfil autónomo internacional:

“El realismo periférico es, por antonomasia, la Política Exterior de

un Estado Comercial. Un estado que pone énfasis en la

especialización económica a partir de sus ventajas comparativas

lo cual significa, para el estado argentino, la profundización del

modelo agro-exportador proveedor de materias primas y productos

de escaso valor agregado, afectados por el permanente deterioro

de los términos de intercambio. Es casi la renuncia a propugnar un

modelo industrial capaz de competir en los exigentes mercados mundiales”.

De esta forma, las políticas públicas, en su conjunto, se vieron afectadas y

subordinadas a intereses externos, puntualmente del país central dominante

(EEUU). Esta renuncia a plantear la autonomía en el centro del debate no solo

se expresó dentro de la formulación de la Política Exterior, sino también fue

acompañada por un modelo de estado comercial, donde su papel fue

menguando en el plano económico e institucional. Al respecto, Toledo-Neffa

(2010:269) afirma:

“Se adoptaron sucesivas reformas del estado bajo el impulso y la

presión de los organismos financieros internacionales, buscando

(33)

33

fiscal, a través de: el achicamiento de su planta de personal,

estimulando los retiros voluntarios, el congelamiento de los

puestos estables dejados vacantes por jubilaciones, retiros y

renuncias, cubriéndolos con personal contratado de manera

transitoria y pasantes universitarios; la limitación de funciones

tradicionales del estado en calidad de productor, prestador de

servicios públicos, regulador y planificador; la descentralización y

federalización del gasto público social; y la moderación o el freno

de los aumentos salariales, sobre todo de los empleados del sector

público, pese a la inflación que, aunque más baja que la tendencia histórica, se acumuló a lo largo de la década”.

Por su parte, Sevares (2014:14) afirma que la evolución del mercado

financiero en las últimas décadas (finales del siglo XX) potenció la vulnerabilidad externa de las “economías atrasadas o periféricas”15. Entre estas economías se

encontraba Argentina que, dado su desarrollo productivo, abocado a las

materias primas y mayor dependencia financiera exterior; fue arrastrada a un

agotamiento inexorable del sistema económico, desencadenando crisis

posteriores.

La crisis económica trajo consecuencias volcadas a la sociedad en su

conjunto, generando un aumento de la desigualdad entre ricos y pobres, al igual

que el aumento del desempleo16. Sin embargo, resulta paradójico tomar en

cuenta el desempeño de algunos indicadores, que como indica Julio Gambina

(2004:71), eran tomados como conquistas del modelo liberal (como el aumento

del PBI) y que provocaron efectos devastadores en términos sociales:

“En la década del `90, el ciclo de mayor crecimiento de su PBI, el

crecimiento ha tenido un ritmo promedio que hasta 1997 fue del

15 Sevares (2014) afirma que las economías con estas características son estructuralmente

vulnerables debido a las características de su especialización productiva y comercial, que las someten al deterioro de sus ingresos de exportación y/o a variaciones bruscas de esos ingresos. Debido a esto tienen insuficiencia de ahorro interno, y dependen para crecer del financiamiento externo en la forma de préstamos o inversión externa.

16 Con su instrumentación se conquistó un aumento del PBI (de 6973 dólares en 1993 a 7789 en

(34)

34

5,6%. Al mismo tiempo, tuvo un importante ingreso de capitales

externos, que contrasta con lo acontecido en la década del `80,

llamada por la Cepal y para toda América Latina la década perdida

como consecuencia del saldo negativo de los flujos internacionales

de capitales, la baja del crecimiento económico, el inusitado

aumento de la deuda externa, y la fuga de capitales. En este

período se reconocen fuertes ganancias entre las principales empresas, particularmente aquellas que fueron privatizadas (…)

desde la distribución del ingreso se puede verificar que el más rico

de la población se apropiaba del 51.2% del ingreso mientras que el 10% más empobrecido solo con el 1,6%”.

A modo de síntesis, podemos concluir que la política doméstica de este

periodo se encontraba totalmente sujeta a los requerimientos económicos del

sistema internacional, jerarquizado por EEUU. La estabilidad del sistema

económico doméstico se volvió sinónimo de contar con afluentes financieros

externos, producto de las propias medidas adoptadas, como espiral de

profundización. Finalmente, las consecuencias negativas del sistema se

terminaron de vislumbrar en los indicadores sociales, generando dificultades

que el gobierno sucesor tuvo que afrontar.

3.1.1. Política Exterior

Con la finalización de la Guerra Fría y desaparecida la URSS, se configuró

un nuevo orden mundial que posicionó el dominio de EEUU, estableciendo un

liderazgo estratégico-militar, económico político e ideológico. Este liderazgo

impuso, de forma hegemónica, el libre mercado institucionalizado a través del

Consenso de Washington y sus derivaciones17. Por consiguiente, este cambio

de contexto internacional provocó una réplica en los lineamientos de la Política

17 Tales como el programa de ajuste estructural y las políticas de buen gobierno impuestas por

(35)

35

Exterior Argentina, asumiendo que el nuevo eje rector para nuestras relaciones

internacionales era el realismo. Según Cavallo (1987:275):

“Nuestro país ha ido perdiendo posiciones no sólo económicas,

sino de presencia política en el mundo. Fundamentalmente, por

razones de su fracaso económico, de su inestabilidad, su

estancamiento, y en mi opinión, nuestra Política Exterior no fue realista” (…) no hemos enderezado adecuadamente nuestra

Política Exterior a facilitar la solución de los problemas económicos

y sociales que aquejan a los argentinos. Yo creo que la nueva

Política Exterior va a contrastar con esta tendencia del pasado, se

nos va a ver menos presentes en la discusión a nivel mundial de

temas de nuestra propia problemática y se nos va a ver más

preocupados por conseguir que la relación con el resto del mundo

facilite la integración económica de la Argentina a la economía

mundial, la obtención de capitales y la simplificación de los problemas gravísimos que aquejan a nuestra gente”.

Ccomplementando este argumento, Bernal Meza (2000) señala que, en

términos generales, una nueva concepción del sistema internacional,

acompañada por la Globalización, provocó en nuestro país la adopción de la

interpretación de que los problemas argentinos eran de naturaleza puramente

económica.

El principal referente de la teoría del realismo periférico fue Carlos Escudé

(2009)18 que tomando bases de la Teoría Realista, explicó la existencia

recurrente de un “autoboicot” de Argentina en materia de Política Exterior. Según

el autor este desempeño fue producto de decisiones perjudiciales que no

buscaron el beneficio colectivo, sino que, por el contrario, fueron elecciones

realizadas en pos de fines idealistas o simplemente respondieron a prácticas

demagógicas en busca del apoyo de la población:

(36)

36

“Durante la mayor parte del siglo XX la Argentina mantuvo la

neutralidad durante los grandes conflictos mundiales, sosteniendo

frecuentes confrontaciones políticas con los Estados Unidos que

iban más allá de lo retórico. La culminación de esta actitud

confrontativa, que abarcó a otras potencias occidentales, llegó con la guerra de Malvinas” (Escudé, 2009:1)

Por otro lado, Escude (1992), realizó una serie de críticas a las interpretaciones sobre la “autonomía” precedentes (desarrolladas por Puig y

Jaguaribe), cuestionando que la autonomía no se define en términos de libertad

y de decisión o acción, sino que la construcción de la autonomía radica en un

proceso de autorrestricción de la libertad de acción, herramienta incluso

autodestructiva. Según Rapoport (2000), la autonomía es un esquema que

plantea las estrategias a seguir de aquellos países periféricos que no gravitan en

los intereses vitales de las grandes potencias. De acuerdo con el autor, los

principios básicos de la autonomía son: adaptar objetivos a los de las potencias

dominantes; hacer un riguroso análisis material sobre costo-beneficio al

momento de planificar la Política Exterior; redefinir la autonomía relativa de un

Estado, señalando que no es una capacidad de acción, sino que debe estar

limitada a los costos, los cuales serán mayores en la medida en que se

contradigan a los de la potencia hegemónica.

Por su parte, Bernal-Meza (2002:75) explica que esta nueva alternativa

implicó tres posiciones básicas:

1- Una alianza con las potencias vencedoras de la Guerra Fría y un

alineamiento con el hegemón.

2- Aceptación de las nuevas reglas de juego de la economía y la política

mundiales en construcción del nuevo orden, que sería el determinado

por las grandes potencias capitalistas.

3- Profundización de los vínculos transnacionales de la Argentina, ante la evidencia de encontrarnos frente a un mundo “global”, lo que

implicaba adhesión a las estrategias mundiales del capitalismo

Referencias

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